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© REVISTA NOTAS HISTÓRICAS Y GEOGRÁFICAS
Departamento Disciplinario de Historia
Universidad de Playa Ancha de Ciencias de la Educación.
Av. Playa Ancha 850. Valparaíso, Chile.
ISSN en línea: 0719-4404
ISSN impr.: 0717-036x
www.revistanhyg.cl

REPRESENTANTE LEGAL
RECTOR
Patricio Sanhueza Vivanco

DECANO FACULTAD DE HUMANIDADES


Juan Saavedra Ávila

DIRECTOR DE DEPARTAMENTO DISCIPLINARIO DE HISTORIA


Alessandro Monteverde Sánchez

DIRECTOR REVISTA NOTAS HISTÓRICAS Y GEOGRÁFICAS


Alessandro Monteverde Sánchez

EDITOR:
Hugo Castro Valdebenito
Revista Notas Históricas y Geográficas
Número 18, marzo- agosto 2017
ISSN en línea: 0719-4404
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COMITÉ CIENTÍFICO

ADALBERTO SANTANA. Doctor en MARÍA EUGENIA ALBORNOZ. DEA en


Estudios Latinoamericanos e Historia y Civilizaciones (EHESS de
investigador titular del Centro de París). Magíster en Estudios de Género
Investigaciones sobre América Latina y y Cultura (Universidad de Chile).
el Caribe (CIALC) de la UNAM. México. Licenciada en Historia y Profesora de
Historia y Geografía (P. Universidad
GABRIELA PAULA LUPIAÑEZ. Católica de Chile). Integrante del
Doctoranda en Ciencias Sociales
Grupo de Estudios Historia y Justicia.
(Mención Historia) Magister en Editora de la Revista Historia y
Historia del Mundo Hispano
Justicia. Chile.
(CSIC/Madrid). Miembro de la
Asociación Argentina de Estudios del MARCO BELLINGERI. Doctor en Letras
Siglo XVIII. Docente de Historia mención en Historia de América.
Contemporánea. Departamento de Università degli Studi di Torino.
Historia. Facultad de Filosofía y Letras. Professor Associato Dipartimento di
Universidad Nacional de Tucumán. Culture, Politica e Società. Università
Argentina. degli Studi di Torino. Italia.

ADOLFO OMAR CUETO. Doctor en ALBERTO SALADINO GARCÍA. Doctor


Historia Universidad Nacional de en Estudios Latinoamericanos.
Cuyo, Argentina. Decano Facultad de Universidad Nacional Autónoma de
Filosofía y Letras de la Universidad México. Catedrático de la Universidad
Nacional de Cuyo. Director del Centro Autónoma del Estado de México.
Interdisciplinarios de Estudios México.
Regionales. Argentina.
ALDO YAVAR M. Doctor en Historia.
TIZIANA BERTACCINI. Doctora en Universidad Complutense de Madrid.
Storia Istituzioni e Relazioni Profesor e investigador Universidad
Internazionali dei Paesi Extraeuropei, Metropolitana de Ciencias de la
investigadora del Departamento Educación. Chile.
Culture Politiche e Società, dell’
Università degli Studi di Torino, SILVIA B. LAZZARO. Doctora en
Profesora Titular de los cursos de Historia. Profesora e investigadora
Historia del siglo XX en America CONICET- Universidad Nacional de La
Latina y la América latina en el Plata. Argentina.
escenario global, en la Universidad de
Torino. Italia.

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PRESENTACIÓN

Con gran satisfacción y necesidad pasamos a presentar el número 18 de la


Revista Notas Históricas y Geográficas de la Universidad de Playa Ancha, en la
modalidad on-line. Formato “ad hoc” que nos permite cubrir las necesidades
recurrentes en los tiempos de la información, dinámica que hemos asumido con
gran entusiasmo, interés y responsabilidad. Esto se añade al esfuerzo realizado por el
equipo de la Revista, porque se han traspasado todos los artículos anteriores a esta
misma modalidad, posibilitando a los lectores interesados en poder conocer, indagar
y comentar cada uno de ellos en su estado original, a pesar del tiempo transcurrido.

Por otro lado, entre los propósitos y desafíos que hemos asumidos, están en
su divulgación, masificación y distribución a todos los centros académicos,
bibliotecas, universidades, colegios, escuelas, centros culturales y otros a fines, que
hemos e iremos contactando, en lo nacional como internacional, conjuntamente con
la periodización de sus ediciones.

El campo y ámbito que abordaremos en cada una de las publicaciones, está


consagrado a la Historia, Geografía y Ciencias Sociales. Acometiendo temáticas
contingentes a la realidad nacional, e internacional, estando atentos a las situaciones
del acontecen en el mundo, como así en las localidades, regiones, zonas y demás
espacios que sean de relevancia para el investigador, el ensayista, el académico, el
profesor, el discípulo y todos quienes se desarrollen o involucren en el campo del
conocimiento.

Es importante recalcar la significación de la Revista Notas Históricas y


Geográfica, porque nos permite dar a conocer a los lectores los aportes científicos de
quienes los realizan y robustecen la labor académica de la Facultad de Humanidades,
como labor y misión de la Universidad de Playa Ancha con el medio nacional e
internacional.

Alessandro Monteverde Sánchez

Director Revista Notas Históricas y Geográfica.


Director Departamento Disciplinario de Historia.
Universidad de Playa Ancha
Revista Notas Históricas y Geográficas
Número 18, marzo- agosto 2017
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EDITORIAL

Tras un período de pausa y reflexión, la Revista Notas Históricas y Geográficas


del Departamento Disciplinario de Historia de la Universidad de Playa Ancha,
renace y trae consigo diversas contribuciones en el ámbito de la Historiografía y de
la enseñanza de la Historia.

Este nuevo número reviste de una heterogeneidad temática bastante


interesante. En la sección artículos, el planteamiento es diverso. Primero, Danny
Monsálvez, nos invita a revitalizar la Historia Política reciente desde una perspectiva
regional. A partir de un acabado estudio historiográfico, enfocado específicamente
en las investigaciones de carácter local que han estudiado el golpe de Estado de 1973
y la represión durante la dictadura en el Gran Concepción, logra analizar
críticamente los aportes de estos trabajos, como también sus carencias, proponiendo
algunas rutas metodológicas para el incentivo y la revitalización de la historiografía
política reciente.

A continuación, el enfoque cambia, así como también, el marco temporal de


estudio historiográfico, nos trasladamos al siglo XIX para analizar las contradicciones
proteccionistas en la aplicación de políticas comerciales y navieras en Chile durante
1830. Su autor José M. Carrera, analiza la presente dicotomía entre proyectos y
contexto en la formación del Estado nación. Su pesquisa logra vincular los discursos
políticos, la transformación de ese discurso en norma jurídica y la realidad cotidiana
del comercio marítimo de Chile durante esta etapa de la construcción del Estado.

Posteriormente, Miguel Salazar, nos expone un interesante dossier fotográfico


de la Misión Científica del Cabo de Hornos que entre 1882-1883, desarrolló
actividades de investigación en el sur de Chile. Se proponen como fuentes históricas
para el estudio de la cultura yámana, complementadas con un detallado estudio

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preliminar, reflexionado al mismo tiempo, sobre la importancia de la fotografía


histórica.
Luego, Samuel Vera en su artículo El poder de la imagen religiosa: análisis
histórico del rostro de Jesús, analiza las representaciones religiosas, otorgándole una
categorización a las imágenes del rostro de Jesús a partir de discusiones teológicas e
historiográficas.

A continuación, la Iglesia Católica sigue en el análisis historiográfico, esta vez


Pablo García, nos aporta un artículo que aborda la importancia de la prensa católica,
a partir de la pesquisa a la Revista Católica, enfatizando su utilización como fuente
histórica para el estudio de las discusiones del Clero durante la formación del
Estado. Entregándonos relevantes testimonios y antecedentes de la visión de mundo
de los religiosos durante el periodo aludido y sus estrategias discusivas.

Finalmente, y haciendo honor a la tradición de la Revista Notas históricas y


geográficas, publicamos el aporte pedagógico de los profesores de esta casa de
estudios, José Cerpa y María I. Gonzales, quienes nos exponen una experiencia
microcurricular durante las prácticas profesionales de los docentes en formación de
la carrera de Pedagogía en Historia y Geografía. Su propuesta está ligada a la
utilización de tecnologías con el objeto de potenciar el aprendizaje en tan
importante proceso. El aporte de dicha experiencia es de suma importancia para la
actualización de los métodos y técnicas en el quehacer docente.

En la nueva sección de Estudiantes Avanzados, presentamos el estudio de


Hernán Videla, quien desde la Universidad nacional de San juan, Argentina, nos
contribuye con una novedosa reflexión sobre los estudios de género y su dimensión
historiográfica, realizado a partir de las obras de la reconocida historiadora
estadounidense Joan Scott.

En la sección Reseñas, el profesor Aldo Meneses nos presenta el libro


Conspiraciones, motines y sedición en Aconcagua. 1850-1850, editado por esta casa de
estudios durante el presente año. El libro, que aborda la historia política de
Aconcagua durante el periodo revolucionario de mitad de siglo, es un intento
histórico-regional de poner de manifiesto el rol de las provincias aledañas a la

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capital, en los sucesos de la coyuntura nacional denominada la Revolución de 1851.


La obra es autoría de los profesores Alessandro Monteverde y de quien suscribe. El
profesor Meneses nos honra con su presentación y critica.
Finalmente, hemos recibido el honor de publicar la conferencia magistral de
la Doctora Adela Cortina Orts, titulada Construir una democracia real: Ética y
Política, dictada en el Acto de su investidura como Doctora Honoris Causa de la
Universidad de Playa Ancha. La valiosísima conferencia magistral, es precedida por
la emotiva Laudatio in Honorem, pronunciado por el Dr. Pablo Martínez, profesor de
nuestra casa estudios.

La revista Notas Históricas y Geográficas, emprende un nuevo desafío, su


historia es larga pero intermitente, esperamos que la utilización de las tecnologías,
así como el esfuerzo del equipo detrás de esta publicación, logre mantener y sostener
en el tiempo esta publicación. Dada la importancia que conlleva la difusión de
nuevos conocimientos a la comunidad de investigadores, como también a los
interesados en la Historia, la Geografía y la Pedagogía, es que hemos asumido el
compromiso de expandir las convocatorias y la difusión de la revista, tarea que hoy
recién inicia.

Agradecemos de forma especial, a los profesores Mauricio Jara y Pablo


Mancilla, pues con sin su trabajo previo este número no hubiese sido posible.

Hugo Castro Valdebenito


orcid.org/0000-0003-4973-6783
Editor

Valparaíso, julio 2017

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CONTENIDO

PRESENTACIÓN 3
Alessandro Monteverde Sánchez

EDITORIAL
Hugo Castro Valdebenito 4-6
ARTÍCULOS

REVITALIZAR LA HISTORIA POLÍTICA RECIENTE EN UN


ESPACIO REGIONAL: EL CASO DEL “GRAN 9-39
CONCEPCIÓN”,1973-1990. / Revitalize recent political history in a
regional space: The “Gran Concepción” case, 1973-1990.
Danny Gonzalo Monsálvez Araneda

CONTRADICCIONES PROTECCIONISTAS EN LA APLICACIÓN


DE POLÍTICAS COMERCIALES Y NAVIERAS DURANTE EL CHILE 40-57
DE 1830. / Protectionist contradictions in the implementation of
the trade and shipping policies in Chile in 1830.
José M. Carrera Núñez

LA CULTURA YÁMANA Y LA MISIÓN CIENTÍFICA DEL CABO DE


HORNOS: IMÁGENES DE UN REGISTRO PIONERO, 1882-1883. / 58- 75
The Culture Yámana And The Scientific Mission Of The Cape
Horn: Images Of A Pioneering Record, 1882-1883.
Miguel Salazar Urrutia

EL PODER DE LA IMAGEN RELIGIOSA: ANÁLISIS HISTÓRICO


DEL ROSTRO DE JESÚS/ The Power of the religious image: 76-98
Historical analysis of Jesus face.
Samuel Vera

LA IMPORTANCIA DE LA PRENSA EN EL SIGLO XIX EN


CHILE. LA REVISTA CATÓLICA COMO FUENTE
HISTÓRICA Y COMO EL PERIÓDICO DEFENSOR DE LA 99-115
IGLESIA (1843-1874). / The importance of the press in the nineteenth
century in chile. The Catholic Magazine as a historical source and as the
periodic defensor of the Church (1843-1874).
Pablo García Núñez

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UNA EXPERIENCIA MICROCURRICULAR EN LAS


PRÁCTICAS PROFESIONALES CON EL APOYO DE LAS
TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN EN LA CARRERA 116-125
PEDAGOGÍA EN HISTORIA Y GEOGRAFÍA./ Microcurricular
experience in professional practices with the support of information
technology in the career education in history and geography
José Cerpa López - María I. González Lagos

ESTUDIANTES AVANZADOS

INTERTEXTUALIDADES HISTORIOGRÁFICAS Y
ESTUDIOS DE GÉNERO: LOS APORTES POSMODERNOS 126-146
DE JOAN SCOTT A LA HISTORIA DE LAS MUJERES. /
Intertextualidades historiográficas y estudios de género: the postmodern
contributions of Joan Scott to the history of the women.
Hernán I. Videla

RESEÑAS

ALESSANDRO MONTEVERDE S. Y HUGO CASTRO V.


CONSPIRACIONES, MOTINES Y SEDICIÓN EN 147-150
ACONCAGUA. 1850.-1851. VALPARAÍSO: EDICIONES
UNIVERSIDAD DE PLAYA ANCHA. 2017: 256 P.
Aldo Meneses

ESPECIAL

LAUDATIO IN HONOREM DE LA DRA. ADELA CORTINA


ORTS. ACTO DE INVESTIDURA DE COMO DOCTORA
HONORIS CAUSA DE LA UNIVERSIDAD DE PLAYA 151-155
ANCHA.
Pablo Martínez Becerra

CONSTRUIR UNA DEMOCRACIA REAL: ÉTICA Y


POLÍTICA. 156-178
Adela Cortina Orts

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Artículos
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REVITALIZAR LA HISTORIA POLÍTICA RECIENTE EN UN ESPACIO REGIONAL:


EL CASO DEL “GRAN CONCEPCIÓN”, 1973-1990

REVITALIZE RECENT POLITICAL HISTORY IN A REGIONAL SPACE:


THE “GRAN CONCEPCIÓN” CASE, 1973-1990

Danny Gonzalo Monsálvez Araneda


Universidad de Concepción
dannymonsalvez@udec.cl

Recibido el 07 de junio de 2017 Aceptado el 10 de julio de 2017

RESUMEN ABSTRACT

La historia reciente así como la nueva historia política han Recent history and the new political history have had a
tenido en los últimos años un desarrollo significativo a very important development during the last few years.
nivel nacional. Aspectos como el estudio de los partidos Different aspects like the study of political parties,
políticos, militancia, redes, elites, representaciones, militancy, networking, elites, representations, political
violencia política, lenguaje político e intelectuales entre violence, political language and intellectuals, constitute
otros, constituyen sólo algunos de los temas y problemas only some of the issues and problems which have been
de los cuales se ha hecho cargo la nueva historia política. taken by the new political history. However, what is the
No obstante aquello, ¿cuál es la producción de esta level of production of this historiographical perspective
perspectiva historiográfica a nivel de espacios regionales, in the local area, particularly in “Gran Concepción” in
concretamente en el “Gran Concepción” de Chile de los the last 40 years?
últimos 40 años? This article has two objectives. First, identify the studies
En vista de aquello, el presente artículo se propone dos and local authors who have investigated about the
objetivos. Por una parte identificar aquellos trabajos y history of “Gran Concepción”, specifically the 1973 coup
autores locales que han abordado en sus estudios la and the civic-military dictatorship. Second, analyse very
historia política del “Gran Concepción”, específicamente las accurately the omissions and the absence of
investigaciones que se han dedicado a indagar el golpe de information in the studies related to the new recent
Estado de 1973 y la respectiva dictadura cívico-militar, y en political history. This will lead us to propose some new
segundo lugar, analizar de manera crítica los vacíos, ways to revitalize the recent political history, but from a
ausencias y omisiones que existen en la zona de estudio regional perspective.
respecto a trabajos relacionados con una nueva historia
política reciente. Lo anterior, nos lleva a plantear algunos
caminos desde los cuales podamos revitalizar la historia KEY WORDS: Maritime Trade – Protectionism –
política y reciente, pero desde una perspectiva regional. Free Trade – Political Organization

PALABRAS CLAVE: Chile, Gran Concepción,


historiografía, nueva historia política.

Para citar este artículo

Monsálvez, Danny. “Revitalizar la historia política reciente en un espacio regional: El caso del
“Gran Concepción”, 1973-1990”. Revista Notas Históricas y Geográficas, 18(1) marzo –agosto 2017:
pp. 9-39.

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1- INTRODUCCIÓN

Enmarcados en el contexto de la historia reciente chilena, nos encontramos


con una significativa cantidad de trabajos e investigaciones que han estudiado las
décadas del setenta y ochenta, concretamente lo que fue el gobierno socialista de
Salvador Allende1 y la dictadura cívico-militar que encabezó Augusto Pinochet2.

1
Entre otros véase: Arturo Valenzuela, El quiebre de la democracia en Chile (Santiago: Flacso,
salesianos, 1978); Hugo Cancino Troncoso, Chile. La problemática del Poder Popular en el Proceso
de la Vía Chilena al Socialismo 1970-1973 (Denmark: Aarhus University Press, 1988); Julio Pinto
(editor), Cuando hicimos historia. La experiencia de la Unidad Popular (Santiago: Lom Ediciones,
2004); Julio Pinto (editor), Fiesta y drama. Nuevas historias de la Unidad Popular (Santiago: Lom
ediciones, 2014); Margaret Power, La mujer de derecha. El poder femenino y la lucha contra
Salvador Allende, 1964-1973 (Santiago: Dibam, 2008); Tanya Harmer, El gobierno de Allende y la
Guerra Fría interamericana (Santiago: Ediciones Universidad Diego Portales, 2013); Peter Winn, La
revolución chilena, (Santiago: Lom ediciones, 2013); Claudio Llanos, Cuando el pueblo unido fue
vencido. Estudios sobre la vía chilena al socialismo (Valparaíso: Ediciones Universitarias de
Valparaíso, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, 2014); José Diaz, Patria y Libertad. El
Nacionalismo Frente a la Unidad Popular (Santiago: Centro de Estudios Bicentenario, 2015) y
Franck Gaudichaud, Chile 1970-1973. Mil días que estremecieron al mundo. Poder popular,
cordones industriales y socialismo durante el gobierno de Salvador Allende, (Santiago: Lom
ediciones, 2016).
2
Cañas Kirby, Enrique, Proceso político en Chile 1973-1990 (Santiago: Andrés Bello, 1997); Patrick
Guillaudat, Patrick y Pierre Mouterde, Los movimientos sociales en Chile 1973-1993 (Santiago: Lom
Ediciones, 1998); Carlos Huneeus, El Régimen de Pinochet (Santiago: Sudamericana, 2000);
Ricardo Yocelevzky, Chile: Partidos políticos, democracia y dictadura 1970-1990 (Santiago: Fondo
de Cultura Económica, 2002); Tomás Moulian, Chile actual anatomía de un mito (Santiago: Lom
ediciones, 2002); Robert Barros, La junta militar. Pinochet y la constitución de 1980 (Santiago:
Sudamericana, 2005); Freddy Timmermann, El factor Pinochet. Dispositivos de poder –
Legitimación – Elites. Chile, 1973-1980 (Santiago: ediciones Universidad Católica Silva Henríquez,
Lom Ediciones, 2005); Pamela Constable y Arturo Valenzuela, Una nación de enemigos. Chile bajo
Pinochet (Santiago: Ediciones Universidad Diego Portales, 2013); Freddy Timmermann, El gran
terror. Miedo, Emoción y Discurso. Chile, 1973-1980 (Santiago: Ediciones Copygraph, 2015);
Verónica Valdivia, Su revolución contra nuestra revolución. Santiago, volumen I. Izquierdas y
derechas en el Chile de Pinochet (1973-1981) (Santiago, Lom Ediciones, 2006); Verónica Valdivia,
Su revolución contra nuestra revolución. Volumen II. La pugna marxista-gremialista en los
ochenta (Santiago: Lom Ediciones, 2008); Verónica Valdivia, La alcaldización de la política. Los
municipios en la dictadura Pinochetista (Santiago: Lom ediciones, 2012); Mónica Iglesias,
Rompiendo el cerco. El movimiento de pobladores contra la dictadura (Santiago: ediciones radio
Universidad de Chile, 2011); Manuel Salazar, Las letras del horror. Tomo I: La DINA (Santiago: Lom
ediciones, 2011) y Las letras del horror. Tomo II (Santiago: Lom ediciones, 2012); Manuel Gárate, La
revolución capitalista de Chile (1973-2003) (Santiago: Ediciones Universidad Alberto Hurtado,
2012); Verónica Valdivia, Rolando Álvarez y Karen Donoso, La alcaldización de la política. Los

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Cada día surgen nuevas investigaciones en el ámbito de la historia y en otras áreas de


las humanidades y ciencias sociales. De la misma forma, nuevas generaciones de
historiadores y estudiantes se interesan por analizar desde variadas y renovadas
perspectivas historiográficas, lo que fueron aquellas controversiales décadas de
nuestra historia y memoria reciente.

No obstante lo anterior, parte importante de esta producción centra su


atención en lo ocurrido en la capital Santiago, con lo cual se generan dos problemas.
En primer lugar se analizan los diversos temas nacionales desde una mirada
capitalina o centralista. Y en segundo lugar, se asume que lo acontecido en Santiago
tuvo las mismas dinámicas en el resto del país; es decir, se tiende a homologar lo
acontecido a nivel central con el resto del territorio chileno. Lo anterior genera que
los espacios microlocales, subnacionales o regionales queden invisibilizados o bien
son omitidos por estas historias nacionales o por aquel “centralismo
historiográfico”3. Por lo tanto, el estudio de historias regionales nos permite -como
señala José Carlos Chiaramonte- “incorporar otras perspectivas de análisis al cubrir
sectores del territorio nacional mal estudiados hasta ahora”4.

Uno de aquellos ejemplos lo constituye la historia política reciente en la zona


del “Gran Concepción”. Si a nivel nacional la producción historiográfica sobre la
historia política reciente de los últimos 40 o 50 años es abundante y cada día se
incrementa, a nivel del “Gran Concepción” muestra omisiones y vacíos reveladores.
Al respecto ¿a qué se debe dicha situación, particularmente cuando esta zona ha sido
históricamente un espacio atractivo para el desarrollo historiográfico nacional y

municipios en la dictadura pinochetista (Santiago: Lom ediciones, 2012); Pablo Rubio, Los civiles
de Pinochet: La derecha en el régimen militar chileno, 1983-1990 (Santiago: Centro de
Investigaciones Diego Barros Arana, 2013); Manuel Bastias, Sociedad civil en dictadura. Relaciones
Transnacionales, organizaciones y socialización política en Chile (Santiago: Ediciones Universidad
Alberto Hurtado, 2013); Ximena Póo (editora) La dictadura de los sumarios (1974-1985)
Universidad de Chile intervenida (Santiago: Universitaria, 2016); Carmen Hertz, Apolonia Ramírez
y Manuel Salazar, Operación exterminio. La represión contra los comunistas chilenos (1973-1976)
(Santiago: Lom ediciones, 2016).
3
Para una mirada de conjunto a la historiografía chilena del siglo XX véase: Julio Pinto, La
historiografía chilena del siglo XX. Cien años de propuestas y combates (Valparaíso: Editorial
América en Movimiento, 2016).
4
José Carlos Chiaramonte, “Sobre el uso historiográfico del concepto de región”, Revista Estudios
Sociales. 35 (2008): 16-17.

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regional del país? Más aún, cuando en este microespacio se han desenvuelto
trascendentales acontecimientos y procesos sociopolíticos a nivel nacional.

Al respecto, planteamos como hipótesis que la ausencia de investigaciones y


publicaciones sobre historia política reciente del “Gran Concepción” es la
consecuencia de la hegemonía académica de dos escuelas historiográficas que han
tenido predilección a nivel regional. La primera de ellas orientada a la investigación
de la historia social y económica, con temas vinculados a la colonia, el siglo XIX y la
primera mitad del XX. Específicamente en áreas relacionadas con el estudio de las
elites, sectores empresariales, militares, populares y desarrollo industrial 5, a lo cual
se pueden agregar nuevas indagaciones sobre ciudad y sociedad6. La segunda
comprende una historia política tradicional, en la cual los temas se vinculan con la
descripción de los partidos políticos y su evolución electoral7. El proceso
independentista y la construcción de Estado en el siglo XIX

La preeminencia de estas escuelas historiográficas ha conllevado dos


problemas en materia de historia regional. En primer lugar, la ausencia de
investigaciones en el campo de la historia reciente, concretamente de las últimas

5
Arnoldo Pacheco, Historia de Concepción Siglo XX (Concepción: Cuadernos del Bío Bío,
Universidad de Concepción, 1997); Laura Benedetti, La cuestión social en Concepción y los centros
mineros de Coronel y Lota (Tomé: Al Aire Libro, 2011); Alejandra Brito, Autonomía y
subordinación. Mujeres en Concepción, 1840-1920 (Santiago: Lom ediciones, 2014) y Leonardo
Mazzei, Historia económica regional de Concepción (Concepción: ediciones del Archivo Histórico
de Concepción, 2015).
6
Soledad González, Carlos Ibarra, Cinthya Muñoz y Priscilla Rocha, Sociedad protectora de la
infancia de Concepción. La figura de Leonor Mascayano Polanco (Concepción: Programa de
Investigación Histórica en Estudios Regionales, Departamento de Ciencias Históricas y Sociales,
Universidad de Concepción, Trama Impresores S.A. 2006); Mauricio Rojas, Las voces de la justicia.
Delito y sociedad en Concepción (1820-1875). Atentados sexuales, pendencia, bigamia,
amancebamiento e injurias (Santiago: Dibam, 2008); Alexis Flores, La vida se me ha hecho tan
pesada… Más vale mil veces dejarla” Representaciones en torno al suicidio, 1844-1906 (Tomé: Al
Aire Libro, 2013); Marco León y Mauricio Rojas, Modelando conductas, construyendo ciudadanías.
Modernización, control social y hegemonías en la Provincia de Concepción (1850-1930) (Chillán:
Ediciones Universidad del Bío-Bío, trama impresores S.A. 2014); y Marco León, Estudios sobre la
“Capital del Sur”: Ciudad y Sociedad en Concepción. 1835-1930 (Concepción: ediciones del Archivo
Histórico de Concepción, 2015).
7
Jaime Etchepare, Jaime, “Los más destacados representantes de Concepción en los Congresos de la
República, 1810-2000”, Revista de Historia. 9-10 (1999-2000): 257-279 y Jaime Etchepare, “Rasgos de
la evolución de los partidos políticos en Concepción y su área regional, 1891-2001” Revista de
Historia 11-12 (2001-2002): 101-117.

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cuatro décadas y, lo segundo, es el vacío historiográfico, especialmente en


indagaciones y publicaciones que digan relación con una nueva historia política del
“Gran Concepción”. Lo anterior representa una falta de renovación teórica y
metodológica a la hora de abordar los temas desde el enfoque de la nueva historia
política regional. Siendo acotados los trabajos que al día de hoy se pueden
mencionar en aquella línea historiográfica.

En vista de este estado de la cuestión, el presente artículo se propone dos


objetivos. Por una parte identificar y caracterizar aquellos trabajos y autores locales
que han abordado en sus estudios la historia política del “Gran Concepción”,
específicamente las investigaciones que se han dedicado a historiar el golpe de
Estado de 1973 y la respectiva dictadura cívico-militar, y en segundo lugar, analizar
desde una perspectiva crítica los vacíos, ausencias y omisiones que existen respecto a
trabajos relacionados con una nueva historia política reciente para esta zona de
estudio. Lo anterior, nos llevará a plantear en las conclusiones algunos derroteros
que nos permitan avanzar en una revitalización de la historia política reciente, pero
desde un enfoque regional.

2- HISTORIA POLÍTICA RECIENTE REGIONAL

Como primer aspecto es necesario señalar que la región ha de ser estudiada o


analizada no desde una categoría administrativa o jurídica, asociada a la
organización territorial del Estado, sino más bien como un espacio social,
heterogéneo, en movimiento, dinámico y en permanente construcción8. Es decir,
“Las regiones, por características históricas, no son espacios detenidos en el tiempo,
están transformándose, no sólo desde lo político, sino también en sus olores, sus
colores, las vestimentas, los modos, las costumbres de su gente”9.

8
Eduardo Cavieres, “La historia regional en perspectiva historiográfica. Problemas temáticos y
metodológicos”, Diálogo Andino, 28 (2006): 9-18; Ronny Viales, “La región como construcción
social, espacial, política, histórica y subjetiva. Hacia un modelo conceptual/relacional de historia
regional en América Latina”. Geopolíticas(s), 1 (2010): 157-172 y María Silvina Leoni, “Treinta años
de historiografía política regional”. PolHis. 12 (2012): 50-51.
9
Eduardo Cavieres, “La historia regional en perspectiva historiográfica. Problemas temáticos y
metodológicos”, Diálogo Andino, 28 (2006): 17.

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Bajo este enfoque, la cuestión regional constituirá como indica el citado


Chiaramonte no una historia parcial, sino una perspectiva de historia total; es decir,
“…una región lo es cuando tiene presencia histórica, en la historia global de un
país”10; por lo tanto, la región pasa a constituirse en una realidad existente y viviente
en un contexto nacional.

De acuerdo a lo anterior, nuestro espacio regional estará formado


referencialmente por aquello que Hilario Hernández denominó como el “Gran
Concepción”; es decir, aquella conurbación urbana compuesta por la ciudad de
Concepción como centro direccional de operaciones públicas y privadas; el complejo
portuario industrial siderúrgico y petroquímico Talcahuano-San Vicente; Penco y
Lirquén como espacios tradicionales de la loza y el vidrio; Chiguayante como centro
textil. A lo cual se agrega en el extremo norte de esta conurbación el tradicional e
histórico centro textil de Tomé y en el extremo sur, las localidades de Coronel y
Lota, como ciudades del carbón en el litoral11.

Este espacio regional, nos convoca para ser estudiado y pensado como creador
y promotor de ideas, movimientos e influencias; participando en la construcción de
la sociedad, sea esta regional, nacional o universal, y no bajo una mirada o
concepción enclaustrada o regionalista.

Ahora, desde una perspectiva de más largo plazo, es decir durante el siglo XX,
Alejandra Brito señala que Concepción requiere ser examinado históricamente sobre
la base de tres aspectos significativos que centran su atención en el tema de la
“memoria colectiva”, estos son, la fundación de la Universidad de Concepción que va
a constituir un polo de desarrollo cultural e intelectual a nivel local y nacional; el
segundo aspecto es el proceso industrializador de mediados de siglo XX, provocando
transformaciones sociales, económicas y urbanas tales como la migración campo-
ciudad y el desarrollo de un importante movimiento obrero y de pobladores en la

10
José Carlos Chiaramonte, “Sobre el uso historiográfico del concepto de región”, Revista Estudios
Sociales, 35 (2008): 9.
11
Hilario Hernández, “El gran Concepción: Desarrollo histórico y estructura urbana. Primera parte.
Génesis y evolución: De las fundaciones militares a la conurbación industrial”, Informaciones
Geográficas. 30 (1983): 47-70; Alejandra Brito y Carlos Vivallos, “Configuración y estructura del
espacio urbano del Gran Concepción”, Revista de Humanidades. 23 (2011): 119-133.

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zona y, por último, el golpe militar de 1973 (debido a la gran división política de la
sociedad chilena), su impacto social a través de la educación, la violación de los
derechos humanos, el posterior proceso de resignificación política de sus actores y la
lucha de las organizaciones sociales y derechos humanos contra la dictadura 12.

Desde el punto de vista de la historia política, esto nos lleva a hacernos cargo
de su revitalización historiográfica 13. Al respecto, los diversos procesos sociopolíticos
que se han desarrollado en las últimas décadas en América Latina y en nuestro país,
especialmente los vinculados con las experiencias de las dictaduras cívico-militares y
los procesos de transición a la democracia, han puesto su atención en temas
relacionados con la memoria, cultura política, militancia, violencia política,
subjetividades, imaginarios y representaciones entre otros. Asimismo, en aspectos
que tienen que ver con la vida cotidiana de los sujetos y no tan sólo circunscrita a los
temas de Estado o institucionales.

De esta forma comenzó una revitalización de la historia política a nivel


nacional, la cual incorporó en sus enfoques y análisis las contribuciones y aportes de
la nueva historia social, cultural, intelectual, de la ciencia política o lingüística, por
mencionar algunas disciplinas. Así por ejemplo, los partidos políticos ya no serán
vistos como estructuras cerradas, uniformes y monolíticas, sino más bien como

12
Alejandra Brito, “Concepción: un antes y un después”, en: Memorias para un nuevo siglo. Chile,
miradas a la segunda mitad del siglo XX, eds. Mario Garcés, Pedro Milos, Myriam Olguín, Julio
Pinto, María Teresa Rojas, Miguel Urrutia, (Santiago: Lom ediciones, 2002), 463-468.
13
María Fernanda García de los Arcos, “El misterio del pequeño número o sobre la historia del
poder: una aproximación a la nueva historia política”. Iztapalapa. 26 (1992): 55-75 y María
Fernanda García de los Arcos, María Fernanda, “El ámbito de la nueva historia política: una
propuesta de globalización”. Revista de Historia Contemporánea. 9 (1993): 37-57; María Cruz Mina.
“En torno a la nueva historia política francesa”. Revista de Historia Contemporánea. 9 (1993): 59-
91; Jean-François Sirinelli, “El retorno de lo político”. Revista de Historia Contemporánea. 9 (1993):
25-36; 56.; Xavier Gil Puyol, “La historia política de la Edad Moderna Europea, hoy: procesos y
minimalismo”. En Historia a Debate, volumen III, eds. Carlos Barros, 195-208, (España: Gráficas
Sementeira, 1995); Peter Burke, La revolución historiográfica francesa (Barcelona: Ediciones
Gedisa, 1999); Guy Bourdé y Herve Martín, Las escuelas históricas. (Madrid: Ediciones Akal, 2004);
Carlos Altamirano, “De la historia política a la historia intelectual: reactivaciones y renovaciones”,
Prisma, Revista de Historia Intelectual, 9 (2005): 11-18 y Claudia Curi Azar, “François Guerra y la
revalorización de la historia política”, Revista Tiempo y Espacio, 20 (2008): 77 a 83

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comunidades de actores, donde la identidad y cultura política desempeñará una


función central14.

En este contexto, aproximarnos a una nueva historia política reciente desde


una perspectiva regional, nos permite -como señala Servetto y Moyano- “corroborar,
confrontar o matizar interpretaciones generales. Además, muchas veces ha revestido
utilidad para considerar la incidencia de actores locales en otras esferas de poder,
tanto en lo relativo a la conformación de coaliciones de poder como en lo referente a
las posibilidades de alcanzar niveles aceptables de estabilidad en diferentes
regímenes políticos”15. Pero no es sólo aquello, trabajar una historia política reciente
desde lo regional, nos permite contribuir a la historiografía nacional, sin que ello se
convierta en una sumatoria de hechos, acontecimientos o una mera historia
institucional16.

Tomando como ejemplo lo planteado por María Silvia Leoni para el caso
argentino, podemos señalar que una nueva historia política reciente regional,
debería hacerse cargo de cuestiones tales como las relaciones provincia/estado
nacional, lo anterior a propósito del proceso de regionalización que impulsó la
dictadura y cómo este repercutió a nivel de élites regionales y redes de poder.
También tenemos el estudio y análisis del sistema político y los partidos,
concretamente las relaciones, tensiones o conflictos que se producen entre las
dirigencias regionales y nacionales, y las respectivas disputas por espacios de poder.
Otro de los campos de estudio dice relación con la violencia política en dictadura y

14
Joaquín Fermandois Huerta, “Vigencia de la historia política”, Revista Dimensión Histórica de
Chile, 4-5 (1997-1998): 227-232; Cristina Moyano, “La historia política en el bicentenario: entre la
historia presente y la historia conceptual. Reflexiones sobre la nueva historia política”, Revista de
Historia Social y de las Mentalidades. 15 (2011): 227-245; José Ignacio Ponce y Aníbal Pérez, “La
revitalización de la historiografía política chilena”. Polis, Revista Latinoamericana, 12 (2013): 453-
476; Danny Monsálvez, “La dictadura militar de Augusto Pinochet como Nueva Historia Política:
Perspectiva historiográfica y algunos temas para su indagación”, Revista Austral Ciencias Sociales,
23 (2012): 61-82 y Danny Monsálvez, “La historia reciente en Chile: Un balance desde la nueva
historia política”, Revista Historia 396, 6, (enero-junio 2016): 111-139.
15
Javier Moyano y Alicia Servetto, “Algunas claves para la investigación de la historia política en los
espacios locales y regionales”, Revista Estudios, 22 (2009): 9-18.
16
Orietta Favaro y María Carolina Scuri, “La trastienda de la Historia Regional”. En Sujetos sociales y
políticas. Historia reciente de la Norpatagonia Argentina, Orietta Favaro (Buenos Aires: la
Colmena, 2005).

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cómo esta se expresó a nivel regional. Cuáles fueron sus dinámicas, intensidades y
manifestaciones. A lo anterior podemos agregar la indagación sobre el accionar de
los individuos y los trabajos colectivos, los imaginarios sociales y políticos
enmarcados en el proyecto hegemónico del régimen de Pinochet, así como los
lenguajes y prácticas políticas de resistencia y oposición a éste. Finalmente, podemos
adentrarnos en el estudio de aquellos espacios asociativos y de sociabilidad que
enriquecen y entregan nuevos enfoques sobre la participación política tanto de las
elites como de los grupos subalternos17.

3- UN ESTADO DE LA CUESTIÓN

La mayoría de los trabajos e investigaciones que se han desarrollado sobre la


historia política del “Gran Concepción” centran su atención en el siglo XIX, primera
mitad del XX y de manera muy referencial a lo acontecido en la coyuntura 1973 y la
respectiva dictadura cívico-militar.

Al prospectar el libro “Bio-Bío. Bibliografía histórica regional” se puede


apreciar de inmediato la nula referencia a investigaciones o trabajos que digan
relación con la historia política reciente regional. Es más, tanto en la presentación,
introducción, así como en la parte correspondiente a “Una historiografía pendiente”
el autor no se refiere a los vacíos, omisiones y deudas del mundo de la academia o de
investigadores locales en temáticas de historia política reciente18. Lo anterior
comprueba que la historia política regional del “Gran Concepción” ha centrado de
preferencia -como señalamos en líneas anteriores- su atención en los siglos XIX y
primera mitad del XX19 y de manera muy marginal a lo acontecido post golpe de
Estado de 1973 y la concerniente transición a la democracia.

17
Leoni, Opus cit, 50-51.
18
Armando Cartes, Biobío. Bibliografía histórica regional (Santiago: Dibam, Editorial Universidad de
Concepción y Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2014), 145-147.
19
Carlos Oliver Schneider y Francisco Zapata Silva, El libro de Oro de la Historia de Concepción. IV
centenario. 1550-1950 (Concepción: Litografía Concepción, 1950); Fernando Campos Harriet,
Historia de Concepción, 1550-1970 (Santiago: Editorial Universitaria, 1979); Leonardo Mazzei,
Historia del traslado de la ciudad de Concepción (Concepción: editorial Universidad de
Concepción, 1985) y Leonardo Mazzei, Sociedades comerciales e industriales y economía de
Concepción 1920-1939, (Santiago: Editorial Universitaria, 1991) y Arnoldo Pacheco, Economía y
sociedad en Concepción. Siglo XIX: Sectores populares urbanos, 1800-1885 (Concepción: Trama
Impresores, 2003).

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Complementando lo anterior, aquellos académicos que se han dedicado a la


historia política regional, lo han hecho desde la perspectiva de una historia más bien
tradicional e institucional; es decir una delineación episódica de acontecimientos,
resaltando -entre otros aspectos- la figura de determinadas personalidades, partidos
e instituciones locales.

Uno de aquellos casos es el de Jaime Etchepare Jensen. Algunos de sus


articulos tales como “Los más destacados representantes de Concepción en los
congresos de la república, 1810-2000”, “Rasgos de la evolución de los partidos
políticos en Concepción y su área regional 1891-2001” y sus libros sobre historia
política-electoral de Chile (1994 y 2006) se enmarcan en el tratamiento convencional
de la historia política. Una secuencia ordenada de hechos, personajes, partidos y
agrupaciones políticas de Concepción y Chile20.

Como muestra de aquello, en el primero de los artículos, se exponen los


nombres de los parlamentarios y fuerzas políticas a quienes representaban, poniendo
especial atención en los resultados electorales. Similar situación se aprecia en el
segundo trabajo, donde expone la evolución electoral de los partidos políticos a nivel
local. El estudio considera Concepción ciudad, comuna, departamento y provincia.

Son escritos que entregan una importante cantidad de nombres, fechas, citas
y referencias bibliográficas, que si bien nos permiten tener una idea sobre el proceso
político-electoral local y nacional, constituye una historia esencialmente narrativa y
más preocupada del dato, la erudición y limitada a la fuente escrita.

Etchepare sólo hace referencia al golpe de Estado de 1973 (incluso ocupa las
expresiones “Pronunciamiento Militar” y “Gobierno Militar”), sin entrar en el análisis
o problematización de determinados temas, por ejemplo la represión, violencia
política, violación de los derechos o los espacios de resistencia y oposición a la
dictadura a nivel regional.

20
Jaime Etchepare, Surgimiento y evolución de los partidos políticos en Chile, 1857-2003
(Concepción: editorial Universidad Católica de la Santísima Concepción, 2006).

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Otro de los académicos que trabaja historia política de Chile y regional, es


Andrés Medina Aravena, no obstante su línea referencial de investigación en esta
área, los escritos de Medina se han enfocado a diversos temas, como las relaciones
exteriores de Chile, aspecto sindical, religioso y uno que otro artículo sobre
historiografía; prácticamente en ninguno de ellos, examina lo ocurrido en la
coyuntura 1973 o los años posteriores. Sin embargo, en el artículo titulado
“Reflexiones en torno a una corriente historiográfica chilena contemporánea”, realiza
una crítica a los intelectuales de izquierda “…que han intentado desde el
materialismo dialéctico, y siguiendo las directrices de Gramsci, reescribir las
diferentes historias nacionales; una prueba de ello es lo…que ocurre en Chile y el
análisis de las causas que motivaron el 11 de septiembre de 1973”21, para aquello, cita
las obras de los historiadores marxistas clásicos chilenos 22, el “Manifiesto de
Historiadores”23 y el libro “Chile actual. Anatomía de un mito” de Tomás Moulian24.

En el caso del “Manifiesto de Historiadores”, plantea críticamente -entre otros


aspectos- que en su redacción, no se explicita por parte de los autores “…cuál es la
posición que tiene respecto a todas las terribles experiencias históricas que
diferentes sociedades han vivido tras la búsqueda de la quimera socialista, y mientras
no se tenga una clarificación al respecto, no es posible apreciar la consecuencia de
sus planteamientos.

En todo caso -agrega Medina- resultará difícil de comprender y más aún de


aceptar la validez de sus premisas si entre sus firmantes hay quienes aceptan y
entregan argumentos explicativos respecto de la violencia revolucionaria versus la
condena de la denominada violencia contrarrevolucionaria” 25.

21
Andrés Medina, “Reflexión en torno a una corriente Historiográfica Chilena Contemporánea”.
Revista Aportes. 55 (2004): 76.
22
El autor se refieres a Hernán Ramírez Necochea, Jorge Barría Serón, Julio César Jobet, Marcelo
Segall y Luis Vitale.
23
Sergio Grez y Gabriel Salazar, Manifiesto de Historiadores (Santiago, Lom Ediciones, 1999). De
acuerdo al historiador Julio Pinto “Los redactores y firmantes iniciales del Manifiesto fueron Mario
Garcés, Sergio Grez, María Eugenia Horvitz, María Angélica Illanes, Leonardo León, Pedro Milos,
Julio Pinto, Armando de Ramón, Jorge Rojas, Gabriel Salazar y Verónica Valdivia”, en: Julio Pinto,
La historiografía chilena durante el siglo XX. Cien años de propuestas y combates (México:
Universidad Autónoma Metropolitana, 2006), 104. Nota a pié de página 88.
24
Tomás Moulian, Chile Actual Anatomía de un mito. (Santiago, Lom ediciones, 2002).
25
Medina, Opus cit, 81-82.

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El abogado Fernando Campos Harriet, tiene la historia más completa de la


ciudad de Concepción. Sin embargo, su extenso trabajo, sólo comprende hasta 1970,
por lo tanto, está fuera del alcance del presente artículo. No obstante aquello, su
visión en materia política se relaciona con una historia institucional de Concepción,
dando cuenta de acontecimientos políticos, administrativos, culturales, bélicos,
autoridades locales y militares, así como una historia constitucional de Chile, desde
la época colonial hasta el siglo XIX26.

El citado Cartes Montory, es otro de los académicos que ha investigado y


escrito sobre historia regional27. Sus libros se centran fundamentalmente en la
historia de Concepción del siglo XIX, así como la redacción de algunas crónicas,
estudios monográficos, trabajos sobre patrimonio local, etc. En sus últimas
investigaciones, las cuales versan sobre la independencia nacional en una mirada
regional, ha intentado incursionar en el campo de la nueva historia política, aunque
de manera muy tangencial, sin profundizar mayormente28.

