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LOS CANONES Y (MAS ALLA DE) LAS FRONTERAS CULTURALES (O ,DE QUIEN ES EL CANON DEI, QUE HABLAMOS?) WALTER MIGNOLO Universidad de Duke INTRODUCCION Mi argumentacién se basa en dos premisas interrelacic- nadas, De acuerdo con la primera, una de las funciones prin-- cipales de la formacién del canon (literario o no ) es ase- gurar la estabilidad y adaptabilidad de una determinada comunid4a ae creyentes. Pou 1 van, la comunidad se sitha asi misma en relacién con una tradicién, se adapta al pre- sente y se proyecta hacia el fucuro. De acuerdo con la segun- da, cuando la formacién del canon esta relacionada con actividades disciplinarias (artisticas y/o de conocimiento, como por ejemplo la practica literaria y los estudios literarios) es esencial distinguir entre los aspectos vocacionales y los epistérnicos (o disciplinarios) de la formacién del canon. Este articulo se ha escrito desde la perspectiva de un lati- noamericano y latinoamericanista que ensena en los Estados Unidos. Mi situacién personal (vocacional) y universitaria (epistémica) con respecto a esa argumentacién es relevan- te tanto para el «objeto» (por ej., el canon de Ja literatura lati- noamericana) como para el «sujeto» del analisis (por. ej., quién investiga y ensetia, dénde y para quién). En el didlo go entre Jameson y Ahmad! he encontrado un punto de * Titulo original: «Canons a(nd)cross-culeural boundaries (or, whose cation are we talking about?}», en Poetics Today, 12:1, 1991, pags. 1-28. Traduccién de Ariadna Esteve Miranda. Texto traducido y reproducido con autorizacién del autor y de Duke University Press. Se ha prescindido det apéndice, ' Yéanse F. JAMESON, «Third-worid literature in the era of multi- national capitalisms, en Social Text, 15, 1986, pags. 65-88; y A. Auman, 238 WALTER MIGNOLO referencia a la vez que un excelente ejemplo de cada premisa. La primera se ilustra mediante las tradiciones culturales implicitas en ambos argumentos; el segundo en las interre- laciones entre tradiciones y principios disciplinarios. La siguiente cita del articulo de Jameson es un ejemplo claro de los temas que me gustaria tratar y ayudar a esclarecer. Se pueden encontrar muchas razones en favor de la impor- tancia y el interés de formas no canénicas de la literacura como las del tercer mundo, pero hay una que se destruye a si misma porque utiliza las armas del adversario: la estrategia de tratar de demostrar que estos lextos son tan «grandes» come los del propio canon. Por lo tanto, e! objetivo es mostrar que, para tomar un ejemplo de otra forma no canénica, Dashiell: Hammett es realmente tan grande.como Dostoyevsky y, por Io tanto, puede ser admitido... No se gona nada acailando la dife- rencia radical de los textos no canénicos. La novela del tercer mundo no ofrece las satisfacciones de Proust 0 joyce, |o que tal vez sea mas perjudicial es la tendencia a recordarnos las etapas superadas de nuestro propio desarrollo cultural como primer mundo y fle- varnos a la conclusion de que «ellos todavia escriben novelas como Dreiser 0 Shérwood Andersons’, La idea de tercer mundo la ha creado un sujeto de cono- cimiento que, en el mismo acto de crear esta nocién, se colocé en el primer mundo. De esta distincién surge una dis- tribucién de formas, tipos y 4dreas de conocimiento que Pletsche ha resumido en la expresion «la divisién en por- ciones del trabajo cientifico social entre los tres mundes»*. Por lo tanto, mientras esta distincién no sea «natural» sino «creada» con el fin de organizar el conocimiente y las for- mas de comprensién, la imagen de Jameson no afecta nece- sariamente a lo que «ellos» (los habitantes del tercer mundo) hacen*, del mismo modo que lo que «ellos» hacen «Jameson's rhetoric of otherness and the «national allegory-», en Social Text, 16, 1987, pags. 3-25. ? F, Jameson, 1986, pag. 65. La cursiva es mia. 5 C.E. Puetscue, «The three worlds, or the division of scientific labor, circa 1950-1975», en Comparative Studies in Society and History, 23: 4, 1981, pag. 153. 41 Véase A. AHMAD, 1987. LOS GANONES ¥ (MAS ALLA DK) LAS FHONTERAS CULTURAL 239 no afecta a lo que «nosotros» (habitantes del primer mundo) hacemos y pensamos (a partit de «nuestro propio desarro- No cultural») que hacen «ello$». Lo que hace posible fa arti- culaci6n de Jameson es la sélida conviccién de que existe un solo canon y que coincide coh el «nuestro». El argumento no tiene en cuenta Ja posibilidad de, por wn Jado, aceptar Ja necesidad que tienen Jas comunidades humanas de pose- er un canon (tanto si se trata de un. conjunto de valores y cri- terios coma de un conjunto de relatos cuya funcién es dar cohesién a las comunidades, |tanto para conservar y man- tener el poder como para resistirse a él, véase cl apartado mt); y, por otro lado, las consecuencias de la colonizacién de las lenguas y la imposicién de la ¢ultura literaria de occidente (tras la constitucién y la expansion masiva de la civilizaci6n occidental)® para nuestra concéptualizacién actual del canon y las relaciones interculturales. Mi argumentaci6n se dividira en cuatro partes. En el apartado 1 discutiré fos aspects vocacionales y académicos (0 epistémicos)® de !a formadién del canon y su transfor- macién’, En el apartado I exploraré algunos de los aspec- * Véase S. WinteR, «The potitics of cthnapoctics», en M. BENAMOU y J. ROTHENDERG, eds., Ethnopoetics: A Fist International Symposium. Boston, Boston University/Alcheringa, 1976, pags. 21-30. ® Doy por supuesto que la formadién y la transformacién del canon estan relacionadas con la conservaciéy, reconocimiento o adquisicion del poder, aunque no desartollaré este aspecto en mi analisis, Por razones practicas, tomo pres Aan terminologica de R. Posner («The scientific suttits of the ftudy of literature: Epistemology and. conceptualization», conferencia leida pn ¢} seminario sobre «Formacién y deformacién de los conceptos de la Teoria de !a Literatura, Munich, 22- 27 de agosto de 1988). De todos modos, utilito mis propios conceptos, que avanzaba en «Comprension hermenéutica y comprensi6n teérican, en Revista de Literatura, 94, 1983, pags, 1-35. La tesis que defiendo en el presente articulo seria paralela a la hipéesis de los polisistemas desarrollada por 1. EVEN-Zonar en Papers in historical poetics (Tet Aviv, Tel Aviv University/Porter Institute for Poetics and Semiotics, 1978) y mas en con- creto en «The polysystem hypothesis fevisited+, 1990, pags. 28-38, cuyo epigrafe cuarto s¢ ocupa de la literatura canonizada y la no catonizada, al igual que la parte tercera del libro (pigs. 63-94), donde la literatura rusa, hebrea ¢ israeli son cada una concepuhalizadas en términos de la hipéte- sis de los polisistemas. Véanse tambien qn Even-Zonar, Polysystem studies, en Poetics Today, 11:1, 1990, las pags. 79-84 y 121-130. 