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Enrique Dusell

El encubrimiento del Otro – Hacia el origen del “mito de la Modernidad”

Crítica del “mito de la Modernidad”

El mito de la Modernidad consiste en un victimar al inocente (el Otro) declarándolo culpable de


su propia victimación, y atribuyéndose el sujeto moderno plena inocencia con respecto al acto
victimario. El sufrimiento del conquistado será interpretado como el sacrificio o costo de la
modernización

Hubieron 3 posiciones teórico argumentativas ante el hecho de cómo debe “incluirse” al Otro
en la “comunidad de comunicación”, en la civilización. Estas posiciones son:

 La Modernidad como “emancipación”.

La argumentación de Ginés de Sepúlveda es chocante por la sinceridad de sus argumentos.


En primer lugar, indica que el modo de vivir urbano y la construcción de obras
arquitectónicas no son razón para opinar que son pueblos civilizados.

Luego argumenta desde el concepto de Modernidad. Describe el fundamento de la


barbarie por su modo no individual de establecer su relación con las personas y las cosas,
no tener posesión privada ni contrato de herencia personal, pero sobre todo por la
carencia de la determinación suprema de la Modernidad: la libertad.

La llamada conquista es entonces un acto emancipatorio, porque permite salir al bárbaro


de su inmadurez. Oculta el proceso de dominación y violencia que ejerce sobre otras
culturas. Todo el sufrimiento causado al Otro queda justificado “porque se salva a muchos
inocentes”, víctimas de la barbarie de esa cultura.

Ginés plantea las siguientes premisas

1. La cultura europea como superior a las otras


2. La función emancipadora de la conquista
3. La violencia de los europeos es una acción pedagógica, una violencia necesaria. Se
justifica por ser obra civilizador, el pago de una “inmadurez culpable”
4. El colonizador más que inocente es meritorio
5. Las victimas conquistadas son culpables

Así, el mito de la Modernidad es una enorme inversión de roles: la víctima inocente es


culpable, y el victimario es inocente. La inclusión del Otro en la “comunidad de
comunicación” es violenta, pero una vez en ella se ejerce la racionalidad
argumentativa.
 La Modernización como utopía

En esta posición se ubica el misionero franciscano que vivía en México, Gerónimo de


Mendieta. Opinaba que los aztecas habían vivido en su tiempo de paganismo como los
hebreos en Egipto y que luego Hernán Cortés era el Moisés que los libró de la servidumbre

Europa había traicionado los valores cristianos y en los indígenas americanos veía una
sociedad libre del pecado original sobre la cual podía construirse una Iglesia ideal.

Los franciscanos hablaban las lenguas autóctonas y respetaban las costumbres,


vestimentas y autoridades políticas aztecas. Partiendo de la Alteridad del indio se
introduce el cristianismo, la tecnología europea y los modos de “policía” urbana. Era una
Republica de Indios, bajo el poder del Emperador, pero culturalmente indígena, bajo el
control paternal de los franciscanos.

El paternalismo de los franciscanos constituía una contradicción interna, un mundo


“utópico” que era profundamente criticado por los colonos europeos. Es por ello que para
Gerónimo de Mendieta, desde 1564 todo proyecto fracasa cuando los colonos toman
control de las comunidades indígenas. La utopía modernizadora fue destruida y en su lugar
aparecía el repartimiento, la explotación económica de los indígenas.

 La crítica del “mito de la Modernidad”.

Bartolomé de las Casas va más allá del sentido crítico de la Modernidad como
emancipación porque descubre la falsedad de juzgar al sujeto de la pretendida inmadurez
con una culpabilidad que el moderno intenta darle para justificar su violencia. Niega la
legitimación de cualquier justificación de estas.

Todo el debate se establece en el “modo” de la participación inicial del Otro en la


comunidad de argumentación, el diálogo con el Otro debe ser racional desde el inicio. Para
él se debe intentar “modernizar” al indio sin destruir su Alteridad, no desde lo Mismo del
sistema.

La Modernidad, como mito, justificara siempre la violencia civilizadora –en el siglo XVI
como razón para predicar el cristianismo, después para propagar la democracia, el
mercado libre, etc. Bartolomé destruye el mito de la Modernidad, porque muestra que la
violencia no se justifica por ninguna “culpa” del indígena. No sólo no son culpables los
“inmaduros”, sino que los únicos culpables son los supuestos héroes civilizadores.

Se coloca del lado del Otro, los oprimidos, y pone en cuestión las premisas de la
Modernidad como violencia civilizadora: si la Europa cristiana es más desarrollada, debe
mostrar por el “modo” en que se desarrolla a los otros pueblos en su pretendida
superioridad. Pero debería hacerlo contando con la cultura del Otro, con el respeto de su
Alteridad, contando con su libre colaboración creadora.

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