El abogado Sergio Carrasco Delgado, miembro de la Academia Chilena de la


Historia, también posee algunos trabajos en el área política y del derecho regional,
sin embargo, su enfoque se relaciona con una perspectiva de la tradicional historia
política29.

26
Entre los libros de Fernando Campos Harriet se pueden mencionar: Historia Constitucional de
Chile. Santiago, Facultad de Derecho, Universidad de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 1956;
Historia de Concepción, 1550-1970. Santiago, Editorial Universitaria, 1979; Alonso de Rivera:
gobernador de Chile. Concepción, Universidad del Bío-Bío, 1999; Leyendas y Tradiciones
penquistas. Concepción, Sociedad de Historia de Concepción, 2003;
27
Entre sus publicaciones podemos mencionar: Pedro del Río y Zañartu. Patriota, Filántropo y
Viajero Universal (Concepción: Municipalidad de Concepción, 1992); Franceses en el país del Bío-
Bío, (Concepción: Trama Impresores, 2004); Las Tres Pascualas, patrimonio natural y cultural de
Concepción. (Concepción: Editorial Pencopolitana, 2006); Los Cazadores de Mocha Dick.
Balleneros Chilenos y Norteamericanos al Sur del Océano de Chile, (Santiago: Editorial Pehuén,
2009); Crónicas del Bicentenario (Concepción: ediciones Universidad San Sebastián, 2010).
28
Armando Cartes, Crónicas del Bicentenario, (Concepción: ediciones Universidad San Sebastián,
2010) y Armando Cartes, Biobío. Bibliografía histórica regional (Santiago: Dibam, Editorial
Universidad de Concepción y Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 2014).
29
Entre las publicaciones de Carrasco Delgado podemos mencionar: “El centralismo político en
Chile. La mentalidad centralista”. Colección de Jornadas Académicas, Universidad de Valparaíso,
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, 20 (1995); “Estudios históricos de penquistas sobre
Concepción en el último siglo”. Boletín de la Academia Chilena de la Historia, año LVI, 100 (1989);
“La justicia en Concepción”. Revista de la Sociedad de Historia de Concepción, 7 (1994); “Las

20
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Desde una mirada más institucional, situamos la Sociedad de Historia de


Concepción, institución fundada en 1974 y que se aboca principalmente a realizar
actividades de extensión y difusión centradas en preservar el patrimonio histórico
cultural de la ciudad a través de conferencias, seminarios, exposiciones fotográficas y
la elaboración de trabajos (ensayos y monografías) de sus socios para ser divulgados
en la publicación de la Sociedad, como es la Revista de la Sociedad de Historia de
Concepción.

Los trabajos allí publicados, dicen relación con la historia de personajes,


familias de la región y Concepción, instituciones políticas, religiosas y educativas;
descripción de algunos conflictos bélicos, referencias a calles, plazas, etc.; es decir,
un apego de aquella mirada convencional de la historia, enfocada más a la
descripción de temas y acontecimientos, que a la llamada historia-problema.

Para efectos de nuestro artículo, las actividades desarrolladas y los trabajos


publicados por la Sociedad de Historia, no abordan o se aproximan a los sucesos
ocurridos en 1973.

Finalmente podemos citar la labor que desde el 2013 viene realizando el


Archivo Histórico de Concepción bajo la dirección del referido Cartes Montory.
Espacio que se encuentra situado en la Biblioteca Municipal de la ciudad. Allí se
puede encontrar un archivo digital, un archivo fotográfico, una biblioteca regional,
una mediateca, una mapoteca y un fondo editorial.

De acuerdo a la descripción que aparece en su página web, el archivo tiene


como misión “reunir, custodiar y conservar los materiales, documentos y bienes que
den cuenta de la historia de la ciudad de Concepción y su antigua área de influencia
entre el Maule y la Frontera; así como facilitar la investigación y difundir su pasado
entre especialistas, público en general y el sistema escolar”30.

universidades de Concepción”. Enciclopedia regional del Bío-Bío (Santiago: Pehuén, 2006), y


“Sobre la historia de la enseñanza del Derecho en Concepción, también sobre proyecciones y
consideraciones más generales”, en Hernán Díaz T. (editor). Guerrero, Olivos, Novoa, Errázuriz,
Tres décadas: testimonios y perspectivas sobre el ejercicio del derecho (Santiago: Ograma
imprenta, 2011).
30
http://www.archivohistoricoconcepcion.cl/qs_mision.php

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En estos cortos años de vida, el archivo ha desarrollado charlas, mesas


redondas, coloquios y conversatorios en torno a la historia regional; asimismo, ha
publicado algunos libros, crónicas y monografías enfocadas a la historia local, de
personajes, la ciudad y sociedad penquista en general 31. Al día de hoy no se observan
trabajos e investigaciones en el área de la historia política reciente del “Gran
Concepción”.

4- REVITALIZAR LA HISTORIA POLÍTICA RECIENTE EN EL “GRAN


CONCEPCIÓN”

Dos son los campos que nos permiten dar cuenta de la producción
historiográfica política reciente en el “Gran Concepción”. Por una parte están los
trabajos desarrollados por académicos y por otra, aquellos que dicen relación con
tesis de estudiantes de pre y postgrado.

Dentro del ámbito académico, los estudios son acotados. Entre aquellos
podemos mencionar el trabajo de Mario Valdés Urrutia, quien da una visión general
de lo que fueron las consecuencias que tuvo el golpe de Estado de 1973 en la
Universidad de Concepción, tanto a nivel de autoridades, docentes, ámbito
estudiantil y algunas reparticiones o unidades académicas. El escrito de Valdés
Urrutia, hace un recorrido global, poniendo énfasis en lo que aconteció antes,
durante y después del 11 de septiembre en la Universidad.

Para reconstruir aquel hecho, Valdés se apoya en testimonios y entrevistas a


protagonistas de la época, prospección de material institucional (memorias de la
Universidad) y prensa del periodo. Si bien el trabajo es acotado en cuanto objeto de
estudio (Universidad de Concepción), constituye una investigación pionera sobre el

31
Armando Cartes, Chillán. Las artes y los días (Concepción: Ediciones del Archivo Histórico de
Concepción, 2015); Verona Loyola, Circuito Personajes y Familias Históricas. Guía Patrimonial
Cementerio General de Concepción (Concepción: Ediciones del Archivo Histórico de Concepción,
2015); Boris Márquez, Cerámica en Penco. Industria y Sociedad 1888-1962 (Concepción: Ediciones
del Archivo Histórico de Concepción, 2014); Boris Márquez, Carlos Oliver Schneider. Naturalista e
Historiador de Concepción (Concepción: Archivo Histórico de Concepción, 2015) y Gustavo
Campos, Alejandro Mihovilovich y Marlene Fuentealba, Carretas, Carros de Sangre y Tranvías en
Concepción. Transporte público entre 1886 y 1908 (Concepción: Ediciones del Archivo Histórico
de Concepción, 2014).

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tema desde el campo de la historia política reciente en la zona32. En la misma línea y


como una manera de ampliar y complementar lo ocurrido en esta Universidad, el
mismo Valdés en coautoría con Danny Monsálvez, han estudiado la denominada
“despolitización de la academia” a través de la intervención, reorganización y “mano
militar” en la Universidad de Concepción a consecuencia del golpe de Estado de
197333.

En otro de los trabajos, el aludido Valdés Urrutia busca reconstruir lo


sucedido al momento del golpe de Estado en la ciudad de Concepción, a través de las
voces de los testigos, es decir, entrevistas a personas que vivenciaron aquel martes 11
de septiembre a nivel local34.

Por nuestra parte hemos analizado la violencia del golpe de Estado en el Gran
Concepción a través de cuatro publicaciones. La primera de ellas dice relación con
las acciones de violencia y represión que se desplegaron una vez producido el golpe
de Estado. En un segundo trabajo examinamos la violencia política en la zona de
Concepción el 11 de septiembre y meses posteriores. En tercer lugar, tenemos un
artículo que aborda el exilio por parte de la dictadura chilena como mecanismo de
control social. Y una cuarta investigación se hace cargo de la legitimidad del golpe
militar en la prensa escrita de Concepción35. Lo anterior se ve complementado con
tres libros. El primero examina la acción de resistencia y oposición de marinos y
operarios de la ciudad puerto de Talcahuano, ante la irrupción de la oficialidad naval
con motivo del golpe de Estado de 1973. En esa misma línea podemos indicar el texto

32
Mario Valdés, “La Universidad de Concepción el 11 de septiembre de 1973”. Revista de Historia. 16
(2006): 103-117.
33
Danny Monsálvez y Mario Valdés, “El golpe de Estado de 1973 y la intervención, militar en la
Universidad de Concepción”, Polis, Revista Latinoamericana, 15 (2016): 363-384.
34
Mario Valdés, “El golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 en Concepción (Chile). Las voces de
los testigos”. Cuadernos de Historia, 37 (2012): 159-191.
35
Danny Monsálvez, “Violencia y represión en un dispositivo local: Concepción, 11 de septiembre de
1973”. Revista de Historia y Geografía, 26 (2012): 57-80; “Chile, la dictadura cívico-militar del
General Augusto Pinochet y el exilio como dispositivo de control social: el caso de la ciudad de
Concepción (1973-1976)”, Revista Historia y Justicia. 1 (2013): “Extremistas, enemigos, antipatriotas
e indeseables: la legitimidad del golpe de Estado de 1973 en la prensa escrita de Concepción”,
Revista de Historia y Geografía. 30 (2014): 167-198, y La ciudad de Concepción el 11 de septiembre
de 1973: Violencia política a nivel local, Espacio Regional. Revista de Estudios Sociales, 13 (julio-
diciembre 2016): 95-110.

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que da cuenta de los “Bandos militares en Concepción y Talcahuano” con motivo del
golpe militar, y por último un libro que expone la legitimidad del 11 de septiembre de
1973 en la prensa escrita de Concepción36.

Sobre la imposición y aplicación del neoliberalismo a nivel regional y su


relación con las elites y sectores empresariales locales, podemos señalar dos
artículos. En el primero se aborda la creación del Banco de Fomento Regional del
Biobío como un proyecto de la elite económica del “Gran Concepción”, y en el
segundo, la relación entre la elite económica local y el proyecto neoliberal37.
Asimismo, aunque en un estudio previo al golpe de Estado, Cristina Moyano, Luís
Ortega y Javier Rivas se han adentrado en el análisis pormenorizado de las élites
parlamentarias, su capital social y sus espacios de sociabilidad entre 1957 y 197338.

Ya situados en los años ochenta, Patricio Ruiz Godoy aborda el llamado


“regionalismo político no partidista”. Concretamente, Ruíz estudia aquellas
agrupaciones regionales surgidas en la década de los ochenta y hasta el presente, las
cuales han intentado desde sus particulares realidades influir en los temas de
regionalización y descentralización, eso sí, alejados de la política partidista.

Para el referido autor, estas agrupaciones son expresiones propias del proceso
neoliberal impuesto en Chile, ya que sus discursos y propuestas están centradas en
temas como el crecimiento económico, fomento a la inversión y el
emprendimiento39. Para aquella misma década de los ochenta está el artículo que

36
Danny Monsálvez, Agosto 1973. Proa al Golpe en la Armada: El caso Asmar-Talcahuano (Tomé:
Editorial Al Aire Libro, 2010); Los Bando Militares en Concepción y Talcahuano: disciplina militar
y disciplinamiento social (Concepción: Ediciones Escaparate, 2014) y Extremistas, Antipatriotas e
Indeseables. La legitimidad del golpe de Estado de 1973 en la prensa escrita de Concepción y el
origen del “Plan Z” (Concepción: Ediciones Escaparate, 2015).
37
Danny Monsálvez y León Pagola, “Sueño, realidad y frustración: Banco de Fomento Regional del
Bío-Bío, un proyecto de la élite económica del “Gran Concepción”. Revista Austral de Ciencias
Sociales. 26 (2014): 49-58 y Danny Monsálvez y León Pagola, “Actores y procesos de cambio: La
elite económica del “Gran Concepción” y el proyecto neoliberal (1973-1983)”. Revista Atenea. 512
(2015): 69-85.
38
Cristina Moyano, Luis Ortega y Javier Rivas, “Elites Parlamentarias del Gran Concepción entre 1957
y 1973. Ensayo sobre la constitución del poder político, el capital social y los espacios de
sociabilidad”. Revista Izquierda. 23 (2015): 102-126.
39
Patricio Ruiz, “El “regionalismo político no partidista” en el Chile actual: ¿Repolitización
ciudadana o expresión neoliberal?, Revista Divergencia, 4 (julio-diciembre 2013): 133-158.

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recoge el trabajo desarrollado por el Boletín de Derechos Humanos de la Pastoral de


Derechos Humanos de Concepción como un espacio de resistencia no violenta
contra la dictadura40. De la misma forma, situamos la investigación sobre la
Asamblea de la Civilidad en Concepción como espacio de sociabilidad política 41.

Finalmente tenemos una contribución de Bernardo Castro, quien desde la


sociología entrega una mirada de conjunto sobre el recorrido social y político de
Concepción desde la dictadura hasta el periodo de transición a la democracia42.

En materia de trabajados de tesis de pre y postgrado, situamos a Mauricio


Pérez y Matías Vallejos, quienes investigaron el golpe de Estado en la Universidad de
Concepción y la concerniente intervención militar en dicha institución entre los
años 1973 y 1976, específicamente el proceso de reorganización académica, lo cual
implicó la detención, expulsión y exoneración de académicos, alumnos y personal
administrativo. La imagen que existía de la Universidad de Concepción como una
“Universidad roja”, conllevó que los militares desplegaran un rápido control y
depuración en el mundo universitario local 43.

Otra de las investigaciones sobre el accionar del martes 11 de septiembre de


1973 corresponde a Juan José Salinas Valdés. Lo hace sobre la base de algunas
entrevistas a contemporáneos de la época, complementada con determinadas citas
de prensa del periodo; así como la referencia al accionar militar en ciertas
poblaciones y campamentos vinculados al mundo de la izquierda, particularmente
de Concepción y Talcahuano.

40
Danny Monsálvez y León Pagola, “Un espacio de resguardo y resistencia no violenta bajo la
dictadura cívico-militar: El Boletín de Derechos Humanos de la Pastoral de Derechos Humanos
del Arzobispado de la Santísima Concepción (1986-1989)”, Revista Polis, volumen 15 (2016): 331-353.
41
Nicollet Gómez Rojas, “La Asamblea de la Civilidad en Concepción y la Asociación Democrática de
Artistas: Espacios de sociabilidad política en dictadura”, Revista de Historia, 23 (julio-diciembre
2016): 167-186.
42
Bernardo Castro, “Concepción de Chile en el tránsito a la democracia”. Revista Ayer, 79 (2010): 212-
145.
43
Mauricio Pérez y Matías Vallejos, Universidad ¿dónde estás?: Intervención militar en la
Universidad de Concepción, 1973-1976 (Tesis profesor de Historia y Geografía: Universidad de
Concepción, 2013).

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El citado autor señala que el fuerte control y ocupación militar en algunas


áreas, no dejó espacio para contener la irrupción militar, más bien, la resistencia fue
esporádica y nula44. En la misma línea se encuentra la investigación del Licenciado
en Historia Yerko Aravena Constanzo, el cual analiza la violencia y represión de las
Fuerzas Armadas en la comuna textil y obrera de Tomé. El estudio realizado por
Aravena de un micro espacio local, permite visibilizar lo que fue la acción militar en
el resto de las comunas industriales y obreras de la zona del Biobío45.

Desde un campo más específico, María Valeria Frindt Garretón, investigó el


desarrollo de la plástica en Concepción entre los años 1964 y 1989. En la segunda
parte de su trabajo, la autora se refiere al “golpe militar y el tiempo de la represión:
1973 a 1975”; la intervención en la Universidad de Concepción, la tensión que se vive
en el Departamento de Artes Plásticas y como esta situación significó el alejamiento
de algunos académicos y alumnos que no regresaron a clases después del 11 de
septiembre46. La tesis de pregrado de Alma Barra Cáceres y Miguel Urrutia
Fernández “Lo social y lo político en el movimiento estudiantil de la Universidad de
Concepción 1973-1983”, busca desentrañar los elementos que componen las
relaciones entre lo social y lo político en la reconstrucción del movimiento
estudiantil de la Universidad de Concepción, específicamente entre 1973 y 1983. Para
aproximarse a aquello, el trabajo se aboca a realizar entrevistas a ex alumnos y
dirigentes estudiantiles de la Universidad47.

Otro bloque que aborda la acción militar del 11 de septiembre de 1973 y sus
posteriores consecuencias, son las investigaciones que se han dedicado a historiar las
organizaciones de Derechos Humanos fundadas para proteger a las víctimas de la
represión y el papel desempeñado por la Iglesia Católica. Aquí podemos mencionar a

44
Juan José Salinas, Poder Popular Provincial. Los casos de Concepción-Talcahuano y Constitución
1970-1973, (Tesis para optar al título de profesor de Historia y Geografía: Universidad de
Concepción, 2007).
45
Yerko Aravena, La objetivación de la violencia política en el Chile dictatorial: violencia, poder y la
construcción del nuevo orden social en Tomé, 1973-1976 (Tesis Licenciado en Historia:
Universidad de Concepción, 2013).
46
María Valeria Frindt, Evolución plástica en Concepción y coyunturas políticas. 1964-1989 (Tesis
Magíster en Historia: Universidad de Concepción, 2006).
47
Alma Barra y Miguel Urrutia, Lo social y lo político en el movimiento estudiantil de la Universidad
de Concepción (1973-1983). Sujetos históricos para un tiempo de transición (Tesis profesor de
Estado en Historia y Geografía: Universidad de Concepción, 1992).

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Rodrigo Álvarez Araya y Arantza Villanueva Gredilla, los cuales en su trabajo


“Derechos Humanos: el mundo Laboral en el Departamento de Derechos Humanos
del Arzobispado de Concepción 1976-1989”, registran la labor realizada por aquella
dependencia en torno a la defensa de los trabajadores de la zona, desde una
perspectiva jurídica, económica y humana. El valor que tiene esta investigación se
relaciona con las fuentes consultadas para ir reconstruyendo esta historia. Dicho
material corresponde al Programa Jurídico Laboral del Departamento Pastoral de
Derechos Humanos del Arzobispado de Concepción48. En la misma línea se
encuentra la tesis de grado de Pedagogía en Historia y Geografía de Rossana Ravanal
y Víctor Silva, quienes estudian la reconstitución del movimiento sindical en la
provincia de Concepción entre los años 1979 y 1989 y el apoyo que recibieron los
trabajadores por parte de la vicaría pastoral obrera de Concepción49.

Lucía Arriagada Retamal, Marianela Ortega Aravena y Giuliana Palavecino


Cáceres, indagaron la creación del Departamento de Servicio Social (1976),
dependiente del Arzobispado de Concepción, en ese entonces encabezado por
Monseñor Manuel Sánchez, hasta que en 1983 pasó a denominarse Departamento
Pastoral de Derechos Humanos50.

Asimismo tenemos las tesis de Álvaro Carrasco y Nicole Sáez sobre los
comedores populares. Espacios de asociatividad que se organizaron con
posterioridad al golpe de Estado y que tuvieron como objetivo ir en ayuda de
aquellas personas y familias que sufrieron los embates sociales y económicos de la
dictadura51.

48
Rodrigo Álvarez y Arantza Villanueva, Derechos Humanos: el mundo Laboral en el Departamento
de Derechos Humanos del Arzobispado de Concepción 1976-1989 (Tesis Licenciado en Educación,
mención pedagogía en Historia y Geografía, Universidad de Concepción, 1991).
49
Rossana Ravanal y Víctor Silva, Reconstitución del movimiento sindical en la provincia de
Concepción y el apoyo de la vicaría pastoral obrera (Tesis profesor de Historia y Geografía:
Universidad de Concepción, 2012).
50
Lucia Arraigada, Marianela Ortega y Guliana Palavecino, La Iglesia Católica en defensa de los
Derechos Humanos durante el Régimen Militar, en Concepción (Tesis Licenciado en Educación,
mención pedagogía en Historia y Geografía: Universidad de Concepción, 2001).
51
Álvaro Carrasco, Formas de subsistencia y asociatividad durante los primeros años del golpe
militar. 1975-1980: “los comedores populares” (Tesis Licenciado en Historia: Universidad de
Concepción, 2010) y Nicole Sáez, Participación y experiencia de mujeres en el comedor popular de

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Desde la perspectiva de las jornadas de movilización y protestas en los años


ochenta, situamos la tesis de Francisco Castillo Ulloa, quien estudió la organización
de los pobladores en Concepción y su lucha contra la dictadura. El trabajo de Castillo
constituye un estudio pionero en material de historia política reciente regional sobre
esta temática52.

Finalmente situamos a Karen Alfaro Monsalve, que más bien se acerca al


tema de los Derechos Humanos en dictadura pero desde el presente, desde el
periodo de la transición democrática (1990-2000). Lo que Alfaro pretende en su
escrito es comprender lo que ocurrió con el Movimiento de Derechos Humanos
(agrupaciones) de Concepción en el paso de la dictadura militar a la llamada
transición a la democracia. Es decir, como éstas logran mantenerse en el tiempo,
más allá de las dificultades que deben enfrentar entrada la década del noventa53.

En materia periodística, María Eliana Vega tiene dos trabajos que dan cuenta
de la represión en Concepción y sus alrededores: uno de ellos describe los 15 años de
labor desplegada por la Pastoral de Derechos Humanos del Arzobispado; texto que
además cuenta con imágenes (fotografías) del periodo. En el segundo de los libros
intitulado “No hay dolor inútil” analiza el rol de la Iglesia de Concepción en su
defensa de los derechos humano en la Región del Biobío entre 1973 y 1991, y el
análisis de los casos más impactantes que ocurrieron en la zona durante aquellos
años54. Asimismo, al día de hoy, está desarrollando un proyecto de investigación

Villa Nonguén, Concepción (1974-1982) (Tesis Licenciatura en Historia: Universidad de


Concepción, 2012).
52
Francisco Castillo, “Chile No Se Rinde”. Movimiento de Pobladores y Protestas Populares contra la
dictadura en Concepción 1983-1986 (Tesis Licenciado en Educación, mención profesor de Historia
y Geografía: Universidad de Concepción, 2010).
53
Karen Alfaro, Anclado en la memoria. Vigencia del movimiento de derechos humanos en Chile a
pesar de la transición, 1990-2000 (Tesis Licenciado en Educación, mención Pedagogía en Historia y
Geografía, Universidad de Concepción, 2002) y “De la memoria a la política. Génesis de la
agrupación de familiares de detenidos desaparecidos de Concepción (1976-1983)”. En: Historia
sociopolítica del Concepción contemporáneo, eds. Karen Alfaro, José Luís Cifuentes, Alex Díaz,
Manuel Fernández, Mario Valdés, Ricardo Vargas y Alexis Meza, (Concepción, Ediciones
Escaparate, 2006), 165-197.
54
María Eliana Vega Soto, Por la sagrada dignidad del hombre. 15 años en la defensa y promoción de
los derechos humanos (Concepción: Departamento Pastoral de Derechos Humanos, Arzobispado
de la Santísima Concepción, 1988) y No hay dolor inútil. La Iglesia de Concepción y su defensa de
los derechos humanos en la región del Bío Bío entre 1973 y 1991. Relatos de los casos más

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intitulado “Relatos de Nuestra Memoria Reciente. Década del ‘80”. Proyecto que
busca a través de la realización de entrevistas y exploración de testimonios de vida,
dar cuenta de aquellas experiencias de hombre, mujeres y jóvenes que vivenciaron
los años de la dictadura en Concepción y en otras zonas de la región del Biobío55.

Los dos textos producidos por Vega constituyen -desde el punto de vista
periodístico- las investigaciones más completas sobre el tema la represión y la
violación sistemática de los Derechos Humanos ocurridos en el Gran Concepción a
contar del 11 de septiembre de 1973.

Finalmente, en materia de testimonios personales tenemos las memorias de


Edgardo Enríquez, ex Rector de la Universidad de Concepción entre los años 1969 y
1972, quien además fue padre de Miguel Enríquez, líder del MIR; Juan Saavedra, ex
dirigente estudiantil de la Federación de Estudiantes de la Universidad de
Concepción, el año 1970; del ex militante comunista Carlos Fuchlocher y Octavio
EHijo con Gunter Seelmann con el texto “Te recordamos, Quiriquina”. Libro que
relata la experiencia de los ex prisioneros en la Isla Quiriquina tras el golpe militar
de 197356.

5- COMENTARIOS FINALES

La producción historiográfica en Chile siempre está en constante proceso de


renovación y actualización, ya sea en sus ámbitos teóricos o metodológicos; aquello
permite avanzar en nuevos enfoques y perspectivas de análisis.

La historia regional, que forman parte de estas historias nacionales no es


ajena a este proceso. La historia económica, social, cultural, microhistoria,

impactantes ocurridos en la zona en ese período, (Concepción: Agrupación de Familiares de


Detenidos Desaparecidos Región del Bío Bío, Departamento de Pastoral Obrera, Arzobispado de la
Santísima Concepción, 1999).
55
http://www.tribunadelbiobio.cl/mr/
56
Edgardo Enríquez Frodden, En el nombre de una vida. 3 volúmenes (México: Universidad
Autónoma Metropolitana, 1994); Juan Saavedra, Te cuento otra vez esa historia tan bonita
(Santiago: editorial Forja, 2010); Carlos Fuchslocher, Luchar en Concepción (algunos apuntes sobre
la trayectoria de los comunistas de Concepción) (Santiago: imprenta Caligrafía Azul Ltda, 2010) y
Octavio Ehijo y Gunter Seelmann, Te recordamos Quiriquina (Santiago: Cesoc, 2003).

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mentalidades entre otras se han constituido en campos predilectos para el desarrollo


de trabajos e investigaciones en espacios subnacionales, microlocales o regionales.
No obstante aquello, siempre van quedando omisiones y vacíos de los cuales hacerse
cargo. Una de aquellas deudas lo constituye la revitalización de una historia política
reciente en el “Gran Concepción”.

Como hemos expuesto en líneas anteriores, la producción historiográfica de


dicho espacio se ha centrado de preferencia en investigaciones sobre la historia
económica, social y política convencional del siglo XIX y primera parte del XX. Esto
ha confluido en la carencia y ausencia de investigaciones y publicaciones que se
hagan cargo de nuestra historia política reciente regional, concretamente desde el
derrocamiento del presidente Salvador Allende en 1973, hasta el retorno a la
democracia en 1990. Son pocos los estudios que se han adentrado en este periodo
histórico. Si bien a nivel de tesis de pre y postgrado se aprecia un mayor interés, a
nivel académico existe una insuficiencia de investigaciones en el área de una
renovada historia política reciente.

Ante este estado de cosas ¿qué camino seguir? En primer lugar, impulsar
estudios e investigaciones a través de proyectos de investigación (internos o
externos) que tengan como propósito prospectar la historia política e historia
reciente regional. Temas como la violencia política, espacios de sociabilidad de las
elites y grupos subalternos, cultura política, memoria histórica, estudios de las redes
sociales, imaginarios y representaciones constituyen sólo algunos de los temas desde
los cuales la historia política reciente se puede revitalizar a nivel regional. En
segundo lugar, la conformación de grupos de investigación interdisciplinarios en la
Universidad, en los cuales confluyan diferentes campos del saber. Historia,
sociología, filosofía, literatura, ciencia política, antropología, geografía o psicología
son tan sólo algunas de las disciplinas que nos permitirían adentrarnos de mejor
forma en el estudio y comprensión de fenómenos y procesos tan complejos como los
ocurridos en la dictadura chilena. De la misma forma, impulsar coloquios,
conversatorios, mesas redondas, jornadas de discusión y debate con la comunidad en
las cuales se dé cuenta del trabajo que se está desarrollando. Y en tercer lugar,
fomentar y potenciar entre los estudiantes de historia y de otras disciplinas de las
humanidades y ciencias sociales la formación de talleres, grupos de trabajo e

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investigación para que se motiven y así indaguen nuestra historia reciente e historia
política regional. Es decir, que los jóvenes se sientan partícipes de esta historia, de la
cual no son observadores o espectadores, sino principalmente actores y
protagonistas.

La historia política reciente está en deuda en materia historiográfica e


investigativa con el “Gran Concepción”. A lo cual también podemos agregar la
ausencia de una historia intelectual. Los intentos por avanzar en aquella dirección
parecen restringirse al interés, persistencia y hasta voluntarismo de uno que otro
académico e investigador o bien la inquietud de algunos de nuestros jóvenes
alumnos por estos temas.

No cabe duda que la historia política reciente se adentra en temas complejos,


controversiales y sensibles para la sociedad, los cuales muchas veces tienen que ver
con abordar las relaciones y disputas por los espacios de poder, las ideas,
pensamientos y actuaciones de sectores, grupos o sujetos que están vivos y activos, a
los cuales en ocasiones no les gusta o se sienten incómodos al rememorar parte de su
pasado reciente; asimismo, los traumas y dolores que afectan a una comunidad,
agrupación o personas no son fáciles de estudiar; sin embargo, la tarea del
historiador es precisamente abordar críticamente aquellos problemas que han
marcado a una sociedad en un momento determinado.

En consecuencia, y parafraseando a Carlos Aguirre Rojas, el historiador tiene


un compromiso con su presente, incluso asumiendo los sesgos y riesgos de su trabajo
y resultado. El historiador debe conectar el pasado con el presente, debe establecer
el por qué y cómo de los hechos y procesos. Y en esta tarea de revitalización de la
historia política debemos explorar la profundidad social de la política; es decir,
encontrar signos de vida política en ámbitos donde la vieja historia política pensaba
que no existían.

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CONTRADICCIONES PROTECCIONISTAS EN LA APLICACIÓN DE POLÍTICAS


COMERCIALES Y NAVIERAS DURANTE EL CHILE DE 1830

PROTECTIONIST CONTRADICTIONS IN THE IMPLEMENTATION OF THE


TRADE AND SHIPPING POLICIES IN CHILE IN 1830

José M. Carrera Núñez


Pontifica Universidad Católica de Valparaíso
josemicarrera@gmail.com

Recibido el 23 de marzo de 2017 Aceptado el 18 de junio de 2017

RESUMEN ABSTRACT
The political organization accomplished with the
La organización política lograda con el régimen
conservative regime came to complement the emerging
conservador vino a complementar la incipiente fuerza
expansive force that was being developed since years
expansiva que se venía gestando desde años anteriores,
before, placing the country in a privileged position
colocando al país en una posición de privilegio frente a las
compared to other nations in the continent. Nevertheless,
demás naciones del continente. Sin embargo, el presente
this study will show that the legal dispositions referred to
trabajo busca demostrar que las disposiciones legales
the merchant shipping continued being contradictory. In
referidas a la marina mercantil no dejaron de ser
this way, we will see how the protectionist norms
contradictorias. De este modo, veremos cómo las normas
promulgated in the 1830s were confronted with a pragmatic
proteccionistas promulgadas en la década de 1830 se vieron
policy that over the years were emphasizing the dichotomy
enfrentadas con una política pragmática que, con el paso de
between the projects and the contexts giving a an image of
los años, fue acentuando la dicotomía entre los proyectos y
the country that was marked by the duality between the
los contextos, ofreciendo una imagen país caracterizada
speech, represented by the legal norm, and the reality that
por la dualidad entre el discurso –representado por la
usually distorts the original ideas. Furthermore, this
norma jurídica– y la realidad, que normalmente distorsiona
phenomenon transcends time, being part of our national
las ideas originales; fenómeno, por lo demás, que
identity.
trasciende el tiempo, formando parte de nuestra identidad
nacional.
KEY WORDS: Maritime Trade – Protectionism –
PALABRAS CLAVE: Comercio Marítimo –
Free Trade – Political Organization
Proteccionismo – Librecambio – Organización
Política

Para citar este artículo:

Carrera, José Miguel. “Contradicciones proteccionistas en la aplicación de políticas


comerciales y navieras durante el Chile de 1830”. Revista Notas Históricas y
Geográficas, 18(1) marzo –agosto 2017: pp. 40- 57

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1. INTRODUCCIÓN

Contradicciones, paradojas e inconsistencias forman una fuerza recurrente en


nuestra historia nacional, lo que, seguramente, puede ser considerado como
indicador de esa permanente sensación de frustración frente a los análisis del
devenir y quehacer republicano.

En virtud de lo anterior, esta investigación pretende ser un aporte para


adentrarnos en una problemática que aún requiere dilucidarse para su mejor
comprensión: las relaciones no siempre fluidas entre los discursos, las normas legales
y su respuesta en la aplicación de políticas de desarrollo durante un período clave en
la organización política de Chile: los comienzos del denominado “Régimen
Portaliano”.

Las ideas proteccionistas que prevalecieron en los primeros años de vida


independiente no fueron ajenas al colectivo ciudadano nacional, partícipes por poco
más de dos siglos del “Bullionismo”, expresión española que identificaba al
mercantilismo que iba detrás de la riqueza de oro y plata como forma de financiar el
Estado español, para separarla, por una parte, del “colbertismo” francés –que
intentaba desarrollarse a través de la industrialización– y, por otra, del
“comercialismo” británico.

Y es que la práctica proteccionista fue de por sí una derivación del


mercantilismo, caracterizada por la protección de las economías nacionales frente a
las amenazas de las importaciones de bienes provenientes de otras economías,
normalmente actuando como competencia. Esto explica que los Estados europeos
modernos –es decir, del siglo XVI en adelante– se sirvieran de la política económica
mercantilista para asegurar un financiamiento de tal magnitud que, con etapas de
expansión o de contracción, les permitiera sustentarse a través del tiempo con
predominio comercial, militar y cultural sobre el resto del mundo. Desde esta
perspectiva, la formación de nuestra República intentó seguir una línea de acción
semejante a Europa, por supuesto que a escala colonial, donde el proteccionismo
diese las herramientas económicas que permitieran la formación del Estado,
asegurando el ingreso de urgentes valores a las arcas fiscales, especialmente a través
de las Aduanas.

Ahora bien, y como es sabido, el triunfo pelucón en Lircay –17 de abril de 1830–
abrió las puertas para la organización política y económica del país. Fueron los
gobiernos de Joaquín Prieto (1786-1854), Manuel Bulnes (1799-1866) y Manuel Montt

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(1809-1880) los que, siguiendo la línea organizativa de O’Higgins, dieron forma


definitiva al naciente Estado nacional; y con ellos, asistimos a la aparición pública de
otros nombres, a quienes, en ocasiones, la historia les ha negado su merecido
reconocimiento, como fueron: José Antonio Rodríguez Aldea (1779-1841), Diego José
Benavente (1790-1867), Ventura Blanco Encalada (1782-1856), Manuel Rengifo (1793-
1845) y Diego Portales (1793-1837); todos artífices de la organización administrativa
del naciente Estado chileno.

En el caso de Diego Portales, partidario de la realpolitik, se sabía ciudadano de


un país pequeño que, por su juventud, no podía equipararse con las naciones
europeas. De este modo, más que mirar con desdén o, por el contrario, demasiado
sumisamente la realidad de aquellas potencias, lo que pretendió fue que
aprendiéramos de aquellos conceptos como el orden, el respeto a la ley, o la práctica
industrial, asimilando esas culturas pero sin extranjerizarnos, es decir, sin perder
nuestra identidad. Coherente con su calidad de comerciante, fue un gran impulsor
de la actividad mercantil, abriendo los puertos pero sin descuidar los beneficios
nacionales1.

Su colaborador, Manuel Rengifo, no estaba tan alejado de esa línea de


pensamiento, como lo podemos corroborar, por ejemplo, cuando rechazó los
proyectos de protección a la industria nacional que en su momento habían solicitado
Salas, Egaña y Eyzaguirre. El famoso Ministro de Hacienda estimaba que, debido a la
falta de aptitudes, de talleres, de medios de transporte y de elementos que
potenciaran el desarrollo fabril, todo empeño por crear una fuerza industrial sería
inútil, generando más bien una pérdida de energía y de recursos. De allí que
encaminara su acción a promocionar la actividad comercial, tanto interna como
externamente, reanimando la agricultura y la minería 2.

Los aportes de Portales y Rengifo solo pudieron concretarse a través de la


creación de lo que Alberto Edwards ha venido en llamar, con mirada pragmática,
como un “Estado en forma”3, del cual podemos tener variadas y contrapuestas
posiciones, ya sea asumiéndolo como un “proyecto de clase” o como un “consenso
forzoso”, por utilizar la nomenclatura de Salazar y Pinto4. De cualquier modo, lo

1
Encina, Francisco Antonio y Castedo, Leopoldo. Resumen de la Historia de Chile. Santiago: Editorial
Nascimento, 1970: Tomo II, pp. 844-850.
2
Ibíd., pp. 857-862.
3
Para profundizar esta terminología, vid. Edwards, Alberto. La Fronda Aristocrática. Santiago:
Editorial del Pacífico, 1976. Capítulos VII y VIII, pp. 50-62
4
Salazar, Gabriel y Pinto, Julio. Historia Contemporánea de Chile. Actores, Identidad y Movimiento.
Santiago: LOM Ediciones, 1999: Tomo II [especialmente el Capítulo 1.3: pp. 46-56].

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concreto es que tal organización nacional permitió asegurar por más de veinte años
un sistema de gobierno conservador en lo político, pero que en lo económico
significó la aplicación de un proteccionismo–neomercantilista que, con el paso de los
años, fue derivando hacia el liberalismo.

En síntesis, la construcción del Estado como argumento discursivo –y que se


expresó en la aplicación de normas legales que organizaran el país– estuvo marcada
por el constante entrecruce entre la protección al tráfico marítimo nacional y la
tendencia creciente por liberar todo tipo de trabas para establecer un régimen
marcado por el librecambio; etapa, por lo demás, donde tuvieron una activa
participación los representantes de la burguesía mercantil por sobre los miembros de
la aristocracia agraria tradicional, siendo los primeros, en definitiva, los grandes
organizadores del Estado republicano.

Fue así como se comenzó a gestar un curioso sistema de relaciones donde el


empresariado nacional fue oscilando entre la protección y la liberalización de los
mercados, todo de acuerdo a sus posibilidades de obtención de utilidades. En otras
palabras, podemos afirmar que los tiempos de bonanza han facilitado su discurso
liberal, pero cuando han visto sus intereses expuestos a algún tipo de peligro, han
recordado la existencia del Estado y no han dudado refugiarse a su alero. Razón
tienen Salazar y Pinto al asegurar que nuestros liderazgos económicos no han sido
constantes en el tiempo, fluctuando entre la dependencia, lo asustadizo, el
triunfalismo y el sentimiento trágico5.

Ahora bien, cualquiera sea la interpretación política del “Régimen Portaliano”,


en términos económicos cabe reconocer que favoreció un primer período de
expansión, basado en la actividad minera, agrícola y comercial6, volviendo a poner
de moda –más que a modernizar– los preceptos proteccionistas. Así, por lo menos, lo
deja entrever el Diario Oficial de la época:

“(…) es vergonzoso entrar en debate sobre una cuestión decidida por los
principios, por la conveniencia nacional y por la experiencia, porque a
todo se responde: los principios de economía son teorías: la Francia, la
Inglaterra, naciones sabias, tienen o han tenido iguales prohibiciones: es
preciso dar ocupación a los hijos del país, es preciso establecer los husos,

5
Ibíd., pp. 50-51.
6
Cariola, Carmen y Sunkel, Osvaldo. Un siglo de Historia Económica de Chile 1830 – 1930. Santiago:
Editorial Universitaria, 1991, pp. 23-40.

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los telares de algodón, los de bayetas, los de sayal, de que antes se vestía
la gente para que empleen más brazos y no salga la plata fuera del país”.7

El espíritu de la legislación durante la década de 1830, según Sergio Villalobos y


Rafael Sagredo, fue el de proteger la escasa producción nacional de carácter más
artesanal que fabril; es así como, por ejemplo, se eximió del pago de diezmo y de
derechos de exportación a los cáñamos y linos del país, concediéndose, además, un
premio de $2.000 a la persona e institución que crease alguna máquina beneficiadora
de los productos señalados, y $1.000 a la(s) persona(s) que importase(n) o
construyese(n) en el país dicha máquina. Algo similar ocurrió con la ganadería,
elevándose los derechos de importación del ganado vacuno, caballares y ovinos a 4, 2
y 4 reales, respectivamente8.

También se legisló para favorecer la industria pesquera; una ley de 1832


estableció la libertad de derechos de importación y exportación para los productos
en bruto de cualquier clase de pesca que se hiciese en buque nacional. Además, se
dispuso la libertad de derechos de exportación a los productos del mar
manufacturados en el país. A estas medidas se le atribuyeron beneficios que se
expresarían, según El Araucano, en “el acrecentamiento que recibiría nuestra marina
mercante”9.

Por otra parte, en 1834 se promulgó el Reglamento de Importaciones, que

“(…) eliminaba todo derecho de importación a los artículos destinados al


desenvolvimiento de la cultura intelectual: mapas, globos terráqueos,
libros, instrumentos científicos, partituras musicales, cuadros de pinturas
y estatuas. También eximía a las máquinas destinadas a la agricultura, a la
minería, la técnica y las ciencias. Muy significativo era la exención para el
azogue, minerales en bruto y la plata y oro de chafalonía”10.

Este documento legal pretendió unificar y actualizar diversas disposiciones al


mismo tiempo que suprimía otras, dándole sentido de análisis técnico a lo
estipulado. Además, correspondía a una visión más sistémica que el Ministro Rengifo
intentó dar a la economía nacional con la intención, primero, de cancelar la deuda

7
El Araucano, 21 de mayo de 1831.
8
Villalobos, Sergio y Sagredo, Rafael. El proteccionismo económico en Chile. Siglo XIX. Santiago:
Instituto Profesional de Estudios Superiores Blas Cañas, 1987 [especialmente el Capítulo «Una política
proteccionista», pp. 33-50].
9
El Araucano, 31 de agosto de 1832.
10
Villalobos y Sagredo (1987), 36.

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interna para, posteriormente, asegurar el pago de la externa. Ahora bien, todo esto se
fue desarrollando en un momento que la Europa industrial, financiera y comercial –
encabezada por Inglaterra– se expandía nuevamente por el mundo, y en que los
comerciantes estadounidenses ejercían una lenta –pero constante– influencia en
Latinoamérica.

Para Eduardo Cavieres, la conexión anglochilena no solo fue visible sino que
marcó todo el sistema económico nacional. Estos comerciantes ingleses, además de
establecer las casas comerciales en Valparaíso y sus respectivas sucursales en los
distritos mineros, fomentaron las actividades extractivas directamente o a través de
sus capitales y créditos, compitiendo y ganando frente a los empresarios y
comerciantes nacionales. En realidad, los extranjeros tenían mayor y mejor
experiencia, traducida en inversiones especulativas, instrumentos de cambio y
acceso al capital. De esta manera, fueron los ingleses quienes dinamizaron el
comercio y la actividad minera nacional, provocando, a su vez, el aumento de navíos
por nuestras costas y el desarrollo de Valparaíso11.

Respecto a la influencia de Estados Unidos es posible sostener que, desde los


albores de la Independencia, los norteamericanos se hicieron presentes con su
comercio de armas, mientras que, más tarde, compitieron con Inglaterra por
controlar la actividad mercantil en las costas del Pacífico durante el siglo XIX,
llegando incluso a obtener buenas ganancias transportando cobre nacional a diversas
regiones del lejano Oriente, como la India y Cantón12.

Ahora bien, lo determinante que resultó ser el contacto con ambas potencias lo
podemos dimensionar no solo por la posibilidad que ofreció a nuestra naciente
economía para su internacionalización, por los novedosos sistemas de intercambio
comercial que trajo consigo, o por el cambio de dependencia que ella produjo desde
la corona española a estos nuevos capitales; también se debe resaltar la importancia
ideológica de estos contactos, portadores de nuevas visiones, renovadas prácticas y
experiencia en las transacciones comerciales, y con ello la socialización de las ideas
liberales, tan de moda por aquellos años en el resto del mundo. Es decir, detrás de
los intercambios de mercaderías existían formas de negociar, dinero que transar,

11
Cavieres, Eduardo. Comercio chileno y comerciantes ingleses. 1820 – 1880. Santiago: Editorial
Universitaria, 1999 [segunda edición], pp. 75-90.
12
Al respecto, se puede consultar el trabajo de Méndez, Luz María. El comercio entre Chile y Filadelfia
(1818 – 1850). Valparaíso: Editorial Puntángeles, 2001, en especial el Capítulo 1: «El comercio
internacional entre Estados Unidos y Chile», pp. 15-20.

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precios que fijar y, en definitiva, el establecimiento de relaciones con personas de


otras raíces culturales que desembarcaron en nuestras costas.

