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de 110 indicadores que incluyen cifras oficiales provenientes de diversas fuentes nacionales e
internacionales y la información proveniente de encuestas de opinión realizadas a más de 12 mil
líderes empresariales en todos los países.
La columna vertebral del informe es el Índice de Competitividad Global (ICG), que captura el
conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el crecimiento económico sostenible y
ayudan a explicar por qué algunos países son más exitosos que otros en elevar, de manera
sostenible, su productividad, niveles de ingreso y oportunidades para sus respectivas poblaciones.
Estos pilares afectan a los países de formas distintas según su estadio de desarrollo. La manera de
mejorar la competitividad de una país desarrollado no es la misma que la de un país emergente. A
medida que los países van avanzando en su camino al desarrollo, los salarios y la productividad
nacional deben mejorar para poder seguir sosteniendo estos altos ingresos.
De acuerdo con el Índice de Competitividad Global, en una primera etapa (Orientación por factores)
los países compiten con base en su dotación de recursos naturales y mano de obra no calificada.
La competencia es con base en precios, los productos que se venden son poco diferenciados y la
baja productividad se refleja en los bajos salarios de la economía. Por lo tanto, mantener la
competitividad en esta etapa requiere de instituciones públicas y privadas que operen
adecuadamente, infraestructura desarrollada, un marco macroeconómico estable y una fuerza de
trabajo saludable y educada, al menos en un nivel primario.
A medida que la nación va avanzando y ya empieza a competir con base en procesos productivos
más eficientes y productos más diferenciados; la educación superior y capacitación; mercados de
bienes, financieros y laborales eficientes; el acceso a amplios mercados domésticos ó
internacionales y la posibilidad de tomar ventaja de las tecnologías existentes; se vuelven pilares
más críticos. Esta es la etapa de Orientación por Eficiencia.
Finalmente, a medida que los países se convierten en economías donde la diferenciación, nivel de
calidad y sofisticación en su oferta de productos y servicios es crítica (etapa de Orientación por
Innovación); las empresas compiten con base en sus niveles de innovación y sofisticación de su
proceso productivo.
Engloba el marco legal y administrativo en el cual los individuos, firmas y gobierno interactúan
para generar riqueza. Este marco tiene influencia sobre las decisiones de inversión, la organización
de la producción y la forma como se distribuyen los beneficios y se cargan los costos de las
políticas y estrategias de desarrollo. Incluye también la actitud del gobierno hacia los mercados,
las libertades y la eficiencia de sus operaciones. Burocracia, excesivas regulaciones, corrupción,
deshonestidad , falta de transparencia y la falta de independencia del sistema judicial imponen
costos significativos a los negocios y ralentizan el proceso de desarrollo. Otro factor considerado,
es el manejo apropiado de las finanzas públicas. También se mide la transparencia del sector
privado, indispensable para los negocios, a través del uso de estándares así como de prácticas de
auditoría y contabilidad que aseguren el acceso a la información de manera oportuna.
Aun cuando es cierto que por sí sola la estabilidad macroeconómica no puede incrementar la
productividad de una nación, es reconocido que la macroeconomía puede causar daños a la
economía de un país, como se ha visto recientemente en muchos países de Europa y otras
latitudes. El gobierno no puede prestar servicios de manera eficiente y le resta poder de maniobra
ante los efectos futuros de los ciclos económicos, si se maneja con altos niveles de déficit fiscal.
Las firmas a su vez no pueden operar eficientemente cuando hay altas tasas de inflación. En
definitiva, la economía no puede crecer de una manera sostenible a menos que exista un
ambiente macroeconómico estable.
Una fuerza de trabajo sana es vital para la competitividad y productividad de un país. Bajos niveles
de salud pública traen costos significativos a las empresas, aumentando el ausentismo laboral y
operando en niveles bajos de eficiencia. Además de las consideraciones morales, las inversiones
en la provisión de servicios de salud son críticas para economías sanas. Este pilar también toma en
cuenta la cantidad y calidad de la educación básica recibida por la población, considerando que la
educación básica permite el desarrollo del potencial de los trabajadores facilitando su
incorporación a procesos de producción más avanzados y el aumento de la eficiencia individual de
cada trabajador.
Los países con mercados de bienes eficientes están bien posicionados para producir el mix
correcto de productos y servicio según sus condiciones particulares de proveedores- demanda,
además, se aseguran que esos bienes pueden ser transados de manera más eficiente en la
economía. Generalmente, los mercados que se desarrollan de manera eficiente tienen mínima
intervención del gobierno. Excesivos controles y regulaciones y pesadas cargas fiscales
desincentivan la inversión privada y el crecimiento económico. La eficiencia de los mercados
también depende de las condiciones de la demanda y de la sofisticación de los compradores y sus
exigencias que pueden llevar a un país a desarrollar algunas ventajas competitivas.