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REPASO ANATOMICO Y FISIOLOGICO: Órgano con forma de pera, que presenta dos esfínteres:
cardias y píloro. Topográficamente presenta el fondo, cuerpo, y el antro que se continúa con el
canal pilórico. Una curvatura mayor y una menor. Se relaciona por la parte superior con el
hemidiafragma izquierdo, en la cara anterior con el hígado, en su curvatura mayor con el
mesocolon y el bazo y posteriormente con el páncreas. Su capa más externa o serosa corresponde
a peritoneo visceral, medialmente tiene 3 capas musculares: una longitudinal externa, circular
media y oblicua interna. La capa más interna que es la mucosa presenta distintas células:
productoras de moco, las células parietales productoras de HCL y factor intrínseco, células
Cimógenas productoras de pepsinogeno y las endocrinas productoras de gastrina y somatostatina.
Irrigación dada por el la gástrica izq. Rama del tronco celiaco y la gástrica derecha rama de la
hepática común para la curvatura menor y la gastroeplipoica izq. rama de la esplénica más la
gastroepiploica derecha rama de la gastroduodenal. Las venas tienen la misma disposición. Los
ganglios linfáticos para nivel quirúrgico se dividen en niveles 1,2 y 3. El 1 corresponde al grupo 1:
cardial derecho, grupo 2 cardial izq.; g3 ganglios de la curv. Menor; grupo 4 ganglios de la
curv.mayor; grupo 5 suprapiloricos y grupo 6 infrapiloricos. Nivel 2 grupo 7 ganglios en la arteria
estomaquica izq. Grupo 8arteria hepática, grupo 9 tronco celiaco, grupo 10 ganglios del hilio
esplenico, grupo 11 ganglios de la arteria esplénica. Nivel 3 mt a distancia. La inervación está dada
por el vago con su tronco anterior y posterior.
ETIOLOGÍA: Su desarrollo es multifactorial, aunque la infección por H. pylori juega un papel central
en su patogenia. Se ha descrito un modelo secuencial y progresivo para el desarrollo de
adenocarcinoma de tipo intestinal basado en la exposición a agentes nocivos (H. pylori, factores
dietéticos) que comportarían el desarrollo de lesiones premalignas (gatritis crónica atrófica,
metaplasia intestinal, pólipo gástrico, (adenoma), Displasia epitelial) y que, eventualmente, podría
culminar en el desarrollo de displasia y adenocarcinoma.
Helicobacter pylori: La colonización de la mucosa gástrica por H. pylori induce invariablemente una
reacción inflamatoria de carácter agudo y difuso en el cuerpo y en el antro que posteriormente
evoluciona hacia la cronicidad. Con el tiempo, la gastritis crónica progresa a atrofia gástrica, a
menudo asociada a metaplasia intestinal que, son lesiones premalignas. El riesgo relativo de
desarrollar cáncer entre los sujetos infectados por este germen es de tres a seis veces superior al
de las personas no infectadas. No obstante, se estima que únicamente un 0,5% de los individuos
colonizados por H. pylori presentará un carcinoma de estómago. No todos los pacientes con
cáncer gástrico tienen H. pylori y hay ciertas regiones geográficas con prevalencia alta de infección
crónica por esta bacteria y baja prevalencia de cáncer gástrico (el “enigma africano”).
Factores genéticos: Existe una tendencia a la agrupación familiar de este. Así, los familiares de
primer grado de un paciente con neoplasia de estómago presentan un riesgo relativo entre 2 y 3
veces superior a la población control. También presentan un mayor riesgo de desarrollar cáncer
gástrico los pacientes con formas familiares de cáncer colorrectal (poliposis colónica familiar,
cáncer colorrectal hereditario no poliposis, síndrome de PeutzJeghers). Las alteraciones genéticas
más frecuentes en el cáncer gástrico consisten en fenómenos de pérdida de heterocigosidad (60%-
70%) y mutaciones (40%70%) en el gen supresor de tumores P53, también presentes, aunque con
menor frecuencia, en lesiones de metaplasia y displasia gástrica. En una tercera parte de los casos
también se observa pérdida de función de genes supresores como APC, MCC o DCC por
mecanismos similares. Entre los genes que se hallan sobreexpresados en el cáncer gástrico
destacan VEGF (un potente factor angiogénico), CMET (un receptor de factores de crecimiento) y
COX-2. Se han descrito mutaciones en el gen de la Ecadherina presentes en las formas hereditarias
de cáncer gástrico.
