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ALBANIA ( 8 POETAS )

AGRON TUFA

DRITËRO AGOLLI

FATOS ARAPI

FREDERIK RRESHPJA

ISMAIL KADARE

LINDITA ARAPI

LULJETA LLESHANAKU

SHPEND SOLLAKU NOÉ

VLADIMIR MARKU

ALEMANIA ( 144 POETAS )

ADRIAN KASNITZ

ALBERT OSTERMAIER

ANDREAS ALTMANN

ANGELA SANMANN

ANJA KAMPMANN

Conde de Lautréamont AUGUST STRAMM

AUGUST VON PLATEN-HALLERMÜNDE


Isidore Lucien Ducasse (Montev ideo, Uruguay , 4 de abril de 1846 – París,
Francia, 24 de nov iem bre de 187 0), conocido com o Conde de Lautréam ont (en BERTOLT BRECHT
francés, Com te de Lautréam ont), fue un poeta francés, nacido en Uruguay y
educado desde los 13 años en Francia. BRUNO FRANK
Desconocido durante su corta v ida, llev ó a ex trem os inéditos el culto
rom ántico al m al y es considerado uno de los precursores del surrealism o. CAROLINE HARTGE

CHARLOTTE GRASNICK
Hijo del diplom ático francés François Ducasse, asignado al consulado general
de Francia de Montev ideo, Isidore nace en Montev ideo en 1846 durante la
CHRISTA REINIG
Guerra Grande que finalizaría en 1851. Su m adre, Celestine Jaquette Dav ezac,
tam bién francesa, fallece el 10 de diciem bre de 1847 , cuando Isidore tenía un CHRISTIAN MORGENSTERN
año y ocho m eses. De acuerdo a algunos críticos los acontecim ientos ligados a
su niñez en m edio de la guerra habrían influenciado fuertem ente su carácter. CHRISTIAN SCHLOYER
A los 13 años Isidore Ducasse fue env iado com o interno al Liceo im perial de
T arbes y después a la ciudad de Pau. En aquella época, su tutor era Jean Dazet, CLAIRE GOLL
un reconocido prohom bre de T arbes. Se sabe que después de un v iaje al
DAGMAR LEUPOLD
Uruguay en 1867 , v olv ió a París y se instaló en la calle de Notre-Dam e-des-
Victoires. Su padre, que perm aneció en Montev ideo hasta su m uerte en 1889, le DAGMAR NICK
env iaba m ódicas sum as de dinero para su sustento.
Debió de em pezar estudios superiores, cuy a naturaleza sin em bargo resulta DIETER LEISEGANG
desconocida (a m enudo se supone su concurso de ingreso en la École
poly technique). Publica los prim eros cantos poéticos de su obra Los cantos de DIETER M. GRÄF
Maldoror en 1868 (la obra com pleta será im presa en Bélgica un año m ás tarde).
DORIS RUNGE
Sin em bargo, el editor Lacroix se negó a v ender el libro porque tem ía ser
acusado de blasfem ia u obscenidad. En 187 0 habita en la calle Viv ienne y
DURS GRÜNBEIN
publica las Poesías, cuy a publicidad aparecerá en la Rev ue populaire de París.
Isidore-Lucien Ducasse falleció en nov iem bre de 187 0, a los 24 años. Poco ELISABETH BORCHERS
antes, había hecho im prim ir la edición com pleta de sus Cantos de Maldoror,
una m ínim a tirada de 10 ejem plares que el editor, Albert Lacroix , de Bruselas, ELISABETH HACKEL
consintió en hacer ante el ruego del autor, tem eroso del escándalo que podía
producir sem ejante literatura. De todos m odos, Ducasse y a no parecía a esa ELKE ERB
altura m uy interesado en ese libro cuy o prim er canto había publicado dos años
ELSA LANGER
antes, sin m ención de autor. Ducasse pagó el costo de la im presión. En la casi
inv isible edición belga aparece el seudónim o de Conde de Lautréam ont. La ELSE LASKER-SCHÜLER
obra, ahora considerada hito fundam ental de la historia de la poesía m oderna,
no alcanza en su m om ento notoriedad alguna. EMIL VON SCHÖNAICH-CAROLATH
La anonim ia en la edición parcial y el seudónim o en la edición com pleta, la
escasa tirada de una y la escasísim a de la otra, m ás la falta de datos biográficos ERICH ARENDT
y , durante m ucho tiem po, hasta de un retrato del autor, hizo de Lautréam ont
ERICH KÄSTNER
un m isterio que, durante décadas, m uchos intentaron resolv er a trav és de una
im aginación con frecuencia desenfrenada. Así, León Bloy dice que
ERNST STADLER
Lautréam ont es el autor de un libro m onstruoso -en obv ia referencia a los
Cantos-, lav a líquida, algo insensato, negro y dev orador; luego agrega que este ESTHER DISCHEREIT
alienado, deplorable, el m ás desgarrante de los alienados m urió en una celda
para locos furiosos... Afirm ación nacida sólo de la acalorada m ente de Bloy y a EVA STRITTMATTER
que Ducasse-Lautréam ont m urió en su dom icilio del n° 7 , rue du Faubourg-
Montm artre, en París, y , según uno de sus editores, su locura se lim itaba a leer FRANK SCHABLEWSKI
m ucho, hacer largas cam inatas al borde del Sena, beber m ucho café y tocar el
FRANZ XAVER KROETZ
piano para enojo de los v ecinos
FRIEDRICH CHRISTIAN DELIUS
Los cantos de Maldoror
FRIEDRICH HÖLDERLIN
En Los cantos de Maldoror ensalza el asesinato, el sadom asoquism o, la
v iolencia, la blasfem ia, la obscenidad, la putrefacción y la deshum anización. FRIEDRICH NIETZSCHE
Los surrealistas lo rescataron del olv ido e hicieron de él uno de los precursores
FRIEDRICH SCHILLER
de su m ov im iento.
Maldoror es una figura dem oníaca suprem a que aborrece a Dios y a la
GEORG HEYM
hum anidad.
El personaje central de Los cantos de Maldoror (en francés «Mal d'Aurore», GERHARD FALKNER
«Mal de la aurora») es una figura que reniega ferozm ente de Dios y del género
hum ano. En un libro en el que resuenan «los cascabeles de la locura», la GERTRUD KOLMAR
crueldad y la v iolencia, Maldoror encarna la rebelión adolescente y la v ictoria
de lo im aginario sobre lo real: su odio hacia la realidad (eso que llam a «El Gran GOTTFRIED BENN
Objeto Ex terior») lo separa de sus congéneres, y por este m otiv o sufre. Aun así,
GÜNTER EICH
su orgullo (diríam os m iltoniano) es m ás poderoso.
Lo grotesco, el espanto y lo ridículo en Los cantos recuerdan a la obra de otro GÜNTER GRASS
gran antecedente del surrealism o, El Bosco. No por casualidad fue
Lautréam ont m otiv o de inspiración para escritores com o Alfred Jarry , Louis GÜNTER KUNERT
Aragon, André Breton o Benjam in Péret, y artistas plásticos com o René
Magritte, Salv ador Dalí, Am edeo Modigliani, y Man Ray .3 HANNAH ARENDT
El tono que caracteriza a la obra es fuertem ente apelativ o, de interpelación y
HANS ARNFRID ASTEL
de sorpresa perm anente al lector desprev enido. Los Cantos de Maldoror
obedecen a una estructura a la que el autor intenta ser fiel, a pesar de que su
HANS BENDER
ev olución testim onia lo contrario. La publicación de 1868 (sólo el prim er
canto) presentaba algunas partes dialogadas con indicaciones escénicas que HANS CAROSSA
fueron suprim idas en los siguientes.
Es una obra inspirada en el Manfred de Lord By ron, el Konrad de Adam HANS MAGNUS ENZENSBERGER
Mickiewicz, el Fausto de Goethe. De estas figuras retendrá, sobre todo, la idea
de un héroe negativ o, satánico, en lucha abierta contra Dios, aunque el estilo HANS SCHNELL
elegido finalm ente participa de la literatura épica; de ahí la div isión en estrofas
HANS THILL
de cada uno de los Cantos, con ex cepción del sex to y últim o, en el que la
construcción de una pequeña nov ela de una v eintena de páginas cam bia el HEINER MÜLLER
estilo hasta entonces adoptado.
Considerada por m uchos una obra “m aldita” se conv irtió en una obra de culto HEINRICH HEINE
y en un arcano cuy o secreto debía alejarse de ojos profanos. El Canto I fue
publicado en agosto de 1868, en Bruselas con dinero de su padre; firm ó la obra HEINZ CZECHOWSKI
con tres asteriscos, lo m ism o que la segunda edición, la cual apareció en una
HEINZ KAHLAU
publicación colectiv a titulada "Parfum s de l´âm e" ("Perfum es del alm a") en
1869. En la prim av era del 1869, Ducasse entrega al editor Lacroix el m anuscrito
HELMUT FRITZ WALTER
com pleto de la obra, que nunca llegará a las librerías y de la cual sólo unos
pocos ejem plares son encuadernados y entregados al autor. HELMUT HEISSENBÜTTEL
Entre sus obras tam bién figuran unos poem as publicados poco antes de su
m uerte. HENDRIK ROST
Su fam osa com paración «bello com o el encuentro fortuito, sobre una m esa de
disección, de una m áquina de coser y un paraguas» configura uno de los rasgos HERMANN HESSE
m ás distintiv os del irracionalism o surrealista: la conjunción de realidades
HILDE DOMIN
inconex as, dislocadas o incluso contradictorias.
HORST BIENEK
Fortuna
HUGO BALL
En el año 2004 (m ás de 130 años después de la m uerte del poeta) la artista
neoy orquina Shishaldin solicitó form alm ente al gobierno de Francia INMANUEL WEISSGLAS
(m ediante una carta a su presidente Jacques Chirac) el perm iso para casarse
JAKOB VAN HODDIS
póstum am ente con Lautréam ont. En Francia, debido a una curiosa y antigua
ley en desuso, el presidente tiene la autoridad de sancionar casam ientos entre
JAN WAGNER
personas v iv as y m uertas; es decir, de m odo póstum o.
El 22 de junio de 2003, el com positor uruguay o Leo Maslíah estrenó su ópera JOACHIM RINGELNATZ
Maldoror, basada en el libro de Lautréam ont, en el T eatro Colón de Buenos
Aires. JOACHIM SARTORIUS

Lautréam ont en España JOHANNES BOBROWSKI

JOHANNES JANSEN
Rubén Darío dedicó una brev e sem blanza a Lautréam ont en su libro Los raros.
T ras su descubrim iento por los surrealistas, los herm anos Góm ez de la Serna JOSE F.A. OLIVER
publicaron una v ersión de Los cantos, con prólogo de Ram ón y tex to de Julio.
La lectura del libro sirv ió de inspiración directa para Pasión de la tierra, de JUERGEN POLINSKI
Vicente Aleix andre.
JULIAN HEUN
Curiosidades
KARIN HEES
Su acta de defunción fue lev antada por Louis-Gustav e Nast, adjunto al alcalde,
KARL KROLOW
el 24 de nov iem bre de 187 0 (juev es), y dice:
Isidore Lucien Ducasse, hom bre de letras, de 24 años de edad, nacido en KARL KROLOW
Montev ideo (Am érica m eridional), fallecido esta m añana, a las 8, en su
dom icilio de la calle del Faubourg-Montm artre, nº 7 , sin m ás datos. El acta ha KAROLINE VON GÜNDERRODE
sido lev antada en presencia del señor Jules-François Dupuis, hotelero, calle del
Faubourg-Montm artre, nº 7 , y de Antoine Milleret, cam arero, en idéntico KERSTIN HENSEL
dom icilio, testigos que han firm ado con nos, Louis-Gustav e Nast, adjunto del
KURT SCHWITTERS
alcalde, tras haberlo leído y haber com probado el fallecim iento ante la ley .
Al día siguiente fue enterrado en el cem enterio del Norte de París; en 1890 sus KURT TUCHOLSKY
restos se perdieron para siem pre en el Osario de Pantin.
Carta de Ducasse al editor Lacroix (traducida del idiom a francés): LEONCE W. LUPETTE

I. Duchase, LUTZ SEILER


Faubourg Montm artre, 32.
MANFREDA BENDRIEN
¿Lacroix ha consentido en la edición o qué ha hecho? ¿O es que la ha rechazado
MARCEL BEYER
usted?. Él no m e ha dicho nada al respecto, y y o no lo he v isto desde entonces.
¿Sabe?, he renegado de m i pasado. Y a no cantó m ás que a la esperanza; pero, MARIE LUISE KASCHNITZ
para ello, es preciso prim ero atacar contra la duda de este siglo (m elancolías,
tristezas, dolores, desesperos, lúgubres relinchos, m aldades artificiales, MARIO WIRZ
orgullos pueriles, cóm icas m aldiciones, etc., etc.). En una obra que llev aré a
Lacroix a prim eros de m arzo, tom o en consideración las m ás bellas poesías de MARTIN NIEMÖLLER
Lam artine, de Victor Hugo, de Alfred de Musset, de By ron y de Baudelaire, y las
MASCHA KALÉKO
corrijo en el sentido de la esperanza; señalo qué habría hecho falta hacer. Al
m ism o tiem po corrijo seis piezas de las peores de m i santo libro. MATTHIAS GÖRITZ

Obra MAX BENSE

Los cantos de Maldoror (1869). MAY AYIM


Poesías (187 0).
MECHTHILD PODZEIT-LÜTJEN
Obras traducidas al español
MICHAEL AUGUSTIN

Los cantos de Maldoror. Editorial Pre-T ex tos. 2000. MICHAEL ERIC


"Poesías" Editorial Renacim iento, Sev illa, 2001.
MICHAEL KRÜGER

MICHAEL LENTZ

MICHAEL SPEIER
Le dam os la bienv enida a uno de los autores m ás polém icos y m isteriosos de la MONIKA RINCK
era v ictoriana. Sus fam osos Cantos de Maldoror, prohibidos durante m ucho
tiem po, son una lectura esencial para todos los am antes de la literatura oscura. NELLY SACHS

NICO BLEUTGE

NIKOLA RICHTER
Cantos de Maldoror.
NORA BOSSONG
Isidore Lucien Ducasse, conde de Lautréam ont (1846-187 0).
NORBERT HUMMELT

