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“Omnes et singulatim” en el contexto de la producción Foucaultiana.

Ps. Sergio Sklarevich (Diplomatura en Ciencias Sociales)

Jefe de Trabajos Prácticos de la asignatura Perspectivas Sociofilosóficas.

Escuela de Comunicación Social.

Universidad Nacional de Rosario.

1
Nuestro interés es situar una serie de clases dictadas por Michel Foucault en el
contexto de su propia obra. Se trata de dos conferencias que el autor expuso en Vermont,
Estados Unidos, el 10 y 16 de octubre de 1979, publicadas por primera vez en dicho país
en 1981, que llevan como título, “Omnes et singulatim: hacia una crítica de la ‘razón
política’”,1 según la traducción realizada en la edición en español de 1990.
Dichas conferencias pueden considerarse como una síntesis de algunas de las clases
del curso Seguridad Territorio y Población, que Foucault dictara en el Collége de France,
entre enero y abril de 1978;2 editados recién en francés en 2004 y en español en 2006, por
ciertos problemas testamentarios que impedían la publicación póstuma de los escritos de
Foucault. No obstante, la cuarta lección de dicho curso, la del 1ro. de febrero de 1978, fue
publicada con anterioridad. 3 En la misma, si bien no se abordan los temas de nuestro texto
(el del pastorado y el de la razón de Estado, como mas adelante veremos), se define un
concepto: el de Gubernamentalidad, que será clave para entender el giro que llevó al
abordaje de los mismos, como luego nos encargaremos de demostrar.

Siguiendo un breve esbozo que hace Miguel Morey de la periodización que suele
realizarse de la obra de Foucault,4 tomando en cuenta principalmente los libros publicados,
hay una primera etapa arqueológica, que estaría centrada en la pregunta acerca del saber
(podemos citar: Las palabras y las cosas- 1966 y la Arqueología del Saber -1969, como los
más emblemáticos de este período). La segunda etapa, la genealógica, se elabora a partir de
la pregunta acerca del poder (Vigilar y Castigar -1975- y el primer volumen de Historia de
la Sexualidad, La voluntad de saber -1976). La tercera etapa, que, según el esbozo de
Morey, se anuncia en 1978 tras el tema de la “gubernamentalidad”, (con la publicación de
la mencionada cuarta clase de Seguridad, Territorio, Población), se articularía entorno a

1
Michel Foucault: “Omnes et singulatim: hacia una crítica de la ‘razón política’” en Tecnologías del Yo.
Paidós, Barcelona, 1991.
2
M. Foucault: Seguridad, territorio, población. FCE, Bs. As, 2007.
3
Aut -Aut N° 167-68, septiembre-diciembre de 1978; Actes número especial 54; Dits et écrtis vol III ,1994;
“La ‘gobermentalidad’”, Estética, ética y hermenéutica. Paidós, Barcelona, 1999.
4
Miguel Morey: “Introducción. La cuestión del método” en Tecnologías del Yo. Op. cit., pp. 12 y 13.

2
las tecnologías de la subjetividad. Etapa que se centraría en la ética, en tanto la misma es
concebida por Foucault como el dominio de constitución del sí mismo como sujeto moral
(el segundo y el tercer volumen de Historia de la Sexualidad ; El uso de los placeres y La
inquietud de sí, respectivamente. Ambos volúmenes publicados en 1984).
Edgardo Castro plantea que en los desplazamientos que se dan en la obra de
Foucault no hay un abandono sino una extensión del campo de análisis “…la genealogía no
abandonará el estudio de las formas de saber, ni la ética el de los dispositivos de poder, sino
que cada uno de estos ámbitos será reencuadrado en un contexto más amplio”.5
Castro concluye que todo el trabajo de Foucault puede ser visto como un análisis
histórico-filosófico de las prácticas de subjetivación. El texto de referencia para esta última
afirmación es “El sujeto y el Poder”, de 1984.6 Allí Foucault sostiene que el tema general
de su investigación no ha sido el poder sino el sujeto y plantea que su objeto ha consistido
en crear una historia de los diferentes modos de subjetivación del ser humano en nuestra
cultura, para lo cual, dice haberse ocupado de tres modos de objetivación que transforman a
los seres humanos en sujetos.