240 WALTER MICNOLO tos académicos y pedagégicas de! canon. A partir de la dis- tincién establecida en I, el apxrtado m se dedicard a la expli- cacion de las relaciones entrf la formacién del canon y las comunidades culturales, por #n lado, y, por el otro, entre los campos de estudio y las compnidades cientificas (o acadé- micas). La formacié6n del canon mas alla de las fronteras culturates y el] dilema de la ptoduccién cultural del «tercer mundo» en la ensefianza y lajeducacién superior seran los temas centrales del apartadojrv. I. CANONES VOCACIONALES ¥ EPISTEMICOS Que fa formacidén del cangn haya despertado tanto inte- rés entre los estudiosos de la literatura es, estrictamente desde el punto de vista de [a disciplina, una paradoja. Mientras que los debates sobfe la formacién del canon en filosofia implican decisiones ¥ valoraciones sobre las obras producidas por filésofos anteriores, en los debates sobre el canon literario el interés se cehtra en los escritores del pasa- do antes que en los estudiosos®, Esta sitzacién con aparien- cia de paradoja se debe, creo,|a la tensién entre las natura: lezas vocacional y epistémica de los estudios literarios’. © Con eso no quiero decir que fildsofos de su misma categoria. Mi supuesto que para explicar filosofia Doctorade en Filosolta. ¥ day por s Doctorado en Filosofia creen que so: esiudioso con un Doctorado en Soci Alguien con un Doctorade en Filol a mi parecer, un artista o un escritor. ° Aunque me limito a los estudio: explicar a Kant tengamos que ser veracion ¢s mas modesta: doy por nivel universitario se requiere un puesto que los estudiosos con un filésofos, del mismo modo que un logia piensa que es un sociéloga. ‘a Romanica no es necesariamente, literarios, con ello no quiero decir que éste sea un aspecto especifico de 4sta disciplina. Es un sema mas vasto y complicado, que también ha tra D. KRISHNA al considerar el escu- dio de Ia filosofia mas alla de fas fronteras culrurales: «Para adoptar una expresién bien conocida de Sartre, todas las culturas no occidentales han _ sido reducidas al estatuto de «objetos> al ser observadas y estudiadas por académicos occidentales segiin los téfminos de conceptas y categorias occi- dentales, que no se tratan como referidos a una cultura sino como si tuvie- ran caracter universal. En un sentido brofundo y radical, por fo tanto, es sélo occidente quien se ha atribuido alsi mismo el estavato de sujeto en el LOS CANONES Y (MAS ALLA DE) LAS FRONTERAS CULTURALES 241 Varios aspectes de la formacién y transformacién del canon literario pueden explicarse a partir de esta distin- cién. En Latinoamérica, por ejemplo, la formaci6n oficial del canon se basé en la lengua y en los valores de las culturas colonizadoras m4s importantes (espariola y portuguesa) y ocupé el lugar del canon silenciado (pero no suprimido) de Jas culturas amerindias. Como veremos en los apartados II y Iv, relatos como el de Rigoberta Menchi”? o el clasico libro de consejo maya-quiché (Popol Vuh) atestiguan 1a for- macién del canon en las comunidades amerindias, ejem- plifiean la formacién de un canon mas alla de las fronteras culturales y revelan !a gran lejania entre culturas «centrales», que han desarrollado un discurso académico sobre el canon, y culturas «periféricas», para las que el canon es un ele- mento de cohesién pero no de debate acddémico. Podemos encontrar un ejemplo mas claro de la gran lejania entre la formacién de canon «periférica» y la «central» tomando un par de casos ilustrativos de la historia de Ia literatura. En 1953 Anderson Imbert escribié su clasica Historia de la lite- ratura hispanoamericana, en la que dejaba claro que le inte- resaba la literatura escrita en castellano, en y sobre Latinoamérica. Su Unica restriccién era la lengua, no el tema del discurso. Una novela que se situara en Sevilla o en Haiti, o una historia de Brasil o del Caribe francés, si estaba escrita en castellano, basaria a formar parte de la literatura hispanoamericana!!. Un aio después, en 1954, el padre Angel Maria Garibay escribio su clasica Historia de la literatura nahuall, en la que deliberadamente se limité a proceso del saber, reduciendo a todos les dems a la categoria de obje- to» («Comparative philosophy: What it is and what it ought to be», en G. J. Larson y E. Deutscn, eds., Interpreting across boundaries. Princeton, Princeton Ur, 1988, pags. 77-78). Percibo aqui una relacién manifiesta entre la precomprensién mediante «conceptos y categorias occidentales» ¥ el aspecto vocacional. Asi, el concepto de «literatura mundial» se com- prende y construye en los térmings de la «literatura occidental». Igual que el canon. ‘OR. Burcos, Me llamo Rigoberta Menchit y asi me nacié la conciencia. Barcelona, Circulo de Lectores, 1993. La edicién original es de1983. "| E. ANDERSON IMBERT, Historia de la literatura hispanoamenicana. México, FCE, 1953. : 242 WALTER MIGNOLO las obras escritas en ndhuatl. Las consecuencias de esta deci- sién son varias, En primer lugar, Garibay escribié Ja historia de un abanico de practicas discursivas orales, fijadas en escritura alfabética tras la conquista y durante la coloniza- cién. En segundo lugar, utilizé (aunque era consciente de ello) criterios occidentales para comentar, clasificar y com- prender la practica discursiva mas all4 de sus propios limi- tes culturales. Y, en tercer lugar, su historia fue, y sigue sien- do, una valiosa herramienta para comprender la etnchistoria de Méjico y, sin embargo, no tuvo ninguna influencia en la formaci6n del canon literario oficial de Latinoamérica’. Estos ejemplos me \levan a dos conclusiones: en el plano vocacional, precomprendemos la literatura nahuatl en la medida en que podemos asimilar «sus» practicas discursivas a «nuestros» valores literarios (latinoamericanos que se expresan en castellano). En el plano epistémico, deberiamos ser capaces de describir y explicar la funcién canénica de dis- tintos textos en distintas culturas y no necesariamente ser condescendientes diciendo, por ejemplo, que el huehue- tahtolli azteca (discurso de los viejos o discursos mediante los que los viejos wansmitian su sabiduria a las generaciones mas jovenes) no nos da la misma satisfaccién que una ora- tio de Cicerén. Un miembro de la comunidad azteca, educado para dis- frutar dei discurso de los viejos, shabria disfrutado de una oratio de Cicerén? Pannikar introdujo la nocién esencial de «hermenéutica diat6pica» para solucionar los problemas presentados por situaciones similares. La hermenéutica dia- _l6pica es el método necesario para la interpretacién cuando Ia dis- tancia a salvar, necesaria para cualquier comprensién, no es sim plemente una distancia dentro de una cultura anica (herme néutica morfolégica) o una distancia temporal (hermenéutica diacrénica), sino mas bien la distancia entre dos {0 mas) cul turas, que han desarrollado independientemente en espacios distintos (topot) sus propios métodos de filosofar [contar his- torias, crear modelos verbales ritmicos y escribir en sistemas de '? A, M. GARIBAY, Historia de la Hteratura néhuail. México, Porrda, 1954, LOS CANONES ¥ (MAS ALLA DE) LAS FRDNTERAS CULTURALES escritura picto-ideografical]] juntamente con sus propias cal Una hermenéutica diatépi sujeto yocacional del episté tres, entender que «nuestro» 243 y formas de conseguir ser inteligibles egoréas'®. ica nos permitiria disociar el 'mfco y, por la misma regla de lanon vocacional (como suje- to vocacional) no deberia ser fa medida de todos los cano- nes (literarios) como nos invi cia de la deseable, las historia. Si no cabe duda de que las sos utiles en la formacién de muchas preguntas sobre su es! literarios (de los que la hist dimensién) han conseguido hace muy poco. Curtius se refiti n a creer, con mas frecuen- de la literatura. historias literarias son recur- canon, existen, en cambia, tuto epistémico. Los estudios ria de fa literatura es una u posicién, como disciplina ié a Elster'* como uno de ios primeros en concebir una «cfencia» literaria, historica y filoldgicamente fundada"® de los estudios literarios en el titucién de las ciencias human: la actualidad"®, La institucional. te el siglo xvi"? aund la aut cién de las practicas discursiva! estado subordinadas a la gra sia se convirtio en literatura) Foucault analiz6 la aparicién ismo contexto que la cons- tal como las conocemos en zacion de Ia literatura duran- nomia y la institucionaliza- » que hasta entonces habian atica y a la retérica (la poe- ay el estudio de dichas prac- ticas (la poética se convirtié dn estudios literarios)’®. Las "SR. PANNIRAR, «What is compar: Interpreting across boundaries, 1988, pags. ” 129 (la cursiva y el claudator son mios}. "4 Véanse E.R. CURTIUS, Literatura FcE, 1989 (1948), y E. Evster, Prinzg; York, Johnson Reprints, 1972 (1897). '5 Véanse H. M. JONES, «Literature Witt, ed., Frontiers of knowledge in the. tive philosophy comparing?s, cn 16-136; la cita corresponde a la pag. ropea y Edad Mettia latina. México, ien der Lileraturwissenschaft, Nueva - Truth, fiction, and reality, en L. af man, Nueva York, Harper, 1956, pags. 198-210; y S. Toumin, Human understanding. Princeton, Princeton UP, 1971, pags, 395-400. "8 Véase M. FOUCAULT, Les mots et traduccién espafiola: Las palabras y las 1 Véase ALAIN ViALA, La naissanee d ‘age classique, Paris, Minuit, 1985. “ie Véase W. Goozicn y N. SPADACCIN Spanish Golden Age Minneapolis, Unive: institutionclization of Literature in Spain. choses. Paris, Gallimard, 1966 (hay sas, México, Siglo XXI, 1968). Vécrivain: Soctologie de la littérature a eds., Lilerature among discourses: The ity of Minnesota Press, 1986; y The inneapolis, Prisma Institute, 1987. 