Al mismo tiempo, cabe recordar la participación no menor de aquellos marinos


extranjeros que desertaron de su labor en nuestros “puertos”, algunos de ellos
afincándose tanto en Valparaíso como en otras localidades del país, y que, por lo
general, se ocuparon en las casas comerciales de capitales foráneos que
mayoritariamente movían el comercio naviero. Esto ha sido estudiado
acuciosamente por Harris y Garrido, para quienes

“Del examen a un caústico, pero importante número de informes,


memoriales, protestas, requisitorias y especialmente reclamos de los
cónsules extranjeros acreditados en Chile, puede colegirse que la
deserción sistemada de marinería foránea en Coquimbo, Valparaíso,
Talcahuano, Coronel y Ancud derivó en una enfermedad endémica, entre
los años veinte hasta clarear los ochenta. Las cifras involucradas, poco
más de seis mil, de acuerdo a nuestros precisos cómputos (…) abrazan
fundamentalmente a tripulaciones británicas, norteamericanas y
francesas, y muy rezagadas numéricamente, las italianas, españolas y
alemanas (…). Más tarde, en 1833, se producían en Valparaíso deserciones
de la fragata norteamericana Falmouth, en 1836, desde Copiapó, eran
remitidos a Valparaíso algunos desertores españoles de la nave María
Isabel; en 1837 los balleneros franceses Le Gretry, La Meuse, Le Ferdinand y
Le Nazwal, surtos en la bahía de Coquimbo, habían perdido a siete de sus
hombres, y en Serena este problema también afectaba a la fragata
norteamericana Corintha; ese mismo año el representante diplomático de
Francia acreditado en Talcahuano manifestaba su molestia por las
reiteradas fugas de sus paisanos en ese lugar, y al año siguiente solicitaba
la detención de marineros desertores de las naves Jorge, Astrolabe,
Carrera de las Indias y Alcance; en 1838 el capitán de puerto de Copiapó
detenía y remitía a Valparaíso a tres desertores ingleses en el bergantín
San Carlos; también en 1838, el cónsul francés denunciaba la fuga del
buque Jorge de sus coterráneos Hamel, padre e hijo, ocultos en Hualqui,
lugar en que también se habían refugiado otros dos que también habían
defeccionado del ballenero Aramis; en 1839, el buque de guerra Semarang
perdía a ocho de sus marineros en Valparaíso”13.

13
Harris, Gilberto y Garrido, Eugenia. La gente de mar en Chile y en el exterior. Aspectos históricos,
jurídicos y diplomáticos 1815 – 1915. Valparaíso: Editorial Punta Ángeles, 2004, pp. 81-89.

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Esto último refleja la ampliación de la actividad comercial encabezada por los


comerciantes ingleses y norteamericanos, a tal punto que un pensador
decimonónico manifestó que el sistema económico organizado por Rengifo fue de
carácter librecambista, ya que facilitaba este intercambio con el mundo exterior14.

El activo comercio que vino de la mano de aquel proceso fue la base para
reflotar la idea regulada en la década anterior por convertir a Valparaíso en
entrepuerto del Pacífico, a través de lo que la historia recuerda como los Almacenes
Francos, que recibieron mercaderías importadas en calidad de tránsito esperando,
con toda seguridad, mejores precios para su reexportación a otros puertos del
continente y más allá aun15. Según dicha disposición, tal y como la recogió El
Araucano, “se permite el depósito de toda especia de mercaderías en el puerto de
Valparaíso por el espacio de tres años, contados desde el día en que entren en los
almacenes”16.

Además de sancionar la eximición de derecho de tránsito, también estableció


tasas diferenciales de derechos de acuerdo a los bultos, su tiempo de permanencia y
lugar de almacenaje. Este tipo de disposiciones provocó el aceleramiento del
movimiento mercantil, incrementándose con la llegada de numerosos navíos
atiborrados de mercaderías, lo que sin duda frenó la pretendida protección y
fomento de la marina mercante nacional. Ésta, según Luis Uribe, no crecía en la
medida ni en las condiciones que pudieran asegurar un venturoso porvenir, debido,
fundamentalmente, al hecho que tanto la población como la industria, el comercio y
los capitales nacionales no habían experimentado un crecimiento suficiente frente a
la «invasión» de comerciantes, mercaderes, empresarios y capitales foráneos 17.

Complementariamente, y como una manera de profundizar –¿o más bien


visibilizar?– las ideas proteccionistas, las autoridades de gobierno venían insistiendo
en la creación de un centro de estudios para pilotos náuticos. Así lo ponía de
manifiesto una carta que Diego Portales escribió en 1832 a su amigo Antonio Garfias,
expresando su intención de crear dicha academia naval para la marina mercante:

“(…) una academia náutica, en que antes de dos años, tendremos cien
pilotos para emplear en más de cincuenta buques mercantes que tiene

14
Cruchaga, Miguel. Estudio sobre la organización económica y la hacienda pública de Chile. Santiago:
Imprenta de «Los Tiempos», 1878, p. 48.
15
Lei sobre almacenes de depósito, 26 de abril de 1833, citada en Uribe, Luis. Nuestra Marina Mercante.
1810 -1904. Valparaíso: Talleres Tipográficos de la Armada, 1904, p. 29.
16
El Aracucano, 9 de junio de 1832.
17
Uribe (1904), p. 36.

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Chile, mandados por extranjeros, lo que es una vergüenza: el gobierno


tendrá cuantos necesite para su Marina y contará con la gloria de hacer
una cosa tan útil y con tan poco costo”18.

Esta Academia Náutica funcionó entre 1832 y 1844, egresando en doce años de
existencia apenas tres capitanes. Datos como éstos son los que nos llevan a inferir la
permanente dicotomía entre la recta intención y la realidad que siempre se presenta
adversa e impide la concreción de lo presupuestado, negándonos esa posibilidad de
convertirnos en país de marinos. No está demás recodar que, durante las primeras
décadas de vida republicana, diversas fueron las academias náuticas creadas para la
formación de marinos: 1818, 1824, 1832 y 1845 –cerrada en 1847–. En realidad, todas
tuvieron poco tiempo de vida ya que no se contaban con los recursos financieros
para su mantención, ni tampoco con personas preparadas para otorgar la debida
instrucción, además de la inexistencia de alumnos para llenar las vacantes.
Curiosamente, en la marginal Ancud existió una Escuela Náutica entre 1844 y 1865
con funcionamiento intermitente, y en sus primeros ocho años de actividad
recibieron su certificación tres oficiales, que aumentaron a veintinueve solo tres años
más tarde19.

Por otra parte, cabe insistir que la mayor parte del flujo comercial fue el de
importación de productos suntuarios, mientras que la exportación consistía en
granos y minerales, siendo los navíos utilizados aquellos con matrícula en los países
productores de mercaderías, es decir, europeos, norteamericanos y asiáticos, lugares
hacia los cuales no existió una línea regular de navegación por parte de empresas y
barcos nacionales.

Leopoldo Benavides nos ofrece un ejemplo representativo de la ruta seguida


por los barcos que llegaban a nuestras costas al estudiar el recorrido de la fragata
norteamericana Porcia, de 232 tons., que a mediados de julio de 1833 recaló en
Valparaíso procedente del puerto peruano de Callao. Acá depositó en los almacenes
francos una cantidad de 185 bultos, quedándose con 4 en sus bodegas; zarpó el 5 de
agosto hacia Coquimbo a cargar cobre, desde donde se dirigió a China declarando
878 bultos de “frutos del país” y 3 de los almacenes porteños; regresó el 21 de mayo
de 1834 desde Cantón con 2.297 bultos que depositó en los almacenes, dejando a

18
Versión digital de la página del Colegio de Capitanes de la Marina Mercante Nacional:
www.colcap.cl
19
Ibíd.

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bordo 688 bultos. El 12 de junio de ese último año zarpó rumbo al Perú, desde donde
ya se le perdió la pista20.

Este itinerario nos hace concluir que ni el puerto de origen ni el de destino era
Chile, hecho que sugiere que los empresarios chilenos no estaban detrás de la
operación mercantil. Además, una situación como ésta no fue modificada a pesar de
la liberación de derechos de internación que estableció la legislación nacional y que
podría haber actuado de incentivo para el comercio nacional, especialmente de
cabotaje. Así lo podemos corroborar al leer la primera columna de la página 3 de El
Araucano: “Gozarán de absoluta libertad en el comercio interno y de cabotaje las
mercaderías extranjeras que hubiesen pagado los derechos de importación en la
aduana marítima o de lo interior”21; comercio que también se intentó agilizar por las
costas del país, promulgándose una ley que autorizó el libre transporte del cobre
desde Coquimbo a los demás puertos principales del territorio nacional. A esta
disposición se le atribuyó una benéfica influencia en la prosperidad general,
llegándose a afirmar que “ella creará riqueza para dar empleo y fomento a nuestra
marina mercante, y útil ocupación a los brazos que requieren los nuevos
establecimientos”22.

Esta “libertad de transporte” solo era posible en la medida que no pagaba


derechos, pero debía realizarse exclusivamente en naves nacionales. En la práctica
este privilegio nunca resultó a razón de que las naves extranjeras burlaban
constantemente la ley convirtiéndose en los principales beneficiarios en este tipo de
transporte, por el cual cobraban un flete inferior al precio de mercado, de tal manera
que podían asegurar una navegación sin lastre.

Vemos así nuevamente la distorsión existente entre disposiciones


reglamentarias que buscaban un orden y cierto grado de protección, pero a su vez un
activo comercio –centralizado en Valparaíso– que se encontraba en manos
extranjeras. La estadística de nuestro principal puerto para el año 1834 nos muestra
un activo movimiento: 90.929 bultos de frutos del país se distribuyeron a diversos
puertos del mundo –especialmente en la ruta del Atlántico–, 115.037 bultos desde los
almacenes de depósito –de preferencia hacia los puertos del Pacífico–; ese mismo

20
Benavides, Leopoldo. “La formación de Valparaíso como “entrepôt” de la costa del Pacífico. 1810 –
1850”. dans Les Grandes Escales, Reccueils de la Société Jean Bodin, 10é Colloque d’Histoire Maritime
(1974), p. 176.
21
El Araucano, 20 de junio de 1832.
22
El Araucano, 16 de junio de 1832.

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año ingresaron a los almacenes un total de 568.218 bultos en 264 navíos con 57.453
toneladas de registro23.

Ahora bien, de acuerdo a los datos proporcionados por Luis Uribe, el número
de naves nacionales para 1835 habría sido de 57, de las cuales 23 eran pequeñas
goletas24, mientras que Véliz contabiliza un total de 61 navíos25. Cualquiera sea la
numeración correcta, ambas cifras representan una cantidad absolutamente
insuficiente para cubrir las necesidades del comercio naviero si tomamos en
consideración los 264 navíos que llegaron a Valparaíso en 1834. Por lo demás, de ese
total –61 en el mejor de los casos–, apenas 10 habrían sido construidos en el país, y de
estos solamente 8 contaban con capitanes chilenos, dado que la mayor parte de la
oficialidad era de nacionalidad inglesa, contratados por los representantes de las
casas comerciales de ese país.

De lo anterior se desprende que las medidas de fomento y protección de la


marina mercante no dieron resultado, lo que en parte se explica porque junto a estas
disposiciones se dictaban otras de carácter liberalizador, lo que quedó de manifiesto
en el discurso del Presidente José Joaquín Prieto al Congreso Nacional, afirmando:

“(…) no se olvidó ninguno de aquellos arbitrios que las circunstancias


permitían adoptar, y que se consideraban a propósito para el arreglo de
las oficinas; para dar una conveniente libertad de comercio, y un aumento
progresivo de las rentas nacionales (…). La renta de aduanas, según los
estados de los últimos cinco meses, siguen progresivamente
acrecentándose, y el efecto de las leyes para quitar las trabas que nuestro
comercio interior y exterior no se percibe aún en toda su latitud (…)”.26

Las contradicciones se mantuvieron a través del tiempo: en una ley de enero de


1834 se fijaron tasas diferenciales para las mercaderías extranjeras importadas en
naves nacionales de construcción extranjera –10% de rebaja–, además de descuentos
para las mismas mercaderías que fuesen importadas en buques nacionales
construidos en nuestros propios astilleros –20% menos–27. Estos vaivenes también se
expresaron en el escaso interés por invertir en el negocio naviero, especialmente si
pensamos que entre 1825 y 1829 se expidieron 56 patentes de navegación, de las

23
Benavides (1974), pp. 173-174.
24
Vid. Uribe (1904), p. 38.
25
Vid. Véliz, Claudio. Historia de la Marina Mercante de Chile. Santiago: Ediciones de la Universidad
de Chile, 1961, pp. 53-55.
26
El Araucano, 1° de junio de 1833.
27
El Araucano, 15 de noviembre de 1833.

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cuales solamente 4 estaban destinadas a goletas construidas en nuestro país.


Probablemente este tipo de situaciones fue lo que motivó al Presidente Prieto
denominar la actividad naviera nacional como una de “nuestras artes nacientes”28.

La dinámica proteccionista alcanzó su máximo desarrollo entre los años 1835 y


1836, período en el que se dictaron las principales leyes que afectaron el rubro
naviero y que, por lo menos en teoría, fueron las orientadoras de la navegación
comercial chilena en los treinta años siguientes. Así, en octubre de 1835 se promulgó
la Ley de Cabotaje –que entró en vigencia a partir del 1° de enero de 1836–,
sosteniendo en sus artículos principales lo que sigue:

“Art. 1 Por comercio de cabotaje habrá de entenderse el tráfico que se


haga en buques nacionales desde unos puertos a otros de la República.
Art. 2 Los puertos francos para hacer este tráfico se dividirán en mayores,
menores y habilitados.
Art. 3 Son puertos mayores los de San Carlos, Valdivia, Talcahuano,
Constitución, Valparaíso y Coquimbo.
Art. 4 El comercio de cabotaje se hará exclusivamente en buques chilenos.
Art. 5 Gozará dicho comercio de absoluta exención, tanto en los frutos y
manufacturas nacionales, como en las mercaderías extranjeras que,
después de haber pagado los derechos de internación, se transporten por
mar a los puertos abiertos para este giro.
(…) Art. 7 Sólo en los puertos mayores se permitirá embarcar o
desembarcar las mercaderías extranjeras que no hayan pagado los
derechos de internación.
(…) Art. 21 Quedan derogadas las leyes y reglamentos relativos al
comercio de cabotaje que actualmente se hallan en práctica.
Art. 22 Esta derogación tendrá efecto desde el 1 de enero de 1836 en que
debe principiar a regir la presente ley”29.

Como resultado, la situación no evidenció mayores cambios: el número de


barcos nacionales no aumentó considerablemente; a lo más creció el tonelaje de
registro ya que diversos navíos extranjeros cambiaron su bandera original por la
nuestra para poder optar a los beneficios que la Ley de Cabotaje les ofrecía30.

28
El Araucano, 6 de junio de 1834.
29
El Araucano, 30 de julio de 1835.
30
Vid. Véliz (1961), p. 50.

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Curiosamente, en ese mismo período se dio el permiso a Guillermo Wheelright


(1798-1873) para establecer la navegación a vapor por nuestras costas –he ahí los
orígenes de la empresa naviera Pacific Steam Navegation Compnay, PSNC, que llegó
a ser una de las más importantes y antiguas del mundo 31–. En realidad, no era la
primera vez que esto ocurría, ya que en 1821 el ciudadano norteamericano Daniel
Grisnol había ofrecido al gobierno de la época establecer la navegación a vapor entre
nuestros puertos, pretendiendo un monopolio por 15 años, si bien la petición fue en
aquella ocasión rechazada32.

Esta solicitud de autorización para la navegación en buques a vapor provocó tal


revuelo entre los representantes de la elite nacional que el Gobierno tuvo que zanjar
la situación oficializando su opinión, tal y como quedó registrado en El Araucano:

“(…) la situación geográfica de Chile hace más interesante el uso del vapor
para esta República que para la misma Europa. Es verdad que sus ríos no
son tan a propósito como algunos otros para la navegación interior; sin
embargo puede llevarse esta navegación hasta el centro mismo de su
territorio, y sus costas y desiertos se llenarán de vida y actividad;
bastarían nuevas fuentes de agricultura e industria, se sentirían los
admirables efectos de la civilización en los más remotos ángulos de la
República, se extenderá el goce de las comodidades de la vida; y crecerá
con ellas rápidamente la población”33.

Después de esta declaración de principios, el 25 de agosto de 1835 la Autoridad


Ejecutiva autorizó a Wheelright para establecer la navegación a vapor en el país, la
cual se llevaría a cabo desde el año 1840. Así fue publicado en el Diario Oficial de la
época:

“Art. 1. Se concede a don Guillermo Wheelright, o a quien legítimamente


lo represente, privilegio exclusivo por diez años para establecer la
navegación por buque de vapor en nuestros puertos abiertos al comercio
de cabotaje y ríos, con las exenciones y privilegios concedidos, o que en
adelante se concedieran a las embarcaciones mercantes nacionales.

31
Sobre la historia de esta compañía, recomendamos la obra de Hernández, Roberto. Noventa años en
Chile. El relato del establecimiento de la navegación por vapor en el Pacífico. Valparaíso: Pacific Steam
Navegation Company, 1930.
32
Uribe (1904), p. 29.
33
El Araucano, 26 de junio de 1835.

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Art. 2. Para gozar de este privilegio deberá ejecutarse la empresa dentro


del término de dos años a lo menos con dos buques de vapor del porte de
trescientos toneladas cada uno.
(…) Art. 4. El privilegio principiará a correr desde el día en que se hallen
en alguno de nuestros puertos los buques mencionados.
(…) Art. 7. El Gobierno acordará los puntos de nuestra costa en que el
empresario deba hacer el acopio de víveres, materiales y cuanto sea
necesario para la navegación de estos buques”34.

Cabe acotar que ese mismo año, de los 61 navíos nacionales, 17 contaban con
capitanes ingleses, 8 con capitanes chilenos, y 6 con capitanes italianos; el resto era
de otras nacionalidades35. Además, como ya se ha podido demostrar, al tiempo que
se promulgaba la Ley de Cabotaje, reservándolo para las naves nacionales,
paradójicamente no se contaba con el número suficiente de navíos nacionales para
realizarlo, y de paso se autorizaba a un empresario naviero extranjero para que lo
hiciese por nuestras costas, y con los mismos privilegios que lo hacían los barcos
nacionales a vela.

Por otra parte, en los mismos instantes que entraba en vigencia esta normativa,
el Ministro Diego Portales presentó al Congreso un proyecto de Ley de Navegación
que fue aprobada el 28 de julio de 1836, manifestando, entre otras ideas, lo que sigue:

“(…) la marina mercante de la República cuenta ya setenta buques con


cerca de nueve mil toneladas: este número no parece tan insignificante, si
se atiende al corto período en que se ha completado, y da fundadas
esperanzas de progresos considerando que estas embarcaciones mayores
se ocupan constantemente: que nunca faltan compradores para el buque
que se pone en venta, y sobre todo que el comercio de cabotaje crece
rápidamente a proporción del palpable progreso que hace el beneficio de
minas en los departamentos del norte y la agricultura en los del sud (…).
Con este designio y el de proteger nuestra naciente marina que, tal vez en
tiempos no muy distantes, ha de hacer la defensa y fuerza principal de la
República, habéis acordado gracias y excepciones a los buques chilenos;
pero se hacen ilusorios y tan importantes objetos siempre que por falta de
reglas fijas sean tan fáciles como lo es ahora la adquisición de propiedad
en buques nacionales a las personas a quien está prohibida, y navegarlos
con marineros que según nuestras leyes, nuestras convenciones y el

34
El Araucano, 29 de agosto de 1835.
35
Vid. Véliz (1961), pp. 53-55.

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principio del derecho de las naciones, no estén obligados a prestar sus


servicios cuando más lo reclamen las necesidades de la República”36 .

Esta ley consideró como chileno todo barco construido en territorio nacional o
en otras naciones pero que fuera de propiedad de chilenos naturales o legales. Según
Véliz, con estas medidas se trató de poner fin al sistema de concesión de
nacionalidad chilena que indiscriminadamente se daba a cascos de construcción y a
propietarios extranjeros37.

La norma legal también se refirió a la nacionalidad de los tripulantes y oficiales


de los navíos, disponiendo que desde la promulgación de la ley hasta fines de 1837 la
tripulación de los barcos nacionales debía componerse a lo menos de una cuarta
parte de marinería chilena, mientras que de la mitad en un plazo extendido hasta
1839, para finalmente pasar a englobar, como mínimo, las tres cuartas partes en lo
sucesivo. Los capitanes, según esta normativa, debían ser chilenos naturales o legales
en un plazo de doce años desde su puesta en marcha, y los barcos del país tenían la
obligación de llevar un alumno de las escuelas náuticas de Valparaíso o Chiloé 38. No
obstante, nuevamente debemos decir que la Ley de Navegación no significó mayor
cambio en la situación en que se venía manifestando la marina comercial, ya que los
navíos siguieron siendo en su mayor parte propiedad, directa o indirectamente, de
los dueños extranjeros de las grandes casas comerciales instaladas en nuestro
territorio.

Claudio Véliz afirma que para eludir la ley muchos de estos comerciantes y
armadores extranjeros hacían sociedad con chilenos a los cuales les transferían la
propiedad de los barcos, de tal manera que además podían acogerse a las rebajas de
impuestos. Otros realizaban el cambio de propiedad a sus esposas o hijos chilenos.
Pero más allá de todo esto, fue la descarnada realidad el principal factor del escaso
cumplimiento de dicha ley: la ausencia de oficiales y marinos nacionales necesarios
para llenar las vacantes que la industria naviera nacional necesitaba. De allí que al
gobierno nacional no le quedara otra alternativa que prorrogar sucesivamente la
aplicación de la ley, llegando a constituirse en inoperante39. La justificación de estas
disposiciones la realizó el Ministro de Marina de la época, estableciendo en un
informe que:

36
El Araucano, 3 de junio de 1836.
37
Véliz (1961), p. 50.
38
Uribe (1904), p. 39.
39
Véliz (1961), p. 51.

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“La falta de pilotos chilenos obligará a permitir que los buques mercantes
puedan ser mandados por extranjeros: mas esta concesión debe cesar tan
luego como haya aquellos. Esta franquicia no puede ser permitida ni
tolerada, sino por un tiempo muy preciso”40.

Finalmente, la débil resonancia de las normas legales para fomentar el


desarrollo de la marina mercante nacional también se puede comprobar con el
estallido de la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana. Durante aquel
período, trece barcos nacionales cambiaron su bandera por la inglesa como una
forma de protegerse del conflicto. Además, los testimonios de la época indican que
comerciantes de otras nacionalidades realizaron lo mismo con sus naves. De hecho,
cuando el General Bulnes zarpó de Valparaíso en 1838 hacia el norte, algunos barcos
de la fuerza expedicionaria llevaban en sus mástiles la bandera inglesa41.

Fue tan importante la afluencia de capitales ingleses en nuestras costas que un


documento del Foreign Office de mediados de la década de 1830 señalaba lo
siguiente:

“(…) de los 68 barcos mercantes chilenos mencionados en el informe


general sobre movimiento de puertos, alrededor de la tercera parte –a
pesar de poseer todos matrícula y papeles chilenos– pertenecen en
realidad a ciudadanos británicos y gran parte de su cargamento es
también, o propiedad británica, o ha sido adquirido con capitales
británicos”42.

2. CONCLUSIÓN

Los datos que aquí hemos recopilado junto a sus respectivos comentarios nos hacen
insistir en la idea que la secuencia del desarrollo económico es la continuidad de su
ciclo de dependencia, con la diferencia que el centro de la relación ya no era la
metrópoli española sino que Inglaterra, potencia del siglo XIX de carácter
imperialista que, con juvenil fuerza, desarrolló un dinámico y poderoso monopolio
comercial a través del mundo.

40
Ídem.
41
Véliz (1961), pp. 55-58. Vid. tb. Garrido, Eugenia, et al. Historia de la Marina Mercante Chilena 1541-
2006. Valparaíso: Asociación Nacional de Armadores, 2006, pp. 60-62.
42
Ibíd., p. 59.

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Por otra parte, es posible concluir a la luz de la evidencia esgrimida que la


expansión económica nacional que se comenzó a gestar en la década de 1830 en
virtud de la producción triguera, la explotación minera y la actividad comercial, no
afectó el desarrollo de nuestra marina comercial. Incluso los capitales con los que
formó Wheelright su compañía –PSNC– no fueron nacionales sino que ingleses.
Probablemente esto ocurrió porque los empresarios nacionales, aun contando con
los capitales suficientes, no tenían la intención de invertir en operaciones de riesgo,
a pesar que la aplicación de la política económica portaliana fuese ventajosa para el
desarrollo económico del país –y fundamental para “el gran estirón del sistema
productivo nacional”43–, lo que deja una puerta abierta para continuar futuras
investigaciones al respecto a partir del estudio de las mentalidades del empresariado
nacional, particularmente en relación a sus actitudes y percepciones en materia de
política naviera y comercial.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

a) Libros

Cariola, Carmen y Osvaldo Sunkel. Un siglo de Historia Económica de Chile 1830-1930.


Santiago: Editorial Universitaria, 1991.

Cruchaga, Miguel. Estudio sobre la organización económica y la hacienda pública de Chile.


Santiago: Imprenta Los Tiempos, 1878.

Cavieres, Eduardo. Comercio chileno y comerciantes ingleses, 1820-1880. Santiago: Editorial


Universitaria, 1999.

Edwards, Alberto. La Fronda Aristocrática. Santiago: Editorial del Pacífico, 1976.

Encina, Francisco Antonio y Leopoldo Castedo. Resumen de la Historia de Chile Tomo II.
Santiago: Editorial Nascimento, 1970.

Garrido, Eugenia, et al. Historia de la Marina Mercante Chilena 1541-2006. Valparaíso:


Asociación Nacional de Armadores, 2006.

43
Pinto, Aníbal. Chile un caso de desarrollo frustrado. Santiago: Editorial Universitaria, 1973, p. 34.

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Harris, Gilberto y Eugenia Garrido. La gente de mar en Chile y en el exterior. Aspectos


históricos, jurídicos y diplomáticos, 1815-1915. Valparaíso: Editorial Punta Ángeles, 2004.

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Villalobos, Sergio y Rafael Sagredo. El proteccionismo económico en Chile. Siglo XIX. Santiago:
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b) Artículos

Benavides, Leopoldo. “La formación de Valparaíso como entrepôt de la costa del Pacífico, 1810-
1850” Les Grandes Escales, Reccueils de la Société Jean Bodin, 10é Colloque d’Histoire
Maritime (1974), pp. 161-183.

c) Prensa

El Araucano. Diario Oficial de la República de Chile. Años revisados: 1831-1836.

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LA CULTURA YÁMANA Y LA MISIÓN CIENTÍFICA DEL CABO DE HORNOS:


IMÁGENES DE UN REGISTRO PIONERO, 1882-1883.

THE CULTURE YÁMANA AND THE SCIENTIFIC MISSION OF THE CAPE


HORN: IMAGES OF A PIONEERING RECORD, 1882-1883.

Miguel Salazar Urrutia


Pontifica Universidad Católica de Valparaíso (CEAL)
miguelsalazar@gmail.com
Recibido el 23 de mayo de 2017 Aceptado el 18 de junio de 2017

RESUMEN ABSTRACT

Estudio y reflexión en torno a un conjunto de A study and reflection concerning a set of


fotografías pioneras de la cultura yámana por la pioneering pictures of Yámana culture by the
Misión Científica del Cabo de Hornos en 1882-1883. Se Cape Horn Scientific Mission of 1882-1883. We
hace revisión del registro realizado, su concreción, y analyze a review of the mission records, its
su impacto en la historia para el reconocimiento de la findings, and its impact in history for
etnia más austral del mundo. En este trabajo se acknowledging the world´s most austral ethnic
presenta como un complemento reflexivo para el group. This work is presented as a supplement
entendimiento de las fotografías. for the understanding of these pictures.

PALABRAS CLAVE: Misión Científica, Yámana, Cabo de KEY WORDS: Scientific Mission, Yámana, Cape Horn,
Hornos, fotografías. Pictures.

Para citar este artículo:

Salazar, Miguel. “La cultura Yámana y la misión científica del Cabo de Hornos:
Imágenes de un registro pionero, 1882-1883”. Revista Notas Históricas y Geográficas,
18(1) marzo –agosto 2017: pp. 58-75.

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1- INTRODUCCIÓN

En pleno desarrollo de la revolución industrial, caracterizado por los


importantes avances en materia científica y tecnológica, encontramos el periplo que
va desde el último tercio del siglo XVIII, hasta principios del siglo XX, la era de las
exploraciones científicas, que tenían como objetivo realizar investigaciones in situ en
materias de geografía, cartografía, flora, fauna, antropología, meteorología,
astronomía, hidrología, entre otras. Por consiguiente, las naciones europeas se
lanzaron a los mares de mundo, y en estas travesías, los occidentales se encontraron
con diversas culturas autóctonas de los océanos meridionales.

En América, la región más austral es el Cabo de Hornos, y en este lugar se


desarrolló una de las etnias más increíbles, en términos de adaptación natural, a uno
de los medios más hostiles del mundo, hablamos de la cultura Yámana.

En siglo XVI los yámana tuvieron su primer encuentro con los navegantes
europeos que llegaron a estas latitudes por causas azarosas. En el siglo XVII las
expediciones premeditadas de los holandeses Wilhem Schouten y Jacobus Lemaire
descubren oficialmente en 1616 el Cabo de Hornos. Ocho años después, Jacques
L’Hermite exploró y descubrió nuevos lugares del archipiélago, y aportaron las
primeras informaciones sobre los Yámana1. Es a partir de ese momento que
comienza a crearse un imaginario europeo basado en relatos y dibujos de esta
cultura, acuñándoles conceptos como canibalismo, primitivismo, horror u otros
términos que determinaron la disposición de los exploradores posteriores.

Sin embargo, entre estos exploradores que se sucedieron, en el siglo XIX la


más significativa fue la de las misiones anglicanas, que por medio de una ordenanza
de la corona británica impulsó una investigación cartográfica del territorio que fue
posterior a la emancipación chileno-argentina, realizada por los almirantes Phillip
Parker y Robert Fitz-Roy a bordo del H.M.S. Beagle, la cual permitió el
descubrimiento del canal Beagle, la Isla Navarino, y en esta última, Fitz-Roy dio

1
Serrano Fillol, Alberto. La Casa Stirling. Misiones anglicanas entre los yaganes de Tierra del Fuego.
Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos, Dibam. Ed. Lom. 2012. Pag.10.

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inicio en 1829 al primer intento de asentamiento europeo, y a la evangelización de la


iglesia anglicana, y la Casa desmontable Stirling ,para su en influencia en América2
en el Cabo de Hornos.

Las misiones anglicanas en el cabo de hornos, y le recorrido de la casa


Stirling.
Fuente: La Casa Stirling. Misiones anglicanas entre los yaganes de
Tierra del Fuego. Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos, Dibam. Ed.
Lom 2012.

Además, la presencia de loberos cazadores, sumado a la toma de posesión de


las tierras australes por parte de Chile el 21 de septiembre 1843 por el Capitán inglés
John Williams, quien toma posesión del Estrecho de Magallanes, Tierra del fuego,
posibilitó la construcción del el fuerte Bulnes y cinco años después se fundó la

2
Ibid.11.

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Ciudad de Punta Arenas, dando inicio al poblamiento occidental definitivo de estos


territorios, y el comienzo del fatal desenlace de los pueblos originarios del sur austral
de América3, y con ellos La Cultura Yámana, que son el interés central de este
estudio.

2- LA EXPEDICIÓN Y SUS ORÍGENES

Durante este periodo de fuertes actividades pesqueras, de caza y de ocupación


territorial de los espacios australes, en el año 1882 Francia decidió fundar una
estación en el Cabo de Hornos para estudiar, en concierto con las otras naciones, y
en conformidad al programa realizado por la Conferencia internacional4, los
fenómenos magnéticos y meteorológicos que son del interés a un tan alto grado de la
ciencia moderna. En este escenario los franceses se mostraron como un gran
activismo en lo que se conoció también como el primer Año Polar Internacional
1882-1883, según Berguño Barnes, este fue el primero en ser declarado de
cooperación científica afirmando que: el capitán Louis Ferdinand Martial (1836-1885)
en la Romanche, que anclo en la Bahía Orange en la Tierra del Fuego, con un
completo programa de la Academie de Sciences de París, fue cumplido cabalmente
compilando en nueve volúmenes y más de 200 cajas de muestras recogidas por la
Misión científica del Cabo de Hornos5.
Sin embargo, más allá de esta general descripción del resultado, a bordo de
esta misión comandada por Martial, se encontraban dos personajes muy poco
conocidas por los investigadores de los espacios australes y la Antártica, los que
realizaron un trabajo de resultados invaluables, nos referimos a los fotógrafos Jean-
Louis Doze ( teniente de navío, oficial en segundo, del estado mayor, enlistado en el
personal a bordo de La Romanche) y Edmond Joseph Augustin Payen 1849-1884
(teniente de navío, enlistado en el personal de tierra de la Bahía Orange en Cabo de
Hornos) que por medio de sus máquinas fotográficas, realizaron la inmortalización

3
Serrano Fillol, Alberto. La Casa Stirling. Misiones anglicanas entre los yaganes de Tierra del Fuego.
Dirección de Bibliotecas Archivos y Museos, Dibam. Ed. Lom. 2012. Pag 12
4
Mission Scientifique du Cap Horn 1882-1883 Rapport préliminaires des comptes rendus des séances
de l’Académie des Sciences. Ed. Gauthier-Villars, Paris 1884. Pag.1. En abril 1879 se realizó el II
Congreso Meteorológico Internacional, en la ciudad de Roma, donde se consolido la organización de
un Comité Internacional de Meteorología, el cual tuvo el acierto de organizar el Primer Año Polar
Intenacional 1882-1883.
5
Berguño Barnes, Jorge. El despertar de la conciencia antártica. Pág. 4.

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de las primera imágenes de la historia de la etnia yámana, legando un importante


corpus visual, considerado de trascendente valor documental para el reconocimiento
y conocimiento estético, histórico y antropológico de las etnias fueguinas 6.

Es necesario saber que en lo relativo a la fotografía propiamente tal,


Baudelaire (1996) plantea una diferenciación entre ésta y el arte, donde no se puede
suplir las funciones que el arte ha desarrollado a lo largo de su existencia, sino por el
contrario debe ponerse al servicio de él, así como también asistir a las ciencias
naturales. Este planteamiento se hace presente al conocer, a fines del siglo XIX y
comienzos de siglo XX, un grupo de viajeros, exploradores y naturalistas que
retrataron lugares, objetos, animales y personas con el propósito de recordar
aquellos elementos que podían ser olvidados por su memoria, temiendo perder
completamente la posibilidad de análisis y reflexión a posteriori. Por tanto, usaban la
cámara fotográfica como respaldo de lo observado, pero también como prueba
fidedigna de una nueva realidad7. Por lo tanto vemos que la fotografía no estaba
entendida en una primera instancia como un elemento de expresión artística sino
como una herramienta generadora de pruebas fehacientes al servicio de la ciencia y
el conocimiento.

3- EL ENCUENTRO ENTRE YÁMANA Y LA MISIÓN CIENTÍFICA

Por su parte la misión científica partió de Cherbourg el 17 de julio de 1882, su


navío La Romache llegó a Montevideo en la noche del 21 de agosto con una estadía
de una semana y un día8. Enseguida, se decidió ir directamente a la Bahia Orange,
situada en la gran bahía Nassau descrita en los viajes de Wilkes y Fitz-Roy9, llegando
a destino el 6 de septiembre del mismo año10, lugar en donde se dejó una misión
terrestre, mientras que la Romache recorría el archipiélago comenzando por Punta

6
Bajas, María Paz. Fueguinos, imágenes e imaginarios del fin del mundo. Instituto de estética,
Facultada de filosofía. Universidad Católica de Chile. Pagina web: http://estetica.uc.cl/
7
Bajas, Maria Paz. Representación del indígena fueguino en dibujos, grabados, y fotografías. Centro de
Estudios en Antropología Visual (CEAV), Revista Sans Soleil - Estudios de la Imagen, Nº4, 2012. Pág.13.
8
Mission Scientifique du Cap Horn 1882-1883 Rapport préliminaires des comptes rendus des séances
de l’Académie des Sciences. Ed. Gauthier-Villars, Paris 1884. Histoire du voyage par L- F Martial.
Pag.23.
9
Ibid. Pag.23.
10
Ibid. Pag.27.

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Arenas. Sin embargo, ¿Cómo es que se pudo concretar el encuentro entre la Misión y
los Yámana?, según Martial, en las instrucciones preparadas por la Academia de
Ciencias para la misión, no se hizo referencia de a la tarea de realizar estudios
etnológicos, sin embargo se pensó que esta laguna era debida a la ausencia de
información de la existencia de naturales en esta localidad donde se estableció la
Misión, no obstante no se descuidó ninguna investigación antropológica y
etnográfica de los fueguinos que se pudieron observar en la Bahia Orange11. El
comandante Martial no perdió ninguna ocasión de reunir documentos etnológicos
sobre los indígenas que encontraba, y la presencia a bordo, durante algunos meses,
de un fueguino angloparlante, del que poca y nada información se ha obtenido,
facilitó en gran medida como mediador este género de investigación12 entre las
culturas yámana y los exploradores.

Tomando referencias del antropólogo alemán especialista en estudios de las


etnias fueguinas, Martin Gusinde, se podrían considera que las ideas de la escuela
alemana del determinismo geográfico acuñado por Ratzel se hacen presentes en este
autor, al considerar la hostilidad geográfica del Cabo de Hornos no tan solo en el
comportamiento cotidiano de la cultura Yámana, sino también en su configuración
física, pues la dura y triste naturaleza en la que vivió dicha tribu constituye un
lúgubre y desapacible primer plano que refleja sus tenebrosas sombras sobre
aquellos seres13, el concepto de todos navegantes y viajeros sobre los yámana, desde
su descubrimiento hasta nuestros días tiene mucho de verdad y el juicio general
expresa un manifiesto horror14. Y tal cual como decía el célebre historiador francés
Marc Bloc, los hombres se parecen más a su tiempo que a sus padres, por lo mismo
estas aseveraciones, que hoy podríamos considerar inapropiadas hacia la diversidad
cultural, son muestra del irreal y equivoco imaginario que se había construido sobre
los habitante del sur austral.

11
Mission Scientifique du Cap Horn 1882-1883 Rapport préliminaires des comptes rendus des séances
de l’Académie des Sciences. Ed. Gauthier-Villars, Paris 1884. Histoire du voyage par L- F Martial.
Pag.38.
12
Ibíd. Pag 38.
13
Gusinde, Martin. Hombres primitivos en Tierra del Fuego (de investigador a compañero de tribu).
Ed. Sevilla 1951. Pág. 42
14
Ibíd. 42.

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Además, hay que considerar que las percepciones hacia lo que parece estar
fuera de la órbita occidental aún no estaban bien trabajadas para los visitantes de
estas tierras, el encuentro y enfrentamiento con “el otro”, pereciese ser comparable
con el encuentro entre los hispanos y naturales de Centro América en el siglo XV y
XVI, sin embargo, hay que asumir también que los niveles de primitivismo, y se dice
primitivismo no en referencia a la carencia de lo civilizado o lo bárbaro, sino a lo
primario para la existencia, eran mucho más elevado en los habitantes del sur
extremo, por lo mismo se considera este histórico hecho como un viaje al pasado
prehistórico del ser humano.

En cuanto al encuentro de la yámana con la misión científica, Martial describe


en su informe para l’Académie des Science que:

(…)la mañana del 7 de septiembre, un día después de haber arribado a la


Bahía Orange, recibieron la visita de una quincena de naturales montados sobre
dos piraguas; venían de una choza situada de la pequeña punta de donde habían
visto escapar el humo que vieron a su llegada el día anterior. Un hombre, de pie
adelante, les saluda constantemente con el tradicional Yah mah schkouna que
debieron escucha muy a menudo en los días siguientes. Estos buenos días, que
significa una especie de Soyez bienveillant pour moi, es acompañado de un
grito: Biskit, endauba, detallado por todos. A las piraguas situadas a lo largo del
borde, les dejamos algunas galletas que devoraron ávidamente. Uno de ellos
sube por el puente, y algunas palabras pronunciadas en ingles les confirman en
el pensamiento que estos indígenas han tenido relaciones anteriores con
hombres civilizados. Es difícil figurarse a tan triste espécimen de la especia
humana que hemos visto bajo nuestros ojos; y, en lo sucesivo a nuestras
primeras impresiones hayan sido profundamente modificadas, comprendemos,
sin embrago el efecto que ellos producen en los viajeros que los veían por
primera vez. Es en esta primera impresión, sin duda, que hay que atribuir la
severidad de los juicios que se han generado sobre esta infeliz y desfavorecida
raza15(…)

15
Mission Scientifique du Cap Horn 1882-1883 Rapport préliminaires des comptes rendus des séances
de l’Académie des Sciences. Ed. Gauthier-Villars, Paris 1884. Sejour à la Bai Orange Pag. 30-31.

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Este testimonio confirma, el juicio con que los europeos han descrito de la
cultura yámana desde los primeros encuentros, y manifiestan en gran medida el
shock producido por la apariencia de esta primitiva cultura. Incluso, pone en total
vigencia la idea del Buen Salvaje de Rousseau, y la discusión que genera la posesión o
no posesión del uso de la razón según, el nivel de progreso y civilización entre
distintos pueblos del mundo.

4- LAS ACTIVIDADES DE LA MISIÓN CIENTÍFICA CON LOS YÁMANA.

En cuanto a las investigaciones y actividades realizadas por la Misión con la


cultura Yámana16, estas fueron desde estudios de su lengua nativa, observaciones
antropométricas, conteo de familia –concluyendo que no estaban en vías de
extinción rápida- también asistieron a un parto tomando observaciones del nuevo
nacido, hematimetrías para estudiar la composición de la sangre y ver el número de
glóbulos, su alimentación, y por supuesto un gran conjunto de fotografías con el
objetivo de estudiar en París el tipo de fueguino del Cabo de Hornos17.

Es así que en este registro fotográfico de la vida Yámana, incorporaron el


paisaje, su habitante y la canoa, su búsqueda estaba centrada en poder conocer el
hábitat de estas poblaciones, sus modos de vida, sus utensilios y tecnología
material18. Y esto es una de las cosas más sorprendentes, si se consideran que para las
meridionales latitudes del cabo de hornos, sus viviendas estaban construidas solo
con palos y cueros, al mismo tiempo que cubrían sus cuerpos con grasa de animales
marinos para supuestamente soportar el frío, pues su naturaleza ya estaba lo
bastante habituada como para andar prácticamente desnudos y descalzos, lo que da
a entender que la práctica puede haber tenido otros fines cosméticos, espirituales
más que de protección.

5- DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE LA CULTURA YÁMANA.

16
A pesar de que ellos la conocían como yagan por referencia a los estudios de Robert Fitz-Roy, y los
misioneros ingleses de ese tiempo, Comandante del HMS Beagle, que llevo a bordo a Charles Darwin
en sus viajes por los espacios australes.
17
Mission Scientifique du Cap Horn 1882-1883. Op. Cit. Pág. 40.
18
Bajas, María Paz. Fueguinos, imágenes e imaginarios del fin del mundo. Instituto de estética,
Facultada de filosofía. Universidad Católica de Chile. Página web: http://estetica.uc.cl/

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Con la idea de favorecer la historia con la geografía, herramienta tan


complementaria en el estudio del pasado, Según Álvaro Barros, en este archipiélago
vivían cinco grupos de yámana marcadamente independientes, diferenciables, por lo
geográfico, los dialectos, y los recursos de su alimentación. El primero de estos
grupos se situó al occidente, donde estaba el grupo Inalumáala, dedicado a la caza
del lobo marino y el chungungo. En segundo lugar, en las islas al sur de la Isla
Hoste (Usin en lengua primitiva), estaba los Ilalumáala. Terceramente, en la región
del Canal Murray (Yagashaga), los Wakimáala, el grupo central. En cuarto lugar, en
el extremo oriental de la Isla Navarino (Wala), vivían los hulumáala de mayor
estatura y muy agiles en el uso de la flecha. Por último, en las islas Wollaston
(Yékusin) moraban los feroces Yekusimáala, muy temidos por el resto de los yámana.
Por su parte, el canal Beagle, límite natural del territorio yámana, lo llamaban
Onashaga, canal de los ona, o gente del norte19. Desde una perspectiva de la
complejidad cultural de los yámana, se demuestra que sus relaciones sociales se
determinaron en gran medida por el territorio fragmentado por los canales,
permitiéndoles desarrollar una relativa diferenciación entre los cinco grupos, lo que
permite inferir la existencia de relaciones internas entre los grupos de la etnia
yámana, condicionadas por sus costumbres no siempre coincidentes, por lo tanto no
sería tan acertado hablar de esta cultura como un todo unificado.

6- CARACTERÍSTICAS Y COSMOVISIÓN DE LA CULTURA


YÁMANA.

En términos generales, se conocen bastante algunas características del pueble


yámana, como por ejemplo que el concepto Yámana significa Hombre, cuyo en
antónimo Kipa es Mujer. En términos lingüísticos, yámana puede incluir a mujeres y
hombres, sin embargo Yagan, que es el otro etnónimo, quiere decir “nosotros” 20.
Actualmente, de esta cultura casi extinguida, solo quedan algunos de sus sucesores,
y en su memoria solo quedan las huellas de sus tiendas ukurj y sus canoas anan.

19
Barros Valenzuela, Álvaro. Etnias Australes de Chile, Ed. Lord Cochrane 1975. Pag. 15.
20
Sitio web: www.chileprecolombino.cl/

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También se sabe que los pueblos australes vivían en constante conflicto,


siendo los yámana los más afectados en sus enfrentamientos, y su pequeño tamaño
que no superaba el 1.5 mts de altura, no les brindaba mucha ayuda ante los enormes
patagones. Sin embargo, su gran agilidad y astucia para alimentarse generaba un
gran interés en los Selk’nam, en efecto, ellos raptaban a sus mujeres yámana para
someterlas en la búsqueda de alimentos en marinos y suplir sus carentes habilidades
recolectoras de estos productos.

Al contrario, son pocas las cosas que se saben de su cosmovisión y de su


ordenamiento social, menos aun de su moral, principios o valores que rigen su vida
comunitaria. Pero si son relativamente conocidos los rituales de iniciación que los
fueguinos celebran en el paso a la adultez de los jóvenes, estos rituales también
formaban parte de la identidad y cultura Yámana, y para ellos son ceremonias de
formación adquiriendo conocimientos necesarios para enfrentar la naturaleza en una
sólida ética moral. De modo alegórico, ellos pintaban sus cuerpos y reunían a las
familias para festejar en conjunto este tan importante evento de su cultura.

