Sei sulla pagina 1di 61

“…hemos de convenir en que sin la clara, firme y fehaciente “A la noche fui con

experiencia de su conversión, Juan Wesley solo habría sido uno Óscar G. Baqueiro muy pocas ganas a
de tantos ilustres intelectuales y quizás teólogos de su tiempo. una Sociedad de la
Pero con la experiencia de Aldersgate, cuando pronunciamos el Maurilio Olivera calle Aldersgate,
nombre de Juan Wesley, pensamos en la realidad de la Chávez
conversión al Señor Jesucristo, pensamos en el testimonio que el
donde alguien leía
Espíritu Santo da a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, el Prefacio de
Rubén Pedro Rivera
pensamos en la poderosa y fructífera influencia que se ha Lutero a la
ejercido en la evangelización, en la educación, y en la vida Epístola a los
espiritual de millones de cristianos militantes en el PUEBLO Romanos. A eso
LLAMADO METODISTA, para bendición del mundo, y para
la honra y gloria de nuestro Señor Jesucristo”.
El significado de las nueve menos
cuarto, mientras
Maurilo Olivera Chávez de la describía el cambio
que Dios opera en
“…la prédica actual en México debe seguir siendo pertinente y
experiencia el corazón
adecuada, apoyada en la experiencia y el testimonio, aunque no mediante la fe en
limitativa por moldes puritanos, sino incentivadora en los del Corazón Cristo, yo sentí un
grandes valores positivos del evangelio y del avivamiento
extraño ardor en
wesleyano”. Ardiente mi corazón. Sentí
Oscar G. Baqueiro
que confiaba en Cristo, y únicamente en Cristo,
para mi salvación; y me fue dada una seguridad de
“Si no buscamos con pasión nuestro Aldersgate personal y que Él había quitado todos mis pecados, sí los
eclesiástico estaremos firmando nuestra propia destrucción míos, y me había librado de la ley del pecado y de
individual y la desaparición de un metodismo vital lleno del
poder del Espíritu para transformar positivamente las estructuras
la muerte... Luego testifiqué abiertamente a todos
enajenantes e injustas de nuestra sociedad”. los allí reunidos lo que ahora, por primera vez,
Rubén Pedro Rivera
experimentaba en mi corazón”.
Juan Wesley, 24 de mayo de 1738
EL SIGNIFICADO DE LA
EXPERIENCIA DEL

CORAZÓN
ARDIENTE

1
EL SIGNIFICADO DE LA EXPERIENCIA DEL CORAZÓN
ARDIENTE
Sociedad de Estudios Históricos del Metodismo en México
(SEHIMM)
Iglesia Metodista de México A.R. (IMMAR)

Primera Edición mayo de 1988


Segunda Edición primavera del 2013, a cargo de Casa Unida de
Publicaciones para SEHIMM y la IMMAR.
ISBN 978-607-9229-06-1

Casa Unida de Publicaciones S.A de C.V.

Impreso y hecho en México 2013

2
CONTENIDO

Pág.

1. NOTA INTRODUCTORIA 5

2. LA SITUACIÓN DE INGLATERRA EN 7
EL MOMENTO DEL CORAZÓN
ARDIENTE

3. IMPORTANCIA HISTÓRICA DE LA 17
EXPERIENCIA DEL CORAZÓN
ARDIENTE

4. EL SIGNIFICADO DE LA EXPERIENCIA 31
DEL CORAZÓN ARDIENTE

5. SESIÓN DE PREGUNTAS Y 44
RESPUESTAS

3
4
NOTA INTRODUCTORIA

Este 2013, el metodismo mundial recuerda con


especial atención un momento fundamental en su
historia: el de la experiencia del Corazón Ardiente. En
mayo de 1738, el fundador del metodismo, Juan Wesley,
vivió un momento singular: el que se conoce como su
conversión. Él mismo lo describió diciendo que “sintió su
corazón arder de una manera extraña”, lo que marcó el
inicio de un movimiento religioso de alcances mundiales.

El 21 de mayo de 1988, la Sociedad de Estudios


Históricos del Metodismo en México (SEHIMM), bajo la
presidencia del obispo Alejandro Ruiz Muñoz, abrió un
espacio de reflexión sobre este tema. Reunidos en las
instalaciones del templo “El Buen Pastor” (Churubusco)
de la ciudad de México, reconocidos pensadores del
metodismo mexicano, los pastores Óscar G. Baqueiro,
Maurilio Olivera Chávez y Rubén Pedro Rivera,
miembros ellos de dicha sociedad, reflexionaron acerca
del significado que para los metodistas mexicanos tiene
esa experiencia fundamental en el metodismo.

Recuperado este material por Rubén Ruiz Guerra,


Secretario Ejecutivo de la SEHIMM en aquel momento, es
publicado hoy en forma impresa gracias a las gestiones
del Pastor Rivera y el apoyo del Gabinete General de la

5
Iglesia Metodista de México. La entusiasta respuesta de
Casa Unida de Publicaciones por medio de su director,
Óscar Báez Hernández, fue indispensable para que estos
materiales vieran la luz en tinta y papel.

La SEHIMM agradece la aportación que todos


ellos hicieron para publicar este material que
consideramos de suma importancia para la vida de
nuestra iglesia.

¡A Dios sea la gloria!

Presidencia de la SEHIMM 2013,


México, D.F.

6
LA SITUACIÓN DE INGLATERRA EN EL
MOMENTO DEL CORAZÓN ARDIENTE
Pbro. Óscar G. Baqueiro

El siglo XVIII vio nacer al Reino Unido de la Gran


Bretaña (Acta de Unión de 1707) y con ello el auge
colonialista e industrial bajo el mandato de la Casa de
Hannover, en forma especial del rey Jorge II, quien
ocupó el trono 33 años (1727-1760). Sus predecesores
inmediatos y dentro del mismo siglo XVIII, Ana Estuardo
y Jorge I duraron apenas 7 y 13 años respectivamente
como monarcas del Reino Unido.

La bandera británica ondeó, a partir de entonces,


en la remota India y también en el enorme país de
Canadá. Entonces Francia y España decayeron, por lo
contrario, en su expansión colonialista.

El Reino Unido se lanzó de lleno al capitalismo,


de manera que la industria aumentó desde las de
extracción hasta las de transformación de los productos
naturales traídos de sus colonias.

La unificación política trajo también la hegemonía


eclesiástica de la Iglesia de Inglaterra (con excepción de
Escocia, donde siguió predominando la iglesia nacional
presbiteriana), aunque había grupos disidentes, o ‘no
conformistas’, como se les llamó a los cristianos que no

7
firmaron los convenios correspondientes con el Estado y
que, por ende, se mantuvieron fuera de la iglesia oficial,
digamos, por ejemplo: los bautistas, los congregacionales,
los cuáqueros o los católicos mismos, quienes vieron
agotar sus posibilidades con la reina Ana Estuardo,
última de esa dinastía y, como ya vimos párrafos arriba,
con un corto reinado; entre los miembros de la familia
Estuardo, como bien sabemos, hubo romanistas bien
reconocidos entre sus integrantes.

Así, cuando la prosperidad material se une a una


religiosidad establecida, lo más seguro es encontrar a una
sociedad laxa y de una textura interior muy debilitada.

Este fue el contexto que conocieron los Wesley:


Samuel, antiguo predicador disidente se adhirió a sus 21
años (1683) a la iglesia oficial. Cinco años más tarde casó
con Susana Annesley, hija del distinguido predicador
disidente, Dr. Samuel Annesley, quien ministraba en
Londres, por cierto la mayor concentración urbana del
mundo por aquel entonces.

El matrimonio de Samuel y Susana procreó 19


hijos, de los que nueve murieron a temprana edad y de
los diez que llegaron a adultos, los tres varones: Samuel,
Juan y Carlos, fueron pastores anglicanos.

Por el lado científico hubo en Inglaterra un gran


florecimiento y su exponente principal fue Isaac Newton
(1642-1727), cuyos estudios sobre la inercia, la gravedad

8
y el cálculo integral y diferencial, son de indudable valor
universal.

Por el aspecto literario, aunque con Shakespeare


el idioma inglés había alcanzado su culminación, se
produjo en el siglo XVIII un “siglo de oro” con plumas
tan refinadas como Steele, Addison, Berkeley y Johnson.
Dentro del mundo de las letras, el espacio teológico fue
muy bien llenado por seres tan preclaros como
Cartwright, Baxter y J. Owen, muchos de cuyos trabajos
fueron polémicos en forma especial contra las ideas
deístas, tan en boga entonces, y que llevaban su cauda de
enseñanzas disolventes y contrarias a las Escrituras.

Sin duda que el humano contemporáneo surgió en


el siglo XVIII e Inglaterra jugó papel importante en todo
esto, el Iluminismo (apogeo de la luz de la razón) brotó en
modo incontenible con las ideas deístas, ateas y aún
preevolucionistas. Sin embargo, surgidas en territorio
británico, tuvieron su mayor exponente en Francia, la
vecina del Sur. Allá surgió la Enciclopedia, movimiento de
marcado sabor materialista, opuesto al despotismo de las
casas reinantes en Europa y a las formas caducas de las
instituciones eclesiásticas o religiosas.

Del mismo tenor son las logias masónicas, la


primera de las cuales se constituyó en Londres mismo en
el año de 1717. No se precisa decir que estos impulsos
paralelos fueron rechazados y aún perseguidos por la

9
Iglesia de Roma y por los poderes políticos de la época,
pues en mucho vieron afectados sus intereses y sus
posiciones.

La popularización de las enseñanzas nuevas fue


entendida por muchos como una libertad irresponsable
que degenera en libertinaje. Eso, sumado a las nuevas
concentraciones humanas en las urbes crecientes,
alentaba la promiscuidad en proporciones geométricas ya
que la existencia en esos barrios miseria era francamente
inhumana.

