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La Fuerza Muscular de la Muñeca

Por el hecho de estar atravesada tan sólo por tendones, a la muñeca a veces puede
que le falte fuerza. Sin embargo, es una articulación en donde la estabilidad (resultado
de una fuerza suficiente de la musculatura) es más necesaria que la movilidad. Por
consiguiente, habrá que trabajar este fortalecimiento, y principalmente en los casos
en que la articulación sea débil, mediante una resistencia orientada a las cuatro caras
de la muñeca.

Podemos añadir mayor intensidad manteniendo las posturas en que el peso del cuerpo
esté en apoyo sobre aquella en diversas posiciones.

Coordinación de las
Acciones Musculares
sobre la Muñeca
La posición en que la muñeca se sitúa espon-
táneamente para casi todas las acciones de "co-
ger" es oblicua: combina la extensión con la in-
clinación radial.

Ello es el resultado de la forma de las super-


ficies articulares y de las direcciones que to-
man los tendones. De igual forma, es en esta po-
sición que los dedos, en pre-flexión a causa de
la extensión de la muñeca, tienen más fuerza para terminar esta flexión.
En los movimientos en que participe la muñeca, pasaremos en diagonal de esta po-
sición a la posición de flexión/inclinación cubital. Resulta interesante combinar estas
posiciones con todas las del miembro superior.

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La Mano

• Movimientos de la Mano y de los Dedos.


Balance de los Movimientos:

Metacarpofalángicas:
Flexión/Extensión.

Abducción/Aducción.

Rotaciones Internas y Externas.

Interfalangicas Proximales:
Flexión palmar.

Interfalangicas Distales:
Flexión palmar - flexión dorsal.

Los límites de estos movimientos son gene-


ralmente ligamentosos.
Por lo que se refiere a la flexibilidad muscu-
lar de la mano, retomamos aquí las observacio-
nes hechas con respecto a la muñeca: por los
dedos no pasan más que tendones. Son los ten-
dones de músculos poliarticulares que provie-
nen del antebrazo y, en ocasiones, del brazo.
La amplitud de los movimientos de los dedos
está pues ligada a las posiciones de todas sus
articulaciones.

151
La Fuerza Muscular de la Mano
Cabe distinguir la
acción especifica de
los músculos intrín-
secos de la mano,
siendo los más im-
portantes los exter-
nos, los cuales movili-
zan el pulgar y sus falan-
ges. Y la de los extrínsecos, los cua-
les movilizan los dedos y además las me-
tacarpofalángicas y la muñeca.

Hay un predominio de los flexores en relación a los extensores, dado que la función
de "coger" es la más importante de las funciones en fuerza de la mano.

La Coordinación de las Acciones Musculares


de la Mano
Debido a la forma de las superficies articulares y de las acciones musculares, la mano
comporta tres pliegues:

La línea que está más cerca del pulgar o "línea de la vida", es el pliegue formado
por la oposición del pulgar.

La flexión de las metacarpofalángicas forma un pliegue desdoblado, ya que esta fle-


xión no se realiza con la misma amplitud en las articulaciones 2 - 3 - 4 - 5 .
Flexionando más la 5 que la 2.

Es por ello, que cuando realizamos este movimiento, la palma tiende a formar un
"canalón" oblicuo que sirve de asiento a los objetos que son cogidos.

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Páginas Prácticas Codo / Muñeca / Mano

• Flexibilizando de Forma Global


todo el Miembro Superior
Colocarse de rodillas, sentado sobre los pies. Realizar con los brazos una retropul-
sión lo mayor posible. Extender el codo, la muñeca, abrir la palma de la mano al máxi-
mo, extender igualmente las metacarpofalangicas, arqueándolas si es posible. Separar
todos los dedos (cuidado, a menudo los dedos no se separan uniformemente). Es con-
veniente trabajar las deficiencias de separación que se manifiesten en este ejercicio.
Extender todas las falanges de los dedos.

Realizar el mismo ejercicio con el otro brazo, luego trabajar con los dos brazos a
la vez. Normalmente, observaremos una cavidad entre los dos omoplatos. También po-
demos trabajar en pareja, ayudando una persona a la otra a llevar los brazos atrás.

Este ejercicio pone en estiramiento las aponeurosis y los músculos de todo el miem-
bro superior, desde el esternón hasta los extremos de los dedos, llevados por los mús-
culos flexores.

Atención con este ejercicio puesto que coloca la cabeza humeral en posición "lu-
xante". No es aconsejable para personas que hayan padecido esguinces o luxaciones
antero-internas de hombro, sobre todo en casos reincidentes.

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• Fortalecimiento Codo/Muñeca/Mano
Cerrar el puño de una mano. Con la otra mano efectuar un apoyo sobre el borde
interno, y externo.

Existe en la mano que apoya un trabajo de los músculos flexores de la muñeca. Para
la mano con el puño cerrado existe un trabajo sucesivo de los aductores de los dedos
y de la muñeca.
También puede realizarse un apoyo sobre el dorso de la mano, con los dedos exten-
didos: trabajo de los extensores de la muñeca y de los dedos.
También podemos trabajar el apoyo de una mano sobre la otra con las muñecas
extendidas, lo cual desarrolla la fuerza muscular y la estabilidad de la muñeca en di-
cha posición.

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Juntar los extremos de los dedos dejando los dedos extendidos. Apretar con fuerza.
Este ejercicio fortalece los músculos del antebrazo y de las manos.

Realizar la misma operación apoyándonos sobre las manos. Mantener los dedos bien
extendidos.
El trabajo se hará más intenso si realizamos un apoyo sobre pies y manos.

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• Coordinación del Miembro Superior.
Conducción Recíproca Hombro / Mano
De pie, colocar ambas manos enfren-
te nuestro, apoyarlas ligeramente una
contra otra, con los codos semiflexiona-
dos. Manteniendo las manos en el mis-
mo lugar, efectuar elevaciones de bra-
zo. Los codos al subir se separan, para
luego volver a descender. Buscar una ca-
lidad de continuidad en el movimiento.
A continuación, separar las manos: ahí
perdemos la referencia del contacto.
Mantener, sin embargo, las manos en el
mismo lugar, continuando con el movi-
miento de los codos.

Notar como se puede conducir el movimiento a partir del hombro (ya que la abduc-
ción del hombro arrastra al codo y a la muñeca), o a partir de la mano, pues el apoyo
de las manos sirve de inicio para un movimiento del antebrazo que arrastra el brazo
hasta el hombro.

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Volvemos a tomar el mismo ejercicio,
con los codos casi extendidos. El movi-
miento, entonces, es más una rotación
del hombro. De la misma forma, probe-
mos de abandonar el contacto entre las
manos y girar los brazos y los antebra-
zos sobre sí mismos sin modificar la po-
sición de la mano.

A continuación podemos ejercitar el mismo movimiento en otras posiciones. Esta


dirección muscular doble es muy interesante para aprender a enlazar los gestos dista-
les de la mano con el hombro, e incluso con el tronco. E, inversamente, para dejar
que los movimientos del hombro se prolonguen hasta la mano.

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Coordinación para el Miembro Superior
(continuación)
Colocarse de pie, con el brazo recto y partir con una ligera abducción, retropulsión,
rotación interna. Desde ahí, subir en diagonal hacia el hombro opuesto, realizando
una espiral a nivel del hombro y de los dos huesos del antebrazo, llevando, al llegar,
la mano en supinación. A continuación, realizar la misma diagonal, invirtiendo las
rotaciones

Después, ir con la mano elevada hasta la abducción, rotación externa, supinación,


y describir un movimiento diagonal para descender por el lado opuesto en rotación
interna y pronación.

Finalmente, podemos encadenar estas dos dia-


gonales dibujando una especie de 8 enfrente de
sí mismo, lo mayor posible.

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Dibujar con la mano un círculo como si fuera sobre una pared, enfrente de nosotros.

Empezar por un círculo muy pequeño, haciendo círculos cada vez mayores. Enlazar
estos movimientos en una espiral continua. Invertir el orden.

A continuación, dibujar el círculo en un plano que sería como una paleta sostenida
por la otra mano. Este plan de trabajo resulta más fisiológico.

Después, dibujar sobre el plano precedente un 8 vertical.

Progresivamente, el anillo superior del 8 se realizará más cerca del cuerpo y el ani-
llo inferior más bien lejos.

Como en los círculos, puede variarse la amplitud del movimiento.

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Ejercicios para las Manos
Estos ejercicios son expuestos a título de ejemplo. La lista no es exhaustiva.

• Flexibilidad Global de la Mano


Juntar las dos manos cruzando completamente los dedos. A continuación, girar las
muñecas llevando las palmas hacia sí y hacia arriba. Intentar acercar los codos.

• Fortalecimiento de los Músculos de la Mano


(Ver pág. 155)

• Coordinación Mano / Dedos


Flexionar los dedos de forma diferenciada: flexionar
el 2 y el 5, dejando el 3 y el 4 extendidos. O realizar
el ejercicio en sentido inverso. Podemos, también, vol-
ver a cerrar los dedos de forma diferenciada, uno a uno.

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Extender los dedos uno por
Cerrar el puño. uno: índice.

Mayor. Anular, Meñique.

161
La Cadera

La cadera evoca a la vez la pelvis, que sostiene la columna


(cuya posición influye sobre las curvas de la columna), y los
fémures, los cuales, por su colocación, orientan a todo el miem-
bro inferior de arriba a abajo.

Esta articulación es igualmente una encrucijada entre los


miembros inferiores y el tronco.Su flexibilidad es indispensa-
ble para la soltura de aquellos, y su rigidez tendrá repercu-
siones en la columna, la rodilla y el pie. Esta rigidez, poco
común en el niño, llega a ser frecuente en el adulto. Vale la
pena pues, prevenirla y mantener aquí la comodidad articular.

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Los Movimientos y su Denominación
Como en toda articulación podemos observar, bien los dos huesos moverse al mis-
mo tiempo, bien uno de los dos huesos permanecer fijo y el otro estar móvil.

En el caso de la cadera, nos encontraremos con que el hueso ilíaco es fijo y el fémur
móvil: llamaremos a estos movimientos, movimientos femorales de la cadera; y al re-
vés, cuando el fémur permanece fijo y el ilíaco se mueve: lo describiremos como movi-
mientos ilíacos de la cadera.

• La Flexión
La flexión femoral acerca la cara anterior del muslo
a la pelvis. Se da en cantidad de movimientos; por ejem-
plo, al andar, al subir por una escalera, en posición sen-
tada. En baile, en el trenzado hacia delante, el "plié"
hacia delante,...
Puede combinarse con otros movimientos de cadera:
con una abducción en posición sentada, con las rodi-
llas separadas en posición en cuclillas con una rotación
externa en "los pliés" con apertura,...

El movimiento correspondiente^ el fémur permanece fijo, es una


oscilación hacia delante del hueso ilíaco llamada anteversión, movi-
miento que se confunde a menudo con la lordosis lumbar, aunque
no se localicen en el mismo nivel (ver pág. 48).

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• La Extensión
La extensión femoral acerca la cara posterior del muslo a la
espalda. Se da, por ejemplo, en ciertos momentos al andar o al
correr. En la técnica del ballet clásico se combina con una rota-
ción externa, por ejemplo el "arabesco" clásico se realiza a nivel
de la cadera por una extensión más una
rotación externa.

Es muy limitada en cuanto a su ampli-


tud. Veremos las causas de estas limita-
ciones en el párrafo dedicado a la flexi-
bilidad de la cadera; comporta casi de
inmediato una anteversión de la pelvis y
se produce aún más rápido si añadimos
a la extensión de la cadera una flexión
de rodilla del mismo lado.

El movimiento correspondiente, si es el
fémur el que permanece fijo y la pelvis mó-
vil, es una oscilación de la pelvis hacia atrás
llamada retroversión. En las clases de tra-
bajo corporal, es un movimiento a menudo
"pronado", corrigiendo el profesor la pelvis
en retroversión para "borrar el arqueamien-
to" (ver el capítulo sobre el arqueamiento,
pág. 46).

165
Los Movimientos de la Cadera (continuación)

La Abducción
Es un movimiento que acerca la cara exterior del
muslo al tronco. Si se realiza con la rodilla mirando
hacia delante, es decir, en posición neutra, es un mo-
vimiento muy limitado dado que el cuello del fémur
tropieza con el reborde del cotilo.

Este movimiento a menudo se combina con otros


como la rotación externa, o la flexión, que permiten
un mayor amplitud del movimiento, dado que enton-
ces no existe ningún freno óseo.

El movimiento correspondiente, si es la pelvis la


que es móvil, es una inclinación lateral externa de
la pelvis.

166
La Aducción
Es un movimiento en el cual la cara interna
del muslo se desplaza hacia el lado opuesto.
Es un movimiento de poca amplitud, puesto que
se encuentra también con un límite óseo. A me-
nudo se combina con una flexión o una exten-
sión en todos los movimientos de cruce hacia
delante o hacia atrás, o en los "desarrollos" (es-
grima: manteniendo una pierna fija en el sue-
lo, la otra hace una flexión, desplazando el pie
hacia delante en un movimiento rápido).

El movimiento correspondiente, si la pelvis


es móvil, es una inclinación lateral interna de
la pelvis.

Estos movimientos laterales de cadera son poco corrientes en la vida cotidiana con
el fémur móvil. Por el contrario, cuando pasamos el apoyo sobre un pie (por ejemplo
a cada paso al andar), la pelvis efectúa movimientos de este tipo sobre el fémur portador.

167
Los Movimientos de Cadera (continuación)

Las Rotaciones
Son movimientos que hacen girar al fémur so-
bre su eje a la manera de un destornillador (no
confundirlos con los movimientos de rodilla o de
pie). En la rotación interna, el pie o la rótula se
orientan hacia dentro. El movimiento correspon-
diente, si el fémur permanece fijo, es una rotación
interna del ilíaco.

En la rotación externa, el pie o la rótula se orientan hacia fuera. Esta rotación exter-
na es llamada a veces "apertura", y practicada, por ejemplo, en el ballet clásico. Se
combina con otros movimientos.

El movimiento correspondiente, si el fémur permanece fijo, es una rotación externa


del ilíaco. Se aprecia en la foto de la derecha, en la cadera de apoyo.

168
Movimientos de los Huesos de la Pelvis
Existe la posibilidad de movilidad entre los huesos de la pelvis, y aunque es de poca
amplitud, esta movilidad acompaña todos los movimientos de la cadera o de la colum-
na vertebral baja.

Podemos notarlos independientemente sen-


tándonos sobre los isquiones: recostarse so-
bre un isquión y separar el otro antes de vol-
verlo a colocar en el suelo. Y al revés, acercar
el isquión libre antes de volverse a colocar en el
suelo sentados sobre los dos isquiones aproxima-
dos. En estos dos movimientos, la sínfísís púbica
se pondrá en tensión, primero abajo, luego arriba.

Colocarse sobre un isquión y efectuar con el otro


un desplazamiento hacia delante, antes de des-
cansar con un isquión hacia delante y otro hacia
atrás:

tendremos entonces el primer ilía-


co en retroversión y el segundo en
anteversión. La sínfisis púbica está en
torsión.

Movimientos de este tipo se producen en todos los movimientos


de cadera, acompañándolos.

Por ejemplo, al andar a grandes pasos, en el paso al frente, el


fémur está flexionado y el ilíaco en retroversión. Por lo que hace
al pie trasero, el fémur está en extensión y el ilíaco en anteversión.

Ocurre lo mismo en los movimientos frontales o rotatorios. En


todos los movimientos propuestos en las páginas prácticas, los
movimientos de cadera arrastran pues a las articulaciones de los
huesos de la pelvis.

169
La Flexibilidad de la Cadera
La flexibilidad de la cadera es indispensable para la realización de numerosos movi-
mientos. Lo es también para el bienestar del cuerpo en numerosas situaciones de la
vida diaria, y en concreto, para el bienestar en los movimientos y posturas cotidianas.
Sin embargo, esta articulación en el adulto suele estar agarrotada. Seria pues conve-
niente comprender el o los porqués de este agarrotamiento y saber, en parte, como
prevenirla.

La Flexibilidad Osea de la Cadera

La cadera está poco limitada por lo que respec-


ta al plano óseo (ver APM I págs. 204/205).

Sin embargo, existen importantes variaciones


en la forma ósea de la cadera. Para compren-
derlas mejor, haremos una observación
acerca del crecimiento óseo de la cadera.

El crecimiento óseo
de la cadera
La articulación de la cadera aparece en el segundo mes de la vida intrauterina. Pero
al principio, ésta no es más que un modelo cartilaginoso, que se osificará después del
nacimiento.

La osificación de la cabeza del fémur se produ-


ce desde el centro hacia la periferia a partir de
un núcleo óseo que aparece hacia la edad de 5
meses.

De igual forma, el hueso ilíaco es, al principio,


cartilaginoso y entre el tercero y sexto mes de la
vida intrauterina, aparecen tres núcleos óseos que
corresponden a las tres zonas del hueso: ilion, is-
quión y pubis.

Estos tres núcleos se extienden progresivamen-


te hasta agruparse para formar el cartílago en for-
ma de "Y" del cotilo. Durante los primeros 6 me-
ses de vida, el cotilo es tan sólo cartilaginoso.

Cadera: núcleo óseo a 1 año de edad.

170
Hay un aspecto mecánico en el esculpido de la forma
de la articulación: es necesario que la cabeza del fé-
mur esté bien centrada en el cotilo para que los apre-
mios de presión del cotilo sean armoniosos y pue-
da formarse una cabeza bien redonda. De igual
modo, para que el hueco del cotilo sea el correcto
es necesaria una presión de la cabeza en un punto
preciso, representado por el centro del cartílago en
forma de Y. De esta forma las dos superficies se van
modelando recíprocamente durante los primeros me-
ses de vida.