Primero están los modos de investigación que tratan de otorgarse a sí mismos el estatus de ciencia (…)
En la segunda parte de mi obra, estudié la objetivación del sujeto en lo que llamaré “prácticas divisorias” (…)
Algunos ejemplos de este proceso son el loco y el cuerdo, el enfermo y el sano, los criminales y “los buenos
muchachos”.
Finalmente, he querido estudiar –es mi trabajo actual- el modo en que un ser humano se convierte a sí mismo
o a sí misma en sujeto. Por ejemplo (…) el modo como los hombres aprendieron a reconocerse como sujetos
7
de “sexualidad”.

Como es fácil de advertir, esta reinterpretación que hace Foucault de su obra


permite evitar algunos equívocos. La producción de subjetividad no es algo que sea objeto
sólo de la última etapa, sino de todas. Asimismo, a partir de ella puede establecerse una

5
Edgardo Castro: Diccionario Foucault, Siglo XXI, Bs. As., 2011, p. 175.
6
M. Foucault: “El sujeto y el poder” en Michel Foucault: más allá del estructuralismo y la hermenéutica,
UNAM, México, 1998. P. 228.
7
. Ibídem. p. 227.

3
forma distinta de pensar la obra de Foucault. Historia de la locura (1961), por ejemplo,
cronológicamente anterior a la etapa genealógica puede sin embardo situarse mejor dentro
de lo que Foucault denominó “prácticas divisorias”, cuyo abordaje ha sido una
característica de la citada etapa. No obstante, dicha reinterpretación no niega la utilidad de
seguir hablando de períodos o desplazamientos.

Foucault anuncia en la primera conferencia de “Omnes et singulatim” su pretensión


de analizar una serie de transformaciones en el ejercicio de las relaciones de poder. Se trata
del desarrollo de tecnologías orientadas hacia los individuos y destinadas a gobernarlos de
manera continua y permanente. Más precisamente, su objetivo será rastrear los orígenes de
un poder individualizador al que denomina pastorado. Asimismo, anticipa que en la
segunda conferencia intentará mostrar cómo esta modalidad pastoral del poder se asocia a
lo que considera como su polo opuesto: el Estado, cuyo carácter centralizador y
centralizado destaca.
A fin de abordar el tema del pastorado, nuestro autor se remonta al oriente antiguo,
centrándose en la visión que del mismo tenían los hebreos y en las innovaciones que
introdujo el cristianismo. Asimismo, se encarga de demostrar lo ajeno que era este tema
para el pensamiento griego. En la segunda conferencia, Foucault intenta dar cuenta de la
racionalidad específica del Estado moderno a partir de la doctrina de la razón de Estado y
de la teoría de la policía.
En el citado “El sujeto y el poder”, Foucault afirma que “el poder del Estado es una
forma de poder individualizadora y totalizadora”.8 Asimismo, considera que esta forma
particular de integración al interior de las estructuras políticas de técnicas de
individualización y procedimientos de totalización, que no se ha dado nunca en otras
sociedades, ha sido posible porque el Estado moderno integró en una nueva forma política
las técnicas de poder pastoral, nacidas en las instituciones cristianas. El autor considera que
el Estado moderno puede verse como “una matriz de individualización, o como una nueva
forma de poder pastoral”. Ya no se trataría de guiar a la gente a la salvación en el otro

8
Michel Foucault: “El sujeto y el poder”, Op. cit., 1998, pp. 232-233.

4
mundo, sino más bien de asegurarla en este mundo. “Salvación” comienza adquirir el
sentido de salud y bienestar”.9

Aunque según la periodización citada, Omnes et singulatim se puede ubicar en la


última etapa de la producción foucaultiana, aquella vinculada a las tecnologías del yo, por
los contenidos planteados existe una continuidad respecto de ciertos temas que aparecen
también en la llamada etapa genealógica.

