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LA REALIDAD CÍCLICA DE COLOMBIA

Sara Alejandra Chica Vega 10°E (ensayo)

La triste realidad de Colombia está relacionada con la violencia, la desigualdad y las


inconformidades con el gobierno y peor aún es que aunque somos conscientes de esto,
sólo pensamos en el bienestar propio y no como una Nación, así es que permitimos estos
hechos afecten a la parte menos favorecida de la sociedad, es decir a los más pobres. Se
supone que los dirigentes deben proteger a todos y vela por el bienestar colectivo, esa
es la auténtica esencia de la política, sin embargo no es así, y peor aún, la población en
general se da cuenta de las dificultades que viven muchos y no actúa, evita el problema y
que cada quién vea cómo sobrevive; una gran parte de la sociedad es egoísta, avara y
fácil de comprar, esto sucede en gran medida porque nos falta identidad, orgullo por
nuestra raza y decisión para hacer valer sus derechos, vale la pena decir, aunque duele,
que toda forma de violencia, desigualdad e inconformidad empieza desde el hogar,
cuando se deja de denunciar o se permite cualquier forma de maltrato intrafamiliar, la
violencia juvenil, la negligencia y el abandono, entre otros.

Es oportuno entonces referirnos a la realidad de los Derechos Humanos en Colombia y


para dar un vistazo reciente, según un informe de Amnistía Internacional del 2019, la
violencia provocada por el conflicto armado interno en curso y por las disputas sobre el
control territorial tras la firma del acuerdo de paz de 2016 causó estragos. Las principales
víctimas seguían siendo los pueblos indígenas, las comunidades afrodescendientes y
campesinas y los defensores y defensoras de los derechos humanos. Para esta
organización es continua la preocupación ante la impunidad por los crímenes cometidos
durante el conflicto armado y las amenazas y homicidios que sufren los defensores y
defensoras de los derechos humanos. Sin embargo aunque es visible ante el mundo esta
situación, en Colombia Persiste la ilegalidad y la desatención a este fenómeno pues día a
día son más persistente las distintas formas de violencia contra las minorías, líderes
sociales, mujeres etc.

Si bien es cierto, la ausencia de autoridades del Estado y su desatención hacia los


territorios controlados por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército
del Pueblo (FARC-EP) dejaron un vacío de poder en zonas históricamente disputadas por
varios grupos armados por sus recursos naturales o su ubicación estratégica. Esta
situación agravó los problemas de desigualdad, exclusión y pobreza extrema que afectan
a la mayoría de la población campesina y a las comunidades afrodescendientes e
indígenas, e impacta de forma distinta según el género. Afirma Amnistía Internacional
que en 2019 los homicidios de activistas y defensores y defensoras de los derechos
humanos alcanzaron niveles históricos. Podemos decir entonces que en medio de la
violencia indiscriminada, los ciudadanos se han visto involucrados de manera inevitable y
se han convertido en las principales víctimas.

Por otra parte, y como si no bastara lo anterior, en la política, la avaricia, la corrupción y el


soborno por los recursos estatales desencadena más formas de violencia, enraizada
desde la misma creación del frente Nacional, acuerdo político
entre liberales y conservadores vigente en Colombia entre 1958 a 1974, desde donde año
tras año, las familias que asumen el poder y todo su círculo de colaboradores, se han
bañado de corrupción lo que ha desestabilizado las instituciones y ha generado desgaste
de las relaciones tanto entre individuos como entre instituciones y el Estado. Éste último
con su indiferencia, en muchos casos conveniente, empeora los problemas ya que es a
través de los políticos que se manifiesta la mayor parte de la corrupción. Ésta, entendida
desde Heindenheimer (1990: 6), es una transacción entre actores del sector público y
privado por medio de la cual ciertos bienes colectivos son ilegítimamente convertidos en
retribuciones privadas. Entendido de esta manera, en la población colombiana cada día
crece más el inconformismo con sus dirigentes ya que hasta en las mínimas actuaciones,
se ve claramente como los dineros destinados a las poblaciones más vulnerables se
pierde a la vista de todos sin que haya un acertado control y freno a tales crímenes contra
la sociedad.

Es así como, la corrupción se ha instalado como factor determinante de los escenarios de


extrema pobreza que padecen grandes proporciones no sólo de Colombia sino en del
planeta. Asimismo, los conflictos entre las diversas jerarquías sociales y su
involucramiento en luchas por poder y beneficios personales, han demostrado la
necesidad de repensar la estructura, relación y distancia de los distintos estratos sociales.

Se hace urgente una transformación profunda en la información que se emite y publica


en los diferentes medios, para fortalecer el vínculo social entre los distintos actores y crear
una comunicación real y eficiente para entender y actuar de manera organizada ante
cualquier episodio que afecte a la población, empezando por la de nuestra Colombia.

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