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Jardineros de fe
Por supuesto, esto no significa que podamos causar su salvación o
hacer que Cristo los bendiga –la salvación es solo por la gracia de Dios
(Ef. 2: 8-10)– pero como padres cristianos somos privilegiados y
responsables de proveer un ambiente propicio para Su crecimiento en
Cristo.
Llámalo un placer
El culto familiar no es difícil. No hay que saber mucho. Toma diez
minutos por las noches. Después de la cena, limpia la mesa, ve a la
habitación familiar, abre la Biblia, lee una sección corta y ora.
Eso es todo.
No tiene que ser intimidante; no tiene por qué ser difícil. De hecho, no
debería serlo. Así como disfrutamos de la presencia de Dios de manera
personal, nuestro objetivo no es agregar cargas religiosas, sino más
bien disfrutar a Dios como una delicia (Is. 58:13). ¡Imagínate lo que
significaría para tus hijos llamar al culto familiar una delicia! Por
supuesto, este puede que no sea siempre el caso (para tus hijos o
para ustedes), pero como padres, debemos hacer lo que podamos
para eliminar los obstáculos que impidan disfrutar de Cristo con
sencillez (Mt. 11:30; 23: 4).