En Vigilar y Castigar, Foucault entiende a las disciplinas como una forma de


dominación que fabrica individualidades dotadas de determinadas características (celular;
orgánica; genética; combinatoria) a partir de ciertas técnicas (juego de la distribución
espacial; cifrado de las actividades; acumulación del tiempo; composición de fuerzas).10
Esta “fabricación de individualidades”, por cierto, confirma la señalada reinterpretación que
hace Foucault del objeto de su obra como la historia de los modos de subjetivación.
Cabe recordar que Foucault conceptualiza el poder disciplinario en oposición a lo
que denomina como poder soberano. Foucault sostiene respecto del examen, uno de los
instrumentos específicos del las disciplina, que el mismo invierte el eje político de
individualización. En las sociedades de soberanía, la individualización es máxima del lado
de quien ejerce la soberanía. Por el contrario, en un régimen disciplinario, la
individualización es descendente. Mientras el poder se vuelve más anónimo y funcional,
aquellos sobre quienes se ejerce tienden a estar más individualizados.11
Por otra parte, el tema de las conexiones entre individualización y el Estado
moderno, más arriba señaladas, puede también hallarse en Vigilar y Castigar cuando en
este libro se analizan las formas por las cuales las disciplinas se han generalizado en el

9
Ibídem, p. 233.
10
M. Foucault: Vigilar y castigar, Siglo XXI, Buenos Aires, 2005, p. 172.
11
Ibídem, p. 197.

5
cuerpo social (la tendencia de las mismas “desintitucionalizarse”, y la “nacionalización de
los mecanismos disciplinarios”, a partir de la organización de la policía).12

Asimismo, con la aparición de la noción de biopolítica, en la clase del 17 de marzo


de 1976 del curso del Collége de France, Defender la sociedad 13 y en el cap. V “Derecho
de vida poder sobre la muerte” de la Voluntad de Saber (Tomo I de Historia de la
sexualidad);14 aparecen mecanismos específicos, distintos de los disciplinarios, que tiene su
punto de anclaje en el estado y por objeto no los cuerpos individuales sino las poblaciones y
cuyos ámbitos de intervención han sido: la natalidad, la mortalidad, la morbilidad (aquello
que es objeto de la medición estadística); las incapacidades y accidentes (abordados a partir
de mecanismos aseguradores) y los efectos del medio sobre la población (el problema de la
ciudad).15
En estos últimos textos, Foucault ya no contrapone el poder Soberano a las
disciplinas sino a lo que denomina como “biopoder”, que, como veremos, incluye tanto a
éstas últimas como a la biopolítica. La disciplina del cuerpo y la regulación de las
poblaciones constituyen los dos polos sobre los que se desarrolló el poder sobre la vida.
Si el poder soberano se caracteriza por el derecho de “hacer morir y dejar vivir”, (de
allí que se halle simbolizado con la espada), este el nuevo poder, se define por un derecho
contrario, el de hacer vivir y dejar morir” Se trata de un derecho que no viene a sustituir al
poder soberano, pero que lo penetrará y modificará.16
Hemos señalado que Omnes et singulatim puede considerase como una síntesis de
algunas de las clases del curso Seguridad, territorio, población. Foucault anuncia al
comienzo de la primera lección de este curso su intención de estudiar en el mismo el tema

12
Ibídem, pp. 214-219.
13
M. Foucault: Defender la sociedad, FCE, Bs. As., 2000.
14
M. Foucault: Historia de la Sexualidad I. La voluntad de Saber. Siglo XXI, Bs. As., 2002.
15
M. Foucault: Defender la sociedad, op. cit., pp. 220.222.
16
Ibídem, 217-218.