Del mismo modo, los yámana tenían una cosmovisión de sí mismos, de las
relaciones entre los hombres, así como a su mundo, la que se centraba en la
presencia del Dios Watauineiwa21, creador del universo y dador de hijos. Socialmente
existe una sola gran regla que condiciona los contactos entre las familias que se
distribuyen en las islas del Cabo de Hornos, que dice: “Nosotros, hombres y mujeres,
ante todo debemos ser buenos y útiles a la comunidad”. El ritual de iniciación de la
pubertad, llamado Chiejáus, que se celebraba cada 3 a 5 años, cumplía una
verdadera escuela de formación del carácter y las costumbres, y de todos los
conocimientos necesarios para enfrentar la naturaleza de estas latitudes 22.Para su
celebración se elige en acuerdo con las otras familias un lugar en común, que según
los estudios de Alvaro Barros (1975), se realizaba por los wakimáala en Gualai, lo que
es hoy Puerto Williams, así cada familia llegaba en su anan trayendo el fuego sobre
una base de arena, el cual era instalado en el centro de su cabañas cónicas de palos,
cueros y ramas, llamadas ukurj, siendo la madre la encargada de su construcción23.

21
Óp. Cit. Barros Valenzuela. Pág. 17.
22
Barros Valenzuela, Álvaro. Etnias Australes de Chile, Ed. Lord Cochrane 1975. Pág.17.
23
Ibíd. Pág.17.

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En este ritual, los mayores integrantes de las familias se ponen de acuerdo en


quienes serán los maestros de ceremonia, los ayudantes, los candidatos de ambos
sexos, los padrinos, y el lugar donde se levantará la Gran Cabaña o Marna24. Una vez
solucionados los asuntos de los mayores, se da inicio a la ceremonia, los padrinos y
el director silenciosos y en actitud recogida ingresan al marna, sentados sin dirigirse
la palabra, ni distraerse, se concentran durante horas esperando el momento
decidido por el maestro para que ingresen los jóvenes. Algunos tratan de huir, pero
los ayudantes se lo impiden, nadie podrá casarse sin pasar las pruebas de iniciación,
y ningún padre se opone a los rigores de la enseñanza25. El maestro ingresa con su
cuerpo pintado blanco de pies a cabeza con algunas rayas coloradas en el rostro
pecho y piernas y por primera vez se escucha con la máxima claridad “nosotros,
hombres y mujeres, ante todo debemos ser buenos y útiles a la comunidad”. a modo
de algunos ejemplo se sabe que, obligan al aspirante a mantenerse todo el tiempo en
cuclillas, los brazos cruzados sobre el pecho, el tronco erguido, la cabeza inclinada
hacia abajo, al menor descuido viene la reprimenda26.

Según Alvaro Barros, el último marna se construyó en 1923 en assif, Puerto


Mejillones, en la isla Navarino, allí se celebró poco antes de la casi total extinción de
la raza, el ultimo chiejáus, su director o maestro se llamó Masémikensh donde
Martin Gusinde único iniciado úshupin (extranjero) que haya participado en las
ceremonias de este pueblo primitivo, nos ha trasmitido sus maravillosos secretos 27.

En este ceremonial, se debe reflexionar sobre los consejos recibidos por medio
de la meditación, y poca comida y agua28. En horas de inmovilidad y días sin hablar,
sin sonreír y meses sin ver a los familiares, los iniciados avanzan en la primera etapa
de dominio personal y danzan imitando a la gaviota, al martín pescador, al zorro, a
la centolla29.

24
Ibíd. Pág.17.
25
Ibíd. Pág.18.
26
Ibíd. Pág. 19.
27
Ibíd. Pág. 19.
28
Ibíd. Pág. 19.
29
Ibíd. Pág. 19.

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Aquí se les dice:


 Sé aplicado en tus trabajos; ejecuta rápida y gustosamente tus
deberes. Levántate temprano todas las mañanas, pues estarás siempre
dispuesto a todas las necesidades.
 Muéstrate respetuoso con las personas mayores. Ayuda a los
huérfanos. Lleva algo de comer a aquellos enfermos que no se puedan
levantar y continua haciéndolo asi en lo que reste de tu vida.
 Si encuentras en tu camino a un hombre ciego, acércate a él y
pregúntale ¿Dónde vas? Él te dirá. Quizás comprendas que se ha equivocado.
Entonces dile inmediatamente: “has errado el camino” agradecido te
contestara “pues me he perdido. Entonces pregúntale ¿Dónde quieres ir para
llevarte? Él te responderá: ¡quiero ir a mi cabaña! Cógelo enseguida de la
mano y llévalo allá. No lo dejes seguir caminando si estaba equivocado. O te
burles de él; si tartamudea y esta torpe, no te sonrías ni pienses: “él no me ve”.
Cógelo amablemente de la mano y llévalo a su cabaña. Los demás te alabarán
al hablar de tu y dirán: “Aquel que está allí es bueno”.
 No hurtes nada a nadie, mucho menos a los enfermos e
impedidos. Si te falta algo, pídeselo a tu vecino.
 Una vez más te recomiendo que jamás olvides estos consejos.
Todas las mañanas acuérdate de ellos y acomoda tu conducta del día a los
mismos.

Esta formación de valores y principios testimoniados por Gusinde, hablan de


la reflexión de los yámana en relación al humanismo, y el bien común por medio del
actuar cotidiano de la colectividad, valores esenciales en la ética occidental si
pensamos en Aristóteles haciendo referencia a que el bien es aquello hacia lo que
todas las cosas tienden30, y por lo tanto hablamos de una moral natural en el ser
humano, que curiosamente es coincidente.

En lo relativo al ritual de iniciación yámana, a medida que pasan los días


continúan los ejercicios de aprendizaje, a los varones se les enseña la construcción
de instrumentos de caza: el arpón aserrado o anaia, para la obtención de peces; el

30
Aristóteles. Ética a Nicómaco.

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gran arpón shuskawaia, para abatir a los lobos marinos y a los grandes cetáceos. El
más pequeño para la nutria y el delfín 31. La enseñanza se imparte con prolijidad:
pulir astillas de hueso de ballena, hacer muescas filudas y unirlas a las astas de roble
con finos hilos de tripas, hacer arcos y flechas, trampas para cazar aves, redes y
pértigas para los peces y las centollas32. Las niñas por su lado aprenden a hacer fuego
con pirita y plumillas de ave o ciertas maderas muy secas, a armar el ukurj, las
técnicas de navegación, a bucear en lo profundo, a nadar en cualquier oleaje, además
las mujeres más diestras construyen cestos, y redes de pesca.

Estas actividades constituyen un mundo lo bastante complejo, y desconocido


para los primeros exploradores de estas latitudes, el imaginario europeo estaba
basado en dibujos y grabados, muchas veces basados en el relato oral, y de
experiencias personales, introduciendo prejuiciosos imaginarios en torno a las
figuras del “otro”, en este caso del indígena fueguino 33. Un ejemplo es el caso de
Theodor Bry34, quien realizó sus impresiones a partir de relatos de los viajeros
holandeses, sin nunca haber pisado suelo americano. Uno de sus grabados de
comienzos del siglo XVII, alude a un grupo yámana a comienzos del siglo XVII en el
que es posible notar el encuentro entro lo civilizado y lo salvaje, incluso acusando en
ciertos momentos de que estos seres australes tienen practicas antropófagas. Al
contrario, el primer registro fotográfico de la cultura yámana por la misión científica
del Cabo de Hornos, sirve en primera instancia para suprimir las percepciones
erróneas y apresuradas en relación a este pueblo, permitiendo en su divulgación y
estudio una descripción más certera de sus prácticas, y su forma de comprender el
mundo.

Como bien se sabe, las culturas australes de América, fueron desapareciendo


poco a poco debido a las actividades de los loberos, nutrieros y balleneros que
indiscriminadamente explotaron estos recursos en pro del progreso y la civilización,

31
Barros Valenzuela, Álvaro. Etnias Australes de Chile, Ed. Lord Cochrane 1975. Pág. 20
32
Ibid. Pág. 21.
33
Bajas, María Paz. Representación del indígena fueguino en dibujos, grabados, y fotografías. Centro
de Estudios en Antropología Visual (CEAV), Revista Sans Soleil - Estudios de la Imagen, Nº4, 2012.
Pág.12.
34
Fue un reconocido grabadista belga, que vivió entre los años 1528 y 1598, quien ofreció a Europa la
imagen de los indígenas del nuevo mundo a través de su obra Americae, la que ha tenido una gran
circulación y reconocimiento.

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palabras en boga a la hora de perseguirlos, exterminarlos, e incluso apoderarse de


sus mujeres para satisfacer a tanto hombre desesperado. A esto se suma la
infructífera búsqueda de oro, donde el conocido Julius Popper brilló por sus excesos
contra los fueguinos. De este modo a tiro de cañón, sífilis, sarampión, y tuberculosis,
se fue reduciendo la población indígena de la región austral de Sudamérica, el
alcohol también se hizo sentir fuertemente en este proceso. Los yámana, y los
fueguinos, en general no estaban preparados no poseían las condiciones ni las
herramientas para enfrentar la “civilización”.

7- CONCLUSIONES

A modo de conclusión y para terminar, se establece que el pionero acto de la


Misión Científica del Cabo de Hornos nos permite hoy en día apreciar el estado
natural de la cultura yámana, antes de que se vieran afectados e influenciados por la
presencia de los occidentales. El fino y cálido ojo de Jean-Louis Doze y Edmond
Joseph Augustin Payen, nos hace viajar en el tiempo, y de cierta forma, tener una
muestra de lo que pudo haber sido nuestro origen como seres humanos, aunque
primarios por fuera, pero muy complejos y sensibles por dentro.

Del mismo modo, hay que considerar el alto valor que posee la cosmovisión
de los yámana, y que desde el entendimiento de su cultura, que nos aportó Martin
Gusinde a través de sus experiencias, nos permite interpretar de mejor forma su
exterior estético y a la vez lograr una mayor introspección del entendimiento de su
mundo, esta vez desde las fotografía de la expedición científica francesa en el cabo
de hornos.
Por últimos, es necesario realzar la importancia de la delicada historia que
hay tras la ocupación de los territorios australes, y que se debe tener mucho tacto
para entender el ocaso de esta cultura. Se considera que la historia oficial, ha
desviado en gran medida la mirada hacia los pueblos que habitaron estos espacios,
existiendo una gran deuda por rescatar su memoria histórica, sin embargo hoy
tenemos la suerte de poder apreciar este invalorable material histórico, sobre todo
cuando ya conmemoramos los 400 años de sus encuentro con el mundo occidental.

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8- ANEXO IMÁGENES

Imagen 1: Carta de la Expedición del Cabo de Hornos. Imagen 2: Glaciar no descendiente al mar. Autor: J.L.
Autor: L.F. Martial. Fuente: Bibliothèque National de Doze. Fuente: Bibliothèque National de France.
France.

Imagen 3: Anán o Piragua. Autor: J.L. Doze. Fuente: Imagen 4: Ushuaia 1882. Autor: J.L. Doze. Fuente:
Bibliothèque National de France. Bibliothèque National de France.

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Imagen 6: Familia Yámana. Autor: J.L. Doze. Fuente:


Bibliothèque National de France.

Imagen 2: Mujer Yámana. Autor: J.L.


Doze. Fuente: Bibliothèque National de
France.

Imagen 7: Hombre Yámana. Autor: J.L. Doze. Fuente: Imagen 8: Hombre Yámana. Autor: J.L.
Bibliothèque National de France. Doze. Fuente: Bibliothèque National de
France.

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Imagen 3: Paisaje General. Autor: J.L. Doze. Fuente: Imagen 10: Punta Arenas. Autor: J.L. Doze. Fuente:
Bibliothèque National de France. Bibliothèque National de France.

Imagen 5: Ukurj o Choza. Autor: J.L. Doze. Fuente: Imagen 4: Desmembramiento de una Ballena. Autor: J.L.
Bibliothèque National de France. Doze. Fuente: Bibliothèque National de France.

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9- BIBLIOGRAFÍA

Angoloti, Marta. Palomares, Manuel. La cooperación internacional de la Agencia Estatal


de Meteorologia. AEMET. 2009.
Bajas, Maria Paz. Representación del indígena fueguino en dibujos, grabados, y
fotografías. Centro de Estudios en Antropología Visual (CEAV), Revista Sans
Soleil - Estudios de la Imagen, Nº4, 2012.
Barros Valenzuela, Álvaro. Etnias Australes de Chile, Ed. Lord Cochrane 1975.
Berguño Barnes, Jorge. El despertar de la conciencia antártica.
Biblitheque national de France
Conte, Ignacio Clemente. Instrumentos de trabajos líticos de los Yámana: Una
perspectiva desde el análisis funcional. Tesis doctoral. Departement d’Historia de
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Universidad Autònoma de Barcelona. 1995.
Gallez, Pablo J.. El informe de Schapenham. El documento más antiguo sobre los
Yámana. Journal de la societé des Americanistes. Edición digital página web de
Museo del Fin del Mundo en Ushuaia, Tierra del Fuego, República Argentina
Gusinde, Martín. Fueguinos. Hombres Primitivos en la Tierra del Fuego. De investigador
a compañero de Tribu. Publicaciones de la Escuela de Estudios
Hispano.Americanos de Sevilla. 1951.
Herrera Torres, Jacqueline. Manquián Cuminao, Doris. Queduman Oyarzo, Daniela.
Indigenas Urbanos de Punta Arenas a través de las asociaciones étnicas
“Artesanos del Pueblo Kawashkar y Pewu-Antu”- Tesis. UMAG. Pta. Arenas. 2007.
Mission Scientifique du Cap Horn 1882-1883 Rapport préliminaires des comptes rendus
des séances de l’Académie des Sciences. Ed. Gauthier-Villars, Paris 1884.
Van de Maele, Maurice. Enterratorios Yamana: Relato de las ultimas memorias en Puerto
Williams. Museo Martin Gusinde, Puerto Williams. Fondecyt 1980654.

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EL PODER DE LA IMAGEN RELIGIOSA: ANÁLISIS HISTÓRICO DEL ROSTRO


DE JESÚS

THE POWER OF THE RELIGIOUS IMAGE: HISTORICAL ANALYSIS OF JESUS


FACE

Samuel Vera Oyarzo


Pontifica Universidad Católica de Valparaíso
samuel.oyarzo@upla.cl

Recibido el 26 de marzo de 2017 Aceptado el 14 de junio de 2017

RESUMEN ABSTRACT

La imagen religiosa, desde sus inicios, ha sido uno de Religious image, since its inception, has been one
los principales motores con los cuales, cada credo en of the main engines with which each particular
particular, masifica o condiciona su natural creed, or condition standardizes its natural
expansión. Por lo anterior, es imperante analizar expansion. Therefore, it is imperative to analyze
desde un punto de vista historiográfico las from a historiographical point of view the main
principales representaciones del supuesto rostro de representations of the face of Jesus of course,
Jesús, las discusiones teológicas en torno a su theological discussions about their use and the
utilización y la posición del Vaticano para con las position of the Vatican with the images. Thus,
imágenes. De esta manera, analizar cómo esta analyzing how this Christian representation has
representación cristiana se ha transformado en uno become one of the most recognized symbols in
de los símbolos más reconocidos por la población the world's population; due to its versatility in
mundial; debido a su versatilidad en forma, color e form, color and interpretation.
interpretación.

PALABRAS CLAVE: Imagen – Jesús – Religión – KEY WORDS: Image – Jesus – Religion – Theology
Teología

Para citar este artículo:

Vera, Samuel. “El poder de la imagen religiosa: análisis histórico del rostro de
Jesús”. Revista Notas Históricas y Geográficas, 18(1) marzo –agosto 2017: pp. 76-98.

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1. APROXIMACIONES TEÓRICAS

A través de la historia del hombre, la imagen religiosa se ha desarrollado con


fines de culto, identidad, expansión, enseñanza y un sinfín de otros motivos. Por lo
tanto, al indagar sobre el poder de la imagen en la religión, se debe analizar el grado
de complejidad que depende del contexto en el cual se desarrolle la imagen en
cuestión; es decir, una imagen religiosa puede ser interpretada de una infinidad de
maneras, pero siempre con una intención. Es esta intención la que ha afectado la
visión que se tiene de la imagen de Jesús hasta la actualidad.

En primer lugar, se deben distinguir las diferencias generales entre signo,


símbolo e imagen para comprender desde un punto de vista teórico/religioso por
qué no pueden ser utilizados como sinónimos.

En primera instancia, debemos cuestionarnos cómo identificar y/o diferenciar


un signo o un símbolo. Cabe destacar que ambos están relacionados, ya que se
necesita del signo para comprender el símbolo, es más, “todos los símbolos son
signos y los signos son formas que refieren a algo que no está dado directamente. Sin
embargo, los signos pueden señalar hacia lo que significan, o bien representarlo”1.
Sobre lo anterior, un ejemplo para esclarecer la diferencia entre ambos se puede
establecer mediante las señales de tránsito, ya que la señalética física es un signo que
posee un significado que se interpreta como símbolo, es decir, una letra E tachada
(signo) solo se comprende como símbolo cuando se interpreta como “no estacionar”,
por lo cual, una letra del alfabeto con una línea diagonal solo tiene sentido cuando
puede abstraerse y es aplicada a un contexto legal establecido por las leyes de
tránsito. Otro ejemplo a destacar hace referencia al aprendizaje de otra lengua:
“Cuando aprendo un nuevo idioma, recibo y utilizo inicialmente las expresiones
como meros signos. Continúo pensando en mi idioma materno y empleo las nuevas
palabras para señalar significados simples a mi compañero de lengua extranjera. No
obstante, cuando empiezo a estructurar el significado en la expresión, los signos
lingüísticos se transforman poco a poco en símbolos”2.

Por lo cual, al analizar la simbología religiosa, se debe comprender la relación


signo/símbolo como una simbiosis que posee una significación que no puede ser
cuantificada, sino solo aprehendida en función de la creencia. Por ende, el símbolo
parece contener una gran gama de interpretaciones y vinculaciones que varían
dependiendo del contexto y la coyuntura del signo/símbolo que se va a analizar.

1
Louis Dupré. Simbolismo religioso. Barcelona: Herder, 1999, 37.
2
Dupré (1999), 38.

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Debido a lo anterior, se entiende que un símbolo no puede ser traducido, pero sí


interpretado, ya que la comprensión del signo pasa por el estudio de las bases con
que fue creada (por ejemplo, traducir los jeroglíficos egipcios con la Piedra Roseta).
Sin embargo, estos mismos jeroglíficos pueden ser interpretados en una infinidad de
maneras y formas; en palabras de L. Dupré: “Aun más importante que el contenido
de la realidad del símbolo es su intencionalidad trascendente. El símbolo es el único
medio de que disponemos para sobrepasar lo meramente empírico”3.

La imagen es una configuración que elabora el hombre a partir de una


realidad informe. En la medida en que esta configuración hace referencia a una
realidad, se dice que es imagen de ella. Si la imagen es originaria, tenemos un
prototipo, en cambio, si la imagen se parece mucho a este prototipo, tenemos un
retrato. Sin embargo, lo anterior no es excluyente, ya que las imágenes que se
manejan en el aspecto religioso no son en su mayoría informes, como la pintura
Yahvé y Adán de la capilla Sixtina. Sobre este tópico Gombrich alega: “Una cosa es
clara: resulta imposible abordad una cuestión de este tipo a menos que estemos
dispuestos a abandonar los tópicos comúnmente admitidos en torno a las funciones
de la imagen. Estamos acostumbrados a trazar una tajante distinción entre las
funciones de representación y simbolización. Una pintura puede representar un
objeto del mundo visible, una mujer con una balanza o un león, y puede también
simbolizar una idea”4.

Por lo cual, la imagen puede representar un signo, símbolo o idea, o todas a la


vez, ya que depende del autor de la imagen lo que quiera demostrar en la misma y es
probable que nunca se sepa su verdadera intención. Por lo anterior, podemos decir
que la imagen representa un problema, ya que puede interpretarse de manera tan
libre que, dentro de un contexto histórico específico y de un sincretismo cultural
inevitable, tanto los signos como los símbolos e imágenes se mezclan y tienen un
significado que depende de lo que quiera observar (en el caso religioso) el creyente;
obviando el poder de influencia que pueda tener sobre la misma inferencia el grupo,
la iglesia y/o la cabeza religiosa según corresponda.

Respecto a lo ya mencionado, la importancia de la imagen/representación de


Jesús está ligada al impacto directo e indirecto sobre la población y la expansión del
cristianismo en sí (independientemente de las particularidades con que pueda ser
representado, dibujado, tallado, actuado, pintado, etc.). Las grandes obras de arte

3
Dupré (1999), 56.
4
Ernest Gombrich. Imágenes simbólicas, Estudios sobre el arte del Renacimiento. Madrid: Alianza Forma,
1986, 214.

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han sido siempre ontológicamente significativas; es más, las que no son consideradas
como tal pueden poseer una significancia mayor por su simpleza y cercanía para
quien la perciba o rechazo por alejarse de la realidad particular del observante. Sobre
esto último, Gombrich asevera (parafraseando a Edwyn Bevan): “En resumen,
nuestra actitud hacia la imagen está inextricablemente ligada a nuestra concepción
del universo. Cualquier estudioso de la función religiosa de las imágenes sabe lo
compleja que puede ser esta actitud: “entre la fe del campesino, que tomaba la
animación del ídolo en su sentido realista más grosero, y la fe del hombre letrado
para el que las ceremonias de culto expresaban meramente de una forma simbólica
que en alguna parte existía cierto poder invisible que se complacía en recibir el
homenaje de los hombres, puede haber un número indefinido de matices
intermedios (…) nos damos cuenta hoy más que antes de que en la mente del
hombre se dan diversos niveles y de que, por debajo de una teoría intelectual
coherente, puede seguir subsistiendo una creencia inconsistente con ella ligada muy
íntimamente a sentimientos y deseos inconfesados” 5.

Por lo tanto, para comprender la función religiosa de la imagen, se debe


observar el contexto histórico en el que se desarrolla. Lo complejo es analizar el
comienzo de la representación de Jesús en el arte y cómo se ha adaptado a la
realidad particular de cada contexto histórico en general. Respecto a esto, se
estudiarán a continuación las imágenes donde se representa a Jesús (selección
personal) para luego razonar sobre el impacto que la misma ha tenido sobre la
población cristiana en la actualidad.

2. EL PROBLEMA DE LA REPRESENTACIÓN

La imagen de Jesús no es propiedad del catolicismo, pero es esta rama del


cristianismo que logró expandir a través de la historia la importancia fundamental de
las imágenes religiosas que aún hoy son reconocidas tanto por el sector clerical como
por el laico.

En primera instancia, se debe analizar la fuente de donde se ha manifestado el


cristianismo (específicamente, el catolicismo): la Biblia.

En el nuevo testamento6, los cuatro evangelistas relatan la vida, muerte y


resurrección de Jesús (obviando ciertas diferencias). La finalidad de los cuatro

5
Gombrich (1986), 215.
6
La versión utilizada en toda la investigación es Reina-Valera, revisión de 1960.

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escritos es la misma, es decir, describir los hechos notables de Jesús. Sobre esta
misma premisa, cabe destacar que no hay referencia alguna sobre su aspecto físico,
por lo cual, se puede interpretar que no son de interés alguno los rasgos corporales,
ya que lo importante es la enseñanza que se trata de perpetuar en los textos.

Aseverar que ninguno de los evangelistas lo conoció directamente o que a lo


largo de las traducciones se fueron eliminando intencionalmente algunos detalles
que pudieran interferir con el mensaje “ideal” que postula el nuevo testamento, etc.,
plantea más dudas que respuestas. Según el cristólogo Wolfhart Pannenberg, la más
clara alusión sobre el aspecto físico de Jesús dice así: “Subirá cual renuevo delante de
él, y como raíz de tierra seca; no hay parecer en él, ni hermosura; le veremos, más sin
atractivo para que le deseemos”7. Este pasaje puede comprenderse tanto desde un
punto de vista físico como espiritual; ya que si se interpreta la Biblia desde este
punto de vista, se pueden utilizar una gran cantidad de pasajes para justificar su
aspecto físico, como el Salmos: “Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; la
gracia se derramó en tus labios; por tanto, Dios te ha bendecido para siempre”8 o
entrever su aspecto no terrenal en “Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su
nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo,
blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda,
para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él las pisa el
lagar del vino del furor y de la ira de Dios todopoderoso. Y en su vestidura y en su
muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES” 9.
Considerar estos pasajes y la Biblia, en general, como descripciones está relegado a
los lectores que meditan el texto no solo como alegoría, sino como la verdad
absoluta propuesta por su Dios. Independientemente de lo anterior, cabe
preguntarse lo siguiente: si la fuente directa no hace ninguna alusión sobre el
aspecto físico de Jesús, ¿cómo es que se establecieron los parámetros generales para
representarlo?

Sobre la base de lo anterior, se debe mencionar que los judíos no representan


a su deidad porque respetan a cabalidad lo expresado en Éxodo10 (también en
Deuteronomio 5:8) “No te hagas ningún ídolo, ni nada que guarde semejanza con lo
que hay arriba en el cielo, ni con lo que hay abajo en la tierra, ni con lo que hay en

7
Isaías, 53:2
8
Salmos, 45:2
9
Apocalipsis, 19:13-16
10
Éxodo, 20:4

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las aguas debajo de la tierra”11; por lo tanto, los cristianos no tienen un modelo o
patrón artístico judío del cual guiarse para demostrar y/o masificar su credo.
Además, hay que considerar los peligros de renegar la religión aceptada por el
imperio romano, sobre lo cual Lactancio relata: “Cuando Nerón era ya emperador,
llegó Pedro a Roma y, después de hacer algunos milagros, milagros que hacía en
virtud del poder que Dios mismo le había conferido, convirtió a muchos a la justicia
y levantó a Dios un templo indestructible. Esto llegó a conocimiento de quien, al
constatar que no sólo en Roma sino en todas partes y a diario, una gran multitud se
apartaba del culto de los Dioses y, tras condenar la vieja religión, se pasaba a la
nueva, dada su condición de tirano execrable y funesto, se lanzó a la destrucción del
templo celestial y al aniquilamiento de la justicia convirtiéndose así en el primer
perseguidor de los siervos de Dios. A Pedro lo crucificó y a Pablo lo decapitó” 12. Por
lo tanto, y tomando en cuenta que las persecuciones no se detuvieron hasta más allá
los tiempos de Constantino (siglo III d. C.) y sin obviar los intentos de Juliano el
Apostata, los cristianos recurrieron a expresar de manera artística su credo en varias
de las catacumbas romanas.

Es en este contexto que aparecen las primeras pinturas sobre temáticas


bíblicas; sin embargo, según las dataciones, las imágenes cristianas no aparecerán
hasta finales del siglo II d. C. Según Robin Jensen, las principales características del
arte paleocristiano se resumen en los siguientes grupos:

- Borrowings from the pagan religious world that were adapted to


serve Christian teachings.

- Religiously neutral images based on traditional decorative


motifs. But which may have been given particular Christian symbolic
significance.

- Narrative-based images drawn from favorite biblical stories.

- Portraits of Christ and the saints13.

Debido al alcance del estudio, se darán ejemplos según el primer y último


punto. La idea de representar a Jesús está relacionada con la base cultural

11
El catolicismo justifica las representaciones artísticas sobre Jesús porque se hizo carne, por lo tanto fue
visible y terrenal; Dios es misterio, pero su hijo, al nacer de una mujer y vivir con los hombres puede
retratarse su forma carnal.
12
Lactancio. Sobre la muerte de los perseguidores. Madrid: Gredos, 1982, 67.
13
Robin Jensen. Understanding Early Christian Art. New York: Routledge, 2000, 10.

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grecorromana existente en la época; ya que si se buscaba esconder el credo del


imperio e identificar a los cristianos con una imagen concreta, se debían adaptar las
representaciones paganas a la nueva religión. Un claro ejemplo se encuentra en la
catacumba de San Calixto (Roma, siglo II d. C.) con la imagen del “Buen Pastor”
relacionada por los cristianos con el pasaje bíblico de Juan, en donde surge la
máxima: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” 14. También
pueden encontrase referencias en Salmos: “Jehová es mi pastor; nada me faltará”15;
Isaías 40:11; Ezequiel 34:2-23; Hebreos 13:20 y en una gran cantidad de pasajes
bíblicos. Pero esta imagen es una adaptación del Moscóforo griego del periodo
arcaico (siglo VI a. C.) y que será utilizado y justificado bíblicamente hasta el
cansancio. Robert Milburne establece que este motivo está presente en las
catacumbas en más de 120 ocasiones y que los cristianos no tuvieron ningún pudor
en replicar.

Sobre el punto de los retratos, es complejo asimilar si es que los primeros


cristianos realmente consideraron algunas pinturas como las imágenes de Jesús o si
eran las representaciones simbólicas de su Dios. Por lo cual, no se debe analizar el
poder de la imagen desde un punto de vista anacrónico, ya que la concepción de la
fotografía/imagen como sinónimo de originalidad o verdad (guardando
proporciones) no tiene cabida en el contexto del cristianismo arcaico (salvo como
una importancia religiosa y de utilidad ritual como sucede con el catolicismo en la
actualidad). Uno de los primeros “retratos” (Figura 1) de Jesús se encuentra en la
catacumba de Comodila (Roma, siglo IV d. C.) donde, en palabras de Robert
Milburne: “Christ´s brown hair falls in ordered waves to meet his long beard as he
gazes into eternity with eyes firm-set under the splodgy curves which represent his
browm. A halo surrounds his head and to press home lesson, the letter alpha and
omega, placed at each side, declare him to be the Beginning and End of Creation” 16.
Esta representación se asemeja, en algunos puntos, con la concepción actual
(general) que se posee de la figuración de Jesús; además, presenta características del
arte grecorromano, por lo cual se comprende la intención y búsqueda de justificar la
imagen sobre un legado pretérito para consolidar y masificar el credo. Sobre este
punto, Thomas Mathews aboga: “Think of the pride with Catholics point to a line of
popes stretching back to Peter. Nor do religions die because they can´t adapt to
changed conditions. Gods are flexible; they can accommodate all shades of poitics
and put up whit all manners of adaptations, assimilations, and even dissumulations.

14
Juan 10:7-14
15
Salmos 23:1
16
Robert Milburne. Early Christian Art and Architecture. Berkeley: University of California Press, 1988, 47.

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Religions are nothing if not inconsistent” 17. Es este orgullo por lo clásico que aún se
mantiene en la actualidad que hace que el cristianismo deba analizarse como una
religión que promulga la expansión. Por lo tanto, a pesar de la función ritual y/o
pedagógica de las expresiones artisticas, no deben examinarse como “arte por el
arte”, se deben aprehender según la importancia fundamental que poseían y aún
poseen en el ideario colectivo.

Es en base a la problemática de la representación de la imagen que, luego de


la promulgación del Edicto de Milan (313 d. C.) donde se anuncia la libertad de
religión en el imperio romano y se terminan con las persecuciones sobre los
cristianos, comienzan a discutirse problematicas teológicas de alta embergadura 18.
Según lo que compete a esta investigación, las dicusiones se desarrollarán en torno al
uso de la imagen en el contexto religioso.

Uno de los primeros indicios sobre el conflicto iconoclasta que se desarrolló


en el ambiente teológico cristiano se puede representar en un extracto de la carta de
Eusebio de Cesarea a Constanza, hermana de Constantino el grande, sobre la
petición del icono de Cristo: “ Me escribes tambien sobre un cierto icono de Cristo,
con el deseo de que yo te lo envié: ¿a cuál te refieres, y de qué calidad debe ser aquel
que tú denominas el icono de Cristo? (…) ¿Qué ícono de Cristo buscas? ¿La imagen
verdadera e inmutable, que por su naturaleza muestra los rasgos de Cristo, o bien
aquella imagen que él ha asumido por nuestra causa, al tomar la condición de
siervo? (…) No puedo imaginarme que hayas pedido un icono de su forma divina.
Pues el mismo Cristo te ha enseñado que nadie conoce al Padre, sino el Hijo, y que
nadie es digno de conocer al Hijo, sino sólo por el Padre que lo ha engendrado.
Seguramente deseas el icono de su forma de siervo, es decir, de la pobre carne con la
que se revistió por causa nuestra. Pero hemos sabido que ésta ha sido mezclada con
la gloria de Dios, que lo mortal ha sido devorado por la vida”19. Este profundo análisis
teológico muestra las problematicas de discusión de la época, donde no solo se
argumentaba sobre la Biblia en sí, sino sobre los problemas de la representación,
imagen, iconología e idolatria. Cabe agregar la defensa de la imagen por parte de
Gregorio Magno (540-604 d. C.): “Las obras de arte tienen pleno derecho de existir,
pues su fin no era ser adoradas por los fieles, sino enseñar a los ignorantes. Lo que
los doctos pueden leer con su inteligencia en los libros, lo ven los ignorantes con sus
ojos en los cuadros. Lo que todos tienen que imitar y realizar, unos lo ven pintado en

17
Thomas Mathews. The Clash of Gods. New Jersey: Princeton University Press. 1993, 8-9.
18
Explicar los procesos de los concilios y edictos que se produjeron en el primer milenio escapa al objetivo de
estudio. Por lo anterior Véase: Historia de los Concilios Ecuménicos, Giuseppe Alberigo (ED.) 1993.
19
Christoph Schornborn. El icono de Cristo, una introducción teológica. Madrid: Ediciones Encuentro, 1999,
60.

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las paredes y otros lo leen escrito en los libros”20. Respecto a lo anterior, no es hasta
el primer emperador iconoclasta, León III (717-741 d.c), que se toman acciones
directas para combatir las imágenes y los iconos cristianos (monedas, pinturas,
esculturas, etc.). Sin embargo, sobre esto hay que recalcar la postura crítica de A.
Grabar que postula que si bien en el periodo iconoclasta se promueve la eliminación
de las imágenes, no es completa; por lo cual, siguen utilizando el símbolo de la cruz
en sus monedas. Además, es probable que esta lucha no llegara en ciertos puntos a la
cultura popular; ya que es corriente investigar en base a los vestigios de las iglesias y
sobre los intercambios de regalos entre los altos mandos, pero no se puede
comprobar el impacto de estas posturas sobre el grueso de la población21. Es en este
contexto de disputa teológica que en el Concilio de Nicea II (787 d. C.) se restablece
el uso de las imágenes y se instaura la herejía de los iconoclastas (aunque su postura
se mantuvo hasta el siglo IX).

Sobre el uso de las imágenes en el medioevo, I. Bango resume sus tres


principales posturas:

- Se permiten todo tipo de imágenes, con el lujo que se pueda,


pero no se autoriza la representacion de Dios. Dios es irrepresentable, y solo
se alude a él mediante elementos emblemáticos. Cristo al hacerse hombre se
puede representar bajo forma humana, aunque es preferible para las
imágenes más solemnes acudir a la cruz.

- Una actitud rigorista lleva a no realizar representaciones de la


divinidad y por sobriedad se prescinde de todo tipo de decoración,
recurriendo a los muros blancos. La divinidad se reproduce mediante la cruz
desnuda, aunque algunas ordenes permitan a un simple crucificado.

- La imagen está para enseñar a los ignorante y decorar los


templos ad maiorem gloriam Dei. Debería ser una actitud adecuada para las
iglesias del clero secular, pero muchas ordenes monásticas tambien
adoptaron esta forma22.

Para concluir, el problema de la representación y uso de las imágenes con


motivos religiosos puede discutirse desde puntos de vista teológicos e ideológicos. El

20
Isidoro Bango. “Las imágenes en los templos medievales. Del aniconismo a la intención docente”. Las tres
posturas tradicionales de la iglesia. X Semana de Estudios Medievales N°10 (1999), 370.
21
André Grabar. La iconoclastia bizantina. España: 1988, 134.
22
Bango (1999), 382.

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inconveniente a destacar es que la discusión se centraba en si utilizar o no la imagen,


simbolo, ícono, etc. Sin embargo, tras el concilio de Nicea II, nunca se establecieron
las características físicas por las cuales se puede representar a Jesús, ya que la imagen
no está relacionada con el escrito bíblico que dejó a la libertad del artista la forma
que se le daría al hijo de Dios, lo cual permitió la masificación de la imagen de Jesús
a tal punto que en la actualidad existen ciertos patrones consuetudinarios sobre los
cuales se reconoce la imagen terrenal de Cristo, pero no una versión oficial de la
iglesia.

3. LAS VERA ICON Y EL PODER DE LA IMAGEN

El poder de la imagen religiosa no puede ser cuantificado, menos si ayuda a


reforzar la fe personal de quien comparte una religión en particular. Es por lo
anterior que en la cultura popular se buscó representar a Jesús bajo ciertos
parámetros. La complejidad se presenta cuando se permite que los artistas lo reflejen
respetando dogmas y dependiendo del contexto en que lo hacen.

El poder de la imagen es indescriptible; sobre todo si se acepta que no es


creado por mano humana (acheropita23). Es bajo esta idea que aparecen las Vera icon
(o imágenes verdaderas de Cristo), las cuales mediante un milagro pudieron captar
el verdadero aspecto de Jesús. Estas imágenes están relacionadas con la sabana que
cubrió el cuerpo de Cristo en el sepulcro y con Verónica, la mujer que le ofreció a
Jesús un paño (lienzo, tela, velo, etc.) en la viacrucis con el cuál le fue removido el
sudor y la sangre; por ende, las facciones del rostro de Jesús quedaron impresas en el
paño mediante un milagro inexplicable. Es necesario destacar que este relato no está
presente en la Biblia y que es tradición popular católica. Sobre esta última, cabe
agregar las declaraciones del Papa Paolo V en 1616 donde prohíbe y condena con la
excomunión a cualquiera que copiara el velo de Verónica (Figura 2). Además, en
1626, el Papa Urbano VIII exige que se le entreguen al Vaticano las copias de la santa
faz bajo la falta de excomunión; por lo tanto, se comprende que si se copiaron en un
número indeterminado de ocasiones el velo, las características físicas con las que se
representa a Jesús en la actualidad tiene como base esta imagen. El problema se
presenta en que otras Vera icon tienen detalles diferencias.

Analizar la autenticidad o falsedad de las Vera icon no es tema para esta


investigación, sino que resulta indispensable cuestionarse sobre la importancia de la

23
Acheropita (del a-cheiro-poiété = no hecha a mano) se dice de las imágenes sagradas no hechas por manos
humanas.

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imagen de Cristo y cómo la tradición católica/popular ha tratado de justificarla


mediante avances tecnológicos, arqueológicos e, incluso, fotográficos.

En primera instancia, la justificación bíblica incurre en Juan 24: “Luego llegó


Simón Pedro tras él, y entró en el sepulcro, y vio los lienzos puestos allí, y el sudario,
que había estado sobre la cabeza de Jesús, no puesto con los lienzos, sino enrollado
en un lugar aparte”25. En la actualidad, hay reliquias que se consideran Vera icon y
que calzan en general con la descripción bíblica (lienzos), pero hay que considerar
que en el nuevo testamento no se hace alusión a los detalles del lienzo y sudario, ni
que se apreciaran los rasgos físicos de Jesús.

Sobre las nombradas reliquias26, se ejemplificará en base al sudario y a la


sábana santa de Turín, el sudario de Oviedo y la santa faz de Manopello. Las
características físicas de Jesús que muestran las tres reliquias han sido estudiadas por
científicos de incontables áreas, y llegó a tal punto la importancia de estos hallazgos
que se creó una nueva disciplina que se encarga del estudio de la sábana santa y sus
equivalentes, la sindonología27. Al observar la sábana santa (Figura 3) y el sudario de
Turín (Figura 4), desde el punto de vista de la imagen y la religión, el impacto es
claro. Considerar que este trozo de tela conserve la verdadera imagen de Jesús y que
haya estado en contacto con él no solo comprueba su existencia histórica con
evidencia visible, sino que les entrega a los seguidores de Cristo algo muy destacable:
un rostro al cual venerar y con el cual poder identificarse. En cambio, el sudario de
Oviedo28 (Figura 5) se presenta como una tela que, según los estudios de un grupo
de sindonólogos, muestra manchas de sangre humana en las que, a simple vista, no
se logra evidenciar un rostro. Sin embargo, al acomodar el sudario sobre la cabeza de
un maniquí (Figura 6), se consigue evidenciar cómo y por qué las manchas de sangre
se presentan de esa manera en la tela. Las conclusiones (que no son aceptadas por la
generalidad del gremio) que entregan son las siguientes: “El hombre del Sudario de
Oviedo murió torturado, tras desarrollar un importante edema de pulmón agudo,
como consecuencia de estar colgado (en posición vertical, cabeza inclinada hacia

24
Juan, 20:6-7
25
En Mateo, Marcos y Lucas se menciona que José de Arimatea compró una sábana con el cual envolvieron
el cuerpo de Jesús en el sepulcro.
26
No se expone sobre el Mandylion de Edesa por que no se conserva, por lo tanto no se puede analizar el
impacto de la imagen, salvo con pinturas que lo representan, pero no tendría el mismo alcance que otra Vera
icon.
27
Síndonología: La unión de dos palabras griegas: sindon, que significa sábana, y logía, que equivale a
estudio o tratado, originan el término Sindonología, que se aplica al estudio de la «Sábana Santa» o «Santa
Síndone».
28
Las interpretaciones sobre el sudario de Oviedo son muy contrarias y discutidas, presento esta en particular
por el uso de las imágenes para demostrar el uso del sudario.

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adelante), sujeto con los brazos de tal manera que la sujeción permitía el juego de la
articulación del codo, y los pies colocados de forma que le resultaba muy difícil
apoyarse en ellos para respirar, pero sin embargo podía hacerlo. Es decir, no tenía los
pies colgando (hubiera muerto rápidamente y no le hubiera dado tiempo a generar
tanto líquido como consecuencia de los esfuerzos para respirar) pero tampoco podía
apoyarse en ellos cómodamente porque entonces no le hubiera costado tanto
esfuerzo respirar”29. Si bien los investigadores no nombran ni hacen ningún tipo de
insinuación de crucifixión, la descripción calza con la relatada en la Biblia y la que se
conoce en la cultura popular. Pero más allá de cómo demostrar el uso del lienzo, es
destacable el ejercicio fotográfico con la réplica del sudario de Oviedo con el
maniquí; ya que, de esta manera, la imagen es gráfica, útil y significativa, y no deja
espacio a la imaginación, sino que solo deja espacio a la interpretación sobre el
hombre del sudario y de qué forma resultó muerto.

Finalmente, se presenta a la santa faz de Manopello (Figura 7), controvertida


imagen que algunos autores, como Falcinelli, consideran una obra de arte de la
época y que otros estudian como una Vera icon. La imagen presenta rasgos,
facciones y detalles notables a simple vista, pero distinta, a la vez, a las
representaciones del velo de Verónica y de Turín. En los estudios de Jaworky y Fanti,
en los que efectúan una comparación en 3-D de ambos lienzos, los autores destacan
similitudes en el tamaño del rostro y algunas marcas de heridas (también recalcan
las diferencias que están a la vista, como los ojos abiertos y la nariz quebrada). Sobre
lo anterior, si bien se puede realizar un estudio completo sobre las relaciones y
diferencias de las Vera icon, la importancia reside en mostrar un rostro con facciones
que están en acción y movimiento, lo que ofrece la sensación de observar a Cristo
vivo y que innegablemente impacta al hombre que cree.

Por motivos de fe, la imagen de Jesús no debiese tener ninguna importancia,


ya que el cristianismo gira en torno a las enseñanzas y resurrección de Cristo; por lo
tanto, ¿por qué es tan importante encontrar o tratar de representar la imagen de
Jesús? La respuesta se puede contextualizar históricamente, es decir, su utilización
pedagógica, militar, clerical, artística, etc. Pero más allá de considerar su uso, se debe
comprender la intención de la misma. E. Gombrich (citando a Leonardo da Vinci)
expresa: “Los elementos de las escenas pintadas deben hacer que los que las
contemplan experimenten las mismas emociones que aquellos que están
representados en las historia; es decir, sentir miedo, pánico o terror, dolor, pesar y
lamento o placer, felicidad o alegría (…) Si no lo consiguen, la destreza del pintor

29
Guillermo Meras et al. El Santo Sudario de Oviedo. Madrid: UAM. 1998, p. 360

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habrá sido en vano”30. Sobre lo anterior, el cristólogo José Severino Croatto asevera:
“Es evidente que tocar una estatua no es “tocar la divinidad” en sentido objetivo.
Sería pueril interpretar de esa manera la vivencia religiosa de lo trascendente. El
devoto “sabe” que la imagen de su divinidad es una hechura humana, pero también
sabe (en otra dimensión) que en ella se mediatiza otra realidad” 31. Si se buscan
aplicar estas ideas con las Vera icon, se pasa a un estadio mayor de inmersión, ya que
no solo se comprende la intención del artista para con su pintura, fotografía o
imagen en general, sino que se está analizando un lienzo donde está plasmado el
verdadero rostro de Jesús, una tela que estuvo en contacto con el cuerpo del hijo del
Dios cristiano y que por sobre todo no fueron hechas por manos humanas. Si el
creyente considera estas aseveraciones, el poder de culto sobre estos lienzos no debe
tener punto de comparación.

Por ende, para la población religiosa católica, las Vera icon no ayudan a
encontrar parámetros generales de cómo debiese haber sido el rostro de Jesús, sino
que esa es la imagen de Jesús que ya no puede ser interpretada por ser la verdadera.
El problema se establece cuando las instituciones clericales, como el Vaticano, no
oficializan el aspecto físico de Jesús como un dogma, sino que dejan que la cultura
popular siga nutriendo la idea de la representación de Cristo de la manera que ellos
estimen conveniente. Una de las razones por las cuales no pueden llevar a cabo esta
idea es la inevitable utilización del “color” y, por ende, la raza de Jesús.