Es muy importante que los cartílagos estén bien


orientados uno en relación al otro en el inicio de
la vida, para que esta interacción modele correc-
tamente las superficies. Ello puede ser el objeto
de un test médico en el nacimiento, y de even-
tuales rectificaciones, variando las posturas del bebé
(siendo la más frecuente la de poner los pañales al be-
bé en abducción). Por el contrario,en el pasado, al colo-
carse los pañales atados muy ceñidos y en aducción, se co-
rría el riesgo de que la orientación de los cartílagos no fuera la adecuada.

En los apoyos y en el andar, las extremidades quedan presionadas una contra otra.
Pero antes de tener edad para andar, lo que va a garantizar esta presión serán las
contracciones musculares que efectúa el bebé en la amplia gama de sus movimientos.
Ello se añade a la o las posiciones en que la articulación se encuentra a menudo.

Todos estos factores, añadidos a los genéticos, esculpirán la forma ósea de las superfi-
cies articulares pero de igual forma lo harán con los rebordes del cotilo y del cuello.
La forma de éstos, pues, será determinante para frenar o permitir los movimientos
de gran amplitud de la cadera, así como para asegurar su mayor o menor estabilidad
(remitimos al lector a las págs. 204/205 del libro APM I). ¿Que conclusión podemos
sacar de todo ello por lo que respecta a la forma ósea de la cadera? Pues que ciertas
caderas serán más o menos flexibles o rígidas en función de su forma ósea.

Ello nos explica (sólo en parte) las diferencias a veces considerables que encontramos
en la amplitud de movimientos de cadera de una persona a otra. Si la causa es el fac-
tor forma ósea, ningún ejercicio podrá cambiar esta situación. No merece pues la pena
intentar una mayor flexibilizacíón, o dar ánimos a la persona para que sobrepase su
amplitud ósea de movimiento, sino más bien prevenir las compensaciones que podrían
existir por encima o por debajo y que detallaremos más adelante.

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¿Cómo distinguir que una rigidez en la cadera puede ser de origen óseo?

Es difícil hacerse una idea clara del asunto en una clase.

Sin embargo, podemos señalar que si un freno en el movimiento es de origen óseo,


lo notaríamos como si se tratara de un tope en el ángulo interior del movimiento, mien-
tras que si se trata de una rigidez muscular o ligamentosa la notaremos como si fuera
una tensión en el lado opuesto al movimiento.

Daremos a continuación algunos tests para indicar la amplitud de la flexión de ca-


dera. En la clase pueden realizarse como si fueran juegos , no los citamos para hacer
un diagnóstico preciso, sino para localizar rigideces importantes.

Toda dificultad notable, dolores o limitaciones ostensibles:


• Bien sea de un individuo en relación a los demás.
• Bien sea en el mismo individuo, de una cadera a la cadera simétrica, debe llamar
la atención del profesor, o incluso, en algunos casos, deberá irse a consultar a un médico.

En un individuo tendido de espaldas al suelo y que, mediante una tracción de los


brazos, se lleva la cadera y la rodilla flexionadas al pecho, podremos observar:

1 La "flexión recta": las caras anteriores


del muslo y del vientre se tocan. Se pro-
ducirá un ligero enroscamiento de la pel-
vis, lo que provocará un ligero levanta-
miento de la nalga.

172
2 La "flexión cruzada": la rodilla se diri-
ge hacia el hombro del lado opuesto. El
movimiento es de menor amplitud, aun-
que debería permitir al muslo tocar par-
cialmente el vientre.

3 La "flexión abierta": la rodilla se diri-


ge hacia el hombro del mismo lado. El
movimiento deberá permitir en todos los
casos que haya contacto entre el muslo
y el tronco. Los habrá que llegarán muy
lejos, llegando a colocar la rodilla bajo la
axila.

173
La Flexibilidad Ligamentosa de la Cadera
Hemos podido constatar que desde el punto de vista óseo, si movilizamos un esque-
leto, la cadera está poco limitada: el fémur se desplaza en casi todas las direcciones
y amplitudes, excepto en los límites de abducción y de rotación extremos, de los cua-
les hemos hablado anteriormente y que podemos ver en el libro APM I pág. 196.
Ahora bien, sabemos que estos movimientos son imposibles de ejecutar. No se trata
de un límite óseo, sino ligamentoso y muscular. Incluso podemos llegar a predecir,
a partir de lo observado en el comportamiento del adulto, cuales van a ser los liga-
mentos y músculos que se volverán rígidos con más frecuencia. Es lo que examinare-
mos a continuación.

Observemos que, en la cade-


ra, los ligamentos delanteros
son los más importantes, tanto
si son puestos en tensión al rea-
lizar una extensión o una retro-
versión, o bien una rotación ex-
terna. Estos dos movimientos
pueden pues quedar limitados,
especialmente si los ligamentos
se han acortado.

De estos dos movimientos, uno de ellos, la retroversión,


es necesaria para una correcta soltura de movimientos en
las posiciones de pie y al andar (ver pág. 298). Ahora bien,
nuestro modo de vida contemporáneo, debido a los pro-
longados períodos en los que permanecemos en posición
sentada, estos ligamentos anteriores de la cadera tienden
a agarrotarse en posición corta (plegados). Ello limita la
extensión de la cadera. Y en especial en la simple posición
de estar de pie: entonces la ingle permanece cerrada. Es
lo que llamamos el flexum de la cadera. Esta actitud tiene
consecuencias más arriba, comportando un arqueamiento
lumbar no deseado (ver pág. 48).

174
Si observamos ahora la flexión abierta, veremos que,
por el contrario, en esta posición los ligamentos de la ca-
dera son sometidos a una fuerte tensión. Permanecen ex-
tendidos sin acortarse. En esta posición las madres, en
ciertos paises, colocan a sus hijos llevándolos a la espal-
da. Es también la posición que toman los niños cuando
se ponen en cuclillas para jugar en el suelo, al no tener
sillas.

Gran cantidad de niños en el mundo adoptan esta po-


sición, que mantendrán con la misma comodidad al lle-
gar a la edad adulta.

Esta posición ejercita la flexibilidad de los ligamentos anteriores de la cadera. Flexi-


bilidad que recuperamos de nuevo al colocarnos en extensión (de pie), y que permite
una mayor soltura de la pelvis sobre las caderas: Hay pues que favorecer a menudo
esta posición durante las clases, como veremos en las páginas prácticas. Los ligamen-
tos anteriores estirados de esta forma, también permiten una buena flexibilidad en
la rotación externa, para, si lo deseamos, preparar la cadera para la técnica del ballet
clásico o de ciertas artes marciales.

175
La Flexibilidad Muscular de la Cadera
A nivel de la cadera, existe un dispositivo muscular específico: nos encontramos con
dos músculos poliarticulares de acciones totalmente opuestas que la movilizan en el
plano sagital (de perfil):

• Un músculo delante: el recto anterior

• Un grupo de músculos atrás: los isquiotibiales.

Examinémoslos uno por uno.

• Delante: el Recto Anterior del


Muslo.

Forma parte del cuadríceps,


un importante grupo muscu-
lar que ocupa toda la parte
delantera del muslo, cuya
función principal consis-
te en extender la rodilla
(ver APMI,pág.238).
El recto anterior también atraviesa la cadera. Tie-
ne pues, una acción doble de flexión de la
cadera y extensión de la rodilla.

Cuando este músculo es estirado por


una extensión femoral de cadera, arras-
tra la pelvis en anteversión, tanto más
si la rodilla es flexionada (y tanto más
de prisa si está encogido).

Podemos observar que ello refuerza


la rigidez ya observada a nivel ligamen-
toso: comporta un arqueamiento lum-
bar de compensación, "arqueamiento no
escogido".

Su estiramiento es pues esencial para


la libertad de la pelvis y para prevenir
lumbalgias por exceso de arqueamien-
to (ver en las páginas prácticas los esti-
ramientos específicos del recto anterior,
que deben formar parte de todos los
cursos).

176
• Detrás están los Isquiotibiales.

Son tres músculos que se encuentran en la parte


posterior del muslo. Parten del isquión y terminan en
los dos huesos de la pierna (ver
el libro APM I, pág. 242).
Realizan la extensión
de la cadera y la
flexión de la
rodilla.

Cuando son estirados por medio de una flexión de


cadera añadida a una extensión de rodilla, arras-
tran la pelvis en retroversión.

En este caso, habrá Ello se produce tanto más si la rodilla es


también consecuen- extendida y si están acortados. Por consi-
cias que afectarán a la guiente, el acortamiento de los isquioti-
región lumbar, pero biales, consecuencia de la posición sen-
en el otro sentido: la tada (flexión de cadera y flexión de ro-
retroversión, y a par- dilla), es hoy en día muy frecuente.
tir de la posición
sentada.
Existe una tenden-
cia a redondear el
tronco desde el nivel
más bajo (pelvis).
Ello comporta tensiones en los ligamentos posteriores y dolores lumbares.
De ahí la primordial importancia de conservar desde la infancia la flexibilidad de
los isquiotibiales para una futura buena higiene de la espalda. A menudo, el origen
de malas posiciones de la espalda es una rigidez de los isquiotibiales.
Es conveniente por ello, incluir prioritariamente en todos los cursos la flexibiliza-
ción de estos músculos y enseñar incluso a los niños, a manejarla más afinadamente
cada vez.

177
Ciertos Movimientos o Posturas sitúan la Pelvis
en Anteversión
Se trata de los movimientos con extensión de cadera (debido a que el ligamento
de Bertin es puesto en tensión).
Posición de pie Posición estirada, piernas estiradas

De rodillas en genuflexión Sobre la espalda

Sobre el vientre
Ello se acentúa cuando la rodilla está flexionada (debido
a que el músculo recto anterior es puesto en tensión). Acos-
tado con el vientre
contra el suelo y
los pies sujetados
por las manos.

Ciertos Movimientos o Posturas sitúan la Pelvis


en Retroversion
Se trata de aquellos movimientos en que la cadera está en una flexión superior a
los 90° (debido a que los ligamentos posteriores y los músculos monoarticulares de
la cadera son puestos en tensión).

Sentado en cuclillas Sentado en el suelo

Esta retroversion interviene mucho antes si la rodilla está en extensión (debido a que
los isquiotibiales son puestos en tensión).
Por ejemplo:
acostado, con las
piernas apoyadas Sentado con las
en la pared piernas estiradas

De pie, con las manos en el suelo

178
En ciertas actitudes la pelvis permanece libre
poara situarse en anteversión o retroversión
Para ello hay que realizar una flexión media de cadera (que distiende el recto ante-
rior) a la vez que una flexión de rodilla (que distiende los isquiotibiales), por ejemplo:

Sentados en un ta- A gatas


burete o una silla.
Acostados en
posición
sentados de fetal.
rodillas
De pie, con una
ligera flexión
de cadera-rodilla.
Estas posiciones deben ser las preferidas a la hora de realizar movimientos de colum-
na vertebral.

En ciertos movimientos o posturas los dos iliacos son


arrastrados asimétricamente son aquellos en que nos encontramos,
por un lado, una extensión de y por otro lado, una flexión
cadera que arrastra el ilíaco en de cadera que arrastra el
anteversión, ilíaco en retroversión.

de pie,
colocando un Por ejemplo, sobre todo
pie a grandes pasos;
so-
bre una
barra, con la
pierna extendida;
de rodillas, con un
pie hacia delante;

abriendo las piernas, con una estirada hacia


delante y otra hacia atrás.
En estos movimientos, las articulaciones sacro-ilíacas se ven fuertemente solicita-
das, asimétricamente: por un lado, en la pierna de delante en nutación, por otro, en
la pierna trasera en contranutación (ver pág. 169).

179
La Fuerza Muscular de la Cadera
Ya hemos visto que era indispensable tener una buena amplitud de cadera para po-
seer la soltura tanto en los movimientos del tronco como del miembro inferior. Es
también importante poseer una musculatura fiable en esta zona para orientar cons-
tantemente a partir de esta doble encrucijada de las caderas:

• La columna que se lanza hacia arriba.


• Los miembros inferiores que descienden hacia el suelo.

Nos encontramos ante un programa muscular a menudo difícil de llevar, por dos
razones:

• Porque, en general, uno de los pun-


tos de sujeción de estos músculos, la
pelvis, es difícil de localizar dentro del
espacio interior del cuerpo. Es ima-
ginado y sentido en base a figuracio-
nes planas (esquemas anatómicos
más corrientes), y no en volumen. De-
bido a ello, resulta útil que el propio
profesor se detenga a detallar con
precisión, para sí mismo, la construc-
ción interna de su pelvis.
• La segunda razón es la considera-
ble cantidad de masas musculares
que rodean a una articulación situa-
da a gran profundidad. La cadera,
contrariamente a la rodilla o el tobi-
llo, por ejemplo, permanece inacce-
sible al tacto.

180
Cabrá hacer ciertas observaciones para guiar el trabajo de la cadera.

Distinguiremos el trabajo de los músculos profundos del de los superficiales.

• Los músculos profundos de la cadera son pequeños, actúan con poca fuerza, dan
sensaciones de contracciones profundas. Su función consiste en orientar permanente-
mente la pelvis sobre los miembros
inferiores, creando dicha orienta-
ción, por encima, las curvas ra-
quídeas.

Estos músculos son, princi-


palmente, el grupo de los pel-
vitrocantéricos (ver APM I,
págs. 228 a 233), y podríamos
añadir el glúteo menor y el
ilíaco. Los primeros son
todos rotadores exter-
nos del fémur, y si el fé-
mur permanece fijo,
son o anteversores o re-
troversores. Por consi-
guiente, equilibran per-
manentemente la pelvis,
a la cual sostienen como
una barquilla de globo
(ver en págs. prácticas de
coordinación 202/205).

Podemos ver en la página 233 del libro APM I que tienen un importante rol de
sustentación de la pelvis, y por ello, de descompresión activa de la cadera. Esto es
fundamental en el trabajo de cadera del adulto: es, efectivamente en esta zona donde
nos encontramos más a menudo con la artrosis, a causa de una compresión excesiva.

181
Los músculos superfíciales son mucho más macizos, más potentes. Están he-
chos, sobre todo, para acciones intermitentes. Podemos observar que se trata de cua-
tro caras musculares alrededor de la cadera y del muslo:

• Delante, el grupo de los flexores: psoas, ilíaco, artorio,


recto anterior.

• Detrás los extensores: el glúteo mayor, isquiotibiales, semitendinoso, semi— mem-


branoso, bíceps largo.

182
• En la parte interna, los aductores: pectíneo, aductor peque-
ño y mediano, aductor mayor, recto interno,

• En la parte externa, los abductores: glúteo mediano, deltoides glú-


teo (haz más superficial del glúteo mayor y tensor de la fascia lata).

Coordinación de los Músculos de Cadera


En este capítulo estudiaremos movimientos que rigen, en apoyo, la pelvis sobre los
fémures, y veremos como la columna forma sus curvas, por encima, en función de
estos movimientos de la pelvis.

La coordinación de la musculatura de la cadera será estudiada en la conducción


de todo el miembro inferior, en los capítulos siguientes de la rodilla y del pie (ver pág.
274).

183
Páginas Prácticas: Cadera

Flexibilidad Articular de la Cadera


He aquí dos ejercicios que, en realidad, son posturas en las cuales habrá que perma-
necer cierto tiempo (varios minutos en cada clase).

1 Posición agachada. Usual en los niños, que se colocan en ella para jugar, usual tam-
bién en numerosos pueblos del mundo, pero ya no resulta corriente para la mayoría
de adolescentes y adultos occidentales. En los niños, habrá que ejercitarla, invitándo-
les a que se coloquen en esta posición al atender a una explicación, al escuchar músi-
ca,... e invitarlos a desplazarse con un caminar en el que permanezcan agachados.

Para el adulto a quien esta posición presentaría dificultades, existen dos posibilida-
des: ofrecer esta flexibilizacion máxima, pero en descarga, haciendo que se cuelgue
de la barra, y permaneciendo así algunos segundos (evitar los rebotes, los cuales care-
cen de interés).
Hacer que se siente sobre un pequeño soporte de 15 a 20 cm. de altura.

184
2 Sentados en el suelo, una pierna delante apo-
yada en el suelo en un ángulo cerrado, la otra de-
trás. De esta forma, estamos en flexión-rotación
externa con la
pierna de delan-
te, en flexión-
rotación interna
con la pierna de
atrás.

Es necesario apoyar los dos isquiones. Puede resultar dificultoso para el isquión de
la pierna de atrás, apoyarlo en el suelo, si la cadera no es lo bastante flexible.

Si esto ocurriera, habrá que colocar un apoyo


bajo el glúteo (almohadón, pelota de tenis,...) para
que el isquión no se quede sin apoyo, pudiendo
disminuir progresivamente la altura del apoyo.

También podremos sostener con la mano la rodilla


que se halla en rotación externa, si ésta no es suficien-
te para poder colocar la rodilla en el suelo.

185
Flexibilización Articular y Muscular de la Cadera
Movilizaciones Pasivas
Un individuo deberá tenderse en el sue-
lo, mientras el otro se prestará a la movili-
zación mediante movimientos circulares:

• Sosteniendo la pierna (con la rodilla flexionada,


lo cual permitirá una movilización de mayor ampli-
tud y encontrará menos zonas de roce);

• Sosteniendo el pie (la rodilla se extenderá), habrá


ciertos límites de amplitud a causa de los isquioti-
biales.

El otro individuo puede también tironear muy li-


geramente el conjunto del miembro inferior, bien en
el transcurso de los anteriores movimientos, bien lon-
gitudinalmente.

Es recomendable trabajar lentamente, siguiendo con atención los movimientos res-


piratorios. No se trata de un ejercicio de estiramiento: carece de sentido pretender
realizar un estiramiento o una tracción de fuerza.

186
Circonduccion de Cadera
Sentados en el suelo —con una rodilla
flexionada— un pie en el suelo o la pierna
tendida en el suelo.

Tomar la pantorrilla, el tobillo o el talón


de la otra pierna.

Con el pie trazar un gran círculo de


delante hacia atrás, luego un gran cír-
culo delante como si tuviéramos una pi-
zarra enfrente.