Canto primero. PAUL ZECH

PETER HUCHEL
Me propongo, sin estar em ocionado, declam ar con v oz potente la estrofa seria
y fría que v ais a oír. Prestad atención a su contenido y no os dejéis llev ar por la PETER MAIWALD
im presión penosa que al m odo de una contusión ha de producir seguram ente
en v uestras im aginaciones alteradas. No creáis que y o esté a punto de m orir, PETER RÜHMKORF
pues todav ía no m e he v uelto esquelético ni la v ejez está m arcada en m i frente.
Descartem os, por lo tanto, toda idea de com paración con el cisne en el RAINER MARIA RILKE
m om ento en que su ex istencia lo abandona, y no v eáis ante v osotros sino un
REINER KUNZE
m onstruo cuy o sem blante m e hace feliz que no podáis contem plar: si bien es
m enos horrible que su alm a. Con todo, no soy un crim inal…
RENE HAMANN

Pero dejem os esto. No hace m ucho tiem po que he v uelto a v er el m ar y que he RICHARD DEHMEL
puesto los pies sobre los puentes de los barcos, y m is recuerdos son tan v iv os
com o si lo hubiera dejado ay er. T ratad, con todo, de m antener la m ism a calm a ROLF DIETER BRINKMANN
que y o en esta lectura que y a estoy arrepentido de ofreceros, y de no enrojecer
ante la idea de lo que es el corazón hum ano. ¡Oh pulpo de m irada de seda!, tú, RON WINKLER
cuy a alm a es inseparable de la m ía, tú, el m ás bello de los habitantes del globo
ROSA VON PRAUNHEIM
terráqueo, que m andas sobre un serrallo de cuatrocientas v entosas, tú, en
quien residen noblem ente com o en su m orada natural, en perfecto acuerdo y ROSE AUSLÄNDER
unidas por lazos indestructibles, la dulce v irtud com unicativ a y las div inas
gracias, ¿por qué razón no estás junto a m í, tu v ientre de m ercurio contra m i SARAH KIRSCH.
pecho de alum inio, am bos sentados sobre alguna roca de la costa, para
contem plar ese espectáculo que idolatro? SIEGFRIED SCHREK

STAN LAFLEUR
Viejo océano de ondas de cristal, te pareces, guardadas las proporciones, a esas
m arcas azuladas que se v en en el dorso m agullado de los grum etes, eres una
STEFAN GEORGE
inm ensa equim osis que se m uestra sobre el cuerpo de la tierra: m e encanta
esta com paración. Así, al prim er golpe de v ista, un soplo prolongado de
STEFFEN JACOBS
tristeza, que se tom aría por el m urm ullo de tu brisa suav e, pasa, dejando
rastros inefables sobre el alm a profundam ente sacudida, y recuerdas a la STEFFEN POPP
m em oria de tus am antes, sin que ellos lo adv iertan, los duros com ienzos del
hom bre en los que inicia sus relaciones con el dolor, que no ha de abandonarlo SWANTJE LICHTENSTEIN
nunca m ás. ¡T e saludo, v iejo océano!
TANJA DÜCKERS
Viejo océano, tu form a arm oniosam ente esférica, que regocija la cara grav e de
THEODOR FONTANE
la geom etría, m e recuerda dem asiado los ojos del hom bre, parecidos por su
pequeñez a los del jabalí, y a los de las av es nocturnas por la perfección circular THOMAS ROSENLOCHER
del contorno. Sin em bargo, en el transcurso de los siglos, el hom bre no ha
dejado nunca de creerse bello. Pero pienso que m ás bien cree en su belleza por TILL LINDEMANN
am or propio, aunque en realidad no es bello y lo sospecha; si no, ¿por qué
contem pla el rostro de sus sem ejantes con tanto desprecio? ¡T e saludo, v iejo TIMO BERGER
océano!
TOBIAS BURGHARDT
Viejo océano, eres el sím bolo de la identidad: siem pre igual a ti m ism o. No
TOM SCHULZ
presentas cam bios fundam entales, y si tus olas en alguna parte están
encrespadas, m ás lejos, en otra zona, se encuentran en la m ás com pleta calm a. ULJANA WOLF
No eres com o el hom bre que se detiene en la calle para v er cóm o se tom an por
el cuello dos bull-dogs, pero que no se detiene cuando pasa un entierro; que ULLA HAHN
por la m añana está afable y por la tarde m alhum orado, que hoy ríe y m añana
llora. ¡T e saludo, v iejo océano! ULRICH GRASNICK

ULRIKE ALMUT SANDIG


Viejo océano, no sería del todo im posible que escondieras en tu seno futuros
beneficios para el hom bre. Y a le has dado la ballena. No dejas adiv inar ULRIKE DRAESNER
fácilm ente a los ojos áv idos de las ciencias naturales los m il secretos de tu
íntim a estructura: eres m odesto. El hom bre se jacta continuam ente, y sólo de ULRIKE GERBIG
m inucias. ¡T e saludo, v iejo océano!
UWE KOLBE
Viejo océano, las especies div ersas de peces que alim entas, no se han jurado
fraternidad entre sí. Cada especie v iv e apartada. Los tem peram entos y las
VICTOR KLEMPERER
conform aciones v ariables de una a otra, ex plican, de m anera satisfactoria, lo
VOLKER BRAUN
que al com ienzo sólo parece una anom alía. Lo m ism o pasa con el hom bre, que
no tiene los m ism os m otiv os de disculpa. Si un trozo de tierra está ocupado por VOLKER SIELAF
treinta m illones de seres hum anos, éstos se creen obligados a no m ezclarse en
la ex istencia de sus v ecinos, que han echado raíces en el trozo de tierra VOLKER VON TORNÉ
contiguo. Grande o pequeño, cada hom bre v iv e com o un salv aje en su guarida,
y sale de ella m uy poco para v isitar a sus congéneres, acurrucados igualm ente W. G. SEBALD
en otra guarida. La gran fam ilia univ ersal de los seres hum anos es una utopía
WILHELM KLEMM
digna de la lógica m ás m ediocre. Adem ás, del espectáculo de tus Mam as
fecundas se deduce la noción de ingratitud: pues se piensa inm ediatam ente en WOLF WONDRATSCHEK
la m ultitud de padres tan ingratos hacia el Creador com o para abandonar el
fruto de su m iserable unión. ¡T e saludo, v iejo océano! WOLFGANG BORCHERT

Viejo océano, tu grandeza m aterial sólo puede m edirse con la m agnitud que WOLFGANG BÄECHLER
uno se representa de la potencia activ a que ha sido necesaria para engendrar la
YAAK KARSUNKE
totalidad de tu m asa. No se te puede abarcar de una ojeada. Para contem plarte
es im prescindible que la v ista haga girar su telescopio con m ov im iento
continuo hacia los cuatro puntos del horizonte, del m ism o m odo que un
m atem ático está obligado, para resolv er una ecuación algebraica, a ex am inar
ANGOLA ( 19 POETAS )
por separado los distintos casos posibles, antes de superar la dificultad. El
hom bre ingiere sustancias nutritiv as y realiza otros esfuerzos dignos de m ejor ANA PAULA TAVARES
suerte para dar idea de que es corpulento.. Que se hinche todo lo que quiera esa
rana adorable. Quédate tranquilo, nunca igualará tu v olum en; por lo m enos ANTONIO AGOSTINHO NETO
ésa es m i opinión. ¡T e saludo, v iejo océano!
ANTONIO GONÇALVES
Viejo océano, tus aguas son am argas. T ienen ex actam ente el m ism o gusto que
ANTÓNIO JACINTO DO AMARAL MARTINS
la hiel destilada por la crítica sobre las bellas artes, sobre las ciencias, sobre
todo. Si alguien tiene genio, se lo hace pasar por idiota, si algún otro es ARLINDO BARBEITOS
corporalm ente bello, resulta un horrible contrahecho. No hay duda de que el
hom bre debe sentir intensam ente su im perfección, cuy as tres cuartas partes CHISSANA MOSSO MAGALHÃES
son, por lo dem ás, obra suy a, para criticarla de tal m odo. ¡T e saludo, v iejo
océano! CRISTÓVÃO NETO

DEOLINDA RODRIGUES DE ALMEIDA


Viejo océano, los hom bres, pese a la ex celencia de sus m étodos, todav ía no han
logrado, con ay uda de los procedim ientos de inv estigación de la ciencia, m edir FERNANDO COSTA ANDRADE
la profundidad v ertiginosa de tus abism os, algunos de los cuales hasta las
sondas m ás largas y pesadas han reconocido inaccesibles. A los peces… le está ISABEL FERREIRA
perm itido; no a los hom bres. Muchas v eces m e he preguntado si será m ás fácil
de reconocer la profundidad del océano que la profundidad del corazón JOAO MELO
hum ano. A m enudo, con la m ano apoy ada en la frente, de pie sobre los barcos,
en tanto que la luna se balanceaba entre los m ástiles en form a irregular, m e he JOSE MENA ABRANTES
sorprendido m ientras hacía a un lado todo aquello que no era el fin que y o
JOSÉ LUÍS MENDONÇA
perseguía, esforzándom e por resolv er ese difícil problem a. Sí, ¿cuál es m ás
profundo, m ás im penetrable de los dos: el océano o el corazón hum ano? Si JOÃO MAIMONA
treinta años de ex periencia de la v ida pueden, hasta cierto punto, inclinar la
balanza hacia una u otra solución, m e estará perm itido decir que, pese a lo LUIS AMORIM DE SOUSA
profundo del océano, no podrá igualarse, en lo que respecta a dicha propiedad,
con lo profundo del corazón hum ano. Estuv e en contacto con hom bres que MARIA ALEXANDRE DÁSKALOS
fueron v irtuosos. Morían a los sesenta años y nadie dejaba de ex clam ar: "Han
NDALU DE ALMEIDA (ONDJAKI)
practicado el bien en este m undo, lo que quiere decir que han sido caritativ os:
eso es todo; no hay en ello picardía alguna y cualquiera puede hacer otro NOK NOGUEIRA
tanto." ¿Quién com prenderá por qué dos am antes que se idolatraban la v íspera,
se separan por una palabra m al interpretada, uno hacia oriente, otro hacia RUY DUARTE DE CARVALHO
occidente, con los aguijones del odio, de la v enganza, del am or y de los
rem ordim ientos, y no se v uelv en a v er nunca m ás, em bozado cada uno en su TOMAS JORGE VIEIRA DA CRUZ
altanería solitaria? Es un m ilagro que, aunque se renuev a diariam ente, no deja
por eso de ser m enos m ilagroso. ¿Quién com prenderá por qué se saborean, no
sólo las desgracias generales de los sem ejantes, sino tam bién las particulares
ARGENTINA ( 530 POETAS )
de los am igos m ás queridos, aunque al m ism o tiem po se sufra la aflicción? Un
ejem plo irrebatible para cerrar la serie: el hom bre dice hipócritam ente sí y ABEL ROBINO
piensa no. Por esta razón los jabatos de la hum anidad confían tanto los unos en
los otros, y no son egoístas. T odav ía le queda a la psicología m ucho cam ino por ADRIAN BET
andar. ¡T e saludo, v iejo océano!
ADRIAN CAMPILLAY
Viejo océano, tu poder es ex traordinario y los hom bres han aprendido a
ADRIAN FERRERO
conocerlo a sus ex pensas. Por m ás que em pleen todos los recursos de su genio,
son incapaces de dom inarte. Han encontrado a su m aestro. Debo agregar que ADRIANA KOGAN
han encontrado algo m ás fuerte que ellos. Ese algo tiene un nom bre. Ese
nom bre es: ¡océano! El m iedo que les inspiras ha hecho que te respeten. Con ADRIANA SERLIK
todo, haces danzar sus m áquinas m ás pesadas con gracia, elegancia y facilidad.
Les haces ejecutar saltos gim násticos hasta el cielo y adm irables zam bullidas AGUEDA FRANCO
hasta el fondo de tus dom inios que despertarían la env idia de un saltim banqui.
Bienav enturados aquellos que no llegas a env olv er definitiv am ente con tus ALBERTO E, MAZZOCCHI
pliegues burbujeantes, para ir a v er, sin ferrocarril, en tus entrañas acuosas,
ALBERTO FRITZ
cóm o lo pasan los peces, y sobre todo, cóm o lo pasan ellos m ism os. El hom bre
dice: Y o soy m ás inteligente que el océano. Es posible; quizás hasta sea cierto; ALBERTO GIRRI
pero m ás m iedo le tiene el hom bre al océano, que el que éste le tiene al
hom bre: lo cual no necesita dem ostración. Ese patriarca observ ador, ALBERTO GUTIERREZ
contem poráneo de las prim eras épocas de nuestro globo suspendido, sonríe
com pasiv o cuando asiste a los com bates nav ales de las naciones. Ahí tenéis un ALBERTO LAISECA
centenar de lev iatanes salidos de las m anos de la hum anidad. Las órdenes
ALBERTO LUIS PONZO
enfáticas de los superiores, los gritos de los heridos, el estruendo de los
cañones, constituy en una barahúnda apropiada para aniquilar a unos pocos ALBERTO MUÑOZ
segundos. Pareciera que el dram a ha concluido y que el océano lo ha tragado
todo en su v ientre. Las fauces son form idables. ¡Qué inm enso debe de ser hacia ALBERTO SZPUNBERG
abajo, en la dirección de lo desc onocido! Com o rem ate de la estúpida com edia,
que ni siquiera despierta interés, se v e en m edio de los aires alguna cigüeña ALDO LUIS NOVELLI
retrasada por la fatiga, que se pone a gritar sin dism inuir el em puje de su v uelo:
¡Vay a!… ¡no m e gusta nada! Había allá abajo unos puntos negros; cerré los ojos ALDO OLIVA
y y a no están m ás. ¡T e saludo, v iejo océano!
ALDO PELLEGRINI
Viejo océano, oh gran célibe; cuando recorres la solem ne soledad de tus reinos ALEJANDRA MENASSA
flem áticos, te enorgulleces con justicia de tu m agnificencia natural y de la
m erecida alabanza que m e apresuro a dedicarte. Voluptuosam ente m ecida por ALEJANDRA MENDEZ
los tiernos efluv ios de tu lent itud m ajestuosa —atributo, el m ás grandioso
entre aquellos con que el soberano te ha fav orecido—, tú haces rodar, en m edio ALEJANDRA PIZARNIK
de un som brío m isterio, por toda tu superficie sublim e, las olas incom parables,
ALEJANDRA PULTRONE
con el sentim iento sereno de tu eterno poder. Ellas desfilan paralelam ente,
separadas por cortos interv alos. Apenas una dism inuy e, otra que crece v a a su ALEJANDRINA DEVESCOVI
encuentro, acom pañada del rum or m elancólico de la espum a que se deshace
para adv ertim os que todo es sólo espum a. (Así los seres hum anos, esas olas ALEJANDRO BEKES
v iv ientes, perecen uno tras otro, de un m odo m onótono, sin producir siquiera
un rum or espum oso.) El av e de paso reposa sobre ellas confiada, dejándose ALEJANDRO CARRIZO
llev ar por sus m ov im ientos llenos de gracia arrogante, hasta que el arm azón de
sus alas hay a recobrado el v igor norm al para continuar su aérea peregrinación. ALEJANDRO DREWES
Quisiera que la m ajestad hum ana fuera por lo m enos la encarnación del reflejo
ALEJANDRO FELIX RAIMUNDO
de la tuy a. Pido dem asiado, y este deseo sincero te glorifica. T u grandeza m oral,
im agen del infinito, es inm ensa com o la reflex ión del filósofo, com o el am or de ALEJANDRO NICOTRA
la m ujer, com o la belleza div ina del av e, com o la m editación del poeta. Eres
m ás bello que la noche. Contéstam e, océano: ¿quieres ser m i herm ano? ALEJANDRO PIDELLO
Muév ete im petuosam ente… m ás… todav ía m ás, si aspiras a que te com pare con
la v enganza de Dios; alarga tus garras lív idas fraguándote un cam ino en tu ALEJANDRO SCHMIDT
propio seno… está bien. Haz rodar tus olas espantosas, océano horrible que sólo
ALEJO CARBONELL
y o com prendo, y ante el cual caigo prosternado. La m ajestad del hom bre es
prestada; no se m e im pone; tú, sí. Oh, cuando av anzas con la cresta alta y ALFONSINA STORNI
terrible, rodeado por tus repliegues tortuosos com o por un séquito, m agnético
y salv aje, haciendo rodar tus ondas unas sobre otras, con la conciencia de lo ALFREDO LUNA
que eres, en tanto que lanzas desde las profundidades de tu pecho, com o
abrum ado por un intenso rem ordim iento que no puedo descubrir, ese sordo ALFREDO PALACIO
bram ido perpetuo que tanto atem oriza a los hom bres, hasta cuando te
contem plan trém ulos desde la seguridad de la costa; entonces com prendo que ALFREDO RESCIA
no poseo el insigne derecho de proclam arm e tu igual. Por eso, frente a tu
ALFREDO VEIRAVE
superioridad, te entregaría todo m i am or (y nadie conoce la cantidad de am or
contenida en m is aspiraciones hacia lo bello) si no m e recordaras ALICIA GENOVESE
dolorosam ente a m is sem ejantes, que form an contigo el m ás irónico contraste,
la antítesis m ás grotesca que jam ás se hay a v isto en la creación: no puedo ALICIA GRINBANK
am arte, te aborrezco. ¿Por qué entonces v uelv o a ti, por m ilésim a v ez, hacia tus
m anos am igas que se disponen a acariciar m i frente ardorosa, cuy a fiebre ALICIA SALINAS
desaparece a tu contacto? No conozco tu destino secreto, todo lo que te
ALVARO YUNQUE
concierne m e interesa. Dim e, entonces, si eres la m orada del príncipe de las
tinieblas. Dím elo… dím elo, océano (solam ente a m í para no entristecer a AMELIA BIAGIONI
aquellos que hasta ahora sólo han conocido ilusiones), y si el soplo de Satán
crea las tem pestades que lev antan tus aguas saladas hasta las nubes. Es preciso ANA EMILIA LAHITTE
que m e lo digas porque m e alegraría saber que el infierno está tan cerca del
hom bre. Quiero que ésta sea la últim a estrofa de m i inv ocación. Por lo tanto, ANA GUILLOT
quiero saludarte una v ez m ás y presentarte m i adiós. Viejo océano de ondas de
ANA LEMA
cristal… abundantes lágrim as hum edecen m is ojos, y m e faltan fuerzas para
proseguir, pues siento que ha llegado el m om ento de retornar con los hom bres ANA MARIA RODRIGUEZ FRANCIA
de aspecto brutal; pero… ¡ánim o! Hagam os un gran esfuerzo y cum plam os, con
el sentim iento del deber, nuestro destino sobre esta tierra. ¡T e saludo, v iejo ANA MARIA URIBE
océano!
ANA ROMANO

