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ESPOSA… ESPOSO - 1 Pedro 3:1-7

No es suficiente decir que estos hogares necesitan a Dios, porque incluso muchos matrimonios
cristianos de hoy en día, se están desmoronando. El hecho de que un hombre y una mujer sean
salvos no es garantía de que su matrimonio triunfará. El matrimonio es algo en el cual tenemos que
invertir tiempo y esfuerzo. ¡El éxito no es automático!
El título de esta enseñanza es “ESPOSA… ESPOSO”. Y está dividido en dos compromisos: (1) El
Compromiso de la Esposa; y (II) El Compromiso del Esposo.
No sé en qué estado pueda estar tu matrimonio hoy día. Pero lo que sí sé, es esto: Si tú sigues el
diseño de Dios… tu matrimonio se puede convertir en lo que tú siempre has soñado que sea… ¡Y
MÁS TODAVÍA!
¡Así que! ¿Cuál es el secreto? ¿Cómo puedes edificar tu matrimonio para que éste resista las
tormentas de la vida? ¿Cómo puedes tener un matrimonio sólido que dure para toda la vida?
EDIFICANDO TU MATRIMONIO DE ACUERDO A LOS PLANOS QUE DIOS NOS DA EN SU PALABRA. En
las Escrituras, Dios nos ha dado los principios necesarios para edificar un matrimonio, que pueda
resistir el paso del tiempo. Principios que pueden producir un matrimonio, que no solo sobrevivirá…
¡SINO QUE FLORECERÁ!
En nuestro mundo actual, hay muchos motivos por los cuales los matrimonios luchan… batallan.
Uno de ellos es la gran confusión que existe acerca del rol de los esposos y las esposas. Sin
embargo, Dios nos da instrucciones bien claras en la Biblia, con respecto a estos roles.
Otro de los motivos por los cuales muchos matrimonios batallan hoy en día,  es porque vivimos en
una cultura, QUE PROFESA, que apenas el matrimonio no parece funcionar, que salgas corriendo a
la Corte de Justicia a pedir tu divorcio. Los esposos y esposas se dan por vencidos… demasiado
rápido.
Muchas veces nos olvidamos de quien inventó el matrimonio. ¡EL MATRIMONIO FUE IDEA DE DIOS!
El matrimonio NO ES UN CONTRATO HUMANO, que se puede romper cuando a uno le da la gana.
¡NO! Es un convenio establecido por Dios. Es un convenio supremo – es una relación muy por
encima de todas las otras relaciones -- y requiere un compromiso total.
Y como Dios inventó el matrimonio, ÉL ES LA AUTORIDAD MÁXIMA -- de como edificar un
matrimonio que durará para toda la vida. Él sabe, mejor que nadie, los fundamentos que necesitas
para que tu matrimonio florezca.
Hasta puso estos principios en un libro -- el manual del matrimonio -- que te guiará a la clase de
matrimonio que tú quieres tener. ¡ESTE MANUAL ES LA BIBLIA!
La Biblia le habla a nuestras vidas hoy día, con una relevancia increíble, revelando los fundamentos
del plan de Dios para el matrimonio que prosperará. No conozco a ninguna persona casada que no
quiera tener un gran matrimonio.
Pablo Getty, conocido en su época, como el hombre más rico de la tierra, dijo, “Daría toda mi
fortuna por tener un matrimonio feliz”. Qué triste, ¿no? Getty tenía todo lo que el dinero puede
comprar… ¡excepto un matrimonio feliz!
¡ASI QUE! COMENCEMOS CON NUESTRO PRIMER COMPROMISO…
I. EL COMPROMISO DE LA ESPOSA – 1 Pedro 3:1-6
La realidad de las cosas, es que mucha gente le dedica más tiempo… a los preparativos para el gran
día del matrimonio, que preparando y trabajando en el matrimonio mismo. Tener un matrimonio
sólido y saludable ¡no es un accidente! ¡No sucede por casualidad! ¡Hay que trabajarlo todos los
días!