Al principio, trabajar con amplitudes


reducidas y aceptar una eventual retro-
versión de la pelvis (en cuyo caso apo-
yaremos la mano detrás en el suelo).

187
Estiramiento del Músculo Recto Anterior*
Tenderse boca abajo, colocarse aproximando el pubis al esternón (la parte posterior
de las lumbares se alargará), entonces el vientre se encogerá.

• Localizar la posición de la pelvis en an-


teversión (el pubis se eleva del suelo, las es-
pinas ilíacas anterosuperiores, se acercan
al suelo), y en retroversión (al revés: el pu-
bis se acerca al suelo, las espinas ilíacas an-
terosuperiores se alejan del suelo).

• Localizar distintas acciones musculares


para realizar una retroversión; siendo las
más sencillas, la contracción de los glúteos
o de los rectos mayores del abdomen. Ejer-
citarse en la retroversión únicamente de un
lado.

• Estiramiento propiamente di-


cho: flexionar una rodilla y asir el
pie con una mano. El recto ante-
rior es puesto en tensión por la ex-
tensión de la cadera y la flexión de
la rodilla.

Notamos que el hemi-pubis (el


del mismo lado que la rodilla fle-
xionada) se eleva del suelo: al po-
nerse en tensión el recto anterior
ha arrastrado al ilíaco en ante-
versión.

188
Intentaremos pues reconducir al ilíaco en retroversion como hemos estudiado con
anterioridad, contrayendo sea el recto mayor, sea el glúteo mayor.

Notaremos un estiramiento a
lo largo de la cara anterior del
muslo. Este estiramiento pue-
de residir en la parte inferior,
media o superior del muslo, se-
gún el individuo.

Este ejercicio no es recomendable para los individuos que sufren de la rodilla, y


en concreto, de la articulación femororotuliana.
En tal caso, existen dos soluciones posibles:

• O bien podemos utilizar una cinta


para aguantar el pie, lo cual disminu-
ye considerablemente la flexión de la
rodilla.

• O bien trabajaremos con un com-


pañero que nos levante el muslo, sin
que exista, de este modo, flexión de
la rodilla.

189
Flexibilización Muscular de la Cadera
(continuación)

Estiramiento de los Isquiotibiales*


Colocar el pie sobre un taburete o sobre
una barra, procurando que los isquiones
apunten hacia abajo y hacia atrás.

Podemos incluso tomar los isquiones con la


mano y hacerlos retroceder.

Si la barra es demasiado alta, la pelvis es arras-


trada en retroversion y resulta imposible movi-
lizarla.

190
Otro ejercicio con una cinta
colocada alrededor del pie:
• Con la tracción de la cinta, lle-
var el pie hasta la vertical de la
cadera (si resulta necesario, fle-
xionar la rodilla). Buscando si-
multáneamente:
• El empuje del coxis hacia el
suelo.
• El empuje del talón hacia el
techo, lo que conlleva una ex-
tensión de la rodilla.

Habrá que prestar atención a


las compensaciones del miem-
bro inferior:

• Tendencia a la rotación interna de los fémurs


(observaremos que las rótulas "bizquean")
• Cuando rectificamos esta rotación, desde las ca-
deras, el pie tiende a ir en supinación.

posición correcta.

191
Flexibilizacion Muscular de la Cadera
Estiramiento de los Isquiotibiales
(continuación)
Sentados, las piernas estiradas, la planta de los
pies apoyada contra la pared. Durante el ejerci-
cio, tomaremos con la mano un isquión, hacien-
do que retroceda (procurando que la mano con-
traria se apoye en el suelo). Seguidamente, efectuar
lo mismo en el otro lado (Figs. 1 y 2).

Fig. 1
Fig. 2

Habrá que vigilar el pequeño hueco


que aparece en la espalda, justo por en-
cima del sacro y por debajo de la cintura
Fig. 3 (Fig. 3).

192
Resulta además interesante localizar este hueco con
la mano antes de colocarse en alguna posición en la
cual aquél tienda a desaparecer, por ejemplo, al sen-
tarnos, con las rodillas flexionadas, sobre los talones.
NB. Para los principiantes, cuando se realicen los tra-
bajos de los isquiotibiales, no insistiremos en la co-
locación de la espalda, puesto que se trata de un ejer-
cicio de dificultad ya considerable por lo que se refiere
a las piernas. Sin embargo, sí hay que prestar espe-
cial atención en la colocación de la pelvis.

Hay que vigilar también las compen-


saciones rotatorias del miembro in-
ferior:
• Tendencia a la rotación interna de
las caderas (visible por el hecho de
que las rótulas "bizquean").

Para su corrección, llevar las rótu-


las a que miren hacia el techo median-
te un trabajo a partir de las caderas,
mantener siempre los pies paralelos
y con la planta apoyada en la pared.
Evitaremos de esta forma, otra com-
pensación a consecuencia de la rota-
ción de los fémures: el pie tiende a ir
en supinación.

Posición correcta.

193
Flexibilizacion de los Músculos de la Cadera
(continuación)
Estiramiento de los Aductores-Rotadores
El estiramiento de estos músculos internos presenta cierto interés en la vida cotidia-
na: aporta mucha libertad en la obertura de la cadera.
Podemos colocarnos de nuevo en la posición en cuclillas
que vimos en la flexibilizacion articular. No obstante, en esta
posición la rodilla está flexionada, y uno de los aductores,
el recto interno, no está estirado.

Para estirar este último, añadiremos a la abducción


de cadera una extensión de rodilla: en posición sen-
tada, las rodillas separadas y estiradas, intentaremos
sentarnos sobre de los isquiones.

Para los individuos que no consigan hacerlo, dejar


la pelvis en retroversión, pero apoyándose detrás con
las manos.

He aquí otro ejercicio más fácil para el manejo de


la espalda, pero que precisa más material o instalación:

• Tenderse boca arriba,


con los miembros inferio-
res alineados contra la pa-
red. Preveer dos soportes
para las caras externas de
las piernas (aunque tam-
bién pueden ser sosteni-
das por dos compañeros).
Colocar las piernas sobre
los soportes: la separación
debe coincidir con la del
límite del estiramiento.

194
Resulta corriente el hecho de observar una separación asimétrica. Será importante
respetar esta asimetría guardando, sin embargo, una simetría en el apoyo de la pelvis
sobre el suelo, por medio de una separación desigual de los soportes.

Primera parte: despegaremos los pies de los apoyos. A continuación efectuaremos


una serie de rotaciones internas o externas de cadera (contracciones de los aductores-
rotadores).

Segunda parte: descansaremos (relajamiento de los aductores). Luego haremos mo-


ver la pelvis en anteversión, en retro versión.

En inclinación lateral (subir un ilíaco hacia el hombro), o en rotación transversal


(apoyando un glúteo más que el otro —no ilustrado).

Estos movimientos de la pelvis comportan estiramientos de las diferentes capas y


grupos de músculos aductores. Seguidamente, podremos separar los soportes progre-
sivamente, permaneciendo siempre en el límite de la sensación de estiramiento.

195
Flexibilizacion Muscular de la Cadera
(continuación)

Estiramiento de los Abductores


Estirados boca arriba, cruzaremos una pierna sobre la pierna opuesta.
Gracias a la presión del pie que se cruza, acentuaremos el movimiento de abducción.

En esta posición, efec-


tuar con la pelvis movi-
mientos de ante-retro-
versión y de rotación
transversal (nos apoyare-
mos más sobre un glúteo,
luego más sobre el otro
—ver detalles en las pági-
nas precedentes).

Para el estiramiento del tensor de la fas-


cia lata, retomaremos el ejercicio que vimos
para el recto anterior (página 188), pero con
la matización siguiente: mantendremos el
muslo de la rodilla flexionada en abducción
máxima.

196
Fortalecimiento de los Músculos de la Cadera
Fortalecimiento de Músculos Profundos
Nos tenderemos boca arriba llevando dos rodillas flexionadas sobre el vientre.
1 Colocaremos las manos una a cada lado
de las caras externas de las rodillas, y opo-
niendo resistencia con las manos, inten-
taremos separar las rodillas.
En esta posición, van a ser los pelvi-
trocantéricos los que permitan este tra-
bajo. Sin embargo los glúteos también tra-
bajarán, y habrá que proceder a una
distensión de los glúteos para que única-
mente trabajen los pelvitrocántericos.

2 Colocaremos un puño cerrado entre las


rodillas e intentaremos aplastarlo con las
rodillas (contracción de los aductores).

3 Colocaremos las dos manos sobre las


caras anteriores de las rodillas. Intenta-
remos flexionar las caderas y acercar las
rodillas al vientre, oponiéndose a ello las
manos (trabajo de los ilíacos. Para un tra-
bajo incluyendo los psoas, intentar, al mis-
mo tiempo, pegar la región lumbar al
suelo).

4 Colocaremos las manos detrás de


los muslos e intentaremos reposar los
muslos hacia el suelo. Las manos se
opondrán a ello (distendiremos los
glúteos para hacer trabajar los mús-
culos más profundos).
Fortalecimiento de los Músculos Superficiales
de Cadera
Trabajo de los Flexores
De pie (apoyados o no a una barra), flexionaremos una
cadera levantando una rodilla y oponiéndonos al movimiento
por un apoyo de la mano.
Para complicarlo un poco, intentemos de extender la ro-
dilla. Entonces pondremos en tensión los isquiotibiales que
arrastran la cadera en sentido contrario.

Realizar el mismo movimiento provocando la oposición en la cara antero-externa


de la rodilla. Este movimiento también hará intervenir los flexores abductores.

Realizar el mismo movimiento provocando la oposición en la cara antero-interna:


este movimiento también hará intervenir los flexores aductores.
Para hacer intervenir los psoas, añadir al movimiento de la cadera un movimiento
de "borrado" de la lordosis lumbar.

198
Trabajo de los Extensores
• A gatas, con la espalda horizontal, levantar un miembro inferior lo más arriba posi-
ble hacia atrás. Podemos relajar completamente el pie y la parte posterior de la rodilla.
Estirados boca abajo. Pelvis en retroversion máxima. Levantar una pierna a la vez,
mantenerse así, con la pelvis en retroversion.

• El mismo trabajo en la barra.

En estos ejercicios el fémur puede


estar en rotación neutra o externa .
En rotación externa el trabajo del
glúteo mayor es más intenso.
Es prácticamente imposible mante-
ner la pelvis fija, y sin embargo es lo
que intentaremos.

199
Fortalecimiento de los Músculos de Cadera
(continuación)
Trabajo de los Abductores-Rotadores
Estirarse sobre el costado, tomar apo-
yo sobre un miembro inferior estirado o
plegado. Apoyarse indistintamente sobre
los codos o sobre todo el lado del tronco.
Levantar el miembro inferior libre, de-
jando antes, la rótula encarada hacia de-
lante. Adelantar el pie mediante un mo-
vimiento desde la cadera; ahí, efectuar
rotaciones internas del fémur (trabajo del
glúteo menor y del haz anterior del glú-
teo mediano) y externas (trabajo más es-
cogido del tensor de la fascia lata).
Retroceder el pie mediante un movi-
miento desde la cadera (sin flexionar la
rodilla). Efectuar entonces rotaciones in-
ternas o externas de fémur (trabajo más
escogido del glúteo mayor).

Podemos de igual forma, trabajar es-


tos músculos llevando el apoyo sobre un
brazo o sobre un pie, dejando todo el cos-
tado del cuerpo sin apoyo.

200
Trabajo de los Aductores-Rotadores
Estirados boca arriba, los dos miembros in-
feriores se tocan por sus bordes internos, las
rodillas permanecen extendidas, los pies mi-
rando hacia arriba.

1 Intentaremos apretar las rodillas y también


los pies (trabajo de los aductores y del recto
interior, el cual termina bajo la rodilla).

Al principio, podemos ayudarnos colocando


una tela doblada entre los pies, o trabajando
con un compañero que nos coloque una de
sus manos entre los pies.

2 Manteniendo las rodillas y los pies jun- 3 A continuación, intentaremos acercar las
tos, intentaremos apretar las piernas sobre piernas apretando sobre todo los dedos
todo desde atrás, a partir de los talones mayores del pie (trabajo de los aductores
(trabajo de los aductores más posteriores). anteriores).

201
Trabajo de Coordinación de los Músculos de Cadera
Ante/Retroversión
Colocarse de pie (si es posi-
ble con la cadera, rodilla, tobi-
llo, ligeramente flexionadas, po-
sición que deja a la pelvis libre
de movimientos, ver pág. 179).

Efectuar movimientos de
ante/retroversión de la pelvis, los
cuales abren y cierran los plie-
gues de la ingle.

Atención, no confundir estos movimientos pélvicos con una curvatura / arqueamiento


lumbar, situada más arriba, y producida por músculos distintos.

Notar, no obstante, como la an-


teversión de la pelvis puede prolon-
garse por una lordosis en la región
lumbar. Y al revés, como la retro-
versión puede prolongarse en una
desaparición de dicha lordosis.
Sentir los diferentes músculos que realizan la anteversión, en este caso los más po-
tentes: el recto anterior del muslo (sensación de contracción en la parte anterior del
muslo), el ilíaco (sensación en el interior de la alas ilíacas), los músculos espinosos
lumbares (sensación de contracción en la parte de atrás de la espalda, en la zona baja).
Estos últimos comportan al mismo tiempo la lordosis lumbar.
Notar los músculos que efectúan la retroversión, siendo los más potentes los glúteos
y los rectos mayores del abdomen.

202
después, distendiremos todos los músculos preceden
¿es, y continuamos efectuando las ante/retrover-
siones: intentemos activar los pelvitrocanterianos.
los movimientos son de pequeña amplitud, dan-
do la impresión de que son efectuados sin una
gran contracción muscular. Las sensaciones
de contracción son más profundas, la del pi-
ramidal está situada en la parte anterior del sa-
cro, luego hacia el cuello
del fémur (este mús-
culo moviliza al sa-
cro paralelamente
al fémur).

A continuación, situar la oscilación en-


tre dos límites:

• En anteversión, detenerse antes de notar, por detrás,


una presión sobre las articulaciones posteriores L5/S1.
• En retroversión, detenerse cuando notemos que
ésta conlleve un deslordosamiento lumbar.

De esta forma, la pelvis es guiada en su asentamiento sobre las caderas, lo cual esta-
blecerá las curvas de la columna hacia arriba. Esto es muy distinto de la noción de
"colocación de la pelvis". El dominio de este movimiento deberá convertirse en una
costumbre. La pelvis se equilibra constantemente sobre las caderas, no mediante un
cerrojo de fuerza por parte de los músculos superficiales, sino por este juego de los
músculos profundos. Este trabajo es importante para el bienestar de la espalda.

203
Coordinación de los Músculos de Cadera
(continuación)
Antepulsión, retropulsión
Aquí, la pelvis se despalza horizontalmente en un movimiento "de cajón".
Estos movimientos no modifican la posición del tronco sino la de los miembros infe-
riores: llevaremos la pelvis lejos hacia delante (Fig. 1), lejos hacia atrás (Fig. 2).

Procurar que el movimiento se sitúe justo a nivel de las cabezas femorales y no en


la región lumbar, donde tendremos tendencia a arquear/desarquear.

204
Los mismos movimientos pueden efectuarse lateralmente.
A continuación podremos ejercitarnos, en apoyo sobre un pie,
a hacer que la pelvis se traslade sobre la cadera de apoyo:

Hacia delante.

Hacia atrás.

De lado.

Hacia el otro lado.

De esta forma la pelvis describe una circonducción sobre


el pie de apoyo. Es un trabajo de preparación al equilibrio.

205
La Rodilla

Como su homólogo del miembro superior, el codo, la rodi-


lla permite al miembro inferior doblarse completamente so-
bre sí mismo.

Esta movilidad se pone en marcha, en poca amplitud, al


andar, y en gran amplitud, en todas las situaciones en que
el cuerpo deba variar su altura.

Esta flexión se completa con unas rotaciones asociadas y


que será importante emplear mediante los numerosos ejerci-
cios de coordinación.

La fuerza muscular es aquí importante, ella es la que ga-


rantiza la estabilidad de la articulación.

207
Los Movimientos y su Denominación
La Flexión
La flexión acerca las partes posteriores del muslo y de la pierna. Se da en movimien-
tos como el "plié" en ballet, el arranque o la caída en el salto, al franquear un obstáculo.
La flexión completa produce el aplastamiento de las masas musculares del muslo
y de la pantorrilla una contra la otra.

En la mayoría los casos, los dos huesos, el fémur y la tibia, se mueven simultánea-
mente, por ejemplo en el "plié".
Aunque también pueda darse que tan sólo uno de ellos efectúe el movimiento, por
ejemplo, en la patada hacia atrás es la tibia la que se mueve en relación al fémur que
permanece fijo.

Y, finalmente, existe un tercer caso en que es el fémur el que se mueve en relación


a la tibia que permanece fija.
Ejemplo: al descender el cuerpo a partir de un bloqueo de las tibias por medio de
un agente exterior. Este último caso es menos común, y sin embargo, es el que es
utilizado en anatomía para describir los movimientos de la rodilla: se describen los
movimientos fémur sobre tibia.

208
La Extensión
Permite volver a colocar recto el miembro in-
ferior.

Se da en el impulso, en el "lanzamiento" del paso para andar, en todos los movi-


mientos "tensos" del ballet como la subida en el "plié", la subida de puntillas o el"
trenzado" ...

209
Los Movimientos de la Rodilla
(continuación)
Las Rotaciones
La rodilla puede efectuar también rotaciones: movi-
mientos de "rosca" de los dos huesos, uno sobre otro.
Estos movimientos tan sólo resultan posibles cuando
la rodilla se encuentra en flexión, dado que entonces,
ciertos ligamentos de la rodilla están distendidos.

No hay que confundirlos con las rotaciones de cadera o de pie (ver APM I pág.210).

Con un apoyo, estos movimientos permiten al cuerpo desplazarse en un plano rota-


torio sobre la rodilla flexionada.

