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org/cemca/3214
p. 45-61
Texte intégral
“En realidad esta es la roca en que se estrellan todos los políticos de Centroamérica: no
hay tal cosa de sentimiento nacional. Cada Estado querría ser un imperio; los
funcionarios del Estado no pueden tolerar superiores; un Jefe de Estado no puede sufrir
a un Presidente”
(J.L.Stephens-1841)
LA NACION DESEADA
1 Hobsbawm, Eric. Nations et nationalisme depuis 1780. París: Editions Gallimard,
1990; Gellner, Erne (...)
3En el texto citado están planteados con bastante claridad algunos de los elementos que
los constituyentes pensaron indispensables para lograr la integración de los espacios
heredados de la colonia. La Revolución francesa les había sugerido dos de ellos: todos
los hombres nacen libres, pero los ciudadanos son “los que forman una nación”; esta
última debe tener como forma de “gobierno independiente”, el republicano. La lectura
de los Ilustrados, les proporcionó otro más: la certeza de que se puede llegar “a ser
grande y opulento” en el futuro, gracias al progreso. Y, la lección heredada de la
experiencia de las Cortes de Cádiz, abundaría en un cuarto: en los pueblos radica la
soberanía popular.
4Por ello, entre 1821 y 1840, el reto planteado a lo largo de las sesiones parlamentarias,
de los debates periodísticos, de los actos de poder o las disputas políticas, fue el de
formar un nuevo espacio de administración y civilización más amplio que el de los
partidos o las ciudades nacidos en la colonia y, asimismo, capaz de ser mejor defendido
que durante el dominio español. Para que éste se realizase se necesitaba tiempo para
convencer a los ciudadanos y a los pueblos que lo integraban, los cuales podían salir
beneficiados de la pertenencia a esa nueva entidad política.
5Entonces, uno de los aspectos de tal reto era crear la identidad nacional que permitiera
la entrada de Centroamérica al concierto occidental de naciones. Que permitiera dar el
salto del sentimiento de aldea al de Estado y de este al de nación. Es decir, como lo
señala Breuilly, estructurar un “concepto histórico-territorial” y transferirlo al criterio de
identidad: centroamericanos. Paradójicamente, en la Constitución federal no existe
este, pues está incluido en el genérico de ciudadanos, aunque queda claro que los
constituyentes sí lo vislumbraron.3
6Es decir, a su vez, había que enfrentar el reto de las elites locales inmersas en la
vorágine político-social surgida del vacío de poder a raíz del derrumbe colonial. Pues,
estas insistían en la legitimidad de su representación edilicia, de su proceso de
hegemonización interna y de la soberanía territorial de su provincia para “concurrir al
establecimiento de un gobierno supremo constitucional”, como bien lo expresa la
fórmula del Pacto de Concordia.4 Por lo tanto, sería solamente la comunidad política la
que habría de definir lo que antes había sido el Reyno de Guatemala en términos
nacionales: Centro-América.5
Esto es, ciudadanos, el cuadro de nuestras conexiones con las potencias extranjeras en
uno y otro hemisferio. En el antiguo, con diferencia de algunas ritualidades estamos tan
reconocidos como las demás repúblicas continentales: en el nuevo, son ¡guales
nuestros derechos a los de las otras secciones de América que se han puesto en el rango
de Independientes...6
8Luego de haber superado la crisis surgida con la anexión a México fue imprescindible
a partir de 1823, por un lado, conciliar intereses económico-sociales regionales con el
propósito de construir y utilizar el Estado emergente. Y, por el otro, intentar crear en los
centroamericanos elementos subjetivos propios a un espíritu comunitario, más allá del
tradicionalmente referido a los “pueblos”.
9El naciente Estado tenía necesidad de un proyecto ideológico para legitimarse y, para
logralo, recurrió a ese “puñado” de hombres “en sociedad íntima entre sí” como punto
de apoyo. Es decir, la comunidad política que persiguió el objetivo de construir la
República Federal. Los egresados de las universidades y de los seminarios pasaron, de
hecho, a ser en 1821 los principales hombres políticos y, en gran medida, militares del
país.
Ciudadanos y pueblos
8 Hobsbawm (1992:118-121) hace un análisis de esos mecanismos, entre los cuales
sería muy interesante (...)
9 En esa dirección la obra didáctica más descollante es la Cartilla del Ciudadano,
escrita para los C (...)
13Por otra parte, en tanto que “ciudadanos” no se vieron implicados en general todos
los habitantes de la república, sino una minoría civil y militar, con solvencia económica,
que se expresaba por medio de los funcionarios e intelectuales ligados al ejercicio del
poder y al mecanismo de la elección indirecta. Esa era la forma restringida en que se
hacía coincidir nacionalidad con ciudadanía.11
16La fragilidad geoestratégica de esta dimensión había sido muchas veces demostrada
en la colonia por las incursiones inglesas, pero lo fue aún más con el explosivo proceso
de unión al Imperio de Iturbide. Luego de su fracaso, los centroamericanos estuvieron
más conscientes de la importancia de su propio espacio y de la amenaza extranjera
implícita por razones de orden militar.