1 Pedro 3:1-6 dice,
Así que Pedro dice aquí… Esposas, sométanse a sus esposos. ¡UY YU YUY! ¡El tema de la sumisión no
es nuestro tema favorito! Pero quiero que sepan que “la sumisión” es uno de los conceptos más
malentendidos en la Iglesia hoy en día.
La idea de la sumisión, con respecto a la Escritura, es siempre en el contexto de la sumisión mutua.
Esta sumisión mutua es entre esposas y esposos, así como, entre los cristianos, “unos a otros”. La
sumisión no es solo para las esposas. La sumisión es para todos los cristianos, sin excepción.
La Palabra de Dios nos dice claramente que tenemos que someternos, unos a otros, porque la
sumisión es ceder nuestros derechos para el beneficio de otros. Por eso Efesios 5:21 dice, “Cultiven
entre ustedes la mutua sumisión, en el temor de Dios”.
Y en el matrimonio, la sumisión no comienza con la mujer. Comienza con el esposo , que
amorosamente, guía a su esposa. Así como Cristo ama a la Iglesia, así los esposos deben de amar a
sus esposas.
¿CONOCES DE ALGÚN OTRO ACTO DE SUMISIÓN MÁS INCREÍBLE – EN LA HISTORIA DEL MUNDO --
que cuando Cristo se sometió ASÍ MISMO a morir en la cruz por los pecados del mundo? ¡JESÚS SE
NEGÓ ASÍ MISMO… NEGÓ SUS PROPIOS DERECHOS, y voluntariamente, fue a la cruz a pagar por
nuestros pecados!
Esa es la clase de amor que el esposo debe de tener por su esposa. Debe de amarla y guiarla
abnegadamente… en el vínculo y belleza del compromiso cristiano. Cuando un esposo ama a su
esposa de esta manera -- la respuesta natural de la esposa -- es de amar y respetar a su esposo.
Nosotras también debemos de corresponder a Cristo de la misma forma por Su gran amor por
nosotras. Nosotras amamos a Jesús porque Él nos amó primero. Y nosotras podemos amarlo,
adorarlo, seguirlo, ¡Y SI! someternos a Él porque sabemos cuan apasionadamente nos ama.
Cuando un esposo ama a su esposa abnegadamente, incondicionalmente, y sin reservas, como
Cristo ama a la Iglesia, entonces la esposa puede corresponder en amor, porque ella sabe que es
realmente amada. Pero desgraciadamente, esta clase de amor no es la predisposición natural del
hombre.
Y esto ha creado tensión en el matrimonio, y entre los sexos. Esta tensión tiene sus raíces en el
Jardín del Edén con Adán y Eva. Por causa de su rebelión pecadora, ellos decidieron hacer las cosas
a su manera, en vez de hacerlas, a la manera de Dios. Y como resultado, la maldición del pecado
cayó sobre toda la humanidad.
Cuando Dios les explicó a Adán y a Eva acerca de las consecuencias de su pecado, tuvo una palabra
en particular para la mujer. Le dijo básicamente, “Eva, ahora las cosas van a ser bien diferentes para
ti y para Adán”.
En Génesis 3:16, Dios le dijo a Eva, “Tu deseo te llevará a tu marido, y él te dominará”. La
palabra DESEO es una palabra hebrea que significa literalmente “dominar” o “controlar”.
Dios le estaba diciendo a Eva -- y a toda mujer que viniera después de ella -- que ahora ella
tendría la predisposición egoísta de querer controlar y dominar a su esposo. Y así mismo, Adán –
debido al egoísmo del pecado que nació en él – ahora tendría el deseo de gobernar y dominar a su
esposa.
Hoy en día, VIVIMOS CON LAS IMPLICACIONES DE ESTA MALDICIÓN EN NUESTROS MATRIMONIOS.
Es una inclinación, nacida del pecado, donde el hombre y la mujer quieren dominarse el uno al otro.
A raíz del pecado del hombre y la mujer,como hijos de Adán e hijas de Eva, todos nacemos con esa
inclinación egoísta, que dice, “Ahora voy a vivir para mí misma”. Y la forma que esta inclinación se
expresa en el matrimonio es la del esposo de querer controlar, dominar, y gobernar a su esposa.