210
Las Rotaciones Automáticas de la Rodilla
Los movimientos de flexión-extensión
y de rotación se combinan siempre de for-
ma automática.
Ello se debe a la disposición anatómi-
ca de la articulación (ver libro APM I,
pág. 223).
En un "plié" por ejemplo, los dos hue-
sos realizan una flexión. El fémur enton-
ces se orienta en una ligera rotación ex-
terna y la tibia en ligera rotación interna.

En la subida ocurre al revés.

Estos movimientos de rotación, cuan-


do se combinan a los de flexión-extensión
son de poca amplitud. Sin embargo, son
indispensables para el buen funciona-
miento de la articulación de cadera y la
orientación en el desarrollo del pie, por
ejemplo al andar.

Puede resultar muy provechoso utili-


zar imágenes o sensaciones que precise
estos mini-movimientos de rotación al
realizar los "pliés", puesto que tienen re-
percusiones en toda la armonización de
los movimientos del miembro inferior (ver
páginas prácticas).

211
El Alineamiento de los Huesos de la Rodilla
Ante todo, remitimos al lector a la página 215 del libro APM I, por lo que se refiere
a las nociones sobre de los distintos ejes del miembro inferior.

La rodilla constituye el lugar de alineamiento de dos columnas óseas:


el fémur y la tibia, que forman el miembro inferior, y que soportan
junto con el otro miembro inferior simétrico a él, la carga del tron-
co. Este alineamiento presenta dos características:

• No es vertical (el eje mecánico del miem-


bro inferior se aleja tres grados de la vertical).

• Los dos huesos no están en prolongación


el uno del otro, sino que forman un ángulo
abierto hacia fuera de 170/175 grados: el
llamado "valgus" fisiológico de la rodilla.

A la exageración de este "valgus" se la lla-


ma en medicina "genu-valgum" y a la in-
versión de este "valgus" hasta formar un
ángulo abierto hacia dentro se la llama
"genu-varum.

Sin embargo, observaremos que estas lí-


neas óseas no son perceptibles a simple vis-
ta sino, tan sólo, por medio de una radio-
grafía. En efecto, hay que recordar que el es-
queleto del miembro inferior no se encuen-
tra exactamente en medio de las masas mus-
culares. El fémur se encuentra muy al exterior de las masas mus-
culares del muslo, mientras que la tibia se encuentra muy al
interior de la pierna.

Por lo que respecta a aquello que es visible de su morfología,


deberemos referirnos al alineamiento vertical del miembro in-
ferior tal como lo describimos en las páginas prácticas de este
capítulo.

212
Algunos Conceptos acerca del Crecimiento
Óseo de la Rodilla
El miembro inferior crece por término medio se-
senta centímetros. Dos tercios de este crecimien-
to se producen a nivel de la rodilla.
Como en todos los huesos largos, este crecimiento
longitudinal se produce a nivel de las zonas lla-
madas cartílagos de conjunción (distintos del car-
tílago articular). Estas zonas están situadas en la
futura confluencia entre la epífisis (extremo del
hueso) y la diáfisis (asta central del hueso largo).
En esta zona, por lo que respecta a los huesos
de la rodilla, el crecimiento es vivo hasta los cin-
co años. Durante el periodo anterior a esta edad
son frecuentes los "genu-valgum" y "genu-varum".
Estas son a menudo muy reversibles, pero su eva-
luación corre a cuenta del médico.
Posteriormente, el crecimiento disminuye, siendo
importante aún hasta los diez años.
Hay que prestar atención al alineamiento del miem-
bro inferior. El equilibrio de los apremios sobre la
plataforma tibial es esencial de cara a un crecimiento
armonioso de los cartílagos de conjunción.
En los cursos de trabajo corporal, es conveniente
procurar el correcto alineamiento del miembro in-
ferior y dar las referencias sensitivas muy pronto y
de forma repetida, especialmente en los niños de
entre 1 y 10 años, y bajo tres formas de ejercicios:
• Alineamiento de las rodillas, maléolos y pies en
ejercicios o juegos en descarga (ejercicios en págs.
268/271)
• Posición de pie sobre uno o ambos pies, toman-
do conciencia de los puntos de referencia del ali-
neamiento. No insistir mucho tiempo en estas pos-
turas estáticas, pero volver a ellas con frecuencia.
• Coordinación de movimientos fundamentales
del miembro inferior que se dan en todos los mo-
vimientos más complejos (ver coordinación cade-
ra/rodilla/pie, pág.273).

213
La Flexibilidad de la Rodilla
Flexibilidad Ligamentosa
La rodilla no posee freno óseo alguno. Contrariamente a lo que muchos piensan:
por ejemplo, mucha gente cree que la rótula frena la extensión de la rodilla, pero esto
no es cierto. Dado que la forma de la articulación no es muy ajustada, es el sostén
ligamentoso el que mantiene los huesos unidos.
Observaremos que el complejo ligamentoso es esencial para la estabilidad de la ro-
dilla, y si hablamos de flexibilidad, será indispensable aquí no alargar los ligamentos.
He aquí las amplitudes que permiten estos ligamentos:

• la flexión puede ser completa, permitiendo incluso


aplastar el muslo sobre la pierna, por ejemplo, cuando
nos sentamos encima los talones. La cápsula anterior está
entonces completamente desplegada, "desdoblada".

Esta amplitud capsular a veces puede fallar, por ejem-


plo, después de un traumatismo: la rodilla, entonces, po-
seerá una flexión menos completa, pero que puede ser
suficiente para la vida normal.

Para sentarse son suficientes


90 grados de flexión, lo cual no
es lo más usual en el cuadro de
las técnicas corporales.

Por ejemplo, sentarse en cu-


clillas o sentarse sobre los ta-
lones, son posiciones que ne-
cesitan toda esta flexión, de ahí
el riesgo de compensación si
existe algún déficit.

La extensión debe permitir a los dos huesos del miembro inferior volverse a alinear
de forma recta. El freno de este movimiento es la parte posterior de la cápsula, muy
espesa, llamada casco condiliano. Puede darse a veces, sobre todo en el niño, la posi-
bilidad de sobrepasar la rectitud: es lo que llamamos el recurvatum de la rodilla, signo
de laxitud capsular posterior de rodilla.

214
Lateralmente la rodilla no puede efectuar ningún movimiento. Si ello es posible es
patológico; estos movimientos son llamados lateralidades, y son fruto de la distensión
de uno de los ligamentos laterales. Esto conlleva una grave inestabilidad de la rodilla:
por este motivo en el trabajo corporal hay que evitar totalmente cualquier estiramien-
to de los ligamentos laterales.

En la página 221 del libro APM I, podemos ver los ligamentos laterales puestos en
tensión cuando la tibia realiza una rotación externa bajo el fémur (o cuando el fémur
realiza una hiper-rotación interna sobre la tibia). Habrá que evitar pues hacer rotacio-
nes de manera forzada, sobre todo con carga.

He aquí dos ejemplos:

1 Sentarse entre los pies, movimiento que


supone una rotación interna considera-
ble de cadera. Si esta es insuficiente, el
movimiento se realizará con una hiper-
rotación externa de tibia. Los niños, fle-
xibles de cadera, generalmente, se sien-
ten cómodos al realizar este movimiento.

Por el contrario, en los adultos, la rotación interna


de cadera a veces resulta insuficiente, y notarán un
dolor interno a nivel de la rodilla. Esto significa un
señal imperativa de que hay que abandonar el ejerci-
cio y que habrá que empezar por flexibilizar la cadera.

Momentáneamente, podremos realizar la postura


colocando un soporte bajo los isquiones.El soporte
debe ser suficientemente alto para que no exista su-
frimiento alguno en las rodillas.

215
La Flexibilidad Ligamentosa de la Rodilla
(continuación)
2 Otro ejemplo de movimiento que tensiona el ligamento lateral interno de la rodilla:

Es el trabajo en rotación externa forzada de los pies,


mientras que las caderas no poseen una rotación ex-
terna suficiente.
En este "plié", la rodilla cae hacia el interior del
pie. La tibia se enrosca completamente hacia fuera
en relación al fémur.

Esto es nefasto para el ligamento la-


teral exterior de la rodilla, y máxime
si saltamos o giramos desde esta po-
sición, o si nos encontramos en apo-
yo sobre un solo pie.

216
La Flexibilidad Muscular de la Rodilla
La rodilla es franqueada por los mismos músculos poliarticulares sagitales que estu-
diamos con la cadera: rectos anteriores hacia delante e isquiotibiales hacia atrás. Bási-
camente, son los isquiotibiales los que pueden llegar a ser un freno considerable de
la extensión completa de la rodilla. Y la flexibilización de estos músculos rectos ante-
riores delante, y los isquiotibiales detrás, es esencial por lo que respecta a la flexibili-
dad de la rodilla (ver páginas prácticas de cadera).

Sería conveniente, no obstante, precisar algunos detalles acerca de la extensión de


rodilla. Pueden presentarse tres tipos de casos:

1 El "flexum" de rodilla: el individuo tiene dificultades en tender completamente su


rodilla, incluso de forma pasiva. Sería conveniente entonces estirar la parte posterior
de la rodilla mediante ejercicios monoarticulares o poliarticulares que pongan tam-
bién en juego la cadera y el tobillo (ver páginas prácticas). Es poco corriente en el
niño, pero mucho más corriente en la gente mayor.

2 La mayoría de los casos, la rodilla realiza una extensión completa, que habrá que
mantener.

3 El "recurvatum", citado con anterioridad, en donde la causa es una laxitud cápsulo-


ligamentosa. En este caso, evitar las hiperextensiones pasivas de rodilla, dado que ten-
sionan los ligamentos cruzados.

217
La Fuerza Muscular de Rodilla
El trabajo muscular de rodilla tiene dos objetivos:

1 Refuerza la estabilidad de la articulación ya asegurada por el complejo ligamentoso.


Esta estabilidad, sin ser debida a un factor óseo, yace en los sustentos pasivos de la
articulación (ligamentosos) o activos (musculares) de la articulación.

2 Este trabajo muscular debe mejorar las posibilidades


de movimiento de la articulación y del conjunto
del miembro inferior.

El Cuadríceps
Existe un primer músculo muy importante que debemos
hacer trabajar —más bien un conjunto músculo-articular
llamado aparato extensor de la rodilla.
Este está compuesto por un músculo, el cuadríceps,
el más potente del miembro inferior, de un hueso:
la rótula, y de la articulación que une este hueso
al fémur: la articulación fémoro-rotuliana, que ter-
mina al empezar la tibia a la altura de una pro-
tuberancia sobre la cual reposamos cuando es-
tamos de rodillas, se trata de la tuberosidad
anterior de la tibia.

Todo el conjunto del músculo tiene la fun-


ción de asegurar la extensión activa de la
rodilla.

218
Con él, por ejemplo, sostenemos activamente la pierna tendida, remontamos de un
"plié" o realizamos una extensión que permite la propulsión en el salto.

El funcionamiento de este músculo va ligado al de la articulación fémoro-rotuliana


(ver libro APM I, pág. 224).

Ahora bien, al menos en el adulto, esta articulación es sujeto de frecuentes


dolores debido a hiper-presiones que incluso pueden llegar a producir artrosis fémoro-
rotulianas, sobre todo en la parte externa de la articulación.

Es por ello que su fortalecimiento será llevado de dos formas distintas: para econo-
mizar los cartílagos fémoro-rotulianos, emplearemos, básicamente, ejercicios intensi-
vos pero de tipo estático.

A continuación desarrollaremos la coordinación de este músculo en ejercicios de


tipo dinámico que precisen de menos intensidad muscular (ver páginas de coordina-
ción cadera/rodilla/pie).

219
LA FUERZA MUSCULAR DE LA RODILLA
A continuación nos restan dos grandes grupos por tra-
bajar. Se trata de todos los músculos internos o
postero-internos.
• El músculo interno es el recto interno, aduc-
tor, poliarticular.
Los músculos postero-internos son:
• Los músculos isquiotibiales in-
ternos, semi-membranosos y
semi-tendinosos.
El gemelo interno, uno de los
principales del tríceps sural.

Estos músculos servirán de "liga-


mentos activos" a la articulación,
reforzando la acción de susten-
tación del ligamento lateral in-
terno. En esta función, son
más importantes que sus ho-
mólogos externos. ¿Por qué?

Porqué observamos que la articulación de la rodilla


está construida con un "valgus" fisiológico (ver APM I,
pág. 215). Este "valgus" conlleva una tendencia de la
articulación a estar comprimida por el lado externo y
abierta por lado interno, de ahí una necesidad de dar
sujeción más importante en el lado interno.

220
Fortalecimiento de los mús-
culos externos y póstero ex-
ternos. Los músculos exter-
nos son, el tensor de la "fas-
cia lata" y el bíceps femoral así
como el gemelo externo. Son
importantes en cuanto a la estabi-
lidad lateral externa de la rodilla, re-
forzando la acción del ligamento lateral
externo, y, de igual forma, para la armoniza-
ción en la estabilidad externa de todo el miem-
bro inferior al andar (ver páginas prácticas).

Estos músculos internos y externos son como rien-


das que dirigen la tibia en rotación por detrás.

Más abajo, también inciden en la colocación


del tobillo (ver página 245).

221
Páginas Prácticas. La Rodilla

Flexibilización Articular de la Rodilla


la Flexión-Extensión: Libertad Capsular
Si un individuo no puede flexionar más completamente, ello dependerá más bien
del trabajo de un físioterapeuta.

Si no existe dolor, podemos, no obstante,


probar el siguiente ejercicio:
• En posición sentada, flexionar una rodi-
lla, agarrándonos el tobillo entre las manos.
Acentuar la flexión efectuando una peque-
ña rotación de la tibia, o pequeñas rotacio-
nes muy lentas hacia ambos lados.

Estos movimientos, realizados lentamente, conlle-


van una dinamización sinovial y una activación de me-
nisco muy importante.

222
Movilización Pasiva de la Rótula
La rótula no puede movilizarse estando la
rodilla flexionada, dado que se encuentra en-
callada entre los cóndilos femorales. Tampoco
puede movilizarse estando el cuadríceps en ac-
ción, puesto que su propio tendón que es ten-
sionado, impide cualquier movimiento de
rótula.

Fig. 1
Para efectuar esta movilización, debe
haber una doble condición:
• Que la rodilla esté a la vez en extensión
• Que esta extensión sea pasiva,
hacia dentro (Fig. 1), hacia arriba (Fig.
2), hacia abajo (Fig. 3).

Para ello, podemos instalarnos senta-


dos en el suelo, con las rodillas extendi-
das. La rótula, entonces, se encuentra "li-
bre" bajo la mano que la mueve. Podemos
realizar movimientos laterales, y, de arri-
ba a abajo, como si con la mano intentá-
semos desprender la rótula de la rodilla.
Esto comporta una ligera descompresión
intrarticular y una excelente mezcla si-
novial.
Fig. 3

Cuidado: evitar en esta maniobra toda


presión de la rótula sobre el fémur.

223
Flexibilizacion Muscular de la Rodilla
Aquí remitimos al lector a las páginas prácticas de flexibilizacion de cadera donde
se explica:

El estiramiento del recto anterior


(pág. 188),

El estiramiento de los abductores (pág. 196),

El estiramiento de los aductores


(pág. 194).

224
• El estiramiento de los isquiotibiales (ver pág. 190 a 193);

y a las páginas prácticas de flexibilización muscular de tobillo/pie, donde se explica


el estiramiento de los músculos gemelos (pág. 251).

Podemos estirar simultáneamente los isquiotibiales y los gemelos, acumulando en un


sólo ejercicio: la flexión de cadera y la extensión de rodilla (procurar que la pelvis no
se marche en retroversión), y la flexión dorsal de tobillo, por ejemplo:

sentado (tal como vimos en la pág. 192/193), llevando con fuerza los pies hacia sí mis-
mo, (Fig. 1).

o estiramiento con correa (pág. 191). Colocaremos la correa a nivel del ante-pie (no
del talón) para tratar el pie en flexión dorsal (Fig. 2).

Fig. 1 Fig. 2

225
Fortalecimiento Muscular de la Rodilla

Trabajo del Cuadríceps


1 Este músculo podremos locali-
zarlo fácilmente por el hecho de
que, al contraerlo, la rótula sube
hacia arriba. Con los ojos cerrados,
haremos subir y bajar la rótula a
fin de concienciarnos de esta sen-
sación.

A veces, resultará más fácil si lo hacemos sentados con


las piernas extendidas en el suelo. Esta sensación y su
visualización son excelentes medios de control para sa-
ber si la rodilla se encuentra en extensión completa o
aproximativa.

2 Sentados, apoyándonos
en las manos, extendere-
mos una pierna, intenta-
remos llevar el hueco po-
plíteo hacia el suelo, y
despegaremos el talón del
suelo, impulsándolo lejos.

226
Podremos entonces ejercitarnos en distinguir la contracción de los cuatro haces.
La del crural es media y profunda, la notaremos incluso por la parte de atrás del fé-
mur. Para la contracción de los vastos, tendremos que ayudarnos, al principio, de un
compañero que impulse con la mano todo el miembro inferior en rotación, oponiendo
resistencia a dicha rotación.

Al presionar sobre el borde externo del pie: el miembro inferior es arrastrado hacia
una rotación interna, en este momento el vasto externo se encuentra más tensionado.

Al presionar sobre el borde interno, el miembro inferior es arrastrado hacia una


rotación externa, ahora el vasto interno está más tensionado.
Este ejercicio del vasto interno es especialmente interesante para los individuos que
sufren artrosis fémoro-rotuliana (ver APM I págs. 224/226).

227
Fortalecimiento Muscular de la Rodilla
Trabajo del Cuadríceps
(continuación)
Para finalizar, elevaremos el miembro in-
ferior con la rodilla extendida, desde la ca-
dera. Esto agrega el trabajo del recto an-
terior puesto que añadimos a la extensión
de rodilla una extensión de cadera.

