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CAPíTULO 2

El mundo de la Corte

El mecenazgo y el patrocinio constituyen las vías de reflexión de este


capítulo. De las cortes condales del sur de Francia, en el siglo XII, a
las cortes principescas o episcopales del siglo XIV, la música desem-
peña un papel capital en la organización social de la sociedad me-
dieval. La música, expresión del ideal cortés, y luego su figuración,
se transforma de un arte de diversión en un arte de representación,
verdadera encarnación del poder y las virtudes del mecenas.
Paralelamente al desarrollo de la liturgia románica, a partir del
siglo XI, nace una cultura cortés en las cortes del sur de Francia. El
trovador es quien encuentra, quien hace «tropos» [del latín vulgar
troparei, es decir, quien inventa y vuelve a componer sin cesar poe-
sía y canción sobre el tema del amor:
Non sap chantar qui son non di
Ni vers trobar qui mots non fa
Ni conois de rima co's va
Si raza non enten en si.
]AUFRÉ RUDEL

No sabe cantar quien no dice la tonada, ni trovar versos quien no


compone palabras, y ni sabe qué cosa sea la rima si él mismo no en-
tiende el sentido.

Mundo diversificado por excelencia, Occitania no era en aquella


época un territorio centralizado. Los grandes centros urbanos como
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ai ladas n 1 s 111 nt s J 'UI' 'lSOI) I ) 11. SLril iclo» 1 '11\0 ti \
Tal s condicion s di ron lu ar a rnúltipl s stumbrcs 1 1I i . I
sociales un poco diferentes del norte de rancia. M n mar ad I 1 (11
el feudalismo, la aristocracia meridional vivió en un clima pr sidi 111
por un mayor sentido de la «conveniencia»: contratos d i ua] 11 I
que prometen fidelidad, no agresión y respeto entre los der ch s in
dividuales. La fidelidad no significa aquí una lealtad total de un v \ 1
110 a su señor, sino una lealtad circunscrita en función de un castillo
determinado. La diversidad de las instituciones señoriales se explir I
también por un sistema de transmisión diferente al del norte de 'r 11\
cia donde sólo heredaba el primogénito. Aquí, los patrimonios Ii
viden frecuentemente en propiedades más pequeñas que acal 11\
el1!Pobreciendo a las familias. El ejemplo del trovador Raimon 1
[Miraval ilustra bien este estado de cosas. La composición de las 01
tes varía igualmente en función de su situación y puede incluir al)
vasallos y a los clérigos, los visitantes, los miembros de la familia y,
pecialmente, a la Dama con su séquito. De este modo es como H 1
mon Vidal describe la corte de Dalfin de Auvernia, en Montferran 1:

E la nueg silo, ea yeu vi


Mot tenebrosa aprés manjar
e. 1solatz gran, josta. l foc dar
de eavayers e de joglars
adreitz e lis e dos e ears
e suaus ad homes eortes
e no y ae eridat ni pus mes
de pegueza sol de primier.
Aital solatz e pus entier
Aguem aqui pus que no. us die.