Y de la esposa de querer dominar y controlar a su esposo. Esta propensión al egoísmo es obvia en
muchos hogares de hoy en día. Los esposos y las esposas están viviendo para sí mismos, en vez de
someterse al plan de Dios. ¡La manera de Dios es la sumisión!
Él único antídoto AL EGOÍSMO es de obedecer el mandato de la Escritura, que dice que debemos de
SOMETERNOS MUTUAMENTE… el uno al otro.
Esto significa que un hombre debe de amar a su esposa, y expresarle ese amor a ella. Y él debe de
querer someterse a ella y sacrificarse por ella. Él debe de estar dispuesto a morir por ella. Para la
esposa, esto significa corresponderle a su esposo de la misma manera, negándose a sí misma, y
sometiéndose a él.
Debemos de morir a diario A NOSOTRAS MISMAS, y a nuestros propios deseos egoístas, si
queremos que nuestros matrimonios florezcan. ¡Nuestros deseos egoístas siempre querrán
controlarnos!
ES BIEN IMPORTANTE NOTAR… que la Biblia no enseña, que las mujeres se deben de someter a los
hombres en la sociedad en general.
El concepto de la sumisión es siempre en el contexto de la familia. En la Biblia, vemos que las
mujeres fueron jueces, gobernantes, profetas, y líderes empresariales.
No hay ningún fundamento bíblico que diga, que de alguna forma, el hombre es superior a la mujer.
Así que el problema de la sumisión no tiene nada que ver con superioridad o inferioridad. Tiene
todo que ver con el rol y la responsabilidad del esposo y la esposa en la relación matrimonial.
La sumisión no sugiere que la mujer se vuelva un felpudo. Ni tampoco sugiere que ella deba de ser
dominada y controlada por su esposo. Más bien es algo que Dios requiere de ambos, del esposo y la
esposa. Así como nosotras amamos y nos entregamos a Cristo en sumisión, así mismo, debemos de
someternos el uno al otro.
PAUSA
¡AHORA BIEN! ¿Qué es lo que el esposo necesita de su esposa? Si la sumisión es algo que Dios
requiere de ambos, ¿Qué puede hacer la esposa para satisfacer las necesidades de su esposo?
Un esposo necesita que su esposa lo respete, que lo considere, que lo honre, que lo prefiera, que
note su presencia, que lo estime, y que crea en él.
Lo que él no necesita es una esposa que le pierda el respeto… que lo insulte… que lo critique… que
no lo apoye... y que no satisfaga sus necesidades. Dios creó a la esposa para ser una ayuda idónea.
¡Para que completara a su esposo!
Me encanta la historia de Juan García y su esposa, Lara. Juan era el alcalde de Tarata. Un día, Juan y
Lara estaban inspeccionando un proyecto de construcción en la ciudad.
Mientras caminaban por los alrededores del proyecto, uno de los obreros, reconoció a Lara, y le
dijo: “Hola Lara, ¿te acuerdas de mí? Soy Carlos. Nosotros fuimos al mismo colegio. A decir verdad,
fuimos “enamorados” por un tiempo”. En ese momento, Lara reconoció a su viejo amigo.
Por algunos minutos, ambos intercambiaron cumplidos y amabilidades, y luego ella siguió
caminando. Cuando Juan y Lara ya se iban, Juan comenzó a bromear con ella, y le dijo, “Lara,
imagínate, si tú te hubieras casado con este hombre, hubieras estado casada con un obrero.
Y Lara le contestó con una sonrisa, “Si yo me hubiera casado con él, hubiera estado casada con el
alcalde de Tarata”.
Los hombres necesitan a alguien que crea en ellos, que los aliente, y que los ayude a ser todo lo que
Dios los ha creado a ser.
¿Son las mujeres inferiores a los hombres? Mucha gente cree que la sumisión es una admisión de
inferioridad. Las mujeres no somos inferiores a los hombres. Cuando la Biblia habla acerca de la
sumisión, no habla de inferioridad.
En 1 Corintios 11:3, Pablo nos ayuda a entender esta verdad de forma más clara todavía. “Pero
quiero que sepan que Cristo es la cabeza de todo hombre, y que el hombre es la cabeza de la mujer,
y que Dios es la cabeza de Cristo”.