Esto también supondrá el aumento del trabajo de todo el cuadríceps. En efecto, los
isquiotibiales, estirados debido a la flexión de la cadera, intentar flexionar la rodilla
y hacen más dificultosa la flexión.

También podemos hacer trabajar el cua-


dríceps en contracción estática, apoyando
la espalda en la pared o espalda contra es-
palda con un compañero. Flexionaremos
las rodillas como si estuviésemos sentados
en una silla. Hay que dar con la altura en
la cual el trabajo del músculo se haga ne-
cesaria. Para dar más intensidad al ejerci-
cio trabajaremos sobre un solo pie. Resul-
ta interesante combinar este ejercicio con
todo el trabajo de trípode del piey de go-
bierno del miembro inferior que realiza el
pie (ver pág.276).

228
• Fortalecimiento de los Músculos Laterales
y Posteriores
Este ya ha sido abordado en el capítulo referido a la cadera:

• Músculos posteriores, página 199;

• Músculos internos, página 201;

• Músculos externos, página 200.

Estos músculos resultan interesantes, sobre todo, en un programa de movimientos


más complejos, ver la página siguiente.
La coordinación del miembro inferior, y en concreto, del "plié", de los "balancés",
la veremos en las páginas 278 y 282.

229
Trabajo de coordinación de los Músculos
de la Rodilla
Deberemos tener en cuenta que la rodilla, en flexión, está desestabilizada desde el
punto de vista ligamentoso. Es entonces cuando entran en juego los estabilizadores
musculares.

Trabajaremos pues en semi-flexión, apoyándonos sobre una pierna. Efectuaremos


cambios de posición, sea de los brazos, sea de la cabeza, sea del tronco.

Movimientos Laterales
Ponen a prueba la estabilización lateral
de la rodilla.
Inclinaremos la cabeza hacia el lado dere-
cho o izquierdo.

Levantaremos el brazo izquierdo o derecho.

Inclinaremos el tronco hacia la derecha o ha-


cia la izquierda.
Todo ello sin perder el equilibrio.

230
Movimientos Rotatorios
Ponen a prueba el reequilibrio rotatorio.
Giraremos la cabeza hacia la izquierda o ha-
cia la derecha.

Efectuaremos una gran circunducción de


los brazos alrededor del cuerpo o una ro-
tación del tronco alrededor de la pelvis.

Estos movimientos de rotación pueden combinarse con aquellos de inclinación late-


ral. Ahí la rodilla es forzada al máximo.

Progresión en estos ejercicios: podremos ejercitarnos trabajando con los ojos cerra-
dos, o imprimiendo cierta velocidad en el movimiento.
Cuidado: no permanecer mucho tiempo sobre el mismo pie, preveyendo en el ejerci-
cio un cambio de apoyo regularmente, para no cansar los cartílagos.
Todos estos movimientos pueden combinarse a continuación, en direcciones espira-
les u oblicuas, y encadenándolos con movimientos más complejos.

231
EL TOBILLO Y EL PIE

El pie realiza una doble función de toma de contacto con el sue-


lo (o de apoyo) y de base a la constitución del cuerpo que se erige
por encima de él. El tobillo es el vértice donde se enlazan el plano
vertical del cuerpo y el horizontal del pie.
Cabe señalar la particularidad del astrágalo, hueso libre de cual-
quier inserción muscular
Las funciones del tobillo y del pie son a la vez sensitivas y activas.
Precisan de las multimovilidades de las numerosas articulaciones
y de la activación de todos los músculos.

233
Los Movimientos y su Denominación

Los Movimientos del Tobillo


Para una mayor comodidad, utilizaremos una denominación común para todos los
movimientos de tobillo y pie

Los movimientos de tobillo se ejecutan tan sólo en el plano sagital

La Flexión Dorsal
Es un movimiento que acerca la cara anterior del pie a la de la pierna
Encontramos este movimiento, estando el pie apoyado, cuando efectuamos un "plié",
o nos ponemos en cuclillas o al despegar y aterrizar en el salto.
Este movimiento se da cuando el pie está sin apoyo, en el momento del paso osci-
lante en el andar o al subir una escalera

234
La Flexión de la Planta
Es un movimiento que acerca la cara de la planta del pie a la cara posterior de la pierna
Este movimiento se da sin apoyo en el final del "paso posterior" al andar

Este movimiento se da en apoyo cuando nos elevamos sobre las puntas de los pies
y en la posición de rodillas, sentados sobre los talones

235
Movimientos Globales del Pie
Distinguiremos: Los movimientos sagitales de flexión dorsal o de planta, son idénti-
cos a los del tobillo, pero realizándose más allá en el pie

Movimientos laterales de abducción y aducción.

Sin apoyo, este tipo de movimientos son poco


comunes en la vida cotidiana. Los podemos ob-
servar en apoyo en la rotación del miembro in-
ferior sobre el pie de apoyo.

Los distinguiremos por el apoyo sobre me-


dias puntillas.

236
Los movimientos de rotación del pie alrededor de su eje antero-posterior, llevan la
planta del pie:

Hacia dentro, es la supinación.

Hacia fuera, es la
pronación.

En apoyo, estos movimientos reclinan el pie (total o parcialmente), hacia dentro,


o hacia fuera, o sobre las puntas de los pies:

En la práctica, a nivel del pie en general, dada la forma de las superficies articula-
res, los movimientos se combinan así:
• Flexión dorsal abducción pronación forman la eversión,
• Flexión de planta aducción supinación forman la inversión.

237
La Flexibilidad del Tobillo

Flexibilidad Ósea
La forma ósea de la articulación permite movimientos sa-
gitales de flexión de planta y dorsal, pero los movimientos
rotatorios y laterales son imposibles puesto que la polea
astragaliana está sujeta lateralmente por los dos maléolos.
Sin embargo, esta sujeción difiere según las posiciones
en razón de la forma de la polea astragaliana.
Esta es más larga por delante que por atrás. En flexión
dorsal, la polea queda pues muy encaja-
da entre los maléolos.
Ningún movimiento lateral o rotatorio
resulta posible.
• en la flexión de la planta, en cambio,
la parte trasera de la polea queda me-
nos encajada. Un cierto juego lateral
y rotatorio resulta posible (en apoyo, la
articulación es entonces mucho menos
estable desde el punto de vista óseo, ne-
cesitando de las estabilizaciones ligamen-
tosas y musculares —ver págs. 284 y 285)

Flexibilidad
Ligamentosa
Los principales ligamentos son late-
rales. El ligamento lateral interno com-
puesto por dos capas es más importante
que el externo.
El externo por lo general está más expuesto
a los esguinces. Se trata de un ligamento al que
no es conveniente sobrecargar con movimien-
tos excesivos de inversión (por ejemplo: cruzar
el pie sobre el muslo opuesto sin una rotación
de cadera suficiente).

238
Flexibilidad Muscular
El principal freno muscular a nivel del tobi-
llo es el tríceps sural. Este músculo se pondrá
en tensión mediante el movimiento simultáneo
del tobillo en flexión dorsal y de la rodilla en
extensión. Entonces podrá frenar uno de los
dos movimientos.

Ahí, en la pierna izquierda, el tríceps es es-


tirado totalmente. En la pierna derecha, los ge-
melos lo están menos (rodilla flexionada). So-
bre todo será el soleo el que sea estirado.

Por ejemplo, si pedimos a alguien que se incline hacia delante colocando las manos
en el suelo, si el tríceps es corto podremos observar: bien, flexionarse la rodilla, bien,
elevarse los talones del suelo.

Sin embargo, en ciertos individuos poco entrenados, o en individuos que lleven a


menudo zapatos de tacón alto, este músculo puede que se acorte hasta tal punto que
al realizar una flexión dorsal (sin extensión de la rodilla), notemos que se pone en tensión.

En todos los ejercicios será conveniente estirar el tríceps progresivamente.


El tendón de aquiles es, efectivamente, a pesar de su espesor, un tendón que resulta
frágil y sus roturas son bastante frecuentes (ver en flexibilizacion articulatoria y mus-
cular de tobillo/pie en las páginas prácticas).

239
La Flexibilidad del Pie
No podremos entrar en detalle acerca de todas las articulaciones, pero señalaremos
las más importantes, sus principales movimientos y límites ocasionales.

A. La Articulación Subastragaliana
El astrágalo descansa en la parte trasera del pie,
sobre el calcáneo en dos superficies articulares
dobles (ver libro APM I, pág. 269).
En el plano óseo se trata de una articulación
móvil en muchas direcciones. Es como si es-
tuviésemos montados en un skate-board.

Sin embargo, estas multi-movilidades en


cuanto a su amplitud, se encuentran muy
frenadas por los ligamentos que unen el as-
trágalo al calcáneo (sobre todo el ligamento in-
teróseo) y por otros ligamentos poliarticulares, los cuales, provenientes
de los maléolos, terminan en el calcáreo (ligamentos laterales de tobillo, principalmente
el externo, que limitan la pronación de la articulación)

Desde el punto de vista muscular, los músculos que en este caso frenarán los movi-
mientos, serán aquellos provenientes de la pierna, ya citados en el estudio del tobillo,
principalmente el tríceps, que frena la flexión dorsal y la pronación.

B. La Articulación Mediotarsiana
Ahí, los movimientos son bastante parecidos a los de la su-
bastragaliana, aunque el plano de la articulación ya no es
horizontal sino vertical. Los movimientos de esta bisagra son:
flexión de la planta —flexión dorsal, rotaciones, abducción, aduc-
ción. Siendo más comunes estos últimos.

C. Articulación Tarsometatarsiana
Es un conjunto de articulaciones que forman una línea dentada.
Ahí, las tres direcciones de movimientos serán posibles siempre,
pero los más comunes son los movimientos de flexión de plan-
ta y dorsales, aunque, a veces, con movilidades muy reducidas.

240
D. Articulaciones Metatarsofalángicas
Ahí, los encajes nos permitirán movimientos en los tres planos que será
conveniente aprender.
Cabe observar que estos movimientos permanecen muy trabados en
los adultos. El más trabado por lo general es la flexión de la planta,
al estar la articulación, a menudo, colocada permanentemente en
flexión dorsal (esto puede ser debido a diversas causas: distribu-
ción del peso del cuerpo, calzado, etc... —ver páginas prácticas).

E. Articulaciones Interfaiangicas Proximaies


Tan sólo nos permiten movimientos de flexión de planta.
En el pie del adulto suelen ser los movimientos predominantes, y tien-
den a limitar los otros movimientos o los otros planos de movimien-
tos de las restantes articulaciones.
No será pues necesario trabajarla, sin embargo es importante com-
probar que la rectitud de esta articulación sea siempre posible, pues-
to que en los adultos existe a menudo un "flexum".

F. Articulaciones Interfaiangicas
Distales
Permiten más movimientos que la anterior: la flexión dorsal ade-
más de la plantar. Estos mini-movimientos, incluso los de la arti-
culación más pequeña del quinto dedo a menudo están bloque-
ados. Será pues preciso reeducarlos para una correcta motrici-
dad del pie.

241
El Trabajo Muscular del Tobillo y del Pie
Ante todo señalaremos la existencia de dos musculaturas:
• la que se encuentra en el pie, llamada intrínseca, compuesta por pequeños múscu-
los que movilizan varios huesos del pie entre ellos. Estos músculos, a menudo, funcio-
nan poco o mal o no funcionan.
• la que proviene de la pierna. Se trata de músculos mucho más potentes, que movili-
zan el pie añadiendo siempre una movilización del tobillo

Esta distinción nos sugiere dos tipos de trabajo:


• un trabajo específico y analítico de los pequeños músculos, verdadero trabajo de
orfebrería, que tiene como objeto encontrar de nuevo los movimientos perdidos las
más de las veces como consecuencia de ir calzados.
• un trabajo más general que incluya pierna, tobillo y pie, incorporándolo progresiva-
mente en ejercicios de todo el miembro inferior (ver "el plié", pág. 278)

Músculos Extrínsecos
Estos músculos tienen todos, como hemos visto, una acción a nivel del tobillo.
Ver APM I pág. 294

Observemos que existen tres veces más flexores plantares que flexores dorsales.
¿Por qué? Porque estos músculos están destinados básicamente al andar humano
y a la propulsión del pie en este andar.
Para ello son necesarios ciertos músculos que nos impulsen hacia atrás: los flexores
plantares.

Los flexores dorsales elevan el pie en el momento oscilatorio del andar, lo cual pre-
cisa mucho menos fuerza.

242
Si consideramos un eje longitudinal del pie que pase por en medio del astrágalo
y el segundo dedo, todos los músculos cuyos tendones pasen por dentro serán supina-
dores y por fuera, pronadores.

Observemos igualmente que poseemos tres veces más supinadores que pro-
nadores.
¿Por qué? Porque el pie está constituido como una bóveda en la que el arco princi-
pal es el interno. Este arco interno es una "armadura" (ver libro APM I, pág. 296).
Se sostiene, no por el juego del apilado óseo, sino gracias a los tensores ligamentosos
y musculares. Comprendemos, de esta forma, que éstos sean más importantes dentro,
para mantener este arco.

Este arco también permite cierta defor-


mabilidad:
• Se aplasta ligeramente en una fuerte fle-
xión dorsal en carga ("plié")...

...para restablecerse en seguida debido a


la tensión tónica muscular.

Todo ello nos ayuda a comprender ciertos hábitos del pie: a menudo podemos ver
a la gente colocarse en supinación en los movimientos de espera de pie; ello pone
en reposo los músculos sustentadores internos.

243
Coordinación del Tobillo y del Pie
A continuación revisaremos cada zona del pie y del tobillo con el objeto de exami-
nar como, por una lado, son estabilizadas por la coordinación de los juegos muscula-
res, y como, por otro lado, su posición influye en la articulación de las zonas vecinas,
lo cual comportará distintas maneras de "formar" el pie.

Coordinación del Tobillo

Mantenimiento activo del astrágalo entre


la tibia y el peroné:
Ya hemos visto en páginas anteriores que en el
plano óseo, el tobillo es muy estable en flexión
dorsal y menos estable en flexión plantar.

Desde el punto de vista ligamentoso, los li


mentos laterales pueden ser,
• tensos delante • distendidos atrás.
Es en esta última posición donde existen
más riesgos de falsos movimientos en el
tobillo (torsión del astrálago en supi-
nación) y de esguince, sobre todo
del ligamento lateral externo.
El tobillo está pues mantenido por
un conjunto de juegos muscula-
res y ligamentosos (detallados en
la página 295 de libro APM I) que
comportan dos efectos: • la pinza adapta
su forma por el descenso del peroné, y
entoces se adapta mucho más la forma
del astrágalo.
• la pinza se ciñe activamente.
El astrágalo se estabiliza así entre los dos
huesos.
Esto no tiene lugar más que en flexión dor-
sal activa, por ejemplo al colocarnos sobre
la mitad de la punta de los pies.
El trabajo de los músculos que se contraen
en este punto es el objeto de los ejercicios
de coordinación específicos detallados en
la página 284.

244
Orientación del Astragalo según la Posición de los
Huesos de la Pierna

a. Lateralmente, ob- Y viceversa, si los


servamos que si los dos huesos de la pier-
huesos de la pierna es- na están orientados en
tán inclinados en val- varo (que tiene su ori-
go (que tiene su origen gen en un genovaro),
en un "genovalgo"), se ello tiende a recostar
produce una tenden- el astragalo en varo
cia a recostar el astra-
galo hacia dentro, y a
arrastrar esta parte
trasera del pie en valgo

b. En rotación, obser- Y viceversa, obser-


vamos que si la tibia varemos que si la tibia
gira en rotación inter- gira en rotación exter-
na (que tiene su origen na (desde la rodilla), el
en una rotación inter- maléolo tibial empuja
na de rodilla), el ma- el astragalo en rota-
léolo peroniano em- ción externa, lo cual
puja el astragalo en conllevará una inver-
rotación interna, y sión de la articulación
conlleva una eversión subastragaliana.
de la articulación su-
bastragaliana.

La orientación de los dos huesos de la pierna modifica la colocación de la parte trasera


del pie, lo cual orienta la forma de la parte delantera. Habrá que tener cuidado, sin em-
bargo, puesto que ello no se produce de forma sistemática. Hay que distinguir pues lo
que ocurre en la parte delantera y la trasera del pie.

(Ver ejercicio de coordinación de tobillo páginas 274/277)

245
Coordinación en la Articulación Subastragaliana
Ya hemos visto que la forma de esta articulación permite movilizaciones en numero-
sos planos. Es pues un lugar fundamental del equilibrio en apoyo de pie, para orientar
los huesos de la pierna por encima y los huesos del pie por delante.

Ningún músculo se inserta en el astrágalo. Este queda colocado a partir de las posi-
ciones de la pinza tibio-peroniana por arriba y del calcáneo por debajo.

El único músculo que se inserta directamente al calcáneo es el tríceps sural.

Los músculos que orientan al calcáneo lateralmente terminan más hacia delante del
pie. El equilibrio lateral y rotatorio de esta articulación es pues indisociable al del res-
to del pie.

En este nivel, la distribución del peso del cuerpo es un elemento importante de la


coordinación, es decir, la forma en que llevemos este peso sobre una u otra parte del
calcáneo.
Ello puede observarse sobre un tobillo visto desde atrás, la pantorrilla, el tendón
de aquiles y el calcáneo forman una especie de reloj de arena.

Si el peso lo llevamos en medio del talón, el talón


de aquiles queda en vertical -el reloj de arena también

Si el peso lo llevamos hacia dentro —tendencia a la


eversión— el reloj de arena se inclina hacia dentro.

Si el peso lo llevamos hacia fuera —tendencia a la


inversión— el reloj de arena se inclina hacia fuera.

246
Coordinación en la Articulación Mediotarsiana
Esta articulación cambia de plano, es vertical, mientras que
hasta aquí eran horizontales.

Ahí se producirá una torsión de ajuste recíproco entre las


partes trasera y delantera del pie, de forma que el peso del
cuerpo se distribuirá (de manera distinta según los casos)
sobre los tres apoyos del trípode del pie.