La colonización de Georgia, en América, marca un


hito importante en nuestra secuencia. Como sabemos,
ella fue la 13ª y última de las colonias de la corona
británica en la parte norte de nuestro continente y de lo
que ahora llamamos los Estados Unidos de América. Los
primeros europeos en llegar allí, en 1540, fueron
dirigidos por Hernando de Soto, quienes establecieron
misiones y guarniciones. Ese territorio colindaba al Sur
con Florida, posesión española, y al Norte con Carolina
del Sur, colonia británica, por lo que se crearon tensiones
hasta 1742, cuando los ingleses derrotaron a los
españoles en la batalla de “Bloody Marsh”.

Sin embargo, en 1732 el rey Jorge II, en cuyo


nombre se llamó a la nueva colonia, quiso poner un
dique al “imperialismo hispano” y pidió al Gral. James E.
Oglethorpe, conocido filántropo británico, quien pugnó

10
por la reforma de las prisiones, que estableciera
poblaciones, organizara la colonia y fuera su primer
gobernador. El general llamó pastores anglicanos para
atender a los colonos, por cierto en su mayoría
expresidiarios. Samuel Wesley, padre, estuvo a punto de
ir, pero sus 73 años de edad fueron un fuerte
impedimento. En cambio sus hijos Juan y Carlos lo
hicieron gustosos. El primero como párroco en la
naciente Cd. de Savanah y el segundo como secretario del
gobernador. Estuvieron allá un corto plazo, de 1735 a
1737. Entre tanto el papá de ellos había fallecido en
Inglaterra.

A la nueva colonia llegaron otros inmigrantes,


entre ellos, los moravos, de origen alemán y quienes
influyeron en serio en la espiritualidad de los Wesley,
aunque más en la del mismo Juan.

Está muy inmersa en el espíritu de la época la


creatividad facilitadora de la productividad humana. Es
decir, se empiezan a diseñar las primeras máquinas de
trabajo. Aquí, también, Inglaterra tomó un papel
importante.

1. Blas Pascal, entre 1642-1645, presentó modelos


de lo que ahora llamamos calculadoras;
2. William Petty, hacia 1670, fundó la ciencia de
la Estadística;
3. Denis Papin, en 1682, expuso la primera

11
máquina de pistón propulsada por vapor;
4. Savery, un inglés, desarrolló la máquina de
Papin y presentó un modelo a vapor en 1698;
5. En 1711, Thomas Newcomen y Jean Cawby
presentaron con interés industrial un modelo
desarrollado de máquina a vapor;
6. Henry Mills, en 1717, patentó una primera
máquina de escribir;
7. El modelo Newcomen/Cawby fue perfeccionado
por James Watt, quien en 1765 ofrece su
máquina telar que después él mismo desarrolló
más aún.
8. Así, Juan Wesley se contagió de ese consenso y
él mismo propuso otras máquinas también.
9. La revolución industrial, que precedió a la del
orden político estaba iniciándose y cambiando
así la fachada de nuestra tierra.

Mención destacada merece el trabajo misionero


de ultramar. Su primer prohombre, un inglés, fue Juan
Elliot quien a la primera mitad del siglo XVII era
considerado el apóstol de los pieles rojas, ya que tuvo
gran éxito en evangelizarlos desde su iglesia base en
Roxbury, Massachusetts, con un ministerio de más de 50
años.

1. En Inglaterra misma se organizó en 1701 la


Sociedad Misionera de la iglesia oficial;

12
2. Paralelamente los luteranos, en 1706
establecieron su primera estación misionera en
Traquebar, India, enviando a Bartolomé
Ziegenbalg como el responsable de ella;
3. En 1721 hacen lo mismo con Groenlandia y
enviando a Hans Egede para el caso;
4. En 1728 se organiza la evangelización de los
judíos con Callenberg a cargo de la misma
actividad;
5. Por su parte, en 1732, los moravos envían su
primera pareja misionera para los negros del
Caribe. Son los hermanos Dober/Nitschmann
quienes acuden al llamado y se establecen en la
isla de Santo Tomás como centro de operaciones.

Este fervor misionero no pudo dejar de influir en


la Inglaterra de 1738. Este movimiento respondió al
agotamiento derivado de las luchas armadas de los siglos
XVI y XVII y contestaba, también, en alguna manera a la
confusión ideológica del Deísmo, Iluminismo, Ilustración,
Enciclopedia, etc.

PARTE II

Ahora, evaluando los datos históricos a la luz de 1988 y


su posible aplicación a México, me es grato proponer lo
siguiente:

México es un país en proceso de industrialización


y desarrollo, aunque con serias limitantes, tales como

13
abundancia de mano de obra (y no necesariamente
calificada), contexto de aguda contracción económica,
con la ventaja de cierta estabilidad política, estando
además en la condición de importar más que exportar sus
productos y, por ende, en una balanza deficitaria y con
un endeudamiento externo e interno agobiantes.

Sin embargo, en los años inmediatos previos, se


tuvo una cierta bonanza, que como en la Inglaterra de
hace 250 años, se sumaba a una religiosidad establecida
(aunque no oficial en nuestro caso) e inmóvil, de la gran
mayoría, que se expresa en una sociedad laxa y con una
textura interior muy debilitada, como lo dijimos párrafos
arriba.

En nuestro país, la proximidad con el vecino del


Norte nos ha plagado de gustos y prácticas de ese
poderoso país y no así de sus virtudes. Es decir, hemos
adoptado la promiscuidad de una nueva moral, aunque a
Dios gracias, no en todos los asuntos. También, de alguna
manera la presencia de las iglesias no católicas, ha sido
mirada como actos de penetración imperialista y nuestro
devenir como denominaciones, ha hecho proyectar
imágenes de corte colonialista, en muchos casos, lo cual
es de lamentar.

De igual manera han entrado a México influencias


hostiles a la religión y somos al menos en el texto
constitucional, una sociedad laica (en el sentido de no

14
religioso) donde la práctica de la fe está muy restringida,
los edificios de culto son propiedad federal y los
ministros de culto somos ciudadanos de 2ª con
obligaciones sí, pero sin derechos. Legalmente hablando
no existen iglesias, solo comunidades locales de
creyentes. Esto nos ha dejado sin opinión política y
creado un complejo de ostracismo social entre nuestros
militantes.

Hasta ahora no ha sucedido en nuestro país una


respuesta evangélica capaz de reencauzar la fuerza moral
que representa la iglesia, entendida en su dimensión
histórica y ecuménica.

También padecemos a muchos educadores


empeñados en ridiculizar la enseñanza cristiana y poner
en sus alumnos la incredulidad sistemática. Por eso, la
prédica actual en México debe seguir siendo pertinente y
adecuada, apoyada en la experiencia y el testimonio,


Este texto fue producido en 1988, cuarto años antes de que
se generaran los cambios constitucionales que otorgaron
personalidad jurídica a las iglesias en México. Hasta 1992 se
creó la figura de las asociaciones religiosas y con ello se les
permitió tener patrimonio, participar en la educación
elemental, realizar —siguiendo ciertas normas— actos de culto
público fuera de los templos y se reconoció el derecho al voto
activo de los ministros de culto, aunque el voto pasivo se
mantuvo restringido. Se mantuvo, sin embargo, la prohibición
a los agentes religiosos (iglesias y ministros de culto) de
asociarse con fines políticos o hacer proselitismo electoral.
(Nota de los Editores).

15
aunque no limitativa por moldes puritanos, sino
incentivadora en los grandes valores positivos del
evangelio y del avivamiento wesleyano.

Entonces, a 115 años del inicio del metodismo en


México, la pasión misionera que nos ha llevado a Costa
Rica, Panamá, Ecuador y en fecha reciente a Guatemala,
debe seguir ampliándose, pues dar y salir a otros nos
enriquece y bendice.

Churubusco, D. F., sábado 21 de mayo de 1988

16
IMPORTANCIA HISTÓRICA DE LA
EXPERIENCIA DEL CORAZÓN ARDIENTE
Pbro. Maurilio Olivera Chávez

“¿No es éste un tizón arrebatado del incendio?"


Lelievre

La importancia de una idea, de una vida o de un hecho,


se medirá por la calidad y trascendencia de sus efectos.
Así lo declaró nuestro Señor Jesucristo cuando dijo: “Por
sus frutos los conoceréis” (Mt. 7:16). Por tanto, conviene
considerar en qué consistió la histórica experiencia del
Sr. Wesley, y valorar luego sus consecuencias.

No basta decir lo que tanto se ha repetido: que


“sentí arder mi corazón de una manera extraña” pues lo
de Aldersgate fue la culminación de un largo proceso de
estudio, de prácticas y disciplinas con las cuales el Sr.
Wesley buscaba satisfacción a sus ansias de tener la fe
que salva y la paz y el gozo que había visto en el rostro y
en las actitudes de los hermanos moravos. Recordamos su
aplicación al estudio de las Sagradas Escrituras en el Club
de los Santos, su candorosa confesión, de “voy a
convertir a los indios de América; pero ¿quién me
convertirá a mí?”. Y muestra su condición interior
respecto a la verdadera fe en la referencia que hace de su

17
entrevista con el pastor moravo, Spangerberg, en Georgia
al llegar como misionero, para pedir consejo sobre la
obra que iba a emprender: —Hermano mío—, le dijo el
moravo, —ante todo debo haceros una o dos preguntas:
Tenéis en vos mismo el testimonio de Dios?, ¿Da el
Espíritu de Dios testimonio a vuestro espíritu que sois
hijo de Dios?”— Wesley quedó sorprendido de estas
preguntas. Spangerberg siguió: —¿Conocéis a Jesús?—
—Yo sé—, dijo Wesley, —que es el Salvador del
mundo— Muy cierto, pero ¿sabéis que os ha salvado?—
Creo que murió por salvarme—, contestó Wesley.

Wesley escribió en su diario: “Mucho temo que


aquellas palabras fueron vanas”. Spangerberg le dio su
testimonio, lo cual lo hizo sentir que algo le faltaba. Y
eso era reconocer que “no por obras”, no con erudición,
ni con filosofías…

Cuando Wesley dice que “sintió arder su corazón


de una manera extraña”, se está refiriendo a lo que
llamamos conversión, cosa que es fundamental en el
cristianismo. Sin ella no hay cristiano, ni iglesia, ni
salvación.