¿La cabeza de Cristo es Dios? Puede que estés pensando, “Yo pensé que la Biblia enseña que Jesús
es Dios…que es igual a Dios. ¿No dijo Jesús, “Yo y el Padre somos uno”. “Y quien me ha visto a Mí,
ha visto al Padre”.
Así que ¿Cómo puede ser Dios la cabeza de Cristo? Obviamente, no quiere decir que Dios Padre es
superior a Dios Hijo, o que Dios Hijo es inferior a Dios Padre. Más bien, en 1 Corintios 11, Pablo dice
que DIOS HIJO se humilló ASÍ MISMO en Su humanidad… y sometió Su voluntad a la voluntad y
plan del Padre.
¡JESÚS ES COMPLETAMENTE Y TOTALMENTE IGUAL A DIOS! No es una cuestión de inferioridad, sino
de ponerse bajo el liderazgo del Padre.
Así que cuando se dice que el hombre es la cabeza de la mujer, como Dios es la cabeza de Cristo,
esto no implica o sugiere que la mujer es inferior al hombre, o que el hombre es superior a la mujer.
¡NO!
Más bien, indica que la relación dentro del rol y el contexto de un matrimonio cristiano… en que la
esposa se someta al liderazgo y guía de su esposo. Así que, si te vas a someter a tu esposo,  como
Dios manda, comienza con la actitud adecuada.
No es una actitud, que dice, “Me someteré a este hombre, ¡aunque me muera”! ¡NO! Más bien,
teniendo un espíritu alegre, dices, “Yo amo a Dios. Yo amo a mi esposo, y amo a mi familia. Y voy a
vivir mi vida a la manera de Dios, y no a la mía”.
ESPOSAS, SOMÉTANSE A SUS ESPOSOS… de modo que si algunos de ellos no creen en la Palabra,
puedan ser ganados más por el comportamiento de ustedes que por sus palabras. 2 al observar su
conducta íntegra y respetuosa.
¡Este es un pasaje crítico! Nos recuerda que la sumisión comienza con una disposición de
compromiso inquebrantable… aun cuando el matrimonio no sea ideal. Aquí Pedro no autoriza a la
mujer a que deje a su esposo por no ser creyente, o por no ser un cristiano sólido. Ni tampoco le da
permiso para sermonearlo.
Más bien, ella debe de amar a su esposo -- viviendo una vida devota… una vida amorosa -- para
poder atraerlo a Cristo. Si tu esposo no es creyente, no trates de agobiarlo a que entre al Reino de
Dios… poniendo folletitos del evangelio en su maletín, a lo que se va a trabajar, o citando las
escrituras constantemente.
Yo conocía a una señora, muy devota, que todas las noches ponía la radio, a todo volumen, en el
dial cristiano para que su esposo “no-creyente” OYERA LA VERDAD DE DIOS. Todo lo que lograba
hacer era que su esposo se hartara -- y se fuera de la casa -- para estar con sus amigos.
Son el carácter y la conducta de la esposa las que ganarán al esposo perdido… ¡NO LAS
DISCUSIONES! Ella lo ganará con bellas virtudes, como la sumisión, la comprensión, el amor, la
bondad y la paciencia. Estas cualidades no se fabrican. Son fruto del Espíritu Santo, que viene
cuando nos sometemos a Cristo… y el uno al otro.
¡Sólo ama a tu esposo! ¡Vive para Cristo! Y deja que tu esposo vea la diferencia, que Jesús está
haciendo en tu vida. Y por la gracia de Dios, ¡él se unirá a ti en la fe!
3 Que la belleza de ustedes no dependa de lo externo, es decir, de peinados ostentosos, adornos de
oro o vestidos lujosos. 4 Sino de lo interno, del corazón, de la belleza incorruptible de un espíritu
cariñoso y sereno, pues este tipo de belleza es muy valorada por Dios.
La verdadera sumisión irradia del corazón, y se expresa así misma, en la clase de belleza que brilla a
través de la vida de una mujer. La verdadera sumisión significa que no se concentra en lo exterior.