Esta torsión puede llevar al ante-pie, sea cual sea el apo-


yo trasero:
• En apoyo sobre la cabeza del primer metatarsiano
• O en apoyo sobre la cabeza del quinto metatarsiano.
Esta torsión es a la vez obra de los músculos extrínsecos
e intrínsecos.

Ahí también, el juego entre estas acciones musculares y el


reparto del peso del cuerpo es determinante (ver en páginas
prácticas acerca del "trípode", página 276).

Coordinación en las Articulaciones situadas por


delante de la Mediotarsiana
El equilibrio de las cargas sobre las cabezas de los metatarsianos es el resultado de
la orientación tomada en la mediotarsiana.

Ahí, las coordinaciones importantes son aquellas por las que hacemos predominar
el apoyo
• Sobre el dedo, liberando la cabeza del metatarsiano
• O sobre la cabeza del metatarsiano liberando el dedo, y dejando a este dedo la libertad
de apoyarse o no, para restablecer un equilibrio o para una propulsión.

247
Coordinación Tobillo / Pie en Apoyo

El Trípode del Pie


Cuando estamos en apoyo sobre los pies, éstos forman un polígono de sustentación
delimitado en cada pie por 3 puntos: el talón detrás, la cabeza del primer metatarsia-
no delante y por dentro, la cabeza del quinto metatarsiano delante y por fuera.

Entre estos tres puntos de apoyo se forman los tres arcos del pie, arco interno, el
más visible, arco anterior y arco externo, esquelético e invisible a simple vista. Los
tres arcos forman la bóveda del pie.

Este trípode y esta bóveda se constituyen a partir de un juego de fuerzas, princi-


palmente:
• El peso del cuerpo llegando sobre el pie y distribuyéndose de forma variable sobre
el mismo.
• La tracción de los músculos que contribuye a mantener los arcos.

1 Cómo cambia el trípode según la distribución del peso


sobre el pie de delante hacia atrás

A. Observación en el límite del equilibrio

a. Si el peso recae bási- b. Si el peso recae bá-


camente en el ante-pie, sicamente en el tras-
observamos: poco apoyo pié, observamos:
en el talón, mucho en el poco apoyo en el
ante-pie, una contracción ante-pie, mucho en el
de los músculos flexores talón, la contracción
plantares. de los músculos ex-
tensores.

Una "garra en los La elevación de los


dedos". dedos.

248
B. Entre los dos extremos podremos ejercitarnos en probar dos posiciones más
intermedias
3/4 Del peso sobre el talón, 1/4 sobre el ante-pie (sin apoyo sobre los dedos)
Esta posición permite un cierto reposo muscular dado que:
• La bóveda no se encuentra muy cargada (el peso es llevado
sobre los dos huesos macizos de la parte trasera
del pie, entonces los músculos sustentadores de
la bóveda se relajan)
• La tibia recae directamente sobre el astrágalo. Po-
drá incluso equilibrarse con mínimas contracciones.
Es pues una posición de economía muscular, que
convendrá desarrollar para las prolongadas estan-
cias de pie.
El equilibrio es ahí algo precario: no estamos muy lejos de la caida hacia atrás. Esto
requiere un puesta en equilibrio muy fina por parte de la parte trasera del pie, una
activación de la articulación subastragaliana que deberá situarse como si cayese en
"mitad del talón".
50% del peso sobre el talón, 50% sobre el ante-pie
Existirá en este caso un trabajo muscular mucho más intenso pues-
to que:
• La bóveda se encontrará cargada: todos los mús-
culos sustentadores están en contracción de man-
tenimiento
• La tibia no está ya vertical sino oblicua sobre
el astrágalo: los músculos posteriores de la pan-
torrilla se contraerán para restablecer el equilibrio.
Esta posición requiere mucho menos finura pro-
pioceptiva en la activación de la parte trasera del pie.
El equilibrio es ahí mucho más fácil: podemos ir un poco hacia delante o hacia atrás,
simplemente con una mayor o menor contracción de los músculos posteriores.
No se trata de una posición de reposo sino más bien una activación muscular, a
desarrollar en todos los inicios de movimientos.
2. Lateralmente (visible sobre todo en apoyo unipodal):

El peso se encuentra sobre todo en el lado


interno (Fig. 1)
O externo del pie. (Fig. 2)

Fig. 1 Fig. 2
Modificación del trípode según las acciones musculares
Muy numerosas, serán tratadas en el capítulo del fortalecimiento muscular (ver pági-
nas 258/267).

249
Páginas Prácticas Tobillo / Pie
Flexibilización del Tobillo
Movilización de Tobillo en Flexión Dorsal
Esta movilización es importante puesto que nos pre-
para directamente para el trabajo de amortiguación
en el salto (ver página 286).
Es la posición del "demi-plié", es decir:
• Rodillas flexionadas manteniendo los talones en el
suelo.
Podemos colocar el cuerpo en descarga apoyán-
donos en una barra.

Otra posición que comporta una fuerte flexión dor-


sal de tobillo: es la posición sentada, agachados so-
bre los talones (los talones deben, sobre todo, tocar
el suelo).

Para mantener el equilibrio en esta po-


sición, será básico llevar una parte con-
siderable del tronco hacia delante más
allá de los pies. Ello supone una ampli-
tud de flexión de cadera/rodilla/tobillo:
esta tres articulaciones están en máxi-
ma flexión.

250
Si falta la amplitud en alguna de las articulaciones, el equilibrio resultará imposible
y el cuerpo caerá hacia atrás. Existen dos compensaciones posibles:
Primera solución: llevaremos el cuerpo hacia el ante-pie, montándonos sobre la mitad
de las puntas de los pies —el equilibrio es precario— este movimiento no tiene interés
alguno para la flexibilización de tobillo.

La segunda solución consiste en


encontrar un asidero interior para
las manos (bien sea una barra, o
como en la foto, un compañero).

Podemos efectuar el mismo movimiento con


la rodilla extendida. Haremos trabajar un to-
billo a la vez, y pondremos el cuerpo en des-
carga, bien apoyándonos en una barra, bien
apoyándonos con la mano en la rodilla flexio-
nada de la pierna no extendida.

El movimiento es más limitado con la rodi-


lla extendida, por encontrar otro freno: el gru-
po posterior (los gemelos).

Atención: no confundamos esta posición con la


propuesta para la flexibilización articulatoria de ca-
dera (pág. 184), donde las rodillas están separadas
y el tronco queda entre las rodillas, el equilibrio pre-
cisa de una gran amplitud en el movimiento de ca-
dera pero no tanta en el tobillo.

251
Flexibilización del Tobillo

Movilización en Flexión Plantar


Se conseguirá al sentarnos sobre los
talones, con las puntas de los pies ex-
tendidas. Permanecer sentados en esta
posición no resultará fácil para todo el
mundo.
Es frecuente ver que el pie se coloca
en supinación, instalándose los glúteos
sobre las bóvedas del pie y no sobre los
talones.

O bien que los tobillos y los pies se pon-


gan en flexión dorsal.

252
Para facilitar el ejercicio, podremos colocar el cuerpo en descarga, apoyando las manos
en el suelo, a ambos lados de las piernas.

Disminuiremos progresivamente el apoyo sobre las manos, trasladando el peso del


cuerpo hacia las rodillas y a continuación sobre los pies.

El ejercicio, al mismo tiempo, estira las pequeñas articulaciones del pie que pudie-
ran estar agarrotadas y los músculos provenientes de la parte anterior de la pierna,
cuyos tendones se encuentran en la parte anterior del pie.
Mayor dificultad: llevemos el peso del cuerpo hacia atrás. La flexión de planta es
entonces muy acentuada en el extremo de los pies
Podemos apoyarnos sobre las manos colocadas en el suelo por detrás del cuerpo.

253
1. Movilización de la articulación subastragaliana
• Sentados, con una pierna extendida, pondremos el talón (el calcáneo) en el suelo
y, sin levantarlo, empujaremos el pie hacia atrás o hacia delante, como si quisiéramos
encoger o agrandar el pie.
• El mismo ejercicio podemos realizarlo de pie, durante una caminata, en la cual, a
cada paso pondremos el pie en el suelo como si quisiéramos alargarlo o encogerlo,
a partir del contacto del calcáneo con el suelo.

• De nuevo sentados, con una pierna extendida, imaginemos que el calcáneo es como
una bola sobre la cual hacemos girar el pie.

254
• De pie, en "demi-plié", para que quede visible el tendón de Aquiles.
Haremos mover lateralmente los calcáneos como si quisiéramos separarlos y acer-
carlos.

Tener cuidado porque algunos individuos realizarán un movimiento de separación


de las rodillas. De forma que podremos trabajar con las manos apoyadas sobre las
rodillas para que el movimiento no parta de ellas.

Sentados, con una rodilla flexionada, colocaremos la pierna sobre la otra rodilla.
Nos cogeremos el pie con una mano a nivel del medio-pie (el medio-pie en un zapa-
to correspondería al lugar de los cordones).
Con la otra mano, cogeremos el calcáneo y lo haremos mover en todas direcciones,
bajo el astrágalo.

255
2. Movilización de la articulación
mediotarsiana
Sentados, cogiéndonos el pie con una mano,
sujetaremos el calcáneo con la otra, de forma
que éste se situé en una fuerte flexión dorsal.
Calcáneo y astrágalo, de esta forma, quedarán
estabilizados.

Con la otra mano, nos cogeremos el


medio-pie y le haremos efectuar una serie
de giros internos y externos, movimientos
de torsión, movimientos de arqueamiento
y encorvamiento.

3. Movilización de las metatarsofalangicas


Estas articulaciones pueden moverse en los
tres planos. Sin embargo, ciertas direcciones
de movimiento se han quedado muy limitadas
en los adultos a causa del calzado.

La articulación a menudo se que-


da fija en flexión dorsal, sin que
pueda moverse en flexión plantar.

Movilizar estas articulaciones efectuando con la mano una tenaza que inmovilice
el metatarsiano, agarrando bien la primera falange del dedo (y no la segunda ni la
tercera, como lo haríamos si agarrásemos el extremo del dedo).

256
A nivel del primer dedo existe a veces una rigidez en abduc-
ción (es el "hallux valgus"). En este caso, será inútil intentar
separar la primera falange, puesto que la mayoría de las veces
el movimiento tiene su origen más arriba: el primer metatarsia-
no está orientado en sentido inverso (en abducción), y así pues,
hay un espacio anormal entre las cabezas del primer y se-
gundo metatarsiano.

Entonces será necesario, efectuar primero con la mano


una tenaza que inmovilice el metatarsiano impidiéndole se-
pararse.

Después, con la otra mano, intentaremos movilizar la falange, primero en plano sa-
gital, luego en pequeñas rotaciones, e incluso en aducción, todo ello para recuperar
una cierta movilidad capsular.

Para terminar, volveremos de nuevo al movimiento de


abducción. Aunque no debemos reemprender las movi-
lizaciones si el "hallux valgus" es considerable o dolo-
roso. En todos los casos, trabajaremos siempre evitan-
do llegar al umbral en que el movimiento nos cause dolor.

4. Movilización de las interfalángicas


Tan sólo hablaremos de ellas para advertir que a menudo aparecen bloqueadas y
deben ser movilizadas con la mano como en los ejercicios precedentes.

257
Fortalecimiento Muscular del Tobillo y del Pie

Músculos Intrínsecos

Los Interóseos
Podemos hacer trabajar estos músculos
como abductores o aductores de las falanges:
separando o juntando los dedos.
También tienen otra función: sus contraccio-
nes constriñen el espacio entre los metatarsia-
nos. De esta forma contribuyen a impedir el
hundimiento del ante-pie.

Ejercicios: efectuar un movimiento de flexión plantar de las metatarsofalangicas y


un alargamiento de las interfalángicas.

258
Cuidado en confundir este movimiento con la flexión plantar de las interfalángicas
proximales, es decir, la acción del flexor común de los dedos.

Este movimiento es bastante dificultoso, y será conveniente que vaya precedido por
dos ejercicios:
• Movilización pasiva de las metatarsofalángicas. Notando bien la flexión plantar, ha-
remos sobresalir las cabezas metatarsianas.
• Realizar el movimiento primero con la mano (foto de la página de la izquierda). Es
mucho más fácil de realizar y ello permite precisar exactamente en que lugar del pie
se sitúa.

Cuando se ha aprendido este movimiento, podemos llevar a cabo un fortalecimiento


más intenso "cargando" el pie, apoyándonos más hacia los dedos.
Sentiremos perfectamente la contracción por el calambre entre los metatarsianos.

259
Fortalecimiento de los Músculos Intrínsecos
del Pie (continuación)

Músculos de la columna interna

Abductor del primer dedo


Se trata de un músculo im-
portante puesto que es un ten-
sor activo del arco interno (ver
APM I, pág. 296). Son pocos
los que saben, de entrada, ha-
cer trabajar este músculo.
El ejercicio consiste en sepa-
rar el dedo gordo (observemos
que los bebés realizan este mo-
vimiento fácilmente antes de
llevar zapatos).
Ello puede parecer complica-
do. Cabe pues informarse en
qué medida es posible.
La dificultad proviene del comando neuro-motriz que por lo general se ha vuelto
inoperante. Puede que exista igualmente una rigidez de la articulación.
Comenzaremos por ejecutar el movimiento de forma pasiva, manteniendo los meta-
tarsianos con una mano lo cual impedirá la separación del primer metatarsiano.

Luego probaremos en "activo con ayuda" y en activo. Para facilitar el movimiento


podemos partir de una posición de "hallux valgus".

260
Flexor Corto del Primer Dedo
Efectuaremos un apoyo del dedo gordo en el suelo, con el pie plano.

Totalmente distinto del apoyo sobre la cabeza del metatarsiano.


Para diferenciarlos con claridad, podemos alternar rítmicamente uno y otro apoyo.
Este trabajo completa el del trípode del pie (páginas 248 y 277)

Fortalecimiento de la Columna Externa


Podemos ejercitarnos en flexionar el quinto dedo, en separarlo, en hacerlo girar ha-
cia el exterior.
Estos movimientos hacen que intervengan los músculos intrínsecos externos.
Estos son difíciles de aislar de los del resto del pie. Sin embargo, podemos efectuarlos
incluso de forma global puesto que son de gran interés: fortalecen toda la columna
muscular de sustentación del arco interno (ver APM I, pág. 297). Participan, por otro
lado, en la tonificación de la bóveda plantar.

261
Fortalecimiento de la Musculatura
de Tobillo / Pie

Músculos Extrínsecos
Será conveniente hacer intervenir estos músculos, cada uno según su función, aisla-
damente, para despertar la sensación precisa de la acción de cada uno de ellos. Para
asegurarnos de este modo que todos sean capaces de contraerse.
Puesto que, a menudo, los hábitos de movimiento (por ejemplo el hábito de andar)
hacen que utilicemos ciertos músculos preferentemente, dejando a otros permanente-
mente inactivos.

Trabajo del Tibial


Anterior
Primer músculo, el tibial anterior: levan-
tar el borde interno del pie tirando del cue-
llo del pie. Observaremos en la parte ante-
rior de la pierna que el músculo se contrae.

Trabajo del Extensor


Propio del Dedo Gordo
Elevamos el dedo gordo sin levantar los
demás, que deberán permanecer comple-
tamente distendidos.

262
Trabajo del Extensor Común de los Dedos
Levantaremos todos los dedos a excep-
ción del primero. Más adelante, aumenta-
remos la dificultad: levantaremos los dedos
uno a uno, como si tocáramos una escala
en el piano. También podemos alternar los
movimientos: levantar el primer dedo, lue-
go los otros cuatro,...

Para realizar estos ejercicios, desplazare-


mos el cuerpo hacia el talón. Si el peso está
muy hacia delante, existe una tendencia a
hacer una "garra" con los dedos.

Si el peso lo llevamos demasiado hacia


atrás, los tres músculos se contraen a la vez
para reestablecer el equilibrio. Entonces po-
dremos ver como aparecen sus tendones
por la parte anterior del tobillo.

263
Fortalecimiento Muscular del Tobillo y del Pie
Músculos Extrínsecos (continuación)

Trabajo del Peroneo Lateral Corto:


Elevaremos el borde externo del pie.
También podremos realizar semi-círculos
hacia el exterior del pie.

Trabajo del Peroneo


Lateral Largo:
Elevaremos el borde externo del pie
doblando la parte plantar del cuello-
del-pie.

264
Estos músculos son esenciales para la estabilización externa del pie.

Observaremos que se contraen al elevarnos so-


bre las puntas de los pies,

o al realizar un equilibrio monopodal, a lo largo de la cara


externa de la pierna. Ambos músculos to-
man parte en el soste-
nimiento del arco
externo.
El peroneo largo
añade una acción de
sustentación del medio-
pie: como una correa
que pasara bajo el pie
y fuera estirada hacia el
exterior.
Esta acción se combi-
na con la del tibial pos-
terior, como veremos en
páginas siguientes.

265
Fortalecimiento de los Músculos Tobillo / Pie
Músculos Extrínsecos (continuación)

Trabajo del Flexor Largo del Dedo Gordo:


Apoyar el dedo gordo en el suelo sin apoyar ni elevar la cabeza del primer meta-
tarsiano.
Este músculo es especialmente interesante en la coordinación tobillo/pie puesto que
proviene de la parte posterior de la pierna, atravesando diversas articulaciones.

• Aprieta la pinza
tibio-peroniana.
• Estabiliza el astrága-
lo por detrás (se trata
del único tendón que
pasa sobre el as-
trágalo).
• Encoge longitudi-
nalmente el medio-pie,
sosteniendo el arco
interno.

Trabajo del Flexor Común de los Dedos


Apoyaremos todos los dedos, a excepción del gordo, en el suelo sin apoyar ni elevar
las cabezas metatarsianas.
Más adelante (mayor dificultad) podremos apoyar sucesivamente dos-tres-cuatro-cinco
dedos.