ANA RUSSO

ANA VICTORIA LOVELL

Cantos de Maldoror ANA WAJSZCZUK

ANAHI LAZZARONI
Canto segundo
ANAHI MALLOL

ANALIA GIORDANINO
¡Qué niño encantador está sentado en un banco del jardín de las T ullerías! Sus
ojos audaces m iran fijam ente algún objeto inv isible, allá lejos en el espacio. No ANALIA PINTO
debe tener m ás de ocho años, y , sin em bargo, no se div ierte com o sería lógico.
Por lo m enos debería reír y pasear con algún cam arada, en lugar de apartarse; ANAMARIA MAYOL
pero no está en su tem peram ento.
ANDI NACHON
¡Qué niño encantador está sentado en un banco del jardín de las T ullerías! Un
hom bre, m ov ido por un oculto designio, v a a sentarse a su lado en el m ism o ANDRES BOHOSLAVSKY
banco, con actitudes equív ocas ¿Quién es? No necesito decíroslo, pues lo
ANDRES NEUMAN
reconoceréis por su conv ersación tortuosa. Escuchem os sin m olestarlos:
ANDRES NIEVA
-¿En qué pensabas, niño?
-Pensaba en el cielo. ANTONIA BEATRIZ TALETI
-No es necesario que pienses en el cielo; nos sobra con pensar en la tierra.
¿Estás cansado de v iv ir, tú, que apenas acabas de nacer? ANTONIO REQUENI
-No, pero todo el m undo prefiere el cielo a la tierra.
ANTONIO TELLO
-Oy e bien, y o no. Pues com o el cielo ha sido hecho por Dios, lo m ism o que la
tierra, ten por seguro que encontrarás los m ism os m ales que acá abajo. ARIEL PETROCELLI
Después de la m uerte no obtendrás una recom pensa de acuerdo con tus
m éritos, pues si com eten injusticias contigo en este m undo (com o lo ARIEL WILLIAMS
com probarás por ex periencia m ás tarde), no hay razón para que en la otra v ida
y a no las com etan m ás. Lo m ejor que puedes hacer es no pensar en Dios, y ARMANDO TEJADA GOMEZ
hacerte justicia por ti m ism o, y a que te la rehúsan. Si uno de tus cam aradas te
ofendiera, ¿acaso no te haría feliz m atarlo? ARNALDO CALVEYRA
-Pero está prohibido.
ARTURO BORRA
-No está tan prohibido com o crees. Se trata sim plem ente de no dejarse atrapar.
La justicia que sum inistran las ley es no v ale nada; es la jurisprudencia del ARTURO CARRERA
ofendido la que cuenta. Si detestaras a uno de tus cam aradas, ¿no serías
desdichado al saber que en todo instante lo tienes en la m ente? ARTURO MARASSO
-Es cierto.
-T enem os, pues, uno de tus cam aradas que te hará desdichado toda la v ida; BARBARA BELLOC
porque al com prender que tu odio es sólo pasiv o, no dejará de burlarse de ti, y
BASILIO URIBE
de hacerte daño im punem ente. No hay m ás que un m edio de poner fin a la
situación: desem barazarte del enem igo. He ahí adonde quería llegar para BEATRIZ IRIART
hacerte com prender sobre qué bases está fundada la sociedad actual. Cada uno
debe hacerse justicia por sí m ism o, salv o que sea un im bécil. Obtiene la BEATRIZ SCHAEFER PEÑA
v ictoria sobre sus sem ejantes sólo el m ás astuto y el m ás fuerte. ¿Acaso no
querrás algún día dom inar a tus sem ejantes? BEATRIZ TERESA BUSTOS
-Sí, sí.
-Sé entonces el m ás fuerte y el m ás astuto. T odav ía eres dem asiado jov en para BEATRIZ VALLEJOS
ser el m ás fuerte; pero desde hoy puedes em plear la astucia, el m ás precioso
BETTY BADAUI
instrum ento de los hom bres de genio. Cuando el pastor Dav id alcanzó en la
frente al gigante Goliath con una piedra lanzada con su honda, ¿no resulta BORIS ROZAS
adm irable com probar que solam ente por la astucia Dav id v enció a su riv al, y
que, por el contrario, si hubiesen luchado a brazo partido, el gigante lo habría BRUNO DI BENEDETTO
aplastado com o a una m osca? Lo m ism o pasa contigo. En lucha abierta, no
podrás jam ás v encer a los hom bres, sobre quienes ansias ex tender el im perio CARINA NOSENZO
de tu v oluntad; pero con la astucia, tú podrás luchar solo contra todos. ¿Deseas
CARINA RADILOV CHIROV
riquezas, herm osos palacios y gloria? ¿O m e engañaste cuando afirm abas tan
nobles pretensiones? CARLA SAGULO
-No, no, no os engañaba. Pero quisiera adquirir lo que deseo por otros m edios.
-Entonces no lograrás nada. Los m edios v irtuosos y bonachones no conducen CARLA SLEK
a nada. Es preciso poner en acción palancas m ás enérgicas y m aquinaciones
m ás inteligentes. Antes de que llegues a ser célebre por tu v irtud y que CARLOS ALBERTO ROLDAN
alcances la m eta, centenas de otros tendrán tiem po de realizar cabriolas por
encim a de tu lom o, y llegar al final de la carrera antes que tú, de m odo que y a CARLOS BARBARITO
no habrá allí lugar para tus ideas lim itadas. Hay que saber abarcar con m ás
CARLOS BLASCO
grandeza el horizonte del tiem po presente. ¿No has oído hablar nunca, por
ejem plo, de la gloria inm ensa que aportan las v ictorias? Y , sin em bargo, las CARLOS JUAREZ ALDAZABAL
v ictorias no se producen solas. Es necesario derram ar sangre, m ucha sangre,
para engendrarlas y depositarlas a los pies de los conquistadores. Sin los CARLOS KURAIEM
cadáv eres y m iem bros esparcidos que se observ an en la llanura donde se ha
realizado la juiciosa carnicería, no habría guerra, y sin guerra no habría CARLOS MAMONDE
v ictoria. Así, v es, que cuando se pretende alcanzar la celebridad, es
CARLOS PATIÑO
im prescindible sum ergirse con elegancia en ríos de sangre alim entados por la
carne de cañón. El fin justifica los m edios. La prim era condición para llegar a CARLOS PEREZ CARIGNANO
ser célebre es tener dinero. Ahora bien, com o no lo tienes, tendrías que
asesinar para adquirirlo pero com o no eres bastante fuerte para m anejar el CARLOS PICCIONI
puñal, hazte ladrón, en espera de que tus m iem bros se desarrollen. Y para que
se desarrollen m ás rápido, te recom iendo hacer gim nasia dos v eces por día, CARLOS RICCARDO
una hora por la m añana y una hora por la noche. De esta m anera tu podrás
intentar el crim en, con ciertas probabilidades, desde la edad de quince años, en
CARLOS SALEM
lugar de esperar hasta los v einte. El am or por la gloria todo lo justifica, y quizás
CARLOS SCHILLING
m ás tarde, dueño y señor de tus sem ejantes, les puedas hacer casi tanto bien
com o m al les has hecho en un com ienzo… CARLOS VITALE

Maldoror nota que la sangre hierv e en la cabeza de su jov en interlocutor; tiene CARMEN IRIONDO
las v entanas de la nariz hinchadas, y de sus labios brota una lev e espum a
blanca. Le palpa el pulso: las pulsaciones están aceleradas. La fiebre dom ina su CAROLINA BEJAR
cuerpo frágil. T em e las consecuencias de sus palabras; el infeliz se aparta
CAROLINA ESSES
contrariado por no haber podido conv ersar m ás tiem po con ese niño. Si en la
edad m adura es tan difícil dom inar las pasiones, oscilando entre el bien y el CAROLINA MASSOLA
m al, ¿qué no ha de suceder en un espíritu todav ía colm ado de inex periencia?
¿y qué cantidad proporcionalm ente m ay or de energía no ha de necesitar? T res CECILIA ERASO
días de cam a bastarán para que el niño se ponga bien. ¡Quiera el cielo que el
contacto m aterno llev e la paz a esa flor sensible, frágil env oltura de un alm a CELIA GOURINSKI
encantadora!
CELMIRO KORYTO