No estoy sugiriendo -- ni este pasaje lo sugiere -- que una mujer debe de descuidar su apariencia
física. ¡NO!
Más bien, establece un estándar diferente. Una mujer se debe de concentrar en su belleza interior
más que en su belleza exterior. Es lo que Proverbios 31:30 dice, “La belleza es engañosa, y hueca la
hermosura, pero la mujer que teme al Señor será alabada”.
Las Consultoras de Belleza te dirán, QUE NO IMPORTA, cuán físicamente bella pueda ser una mujer
en su exterior, ella nunca lucirá atractiva, si está llena de ira, de ansiedad, de depresión o
desilusión, o falta de satisfacción.
Pero, por otro lado, tú puedes tomar a una mujer que es, MÁS BIEN SIMPLE, pero que resplandece
de la bondad de Dios, de la gentileza del Espíritu Santo, y de la presencia de Jesús en su vida. Ella
será un bello despliegue de lo que Dios puede hacer en la vida de una persona. ¡Esos son los
verdaderos cosméticos! ¡Los que nos hacen resplandecer!
¿Y cómo se expresa esta belleza? Se expresa en un espíritu cariñoso y sereno. Eso no significa que
ella sea timidita. Y no tiene nada que ver con ser extrovertida o introvertida. Lo que Pedro
recalca en este pasaje es una actitud de gentileza… un deseo de aprender… de escuchar ¡Esa es
verdadera belleza!
5 Porque así era la belleza de aquellas santas mujeres que en los tiempos antiguos esperaban en
Dios y mostraban respeto por sus esposos. 6 Por ejemplo, Sara obedecía a Abrahán y lo llamaba
señor. Y ustedes son sus hijas, si hacen el bien, y viven libres de temor.
Algunas de ustedes estarán tentadas, a cruzarse de brazos y responder: “Claro, Sara estaba casada
con Abrahán – ¡el padre de la fe! Si mi esposo fuera un santo como Abrahán, ¡yo también  con
mucho gusto iría a donde él fuera”!
No nos olvidemos de la vida tan dura, que Sara tuvo que soportar, como esposa de Abrahán.
Piensa acerca de las cosas, que Sara tuvo que vivir, con una perspectiva bien limitada:
· Su esposo decía que había tenido visiones de Dios, instruyéndolo a que se mudara a una tierra
desconocida (cuando ya estaban bien mayores).
Su esposo convenció a Sara a que fingiera, que era su hermana mientras estuvieran en Egipto,
dónde el Faraón tomó a Sara temporalmente como su esposa.
Sara siguió el liderazgo de su esposo cuando Abrahán le dio a su sobrino Lot la mejor tierra de
pastar.
Por segunda vez, Abrahán trató de hacer pasar a Sara,como su hermana. Esta vez atrayendo la
atención de Abimelec, el rey de Gerar, que quería a Sara como esposa.
· Sara soportó el casi sacrificio de su único hijo, Isaac, en manos de Abrahán, quien decía que Dios le
había dado instrucciones de ofrecer a su hijo.
Desde la perspectiva de Sara, Abrahán parecería impredecible, engañoso, necio, alocado, y hasta
irresponsable. En algunos casos, la evaluación que Sara hace de su esposo podría haber sido
bastante exacta.
Sin embargo, Pedro nos dice que Sara obedeció a Abrahán, llamándolo señor. No porque su
matrimonio era seguro y perfecto, sino más bien, porque su matrimonio era inseguro e imperfecto.
¡A VER! A estas alturas sería bueno, que nosotras las esposas, nos hiciéramos las siguientes
preguntas:
1. ¿Miro yo a santas como Sara, como modelo a seguir, o sigo el ejemplo de las telenovelas?
2. ¿Pongo a mi esposo primero en mi lista de oración?
3. ¿Le doy preferencia cuando planeo algo?
4. ¿Busco la manera de honrarlo?
5. ¿Le hago la vida más fácil? ¿o más difícil?