266
Trabajo del Tibial Posterior
Arquearemos el pie, no a nivel del tobillo, sino por la zona del cuello del pie.

Con contracción

Sin contracción

Es como si el medio-pie se encogiera sobre sí mismo debido a la fuerza de una cuer-


da que estirase por detrás del maléolo.

267
Trabajo de Coordinación de
los Músculos Tobillo / Pie

1. Coordinación en los Movimientos del Pie


Sentados, con la planta de los pies contra el
suelo cerca de los muslos, levantar los dedos,
volver a ponerlos en el suelo, y acentuando el
hueco bajo el pie, deslizar los talones por el sue-
lo. Los pies se alejarán de esta forma progresi-
vamente de los muslos, por un movimiento de
reptacion.
Volver a la posición de origen mediante el mis-
mo mecanismo.

Mismo ejercicio dejando la pantorrilla distendida


(comprobar con la mano si está blanda). De esta for-
ma, serán más solicitados los músculos intrínsecos del
pie.
Mismo ejercicio sin utilizar los dedos para la reptacion: ésta se realizará entre el
talón y las cabezas de los metatarsianos. Esto pone en mayor tensión los músculos
de sustentación del medio-pie.

268
• Sentados, pie contra pie, los talones uno contra otro, mover los dedos de forma que
se junten los extremos de los primeros dedos, luego las cabezas de los primeros meta-
tarsianos. Respetaremos en ambos casos los huecos bajo la bóveda plantar.

269
Coordinación de los Músculos de Tobillo / Pie
(continuación)

Movimientos de Pie + Tobillo


• Flexión-punta.
• Para los individuos en que el equilibrio aún sea precario, este movimiento puede
hacerse al principio sentado, con una rodilla doblada.
• Para la flexión: levantar un pie a la vez, lo más alto posi-
ble, manteniendo el talón en el suelo, volviendo a poner el
pie plano. Colocando las manos bajo las rodillas podremos
sentir la contracción de los músculos elevadores del pie.

Para la punta, mantener el dedo gordo en el


suelo, elevar el talón lo máximo posible, des-
pegando despacio y progresivamente el talón,
luego el medio-pie, luego las cabezas de los
metatarsianos. Nos apoyaremos sobre las ma-
nos, colocadas detrás.

270
A continuación, realizaremos los mismos ejercicios
con los pies juntos, manteniendo la misma preci-
sión mientras se despliega el pie...

.y conservando la precisión en el alineamien-


to del miembro inferior: mantenemos en todo
momento el contacto del conjunto del bor-
de interno de ambos pies, los maléolos y
las rodillas.

271
Coordinaciones
Cadera / Rodilla / Pie
En las páginas siguientes se nos proponen una serie de ejer-
cicios bajo un objetivo común: experimentar como puede ser
regido el miembro inferior:
• Bien sea de arriba a abajo, a partir de la cadera.
• Bien sea de abajo a arriba, a partir del pie.
Estos ejercicios son especialmente delicados en los movimien-
tos de apoyo.
Deberán practicarse primero aisladamente.
En los ejercicios de coordinación propuestos posteriormente,
podremos ejercitarnos en guiar cada ejercicio desde el pie o
desde la cadera, o bien reunir las dos conducciones al mismo
tiempo.

273
Coordinación Cadera / Rodilla / Pie
Conducción del Miembro Inferior desde
la Cadera

De pie, pies paralelos según la separación de las


caderas, llevaremos el peso sobre el tras-pié, ha-
ciendo girar las caderas en rotación interna, es pa-
recido a una caída.
Observar y experimentar lo que ocurre abajo.

Las rótulas "se miran".


Detrás, los huecos poplíteos están
dirigidos hacia fuera.
Las tibias son llevadas en rotación
interna.
Los pies son llevados en pronación
hacia atrás.

274
De forma inversa, llevaremos las caderas en
una fuerte rotación externa (mediante un tra-
bajo activo de los músculos glúteos), observar
y sentir: las rótulas miran hacia fuera, las ti-
bias son llevadas en rotación externa desde la
cadera, lo cual llevará el pie en supinación ha-
cia atrás.
De esta forma podemos conducir el pie y
todo el miembro inferior en espiral desde la
cadera.

Entre estas dos posiciones extremas, experimentaremos como tratar de encontrar


una posición media:

Ligera rotación externa, conduciendo los fému-


res de forma que las rótulas miren hacia delante.
De forma muy ligera, podremos notar esta
rotación a partir de la posición de ésta: experi-
mentaremos como el sacro nos parecerá pesa-
do por detrás de ésta, como si este peso con-
duciese los fémures a una ligera rotación
externa.

275
Coordinación Cadera / Rodilla / Pie
(continuación)
Conducción del Miembro Inferior desde el Pie
Nos instalaremos sentados o de rodillas, colocando un pie de forma plana en
el suelo.
1. Apoyaremos sobre el suelo con el talón ("centro del
talón"). Localizaremos correctamente la línea sagital me-
dia del talón, como si nos encontrásemos sobre la cu-
chilla de un patín sobre hielo.

Efectuaremos pequeñas rotaciones de cadera que provoquen el balanceo de la rodi-


lla hacia dentro o hacia fuera.

Al principio, el talón tiende a recostarse hacia el lado donde va la rodilla.


Conservaremos el apoyo medio del talón por un trabajo activo de mantenimiento del
calcáneo en su sitio.
Se trata de un trabajo de equilibrio propioceptivo de automecanización de la articu-
lación subastragaliana.
2. Nos apoyaremos sucesivamente con cada uno de los tres puntos del trípode so-
bre el suelo.
Cabeza del primer
Cabeza del quinto metatarsiano Talón,
metatarsiano. (dejando el dedo
distendido).

276
Posteriormente buscaremos una posición
en la que los tres apoyos soporten igual pre-
sión (dejando los dedos distendidos).
Recuperaremos los movimientos de rota-
ción de cadera que provocan el balanceo de
la rodilla lateralmente. Observemos que aho-
ra es todo el trípode el que tiende a modifi-
car sus apoyos, recostándose hacia el lado
al que oscila la rodilla.
Tratemos entonces de mantener el apoyo de partida al
realizar los movimientos.
3. Tratemos incluso de invertir los apoyos del pie en rela-
ción a los balanceos de la rodilla: cuando la rodilla va ha-
cia el interior, mantendremos el contacto/apoyo en el lado
externo e inversamente.

4. Partiremos con la rodilla oscilando ligeramente hacia


dentro: procuraremos no sólo tomar apoyo, sino también
empujar el suelo con los apoyos internos del pie.
Dirigiremos este empuje hacia la rodilla para que oscile
hacia el exterior.
Posteriormente, invertiremos el sentido. Haremos uso de
los apoyos externos para dirigir la rodilla hacia el interior.
Este ejercicio nos permite expe-
rimentar como el pie puede, no tan
sólo apoyarse en el suelo, sino in-
cluso, a partir de la propulsión del
suelo, conducir el miembro inferior
de abajo a arriba.

Es lo que llamamos conducción del miembro inferior a partir del pie.


Posteriormente podrá realizarse con carga, en todos los movimientos de las páginas
que siguen a continuación.

277
Coordinación Cadera / Rodilla / Pie

El "Plie"
En este movimiento, el tronco desciende verticalmente so-
bre los miembros inferiores los cuales efectúan una triple fle-
xión de cadera, rodilla y tobillo.
Podemos distinguir:
• El "demi plié", donde los talones permanecen en el suelo
(la flexión dorsal de tobillo es máxima).
• El gran "plié", donde los talones se despegan y la pelvis des-
ciende hasta los pies (la flexión de rodilla es máxima).

Deberemos aprender a controlar el alineamiento de los dos


huesos largos en el transcurso del movimiento (los "pliés" habrá
que practicarlos en cada clase).
Procederemos muy progresivamente, de lo más fácil a lo más
difícil, actuando con una sola dificultad a la vez.

1) El primer "plié" es el que se lleva a cabo con los pies jun-


tos, puesto que ahí cada uno "siente" aquello que está en con-
tacto: pies, maléolos, rodillas, y de esta forma se poseen pun-
tos de referencia de orden sensitivo.
En este nivel se presentan ciertas dificultades:

• Tendencia a llevar los glúteos hacia atrás: nos será de ayuda imaginar que desliza-
mos la espalda a lo largo de una pared o que pretendemos sentarnos sobre los pies.
(Fig. 1)
• Tendencia a despegar los talones del suelo. (Fig. 2)
• Tendencia a querer descender hacia abajo, o sea a inclinar la espalda hacia delante;
deberemos descender manteniendo toda la altura del tronco. (Fig. 3)

Fig. 1 Fig. 2 Fig. 3

278
2. A continuación realizaremos el "plié" con las piernas
separadas y los pies paralelos.
Primera nueva dificultad: las rodillas tenderán a juntar-
se. Para solucionarlo:

• Colocaremos los pies correctamente como si se trataran


de dos raíles sobre el eje segundo dedo-talón, de forma que
la rodilla caiga en el aplomo sobre el segundo dedo.

• Imaginemos una misma pelota colocada entre los pies y entre las rodillas, de forma
que la rodilla doblada llegue justo por encima del segundo dedo. La conducción de
este movimiento se realizará a partir de la cadera.
• A continuación, localizar las rotaciones del fémur dirigidas hacia el exterior y las
de la tibia hacia el interior. Este movimiento en espiral podremos visualizarlo median-
te un movimiento realizado con las dos manos colocadas una encima de otra como
si retorciéramos una servilleta.
• También podremos colocar las manos sobre los muslos, y durante el descenso del
"demi-plié" haremos que se deslicen ligeramente hacia el exterior y haciéndolas vol-
ver, remontando, hacia el interior.
• También puede acompañarse el descenso
del "demi-plié" por un movimiento de bra-
zo: con los brazos un poco separados del
cuerpo dibujaremos un semicírculo hacia
fuera, lo cual comporta un trabajo del glú-
teo mayor, a fin de despertar las sensaciones.

279
Coordinación Cadera / Rodilla / Pie.
El Plie (continuación)
Posteriormente trabajaremos con una rotación externa de cadera.

Ello siempre se llevará a cabo después del trabajo del


"plié" con pies juntos o pies paralelos, puesto que será ne-
cesario el saber conducir correctamente el movimiento sa-
gital para conservar esta precisión en la apertura.
La apertura no debe proceder más que de la cadera: par-
tiendo con los pies juntos, tomando apoyo sobre los talo-
nes, girar las caderas hacia afuera. Esto arrastrará a las ro-
dillas y a los pies los cuales formarán una V. Seguidamente,
colocaremos los pies en el suelo para reencontrar los pun-
tos de apoyo del trípode. Tratemos de no abrir la V más
de lo que nos permita la cadera.

Atención: a menudo puede que veamos una V asimétri-


ca, al no poseer las dos caderas la misma rotación exter-
na. Habrá que respetar dicha asimetría dado que existe
el riesgo que se den compensaciones rotatorias de la pel-
vis y de todo el raquis de encima.

• Pies separados, mismas premisas: evitemos la caída de las


rodillas hacia la parte interna de los pies, lo cual conlleva un
estiramiento del ligamento lateral interno de la rodilla (ver pá-
gina 216).
• Manteniendo la apertura, colocare-
mos un pie delante, otro detrás, res-
petando la rotación externa de cade-
ra. Cometeríamos un error si hiciéra-
mos que avanzase el talón, puesto que
nos hallaríamos ante una hiper-rota-
ción de la tibia y no ante una rota-
ción externa de cadera.

280
El Descenso del "Pile"
El primer criterio a seguir del "demi plié" o del
"grand plié" es el del alineamiento de la rótula por
encima del segundo dedo.
El segundo criterio es el de la amplitud máxima
de apertura.
El tercer criterio es el del descenso manteniendo
la espalda vertical.

La Subida del "Plie"


Atención, puesto que a menudo se la considera como una fase de reposo; habiendo
requerido el descenso cierta concentración.

Resulta interesante servirse del suelo para la su-


bida, es como si los pies se hundieran en él em-
pujándolo a continuación. Los dos huesos de la
tibia realizan un espiral inverso al del descenso:
rotación interna del fémur y externa de la tibia.

Para un "plié" en rotación externa, a la extensión de


la rodilla, las caderas deberán llegar abiertas. La ida-
vuelta del "plié" es como un libro abierto.

Entonces podremos trabajar esta subida con veloci-


dad, y encadenarla con una subida sobre las puntas de
los pies.
Esto no es más que la preparación para la propulsión
en los saltos.

281
Coordinación Cadera / Rodilla / Pie
(continuación)

El Balanceo
En este movimiento, transportamos el cuerpo de uno a otro pie previa flexión de
la rodilla, para volver al centro (no se trata del mismo transporte que en el caminar,
por ejemplo).

1. Balanceos laterales son los más fáciles para empezar.


Partiremos con los dos pies paralelos, uno de ellos sin
apoyo.

Efectuaremos un "demi-plié" so-


bre el pie de apoyo.

Entonces colocaremos el otro pié al lado algo sepa-


rado (rodilla doblada) y remontaremos sobre él.

2. Balanceos de delante hacia atrás


mismas premisas.
Llevaremos nuestra atención sobre el tronco que ten-
derá a aposentarse.
• Bien sobre los glúteos detrás.
• Bien en flexión delante.
Mantener la vertical a partir de las caderas.

282
Durante el desarrollo del ejercicio, tendremos en cuenta los siguientes detalles:
(para el miembro inferior que se posa en el suelo)
• Poner el pie progresivamente de delante hacia atrás.
• Rótula por encima del segundo dedo.
• Peso equilibrado sobre el trípode del pie.
La pelvis dibuja una U frontal en el espacio.

En el lado en que dejamos el apoyo, los tres puntos del trípode se elevan del suelo
unos después de otros en este orden:
• Talón.
• Puntos de apoyo del arco externo.
• Puntos de apoyo del arco interno.
• Dedos.

A continuación podemos realizar este movimiento a partir de una rotación externa


de cadera.
A menudo, ésta posición desorienta por debajo al miembro inferior, perdiendo la
rodilla y el pie las referencias que acabamos de ver. De igual modo, será conveniente
tener en cuenta que esta rotación externa provenga debi-
damente de las caderas y dirigir de esta forma el miembro
inferior desde las caderas como vimos en la página 274.
Posteriormente, podremos realizar estos ejercicios con
los ojos cerrados o encadenarlos con ascensiones sobre
puntas.

283
Coordinación Tobillo / Pies en Apoyo
(continuación)
La Ascensión sobre las Puntas de los Pies
De igual forma que el plié, se trata de
un ejercicio de base importante, siendo
susceptible de repetirse en cada clase,
acentuando sólo una dificultad a la vez.
Al principio, trabajaremos con un apo-
yo, para eliminar los poblemas de equili-
brio y poder trabajar en plano sagital.

1. Los dos pies juntos.


Elevar el talón, hundiendo las cabezas
de metatarsianos en el suelo y quedan-
do repartido el peso del cuerpo alrede-
dor del eje del segundo dedo. Práctica-
mente no existe apoyo sobre el quinto
dedo.

Los dos maléolos deberán permanecer en contacto,


sin despegarse.
Este apoyo evitará la separación de los dos tobillos,
que llevará el pie en supinación.
Es ahí donde trataremos de identificar una sensación
significativa: el estrechamiento de los huesos de la ti-
bia, debido a una contracción muscular profunda, situada
justo por detrás de estos dos huesos (habrá que diferen-
ciarla de la sensación de contracción del tríceps, que
es mucho más superficial).
Esta contracción es profunda y oblicua. Nace bajo la
rodilla, por el lado externo de la pierna, y continua ba-
jando, por dentro, hacia el maléolo interno.
Experimentaremos, al mismo tiempo de la contracción,
la precisión de la colocación del astrágalo entre los dos
maléolos: éste no deberá moverse por dentro, ni por
fuera.

284
2. Posteriormente trabajare-
mos con las piernas se-
paradas.
Se perderá el contacto en-
tre los maléolos, los defectos
tienden a acentuarse.

Podremos hacer que nos ayude un compañero o


trabajar frente a un espejo para tratar de identificar
las mismas referencias del primer ejercicio:

• La rótula por encima del segundo dedo.


• Frente al espejo, el talón no visible a de-
recha o a izquierda del pie.
3. Por fin, realizaremos el ejercicio a partir de una rotación externa de las caderas.
Las referencias (apoyo de los dedos, rótulas por encima del segundo dedo, sensa-
ción de pinza muscular en la pierna) se mantendrán.
Habrá entonces que precisar la posición del talón. Al principio de la ascensión, man-
tendremos los talones juntos. No se despegarán más que al final por una subida máxi-
ma sobre los dedos.
En el descenso, igual, hacer que se junten los talones antes de colocarlos en el suelo.
Este trabajo, a continuación, se realizará sobre una pierna como preparación para
muchos giros y saltos. Y después sin apoyo.

285
La Amortiguación

De los saltos y del andar


¿Qué entendemos por amortiguación en las técnicas de movimiento corporal?

Para comprenderlo mejor, remitámonos a una


definición del diccionario: la amortiguación es des-
crita como una "acción, una forma de reducir el
efecto" (Petit Robert).

Según el caso, esta acción podrá ser trau-


matizante o no para el cuerpo.

286
En el trabajo corporal, tres factores intervendrán en la amortiguación:
• El suelo puede ser más o menos duro: por ejemplo, los suelos de hormigón o
de baldosas, o de madera pegada directamente sobre hormigón, no son amortizantes.
Actualmente, es posible construir un suelo amortiguador en una sala de trabajo cor-
poral. Acerca del tema de los suelos, los autores poseen documentación a disposición
de aquellos que estén interesados en el asunto.

• Los pies pueden estar provistos de zapatos con suelas amortiguadoras como
las que existen hoy en día para las caminatas o para ciertos deportes. Si el suelo
es duro, aconsejamos con insistencia al profesor que haga llevar este tipo de zapatos
en los períodos del curso en que se salte a menudo. De la misma forma, si se producen
muchas caídas, podremos colocarnos un jersey espeso alrededor del talle.
• Por fin, existe algún caso en que es el mismo cuerpo, por sus movimientos, que
va a comportarse como un "amortiguador" es decir, "un dispositivo destinado a
atenuar la violencia de un choque" (diccionario Petit Robert). Entonces el cuerpo ate-
nuará sus propios impactos. Se trata del factor más importante.

