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Escuela de arte Xul Solar – Junín

Profesorado de Artes visuales III

Trabajo práctico
“El nuevo espectador”

Teoría de las artes visuales I

Profesora: Graciela Cianfagna

Alumnos/as: Bertone Sandra, Olivetto Micaela,


Manuele Francina y Guichón Leandro.
Capítulo V: “El nuevo espectador” Teoría de las artes visuales I
Bertone Sandra, Olivetto Micaela, Manuele Francina y Guichón Leandro

El elemento menos conocido del arte ha sido y sigue siendo su público. No existe un tipo de
público, sino varios públicos.

- Para las formas sensibles/retinianas: el público que bastará con la sensación que le
producirá la obra.
- Para las conceptuales: descripción de la obra, este público no exigirá un contacto
perceptivo directo, sino que bastará con la construcción mental posterior a la
descripción.

La diversidad de receptores depende asimismo del ámbito dentro del cual se encuentran las
obras: Los recintos tradicionales (museo, galería), circulación por fuera de la institución
(extensión urbana, calles y plazas) y el net art, que vendría a ser el arte por medio de las redes
sociales, a través de internet y de dichos dispositivos. Este último, nos lleva a un tipo de
espectador sedentario ya que se encontraría en la intimidad del hogar. En el caso de la película
“El artista”, el espectador circula dentro del recinto tradicional del museo de la galería.

Entre el público se encuentran los “mirones” o “paseantes” que son los que circulan dentro de
la exhibición, el “publico de arte” que vendría a ser el público especializado y que debe cumplir
un requisito elemental: la conciencia de que eso que se le enfrenta, es una obra de arte y el
Lector modelo que es aquel que tiene la capacidad de profundizar en los significados de ellas y
trata de interpretarla.

La obra de arte no es solo obra de arte por la apreciación individual, ni mucho menos por si me
gusta o no la obra. Para que lo sea hace falta una apreciación, una decisión de la institución
arte, para que algo sea realmente reconocido como arte es preciso que ingrese en el mundo
del arte los artistas, los teóricos, historiadores de arte, curadores, críticos, coleccionistas,
directores de museo, galeristas y también el público.

La pregunta “¿El arte es para todos?”, tiene como respuesta que antes había normas y marcos
para que algo sea obra de arte, en Grecia y en el Medioevo debía cumplir una función
pedagógica y eso era la obra de arte para todos, no dejaban SER al artista, cosa que tiempo
después y hoy en día hasta lo más cotidiano puede ser “artistizado”. El arte de hoy busca lo
DISONANTE, lo DESAGRADABLE, la fealdad se impone a la belleza, como lo fue en el
Romanticismo, y un artista ejemplar es Goya.

El artista crea su propia comunidad, con todo el pluralismo que corresponde a la situación.
Estamos en la poshistoria del arte, que pondrá en juego y en duda todos los estilos, desde la
abstracción a la figuración y todas las estrategias de presentación, llegándose al punto de
desconfiarse hasta de la misma noción de arte. De ese modo, la separación obra-espectador
tiene una causa inherente a la misma obra: su des-definición.

Des-definición no es sinónimo de des- institucionalización, sino por el contrario. En este


contexto es fundamental el comportamiento teórico del espectador. Deberá ser un receptor
formado, capaz de usar su teoría para entender el estado filosófico del arte. Dejando
preguntas filosóficas sobre el arte para que el espectador busque las respuestas.

Entre los distintos tipos de espectadores hay diferentes ojos: Ojo común, ojo Snob, ojo
absolutista y ojo crítico.

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Capítulo V: “El nuevo espectador” Teoría de las artes visuales I
Bertone Sandra, Olivetto Micaela, Manuele Francina y Guichón Leandro

- Frente al arte des-definido, el “ojo común” concluye sin más: “Eso lo hace cualquiera”,
“Eso lo hace mi hijo”, “El arte hoy es un chiste”, “En arte todo vale”. Para él, muchas
de las obras de arte contemporáneo pasan a ser sólo la ocasión de un escándalo
público. Para el “ojo común”, la obra debe ser fuente de placer inmediato; sólo cuenta
lo tradicional (la mimesis y el arte aurático). Acepta lo popularizado; es como si viviera
en un valle y aunque sabe que existen otros lugares, restringe su mundo a ese sitio.
Olvida o ignora que fuera de él se hablan lenguas diversas.
- El “ojo snob” diferente del ojo común, busca sentirse cerca del arte y mostrarse como
conocedor, aunque sólo retiene lo que está en la cresta de la ola. Su contacto con la
obra es superficial y sumamente variable, pues tanto defiende con vehemencia lo que
está de moda, como rechaza lo que cree que ya ha pasado.
- En esto se diferencia del espectador “absolutista” que se caracteriza por defender una
sola tendencia. Intransigente, no ve más allá de su propio gusto; apunta en una sola
dirección, con lo cual resulta imposible dialogar con él.
- Quien realmente ama y se preocupa por el arte es el espectador “crítico”. Debería
corresponder al crítico de arte formado y sensible, poseedor de una especie de ojo
clínico. El “ojo crítico” es un ojo desprejuiciado, abierto a todo. Puede ser tanto
contemplativo como teorético.

