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Por el hecho de estar atravesada tan sólo por tendones, a la muñeca a veces puede
que le falte fuerza. Sin embargo, es una articulación en donde la estabilidad (resultado
de una fuerza suficiente de la musculatura) es más necesaria que la movilidad. Por
consiguiente, habrá que trabajar este fortalecimiento, y principalmente en los casos
en que la articulación sea débil, mediante una resistencia orientada a las cuatro caras
de la muñeca.
Podemos añadir mayor intensidad manteniendo las posturas en que el peso del cuerpo
esté en apoyo sobre aquella en diversas posiciones.
Coordinación de las
Acciones Musculares
sobre la Muñeca
La posición en que la muñeca se sitúa espon-
táneamente para casi todas las acciones de "co-
ger" es oblicua: combina la extensión con la in-
clinación radial.
150
La Mano
Metacarpofalángicas:
Flexión/Extensión.
Abducción/Aducción.
Interfalangicas Proximales:
Flexión palmar.
Interfalangicas Distales:
Flexión palmar - flexión dorsal.
151
La Fuerza Muscular de la Mano
Cabe distinguir la
acción especifica de
los músculos intrín-
secos de la mano,
siendo los más im-
portantes los exter-
nos, los cuales movili-
zan el pulgar y sus falan-
ges. Y la de los extrínsecos, los cua-
les movilizan los dedos y además las me-
tacarpofalángicas y la muñeca.
Hay un predominio de los flexores en relación a los extensores, dado que la función
de "coger" es la más importante de las funciones en fuerza de la mano.
La línea que está más cerca del pulgar o "línea de la vida", es el pliegue formado
por la oposición del pulgar.
Es por ello, que cuando realizamos este movimiento, la palma tiende a formar un
"canalón" oblicuo que sirve de asiento a los objetos que son cogidos.
152
Páginas Prácticas Codo / Muñeca / Mano
Realizar el mismo ejercicio con el otro brazo, luego trabajar con los dos brazos a
la vez. Normalmente, observaremos una cavidad entre los dos omoplatos. También po-
demos trabajar en pareja, ayudando una persona a la otra a llevar los brazos atrás.
Este ejercicio pone en estiramiento las aponeurosis y los músculos de todo el miem-
bro superior, desde el esternón hasta los extremos de los dedos, llevados por los mús-
culos flexores.
Atención con este ejercicio puesto que coloca la cabeza humeral en posición "lu-
xante". No es aconsejable para personas que hayan padecido esguinces o luxaciones
antero-internas de hombro, sobre todo en casos reincidentes.
153
• Fortalecimiento Codo/Muñeca/Mano
Cerrar el puño de una mano. Con la otra mano efectuar un apoyo sobre el borde
interno, y externo.
Existe en la mano que apoya un trabajo de los músculos flexores de la muñeca. Para
la mano con el puño cerrado existe un trabajo sucesivo de los aductores de los dedos
y de la muñeca.
También puede realizarse un apoyo sobre el dorso de la mano, con los dedos exten-
didos: trabajo de los extensores de la muñeca y de los dedos.
También podemos trabajar el apoyo de una mano sobre la otra con las muñecas
extendidas, lo cual desarrolla la fuerza muscular y la estabilidad de la muñeca en di-
cha posición.
154
Juntar los extremos de los dedos dejando los dedos extendidos. Apretar con fuerza.
Este ejercicio fortalece los músculos del antebrazo y de las manos.
Realizar la misma operación apoyándonos sobre las manos. Mantener los dedos bien
extendidos.
El trabajo se hará más intenso si realizamos un apoyo sobre pies y manos.
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• Coordinación del Miembro Superior.
Conducción Recíproca Hombro / Mano
De pie, colocar ambas manos enfren-
te nuestro, apoyarlas ligeramente una
contra otra, con los codos semiflexiona-
dos. Manteniendo las manos en el mis-
mo lugar, efectuar elevaciones de bra-
zo. Los codos al subir se separan, para
luego volver a descender. Buscar una ca-
lidad de continuidad en el movimiento.
A continuación, separar las manos: ahí
perdemos la referencia del contacto.
Mantener, sin embargo, las manos en el
mismo lugar, continuando con el movi-
miento de los codos.
Notar como se puede conducir el movimiento a partir del hombro (ya que la abduc-
ción del hombro arrastra al codo y a la muñeca), o a partir de la mano, pues el apoyo
de las manos sirve de inicio para un movimiento del antebrazo que arrastra el brazo
hasta el hombro.
156
Volvemos a tomar el mismo ejercicio,
con los codos casi extendidos. El movi-
miento, entonces, es más una rotación
del hombro. De la misma forma, probe-
mos de abandonar el contacto entre las
manos y girar los brazos y los antebra-
zos sobre sí mismos sin modificar la po-
sición de la mano.
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Coordinación para el Miembro Superior
(continuación)
Colocarse de pie, con el brazo recto y partir con una ligera abducción, retropulsión,
rotación interna. Desde ahí, subir en diagonal hacia el hombro opuesto, realizando
una espiral a nivel del hombro y de los dos huesos del antebrazo, llevando, al llegar,
la mano en supinación. A continuación, realizar la misma diagonal, invirtiendo las
rotaciones
158
Dibujar con la mano un círculo como si fuera sobre una pared, enfrente de nosotros.
Empezar por un círculo muy pequeño, haciendo círculos cada vez mayores. Enlazar
estos movimientos en una espiral continua. Invertir el orden.
A continuación, dibujar el círculo en un plano que sería como una paleta sostenida
por la otra mano. Este plan de trabajo resulta más fisiológico.
Progresivamente, el anillo superior del 8 se realizará más cerca del cuerpo y el ani-
llo inferior más bien lejos.
159
Ejercicios para las Manos
Estos ejercicios son expuestos a título de ejemplo. La lista no es exhaustiva.
160
Extender los dedos uno por
Cerrar el puño. uno: índice.
161
La Cadera
163
Los Movimientos y su Denominación
Como en toda articulación podemos observar, bien los dos huesos moverse al mis-
mo tiempo, bien uno de los dos huesos permanecer fijo y el otro estar móvil.
En el caso de la cadera, nos encontraremos con que el hueso ilíaco es fijo y el fémur
móvil: llamaremos a estos movimientos, movimientos femorales de la cadera; y al re-
vés, cuando el fémur permanece fijo y el ilíaco se mueve: lo describiremos como movi-
mientos ilíacos de la cadera.
• La Flexión
La flexión femoral acerca la cara anterior del muslo
a la pelvis. Se da en cantidad de movimientos; por ejem-
plo, al andar, al subir por una escalera, en posición sen-
tada. En baile, en el trenzado hacia delante, el "plié"
hacia delante,...
Puede combinarse con otros movimientos de cadera:
con una abducción en posición sentada, con las rodi-
llas separadas en posición en cuclillas con una rotación
externa en "los pliés" con apertura,...
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• La Extensión
La extensión femoral acerca la cara posterior del muslo a la
espalda. Se da, por ejemplo, en ciertos momentos al andar o al
correr. En la técnica del ballet clásico se combina con una rota-
ción externa, por ejemplo el "arabesco" clásico se realiza a nivel
de la cadera por una extensión más una
rotación externa.
El movimiento correspondiente, si es el
fémur el que permanece fijo y la pelvis mó-
vil, es una oscilación de la pelvis hacia atrás
llamada retroversión. En las clases de tra-
bajo corporal, es un movimiento a menudo
"pronado", corrigiendo el profesor la pelvis
en retroversión para "borrar el arqueamien-
to" (ver el capítulo sobre el arqueamiento,
pág. 46).
165
Los Movimientos de la Cadera (continuación)
La Abducción
Es un movimiento que acerca la cara exterior del
muslo al tronco. Si se realiza con la rodilla mirando
hacia delante, es decir, en posición neutra, es un mo-
vimiento muy limitado dado que el cuello del fémur
tropieza con el reborde del cotilo.
166
La Aducción
Es un movimiento en el cual la cara interna
del muslo se desplaza hacia el lado opuesto.
Es un movimiento de poca amplitud, puesto que
se encuentra también con un límite óseo. A me-
nudo se combina con una flexión o una exten-
sión en todos los movimientos de cruce hacia
delante o hacia atrás, o en los "desarrollos" (es-
grima: manteniendo una pierna fija en el sue-
lo, la otra hace una flexión, desplazando el pie
hacia delante en un movimiento rápido).
Estos movimientos laterales de cadera son poco corrientes en la vida cotidiana con
el fémur móvil. Por el contrario, cuando pasamos el apoyo sobre un pie (por ejemplo
a cada paso al andar), la pelvis efectúa movimientos de este tipo sobre el fémur portador.
