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Para qué sirve la metafísica

 
Once artículos sobre problemas metafísicos desde la perspectiva de la Filosofía
analítica.
 

 
SILVERIO SÁNCHEZ CORREDERA
Cuestiones de metafísica
JOSEP L. PRADES

Editorial Tecnos, Madrid, 2015, 443 páginas


 

La palabra metafísica puede encontrarse tanto bajo acepciones complacientes


("Sublimes cimas metafísicas") como tratada con desaprobación o desprecio ("Déjate ya
de tanta metafísica"). Sea como fuere, concederemos que, al igual que la climatología
(que nos trae buen y mal tiempo) es una parte de la geografía, la metafísica se nos
impone como un nivel de análisis característico de la filosofía. Y si los problemas
éticos, políticos, históricos, estéticos, antropológicos ocupan al filósofo y pueden llegar
subjetivamente a colmarle, cuando olvidare los temas metafísicos, una parte esencial de
su reflexión filosófica quedaría objetivamente sin atender.

Pero después de Hume, que nos invitó a arrojar al fuego los libros de metafísica
escolástica, puesto que no contienen razonamientos ni sobre el número ni sobre la
experiencia, y después de Kant, que decretó que la metafísica no puede aspirar a
conocimiento alguno, y después del positivismo de Comte, que declaró superada ya la
metafísica, y después de Marx y de los neopositivistas del siglo XX y de tantos y tantos
antimetafísicos como han abundado en los últimos tres siglos... ¿sigue teniendo sentido
actualmente la metafísica?
 

Efectivamente, existe toda una filosofía que reniega con fuerza de la metafísica. Ahora
bien, sería un equívoco pensar que podríamos prescindir de ese tipo de problemas
planteados por ella. Porque con Francis H. Bradley (1846-1924), un preclaro defensor
de la metafísica, deberemos conceder la importancia que tiene la búsqueda de principios
o de verdades, aunque contra él la mayoría no concederá que se trate de los "primeros"
principios o de las "últimas" verdades; y siguiendo a Bradley será una tarea de la
metafísica separar las apariencias de la realidad, pero contra él muchos no admitirán que
haya algo que sea "la" realidad, porque no concederán dicha unicidad del ser.

Por esta disensión de fondo, se ha hecho necesario recurrir cada vez más al concepto de
ontología, para eludir los presupuestos que suele llevar aparejados el término metafísica.
Así pues, quienes no apelan a un punto último sustancial e hipostasiado para
comprender lo real, al que cabría llamar alma espiritual e inmortal, cuando se trata de
procesos psíquicos; o Dios, cuando tras la finitud del mundo se postula un principio
trascendente infinito y creador... Quienes niegan, por tanto, este modo de filosofar,
preferirán hablar de ontología en lugar de metafísica.

El libro que nos ocupa se llama Cuestiones de metafísica porque aborda temas
ontológicos, tales como la causalidad, el determinismo, la libertad, la identidad personal
o el problema mente-cuerpo. Seguramente el título prefiere metafísica a ontología
porque estime el término elegido como más reconocible, lo mismo da, porque se trataría
de no enredarse en las palabras sino de ir a los asuntos, que es lo que importa.

Enseguida se comprueba que los supuestos ontológicos de los once autores, profesores
de las universidades de Barcelona, Valencia, Gerona, País Vasco, Granada y del
University College London, no se ordenan en principio dentro de una metafísica
tradicional (lejos, por tanto, de un Mundo aprehensible racionalmente, o de un Alma
reificada o de un Dios infinitamente perfecto, como escenarios últimos de respuestas),
porque, al contrario, desarrollan estudios con vocación analítica. Esta corriente
filosófica, recordémoslo, que está muy implantada en los países anglosajones y que
posee fortísimas influencias en otros países (como España), utiliza un método preferente
de investigación, que consiste en revisar las distintas doctrinas o tesis propuestas,
esencial y fundamentalmente, tratándolas en uno de los planos en que se dan: como
teorías expresadas lingüísticamente. De este modo, los analíticos se ejercitan en revisar
los supuestos lingüísticos contenidos en las doctrinas consideradas y se cuidan muy
especialmente de decantar la coherencia o contradicción o equivocidad que pudiera
hallarse en las tesis estudiadas o defendidas.

Esta metodología filosófica, contribuye, sí, al pulido y creación de términos del


vocabulario filosófico, pero ha de correr con el peligro, en la otra cara de la moneda, de
recaer en un vicio típicamente escolástico, que consiste en pasar a primer plano las
disquisiciones terminológicas, y no ya en función de matices necesarios que se remiten
al asunto o problema, sino encadenando comentarios de unos autores sobre otros, que se
corrigen precisándose sin descanso, hasta el punto de que se impone más el cómo de la
enunciación en detrimento del qué o quid de la cuestión. Esbocemos una muestra: sobre
los "casos" Harry Frankfurt, nacidos para clarificar un determinado tipo de problemas
sobre libertad y responsabilidad moral, se acaban analizando hasta tal punto los
ejemplos aducidos e inventados (Mentira, Mezquino, Carterista) que, de algún modo, se
olvidan de los sujetos reales de carne y hueso para acabar hablando fundamentalmente
de puras distinciones de razón que solo son pertinentes respecto de los ejemplos
artificiosos propuestos pero que, en un punto del análisis, han dejando de referirse a las
relaciones humanas efectivas.

¡Curiosa manera de venir a caer en la "metafísica"!, en el sentido peyorativo del


término. Cuando un enredo conceptual desbordado o una interferencia lingüística
sistemática, en el seno de un discurso dado, llega a perder la capacidad de volver sobre
las cosas mismas y clarificarlas verdaderamente, estamos ante un ejercicio metafísico.
La filosofía puede enfermar por negar demasiado (nihilismo), por dudar demasiado
(escepticismo), por afirmar con excesiva estrechez (positivismo) y también por
especular perdiéndose en vericuetos sin retorno (metafísica). Los metafísicos antiguos o
medievales buscaban entre las sustancias creyéndolas cosas concretas. Los metafísicos
contemporáneos usan el lenguaje, partiendo de su concreción, pero lo utilizan como si
fuera una sustancia, como un fin en sí mismo más que como un medio.

Pero que sea el lector quien juzgue página a página, porque Cuestiones de metafísica
contiene análisis de importancia y calado muy diversos.

La Nueva España, Cultura, jueves, 18 de febrero de 2016, pág. 8

http://www.lne.es/suscriptor/cultura/2016/02/18/sirve-metafisica/1884706.html

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