La conversión no es cambiar de un grupo religioso


a otro, no es reconocer que tal doctrina es mejor que la
que tengo, por tanto, me “convierto a aquella; o me afilio
a esta religión porque me, gusta”, etc. Todo esto puede
tener algo que ver pero no constituye el fundamento y

18
esencia de lo que en el cristianismo es la conversión. La
descripción que hace de su experiencia el Sr. Wesley es
como sigue:

1º Sintió arder su corazón.

2º Sintió que confiaba en Cristo como su único


Salvador.

3º Tuvo seguridad de que sus pecados habían sido


borrados y sentía el inefable gozo del perdón.

4º Se sintió libre del pecado y de la muerte.

Y más tarde, sobre la base de esta experiencia


diría: “Un metodista es una persona en cuyo corazón está
derramado abundantemente el amor de Dios y que ama a
Dios de todo corazón, y de toda su alma, y de toda su
mente, y de todas sus fuerzas. Y mientras hay
oportunidad hace bien a todos los hombres” (Herencia
metodista, p. 100).

Como se ve, la conversión del Sr. Wesley se


describe en dos partes: 1ª lo que “sintió”: arder su
corazón, confiar en Cristo, perdón de sus pecados, y
libertad del pecado y de la muerte; 2ª los efectos,
conducta o comportamiento del convertido. Todo esto
son descripciones de la conversión por sus resultados,
más no una definición de lo que sea en sí.

Para el que escribe, la descripción que el Sr.


Wesley hace de su conversión, parte de un hecho místico:

19
el contacto o encuentro con la Gracia divina, con la
Persona de Cristo Jesús. Este hecho se realiza en el
espíritu humano como la culminación del proceso que va
de la convicción de pecado, el arrepentimiento, y la
búsqueda del perdón divino con el afán del “ciervo que
brama por las corrientes de las aguas”, hasta hallarla en
el cristalino manantial de las aguas de vida eterna. Así
encontró la salvación la samaritana, que tuvo la
experiencia de ver al Señor y oír de Él: “Yo soy, que
hablo contigo”. Así también él que había sido ciego de
nacimiento de San Juan 9, “¿Quién es, Señor, para que
crea en Él?” “Pues le has visto, y el que habla contigo, él
es”. Y ¿qué diremos de Tomás? —“Si no viere en sus
manos la señal de los clavos, y metiere mis dedos en el
lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no
creeré” (Jn. 20:25). Y a los ocho días, al ver a Jesús
entrar estando las puertas cerradas, y ver sus heridas y
oír la indulgente invitación: “Pon aquí tu dedo, y mira
mis manos, y acerca tu mano y métela en mi costado”.
Tomás no tuvo más respuesta que caer de rodillas y
confesar: “¡Señor mío, y Dios mío!”.

Y así podríamos evocar el momento místico,


inefable, en que Elías se percata de la Presencia divina a
través del “silbo apacible y delicado”, o como Saulo de
Tarso, el implacable perseguidor de los cristianos, que
necesitó ser derribado de su cabalgadura y humillado en
el polvo del camino para darse cuenta de que el

20
Todopoderoso Jesús de Nazareth “a quien tú persigues”
era quien así le hacía sentir que estaba totalmente
equivocado en su propósito de destruir la naciente Iglesia
del Crucificado. El que de allí se levantó ciego y fue
conducido a Damasco, ya no era el “terrible lobo de
Gubia”, perseguidor de ovejas, sino que ahora era otro;
antes era el gran Saulo de Tarso, honra y prez del
fariseísmo y del mosaismo; ahora es Paulo (pequeño);
antes era perseguidor, hoy va a ser perseguido como una
de las ovejas del Señor. Saulo fue convertido a Cristo no
por la dialéctica, ni por la comparación de doctrinas, sino
por el encuentro del mísero pecador con Jesús que murió
por él en la cruz para hacerle posible la salvación y la
vida eterna.

En resumen, la conversión es la obra de la gracia


que Dios efectúa en el hombre y que consiste en el
perdón y limpiamiento de “sus pecados, y el nacimiento
de un nuevo espíritu proveniente del Espíritu Santo”,
dando por resultado la nueva criatura, el nuevo hombre
“creado según Dios en la justicia y santidad de la
verdad”. Este hombre es uno que tiene una nueva
conciencia de sí mismo, ahora sabe que es hijo de Dios, y
aunque no lo sepa, en su torrente de vida espiritual corre
ahora la savia de la naturaleza divina (2 P. 1:4). De aquí
en adelante será un testigo de Jesucristo, será su
discípulo y vivirá con Él para siempre.

21
Enfoquemos ahora las actividades que se
derivaron de la conversión del Sr. Wesley, en los
siguientes rubros: 1º La evangelización; 2º Las misiones;
3º La educación; y 4º La obra social. Esta misma
clasificación aparece en el artículo Las Instituciones del
Metodismo, de la pluma del Dr. Alejandro Ruiz Muñoz, de
donde tomamos buena parte de esta información.

EVANGELIZACIÓN

Esta actividad fue como una proyección natural de la


genuina conversión. Parece que las palabras del Señor
dichas al que sanó de los demonios: “Ve a los tuyos y
cuéntales cuan grandes cosas ha hecho el Señor contigo,
y cómo ha tenido de ti misericordia” (Mr. 5:19), son el
primer impulso del verdadero convertido. El mensaje
evangelizador que bajo la inspiración del Espíritu Santo
brotó de Wesley, se aplicó a lo que las almas necesitaban
en su tiempo, teniendo como su centro invariable el
arrepentimiento del pecado y la fe en Cristo; pero los
pecados, objeto del arrepentimiento y la dificultades que
tendría por su fe, son determinados en buena parte por la
época en que viven. Por tanto, el mensaje no debe ser
estereotipado, sino uno propio y pertinente a la época en
que se predica. Porque según Rives Calkins, una de las
cualidades del metodismo es la adaptación, no en el
sentido de que cede o se conforma a la condición humana
con mengua del mensaje divino, sino en el sentido de

22
prescindir de las formas con tal de llegar al hombre en
sus verdaderas necesidades.

La doctrina de la gracia tuvo que enfrentarse a un


deísmo sin seguridad de salvación, que dependía de la
rectitud moral para hallar la aprobación de un Dios
lejano en un tiempo también lejano. “El típico hombre de
iglesia de la época ponía su esperanza en la Iglesia y en
los sacramentos, y los calvinistas dependían de sus
buenas obras como prueba de que estaban entre los
elegidos” (Gonzalo Báez Camargo, Genio y Espíritu del
Metodismo Wesleyano, México, Casa Unida de
publicaciones, 1962, p. 82).

Para esta gran labor se requería una convicción,


una certidumbre y un fuego que solo podían venir de la
presencia constante del Espíritu Santo. Solamente así se
explica la perseverancia y el vigoroso empuje espiritual
del Sr. Wesley para soportar no solo las fatigas de su
ardua labor evangelizadora, sino también la dura
oposición del clero anglicano y de la turba fanática que
alentada por un espíritu satánico le persiguieron y
golpearon con furia.

De hecho cada predicador metodista era, por su


nueva naturaleza espiritual, un misionero. Así se
desprende del siguiente párrafo del libro El Metodismo y
su Herencia Wesleyana (p.169):

“Los primeros días del metodismo fueron una

23
epopeya misionera. Heroicos predicadores recorrían a pie
los circuitos que les tocaba ministrar, y tenían que
soportar penalidades capaces de arredrar al corazón
mejor puesto. El mismo Sr. Wesley era una sociedad
misionera: él interesaba a la gente, él reunía los fondos
necesarios, él elegía los misioneros, él les señalaba su
campo de trabajo, y él vigilaba y dirigía la obra de éstos.
Así llegaron a América en 1769 los primeros misioneros
metodistas, los Rvds. Ricardo Boardman y José Pilmoor,
y en 1771, Francisco Asbury. La primera subscripción
anual misionera se hizo en la Gran Bretaña en 1756; y
desde ese año fue el alma de este movimiento misionero
metodista el Dr. Tomás Coke; en 1793 se estableció el
uso de que cada congregación retiñera una ofrenda
misionera anual. El mismo Dr. Coke fundó misiones en
las Antillas, y envió misioneros a Francia y a la Nueva
Escocia; y en 1814 falleció en camino de la India, yendo
como misionero a ese gran conglomerado de pueblos,
lenguas y naciones. En 1817 se organizó la Sociedad
Misionera Wesleyana, que ha llevado el Evangelio a todas
las comarcas de la gran federación británica de naciones,
y a varios países extranjeros; y de ella han surgido siete
iglesias autónomas: la Iglesia Metodista de Irlanda, la
Iglesia Metodista del Canadá, la Iglesia Metodista de
Sudáfrica, la Iglesia Metodista de África Occidental, la
Iglesia Unida de la India Meridional, la Iglesia Metodista
de Australasia, y la Iglesia Metodista de Nueva Zelanda”.

24
Y sigue la lista. Pasemos a otra línea de acción originada
de la conversión del Sr. Juan Wesley.

EDUCACIÓN

Watkins dice: “En ninguna otra cosa puede verse mejor la


verdadera humanidad y mentalidad social de Wesley que
en sus percepciones sobre la educación. En toda su vida
se manifiesta como un efectivo e incansable enemigo de
la ignorancia. En un siglo en que parecía que lo natural
era dejar a los pobres sin educación, y a lo más que éstos
podían aspirar era tener un oficio, Wesley emprendió un
movimiento de educación cuyos efectos aún influyen en
nuestra vida actual. Esta acción educativa de Wesley
partía de su convicción de que todos los hombres son
iguales delante de Dios y por lo mismo tienen derecho a
las bendiciones de la educación, como los ricos o los
nobles. Pero no es por sus métodos pedagógicos o teorías
sobre educación (que pueden haber sido deficientes); sino
por abrir las puertas de la educación a los pobres por lo
que merece un lugar en la historia de la educación” (Out
of Aldersgate, p.122. Trad. libre).