CESAR BISSO

CESAR CANTONI
Cantos de Maldoror CESAR FERNANDEZ MORENO

CLARA MUSCHIETTI
Canto tercero
CLARA REBOTARO

Un farol rojo, bandera del v icio, suspendido del ex trem o de una v arilla, CLARA VASCO
balanceaba su arm azón azotada los v ientos, sobre una puerta m aciza y
CLAUDIA AINCHIL
carcom ida. Un corredor sucio que olía a m uslo hum ano, daba sobre un patio
en el que buscaban su com ida algunos gallos y gallinas. Sobre la pared que CLAUDIA MASIN
serv ía de cerca y daba al lado oeste, se habían practicado m inuciosam ente
v arias aberturas cerradas por v entanas enrejadas. El m usgo rev estía ese CONCEPCION BERTONE
cuerpo de edificio; que había sido, sin duda, un conv ento y serv ía en la
actualidad, com o el resto del edificio, de v iv ienda a todas esas m ujeres que CONRADO NALE ROXLO
ex hiben, día a día, a los que entran, el interior de sus v aginas a cam bio de unas
CONRADO YASENZA
m onedas. Y o estaba sobre un puente cuy os pilares se hundían en el agua
cenagosa de un foso. Desde ese plano elev ado, contem plaba aquella
CORINA MOSCOVICH
construcción en el cam po, agobiada por la v ejez y los m ínim os detalles de su
arquitectura interna. A v eces, la reja de una v entana se abría rechinando, CRISTIAN ALIAGA
com o por el im pulso ascendente de una m ano que v iolentaba la naturaleza del
hierro; un hom bre asom aba la cabeza por la abertura libre a m edias, av anzaba CRISTIAN DE NAPOLI
los hom bros sobre los que caía el y eso escam oso, y term inaba haciendo salir,
m ediante esa laboriosa ex tracción, su cuerpo cubierto de telarañas. Con las CRISTINA CASTELLO
m anos apoy adas a m odo de corona sobre las inm undicias de toda clase que
CRISTINA DOMENECH
agobiaban el suelo con su peso, m ientras la pierna perm anecía todav ía
enganchada en la reja retorcida, recobraba su posición natural, e iba a enjuagar DANIEL ARIAS
sus m anos en una tina roja, cuy a agua jabonosa había v isto lev antarse y caer a
generaciones enteras, para alejarse después, lo m ás rápido posible, de esa DANIEL BATTILANA
calleja de arrabal, y respirar el aire puro en el centro de la ciudad.
DANIEL CALABRESE
Cuando el cliente se había alejado, una m ujer desnuda salía del m ism o m odo, y
DANIEL CHIROM
se dirigía a la m ism a tina. Entonces los gallos y gallinas acudían en tropel desde
div ersos puntos del patio, atraídos por el olor sem inal, la tiraban al suelo a
DANIEL DURAND
pesar de sus v igorosos esfuerzos, pisoteaban la superficie de su cuerpo, y
laceraban a picotazos los labios fláccidos de su tum efacta v agina. Los gallos y DANIEL FREIDEMBERG
gallinas, con el buche satisfecho, retornaban a escarbar la hierba del patio; la
m ujer, a la que habían dejado lim pia, se lev antaba trém ula, sem brada de DANIEL GARCIA HELDER
heridas, com o alguien que despierta de una pesadilla. Dejaba caer el estropajo
que había traído para enjugar sus piernas; no teniendo y a necesidad de la tina DANIEL MARTINEZ
com ún, se v olv ía a su m adriguera del m ism o m odo que había salido, a la espera
DANIEL MUXICA
de otra sesión. ¡Ante ese espectáculo tam bién y o quise penetrar en la casa!
DANIEL ORONO
Estaba por descender el puente cuando v i en el rem ate de un pilar esta
inscripción en caracteres hebraicos: Cam inante que pasas por este puente, no DANIEL SAMOILOVICH
v ay as a esa casa. Porque el crim en tiene allí su residencia junto con el v icio. Un
día sus am igos esperaron en v ano a un jov en que había franqueado la puerta
DANTE BERTINI
fatal.
DANTE SEPULVEDA
La curiosidad fue m ás fuerte que el tem or; al cabo de unos m om entos, llegué
hasta una v entanilla, cuy a reja estaba form ada por sólidos barrotes. Quise DARDO SEBASTIAN DORRONZORO
m irar al interior a trav és de ese espeso tam iz. Al principio no pude v er nada,
pero no tardé en distinguir los objetos que estaban en la habitación oscura, DARIO CANTON
gracias a los ray os del sol cuy a luz declinante habría de desaparecer pronto en
DARIO ROJO
el horizonte. La prim era y única cosa que llam ó m i atención fue un palo rubio,
com puesto de com etillas superpuestas que entraban unas en otras. ¡Ese palo DEBRIK ANKUDOVICH
tenía m ov im iento! ¡Andaba por la habitación! Daba unas sacudidas tan fuertes
que el piso se bam boleaba. Con sus dos cabos producía enorm es m elladuras en DELFINA MUSCHIETTI
la pared al m odo de un ariete lanzado contra la puerta de una ciudad sitiada.
Sus esfuerzos eran inútiles, los m uros estaban construidos con piedra y DELIA PASINI
cuando chocaba contra la pared lo v eía encorv arse com o una hoja de acero y
DIANA BELLESSI
rebotar com o una pelota. ¡Por lo tanto ese palo no era de m adera! Noté,
adem ás, que se enrollaba y de senrollaba fácilm ente igual que una anguila.
DIEGO IGNACIO MUZZIO
Aunque tenía la altura de un hom bre no se m antenía erguido. A v eces lo
intentaba m ostrando entonces uno de sus ex trem os delante de la reja de la DIEGO ROEL
v entanilla. Ejecutaba unos saltos im petuosos, y v olv ía a caer al suelo sin que el
obstáculo cediera. Me puse a ex am inarlo con creciente atención hasta DOLORES ESPEJA
descubrir que era un cabello. Después de una lucha titánica con la m ateria que
lo circundaba com o una cárcel, fue a apoy arse en el lecho que había en la DOLORES ETCHECOPAR
habitación, con la raíz descansando sobre una alfom bra y la punta sobre la
E. F. IANCILEVICH
cabecera. T ras unos instantes de silencio, durante los cuales percibí algunos
sollozos entrecortados, alzó la v oz y dijo así: EDGAR BAYLEY

Mi am o m e ha olv idado en este cuarto; no v iene a buscarm e. Se lev antó de esta EDGAR MORISOLI
cam a en la que estoy apoy ado, peinó su perfum ada cabellera sin reparar en que
y o había caído al suelo. Con todo, de haberm e él recogido, no habría y o EDGARDO ANTONIO VIGO
encontrado sorprendente ese acto de elem ental justicia. Me abandonó
EDITH LOMOVASKY
em paredado en esta habitación, después de haberse rev olcado entre los brazos
de una m ujer. ¡Y qué m ujer! Las sábanas todav ía están húm edas de su cálido
EDNA POZZI
contacto y conserv an en su desorden las huellas de una noche dedicada al
am or… EDUARDO ALVAREZ TUÑON

¡Y y o m e preguntaba quién podía ser su am o! ¡Y m is ojos se adherían a la reja EDUARDO D'ANNA


con m ás fuerza!…
EDUARDO DALTER
Mientras la naturaleza toda se am odorraba en su castidad, él se unió con una
EDUARDO ESPOSITO
m ujer degradada, en abrazos lasciv os e im puros. Se rebajó hasta el punto de
dejar aprox im arse a su augusta faz m ejillas de lozanía m archita despreciables EDUARDO MOSCHES
por su im pudicia. No daba m uestras de av ergonzarse, pero y o m e av ergonzaba
por él. No hay duda de que estaba m uy contento de dorm ir con sem ejante EDUARDO REZZANO
esposa de una noche. La m ujer, asom brada del porte m ajestuoso del huésped,
parecía ex perim entar v oluptuosidades incom parables, le besaba el cuello con EDUARDO ROMANO
frenesí.
EDUARDO SANGUINETTI
Durante ese lapso, y o sentía q ue pústulas ponzoñosas, que se desarrollaban
ELENA ANNIBALI
cada v ez en m ay or núm ero a causa de su insólito ardor por los placeres
carnales, rodeaban m i raíz con su hiel m ortal, para absorber con sus v entosas ELIANA SOL COSSY
la sustancia de m i v ida. Mientras m ás se abstraían ellos, sum idos en sus
insensatos m ov im ientos, m ás sentía y o decaer m is fuerzas. En un m om ento en ELIDA VALLEJO
que los deseos corporales alcanzaron el parox ism o del furor, noté que m i raíz
se retorcía sobre sí m ism a com o un soldado herido. Habiéndose apagado en m í ELISA DEJISTANI
la antorcha de la v ida, m e desprendí de su cabeza ilustre com o una ram a
ELISA GAGLIANO
m uerta; caí al suelo sin ánim o, sin fuerza, sin v italidad, con una profunda
com pasión por aquel a quien pertenecía, pero con un dolor eterno por su ELIZABETH AZCONA CRANWELL
deliberado ex trav ío…"
ELOISA OLIVA
Y y o m e preguntaba quién podía ser su am o! ¡Y m is ojos se adherían a la reja
con m ás fuerza!… ELSA TENCA MARIANI

EMMA BARRANDEGUY
¡Si tan siquiera su alm a se hubiese prodigado sobre el seno inocente de una
v irgen! Ella hubiera sido m ás digna de él, y la degradación hubiera sido m enor.
ENRIQUE BANCHS
¡Posa sus labios sobre esa frente cubierta de lodo, que los hom bres han
pisoteado con el talón lleno de polv o! ¡Aspira con su im púdica nariz las ENRIQUE MOLINA
em anaciones de esas dos ax ilas húm edas!… Vi cóm o el tegum ento de estas
últim as se contraía de v ergüenza, m ientras, por su lado, la nariz m ism a se ENRIQUE NANTI
resistía a esa aspiración infam e. Pero ni él ni ella prestaban la m enor atención a
las adv ertencias solem nes de las ax ilas, a la repulsa lív ida y taciturna de la ENRIQUE PUCCIA
nariz. Ella lev antaba m ás los brazos y él, con m ay or em puje, hundía su rostro
ENRIQUE SOLINAS
en sus huecos. Me v eía obligado a ser cóm plice de esa profanación. Me v eía
obligado a ser espectador de ese contoneo inaudito, a asistir a la unión absurda ENRIQUE VIDAL MOLINA
de dos seres cuy as distintas naturalezas estaban separadas por un abism o
inconm ensurable… ERIC SCHIERLOH

¡Y y o m e preguntaba quién podía ser su am o! ¡Y m is ojos se adherían a la reja ERNESTO FERNANDO IANCILEVICH
con m ás fuerza!…
ERNESTO GUEVARA
Cuando se sació de aspirar a esa m ujer, se le ocurrió arrancarle los m úsculos
ESTEBAN MOORE
uno por uno; pero com o era m ujer, la perdonó, y prefirió hacer sufrir a un ser
de su sex o. Llam ó en la celda contigua a un jov en, que había llegado a aquella ESTEBAN NICOTRA
casa para pasar un rato de solaz con una de aquellas m ujeres, y le pidió que
v iniese a colocarse a un paso de sus ojos. Hacía m ucho tiem po que y o estaba ESTEBAN PEICOVICH
tendido en el suelo. Sin fuerzas para incorporarm e sobre m i raíz dolorida; no
pude v er lo que hicieron. Sólo que apenas el jov en estuv o al alcance de su ESTELA KALLAY
m ano, jirones de carne fueron cay endo a los pies del lecho, al lado m ío. Me
ESTER DE IZAGUIRRE
contaron m uy quedam ente que las garras de m i am o los habían arrancado de
los hom bros del adolescente. Este, al cabo de algunas horas en las que luchó ETELVINA ASTRADA
contra una fuerza m ás poderosa, se lev antó del lecho y se retiró dignam ente.
Literalm ente desollado de pies a cabeza, arrastraba por las losas de la FABIAN CASAS
habitación su piel desprendida, m ientras se decía que estaba dotado de un
carácter bondadoso, que le gustaba creer que sus sem ejantes eran igualm ente FABIAN CLEMENTI
buenos, que por eso había accedido al requerim iento del distinguido
FABRICIO SIMEONI
ex tranjero que lo había llam ado a su lado, pero que nunca, nunca, se le hubiera
ocurrido que iba a ser torturado por un v erdugo. Y por un v erdugo sem ejante,
FEDERICA ROSENFELD
agregó después de una pausa. Por últim o, se dirigió hacia la v entanilla que
cedió piadosam ente hasta el niv el del suelo en presencia de ese cuerpo FEDERICO EDUARDO TINIVELLA
desprov isto de epiderm is. Sin abandonar su piel, que todav ía podía serv irle,
aunque sólo fuera com o m anto, se esforzó por salir de ese paraje peligroso; una FEDERICO SPOLIANSKY
v ez lejos de la habitación no pude com probar si le alcanzaron las fuerzas para
llegar a la puerta de salida. ¡Oh, con qué respeto se apartaban los gallos y FERNANDA CASTELL
gallinas, a pesar de su ham bre, de ese largo rastro sangriento que em papaba la
FERNANDA ESCUDERO
tierra!
FERNANDO G. TOLEDO
¡Y y o m e preguntaba quién podía ser su am o! ¡Y m is ojos se adherían a la reja
con m ás fuerza!… FLAVIA BERENICE BELMONTE

Entonces, aquel que hubiese debido tener m ás en cuenta su dignidad y su FLORENCIA ABBATE
justicia, se incorporó trabajosam ente sobre su codo fatigado. ¡Solitario,
FLORENCIA FRAGASSO
som brío, asqueado y horrible!… Se v istió lentam ente. Las m onjas sepultadas
desde hacía siglos en las catacum bas del conv ento, después de haber sido
FLORENCIA LO CELSO
arrancadas de su sueño por los ruidos de aquella noche espantosa, que se
entrem ezclaban en una celda situada encim a de las criptas, se tom aron de la FRANCISCO ALBERTO CHIROLEU
m ano para form ar una ronda funeraria alrededor de él. Mientras reunía los
residuos de su antiguo esplendor, y se lav aba las m anos con esputos para FRANCISCO GANDOLFO
secarlas después en sus cabellos (es m ejor lav arlas con esputos, que no lav arlas
del todo, al final de una noche entera dedicada al v icio y al crim en), entonaron FRANCISCO GARAMONA
ellas las plegarias de lam entación por los m uertos que corresponde cuando
FRANCISCO MADARIAGA
alguien es bajado a la tum ba. En efecto, el jov en no debía sobrev iv ir al suplicio
ejecutado en él por una m ano div ina, y su agonía tuv o fin m ientras las m onjas FRANCISCO URONDO
entonaban sus preces…
GABRIEL IMPAGLIONE
Me acordé de la inscripción en el pilar; com prendí lo que había pasado con el
púber soñador que sus am igos todav ía esperaban un día tras otro desde el GABRIELA ALIA BOTBOL
m om ento de su desaparición… ¡Y y o m e preguntaba quién podía ser su am o! ¡Y
GABRIELA BRUCH
m is ojos se adherían a la reja con m ás fuerza!…
GERARDO GAMBOLINI
Los m uros se apartaron para dejarlo pasar; las m onjas v iéndole ascender por
los aires con alas que había ocultado hasta entonces en su ropaje de esm eralda, GERARDO LEWIN
v olv ieron a refugiarse en silencio bajo las losas de sus tum bas. El partió hacia
su m orada celestial, dejándom e aquí, lo que es injusto. El resto de los cabellos GERMAN ARENS
sigue en su cabeza, m ientras y o estoy tendido en esta habitación siniestra,
sobre el parqué cubierto de sangre coagulada y de jirones de carne seca; esta GERMAN KRAMER
habitación quedó condenada desde que él penetró en ella; nadie entra y a aquí,
GIANNI SICCARDI
y con todo sigo encerrado. ¡No hay esperanza! Y a no v olv eré a v er a las legiones
de ángeles m archar en densas falanges, ni a los astros pasearse por los jardines GISELA GALIMI
de la arm onía… Pues bien, sea... Sabré soportar m i desgracia con resignación.
Pero no dejaré de inform ar a los hom bres lo que aconteció en esta celda. Les GITO MINORE
facilitaré las razones para arrojar la dignidad com o una v estidura inútil, pues-o
que tienen el ejem plo de m i am o; les aconsejaré que chupen la v erga del GONZALO SALESKY
crim en, puesto que otro y a lo ha hecho… El cabello enm udeció…
GRACIELA ARAOZ
¡Y y o m e preguntaba quién podía ser su am o! ¡Y m is ojos se adherían a la reja
GRACIELA BUCCI
con m ás fuerza!…
GRACIELA CAPRARULO
Pronto estalló el trueno; una lum inosidad fosfórica penetró en el cuarto.
Retrocedí a pesar m ío, por no sé qué instinto prem onitorio; aunque estaba GRACIELA CROS
alejado de la v entana, percibí otra v oz, pero ésta tenue y hum ilde com o
tem erosa de que la oy eran: GRACIELA LICCIARDI