167
Los Movimientos de Cadera (continuación)
Las Rotaciones
Son movimientos que hacen girar al fémur so-
bre su eje a la manera de un destornillador (no
confundirlos con los movimientos de rodilla o de
pie). En la rotación interna, el pie o la rótula se
orientan hacia dentro. El movimiento correspon-
diente, si el fémur permanece fijo, es una rotación
interna del ilíaco.
En la rotación externa, el pie o la rótula se orientan hacia fuera. Esta rotación exter-
na es llamada a veces "apertura", y practicada, por ejemplo, en el ballet clásico. Se
combina con otros movimientos.
168
Movimientos de los Huesos de la Pelvis
Existe la posibilidad de movilidad entre los huesos de la pelvis, y aunque es de poca
amplitud, esta movilidad acompaña todos los movimientos de la cadera o de la colum-
na vertebral baja.
169
La Flexibilidad de la Cadera
La flexibilidad de la cadera es indispensable para la realización de numerosos movi-
mientos. Lo es también para el bienestar del cuerpo en numerosas situaciones de la
vida diaria, y en concreto, para el bienestar en los movimientos y posturas cotidianas.
Sin embargo, esta articulación en el adulto suele estar agarrotada. Seria pues conve-
niente comprender el o los porqués de este agarrotamiento y saber, en parte, como
prevenirla.
El crecimiento óseo
de la cadera
La articulación de la cadera aparece en el segundo mes de la vida intrauterina. Pero
al principio, ésta no es más que un modelo cartilaginoso, que se osificará después del
nacimiento.
170
Hay un aspecto mecánico en el esculpido de la forma
de la articulación: es necesario que la cabeza del fé-
mur esté bien centrada en el cotilo para que los apre-
mios de presión del cotilo sean armoniosos y pue-
da formarse una cabeza bien redonda. De igual
modo, para que el hueco del cotilo sea el correcto
es necesaria una presión de la cabeza en un punto
preciso, representado por el centro del cartílago en
forma de Y. De esta forma las dos superficies se van
modelando recíprocamente durante los primeros me-
ses de vida.
En los apoyos y en el andar, las extremidades quedan presionadas una contra otra.
Pero antes de tener edad para andar, lo que va a garantizar esta presión serán las
contracciones musculares que efectúa el bebé en la amplia gama de sus movimientos.
Ello se añade a la o las posiciones en que la articulación se encuentra a menudo.
Todos estos factores, añadidos a los genéticos, esculpirán la forma ósea de las superfi-
cies articulares pero de igual forma lo harán con los rebordes del cotilo y del cuello.
La forma de éstos, pues, será determinante para frenar o permitir los movimientos
de gran amplitud de la cadera, así como para asegurar su mayor o menor estabilidad
(remitimos al lector a las págs. 204/205 del libro APM I). ¿Que conclusión podemos
sacar de todo ello por lo que respecta a la forma ósea de la cadera? Pues que ciertas
caderas serán más o menos flexibles o rígidas en función de su forma ósea.
Ello nos explica (sólo en parte) las diferencias a veces considerables que encontramos
en la amplitud de movimientos de cadera de una persona a otra. Si la causa es el fac-
tor forma ósea, ningún ejercicio podrá cambiar esta situación. No merece pues la pena
intentar una mayor flexibilizacíón, o dar ánimos a la persona para que sobrepase su
amplitud ósea de movimiento, sino más bien prevenir las compensaciones que podrían
existir por encima o por debajo y que detallaremos más adelante.
171
¿Cómo distinguir que una rigidez en la cadera puede ser de origen óseo?
172
2 La "flexión cruzada": la rodilla se diri-
ge hacia el hombro del lado opuesto. El
movimiento es de menor amplitud, aun-
que debería permitir al muslo tocar par-
cialmente el vientre.
173
La Flexibilidad Ligamentosa de la Cadera
Hemos podido constatar que desde el punto de vista óseo, si movilizamos un esque-
leto, la cadera está poco limitada: el fémur se desplaza en casi todas las direcciones
y amplitudes, excepto en los límites de abducción y de rotación extremos, de los cua-
les hemos hablado anteriormente y que podemos ver en el libro APM I pág. 196.
Ahora bien, sabemos que estos movimientos son imposibles de ejecutar. No se trata
de un límite óseo, sino ligamentoso y muscular. Incluso podemos llegar a predecir,
a partir de lo observado en el comportamiento del adulto, cuales van a ser los liga-
mentos y músculos que se volverán rígidos con más frecuencia. Es lo que examinare-
mos a continuación.
174
Si observamos ahora la flexión abierta, veremos que,
por el contrario, en esta posición los ligamentos de la ca-
dera son sometidos a una fuerte tensión. Permanecen ex-
tendidos sin acortarse. En esta posición las madres, en
ciertos paises, colocan a sus hijos llevándolos a la espal-
da. Es también la posición que toman los niños cuando
se ponen en cuclillas para jugar en el suelo, al no tener
sillas.
175
La Flexibilidad Muscular de la Cadera
A nivel de la cadera, existe un dispositivo muscular específico: nos encontramos con
dos músculos poliarticulares de acciones totalmente opuestas que la movilizan en el
plano sagital (de perfil):
176
• Detrás están los Isquiotibiales.
177
Ciertos Movimientos o Posturas sitúan la Pelvis
en Anteversión
Se trata de los movimientos con extensión de cadera (debido a que el ligamento
de Bertin es puesto en tensión).
Posición de pie Posición estirada, piernas estiradas
Sobre el vientre
Ello se acentúa cuando la rodilla está flexionada (debido
a que el músculo recto anterior es puesto en tensión). Acos-
tado con el vientre
contra el suelo y
los pies sujetados
por las manos.
Esta retroversion interviene mucho antes si la rodilla está en extensión (debido a que
los isquiotibiales son puestos en tensión).
Por ejemplo:
acostado, con las
piernas apoyadas Sentado con las
en la pared piernas estiradas
178
En ciertas actitudes la pelvis permanece libre
poara situarse en anteversión o retroversión
Para ello hay que realizar una flexión media de cadera (que distiende el recto ante-
rior) a la vez que una flexión de rodilla (que distiende los isquiotibiales), por ejemplo:
de pie,
colocando un Por ejemplo, sobre todo
pie a grandes pasos;
so-
bre una
barra, con la
pierna extendida;
de rodillas, con un
pie hacia delante;
179
La Fuerza Muscular de la Cadera
Ya hemos visto que era indispensable tener una buena amplitud de cadera para po-
seer la soltura tanto en los movimientos del tronco como del miembro inferior. Es
también importante poseer una musculatura fiable en esta zona para orientar cons-
tantemente a partir de esta doble encrucijada de las caderas:
Nos encontramos ante un programa muscular a menudo difícil de llevar, por dos
razones:
180
Cabrá hacer ciertas observaciones para guiar el trabajo de la cadera.
• Los músculos profundos de la cadera son pequeños, actúan con poca fuerza, dan
sensaciones de contracciones profundas. Su función consiste en orientar permanente-
mente la pelvis sobre los miembros
inferiores, creando dicha orienta-
ción, por encima, las curvas ra-
quídeas.
Podemos ver en la página 233 del libro APM I que tienen un importante rol de
sustentación de la pelvis, y por ello, de descompresión activa de la cadera. Esto es
fundamental en el trabajo de cadera del adulto: es, efectivamente en esta zona donde
nos encontramos más a menudo con la artrosis, a causa de una compresión excesiva.
181
Los músculos superfíciales son mucho más macizos, más potentes. Están he-
chos, sobre todo, para acciones intermitentes. Podemos observar que se trata de cua-
tro caras musculares alrededor de la cadera y del muslo:
182
• En la parte interna, los aductores: pectíneo, aductor peque-
ño y mediano, aductor mayor, recto interno,
183
Páginas Prácticas: Cadera
1 Posición agachada. Usual en los niños, que se colocan en ella para jugar, usual tam-
bién en numerosos pueblos del mundo, pero ya no resulta corriente para la mayoría
de adolescentes y adultos occidentales. En los niños, habrá que ejercitarla, invitándo-
les a que se coloquen en esta posición al atender a una explicación, al escuchar músi-
ca,... e invitarlos a desplazarse con un caminar en el que permanezcan agachados.
Para el adulto a quien esta posición presentaría dificultades, existen dos posibilida-
des: ofrecer esta flexibilizacion máxima, pero en descarga, haciendo que se cuelgue
de la barra, y permaneciendo así algunos segundos (evitar los rebotes, los cuales care-
cen de interés).