244 ‘WALTER MIGNOLO «lettres humaines» fueron sustituidas por las «belies let- tres»: la poesia y la poética fueron sustituidas por la lite- ratura y los estudias literarios”"| Sin embargo, este cambio nunca consiguié una distincién tan clara como la que exis- te entre la economia y la lingwistica, donde las practicas econdémicas ¥ lingiisticas com@¢ dreas de estudio han sido claramente separadas de la economia y la bngiiistica como practicas académicas. Por el cot io, incluso al convertirse en area de estudio, la préctica literaria consiguié integrar una parte de dicha practica (cqamentaries, juicios sobre las obras literarias, afirmaciones formativas sobre qué es la literatura o qué deberia ser, efc.) en los estudios lilerarios. En realidad, el componente vodacional de la disciplina esta a medio camino entre el 4rea dk estudio y la disciplina que la estudia. 2Céino afecta esta situacién|a la formacién del canon y a su transformaci6n en los paises del «tercer mundo» y en las literaturas «minoritarias»? Aunque una arqueologia deta- llada de los estudios literarios domo disciplina nos alejaria del tema central, puede ser uti] recordar que la critica filo légica y textual se encontraba em Ja encrucijada de un méto- do de conjeturas para interpretar lo particular y de un méto- do matematico/experimental [bien conocido después de Galileo) para explicar lo general. La fijacién det discurse oral mediante la escritura alfabética y su reproduccién en serie gracias a la imprenta hizo] posible alejar el texto de la situacién particular en la cual|se producia e interpretaba el discurso, colocandolo en una|«situacién duradera» donde elacontecimiento «original» erp trascendido para siempre. La transicién desde la singularidad del hecho oral a la fija- cién y repeticién del texto escrito dio lugar a la idea de que era posible integrar los modelos cientificos establecidos por la matemitica/experimentaci6n con la naturaleza fisica del texto escrito, lo que parecia ser una buena alternativa al método de especulacién e interpretacién utilizado para " Véase VIALA, 1985. T_EAGLETON, Literary theory: An introduction. Mirmeapolis, University of Minnesota, 1983, pags. 17-53.[Existeltrad. esp.: Una iniroduceién a ta tto- tta diterarin, México, FCK, 1988,) LOS CANONES Y (MAS ALLA DE) LAS FRONTERAS CULTURALES 245 explicar lo que no puede ser repetido o simulado™. La colo- nizacién de las lenguas en Latinoamérica, de la que extrai- go varios ejemplos“, tuvo lugar en un momento en que los valores atribuidos al texto escrito (y a la escritura alfabética en la tradicié6n grecorromana) tuvieron un papel decisivo en la formacién del canon «literario» durante el periodo colo- nial. No sdlo no se imprimieron las transcripciones escri- tas de los discursos amerindios, sino que fos tinicos textos impresos fueron los que merecieron la aprobacién ética y estética de la Inquisicién. Por lo tanto, las primeras historias escritas de la literatura hispanoamericana fueron las histo- rias de lo «visible»*, es decir, historias basadas en textos que habian sido bendecidos por los poderes coloniales ins- titucionales. Por todas estas razones, propongo que los debates sobre la formacién del canon se desarrollen tanto en los planos vocacional y epistémico como a través de las fronteras cul- turales, A nivel vocacional, un canon literario deberia verse en el contexto académico (jqué deberia ensefiarse y por qué?), A nivel epistémico, la formacién del canon deberia analizarse en el contexto de los programas de investigacién, como un fenémeno que debe ser descrito y explicado (gcémo se forman y transforman los canones?, gqué gru- pos o clases sociales se representan mediante el canon?, equé esconde el canon?, etc.) A nivel de las fronteras cul- turales, un canon deberia considerarse como relativo a la comunidad y no como una relacién jerarquica respecto a un. canon fundamental, ni tampoco dentro de un modelo evo- lutivo en el que los ejemplos canénicos se convierten en el | Véanse S. TIMPANARO, La genesi del metodo dai Lachman. Florencia, Le Monnier, 1963; y C. Grvzaurc, «Clues: Morelli, Freud, and Sherlock Holmes», en U. Eco y T. A. Seseou, eds., The sign of three. Bloomington, Indiana ur, 1983, pags. 81-118, * Véase W. MIGNOLO, «Literature and colonization: The New World experience», en R. Jara y N. Spapaccini, eds., Re/discovering colonial wri- ting. Hispanic Issues, vol. 4, Minneapolis, Prisma Institute, 1989, pags. 51-96. 3 Véase B. GONZALEZ SvérHan, Contribucién al estudio de ta historiografia Hteraria hispano-americana del siglo xx, La Habana, Casa de las Américas, 1985; y La historiografia literaria del liberalismo hispano-americano del siglo UK, La Ilabana, Casa de las Américas, 1987, 246 WALTER MIGNOLO paraiso al que aspiran las literaturas y en medida de la orga- nizaciOn jerarquica. Para evitar la tentacién de proyectar valores del «primer mundo» sobre Ja literatura del «tercer mundo», asi como . para evitar disminuir los criterios del «tercer mundo» com- parandelos con les del «primer mundo-, necesitamos des- cripciones epistémicas de la literatura que puedan distin- guirse de las definiciones vocacionales. Reflexionemos sobre esta distincién describiendo la literatura como un meca- nismo autoorganizado** o como un sistema de interacciones que se autoorganiza™. Este tipo de descripciones deberia ayudarnos a concebir la literatura como una practica dis- cursiva regional y la formacidn y transformaci6n del canon como un subsistema dentro del sistema. Por qué? ¢Cudles son las relaciones entre la descripcion de la literatura como un sistema autoorganizado y las conciusiones pianteadas en la frase anterior? Porque esta distincién permite descri- bir personas y comunidades que han interiorizado el con- cepto de fiteratura vocacionalmente en tanto que partici- paban en un sistema de interacciones que cilos mismos aceptan come literarias; mientras que las personas y comu- nidades que se han educado académicamente se describirian como aquellas que participan en un sistema de interaccio- nes que conciben como Ia investigacion literaria 0 los estu- dios literarios. Que los que se han formado académicamente y los que juegan al juego epistémico al mismo tiempo jue- gan al vocacional, no necesita mas explicacién ya que no puede ser de otra forma. Esta es precisamente la raz6n por la que la distincién entre las perspectivas vocacional y epis- témica se ignora con demasiada frecuencia. El resultado final es la tendencia a argumentar a un nivel epistémico la (trans}formacién del canon a nivel vocacional, Krupat, cuya causa abrazo con entusiasmo, defiende Ja inclusion de la 4 Véanse Iu. LOTMAN, 1976, y W. MIGNOLO, Elementos para una teoria del texto literario, Barcelona, Critica, 1978. 