La noche era muy oscura después de la cena, y junto al fuego res-


plandeciente muy deleitosa era la compañía de los caballeros, y de los
juglares ingeniosos y galantes, y todo en torno a hombres dignos, deli-
cados y amables. Y salvo al comienzo, no había gritos ni truhanadas.
Nuestro deleite era inmenso aquí, más de lo que puedo deciros.
I ¡, 111 ti' 1111 V tI)1 st 1
ItI UIl Il ·s dlstlntas
11 buj un
mi m) i l· ti I I 11' • d amar. u núm ro y su situación geográfica
asociado a un trovador es al comienzo escaso, pero muy pronto se
establecen auténticas redes de intercambio. En tiempos del primer
trovador, Guillermo IX, conde de Poitiers, se mencionan: Guiller-
mo IX, Jaufré Rudel (e 1125-c 1148), Marcabrú (e 1130-c 1149) y
Cercamon (e 1137-c 1149). En Ventadorn: Ebles II de Ventadorn
(e 1095-c 1145), Bernart de Ventadorn (e 1147-c 1170); yen Tolosa:
Marcabrú, Cercamon, Peire Vidal, Bertran de Born (a finales del si-
glo XII), Raimon de Miraval, Peire Raimon y Cadenet. A partir de la
década de 1170 empezaron a aflorar lugares como Auvernia (Dalfin,
Pon s de Capduelh, Bernart Martí), Cataluña, el Bajo Languedoc
(Berenguer de Palou, Peire Rogier en la corte de Ermengarda de
Narbona y luego en la de Raimbaut de Aurenga) y Provenza (Raim-
baut de Aurenga, Guiraut de Bornelh, Cadenet y Folquet de Marse-
lla). También el saber de los trovadores se extendió a la corte de
Castilla (Marcabrú, Peire Vidal, Aimeric de Peguilhan) y de Aragón
(Alfonso Il), además de otras menos suntuosas del Lemosín, y aun
después, tras la cruzada contra los albigenses, Italia conoció el arte
trovadoresco.
Las alianzas y los matrimonios favorecieron los contactos entre
estas cortes así como el intercambio de patrocinio entre los trovado-
res. En una canción para la corte de Argentan, Bertran de Born alude
.«a las tres hijas de Turena», las tres hijas de Raimon Il de Turena:
Contors, Helis y María. María era la esposa de Ebles V de Venta-
dorn, a su vez descendiente de Ebles el trovador, vizconde de Ven-
tadorn. María fue celebrada también por Gui d'Ussel, cuyos herma-
nos y primo también eran trovadores. Ebles V se cita en una canción
de Elías de Barjols, que también nombra a Raimon de Miraval,
quien frecuentaba las cortes del Carcassés. La madre de Ebles V, Si-
bila, era prima de Leonor de Aquitania, y Matilde de Sajonia, una de
las hijas de Leonor, es la que sostuvo la corte de Argentan de donde
surgió la canción de Bertran de Born. Añadamos que Gui d'Ussel
amaba cortésmente a la mujer de Dalfin d' Alvernha, que protegía a
Gaucelm Faidit, el amante rechazado de María de Ventadorn, antes
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lhem d Montp lli r. Ah ra i ,la Q de t 1 I
es la hermana de Guilhem VII, a Su v z primos h rman d 1trc V I
dor Raimbaut de Aurenga. Se riza el rizo: se puede calibrar ra i I ,
este ejemplo la compleja red de sociabilidades que permitieron la di
fusión del ideal cortés y la trama de las afinidades anudadas d 1Il1 I
corte a otra.
Además, la red es compleja y diversa por el origen de los tr vu
dores en el seno de esta sociedad jerarquizada: reyes y nobles d lo
grandes linajes, príncipes, duques, condes (Guillermo de Poi ti r ,
Alfonso II de Aragón, Dalfin d'Alvernha, Ricardo Corazón de León),
señores y barones vasallos de los precedentes (Gui d'Ussel, Bertrnn
de Born, Raimbaut de Aurenga), pequeña nobleza urbana o terrat
niente, caballeros pobres (Raimon de Miraval), pequeña burgu s ,
(Peire Vidal) o incluso obispos (Folquet de Marsella), clérigos, músl
cos ambulantes (Gaucelm Faidit) y trovadoras (la condesa de Dia),
- Existe, finalmente, una jerarquía entre las diferentes categoríar
de artistas: el trovador «autor-compositor», y el juglar que tan sé lo
interpreta las canciones, en ocasiones directamente en beneficio
de un señor-trovador como Raimbaut de Aurenga o Guiraut de
Bornelh.
Al traspasar las categorías sociales, las variedades de situación y
fortuna, el trovador expresa de manera consensual en la cansó los va-
lores unificadores de la cortesía: mesura, sabiduría, refinamiento,
códigos de valores y de honor, servicio de amor y perfección moral.
La relación simbiótica entre la nobleza y los poetas se sigue encono
trando en el género del sirventés, canciones políticas y de propagan-
da que expresan a menudo la opinión pública. El arte trovadoresco
proporciona a la sociedad meridional su real coherencia y también
el sentido de su carácter.