Del libro Herencia Wesleyana copiamos lo


siguiente (p. 172): “Todo el mundo cristiano lo conoce
(al Sr. Wesley) como el gran evangelista de los siglos;
pero fue también un notable educador. Eso lo se revela
como maestro en sus cátedras en el colegio de Lincoln de

25
la universidad de Oxford, y como dómine en su escuelita
de Savannah, Georgia, y se revela también como
benefactor de la instrucción pública; en 1729 él fundó y
sostuvo una escuela de primeras letras para los niños
desheredados en Oxford, y el lunes 2 de abril de 1739, el
mismo día que él predicó su primer sermón al aire libre,
se erigió la primera piedra de la escuela de Kingswood,
progenitura de todas las escuelas metodistas, que hoy día
son millares y millares en el mundo entero. El mismo Sr.
Wesley escribió el lema de la escuela de Kingswood, que
bien puede ser el lema de todas las escuelas metodistas;
decía en latín la lápida alusiva: ‘A la gloria de Dios y para
beneficio de la Iglesia y del Estado’; y abajo, en
caracteres hebreos: ‘Dios proveerá’ ”.

Y ha sido característica del metodismo en el


mundo, que donde se levanta un templo, a su lado se
edifica una escuela, y muchas veces, como aconteció en
México, especialmente en las áreas rurales el mismo
templo, que los domingos era para la adoración, entre
semana era escuela de niños, siendo el pastor, maestro
también de ella.

OBRA SOCIAL

El Sr. Wesley no podía ser indiferente a los, problemas


sociales. El librito El Wesley del Pueblo apunta, los
siguientes problemas sociales con los que el Sr. Wesley

26
tuvo que ver: La esclavitud. El tráfico de esclavos era el
gran “negocio” tanto para el gobierno como para los
dedicados a tan inhumana tarea. Consideró el Sr. Wesley,
como reformador cristiano, que esto era un gigantesco
mal, y se unió a Clarkson Wilberforce y otros para
oponerse a él. Lo consideraba como “la suma de todas las
villanías”, aquí un fragmento de la carta que escribió
cuatro días antes de su muerte para Wilberforce:

“Londres, febrero 26 de 1791. Querido Señor: A


no ser que el divino os haya levantado para ser un
Atanasius contra mundum (Atanasio contra el mundo) no
veo cómo podéis llevar adelante la gloriosa empresa de
oponeros a la más execrable villanía que es el escándalo
de la religión, de Inglaterra y de la humanidad. Solo que
Dios os haya escogido para esta obra, saldréis victoriosos
de la oposición de los hombres y de los demonios. Pero si
Dios, es con vos, ¿Quién será contra vos? Oh, ‘no os
canséis de hacer el bien’. Id con Dios, y en el nombre de
Dios y con el poder de su fuerza hasta que la esclavitud
en América (el mayor de los males que ha visto el sol)
sea barrida por completo” (W. McDonald, El Wesley del
Pueblo, p. 68, CUPSA 1985).

Se menciona también la temperancia. Como en el


caso de la esclavitud, se adelantó aun más al denunciar
este azote de la humanidad: “La bebida de licores se
practicaba por todas las clases sociales, desde el

27
arzobispo hasta el más abyecto barrendero de las calles.
Los ministros en medio de sus embriagueces excitaban a
las multitudes contra Wesley y sus ayudantes”. Veamos
este fragmento de uno de sus discursos: “Ni podemos
ganar nada dañando a nuestros vecinos su cuerpo. Por
tanto no podemos vender nada que tienda a dañar su
salud. Y eso es lo que eminentemente hacen todas esas
copitas de licores espirituosos y embriagantes.

Es verdad que algunos pueden tener lugar en la


medicina y pueden usarse para algunos desórdenes
corporales, aunque rara será la ocasión en que no sean
usados por médicos ineptos. Pero quiénes son aquellos
que los preparan y venden solo con este fin?”.

Sobre la reforma de las prisiones el Sr. Wesley


manifestó un vivo interés, y tuvo algún contacto con el
Sr. Juan Howard, reformador de las mismas.

Nos son conocidos sus conceptos y preceptos


sobre el uso del dinero y sobre la economía en general.

¿Qué relación tuvo el Sr. Wesley con el


sufrimiento humano? No solamente buscó la salvación de
las almas, sino también el bienestar de los cuerpos
combatiendo la enfermedad y fomentando la salud.

Y terminamos estas líneas de interés y de acción


wesleyana mencionando sus ideas sobre la guerra.

Él no era un pacifista en el sentido moderno, mas

28
apela a la conciencia humana diciendo: “Ahora, ¿quién
puede reconciliar la guerra, no digo con la religión, sino
con algún grado de razón o sentido común?”. Considera
que la guerra es irracional primero, porque no hay causas
adecuadas, y da una lista de cosas triviales que las han
causado; segundo, aún si la causa fuera seria, los
hombres de razón deben ser capaces de zanjar sus
diferencias.

Y ante la guerra con las colonias americanas,


Wesley se sorprende de que no hubiera hombres sensatos
y piadosos en ambos países que se hubieran reunido para
definir y arreglar sus diferencias; y tercero, aunque no
pudieran arreglar sus diferencias por la razón y el sereno
juicio, la guerra no remedia nada: “Cualquiera que sea la
causa, consideremos con calma e imparcialmente la cosa
en sí misma, aquí hay 40 mil hombres de este lado; y por
el otro, a corta distancia hay otros 30 o 40 mil. ¿Qué van
a hacer? Van a disparar unos contra otros para partirse el
cráneo o herir sus cuerpos y mandar sus almas al infierno
lo más pronto posible, ¿Por qué? ¿Qué daño se han hecho
antes? Ninguno. ¿Por qué están aquí? Es que hay un
hombre que es rey de Francia, que tiene pleito con otro
hombre, el rey de Inglaterra. Así que estos ingleses están
aquí para matar tantos ingleses cuanto les sea posible,
para probar que el rey de Francia está en lo justo. Bien,
¿Qué clase de argumento es éste? ¡Qué método de
prueba! ¡Qué admirable manera de decidir controversias!”.

29
En suma, para Wesley la guerra era una
insensatez, una locura.

Y así podríamos mencionar otras repercusiones


benéficas, generosas y humanitarias, aparte del
formidable impulso teológico, el incontenible
avivamiento religioso, y el celo misionero de los
predicadores metodistas, todo lo cual nos hace ver la
imponderable importancia de la conversión del Rev. Juan
Wesley.

En conclusión, hemos de convenir en que sin la


clara, firme y fehaciente experiencia de su conversión,
Juan Wesley solo habría sido uno de tantos ilustres
intelectuales y quizás teólogos de su tiempo. Pero con la
experiencia de Aldersgate, cuando pronunciamos el
nombre de Juan Wesley, pensamos en la realidad de la
conversión al Señor Jesucristo, pensamos en el
testimonio que el Espíritu Santo da a nuestro espíritu de
que somos hijos de Dios, pensamos en la poderosa y
fructífera influencia que se ha ejercido en la
evangelización, en la educación, y en la vida espiritual de
millones de cristianos militantes en el PUEBLO
LLAMADO METODISTA, para bendición del mundo, y
para la honra y gloria de nuestro Señor Jesucristo.

El Hermano Mínimo,
México, D.F., 14 de mayo de 1988

30
EL SIGNIFICADO DE LA EXPERIENCIA
DEL CORAZÓN ARDIENTE
Pbro. Rubén Pedro Rivera

La experiencia espiritual que Juan Wesley tuvo en la


capilla de la calle Aldesgate, en Londres, tiene significado
e implicaciones tan importantes, que por ello ha llegado
a ser la base de los rasgos esenciales del metodismo y
define además el carácter del verdadero cristiano, tanto
como su criterio doctrinal. Para conocer este significado
e implicaciones dejemos que el propio Wesley nos
recuerde lo que le sucedió la noche del 24 de mayo de
1738, según lo registró en su diario:

Miércoles, mayo 24 “…por la noche fui muy a


pesar mío a una sociedad de la calle Aldesgate, donde se
estudiaba ese día el prefacio de Lutero a la Epístola de
Pablo a los Romanos. Como al cuarto para las nueve,
mientras escuchaba la descripción que hace respecto al
cambio que Dios realiza en el corazón por la fe en Cristo,
sentí arder mi corazón extrañamente; sentí que confiaba
en Cristo y en él solamente para mi salvación; recibí la
seguridad de que Dios había borrado mis pecados y que
me salvaba a mí, de la ley del pecado y de la muerte…
me puse entonces a orar con todas mis fuerzas por
aquellos que me habían perseguido y ultrajado. Después

31
di testimonio público de lo que sentía por primera vez en
mi corazón… al regresar a casa fui asaltado por diversas
tentaciones, pero clamé con firmeza y huyeron… en tal
situación noté la gran diferencia entre lo que estaba
experimentando ahora y lo que antes era mi estado usual.
Antes ciertamente luchaba con todo mi poder, tanto bajo
la ley como bajo la Gracia, para ser frecuentemente si no
siempre, vencido; pero ahora era vencedor siempre”.

Jueves, mayo 25 “Al despertar, la expresión ‘Jesús


mi dueño’ estaba tanto en mis labios como en mi
corazón. Toda mi fuerza descansa ahora en el hecho de
mantener mi vista en él, y mi alma descansa en él
continuamente… esto sé con certeza: Ahora tengo paz
con mi Dios”.

Miércoles, junio 7 “…he determinado, si Dios me


lo permite, retirarme por un poco de tiempo a
Alemania… Ahora veo con claridad que el tiempo de
hacer esto ha llegado…”.