25 Véase 8. J. SCHMIDT, Foundations for the Empirical Study of Literature: The components of a basic theory, Hamburgo, H. Buske, 1982 (1980); y «The Empirical Science of Literature: A new paradigm, en Poetics, 12, 1989, pags. 19-34, LOS CANONES ¥ (MAS ALLA DE) LAS FRONTERAS CULTURALES 247 literatura nativa americana en el canon literario america- no, con la conviecién de que uno de los resultados de seme- jante cambio «serfa poner eh duda aquellos textos euro- céntricos del canon que pajecen especialmente fijados, distantes y reservados; también se pondria en duda la auto- tidad del texto en general y por lo tanto, se propondria una revisi6n del orden no s6lo literario sino también social»**, El argumento ideglégico a nivel vocacional se transforma, pues, en un argymento epistémico en el que la cuestidn ya no es la categoria canonica de Jos textos ame- rindios sino, mas bien, la necesidad de estudiarlos «cienti- ficamente>: «Mientras, debemos decir que slo en los ulti- mos treinta aos, mas o menps, el andlisis filoldgico, y en especial ef estructural, de las literaturas indias ha empeza- do a establecer sus principio formales sobre aigo parecido a una base coherente y cientifica» 27 De todos modos, al dirigir su argumento tanto a nivel vocacipnal como epistémico, Krupat no consigue alcanzar los objetivos que exigia su propia causa; que la literatura de los indios americanos pudiera concebirse en términos de sy propio estatuto candénico y no necesariamente en el contexto del canon literario ame- ricano «oficial», y que el canon de Ja literatura amerindia no necesariamente est4 garantizado por su estudio «cientifi- com, Ii. LA ENSENANZA Y EL CANON] «AQUI» Y «ALLi> ¢Cémo influye esta situacidn en la ensefianza de Ia lite- ratura y la cultura del «tercer mundo» en las universidades del «primer mundo»? sQuién| ensefia el canon de quién? éLos departamentos de lengua y literatura inglesas son los coordinadores del canon litetario? O :deberiamas escu- char lo que denen que decir Ips profesores de los departa- mentos de lenguas y literatura extranjeras sobre los cano- nes literarios y la organizacién de los programas? O, todavia %6 4. KRUPAT, «Native American literature and the canons, en Critical Inguiry, 10: 1, 1983, pag. 146. 7 Hrurat, 1983, pig. 147 (la cursiva es mia). 248 mejor, ¢deberiamos empezar preferencias vocacionales de propios compromisos con la «primer» y «tercer mundo», WALTER MIGNOLO luna discusién en la que las ada uno se separaran de los isciplina? Expresiones como que decir tiene, se convier- ten en términos relacionados con el proceso de colonizaci6n donde el primero se refiere dl colonizador y el tiltimo al colonizado. La colonizacién de wn territorio implica también la colonizacién de la lengua. Kl choque entre las condicio- nes sociales que apoyan al canton en los paises colonizado- res y las condiciones sociales que exigen transformaciones en los paises colonizados podria ser un esquema posible para comprender las condiciones sociales que estan trans- formando el canon en América Latina, asi como las formas mediante las que los intelectuales del «tercer mundo» expli- can dichas transformaciones. Rincén ha analizado los ca ratura elaborado a finales de Io: sesenta en América Latina, junto a los factores sociolégi- cos, econémicos y tecnolégicok que motivaron dicha trans- formacién™, Decidir qué se comsidera literatura y qué no es, desde luego, el primer paso hpcia un proceso de toma de decisiones que terminaré en la|formacién y transformacién del canon a ambos lados del espectro, la lectura y la escri- tura, Estos cambios han acercddo la practica literaria y los estudios literarios mas a las ciencias sociales que al anAlisis lingtistico-estético. Mientras qle, per un lado, la literatura latinoamericana contempordnea se ha beneficiado del «boom» de la novela, aumentando su reconocimiento inter- nacional y acumulando varios|Premios Nobel, también ha sido testigo, por otro fado, de Ja aparicién de practicas dis- cursivas tales como los relatos testimoniales”, que sugieren un cambio en el concept&de I|reratura y una evolucién en la formacién del canon. La ter{si6n entre el impacto socio- légico de dichos cambios y la r¢sistencia académica a incor- bios en el concepto de lite- cincuenta y mediados de los * Véase C. RINCON, «El cambid de la nocién de literatura en Latinoamérica», en Ef cambio de la nopién de literatura. Bogota, Instituto Colombiano de Cultura, 1978, pags. 11-46, #" Véase R. Jara y EL. Vinal, eds., testimonio y titeratura, Minneapolis, Institute for the Study of kdenlopy and Literamrc, 1986. LOS CANONES Y (MAS ALLA DE) LAS FRONTERAS CULTURALES 249 porarlos a los programas ilustra, una vez ms, las tensiones entre [os niveles vocacional y epistémico en les estudios lite- rarios. En consecuencia, los estudiosos de las literaturas minoritarias, junto con aquellos que prefieren practicas y expresiones discursivas no canénicas, se encuentran en una situacién paradéjica en la que, al elevar textos no canénicos ala categoria de canénicos, se arriesgan a realizar, sin que- rer, un movimiento colonizador. En cambio, seria mejor intentar un movimiento descentralizador para crear un hueco con el mismo peso para las expresiones discursivas tes- cimoniales amerindias o chicanas, a la vez que se daria cuen- ta de la variedad de formas can6énicas bajo la superficie de uniformidad de una lengua y una cultura estandar. Reco- nocer que nosotros, los seres humanos, vivimos en un mundo poblado por distintas tradiciones puede constituir una alternativa saludable a la idea de que el tinico movi- miento posible sera la integracién de la periferia en el cen- tro, en lugar de destacar el hecho de que la periferia es también, por derecho propio, un centro” Por lo tanto, podemos pensar que las pruebas mids sor- prendentes de los aspectos vocacional y epistémico en los estudios literarios de que disponemos en Ia actualidad sur- gen al ensenar literatura. En realidad, :qué es lo que ense- * No me parece claro que lo que resulta convincente desde un punto de vista econdémico (I. WanLerstern, The modern world sysiem: Capitalist agricul- ture and the origins of thé european toattd-econaniy i in the sixteenth-century. Nueva York, Academic Press, 1974, 1, pags. 2-18 y 66-151) también deba ser va desde una perspectiva cognitiva y cultural, como sugiere [u, LOTMAN («On the metalanguage of a typological description of culture», en Semiotica, 14:2, 1975, pags. 97-123). Las investigaciones en distintes campos (por ¢j., en. historia del arte [R. AnwHEm, The power of the center: A study of the composi- Hion in the visual arts. Berkeley, University of California, 1988] o en saciolo- gia (L. Greenrteno y M. Martin, eds., Center: ideas and institutions. Chicago, University of Chicago, 1988}} sugieren, en efecto, que ¢l modelo econd- mico centro/periferia no debe impedirnos ver que, desde la «perspectiva del nativo», la periferia del modelo econdmico podria ser ef espacio en el que una comunidad determinada se coloca a si misma en el centro del «mundo» (por ej., los chamulas del norte de Méjico estudiados por G. Gossen [ (a nivel epistémico}, que estudian la formacién y transmisién del canon. Desdq esta perspectiva, la discu- si6n sobre la forracién det cangn no es mas que el resulta- do necesario de la «doble» natgraleza de los estudios lite- rarios como disciplina. Si estanhos de acuerdo en que «la critica canénica (deberia) centr diciones normativas en las com] , deberiamos sustituir los problernas normativos que atanen a la (trans) formacién del canon|por explicaciones que ten- gan en cuenta las condiciones en las que se forman y trans forman los canones. Preguntas domo quién decide por quién y por qué deberta leerse un grupo de taxtos determinado tomaran e] lugar de preguntas como qué se feboria leer. Me gustaria ilustrar Jas afirmaciones anteriores con un ejemplo. En el contexto de esta reflexidn inclui !a novela «canénica» de la literatura chicaha, Bless me, Ultima’, en mai ch curso de «Introduccion a Ja Literatura», dentro del progra para estudiantes de segundo cick grado. La inclusin de este lib inesperada discusién en las aul cutian la inclusi6n de wn libro asi nivel avanzado crejan que antes s xitica y a la Teoria de la a de Literatura Espanola y de primer curso de post- generé una acalorada e . Los que se oponian y dis- en un curso de Espajiol de deberian leer libros «bue- nos» y de preferencia en espafiel; los que estaban a favor sostenian que se deberian incluir libros que representaran las necesidades y sentimientos de las comunidades con las que no todos podemos identificarnos. Era manifiesto que ‘5 J. A. SaNneRs, Canon and community, 1987, pag. 24. 