6
del biopoder.17 El punto de partida de la investigación allí emprendida es la pregunta
acerca de qué se entiende por los dispositivos de seguridad que le son característicos.18
Cabe aclarar que en este curso Foucault utiliza la noción de biopoder en un sentido más
restringido que el planteado en los textos citados, en tanto lo considera como sinónimo de
la biopolítica, no incluyéndose en el mismo a las tecnologías disciplinarias.
Por otra parte, estas investigaciones, al igual que las del período precedente, se
enmarcan en una preocupación acerca del presente. Foucault se pregunta si es posible decir
que en las sociedades contemporáneas la economía del poder está pasando a ser del orden
de la seguridad: “Querría hacer aquí una suerte de historia de las tecnologías de seguridad y
tratar de ver si puede hablarse realmente de una sociedad de seguridad”. 19

Cabe preguntarse cómo es que desde un punto de partida como el que señalamos, el
del biopoder y los dispositivos de seguridad, que se halla en una clara continuidad con la
clase mencionada del curso anterior, Defender la sociedad, y con el citado capítulo de la
Voluntad de Saber, se llega al tema del pastorado y las doctrinas de la razón de Estado.
Foucault describe las características del dispositivo de seguridad a partir de la
diferencia que el mismo mantiene respecto de los dispositivos de la soberanía y los
disciplinarios. Utilizando para ello una serie de ejemplos: el castigo del robo; el tratamiento
de ciertas enfermedades (la lepra, la peste, la viruela) y el ordenamiento de las ciudades.
No obstante, hay en estas investigaciones el abordaje de un tema que no se había
dado en otras anteriores: el problema de la escasez de los granos. Tema que permite
introducir la cuestión del liberalismo. Tema que será clave para entender la racionalidad
gubernamental.
Por cierto Foucault aclara que no se trataría de una sucesión entre dichos
dispositivos: primero los de la soberanía, luego los disciplinarios y por últimos los de
seguridad. Sino que cuando surge un nuevo dispositivo hay una permanente transformación

17
M. Foucault: Seguridad, territorio, población, op. cit. Pp. 15-16.
18
Ibídem. p. 19.
19
Ibídem. P. 26.

7
y perfeccionamiento de los anteriores. Debe considerarse, entonces, cuál es el dispositivo
dominante y las correlaciones que existen entre los diferentes dispositivos. 20
Nos preguntábamos entonces, cómo Foucault llega a los temas del pastorado y la
razón de Estado. Para ello ha sido fundamental la cuestión del gobierno, a la cual el autor
llega a partir del análisis de los dispositivos de seguridad relativos a la población.
Foucault sostiene que el problema de la población permitió el desbloqueo del arte de
gobernar. Al mostrar la estadística que la población tiene sus propias regularidades, se pone
de relieve la especificidad de la misma. La familia, de ser un modelo para el arte de
gobernar, pasó a ser un instrumento del gobierno de las poblaciones. Manifestándose ésta,
más que el poderío del soberano, como el fin y el instrumento del gobierno.21
Con la irrupción del tema del gobierno se produce una suerte de giro respecto de los
objetivos iniciales del curso. Nuestro autor dice, en la mencionada cuarta clase, que si
pudiera llamaría al curso en cuestión con el título “historia de la gubernamentalidad”.22 No
obstante, se trata de un giro que reactiva temas abordados en cursos anteriores. En el curso
de 1975 Los anormales,23 Foucault analiza por primera vez la problemática del arte de
gobernar y la del pastorado.
Según Michel Senellart, el deslizamiento del poder al gobierno que se produce en el
mentado curso no es el resultado de un cuestionamiento del marco metodológico sino de su
extensión a un nuevo objeto: el Estado, que no tenía cabida en el análisis de las disciplinas.
No habría por tanto, ruptura con respecto al análisis anterior del poder.24