Así registra Wesley en su diario, iniciado el 14 de


octubre de 1735, los detalles referentes a su experiencia
espiritual del 24 de mayo. El suceso es de tal
trascendencia que ha sido tomado como la fecha del
nacimiento de la Iglesia Metodista. A partir de esta
experiencia surgió Wesley como osado predicador,
organizador, maestro, escritor y reformador. Obviamente
debe haber algo de sumo valor y poder en la experiencia

32
del corazón ardiente como para que se hallan producido
tales resultados. Consideremos sus elementos, según el
anterior relato:

1.- “Sentí arder mi corazón extrañamente…”. Nótese que


Wesley habla de “sentir”, no de razonar ni creer, lo cual
es raro para el ministro universitario tan dado a
reflexionar. Wesley se encontró por primera vez ante un
nuevo modo de entender las cosas religiosas, que no era
a través de la mente humana, sino por un “sentir”
espiritual, para el cual —por cierto—, no hay una
palabra adecuada en español. Se trata de una sensación
ajena a los cinco sentidos físicos del ser humano, y que
está en la línea de las experiencias sobrenaturales de los
líderes bíblicos y de tantos cristianos de siempre. El calor
que sintió Wesley fue la manifestación clara de la
presencia del Espíritu Santo, cuya visitación se describe a
veces como un fuego. De esta forma el Primer Metodista
supo que para entender y sentir las cosas de Dios la
mente no es el camino, sino la capacidad espiritual;
porque lo único que puede entender al Espíritu de Dios es
el espíritu del hombre ya que éste último es el soplo
divino y por lo tanto de la misma naturaleza que El
Creador.

2.- Wesley añade posteriormente: “Sentí que confiaba en


Cristo y en él solamente para mi salvación”. Nuevamente

33
destaca el hecho de “sentir” como antecedente de la “sola
fide” en Cristo, único camino para la salvación.

3.- “Recibí la seguridad de que Dios había borrado mis


pecados…”. Dice bien “recibí” porque estos elementos de
la redención son dados por la “sola Gracia” de Dios en
tanto que la tarea del Espíritu Santo en este proceso es
dar testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de
Dios (Romanos 8:16). Ahora nuestro corazón (que vale
por decir nuestro espíritu) sabe con certeza indubitable
que la sangre de Jesucristo nos ha limpiado de todo
pecado (1ª Juan 1:7).

4.- “Y me salvaba a mí de la ley del pecado y de la


muerte…”. De nueva cuenta la tarea docente del Espíritu
Santo confirma al creyente que ya no se está bajo la ley
sino bajo la Gracia y por lo tanto las justas demandas de
la ley han sido cumplidas por el creyente, en la persona
de Jesucristo. Esta confirmación es personal e
intransferible, cada creyente debe recibirla.

5.- “Comencé a orar con todas mis fuerzas por los que me
habían ultrajado…”. Una nueva libertad para orar se
expresa en Wesley, en donde el perdón para los
opositores es dado de manera fácil y natural. Su nueva
relación con Dios le asegura que como un auténtico hijo
de Dios, tiene al cielo atento a sus peticiones que llevan
ahora el mismo sentir que hubo también en Cristo Jesús.
Su preocupación deja de ser la angustia personal para ser

34
ahora amor perdonador para el prójimo; se ha muerto al
yo y se ha nacido para Cristo.

6.- “Después di testimonio público…”. No se puede dejar


de compartir con otros lo que se ha vivido en experiencia
cristiana, y para ello no se requiere de cursos, porque
como los apóstoles, no podemos dejar de decir lo que
hemos visto y oído. La saludable práctica de edificar a los
hermanos mediante el relato de las maravillas de Dios en
la vida personal, había tomado ya su carta de
presentación.

7.- “Fui asaltado por diversas tentaciones… pero ahora


era siempre vencedor”. Wesley pudo comprobar que
cuando viene sobre nosotros el Espíritu Santo, se recibe
poder para ser testigos (Hechos 1:8) y consecuentemente
se viene a ser “más que vencedores por medio de Aquel
que nos amó”.

8.- “La expresión ‘Jesús mi dueño’ estaba tanto en mis


labios como en mi corazón al despertar el día siguiente”.
En el Primer Metodista se había operado lo que hoy
llamamos liberación del espíritu, es decir la recuperación
del dominio del espíritu humano sobre los apetitos de la
carne, y ahora la alabanza al Padre está en Wesley en los
labios (su carne), como en su corazón (su espíritu). Por
esto es que Pablo pide a los Tesalonicenses “orad sin
cesar”, sabiendo que si bien esto es imposible para la
carne, lo es para el espíritu que puede hablar con Dios

35
día y noche. Desde ese 24 de mayo, Wesley aprendió a
poner a Jesucristo como su dueño y devino a su alma la
quietud del que se sabe en las manos del Padre: “esto sé
con certeza: Ahora tengo paz con Dios”, escribió en su
diario el miércoles 25 de mayo. No entenderíamos esto si
no tenemos presente que el Nuevo Testamento fue escrito
para cristianos llenos del Espíritu y que recibir esta
llenura no era una opción sino la manera normal de ser
cristiano.

9.- “Ahora veo con claridad”. A dos semanas de su gran


noche, Wesley escribió en su diario (7 de junio) la frase
anterior. Un nuevo resplandor en su mente le hizo ver y
entender las cosas con una claridad que no poseía antes.
La Biblia llama a esto “discernimiento espiritual”, y en la
lista de los dones del Espíritu que Pablo menciona en su
1ª Epístola a los Corintios, figura la “palabra de
sabiduría”, como uno de los regalos para el creyente
bautizado con el Espíritu Santo. Quien recorre la ruta del
creyente sabe, con esa certeza de orden espiritual, que
ingresa en el terreno de lo sobrenatural, siempre y
cuando no se estanque en el paso de la salvación, sino
que continúe “creciendo en todo en Aquel que es la
cabeza, esto es Cristo”, a fin de que experimente la
bendición de la Segunda Obra de Gracia, que no es otra
cosa que la llenura del Espíritu. En el caso de Juan
Wesley, esta experiencia lo condujo a ver con claridad la
voluntad de Dios para su vida.

36
Hasta aquí los elementos que nos interesan para
esta reflexión. Nos encontramos ante un fenómeno
psicoreligioso que algunos escritores han calificado
ligeramente como “la conversión de Juan Wesley”. La
teología entiende por conversión: “El proceso por el cual
el alma se vuelve a Dios del pecado, con el fin de ser
aceptada por la fe en Jesucristo” (Pope). Esto no
corresponde a la experiencia de Aldersgate. La decisión
de abandonar el pecado y entregarse a Cristo firme y
fielmente era ya un hecho en Wesley desde su tardía
adolescencia y es claramente manifiesta en su ingreso a
la universidad de Oxford así como en su incorporación al
Club Santo donde buscó agradar a Dios por medio de una
disciplina mística estricta. La angustiosa búsqueda de paz
interior pone de manifiesto en Wesley, no la ausencia de
entrega o conversión, sino la falta del testimonio del
Espíritu Santo a su propio espíritu, confirmándole como
hijo de Dios.

A su regreso de Georgia, Wesley escribió en su


diario: “Fui a América a convertir a los indios, mas
¿quién me convertirá a mí?... soy hijo de ira y heredero
del infierno”. Tiempo después, con mejor revelación y
experiencia corrigió este concepto asentando: “No lo
creo, yo tenía entonces la fe de un sirviente, pero no la
de un hijo”. Mateo Lelievre, conocido biógrafo del Primer
Metodista considera también que la experiencia de
Aldersgate no puede ser considerada como conversión

37
sino sólo en el hecho de una entrega mayor confirmada
por el Espíritu Santo. Luego, si no fue conversión en el
sentido clásico, ¿Qué fue?

A doscientos cincuenta años de distancia de


Aldersgate, contando con una enorme colección de
estudios bíblico teológicos, y la experiencia espiritual
wesleyana repetida millones de veces, llamamos a este
fenómeno Bautismo con (o del) Espíritu Santo, Plenitud o
Llenura del Espíritu Santo, Inicio de la Perfección Cristiana y
del Proceso de Santificación, etc., términos utilizados por
los diversos analistas de esta experiencia y que no usaron
los metodistas originales porque obviamente aún no se
inventaban y no se entendía plenamente la obra del
Espíritu Santo. Hoy los manejan ampliamente las diversas
Denominaciones de corte pentecostal y neo pentecostal,
como si fuesen propios, sin caer en la cuenta de que fue
en la Iglesia Metodista en donde se originaron al revivir,
por la Gracia de Dios, la experiencia de la llenura del
Espíritu Santo, misma que desde el primer Pentecostés no
se había manifestado con tal profusión.

De la experiencia del “Corazón ardiente”


surgieron las doctrinas peculiares del metodismo, las
cuales comenzó Wesley a difundir con sus sermones y
escritos apoyados con una amplísima base bíblica: El
Testimonio del Espíritu Santo, La Entera Santificación o
Perfección Cristiana, La Universalidad de la Gracia y, El

38
Libre Albedrío. Tales doctrinas, según el criterio de
Frederick Platt, Phillip Schaff y Nolan B. Harmon, son la
contribución más importante que el metodismo ha hecho
al cristianismo. Por su parte William M. Greathouse
(“Desde los apóstoles a Wesley”), afirma que “La fe
perfeccionada en amor mediante la Plenitud del Espíritu,
es la esencia de la doctrina wesleyana”. El propio Wesley
comentó que las doctrinas metodistas centradas en el
amor y santidad eran “el gran tesoro que Dios había
encomendado al pueblo llamado metodista”.

Ahora bien, ¿qué significa la experiencia del


corazón ardiente para nuestros días y cuál es su
relevancia? Propongo otras preguntas a modo de
respuesta paradójica:

A.- Si la experiencia del “Corazón ardiente” es bíblica y


ordenada para todo creyente (Hechos 2:39) ¿por qué los
metodistas de hoy no la enfatizan y promueven, y en
cambio no son pocos los que la combaten y soslayan?

B.- Si no es bíblica ni válida ¿Para qué perdemos el


tiempo discutiéndola en vez de dedicarnos a cosas que
algunos pudieran considerar más necesarias?