Gastritis atrófica: La gastritis atrófica crónica es la lesión precursora más común del cáncer
gástrico, Correa describe tres patrones diferentes de gastritis atrófica crónica: autoinmunitaria
(que afecta la porción proximal del estómago, secretora de ácido), hipersecretora (que afecta la
porción distal del estómago) y ambiental (afecta varias áreas de la unión de las mucosas oxíntica y
antral en un patrón de distribución al azar).Dentro de la evolución de las gastritis crónicas
atróficas, un porcentaje variable de pacientes desarrolla áreas de metaplasia intestinal.
Úlcera gástrica benigna: En la actualidad se acepta que todas las úlceras gástricas se
deben clasificar como cancerosas hasta que se pruebe lo contrario mediante biopsia y seguimiento
adecuados.
Cáncer en remanente gástrico: Desde años atrás se reconoce que es posible que se
produzca cáncer en un remanente del estómago, por lo general varios años después de una
gastrectomía. La mayor parte de los tumores se produce más de 10 años después de la
intervención quirúrgica inicial y casi siempre se origina en un área afectada de gastritis crónica,
metaplasia y displasia.La mayor parte de los casos se presenta tras gastroenterostomía tipo
Billroth II, pero también se observan casos luego de gastroduodenostomía tipo Billroth I.
CLINICA: El cáncer gástrico precoz, dado su pequeño tamaño y su invasión superficial, cursa de
forma asintomática en más del 80% de casos. La mayor parte de los pacientes con diagnóstico de
cáncer gástrico tiene enfermedad avanzada con infiltración de la capa muscular o en estadio III o
IV al momento del diagnóstico. Los síntomas más comunes son pérdida de peso y disminución del
consumo de alimentos por anorexia y saciedad temprana. También es común el dolor abdominal
(por lo general no muy intenso y con frecuencia ignorado). Otros síntomas son náuseas, vómito y
distensión abdominal. El sangrado gastrointestinal agudo es relativamente raro (5%), pero es
común la pérdida crónica de sangre oculta que se manifiesta como anemia por deficiencia de
hierro y detección de hem en las heces. Los tumores ulcerados pueden manifestarse en forma de
hemorragia digestiva alta exteriorizada como hematemesis o melenas. La disfagia es frecuente si
el tumor afecta el cardias del estómago.
La ictericia también puede ser secundaria a la existencia de metástasis hepáticas. Cuando existe
diseminación peritoneal puede desarrollarse ascitis con el consiguiente aumento del perímetro
abdominal y, ocasionalmente, dolor abdominal y obstrucción intestinal. Otros síntomas, como
disnea, dolores óseos o alteraciones neurológicas, son debidos, cuando aparecen, a la presencia
de enfermedad diseminada o, menos frecuentemente, a síndromes paraneoplásicos como el de
Trousseau (estados de hipercoagulabilidad-tromboflebitis), neuropatía periférica, anemia
hemolítica microangiopática o nefropatía membranosa.