Hacer que se siente sobre un pequeño soporte de 15 a 20 cm. de altura.
184
2 Sentados en el suelo, una pierna delante apo-
yada en el suelo en un ángulo cerrado, la otra de-
trás. De esta forma, estamos en flexión-rotación
externa con la
pierna de delan-
te, en flexión-
rotación interna
con la pierna de
atrás.
Es necesario apoyar los dos isquiones. Puede resultar dificultoso para el isquión de
la pierna de atrás, apoyarlo en el suelo, si la cadera no es lo bastante flexible.
185
Flexibilización Articular y Muscular de la Cadera
Movilizaciones Pasivas
Un individuo deberá tenderse en el sue-
lo, mientras el otro se prestará a la movili-
zación mediante movimientos circulares:
186
Circonduccion de Cadera
Sentados en el suelo —con una rodilla
flexionada— un pie en el suelo o la pierna
tendida en el suelo.
187
Estiramiento del Músculo Recto Anterior*
Tenderse boca abajo, colocarse aproximando el pubis al esternón (la parte posterior
de las lumbares se alargará), entonces el vientre se encogerá.
188
Intentaremos pues reconducir al ilíaco en retroversion como hemos estudiado con
anterioridad, contrayendo sea el recto mayor, sea el glúteo mayor.
Notaremos un estiramiento a
lo largo de la cara anterior del
muslo. Este estiramiento pue-
de residir en la parte inferior,
media o superior del muslo, se-
gún el individuo.
189
Flexibilización Muscular de la Cadera
(continuación)
190
Otro ejercicio con una cinta
colocada alrededor del pie:
• Con la tracción de la cinta, lle-
var el pie hasta la vertical de la
cadera (si resulta necesario, fle-
xionar la rodilla). Buscando si-
multáneamente:
• El empuje del coxis hacia el
suelo.
• El empuje del talón hacia el
techo, lo que conlleva una ex-
tensión de la rodilla.
posición correcta.
191
Flexibilizacion Muscular de la Cadera
Estiramiento de los Isquiotibiales
(continuación)
Sentados, las piernas estiradas, la planta de los
pies apoyada contra la pared. Durante el ejerci-
cio, tomaremos con la mano un isquión, hacien-
do que retroceda (procurando que la mano con-
traria se apoye en el suelo). Seguidamente, efectuar
lo mismo en el otro lado (Figs. 1 y 2).
Fig. 1
Fig. 2
192
Resulta además interesante localizar este hueco con
la mano antes de colocarse en alguna posición en la
cual aquél tienda a desaparecer, por ejemplo, al sen-
tarnos, con las rodillas flexionadas, sobre los talones.
NB. Para los principiantes, cuando se realicen los tra-
bajos de los isquiotibiales, no insistiremos en la co-
locación de la espalda, puesto que se trata de un ejer-
cicio de dificultad ya considerable por lo que se refiere
a las piernas. Sin embargo, sí hay que prestar espe-
cial atención en la colocación de la pelvis.
Posición correcta.
193
Flexibilizacion de los Músculos de la Cadera
(continuación)
Estiramiento de los Aductores-Rotadores
El estiramiento de estos músculos internos presenta cierto interés en la vida cotidia-
na: aporta mucha libertad en la obertura de la cadera.
Podemos colocarnos de nuevo en la posición en cuclillas
que vimos en la flexibilizacion articular. No obstante, en esta
posición la rodilla está flexionada, y uno de los aductores,
el recto interno, no está estirado.
194
Resulta corriente el hecho de observar una separación asimétrica. Será importante
respetar esta asimetría guardando, sin embargo, una simetría en el apoyo de la pelvis
sobre el suelo, por medio de una separación desigual de los soportes.
195
Flexibilizacion Muscular de la Cadera
(continuación)
196
Fortalecimiento de los Músculos de la Cadera
Fortalecimiento de Músculos Profundos
Nos tenderemos boca arriba llevando dos rodillas flexionadas sobre el vientre.
1 Colocaremos las manos una a cada lado
de las caras externas de las rodillas, y opo-
niendo resistencia con las manos, inten-
taremos separar las rodillas.
En esta posición, van a ser los pelvi-
trocantéricos los que permitan este tra-
bajo. Sin embargo los glúteos también tra-
bajarán, y habrá que proceder a una
distensión de los glúteos para que única-
mente trabajen los pelvitrocántericos.
198
Trabajo de los Extensores
• A gatas, con la espalda horizontal, levantar un miembro inferior lo más arriba posi-
ble hacia atrás. Podemos relajar completamente el pie y la parte posterior de la rodilla.
Estirados boca abajo. Pelvis en retroversion máxima. Levantar una pierna a la vez,
mantenerse así, con la pelvis en retroversion.
199
Fortalecimiento de los Músculos de Cadera
(continuación)
Trabajo de los Abductores-Rotadores
Estirarse sobre el costado, tomar apo-
yo sobre un miembro inferior estirado o
plegado. Apoyarse indistintamente sobre
los codos o sobre todo el lado del tronco.
Levantar el miembro inferior libre, de-
jando antes, la rótula encarada hacia de-
lante. Adelantar el pie mediante un mo-
vimiento desde la cadera; ahí, efectuar
rotaciones internas del fémur (trabajo del
glúteo menor y del haz anterior del glú-
teo mediano) y externas (trabajo más es-
cogido del tensor de la fascia lata).
Retroceder el pie mediante un movi-
miento desde la cadera (sin flexionar la
rodilla). Efectuar entonces rotaciones in-
ternas o externas de fémur (trabajo más
escogido del glúteo mayor).
200
Trabajo de los Aductores-Rotadores
Estirados boca arriba, los dos miembros in-
feriores se tocan por sus bordes internos, las
rodillas permanecen extendidas, los pies mi-
rando hacia arriba.
2 Manteniendo las rodillas y los pies jun- 3 A continuación, intentaremos acercar las
tos, intentaremos apretar las piernas sobre piernas apretando sobre todo los dedos
todo desde atrás, a partir de los talones mayores del pie (trabajo de los aductores
(trabajo de los aductores más posteriores). anteriores).
201
Trabajo de Coordinación de los Músculos de Cadera
Ante/Retroversión
Colocarse de pie (si es posi-
ble con la cadera, rodilla, tobi-
llo, ligeramente flexionadas, po-
sición que deja a la pelvis libre
de movimientos, ver pág. 179).
Efectuar movimientos de
ante/retroversión de la pelvis, los
cuales abren y cierran los plie-
gues de la ingle.
202
después, distendiremos todos los músculos preceden
¿es, y continuamos efectuando las ante/retrover-
siones: intentemos activar los pelvitrocanterianos.
los movimientos son de pequeña amplitud, dan-
do la impresión de que son efectuados sin una
gran contracción muscular. Las sensaciones
de contracción son más profundas, la del pi-
ramidal está situada en la parte anterior del sa-
cro, luego hacia el cuello
del fémur (este mús-
culo moviliza al sa-
cro paralelamente
al fémur).
De esta forma, la pelvis es guiada en su asentamiento sobre las caderas, lo cual esta-
blecerá las curvas de la columna hacia arriba. Esto es muy distinto de la noción de
"colocación de la pelvis". El dominio de este movimiento deberá convertirse en una
costumbre. La pelvis se equilibra constantemente sobre las caderas, no mediante un
cerrojo de fuerza por parte de los músculos superficiales, sino por este juego de los
músculos profundos. Este trabajo es importante para el bienestar de la espalda.
203
Coordinación de los Músculos de Cadera
(continuación)
Antepulsión, retropulsión
Aquí, la pelvis se despalza horizontalmente en un movimiento "de cajón".
Estos movimientos no modifican la posición del tronco sino la de los miembros infe-
riores: llevaremos la pelvis lejos hacia delante (Fig. 1), lejos hacia atrás (Fig. 2).
204
Los mismos movimientos pueden efectuarse lateralmente.
A continuación podremos ejercitarnos, en apoyo sobre un pie,
a hacer que la pelvis se traslade sobre la cadera de apoyo:
Hacia delante.
Hacia atrás.
De lado.
205
La Rodilla
207
Los Movimientos y su Denominación
La Flexión
La flexión acerca las partes posteriores del muslo y de la pierna. Se da en movimien-
tos como el "plié" en ballet, el arranque o la caída en el salto, al franquear un obstáculo.
La flexión completa produce el aplastamiento de las masas musculares del muslo
y de la pantorrilla una contra la otra.
En la mayoría los casos, los dos huesos, el fémur y la tibia, se mueven simultánea-
mente, por ejemplo en el "plié".