Creo que los metodistas de hoy nos encontramos


en la misma posición de Wesley, antes de Aldersgate:
Oscilamos entre un misticismo emocional y un
intelectualismo ritualista muerto, sin decidirnos a entrar
de lleno en uno u otro lado. Para Wesley, la experiencia

39
del 24 de mayo le solucionó el conflicto, porque de allí
surgió el cristiano auténtico que pudo someter sin
reservas su capacidad intelectual al señorío de Jesucristo;
con el poder del Espíritu pudo hacer realidad el consejo
de su amigo Pedro Böhler: “Mi frater, mi frater,
excoquenda est ista tu phillosophia, (hermano mío,
hermano mío, debes desechar esta filosofía tuya), ¡y vaya
que lo hizo!, al reconocer que por sobre los títulos
académicos está la sabiduría del Señor y el “sentir” del
Espíritu. Bien opina al respecto H. Berkhof (“La doctrina
del Espíritu Santo”), que la experiencia del Bautismo del
Espíritu Santo es “liberación de la esclavitud de nuestras
tradiciones religiosas naturales, y por otra parte crea
nuevas experiencias de orden espiritual como fruto del
poder regenerador del Espíritu”.

La condición religiosa en los tiempos de Wesley


era, en buena medida, muy parecida a la nuestra. Él y sus
compañeros buscaban con verdadero anhelo un alimento
espiritual que el anglicanismo, con sus ritos y
ceremonias, no les daba. El pueblo inglés era apático e
indiferente para las cosas de Dios; abundaba la pobreza,
la ignorancia, el alcoholismo, la injusticia y la
inmoralidad, la ausencia de Dios y la de cristianos activos
y victoriosos era usual. Cuando, por la Gracia de Dios los
primeros metodistas fueron llenos del Espíritu,
revolucionaron las cosas y su tiempo; pero fueron
duramente criticados por la jerarquía eclesiástica y

40
perseguidos por muchos de sus conciudadanos. La
historia registra numerosos casos de agresión contra los
predicadores metodistas cuyas vidas estuvieron no pocas
veces en grave riesgo.

Salvando las diferencias del caso podemos ver


que también hoy padecemos una apatía e indiferencia
para las cosas de Dios. Un alto porcentaje de metodistas
practica cosas abominables a los ojos de Dios con un
descaro patente; no son pocos los que buscan en nuestras
congregaciones algo que seguramente no encuentran y
por ello están emigrando a otras denominaciones,
principalmente neo pentecostales; la casi total ausencia
de milagros, señales y prodigios que respaldaban a los
cristianos de los primeros tiempos, hoy brillan por su
ausencia; las conversiones son escasas; el énfasis en los
ritos sustituye en gran medida a la vida gozosa de un
cristiano que ha pasado por la experiencia de Aldersgate;
las formas y estructuras así como la soberbia intelectual
nos impiden “sentir” ese “calor extraño” que dio vida y
poder al metodismo original. Esto y más me lleva a
pensar si la experiencia del “Corazón ardiente” no
significa hoy sino un recuerdo histórico obsoleto para los
metodistas contemporáneos.

Es cierto que en nuestro metodismo mexicano


hemos incurrido en exageraciones emocionales y errores en
la práctica de la experiencia religiosa calificada como

41
“avivamiento” y ello ha provocado el rechazo y censura a
veces irracional de esta tendencia. Al respecto me acojo al
proverbio latino Abusus non tollit usum, es decir, “El abuso
no elimina el uso”. Por temor a las exageraciones hemos
perdido cientos de feligreses y peor aún, el metodismo que
fue la denominación más fuerte a principios del siglo
pasado, ha pasado a un cuarto lugar. Los valores de nuestra
experiencia carismática y de nuestras doctrinas que fueron
la base del crecimiento, han pasado a otras
Denominaciones. Teóricamente seguimos afirmando que el
metodismo “ha establecido la religión en el corazón más
que en la cabeza”, que “las marcas de un verdadero
metodista no son sus formas de pensar” y que “pensamos y
dejamos pensar”, que “no enfatizamos tanto la doctrina
como la experiencia”, etc., (algunas de estas frases están en
nuestra Disciplina y otras en nuestros libros más conocidos),
pero en la práctica, ni pensamos ni dejamos pensar, sino
que hemos hostilizado y aún ahuyentado de las
congregaciones al que no adora como nosotros o se atreve a
manifestar su experiencia cristiana con expresiones y
actitudes que no me son gratas.

Si no corregimos pronto estas actitudes intolerantes,


la experiencia del “Corazón ardiente” que nos hubiera
unido en un poderoso crecimiento integral, nos llevará a un
distanciamiento entre hermanos y eventualmente a una
división muy lamentable.

42
Greathouse (op.cit. p. 148) nos hace una
advertencia que todos deberíamos atender: “Si no nos
apropiamos con un espíritu contrito y susceptible de la
bendición cabal de pentecostés en nuestra vida individual
y en la vida de la iglesia, perderemos nuestra
primogenitura… lo más triste es que le fallemos a Dios
quien nos ha comisionado para pregonar y extender la
santidad bíblica y la fe por los rincones de la tierra”. Yo
añado que si no buscamos con pasión nuestro Aldersgate
personal y eclesiástico estaremos firmando nuestra propia
destrucción individual y la desaparición de un metodismo
vital lleno del poder del Espíritu para transformar
positivamente las estructuras enajenantes e injustas de
nuestra sociedad. Como Juan Wesley no temo que la
Iglesia Metodista llegue a desaparecer del todo, pero sí
que llegue a ser una institución muerta, sin visión ni
importancia para nuestra patria. Por ello no puedo menos
que unirme al clamor que el doctor Samuel Chadwick,
profundo conocedor de la experiencia del “corazón
ardiente” como buen wesleyano, pronuncia con un tono
de urgencia: “¡VOLVAMOS A PENTECOSTÉS!”.

En la ciudad de México, D.F., mayo de 1988,


año del CCL aniversario de la
experiencia wesleyana del “Corazón ardiente”.

43
SESIÓN DE PREGUNTAS
Y RESPUESTAS

Una vez concluida la presentación de los trabajos se


procedió a un periodo de preguntas y respuestas con el
público presente. El moderador de la mesa, Dr. Alejandro
Ruiz Muñoz, introdujo:

Alejandro Ruiz Muñoz (ARM). Damos gracias a cada


uno de los hermanos ponentes por la excelencia de sus
trabajos. Vamos ahora a dar la oportunidad para que
ustedes hablen y lo hagan a través de sus preguntas. Estas
se harán por escrito por medio de boletas. Hay que
aclarar si la pregunta va dirigida a un ponente en
particular o a la mesa en general.

Pregunta. Hno. Baqueiro: ¿Cree usted, entonces, que las


condiciones sociales fueron principalmente lo que llevó a
Juan Wesley a su experiencia del corazón ardiente?

Oscar G. Baqueiro (OGB). La respuesta es no. Pero la


proclamación del evangelio, en cualquier momento, no es
un hecho vacío. Es un hecho que sucede en el tiempo, en
lugares precisos y con personas determinadas. Ese es el
valor de la historia: la historia tiene que ubicarnos,
decirnos si esto pasó en tal momento, en tal lugar, con tal
persona y bajo tales situaciones. Mi convicción profunda
es que el metodismo a partir de Aldersgate y con Juan
Wesley, es la respuesta de Dios para el siglo XVIII.
P. ¿La mentalidad social educadora de Wesley fue
heredada de la iglesia protestante o la amplió?

Maurilio Olivera Chávez (MOC). Todo ser humano tiene


sentimientos humanitarios. Compadecemos, simpatizamos, a
la vez odiamos o somos indiferentes. En el caso de Inglaterra
se sabe que había una depresión moral sumamente fuerte.
Mencionemos, por ejemplo, el caso de las bebidas. Sabemos
del señor que se encargaba de reformar las prisiones para
que los presos no sufrieran tanto y otros benefactores
sociales. Son uno que otro los que brotan, pero no es la
conciencia viva de la sociedad. Parecía completamente
natural que los pobres siguieran pobres, sin tener
oportunidad de educarse. Lo cual quiere decir que solamente
los ricos podrían educarse. Ahora, repito, en todo ser
humano hay una tendencia a hacer obras buenas, pero lo que
falta es la fuerza, la decisión, el entusiasmo para emprender
cualquiera obra de carácter benefactor. Wesley tuvo eso, el
valor, el calor, la visión, todo por la inspiración que le vino a
través de la transformación que sufrió con su conversión. De
manera que el impulso del Espíritu Santo que hace brotar del
corazón humano que ya tiene sentimientos de compasión y
servicio, aunque estén dormidos el que hace posible que un
hombre como Wesley tuviera impacto en un tiempo tan
difícil.

P. ¿Es aportación original de Wesley, o fue


influenciado por el pastor moravo de Georgia respecto
a la enseñanza del testimonio del Espíritu?

45
Rubén Pedro Rivera (RPR). No fue original,
ciertamente, Juan Wesley en todos sus aspectos.
Fundamentalmente el bautismo del Espíritu Santo ni
fue de los moravos ni fue de Wesley sino que está en la
Biblia. Lo que sucede en este caso es que se hace un
redescubrimiento, una especie de revelación como lo
hace Dios, que de tiempo en tiempo abre los sentidos
de nuestro espíritu para que entendamos de forma
diferente lo que ya sabíamos de siempre y se hace la
luz. La doctrina del testimonio del Espíritu Santo está,
contenida fundamentalmente en Romanos, capítulos
cinco al ocho. ¿Por qué esto no se había entendido así,
como ahora lo entendemos?, quizá por los tiempos y
las sazones, como suele decirse, las implicaciones, la
cultura, el medio ambiente, no es el tiempo de
entender algunas cosas del Señor. Dios va descorriendo
velos, de tiempo en tiempo, a su Palabra, para que la
captemos con más amplitud; cada vez en otros énfasis
o en otras direcciones, de modo que siempre hay algo
nuevo aunque la escritura siga siendo aparentemente la
misma. Tal es el caso de la doctrina del Espíritu Santo.
Ya estaba en los moravos, pero estaba desde antes en la
Biblia. Se le dijo a Juan Wesley, se le recordó a él y
para él fue una sorpresa, aunque ya la conocía y la
había leído, pero no había captado en qué sentido es
que el Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que
somos hijos de Dios.