Foucault se pregunta por qué abordar la noción de Estado y de población a partir de


una noción tan oscura como la de gubernamentalidad. El autor plantea que cuando en años
anteriores había hablado de disciplina en referencia al ejército, a los hospitales, a las

20
Ibídem. pp. 23-25.
21
Ibídem. pp. 129-132.
22
Ibídem. pp. 135-136.
23
M. Foucault: Los anormales, FCE, Bs. As. 2000.
24
M. Foucault: Seguridad, territorio, población, op. cit. , p. 239.

8
escuelas, a las prisiones, lo hizo con la intención de pasar al exterior de la institución y ello
de tres formas diferentes. Se trataba, en primer lugar, de buscar detrás de las instituciones
una tecnología de poder. En segundo lugar, se intentaba sustituir el punto de vista interior
de la función por el punto de vista exterior de las tácticas y las estrategias. Por último, hay
un tercer descentramiento que se da respecto del objeto. Foucault sostiene que hablar de
disciplina implicaba negarse a hablar de un objeto prefabricado, como por ejemplo la
enfermedad mental, la delincuencia “Era negarse a medir las instituciones, las prácticas y
los saberes con la vara y la norma de ese objeto dados de antemano. La tarea consistía, por
el contrario en captar el movimiento por el cual se constituía, a través de esas tecnologías
móviles, un campo de verdad con objetos de saber.”25
Foucault se pregunta si es posible pasar al exterior del Estado y situarlo en una
tecnología general de poder. Si es posible hablar de una gubernamentalidad que sería para
el Estado lo que son las disciplinas para el sistema penal y la biopolítica para la medicina.
El autor considera que estas preguntas son el objetivo de su curso.26
Senellart nos indica que en el contexto en cuestión la noción de gubernamentalidad
tiene un carácter acontecimental, por su dimensión histórica y singular: a la que se le suma
un campo de aplicación limitado: las tecnologías de poder que sirven a la formación del
Estado moderno. Pero luego dicho carácter tenderá a borrarse para servir de grilla de
análisis de las relaciones de poder en general.27 En este sentido, Castro señala un segundo
significado de la noción de gubernamentalidad, distinto del ligado a la formación del
Estado moderno. Ésta se define como el encuentro entre las técnicas de dominación
ejercidas sobre los otros y las técnicas de sí.28 Nos encontramos, aquí, evidentemente, ante
la cuestión de la ética, entendida, como definimos más arriba, como el dominio de la
constitución del sí mismo como sujeto moral.

25
Ibídem, pp. 140-146.
26
Ibídem, p. 146.
27
Ibídem, p. 448.
28
Edgardo Castro: Diccionario Foucault, Siglo XXI, Bs. As., 2011, p. 177.

9
A partir del recorrido emprendido hemos visto que la aparición de la temática del
pastorado y de la razón de Estado es el resultado del giro que provoca la irrupción de la
noción de gubernamentalidad. Asimismo, hemos señalado que hay un segundo significado
de la noción de gubernamentalidad que remite al dominio de la ética. Podríamos concluir
que Omnes et singulatim se encuentra en el punto que hace posible el desplazamiento del
eje del poder a la de la ética.
Castro señala que todos los cursos del Collége de France fueron retomados y
reformulados en diferentes libros (los cursos dados entre 1971 y 1976, en Vigilar y
Castigar y en la Voluntad de saber- Volumen I de Historia de la Sexualidad; y los cursos
del período 1980-1984, en los dos últimos volúmenes de esta última obra) menos los dados
entre 1975 y 1979, a excepción del mencionado cap. V de la Voluntad de Saber. Y cita una
entrevista en la que el propio Foucault reconoce lo necesario de escribir sobre estos temas,
pero alega que carece de tiempo para hacerlo.29
Resulta más preciso, entonces, considerar los temas de Omnes et Singulatim no
simplemente como un punto de transición entre dos momentos diferentes (el pasaje del eje
del poder al de la ética), sino a partir del campo específico en el que se inscriben. Aquél que
se abre a partir de la aparición de la cuestión del biopoder.

