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(Coordinadores)
Universitario de la unam y el Reconocimiento Sor la Academia Mexicana de Ciencias Penales. Ha
Juana Inés de la Cruz. Como tributo a su trayectoria ocupado diversos cargos públicos, entre ellos:
profesional y docente, en 2007 el Instituto de Inves- Procurador General de Justicia del Distrito Fe-
tigaciones Jurídicas publicó el volumen Estudios deral, secretario del Trabajo y Previsión Social y
jurídicos en homenaje a Olga Islas de González Procurador General de la República. Es autor de
Mariscal. numerosos libros y artículos especializados des-
tacando: La Corte Interamericana de Derechos
Humanos (inacipe 2002 y 2004), Derechos hu-
manos para los menores de edad. Perspectiva de
la jurisdicción interamericana y Código Penal y
Código de Procedimientos Penales Modelo.
Gerardo Laveaga
Director General
del Instituto Nacional de Ciencias Penales
Inacipe
ISBN 978-607-7882-03-9
Presentación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Sergio García Ramírez
y Olga Islas de González Mariscal
Mesa 1
Perspectiva legislativa
Mesa 2
Perspectiva del Ministerio Público
Reforma judicial
Abel Villicaña Estrada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
Mesa 3
Perspectiva judicial
Reforma constitucional
Ramón Alejandro Sentíez Carriles. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161
Sistema de enjuiciamiento acusatorio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162
De la acusación, 162; En relación con la defensa, 163; En relación
con la decisión, 163.
Principios informadores del proceso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 163
Artículos 16 y 17 constitucionales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 165
Mesa 4
Perspectiva académica
Mesa 5
Perspectiva de derechos humanos
Mesa 6
Perspectiva de la defensa
La Defensoría Pública
César Esquinca Muñoa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 327
Antecedentes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 327
Perspectiva de la defensa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 329
Presunción de inocencia y arraigo, 329; Carga de la prueba y
flexibilización de las normas, 330.
Derecho de defensa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 331
Defensa pública, 332.
PERSPECTIVA LEGISLATIVA
Pues bien, en esta teoría del garantismo, para decirlo sólo a manera de
recapitulación, el Derecho Penal debe ser un instrumento de defensa y
garantía de todos, debe respetar las garantías y, muy importante, debe ser
un Derecho de carácter subsidiario, el llamado Derecho Penal mínimo,
del que hemos hablado más de una vez. El diagnóstico que nos llevó a la
convicción de tener que implantar un sistema con las características
mencionadas, es de carácter estadístico, más que elocuente. Si alguna
característica pudiéramos atribuirle a las policías de México es que son
razonablemente buenas para vigilar, pero muy malas para investigar. Se
dice, con cifras de por medio, que si una persona involucrada en un deli-
to no es detenida en las primeras 24 horas después de que ocurrió el ilí-
cito, hay una de cuatro oportunidades de echar mano de él, es decir, que
como producto de la investigación se le pueda incoar un procedimiento
penal.
Si a esto le sumamos que también uno de cada cuatro delitos que se co-
meten se consignan, para no hacerles una cuenta larga, estamos hablando de
niveles de impunidad de 97%. Estamos hablando de cifras alarmantes, que
independientemente de que a veces poco nos digan, han llevado a la gente a
un estado de insatisfacción respecto del sistema penal. Recordemos que
sabíamos que la pena y la sanción eran o tenían, entre otros efectos, el de la
ejemplaridad y la de generar en la sociedad, de la que la persona involucra-
da forma parte, una especie de disuasión para la comisión del delito; hoy los
altos niveles de impunidad han generado una especie de persuasión, con
respecto a que se pueden cometer delitos debido a que la posibilidad de que
ocurra una detención o se incoe un procedimiento es prácticamente nula, o
para no exagerar, muy remota.
El sistema de estas características tiene algunos principios que abordaré
muy rápidamente, echando mano de la teoría del garantismo sugerida por
Ferrajoli.
Uno de ellos es la proporcionalidad, es decir, que la gravedad de la pena
sea directamente proporcional a la gravedad del ilícito de la conducta anti-
social. Los políticos hemos echado mano casi indiscriminadamente, del
Derecho Penal para responder prácticamente a cualquier antisocialidad.
Creamos delitos a propósito de lo que sea, o repetimos esto que llamamos
los bienes jurídicos tutelados; en muchos de los estados del país existe el
delito bien conocido por todos como “daño en los bienes”, “daño en propie-
dad ajena”, pero si empieza a multiplicarse la antisocialidad del grafitti, por
ejemplo, pues se crea un delito literalmente relacionado con el grafitti,
dario, pero no lo es, porque acaba siendo la envoltura o el canal o las már-
genes de este río proceloso en el que seguramente han de acontecer mu-
chas cosas.
Hasta ahora van 11 estados, 11 legislaturas que han aprobado la reforma,
nuestra estimación es que, en un par de semanas, seguramente alcanzare-
mos los 16 estados que se requieren para que la reforma cuaje. Mi opinión
personal es que vale la pena que se pronuncien todos, no sólo porque jurí-
dicamente tenga o ya no tenga valor habiendo 16 aprobaciones, sino por-
que esto demostrará la voluntad de todas las partes involucradas con su
concreción, y cuando me refiero a las partes involucradas, toqué de sosla-
yo el aspecto político; me refiero por supuesto, a los jueces. Hace unas tres
semanas acudimos por invitación de ellos a la Conferencia Nacional de
Tribunales Superiores de Justicia del país, cuyo papel es vital en esto, por-
que más de 95% de los asuntos del orden penal son del fuero común, y al
firmar un documento con más valor político que jurídico, un pacto por la
justicia en el que los presidentes de los tribunales superiores de los esta-
dos, expresaron su beneplácito por la reforma y su compromiso con ella.
Entonces me parece importante remarcar esto porque tenemos que ir to-
dos, si queremos que la reforma sea exitosa.
Termino con un tema polémico, que es el del combate al crimen organi-
zado. Dije al principio que era un sistema preponderantemente acusatorio,
porque su déficit, su bemol jurídico, está en una, si no es que en dos figuras.
La primera, el arraigo, que no es una figura típicamente acusatoria, es más
una especie de juego de palabras. Se dice que en el sistema inquisitivo o
preponderantemente inquisitivo, a las personas se les detiene para investi-
garlas; en un sistema acusatorio, a las personas se les investiga para dete-
nerlas. El arraigo es, justamente, detener para investigar durante 40 días a
petición del Ministerio Público y con autorización del juez.
La otra figura que pudiera no ser típicamente acusatoria es la extinción
de dominio, una figura que no existe en el Derecho Penal mexicano, una
figura que se ha explotado sobre todo en Colombia, y mediante la cual, el
Estado se hace de los bienes, producto, objeto o instrumento del delito,
cuando se trate de algunos delitos específicamente determinados en la Cons-
titución, no sólo crimen organizado, con lo cual se abre la posibilidad de
que echen mano el gobierno federal o los gobiernos locales de la extinción
de dominio. A mí me parecía, lo dije en su momento públicamente, peligro-
sa la medida que tomó el jefe de Gobierno del Distrito Federal, de recurrir
a una figura del Derecho Administrativo, la expropiación por causa de uti-
lidad pública, para combatir al crimen y por eso se han perdido algunos