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Reclamar
Reclamar es oponerse a algo de palabra o por escrito, expresando una queja o disconformidad.
La acción y efecto de reclamar se conoce como reclamación o reclamo. Por ejemplo: “Voy a
elevar un reclamo a la gerencia ya que no estoy conforme con la atención que me brindaron”,
“La empresa no acepta reclamos una vez que el cliente ha comprobado la calidad del
producto”, “La operadora ha recibido miles de reclamos ante el aumento de tarifas”.
Cabe mencionar que el término reclamo es usual en América Latina, mientras que en España
se prefiere la palabra reclamación. Esto se puede apreciar asimismo en el concepto de «hoja
de reclamaciones», usado en España y equivalente al «cuaderno de quejas» argentino.
Este recurso, que algunas compañías ponen a disposición de sus clientes, les permite asentar
sus reclamos. En otros casos, las vías para realizar un reclamo son el correo electrónico o la
atención telefónica.
Ante esta problemática, algunas compañías han comenzado a tomar medidas un tanto
agresivas, pero seguramente más eficientes a la hora de detectar timos: simplemente, se
entregan las prendas con una especie de «candado» plástico que una vez abierto se vuelve
inutilizable; para poder exigir un reintegro, los clientes no deben intentar retirarlo. ¿Habrá
gente capaz de lucir una camisa o unos pantalones con un antiestético broche de seguridad
con tal de saciar su necesidad de estafar a una empresa?
Reclamo en restaurantes
En buena cuenta, se exige que el proveedor entregue una respuesta a través de otro
canal, imponiendo mayores formalidades, las cuales podrían evitarse si se permitiera
que el proveedor pueda dar una respuesta en el momento en el cual se presenta el
reclamo.
La respuesta otorgada podría ser: (i) satisfactoria, lo cual beneficia al consumidor, o (ii)
insatisfactoria, lo cual posibilita al consumidor tomar otras acciones, y evitar la espera
de un plazo que pudiese llegar a 30 días calendario para recibir una respuesta, que
inclusive podría resultar igualmente insatisfactoria.
Sin lugar a dudas, los esfuerzos del Estado son evidentes, pero siempre perfectibles, lo
cual deja la agenda abierta para lograr un mejor sistema en beneficio del mercado.