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Análisis antropológico de los capítulos 3, 5 y 6 de Un mundo feliz

S. Zacarías Reyes
En los capítulos leídos, se puede ver el interés por los cambios en la sociedad. Por
un lado, una sociedad controlada sólo es posible en tanto que se acepta tal control; por otro
lado, el control de la sociedad permite la modificación de las conductas, en este caso, para
un progreso constante de la sociedad más allá de los intereses individuales. De esta manera,
es importante hacer notar que el individuo debe estar de acuerdo con ese cambio. Esto sólo
es posible a través de una educación constante y de una supervisión total. La narrativa, por
consiguiente, muestra el poder que la retórica y la vigilancia puede hacer sobre el
individuo.
Sin embargo, esto sería una anulación de la libertad de muchos, dado que sólo a
través de la aceptación de la sumisión es posible alcanzar el estado social ahí planteado.
Así, la modificación de la conducta humana se da desde una constante vigilancia,
educación y represión de la libertad por un externo, en este caso, aquellos que controlan a la
población.
De esta manera, el ser humano, educado para obedecer y bajo cierto conocimiento
de la propia historia, no se cuestiona por su libertad, sino que normaliza totalmente su
modo de ser histórico. La modificación de una cultura, por consiguiente, está en relación de
la omisión de su historia y la libertad de conocerla. El cerrar a los individuos todo
conocimiento, como el de la historia, permite regular totalmente sus libertades y sus
pensamientos, haciéndolos creer lo que un sistema desea que crean. La cultura no la
construye el individuo, sino lo que el individuo aprende por los otros. La relación con el
otro se vuelve esencial para la construcción de una cultura. Cuando el otro domina al yo y
lo imposibilita a ejercer su libertad hasta el punto de que no se dé cuenta de ello, el yo pasa
a obedecer y a creer sin más lo que se le dice, manteniendo así los modos de ser de una
cultura, en este caso represiva y progresista. Así, por ejemplo, en el capítulo III, no se pone
en debate las cuestiones sexuales, ni se les critica, pues la educación los ha hecho creer que
son correctas e incambiables; y al desconocer la historia de manera profunda, no se
descubre modos diferentes de actuar, sino que se toma el ya dado como el único correcto y
verdadero, anulando así la pluralidad y la libertad de elección.
Así, cuando en el capítulo V se pregunta sobre si un “Epsilone” puede imaginarse
siendo otro, rápidamente se señala que eso es imposible, puesto que la libertad de elegir
está anulada. Cada quién cumple su papel sin juzgar, cada quién está bajo las órdenes de
otro que rige la conducta del yo, que ordena y distribuye a la sociedad. Luego, la felicidad
es realizar lo que se ordena, y no, más bien, ser uno mismo bajo nuestro pensamiento
crítico. Es por ello que todo el mundo es feliz, porque nadie pone en duda su papel ni nadie
se atreve a desobedecer. En ese sentido, actuar como una máquina que participa en un gran
engranaje, modifica toda la conducta del hombre y lo vuelve, finalmente, un “hombre feliz
de hacer lo que tiene que hacer. Criticar, buscar cambiar o desobedecer, por consiguiente,
sería una anomalía, un mal; un error.
Sin embargo, esto invita a preguntar: ¿hasta que punto las modificaciones de la
conducta humana y su hacer en el mundo pueden ser tomadas por cada individuo? Aunque
pareciera que los personajes no son libres, ¿es posible que todos los individuos seamos
libres o es más bien necesario que algunos pocos, esos que van a regir al mundo para
llevarlos al mejor bien, sean libres y muchos otros, regidos por ellos? ¿Es realmente posible
una sociedad donde todos seamos libres? De esta manera, aunque en un Mundo Feliz, todos
sean felices de obedecer, habría que preguntar si la libertad, en cuando la libertad de
desobedecer u obedecer, así como elegir, puede ser para todos los seres humanos, o más
bien para algunos pocos. Y cabe, por tanto, preguntar: ¿es la libertad un objetivo a alcanzar
para todos o más bien algo que sólo algunos pocos conseguiremos? ¿Qué significa, por
tanto, ser libre en un Mundo de personas que son felices obedeciendo lo que otros indican
como correcto?
Con esto, por tanto, se debe plantear la relación entre la libertad y los estudios de la
antropología, pues si la antropología estudia la conducta sociales y sus cambios en el
tiempo, plantear la dinámica de las personas libres y los obedientes, se vuelve de suma
importancia para comprender, finalmente, las dinámicas de la naturaleza humana dentro de
la interacción persona-persona que toda sociedad realiza y que funda tal sociedad.

Calificación:10
Muy buen escrito. Hay una reflexión interesante a partir del texto acerca de la
conformación cultural y la modificación de la conducta.
Personalmente, sólo tengo una pregunta, de acuerdo a lo que mencionas, ¿los que
son libres tienen la posibilidad de cuestionar, o lo son los que rigen al mundo?

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