En el norte de Francia, los primeros troveros itrouuéres) aparecen


hacia las décadas de 1160-1170, fundamentalmente en Champaña y
'J) 131' , " iu "111 illnn 1 Z María él hampaña, hija
d L r d Aquit nia. Esta última era nieta de Guillermo IX de
Poitiers, reina de Francia y luego de Inglaterra. Aficionada a la más
refinada cultura y con gran temperamento, hizo mucho por la difu-
sión del modelo cortés meridional en las cortes del norte, llevando
trovadores en su séquito.
En la corte de Troyes, María se rodeó de grandes autores, como
Chrétien de Troyes, pero también de numerosos y talentosos trove-
ros, como Gace Brulé, Gautier de Dargies, Teobaldo de Champaña
o, incluso, Guiot de Provins, que elevarán el trobar a un nivel muy
alto de perfección en lo que, a partir de entonces, se llama «el gran
canto». La copiosa obra de un Gace Brulé superará los límites de su
época, al ser citada por J ean Renart en el Roman de Guillaume de
Dole, por Gerbert de Montreuil en el Roman de la violette y, sobre
todo, por Dante en su De vulgari eloquentia. Gace será el invitado
de las cortes más esplendorosas de su época, la de Bretaña, la de
Blois y la de Francia, pues el rey Luis VIII le hizo venir a Nantes en
1212.
En la estela de María de Champaña, su prima, Isabel de Ver-
mandois, esposa del conde de Flandes, Felipe de Alsacia, fundó
una corte activa en Picardía y en Artois. La frecuentaron los trove-
ros Canon de Béthune (muerto en 1191 en el sitio de Saint-Jean
d' Acre y conocido del trovador Bertran de Born) y Blondel de Nes-
le (c 1160). Al igual que en el mundo occitano, el ideal cortés re-
-;presenta un arte aristocrático por excelencia expresado en géneros
poéticos y musicales equivalentes: gran canto, siruentois y jeu-parti
que se corresponden con la cansó, el sirven tés y el joe-partí o tensó
(canción dialogada).
Los troveros pertenecen a la gran nobleza, como Ricardo Cora-
zón de León o Teobaldo de Champaña, conde de Champaña y de
Brie, rey de Navarra. La pequeña nobleza está también representa-
da. Canon de Béthune es el hijo de Roberto V de Béthune, empa-
rentado con la casa de Flandes. Como todos los nobles de su tiem-
po, participa en la cuarta cruzada, donde tuvo un papel eminente.
Al igual que él, Gui, del castillo de Coucy (e 1170-1203) Yamigo de
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11' rul I 1 urt] 'it \ 11 1 \, III~' 1\ . 1111 ltl I (11111 1111 l\

1190), vizconde d M aux, u' 1111\ '1 r ti' n n, ')11 "1 1 tl1t
compuso un violento sirventois. auti r d oucy (1177 ·12
cedente de la nobleza del Soissonés, se convierte en m nj 11,' 111
Medardo de Soissons, en prior en Vic-sur-Aisne y, luego, n 1 \11
prior en San Medardo de Soissons. Al frecuentar las cortes d 1 n
de Raúl III de Soissons, pero también de la condesa de Blois, e tí f,
miliarizado con las cortes eclesiásticas, como la de Raúl, abad d 111
Eloy de Noyon, o Berta, abadesa de Fontevraud. Conocía tambi '11
el medio de los intelectuales parisinos. En cambio, otros trover n(