4. EL COLOR Y LA IMAGEN

En términos religiosos, bajo ninguna circunstancia debiese ser un tópico de


importancia el color o raza de Jesús. Como se ha propuesto con anterioridad, lo
importante para la fe es su mensaje, acciones, resurrección y la segunda venida. Es
más, no es hasta finales del siglo XIX y a principios del XX que los afroamericanos en
Estados Unidos comienzan a manifestarse y a cuestionarse por el color de Cristo; no
por un problema teológico, sino por un cuestionamiento sobre el significado de la
imagen. Eso se debe a un contexto en que no solo eran oprimidos por el hombre
blanco, sino que el hijo de Dios también era blanco. Sobre lo anterior, Marcus
Garvey, uno de los pioneros en proponer estas problemáticas, postula: “Aunque
nuestro Dios no tiene color, es humano, sin embargo, ver todas las cosas a través de
la propia lente; y del mismo modo que los blancos ven a su Dios a través de una lente
blanca, nosotros hemos comenzado ahora (aunque ya sea tarde) a ver a Dios a través

30
Ernest Gombrich. Los usos de las imágenes. México: Fondo de cultura económica, 1999, 18.
31
José Croatto. Experiencia de lo sagrado. Guadalupe: Editorial Verbo Divino, 2002, 65.

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de nuestro lente”32. Esa lente blanca se puede demostrar en el mormonismo (XIX)


que menoscaba sin tapujos al hombre negro y muestra a un Jesús blanco (utilizando
las pinturas de Heinrich Hofmann) y otra del mesías en contacto con los indígenas
norteamericanos. Además de justificar en el libro de mormón la piel negra como un
castigo, maldición y marca33, la imagen cristiana preponderantemente blanca no
tiene mayor justificación que promover un estereotipo racial dominante por sobre
otro. En este contexto, James H. Cone, uno de los propulsores de la teología negra
norteamericana (1969), analiza: “Si se asume “negros” polémicamente como
sinónimo de “no blancos”, Jesús es negro también. Literalmente: No es blanco como
se lo ha imaginado la comunidad blanca; si se asume además la negritud
teológicamente en su significado soteriológico, la teología negra está autorizada para
hablar de Cristo y Mesías negro”34. La idea principal que se puede comprender es que
el Dios cristiano es el Dios de todos los hombres (creyentes), por lo tanto, no debe
ser representado como un Dios blanco e inevitablemente racista.

Si bien, comprender la teología negra es aplicable al contexto estadounidense,


por las complejas luchas raciales que se produjeron a mediados del siglo XX, cabe
destacar la posición del Vaticano sobre la compleja temática de la representación y
las imágenes.

El 8 de diciembre de 1965, en la clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II,


el Papa Pablo VI lee un discurso denominado “Mensaje a los artistas” que finaliza así:
“Recordad que sois los guardianes de la belleza en el mundo, que esto baste para
libertaros de placeres efímeros y sin verdadero valor, para libraros de la búsqueda de
expresiones extrañas o desagradables. Sed siempre y en todo lugar dignos de vuestro
ideal y seréis dignos de la Iglesia, que por nuestra voz os dirige en este día su
mensaje de amistad, de salvación, de gracia y de bendición”35. El pontífice hace
alusión a la belleza, un concepto efímero y libre de interpretar que es tan general
que hace imposible analizar este fragmento más allá de una arenga para los oyentes.

En 1999, en su carta para los artistas, Juan Pablo II destaca lo siguiente: “Hago
una llamada especial a los artistas cristianos. Quiero recordar a cada uno de vosotros
que la alianza establecida desde siempre entre el Evangelio y el arte, más allá de las
exigencias funcionales, implica la invitación a adentrarse con intuición creativa en el

32
Rosino Gibellins. La teología del siglo XX. España: Sol Terrae, 1998, 426-427.
33
El libro de mormón: 2 Nefi 5:20-24 y Alma 3:6
34
Gibellins (1998), 429.
35
Pablo VI, “Clausura del Concilio Ecuménico Vaticano II”. Librería Editrice Vaticana,
https://w2.vatican.va/content/paul-vi/es/speeches/1965/documents/hf_p-vi_spe_19651208_epilogo-concilio-
artisti.html (Consultado el 24-11-2015)

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misterio del Dios encarnado y, al mismo tiempo, en el misterio del hombre” 36. Al
igual que su predecesor, es tan general que solo se logra inferir que el artista puede
representar a la divinidad encarnada (Jesús) según la comprenda mediante su fe.

Finalmente, el 21 de noviembre de 2009, en su discurso para el encuentro de


los artistas, el papa Benedicto XVI señala: “Queridos artistas, ya para concluir,
también yo quiero dirigiros, como mi predecesor, un llamamiento cordial, amistoso
y apasionado. Vosotros sois los guardianes de la belleza; gracias a vuestro talento,
tenéis la posibilidad de hablar al corazón de la humanidad, de tocar la sensibilidad
individual y colectiva, de suscitar sueños y esperanzas, de ensanchar los horizontes
del conocimiento y del compromiso humano. Por eso, sed agradecidos por los dones
recibidos y plenamente conscientes de la gran responsabilidad de comunicar la
belleza, de hacer comunicar en la belleza y mediante la belleza. Sed también
vosotros, mediante vuestro arte, anunciadores y testigos de esperanza para la
humanidad”37.

Queda a la vista que, durante los últimos cincuenta años, el Vaticano no ha


delimitado la producción ni los parámetros para que los artistas representen a Jesús;
es más, al especificar la belleza como máxima, hacen referencia a la estética y a la fe,
pero no ahondan (de manera pública) sobre la importancia de la imagen religiosa ni
el efecto que puede tener para la población un Cristo negro o blanco. Lo anterior es
decisivo para acercarse o no a una religión, ya que, por un tema natural, hace más
factible adherirse a un movimiento político, social, religioso, etc., por permitir
desarrollar una afinidad intelectual, sentimental o cultural específica. Es más, no es
casualidad que el cine del siglo XX le entregue al público una gran variedad de
películas sobre la vida de Jesús, pero que, en todas ellas, siempre sea representado
como un hombre blanco38.

En la actualidad, hay una serie de lugares donde se celebran fiestas litúrgicas


con representaciones esculturales de Jesús de color negro, como el festival del Cristo
negro en Portobelo (Panamá) y el festival de la basílica menor del Nazareno Negro
en Quiapo (Filipinas)39. Estas masivas fiestas son autorizadas por la iglesia católica,
36
Juan Pablo II, “Carta del Santo Padre Juan Pablo II a los artistas”. Librería Editrice Vaticana,
http://w2.vatican.va/content/john-paul-ii/es/letters/1999/documents/hf_jp-ii_let_23041999_artists.html
(Consultado el 24-11-2015)
37
Benedicto XVI. “Encuentro con los artistas, discurso del santo padre Benedicto XVI”. Librería Editrice
Vaticana, https://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/speeches/2009/november/documents/hf_ben-
xvi_spe_20091121_artisti.html (Consultado el 24-11-2015)
38
The Passion of Christ (2004) y The color of the cross (2006) son algunas de las películas que no muestran a
un Jesús blanco.
39
Gordon Melton. Religious Celebrations. California: ABC-CLIO, 2011, 116-118.

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lo que demuestra que no hay ningún parámetro del Vaticano para establecer si es
correcto o no representar de una raza el cuerpo de Cristo. Esto permite que el
catolicismo se expanda de manera natural adaptándose al contexto cultural en el
cual se presenta y logra, de esta manera, que la sociedad logre interpretar, mezclar y
sincretizar según su cultura local el predominio cristiano de occidente. En otras
palabras: “El arte figurativo a menudo es menos realista de lo que parece, y que, más
que reflejar la realidad social, la distorsiona, de modo que los historiadores que no
tengan en cuenta la diversidad de las intenciones de los pintores o fotógrafos (por no
hablar de las de sus patrones o clientes) pueden verse inducidos a cometer graves
equivocaciones (…) la imagen material o literal constituye un buen testimonio de la
“imagen” mental o metafórica del yo o del otro”40. En otras palabras, es la intención
la que se debe analizar a través de la imagen, además de comprender los motivos por
los cuales fue confeccionada, para poder acercarse a comprender e interiorizar
mediante la historia de la cultura y las mentalidades el efecto que pueden tener en la
sociedad las representaciones de Jesús a lo largo de la historia. Por otra parte, son
tanto el Vaticano como el pueblo cristiano, en general, los que no tienen ningún
problema en utilizar imágenes con el fin de fomentar la salvación personal y la
inacabable expansión natural del catolicismo.

A modo de conclusión y a través de la investigación, se pudo corroborar que


no es posible encontrar el origen del aspecto físico Jesús, obviado al grupo de
personas que observa en las Vera icon la fiel imagen del cuerpo terrenal de su Dios.
Pero se debe comprender, que la intención principal del estudio, nunca fue
corroborar lo anterior, es más, desde un punto de vista de fe, lo importante en el
cristianismo son las enseñanzas, la vida, el sacrificio y la resurrección de Jesús, por lo
tanto no importa el aspecto físico con el que haya manifestado (según la creencia
popular) su cuerpo terrenal.

Lamentablemente, no puede simplificarse la importancia de la representación


de Cristo a un tema de fe, ya que la imagen se transforma, se adapta, ataca, defiende
y justifica dependiendo de la intención que tenga tanto la persona que confecciona
la imagen, como quien la solicita, y de manera más compleja, quien la observa y
analiza.

No se debe menospreciar el impacto que logra en la multitud una imagen


llena de simbolismo, donde puede interpretar libremente lo que desee según
corresponde su aflicción o credo. Por lo tanto, no es casualidad que el clero católico

40
Peter Burke. Visto y no visto, el uso de las imágenes como documento histórico. Barcelona: Crítica, 2005,
37.

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permita y motive a que se mantengan rituales, fiestas y conmemoraciones


medievales. Donde las imágenes, símbolos, alegorías y canticos estimulan todos los
sentidos posibles, a tal punto que no interesan los detalles como el aspecto físico de
Jesús o como su representación ha pasado desde un Dios pagano en las catacumbas
romanas a ser figurado en todo tipo de medio audiovisual.

Si el Vaticano, interpretando libremente lo que está escrito en su libro


sagrado sobre las imágenes, si desde el Concilio de Nicea II se permite el uso de las
mismas sin ninguna restricción, si utilizan las Vera icon para justificar mediante
reliquias y ciencia el aspecto físico de Jesús, ¿Por qué no oficializan una imagen para
los feligreses? ¿Por qué aceptan representarlo con piel blanca o negra? Las respuestas
pueden encontrase en el análisis teórico de la imagen religiosa, ya que el nivel de
inferencia es directamente proporcional con el nivel de culto de la misma; mientras
más confusa y simbólica es la imagen, más lecturas y creencias abarcará, por ende,
mayor será el número de personas que se sientan identificados con la representación
aleatoria con la que tengan alguna conexión sentimental.

El poder de la imagen en el ámbito religioso, es la mayor herramienta de


expansión natural que se puede utilizar. No son los discursos, las canciones, las
películas o sermones clericales los que entregan al culto su poder de afirmación, es la
imagen estática e interpretativa que con su infinito dinamismo logra entrar a
cualquier lugar donde vaya el hombre. Desde las fotografías de los santos en las
billeteras, los altares pequeños de los dormitorios, las vírgenes y santos que se
pueden adherir a los parabrisas de los vehículos, las camisetas estampadas, los
afiches y posters en universidades, videoclips musicales, películas temáticas,
películas cómicas, documentales, etc. No es casualidad que la cruz sea el símbolo de
mayor reconocimiento y que un hombre famélico, con barba y cabello largo castaño,
sea considerado la representación del hijo de Dios. Toda esta expansión es gracias al
poder de la imagen religiosa interpretativa.

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FIGURA 1:

CRISTO COMO GOBERNANTE DEL UNIVERSO, CATACUMBA DE COMODILA

Fuente: Robert Milburne. Early Christian Art and Architecture. Berkeley: University
of California Press, 1988, 46.

FIGURA 2:

COPIAS DEL VELO DE VERÓNICA

Fuente: Roberto Falcinelli. The Face of Manopello and the veil of Veronica: new
studies. Rome: Enea, 2010, 6.

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FIGURA 3:

CES, “ANVERSO Y REVERSO DE LA SÁBANA SANTA”

Fuente: CES/Linteum.com, http://www.linteum.com/galeria-de-


fotos.php?cat=1&p=2 (Consultado el 21-11-2015)

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FIGURA 4

CES, “SE REVELA EL ROSTRO”

Fuente: CES/Linteum.com, http://www.linteum.com/galeria-de-


fotos.php?cat=1&p=2 (Consultado el 21-11-2015)

FIGURA 5
CES, “EL SUDARIO DE OVIEDO”

Fuente: CES/Linteum.com, http://www.linteum.com/galeria-de-


fotos.php?cat=2&p=1 (Consultado el 21-11-2015)

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FIGURA 6
MANIQUÍ EXPLICANDO LAS MANCHAS DE SANGRE DEL SUDARIO DE
OVIEDO

Fuente: Guillermo Meras et al. El Santo Sudario de Oviedo. Madrid: UAM. 1998, p.
360

FIGURA 7
EL SANTO ROSTRO, “LA FAZ DE MANOPELLO”

Fuente: Voltosanto, http://voltosanto.it/Spagnolo/index.php ( Consultado el 22-11-


2015)

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6- REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

a) Libros

Burke, Peter. Visto y no visto, el uso de las imágenes como documento histórico.
Barcelona: Crítica, 2005.

Croatto, José. Experiencia de lo sagrado. Guadalupe: Editorial Verbo Divino, 2002.

Dupré, Louis. Simbolismo religioso. Barcelona: Herder, 1999.

Fontcuberta, Joan. El beso de Judas. Fotografía y verdad. Barcelona: Editorial


Gustavo Gili, 1997.

Gibellins, Rosino. La teología del siglo XX. España: Sol Terrae, 1998.

Gombrich, Ernest. Imágenes simbólicas, Estudios sobre el arte del Renacimiento.


Madrid: Alianza Forma, 1986

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LA IMPORTANCIA DE LA PRENSA EN EL SIGLO XIX EN CHILE. LA REVISTA


CATÓLICA COMO FUENTE HISTÓRICA Y COMO EL PERIÓDICO DEFENSOR
DE LA IGLESIA (1843-1874)

THE IMPORTANCE OF THE PRESS IN THE NINETEENTH CENTURY IN


CHILE. THE CATHOLIC MAGAZINE AS A HISTORICAL SOURCE AND AS THE
PERIODIC DEFENSOR OF THE CHURCH (1843-1874)

Pablo García Núñez


Pontifica Universidad Católica de Valparaíso
pablogarcian@gmail.com
Recibido el 18 de mayo de 2017 Aceptado el 04 de julio de 2017

RESUMEN ABSTRACT

Tras la Independencia, y en medio del ordenamiento que After the Independence and during the State building
significó la construcción del Estado, la Iglesia Católica process, the Catholic Church faced the challenge of
debió enfrentar el desafío de mantener su posición social y keeping its social and political power within the Chilean
política dentro de la república y de esta nueva sociedad que society. In this process, the Church understood that one
surgía alrededor de la idea de un estado nacional. La important way to disseminate its ideas would be
importancia que había cobrado la utilización de prensa through the press. Thus, the Church established its own
escrita como un medio de difusión fue un aspecto que la newspaper called La Revista Católica. This newspaper
Iglesia supo identificar de forma temprana y que sustentó periodic circulated, allowing the Church to spread
la creación de un periódico propio: La Revista Católica. Este various ideas and news, such as doctrines and news of
diario de circulación periódica permitió la actualización de the roman curia and the Chilean Church across the city.
la Iglesia y la transmisión de aspectos doctrinarios, noticias It also allowed the Archbishopric of Chile to give its
de la curia romana y de la iglesia chilena y rápidamente se public opinion about different national and
convirtió en un espacio a través del cual el Arzobispado de international matters becoming in a recognized place of
nuestro país entregaba su opinión respecto a distintas cultural exchange for catholics. La Revista Católica was
situaciones de contingencia nacional e internacional. La the main media of the Chilean Church during the 19th
Revista Católica fue el principal medio de difusión de la century and provides us its main views of what was
Iglesia chilena durante el siglo XIX y a través de ella se occurring at the time.
puede obtener parte importante de su visión de mundo.
KEY WORDS: Maritime Trade – Protectionism –
PALABRAS CLAVE: prensa – Iglesia Católica – siglo XIX Free Trade – Political Organization
– arzobispado.

Para citar este artículo:

Garcia, Pablo. “La importancia de la prensa en el siglo XIX en Chile. La Revista


Católica como fuente histórica y como el periódico defensor de la Iglesia (1843-
1874)”. Revista Notas Históricas y Geográficas, 18(1) marzo –agosto 2017: pp. 99-115.

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1- INTRODUCCIÓN

El siglo XIX tras la Independencia nacional se caracterizó por la conformación


de una nueva clase política y nuevas instituciones, integrando nuevos actores y roles.
Las relaciones entre éstos al interior del recién nacido aparato estatal comenzaron a
tener nuevas formas y en torno a ellas se comenzaron a propugnar diferentes luchas
por acceder al poder y a las cuotas de éste que le correspondían a cada sector. Uno
de los actores relevantes del período y con una estrecha relación con el Estado fue la
Iglesia Católica, la cual debió enfrentarse a esta nueva organización interna de la
naciente nación, poniéndose en cuestionamiento permanente por parte de diversos
sectores y actores de la sociedad, su rol y su poder.

Estos sucesivos cuestionamientos, inspirados por las corrientes laicistas


europeas que tímidamente empezaron a tener influencia entre algunos círculos
intelectuales en nuestro país, comenzaron a aparecer y a causar conflictos entre el
actuar de la Iglesia y el del Estado, en medio de una relación caracterizada por la
herencia colonial española, donde priman los derechos de patronato y el regalismo,
que sobrevivieron y se adaptaron a la nueva realidad posterior a la Independencia
nacional.

La relación de la Iglesia con el Estado desde la emancipación de Chile hasta el


gobierno de Manuel Bulnes se caracterizó principalmente por las coincidencias y
apoyo mutuo entre ambas instituciones respecto a determinados temas de la
sociedad y la cultura, amparado además por el derecho a patronato y el cobro del
diezmo, estipulado en la propia Constitución Política de 1833.

2- RELACIÓN IGLESIA – ESTADO EN CHILE

Pese al resguardo jurídico en el que se ampara el poder de la Iglesia, para la


década siguiente “el principio de legitimidad del sistema político se había secularizado,
era jurídico y no religioso y si bien la unanimidad católica parecía resguardada con la
catolicidad del Estado, la religión entraría a formar parte de los temas debatibles en el
contexto de un espacio público embrionario”1.

1
Iván Jaksic y Sol Serrano, “El gobierno y las libertades. La ruta del liberalismo chileno en el siglo
XIX”, Estudios Públicos 118 (2010): 75.

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La primera mitad del siglo XIX en Chile se caracterizó por la ampliación del
acceso a la imprenta – llegada recién en 1811 – lo que permitió la impresión y
posterior publicación de diversos textos que comenzaron a circular entre la
población. Las décadas siguientes a la inauguración de la prensa escrita nacional –
con “La Aurora de Chile” en 1811 – se caracterizó porque “la circulación de libros
importados fue más intensa, así como la impresión de publicaciones locales y la
extensión de la prensa permitió una importante ampliación del debate”2.

El surgimiento de grupos abiertamente partidarios de un Estado laico y


donde se relegara a la Iglesia Católica a cumplir el rol de una institución menos
empoderada dentro de nuestro país, comenzaron a tomarse la agenda política. La
aparición de sectores abiertamente contrarios al estado confesional bajo el cual se
encontraba Chile, además de las numerosas atribuciones y regalías políticas y
económicas de las que gozaba la institución clerical, comenzaron a producir roces
entre partidarios y contrarios a la Iglesia Católica, situación que en un corto período
pasó desde los círculos sociales hasta atrevidas discusiones al interior del
parlamento.

Ya en la década de 1840, surgió una nueva generación que, “desde la tribuna


otorgada por la prensa, pudo polemizar largamente sobre el destino que tenía que
forjarse para la república, las instituciones que debían conducirla y la nación que debía
surgir de ellas en el tiempo” 3. La fundación de movimientos como la “Sociedad
Literaria” en 1842, compuesta por connotados intelectuales influenciados por la obra
en Chile del español José Joaquín Mora y bajo la dirección de José Victorino
Lastarria, puso en la palestra nacional la influencia de las ideas europeas y
fundamentalmente francesas en nuestro país. Este conjunto, conformado
fundamentalmente por alumnos de cursos superiores del Instituto Nacional, tuvo
como propósito “reaccionar contra la tradición cultural española (“El progreso
consiste en despañolizarse”, dice Bilbao) y fijar los ojos en los modelos que llegan de
Francia. Esta postura, no sólo queda en el campo literario, donde se destacan varias
figuras de mérito, sino que trasciende al orden político, creando en la juventud un
anhelo cada vez más persistente de implantar en el país las doctrinas del liberalismo
francés”4. Sin duda, dentro de este conjunto de ideas, la consolidación de un estado
republicano y laico era parte de las consignas que protagonizaban los idearios de

2
Jaksic y Serrano, El gobierno y las libertades, 76.
3
Ana María Stuven, “La vida política,” en Chile. La construcción nacional (España: Fundación
MAPFRE, 2013), Tomo II, 37.
4
Jaime Eyzaguirre, Historia de las instituciones políticas y sociales de Chile (Chile: Editorial
Universitaria, 1986), 106.

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este grupo. Los preceptos de la sociedad liberal que buscaba imponerse en el ideario
nacional se fundamentaban en que “el laicismo liberal (que) sostenía que la ciencia
era la única palanca capaz de promover el progreso y el bienestar de los pueblos” 5.
La existencia de estos grupos y círculos intelectuales, también como
influencia de las obras de Mora en su paso por nuestro país, comenzaron a
vislumbrar los atributos de la prensa y la folletería para la difusión de sus ideas
políticas. Los sectores partidarios de una separación clerical-estatal comenzaron a
difundir sus ideas a través de folletos y la edición de pequeños libros en los que se
exponían detalladamente sus intenciones. La década de 1840 se caracterizó por el
aumento de periódicos, situación que coincide con las críticas que le formulan los
grupos liderados por José Victorino Lastarria y Francisco Bilbao al gobierno de
Manuel Bulnes.

Las ideas y demandas por imitar el modelo republicano y laico francés


motivaron a que estos círculos comenzaran “a manifestar públicamente sus críticas al
régimen fuertemente presidencialista que imperaba en el país, y a sentar las bases de
un ideario ilustrado, que buscaba ampliar los grados de libertad de la sociedad” 6. Ello
se tradujo en la fundación de nuevos periódicos y revistas que vinieron a exponer y a
confrontar diversas opiniones respecto al quehacer nacional y a los cambios políticos
que debían llevarse a cabo. Entre los nuevos medios de prensa escrita destacaron la
creación de El Semanario de Santiago y de El Progreso en 1842 – este último bajo la
dirección de Domingo Faustino Sarmiento y el primero de publicación diaria – y de
El Crepúsculo en 1843, que vinieron a complementar la labor que ejercía El Mercurio
de Valparaíso surgido en 1827.

3- LA IMPORTANCIA DE LA PRENSA ESCRITA EN CHILE Y LA REVISTA


CATÓLICA

Desde la década de 1840 y los años siguientes, la prensa comenzó a jugar un


rol fundamental en el quehacer nacional, a través de la exposición de los idearios
políticos en una sociedad cuyo “eje principal de la discusión se desarrolló entre
quienes defendían una sociedad basada en los principios del catolicismo y los
partidarios de una liberal y secularizada”7, teniendo la prensa como objetivo central
el “intentar influir en las conciencias y acciones de los lectores” 8. Si bien la Iglesia

5
Marciano Barrios, La Iglesia en Chile (Chile: Ediciones Pedagógicas, 1987), 75.
6
Patricio Bermedo, “Usando las armas del adversario. Prensa e Iglesia en el Chile del siglo XIX,”
Cuadernos de Información 19 (2006): 103.
7
Ibíd.
8
Ibíd.

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chilena había publicado dos boletines con cierta vocación confrontacional en la


década de 1820 – El Observador Eclesiástico y El Pensador Político-religioso – estos
no prosperaron.

Desde la Iglesia Católica por su parte, “desde 1843, con la muerte del primer
arzobispo de Santiago y la fundación de La Revista Católica, se percibe un cambio en la
actitud del clero respecto al Estado. La posición regalista de muchos sacerdotes cede el
paso a una gradual actitud de lucha por la obtención de la independencia de la Iglesia
frente al poder civil”9. Las dos posiciones existentes al interior de la institución
católica – quienes buscan independencia respecto al aparato estatal y quienes no –
pusieron a la Iglesia en una incómoda posición, la que además debió afrontar los
diversos cuestionamientos desde sectores vinculados a la política. La prensa escrita
se convirtió rápidamente en un exitoso medio de difusión de sus ideas, en un
contexto en donde “la jerarquía eclesiástica, que miraba con la mayor simpatía al
grupo político de los conservadores, presentaba en las páginas de La Revista Católica
al regalismo como una herejía perniciosa. Por eso mismo, postuló la religión católica
como fundamento del orden sociopolítico”10.

La Iglesia Católica, flanco de las críticas para el período, recibe permanentes


ataques a través de la prensa escrita, donde no solo se cuestiona su poder
económico, su participación en la conducción del país y su verdadero rol en la
sociedad, sino además la realidad de los dogmas y creencias en los que se sustenta.

La Iglesia, vinculada en el campo de las letras a través de la impresión de


libros, catecismos y devocionarios, comenzó a ver en la prensa una forma de difundir
su evangelización entre la población, abriéndose “al clero y en general a la Iglesia un
campo nuevo completamente inexplorado, de una vena inagotable y de un mayor
compromiso con su ámbito cultural. La prensa escrita permitía unir la fecundidad
doctrinal de la Iglesia la capacidad de asimilar y encausar el caudal de vida y
acontecimientos presentes en los inicios de la joven nación chilena y en los posteriores
pasos de su historia”11.

Ante estos cambios que vivía la sociedad chilena y “ante el desarrollo de las
ideas liberales no dejó de alarmarse la Iglesia, y para hacer frente apareció, desde el 1°
de abril de 1843, La Revista Católica como expresión del ultramontanismo

9
Barrios, La Iglesia en Chile, 69.
10
Ibíd.
11
Antonio Rehbein., “La Revista Católica durante el siglo XIX,” La Revista Católica, 1981, 7.

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batallador”12. Fue así como desde 1842 se comenzó a gestar la idea de la creación de
un periódico propio donde se incluyera doctrina y reflexión que permitiera el
acercamiento de los fieles a la enseñanza católica, naciendo así un año después, el 1
de abril de 1843, La Revista Católica, que más tarde llegó a convertirse en una de las
publicaciones religiosas de mayor duración e importancia en contenido de América
Latina13. El periódico eclesiástico fue fundado “en una coyuntura crucial de la cultura
chilena en la cual se constituye y expresa una nueva generación cuyas preocupaciones
intelectuales no se situaban en el dominio religioso y que se mostraba abierta a la
recepción del romanticismo y del liberalismo principalmente de origen francés” 14.

El período coincidió con la llegada de una de las principales figuras de la


institución durante el siglo XIX, el presbítero y posterior arzobispo de Santiago,
Rafael Valentín Valdivieso, quien fue uno de los principales impulsores y director
fundador de la publicación. Colaboraron también los sacerdotes José Hipólito Salas y
Joaquín Larraín, con quienes Valdivieso redactó los primeros artículos y con quienes
posteriormente tuvo la tarea de redactarlos. El equipo editor de La Revista Católica
estuvo conformado “con la flor y nata intelectual de la cultura eclesiástica del siglo
XIX chileno”15, entre quienes se encuentra, además de los presbíteros ya
mencionados, Francisco y Casimiro Vargas Fontecilla, Justo Donoso, Miguel María
Güemes, José Ignacio Víctor Eyzaguirre, Vitaliano Molina, Manuel Orrego, Pablo
Antonio Torres, Rafael Fernández Concha y Crescente Errázuriz 16.

Valdivieso, tras su destacada labor a cargo del periódico religioso, una vez
asumido su cargo arzobispal, le dio vital importancia a la publicación, destinando
recursos para su consolidación y crecimiento. Valdivieso más tarde fue protagonista
de las principales disputas entre la Iglesia Católica y el Estado, mostrándose
abiertamente contrario a la separación entre ambas instituciones y a la limitación del
poder eclesiástico que diversos sectores buscaron aminorar durante su arzobispado.

Debido a que la Iglesia no poseía ningún otro periódico, La Revista Católica se


convirtió rápidamente en su medio de defensa y de combate frente a quienes se
mostraban contrarios a la institución. Ya en su tercer número publicado en 1 de
mayo de 1843 agregó el subtítulo de “Periódico, Filosófico, Histórico y Literario”,

12
Ricardo Donoso, Las ideas políticas en Chile (Argentina: Editorial Universitaria de Buenos Aires,
1975) 165.
13
Ibíd., 7.
14
Sol Serrano, Universidad y Nación. Chile en el Siglo XIX (Chile: Editorial Universitaria, 1994) 91.
15
Gabriel Cid, Gabriel, “La Revista Católica: prensa, esfera pública y secularización en Chile (1843-
1874),” Mapocho. Revista de Humanidades 71 (2012): 138.
16
Ibíd.

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mostrándose abiertamente como un medio de prensa abiertamente defensor de la


Iglesia y que además de su faceta evangelizadora y doctrinaria, estaba abierta a
enfrentar la discusión por escrito de la contingencia nacional, situación a la que se
enfrentó por décadas con los principales periódicos como El Mercurio, El Araucano,
El Comercio y El Ferrocarril, cuyas polémicas se agudizaron en los momentos de
mayor tensión política entre el Estado y la institución eclesiástica.

La Revista Católica fue tomando más valor como periódico con el paso de los
meses pues sus secciones, que fueron sufriendo transformaciones con el paso de los
años, dejaban un extenso espacio para el comentario del acontecer interno de la
Iglesia a nivel local, lo cual servía para estar al tanto de las diversas celebraciones
religiosas que tenían lugar en la ciudad de Santiago. Además el periódico se
caracterizó por ofrecer ávidos comentarios respecto a las más recientes encíclicas y
documentos vaticanos que llegaban – con un importante desfase temporal – a
nuestro país, gozando de ser el medio más “inmediato” para estar al tanto de la
reflexión catequética de la curia romana.

Considerando la relevancia como institución de la que disponía la Iglesia


Católica y del fuerte rol que desempeñaba la ferviente religiosidad existente entre la
sociedad nacional, el periódico – que surgió tímidamente con pocos suscriptores –
fue ganando en poco tiempo un espacio de lectura obligada entre quienes
practicaban la religión católica y a su vez manifestaban su devoción en las diversas
instancias que un país de marcada religiosidad como el Chile del siglo XIX ofrecía.

Además de servir como una vocería escrita para la Iglesia en la tarea pastoral y
evangelizadora, “La Revista Católica también buscaba, como segundo pilar de su
labor, uniformar la opinión de los religiosos en “aquellas materias que el párroco debe
hallarse suficientemente versado”. Al mismo tiempo, perseguía metodizar la
información administrativa eclesiástica, debiendo enmarcarse la creación de esta
publicación dentro de las políticas centralizadoras de la Iglesia chilena llevadas a cabo
por la labor de Rafael Valentín Valdivieso”17.

La Revista Católica respecto a su estructura se mantuvo sin grandes cambios


durante sus poco más de tres décadas de vida, aparte de que entre 1843 y 1852 su
publicación era cada quince días y entre 1852 y 1874 comenzó a ser semanal. La
publicación se caracterizó por poseer aproximadamente ocho páginas divididas en
dos columnas verticales. Su primera sección hacía referencia a temas vinculados a
Derecho Canónico que buscó a través de un lenguaje más coloquial y de

17
Cid, La Revista Católica, 137.

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comprensión más fácil permitir el acceso de toda la sociedad a vincularse con estos
temas e incentivar la relectura de los grandes maestros en la materia.

Esta primera parte sufrió algunas alteraciones de contenido al preferirse


utilizar los primeros espacios para comentar situaciones coyunturales en las que la
Iglesia generalmente usó para defenderse de cuestionamientos. Una segunda sección
estaba dedicada a la instrucción de sacerdotes y especialmente párrocos respecto a
cómo debían actuar en determinadas materias, entre las que se incluía el contacto
con los feligreses, la enseñanza, la convivencia al interior de las comunidades, entre
otras. Una tercera sección se enfocaba en la literatura, presentándose comentario y
fragmentos de autores clásicos y especialistas en ciencias sagradas, con el fin de
evangelizar de una forma más académica al prelado y a los devotos. Y una cuarta
sección que se dedicó a la divulgación de información del quehacer de la Iglesia y a
acontecimientos particulares que habían tenido lugar durante el período de edición
de la publicación.

Durante su funcionamiento, el periódico integró nuevas secciones que no


perduraron en el tiempo como la sección de Ciencias Sagradas o una parte final en
que informaba y comentaba el acontecer de las diócesis fuera de Santiago.
Cabe destacar que hay ciertos ejemplares que se enfocaron exclusivamente en
acontecimientos relevantes que afectaron a la Iglesia Católica, como ocurrió con el
n°4 del 15 de mayo de 1843 y el n°5 del 1 de junio de 1843 cuyas publicaciones se
avocaron en el fallecimiento del arzobispo Manuel Vicuña, cubriendo prácticamente
la totalidad de los ejemplares con artículos que lamentaban esta pérdida para la
institución.

De este medio de prensa escrita oficial de la Iglesia – La Revista Católica – es


posible distinguir varios periodos respecto a su vocación como medio de divulgación
de las ideas clericales de nuestro país. Casualmente poco antes del fallecimiento del
entonces Arzobispo Manuel Vicuña, en abril de 1843, se imprime el primer número
de La Revista Católica. En su primera plana subtitulada con la palabra “Prospecto”,
los autores de la publicación presentan a sus lectores los objetivos a los que aspiraba
proyectar en cada una de sus futuras ediciones.

Entre sus finalidades se encontraban que La Revista Católica “se ponía al


servicio de las buenas relaciones de los estados católicos con su religión y también al
de una buena administración eclesiástica. A continuación pasaba a mostrar su
disposición a favor de los párrocos, a los cuales les proporcionaría orientación y
formación sobre sus deberes y sobre las facultades de que se hallaban investidos.
Después, para incrementar el nivel intelectual del clero y estimular la juventud, la

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revista analizaría autores clásicos y nuevos en las ciencias sagradas y publicaría


artículos referentes a la historia eclesiástica universal y chilena. En esta misma línea
daría acogida a “las composiciones sobre literatura eclesiástica que pueden contribuir
a formar el buen gusto de los que se dedican a tal carrera en la Iglesia”. Finalmente se
incorporarían noticias sobre los acontecimientos eclesiásticos más relevantes y
también tendrían un lugar destacado las disposiciones de los obispos”18.

Estos elementos integró la primera publicación de La Revista Católica. En


general estas secciones respondieron al modelo de la estructura central de la
publicación durante todo su primer período de publicación por poco más de tres
décadas ininterrumpidas al servicio de la Iglesia Católica.

4- ETAPAS DE LA LÍNEA EDITORIAL DE LA REVISTA CATÓLICA

El primer período se caracterizó por una postura tímida respecto a la defensa


de la Iglesia y por una conformación de estructura de formato que se mantuvo sin
alteraciones importantes durante sus siguientes décadas de vida. La lejanía de la
política y de temas fuera de los exclusivamente pastorales fue una de las intenciones
que más trató de mantener la línea editorial en sus primeros años. Este propósito y
tal como se explicitó en la primera publicación, donde se manifestó que “desde luego
hacemos saber que queremos conservar a toda costa la calma serena e imparcial con
que deben tratarse asuntos de esta clase, y que jamás nos mezclaremos en discusiones
políticas que puedan afectar a partidos ni publicaremos inculpaciones de algún género
que envuelvan personalidades: fuera de estas únicas excepciones, daremos la mejor
acogida a cuanto se nos dirija se nos dirija con relación a la moral, la religión,
beneficencia pública y demás objetos que nos proponemos tratar” 19.

Esta primera etapa se fundamentó en la intención que tenía la Iglesia y que


era la principal motivación del propio Rafael Valentín Valdivieso de aumentar la
difusión del evangelio y de la doctrina católica al clero y a los feligreses. La
dispersión de las distintas obras religiosas en el país, inclusive dentro del mismo
Santiago, y la dificultad para hacer llegar contenido teórico y educativo a las
parroquias, ponía en una complicada situación a los sacerdotes, quienes muchas
veces no recibían formación más allá de la que habían cursado al inicio de su obra
sacerdotal.

18
Rehbein, La Revista Católica durante el siglo XIX, 8.
19
Editores, “Prospecto,” La Revista Católica, 1 de abril de 1843, 1-2.

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Adicionalmente, en un contexto en que la Iglesia comenzó a ser fuertemente


cuestionada por algunos sectores, se ve en La Revista Católica un medio para
mantener al tanto al clero y a los fieles respecto de cómo deben actuar y en qué
deben creer en torno a las nuevas doctrinas y pensamientos liberales que comienzan
a llenar el ideario de diversos círculos intelectuales.

El nacimiento de este período eclesiástico tiene dentro de sus objetivos el


lograr que “el clero constituyese un cuerpo organizado que se apoyara en una
comunidad de pensamiento, de doctrina y de valorización de sí mismo, y que esto fuese
patrimonio de todos los componentes del clero chileno”20.

Al equipo inicial de poco más de cuatro sacerdotes a cargo de la escritura de


los artículos que componen los primeros números del periódico, se irán sumando
nuevos redactores, consolidándose la publicación como un medio de gran relevancia
al interior de la institución católica y también entre sus fieles que comenzarán a
suscribirse al periódico, permitiendo además la sobrevivencia económica de éste.
La década de 1840 – que como ya se señaló, se caracterizó por el surgimiento
de círculos intelectuales liberales y por la consolidación de los periódicos como un
medio de activa difusión de ideas – fue obligando poco a poco a La Revista Católica a
manifestar su postura respecto a temas que no necesariamente estaban vinculados a
la doctrina católica, comenzando a manifestar su opinión respecto a la coyuntura
política y a defenderse de sus primeros detractores directos.

La pujante prensa que nació en la época comenzó a “difundir ideas de y


doctrinas, provenientes de Europa, de corte liberal y positivista, las cuales dieron paso
a una actitud cada vez más contraria a la Iglesia y a su papel en la sociedad chilena de
la época”21. Ante la inexistencia de otra publicación a través de la cual la Iglesia
Católica pudiese manifestar su opinión o su defensa, La Revista Católica se convirtió
en el portavoz del clero en estas materias, planteando “en diversos momentos que la
prensa liberal pretendía “operar un cambio en las ideas” del pueblo católico” 22.

La Revista Católica nacía como el primer órgano de comunicación propia de


la Iglesia chilena, y si bien dentro sus motivaciones iniciales no se encontraba la
participación del medio escrito en los debates de ideas, el periódico terminó
actuando “como una repuesta oportuna y previsora a una suerte de atmósfera cultural
de indiferencia religiosa, diseminada a través de la prensa, que la alta jerarquía de la

20
Rehbein, La Revista Católica durante el siglo XIX, 8.
21
Rehbein, La Revista Católica durante el siglo XIX, 9.
22
Bermedo, Prensa e Iglesia en el Chile del siglo XIX, 103.

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Iglesia Católica en Chile consideró entonces preocupante para el presente y futuro del
país”23 actuando entonces como un canal de comunicación de defensa de las ideas
católicas y de instrucción para sus fieles.

En este primer período además se consolida la vocación de La Revista Católica


por la publicación de los decretos y documentos oficiales que vinieran desde la Santa
Sede y desde el Arzobispado de Santiago, a fin de que su difusión permitiera que
llegase a manos del prelado y de los feligreses chilenos. Se puso especial énfasis en
“la oratoria sagrada, las conferencias religiosas y las ciencias sagradas”24 con la
intención de que este material le permitiera a los párrocos nutrir sus homilías y
comentarios religiosos y de esta manera llegasen también a los fieles y con el “ fin
pues de que la sociedad no pierda una sola de las inmensas ventajas que la religión
ofrece, es preciso explotar con tesón este rico minero, y presentar a la vista de todos las
necesidades morales más imperiosas del país”25.

Ya cuando la publicación llevaba poco más de un año en circulación, en su


edición número 50 se presenta una retrospectiva respecto a cómo el periódico debió
publicitar el rol positivo y activo de la religión católica en la sociedad chilena,
indicándose que ciertos grupos cuestionaban esto y que la revista, a través de su
defensa de la fe y el dogma católicas, indicando que “había pues un vacío en las
producciones de la prensa chilena: el deseo de llenarlo y de prestar un servicio a
nuestra patria nos decidió a crear la Revista Católica” 26.

Con el avance de la década de 1840 se comenzó a producir forzosamente que


el periódico católico comenzara a entrar en la arena política y coyuntural, llegando
más allá de lo pastoral que había motivado el nacimiento de la revista. Sin embargo,
esta lenta intromisión de la publicación en el comentario del acontecer nacional que
caracterizó esta primera etapa y ante los constantes ataques y cuestionamientos a la
Iglesia, motivaron a una segunda etapa de La Revista Católica, caracterizada por la
defensa permanente de la institución religiosa.

Un segundo período de la publicación canónica se dio a partir del año 1847,


momento desde el cual La Revista Católica se consagró como el vocero político y
como medio defensor de la Iglesia tras la asunción al puesto arzobispal de Rafael
Valentín Valdivieso. Su ascenso al máximo puesto eclesiástico del país a cargo de la

23
Ibíd.
24
Ibíd.
25
Editores, “Prospecto,” La Revista Católica, 1 de abril de 1843, 1.
26
Editores, “La Revista Católica en los años de 43 y 44,” La Revista Católica, 31 de diciembre de 1844, 7.

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arquidiócesis de Santiago, le permitió poner en práctica desde dicha magistratura las


ideas que había pregonado durante los años anteriores a través de las letras de los
artículos redactados en La Revista Católica.

Además de esto, Valdivieso puso al servicio del diario todos los recursos que
fueran necesarios y que estuvieran a su alcance, “comprendió la gran necesidad, puso
todo su celo al servicio de esta obra; i aunque en la época que ocurría era esta una
empresa de romanos por la escasez de recursos i medios de llevarla a cabo, asociado
con unos cuantos operarios, celosos como él, puso el hombro a la obra i la sacó avante.
La Revista Católica fue el fruto de sus conatos y desvelos” 27.

El ascenso de monseñor Valdivieso se tradujo en el período más activo de la


publicación, considerando además que los años siguientes a su consagración
arzobispal se caracterizaron por los férreos enfrentamientos entre Iglesia y Estado.
Valdivieso utilizó a la revista como el medio a través del cual divulgar sus ideas y
defender la independencia de la Iglesia y el derecho de la institución respecto a sus
bienes y facultades en el nombramiento de autoridades, participación en la
educación, entre otros. La Revista Católica “no solo fue para el señor Valdivieso un
palenque donde defendió como escritor los altos intereses de la Iglesia, sino también el
periódico oficial del Arzobispado durante el largo período de su gobierno”28

Un tercer período se dio en torno al episodio llamado por la historiografía


como “Cuestión del Sacristán” en donde La Revista Católica vino a confirmar su
ahora nueva vocación editorial de defensa permanente de la Iglesia. En su edición
n°579 del 4 de abril de 1859, tras haber estado sin publicar desde el 29 de enero del
mismo año, el periódico que retomó su impresión semanal consagra su nueva
posición a través de una dura editorial titulada “Nuestros deseos”.

En ella, donde justifica su silencio por dicho periodo debido un cambio de


imprenta y a las vacaciones del equipo que trabaja en su edición, hace referencia a
“las tristes circunstancias en que el país se ha encontrado; durante las cuales
absorbida la atención por los acontecimientos políticos, poco interés podían tener para
la generalidad de los lectores los artículos de un periódico puramente religioso, no
siendo asimismo pocos los que no podrían leerlo por su ausencia”29, acentuando que
“solo protestamos que más que nunca deseamos consagrarnos a promover los

27
Rodolfo Vergara, Vida i obras del Ilustrísimo i Reverendísimo Señor Doctor don Rafael Valentín
Valdivieso, segundo arzobispo de Santiago de Chile (Chile: Imprenta Nacional, 1886) Tomo I, 125.
28
Rodolfo Vergara, Vida i obras del Ilustrísimo, 125.
29
Editores, “Nuestros deseos,” La Revista Católica, 4 de abril de 1859, 1.

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intereses religiosos en nuestra querida patria; porque más que nunca estamos
convencidos que al desarrollo i predominio del elemento religioso se halla vinculado el
porvenir de Chile (…) fuera de las vías católicas no puede haber orden ni libertad para
las naciones”30, haciendo directa alusión a la preponderancia que cumple la Iglesia
Católica en el quehacer nacional y dejando en evidencia su interés por defender a la
institución y sus dogmas en este período de marcada tensión y enfrentamiento entre
laicistas y conservadores.