¡ASÍ QUE! DESPUÉS DE VER EL COMPROMISO DE LA ESPOSA, AHORA VEAMOS…
II. EL COMPROMISO DEL ESPOSO – 1 Pedro 3:7
7 De la misma manera, ustedes, los esposos, sean comprensivos con ellas en su vida matrimonial.
Hónrenlas, pues como mujeres son más delicadas, y además, son coherederas con ustedes del don
de la vida. Así las oraciones de ustedes no encontrarán ningún estorbo.
¿Por qué Pedro le dedica más espacio a instruir a las esposas… que a los esposos? Porque
las esposas creyentes estaban experimentando una situación completamente nueva, y necesitaban
dirección.
Por lo general, en el imperio romano, a las mujeres se las mantenía subyugadas, y su nueva libertad
en Cristo, creaba nuevos problemas y retos. Es más, muchas de ellas tenían esposos “no creyentes”
y necesitaban apoyo,,, aliento… estímulo… e iluminación adicional.
En este pasaje, Pedro les recuerda A LOS ESPOSOS CREYENTES, cuatro de los aspectos de
responsabilidad en su relación con sus esposas: Sus Responsabilidades Físicas, Intelectuales,
Emocionales, y Espirituales.
Así que… comencemos con…
1. La Responsabilidad Física:  “En en su vida matrimonial.”. Esto implica mucho más que vivir en la
misma casa y tener la misma dirección. El matrimonio es fundamentalmente una relación física.
Efesios 5:31 dice, “Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos
serán un solo ser.”
Por supuesto, las parejas creyentes disfrutan de una relación espiritual, mucho más profunda, ¡pero
las dos cosas van juntas! El esposo verdaderamente espiritual cumplirá con sus deberes
matrimoniales, ¡Y AMARÁ A SU ESPOSA!
El esposo debe de dedicarle tiempo a su esposa. Un estudio reciente revela,que por lo general, el
esposo y la esposa tienen apenas treinta y siete minutos a la semana de comunicación real entre sí.
Entonces no es ninguna sorpresa que los matrimonios se desmoronen después de que los hijos
crecen y se van de la casa. El esposo y la esposa se quedan solos. Y se dan cuenta,  que cada
cual está viviendo con un extraño.
Este versículo también sugiere que el esposo debe de proveer para las necesidades físicas y
materiales del hogar. Aunque la esposa tenga un empleo o carrera, su primera responsabilidad es
de cuidar de su casa. ¡Y es el esposo el que debe de proveer!
2.La Responsabilidad Intelectual: “Ser compresivos con ellas”. ¡Es increíble cómo un hombre y una
mujer puedan estar casados, y vivir juntos, sin realmente conocerse el uno al otro! La ignorancia es
peligrosa en cualquier aspecto de la vida, pero es especialmente peligrosa, en el matrimonio.
El esposo creyente necesita conocer los cambios de humor de su esposa, sus sentimientos, sus
necesidades, sus temores y sus esperanzas. Necesita “escuchar con el corazón” y tener con ella una
comunicación abierta y elocuente.
Debe de haber en el hogar una atmósfera tan protectora de amor y sumisión, que los esposos
pueden hablar y discutir, y aun así, ser felices en su matrimonio. Hablar es la solución a los
problemas de comunicación.
Bien se ha dicho, que el amor sin la verdad, es hipocresía. Y la verdad sin amor es crueldad.
Necesitamos tanto la verdad como el amor para poder crecer en comprensión el uno por el otro.
¿Cómo puede el esposo mostrar consideración a su esposa, si no entiende las necesidades o los
problemas de ella? Decir: “¡Nunca supe que te sentías de esa manera!” es confesar que, en algún
momento, uno de ellos le cortó la comunicación al otro.
Cuando una esposa tiene miedo de abrirse a su esposo, y de ser franca en cuanto a un asunto, está
construyendo paredes, y no puentes.
3.La Responsabilidad Emocional: “Hónrenlas ”. La CABALLEROSIDAD puede estar muerta, pero todo
esposo debe ser un príncipe azul que trata a su esposa, como una princesa. (Dicho sea de paso, el
nombre Sara quiere decir princesa.)
Pedro no sugiere que la esposa es “más delicada” mentalmente, moral o espiritualmente, sino más
bien físicamente.