287
¿Por qué?
Porque esta amortiguación es de una utilidad básica en la protección del aparato loco-
motor —tanto en el presente como a largo plazo.
Para entenderlo mejor, veamos que ocurre cuando éste no se lleva a cabo.
Tomemos el ejemplo de un bailarín que salta durante media hora, con los pies desnu-
dos, sobre un suelo de hormigón, sin amortiguación en su propio cuerpo: Cada vez
que tome contacto con el suelo será como si recibiera una serie de impactos y percu-
siones, que repercutirán de abajo a arriba en todo el aparato locomotor, concretamen-
te a nivel de los cartílagos. Es como recibir otros tantos golpecitos de martillo repeti-
damente sobre aquéllos.

¿Qué es el cartílago y para qué sirve? (ver APM I, página 16).

Se trata de un tejido que tiene como objeto, básica-


mente, proteger el hueso al que cubre.
En parte, está hecho pues para la amortiguación.
Si las presiones que recibe sobrepasan el umbral
de su resistencia, puede ser lesionado: rebajado,
o quebrado por pequeñas grietas; esto no se pro-
duce en un día (a menos que se tratase de un im-
pacto muy violento).
Pero los impactos repetitivos y mal amortiguados debilitan
el cartílago y producen en él un deterioro precoz. Este teji-
do prácticamente no posee sistema vascular, es alimenta-
do, por vecindad, por la sangre del hueso sub-cartilaginoso
y por la sinovia inter-articular.
Ello explica que si es lesionado su cicatrización y rehabi-
litación sean muy largas, sino imposibles.

Se trata pues de un tejido frágil y será básico protegerlo en todos los movimientos,
incluidos los de la vida cotidiana.

La lesión del cartílago se denomina artrosis. Conlleva de forma progresiva reaccio-


nes de dolor y de agarrotamiento que entorpecen los movimientos. Con el tiempo pueden
incluso llegar a dificultar los movimientos. Podemos ver a partir de estas breves obser-
vaciones la importancia que tiene en todos los principiantes la adquisición de la técni-
ca de amortiguación.

288
Ahora, estudiemos con detalle un caso sencillo de amortiguación: el del salto verti-
cal sobre el mismo sitio, sobre las dos piernas, manteniendo los pies paralelos y en
la separación de las caderas.

Se trata de la primera etapa de la amortiguación, que


deberemos adquirir como un "automatismo" (Fig. 1) y
que deberemos usarla en saltos más complejos:por
ejemplo,
• Sobre una pierna. (Fig. 2)
• Con propulsión hacia delante, detrás o lateral, o gi-
rando. (Fig. 3)
• Con rotación externa de caderas (ballet clásico y cier-
tas artes marciales). (Fig. 4)
• Con separación más o menos significativa de las pier-
nas. (Fig. 5)

Fig. 1

Fig. 2 Fig. 3 Fig. 4

Fig. 5

289
La Amortiguación en los Saltos (continuación)
Descripción en cámara lenta del desarrollo ideal:

a) el cuerpo se halla en la cumbre del salto separado del suelo. Cae.


b) el miembro inferior vuelve a tomar contacto con el suelo, de forma ligada, sucesiva-
mente lo harán:

Los extremos de los dos primeros dedos

La parte de abajo de los dedos

Las cabezas de los metatarsianos

El itsmo y el talón

C. Todo ello en sincronización con una flexión simultá-


nea de los tobillos, las rodillas y las caderas.
De esta forma, el tronco llega verticalmente sobre los
miembros inferiores flexionados, al aplomo de los talo-
nes, como si quisiésemos "sentarnos sobre los talones".

290
Descripción de los principales obstáculos a este desarrollo
ideal

• Puede faltar una amplitud de movimiento en algún punto de la


cadena", el movimiento se detendrá en esta zona rígida, y la amor-
tiguación no podrá realizarse:
• Puede faltar flexión en la rodilla (ver rodilla, página 214), así como
en la cadera (ver cadera, página 170).
• La flexión dorsal del tobillo puede resultar insuficiente, im-
pidiendo llevar el peso del cuerpo hacia el ta-
lón o incluso impidiendo el contacto del talón
con el suelo.

• Durante la llegada progresiva del pie al suelo, la bóveda plantar puede


encontrarse demasiado agarrotada (imposibilidad de poner el talón
en el suelo, en el caso de los pies cavos):
• La musculatura puede ser demasiado débil, o, lo que es más fre-
cuente, estar mal coordinada.

¿Cómo se interpreta un salto no amortiguado?

Es ruidoso: oímos caer al cuerpo pesadamente.


Los talones no tocan el suelo en la caída.
O, por el contrario, oímos un ruido de talones: es decir, que los talo
nes llegan al suelo, golpeándolo.
La caída del salto nos da una sensación de rigidez.

291
Amortiguamiento en el Salto (continuación)

Ejercicios prácticos para la amortiguación


A. Trabajo de las amplitudes articulares.
Retomaremos ahí los tests y ejercicios de flexibilización de cadera (ver página 186),
de rodilla (ver página 222), de tobillo (ver página 250).

B. Recuperaremos dos ejercicios básicos que, en seguida, se agruparán en uno sólo:


• Trabajo de ascensión sobre puntas (ver página 284).
• En el descenso, colocar el peso del cuerpo sobre el talón.

• Trabajo del "demi-plié" (ver página 278).


Con los dos maléolos juntos, decenderemos lo máximo posible manteniendo el talón
en el suelo como si fuéramos a "sentarnos sobre los talones".

C. Encadenamiento de los dos ejercicicos precedentes.


Comenzaremos por un ejercicio preparatorio: de pie, con las piernas extendidas,
haremos oscilar el peso del cuerpo de delante hacia atrás y de atrás hacia delante,
de forma continua.
Después, partiendo hacia las 1/2 puntas de pies (peso del cuerpo sobre los dedos
y sobre las cabezas de los metatarsianos), levantando los talones del suelo.
Volver a descansar los pies de forma plana (peso del cuerpo sobre los talones) y
encadenar con el 1/2 "plié" donde el talón permanece en el suelo.

292
Ahí se encuentra un encadenamien-
to fundamental.
Para favorecer el paso de la posición
alta a la posición baja, deberemos
aprender a doblar la rodilla justo an-
tes que el talón toque en el suelo.
De esta forma, el miembro inferior
desciende de manera seguida y "en-
lazada".

Se trata del ejercicio clave en el aprendizaje de la


amortiguación.
Es precisamente este paso el que nos permitirá una amor-
tiguación silenciosa.
D. Esbozo de saltos
Sin despegar los dedos del suelo, tan sólo los talones
se despegan y vuelven a ponerse en el suelo cada vez. Tra-
bajaremos ahí, especialmente la flexión "enlazada" de la
rodilla y el pie (coger un ritmo rápido en este ejercicio).
Al principio, lo más im-
portante será el adquirir la
coordinación de lo que ocu-
rre hasta la rodilla; hacién-
dose a veces necesario acep-
tar momentáneamente el
siguiente defecto: que los
glúteos queden muy hacia atrás. Se trata de un medio
para mantener el equilibrio durante la caída del salto
cuando aún nos falte flexibilidad en el tobillo. Así pues,
mientras que no esté a punto el tobillo (lo cual puede
llevar varios meses), dejar que el tronco se incline hacia
delante.

Un trabajo de amortiguación bien hecho se adquiere para siempre sean cua-


les sean las dificultades añadidas posteriromente en el aprendizaje de saltos complejos.
Por el contrario, resulta muy dificultoso para aquellos que hayan tomado otros hábi-
tos, recuperar este justo criterio que es el silencio en la caída de sus saltos.

293
La Amortiguación en el Andar
La llegada del salto era vertical.
En el andar, por el contrario, el cuerpo se despla-
za sobre una línea horizontal (aunque existan en
esta línea ligeras subidas y bajadas). De esta for-
ma, el pie llega al suelo, no a través de la punta,
sino en la forma más inmediata a través del talón.
No se amortiguará con la llegada progresiva del
pie en el suelo como en el salto. No existe tampo-
co el uso de la triple flexión tobillo/rodilla/ cadera.

Podemos observar como ciertos individuos, a cada paso, al colocar el talón en el


inicio del paso, producen un sonido, parecido a un choque. Ello se comprende si ocu-
rre en ciertos suelos. En según que suelos el efecto resulta inaudible, pero el fenóme-
no sigue siendo el mismo.

Entonces, observándola, la marcha parece pesada.


Esto es aún más patente si nos fijamos en el descen-
so de una escalera.

Para comprenderlo mejor, remitimos al lector a las páginas 248/249 para que exami-
ne como puede llevarse el cuerpo más hacia el tras-pié o el ante-pié en posición de
pie. Al andar recuperamos las mismas variantes de alineación. Y son éstas las que com-
portan una diferencia en el amortiguamiento.

294
a. Si el cuerpo está hacia delante en el momen-
to en que el talón llega al suelo, el peso del cuer-
po recae sobre el pie delantero. La recepción es
entonces muy "cargada".
Ello provoca a un impacto que repercute de
abajo a arriba, y que si se repite puede causar
traumatismos en los miembros inferiores e in-
cluso en las articulaciones inter-vertebrales.

b. Si el cuerpo al andar es más bien llevado


hacia atrás, recayendo, de forma general, en
el pie trasero, el pie delantero llega al suelo
sin peso. Se posa en el suelo, el talón en pri-
mer lugar, y es tan sólo entonces cuando el
peso del cuerpo es trasladado sobre él. Enton-
ces el aterrizaje será progresivo y no existirá
la percusión observada anteriormente.

Podemos observar pues que la amortiguación en el andar no va ligada al mecanis-


mo cinético del miembro inferior, sino a la localizacion del centro de gravedad más
bien sobre el pie trasero.

295
La Propulsión
La palabra propulsión proviene del latín "propellere": empujar hacia delante.
Por extensión, se usa tanto para la dirección hacia delante como para el hecho de
poner en movimiento, de forma general. Aquí abordaremos la propulsión hacia delan-
te, horizontal, en el andar y el correr, y la propulsión, vertical, en el salto.

La Propulsión en el Andar
Existen dos causas que pueden llevar el cuerpo hacia delante:

a. Bien sea que la parte alta del cuerpo esté por


delante del polígono de sustentación.
• Por un avance de alguno de sus componentes
(cabeza, cabeza/hombros).

• Por un alineamiento general del cuerpo hacia


el ante-pie adoptado previamente a la marcha (ver
página 249), existe entonces una pérdida de equi-
librio hacia delante. Los miembros inferiores se
desplazan para recuperar dicho equilibrio.

En esta forma de andar, parece que los pies andarán tras el tronco. Existe muy poco
trabajo de los miembros inferiores. En concreto, prácticamente no existe trabajo algu-
no de los flexores dorsales de pie/tobillo, ni de los glúteos mayores. Se trata pues de
un modo de andar descansado para los miembros inferiores. Por el contrario, el trasla-
do del tronco hacia delante, aunque sea ligero, exige un mayor esfuerzo de los múscu-
los posteriores del tronco.

296
b. Bien sea, que el centro de gravedad estuviese cerca en vertical de la parte trasera
del pie.
En este caso, ya no será el tronco el que arrastre a las piernas, sino todo lo contra-
rio. La propulsión proviene de un empuje de los miembros inferiores en el suelo de
atrás hacia delante.
Debido a esta propulsión hay cuatro grandes zonas que pueden ser activadas. Sea
las cuatro a la vez, o bien una o dos de ellas, en función de las formas de andar. Las
estudiaremos, no según el orden cronológico de la marcha, sino según aquél en que
sea más fácil reconocerlas.

1 Flexión Plantar del Pie


El pie se despega del suelo desenroscándose y apoyando sucesivamente, cada una
de las partes, de detrás hacia delante.
• El talón se eleva, el pie se apoya sobre el medio-pie por el lado externo (istmo). Tra-
bajo del tríceps sural.
• El medio-pie se eleva, el pie se apoya sobre las cabezas metatarsianas.
Trabajo del peroneo lateral largo y del tibial posterior.
• Las cabezas de los metatarsianos se elevan así como los dedos, uno tras otro.
Trabajo del flexor común de los dedos y del resto de flexores que afectan a los dedos.
• El dedo gordo efectúa un último empuje sobre el suelo antes de que el pie lo aban-
done. Trabajo del flexor largo propio del primer dedo. No es frecuente que prestemos
atención a este apoyo, el cual resulta importante desarrollar dado el interés de este
músculo en la estabilidad tobillo/pie (ver página 266).

297
2 Extensión de la Cadera
La pelvis es propulsada casi horizontalmente de
atrás hacia delante del fémur.
Este trabajo supone una amplitud de extensión
de cadera la cual a menudo no existe. Será nece-
sario entonces recuperar esta extensión antes de
una propulsión de cadera (ver páginas prácticas de
flexibilizacion de cadera en la página 188, y ante/re-
tropulsión en la página 204). Supone, de igual modo,
la activación de un potente extensor: el glúteo mayor.

Para encontrar la fuerza necesaria de este mús-


culo, será necesario permanecer el máximo tiem-
po posible en apoyo sobre el pie trasero al andar
y procurar avanzar el espacio de la ingle (atención
a un error frecuente, que consiste en adelantar las
vértebras lumbares). Esto corresponde a una an-
tepulsión de la pelvis, como vimos en la página
204.

298
3 Región de la Rodilla
Habrá un momento durante la propulsión en que la
rodilla deberá encontrarse en extensión. Para que esto
tenga lugar, las amplitudes en la extensión de cadera
y de rodilla deberán ser lo más amplios posible. Para
ello deberemos preparnos de la siguiente forma:

• Nos colocaremos" de pie, un miembro inferior ha-


cia atrás, otro hacia delante, soportando el peso
del cuerpo con el pie trasero y con la rodilla un
poco flexionada.

Manteniendo la pelvis en su sitio, proba-


remos de extender simultáneamente la
parte trasera de la rodilla (hueco pro-
plíteo) y la parte anterior de la
cadera.

En este instante hay un cúmulo de


acciones musculares: la extensión de
cadera pone en tensión el recto ante-
rior, el cual, una vez estirado, provoca
una extensión en la rodilla.
La extensión de rodilla pone en tensión los
isquiotibiales los cuales, una vez estirados,
provocan una retroversión de la pelvis (lo
cual corresponde a una extensión de ca-
dera).

Existe de esta forma una facilitación recíproca del tra-


bajo de estos dos músculos lo cual complementa la
acción del glúteo mayor.

299
4 Región del Tobillo
Por fin, en el ejercicio precedente, podemos com-
probar un mayor alargamiento del miembro in-
ferior permaneciendo en apoyo sobre el ta-
lón del pie trasero, y utilizando el empuje so-
bre este talón para provocar la extensión simul-
tánea de la cadera y de la rodilla.

Activaremos entonces, los gemelos del tríceps sural


Estos músculos, si el pie se encuentra fuera de apo
yo, son flexores de rodilla.

Ahí esta acción se invertirá: los gemelos, tensados


por la flexión dorsal del tobillo, traccionan los cón-
dilos femorales hacia atrás, provocando una ex-
tensión de rodilla.

La flexión dorsal de tobillo facilita la ex-


tensión de rodilla, la cual a su vez faci-
lita la extensión de cadera, la cual fa-
cilita la extensión de rodilla.

De esta forma podemos notar la contracción de to-


dos estos músculos en el acto de propulsión. Para ello
habrá que permanecer el máximo tiempo posible en
apoyo sobre el pie trasero, o incluso empujar el suelo
con el talón de aquél, antes de llevar a cabo el enca-
denamiento, por la elevación del talón, que prepara
el trabajo de propulsión del pie visto en el párrafo I.
El desarrollo de movimientos que acaba de ser ex-
puesto con respecto a la propulsión debe combinarse
con las conducciones del miembro inferior desde la
cadera y desde el pie (expuestos en la página 276). El
andar llevado a cabo de esta forma, activa la totalidad
de los músculos del miembro inferior desde la pelvis.

300
La Propulsión en la Carrera
En el andar existe siempre un contacto del cuerpo con el suelo por los pies, o uno
solo, o una de sus partes.

En la carrera hay un breve instante en que el cuerpo no está en contacto con el suelo.
La propulsión ahí es más intensa.

Puede que se junten los dos factores que acabamos de ver:

• El centro de gravedad es proyectado más hacia delante del polígono de sustenta-


ción: existe una pérdida de equilibrio.

• Efectuamos un empuje de los miembros inferiores sobre el suelo.

Esto producirá una mayor velocidad. El talón no puede empujar el suelo de la misma
forma que lo hemos descrito en la fase 4 del andar. Existe ante todo una triple exten-
sión del miembro inferior y un despliege del pie.

301
La Propulsión en el Salto

Salto Vertical
A partir de una triple flexión del miem-
bro inferior, la distensión vertical en el
salto, pone en juego simultáneamente:

• La triple extensión del miembro in-


ferior.
• El despliegue del pie de la flexión dor-
sal a la flexión plantar.

El despliegue ahí es exactamente a la inver-


sa de la amortiguación en el salto que vimos
en la página 290, pero los músculos trabajan
de forma concéntrica, y realizan la triple ex-
tensión, mientras que en la amortiguación, tra-
bajan de forma excéntrica, frenando la triple
flexión.

Deberán mantenerse los mismos criterios articulares y musculares: amplitudes arti-


culares, fuerza muscular, con un aspecto importante de velocidad que permite la efica-
cia en la propulsión de salto. Esta velocidad se facilita con los pre-estiramientos de
los músculos. Es importante pues, saber descender bajo para saltar alto.

Salto Hacia Delante:


Ahí, ponemos en juego simultáneamente los mecanismos de propulsión estudiados
en el andar y en el salto.

302

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