Aunque también pueda darse que tan sólo uno de ellos efectúe el movimiento, por
ejemplo, en la patada hacia atrás es la tibia la que se mueve en relación al fémur que
permanece fijo.
208
La Extensión
Permite volver a colocar recto el miembro in-
ferior.
209
Los Movimientos de la Rodilla
(continuación)
Las Rotaciones
La rodilla puede efectuar también rotaciones: movi-
mientos de "rosca" de los dos huesos, uno sobre otro.
Estos movimientos tan sólo resultan posibles cuando
la rodilla se encuentra en flexión, dado que entonces,
ciertos ligamentos de la rodilla están distendidos.
No hay que confundirlos con las rotaciones de cadera o de pie (ver APM I pág.210).
210
Las Rotaciones Automáticas de la Rodilla
Los movimientos de flexión-extensión
y de rotación se combinan siempre de for-
ma automática.
Ello se debe a la disposición anatómi-
ca de la articulación (ver libro APM I,
pág. 223).
En un "plié" por ejemplo, los dos hue-
sos realizan una flexión. El fémur enton-
ces se orienta en una ligera rotación ex-
terna y la tibia en ligera rotación interna.
211
El Alineamiento de los Huesos de la Rodilla
Ante todo, remitimos al lector a la página 215 del libro APM I, por lo que se refiere
a las nociones sobre de los distintos ejes del miembro inferior.
212
Algunos Conceptos acerca del Crecimiento
Óseo de la Rodilla
El miembro inferior crece por término medio se-
senta centímetros. Dos tercios de este crecimien-
to se producen a nivel de la rodilla.
Como en todos los huesos largos, este crecimiento
longitudinal se produce a nivel de las zonas lla-
madas cartílagos de conjunción (distintos del car-
tílago articular). Estas zonas están situadas en la
futura confluencia entre la epífisis (extremo del
hueso) y la diáfisis (asta central del hueso largo).
En esta zona, por lo que respecta a los huesos
de la rodilla, el crecimiento es vivo hasta los cin-
co años. Durante el periodo anterior a esta edad
son frecuentes los "genu-valgum" y "genu-varum".
Estas son a menudo muy reversibles, pero su eva-
luación corre a cuenta del médico.
Posteriormente, el crecimiento disminuye, siendo
importante aún hasta los diez años.
Hay que prestar atención al alineamiento del miem-
bro inferior. El equilibrio de los apremios sobre la
plataforma tibial es esencial de cara a un crecimiento
armonioso de los cartílagos de conjunción.
En los cursos de trabajo corporal, es conveniente
procurar el correcto alineamiento del miembro in-
ferior y dar las referencias sensitivas muy pronto y
de forma repetida, especialmente en los niños de
entre 1 y 10 años, y bajo tres formas de ejercicios:
• Alineamiento de las rodillas, maléolos y pies en
ejercicios o juegos en descarga (ejercicios en págs.
268/271)
• Posición de pie sobre uno o ambos pies, toman-
do conciencia de los puntos de referencia del ali-
neamiento. No insistir mucho tiempo en estas pos-
turas estáticas, pero volver a ellas con frecuencia.
• Coordinación de movimientos fundamentales
del miembro inferior que se dan en todos los mo-
vimientos más complejos (ver coordinación cade-
ra/rodilla/pie, pág.273).
213
La Flexibilidad de la Rodilla
Flexibilidad Ligamentosa
La rodilla no posee freno óseo alguno. Contrariamente a lo que muchos piensan:
por ejemplo, mucha gente cree que la rótula frena la extensión de la rodilla, pero esto
no es cierto. Dado que la forma de la articulación no es muy ajustada, es el sostén
ligamentoso el que mantiene los huesos unidos.
Observaremos que el complejo ligamentoso es esencial para la estabilidad de la ro-
dilla, y si hablamos de flexibilidad, será indispensable aquí no alargar los ligamentos.
He aquí las amplitudes que permiten estos ligamentos:
La extensión debe permitir a los dos huesos del miembro inferior volverse a alinear
de forma recta. El freno de este movimiento es la parte posterior de la cápsula, muy
espesa, llamada casco condiliano. Puede darse a veces, sobre todo en el niño, la posi-
bilidad de sobrepasar la rectitud: es lo que llamamos el recurvatum de la rodilla, signo
de laxitud capsular posterior de rodilla.
214
Lateralmente la rodilla no puede efectuar ningún movimiento. Si ello es posible es
patológico; estos movimientos son llamados lateralidades, y son fruto de la distensión
de uno de los ligamentos laterales. Esto conlleva una grave inestabilidad de la rodilla:
por este motivo en el trabajo corporal hay que evitar totalmente cualquier estiramien-
to de los ligamentos laterales.
En la página 221 del libro APM I, podemos ver los ligamentos laterales puestos en
tensión cuando la tibia realiza una rotación externa bajo el fémur (o cuando el fémur
realiza una hiper-rotación interna sobre la tibia). Habrá que evitar pues hacer rotacio-
nes de manera forzada, sobre todo con carga.
215
La Flexibilidad Ligamentosa de la Rodilla
(continuación)
2 Otro ejemplo de movimiento que tensiona el ligamento lateral interno de la rodilla:
216
La Flexibilidad Muscular de la Rodilla
La rodilla es franqueada por los mismos músculos poliarticulares sagitales que estu-
diamos con la cadera: rectos anteriores hacia delante e isquiotibiales hacia atrás. Bási-
camente, son los isquiotibiales los que pueden llegar a ser un freno considerable de
la extensión completa de la rodilla. Y la flexibilización de estos músculos rectos ante-
riores delante, y los isquiotibiales detrás, es esencial por lo que respecta a la flexibili-
dad de la rodilla (ver páginas prácticas de cadera).
2 La mayoría de los casos, la rodilla realiza una extensión completa, que habrá que
mantener.
217
La Fuerza Muscular de Rodilla
El trabajo muscular de rodilla tiene dos objetivos:
El Cuadríceps
Existe un primer músculo muy importante que debemos
hacer trabajar —más bien un conjunto músculo-articular
llamado aparato extensor de la rodilla.
Este está compuesto por un músculo, el cuadríceps,
el más potente del miembro inferior, de un hueso:
la rótula, y de la articulación que une este hueso
al fémur: la articulación fémoro-rotuliana, que ter-
mina al empezar la tibia a la altura de una pro-
tuberancia sobre la cual reposamos cuando es-
tamos de rodillas, se trata de la tuberosidad
anterior de la tibia.
218
Con él, por ejemplo, sostenemos activamente la pierna tendida, remontamos de un
"plié" o realizamos una extensión que permite la propulsión en el salto.
Es por ello que su fortalecimiento será llevado de dos formas distintas: para econo-
mizar los cartílagos fémoro-rotulianos, emplearemos, básicamente, ejercicios intensi-
vos pero de tipo estático.
219
LA FUERZA MUSCULAR DE LA RODILLA
A continuación nos restan dos grandes grupos por tra-
bajar. Se trata de todos los músculos internos o
postero-internos.
• El músculo interno es el recto interno, aduc-
tor, poliarticular.
Los músculos postero-internos son:
• Los músculos isquiotibiales in-
ternos, semi-membranosos y
semi-tendinosos.
El gemelo interno, uno de los
principales del tríceps sural.
220
Fortalecimiento de los mús-
culos externos y póstero ex-
ternos. Los músculos exter-
nos son, el tensor de la "fas-
cia lata" y el bíceps femoral así
como el gemelo externo. Son
importantes en cuanto a la estabi-
lidad lateral externa de la rodilla, re-
forzando la acción del ligamento lateral
externo, y, de igual forma, para la armoniza-
ción en la estabilidad externa de todo el miem-
bro inferior al andar (ver páginas prácticas).
221
Páginas Prácticas. La Rodilla
222
Movilización Pasiva de la Rótula
La rótula no puede movilizarse estando la
rodilla flexionada, dado que se encuentra en-
callada entre los cóndilos femorales. Tampoco
puede movilizarse estando el cuadríceps en ac-
ción, puesto que su propio tendón que es ten-
sionado, impide cualquier movimiento de
rótula.
Fig. 1
Para efectuar esta movilización, debe
haber una doble condición:
• Que la rodilla esté a la vez en extensión
• Que esta extensión sea pasiva,
hacia dentro (Fig. 1), hacia arriba (Fig.
2), hacia abajo (Fig. 3).