45 R.A. ANAYA, Bieis me, Ultima. Berkeley, Editorial Justa Publications, 1986 (1972). LOS CANONES Y (MAS ALLA DE) LAS FRONTERAS CULTURALES 257 los estudiantes estaban familiarizados con Ja literatura actual y con las noticias sobre acontecimientos académicos publi- cadas en los periddicos, que Ilevaron a clase como parte de la discusi6n. Sin embargo, lo que me llamé la atencién fue que, a pesar de incluir fa novela en un curso que yo consi- deraba de nivel «epistémico», ia discusiGn se trasladé ai nivel «vocacional». El hecho de que el grupo que asistia al curso fuera una mezcla de estudiantes americanos e hispanos (no habia ningtin chicano) jugé en favor del tono vocacional de la discusién. Lo ocurrido en el aula reafirmé mi convic- cién de que en los estudios literarios nos comportamos simul- taneamente como creyentes y como académicos (o como creyentes tanto en la literatura como en ja ciencia). Mi parte epistémica admitia que Bless me, Uliima ya habia consegui- do cierto reconocimiento (jse habian vendido mas de 200.000 ejemplares!). Mi parte vocacional participé con entusiasmo en las discustones en clase. Las conclusiones a las que he Jlegado a partir de este ejemplo me permiten rea- firmar algunos de los puntos antes senalados: 1) los estu- dios literarios, a diferencia de otras disciplinas, se han for- mado a partir de un grupo de textos literarios candnicos mas que a partir de un grupo can6nico de «textos» que pon- gan de manifiesto sus fundamentos tedricos; 2) los debates sobre la formacién y transformacién del canon responden a que nos resulta dificil distinguir cuando actuamos de forma vocacional y cudndo de forma epistémica y, por lo tanto, separar las cuestiones normativas de las explicativas. Estas distinciones también resultan significativas al repen- sar tanto los programas como nuestra funcién como inves- tigadores y profesores. Si aceptamos que las normas que guian nuestras actividades académicas y epistémicas no son las normas vocacionales que guian la seleccién y fa inter- pretacién (formacién del canon) de textos literarios, tam- bién debemos aceptar que la formacién de definiciones y organizaciones jerarquicas (obras de arte, literatura de masas, literatura de segunda fila, etc.) no son tareas epis- témicas sino vocacionales. Como investigadores, nos gusta- ria ofrecer explicaciones «externas» de los fenémenos de los que, puesto que participamos en ellos, tenemos informa- cién «interior», o describir y explicar las descripciones y 258 WALTER MIGNOLO vaioraciones efectuadas para justificar y dar sentido a las practicas discursivas en jas que tomamos parte bajo el nom- bre de literatura’’?. Come profesores (epistémicos) debe- riamos conseguir que nuestros alumnos se dieran cuenta de que lo que les ensefamos a nivel vocacional (textos de hombres blancos, mujeres de color, latinoamericanos, afri- canos, chicanos 9 americanos) es lo que «nos» representa (sea cual sea la estructura social y la construccién social de este «nos») como miembros de una comunidad de creyen- tes, Deberiamos invitar a nuestros estudiantes a pensar (cri- ticamente) sobre los mecanismos y las estrategias de la for- maci6n y transfermacién del canon en los estudios literarios. Naturalmente, esto ya se hace“ e, incluso, ha captado | Ja atencién de los lectores del New York Times Sunday Magazine" Sin embargo, come profesores, no sdlo deberian preocu. parnos los defectos del canon actual, sino que también deberiamos examinar criticamente los presupuestos ideo- légicos de la formaci6n dei canon a nivel vocacional desde nuestros presupuestos ideolégicos a nivel epistémico. FV. LA FORMACION DEL CANON MAS ALLA DE LAS FRONTERAS CULTURALES La formacién del canon suscita el problema bdsico de la universalidad o e| regionalismo de la literatura. Ya he *’ Para los principios generales en los que se basa esta afitmacion, véan- se H. MATURANA, «Neurophysiology of cognition», en P. GaRvIN, ed., Cognition: A multiple view. Nueva York, Spartan Books, 1970, pags. 3-25 («La neurofisinlogia del conocimiento», con H. MATURANA, La realidad: jobjeti- va o construida?, Il: Fundamentos bioligicas del conecimiento, Barcelona, Anthropos, 1996, pags. 208-225); y «Biology of language: The epistemo- Hogy of reality», en G. A. MILLER y E. LENNEBERG, eds., Psychology and bio- logy of language and thought, Nueva York, Academic Press, 1978, pags. 27- 63; asi como H. MATURANA ¥ F, VARELA (El érbol del canocimienta, Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 1984, pags. 137-155); sobre su importancia para los estudios literarios, véase W. MIGNOLO, Elementos para una teorta del texto literarie, 1978, pAgs. 47-60, y «Comprensién hermenéutica y com- prensién tedrica», 1983, entre otros titulos. 48 Véase R. VON HALLBERG, ed., On canons, en Critical Inquiry, 10: |, 1983. ® Véase la nota $9. LOS CANONES ¥ (MAS ALLA BE) LAB FRONTERAS CULTURAEES: 259 mencionado que el concepto de «literatura» gané terreno durante el siglo xvi y, Hesde entonces, ha creado una serie de situaciones incémddas que no pueden resolverse si no se distingue entre los niveles epistémico y vocacional. Pondré un ejemplo. En la Edad Media, «literatura» signifi- caba cualquier texto escritp con caracteres alfabéticos. Sin embargo, uno de los textas canénicos de la literatura his- panica medieval es Ei tibrd de buen amor del Arcipreste de Hita. No hace mucho, Dagenais ha defendido que, en rea- lidad, e] Libro de buen amor,|como obra maestra de Ja litera- “ tura hispanica, es una invencién romantica y que, en la Edad Media, el Libro no existia como tal, sino que consistia en una serje de diferentes manuscritos. Dagenais propuso prescindir de la idea de que varios manuscritos (Salamanca, Madrid-Biblioteca Nacional y Madrid-Academia Espanola) srepresentan» un texto litérario estética que es el Libro de buen amor, puesto que, mi¢ntras que los tres manuscritos son textos medievales, el libro de buen amor no lo es™. En otras palabras, el lugar que ocupa el dibro.a nivel vocacio- nal no deberia confundirse con el lugar que ocupan los manuscritos a nivel epistémico. Desde esta perspectiva, la «literatura» es una practica regional, mientras que desde la perspectiva vocacional, tendemos hacia el etnocentris- mo natural de todas la comunidades bumanas conocidas que incluye, ademas de la literatura, todas las practicas dis- cursivas que pueden asimilarse al concepto occidental de literatura aceptado desde 41 siglo xvill. En consecuencia, cuando se sugiere que jos textos no occidentales deberian formar parte del canon, sq trata claramente de un movi- miento a nivel vocacional./Y¥ eso esta bien desde la pers- pectiva restringida y local de la comunidad de creyentes. EI problema surge cuando| nos damos cuenta de que los 59 Véanse los ya citados FOUCAULT, Les mots et les choses, 1966; RINCOM, «El cambio de ta nocién de literatura en Latinoamérica», 1978; VIALA, La natssance de écrivain, 1985; y Gopyice y Spapaccint (eds,), The institueio- ” nalization of literature in Spain, 198 5 Véase J. Dacenats, «That bothersome residue: Toward a theory of the physical text», en Con-Texts: Grality and lextuality in the Middle Ages. Texto mimeografiado, University of Wisconsin-Madison, 1988, pags. 1-22. 