son nobles, como Colin Muset (a mediados del siglo XIII) o Ricard )
de Fournival (1201-1259), nacido en Amiens, hijo del médico d "
lipe Augusto y canónigo de Notre-Dame de París.
Sin embargo, el hecho más destacado sigue siendo la expansi )f1
de la burguesía urbana en el siglo XIII: nuevos círculos de pod l'
nuevos espacios de sociabilidad. La burguesía constituye un púbJi o
diferente que, sin formar una corte según el modelo de la nobl Z 1,
encontrará en las corporaciones constituidas por clérigos, letrado .
intelectuales formas de organización a su medida, capaces de pro
longar, modificándolo un poco, el ideal de la canción cortés: la críti
ca social es más intensa, la sátira más mordaz y la obra deja de lad )
su «noblezas-en beneficio de un juego de ingenio al servicio de la di
versión. Estas guildas de trovero s se reúnen en los puys, asambl a
pero también lugares de concurso donde se elige «príncipe» al m
jor trovero. El Puy de Arras es particularmente célebre. En torno u
él gravitan clérigos y hombres de leyes (Andrieu Contredit, Pierr
de Corbie, Adam Givenchy), eminentes miembros del patriciado ur-
bano, como Jehan le Cuvelier, Matthieu le Tailleur, Guillaume le Vj·
nier -«el vinatero>>-- (muerto en 1245), Jean Bretel, Monniot d
Arras, Perrin de Angicourt, pero, sobre todo, Adam de la Halle. En
su recorrido, Adam prefigura al artista del siglo XIV, como será un
Guillaume de Machaut. Nacido a mediados del siglo XIII, abandona
Arras por Douai y luego se va a París, donde es posible que estudia-
ra en la Sorbona. Hacia 1280 entró al servicio de Roberto II de Al'·
tois y después al de uno de los mayores mecenas de su tiempo, Caro
los l d 1\''111I1" igu a Italia d ndc muere
ha ia 1288.

Este rico manojo de relaciones se ha fijado y consignado en los gran-


des cancioneros manuscritos que, a su vez, dan testimonio de una for-
ma de mecenazgo. Estos libros se encargaron y elaboraron sin que se
sepa verdaderamente cómo. Por su contenido, los cancioneros tienen
un valor particular y constituyen «sumas» en el sentido medieval de la
palabra, en la medida en que el repertorio que se inscribe en ellos es
también la manifestación de lo que se creyó conveniente conservar o
lo que tenía una razón para ser conservado. El libro revela los entre-
sijos, a veces sumamente sutiles, de las relaciones sociales, políticas y
los mecanismos de una distinción cultural realmente significativa. En
primer lugar, aparecen las canciones de los nobles, seguidas d 1 au-
tores que no lo son. Otros cancioneros están organizado alfab 'rica-
mente por género (relegando al final del manuscrito lo que ent n s
parecía experimental, como el motete) o por autor, según la notori -
dad de cada uno. El manuscrit du Roi fue compilado por más d
veinte amanuense s diferentes a lo largo de casi dos generaciones. La
organización del manuscrito revela esta jerarquía social: primero, 4 can-
ciones profanas a la Virgen; luego 192 canciones en lengua de oí! de
treinta y siete troveros, todos nobles, y a continuación 236 canciones
de cuarenta y siete troveros no pertenecientes a la nobleza, con más
canciones en un registro «popular» como la pastoral y los descorts; y
61 canciones de cinco trovadores diferentes. Para acabar, 50 mote-
tes anónimos a dos voces y tres lais, dos de los cuales están en pro-
venzaL Una iluminación encabeza cada sección, que ilustra precisa-
mente el grupo social al que pertenecen los autores que vienen a
continuación: un caballero en la primera parte y un clérigo en la se-
gunda. Un libro de este tipo presenta, pues, todas las ventajas de una
antología erudita de la cultura «francesa»: repertorios sagrado y
profano, aristocrático o no, de lengua de oí! y de lengua de oc, mo-
nódica y polifónica.

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