GRACIELA MALAGRIDA
¡No brinques de esa m anera! ¡Cállate… cállate… si alguien llegara a oírte! T e
v olv eré a colocar entre los otros cabellos, pero espera prim ero a que el sol se GRACIELA MATURO
oculte en el horizonte, a fin de que la noche encubra tus pasos… no te he
olv idado, pero te hubieran v isto salir, y y o m e habría com prom etido. ¡Oh, si GRACIELA PEROSIO
supieras cóm o he sufrido desde aquel m om ento! De regreso al cielo, m is
arcángeles m e rodearon con curiosidad; no quisieron preguntarm e el m otiv o GRACIELA WENCELBLAT
de m i ausencia. Ellos que no se habían atrev ido nunca a lev antar la v ista hasta
GRISELDA GARCIA
m í, echaban m iradas atónitas a m i rostro abatido, esforzándose por descifrar el
enigm a, aunque no tuv ieran idea de la profundidad de ese m isterio, y se
GUADALUPE WERNICKE
com unicaban m uy quedam ente la sospecha de algún cam bio
desacostum brado en m í. Derram aban lágrim as en silencio; presentían GUILLERMO IBAÑEZ
v agam ente que no era el m ism o, que m e había v uelto inferior a m i identidad.
Hubiesen querido av eriguar qué funesta resolución m e había hecho franquear GUILLERMO LOMBARDIA
las fronteras del cielo, para bajar a la tierra y gozar v oluptuosidades efím eras
que ellos m ism os desprecian profundam ente. Notaron en m i frente una gota GUILLERMO PILIA
de esperm a, una gota de sangre. ¡La prim era había saltado desde los m uslos de
GUSTAVO ADOLFO ROJAS
la cortesana, la segunda había saltado desde las v enas del m ártir! ¡Odiosos
estigm as! ¡Rosetas inm utables! Mis arcángeles encontraron, prendida en las GUSTAVO BORGA
redes del espacio, los restos resplandecientes de m i túnica de ópalo, que
flotaban sobre los pueblos pasm ados. No la han podido reconstruir, y m i GUSTAVO CASO ROSENDI
cuerpo continúa desnudo frente a la inocencia de ellos; castigo m em orable de
la v irtud abandonada. Observ a los surcos que se han trazado un lecho en m is GUSTAVO M. GALLIANO
m ejillas descoloridas: corresponden a la gota de esperm a y a la gota de sangre
que corren lentam ente a lo largo de m is secas arrugas. Llegadas al labio
GUSTAVO TISOCCO
superior, logran m ediante un inm enso esfuerzo, penetrar en el santuario de m i
HAIDE DAIBAN
boca, atraídas com o un im án por las fauces irresistibles. Me sofocan, esas dos
gotas im placables. Y o m e había creído hasta ahora el T odopoderoso, pero no, HAMLET LIMA QUINTANA
tengo que doblar el cuello ante el rem ordim iento que grita: ¡Eres sólo un
m iserable! ¡No brinques de esa m anera! ¡Cállate… cállate… si alguien llegara a HEBE SOLVES
oírte! T e v olv eré a colocar entre los otros cabellos, pero espera prim ero a que
el sol se oculte en el horizonte, a fin de que la noche encubra tus pasos… Vi a HECTOR A. MURENA
Satán, el gran enem igo, recom poner el desbarajuste óseo del esqueleto, por
HECTOR BERENGUER
encim a de su em botam iento de larv a, y de pie, triunfante, sublim e, arengar a
sus tropas reagrupadas; y tal com o m e m erezco, llegar a hacer befa de m í. HECTOR URRUSPURU
Proclam ó el asom bro que le producía el que su orgulloso riv al, al fin
sorprendido en flagrante delito por el éx ito de un espionaje incesante, hubiese HECTOR VIEL TEMPERLEY
podido rebajarse hasta llegar a besar, después de un largo v iaje a trav és de los
arrecifes del éter, el v estido de la corrupción hum ana, adem ás de haber hecho HECTOR YANOVER
m orir entre sufrim ientos a un m iem bro de la hum anidad. Dijo que ese jov en,
triturado en el engranaje de m is refinados suplicios, probablem ente hubiera
HORACIO ARMANI
llegado a ser una inteligencia genial de aquellas que consuelan a los hom bres
HORACIO CASTILLO
de esta tierra, gracias a sus adm irables cantos de poesía y de aliento, de los
golpes del infortunio. Dijo que las m onjas del conv ento-lupanar no pueden HORACIO FIEBELKORN
recuperar el sueño; m erodean por el patio, gesticulando com o autóm atas,
pisotean los ranúnculos y las lilas, se han v uelto locas de indignación, pero no HORACIO LAITANO
lo bastante com o para no recordar el m otiv o que engendró esa enferm edad de
sus cerebros… (Vedlas av anzar, env ueltas en su blanco sudario; no hablan, HORACIO PILAR
están tom adas de la m ano. Sus cabellos caen en desorden sobre sus hom bros
HORACIO PRELER
desnudos; llev an un ram illete de flores negras inclinado en el seno. Monjas,
v olv ed a v uestras criptas; la noche no se ha instalado por entero, es apenas el HORACIO SALAS
crepúsculo v espertino… ¡Oh cabello!, lo v es tú m ism o: por todos lados m e
asalta el sentim iento desatado de m i deprav ación.) Dijo que el Creador que se HUGO DIZ
v anagloria de ser la Prov idencia de todo lo que ex iste, se ha conducido con
ex cesiv a ligereza —para usar el térm ino m ás lev e— al ofrecer sem ejante HUGO FOGUET
espectáculo a los m undos siderales, y afirm ó claram ente su designio de ir a
inform ar a los planetas orbiculares de qué m odo m antengo, m ediante m i
HUGO FRANCISCO RIVELLA
ejem plo personal, la v irtud y la bondad en la v astedad de m is reinos. Dijo que la
HUGO GOLA
gran estim a que sentía por un enem igo tan noble, se había desv anecido de su
espíritu, y que prefería llev ar la m ano al pecho de una m uchacha, aunque fuera HUGO MUJICA
éste un acto de ex ecrable m aldad, antes que escupirm e al rostro cubierto de
tres capas de sangre y esperm a m ezclados, a fin de no m anchar su babosa HUGO PADELETTI
saliv a. Dijo que se consideraba, con justo título, superior a m í, no por el v icio,
sino por la v irtud y el pudor; no por el crim en, sino por la justicia. Dijo que HUMBERTO ACCIARRESSI
m erecía ser condenado al suplicio a causa de m is innum erables faltas; que se
HUMBERTO COSTANTINI
m e quem ara a fuego lento en un brasero encendido, para arrojarm e luego al
m ar, siem pre que el m ar se dignara recibirm e. Que, puesto que m e IGNACIO URANGA
v anagloriaba de ser justo, y o que lo había condenado a las penas eternas por
una insignificante rebelión sin consecuencias grav es, debía dictar sev era IRENE GRUSS
justicia contra m í m ism o, y juzgar im parcialm ente m i conciencia cargada de
iniquidades… ¡No brinques de esa m anera! ¡Cállate… cállate… si alguien llegara IRINA GARBATZKY
a oírte! T e v olv eré a colocar entre los otros cabellos, pero espera prim ero a que
el sol se oculte en el horizonte a fin de que la noche encubra tus pasos." Hizo
ISABEL VICTORIA KRISCH
una pausa y aunque no lo v iese, com prendí por ese lapso forzoso de silencio,
ISMAEL MARCELO SIRI
que una oleada de em oción lev antó su pecho tal com o un giratorio ciclón
lev anta una fam ilia de ballenas. ¡Pecho div ino que un día m anchó el am argo JACOBO FIJMAN
contacto de las m am as de una m ujer im púdica! ¡Alm a regia, entregada en un
m om ento de ex trav ío al cangrejo de la corrupción, al pulpo de la debilidad de JACOBO REGEN
carácter, al tiburón de la aby ección personal, a la boa de la am oralidad, y al
caracol m onstruoso de la im becilidad! El cabello y su am o se abrazaron JAIME ICHO KOZAK
estrecham ente com o dos am igos que se v uelv en a encontrar después de larga
JAVIER ADURIZ
ausencia. El Creador prosiguió tal com o un acusado que com pareciese ante su
propio tribunal. JAVIER COFRECES

¿Y qué dirán los hom bres de m í, ellos que tanto m e v eneraban, cuando lleguen JAVIER GUIPPONI
a conocer los ex trav íos de m i conducta, el andar v acilante de m i sandalia por
los laberintos fangosos de la m ateria, la tray ectoria de m i m archa tenebrosa a JAVIER MARTINEZ RAMACCIOTTI
trav és de las aguas estancadas y de los húm edos juncos de la charca donde,
env uelto por la niebla, se v uelv e m orado y ruge el crim en de pata som bría!…
JAVIER VILLAFAÑE
Com prendo que debo trabajar m ucho en m i rehabilitación futura, para poder
JOAQUIN GIANNUZZI
reconquistar su estim a. ¡Soy el Gran T odo, y , sin em bargo, hay algo en m í que
m e hace sentir inferior a los hom bres a los que he creado con un poco de JORGE ACCAME
arenilla! Cuéntales alguna m entira audaz y diles que jam ás he salido del cielo,
donde estoy perm anentem ente encerrado, absorbido por las tareas del trono, JORGE ARIEL MADRAZO
entre los m árm oles, las estatuas y los m osaicos de m i palacio. Me presenté ante
los hijos celestiales de la hum anidad y les dije: Arrojad el m al de v uestras JORGE AULICINO
cabañas y dad entrada en v uestro hogar al m anto del bien. Aquel que ponga la
JORGE BOCCANERA
m ano sobre uno de sus sem ejantes prov ocándole una herida m ortal en el
pecho con el hierro hom icida, que no espere los efectos de m i m isericordia, y JORGE ENRIQUE RAMPONI
que se cuide de la balanza de la justicia. Irá a esconder su tristeza en los
bosques, pero el m urm ullo de las hojas a trav és de los espacios claros cantará a JORGE FONDEBRIDER
sus oídos la balada del rem ordim iento; y huirá de esos parajes pinchado en la
cadera por la zarza, el espino y el cardo azul, sus rápidos pasos obstaculizados JORGE GARCIA SABAL
por la elasticidad de las lianas y las picaduras de los escorpiones. Se
encam inará hacia los guijarros de la play a, pero la alta m area con su rocío y su
JORGE LEONIDAS ESCUDERO
prox im idad peligrosa, le ex plicarán que no ignoran su pasado; entonces él se
JORGE LUIS BORGES
lanzará en ciega carrera hacia lo alto del acantilado, en tanto que los v ientos
estrepitosos del equinoccio, al penetrar en las grutas naturales del golfo, y en JORGE PAOLANTONIO
las canteras ex cav adas bajo la m uralla de rocas resonantes, m ugirán com o las
inm ensas m anadas de búfalos en las pam pas. Los faros de la costa lo JORGE RIVELLI
perseguirán hasta los lím ites del septentrión con sus destellos sarcásticos, y
los fuegos fatuos de las m arism as, sim ples v apores en com bustión con sus JORGE SANTIAGO PEREDNIK
danzas fantásticas, harán tem blar los pelos de sus poros, y v olv erse v erde el iris
JORGE SANTKOVSKY
de sus ojos. Que el pudor tom e así v uestras cabañas y esté seguro a la som bra
de v uestros cam pos. De ese m odo v uestros hijos se criarán herm osos y JOSE ANTONIO CEDRON
rev erenciarán a sus padres con agradecim iento; de otro m odo, enferm izos y
encogidos com o el pergam ino de las bibliotecas, av anzarán a grandes trancos, JOSE CAMPUS DELEUCHI
encabezados por la rebeldía, contra el día de su nacim iento y el clítoris de su
m adre im pura.' ¿Cóm o se v an a som eter los hom bres a esas ley es, si el JOSE DI MARCO
legislador m ism o es el prim ero que se rehúsa a ceñirse a ellas?… ¡m i v ergüenza
es inm ensa com o la eternidad!
JOSE MARIA PALLAORO

JOSE PEDRONI
Oí al cabello perdonarle hum ildem ente su secuestro, puesto que su am o había
obrado con prudencia y no con ligereza, y el últim o y pálido ray o de sol que JOSEFINA SAFFIOTI
ilum inaba m is ojos se retiró de los barrancos de la m ontaña. Vuelto hacia él le
v i plegarse com o un sudario… ¡No brinques de esa m anera! ¡Cállate… cállate… JUAN AGUSTIN AHUERMA SALAZAR
si alguien llegara a oírte! T e v olv eré a colocar entre los otros cabellos. Y ahora
que el sol y a se ha ocultado en el horizonte, v iejo cínico y cabello dom éstico, JUAN CARLOS BUSTRIAZO ORTIZ
arrastraos los dos bien lejos del lupanar, m ientras la noche, ex tendiendo su
JUAN CARLOS MOISES
som bra sobre el conv ento, encubre v uestros pasos furtiv os que se dem oran en
la llanura… Entonces el piojo, saliendo súbitam ente de detrás de un JUAN EDUARDO DE URRAZA
prom ontorio, m e dijo, erizando sus garras: "¿Qué piensas de esto?" Pero y o no
quise contestarle. Me alejé de allí y llegué al puente. Borré la inscripción JUAN FERNANDO GARCIA
prim era y la reem placé por ésta:
JUAN GELMAN
Doloroso es guardar com o un puñal un secreto así en el corazón, pero juro no
rev elar nunca aquello de lo que fui testigo al entrar por prim era v ez en ese
JUAN JOSE FOLGUERA
terrible torreón.
JUAN JOSE GALDEANO CASTRO

