Sei sulla pagina 1di 2

PRÁCTICAS DEL LENGUAJE Polifemo, sin advertir la presencia de los intrusos, comenzó a ordeñ ar su rebañ o,

Docente: Leonel Cozzarín luego prendió una hoguera, que iluminó cada rincó n de su morada. En ese
momento, advirtiendo la presencia de Ulises y sus hombres, lanzó un grito
ODISEA, HOMERO (s. XVIII a.C.) estrepitoso que por poco los deja sordos.
-¿Quiénes son ustedes? ¿De dó nde salieron? ¿Quién les dio permiso para entrar en
Ulises en la isla de Polifemo mi casa?-preguntó enojado el gigante.
Los hombres quedaron petrificados del susto, pero el valiente Ulises se adelantó
Al acercarse Ulises con las naves a la isla desconocida, pudieron divisar campos diciendo:
fértiles, bosques espesos y hasta un manantial de agua dulce que fluía entre rocas, -Somos guerreros del rey Agamenó n de Grecia. Hemos luchado por nuestro rey en
rodeado de una arboleda que proporcionaba una sombra apacible. Al rodearla Troya y ahora volvemos a nuestra patria, pero un fuerte viento nos desvió hacia
comprobaron que la isla poseía un puerto natural, ideal para fondear las naves y esta isla. Te pedimos que nos concedas la hospitalidad que nuestro dios, Zeus,
explorar ese territorio. Al día siguiente, Ulises y un grupo de doce valientes ordena que se le otorgue a los extranjeros.
hombres, se internaron en el bosque cargados con vino, miel y otras provisiones -Los Cíclopes no tenemos dioses y tampoco aceptamos ó rdenes de nadie-
con la esperanza de conocer a sus afortunados habitantes. Ulises desconocía que respondió enérgico-. ¿De qué lado de la isla está n ancladas tus naves?
esa isla estaba habitada por los Cíclopes, un pueblo de gigantes salvajes que -Nuestras naves se hundieron luego de una terrible tempestad. Somos los ú nicos
desconocía a cualquier autoridad y tampoco creía en los dioses. sobrevivientes del naufragio- respondió Ulises con astucia.
Avanzando en su expedició n, muy pronto encontraron una gruta Polifemo se sonrió con picardía. Luego avanzó hacia los hombres y tomando a dos
oculta entre ramas de laurel. A su alrededor se extendía un muro de de ellos entre sus manos, les golpeó la cabeza contra la pared hasta quebrarla. Los
troncos y piedras de enorme tamañ o. El lugar estaba repleto de sesos ensangrentados chorrearon entre sus enormes
quesos, acomodados prolijamente, tarros y ollas para la leche y un dedos. Luego los abrió por la mitad ayudado por un
grupo de pequeñ os cabritos. cuchillo y los asó al fuego.
Cuando los hombres vieron todas esas provisiones se dejaron Cuando estuvieron a punto, los devoró lentamente
llevar por la tentació n y dijeron: -Tomemos estos quesos, mientras bebía un enorme vaso de leche. Ulises y los diez
carguemos los cabritos y volvamos a las naves. acompañ antes que quedaban no podían creer lo que
Pero Ulises no aprobó la sugerencia. habían presenciado ya que la ferocidad del gigante no
-¿Comportarnos como ladrones? ¡Jamá s! Si alguna vez conseguí conocía límites.
un botín, fue luchando, no robando. Mejor esperemos a que regrese quien vive Apenas el gigante cayó rendido por el sueñ o, Ulises se
aquí y le ofreceremos, a cambio de sus quesos, nuestro vino y la miel. reunió con sus hombres para urdir un plan que les
Al caer la tarde, el habitante de la cueva volvió . Era un hijo del dios de los mares, permitiera escapar de ese monstruo. Sabían que la solució n no era matarlo, pues
Poseidó n, llamado Polifemo. Al ver acercarse al monstruo, Ulises y sus hombres quedarían atrapados para siempre, imposibilitados de mover la inmensa roca que
corrieron a esconderse en los rincones má s oscuros de la cueva. Polifemo penetró cubría la entrada. Por otro lado, también sabían que si no lograban hacer algo
en la cueva seguido por su rebañ o con paso tambaleante, cargando un enorme pronto sus días estaban contados.
fardo de leñ a, que al arrojarlo hizo retumbar cada rincó n de la caverna. Luego se Por la mañ ana, Polifemo ordeñ o a sus ovejas y luego volvió a matar a otros dos
dirigió hacia el ú nico acceso de la cueva y, sin el menor esfuerzo, tomó una roca hombres que asó y engulló rá pidamente. Má s tarde hizo salir al rebañ o, y una vez
inmensa y con ella cerró la entrada por completo. afuera, volvió a cubrir la entrada con la piedra.

