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Epílogo

Mora en el yo
Una de las mayores mentiras que nos hemos llegado a creer sobre nosotros mismos y nuestra naturaleza
verdadera es que no somos más que seres físicos definidos por una realidad material, carentes de
dimensión y de energía vital, y separados de Dios. No obstante, estoy seguro de que a estas alturas ya
sabes que Dios se encuentra en nuestro interior y a nuestro alrededor. No conocer la verdad sobre nuestra
identidad real, además de esclavizarnos, reafirma que somos seres limitados viviendo una vida lineal
carente de auténtico sentido. La máxima de que más allá del mundo físico no existen reinos ni vida y que
no tenemos ningún control sobre nuestro destino no es una «verdad» que debamos aceptar nunca. Espero
que este libro te haya ofrecido algunos conocimientos para ver quién eres realmente. Eres un ser
multidimensional que crea su propia realidad. La finalidad de este libro es ayudarte a aceptar esta idea
como tu ley y tu nueva creencia. Deja de ser tú significa que tendrás que despojarte de tu mente y crear
otra nueva. Pero cuando nos desprendemos de nuestra antigua vida o de nuestra mente conocida y
empezamos a crear otra nueva, hay un momento entre los dos mundos que no se parece a nada de lo que
conocemos, y la mayoría de las personas, al sentir este extraño vacío, nos apresuramos a volver a lo
conocido. Ese lugar de incertidumbre —lo desconocido— es el que los inconformistas, los místicos y los
santos conocen como la tierra fértil.
Vivir en el reino de lo imprevisible es ser todas las posibilidades a la vez. ¿Puedes sentirte cómodo en este
espacio vacío? Si es así, te encuentras en la trama de un gran poder creativo, el «yo soy». Al cambiar en el
aspecto biológico, energético, físico, emocional, químico, neurológico y genético y dejar de vivir aceptando
inconscientemente que la competitividad, las luchas, el éxito, la fama, la belleza física, la sexualidad, los
bienes materiales y el poder lo son todo en la vida, nos liberamos de las cadenas de lo mundano. Me temo
que esta llamada receta para triunfar en la vida nos ha hecho buscar las respuestas y la auténtica felicidad
fuera, cuando las verdaderas respuestas y la auténtica felicidad siempre han estado dentro de nosotros.
¿Dónde y cómo podemos encontrar nuestro yo verdadero? ¿Creando una persona condicionada por las
asociaciones con el mundo exterior que perpetúa la mentira, o identificándonos con algo en nuestro
interior que es tan real como cualquier elemento del exterior y creando una identidad única con una
conciencia y mente que podemos emular? Así es, se trata de la fuente infinita de información e inteligencia,
tanto personal como universal, inherente a los seres humanos. Es una conciencia energética llena de una
coherencia tan profunda que cuando fluye por nuestro interior sólo podemos llamarla amor. Cuando la
puerta se abre, la frecuencia de esta conciencia acarrea una información tan vital que cambia quién somos
desde dentro. Es una experiencia para la que he aprendido humildemente a vivir. Espero que sepas que
siempre puedes acceder a ella, si decides hacerlo. Pero si vives la vida como un materialista, la existencia no
te resultará fácil. ¿Por qué? Porque los realistas definen la realidad con los sentidos, y si no pueden verla,
saborearla, olerla, tocarla u oírla, entonces no existe, ¿verdad? Esta dualidad es un plan perfecto para que la
gente siga sumida en la ignorancia. Si sólo se fijan en una realidad exterior tan agradable o caótica
sensualmente, les costará demasiado mirar en su interior. Allí donde pones la atención, pones la energía. Si
vuelcas toda tu atención en el mundo exterior y material, ésta será tu inversión en la realidad. En cambio, si
intentas observar un aspecto más profundo de ti, tu energía ensanchará esta realidad. Tú, como ser
humano, eres libre de poner la atención en lo que quieras. Estás dotado para desarrollar tu capacidad de
manejar y usar adecuadamente esta abundancia de poder que hay en ti. Allí donde pones tus pensamientos
y tu atención, se convierte en tu realidad. Si dejas de creer que lo que piensas es real, volverás a caer en el
materialismo y dejarás de llevar a cabo tu labor. Te limitarás a optar por alguna adicción emocional o hábito
para recibir una gratificación inmediata, y te perderás todas las otras posibilidades.