260 WALTER MIGNOLO valores literarios locales, que har] sido asignados desde un concepto restringido y vocacional de la literatura (sobre el que hemos construido el canon), /jse consideran un campo de estudio universal! Por lo tanto, la necesidad de encontrar «universales» literarios se plantea como un programa de investigacién en teoria literaria*t. El supuesto acritito de que les valores literarios locales de aquellos que también son investigadores deberian aceptarse como un campo de estudio universal puede facilmente ponerse en duda median- te la distincidn que he planteado entre las dimensiones vocacional y epistémica de nuestta disciplina. Estos pocos ejemplos deberjan ser suficient¢s para subrayar por qué creo que necesitamos modelos y teorias que nos ayuden a comprender las practicas discufsivas y la formacién del canon mas alla de las fronteras culturales, mientras que, al mismo Liempo, evitamos que los|investigadores y tedricos literarios universalicen a nivel epistémico sus valores estéticos regionales y vocacionales®®. Mientras no se distinga entrellos niveles de formacién del canon por obra de miembros de la comunidad de «cre- yentes» y el andlisis de la formacign del canon por obra de los miembros de la comunidad «investigadores*, no se conseguira establecer las verdadfras diferencias enire las practicas discursivas etiquetadas como «literatura» por una comunidad de creyentes y la «literatura» de tradiciones no occidentales. Los problemas qu¢ atafien a las relaciones entre un canon literario (ya sea gecidental, latinoamerica- no, italiano o francés) y «otras» hiteraturas se hacen inevi- tables porque se pone en duda la misma idea de «literatu- 5* Véanse M. RIFFATERRE, «Relevance of theory/Theory of relevance», en Yale Journal of Criticism, 1, 1988, pdgs| 163-176; y H.-G. RuPRECHT, «Conjectures et inférences: Les universaux de la littéracure», en M. ANGENOT ET ALN, Theorie dittéraire. Paris, Pur, 1989. pigs. 61-77 [hay trad. esp. Teoria titeraria. México, Siglo XXI, 1993}. °S Veanse ¥, KACHRU, ‘he other tongue, 1983; W. Dissanavane y M. NICHTER, «Native sensibility and literary discourses, en L. E. Smrrn, ed., Discourse across cultures, 1987, pags. 114-122; A. ZALEZ, «Poetic imperialism or indigenous creativity? Philippine literature in English», en L. E. SMtvi, 1987, pags. 141-156; y G. J. LARson y E. Beutscti, eds., Interpreting across boundaries, LOB. LOS GANONES ¥ (MAS ALLA DE) LAS FRONTERAS CULTURALES 261 ra» ¢, indirectamente, la de canon literario. El tema podria desglosarse de 1a siguiente forma: a) La necesidad de incluir la literatura no occidental, del tercer mundo, de mujeres, etc., en el canon refleja, a través de todos estos ejemplos, la existencia de un grupo de investigadores que sienten, a nivel vocacional, que el canon deberia transformarse para representar a una pobla- cién plural como la americana™. Un grupo distinto de inves- tigadores podria oponerse a esta idea, pero todo ello seria parte de la conversacién vocacional sobre la literatura. Lo que me gustaria destacar son las implicaciones de deter- minadas afirmaciones realizadas en este contexto, Como miembro de una cultura latincamericana, como investiga- dor literario y como profesor de literatura que ha trabaja- de en los EUA durante los ultimos quince anos, quedé mas que sorprendido al leer que un distinguido profesor inglés de Harvard habia afirmado que en este pais no sdlo se ha desatendido la literatura de mujeres y de negros sino que también ha ocurrido lo mismo con la del tercer mundo. Puesto que una de las cosas que he hecho durante estos quince arios ha sido ensefiar literatura del tercer mundo a los estudiantes americanos, me di cuenta de que ignoraba, y probabiemente todavia se ignora, tanto la literatura como la tarea de todos los departamentes de lengua y literatura extranjeras. Porque cual es la Funcién de un departamen- to o de un programa de literatura latinoamericana si la lite- ratura del tercer mundo sélo cuenta cuando esta integrada en los programas ingleses? Me quedé tan sorprendido como Ahmad™ al leer que, en opinién de Jameson, «la novela del tercer mundo no ofrece las mismas satisfacciones que Proust 0 Joyce», hasta que me di cuenta de que Jameson no se habia molestado en preguntar si su observacién resultaba ** Véanse A. WALD, «Hegemony and literary tradition in American, en Humonities in Society, 4, 1981, pags. 419-430; A. Krupat, 1983; C. KarLan, «Deternitorialization: The rewriting of home and exile in Western femi- nist discourse», en Cultural Critique, 6, 1987, pags. 187-198; y H. BAKER, 1983, 58 Véase AMMAD, «Jameson's rhetoric of otherness and the ‘national allegory”», 1987. 262 WALTER MIGNOLO pertinente para los lectores del tercer mundo™. Me di cuen- ta, tan sorprendido como Ahmad, de que nosotros (los del tercer mundo) no sélo empezaremos a disfrutar de las ven- tajas de estar incluidos en los programas ingleses, sino que también nos beneficiaremos de las teorizaciones de los inte- lectuales del primer mundo. A estas alturas deberia resultar claro que ne estoy construyendo una dimensién epistémi- cade los estudios literarios como si fuera ahistérica o acul- tural sino, mas bien, como una actividad que difiere de nuestra lectura vocacional de la literatura. Doy por des- contado que se puede teorizar tanto en el primer mundo como en el segundo o tercero, que pueden hacerlo muje- res de color u hombres blancos. La forma como se cons- truyen objetos o modelos teéricos depende de los presu- puestos ideologicos del investigador respecto a cual debe ser el tema de las ciencias humanas. Por lo tanto, las teorf- as de Ia literatura que nos ilegan «desde» el tercer mundo no sdlo son tan vdlidas come las tearias de la literatura que nos llegan «desde» el primer mundo, sino que son tan nece sarias como éstas®”, b) Si aceptamos la distincién entre ensenar literatura a nivel vocacional y ensefiar la disciplina a nivel epistémico, deberiamos poder hacer frente a lo que, de otra forma, parecerfan observaciones discriminatorias (profesor de inglés de Harvard) o tcorias imperialistas (Jameson). Mientras que el punto de vista vocacional permite [a inte- gracion en los cursos de literatura a inglesa de literaturas no occidentales o del tercer mundo®, la perspectiva epistémi- ca nos advierte de que lo que resulta légico desde el punto de vista del programa de Inglés y de las necesidades de una comunidad de creyentes determinada, no necesariamente ° Jameson, «Third-worid literature in the era of multinational capita- lism», 1986, pag. 65, pero, de todos modos, véase lo que dice en «A brief Tesponse~, en Social Text, 16, 1987, pags. 26-27. 7 Vease B. CHRISTIAN, «The race for theory=, en Cultural Critique, 6, 1987, pags. 51-64. 