EXPLORACION FISICA: La exploración física por lo común es normal. Más allá de los signos de
pérdida de peso, la presencia de datos físicos específicos es casi siempre indicativa de enfermedad
incurable. Si el tumor está muy desarrollado, se puede apreciar una masa palpable en epigastrio
en un tercio de los casos o signos de diseminación a distancia: adenopatía axilar izquierda (nódulo
de Irish), adenopatía supraclavicular izquierda (nódulo de Virchow), infiltración del ombligo
(nódulo de la Hermana María José), hepatomegalia tumoral, ascitis por siembra peritoneal,
presencia de nódulo al tacto rectal por implante peritoneal (nódulo de Blumer), masas ováricas
por metástasis de Krukemberg y, muy infrecuentemente, manifestaciones paraneoplásicas como
acantosis nigricans (hiperpigmentación de axilas y regiones inguinales), queratosis seborreica
difusa (signo de Leser-Trelat), dermatomiositis (parches de salpullidos o erupciones cutáneas rojas
en los nudillos, alrededor de los ojos o en otras partes del cuerpo).
ENDOSCOPIA: pacientes mayores de 45 años que padecen dispepsia de inicio reciente, así
como aquéllos con dispepsia y síntomas de alarma (pérdida ponderal, vómito recurrente, disfagia,
indicios de sangrado o anemia) o antecedentes familiares de cáncer.
Para obtener estos excelentes resultados se debe obtener un mínimo de seis tomas biópsicas. Las
imágenes observadas por endoscopia se corresponden con la clasificación macroscópica de
Bormann, con tumores vegetantes, ulcerados, infiltrantes y formas mixtas. Son signos
endoscópicos sugerentes de malignidad la presencia de ulceraciones irregulares, que se asientan
sobre una masa vegetante o una zona infiltrada. Sus contornos suelen estar mal delimitados, con
formación de nódulos, y el fondo aparece necrótico o irregular. El diagnóstico endoscópico es más
difícil en las formas infiltrantes tipo linitis, en las que apenas se altera el relieve de la mucosa. El
carcinoma precoz ofrece una mayor dificultad diagnóstica ya que, incluso en formas con una
mayor extensión, la elevación, depresión o infiltración de la mucosa puede ser mínima.
DIAGNOSTICO DIFERENCIAL: Como se ha mencionado, la clínica inicial del cáncer gástrico puede
ser totalmente indistinguible de la ocasionada por la dispepsia funcional, por lo que es imperativo
indicar una endoscopia, siempre según la clínica y la edad del paciente, en los casos y situaciones
expuestos en párrafos anteriores. En las lesiones gástricas, la endoscopia asociada al estudio
histológico proporcionará el diagnóstico diferencial frente a tumores benignos y al resto de los
tumores malignos gástricos, incluidas las metástasis. La histología también es clave para
diagnosticar correctamente otras entidades infrecuentes que pueden causar lesiones gástricas
infiltrantes o ulceradas como la tuberculosis, la sarcoidosis, la amiloidosis o la enfermedad de
Crohn.
Por su frecuencia, el principal problema es la diferenciación entre un cáncer ulcerado y una úlcera
péptica gástrica. Para evitar errores diagnósticos, y ante toda úlcera gástrica con histología de
benignidad, es obligatorio repetir la endoscopia no más de 2 meses después de finalizar el
tratamiento para confirmar su cicatrización y obtener nuevas muestras para biopsia y citología en
el caso de persistencia de la lesión.
TRATAMIENTO: El tratamiento del cáncer gástrico depende de la situación clínica del paciente, del
estadio evolutivo, del tipo histológico y de la localización del tumor.
CANCER GASTRICO PRECOZ: Cuando afectan sólo a la mucosa (Tis y T1a), se puede
plantear un tratamiento conservador basado en la resección mucosa endoscópica en los tumores
de tipo intestinal, elevados y menores de 20 mm de diámetro, y aquellos deprimidos menores de
10 mm, sin ulceración. Dado que la incidencia de metástasis ganglionares es del 2%, no parece
necesario realizar linfadenectomía. Si está afectada la submucosa (T1b), la intervención
convencional es aún el tratamiento estándar. Hasta en un 20% de casos es posible detectar
diseminación ganglionar, por lo que es preciso realizar linfadenectomía.