Aquí está el dilema: la realidad futura que creamos en nuestra mente no nos da ninguna respuesta sensorial
y, según el modelo cuántico, nuestros sentidos deberían ser los últimos en experimentar lo que creamos.
Por esta razón, muchas personas volvemos a adoptar el materialismo como ley y a sumirnos en la
inconsciencia. Recuerda que todo lo material viene del campo invisible de lo inmaterial, más allá del espacio
y el tiempo. Es decir, al sembrar las semillas en este mundo, ves que con el tiempo fructifican. Si eres capaz
de vivir un sueño a nivel mental y emocional en el mundo interior de posibilidades infinitas con tanta
plenitud, es que ya se ha hecho realidad. Así que entrégate sin más y no te preocupes, porque tu sueño se
manifestará en tu vida exterior. Es la ley.
Pero la parte más difícil de este proceso es encontrar el tiempo o reservarlo para
que tu valiosísimo yo lo haga.
Eso es. Somos creadores divinos. Es lo que hacemos cuando nos sentimos inspirados y presionados a
aumentar nuestros conocimientos. Pero tú y yo también somos seres de costumbres. Adquirimos hábitos
con facilidad. Poseemos tres cerebros que nos permiten evolucionar del conocimiento a la experiencia y la
sabiduría. Al hacer cualquier cosa que aprendimos de forma implícita por medio de la repetición de la
experiencia, enseñamos al cuerpo a convertirse en la mente; ésta es nuestra definición de hábito.
El problema está en que hemos adquirido hábitos que limitan nuestra verdadera grandeza. Las emociones
de supervivencia, que tan adictivas son, nos hacen vivir limitados, sintiéndonos separados de la fuente y nos
olvidamos de que somos creadores. En realidad, los estados mentales correspondientes relacionados con el
estrés son las razones por las que nuestras emociones nos controlan, vivimos con una energía de una
frecuencia más baja y estamos esclavizados por una serie de ideas arraigadas en el miedo. Estos estados
psicológicos denominados normales son los que la mayoría hemos aceptado como habituales y comunes.
Son los verdaderos «estados alterados» de conciencia. Por eso quiero subrayar que la ansiedad, la
depresión, la frustración, la ira, la culpabilidad, el dolor, la preocupación y la tristeza —emociones
que miles de millones de personas expresan normalmente— son la razón por la que las masas llevan
una vida desequilibrada y alejada del verdadero yo. Y tal vez los supuestos estados alterados de
conciencia alcanzados en la meditación durante los auténticos momentos místicos son en realidad
los estados de conciencia «naturales» que todos deberíamos intentar vivir a diario. Y yo comparto
esta opinión.
Es hora de despertar y ser un ejemplo viviente de la verdad. No basta con adquirir estos conocimientos, es
hora de vivirlos, manifestarlos y ser la «causa» en todos los aspectos de nuestra vida. Cuando tú y yo
«encarnemos» tales ideales como la verdad y los convirtamos en un hábito, se volverán en parte de
nosotros. Dado que somos seres de costumbres, por qué no adquirir nuevos hábitos de grandeza,
compasión, genialidad, ingenuidad, fuerza interior, amor, atención plena, generosidad, curación,
manifestación cuántica y divinidad. Desprender las capas de aquellas emociones que decidimos memorizar
como identidad, deshacernos de nuestras limitaciones egoístas a las que tanto poder hemos dado,
abandonar las ideas y percepciones falsas sobre la naturaleza de la realidad y el yo, superar las
habituaciones neurales de los rasgos destructivos que están socavando siempre nuestra evolución, y
renunciar a las actitudes que nos han estado impidiendo conocer quién somos realmente forma parte de
encontrar el yo verdadero. Hay un aspecto del yo que es un ser bondadoso esperando tras todos estos
velos. Es quien somos cuando no nos sentimos amenazados, ni nos da miedo perder algo, ni intentamos
complacer a todo el mundo, ni nos apresuramos a triunfar, ni competimos por llegar a la cima a cualquier
precio, ni nos arrepentimos del pasado o nos sentimos inferiores, abatidos, desesperados o ávidos. Cuando
superamos y eliminamos lo que es un obstáculo para nuestro poder infinito y nuestro yo, estamos
realizando un acto muy noble no sólo para nosotros mismos, sino para toda la humanidad. El peor hábito
que puedes eliminar es el de ser el mismo de siempre y el mejor que puedes adoptar es el de expresar lo
divino a través de ti. En ese momento es cuando moras en tu naturaleza verdadera y en tu identidad.
Cuando moras en el yo

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