2 «No sélo hemos desatendido a las mujeres, sino al entero tercer mundoe (un profesor de lengua y literatura inglesas citado por ATLAS, «The battle of the books», 1988, pag. 72). LOS CANONES ¥ (MAS ALLA DE) LAS|FRONTERAS CULTURALES 263 resulta logico para la comunidad de creyentes cuyos textos se han tomado en préstam@. Asi pues, cuando los estudio- sos del primer y tercer muntio se den cuenta de que lo que tiene valor para cada uno de «nosotros» como miembros de una comunidad (nivel vpcacional) deberia mantenerse cuidadosamente separado|de io que es importante para «nosotros» como estudiosof (nivel epistémico), se podria iniciar un dialogo fructiferp sobre los canones y sobre el estudio de la formacién dellcanon a través de las fronteras culturales. Deberfamos ser capaces de comprender que, como miembros de distinths comunidades vocacionales, estamos representados porldistintos canones, que, como colegas en una misma disciplina, deberiamos tener un canon basico de Ja disciplina que a transformariamos de acuer ¢ historicas sobre las que y a lo tanto, modelar interacci alla de las fronteras cultural sidad urgente para un estudi fia e investiga en el exilio, Pp cia cultural a través de la lit incluir la literatura del terc¢ Inglés, Permitanme justificar es licarfamos, desarrollariamos y lo con las condiciones sociales arur de las que teorizamos. Por nes discursivas semidticas mas puede muy bien ser una nece- so del tercer mundo que ense- ra quien entender la diferen- ratura es mas importante que rmundo en les programas de a exigencia programatica dis- cutiendo el canon desde el punto de vista tanto de un lati- noamericano como de un |latinoamericanista. No hace mucho, en Uruguay se ha intluide e} Popol Vuh como texto obligatorio en los institutos. El] Ministerio de Educacién - acaba de publicar, en Gata, una edicién espanola del Popol Vuh como texto canénico en la historia de la literatu- ra guatemaiteca y latinoamericana. E] Popol Vuk es una narra- cion sagrada de la comun|dad quiché, en Guatemala. Transmitido en un principio de forma oral, durante el siglo xvi se descubrié una versiGn escrita en lengua maya y en escritura alfabética. Al parecer, el texto fue escrito durante Jos primeros afios de la conq (hacia 1550}. Los esparioles en el siglo XVIII, un fraile d experto en lengua maya, con: sta de la peninsula del Yucatan no supieron de é] hasta que, minico, Francisco Ximénez, iguid que los nativos le dieran un «libro» donde habian dejado constancia de la historia de 264 WALTER MIGNOLO los antepasados de su propio linjaje real™, Este «libro» era consultado cuando les Senores\de Quiché se reunian en consejo y se liamaba, precisamente, Popol Vuk porque sig- nificaba «Libro del Gonsejo». A yeces también se referian a él como el «texto sobre Toulan=|o el] texto sobre su origen. Sabiendo lo que sabemos hay, eg increible leer los comen- tarios de Ximénez al describir este «libro». Ximénez obser- v6 que el «libro» no estaba escritb por un autor gnico, sino por varios miembros de la comun|dad quiché y que, al hacer- lo, habian inscrito su tradicién en escritura alfabética. También se dio cuenta, no sin soppresa, del secreto con que la comunidad quiché habia maptenido et libro fuera del alcance de Jos colonizadores dwrante casi dos siglos. No comprendié que, por necesidad| el canon de una comuni- dad colonizada debe manteners¢ fuera de Ja vista del colo- nizador; tampoce entendié que chda comunidad tiene su(s) propio(s) texto(s) candénica(s). éQué suponen estos ejemplos para el tema que nos ocupa? Para un miembro de una comunidad vocacional y profesor de literatura latinoamé¢ricana, el Popol Vuh es (y ha sido) un reto. Los investigadgres y profesores de litera- tura latinoamericana se enfrentan a dos opciones: ignorarlo o justificarlo. El bando por el que se incline el/la profe- sor/a o investigador/a dependera de si él/eila piensa que el canon deberia restringirse a textos escritos en espafiol, en © sobre paises hispanoamericangs; o, si él/ella piensa que un canon de Ja literatura latinoamericana deberia incluir no sélo textos nativos (amerindios} |sino también textos escri- tos en inglés, francés (en el Caribe) y portugués (en Brasil)™. Supongamos que decide que la segunda opcién es la mejor y que, en consecuencia, se apropia del Popol Vik como texto canénico de Ja literatura intnoafericina con la misma idea que Ilevaria a Jameson a incluir|a ta literatura del tercer ® Véase D. TEDLOCK, ed., Popol Vuh: Whe definitive edition of the mayan book of the daum of life and the glories of gods and kings. Nueva York, Simon and Schuster, 1985, pag. 28. Véase A, PIzanRG, coord., «Introdudcién», en Ha literatura americana como proceso, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1985, pags. 13- 67. LOS CANONES ¥ (MAS ALLA DE) LAS FRONTERAS CULTURALES 265 mundo én los programas de los departamentos de Inglés. Creo que este ejemplo ilustra muy bien que, a nivel voca- cional, debemos hablar sobre ef canon (dando por des- contado que «el» equivale a «nuestro»). Sin embargo, a nivel epistémico deberiamos darnos cuenta de que existen tantos canones como comunidades. Los textos candénicos, que quizds (desde la perspectiva de un observador del pri- mer mundo) pueden no resultar en lo estético tan placen- teros como Proust o Joyce, serian en cualquier caso respe- tados y admirados desde el punto de vista de la comunidad para la que el texto es «canénicamente» representativo. Aunque esta conclusién puede parecer evidente, tiende a olvidarse. La segunda conclusién (que resulta mas preocu- pante que obvia) es que el Popol Veh (que ha ganado, en mi experimento teérico, un espacio canénico en el con- texto de fa literatura latinoamericana) no tiene, para un estudioso de fa literatura latinoamericana, los mismos valo- res candnicos que tiene para la comunidad quiché. Mientras que, para un estudioso de la literatura, podria ser un texto literario que representa un conjunto de valores relaciona- dos con la identidad latincamenicana, los valores de tal estu- dioso serian ajenos a la comunidad quiché para la que el Popol Vuh representa, precisamente, una forma de conser- var sus propias tradiciones segregadas de las de! mundo his- panohablante®!, éPor qué un estudioso de la literatura deberia animar o fomentar la necesidad de tomar un libro o una historia como el Popol Vuh fuera de contexto (tal como propone que se haga Jameson con la literatura del «tercer mundo») para enriquecer «nuestro propio desarrollo cultural» y canon literario, cuando tal apropiacién significarfa muy poco, o nada, para la comunidad a la que pertenece el texto? Una decisidn asi puede justificarse de dos formas. *! Véase E. Burcos [R. Mencnt], 1993. Para simplificar este argumen- to no tengo en cuenta dos hechos importantes: 1} que el Popol Vuk en la forma escrita de relato/libro tal como lo conocemos hoy, no es equiva- lente al Libre def Consejo en su forma escrita oral y pictografica; 2} que un estudioso de la literatura experto en literatura latinoamereana puede ser de origen maya-quiché. 266 WALTER MIGNOLO Primero, a nivel vocacional, me sentirfa justificado siempre que creyera que se necesitaba un canon en el que estuvie- ra representada la comunidad Jatinoamericana (y no sélo la hispanoamericana). Mis objetivos van mas alld dei propdsito de estabilizar e] pasado (que no se puede cambiar) para comprender ei presente y programar el futuro (que se puede cambiar): es decir, la descolonizacién de la cultura latino- americana («imaginaria», segtin Pizarro)® por la que tam- bién luchan escritores contemporaneos, como Fuentes, Garcia Marquez y Vargas Llosa (por nombrar unos pocos)®, Segundo, a nivel cpistémico, me sentiria justificado mientras el Popot Vuhy la situacién social que representa se tomaran como ejemplo paradigmatico (o como modelo) del reino de las interacciones semisticas mas alla de las fronteras cultu- rales, que me parece que es uno de los programas de inves- tigacién fandamentales para los estudios literarios en un futuro cercano. Por lo tanto, mientras que a nivel vocacio- nal mi decisién de incluir el Popol Vuken mis clases sobre lite- ratura latino- (no hispano-) americana puede suscitar una controyersia con Jos que prefieren mantener e] canon lite- rario hispanoamericano, a nivel epistémico la controversia se producir4 con los que insisten en conservar [a interpre- tacién literaria (y la formacién del canon) como uno de los mayores cbjetivos de los estudios literarios. Déjenme ofrecer un altima ejemplo a partir de un caso que presenté hace poco Ballén-Aguirre™, en el que se exa- mina la produccién de Ja historia literaria del Pert en el contexto de un amplio abanico de practicas discursivas. Lo que se subraya es la realidad plurilingiistica y multicultural de las sociedades peruanas. Del amplio abanico de lenguas y practicas discursivas diferentes mostradas en el diagrama (Figura 1), se des- 82 Véase la nota 60. 