Hay excepciones, por supuesto, pero hablando en general, el hombre es el más fuerte de los dos, en
cuanto a logros físicos. El esposo debe tratar a su esposa como un vaso valioso, hermoso, frágil, en
el que hay un precioso tesoro.
PAUSA
Cuando un chico y una chica comienzan a salir juntos, el chico es cortés y considerado. Después de
que se comprometen, él demuestra incluso más cortesía, actuando siempre como todo un
caballero. Pero es triste decirlo, que al poco tiempo de casarse, muchos esposos se olvidan de ser
bondadosos y caballerosos, y dejan de valorar a su esposa.
Se olvidan de que la felicidad en un hogar se forma de muchos detallitos, incluyendo las pequeñas
cortesías de la vida.
Muchas veces, LOS GRANDES RESENTIMIENTOS EMPIEZAN, como ofensas pequeñas. El esposo y la
esposa necesitan ser francos uno con el otro, admitiendo ofensas, y pidiendo perdón para que la
herida sane. Además, el esposo puede no estar de acuerdo con su esposa, y aun y todo, respetarla y
darle honor..
4.La Responsabilidad Espiritual: “Así las oraciones de ustedes no encontrarán ningún estorbo”.
Pedro daba por hecho, que los esposos orarían juntos. Muchas veces, ese no es el caso. Y esa es la
razón de tanto fracaso… y tanta desgracia.
Si las personas no cristianas pueden tener hogares felices sin la oración (y muchas veces, los
tienen), ¡cuánto más felices serían los hogares de los creyentes con la oración! ES MÁS… es la vida
de oración de una pareja la que indica cómo marchan las cosas en el hogar. Si algo anda mal, sus
oraciones no serán contestadas.
El esposo y la esposa necesitan tener sus propios tiempos de oración privado e  individual… CADA
DÍA. Pero también necesitan orar juntos, y tener un tiempo de devoción familiar.
La forma en que esto se organiza, cambia de hogar en hogar, e incluso de tiempo en tiempo,
conforme los hijos van creciendo, y los horarios van cambiando. La Palabra de Dios y la oración son
los elementos básicos de un hogar feliz y santo.
Los esposos son “coherederos”. Si la esposa muestra sumisión y el esposo consideración, y si ambos
se someten a Cristo y siguen su ejemplo, entonces tendrán una experiencia enriquecedora en su
matrimonio. Si no, se perderán lo mejor de Dios, y se privarán el uno al otro de bendición y
crecimiento.
¿Alguna vez has tratado de orar después de haber tenido una discusión con tu esposo? ¿Te es fácil
cogerle la mano para orar, después de haberse dado de cabezazos durante un conflicto? Cuando el
esposo y la esposa no mantienen su vida matrimonial intacta, tienen problemas manteniendo su
vida espiritual por el buen camino.
¿Por qué? Porque hay una relación directa -- entre el amor de Dios -- y el amor a nuestro hermano
en la fe. Por eso, el matrimonio funciona como un barómetro, midiendo nuestras vidas
espirituales a través de nuestra relación diaria.
Piensa en esto. Si Jesucristo está en medio de dos personas -- reunidas en Su nombre -- imagínate
cuan poderosas pueden ser las oraciones… ¡ cuando el esposo y la esposa están unidos! ¡Ese es un
maravilloso retrato de la unión de Cristo y Su iglesia!
Y YA PARA TERMINAR…
Sería bueno, que de vez en cuando, los esposos y las esposas hicieran inventario de su matrimonio.
Las siguientes son algunas preguntas, que se pueden hacer así mismos, basadas en lo que Pedro  nos
acaba de enseñar en este pasaje.
1. ¿Nos estamos ayudando el uno al otro a ser más espirituales? 2. ¿Estamos dependiendo de cosas
externas? ¿o de cosas eternas? ¿De lo artificial o de lo real? 3. ¿Nos estamos entendiendo mejor el
uno al otro?
4. ¿Somos sensibles, el uno al otro, en cuanto a sentimientos… a ideas, o hemos dejado de
valorarnos el uno al otro? 5. ¿Está Dios respondiendo a nuestras oraciones?

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