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Asaf escribió en el salmo 73:25 una importante y sincera declaración que muy pocos

jóvenes de hoy podrían decir, él escribió: “¿A quién tengo en el cielo sino a ti? Te deseo más que
cualquier cosa en la tierra”  (NTV).

Para este hombre sólo había alguien que llenaba todo en su ser, sólo existía alguien al
cual él le ofrecía todo su amor y deseo. Y para nuestra sorpresa, ese alguien no era su familia, ni
sus amigos, ni ninguna otra “cosa en la tierra.”  Para Asaf, ese alguien era Dios, el Dios creador
de los cielos y de la tierra.

¿Crees poder decir lo mismo que él? Tal vez pienses que sí (y puede ser), sin embargo,
no te apresures en contestar, piénsalo bien y trata de responder si Dios es en realidad tu más
grande deseo aquí en la tierra…

Si después de reflexionar has llegado a la conclusión, por obra de Dios, de que no amas
al Señor por encima de todo, entonces eso quiere decir que hay algo a lo que sí amas y deseas
con todas tus fuerzas, y puesto que no es Dios, entonces es un ídolo.

La idolatría al romance

Uno de los ídolos más comunes entre muchas personas es el ídolo del romance, o como
ellos lo llaman, “el amor.” Y aunque el romance o amor entre pareja es algo bueno, el poner
esto como lo más valioso de la vida es pecaminoso, pues quebranta directamente el primer
mandamiento que Dios nos ha dado en su santa ley.

Como todo otro pecado, la idolatría produce severas consecuencias sobre aquellos que
se rinden ante ellos. Los profetas Isaías, Jeremías y Ezequiel nos advierten que un ídolo no hace
más que engañar (Isa. 44:20), producir ceguera espiritual (Isa. 44:9,18) y drenar todas nuestras
fuerzas, de manera que, ellos se convierten en nuestro señor y nosotros en sus esclavos
(Jer.2:25, Eze.14:1-5). Esto significa que si alguien ha levantado en su corazón un altar al
romance, entonces sus ojos, oídos y corazón han quedado controlados por ese ídolo. Como
diría Rebecca Pippert: “Lo que nos controla, es nuestro señor…Nosotros no nos contralamos a
nosotros mismos. Somos controlados por el señor de nuestra vida.” 1 Esto explica porque
muchos de aquellos que idolatran el romance aguatan humillaciones y golpes de su pareja y en
algunos casos, cuando uno de ellos decide terminar la relación, pensamientos suicidas
comienzan a presentarse como una opción viable.

Lamentablemente, esta clase de idolatría es una de las que más abunda alrededor del
mundo, tanto que, puedo decir que el aire que respiramos en la actualidad es un aire donde
predomina un romanticismo tóxico e idólatra. Verdaderamente creo que muchos consideran el
estar en una relación romántica como lo más fundamental en sus vidas, a tal grado que, si no
están en una relación amorosa, su identidad se ve terriblemente afectada y comienzan a creer
que su vida no vale nada y a sentirse solos porque no tienen a alguien a su lado. Cuando esto
pasa, es un indicador claro de que tu dios no es el Dios de la biblia, sino el dios del amor y el
romance.

1
Pippert, R. (1979). Out of the Saltshaker and into the World (p.53). Downers Grove, IL: InterVarsity Press.
Una de las muchas formas en las que el mundo promueve este ídolo, es a través de las
canciones. Vean lo que la letra de las siguientes canciones dicen:

 Sin Bandera canta: “Entra en mi vida, te abro la puerta, sé que en tus brazos ya no habrá
noches desiertas. Entra en mi vida, yo te lo ruego, te comencé por extrañar,  pero empecé
a necesitarte luego… Tú me hablaste, me tocaste y te volviste  mi ilusión, quiero que
seas  dueña de mi corazón…sálvame ahora.”
 Reik canta: “Creo en ti y en este amor, que me ha vuelto indestructible, que detuvo mi
caída libre…mi dolor se quedó kilómetros atrás y mis fantasmas hoy por fin están  en paz.
El pasado es un mal sueño que acabo, un incendio que en tus brazos se apagó. Cuando
estaba a medio paso de caer, mis silencios se encontraron con tu voz, te seguí y
reescribiste mi futuro. Es aquí mi único lugar seguro.”

Como puedes ver, ambas canciones exaltan el amor de pareja como lo más
fundamental e importante en la vida de las personas. Sin embargo, esto no es verdad. Así que
no te dejes engañar por el mundo cuando te dice que necesitas de una pareja para ser feliz,
estar seguro o tener paz. La verdad liberadora es que no necesitas del amor de nadie en esta
tierra para tener paz, seguridad o verdadera satisfacción. Lo único que necesitas es el amor de
Dios; es recordar y descansar gozosa y confiadamente en Aquel que vino para dar salvación y
un verdadero sentido a la vida.

Conclusión

Amigo, si ya eres creyente en Cristo y te has desviado anhelando más una relación
romántica que a tu Salvador, debes recordar que nadie debe ser el centro de tu vida, excepto
Cristo, quien se hizo hombre para darnos vida eterna y una nueva identidad como hijos de Dios.
Por lo tanto, no necesitas de una muchacha o muchacho para estar completo. ¡Ya tienes al Rey
y con él lo tienes todo! Y la razón por la que con Dios lo tienes todo es porque fuimos creados
por El y para El. Es decir, el Señor nos hizo con la finalidad vivir en comunión con El y mediante
esa relación, ser felices y estar plenamente satisfechos en El, y así Dios recibir la gloria que
merece. Esto explica las palabras que Jesús le dijo a la mujer samaritana, quien había cedido a la
idolatría del romance.

Jesús le respondió: “Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed, pero el que beba
del agua que Yo le daré, no tendrá sed jamás, sino que el agua que Yo le daré se convertirá en él en
una fuente de agua que brota para vida eterna.” (Jn.4:13-14).

Es claro entonces; buscar la felicidad en otras cosas o personas nos dejará con la misma
sed de antes, ya que solo el agua de Cristo es la que puede plenamente satisfacer el alma
humana. Así que, si has estado idolatrado el romance es momento de arrepentirte; es
momento de volverte a Dios con todo tu corazón y comenzar, con la ayuda de su Espíritu, a
desearlo “más que cualquier cosa en la tierra” (Salmo 73:25, NTV). Esta clase vida glorificará a
Dios.

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