A lo anterior, la citada editorial agrega: “En la presente crisis política porque


está pasando nuestro país, la religión esta llamada a hacer un importante papel.
¿Quién sino ella podrá unir los corazones divididos por las pasiones políticas?”31. Se
consolida un período de la publicación caracterizado por acentuar la vocación de La
Revista Católica como promotora de los intereses religiosos en el país que había sido
cultivada en los últimos años, pero además tomó una posición marcada y beligerante
respecto a la crisis de 1859, explicitando que solo a través de la validación del rol de
la Iglesia Católica en la sociedad chilena, el país estaría en paz y en buen camino
hacia el porvenir, según se señala en la misma polémica edición de abril del año ya
señalado.

La Revista, que ya llevaba dieciséis años ininterrumpidos vigentes, acentuó su


llamado a “defender la causa de Dios, que se entendía como la defensa de la presencia
y vigencia de los valores cristianos en la sociedad chilena” 32, situación que halla en la
crisis de 1859 uno de sus momentos más críticos. La Revista Católica mediante esta
situación vino a consolidarse como el vocero de la institución eclesiástica chilena,
ampliando sus fronteras su tarea más allá de la evangelización y participando de la
arena política y coyuntural del país.

Tras este acontecimiento que se extendió hasta los primeros años de la


década de 1860 – y cuyos efectos tuvieron profundas repercusiones en el acontecer
político de Chile – La Revista Católica entró en una etapa, posible de distinguir como
el tercer y último período de las primeras tres décadas de publicación
ininterrumpida que tuvo el periódico. Tras su consolidación como un medio de
prensa partícipe de la coyuntura política nacional y de marcada defensa eclesiástica,
La Revista se fue convirtiendo además en el corto tiempo en una suerte de vocería
del Partido Conservador.

30
Ibíd.
31
Ibíd..
32
Rehbein, La Revista Católica durante el siglo XIX, 10

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Para tomar distancia de esta situación y evitar así una escalada de la tensión
entre laicistas liberales y conservadores en donde la Iglesia estuviera involucrada,
monseñor Valdivieso, a través de la labor del presbítero José Joaquín Gandarillas,
fundó un nuevo periódico llamado El Independiente y que pretendía separar a través
de dos acuerdas la tarea evangelizadora y pastoral de la Iglesia y la defensa política
de ésta como institución. La fundación de este nuevo medio de prensa escrita se
realizó con el fin de que éste “participase activamente en la vida política de la nación y
fuese un portavoz, confiándolo a la responsabilidad de los católicos”33.

El surgimiento de El Independiente permitió que a través de un equipo


editorial conformado por periodistas de oficio, católicos laicos y miembros del clero,
la Iglesia en conjunto con los conservadores, tuvieran mayor libertad y presentaran
un lenguaje más severo a la hora de comentar la situación política en medio de una
década caracterizada por la fuerte tensión entre liberales y conservadores
sustentados en una lucha religiosa. Esto tuvo fuertes repercusiones en el papel que
jugaba La Revista Católica, que pasó de ser el canal oficial de difusión de la Iglesia en
medio de estas pugnas, a retomar sus motivaciones iniciales vinculadas
exclusivamente a materiales eclesiásticas, volviendo a ser un diario más bien
enfocado al clero y ya no tan marcadamente de la población católica y conservadora
del país.

Ésta situación inició un período de marcada decadencia para La Revista ante


lo cual se tuvieron que tomar medidas que si bien fueron efectivas al inicio de su
aplicación, no hicieron más que alargar la agonía de un periódico que había perdido
el principal atractivo para sus lectores. Entre los cambios realizados, Monseñor
Valdivieso colocó a cargo de la revista al recientemente ordenado presbítero y
sobrino, Crescente Errázuriz, quien estuvo en el cargo directivo hasta el cierre del
periódico en 1874. La tarea de redacción de los artículos fue compartida entre
Errázuriz, Joaquín Larraín Gandarillas y Rafael Fernández Concha. La conformación
de este nuevo equipo también significó una menor intervención del arzobispo
Valdivieso.

Durante la década en que estuvo a cargo Errázuriz, a la par de que El


Independiente se consolidó como periódico, la publicación entró en una marcada
decadencia, debatiéndose entre la vida y la muerte. El sustento de su sobrevivencia
se fundamentó en dos motivos. El primero “estuvo en que era el medio para
uniformar las opiniones del clero sobre cualquier asunto de importancia” 34, además

33
Ibíd., 11.
34
Rehbein, La Revista Católica durante el siglo XIX”, 11.

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que La Revista Católica se mantuvo como “la expresión del pensamiento rector del
arzobispo (Valdivieso), y, como tal, debía mirársela” 35.

Y el segundo motivo coincidió con que al poco tiempo el clero perdió el


control de la línea editorial de El Independiente, convirtiéndose en un medio
plenamente portavoz del Partido Conservador. Ante esta situación, y sin ánimos de
retornar a un mal uso de La Revista Católica, se decidió implementar una nueva
publicación a cargo del propio Crescente Errázuriz, pero sin la participación de
Larraín Gandarillas.

Este nuevo periódico contó con el apoyo de Valdivieso y vio la luz el 20 de


julio de 1874 bajo el nombre de El Estandarte Católico, obligando al cierre de La
Revista Católica que emitió su último ejemplar, n° 1300, el 11 de julio de ese año. Se
cerraba así una publicación que había permanecido continua por treinta y un años y
que había servido para la exposición del pensamiento de la Iglesia y la difusión de
sus ideas y dogmas. La publicación volvió a publicarse en 1892, pero con una
vocación distinta a la que había llevado adelante y tomando distancia de la labor que
llevaba entonces El Estandarte Católico.

6- CONCLUSIONES

Es posible observar entonces que La Revista Católica, presentando distintos


períodos durante sus primeras tres décadas de circulación, responde a las
necesidades de difusión de la Iglesia Católica en el marco de un período
caracterizado por los cuestionamientos respecto al rol social que jugaba esta
institución en el acontecer político y social de la nación. La relevancia que comenzó
a ocupar la prensa en el recientemente independizado país, situación motivada por
la llegada de nuevas imprentas y de revolucionarias ideas europeas respecto a la
república y su laicismo, obligaron a que la institución católica también buscara un
medio de comunicación con sus párrocos y feligreses a través del cual exponer su
doctrina, evangelizando y educando a la par de que utilizó esta nueva tribuna para
hacer frente a las críticas que con el paso de los años fueron creciendo en número y
agudizándose en contenido.

Si bien, como ya se ha señalado, La Revista Católica afirmó en sus primeras


ediciones que no se involucraría en temas ajenos a su labor pastoral, “era inevitable

35
Ibíd.

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que lo hiciera pues sus artículos eran recogidos por la prensa liberal y por tanto
escenario de importantes polémicas doctrinarias e ideológicas”36.

Dentro de su contexto, “más que marcar agenda de discusión pública,


La Revista Católica se caracterizó por su papel de refutadora oficial del liberalismo
chileno. Defender, desmentir, responder, objetar, cuestionar, impugnar, pero siempre
desde un sitial que se percibe como amenazado, son conceptos que explican la
estrategia periodística de la publicación religiosa hasta su desaparición”37. La Revista
Católica aportó en la divulgación de las enseñanzas de la doctrina, convirtiéndose en
un medio de gran aporte para la evangelización de los católicos en años en los que
destaca un país fuertemente religioso.

El periódico jugó un rol fundamental en la masificación del pensamiento


religioso y de la Iglesia nacional y romana, permitiendo una mayor cobertura de sus
ideas y la generalización de la postura de la institución frente a los nuevos desafíos
que debió afrontar durante la segunda mitad del siglo XIX, siendo clave en aquellos
episodios en que la lucha político-religiosa se tornó más aguda. En la actualidad, su
valor como fuente histórica yace en la posibilidad de reconstruir este período
histórico desde los distintos artículos escritos, convirtiéndose en una fuente
obligatoria para reconocer el patrimonio social de la Iglesia en la sociedad chilena
del siglo XIX y poder construir una visión global de los acontecimientos históricos
del período.

Bibliografía

Barrios, Marciano. 1987. La Iglesia en Chile, Chile: Ediciones Pedagógicas.


Bermedo, Patricio. 2006. Usando las armas del adversario. Prensa e Iglesia en Chile
del siglo XIX. Cuadernos de Información 19. 102-108.
Cid, Gabriel. 2012. La Revista Católica: prensa, esfera pública y secularización en
Chile (1843-1874). Mapocho. Revista de Humanidades 71. 137-155.
Donoso, Ricardo. 1975. Las ideas políticas en Chile, Argentina: Editorial Universitaria
de Buenos Aires. Editores, “La Revista Católica en los años de 43 y 44,” La
Revista Católica, 31 de diciembre de 1844.

36
Iván Jaksic y Sol Serrano, “El poder de las palabras: La Iglesia y el Estado liberal ante la difusión de la
Escritura en el siglo XIX,” Historia 33 (2000) 443.
37
Cid, La Revista Católica, 140.

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Editores, “Nuestros deseos,” La Revista Católica, 4 de abril de 1859.


Editores, “Prospecto,” La Revista Católica, 1 de abril de 1843.
Eyzaguirre, Jaime. 1986. Historia de las instituciones políticas y sociales de Chile,
Chile: Editorial Universitaria.
Jacksic, Iván y Serrano, Sol. 2000. El poder de las palabras: La Iglesia y el Estado
liberal ante la difusión de la Escritura en el siglo XIX. Historia 33. 435-460.
Jacksic, Iván y Serrano, Sol. 2010. El gobierno y las libertades. La ruta del liberalismo
chileno en el siglo XIX. Estudios Públicos 118. 69-105.
Rehbein, Antonio. 1981. La Revista Católica durante el siglo XIX. La Revista Católica.
Serrano, Sol. 1994. Universidad y Nación, Chile: Editorial Universitaria.
Stuven, Soledad. 1999. Chile. La construcción nacional, España: Fundación MAPFRE.
Vergara, Rodolfo. 1886. Vida i obras del Ilustrísimo i Reverendísimo Señor Doctor
don Rafael Valentín Valdivieso, segundo arzobispo de Santiago de Chile.
Chile: Imprenta Nacional. Tomo I.

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UNA EXPERIENCIA MICROCURRICULAR EN LAS PRÁCTICAS


PROFESIONALES CON EL APOYO DE LAS TECNOLOGÍAS DE LA
INFORMACIÓN EN LA CARRERA PEDAGOGÍA EN HISTORIA Y GEOGRAFÍA

MICROCURRICULAR EXPERIENCE IN PROFESSIONAL PRACTICES WITH THE


SUPPORT OF INFORMATION TECHNOLOGY IN THE CAREER EDUCATION IN
HISTORY AND GEOGRAPHY

José Cerpa López - María I. González Lagos


Universidad de Playa Ancha de Ciencias de la Educación
jose.cerpa@upla.cl - isa.gonzalez@upla.cl
Recibido el 21 de marzo de 2017 Aceptado el 11 de junio de 2017

RESUMEN ABSTRACT
Education of globalization, thanks to the connectivity
La educación de la globalización, gracias a la conectividad
provided by ICTs, demand that the future teacher mobilize
proporcionada por las TIC, demanda que el futuro profesor
digital skills, that foster inter-subjective and examination
movilice competencias digitales, que propicien el examen
of the pedagogical intervention and integration of
subjetivo e intersubjetivo de la intervención pedagógica y
disciplinary and pedagogical knowledge to create learning
la integración de los saberes disciplinarios y pedagógicos,
communities open, where students learn in networks, to
para crear comunidades de aprendizaje abiertas, donde los
solve problems of daily living autonomously and
estudiantes aprendan conformando redes, a resolver
collaboratively.
problemas de la vida diaria, de forma autónoma y
colaborativa.
KEY WORDS: Profesional Practice – Information
PALABRAS CLAVE: Práctica Profesional –
Technology and Communication – Digital
Tecnologías de la Comunicación y la Información
Competence – Globalization
(TIC) – Competencia Digital – Globalización

Para citar este artículo:

Cerpa, José &. González, María. “Una experiencia microcurricular en las prácticas
profesionales con el apoyo de las tecnologías de la información en la carrera
Pedagogía en Historia y Geografía”. Revista Notas Históricas y Geográficas, 18(1)
marzo –agosto 2017: pp. 116-125.

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“Lo esencial es traspasar los límites de la práctica inmediata o


puntual, para realizar una reconstrucción de ésta a partir del
análisis de la situación, del aprendizaje vivencial y experiencial y
también desde la reflexión que aporta la teoría. De este modo el
profesorado va construyendo y reconstruyendo un
conocimiento práctico.”1

Los entornos digitales y las nuevas tecnologías de la comunicación e


información, han producido un cambio notable en la valoración del conocimiento, el
manejo de la información y en las formas de aprendizaje. En este sentido, la
irrupción de nuevos medios, modos, estructuras y maneras de comunicarse y de
resolver problemas, han producido nuevos contextos y, en consecuencia, han
contribuido a generar cambios en las formas en que pensamos, escribimos, leemos y
buscamos soluciones a los problemas cotidianos.

Es así que, en el contexto de la Sociedad del Conocimiento, profesores y


estudiantes enfrentan nuevos desafíos, donde los dispositivos digitales involucran el
despliegue de habilidades complejas de adquisición y transformación del
conocimiento, así como el aprendizaje a lo largo de toda la vida y no de carácter
estanco ni monolítico. En este escenario, por lo tanto, requieren las habilidades de
aprender a aprender y del aprendizaje para la comprensión, que implican “la
capacidad de usar conocimientos, conceptos y habilidades en curso para iluminar
nuevos problemas o temas no previstos”.

La Sociedad de la Información en la que actualmente estamos insertos, obliga


a pensar y re-pensar la articulación necesaria entre el sistema escolar y el sistema de
educación superior en Chile. En efecto, los desafíos en el avance del conocimiento y
las tecnologías de la información y la comunicación, nos mueven hacia un escenario
de aprendizaje continuo a lo largo de toda la vida, donde el desarrollo de
competencias clave en estudiantes y profesores es fundamental, tanto para la
participación en las culturas de experticia como para el ejercicio de una ciudadanía
responsable: “Las competencias clave representan un paquete multifuncional y
transferible de conocimientos, destrezas y actitudes que todos los individuos
necesitan para su realización y desarrollo personal, inclusión y empleo. Estas
deberían haber sido desarrolladas para el final de la enseñanza o formación
obligatoria y deberían actuar como la base para un posterior aprendizaje como parte

1
Canabal, C. (2009). Los portafolios docentes y la e-portafolio en la autoevaluación del profesorado
universitario. Alcalá de Henares: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Alcalá.

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de un aprendizaje a lo largo de la vida”2. En este sentido, cobra relevancia pesquisar


en el ciclo terminal de la enseñanza superior, el nivel de desarrollo e incentivo de la
competencia digital, por su pertinencia en la verificación de competencias básicas,
fundamentales para seguir construyendo aprendizajes de calidad en diferentes
contextos formativos.

Es así que consideramos la siguiente definición de competencia digital como


“el uso confiado y crítico de los medios electrónicos para el trabajo, ocio y
comunicación”3. Estas competencias están relacionadas con el pensamiento lógico y
crítico, con destrezas para el manejo de información de alto nivel y con el desarrollo
eficaz de las destrezas comunicativas (DG Educación y Cultura UE). Vemos así, que
en ella convergen y están implicadas habilidades de comunicación y de pensamiento
complejo, vehiculados no sólo mediante diferentes medios, sino que también a
través de diferentes modos de expresión.

Resultan preocupantes los resultados de la prueba Inicia en el año 2011. En la


Prueba de Habilidades TIC`S, el 58% (1.679 jóvenes) de los egresados de Educación
Básica y de Educación Parvularia tienen habilidades TIC`S (Tecnologías de la
Información y Comunicación) en un nivel de desempeño aceptable y el 42% (1.232)
tienen habilidades TIC`S en un nivel de desempeño insuficiente.

Se desprende finalmente, a partir de este análisis, la necesidad de fortalecer


en nuestros estudiantes un espacio de convergencia y desarrollo de competencias,
que pueda orientar con evidencia relevante, propuestas y aplicaciones educacionales
en el ámbito de las Didácticas integradas entre diferentes niveles de educación.

En la formación inicial docente, nuestra Universidad se encuentra resolviendo


problemáticas, como la infra utilización de TICs y el desfase entre lo que aprenden
los futuros profesores y las necesidades reales de la clase. Para lograrlo, ha
implementado el proceso de innovación curricular, con especial énfasis en las
prácticas, que certifiquen ante el Estado, la comunidad y el mundo laboral, las
competencias profesionales de sus egresados. Una implicancia para el Eje de la
Práctica Profesional Pedagógica, consiste en examinar los requisitos de auto
formación docente y el empleo de TICs, bajo la perspectiva de la formación basada
en competencias instrumentales del Modelo Pedagógico institucional.

2
Comisión Europea 2006. Educación y Formación 2010.Recuperado el 15 de Diciembre de 2015 de:
http://www.educastur.princast.es/info/calidad/indicadores/doc/comision_europea.pdf
3
Comisión Europea 2004. Educación y Formación 2010.Recuperado el 15 de Diciembre de 2015 de:
http://www.educastur.princast.es/info/calidad/indicadores/doc/comision_europea.pdf

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La educación de la globalización, a partir de la conectividad lograda con TIC,


demanda la construcción de un aprendizaje autónomo, al mismo tiempo que
colaborativo. Este fenómeno, devino en la Teoría de Aprendizaje Conectivista, de
George Siemens y de Stephen Downes, según la que los individuos aprenden
conformando redes, cuya interacción provee información y retroalimentación, a
partir de las que construyen nuevos aprendizajes. Como consecuencia, en base a la
reflexión sobre el Marco para la Buena Enseñanza4, las Competencias y Estándares
TIC para la Profesión Docente5 y los Estándares Orientadores para Carreras de
Pedagogía6, desde el 1er Semestre del año 2015, la Facultad de Humanidades y el
Departamento de Prácticas, resolvieron implementar en línea la Asignatura Práctica
Profesional de la carrera Pedagogía en Historia y Geografía.

Se trata de una experiencia piloto de innovación pedagógica, al interior del


aula de la asignatura Práctica Profesional, con la finalidad que los estudiantes
valoren las posibilidades del uso de TIC en la constitución de redes, tanto en la
intervención educativa como en su futuro desempeño profesional, para propiciar el
aprendizaje autónomo y colaborativo.

La experiencia, proporciona evidencias de aprendizajes significativos en los


estudiantes, a partir del trabajo grupal realizado, a través de una situación
intencionada que les vincula con su responsabilidad académica. Entre las principales
actividades de innovación, se resolvió el uso de la plataforma Moodle, durante el
primer Semestre, mediante la capacitación del Laboratorio de Apoyo Didáctico
UPLA (L.A.D.), el auto aprendizaje a través de lecturas en línea y tutoriales de
Youtube y el intercambio de experiencias con académicos. El segundo Semestre,
comenzó a emplearse Google Drive, específicamente Drive Docs, donde los
estudiantes crearon carpetas con archivos de textos e imágenes y, al mismo tiempo,
las compartieron con sus compañeros de equipo, logrando redactar Diarios
Pedagógicos Reflexivos Virtuales, como evidencias del proceso de desarrollo y
término de productos en sesiones de clases. El proceso está en constante evaluación.

Desde esta perspectiva, dado lo transitorio del conocimiento, las habilidades


para: incrementar el conocimiento, reconocer las conexiones entre conceptos, usar

4
MINEDUC, Marco para la Buena Enseñanza. Santiago: Maval, 2008, pp. 39-42.
5
MINEDUC, Competencias y Estándares TIC para la profesión Docente. Santiago: Maval, 2011, pp. 14-
33.
6
MINEDUC, Estándares Orientadores para Carreras de Pedagogía en Educación Media. Santiago:
LOM, 2012, pp. 133-163.

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información actualizada y tomar decisiones sobre qué aprender y su significado,


resultan más importantes que lo que ya se sabe. Si el aprendizaje se produce
conectado con otros, el profesor requiere crear comunidades de aprendizaje abiertas,
donde los estudiantes aprendan a resolver juntos problemas de la vida diaria,
empleando los diversos recursos de TIC.

La plataforma Moodle y Google Drive, facilitaron que los estudiantes


examinaran el proceso de intervención pedagógica bajo un enfoque reflexivo,
subjetivo e inter subjetivo, conformando díadas y grupos de trabajo. Su interacción
sincrónica y asincrónica, entre sí y con los profesores, propiciada por TIC, les
permitió constituir una comunidad de aprendizaje en torno a sus experiencias
compartidas, respetando el ritmo de trabajo individual y colegiado.

Bajo la mirada de Shulman L. 7, el conocimiento didáctico del contenido (PCK)


se transforma en conocimiento tecno-pedagógico del contenido (TPCK). Lo anterior
significa para el futuro docente, desde el aprendizaje, conocer cómo aprender el
contenido utilizando las herramientas más adecuadas y, desde la enseñanza,
comprender cómo las TIC facilitan el aprendizaje, es decir, conocer las estrategias de
aprendizaje con TIC. Para contribuir a ello, los docentes adoptaron un enfoque inter
disciplinario, mediante la articulación de la Facultad de Humanidades y la Facultad
de Arte, en torno a las competencias instrumentales de la práctica profesional. Se
resolvió realizar un Taller de Empleo de TIC, dirigido a los estudiantes en práctica
profesional del Segundo Semestre, para examinar sus dispositivos didácticos
asociados a éstas, aprender el uso de Google Drive en el Diario Reflexivo Pedagógico
y evaluar sus posibilidades en el trabajo colaborativo en red con los cursos en
intervención, sus compañeros y sus profesores.

De este modo, desde la Línea Pedagógica-Didáctica, esta iniciativa piloto en


TIC permitió a los estudiantes conformar una comunidad organizada en equipos de
trabajo, constituir redes y acceder a la información. El impacto del trabajo en red de
la asignatura fue múltiple, facilitando el aprendizaje de nuevas competencias
profesionales, asociadas al empleo de TIC. Disponer de recursos sincrónicos y
asincrónicos, aportó flexibilidad al proceso de enseñanza-aprendizaje, generando
interacción permanente no presencial entre los estudiantes y el profesor, alternando
el Taller con actividades en línea y contribuyendo al desarrollo progresivo de su
autonomía. Potenció el trabajo en equipo, creando un espacio virtual de discusión y
análisis subjetivo e inter subjetivo, donde integraron los saberes disciplinarios y

7
Lee S. Shulman. Los que entienden: el crecimiento del conocimiento en la enseñanza. Revista
Investigador Educacional Vol. N° 15 (1986), pp. 4-14.

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pedagógicos y examinaron cómo crear ambientes propicios para el aprendizaje, a


partir de la reflexión sobre la dialéctica entre sus prácticas y la teoría, desde la
perspectiva de D. Schön8.

El nuevo entorno digital de aprendizaje, favoreció la articulación del trabajo


colaborativo, mediante la participación en foros, la elaboración de glosarios y de
blogs, la edición de documentos compartidos por medio de Google Drive, el empleo
del repositorio con recursos para descargar y con enlaces donde subir los informes
reflexivos, planificaciones, cronogramas, etc. En síntesis, la implementación de TIC
en aula virtual, propició la auto formación del docente y del estudiante,
fortaleciendo un estilo profundo de aprendizaje y de enseñanza, promoviendo la
colaboración inter disciplinaria entre Facultades, evidencia de la naturaleza sinérgica
del proceso.

Los resultados de la experiencia: Se analiza la transformación del aprendizaje


de los estudiantes y de las prácticas académicas, logrando en ambos actores el deseo
de Aprender a Aprender, permitiendo en los estudiantes desempeñarse en la
elaboración de proyectos en línea. El promedio de valoración del Taller de Empleo
TIC por los estudiantes en la Encuesta de Satisfacción en Línea fue 4,5 (90%), en la
escala de 1 a 5.9

Finalmente, a través de esta experiencia, se propició el aprendizaje del


liderazgo, como competencia Sello Institucional, junto al de competencias
Instrumentales, como la comunicación y las TIC. Asimismo, esto posibilitó el
fortalecimiento del trabajo en equipo y colaborativo, de la responsabilidad y de la
autonomía en el aprendizaje.

8
Donald A. Schön. El profesional reflexivo. Cómo piensan los profesionales cuando actúan. Barcelona,
Buenos Aires, México: Paidós, 1983, pp. 18-32.
9
José M. Cerpa López, Ma. Isabel González Lagos. Encuesta de Satisfacción del Estudiante Taller
Empleo de TIC. Valparaíso: Universidad de Playa Ancha. 02.NOVIEMBRE.2015. Anexo N°1.

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ANEXO 1

ENCUESTA DE SATISFACCIÓN DEL ESTUDIANTE TALLER EMPLEO DE TIC (2


NOVIEMBRE 2015)

Asignatura Práctica Profesional Pedagógica (PHG9143-2)


Segundo semestre, 2015
Encuesta en línea

Autores. Prof. José M. CERPA López - Prof. Ma. Isabel GONZÁLEZ Lagos

INSTRUCCIONES

Profesor(a) Estudiante, te solicitamos responder, por favor, la siguiente Encuesta del


Taller sobre TICs en el Dispositivo Didáctico y el uso de Google Drive/Docs. en
trabajo colaborativo de red. Tus respuestas son confidenciales y sólo se utilizará la
información para analizar la actividad.

La Encuesta es breve. Consta de dos partes. La primera es Objetiva y en ella deberás


seleccionar la opción que represente mejor tu opinión, empleando la Escala de
Valoración indicada, donde 1 representa Totalmente en Desacuerdo y 5 Totalmente
de Acuerdo. La segunda parte es de respuesta corta.

ESCALA DE VALORACIÓN

1) Totalmente en Desacuerdo.
2) En Desacuerdo.
3) Ni en Acuerdo ni en Desacuerdo.
4) De Acuerdo.
5) Totalmente de Acuerdo.

Por su importancia para la evaluación del proceso formativo en curso, solicitamos


responderla hasta el JUE.26.NOV. Te agradecemos tu colaboración académica, como
futuro(a) profesional de la educación. Agradecemos tu colaboración. Puedes
comenzar a responder.

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CRITERIOS
I. DE LAS TICs EN EL DISPOSITIVO DIDACTICO Promed
io
1. Las presentaciones de las Parejas de Trabajo evidenciaron los
4,4
dispositivos didácticos utilizados.
2. El Taller permitió compartir nuestras experiencias sobre cómo
4,8
empleamos TICs
3. El Taller propició el aprendizaje colaborativo sobre las posibilidades
4,6
de las TICs en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
4. El Taller contribuyó a examinar la relevancia de las competencias
4,4
digitales de la formación profesional docente.
II. DE LA PROFESORA RELATORA.
5. La relatora demostró conocimiento del tema. 4,7
6. La exposición fue clara. 4,4
7. La presentación fue ordenada. 4,4
8. La metodología fue adecuada al contenido. 4,5
DE LA ORGANIZACIÓN Y GESTION.
9. La información sobre el Taller fue clara. 4,5
10. El desarrollo de la actividad fue organizado. 4,3
11. El trabajo inter disciplinario de los profesores es importante para
4,8
gestionar actividades formativas como el Taller.
III. DE LA INFRAESTRUCTURA.
12. El mobiliario faciltó el desarrollo de la actividad. 4,6
13. El espacio facilitó el desarrollo de la actividad. 4,7
14. El equipamiento tecnológico facilitó el desarrollo de la actividad. 4,6
IV: DE LA ACTIVIDAD EN GENERAL.
15. Se cumplió el Objetivo de la actividad: “Examinar las experiencias de
los Dispositivos Didácticos y de las Aplicaciones en línea de forma
subjetiva e inter subjetiva para identificar sus aportes al área de la 4,7
Historia, la Geografía y la Pedagogía y mejorar las prácticas de
intervención a partir del aprendizaje colaborativo.”
16. El aprendizaje es transferible al futuro desarrollo profesional. 4,5
V. CALIFICACION GENERAL DE LA ACTIVIDAD.
17. Mi calificación general del Taller, en escala de 1 a 5, es: 4,5
PROMEDIO GENERAL 4,5
(90%)
VI. INDICA SUGERENCIAS PARA MEJORAR EL TALLER.
18. ¿Qué aspecto del Taller valoras y/o resultó útil para ti?

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• - El uso de las TIC en general y que nos enseñen a usar estas herramientas. Es
fundamental en la Era de los Nativos Digitales y valoro que el Taller haya
apuntado muy bien a cumplir con este aspecto.
• - Aprendimos sobre los recursos que utilizan nuestros compañeros(as).
• - Considero importante que profesores expertos en otras materias nos
entreguen nuevas herramientas para nuestro futuro profesional docente
• - Valoré la instancia de conocer herramientas en línea que me permiten
trabajar en equipo.
• - La aplicación de nuevas tecnologías en el saber pedagógico.
• - Las potencialidades de Google Drive.
• - Aprender de Google Drive.
• - Compartir qué tipos de herramientas utilizaron mis compañeros.
• - Conocer más TICs a través de las experiencias de mis compañeros(as) y
aplicar en mis intervenciones las más adecuadas.
• - Fue muy valioso para nuestra formación.

19. ¿Qué recomendación tienes para el Taller?

- Creo que sería adecuado destinar más tiempo a estos Talleres para abordar otras
materias que aporten a nuestro futuro profesional.
- Extender la invitación a otros docentes expertos, que nos ayuden a resolver como
practicantes experiencias.
- Que incluya otro tipo de trabajo en línea, aparte del DRIVE.
- Aprender sobre Excel.
- Excel, Office, Prezi.
- Conocer nuevas aplicaciones y herramientas para la asignatura.
- Está bien.
- Que se repita.
- Ninguna.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

a) Libros

Canabal, C. El portafolios docente y el e-portafolios en la autoevaluación del profesorado


universitario. Alcalá de Henares: Servicio de Publicaciones de la Universidad de
Alcalá, 2009.

MINEDUC. Marco para la Buena Enseñanza. Santiago: Maval, 2008.

MINEDUC. Competencias y estándares TIC para la profesión docente. Santiago: Maval, 2011.

MINEDUC. Estándares orientadores para carreras de pedagogía en Educación Media.


Santiago: LOM, 2012.

Schön, Donald A. El profesional reflexivo. Cómo piensan los profesionales cuando actúan.
Barcelona-Buenos Aires-México: Paidós, 1983.

b) Artículos

Canabal, C. y García, M. D. (2012). “Profesorado universitario que indaga colaborativamente:


una propuesta formativa para mejorar la práctica docente”. Revista de Docencia
Universitaria Vol. 10 n° 1 (2012), pp. 215‐235.

Downes, Stephen. “Una introducción al conocimiento conectivo” Actas Conferencia


Internacional Medios de Comunicación, Conocimiento y Educación.

Gardner, H. y Boix Mansilla, V. “Enseñar para la comprensión en las disciplinas -y más allá
de ellas” Teachers College Record Vol. 96 nº 2 (1994), pp. 65-77.

Shulman S. Lee. “Los que entienden: el crecimiento del conocimiento en la enseñanza”


Revista Investigador Educacional Vol. n° 15 (1986).

Siemens, George. “Conectivismo: una teoría de aprendizaje para la era digital” Sin datos
(2004).

c) Otras Fuentes Documentales

Cerpa, J. y González Ma. I. Encuesta de Satisfacción del Estudiante Taller Empleo de TIC.
Valparaíso: Universidad de Playa Ancha, 2015. Anexo N°1.

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Estudiantes Avanzados
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INTERTEXTUALIDADES HISTORIOGRÁFICAS Y ESTUDIOS DE GÉNERO:


LOS APORTES POSMODERNOS DE JOAN SCOTT A LA HISTORIA DE LAS
MUJERES.

INTERTEXTUALIDADES HISTORIOGRÁFICAS Y ESTUDIOS DE GÉNERO:


THE POSTMODERN CONTRIBUTIONS OF JOAN SCOTT TO THE HISTORY OF
THE WOMEN

Hernán I. Videla
Universidad Nacional de San Juan
hernan_historia@hotmail.com

Recibido el 28 de abril de 2017 Aceptado el 12 de junio de 2017

RESUMEN ABSTRACT

Desde finales de los años 60s la irrupción de los Estudios de Since the end of the 1960s, the emergence of Gender Studies
Género en el ámbito de las Ciencias Sociales y las in the area of Social Sciences and Humanities posed a
Humanidades, supuso un serio reto a la hora de reflexionar serious challenge in reflecting on social realities, both
acerca de las realidades sociales, tanto contemporáneas contemporary and pre-existent, since then included as
como pretéritas, comprendidas desde entonces como cultural spaces with certain and particular modalities,
campos culturales con determinadas y particulares always politicized, of sexual organization. This set of
modalidades, siempre politizadas, de organización sexual. categories and new assumptions, did not remain tight as
Éste conjunto de categorías y supuestos novedosos, no se the passage of time, but rather deconstructed in a
mantuvo estanco conforme el paso del tiempo, sino que por multiplicity of feminist theories and approaches within and
el contrario se deconstruyó en una multiplicidad de teorías beyond disciplines. In this sense, the present work tries to
y enfoques feministas al interior de las disciplinas, e investigate certain historiographical production of one of
incluso más allá de ellas. En tal sentido, el presente trabajo the authors more recognized at international level, as it is
pretende investigar cierta producción historiográfica de Joan Scott. The starting points will be determined intrinsic
una de las autoras más reconocidas a nivel internacional, factors to know its political formation and its academic
tal como lo es Joan Scott. Los puntos de partida serán interventions. On the one hand, the objectives of this work
determinados factores intrínsecos a saber su formación are to describe in Scott's work the contributions he makes
política y sus intervenciones académicas. Como objetivos se in terms of his specialty as a new approach, particularly
proponen por un lado, describir en la obra de Scott los with the influence of postmodernity through, and following
aportes que realiza en cuanto a su especialidad como nueva different variants of analysis of his main contributions,
enfoque, particularmente con la influencia de la from the point of theoretical and methodological view.
posmodernidad mediante, y siguiendo diferentes variantes
de análisis de sus principales aportes, desde el punto de KEY WORDS: Gender Studies, Women History,
vista teórico y metodológico. Historiography.

PALABRAS CLAVE: Estudios de Género, Historia


de las Mujeres, Historiografía.

Para citar este artículo:

Videla, Hernán. “Intertextualidades historiográficas y estudios de género: los


aportes posmodernos de Joan Scott a la Historia de las mujeres”. Revista Notas
Históricas y Geográficas, 18(1) marzo –agosto 2017: pp. 126-146.

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(…) diré más bien que el mundo actual padece de una gran
ausencia: la de la mujer. Todo, absolutamente todo en este mundo
contemporáneo, ha sido hecho según la medida del hombre.
Evita

1- INTRODUCCIÓN

Comenzamos este trabajo reflejando la necesidad que nos impulsó al estudio


sobre la relación discursiva y contextual de las actuales renovaciones
historiográficas. Consideramos que dicha producción merece una reflexión que se
estudie a partir de la amplitud de problemática de la posmodernidad desde una
profundización historiografía en general pero que al mismo tiempo no se desvíe de
una de esas tendencias que oportunamente escogimos, de modo concreto: la
Historia de las Mujeres. Es por ello que plantemos como problema del trabajo
¿Cómo podemos comprender, en su contexto, los aportes historiográficos feministas
que hace Joan Scott a los estudios de género?

Justificamos la investigación a partir de la necesidad imperiosa de profundizar


claramente, desde nuestro lugar de jóvenes investigadores, un debate serio y
enriquecedor acerca de las innovaciones en tendencias y enfoques historiográficos.
Sobre todo a fin de tenerlos en cuenta para la construcción de marcos teóricos
críticos en futuras investigaciones aplicadas, en el caso propio en el campo de los
estudios de género locales en general y en la Historia reciente de las Mujeres en
particular. El objetivo general de la presente se define como reflexionar teórica e
historiográficamente sobre la producción feminista de Joan Scott, mientras que los
objetivos específicos serán describir el contexto de formación académica y política
de Scott, para luego comprender los aportes que ella refleja de la posmodernidad por
medio de Michel Foucault y Judith Butler; y finalmente describir cuáles son sus
principales contribuciones para la investigación histórica desde su perspectiva
feminista.

Con la meta en alcanzar tales propuestas, emplearemos la técnica cualitativa


de la observación documental de Julio Aróstegui, propio de una metodología

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histórica pero aplicable a cualquier disciplina del “campo humano o social” 1. Para
ello nos introduciremos en los principales trabajos teóricos de Joan Scott, que se
encuentren a disponibilidad, en lo posible traducidos al castellano.

Desde el punto de vista teórico, resulta menester realizar ciertas apreciaciones


contextuales, conceptuales e historiográficas. En primer término, cuando hablamos
posmodernidad (o post- modernismo) en la Historia de la Historiografía, la
entendemos conforme a Aróstegui, como aquel “proceso complejo y multifacético
movimiento cultural, y mundano, (…) cuya aparición data de los últimos años
setenta”2. Contiene cierta actitud intelectual que se manifiesta como respuesta a la
crisis del capitalismo y del comunismo así como también de los grandes meta-
discursos histórico de la modernidad, como los de las religiones y ciencia occidental ,
e inclusive el progreso del hombre universal, en conjunto a sus supuestas
continuidades culturales A propósito, sus propuestas principales son la afirmación
de la crisis “de la modernidad, es decir, el proyecto intelectual basado en la
valoración sobre todo de la racionalidad, del conocimiento científico, de la historia
como ejemplo de una evolución progresiva y conjunta de la humanidad, con rasgos
optimistas”3 cuyas raíces se hunden en la Ilustración.

Guy Bourdé y Herve Martin, sostienen que uno de los promotores


intelectuales primordiales de este movimiento fue sin duda el francés Michel
Foucault4, quien pese a no declararse abiertamente un posmoderno, puesto que la
denominación genérica al fenómeno fue posterior a la producción de sus trabajos, si
se presentaba como un filósofo del post- estructuralismo. Al respecto, Joan Scott,
expresa que el abordaje de los estudios feministas, precisa de la posición política
radical en cuanto a la vinculación del conocimiento con el poder, y que para ello “el
posestructuralismo (o al menos algunos de los enfoques que se asocian
generalmente a Michel Foucault […]), pueden aportar una sólida perspectiva
analítica al feminismo”5. En la defensa de las discontinuidades como contemporáneo

1
Julio Arostegui, La investigación histórica, teoría y método, (Barcelona: Critica, 1995), 197- 198.
2
Ibídem. 142
3
Ídem. .P. 143
4
Guy Burde y Hervé Martin, Las escuelas históricas, (Madrid: Akal, 1995), Cap. XII
5
Joan Scott, Género e Historia, (México: Fondo de Cultura Económica, 2008), 22

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de la “tercera generación de Escuela de Annales”6, cuestionando precisamente el


desplazamiento de la mirada del historiador que le ha hecho dirigirse hacia los
grandes zócalos modernos y estructurales 7, demuestra “su crítica radical de toda
temporalidad continuista, de toda absolutización y naturalización de valores”8
productos propios de la historiografía occidental y de la modernidad en la que se
desarrolló.

Ahora bien dentro del movimiento feminista, probablemente la filósofa


posmoderna que más renombre haya tenido por su interpretación foucaultiana de la
corriente a la pertenece quizás sea la feminista estadounidense Judith Butler, quien
aporta a la cuestión diciendo que existen “caracterizaciones [que] son imputadas
muchas veces al postmodernismo o al postertucturalismo, que son mezclados entre
sí (…) y a veces entendidos como un ensamblaje indiscriminados del feminismo
(…)”9. La autora, además de poner en cuestionamiento las categorías modernas antes
descriptas, incide en problematizar ciertas estructuras propias del feminismo, como
la misma categoría de género, y la deconstrucción de los discursos corporales de las
orientaciones sexuales en función a las identidades de género tradicionalmente
defendidas por los movimientos feministas recientes. Ambos pensadores, son
tenidos en cuenta en los debates que desarrolla Scott, aunque ya no desde la
profundidad filosófica sino como una aplicación critica de sus conceptos al campo
historiográfico feminista.

En otro orden de cosas, historiográficamente la historia feminista, de la que


Joan Scott es una de sus principales contribuyentes desde el plano teórico- y
metodológico, posee como enfoque disciplinar sus particularidades más allá de tal
autora. De acuerdo María Vázquez, la Historia de las Mujeres como especialidad y
los Estudios de Género como enfoque, hoy en día, consta de prestigio y de un
espacio propio en el espectro epistemológico de las Ciencias Sociales 10. No obstante,
esta situación es el resultado de avances, retrocesos, construcciones y
6
Peter Burke, La revolución historiográfica francesa, (Barcelona: Gedisa, 1993), 101
7
Guy Burde y Martin, Hervé, Op. Cit. 223
8
François Dosse, La historia: conceptos y escritura, (Buenos Aires: Nueva Visión, 2003), 154
9
Judith Butler, “Fundamentos contingentes: el feminismo y la cuestión del postmodernismo” Revista
de Estudios de Género: la Ventana. 13 (noviembre 2013): 10
10
María Vázquez, “Historia y teoría de la Historia de las Mujeres.” Boletín Reflexiones sobre género
de GEC- UNCuyo 18 (enero 2014): 99

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deconstrucciones político-académicas producidas lo largo del siglo XX. Entonces el


empleo del “genero viene a ser una culminación de un proceso que se inicia en los
ámbitos académicos desde fines de los sesenta y los setenta, cuando se reflexiona
sobre la necesidad de incluir a la mujer como agente histórico”11, que como categoría
analítico- problemática, tiene su propia historia12. Esto es, es forma parte de una
nueva vertiente historiográfica en tiempos y espacios determinados, que bien puede
ser empleada como categoría para la Historia de Masculinidades o bien de las
Mujeres, en este último caso revalorizándolas como protagonistas o sujetos
históricos13.

Vázquez distingue como factores decisivos en este proceso al desarrollo de la


Escuela Francesa de Annales, que posibilitó una apertura a nuevos problemas,
fuentes y, si se quiere, sujetos, como así también al accionar manifiesto del
feminismo. “La renovación historiográfica, la conformación de la teoría feminista y el
surgimiento de la historia de las mujeres y la historia desde una perspectiva de
género no han sido procesos independientes (…)” 14. Además no hay que soslayar en
este devenir, la activa colaboración de vertientes como el marxismo británico, y el
pensamiento posmoderno, que más allá de los planteos problemáticos que pudieran
hacérseles, contribuyeron a la crisis del modelo hegemónico y androcéntrico de la
historia positivista15. A la hora de caracterizar el enfoque, podemos decir que “en la
actualidad la historia de las mujeres solo puede ser analizada en plural” 16, y entre sus
detalles distintivos se destacan, según Vázquez: es cuestionadora de la mirada
parcial auto sentenciada neutral y objetiva del pasado que oculta, nada más ni nada
menos que, la mitad de la humanidad, y a su vez sobrevalora la existencia de un
único sujeto universal: el hombre blanco, cristiano, occidental, capitalista y
heterosexual; se opone a la mirada cientificista que niega el valor histórico a los

11
Carmen Ramos, “Historiografía, apuntes para una definición en femenino” Debate feminista 20
(octubre 1999): 139
12
Karen Offen, “Historia de las Mujeres” La Aljaba, 13 (diciembre 2009):1
13
Ibídem. P. 2
14
José Cervantes, coord, El género a debate, reflexiones teóricas y metodológicas multidisciplinarias,
(Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 2011), 10
15
María Vázquez, Op. Cit. 122
16
José Cervantes, Op. Cit. P. 25

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sentimientos y las sensibilidades, insistiendo además en la diversidad de mujeres


puesto reniega de la supuesta singularidad y homogenización femenina17.

Una deconstrucción político- académica de Joan Wallach Scott, más


reconocida como Joan Scott, nació en el barrio de Brooklyn, ciudad de New York, el
18 de diciembre de 1941. Fue hija de Lottie Tannenbaum y Sam Wallach, ambos
docentes del nivel secundario. Su familia era de religión judía y su padre había
nacido en Europa, más precisamente en Dolina, Polonia. Lottie y Sam fueron
perseguidos durante el régimen macartista por su militancia sindical en el gremio de
profesores de nivel medio neoyorkino. A decir de la propia Joan, haberse socializado
en ese ambiente le permitió desde épocas tempranas dilucidar su posterior activismo
académico. Una vez terminada su high school obtuvo el grado de maestra, por la
Universidad de Brandeis en 1962, conforme a la tradición laboral y familiar. “No
obstante cumplió a medias con ese mandato pues sus credenciales académicas le
permitieron continuar sus estudios de historia en la Universidad de Wisconsin-
Madison”18 obteniendo el grado de doctora hacia 1969.

Las actividades como historiadora de Scott, en el ámbito académico están


ubicadas, en los años setenta cuando comenzó a realizar estudios sobre el
movimiento de izquierda, la Revolución francesa, las agrupaciones obreras 19 entre
otros. Este inicio, estuvo atravesado por un contexto de transformaciones mundiales
marcado por eventos de trascendencia histórica a saber el Mayo Francés, los
movimientos revolucionarios y las dictaduras latinoamericanos y la época de la
descolonización de África y Asia. Su interés, entonces, por una nueva modalidad de
investigación historiográfica que pusieran foco en temáticas y asuntos ajenos a la
historia tradicional, no tiene nada de inocente. Continuaría así con trabajos de
historia social, accediendo a obras esenciales de esta vertiente, tales como las escritas
por los ingleses Edward Thompson y Eric Hobsbawn. En efecto, la crítica que
efectuaría al primero acerca del universalismo homogeneizador de sus apreciaciones
historiográficas respecto a “los sujetos laborales” le permitiría acercarse más a los

17
Ibídem, 24
18
María Tarres, “A propósito de la categoría de Género: leer a Joan Scott” Goiania 15 (febrero 2012),
382
19
Carmen Ramos, Op. Cit. 133

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ámbitos académicos internacionales”20. Su planteo particular era que ambos carecían


de un marco conceptual de clase trabajadora, y que hacían gala de excluir en el a las
mujeres. En su La formación histórica de la clase obrera en Inglaterra, de 1963
Thompson omitió el papel de las trabajadoras, las militantes sindicales, las madres,
las esposas y las hijas que garantizaban la reproducción de determinado modo de
vida, orden social, estructura de producción. Resulta, por ende, interesante la osadía
de sus planteos teóricos contra los máximos exponentes de la historiografía marxista
en la coyuntura de fines de los 60s e inicios de los 70s.