46
Esto no es nada nuevo, es la experiencia de
muchos cristianos hoy día o siempre que leemos la Biblia
y la entendemos quizá de una manera general, ordinaria,
como todo mundo la entiende. Pero algo sucede en
nuestra comunión con Dios, puede ser que realmente nos
entregamos más a Él, sea que pedimos revelación, porque
es lícito, la Biblia lo sugiere, pedir espíritu de revelación
y de ciencia y cuando recibimos esto, algo que habíamos
leído y que habíamos captado de una manera, ahora nos
llega de otra manera. Wesley no entendió esto
cabalmente hasta no pasar por su experiencia de
Aldersgate. Entonces sí que captó plenamente qué
significa esto del testimonio del Espíritu Santo, el que da
a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Entonces
se dio cuenta de que no es doctrina, es experiencia. De
que definitivamente es cierto, el Espíritu nos asegura
dentro de nosotros de una manera indubitable, personal,
intransferible, que somos hijos de Dios. Esto es obra,
definitivamente, del Espíritu.

No viene de otra manera, de otro punto de vista.

Repito, no que haya sido el original, estaba, en la


Biblia, medio se le explicó, aunque no del todo
correctamente, la iglesia morava a través de no sólo el
pastor Boehler sino también allí en Londres con el
contacto de otros amigos suyos moravos. Pero
definitivamente no la pudo él captar en su amplitud y
trascendencia sino hasta su experiencia de Aldersgate. De

47
ahí en adelante él empieza a reflexionarla y luego nos
producirá excelentes sermones que hasta hoy día son
base de lo que la iglesia predica, no sólo ya la metodista,
sino muchas otras.

P. Ampliar por favor el concepto o la expresión “volver al


Pentecostés”, especialmente lo que toca a individuos,
familias e iglesia.

R. P. R. Esto también es amplio, pero trataré de ser


breve. El doctor Chadwick entiende por volver a
Pentecostés no que tengamos que buscar un aposento alto
y meternos allí 120 personas, exactamente, ni uno más ni
uno menos, y esperar 40 días o aproximadamente eso
para que, a ver si vienen de nuevo las lenguas de fuego
con gran estruendo y gran viento. No, no, no se trata de
eso. No hay manera de revivir muchas cosas de esas, ni
es el plan de Dios, que sigue haciendo nuevas todas las
cosas. Pero sí la idea es volver a ese énfasis central de la
comunión con Dios. Encontrarnos personal, seriamente
con ese Dios que sale a nuestro encuentro, pero que no
siempre nos encuentra, porque no estamos donde
debiéramos estar, o en la actitud que debiéramos tener.

Se trata aquí, como se trató con Wesley, de


anhelar algo más de lo que siempre hayamos tenido. Pero
anhelar del Señor con agonía, si ustedes me permiten la
palabra. En el Diario de Wesley se nota perfectamente
esa agonía de él, esa lucha, ese sufrimiento agonal que lo
lleva a extremos místicos, en verdad profundos en el
48
sentido de sufrir porque no tiene más de Dios, porque no
capta más del Señor, porque necesita respuestas y no las
obtiene de Dios y porque siente definitivamente que algo
grande le falta y no encuentra la manera, pese a su
erudición y a todo lo que era su experiencia no
encontraba la forma.

Esa disposición debiera haber en todos en el


sentido de desear más del Señor, más fuerza de Dios, más
entrega, completa de nuestra parte, más obediencia, más
humildad, como ese canto clásico del metodismo, “más
santidad dame...”, y una serie de más, más, más, que
vuelve el canto una serie de signos de más de principio a
fin, pero que es correcto. Cristiano que se conforma con
lo recibido es cristiano que se estancó y que empieza a
morir como todo árbol que se estanca y que muere. Aquí
se trata entonces de un volver al anhelo de estar
ciertamente más en contacto con el Señor, más
aprendiendo de Él, más recibiendo de Él en lo individual,
principiando con nosotros.

En cuanto a la familia, cuántas madres o padres se


entregan a Dios pero no entregan a sus hijos a Dios, o
entregan a Dios a sus hijos, pero no entregan el dinero a
Dios o entregan el dinero pero no el trabajo a Dios y la
lista podemos alargarla. La familia se estanca cuando le
escatimamos a Dios algún derecho. Siempre que le damos
a Dios la vida, pero no un cuarto de la vida que nos
reservamos para nosotros, no creceremos. Estamos

49
todavía con un problema serio. Y algo sucederá en
nosotros que nos diga que no estamos totalmente
entregados, que definitivamente el Señor no puede
bendecirnos, que algo estorba nuestra comunión con el
Señor y esto, si pedimos guía al Señor, nos será revelado.
A su tiempo el Señor indicará qué es lo que está
estorbando en nuestra vida; un afecto muy personal, un
cariño por un objeto, una dependencia de algo. Y siempre
que no sea Dios el centro pleno de la vida, algo habrá en
nosotros que estorbe nuestra comunión con Dios como
familia.

Y en cuanto a iglesia, yo le sugeriría el libro de


Chadwick, excelente para este caso de iglesia, porque
analiza la vida de la iglesia en términos universales de
hoy día y, claro, los compara con el modelo bíblico y nos
da unos buenos, muy incisivos, comentarios. Magníficas
liturgias, pero huecas. Doctrina preciosa, pero sin poder.
Edificios magníficos, carentes de la presencia del
Espíritu. Vidas conocedoras de las cosas de Dios, pero sin
Dios. Y sigue analizando, punto tras punto, dando un
retrato de la iglesia, no digo metodista, hablo de la
iglesia en general, que puede corresponder o no a alguna
de las nuestras, pero que ciertamente corresponde en lo
general a mucho de lo que vivimos y conocemos. Como
iglesia necesitamos volver al Pentecostés, es decir, una
genuina entrega, plena, obediencia total, en donde se
eliminen las barreras de lucha de hegemonía de poder

50
entre laicos y pastor, a ver quién puede más, o entre
administradores y pastor, a ver quién manda más o de
autoridades y congregantes y niños contra adultos,
jóvenes contra los papás y una serie de “mis derechos”
que nos recuerda tanto la expresión del Apocalipsis en
cuanto a la iglesia de Laodicea. Y Laodicea significa los
derechos de las gentes, muy característico de nuestro
tiempos, cada uno ve por sus derechos, menos por los del
Señor. Debemos volvernos al Pentecostés en el sentido de
“ya no yo, sino Cristo en mí”. Ya no la iglesia, sino el
Señor de la iglesia.

P. ¿Hasta qué punto la influencia familiar,


particularmente materna, influye en la vida de Juan
Wesley?

M. O. C. Yo creo que lo que se aprende en el hogar es


fundamento de lo que el hombre logra desarrollar en la
vida de adulto. Los principios vienen de la educación
materna, de la educación del hogar. En lo que respecta a
Juan Wesley, basta recordar qué tipo de mujer fue
Susana: extraordinaria. Creo que es el vivo retrato de
Proverbios 31, la mujer virtuosa, la mujer fuerte, la
mujer que se desvela por sus hijos, que hace todo lo
necesario para mantenerlos en comodidad aún cuando
ese hogar era pobre, y pobre de solemnidad. El señor
Samuel no era un ministro de buena posición, al
contrario estaba relegado en el curato de Epworth con
muy pocos recursos. Pero desarrolló Susana Wesley en la

51
vida de sus hijos tal influencia espiritual, tal era su
carácter maternal que sus hijos no la olvidaron jamás.
Todavía cuando estaban en la escuela, en Oxford, ella les
escribía cada ocho días una carta, indicándoles que no se
apartaran de los caminos, dándoles consejos. Era una
mujer admirable. Dice la historia que ella tenía una hora
cada semana para cada uno de sus hijos. No fueron
diecinueve los que vivieron, pero sí más de la mitad, lo
que parece más que suficiente para pensar en cuánto
tiempo necesitaba para dedicar una hora a cada uno, una
vez a la semana, para hablarles de tú a tú, de madre a
hijo. ¿Qué cosa sentirían o qué cosa les dirían? Podemos
imaginarlo de una mujer piadosa, de una mujer cristiana,
de una mujer que influyó aún en el Juan Wesley que
tenía problemas de adulto en la dirección de los
predicadores del metodismo, dándole consejos acerca de
como deberían comportarse sus obreros. Definitivamente,
hermanos, la influencia de esta mujer perduró toda la
vida en sus hijos.

P. ¿Se puede hacer un paralelismo o semejanza entre la


llenura del Espíritu Santo y el testimonio del Espíritu?

R. P. R. Pienso que sí, porque en lo que nos interesa


aquí, la experiencia de Juan Wesley, así sucedió,
cabalmente. Su paso, su experiencia de ser lleno con el
Espíritu Santo le llevó a entender y luego a desarrollar la
doctrina del testimonio del Espíritu Santo y predicarla.
Entonces creo que sí hay un paralelismo o por lo menos

52
una cadena de enlace muy fuerte entre ambas cosas,
dependiendo lo uno de lo otro. Y creo que así ha sido, no
sólo en la experiencia de Wesley, sino en la de tantos
otros cristianos, de manera que comprobaría la misma
situación de experiencia y luego doctrina.

P. ¿No considera que debemos superar a Wesley en el


aspecto bíblico teológico? El respondió a su época y
nosotros a la nuestra.

R. P. R. Yo creo que la pregunta no está dirigida


netamente al punto de hoy, pero dice un buena verdad,
toda persona responde a la realidad de su tiempo, no
puede responder a ninguna otra, fuera de los profetas,
quienes aun cuando respondieron a situaciones quizá más
allá de sí mismos, lo hicieron inconscientemente, si me
permiten la palabra, por lo menos, sólo por inspiración
de Dios, pero no por conocimiento ni decisión personal.
Ciertamente Wesley y los primeros metodistas
respondieron bien para su tiempo en la doctrina y en la
experiencia, como tendremos que hacer nosotros en
nuestra propia situación. Sólo que y ahora tocando el
punto exacto de la experiencia, ésta no corresponde a
una época ni es privativa del tiempo de Wesley, está en
la Biblia. Siglos antes de Wesley la vivieron unos, al igual
que otros después de Wesley y sigue siendo válida. De
manera que creo que en ese sentido no hay cuestión de
superación o no superación, sino simplemente de que si
es bíblica y es pertinente entonces aceptarla y vivirla. Si

53
creemos que no es bíblica ni pertinente o ya es obsoleta,
entonces para qué perder tiempo en estas digresiones de
hoy.