3 Véase, por ejemplo, ¢1 discurso de aceptacién del Premio Nobel de Gabriel Garcia Marquez, en R, CARDWELL y¥ B. MCGuIRK, Gabriel Garcia Marquer: New readings. Cambridge, Cambridge ur, 1988. E. BALLON-AGuIRRE, «Historiografia de la literatura en sociedades plu- Tinacionales (Multilingaies y pluriculturales)», en Las historias de la literatura, en Fiinlogia, 22: 2, 1987, pags, 5-25. LOS CANONES ¥ (MAS ALLA DE) LAS|FRONTERAS CULTURALES 267 Figura [. PRODUCCION DISGURSIVA EN PERU (basada en E. BALLON-AGUTRRE, 1987, pags. 18-23}. Esparpol escrito t Insthtucional ooo individual Sujeta individual Tradici6n occidental (dividido) Tradiciones amerindias-occidental Impreso Tmpreso " " Académico Académico (iteratura (literatura y otras disciplinas) otras disciplinas académicas relacionadas, come ja antropolegia) Marginal Clandestino Impreso No impyero Impreso ype impreso Quiosco Privadb; Politico/resistencia Polttice/res|stencia Intercultural A través db las culturas Intraculturales Transmisién oral TransmifiGn escrita Transmision oral Leyendas, adivinanzas, Transcripciones Mitos, relatos proverbios, etc. alfapéticas étnicos y de narraciones orales estrategias (desppés de la discursivas conquista} de la identidad Nota: la poblacién total del Perd es de 19.274.200 personas, de las que el 72,64% hablan espatiol (13.273.628), ei 24,08% habla quechua (4.400.023) y el 24,08% habla otras lenguas nativay (incluide ef aru y otras lenguas de la selva) (600.549). Exraido de RopoLrp Czxrdn-PaLomino, «Language policy in Peru: A historical overview, en N. H. HORNDERGER, ed., «Bilingual educa- tion and language planning in indigdnous Latin America», en Inlernational Journal of the Sociology of Language, 77, 1989, pags. 11-33. 268 WALTER MIGNOLO prende que la formacién del cation ocurre, generalmen- te, a nivel de las practicas discursivas escritas/forma- les/académicas. E] diagrama nog ayuda a recordar que la formacién y la transformacién del canon estan, por un lado, relacionadas con el poder y, por el otro, con la len- gua oficial (en este caso el espafiol), donde poder y tra- dicidén se entienden como sinénimos. Por lo tanto, una lengua y una tradicién se consideran Ja lengua y Ja tradi- cién cuando, en realidad, y tal ¢omo muestra el diagra- ma, existen varias lenguas y tratliciones para las que el canon oficial careceria de sentido. Pero esto es, precisa- mente, lo que hace fa historia dg la literatura. La historia de la historiografia literaria en Tatinoamérica es, tal vez, un ejemplo sorprendente de formacidn y supresién del canon debido a Ja fricci6n entre dolonizador y colonizado, producto de los rasgos plurilingwisticos y multiculturales, El canon hispanoamericano se construy6 sobre la base de un lenguaje «estindar» y de un cpnjunto de criterios esté- ticos implicitos en los concepto$ de «poesia» y «literatu- ra» del colonizador. OBSERVACIONES FINALES Mi intencién era, por un lado,|sostener la idea de que la formacién del canon (vocacionaj) esté relacionada con la comunidad y que, por lo tanto, Jos canones literarios son una parte de la misma literatura, como actividad cultural auto- organizada y, por el otro lado, lalcreencia de que teorizar mas alla de las fronteras lingdisticas y culturales («herme- néutica diatépica») nos permitiria entender mejor el alcan- ce regional de la literatura en tanto que practica discursiva occidental, en oposicién al alcanice universal de la interac- cidn semiética humana. Comprender las practicas discursivas y las interacciones semidticas como sistemas autoorganiza- dos mas alla de las fronteras culturales seria una forma de evitar ensefiar cinones literarios regionales como si fueran uni- versales. La formacién del canon y la ensefianza de la lite- ratura también podrian beneficiarse de la conciencia que desarrollamos a nivel epistémica, mientras que compren- LOS CANONES Y (MAS ALLA DE) LAS FRONTERAS CULTURALES 269 der las practicas discursivas autoorganizadoras y Ios siste- mas de interaccién mas alla de las fronteras culturales se beneficiaria de! punto de vista «interior» (vocacional) de que cada uno de «nosotros» tenemos nuestro «propio» canon literario. Hace quince afios Lotman afirmaba que «la literatura nunca es una suma amorfa y homdgénea de textos: es no sélo una organizacién sino también un meca- nismo que se autoorganizar. Propuso, ademas, que, en cl «mas alto escalén de la organizacién, segrega un grupo de textos de un nivel mas abstracto que el de toda la masa restante de textos, es decit, de metaiextom. Aiiadié que los «metatextos» son normas, reglas, tratados teéricos, y articulos criticos que «devuelven la literatura a si misma, pero ya en una forma organizada, construida y valorada»®. Este mecanismo autoorganizado opera a al vez por exclusién de una cate- goria dada de textos del reino de la literatura y por una organizacién jerarquica mediante una valoracién taxono- métrica de los textos restantes™. Finalmente, me gustaria afiadir a todo lo dicho que los emetatextos» de Lotman son responsables de la formacién dei canon y que los «metatextos» son lo que generamos a nivel vocacional. Guando se verifica esta hipdtesis dentro del contexto de practicas discursivas no exclusivas de una cul- tura, resulta muy claro que, por un lado, podria ampliarse aun gran abanico de practicas discursivas y que, por el otro, el campo de los estudios literarios a nivel epistémico ya no se puede concebir en términos de «literatura» sino como un campo de sistemas autoorganizados de practicas e interacciones discursivas. A este nivel los «metatextos» se convierten en el plano de la «descripcién del observador de la interaccién semidtica», para utilizar la expresién de S|. Lorman, «The content and structure of the concept of “Literature”, en PTL, 1: 2, 1976, pag. 344 (las primeras cursivas son mias). [Se ha cita- do segin la trad. esp,, pag. 168. Nota del compilador.} Se puede encontrar un analisis mas detaliado de esta hipéresis en W. MIcNOLO, Elementos pave una teoria del texto literario, 1978, y Teoria det texto ¢ interpretactin de textos. México, UNAM, 1986. Véase también C. J. VAN REES, «Theory of literature» viewed as a conception of literature: On the pre- mises underlying Wellek and Warren's handbook», en Poetics, 13, 1984, pags. 501-584, 270 WALTER MIGNOLO Maturana®’. La formacién def canon es un ejemplo cor- creto de la forma en que un sistema autoorganizado regu- la las practicas discursivas mediante las que las comunida- des humanas estabilizan el pasado y proyectan el futuro. Los cdnones (literarios o no fiterarios, occidentales o no occidentales, del «primer» o del «tercer mundo») depen- den de la comunidad, Los canones literarios son e! resul- tado de un sistema vocacional autoorganizativo de practi- cas discursivas, cuyo resultado se ha proyectado desde el nivel regional, al que pertenecen, al nivel universal del campo de estudio, descuidando tanto las fronteras entre las culturas como la transmisién entre las regiones. ®7 Véease H. MATURANA, «Neurophysiology of cognition», 1970, asi como W. Micnoo, «(Re}modeling the letter: Literacy and literature at the inter- section of semiotics and literary study», en M. ANDERSON y F. MERRELL, eds., On semiotic modefing, La Haya, Mouton, en curso de publicacién.

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