223
Flexibilizacion Muscular de la Rodilla
Aquí remitimos al lector a las páginas prácticas de flexibilizacion de cadera donde
se explica:
224
• El estiramiento de los isquiotibiales (ver pág. 190 a 193);
sentado (tal como vimos en la pág. 192/193), llevando con fuerza los pies hacia sí mis-
mo, (Fig. 1).
o estiramiento con correa (pág. 191). Colocaremos la correa a nivel del ante-pie (no
del talón) para tratar el pie en flexión dorsal (Fig. 2).
Fig. 1 Fig. 2
225
Fortalecimiento Muscular de la Rodilla
2 Sentados, apoyándonos
en las manos, extendere-
mos una pierna, intenta-
remos llevar el hueco po-
plíteo hacia el suelo, y
despegaremos el talón del
suelo, impulsándolo lejos.
226
Podremos entonces ejercitarnos en distinguir la contracción de los cuatro haces.
La del crural es media y profunda, la notaremos incluso por la parte de atrás del fé-
mur. Para la contracción de los vastos, tendremos que ayudarnos, al principio, de un
compañero que impulse con la mano todo el miembro inferior en rotación, oponiendo
resistencia a dicha rotación.
Al presionar sobre el borde externo del pie: el miembro inferior es arrastrado hacia
una rotación interna, en este momento el vasto externo se encuentra más tensionado.
227
Fortalecimiento Muscular de la Rodilla
Trabajo del Cuadríceps
(continuación)
Para finalizar, elevaremos el miembro in-
ferior con la rodilla extendida, desde la ca-
dera. Esto agrega el trabajo del recto an-
terior puesto que añadimos a la extensión
de rodilla una extensión de cadera.
Esto también supondrá el aumento del trabajo de todo el cuadríceps. En efecto, los
isquiotibiales, estirados debido a la flexión de la cadera, intentar flexionar la rodilla
y hacen más dificultosa la flexión.
228
• Fortalecimiento de los Músculos Laterales
y Posteriores
Este ya ha sido abordado en el capítulo referido a la cadera:
229
Trabajo de coordinación de los Músculos
de la Rodilla
Deberemos tener en cuenta que la rodilla, en flexión, está desestabilizada desde el
punto de vista ligamentoso. Es entonces cuando entran en juego los estabilizadores
musculares.
Movimientos Laterales
Ponen a prueba la estabilización lateral
de la rodilla.
Inclinaremos la cabeza hacia el lado dere-
cho o izquierdo.
230
Movimientos Rotatorios
Ponen a prueba el reequilibrio rotatorio.
Giraremos la cabeza hacia la izquierda o ha-
cia la derecha.
Progresión en estos ejercicios: podremos ejercitarnos trabajando con los ojos cerra-
dos, o imprimiendo cierta velocidad en el movimiento.
Cuidado: no permanecer mucho tiempo sobre el mismo pie, preveyendo en el ejerci-
cio un cambio de apoyo regularmente, para no cansar los cartílagos.
Todos estos movimientos pueden combinarse a continuación, en direcciones espira-
les u oblicuas, y encadenándolos con movimientos más complejos.
231
EL TOBILLO Y EL PIE
233
Los Movimientos y su Denominación
La Flexión Dorsal
Es un movimiento que acerca la cara anterior del pie a la de la pierna
Encontramos este movimiento, estando el pie apoyado, cuando efectuamos un "plié",
o nos ponemos en cuclillas o al despegar y aterrizar en el salto.
Este movimiento se da cuando el pie está sin apoyo, en el momento del paso osci-
lante en el andar o al subir una escalera
234
La Flexión de la Planta
Es un movimiento que acerca la cara de la planta del pie a la cara posterior de la pierna
Este movimiento se da sin apoyo en el final del "paso posterior" al andar
Este movimiento se da en apoyo cuando nos elevamos sobre las puntas de los pies
y en la posición de rodillas, sentados sobre los talones
235
Movimientos Globales del Pie
Distinguiremos: Los movimientos sagitales de flexión dorsal o de planta, son idénti-
cos a los del tobillo, pero realizándose más allá en el pie
236
Los movimientos de rotación del pie alrededor de su eje antero-posterior, llevan la
planta del pie:
Hacia fuera, es la
pronación.
En la práctica, a nivel del pie en general, dada la forma de las superficies articula-
res, los movimientos se combinan así:
• Flexión dorsal abducción pronación forman la eversión,
• Flexión de planta aducción supinación forman la inversión.
237
La Flexibilidad del Tobillo
Flexibilidad Ósea
La forma ósea de la articulación permite movimientos sa-
gitales de flexión de planta y dorsal, pero los movimientos
rotatorios y laterales son imposibles puesto que la polea
astragaliana está sujeta lateralmente por los dos maléolos.
Sin embargo, esta sujeción difiere según las posiciones
en razón de la forma de la polea astragaliana.
Esta es más larga por delante que por atrás. En flexión
dorsal, la polea queda pues muy encaja-
da entre los maléolos.
Ningún movimiento lateral o rotatorio
resulta posible.
• en la flexión de la planta, en cambio,
la parte trasera de la polea queda me-
nos encajada. Un cierto juego lateral
y rotatorio resulta posible (en apoyo, la
articulación es entonces mucho menos
estable desde el punto de vista óseo, ne-
cesitando de las estabilizaciones ligamen-
tosas y musculares —ver págs. 284 y 285)
Flexibilidad
Ligamentosa
Los principales ligamentos son late-
rales. El ligamento lateral interno com-
puesto por dos capas es más importante
que el externo.
El externo por lo general está más expuesto
a los esguinces. Se trata de un ligamento al que
no es conveniente sobrecargar con movimien-
tos excesivos de inversión (por ejemplo: cruzar
el pie sobre el muslo opuesto sin una rotación
de cadera suficiente).
238
Flexibilidad Muscular
El principal freno muscular a nivel del tobi-
llo es el tríceps sural. Este músculo se pondrá
en tensión mediante el movimiento simultáneo
del tobillo en flexión dorsal y de la rodilla en
extensión. Entonces podrá frenar uno de los
dos movimientos.
Por ejemplo, si pedimos a alguien que se incline hacia delante colocando las manos
en el suelo, si el tríceps es corto podremos observar: bien, flexionarse la rodilla, bien,
elevarse los talones del suelo.
239
La Flexibilidad del Pie
No podremos entrar en detalle acerca de todas las articulaciones, pero señalaremos
las más importantes, sus principales movimientos y límites ocasionales.
A. La Articulación Subastragaliana
El astrágalo descansa en la parte trasera del pie,
sobre el calcáneo en dos superficies articulares
dobles (ver libro APM I, pág. 269).
En el plano óseo se trata de una articulación
móvil en muchas direcciones. Es como si es-
tuviésemos montados en un skate-board.
Desde el punto de vista muscular, los músculos que en este caso frenarán los movi-
mientos, serán aquellos provenientes de la pierna, ya citados en el estudio del tobillo,
principalmente el tríceps, que frena la flexión dorsal y la pronación.
B. La Articulación Mediotarsiana
Ahí, los movimientos son bastante parecidos a los de la su-
bastragaliana, aunque el plano de la articulación ya no es
horizontal sino vertical. Los movimientos de esta bisagra son:
flexión de la planta —flexión dorsal, rotaciones, abducción, aduc-
ción. Siendo más comunes estos últimos.
C. Articulación Tarsometatarsiana
Es un conjunto de articulaciones que forman una línea dentada.
Ahí, las tres direcciones de movimientos serán posibles siempre,
pero los más comunes son los movimientos de flexión de plan-
ta y dorsales, aunque, a veces, con movilidades muy reducidas.
240
D. Articulaciones Metatarsofalángicas
Ahí, los encajes nos permitirán movimientos en los tres planos que será
conveniente aprender.
Cabe observar que estos movimientos permanecen muy trabados en
los adultos. El más trabado por lo general es la flexión de la planta,
al estar la articulación, a menudo, colocada permanentemente en
flexión dorsal (esto puede ser debido a diversas causas: distribu-
ción del peso del cuerpo, calzado, etc... —ver páginas prácticas).
F. Articulaciones Interfaiangicas
Distales
Permiten más movimientos que la anterior: la flexión dorsal ade-
más de la plantar. Estos mini-movimientos, incluso los de la arti-
culación más pequeña del quinto dedo a menudo están bloque-
ados. Será pues preciso reeducarlos para una correcta motrici-
dad del pie.
241
El Trabajo Muscular del Tobillo y del Pie
Ante todo señalaremos la existencia de dos musculaturas:
• la que se encuentra en el pie, llamada intrínseca, compuesta por pequeños múscu-
los que movilizan varios huesos del pie entre ellos. Estos músculos, a menudo, funcio-
nan poco o mal o no funcionan.