Sería el mismo Hobsbawn quien reflexionaría al respecto, cuando se editara


un determinado y polémico ensayo suyo 21 donde más tarde “El autor no puede por
menos de observar, con asombro y vergüenza, que no contenía ninguna referencia a
la historia de las mujeres”22. Con cierta ambivalencia la autocrítica se manifiesta
después cuando reconoce, a pesar de lo incipiente de la manifestación feminista, que
ni él ni ningunos sus colegas, todos varones (sic), advirtieron semejante “laguna”
(sic). No obstante mantendría sus reproches ante la, por él denominada, amenaza
de “anti- universalismo” que privilegia las significaciones de grupos identitarios por
sexo, etnia etc. Hobsbawn, inclusive, incursiona más allá al considerar que “ese
fenómeno dio lugar a mucho palabrerío y tonterías en los márgenes más lejanos de
la historia de grupos particulares (…) feministas, gays, negros y otros (…)”23. Aun así
es menester reconocer, en una célebre obra suya de naturaleza global24, las
pretensiones de integración de las mujeres, la revolución sexual 25y la categoría de
feminismo26 e incluso de “género”, término al que alusión crítica, recordando el
encono y debate que suscitó en su momento. Advierte que “la adopción del termino
género en sustitución de sexo, implicaba la creencia de que mujer no era tanto una

20
Hernán Videla, “Proyecciones filosóficas de la posmodernidad en la historiografía de género:
diálogos de Michel Foucault y Judith Butler en Joan Scott.” (ponencia presentada en las “VI Jornadas
regionales de Filosofía y Educación” en la Ciudad de Mendoza del 30 de setiembre al 2 de octubre,
2015) 2
21
Escrito originalmente para cierta conferencia de “Los estudios históricos, hoy” preparada en 1970,
Roma para la revista de la Academia Norteamericana de Artes y Ciencias. También fue publicada
como primer capítulo del libro “Historical Studies Today” en 1972, Nueva York.
22
Eric Hobsbawm, Sobre la Historia, (Barcelona: Crítica, 1998), 84.
23
Marta Duda y Silvia Bustos, coord, Los Historiadores y sus textos, (Mendoza: UNCuyo, 2007), 145
24
Eric Hobsbawm, Historia del siglo XX, (Buenos Aires: Crítica, 1998)
25
Ibidem 273
26
Ídem 313, 320, 447

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categoría biológica como rol social”27. Aun así, vale la pena recordar que en ésta obra
se refiere de manera constante y en decenas de veces al par binario de “hombres y
mujeres”28, selecciona casuísticamente determinadas y significativas intervenciones
de las mujeres29 y alude a la lucha feminista por el reclamo en la igualdad de
derechos civiles, políticos, sociales, tanto de heterosexuales (sobre todo mujeres)
como de homosexuales30 según su enfoque, el que nunca se muestra demasiado
alejado del universalismo y de la preferencia de la conceptualización según sexo
antes que género31.

Oportunamente, y ya dejando las generalidades de lado, por fin el escritor


egipcio- británico logra un dialogo directo con aquella norteamericana que por sus
reclamos sobre historia social lograra cimentar la corriente historiográfica feminista.
Lleva a cabo una reivindicación, quizás a modo de tardía y genealógica respuesta,
cuando le reconoce a ella y su coautora el aporte de los cambios sociales y
económicos tras la cotidianeidad de la vida doméstica a cargo de las mujeres 32,
basado en un trabajo editado por ellas que es detallado como galardón y se rubrica
en la sección bibliográfica del trabajo aludido.33 En fin lograrían trabajar juntos en la
década de 1980 cuando Scott ya se encontrara más consolidada política y
académicamente, aquella vez que Hobsbawn aceptara editar un trabajo de ambos
conjunto, y al que por cuestiones de especio esta oportunidad ya no podemos
profundizar34.

A partir del reconocimiento académico internacional, Scott comienza una


nueva etapa en su vida, en la que desarrollara una planificación intelectual destinada
a visibilizar la experiencia de las mujeres, cuestionando la historia tradicional.
Superarla implica no incluir a las mujeres como anexas al discurso histórico, sino
como protagonistas y su sola presencia permitiría una deconstrucción efectiva del

27
Id. 547
28
Id. 13, 89, 93 etc.
29
Id. 421
30
Como si acaso no existieran mujeres homosexuales, lesbianas. Cf. Id. 324
31
Id. 544
32
Id. 320
33
Id. Cf. 591: “Tilly, Louise, y Joan W. Scott, Woman, Work and Family, London, 19872” (Sic).
34
Estamos hablando de “Zapateros Políticos” incorporado a Eric Hobsbawm, El mundo del trabajo,
(Barcelona: Crítica, 1987)

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“hombre universal” tan criticado por la posmodernidad. El movimiento que iniciara


podríamos dividirlo en dos clases, el de apertura de espacios políticos de inclusión
feminista (programas, institutos, cátedras etc.) y el disciplinar encaminado a la
especificidad epistemológica, historiográfica y humanística de esos ámbitos
académicos de discusión feminista.

Superado este momento y ya en los años 80s Joan Scott logro ubicarse
mundialmente o al menos en el occidente al categorizar el género y su utilidad en el
análisis histórico lo que le valió “ser integrado en las ciencias sociales, más allá del
propósito de la autora (…). Así, (…) la filosofía y en general las humanidades, han
aprovechado esta categoría para integrarla a las perspectivas teóricas y
metodológicas de sus disciplinas”35 cuyos fundamentos han logrado reconstruir
desestabilizando y elastizando sus fronteras epistemológicas. En tal sentido, la
utilidad de su conceptualización acerca del genero puede comprenderse más allá de
la Historia, pues lo muestra en primer lugar como elemento constitutivo de las
relaciones sociales fundadas en la división sexual y en segundo plano como una
modalidad de las relaciones significantes del poder36. En lugar de cuestionarse la
causa de la inferioridad femenina se pregunta sobre cómo se articulan las relaciones
sociales para generar la significación de inferioridad y de mujer en ciertos contextos.

Avanzados los 90s Scott lejos de mostrarse cómoda en su posición académica,


sigue publicando obras en las que trabaja la problemática de género en Francia y
toma una postura de debate sobre de las políticas feministas internacionales. “Ya en
el nuevo siglo insiste en sus posicionamientos críticos incluso llegando a
cuestionarse a sí misma, sobre la utilidad de la categoría de género”37. Por ejemplo,
pone en disputa los usos que se han dado a la categoría de género, otrora subversiva,
en las políticas recientes, por los Estados, la Academia y el Feminismo suponiendo
muchas veces el vaciamiento y la naturalización de su contenido38, perdiendo a
menudo su capacidad crítica sobre los significados atribuidos a los sexos y las
relaciones de poder entre ellos, en un interjuego de su uso- abuso como categoría
que desplazó su profunda utilidad como pregunta. Hasta llego mostrarse sino

35
María Tarres, Op. Cit. 383
36
Marta Lamas, Comp., El género, la construcción de la diferencia sexual (México: PUEG, 1996), 289
37
Hernán Videla, Op. Cit. 3
38
Joan Scott, Op. Cit. 12- 13.

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frustrada acaso cansada de la neutralidad que tomó la categoría39 o su suplantación a


la hora de hablar de las mujeres, debilitando así las consignas y el compromiso
feminista que había impuesto. En la actualidad realiza investigaciones sobre la
historia reciente, y la visibilizacion de la otredad femenina en Europa, especialmente
sobre la construcción de “otros” ideales históricamente discursivos de mujeres 40, en
culturas divergentes como “la musulmana” pero en el occidente mismo41, mientras
ocupa la cátedra “Harold F. Linder” del Institute for Advanced Study de Princeton,
New Jersey. En síntesis, Scott logra combinar teoría y praxis, la docencia y la
investigación, el activismo político y la academia, de historiografía y feminismo, de
un modo muy singular, desde sus inicios hasta la actualidad, logrando reivindicar el
sentido distributivo del poder en todas sus incursiones, especialmente en aquellas de
índole laboral que aquí nos ocuparon.

ASOCIACIONES INTERTEXTUALES ENTRE SU HISTORIA DE LAS


MUJERES Y LA POSMODERNIDAD

El proceso de afianzamiento de la posmodernidad desde los años 80s no se


trató de “de una crisis exclusiva de la disciplina histórica sino de una mucha más
amplia que afecta a toda la cultura occidental”42 y los valores que venía defendiendo
desde, por lo menos el siglo XVIII, cuestionando así sus certezas, repercutiendo
conforme a María Vázquez, en el campo historiográfico en textos relevantes como
los de Joan Scott. Si bien la producción bibliográfica de Scott es variada, las ediciones
en castellano son insuficientes, aun así serán tenidos en cuenta solo los artículos de
mayor divulgación en el ámbito de la historiografía de género.

En cuanto a la posmodernidad y más específicamente al posestructuralismo


Scott, se considera a sí misma como una de sus “partidaria” pues a su entender, los
teóricos que la comparten “no fijan un significado universal para las categorías”43 y
tal enfoque se aproxima más a su idea de análisis histórico, el cual enfrentaría mejor
39
Claudia Bacci, “Historia, feminismo y política: una entrevista con J. W. Scott” Rey Desnudo 2 (abril
2014)
40
Ibídem 110- 112
41
Tania Navarro, “Entrevista con la prof. J. W. Scott” Anuario de Hojas de Warmi 16, (diciembre 2011),
7- 8.
42
José Cervantes, Op. Cit. 12
43
Ibídem. 194.

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los requerimientos sobre modos de pensamiento alternativos acerca del género. El


género primer, desde una visión foucaultiana, “como conocimiento de la diferencia
sexual (…) en el sentido de la comprensión que producen las culturas y sociedades
sobre las relaciones humanas, en este caso sobre aquellas entre hombres y mujeres”44
por lo tanto modalidad que cuestione las categorías univocas y universales, contiene
la posibilidad de historizar conceptos asumidos como naturales o absolutos a saber
hombre, mujer, igualdad etc.45

Al respecto encontramos en su obra variadas menciones que reafirman su


posicionamiento al discutir la validez del concepto moderno y occidental de
“hombre universal” tan opuesto al de “sujeto desmigajado” 46 que otrora
promocionare el mismo Michel Foucault47. De hecho, tal conjetura implicaba cierta
problematización a su proyecto de historia feminista o ‹‹her- story›› pues la mera
integración de ciertas mujeres al modelo tradicional de historia no superaría ese
paradigma, ya que es necesario un replanteo de la historia en sí misma, y fragmentar
inclusive a su vez “una noción universal de ‹‹mujer›› según raza, etnia, clase y
sexualidad”48.

La crítica a la conceptualización del género como construcción unificada del


rol de varón/ mujer se asocia nuevamente al rechazo a la noción de universalidad al
expresar, en propios términos que se opone “a la idea de que el género es invariable,
que lo masculino significa siempre dominación y lo femenino sumisión” 49. Ello
porque su trabajo como historiadora se enfoca en la elaboración de planteos teóricos
con el fin comprender como una cultura normatiza los roles de género, cuales son
las relaciones políticas que el concepto implica, y como se reflejan y construyen las
identidades subjetivas, individuales y colectivas en torno al género. A propósito,
tales intenciones están encarnadas en las tesituras del filósofo francés, para quien
“las sexualidades se producen en contextos históricos” 50, con particularidades

44
Joan Scott, Op. Cit. P. 20
45
Joan Scott, “Igualdad versus diferencia: los usos de la teoría post- estructuralista” Debate feminista.
5 (marzo 1998), 85
46
Maximiliano Sánchez, Foucault, la revolución imposible, (San Juan: EFFHA, 1997) 157
47
Michel Foucault, El discurso del poder (México: Folios, 1983) 30
48
Peter Burke, Ed., Formas de hacer historia (México: Alianza, 1996) 80- 81.
49
Tania Navarro, Op. Cit. 2
50
Marta Lamas, Comp., Op. Cit. 277

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sociales, experiencias singulares y determinada especificidad en la construcción de


género imposible de homogenizar a la cultura occidental de manera global, sólo
inteligibles a la luz de sus propias vivencias.

Asimismo, podemos considerar que la tendencia al abandono de las ilusiones


unívocas, no solo se comparten en torno a la categoría de género, ni de hombre
universal sino que se desplazan en el campo histórico también en ambos autores a
las discontinuidades como sustituyentes de las sucesiones lineales masculinas 51, las
que en palabras de Scott le resultaron “cruciales en mi forma de analizar las
relaciones entre mujeres y hombres”52.

J. Scott considera que uno los nuevos enfoques teóricos en los estudios de
género, es posible a partir de una perspectiva foucaultiana. Por ejemplo, en el uso la
categoría de discurso, no como texto ni lenguaje “sino como estructura histórica,
social, e institucionalmente especifica de enunciados” 53, para vislumbrar la
construcción de las clasificaciones clínicas de normalidad/anormalidad y de
masculino/femenino en el siglo XIX, algo de suma utilidad para las historiadoras
feministas a la hora de entender las conductas de resistencia/ apropiación a tales
cánones por parte de las mujeres. La cuestión del poder también es empleada desde
la perspectiva de Foucault, particularmente en la invisiblizacion de las mujeres de la
historia, que “como una extensión de su posición subordinada se les niega el estado
de actores históricos”54, y en caso de reconocérselo, siempre figurará como una
dadiva de los “gobernantes patronos” o “políticos benévolos”, en contextos de poder
siempre constituidos por constelaciones dispersas55.

En cuanto a Judith Butler, las referencias son enriquecedoras, y muchas veces


compartidas en sus propias obras. La historiadora la considera dentro del grupo de
feministas que han analizado el género con procedimientos filosóficos tendiendo a
privilegiar como se estableció la oposición binaria masculino/femenino que a
confirmar su existencia; la investigación de la constitución de la idea de mujer que a

51
Michel Foucault, Op. Cit. 88
52
Tania Navarro, Op. Cit. 6
53
Joan Scott, Op. Cit. 87
54
Ibidem 50
55
Marta Lamas, Comp., Op. Cit. 288

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prejuzgar su esencialismo y casi omnipresencia, los estudios de la variabilidad del


significado de hombre/mujer que a garantizar su inherente y único significado.
Establece en estas investigadoras sus bases psicoanalíticas, que le son
indudablemente obstáculos a la hora de enfrentarse científicamente en ámbitos
donde la teoría Freud-Lacaniana ya fue refutada56. En Butler, identifica su aporte al
creativo respecto de la la teoría ‹‹queer››, la superacion del dualismo
naturaleza/cultura en materia de género, estableciendo que incluso aquello “natural”
también denota una construcción cultural, lingüística e histórica, ya que
“masculinidad y feminidad se consideran posiciones subjetivas, no circunscriptas
necesariamente a los machos o hembras biológicas” 57.

También Scott, toma como verdaderos desafíos los postulados de Butler, en


cuanto a una redefinición del significado atribuido a las mujeres, que conllevaría una
re significación del concepto de varón, e indefectiblemente a una deconstrucción de
historia que ellos construyeron además de la relativización de la existencia natural
de una experiencia e identidad femenina pre- establecidas, que colisionaría con las
demandas políticas del movimiento feminista. Destaca, finalmente, en Butler que “su
obra insiste en la variabilidad histórica y en una especificidad contextual mayor para
los significados mismos de género”58, asunto sumamente significativo para los
historiadores, puesto que los insta a profundizar aún más en las particularidades
sexo-genéricas de cada sociedad, en épocas y circunstancias espaciales diferenciales.
No obstante la postura crítica acerca de las universalidades, es muy común puesto
que apelan a los postulados de Foucault, al mismo tiempo que revisan el sentido de
la “experiencia” a la hora de integrar, según una mirada marxista, criterios de
diversidad como religión, región, etnia bajo la categoría homogeneizadora de clase 59.

La misma Butler insiste en que la totalización del universalismo, no hace otra


cosa más que generar nuevas exclusiones, y apela a la historia para decir que desde
su “posición y desde cualquier perspectiva históricamente restringida, cualquier

56
Maria Tarres, Op. Cit. 388
57
Peter Burke, Ed., Op. Cit. 82.
58
Ibídem. 83.
59
Joan Scott, “Experiencia” Revista de Estudios de Género: la Ventana 11 (noviembre 2001), 57 & Judith
Butler, Gender Trouble (Nueva York: Chapman and Hall, 1990) 22- 25

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concepto totalizador de lo universal suprimirá, en vez de autorizar, los reclamos no


previstos ni previsibles que serán hechos bajo el signo de lo universal” 60.

De ésta manera no pretende minar esta categoría sino que le quita la


condición fundamentalista de la universalidad en sí misma, para ponerla en disputa
política.

Ambas autoras, han compartido de manera manifiesta varios de sus


postulados, llegando inclusive a compartir el trabajo de la edición de un libro
juntas61. Además, han discutido acerca del uso innovador, al interior del discurso de
los historiadores, de explicaciones teóricas globalizantes como la Historia de Género
o la Historia Social que parecen ser homogéneas y aceptadas como premisas, o
categorías, para su aplicación generalizada a variados estudios históricos. Scott
entiende, recordando a Butler, que el papel de los historiadores62 y las historiadoras
actuales no consiste en la aplicación de esos modelos a las realidades históricas a
analizar, sino que el nuevo rol está más asociado al estudio de las modalidades de
construcción de tales categorías. Será la misma Butler quien le retruque que su
particularidad en relación al resto de las historiadoras feministas se refiere al “modo
en que Scott insistió en el status histórico de tales categorías ha sido plantear la
pregunta sobre el cómo”63, esto es, la el medio y la forma de construcción y
representación de esas condiciones conceptuales.

En otras oportunidades, fue Butler quien se refirió a Scott, acordando que una
vez que se ha entendido que “los sujetos se forman por medio de operaciones de
exclusión se vuelve políticamente necesario seguir la pista de operaciones de esa
construcción”64 por medio de un nuevo tipo de investigación, la feminista, y
descubrir el método de enajenación de la mujer, con su correspondiente
particularidad histórica.

60
Judith Butler, Op. Cit. 18.
61
Joan Scott y Judith Butler, Eds., Feminists theorize the political (Nueva York: Routledge, 1992)
62
Joan Scott, “Experiencia” Revista de Estudios de Género: la Ventana. 11 (noviembre 2001), 50
63
Judith Butler, “Hablando claro, contestando: el feminismo crítico de Joan Scott” Rey Desnudo 2
(abril 2014) 39
64
Judith Butler, Op. Cit. 30.

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Tales vínculos, de paridad y camaradería feminista, que se distinguen del


reconocimiento intelectual que desarrollaran con y desde Foucault. Seguramente
sean formas de reconocimiento mutuo, y una señal de la atención que se prestan
recíprocamente, como en la ocasión Scott, que utilizó palabras de agradecimientos a
Butler por sus concejos y comentarios y esta última le respondiera en un artículo
recientemente traducido como “Hablando claro, contestando”. En él la filósofa
comenta que se encuentra gratamente acostumbrada a trabajar desde inicios de los
80s con Scott por lo que le es dificultoso hablar sobre ella. Reivindica su papel de
militancia comprometida desde el feminismo con la academia y su capacidad crítica
a la hora de la elaboración de constructos teóricos realmente subversivos 65.

CONTRIBUCIONES A LA HISTORIOGRAFÍA FEMINISTA

El enriquecimiento que logró la perspectiva de género en el ámbito de las


Ciencias Sociales es un producto de las intervenciones políticas de numerosas
académicas feministas y de sus esfuerzos intelectuales a lo largo del siglo XX y hasta
la actualidad. En ese marco Joan Scott no solo es reconocida por sus trabajos
históricos, sino también, por sus textos los cuales suele ser lecturas obligadas a la
hora de introducirse en los estudios de género, a nivel mundial.

A partir de un enfoque teórico se pueden reconocer las novedades


conceptuales que integrara tanto a la disciplina histórica como al campo de las
humanidades. Su concepción de la categoría de género, desde los años 80s, aun no
pierde vigencia, es innovadora al involucrar en ella la incisión del discurso, del poder
y de otros significantes, no naturalizados biológicamente, en la construcción de las
identidades sexuales66. Lo entiende como “un elemento constitutivo de las relaciones
sociales basadas en las diferencias que distinguen los sexos, (…) una forma primaria
de relaciones significantes de poder”67. Esta noción se hace mucho más significativa
académicamente cuando ella misma manifiesta que las ambigüedades lingüísticas

65
Judith Butler, “Hablando claro, contestando: el feminismo crítico de Joan Scott” Rey Desnudo 2
(abril 2014) 3- 52
66
Cfr. Joan Scott, Óp. Cit. 65: “el género es un elemento constitutivo de las relaciones sociales, las
cuales se basan en las diferencias percibidas, entre los sexos; y el género es una forma primaria de las
relaciones simbólicas de poder”
67
Cf. Marta Lamas, Comp., Op. Cit., 289.

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siempre habían estado implícitas como un problema68 en el abordaje del género.


Aun así, no renuncia a pesar de ciertas críticas, a la defensa de la naturaleza política
de sus definiciones69 y a la lucha social que implican, más allá de los claustros, como
rechazo a la segregación sexual patriarcal.

Ya sea en “El problema de la invisibilidad” como en su ya célebre “El género,


una categoría útil para el análisis histórico” distingue una serie de modelos teóricos
para el abordaje de los estudios de género. “Las formulaciones teóricas que mayor
influencia han adquirido parecen ser las aportadas por a) los marxistas; b) los
escritos de Lacan y c) los escritos de Michel Foucault” 70 a los que sumara uno
transversal, el de los teóricos del patriarcado, cuyo “esfuerzo completamente
feminista, intenta explicar los orígenes del patriarcado [quienes] han dirigido su
atención a la subordinación de las mujeres y han encontrado su explicación en la
necesidad del varón de dominar a la mujer”71. Supone que ellos son sumamente útiles
para las investigaciones sobre diferentes ámbitos públicos y privados, aunque debate
sobre tal diferenciación, puesto que los principales “temas son: el trabajo; la familia,
la política, el Estado y la ideología” 72 en los que la vida dentro y fuera del hogar suele
tener sus matices. Además hay que tener en cuenta, que en ellos no existe un solo
tipo de mujer, y que esta se halla siempre atravesada por otras categorías no
necesariamente genéricas, como los “problemas sobre las cuestiones de clase,
etnicidad, sexualidad, representación simbólica”73 etc.

En referencia a la idea de integración de las mujeres como sujeto al discurso


histórico, opina que fue un proyecto ambicioso impulsado por la her-story74 y por la
historia social. La primera, ha sido implementada de muy diferentes manera entre
las que sobresalen: (i) ” la recolección de datos sobre las mujeres para demostrar su
semejanza esencial como sujetos históricos respecto a los hombres”75; (ii) otra que

68
Peter Burke, Óp. Cit. 75
69
Ibidem P. 88
70
Carmen Ramos, Comp, Op. Cit., 48
71
Marta Lamas, Comp, Op. Cit., 273.
72
Carmen Ramos, Comp., Op. Cit. P. 51
73
Ibídem.
74
Literalmente traducido como historia de ellas, en contraposición a la tradicionalmente patriarcal
his-tory o historia de ellos.
75
Joan Scott, Op. Cit. P. 37

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“aporta pruebas sobre las mujeres y las utiliza para desafiar las ideas recibidas sobre
el progreso (…)”76; (iii) “otro tipo de investigación (…) se aleja de la estructura de la
historia convencional”77 y propone nuevos modelos narrativos, periodologicos, y
teleológicos. La autora revaloriza el trabajo erudito que realizan estas historiadoras,
pero a su vez remarca los riesgos posibles a saber: confundir axiológicamente las
experiencias de las mujeres como colectivo con las acciones individuales; disgregar a
las mujeres y sus testimonios como “objetos diferentes” y separados de la historia
global, sin integrar las masculinidades por ejemplo78.

La historia social, al contrario, con las mujeres “tiende a ser demasiado


integracionista”79 admitiendo que la diferencia de genero se explica bajo la
superestructura económica, “es decir, el género no es una cuestión que requiera ser
estudiada en sí”80. No obstante, proporciono a las historiadoras de ellas
“metodologías para la cuantificación (…), conceptualizo como fenómenos históricos
las relaciones de familia, la fertilidad y la sexualidad, (…) desafió la línea narrativa de
la historia política”81 legitimando el interés sobre los grupos excluidos.

Una síntesis de ambas vertientes, es que mientras consideremos a las mujeres


como grupo social histórico, en el núcleo de una investigación, el género se debe
plantear como un interrogante acerca de las relaciones entre los sexos como
categoría de organización social. Este determinará cuáles serán los roles e
identidades para lo femenino y lo masculino, en un orden jerárquico construido
políticamente, y traversalizado por otras categorías (etnia, clase, religión,
sexualidad).

Desde el punto de vista metodológico social, Vázquez habla que las


historiadoras feministas echaron mano a los instrumentos técnicos provenientes de
las distintas disciplinas sociales para la elaboración de sus investigaciones82, puesto
“que lo que la caracteriza este campo de estudio es la diversidad de métodos y la
76
Ibidem 38
77
Idem
78
Id. 40
79
Id. 42
80
Id.
81
Id.40
82
María Vazquez, ., 114

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diversidad de marcos teóricos”83. Scott misma segura que no parece que haya
existido una metodología definida asociada a la historia de las mujeres84,
confirmando la posición de la primera. Ahora bien desde una metodología
estrictamente historiográfica, Scott, defiende el proceso heurístico a pesar del
desprecio de ciertos teóricos recientes, sosteniendo que no se debe “renunciar a los
archivos o abandonar el estudio del pasado, pero tenemos que cambiar algunas de
las formas con que nos hemos acercado al trabajo, ciertas preguntas que nos hemos
planteado”85. A propósito, el otro gran problema que es marcado, se trata de la
invisibilidad de las mujeres en las fuentes, no por haber estado ausente o pasivas en
los procesos históricos86 sino porque fueron sistemáticamente omitidas de los
registros oficiales. Otra vez la utilidad que la historia social haría de testimonios
alternativos a los estatales, les daría el material necesario a las historiadoras
feministas. “Obviamente no es la falta de información sobre la mujer, sino la idea de
que tal información no tenía nada que ver con los intereses de la historia, lo que
condujo a la invisibilidad de las mujeres” 87en los discursos del pasado.

ÚLTIMOS COMENTARIOS

Finalmente damos por terminado este artículo, mas no así la labor de crítica
acerca de la problemática analizada. Consideramos este espacio como un encuentro
de algunas de las principales reflexiones a las que llegamos. En cuanto al problema,
podemos responderle diciendo que la comprensión de los aportes historiográficos de
Scott a los Estudios de Género se fundan en su activa posición manifiestamente
política (feminista) desarrollada en el contexto de crisis posmoderna. Acerca de los
objetivos, la relación política y académica al interior de la historia feminista de Scott
se expresa en su fuerte compromiso social desde los años 70. Como ya lo
profundizaramos, los aportes posestructuralistas, que se proyectaron en la obra
teórica de Scott, son identificados así por ella misma y puestos en valor en el
presente trabajo.

83
José Cervantes, Coord, Op. Cit., 23
84
Ramos, Carmen, Comp, Op. Cit., 46
85
Lamas, Marta, Comp, Op. Cit., 288
86
Ramos, Carmen, Comp, Op. Cit., 38- 39
87
Id., 44

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Procuramos dilucidar dentro de su producción tales intertextualidades y


observamos, ciertamente, que Foucault se convierte sin duda en el pilar
fundamental, por ella mismo identificado 88, de sus posicionamientos en torno al
concepto de género y de la Historia de feminista en particular. Con Butler
comparten determinadas ideas acerca del sentido político de los estudios
feministas89, defendiendo una lucha anti- patriarcal en la sociedad norteamericana, y
también en su preocupación por lograr avanzar más allá de las apariencias
universales de las mujeres, para penetrar en otras categorías que las atraviesen como
etnia, sexualidad, religión etc. y su incidencia tanto social como académica. Los
aportes historiográficos que brindan, se asocian sobre todo al plano teórico, legando
a la historia y a las ciencias sociales una de las construcciones teóricas sociales e
historiográficas de género más vigente y crítico al día de hoy.

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—————, 2014. “Hablando claro, contestando: el feminismo crítico de Joan Scott”
Rey Desnudo 2 (abril) 31- 52

88
Claudia Bacci, Óp. Cit. 99
89
Defendiendo su postura ante los ataques conservadores que sufriera recientemente por ejemplo en
Francia. Cf. Ibídem. P. 104

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Videla Hernán, 2015. “Proyecciones filosóficas de la posmodernidad en la


historiografía de género: diálogos de Michel Foucault y Judith Butler en Joan
Scott” ponencia presentada en las “VI Jornadas regionales de Filosofía y
Educación” del 30 de setiembre al 2 de octubre en la Ciudad de Mendoza.

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RESEÑA

Alessandro Monteverde S. y Hugo Castro V.

Conspiraciones, Motines y sedición en


Aconcagua. 1850-1851.
Ediciones Universidad de Playa Ancha., Valparaíso, 2017, 256 páginas.
ISBN 978-956-296-161-5

Aldo S. Meneses
Universidad de Playa Ancha
aldo.meneses@upla.cl

El académico Alessandro Monteverde Sánchez, con sus procesos de


investigación, se enfoca, principalmente en dos grandes líneas, por un lado la
historia social y por otro la historia regional, abordándolos desde la perspectiva de
la salubridad, y también desde la delincuencia, resultando estudios clarificadores
sobre estos temas, sumado a esto se centra en el valle del Aconcagua, desde el 2012,
evidenciado indagaciones históricas, quedando expresado en su libro, “Crimen y
Castigo en el Valle del Aconcagua. 1800-1850.” En conjunto con esto se le deben
sumar otros trabajos en estas líneas, en el puerto de Valparaíso o reflexionando sobre
asuntos filosóficos de los sistemas presidiarios en Chile.

Entre tanto el académico Hugo Castro Valdebenito, ha abordado temáticas


relacionadas con la política y su relación con los ciudadanos y el Estado, como
también los sistemas económico- políticos en el siglo XXI, que lo han llevado a
publicar tanto en España como en parte de América Latina.

Ambos académicos, pertenecientes al departamento de historia de la


Universidad de Playa Ancha, se han decido a unir sus líneas de investigación: por un
lado lo social y por otro la mirada legal, en este libro llamado “Conspiraciones,

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Motines y Sedición en Aconcagua. 1850-1851.” Dando como resultado una sinergia


investigativa, que llevan a desarrollar un total de 245 páginas, que dicho sea de paso,
están escritas de pluma sencilla y de fácil entendimiento, para mostrar una realidad
cimentada en un proceso metodológico exhaustivo de fuentes de primer orden y
donde la historiografía, -por qué no decirlo- ha pasado por alto los albores y
desarrollo de un proceso revolucionario, que arrancó en la ciudad de San Felipe. Es
así que los autores abren un campo nuevo, con estas páginas y a su vez inician una
discusión más acabada, con un conocimiento más acertado de los eventos que
terminaron fracturando el régimen conservador imperante a mediados del
decimonónico. Siendo a su vez una mirada contraria la visión, a la tradicional visión
sobre la revolución de 1851, que postula que estos eventos son de la capital y con eco
en provincias.

El libro que se presenta, está planteado en dos grandes partes; por un lado se
relacionan los eventos acaecidos en 1850, en la ciudad de San Felipe, seguido de los
procesos revolucionarios de 1851, en la misma ciudad, como también se tocan
ciudades como Valparaíso, o los eventos producidos en Serena y Concepción. A su
vez los autores en una segunda parte, plasman una serie de fuentes documentales de
primer orden, sobre los procesos revolucionarios del Aconcagua, compuestos por
oficios, comunicaciones y sumarios, que permiten al lector poder tener
documentación fundamental, ya sea para profundizar la lectura o poder tener
fuentes para futuros trabajos sobres esta temática.

Resulta interesante señalar que el estudio de este proceso de levantamiento


en la zona del Aconcagua, donde como ya he señalado, generó lo que se le puede
denominar una trizadura, al orden imperante en Chile desde 1830, el cual estaba
marcado por la estabilidad en lo político y social, pero no así en lo económico, por
ende se puede llegar plantear que se imponía el orden natural de las cosas y donde
este no podía ser perturbado, aunque el orden conservador, en el caso chileno, era
de un pragmatismo muy claro y donde afloraban sus concepciones cuando en el
horizonte se vislumbraban nubes o la tormenta ya se había desatado, tal fue el caso
de los autores Monteverde y Castro que evidencian en estas páginas, la tormenta
que generó los procesos revolucionarios descritos en el libro, como también la
respuesta del oficialismo y en particular del presidente Montt, el cual fue adjetivado

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como “tirano” y no vaciló en desatar las persecuciones en contra de los insurrectos y


donde son descritas de forma muy acabadas en estas páginas.

A su vez los autores en el desarrollo de este libro, dejan claramente plasmado


y comprobado por medio de las fuentes apuntadas, que la tesis planteada por
Maurice Zeitlin, sobre estos procesos revolucionarios de mediados del siglo XIX, los
cuales serían producto de la elite centralista, la que había iniciado estos procesos de
motines, no sería la correcta. Entre tanto para el profesor Cristian Gazmuri, que
esgrime, que su origen es más profundo y complejo, teniendo como punto inicial las
luchas pipiolo – peluconas de inicios del siglo XIX, sumado a un fuerte centralismo
santiaguino. Es por lo anterior que en este libro se llega a negar la tesis antes
descrita, a su vez le agrega un fuerte componente regionalista, del Aconcagua,
siendo muy importante el aporte y que vendría a cambiar la mirada tradicional
centralista, que desde la capital se ha planteado a estos actos revolucionarios y
donde las provincias tan solo serían el reflejo de Santiago, tendiendo una espacie de
subyugación a este orden.

En conjunto con esto se logra precisar e incluso se rescatan hechos tan


concretos y decidores que hasta los vecinos de San Felipe se sumaron a estos
procesos revolucionarios, llegando a compararlos con los eventos de la Revolución
Francesa en Paris.

En lo relacionado a la historiografía, que denominaremos “centralista” solo se


enfoca en rescatar de manera superficial los alzamientos en Serena, urbe
tradicionalmente liberal y Concepción, que ya es sabido su animadversión hacia el
poder de Santiago, sin embargo en la zona del Aconcagua, prácticamente había sido
nombrada pero no estudiada, de ahí que la puesta en valor de estos movimientos
revolucionarios, donde en una primera instancia la ciudad de San Felipe se levantó
en 1850 en contra del abuso del sistema, en 1851, el activismo revolucionario de larga
data en el valle y que en la ciudad cabecera de la provincia se había enraizado,
fueron organizados de mejor forma, debido a que serían usados como un trampolín
para llegar la capital, cuestión que los autores plantean con evidencia documental
clara y muy prolija, no dejan dudas al momento de esgrimir sus planteamientos
históricos, fruto de una compulsación de fuentes, demostrado que las denominadas

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Sociedades de la Igualdad aconcagüinas tenían un análisis propio de la contingencia


nacional, no siendo comandado desde la capital, pero tradicionalmente se ha
planteado que poseían patrones comunes, por lo cual se debería señalar que estos
motines revolucionarios habrían explosado en Santiago y no como lo plantean los
autores, desde una provincia. A su vez y de propia voz de Vicuña Mackenna, quien
señalaba que están pipiolos muertos, con relación a las revoluciones que de forma
inmediata habrían sido aplacadas, los autores discuten esta idea, ya que las
evidencias históricas planteadas en este texto llevan a comprender de mejor forma
estos alzamientos.

Al leer este libro, cuyo aporte, primero aclarando un proceso político


ideológico, que arranca desde una provincia, rompiendo así con la tradición
historiográfica centralista, como también aporta al conocimiento, muy necesario, de
las distintas actividades que fuera de Santiago, se llevaron a cabo, planteando a su
vez que estos eran muy activos y de un fuerte poder resolutivo. A pesar que está en
conjunto con la revolución de 1859, fueron actividades que perturbaron el régimen
imperante y que lo trizaron, cuestión ya planteada anteriormente, sin embargo le
permitieron desarrollar a los gobiernos conservadores elecciones y a los presidentes
seguir con sus gobiernos en la línea conservadora, aunque sí se debe señalar que
trajeron cambios, como por ejemplo el fin a los mayorazgos en 1852, lo que
demuestra que la semilla de la igualdad ya está germinado, gracias a estas tierras
aconcagüinas.

En conjunto con lo anterior las páginas de Conspiraciones, Motines y sedición


en Aconcagua muestran al lector de forma muy completa los eventos acaecidos en
una primera instancia en 1850, donde los vecinos de San Felipe se alzaron, para
posteriormente pasar al motín de 1851, que es más organizado y donde los autores se
encargan de develar las distintas aristas de este complejo proceso, mirando tanto los
puntos de vista revolucionarios como oficialistas, a modo de complementar al lector
de una mejor forma y así generar una reflexión integradora de estos hechos, dejando
siempre en claro que los autores no se han dejado seducir por visiones histórica
centralistas, van conformando un texto con una ideas central bien planteada y sus
hilos conductores tratados de forma clara.

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LAUDATIO IN HONOREM DE LA DOCTORA ADELA CORTINA ORTS

Pablo Martínez Becerra


Universidad de Playa Ancha
pablomartinezbecerra@yahoo.es

Rector de la Universidad de Playa Ancha


Sr. Patricio Sanhueza Vivanco
Doctora Adela Cortina
Autoridades presentes
Miembros de la comunidad universitaria
Señoras y Señores,

Se me ha conferido el honor de pronunciar la laudatio de la Catedrática de


Universidad y Académica de Número de la Real Academia de Ciencias Morales y
Políticas Dra. Adela Cortina Orts en esta ceremonia de investidura como doctora
honoris causa por la Universidad de Playa Ancha.

Por tanto, tengo la oportunidad de poder expresar aquí un elogio por sus altos
méritos académicos y personales que sé que, por ser innumerables, difícilmente
podré ilustrar con toda justicia.

Cabe poner de relieve la excepcional trayectoria académica de la profesora


Cortina, primero a través de sus reconocimientos, luego a través de sus obras y,
finalmente, por medio de dar cuenta del significado de su figura y labor intelectual.

En lo que a sus reconocimientos se refiere, la pensadora española ha ganado


el Premio Internacional de Ensayo Jovellanos 2007 con su obra Ética de la razón
cordial, el Premio Internazionale per la Filosofía Karl-Otto Apel que otorga el Centro
Filosofico Internationale Karl-Otto Apel (Italia), y en 2014, con su libro ¿Para qué

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sirve realmente la ética?, le es otorgado el Premio Nacional de Ensayo de España. El


impacto de sus investigaciones y la labor esclarecedora en los diversos ámbitos
disciplinares y vitales en que la ética se ha vuelto imperativa, ha llevado a que
diversas comisiones soliciten su membresía. De esta forma ha pasado a ser parte de
la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida y Vocal del Comité Asesor
de Ética de la Investigación Científica y Tecnológica, sólo por nombrar algunas.

La relevancia de su obra en la restitución del universo moral y en la


promoción de la permanente «transición ética», tanto de las instituciones como de
las naciones, ha conducido a que diversas universidades le hayan otorgado sus
máximas distinciones. Entre sus doctorados honoris causa se pueden mencionar los
investidos por la Universidad de Murcia, Universidad Politécnica de Valencia,
Universidad de Deusto, Universitat Jaume I de Castelló, Universidad Politécnica de
Cartagena, Universidad de Chile, P. Universidad Católica de Valparaíso y, además,
cabe señalar otras distinciones, como el título de Profesora Ad Honorem de la
Universidad de la República Oriental de Uruguay, la Medalla Universidad Nacional
de la Universidad Nacional de Costa Rica y la Medalla de Plata de la Universidad de
Murcia. Si nos fijamos en quienes, como ella, han obtenido estos reconocimientos en
los que destaca el nombramiento como miembro de la Real Academia de Ciencias
Morales y Políticas, veremos que en la mayoría de los casos Adela Cortina es la
primera mujer en recibirlos.

Llegado el momento de destacar su obra escrita, diremos que es portentosa y


que se puede clasificar, como lo ha hecho el profesor Martínez Navarro, en obras de
«aclaración», de «fundamentación» y de «aplicación». Esta clasificación acentúa el
objetivo de cada texto, pero en ningún caso tal división debe llevarnos a pensar que
en alguno de estos escritos no estén presentes, tácita o expresamente, las tres tareas.
Es más, hacer convivir las tres dimensiones desde la claridad, poniendo el acento en
uno y otro aspecto según las necesidades y urgencias, es uno de los invaluables
favores que la profesora Cortina hace a la comprensión de los lectores. Algunos de
sus libros son: Razón comunicativa y responsabilidad solidaria (1985), Ética mínima
(1986), La moral del camaleón (1991), Ética aplicada y Democracia radical (1993),
Ética de la empresa (1994), La ética de la sociedad civil (1994), Ética civil y religión
(1995), El quehacer ético: guía para la educación moral (1995), Ética y legislación en

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enfermería (1996), Ciudadanos del mundo: hacia una teoría de la ciudadanía (1997),
Hasta un pueblo de demonios: ética pública y sociedad (1998), Alianza y Contrato
(2001), Por una ética del consumo: la soberanía del consumidor en un mundo global
(2002), Ética de la razón cordial (2007), Las fronteras de la persona: el valor de los
animales, la dignidad de los humanos (2009), y Neuroética y neuropolítica:
sugerencias para la educación moral (2011). Cada uno de estos libros presupone que
la reflexión ética sin fundamento es arbitraria, sin aplicación inútil, y sin aclaración
se vuelve indiferente al derecho de comprensión de los afectados.

Al resaltar, por último, el significado de su obra, cabe decir que el genio


intelectual de la Dra. Cortina es en este punto en extremo fecundo y promete que su
amplio círculo de influencia se proyecte largamente hacia el futuro. Su figura
sintetiza, como dijimos de algún modo más arriba, todas las fuerzas argumentativas
que permiten que las transiciones políticas puedan dar lugar a las transiciones éticas
que son las que, en última instancia, aseguran la continuidad y estabilidad de todo
ideal democrático y de libertad. Adela Cortina ha permitido que el proyecto
ilustrado continúe siendo viable bajo una nueva modalidad de razón, a saber: la
razón cordial. Una razón que hace convivir el respeto a los principios con la historia,
la razón con el sentimiento, lo universal con el mundo de la vida, los procedimientos
con la sustancia moral de cada comunidad, la ética global y planetaria con las
diferencias locales, entre otros múltiples logros.

La profesora Cortina ha defendido que tras la fragmentación disciplinar que


se había manifestado en nuestras instituciones académicas, la ética debe ejercer un
rol integrador. La transversalidad de la ética es, en cierto modo, la transversalidad
que ha de tener la preocupación por el hombre, en tanto que no hay disciplina, ni
saber, que se exima de buscar que la vida de las personas esté a la altura de su
dignidad. La ética ya no es, gracias a Adela Cortina, la invitada de piedra al debate
acerca del destino de las diversas actividades humanas, por muy alejadas que
parezcan estar de la filosofía, pues, la pensadora ha puesto de manifiesto que los
sectores pro- ductivos, los colectivos profesionales y los ciudadanos en su totalidad,
no son ajenos a los compromisos sociales ni a la construcción de un mundo más
justo.

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A la Dra. Cortina se le conocerá siempre como aquella figura intelectual que


instaló la ética en el debate público y se esforzó por dar una fundamentación del
deber ser de la acción humana y de la legitimidad de las normas. Esta empresa tiene
el mérito de haber sido iniciada en tiempos en que era impensado que la
preocupación por la ética, sobre todo en el plano institucional, llegase al nivel de ser
fuente de prestigio. La profesora Cortina fue capaz de rehabilitar la razón destinada
a los acuerdos intersubjetivos en una época en que la moral utilitaria y el predominio
de la razón estratégica eran reflejo de una desmoralización que parecía insuperable.

Pero, estos altos grados de repercusión pública del trabajo de la Dra. Cortina
difícilmente pueden ser fruto de un quehacer filosófico en el que el gabinete de
trabajo se abandona única mente para asistir a la cátedra. Este no es el modo en que
la profesora Cortina ha profesado el filosofar, pues, sin dejar de estar dedicada al
estudio de las más sólidas tradiciones filosóficas y de nuevas fuentes de inspiración,
ha mostrado, con su propio ejemplo, que la ética, si no quiere ser un artificio mera-
mente abstracto, ha de ser una tarea de permanente construcción a través del
diálogo interdisciplinar y por medio de la acción comunicativa de los afectados. Para
ella, el giro aplicado de la ética, que es el que hoy presenciamos, en toda la
complejidad que esto supone, se canaliza a través de las instituciones.

Con este convencimiento, la profesora Cortina ha participado de la Fundación


para la Ética de los Negocios y las Organizaciones (ÉTNOR), bajo cuya dirección el
reconocimiento nacional e internacional de esta institución se ha acrecentado,
convencida de que el buen ejercicio de la racionalidad económica debe aceptar el
primado de la racionalidad moral, y que la ética en las diversas instituciones es
fuente del buen desarrollo. La amplia tribuna que ofrecen el ABC Cultural y el diario
El País, han acogido el debate ético suscitado por su pluma incisiva y clarificadora en
sus sendas columnas. En esta cruzada por ganar para la ética un lugar en el foro
público, la Dra. Cortina no ha dejado de publicar en revistas de alta difusión y
extenso tiraje, que no son necesariamente publicaciones centradas en el mundo
académico y en los especialistas. Son tantas las actividades desarrollas por la
profesora Cortina a favor de la difusión de la ética cívica y de su teoría de la justicia,
entendidas como una preocupación nacional y global, que es imposible nombrarlas
en un tiempo acotado como este. Sin duda, lo aquí expresado refleja en escorzos la

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gran tarea de la Dra. Cortina, que no es otra que la de señalar dónde está lo que nos
humaniza y dónde aquello que nos malogra.