Arrojé por encim a del parapeto el cortaplum as que m e había serv ido para JUAN JOSE SAER
grabar las letras, y , haciendo algunas consideraciones sobre la chochera del
Creador, quien, ¡ay !, haría sufrir a la hum anidad por m ucho tiem po todav ía (la JUAN LAURENTINO ORTIZ
eternidad es larga), sea por el ejercicio de la crueldad, sea por el espectáculo
innoble de los chancros que ocasiona un gran v icio, cerré los ojos com o un JUAN MANUEL INCHAUSPE
hom bre ebrio ante el pensam iento de tener a un ser sem ejante por enem igo, y
JUAN RAMON ORTIZ GALEANO
proseguí con tristeza m i cam ino a trav és del dédalo de calles.
JUAN RODOLFO WILCOCK

JUANA BIGNOZZI

JUANA ROGGERO
Cantos de Maldoror
JULIA PRILUTZKY FARNY

Canto Cuarto JULIETA DESMARAS

JULIETA LERMAN
Soy sucio. Los piojos m e roen. Los cerdos v om itan al m irarm e. Las costras y las
escaras de la lepra han conv ertido en escam osa m i piel cubierta de pus
JULIO BEPRÉ
am arillento. No conozco el agua de los ríos ni el rocío de las nubes. En m i nuca
crece, com o en un estercolero, un hongo enorm e de pedúnculos um belíferos. JULIO CORTAZAR
Sentado en un m ueble inform e no he m ov ido m is m iem bros desde hace cuatro
siglos. Mis pies han echado raíces en el suelo y form an hasta la altura de m i JULIO HUASI
abdom en una especie de v egetación v iv iente, repleta de innobles parásitos,
que todav ía no llega a ser planta y que ha dejado de ser carne. Sin em bargo, m i JULIO LEITE
corazón late. Pero ¿cóm o podría latir si la podredum bre y las ex halaciones de
JULIO RICARDO ESTEFAN
m i cadáv er (no m e atrev o a llam arlo cuerpo) no lo nutrieran
abundantem ente? Bajo m i ax ila izquierda una fam ilia de sapos ha fijado su KARINA SACERDOTE
residencia, y cuando uno de ellos se m uev e, m e hace cosquillas.
LAURA GARCIA DEL CASTAÑO
T ened cuidado de que no se escape alguno, y v ay a a frotar con la boca el
interior de v uestra oreja: sería capaz de penetrar luego en v uestro cerebro.
LAURA GIORDANI
Bajo m i ax ila derecha hay un cam aleón que perpetuam ente les da caza para no
m orirse de ham bre: es justo que todos v iv an. Pero cuando una parte desbarata LAURA GOMEZ PALMA
com pletam ente los ardides de la otra, no encuentran nada m ejor que dejar de
m olestarse, y entonces chupan la grasa delicada que recubre m is costillas: y a LAURA MASSOLO
estoy acostum brado. Una v íbora m aligna ha dev orado m i v erga para tom ar su
lugar: esa infam e m e ha conv ertido en eunuco. ¡Oh!, si hubiese podido LAURA WITTNER
defenderm e con m is brazos paralizados, pero creo que se han transform ado
LAURA YASAN
m ás bien en dos leños.
LAUTARO ORTIZ
Sea lo que fuere, im porta dejar constancia de que la sangre y a no llega hasta
ellos para pasear su rojez. Dos pequeños erizos que no crecen m ás, arrojaron a LELIO R. GURRUCHAGA
un perro, que no los rehusó, el contenido de m is testículos, y después de haber
lav ado cuidadosam ente la epiderm is, se alojaron en su interior. El ano ha LEONARDO MARTINEZ
quedado obstruido por un cangrejo; env alentonado por m i inercia, guarda la
entrada con sus pinzas, haciéndom e m ucho daño. Dos m edusas cruzaron los
LEONIDAS LAMBORGHINI
m ares, saboreando una esperanza que no fue defraudada. Ex am inaron
LEONOR GARCIA HERNANDO
atentam ente las dos porciones carnosas que form an el trasero hum ano, y
adhiriéndose al contorno conv ex o, las han achatado en tal form a m ediante LEONOR MAUVECIN
una presión constante, que los dos trozos de carne desaparecieron, quedando
sólo dos m onstruos surgidos del reino de la v iscosidad, iguales en color, en LEOPOLDO CASTILLA
form a y en saña.
LEOPOLDO DIAZ
¡No habléis de m i colum na v ertebral porque es una espada! Sí, sí... no prestaba
LEOPOLDO LUGONES
atención... v uestro pedido es justo. Queréis saber, ¿no es así?, cóm o y por qué
se encuentra clav ada v erticalm ente en m i lom o. Y o m ism o no lo recuerdo con LEOPOLDO MARECHAL
precisión; sin em bargo, si m e decido a considerar com o recuerdo lo que quizás
no sea m ás que un sueño, sabed que el hom bre, cuando av eriguó que y o había LILIANA ANCALAO
hecho v otos de v iv ir enferm o e inm óv il hasta lograr v encer al Creador, v ino
detrás de m í de puntillas, pero no tan quedam ente que no lo oy ese. Luego no LILIANA CAMPAZZO
percibí nada durante un lapso que no fue largo. Esa aguda cuchilla se hundió
hasta el m ango entre las paletillas del toro de las fiestas, y su osam enta se
LILIANA LUKIN
estrem eció com o un terrem oto. La hoja ha quedado adherida tan firm em ente
LILIANA MARIA CELIZ
al cuerpo, que nadie hasta ahora ha podido ex traerla. Los atletas, los
m ecánicos, los filósofos, los m édicos, han ensay ado sucesiv am ente los m edios LISANDRO GONZALEZ
m ás div ersos. ¡No sabían que el daño hecho por el hom bre no puede repararse!
Les perdoné la profundidad de su ignorancia innata, y los saludé con un LUIS ALBERTO AMBROGGIO
m ov im iento de los párpados.
LUIS ALPOSTA
Viajero, cuando pases a m i lado, te ruego que no m e dirijas la m enor palabra de
LUIS BENITEZ
consuelo: debilitarías m i ánim o. Déjam e tem plar m i tenacidad en la llam a del
m artirio v oluntario. Vete… que y o no inspire piedad alguna. El odio es m ás LUIS FRANCO
ex traño de lo que crees; su conducta es inex plicable com o la rotura aparente
de un palo que penetra en el agua. T al com o m e v es, puedo hacer todav ía LUIS O. TEDESCO
ex cursiones hasta los m uros del cielo, al frente de una legión de asesinos, y
v olv er para retom ar esta postura, y m editar de nuev o sobre los nobles LUIS RAUL CALVO
proy ectos de v enganza. Adiós, no te retendré m ás, y para que te instruy as y
seas cauto, reflex iona en la suerte fatal que m e ha em pujado a la rev uelta,
LUIS THONIS
cuando es probable que hay a nacido bueno.
LUISA FUTORANSKY

Contarás a tu hijo lo que has v isto, y tom ándole la m ano, hazle adm irar la LYDIA PISTAGNESI
belleza de las estrellas y las m arav illas del univ erso, el nido del petirrojo y los
tem plos del Señor. T e sorprenderá v erlo tan dócil a los consejos de la MACEDONIO FERNANDEZ
paternidad, y lo recom pensarás con una sonrisa. Pero cuando piensa que nadie
lo observ a, échale una m irada, y lo v erás escupir su baba sobre la v irtud; te ha MALENA CIRASA
engañado, el descendiente de la raza hum ana, pero no te engañará m ás: en
MANUEL J. CASTILLA
adelante sabrás todo lo que llegará a ser. Oh padre infortunado, prepara, para
acom pañar los pasos de tu v ejez, el patíbulo indestructible que cortará la MARCELA ROSALES
cabeza de un crim inal precoz, y el dolor que te m ostrará el cam ino que llev a
hasta la tum ba. MARCELO DUGHETTI

MARCELO JUAN VALENTI

MARCELO LEITES
"Reem plazo la m elancolía por el coraje, la duda por la certidum bre,
MARCOS HERRERA
la desesperación por la esperanza, la m aldad por el bien, las quejas por el
deber, MARCOS RICARDO BARNATAN
el escepticism o por la fe, los sofism as por la frialdad de la calm a
y el orgullo por la m odestia." MARGARITA ABELLA CAPRILE

MARIA AMELIA ARANCET RUDA


Poesías
MARIA BELEN VECCHI

Los gem idos poéticos de este siglo son sólo sofism as. Los prim eros principios MARIA CECILIA BASCIANO
deben estar fuera de discusión.
MARIA DEL CARMEN COLOMBO
Acepto a Eurípides y a Sófocles, pero no acepto a Esquilo.
MARIA DEL CARMEN SUAREZ

No deis m uestra de carecer. de la m ás elem ental decencia y del m al gusto hacia MARIA ELENA WALSH
el Creador.
MARIA GABRIELA ABEAL
Rechazad la incredulidad: m e causaréis placer.
MARIA JULIA MAGISTRATTI
No ex isten dos clases de poesía; sólo hay una.
MARIA MALUSARDI
Ex iste una conv ención poco tácita entre el autor y el lector, por la cual el
prim ero se denom ina enferm o, y acepta al segundo com o enferm ero. ¡El poeta MARIA MELECK VIVANCO
es quien consuela a la hum anidad! Los papeles están arbitrariam ente
MARIA NEGRONI
inv ertidos.
MARIA PAULA ALZUGARAY
No quiero ser m ancillado con el calificativ o de presuntuoso.
MARIA PUGLIESE
No dejaré m em orias.
MARIA ROSA LEON
La poesía no es la tem pestad, tam poco el ciclón. Es un río m ajestuoso y fértil.
MARIA ROSA LOJO
Solam ente adm itiendo la noche físicam ente, se le ha llegado a aceptar
MARIA ROSA MALDONADO
m oralm ente. ¡Oh Noches de Y oung!, ¡cuántas jaquecas m e habéis causado!
MARIA TERESA ANDRUETTO
Se sueña sólo cuando se duerm e. Son palabras com o sueño, nada de la v ida,
paso por la tierra, la preposición tal v ez, el trípode desordenado, quienes han MARIANO DUBIN
infiltrado en v uestras alm as esa poesía húm eda de languideces, sem ejante a la
podredum bre. De las palabras a las ideas sólo hay un paso. MARIANO PEREZ CARRASCO

MARILINA REBORA
Las perturbaciones, las ansiedades, las deprav aciones, la m uerte, las
ex cepciones en el orden físico o m oral, el espíritu de negación, los MARINA ALESSIO
em brutecim ientos, las alucinaciones serv idas por la v oluntad, los torm entos,
la destrucción, los trastornos, las lágrim as, las insaciabilidades, los MARINA C KOHON
serv ilism os, las im aginaciones penetrantes, las nov elas, lo inesperado, lo que
no hay que hacer, las singularidades quím icas del buitre m isterioso que acecha MARINA CORONEL
la carroña de alguna ilusión m uerta, las ex periencias precoces y abortadas, las
MARINA KOGAN
oscuridades con caparazón de chinche, la m onom anía terrible del orgullo, la
inoculación de los estupores profundos, las oraciones fúnebres, las env idias,
MARIO ARTECA
las traiciones, las tiranías, las im piedades, las irritaciones, las acrim onias, los
despropósitos agresiv os, la dem encia, el spleen, los espantos razonados, las MARIO JORGE DE LELLIS
inquietudes ex trañas que el lector preferiría no sentir, las m uecas, las
neurosis, las hileras sangrantes por las cuales se hace pasar la lógica MARIO SAMPAOLESI
acorralada, las ex ageraciones, la ausencia de sinceridad, las burlas, las
v ulgaridades, lo som brío, lo lúgubre, los partos peores que los crím enes, las MARIO TREJO
pasiones, el clan de los nov elistas de tribunales, las tragedias, las odas, los
MARIO VERANDI
m elodram as, los ex trem os presentados a perpetuidad, la razón im punem ente
silbada, los olores de los cobardes, las desazones, las ranas, los pulpos, los MARIZEL ESTONLLO
tiburones, el sim ún del desierto, lo sonám bulo, turbio, nocturno, som nífero,
noctám bulo, v iscoso, foca parlante, equív oco, tuberculoso, espasm odico, MARTA CWIELONG
afrodisiaco, aném ico, tuerto, herm afrodita, bastardo, albino, pederasta,
fenóm eno de acuario y m ujer bar-buda, las horas borrachas de desencanto MARTA MIRANDA
taciturno, las fantasías, las acritudes, los m onstruos, los silogism os
MARTA ZABALETA
desm oralizadores, las basuras, lo que no reflex iona com o el niño, la desolación,
el m anzanillo intelectual, los chancros perfum ados, las nalgas con cam elias, la
MARTIN GAMBAROTTA
culpabilidad de un escritor que rueda por la pendiente de la nada y se desprecia
a sí m ism o con gritos alegres, los rem ordim ientos, las hipocresías, las MARTIN MOUREU
perspectiv as v agas que os trituran con sus engranajes im perceptibles, los
serios escupitajos sobre los ax iom as sagrados, los piojos y sus cosquilleos MARTIN Poni MICHARVEGAS
insinuantes, los prefacios insensatos, com o los de Crom well, la señorita de
Maum y de Dum as hijo, las caducidades, las im potencias, las blasfem ias, las MARTIN PRIETO
asfix ias, los ahogos, las rabias ante esos osarios inm undos que hacen que
MARTIN VAZQUEZ GRILLE
enrojezca al nom brarlos, es hora de reaccionar y a contra lo que nos lastim a y
nos doblega tan soberanam ente. MATIAS NESPOLO

Vuestro espíritu es arrastrado continuam ente fuera de sus casillas y , MATIAS VERNENGO
sorprendido en la tram pa de las tinieblas, construido con arte grosero por el
egoísm o y el am or propio. MATILDE ALBA SWANN