• la que proviene de la pierna. Se trata de músculos mucho más potentes, que movili-
zan el pie añadiendo siempre una movilización del tobillo
Músculos Extrínsecos
Estos músculos tienen todos, como hemos visto, una acción a nivel del tobillo.
Ver APM I pág. 294
Observemos que existen tres veces más flexores plantares que flexores dorsales.
¿Por qué? Porque estos músculos están destinados básicamente al andar humano
y a la propulsión del pie en este andar.
Para ello son necesarios ciertos músculos que nos impulsen hacia atrás: los flexores
plantares.
Los flexores dorsales elevan el pie en el momento oscilatorio del andar, lo cual pre-
cisa mucho menos fuerza.
242
Si consideramos un eje longitudinal del pie que pase por en medio del astrágalo
y el segundo dedo, todos los músculos cuyos tendones pasen por dentro serán supina-
dores y por fuera, pronadores.
Observemos igualmente que poseemos tres veces más supinadores que pro-
nadores.
¿Por qué? Porque el pie está constituido como una bóveda en la que el arco princi-
pal es el interno. Este arco interno es una "armadura" (ver libro APM I, pág. 296).
Se sostiene, no por el juego del apilado óseo, sino gracias a los tensores ligamentosos
y musculares. Comprendemos, de esta forma, que éstos sean más importantes dentro,
para mantener este arco.
Todo ello nos ayuda a comprender ciertos hábitos del pie: a menudo podemos ver
a la gente colocarse en supinación en los movimientos de espera de pie; ello pone
en reposo los músculos sustentadores internos.
243
Coordinación del Tobillo y del Pie
A continuación revisaremos cada zona del pie y del tobillo con el objeto de exami-
nar como, por una lado, son estabilizadas por la coordinación de los juegos muscula-
res, y como, por otro lado, su posición influye en la articulación de las zonas vecinas,
lo cual comportará distintas maneras de "formar" el pie.
244
Orientación del Astragalo según la Posición de los
Huesos de la Pierna
245
Coordinación en la Articulación Subastragaliana
Ya hemos visto que la forma de esta articulación permite movilizaciones en numero-
sos planos. Es pues un lugar fundamental del equilibrio en apoyo de pie, para orientar
los huesos de la pierna por encima y los huesos del pie por delante.
Ningún músculo se inserta en el astrágalo. Este queda colocado a partir de las posi-
ciones de la pinza tibio-peroniana por arriba y del calcáneo por debajo.
Los músculos que orientan al calcáneo lateralmente terminan más hacia delante del
pie. El equilibrio lateral y rotatorio de esta articulación es pues indisociable al del res-
to del pie.
246
Coordinación en la Articulación Mediotarsiana
Esta articulación cambia de plano, es vertical, mientras que
hasta aquí eran horizontales.
Ahí, las coordinaciones importantes son aquellas por las que hacemos predominar
el apoyo
• Sobre el dedo, liberando la cabeza del metatarsiano
• O sobre la cabeza del metatarsiano liberando el dedo, y dejando a este dedo la libertad
de apoyarse o no, para restablecer un equilibrio o para una propulsión.
247
Coordinación Tobillo / Pie en Apoyo
Entre estos tres puntos de apoyo se forman los tres arcos del pie, arco interno, el
más visible, arco anterior y arco externo, esquelético e invisible a simple vista. Los
tres arcos forman la bóveda del pie.
248
B. Entre los dos extremos podremos ejercitarnos en probar dos posiciones más
intermedias
3/4 Del peso sobre el talón, 1/4 sobre el ante-pie (sin apoyo sobre los dedos)
Esta posición permite un cierto reposo muscular dado que:
• La bóveda no se encuentra muy cargada (el peso es llevado
sobre los dos huesos macizos de la parte trasera
del pie, entonces los músculos sustentadores de
la bóveda se relajan)
• La tibia recae directamente sobre el astrágalo. Po-
drá incluso equilibrarse con mínimas contracciones.
Es pues una posición de economía muscular, que
convendrá desarrollar para las prolongadas estan-
cias de pie.
El equilibrio es ahí algo precario: no estamos muy lejos de la caida hacia atrás. Esto
requiere un puesta en equilibrio muy fina por parte de la parte trasera del pie, una
activación de la articulación subastragaliana que deberá situarse como si cayese en
"mitad del talón".
50% del peso sobre el talón, 50% sobre el ante-pie
Existirá en este caso un trabajo muscular mucho más intenso pues-
to que:
• La bóveda se encontrará cargada: todos los mús-
culos sustentadores están en contracción de man-
tenimiento
• La tibia no está ya vertical sino oblicua sobre
el astrágalo: los músculos posteriores de la pan-
torrilla se contraerán para restablecer el equilibrio.
Esta posición requiere mucho menos finura pro-
pioceptiva en la activación de la parte trasera del pie.
El equilibrio es ahí mucho más fácil: podemos ir un poco hacia delante o hacia atrás,
simplemente con una mayor o menor contracción de los músculos posteriores.
No se trata de una posición de reposo sino más bien una activación muscular, a
desarrollar en todos los inicios de movimientos.
2. Lateralmente (visible sobre todo en apoyo unipodal):
Fig. 1 Fig. 2
Modificación del trípode según las acciones musculares
Muy numerosas, serán tratadas en el capítulo del fortalecimiento muscular (ver pági-
nas 258/267).
249
Páginas Prácticas Tobillo / Pie
Flexibilización del Tobillo
Movilización de Tobillo en Flexión Dorsal
Esta movilización es importante puesto que nos pre-
para directamente para el trabajo de amortiguación
en el salto (ver página 286).
Es la posición del "demi-plié", es decir:
• Rodillas flexionadas manteniendo los talones en el
suelo.
Podemos colocar el cuerpo en descarga apoyán-
donos en una barra.
250
Si falta la amplitud en alguna de las articulaciones, el equilibrio resultará imposible
y el cuerpo caerá hacia atrás. Existen dos compensaciones posibles:
Primera solución: llevaremos el cuerpo hacia el ante-pie, montándonos sobre la mitad
de las puntas de los pies —el equilibrio es precario— este movimiento no tiene interés
alguno para la flexibilización de tobillo.
251
Flexibilización del Tobillo
252
Para facilitar el ejercicio, podremos colocar el cuerpo en descarga, apoyando las manos
en el suelo, a ambos lados de las piernas.
El ejercicio, al mismo tiempo, estira las pequeñas articulaciones del pie que pudie-
ran estar agarrotadas y los músculos provenientes de la parte anterior de la pierna,
cuyos tendones se encuentran en la parte anterior del pie.
Mayor dificultad: llevemos el peso del cuerpo hacia atrás. La flexión de planta es
entonces muy acentuada en el extremo de los pies
Podemos apoyarnos sobre las manos colocadas en el suelo por detrás del cuerpo.
253
1. Movilización de la articulación subastragaliana
• Sentados, con una pierna extendida, pondremos el talón (el calcáneo) en el suelo
y, sin levantarlo, empujaremos el pie hacia atrás o hacia delante, como si quisiéramos
encoger o agrandar el pie.
• El mismo ejercicio podemos realizarlo de pie, durante una caminata, en la cual, a
cada paso pondremos el pie en el suelo como si quisiéramos alargarlo o encogerlo,
a partir del contacto del calcáneo con el suelo.
• De nuevo sentados, con una pierna extendida, imaginemos que el calcáneo es como
una bola sobre la cual hacemos girar el pie.
254
• De pie, en "demi-plié", para que quede visible el tendón de Aquiles.
Haremos mover lateralmente los calcáneos como si quisiéramos separarlos y acer-
carlos.
Sentados, con una rodilla flexionada, colocaremos la pierna sobre la otra rodilla.
Nos cogeremos el pie con una mano a nivel del medio-pie (el medio-pie en un zapa-
to correspondería al lugar de los cordones).
Con la otra mano, cogeremos el calcáneo y lo haremos mover en todas direcciones,
bajo el astrágalo.
255
2. Movilización de la articulación
mediotarsiana
Sentados, cogiéndonos el pie con una mano,
sujetaremos el calcáneo con la otra, de forma
que éste se situé en una fuerte flexión dorsal.
Calcáneo y astrágalo, de esta forma, quedarán
estabilizados.
Movilizar estas articulaciones efectuando con la mano una tenaza que inmovilice
el metatarsiano, agarrando bien la primera falange del dedo (y no la segunda ni la
tercera, como lo haríamos si agarrásemos el extremo del dedo).