29
Ibídem, p. 57.

10
Bibliografía:

Castro, Edgardo: Diccionario Foucault, Siglo XXI, Bs. As. 2011.

Foucault, Michel: “Omnes et singulatim: hacia una crítica de la ‘razón política’ ”, en


Tecnologías del Yo. Paidós, Barcelona 1991.

______________ Estética, ética y hermenéutica, Paidós, Bs.As. 1994.

______________ “El sujeto y el poder” en Michel Foucault: más allá del


estructuralismo y la hermenéutica, UNAM, México, 1998.

______________ Los anormales, FCE, Bs. As., 2000.

______________ Defender la sociedad, FCE, Bs. As., 2000.

_______________ Historia de la sexualidad: la voluntad de saber. Siglo XXI, Bs.


As. 2002.

______________ Seguridad, territorio, población, FCE, Bs. As. 2007.

______________ El nacimiento de la biopolítica, FCE, Bs. As. 2008.

Morey, Miguel: “introducción. La cuestión del método” en Tecnologías del Yo.


Paidós, Barcelona 1991.

11
.

Respecto de la primera, a diferencia del significado actual que evoca arbitrariedad y


violencia, se entendía por razón de Estado un arte de gobernar que implicaba ciertas reglas,
que no remitían ni a las costumbres ni a la tradición sino a un conocimiento que podía ser
racional en tanto observaba la naturaleza de aquello que se gobernaba. Esta concepción se
12
opone, por un lado a la tradición cristiana y judicial que sostenía que el gobierno era
esencialmente justo y, por otro, a la del análisis de Maquiavelo en El príncipe. Ya que en
éste se intenta definir aquello que asegura o refuerza la conexión entre el príncipe y el
Estado, en cambio en la razón de Estado, de lo que se trataría es de reforzar al propio
Estado y ello en un marco competitivo (Estado que sólo mantiene sus fuerzas, está
condenado a la destrucción). Para lo cual se hace necesario un conocimiento acerca de la
capacidad propia y la de los demás Estados. De allí la vinculación que existe entra este arte
de gobernar y el desarrollo de la estadística.
En relación con la noción de policía, Foucault señala que durante el siglo XVI y
XVII tenía un significado muy diferente del actual. El autor señala que en texto de 1611,
escrito por de Turquet de Mayenne, la policía aparece como una administración que dirige
el estado junto con la justicia, el ejército y la hacienda, extiende su actividad a todas las
situaciones que los hombres realizan, abarcando, la justicia, las finanzas y el ejército. Por
una parte la policía tendría que ver con todo lo que constituye el esplendor de la ciudad,
entendido éste último no sólo como la belleza de un Estado, sino también con su vigor y su
fuerza. Por otra parte, el papel de la policía sería el de desarrollar las relaciones del trabajo
y del comercio entre los hombres, así como la ayuda y la asistencia mutua. Foucault
interpreta que la idea que puede aquí reconocerse es la de que el papel de la policía es
proporcionar al Estado un poco más de vida y de fuerza por medio del control de la
“comunicación”, decir, de las actividades comunes de los individuos (trabajo, producción,
intercambio, comodidades).
Foucault plantea que estas ideas se difundieron a lo largo del siglo XVII y XVIII
bajo la forma de políticas concretas, en el caso del mercantilismo, o como materias de
ensñanza, como en la ciencia de la administración, la Polizeiwissenschaft, en Alemania.
Para el primer caso cita un compendio de los distintos reglamentos de la policía del
reino que realizó el historiador Delamare, a comienzos del siglo XVIII. Según Foucault,
para este autor la policía tendría por objeto aquello que está vivo.

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