P. ¿Cuál es el significado de la adaptación, se puede


considerar una de las características del metodismo?

M. O. C. Visitaba una escuela, digo una congregación


pequeña por el estado de Puebla cuando yo era
superintendente de ahí y llegué a un lado de Tepatlaxco y
entré al templo, que era pequeño. Ahí estaba el pastor al
frente de un grupo de niños como de siete u ocho años.
El pastor era un joven que entró al ministerio tal vez por
indicación de alguna persona y estaba bajo el amparo de
alguna persona influyente de la iglesia. Estaba en la
escuela dominical y trataba de explicar a los niños el
capítulo 7 de Romanos, o sea la naturaleza del pecado en
el hombre, esto a niños de siete u ocho años;
naturalmente los niños se entretenían en picarse unos a
otros con su lápiz, pero él, impertérrito seguía
exponiendo su clase.

La palabra adaptación significa pensar ¿cómo


hacer que el mensaje llegue fácilmente al corazón
humano, a la mente humana, es decir, al hombre a quien
se dirige. Y eso es lo que hace el metodismo. Y es lo que
hizo el Señor Jesucristo que siendo Dios no tuvo por
usurpación ser igual a Dios sino que se anonadó, se
despojó de su divinidad para hacerse hombre y ya con la
condición de hombre se hizo siervo de todos, hasta la
54
muerte, y muerte de cruz. ¿Y para qué?, para ganarlo a
usted y ganarme a mí a la vida eterna. Eso es adaptación.

O. G. B. Yo quisiera dar dos palabras respecto a cosas


que se quedaron pendientes. La influencia de Susana
Wesley en Juan es definitiva al punto de que los
metodistas nos reunimos los jueves en la noche porque
era cuando él tenía su reunión con su mamá para orar.
Pero también hay que considerar que su padre fue una
fuerte influencia en él. Eso no ha sido muy trabajado
pero es digno de tomarse en cuenta.

Ahora, con respecto a la influencia de los moravos


sobre Wesley, en particular es una cosa que aceptamos
sin ningún rubor porque todos nos influimos entre sí. Sin
embargo, no lo influyeron al punto de que él fuera un
nuevo moravo. Simplemente lo ayudaron a que llegara a
Cristo y luego al visitar a los moravos en Alemania se
convenció de que hay muchas cosas que no son como
ellos las entienden y entonces él se separa tranquilamente
como lo hacemos con cualquier influencia.

A. R. M. Damos gracias al hermano Baqueiro por cerrar


con un pensamiento su participación en esta mesa.
Hermano Rivera, ¿algún pensamiento breve?

R. P. R. Este tema que ustedes escogieron. No sé si vino


por inspiración directiva, o de dónde, o cómo, me
apasiona. Creo que es vital, creo que inclusive está en el
centro de la problemática de nuestra iglesia de hoy día y

55
que debiéramos tratarle con mayor franqueza, con
tiempo y mayor amplitud. En un espíritu de respeto y
libertad que evidentemente lo habría. Confío en que haya
en adelante ésta oportunidad y que podamos hablar de
ello de manera que podamos evitar algo que
concretamente nos afecta: una cierta, barrera de
separación entre área norte y área sur y quizá, más aún,
una entre congregaciones y congregaciones de una
misma área y entre hermanos de una misma iglesia.
Entonces pienso que un hablar franco de las cosas del
Señor con ánimos de recibir del Señor sería sumamente
útil y saludable y yo diría que hasta urgente.

A. R. M. ¿Hermano Olivera?

M. O. C. Hermanos, yo creo que estudiar la vida de Juan


Wesley es una ocupación inspiradora. Muchas veces he
leído la historia de Wesley en el libro de Leliévre, y lo he
repasado muchas veces, pero estaba leyendo el librito del
Wesley del Pueblo, el que tengo desde hace muchos años,
pero ahora, que me vi precisado a hojearlo, bueno, la
persona de Wesley aparece ahí, perdón por la
comparación, casi casi como un San Pablo, o tal vez
como un paso más allá que San Pablo.

Cuando fui una vez a Georgia a un instituto, me


llamó la atención un letrero que decía: “Aquí pasó Juan
Wesley” ¿y qué tiene que ver que aquí haya pasado ese
señor? pensaba yo. Más adelante había una pequeña
grada y una piedra un poco más alta, y un letrero que
56
decía: “Aquí se paró Juan Wesley”. Y otra vez ¿qué era
este señor que hay que hacer notar que aquí se paró,
como si fuera un ángel del cielo que hubiera venido?
Punto menos que eso. Juan Wesley es, realmente, un
gran personaje. Mientras más lo estudia uno, más
admirado se queda de la obra del Espíritu Santo en el
corazón de este hombre. Así se explica un Francis
Asbury. Así se explica un Thomas Coke. Así se explica un
Guillermo Butler. Así se explican todos los grandes
hombres que mueren en la raya predicando al Señor
Jesús con un corazón ardiendo en el amor a su prójimo.
Seamos metodistas así hermanos. Que Dios nos bendiga.

A. R. M. Muy bien, muchas gracias. Una pequeña


anécdota. No recuerdo bien quienes fueron los personajes
involucrados. Pero ellos no son lo importante, sino lo que
se dijo. Se le preguntó a un alto prelado católico-romano
cuándo iban a dejar de enfatizar y propiciar tanto el culto
a María, especialmente en su manifestación de la virgen
de Guadalupe. Entonces contestó el prelado: “cuando
ustedes dejen a San Juan Wesley”. Debemos tener
cuidado. No lo tenemos en un nicho, no canonizado, pero
sí estamos seguros de que es uno de los profetas y
hombres que Dios ha tocado para guiarnos y enseñarnos
la escritura.

Oremos. Señor y Padre nuestro. Te agradecernos


la oportunidad que nos has concedido en esta tarde, a
través de este panel, de adentrarnos en la riqueza de

57
nuestra herencia espiritual particular como iglesia,
dándote gracias, primero que todo, por la salvación que
nos has dado en tu hijo Jesucristo, Señor nuestro, Rey y
Señor de nuestra vida. Pero también por la provisión que
hiciera nuestro Señor Jesucristo al volver a los cielos
donde está sentado a la diestra de Dios Padre, en el trono
celestial y enviarnos iOh, Padre nuestro! promesa en el
Espíritu Santo. Gracias, Señor, por estos valores
espirituales tan firmes y tan profundos en la vida de tu
iglesia. Pero gracias. Señor, también por los hombres y
las mujeres que tú has levantado a lo largo de los siglos y
de los tiempos, para señalar caminos y manifestarnos tu
voluntad. En esta hora, muchas gracias por ese hombre
llamado Juan Wesley como profeta tuyo, apóstol de
Jesucristo. Por su madre, por su familia. ¡Oh Dios,
Señor!, que ahora, en nuestro día, en el entorno en que
nos movernos seamos capaces de realizar el ministerio
que nos corresponde en el amor de Cristo y en el poder y
en la plenitud de tu Espíritu Santo. Y así podamos ser
una iglesia realmente fuerte, poderosa, porque
manifestación del Espíritu es poder para marchar... iOh,
Señor! … en la tarea de la prédica de la salvación en el
sólo camino que es Jesucristo, el Señor. Que los hombres,
Señor, vuelvan de su mal camino para acercarse a ti, y
los reinos de éste mundo lleguen a ser los reinos del
Señor y Él reine por siempre. Amén.

58
59
“…hemos de convenir en que sin la clara, firme y fehaciente “A la noche fui con
experiencia de su conversión, Juan Wesley solo habría sido uno Óscar G. Baqueiro muy pocas ganas a
de tantos ilustres intelectuales y quizás teólogos de su tiempo. una Sociedad de la
Pero con la experiencia de Aldersgate, cuando pronunciamos el Maurilio Olivera calle Aldersgate,
nombre de Juan Wesley, pensamos en la realidad de la Chávez
conversión al Señor Jesucristo, pensamos en el testimonio que el
donde alguien leía
Espíritu Santo da a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, el Prefacio de
Rubén Pedro Rivera
pensamos en la poderosa y fructífera influencia que se ha Lutero a la
ejercido en la evangelización, en la educación, y en la vida Epístola a los
espiritual de millones de cristianos militantes en el PUEBLO Romanos. A eso
LLAMADO METODISTA, para bendición del mundo, y para
la honra y gloria de nuestro Señor Jesucristo”.
El significado de las nueve menos
cuarto, mientras
Maurilo Olivera Chávez de la describía el cambio
que Dios opera en
“…la prédica actual en México debe seguir siendo pertinente y
experiencia el corazón
adecuada, apoyada en la experiencia y el testimonio, aunque no mediante la fe en
limitativa por moldes puritanos, sino incentivadora en los del Corazón Cristo, yo sentí un
grandes valores positivos del evangelio y del avivamiento
extraño ardor en
wesleyano”. Ardiente mi corazón. Sentí
Oscar G. Baqueiro
que confiaba en Cristo, y únicamente en Cristo,
para mi salvación; y me fue dada una seguridad de
“Si no buscamos con pasión nuestro Aldersgate personal y que Él había quitado todos mis pecados, sí los
eclesiástico estaremos firmando nuestra propia destrucción míos, y me había librado de la ley del pecado y de
individual y la desaparición de un metodismo vital lleno del
poder del Espíritu para transformar positivamente las estructuras
la muerte... Luego testifiqué abiertamente a todos
enajenantes e injustas de nuestra sociedad”. los allí reunidos lo que ahora, por primera vez,
Rubén Pedro Rivera
experimentaba en mi corazón”.
Juan Wesley, 24 de mayo de 1738

Potrebbero piacerti anche