256
A nivel del primer dedo existe a veces una rigidez en abduc-
ción (es el "hallux valgus"). En este caso, será inútil intentar
separar la primera falange, puesto que la mayoría de las veces
el movimiento tiene su origen más arriba: el primer metatarsia-
no está orientado en sentido inverso (en abducción), y así pues,
hay un espacio anormal entre las cabezas del primer y se-
gundo metatarsiano.
Después, con la otra mano, intentaremos movilizar la falange, primero en plano sa-
gital, luego en pequeñas rotaciones, e incluso en aducción, todo ello para recuperar
una cierta movilidad capsular.
257
Fortalecimiento Muscular del Tobillo y del Pie
Músculos Intrínsecos
Los Interóseos
Podemos hacer trabajar estos músculos
como abductores o aductores de las falanges:
separando o juntando los dedos.
También tienen otra función: sus contraccio-
nes constriñen el espacio entre los metatarsia-
nos. De esta forma contribuyen a impedir el
hundimiento del ante-pie.
258
Cuidado en confundir este movimiento con la flexión plantar de las interfalángicas
proximales, es decir, la acción del flexor común de los dedos.
Este movimiento es bastante dificultoso, y será conveniente que vaya precedido por
dos ejercicios:
• Movilización pasiva de las metatarsofalángicas. Notando bien la flexión plantar, ha-
remos sobresalir las cabezas metatarsianas.
• Realizar el movimiento primero con la mano (foto de la página de la izquierda). Es
mucho más fácil de realizar y ello permite precisar exactamente en que lugar del pie
se sitúa.
259
Fortalecimiento de los Músculos Intrínsecos
del Pie (continuación)
260
Flexor Corto del Primer Dedo
Efectuaremos un apoyo del dedo gordo en el suelo, con el pie plano.
261
Fortalecimiento de la Musculatura
de Tobillo / Pie
Músculos Extrínsecos
Será conveniente hacer intervenir estos músculos, cada uno según su función, aisla-
damente, para despertar la sensación precisa de la acción de cada uno de ellos. Para
asegurarnos de este modo que todos sean capaces de contraerse.
Puesto que, a menudo, los hábitos de movimiento (por ejemplo el hábito de andar)
hacen que utilicemos ciertos músculos preferentemente, dejando a otros permanente-
mente inactivos.
262
Trabajo del Extensor Común de los Dedos
Levantaremos todos los dedos a excep-
ción del primero. Más adelante, aumenta-
remos la dificultad: levantaremos los dedos
uno a uno, como si tocáramos una escala
en el piano. También podemos alternar los
movimientos: levantar el primer dedo, lue-
go los otros cuatro,...
263
Fortalecimiento Muscular del Tobillo y del Pie
Músculos Extrínsecos (continuación)
264
Estos músculos son esenciales para la estabilización externa del pie.
265
Fortalecimiento de los Músculos Tobillo / Pie
Músculos Extrínsecos (continuación)
• Aprieta la pinza
tibio-peroniana.
• Estabiliza el astrága-
lo por detrás (se trata
del único tendón que
pasa sobre el as-
trágalo).
• Encoge longitudi-
nalmente el medio-pie,
sosteniendo el arco
interno.
266
Trabajo del Tibial Posterior
Arquearemos el pie, no a nivel del tobillo, sino por la zona del cuello del pie.
Con contracción
Sin contracción
267
Trabajo de Coordinación de
los Músculos Tobillo / Pie
268
• Sentados, pie contra pie, los talones uno contra otro, mover los dedos de forma que
se junten los extremos de los primeros dedos, luego las cabezas de los primeros meta-
tarsianos. Respetaremos en ambos casos los huecos bajo la bóveda plantar.
269
Coordinación de los Músculos de Tobillo / Pie
(continuación)
270
A continuación, realizaremos los mismos ejercicios
con los pies juntos, manteniendo la misma preci-
sión mientras se despliega el pie...
271
Coordinaciones
Cadera / Rodilla / Pie
En las páginas siguientes se nos proponen una serie de ejer-
cicios bajo un objetivo común: experimentar como puede ser
regido el miembro inferior:
• Bien sea de arriba a abajo, a partir de la cadera.
• Bien sea de abajo a arriba, a partir del pie.
Estos ejercicios son especialmente delicados en los movimien-
tos de apoyo.
Deberán practicarse primero aisladamente.
En los ejercicios de coordinación propuestos posteriormente,
podremos ejercitarnos en guiar cada ejercicio desde el pie o
desde la cadera, o bien reunir las dos conducciones al mismo
tiempo.
273
Coordinación Cadera / Rodilla / Pie
Conducción del Miembro Inferior desde
la Cadera
274
De forma inversa, llevaremos las caderas en
una fuerte rotación externa (mediante un tra-
bajo activo de los músculos glúteos), observar
y sentir: las rótulas miran hacia fuera, las ti-
bias son llevadas en rotación externa desde la
cadera, lo cual llevará el pie en supinación ha-
cia atrás.
De esta forma podemos conducir el pie y
todo el miembro inferior en espiral desde la
cadera.
275
Coordinación Cadera / Rodilla / Pie
(continuación)
Conducción del Miembro Inferior desde el Pie
Nos instalaremos sentados o de rodillas, colocando un pie de forma plana en
el suelo.
1. Apoyaremos sobre el suelo con el talón ("centro del
talón"). Localizaremos correctamente la línea sagital me-
dia del talón, como si nos encontrásemos sobre la cu-
chilla de un patín sobre hielo.
276
Posteriormente buscaremos una posición
en la que los tres apoyos soporten igual pre-
sión (dejando los dedos distendidos).
Recuperaremos los movimientos de rota-
ción de cadera que provocan el balanceo de
la rodilla lateralmente. Observemos que aho-
ra es todo el trípode el que tiende a modifi-
car sus apoyos, recostándose hacia el lado
al que oscila la rodilla.
Tratemos entonces de mantener el apoyo de partida al
realizar los movimientos.
3. Tratemos incluso de invertir los apoyos del pie en rela-
ción a los balanceos de la rodilla: cuando la rodilla va ha-
cia el interior, mantendremos el contacto/apoyo en el lado
externo e inversamente.
277
Coordinación Cadera / Rodilla / Pie
El "Plie"
En este movimiento, el tronco desciende verticalmente so-
bre los miembros inferiores los cuales efectúan una triple fle-
xión de cadera, rodilla y tobillo.
Podemos distinguir:
• El "demi plié", donde los talones permanecen en el suelo
(la flexión dorsal de tobillo es máxima).
• El gran "plié", donde los talones se despegan y la pelvis des-
ciende hasta los pies (la flexión de rodilla es máxima).
• Tendencia a llevar los glúteos hacia atrás: nos será de ayuda imaginar que desliza-
mos la espalda a lo largo de una pared o que pretendemos sentarnos sobre los pies.
(Fig. 1)
• Tendencia a despegar los talones del suelo. (Fig. 2)
• Tendencia a querer descender hacia abajo, o sea a inclinar la espalda hacia delante;
deberemos descender manteniendo toda la altura del tronco. (Fig. 3)
278
2. A continuación realizaremos el "plié" con las piernas
separadas y los pies paralelos.
Primera nueva dificultad: las rodillas tenderán a juntar-
se. Para solucionarlo:
• Imaginemos una misma pelota colocada entre los pies y entre las rodillas, de forma
que la rodilla doblada llegue justo por encima del segundo dedo. La conducción de
este movimiento se realizará a partir de la cadera.
• A continuación, localizar las rotaciones del fémur dirigidas hacia el exterior y las
de la tibia hacia el interior. Este movimiento en espiral podremos visualizarlo median-
te un movimiento realizado con las dos manos colocadas una encima de otra como
si retorciéramos una servilleta.
• También podremos colocar las manos sobre los muslos, y durante el descenso del
"demi-plié" haremos que se deslicen ligeramente hacia el exterior y haciéndolas vol-
ver, remontando, hacia el interior.
• También puede acompañarse el descenso
del "demi-plié" por un movimiento de bra-
zo: con los brazos un poco separados del
cuerpo dibujaremos un semicírculo hacia
fuera, lo cual comporta un trabajo del glú-
teo mayor, a fin de despertar las sensaciones.
279
Coordinación Cadera / Rodilla / Pie.
El Plie (continuación)
Posteriormente trabajaremos con una rotación externa de cadera.
280
El Descenso del "Pile"
El primer criterio a seguir del "demi plié" o del
"grand plié" es el del alineamiento de la rótula por
encima del segundo dedo.
El segundo criterio es el de la amplitud máxima
de apertura.
El tercer criterio es el del descenso manteniendo
la espalda vertical.