Esta tarea humanizadora sólo es posible cuando existe una concepción de


justicia compartida, es decir, cuando damos con las condiciones donde se puede
dar aquella «hermosa libertad de los seres racionales» de la que nos hablaba Kant.
Sin esas condiciones es imposible mantener a resguardo ese valor incondicionado de
la persona al que llamamos «dignidad».

Finalmente, expreso que la Universidad de Playa Ancha se siente


máximamente honrada de que la Dra. Adela Cortina Orts pase a formar parte de
nuestra comunidad universitaria como Doctora Honoris Causa por sus
extraordinarios méritos.

Muchas gracias.

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CONSTRUIR UNA DEMOCRACIA REAL: ÉTICA Y POLÍTICA.1

Adela Cortina Orts


Universidad de Valencia

Valparaíso, 18 de mayo de 2017

Excmo. y Mfco. Sr. Rector de la Universidad de Playa Ancha, D. Patricio


Sanhueza Vivanco, autoridades académicas y civiles, claustro de profesores, señoras
y señores, amigas y amigos todos, es para mí una alegría recibir la invitación a
formar parte, como Doctora Honoris Causa, del claustro de profesores de esta joven
y muy potente Universidad. Y más si, como en este caso, está situada en Chile, un
país al que tanto quiero, y en esta ciudad de Valparaíso, que es ya para mí una
segunda casa por la gran cantidad de amigos entrañables con los que cuento en ella.
Venir de nuevo con tan gozoso motivo es sin duda un regalo. Vaya, pues, por
delante mi más sincero y cordial agradecimiento.

Muy especialmente agradezco al Departamento de Filosofía, en la persona de


su Director el Profesor Enrique Muñoz Mickle, que presentara la propuesta de
investidura, y a la Facultad de Filosofía, en la persona de su Decano, el Profesor
Juan Saavedra, que secundara la propuesta. Y cómo no, mi agradecimiento al
Profesor Pablo Martínez Becerra, Doctor en Filosofía de la Universidad de Valencia,
con una excelente Tesis Doctoral sobre Nietzsche, dirigida por el Profesor Jesús
Conill, que mereció la más elevada calificación de Sobresaliente cum Laude por
Unanimidad. Después de conocer su valía en los años de doctorado, encontrarle de
nuevo como profesor y escuchar su cariñosa laudatio ha sido para mí una gran
alegría.

1
Lectio dictado por Adela Cortina en el acto de su investidura como Doctora Honoris Causa de la
Universidad de Playa Ancha, en Valparaíso el 18 de mayo de 2017.
Esta publicación ha sido autorizada por la autora.

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Por otra parte, y como bien saben los presentes, forma parte del ritual de un
acto de investidura que la nueva doctora o el nuevo doctor pronuncie una lectio
sobre un tema que considere de interés en el ámbito de su especialidad y, a la vez, o
por lo mismo, relevante para la sociedad en su conjunto. En mi caso me ha
parecido oportuno abordar un asunto que está tan presente en los debates de la
vida pública, y debe estarlo en la universidad, como es el proyecto de construir una
democracia real, situada en la confluencia de la ética y la política. Y bueno será
introducir el tema recordando una afirmación de Kant que, a mi juicio, puede servir
de excelente hilo conductor.

La persona lo es por la educación

Afirmaba Kant en sus tratados de Pedagogía que la persona lo es por la


educación, es lo que la educación le hace ser2. De donde se sigue, aunque él no lo
dijera explícitamente, que las universidades tienen una gran responsabilidad en el
hacerse de la personas. Si es verdad, como afirmaba Ortega, que la vida humana es
quehacer y el quehacer ético es quehacerse, pero no en solitario, sino junto con
otros, las universidades desempeñan un papel crucial en la formación de las
personas y de las sociedades de las que forman parte. Y es éste un mensaje que
conviene recordar cuando nos encontramos, como es el caso, en un recinto
universitario. Continuaba Kant asegurando en el escrito mencionado que los dos
principales problemas de un país son el de la educación y el del gobierno. El
primero –aseguraba- es todavía más difícil de resolver que el segundo, porque es
necesario dilucidar si vamos a educar para el presente o para un futuro mejor,
todavía desconocido.
Lo cual es sin duda un problema, porque resulta difícil discernir qué
capacidades conviene educar, qué conocimientos pueden resultar más fecundos,
teniendo en cuenta que hoy es preciso decidir en condiciones de incertidumbre. Y
es verdad que es un gran problema y, sin embargo, a mi juicio, es a la vez una gran
oportunidad: la de construir ese futuro ganándole la mano, creándolo, actuando
proactivamente, pertrechando a los alumnos de instrumentos que les hagan
capaces de innovar para ese mundo mejor. En este punto conviene recordar la

2
Immanuel Kant, Pedagogía, Akal, 1983

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recomendación de la UNESCO, según la cual, la Sociedad del Conocimiento debe


apuntar a lograr transformaciones sociales, no sólo a propiciar información. El fin
del conocimiento aprovechable a comienzos del Tercer Milenio consistirá en
descubrir necesidades sociales y en encontrar soluciones para satisfacerlas. Po-
demos decir entonces con una expresión bien acreditada que el conocimiento
valioso para el mundo futuro será social o no será.

Pero promover ese conocimiento creador precisa, entre otras cosas, un


marco político adecuado, porque la universidad y la escuela educan, pero también
lo hacen las instituciones y las personas significativas de la vida privada y pública. Y
con ello entramos en el segundo de los problemas que Kant consideraba como
cruciales para un país en sus tratados de Pedagogía y en buena parte de su obra: el
problema del gobierno. De este problema queremos ocuparnos en esta lectio,
situándolo fundamentalmente en nuestro momento, y remitiéndonos a la bien
conocida pregunta de la filosofía política: ¿cuál es el mejor régimen político
posible? Ante esta pregunta se ha producido un cambio muy significativo en el
cambio de siglo.

El auge de la democracia en el último tercio del siglo XX

En efecto, al menos desde Hipódamo de Mileto, a mediados del siglo V antes


de Cristo, el gran reto de la filosofía política consistía en determinar cuál es el
régimen político más perfecto. Monarquía, aristocracia, democracia, tiranía y
oligarquía entraron en un debate que duró al menos hasta media- dos del siglo XX.
Pero en esa época la pregunta por la mejor forma de gobierno perdió su mordiente,
precisamente porque se fue produciendo un acuerdo sobre la superioridad de la
democracia frente a cualquier otra forma conocida de gobierno. Tal vez la dolorosa
experiencia de los totalitarismos de distinto cuño (nacionalsocialismo, fascismo,
estalinismo, por no hablar del amplio elenco de dictaduras latinoamericanas) llevó
a reconocer sin ambages el valor del régimen político democrático sobre cualquier
otro. Hasta el punto de que la filosofía política parecía haberse quedado sin objeto,
porque ya no cabía disputar sobre la mejor forma de gobierno.

En los años setenta del siglo XX se va produciendo lo que Huntington llamó


la «tercera ola» de la democracia, que alcanzaría a la mayor parte de países del

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mundo3. Junto a los países democráticos tradicionales (Reino Unido, Estados


Unidos, países del Norte de Europa), una ola de democratización se inicia en
Europa del Sur a mediados de los años 70, se extiende en los 80 en América Latina y
en la región Asia-Pacífico, y después de 1989 alcanza Alemania Oriental y África
Subsahariana.

Y no deja de ser curioso ese amplísimo acuerdo porque el régimen


democrático había tenido hasta entonces una vida muy corta. Nacido en la Atenas
de Pericles, en los siglos V y IV antes de Cristo, desapareció como propuesta
razonable y atractiva a partir de entonces, y sólo renació en el siglo XVIII con un
cariz positivo, pero cuando Rousseau lo consideró como un gobierno tan perfecto,
que, a su juicio, sería propio de dioses, y no de hombres. En el siglo XIX autores
como James Mill, Jeremy Bentham, John S. Mill o John Dewey fueron recuperando
el aprecio por la democracia, pero a una luz distinta a la ateniense: a la luz de una
democracia liberal y representativa, no ya una democracia directa y congregativa
como en el Siglo de Pericles.

Para llegar a esa democracia liberal que, según Robert Dahl, supone una
Segunda Transformación Democrática, fue necesario que tres nuevos elementos se
unieran a la raíz griega: la lógica de la igualdad política, el republicanismo,
procedente de Roma y de las ciudades italianas de la Edad Media y del
Renacimiento, y la idea e instituciones del gobierno representativo4.

La lógica de la igualdad política es la base del sufragio universal, que va


incluyendo paulatinamente en el dêmos a todos los varones y mujeres de cualquier
condición desde una determinada edad, a diferencia de la democracia griega que
era excluyente, al no considerar como miembros del dêmos a todos los habitantes
de la comunidad política, sino excluir a una buena parte de ellos. Es ésta una de las
principales debilidades de la democracia ateniense, ampliamente criticada, que se
reproduce cada vez que el rótulo «pueblo» se asigna sólo a una parte de la
población y se excluye al resto del dêmos. Un régimen político en que se excluye a
una parte del pueblo no puede recibir el nombre de «democracia». Y, obviamente,
la lógica de la igualdad política es la base de la extensión del sufragio hasta
convertirse en universal.

3
Samuel O. Huntington, La Tercera Ola. La democratización en el siglo XX, Paidós, 1994.
4
Robert A. Dahl, La democracia y sus críticos, Paidós, 1992.

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El republicanismo, por su parte, introduce elementos tan sustanciales como


el imperio de la ley, base del Estado de Derecho, la separación de poderes
(legislativo, ejecutivo y judicial), que deben controlarse mutuamente, y el equilibrio
entre las distintas facciones de la comunidad política.

En cuanto al tercer elemento, el gobierno representativo, Locke apuntó en el


Segundo Tratado del Gobierno Civil que la mayoría podía otorgar su consentimiento
«por sí misma o por me- dio de los representantes que eligiera»5. Pero la
representación fue en principio el desarrollo de una idea medieval de gobierno
monárquico y aristocrático, porque el monarca convocaba a los representantes de
los estamentos.

Y esto es verdad, sin embargo, a mi modo de ver, también es verdad que esta
idea de representación se une a un concepto de libertad, insólito en el mundo
medieval, profundamente valorado por el mundo moderno, y que da fuerza a lo
que se dio en llamar el gobierno representativo. Es la libertad que Benjamin
Constant caracteriza como libertad de los modernos6.

En efecto, en su célebre conferencia De la libertad de los antiguos comparada


con los modernos, muestra Constant que el mundo moderno valora ante todo la
libertad entendida como independencia, más que la libertad del mundo antiguo,
en- tendida como participación. La libertad como independen- cia, como no-
interferencia, consiste en disfrutar de un perímetro de actuación sin que nadie
interfiera, e incluye la libertad de conciencia, de expresión, de reunión y
desplazamiento, el derecho de propiedad y el derecho a ser defendido por un
abogado en caso de ser detenido. Este mundo de derechos conforma lo que se ha
llamado «derechos civiles» o «liberta- des civiles y básicas» y protege a los
individuos frente a las interferencias del Estado y de los demás individuos. Junto a
ellos sitúa Constant también el derecho a la participación política, a tomar parte en
las decisiones de la comunidad política. Pero ahora no es ésa la única libertad como
en Grecia, sino una más –y bien importante- junto a las demás. Esta idea de libertad
como independencia es la que da valor a la vida privada frente a la vida pública y

5
John Locke, Segundo Tratado del Gobierno Civil, Aguilar, 1983, cap. XI, parágrafo 140, p. 380.
6
Benjamin Constant (1989): «De la libertad de los antiguos comparada con la de los modernos», en
Escritos políticos, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid.

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sienta las bases del gobierno representativo.

Como bien muestra Constant, es verdad que la dimensión de los Estados


nacionales, que nacen con la Modernidad, hace imposible una democracia
congregativa al estilo de la ateniense, pero la clave para el tránsito hacia el gobierno
representativo es sobre todo el aprecio de la libertad entendida como
independencia que permite disfrutar de la vida privada. La vida privada, formada
por las relaciones de familia y amistad, por la vida asociativa y por actividades tan
productivas como las económicas, resulta ser sumamente atractiva. La participación
en la vida política, por el contrario, no sólo es costosa, sino que presenta unos
retornos inciertos, alejados en el tiempo, poco garantizados. Por eso, de igual modo
que los ricos tienen administradores a los que encomiendan la gestión de sus bienes
para poder disfrutar mientras tanto de la vida privada, los ciudadanos de los
Estados modernos eligen representantes y les encargan la gestión de la cosa
pública.

Sin embargo, conviene recordar que Constant en su conferencia previene


frente al error de dejar en manos de los representantes el poder público y de
retirarse a la vida placentera de la familia, la amistad y la economía, por dos razones
menos: porque al cabo los ciudadanos pueden encontrarse con que les han
arrebatado también esa vida privada, y porque no es verdadera perfección humana
la de quien se desentiende de la cosa pública. En cualquier caso, ha nacido la idea
de que la mejor forma de gobierno es la representativa.

El gran problema aflora cuando la democracia empieza a valorarse de nuevo


como una forma de gobierno que permite la expresión de la auténtica ciudadanía y,
sin embargo, el sistema representativo parece insuperable. Resulta necesario
entonces inventar un oxímoron: la democracia representativa.
¿Cómo articular la autonomía de los ciudadanos con el hecho de que sean
los representantes quienes toman las decisiones, por mucho que exista un espacio
libre de opinión pública en el que, cada vez más, los ciudadanos pueden
expresarse? Es en el siglo XIX cuando la idea de representación en democracia ya es
aceptada por autores como de Tracy (1811), James Mill (1820) o Madison.

Y regresando a los años setenta del siglo XX, a esa «tercera ola» de la
democracia, que culmina en el consenso acerca de la superioridad de la democracia
frente cualquier otra forma de gobierno, sin duda, había buenas razones para esta

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extensión de la democracia liberal. Desde un punto de vista ético, que es siempre el


fundamento de legitimidad de cualquier organización política, cuatro eran las
bases de este éxito:

1) Una vez desaparecida la legitimación divina del poder político, la única


legitimidad racional de las leyes es la de una forma de gobierno que identifica a los
autores de las leyes con sus destinatarios, que plasma en la vida política aquella
idea kantiana de la libertad política «yo no puedo obedecer más leyes que aquellas
a las que estaría dispuesta a dar mi consentimiento».
2) La democracia es el régimen propio de ciudadanos, que se saben señores,
y no siervos ni esclavos, autónomos, y no heterónomos. Que saben que lo son en
igualdad de derecho, porque todos son igualmente ciudadanos.
3) La democracia es el gobierno del pueblo, en el que reside la soberanía,
frente a cualquier autocracia o totalitarismo, como los sufridos en la primera mitad
del siglo XX.
4) El sistema de contrapesos entre los poderes legislativo, ejecutivo y
judicial, el imperio de la ley y las instituciones correspondientes dificultan los
totalitarismos y las tiranías hasta llegar a imposibilitarlos.

Sin embargo, y a pesar de que en la década de los setenta del siglo XX se va


produciendo ese amplio acuerdo acerca de la superioridad de la democracia frente a
otras formas de gobierno, la puesta en marcha de la democracia en una gran
cantidad de países desveló un buen número de problemas, a los que era preciso
hacer frente para hacerla moralmente deseable y técnicamente viable. El
tratamiento de esos problemas ha generado una bibliografía ingente, que incluye
temas tales como los diversos modelos de democracia, la calidad de las democracias
y el modo de medirla, para lo cual existen muy diversos índices, la posibilidad de
encarnar la democracia en el nivel local, pero también en el global, la dificultad de
conjugar la autonomía de los ciudadanos con la soberanía popular, o el modo en
que han creído posible darle cuerpo social las distintas tradiciones de filosofía
política, es decir, los republicanismos, liberalismos, comunitarismos, o socialismos.

Pero con ser todos éstos problemas de la mayor relevancia, lo más


sorprendente es que el panorama ha cambiado de forma notable en el tránsito del
siglo XX al XXI.
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¿Declive de la democracia en el cambio de s i g l o ?

En efecto, en el tránsito del siglo XX al XXI se produce lo que Larry Diamond


denomina la «recesión democrática», que se concretaría en tres fenómenos
fundamentalmente:

1) Se congela el número de nuevas democracias.

2) Disminuye la calidad de las democracias en algunos de los países


emergentes como democráticos, dando paso a nuevas formas de autoritarismo
(Rusia, Turquía, México, etc.).

3) Disminuye la calidad democrática incluso en los países tradicionalmente


democráticos7.

Y, sin embargo –y esto es lo más curioso-, sigue existiendo un amplio


consenso verbal sobre la superioridad de la democracia con respecto a otras
alternativas, nadie plantea verbalmente, abiertamente, la autocracia y el
totalitarismo como alternativas deseables. Como se ha dicho con acierto, a los
dictadores les gusta parecer demócratas8. Los críticos de las democracias liberales
dicen reclamar una democracia auténtica, radical, real, una verdadera democracia,
pero no una alternativa a la democracia. Con lo cual no existe una disputa entre
distintas formas de gobierno, sino un profundo disenso en el seno de propuestas
que se autodenominan democráticas. Un disenso tan profundo que resulta
imposible seguir considerando democráticas a todas las comunidades políticas que
se dan ese nombre a sí mismas.

En este sentido, es bien interesante el aldabonazo que dio Faa- red Zakaria,
cuando planteó en 1997 que los grandes conflictos políticos del siglo XXI no se
producirían entre democracia y dictadura, sino dentro de la democracia, entre dos
formas que él denomina liberal e iliberal9. Según Zakaria, liberalismo y
democratismo serían dos tradiciones distintas, que se han con- jugado en los países
occidentales, dando la sensación de que están estrechamente imbricadas entre sí,

7
Larry Diamond, «Facing up to the Democratic Recession», Journal of Democracy, vol. 26, 1 enero
2015.
8
Moisés Naím, «¿Por qué a los dictadores les gusta parecer demócratas»,
El País, 23 de abril de 2017, p. 7.
9
Faared Zakaria, «The Rise of Illiberal Democracy», Foreign Affairs, 1997, noviembre-diciembre.
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de que son inseparables, cuando lo bien cierto es que hay países liberales sin
democracia y democracias sin liberalismo. Hay países en los que se celebran
elecciones regulares, que sería el síntoma de la democracia, pero donde no se
respetan los derechos civiles, que sería la clave del liberalismo. Y otros países en los
que ocurre lo contrario. En Occidente la democracia electoral y las libertades
civiles van de la mano, pero en el mundo real los conceptos se están separando. La
democracia sin liberalismo constitucional está produciendo regímenes
centralizados, la erosión de la libertad, la competición étnica, conflicto y guerra.

Como bien dice Cristina Galindo, los tres pilares del orden democrático, que
están en tensión constante entre ellos, son las elecciones, el imperio de la ley y la
separación de poderes; pero, ¿qué pasa cuando la mayoría apoya a dirigentes que
van en contra de esos valores democráticos? ¿Sigue siendo democrático un
gobierno porque convoque comicios cada cierto tiempo si limita las atribuciones del
poder judicial, cambia la ley electoral para beneficiarse y convierte los medios de
comunicación en propaganda?10

Se trata entonces de encontrar un método para discernir cuán- do un


régimen es una democracia iliberal y, según Diamond, consiste en determinar «si
tiene elecciones libres, imparciales y competitivas para ocupar los puestos de poder
en el país, pero no es reconocido como libre en la clasificación de liberta- des civiles
y derechos políticos de la Freedom House»11.

Éste es sin duda uno de los temas cruciales de nuestro tiempo, porque
resulta esencial dilucidar si una sociedad en la que se recortan las libertades civiles
puede ser una democracia liberal, o sencillamente, no sólo es iliberal, sino que
tampoco es una sociedad democrática. Autores como Steven Levitsky y Lucan Way
entienden que países como Serbia, Yugoslavia con Milosevic y la Rusia postsoviética
nunca fueron democracias ni se desarrollaron hacia la democracia. Siempre
tendieron al autoritarismo, aunque celebraran elecciones. Por eso prefieren no
utilizar el término «democracia» y llamarles claramente «autoritarismo

10
Cristina Galindo, «Democracias (legalmente) amenazadas», «Ideas»,
El País, 9 de abril de 2017.
11
Larry Diamond & Leonardo Morlino, Assesing the Quality of Democracy, John Hopkins University
Press, 2005.
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competitivo»12. Y, ciertamente, ¿son democracias iliberales o sistemas autoritarios?


Urge saber en qué consiste la democracia, qué de ella es irrenunciable y cómo
construirla, si es que es el régimen político más deseable de los que podemos poner
en marcha.

El gobierno del pueblo

La democracia es una forma de régimen político, y no otra cosa. Y la política,


como insiste Rawls con acierto, tiene que ocuparse de diseñar el marco de lo justo
dentro de las sociedades, no bosquejar modelos de vida buena, modelos de vida
feliz. Recordando la distinción de P.J.A. Feuerbach, la felicidad no es un fin del
ciudadano, sino del hombre 13. Por eso la política ha de sentar modestamente las
bases de lo justo y no tratar de absorber la vida de las personas, no intentar
colonizar la sociedad civil. Pero las bases de lo justo han de ponerlas y ésa es su
tarea inalienable.

El punto de partida de una política democrática es entonces la constatación


de que la ciudadanía tiene intereses diversos y, sin embargo, ha de tomar decisiones
cuyas consecuencias afectan a todos. Por eso nadie puede quedar excluido de la
toma de decisiones, todos conforman el pueblo, a pesar de sus diferencias. Es
preciso contar con todos para encontrar acuerdos comunes, unos mínimos
compartidos; porque, en caso contrario, parte de la ciudadanía queda excluida y
retrocedemos a la democracia ateniense, que excluía sectores de la población. Una
política excluyente, no inclusiva, hoy ya no pue- de llamarse «democracia». Sería
una oligarquía autoritaria, que ha olvidado que el pueblo, en el que radica la
soberanía, lo conforma el conjunto de los ciudadanos, sin exclusiones.

En efecto, la caracterización más adecuada de la democracia sigue siendo la


que sucintamente ofreció Abraham Lincoln en 1863, en el célebre Discurso de
Gettysburg: «gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo». A la luz de ese
nombre se entiende que el pueblo debe ser el destinatario de las leyes, pero
también su autor; de donde se sigue que los autores y destinatarios de las leyes se
identifican, como también que la meta de la democracia es el pueblo. Y, sin

12
Steven Levitsky y Lucan Way, «Assessing the Quality of Democracy», Journal of Democracy, April,
2002, vol. 13.2, 51-65. Citados por Zacaria, l.c.
13
P.J.A. Feuerbach, Anti-Hobbes oder über die Grenzen der höchsten Gewalt und das Zwangsrecht
der Bürger gegen de Oberherrn, Darmstadt, reimpresión, 1967, p. 75.
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embargo, el procedimiento básico de la toma democrática de decisiones consiste en


atender a las mayorías. ¿Es éste un modo legítimo de proceder?

En un fragmento antológico, que recogerán tanto James Boh- man al


comienzo de su libro Public Deliberation como Jürgen Habermas en Facticidad y
Validez, expone John Dewey una idea que, a mi juicio, es clave para el asunto que
nos ocupa:

«El hombre que lleva el zapato –dirá en un texto bien conoci- do-
es el que sabe que aprieta y dónde aprieta, aunque el ex- perto zapatero
sea el mejor juez para juzgar cómo puede re- mediarse la molestia (…). La
regla de la mayoría, como regla de la mayoría, es tan estúpida como sus
críticos le acusan de serlo. Pero nunca es sólo el gobierno de la mayoría.
Como un político práctico, Samuel L. Tilden, dijo hace tiempo: ‘El me-
dio por el que una mayoría llega a serlo es lo más importante’: debates
antecedentes, modificación de perspectivas para te- ner en cuenta las
opiniones de las minorías, la relativa satis- facción que se les da a las
últimas por tener la oportunidad de tener éxito en convertirse en mayoría
en la siguiente oportu- nidad (…). La necesidad esencial es, en otras
palabras, la mejora de los métodos y condiciones del debate, la discusión
y la persuasión»14.

Ciertamente, la democracia es gobierno del pueblo, y hemos convenido en


que la voluntad del pueblo se expresa a través de la voluntad de la mayoría. Pero
eso sí, siempre que las elecciones se lleven a cabo en un marco configurado por la
división de poderes, elecciones regulares, opinión pública libre y abierta, con el
compromiso irrenunciable de que las minorías no sólo sean respetadas, sino que
puedan convertirse en mayorías. Y todo ello bajo el cobijo de un marco
constitucional. Con respecto a la voluntad de la mayoría, no es que creamos,
prolongando a Rousseau, que la voz de la mayoría es la voz de la voluntad general,
sino que no hemos encontrado un mecanismo mejor: que es, a fin de cuentas, el
mal menor. Por eso lo importante no es revestirla de un carácter sagrado, sino
averiguar cómo se forjan las mayorías, cómo se forma la voluntad del pueblo, el
proceso por el que una mayoría llega a serlo.

14
John Dewey, The Public and its Problems, Holt, New York, 1927, 207-208.
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Y ante esta pregunta yo quisiera proponer tres posibles res- puestas, tres
posibles procedimientos que pretenden ser democráticos, teniendo en cuenta cómo
se forman las mayorías: la democracia agregativa, la democracia emotivista y la
democracia comunicativa o democracia de los ciudadanos. Ninguno de estos
modelos se da en estado puro, sino siempre aparecen mezclados, pero es posible
trazar el perfil de lo que se entiende por «pueblo» teniendo en cuenta el mayor o
menor peso que tienen la dimensión agregativa, la emotivista o la comunicativa.
Como es también posible y –creo yo- necesario cultivar con mayor empeño la que
consideremos más ajustada a lo que sería una democracia entendida como gobierno
del pueblo.

Tres procedimientos para formar las mayorías

La democracia agregativa, por su parte, reconoce que en una sociedad


pluralista los desacuerdos son inevitables, pero es consciente a la vez de que es
necesario llegar a ciertos acuerdos obtenidos por mayoría. En un primer momento
podría parecer que el mecanismo ideal es la unanimidad, pero la unanimidad
resulta conservadora, porque sería necesaria una gran cantidad de tiempo para
negociar con todos los sectores y lograr su consentimiento. Mientras tanto no se
produciría ningún cambio y la sociedad permanecería estancada. Es in- evitable,
pues, recurrir a la mayoría, que siempre es mejor que la minoría. Para forjarla los
«agregacionistas» proponen su- mar los intereses individuales y satisfacer los de la
mayoría.

Esta forma de conformar las mayorías tiene en su origen, entre otras, la


propuesta de Joseph Schumpeter en su libro Capitalismo, socialismo y democracia,
publicado en 1942 de «otra teoría de la democracia», distinta a la teoría clásica. A
juicio de Schumpeter, la «teoría clásica de la democracia» no resulta fecunda
porque no permite discernir en qué países existe una gobierno democrático ni
tampoco medir lo que hoy llamaríamos la calidad de las diferentes democracias. Y
no lo permite porque esa teoría descansa en la fuerza de dos conceptos vacíos:
«bien común» y «soberanía popular».

Según Schumpeter, la teoría clásica entiende que «el método democrático es


aquel sistema institucional de gestación de las decisiones políticas que realiza el
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bien común, dejando al pueblo decidir por sí mismo las cuestiones en litigio
mediante la elección de individuos que han de congregarse para llevar a cabo su
voluntad»15. La clave política en esta teoría es el pueblo y los representantes no son
sino instrumentos que tratan de conseguir lo que el pueblo desea. Sin embargo,
según nuestro autor, no existe una voluntad del pueblo, sino las voluntades
particulares de los ciudadanos, ni existe tampoco un bien común, sino intereses en
conflicto. Y, por si faltara poco, los gobernantes ni siquiera han sido elegidos, sino
que han gana- do una competición por los votos de los ciudadanos.

Sería más realista –prosigue- proponer «otra teoría», según la cual, la


democracia es «aquel sistema institucional para llegar a las decisiones políticas en
el que los individuos adquieren el poder de decidir por medio de una lucha de
competencia por el voto del pueblo»16. Según esta caracterización, el motor del
sistema es la competencia entre las élites políticas por con- quistar el voto de los
ciudadanos, de suerte que éstos, en realidad, quedan relegados a un segundo plano
y son las élites las que ocupan la vida pública y se esfuerzan por ganar el voto de los
ciudadanos.
Esta nueva teoría –considera su creador- tiene la ventaja de describir lo que
sucede y permite afinar los instrumentos para mejorar la realidad, en vez de diseñar
mundos ideales que nos dejan en la impotencia. El eco de El Príncipe de
Maquiavelo parece presente, el eco de la ciencia nueva: «Pero siendo mi intención
escribir algo útil para quien lo lea, me ha parecido más conveniente buscar la
verdadera realidad de las cosas que la simple imaginación de las m i s m a s ».

La nueva teoría, amén del realismo, contará con otro buen número de
ventajas, porque permitirá reconocer el pluralismo político, representado por las
élites, hará posible aceptar el hecho del caudillaje y la necesidad de expertos,
contar con la apatía del pueblo, castigar a las élites que no cumplan sus promesas,
retirándoles el voto en las siguientes elecciones, e interpretar la vida política como
trasunto de la económica, aprovechando así los estudios que se llevan a cabo en
relación con la racionalidad económica.

Aunque Schumpeter nunca puso nombre a su teoría, fue calificada como


«teoría elitista de la democracia» y criticada duramente en el siglo XX por los

15
Joseph A. Schumpeter, Capitalismo, socialismo y democracia, Aguilar, Madrid, 1971, p. 321.
16
Ibid., 343.
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partidarios de una teoría participativa, como Bachrach o Pateman. Sin embargo,


sigue presente en el proceder agregativo para formar mayorías, que hoy recibe las
críticas de los partidarios de la democracia deliberativa, defendida por amplios
sectores de la filosofía política desde la década de los noventa. Las críticas podrían
sustanciarse en las siguientes:

1) El agregacionista presupone que los ciudadanos forman sus intereses


en privado y después los agregan pública- mente, cuando lo bien cierto es que
los intereses de las personas se forman socialmente. Si se forman socialmente,
también pueden modificarse socialmente a través de la deliberación pública.

2) Una forma de gobierno en que los ciudadanos sólo buscan su interés


particular, como si no fuera posible forjarse una cierta voluntad común, no es
una democracia auténtica. La agregación de intereses es lo que Rousseau
llamaba la «voluntad de todos», aquella a la que se llega cuan- do cada uno
piensa en su interés particular, mientras que la «voluntad general» es aquella a
la que se llega cuando los ciudadanos toman las decisiones pensando en el
bien común.

3) Reducir la participación del pueblo a la elección de representantes


mediante el voto es hacer dejación de la autonomía de los ciudadanos.

4) Es posible transformar los intereses contrapuestos en voluntad


común a través de la deliberación y de la amistad cívica. Es posible pasar de
«yo prefiero esto» a «nosotros queremos un mundo que sea así». Es el paso
hegeliano del «yo» al «nosotros»17.

En cuanto a la forma de entender el pueblo, incluiría a todos los miembros


de la comunidad política, tomados como individuos que han sellado un contrato
para proteger sus derechos, y están dispuestos a cumplir con los deberes
correspondientes y someterse a las exigencias del Estado de Derecho, pero en
realidad no están unidos por vínculos cívicos, ni pretenden implicarse en la tarea
de forjar una voluntad común. Su modo de proceder es legítimo, pero forman una
democracia débil que puede destruirse si algún líder carismático quiere actuar
como un flautista de Hamelín. La experiencia de la República de Weimar fue una

17
Adela Cortina, Ética aplicada y democracia radical, Madrid, Tecnos, 1993; Benjamin Barber,
Democracia fuerte, Almazara, Granada, 2004.
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auténtica lección en este sentido.

La democracia emotivista. Un segundo procedimiento para formar mayorías


consiste en intentar manipular las emociones de los ciudadanos para obtener su
voto, ofreciéndoles un marco axiológico sencillo, sim- ple, en el que puedan
encuadrar los acontecimientos y los hechos políticos según los trazos que les marca
quien lo diseña. Es el viejo procedimiento de la retórica que pretende manipular
emociones por medio de la persuasión, un procedimiento para el que hoy dan una
base las ciencias cognitivas.

En efecto, las ciencias cognitivas sacan a la luz que los seres humanos
pensamos en términos de marcos valorativos y de metáforas; los marcos están
presentes en las sinapsis del cerebro, presentes físicamente en la forma de circuitos
neuronales; interpretamos los hechos desde esos marcos de modo que cuando los
hechos no encajan en los marcos, mantenemos los marcos e ignoramos los hechos 18.
Esto explica que conocer escándalos en relación con los políticos del propio grupo,
tener noticia de que son incoherentes, corruptos, que no ofrecen realmente
propuestas sino mascaradas, no cambie las posiciones de un buen número de
ciudadanos. Una vez construido el marco, si los hechos no cuadran con el marco –
parecen decir- peor para los hechos.

Dado que esos marcos se encuentran estrechamente ligados a las emociones,


que se instalaron en nuestro cerebro con anterioridad a la capacidad intelectual,
están estrechamente conectados con los valores y la motivación. Y como los
conocemos a través del lenguaje, porque las palabras se definen en relación con los
marcos conceptuales y cuando se oye una palabra el marco se activa en el cerebro,
potenciar un marco requiere crear un lenguaje capaz de sintonizar con las
emociones de los votantes. Ésta es la clave del procedimiento emotivista para
formar mayorías: crear un marco valorativo a través de un lenguaje simplificador
que cale en las emociones de los ciudadanos.

En política es éste un proceder tan antiguo como el de la retó- rica, que tenía
fundamentalmente dos usos: conocer las emociones de los interlocutores para
poder ofrecerles un mensaje de forma que lo entiendan, que sintonicen con él, y

18
Lakoff, No pienses en un elefante. Lenguaje y debate político, Editorial Complutense, Madrid, 2007,
pp. 110 y 111; Adela Cortina, Neuroética y neuropolítica, Tecnos, Madrid, 2011, pp. 100-102.
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puedan sopesarlo para decidir si le convence; o bien conocer esas emociones para
manipularlas persuasivamente en la línea que marca el manipulador.

Sin duda la retórica manipuladora es muy antigua, pero hoy ha cobrado un


inusitado protagonismo con la extensión de los populismos, sobre todo desde
2006, que alcanza desde Estados Unidos (Trump), Francia (Le Pen), Venezuela
(Maduro), Hungría (Orban), España (Podemos) a cuantos partidos intentan
establecer una relación directa, sin intermediarios institucionales, entre el líder
carismático y el pueblo. El populismo no es una doctrina política con contenido,
sino una lógica de acción política, por eso conviene a políticas muy di- versas y
tiene una forma peculiar de entender qué es el pueblo.

En principio el populismo se pretende verbalmente democrático y cree ser la


verdadera expresión de la democracia, pero lo hace marcando una clara escisión y
antagonismo en el seno de la sociedad entre un pueblo puro, homogéneo y
esencializado y unas élites a las que presenta como fundamentalmente corruptas,
moralmente inferiores y, por lo tanto, indignas de representar al pueblo sano.
Según Müller, el populismo es «una imaginación moralista particular de la
política».

Por tanto, el pueblo en este caso no incluye al conjunto de la población, sino


que es una unidad que coincide con los de «abajo», frente a las élites, tan sólo una
parte del pueblo re- presenta realmente al pueblo. El populismo se articula desde la
polarización nosotros/ellos, pueblo/élites («casta»), los de dentro/los de fuera, los
de abajo/los de arriba. Según Rosanvallon, hay una distancia irresoluble entre la
soberanía popular y el carácter problemático de ese pueblo como sujeto social y
político. Una distancia que el populismo aprovecha para construirse desde una
triple simplificación: 1) El pueblo es un sujeto evidente, a diferencia de las élites. 2)
El sistema representativo aliena al pueblo y está corrompido estructuralmente por
políticos. La paradoja es que ellos se erigen como representantes legítimos del
pueblo. Rechazan a los cuerpos inter- medios del modelo político liberal. 3) Se
construye un «nosotros» expulsando a los otros19.

El modo de proceder populista consiste en ofrecer una descripción del país


un tanto apocalíptica y en pretender restaurar el orden apelando al pueblo, que es

19
Pierre Rosanvallon, «Penser le populisme», en La vie des idées.fr, 27 de septiembre de 2011; Máriam
Martínez-Bascuñán, o.c., pp. 24 y 25.
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el conjunto de los perdedores. El pueblo sano se expresa a través de un líder caris-


mático, que se relaciona directamente con él, que es su voz, prescindiendo de las
instituciones y mediaciones políticas, propias del Estado de Derecho. Con lo cual, se
elimina la visión pluralista de la sociedad, propia del liberalismo, a favor de una
visión monolítica; se socava el Estado de Derecho; y se retrocede a una democracia
excluyente, que prescinde de una parte del dêmos por considerarlo moralmente
inferior.

Y, sin embargo, ¿por qué surgen los populismos, pretendiendo ser la


expresión más pura de la democracia? Analizar las causas de la aparición de un
fenómeno es siempre imprescindible para valorar si la respuesta es la adecuada o es
preciso recurrir a otras más justas. Las respuestas más extendidas son las
siguientes: 1) Los populismos suelen responder a procesos de brusco cambio social
(modernización, globalización, migraciones) y pretenden revertir la situación desde
los perdedores, que serían fundamentalmente los trabajadores desclasados,
desfavorecidos por la desindustrialización y las deslocalizaciones, y los que han de
competir con los inmigrantes por los puestos de trabajo. 2) Crisis de representación
política, porque la ciudadanía deja de percibir a los representantes como voces que
expresan las distintas posiciones y se unen frente a la clase política y exige una
regeneración democrática ante la proliferación de casos de corrupción. 3) Los que
se sienten frustrados en sus expectativas se encuentran resentidos y es la forma de
canalizar su resentimiento. Pero, a mi juicio, lo que es preciso encontrar es la
forma de canalizar soluciones positivas.

La democracia comunicativa. En los años 90 del siglo XX florece de nuevo la


teoría deliberativa de la democracia, que entiende el pueblo de una forma diferente a
los agregacionistas y a los populistas. El punto de partida de la reflexión en las
teorías deliberativas de la democracia es el hecho de que en las sociedades
democráticas existen desacuerdos entre los ciudadanos, tienen intereses diversos, y,
sin embargo, es necesario tomar decisiones comunes, de las que nadie puede quedar
e x c l u i d o 20. Entendemos por «pueblo» un conjunto de ciudadanos, que discrepan

20
Adela Cortina, ¿Para qué sirve realmente la ética?, Paidós, Barcelona, 2013, cap. 8; James
Bohman, Public Deliberation, The MIT Press, Cambridge, Ma. / London, 1996; Amy Gutmann & Denis
Thompson, Democracy and Disagreement, Cambridge, Ma, The Belknap Press of Harvard University
Press, 1996; John Rawls, Liberalismo politico, Crítica, Barcelona, 1996; Jürgen Habermas, Facticidad y
validez, Trotta, Madrid, 1998; La inclusión del otro, Paidós, Barcelona, 1999; David A. Crocker, Ethics
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desde el punto de vista de sus intereses, de sus preferencias o de sus cosmovisiones,


pero saben que deben llegar a decisiones comunes en relación con cuestiones de
justicia, que son indeclinables. Precisamente una sociedad lo es por- que quiere
atender a exigencias de justicia en torno a las cuales tiene que ir generándose una
voluntad común. No desde la imposición de unos pocos, que creen tener la verdad
frente al resto, tampoco desde la sola agregación de intereses, sino desde el diálogo
que es a la vez racional y sentiente. Porque no hay vida política sin emociones, pero
tampoco hay vida política justa sin argumentación, por mucho que esté impregnada
de sentimientos.

Esos mínimos de justicia no son hoy difíciles de bosquejar, porque se trata al


menos de los derechos humanos de primera y segunda generación. Lo cual exige
proteger y promover las libertades básicas de los ciudadanos, pero también los
derechos económicos, sociales y culturales, empezando por la erradicación de la
pobreza y la reducción de las desigualdades. Como traté detenidamente en mi
reciente libro Aporofobia, el rechazo al pobre, las grandes metas de la economía en
el siglo XXI tienen que consistir en erradicar la pobreza y reducir las desigualdades,
porque el fin de la economía es reducir la escasez, pero también eliminar la
pobreza21. Como bien decía Rousseau, una democracia requiere una cierta
homogeneidad económica, no la flagrante desigualdad. En este sentido, a mi juicio,
la socialdemocracia es el corazón de una sociedad democrática, porque es la que
tiene capacidad de crear cohesión social.

La democracia comunicativa es aquella en que los ciudadanos intentan


forjarse una voluntad común en cuestiones de justicia básica, a través del diálogo
sereno y la amistad cívica. Cuenta, pues, con pueblo, más que con masa.

Los ciudadanos que componen el pueblo son conscientes de que las


discrepancias son inevitables, que los desacuerdos componen en principio la
sustancia de una sociedad pluralista. Pero saben también que en cuestiones de
justicia es indispensable dialogar y tratar de descubrir acuerdos. No en cuestiones
de vida buena, de lo que vengo llamando desde hace tiempo

of Global Development: Agency, Capability and Deliberative Democracy, Cambridge University


Press, Cambridge, 2008.
21
Adela Cortina, Aporofobia, el rechazo al pobre. Un desafío a la democracia, Paidós, Barcelona,
2017.
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«éticas de máximos», sino en relación con esos mínimos de justicia por


debajo de los cuales no se puede caer sin incurrir en inhumanidad.

Las propuestas de vida feliz son cosa del consejo y la invitación, son
cuestiones de opción personal; pero las exigencias de justicia reclaman
intersubjetividad, piden implicación a la sociedad en su conjunto. Y una sociedad
mal puede construir conjuntamente su vida compartida si no se propone alcanzar
con el esfuerzo conjunto metas de justicia desde ese vínculo al que Aristóteles
llamó «amistad c í v i c a ».

Sin contar con un pueblo unido por la amistad cívica no existe democracia
posible. La amistad cívica es la que une a los ciudadanos de un Estado, conscientes
de que, precisamente por pertenecer a él, han de perseguir metas comunes y por
eso existe ya un vínculo que les une y les lleva a intentar alcanzar esos objetivos,
siempre que se respeten las diferencias legítimas. No se construye una vida pública
justa desde la enemistad, porque entonces faltan el cemento y la argamasa que
unen los bloques de los edificios, falta la «mano intangible» de la que habla el
republicanismo filosófico. La mano in- tangible de las virtudes cívicas y, sobre todo,
de la amistad cívica. Junto a la mano visible del Estado y la presuntamente invisible
del mercado, es necesaria esa mano intangible de ciudadanos que se saben y sienten
artesanos de una vida común.

Pero yendo todavía más lejos, conviene recordar que una persona en solitario
es incapaz de descubrir qué es lo justo y necesita para lograrlo del diálogo con
otros, celebrado en condiciones los más racionales posible. El diálogo no sólo es
necesario porque es intercambio de argumentos que pueden ser aceptables para
otros, sino también porque tiene fuerza epistémica, porque nos permite adquirir
conocimientos que no podríamos conseguir en solitario. Nadie puede descubrir por
su cuenta qué es lo justo, necesita averiguarlo con los otros.

Y si es cierto que la democracia exige una identificación entre los autores de


las leyes y sus destinatarios, no es de recibo que una parte de la población perciba
algunas leyes como injustas. Es preciso esforzarse por descubrir acuerdos sobre
mínimos de justicia.

Claro que con el pueblo no basta y resulta también imprescindible la tarea


de los partidos en el caso de democracias de partidos como las nuestras. ¿Qué
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habríamos de pedirles? A mi juicio, al menos tres cosas.

En primer lugar, que se democraticen y hagan gala de pluralismo interno, de


forma que sean capaces de contagiar a su vez democracia y pluralismo. Para
lograrlo, no estaría de más emplear mecanismos como el de las listas abiertas, que
no garantizan que los electores conozcan mejor a los candidatos, pero sí privan a
los aparatos de esa fuerza totalitaria que obliga a la obediencia ciega a quien desee
medrar o, al menos, salir en la foto.

En segundo lugar, la competencia entre los partidos debería someterse a las


mismas normas de marketing que rigen para la competencia entre las empresas:
debería estar prohibido, bajo pena de multa abultada, intentar vender el propio
pro- ducto limitándose a desacreditar al competidor. Los partidos deberían
convencer a sus votantes potenciales mostrando la bondad de sus programas, no
descalificando a los contrarios, y menos aún hacerlo de forma sistemática. Y
cuando algún partido accede al poder y no cumple con lo prometido ni tampoco da
razón de por qué no puede cumplirlo, debería ser penalizado.

Y en tercer lugar, tendríamos que evitar por todos los medios la


partidización de la vida compartida, la fractura de una sociedad en dos bandos en
cualquiera de los temas que le afectan, porque cada partido mantiene una posición
contra viento y marea para poder comprar votos con ella y siembra la enemistad
entre los electores, la confrontación crispada e irreconciliable.

Por último, el tercer pilar de una democracia comunicativa son sus


ciudadanos. Y aquí, como en los demás puntos, vuelve a ser central el papel de la
educación porque es necesario formar ciudadanos autónomos y solidarios, capaces
de formarse un juicio sobre lo justo, preocupados por descubrir junto con sus
conciudadanos qué es lo justo, empeñados en la tarea de ponerlo por obra en la
vida cotidiana. Para eso hace falta –creo yo- cultivar una razón cordial. Porque
conocemos la justicia no sólo por la razón, sino también por el corazón.
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