MAURO MORGAN
El gusto es la cualidad fundam ental que resum e a todas las dem ás cualidades.
Es el nec plus ultra de la inteligencia. A él sólo se debe que el genio sea la salud
MAXIMO BALLESTER
suprem a y el equilibrio de todas las facultades. Villem ain es treinticúatro
v eces m ás inteligente que Eugene Sue y Frédéric Soulié. Su prefacio al MAYBELL LEBRON
Diccionario de la Academ ia v erá la m uerte de las nov elas de Walter Scott, de
Fenim ore Cooper, de todas las nov elas posibles e im aginables. La nov ela es un MELISSA BENDERSKY
género falso, porque describe las pasiones por sí m ism as: la conclusión m oral
está ausente. Describir las pasiones no es nada; basta con nacer un poco chacal, MELIZA ORTIZ
un poco buitre, un poco pantera. No nos interesa nada. Describirías, para
MERCEDES ROFFE
som eterlas a una elev ada m oralidad, com o Corneille, es otra cosa. El que se
abstenga de hacer lo prim ero, siendo capaz de adm irar y com prender a quienes MIGUEL ANGEL BUSTOS
les es dado h acer lo segundo, sobrepasa, con toda la superioridad de las
v irtudes sobre los v icios, al que hace lo prim ero. MIGUEL ANGEL FEDERIK

Es suficiente que un profesor de segundo curso se diga: «Aunque m e dieran MIGUEL ANGEL MORELLI
todos los tesoros del univ erso, no querría haber escrito nov elas parecidas a las
MIGUEL OSCAR MENASSA
de Balzac y Alejandro Dum as», para que, por eso sólo, sea m ás inteligente que
Alejando Dum as y Balzac. Es suficiente que un alum no de tercero se hay a
MIGUEL OYARZÁBAL
conv encido de que no hay que cantar las deform idades físicas e intelectuales,
para que, por eso sólo, sea m ás fuerte, m ás capaz, m ás inteligente que Victor MIRTA LILIANA URDIROZ
Hugo, si sólo hubiera escrito nov elas, dram as y cartas.
MIRTA ROSENBERG
Alejandro Dum as hijo jam ás pronunciará un discurso de distribución de
prem ios en un liceo. No sabe lo que es la m oral. Ésta no transige. Si la MONICA CAZON
pronunciara, antes tendría que tachar de un plum azo todo lo que ha escrito
MORI PONSOWY
hasta ahora, com enzando por sus absurdos prefacios. Reunid un jurado de
hom bres com petentes: sostengo que un buen alum no de segundo es m ás NATALIA MOLINA
fuerte que él en no im porta qué, incluso en la sucia cuestión de las cortesanas.
NESTOR BARRON
Las obras m aestras de la lengua francesa son los discursos de distribución en
los liceos y los discursos académ icos. En efecto, la instrucción de la juv entud NESTOR GROPPA
es la m ás bella ex presión del deber, y una buena apreciación de las obras de
NESTOR MUX
Voltaire (profundizad en la palabra apreciación) es preferible a las obras
m ism as. ¡ Naturalm ente!
NESTOR PERLONGHER

Los m ejores autores de nov elas y de dram as desnaturalizarían a la larga la NESTOR PERLONGUER
fam osa idea del bien, silos cuerpos docentes, conserv adores de lo justo, no
m antuv ieran a las generaciones jóv enes y v iejas en el cam ino de la honestidad NICOLAS GUGLIELMETTI
y el trabajo.
NICOLAS OLIVARI
En su propio nom bre, y a su pesar, si es preciso, v engo a renegar, con v oluntad
NOELIA RIVERO
indóm ita y férrea tenacidad, del horrible pasado de la llorona hum anidad. Si:
quiero proclam ar lo bello en una lira de oro, ex cepción hecha de las tristezas NONI BENEGAS
escrofulosas y de las jactancias estúpidas que descom ponen, en su frente, a la
poesía cenagosa de este siglo. Pisotearé con m is pies las estrofas agrias del NORA ALMADA
ex cepticism o, que no tiene razón de ser. El juicio, una v ez introducido en la
eflorescencia de su energía, im perioso y resuelto, sin oscilar un segundo en las NORMA ETCHEVERRY
incertidum bres irrisorias de una piedad m al situada, com o un procurador
NORMA PADRA
general, fatídicam ente las condena. Hay que v elar sin descanso sobre los
insom nios purulentos y las pesadillas atrabiliarias. Desprecio y ex ecro el
NORMA SEGADES MANIAS
orgullo y las v oluptuosidades infam es de una ironía, conv ertida en rém ora,
que desplaza la ex actitud del pensam iento. OFELIA FUNES

Algunos caracteres ex cesiv am ente inteligentes, no hay por qué inv alidarlos OLGA EDITH ROMERO
con palinodias de dudoso gusto, se han arrojado a ciegas en los brazos del m al.
El ajenjo, que no creo sabroso, sino nociv o, m ató m oralm ente al autor de Rolla. OLGA OROZCO
¡Ay de los golosos! Apenas había entrado en la edad m adura el aristócrata
OLGA ZAMBONI
inglés, cuando su arpa se quebró bajo los m uros de Missolonghi, después de
haber recogido a su paso las flores que encubren el opio de los tristes OLIVERIO GIRONDO
aniquilam ientos.
ORLANDO VAN BREDAM
Aunque superior a los genios corrientes, si hubiera encontrado en su tiem po a
otro poeta, dotado com o él de sim ilares dosis de una inteligencia ex cepcional, OSCAR PORTELA
y capaz de presentarse com o su riv al, habría sido el prim ero en confesar la
inutilidad de sus esfuerzos para producir m aldiciones disparatadas, y que el
OSIAS STUTMAN
bien ex clusiv o sólo es declarado digno de apropiarse de nuestra estim a por la
OSVALDO BALLINA
v oz de la totalidad de los m undos. El hecho es que no ex istió nadie que lo
com batiera con v entaja. Esto es lo que nunca se ha dicho. ¡Cosa ex traña!, OSVALDO COSTIGLIA
incluso al hojear los libros y cuadernos de su época, a ningún crítico se le
ocurrió poner de reliev e el riguroso silogism o que precede. Y no es sino aquel OSVALDO PICARDO
que lo supere quien pueda haberlo inv entado. T an llenos estaban de estupor y
de inquietud, m ás que de reflex iv a adm iración, ante obras escritas por una PABLO ANADON
m ano pérfida, pero que sin em bargo rev elaban las im ponentes
PABLO GIORDANO
m anifestaciones de un alm a que no pertenecía al com ún de los hom bres, y que
se encontraba cóm oda entre las últim as consecuencias de uno de los dos PATRICIA DIAZ BIALET
problem as m enos oscuros que interesan a los corazones no solitarios: el bien,
el m al. A cualquiera no le es dado abordar los ex trem os, sea en un sentido, sea PATRICIA L. BOERO
en otro. Esto éx plica por qué -aunque se elogie, sin segunda intención, la
inteligencia m arav illosa que de-nota a cada instante, él, uno de los cuatro o PATRICIA SIBAR
cinco faros de la hum anidad- se hacen en silencio num erosas reserv as sobre
las aplicaciones y el em pleo injustificables que de ella se ha hecho a sabiendas.
PATRICIA SUAREZ
No hubiera debido recorrer los dom inios satánicos.
PATRICIO GRINBERG

La rebelión feroz de los T roppm ann, de los Napoleón 1, de los Papav oine, de los PAULA ARAMBURU
By ron, de los Victor Noir y de las Charlotte Corday será m antenida a distancia
de m i sev era m irada. A esos grandes crim inales., de títulos tan div ersos, los PAULA JIMENEZ
aparto con un gesto. ¿A quién creen engañar aquí?, pregunto con una lentitud
que se intetpone. ¡Oh caballitos de presidio! ¡Pom pas de jabón! ¡Muñecos de PAULINA VINDERMAN
tripa! ¡Cordones usados! Que se aprox im en los Konrad, los Manfred, los Lara,
PEDRO DONANGELO
los m arinos que se parecen al Corsario, los Mefistófeles, los Werther, los Don
Juan, los Fausto, los Y ago, los Rodin, los Calígula, los Cain, los Iridion, las PEDRO GODOY
arpías a la m anera de Colom ba, los Ahrim án, los m anitúes m aniqueos,
em badurnados de sesos, que guardan la sangre de sus v íctim as en las pagodas RAFAEL ALBERTO ARRIETA
sagradas del Indostán, la serpiente, el sapo y el cocodrilo, div inidades
consideradas com o anorm ales del antiguo egipto, los hechiceros y las RAFAEL FELIPE OTERIÑO
potencias dem oniacas de la Edad Media, los Prom eteo, los T itanes de la
RAQUEL SINELLI
m itología fulm inados por los Júpiter, los Dioses Malignos v om itados por la
im aginación prim itiv a de los pueblos bárbaros -toda la serie escandalosa de los
RAUL ARTOLA
diablos de cartón. Con la certeza de v encerlos, tom o la fusta de la indignación y
de la concentración que sopesa, y espero a esos m onstruos a pie firm e, com o su RAUL GONZALEZ TUÑON
prev isto dom ador.
RAUL GUSTAVO AGUIRRE
Hay escritores denigrados, peligrosos bufones, truhanes de tres al cuarto,
som bríos m istificadores, v erdaderos alienados, que m erecerían poblar Bicetre. RAUL MANSILLA
Sus cabezas cretinoides, de las que se ha quitado una teja, crean fantasm as
RICARDO COSTA
gigantescos que descienden en lugar de subir. Ejercicio escabroso; gim nasia
especiosa. Pasa, pues, grotesco petim etre. Por fav or, alejaos de m i presencia, RICARDO DANIEL PIÑA
fabricantes al por m ay or de acertijos prohibidos, en los cuales no percibía
antes, al prim er golpe, com o hoy , el secreto de la solución frív ola. Caso RICARDO E. MOLINARI
patológico de un egoísm o form idable. Autóm atas fantásticos: señalaos con el
dedo uno a otro, hijos m íos, el epíteto que los v uelv a a su lugar. RICARDO GANDOLFO

RICARDO RUBIO
Si ex istiesen, bajo una plástica realidad, en alguna parte, a pesar de su
inteligencia probada, aunque engañosa, serían el oprobio, la hiel de los
RICARDO ZELARRAYAN
planetas que hábitarían, la v ergúenza. Im agináoslos, por un instante, reunidos
en sociedad con substancias que fueran sus sem ejantes. Sería una sucesión ROBERTA IANNAMICO
ininterrum pida de com bates que no hubiera soñado los dogos, prohibidos en
Francia, los tiburones y los cachalotes m acrocéfalos. Serían torrentes de ROBERTO AGUIRRE MOLINA
sangre en esas regiones caóticas llenas de hidras y de m inotauros, de donde la
palom a, asustada siem pre, huy e a todo v uelo. Sería un am ontonam iento de ROBERTO DI PASQUALE
bestias apocalípticas que no ignoran lo que hacen. Serían choques de pasiones,
ROBERTO GOIJMAN
de irreconcilabilidades y de am biciones, a trav és de los aullidos de un orgullo
que no se deja leer, que se contiene, y cuy os escollos y bajos fondos nadie ROBERTO JUARROZ
puede, ni siquiera aprox im adam ente, sondear.
ROBERTO SANTORO
Pero no se m e im pondrán m ás. Sufrir es una debilidad, cuando uno puede
im pedirlo y hacer algo m ejor. Ex halar los sufrim ientos de un esplendor no RODOLFO ALONSO
equilibrado, es dem ostrar, ¡oh m oribundos de las m arism as perv ersas!, todav ía
RODOLFO EDWARDS
m enos resistencia y v alor. Con m i v oz y m i solem nidad de los grandes días, te
llam o de nuev o en m is desiertos hogares, gloriosa esperanza. Ven a sentarte
RODOLFO FOGWILL
junto a m í, env uelta en tu m anto de ilusiones, sobre el trípode razonable de los
apaciguam ientos. Com o un m uelle que se desecha, te arrojé de m i m orada, con RODOLFO GODINO
un látigo de cuerdas de escorpiones. Si deseas que esté persuadido de que has
olv idado, al regresar a m i casa, las penas que, bajo el indicio de los RODOLFO MODERN
arrepentim ientos, te causé en otro tiem po, trae contigo entonces, cortejo
sublim e -¡sostenedm e, que m e desm ay o!-, las v irtudes ofendidas y sus RODOLFO PRIVITERA
im perecederas reparaciones.
RODRIGO GALARZA
Constato, con am argura, que no quedan m ás que algunas gotas de sangre en las ROGELIO RAMOS SIGNES
arterias de nuestras tísicas épocas. Desde los lloriqueos odiosos y especiales,
patentados sin.garantía de un punto de referencia, de los Jean-Jacques ROLANDO REVAGLIATTI
Rousseau, de los Chateaubriand y de las nodrizas con bragas de niño de pecho
Oberm ann, a trav és de los dem ás poetas que se han rev olcado en el fango ROMINA FRESCHI
im puro, hasta el sueño de Jean-Paul, el suicidio de Dolores de Veitem illa, el
ROXANA PAEZ
Cuerv o de Alían, la Com edia Infernal del polaco, los ojos sanguinarios de
Zorrilla, y el inm ortal cáncer. Una Carroña, que pintó antaño, con am or, el
ROXANA RAJMILCHUCK
am ante m órbido de la Venus hotentote, los dolores inv erosím iles que este
siglo ha creado para sí m ism o, en su querer m onótono y repugnante, lo han RUBEN DERLIS
v uelto tísico. ¡Larv as absorbentes en su letargo insoportable!
RUBEN VEDOVALDI
Vam os, m úsica.
RUBEN VELA
Sí, buenas gentes, soy y o quien ordena quem ar, sobre una badila enrojecida al
SANDRA CORNEJO
fuego, con un poco de azúcar am arilla, el pato de la duda con labios de v erm ut,
que derram ando, en una lucha m elancólica entre el bien y el m al, lágrim as que SANTIAGO BAO
no llegan del corazón, sin m áquina neum ática, hace en todas partes el v acío
univ ersal. Es lo m ejor que podéis hacer. SANTIAGO ESPEL