281
Coordinación Cadera / Rodilla / Pie
(continuación)
El Balanceo
En este movimiento, transportamos el cuerpo de uno a otro pie previa flexión de
la rodilla, para volver al centro (no se trata del mismo transporte que en el caminar,
por ejemplo).
282
Durante el desarrollo del ejercicio, tendremos en cuenta los siguientes detalles:
(para el miembro inferior que se posa en el suelo)
• Poner el pie progresivamente de delante hacia atrás.
• Rótula por encima del segundo dedo.
• Peso equilibrado sobre el trípode del pie.
La pelvis dibuja una U frontal en el espacio.
En el lado en que dejamos el apoyo, los tres puntos del trípode se elevan del suelo
unos después de otros en este orden:
• Talón.
• Puntos de apoyo del arco externo.
• Puntos de apoyo del arco interno.
• Dedos.
283
Coordinación Tobillo / Pies en Apoyo
(continuación)
La Ascensión sobre las Puntas de los Pies
De igual forma que el plié, se trata de
un ejercicio de base importante, siendo
susceptible de repetirse en cada clase,
acentuando sólo una dificultad a la vez.
Al principio, trabajaremos con un apo-
yo, para eliminar los poblemas de equili-
brio y poder trabajar en plano sagital.
284
2. Posteriormente trabajare-
mos con las piernas se-
paradas.
Se perderá el contacto en-
tre los maléolos, los defectos
tienden a acentuarse.
285
La Amortiguación
286
En el trabajo corporal, tres factores intervendrán en la amortiguación:
• El suelo puede ser más o menos duro: por ejemplo, los suelos de hormigón o
de baldosas, o de madera pegada directamente sobre hormigón, no son amortizantes.
Actualmente, es posible construir un suelo amortiguador en una sala de trabajo cor-
poral. Acerca del tema de los suelos, los autores poseen documentación a disposición
de aquellos que estén interesados en el asunto.
• Los pies pueden estar provistos de zapatos con suelas amortiguadoras como
las que existen hoy en día para las caminatas o para ciertos deportes. Si el suelo
es duro, aconsejamos con insistencia al profesor que haga llevar este tipo de zapatos
en los períodos del curso en que se salte a menudo. De la misma forma, si se producen
muchas caídas, podremos colocarnos un jersey espeso alrededor del talle.
• Por fin, existe algún caso en que es el mismo cuerpo, por sus movimientos, que
va a comportarse como un "amortiguador" es decir, "un dispositivo destinado a
atenuar la violencia de un choque" (diccionario Petit Robert). Entonces el cuerpo ate-
nuará sus propios impactos. Se trata del factor más importante.
287
¿Por qué?
Porque esta amortiguación es de una utilidad básica en la protección del aparato loco-
motor —tanto en el presente como a largo plazo.
Para entenderlo mejor, veamos que ocurre cuando éste no se lleva a cabo.
Tomemos el ejemplo de un bailarín que salta durante media hora, con los pies desnu-
dos, sobre un suelo de hormigón, sin amortiguación en su propio cuerpo: Cada vez
que tome contacto con el suelo será como si recibiera una serie de impactos y percu-
siones, que repercutirán de abajo a arriba en todo el aparato locomotor, concretamen-
te a nivel de los cartílagos. Es como recibir otros tantos golpecitos de martillo repeti-
damente sobre aquéllos.
Se trata pues de un tejido frágil y será básico protegerlo en todos los movimientos,
incluidos los de la vida cotidiana.
288
Ahora, estudiemos con detalle un caso sencillo de amortiguación: el del salto verti-
cal sobre el mismo sitio, sobre las dos piernas, manteniendo los pies paralelos y en
la separación de las caderas.
Fig. 1
Fig. 5
289
La Amortiguación en los Saltos (continuación)
Descripción en cámara lenta del desarrollo ideal:
El itsmo y el talón
290
Descripción de los principales obstáculos a este desarrollo
ideal
291
Amortiguamiento en el Salto (continuación)
292
Ahí se encuentra un encadenamien-
to fundamental.
Para favorecer el paso de la posición
alta a la posición baja, deberemos
aprender a doblar la rodilla justo an-
tes que el talón toque en el suelo.
De esta forma, el miembro inferior
desciende de manera seguida y "en-
lazada".
293
La Amortiguación en el Andar
La llegada del salto era vertical.
En el andar, por el contrario, el cuerpo se despla-
za sobre una línea horizontal (aunque existan en
esta línea ligeras subidas y bajadas). De esta for-
ma, el pie llega al suelo, no a través de la punta,
sino en la forma más inmediata a través del talón.
No se amortiguará con la llegada progresiva del
pie en el suelo como en el salto. No existe tampo-
co el uso de la triple flexión tobillo/rodilla/ cadera.
Para comprenderlo mejor, remitimos al lector a las páginas 248/249 para que exami-
ne como puede llevarse el cuerpo más hacia el tras-pié o el ante-pié en posición de
pie. Al andar recuperamos las mismas variantes de alineación. Y son éstas las que com-
portan una diferencia en el amortiguamiento.
294
a. Si el cuerpo está hacia delante en el momen-
to en que el talón llega al suelo, el peso del cuer-
po recae sobre el pie delantero. La recepción es
entonces muy "cargada".
Ello provoca a un impacto que repercute de
abajo a arriba, y que si se repite puede causar
traumatismos en los miembros inferiores e in-
cluso en las articulaciones inter-vertebrales.
295
La Propulsión
La palabra propulsión proviene del latín "propellere": empujar hacia delante.
Por extensión, se usa tanto para la dirección hacia delante como para el hecho de
poner en movimiento, de forma general. Aquí abordaremos la propulsión hacia delan-
te, horizontal, en el andar y el correr, y la propulsión, vertical, en el salto.
La Propulsión en el Andar
Existen dos causas que pueden llevar el cuerpo hacia delante:
En esta forma de andar, parece que los pies andarán tras el tronco. Existe muy poco
trabajo de los miembros inferiores. En concreto, prácticamente no existe trabajo algu-
no de los flexores dorsales de pie/tobillo, ni de los glúteos mayores. Se trata pues de
un modo de andar descansado para los miembros inferiores. Por el contrario, el trasla-
do del tronco hacia delante, aunque sea ligero, exige un mayor esfuerzo de los múscu-
los posteriores del tronco.
296
b. Bien sea, que el centro de gravedad estuviese cerca en vertical de la parte trasera
del pie.
En este caso, ya no será el tronco el que arrastre a las piernas, sino todo lo contra-
rio. La propulsión proviene de un empuje de los miembros inferiores en el suelo de
atrás hacia delante.
Debido a esta propulsión hay cuatro grandes zonas que pueden ser activadas. Sea
las cuatro a la vez, o bien una o dos de ellas, en función de las formas de andar. Las
estudiaremos, no según el orden cronológico de la marcha, sino según aquél en que
sea más fácil reconocerlas.
297
2 Extensión de la Cadera
La pelvis es propulsada casi horizontalmente de
atrás hacia delante del fémur.
Este trabajo supone una amplitud de extensión
de cadera la cual a menudo no existe. Será nece-
sario entonces recuperar esta extensión antes de
una propulsión de cadera (ver páginas prácticas de
flexibilizacion de cadera en la página 188, y ante/re-
tropulsión en la página 204). Supone, de igual modo,
la activación de un potente extensor: el glúteo mayor.
298
3 Región de la Rodilla
Habrá un momento durante la propulsión en que la
rodilla deberá encontrarse en extensión. Para que esto
tenga lugar, las amplitudes en la extensión de cadera
y de rodilla deberán ser lo más amplios posible. Para
ello deberemos preparnos de la siguiente forma:
299
4 Región del Tobillo
Por fin, en el ejercicio precedente, podemos com-
probar un mayor alargamiento del miembro in-
ferior permaneciendo en apoyo sobre el ta-
lón del pie trasero, y utilizando el empuje so-
bre este talón para provocar la extensión simul-
tánea de la cadera y de la rodilla.
300
La Propulsión en la Carrera
En el andar existe siempre un contacto del cuerpo con el suelo por los pies, o uno
solo, o una de sus partes.
En la carrera hay un breve instante en que el cuerpo no está en contacto con el suelo.
La propulsión ahí es más intensa.
Esto producirá una mayor velocidad. El talón no puede empujar el suelo de la misma
forma que lo hemos descrito en la fase 4 del andar. Existe ante todo una triple exten-
sión del miembro inferior y un despliege del pie.
301
La Propulsión en el Salto
Salto Vertical
A partir de una triple flexión del miem-
bro inferior, la distensión vertical en el
salto, pone en juego simultáneamente:
302