Debemos notar que la contemplación no supone un estado de inercia o pasividad, sino un


silencio conquistado que permite lograr un contacto íntimo, profundo, con la obra. El
espectador recibe y participa del aura de la obra, de una especia de irradiación sagrada. Así en
cada contacto aurático con la obra, ésta confirma su divinización, se vuelve a “consagrar”
como tal.

Allegados, paseantes, mirones pertenecen al “turista cultural”, ya que se desplazan hacia


lugares por la promoción comercial, como, por ejemplo: El Panteón, la Torre Eiffel, el Coliseo,
entre otros. Estos espectadores son el ejemplo de la distribución de la democratización y la
globalización del siglo XX. Se podría decir que vendría a ser “el nuevo burgués”. No son un “ojo
clínico” pero quieren profundizar más.

Se llega a la conclusión de que este tipo de espectador cultural, no es feliz, ya que conoce
muchas obras famosas en su recorrido turístico pero debido a tiempos del viaje no pueden
llegar a contemplar todo el arte de los lugares. Hay una sobredosis de arte que el espectador
no puede ver y contemplar con detenimiento.

En las ferias de arte, así como en las ferias del libro y demás, se encuentran los cuatro tipos de
ojos, pero lo que más se encuentra son las multitudes sedientas. Sedientas por ese interés de
mercado, de seducción visual. No se encuentra demasiado el público especializado. Las ferias
de arte resultan atractivas para el husmeador y los paseantes, son atraídos más por los
puestos de stands que por lo que realmente se expone.

- El espectador casual, es aquel que camina por las calles. Los artistas en los últimos
tiempos producen artes en las calles, y el publico que pasa por ahí es heterogéneo.
Para detenerlo, el artista intentará despertar su curiosidad, seducirlo o sorprenderlo
proponiéndole participar. En la bibliografía nombran como por ejemplo “El siluetazo”
ocurrido en Buenos Aires, donde se realizaron siluetas de los desaparecidos durante la
dictadura militar.

No todas las manifestaciones de arte publico llegan a implicar a la audiencia, estas pueden
responder con criticas y rechazos.

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Capítulo V: “El nuevo espectador” Teoría de las artes visuales I
Bertone Sandra, Olivetto Micaela, Manuele Francina y Guichón Leandro

- El publico del arte relacional, es aquel que, mediante una obra, se relaciona con otras
personas. Se dispone así escuchar al otro. Un ejemplo de esto es: -Entre los casos más
conocidos de arte relacional se encuentran las acciones de Rirkrit Tiravanija (1961). El
artista de origen tailandés nacido en Buenos Aires propone al espectador cierto
“contrato” de participación social: en sus “comedores” pueden cocinar, comer, y
dialogar. Se trata de una especie de reunión festiva que no tiene ya lugar en la
intimidad del hogar sino en un espacio público, no con amigos, sino con participantes
desconocidos con los que podemos entrar en relación.”
De este modo, el arte relacional hace el espacio público no solo un lugar de exhibición
de obras sino de encuentro entre participantes.

En la actualidad la experiencia estética se ve afectada por el estado ANESTESICO. Esto ultimo


es un gesto defensivo del peatón cuando para no sufrir del shock del ruido y del movimiento
mantiene una “sonrisa” aparentando como si todo estuviera bien, como si no sintiera lo que
pasa alrededor. La causa más frecuente de lo anestésico es el exceso de trabajos y de
estímulos, hoy vendría a ser el estrés. La persona está bombardeada con tantos estímulos (ve
tantos carteles, tantos colores, tantos ruidos, etc.), que afectan a su percepción a la hora de
intentar apreciar algo (una obra). Esto no solo afecta a la persona individual, sino al experto y
al conocedor y a grandes cúmulos de gente dentro de los museos.

Entonces, lo que se busca es restaurar la perceptibilidad y la desaceleración a través del arte.


Restaurar esto implica recuperar el amor al arte y desarrollar un habito estético. El arte nos
enseña a demorarnos en la obra, a superar el estado de anestesia.

EL NUEVO ESPECTADOR no debería nunca olvidar que el museo y otros espacios de exhibición
de obras de arte son lugares de desaceleración aptos para lograr una mirada lucida del mundo
que nos rodea.

En los últimos tiempos una manera eficaz de lograr esto seria centralizar al espectador en la
obra, hacerlo parte, que complete la obra. Como, por ejemplo, en la obra de Gonzalo Diaz,
“Eclipse”- 2007. Donde la sombra del espectador era imprescindible para que se leyera lo que
había sido escrito en un pequeño panel. Sorprendido por el mensaje, el espectador detenía su
marcha y así por un breve instante la obra físicamente se completaba y se desaceleraba. La
obra lo atrapó.

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