La desesperación, nutriéndose con un propósito decidido de sus SANTIAGO LLACH


fantasm agorías, conduce im perturbablem ente al literato a la abrogación en
SANTIAGO SYLVESTER
m asa de las ley es div inas y sociales, y a la perv ersidad teórica y práctica. En
una palabra, hacer que predom ine el trasero hum ano en los razonam ientos.
SAUL YURKIEVICH
¡Vam os, dadm e la palabra! Uno se v uelv e m alo, lo repito, y los ojos tom an el
tinte de los condenados a m uerte. No retiraré lo que adelanto. Quiero que m i SELVA ALMADA
poesía puede ser leída por una m uchacha de catorce años.
SERGIO BIZZIO
El v erdadero dolor es incom patible con la esperanza. Por m uy grande que sea
ese dolor, la esperanza aún se alza a cien codos m ás arriba. Por tanto, dejadm e SERGIO DE MATTEO
tranquilo con los buscadores. ¡Abajo las patas, abajo, perras ridículas,
SERGIO MANGANELLI
pretenciosos, presum idos! Lo que sufre, lo que diseca los m isterios que nos
rodean, y a no espera. La poesía que discute las v erdades necesarias es m enos SERGIO PRAVAZ
bella que la que no las discute. Indecisiones a ultranza, talento m al em pleado,
pérdida de tiem po: nada será tan fácil de com probar. SERGIO RAIMONDI

Cantar a Adam astor, Jocely n, Rocam bole, es pueril. No porque el autor espere SERGIO RIGAZIO
que el lector sobreentienda que perdonará a sus héroes, sino porque se
SILVIA CAMEROTTO
traiciona a sí m ism o y se apoy a sobre el bien para hacer pasar la descripción del
m al. En nom bre de esas m ism as v irtudes que Frank ha desconocido, nosotros
SILVIA DABUL
querem os soportarlo, oh saltim banquis de los m alestares incurables.
SILVIA LONG-OHNI
¡No hagáis com o esos ex ploradores sin pudor, espléndidos de m elancolía a sus
ojos, que encuentran cosas desconocidas en sus espíritus y en sus cuerpos! SILVIA LOUSTAU

La m elancolía y la tristeza son y a el com ienzo de la duda; la duda es el SILVIA SPINAZZOLA


com ienzo de la desesperación; la desesperación es el com ienzo cruel de los
SILVIA TOCCO
diferentes grados de la m aldad. Para que os conv enzáis de ello, leed la
Confesión de un hijo del siglo. La pendiente es fatal, una v ez que uno se arroja SILVINA OCAMPO
por ella. Es seguro que se llaga a la m aldad. Desconfiad de la pendiente.
Ex tirpad el m al de raíz. No estim uléis el culto de adjetiv os tales com o SILVINA VINZIO
indescriptible, inenarrable, rutilante, incom parable, colosal, que m ienten
desv ergozadam ente a los sustantiv os que desfiguran: son perseguidos por la SILVIO GONZALEZ
lubricidad.
SILVIO MATTONI
Las inteligencias de segunda clase, com o Alfredo de Musset, pueden llev ar
SIMON ESAIN
tenazm ente una o dos de sus facultades m ucho m ás lejos que las facultades
correspondientes de las inteligencias de prim era clase, Lam artine, Hugo. SOLEDAD CASTRESANA
Estam os en presencia del descarrilam iento de una locom otora fatigada. Es una
pesadilla que sostiene la plum a. Sabed que el alm a se com pone de una v eintena SONIA CONTARDI
de fácultades. ¡Habladm e de esos m endigos que llev an un~som brero
estupendo junto a sus sórdidos harapos! SONIA IRIS MENENDEZ

STELLA PONCE
He aquí un m edio de constatar la inferioridad de Musset frente a los dos poetas.
Leed delante de una m uchacha, Rolla o Las Noches, Los Locos de Cobb, o si no, SUSANA CABUCHI
los retratos de Gwy nplaine y Dea, o el relato de T erám enes de Eurípides,
traducido en v ersos franceses por Racine padre. La m uchacha se sobresalta, SUSANA ROBERTS
frunce las cejas, alza y baja las m anos, sin fin determ inado, com o un hom bre
que se ahoga; los ojos lanzarán fulgores v erdosos. Leedle la Oración para todos, SUSANA SZWARC
de Victor Hugo. Los efectos son diam etralm ente opuestos. La clase de
SUSANA THENON
electricidad no es la m ism a. Ella ríe a carcajadas y pide m ás.
SUSANA VILLALBA
De Hugo sólo quedarán las poesía sobre los niños, entre las que hay m uchas
m uy m alas. TAMARA KAMENSZAIN

Pablo y Virginia ofende a nuestras m ás profundas aspiraciones a la felicidad. TERESA ARIJON


Antaño, este episodio que rezum a oscuridad desde la prim era a la últim a
página, sobre todo el naufragio final, m e producía rechinar de dientes. Me TERESA MARTIN TAFFAREL
rev olcaba por la alfom bra y daba patadas a m i caballo de m adera. La
TERESA PALAZZO CONTI
descripción del dolor es un contrasentido. Hay que hacer v er todo por la parte
bella. Si esta historia fuese contada com o una sim ple biografía, no la atacaría. TOMAS WATKINS
Cam bia en seguida de carácter. La desgracia se v uelv e augusta por la v oluntad
im penetrable de Dios, que la creó. Pero el hom bre no debe crear la desgracia en VANINA COLAGIOVANNI
sus libros. Es querer considerar a toda costa sólo un lado de las cosas. ¡Oh qué
m aniáticos chillones sois! VERONICA PADIN

VERONICA VIOLA FISHER


No reneguéis de la inm ortalidad del alm a, de la sabiduría de Dios, de la
grandeza de la v ida, del orden que se m anifiesta en el univ erso, de la belleza
VERONICA YATTAH
corporal, del am or a la fam ilia, del m atrim onio, de las instituciones sociales.
Dad de lado a los escritorzuelos funestos: Sand, Balzac, Alejandro Dum as, VICENTE ZITO LEMA
Musset, Du T errail, Fév al, Flaubert, Baudelaire, Leconte y la Huelga de los
Herreros. VICTOR REDONDO

No trasm itáis a los que os leen m ás que la ex periencia que se desprende del VIRGINIA FUENTE
dolor, y que no es el dolor m ism o. No lloréis en público.
VIVIAN LOFIEGO
Hay que saber arrancar bellezas literarias hasta en el seno de la m uerte; pero VIVIANA ABNUR
esas bellezas no pertenecen a la m uerte. La m uerte no es en ese caso m ás que la
causa ocasional. No es el m edio, es el fin, que no es la m uerte. WALTER CASSARA

Las v erdades inm untables y necesarias, que dan gloria a las naciones, y que la WALTER IANNELLI
duda en v ano se esfuerza por pertubar, com enzaron con las edades. Son cosas
WILLY G. BUILLON
que no se debería tocar. Los que quieren introducir la anarquía en la literatura,
con el pretex to de nov edad, caen en un contrasentido. No se atrev en a atacar a
YAMILA GRECO
Dios y atacan a la inm ortalidad del alm a. Pero la inm ortalidad del alm a es
tam bién tan v ieja com o los cim ientos del m undo. ¿Qué otra creencia la YANINA MAGRINI
reem plazará, si es que debe ser reem plazada? No siem pre será una negación. Si
se recuerda la v erdad de donde han surgido todas las dem ás, la bondad absoluta ZULMA ZUBILLAGA
de Dios y su ignorancia absoluta del m al, los sofism as se hundirán por si
m ism os. Se hundirá al m ism o tiem po la literatura poco Poética que se apoy ó
sobre ellos.
ARGENTINA 249 POETAS 2ª RELACIÓN DE
ENLACES, EN LA 1ª RELACIÓN FIGURAN 530
T oda literatura que discute los ax iom as eternos está condenada a no v iv ir m ás
POETAS
que de sí m ism a. Es injusta. Los nov issim a v erba hacen sonreír
considerablem ente a los m uchachos sin pañuelo de cuarto. No tenem os ADALBERTO POLTI
derecho a interrogar al Creador sobre lo que sea.
ADRIAN CUASSOLO
Si sois agradecidos, no hay que decírselo al lector. Guardarlo para v osotros
m ism os. ALBERTO CISNERO
ALBERTO VANASCO
Si se corrigieran los sofism as en el sentido de las v erdades correspondientes a
esos sofism as, sólo sería v erdad la corrección, m ientras que la pieza así ALEDO LUIS MELONI
retocada tendría derecho a no llam arse falsa. El resto estaría fuera de la v erdad
con trazas de falso, por consiguiente nulo, y considerado, forzosam ente, com o ALEJANDRA CORREA
no a v enido.
ALEJANDRO ARCHAIN
La poesía personal realizó su tiem po de truhanerías relativ as y de contorsiones
ALEJANDRO RICAGNO
contingentes. T om em os de nuev o el hilo indestructible de la poesía
im personal, bruscam ente interrum pida desde el nacim iento del filósofo ALEJANDRO RUBIO
m alogrado de Ferney , desde el aborto del gran Voltaire.
ALEXIS COMAMALA
Parece bello, sublim e, bajo pretex to de hum ildad o de orgullo, discutir las
causas finales y falsear las consecuencias estables y conocidas. ¡Desengañaos, ALFONSINA BRION
porque no hay nada m ás necio! Reanudem os la cadena regular con los tiem pos
pasados; la poesía es la geom etría por ex celencia. Desde Racine, la poesía no ha
ALFONSO SOLA GONZALEZ
progresado un m ilím etro. Ha retrocedido. ¿Gracias a quién? A las Grandes
ALFREDO BUFANO
Cabezas Blandas de nuestra época. Gracias a los afem inados, Chateaubriand, el
MohicanoMelancólico; Sénacour, el Hom bre con Faldas; JeanJacques ALFREDO CARLINO
Rousseau, el Socialista Arisco; Anne Radcliffe, el Espectro Chiflado; Edgar Poe,
el Mam eluco de los Sueños de Alcohol; Maturin, el Com padre de las T inieblas; ALFREDO RODOLFO BUFANO
George Sand, el Herm afrodita Circunciso; T héophile Gautier, el Incom parable
Especiero; Leconte, el Cautiv o del Diablo; Goethe, el Suicidado por Llorar; ALICIA PASTORE
Sainte-Beuv e, el Suicidado por Reír; Lam artine, la Cigúeña Lacrim ógena;
ALVARO URRUTIA
Lerm ontoff, el T igre que Ruge; Victor Hugo, la Fúnebre Estaca Verde;
Misckiéwickz, el Im itador de Satán; Musset, el Petim etre Sin Cam isa AMADEO GRAVINO
Intelectual; y By ron, el Hipopótam o de las Junglas Infernales.
AMALIA GIESCHEN
La duda ha ex istido en todo tiem po com o m inoría. En este siglo está en
m ay oría. Respiram os la v iolación del deber por los poros. Eso sólo se ha v isto AMANDA TOMALINO
una v ez, y no se v olv erá a v er.
AMERICO CALI
Las nociones de la sim ple razón están de tal m anera oscurecidas en la hora
ANA ARZOUMANIAN
presente, que lo prim ero que hacen los profesores de cuarto, cuando enseñan a
escribir v ersos latinos a sus alum nos, jóv enes poetas con la boca hum edecida ANA BECCIU
de leche m aterna, es rev elarles por m edio de la práctica el nom bre de Alfredo
de Musset. ¡Os pido dem asiado! Los profesores de tercero, adem ás, dan en sus ANA CARDINALI
clases a traducir en v erso griego dos sangrantes episodios. El prim ero es la
repugnante com paración del pelícano. El segundo, la espantosa catástrofe que ANA DANICH
le sucedió a un labriego. ¿Para qué m irar el m al? ¿No está en m inoría? ¿Por qué
ANA LAURA RIVARA
hacer inclinar la cabeza de un alum no sobre asuntos que, a falta de haber sido
com prendidos, hicieron perder la suy a a hom bres com o Pascal y By ron? ANA MARIA INTILI

Un alum no m e contó que su profesor de segundo daba todos los días en su clase ANA MARIA MANCEDA
a traducir dos carroñas en v erso hebreo. Esas llagas de la naturaleza anim al y
hum ana hicieron que estuv iera enferm o durante un m es, que pasó en una ANDRES UTELLO
enferm ería. Com o no nos conocíam os, m e hizo llam ar por su m adre. Me contó,
aunque ingenuam ente, que sus noches eran turbadas por sueños persistentes.
ANIBAL CRISTOBO
Creía v er a un ejército de pelícanos que se abatían sobre su pecho y lo
ANTONIO ESTEBAN AGÜERO
desgarraban. A continuación se iban v olando hacia una choza en llam as. Se
com ían a la m ujer del labriego y a sus hijos. Con el cuerpo ennegrecido por las ARNALDO CALVEYRA
quem aduras, el labriego salía de la casa y entablaba con los pelicanos un atroz
com bate. T odo se precipitaba luego sobre la choza, que se derrum baba. De la ATILIO JORGE CASTELPOGGI
elev ada m asa de escom bros -eso nunca fallaba- v ela salir a su profesor de
segundo, sosteniendo su corazón en una m ano y en la otra uná hoja de papel en AURORA ELENA OLMEDO
donde se descifraba, con rasgos de azufre, la com paración del pelícano y la del
BALDOMERO FERNANDEZ MORENO
labriego, tal com o Musset m ism o las ha com puesto. No fue fácil, en un
principio, pronosticar la clase de enferm edad. Le recom endé que guardara BASILIA PAPASTAMATIU
cuidadoso silencio y de que no hablara de ello a nadie, sobre todo a su profesor
de segundo. Le aconsejé a su m adre que se lo llev ara algunos días a su casa, y le BEATRIZ MINICHILLO
aseguré que todo pasaría. En efecto, m e preocupé de ir todos los días durante
algunas horas, y todo pasó. BEATRIZ VIGNOLI

Es preciso que la crítica ataque la form a, jam ás el fondo de v uestras ideas, de


BELEN IANNUZZI
v uestras frases. Arregláoslas.
BERNARDO CANAL FEIJOO
Los sentim ientos son la form a de razonam iento m ás incom pleta que se pueda
im aginar. BETINA EDELBERG

T odo el agua del m ar no bastaría para lav ar una m ancha de sangre intelectual. BRENDA MEZZINI

(Poésies, 187 0) CARLOS ARDOHAIN

CARLOS BATTILANA
Isidore Ducasse, Conde de Lautréam ont
CARLOS CARBONE

CARLOS ENRIQUE BERBEGLIA


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CARLOS MASTRONARDI

CARMEN BRUNA

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