1
Ulises y sus hombres, desesperados, lamentaban su mala suerte. De pronto, Ulises acercaron a la puerta de su cueva para preguntarle: -¿Qué ocurre Polifemo?
vio un tronco enorme y ordenó a sus hombres afilar la punta, para después ¿Alguien te ha herido?
endurecerla al fuego de la hoguera hasta dejarla lo má s puntiaguda que fuera Polifemo respondió : -¡Nadie me ha herido a traició n!
posible. -¡Pues si nadie te ha herido, para que gritas tanto! -replicaron sus hermanos, los
Al caer la tarde, el gigante cíclopes, mientras se marcharon pensando que algú n dios lo había maldecido y se
regresó y, luego de ordeñ ar a su había vuelto loco.
rebañ o, volvió a acercarse al grupo En vano trató el gigante ciego de encontrar a Ulises y a sus hombres, ya que estos
de hombres asustados, agarró a podían fá cilmente escurrirse cuando el gigante se acercaba tanteando en la
dos de ellos de las cabezas, y los oscuridad.
aplastó contra la pared. Después Entonces Polifemo corrió la pesada piedra de la entrada y se instaló a custodiar la
los abrió por la mitad y los asó en entrada esperando que desearan escapar de sus garras.
la hoguera como a animales. Pero el ingenioso Ulises urdió un nuevo plan. Entre el rebañ o de Polifemo había
Cuando el gigante estaba saboreando los huesos, Ulises se le acercó y le dijo: varios carneros de gran tamañ o. Ató tres sobre sus espaldas y lo mismo hizo con
-Polifemo, para que tu festín sea perfecto, debes acompañ arlo con este delicioso sus compañ eros. Cuando Polifemo dejó salir a su rebañ o, les acariciaba los lomos,
vino. sin percatarse que al salir los carneros, también escapaban los hombres.
El gigante lo probó y vio que era delicioso. Así escaparon Ulises y sus hombres de su cautiverio. Cuando estuvieron en un
-Nunca he probado un licor tan fuerte y dulce como este- le dijo a Ulises mientras lugar seguro, cortaron las ataduras con un cuchillo y se dirigieron rá pidamente a las
paladeaba el rico licor. -Quiero recompensarte por tu generosidad. naves, donde los esperaba la tripulació n preocupada.
-Muy bien- respondió Ulises-. Si quieres recompensarme, ofréceme la hospitalidad Después de cargar el rebañ o en las naves y cuando ya se alejaban de la costa,
que te pedí cuando llegué a tu morada. Y si quieres saber mi nombre, te lo diré. Mi Ulises gritó :
nombre es Nadie. -¡Polifemo, cuando alguien te pregunte qué le pasó a tu ojo, dile que Ulises, el rey
Polifemo lanzó una carcajada y dijo: -!Claro que te recompensaré! Me comeré a de Ítaca, te lo vació !
tus hombres y te dejaré a ti, Nadie, para el final. Polifemo lanzó un aullido: -Un orá culo me predijo que Ulises, rey de Ítaca, me
Muy pronto, el gigante cayó rendido por el dejaría ciego. Pensé que sería un héroe majestuoso, no un
efecto del vino en un sueñ o profundo. enano insignificante que me emborracharía a traició n.
Entonces, Ulises, con la ayuda de sus Como has sido tan astuto te ruego que vuelvas y te trataré
hombres, tomó el tronco afilado y luego de como mereces o mi padre, Poseidó n, me vengará
colocar su punta al fuego hasta que se puso enviá ndote una maldició n.
de color rojo incandescente, lo alzaron entre -¡Jamá s volverá s a ver el sol y tu padre jamá s te
todos y lo hundieron en el ú nico ojo del devolverá tu ojo! -respondió Ulises.
gigante. Polifemo lanzó toda clase de gritos, pidiendo a Poseidó n
Polifemo despertó gritando y maldiciendo que lo vengara de Ulises, mientras arrojaba enormes
con gritos estruendosos mientras la estaca piedras contra las naves. Las piedras no le causaron
continuaba clavada en su ú nico ojo. Cuando logró arrancarla, deambuló ciego por la ningú n dañ o a las naves, sino que las impulsaron mar adentro, escapando de esa
cueva tropezá ndose loco de dolor y enojo. Al oír sus gritos, los otros cíclopes se isla y del cruel Polifemo.

Potrebbero piacerti anche