17Sometida Centroamérica desde 1822 a grandes crisis externas e internas, se pensó que
el peligro de verla devorada no solamente por México, sino por Colombia o las
potencias europeas14, exigía ante todo que no reinase la anarquía interna. La noción de
patriotismo sería utilizada a nivel federal en el sentido de crear una comunidad de
hombres que debían de velar por la estabilidad de la nación.15
aislada en medio del nuevo mundo i sin relaciones comerciales, por estar cerrados
sus puertos, casi no se tenía otra noticia que la de su existencia. Pero tiempo ha que
aquella vasta región se elevó al rango de república independiente ¡tomó el título, que
aun no es generalmente sabido de 'República federal de Centro-América'.16
17 Hobsbawm. 1992:47y58.
19Por último, un nuevo reto para la joven república era el hecho de que las naciones
europeas veían como capaces de autodeterminación a las naciones consideradas
“viables” cultural y, por supuesto, económicamente. El único proyecto nacional
justificable históricamente era el que cuadraba con el progreso. O sea, el que
amplificaba la escala sobre la que operaban las economías, las sociedades y las culturas
humanas, y buscaba el bienestar de “todos”.17 Entre comillas, pues al identificar cómo
lo hicieron los ilustrados progreso con civilización, se acuñó una idea de esta última que
dejó del lado a los pueblos indígenas.
23Ello explica varios hechos políticos: las anexiones de partidos a nivel de la realidad
federativa (Sonsonate y Nicoya); la temprana reunión de asambleas constitutivas
estatales; la exigencia de erección de obispados (El Salvador, Costa Rica); el cobro
directo de impuestos propios (tabaco y alcabala), la descentralización de la imprenta
(San Salvador, 1834, etc.) y, sobre todo, la búsqueda de solución a la capitalidad de las
nuevas entidades territoriales. Este proceso de centralización y racionalización del
aparato administrativo en los Estados va a ser, a la vez, desestructurador del proyecto
nacional centroamericano y estructurador del de los futuros cinco países.
27De esa forma, el enfrentamiento entre lo que, poco a poco, se fue denominando como
“liberales” y “conservadores” tuvo como eje la disputa del proyecto centralista con el
federalista y no la opción entre una república federal y cinco entidades estatales, como
lo han pretendido, primero, la historiografía liberal en su condena de los conservadores
y, después, las historiografías nacionalistas en su esfuerzo de legitimación de un
supuesto surgimiento precoz del Estado-nación.
que enterada del estado de las cosas provea su remedio y restablesca el orden
constitucional de una manera eficaz, propia de la sabiduría y del patriotismo, de los
representantes que para tamaña empresa merescan la confianza de los pueblos... Entre
tanto, el Presidente sabrá arreglarse a la ley; procurará llenar el deber sagrado de
asegurar á los ciudadanos y habitantes de la nación el goce de las garantías sociales e
individuales...21
31Todos los presentes conocemos el resultado de la guerra civil. Por una parte, este
evidenció la incapacidad histórica de la elite guatemalteca por construir alianzas a
escala centroamericana. Por la otra, desplazó las contradicciones de la defensa del
centralismo al campo de los liberales. En esa coyuntura, Costa Rica se declaró detentora
de su plena soberanía política y territorial, fuera de toda responsabilidad de los acuerdos
dictados por los bandos en lucha, aunque señalando que obraba “sin perder de vista el
pacto nacional”.23 Pronto El Salvador, Nicaragua y Guatemala, la seguirían.
32De tal manera que, con el fracaso del proyecto centralista impulsado por los
conservadores, el Senado pasó a ser el árbitro del proyecto de nación centroamericana
en tanto que depositario de la soberanía de los pueblos. Su composición colegiada e
igualitaria le permitía meditar y consultar:
este serio asunto para proponer los medios que puedan salvar la patria, y poner
acordes todos los Estados, a fin de mantener el pacto, y lograr la reunión del
Congreso, para que delibere sobre cuanto interese a los pueblos...24
33Se pensaba que las reformas constitucionales podían poner fin a la crisis en que había
entrado el proyecto nacional. Molina, Barrundia y otros senadores más propondrían
varias de estas. Sin embargo, el problema seguía radicando en quién garantizaba y por
qué medios la consolidación del mismo.
34El salvadoreño Juan de Dios Mayorga, uno de los más importantes héroes liberales
desde 1811, que había sido el primer embajador de la República federal, resumía a
cabalidad la encrucijada en la que se encontraban los centroamericanos:
25 Mayorga, Juan de Dios. Exposición al soberano Congreso federal para que se hagan
unas pocas reforma (...)
37Héctor Lindo ha señalado cómo, en El Salvador, esa inicial recuperación añilera post-
independentista se vio frenada por las consecuencias de la guerra, a raíz de la cual el
despegue económico de ese Estado tardaría más en iniciarse que el caso de Guatemala y
de Costa Rica. Por ello, me parece que, primero, se comprende la decidida defensa de
los intereses económicos salvadoreños por parte de su elite, que la llevó hasta desligarse
del proyecto federal propuesto por Morazán y, posteriormente, la dificultad que ésta
encontró para concretizar su propio proyecto nacional. Como se verá, es solamente
hasta 1859 que El Salvador se declara república.26
38El lúcido balance del conservador Manuel Montúfar y Coronado, explica la debilidad
inherente en el momento:
Podrá (Morazán) vencer aquí y perder allá: podrá dominar un estado, pero no
centralizarlos y unirlos por un lazo federal bien condenado para que sea durable... este
ya no es posible sino pasando antes por una de dos pruebas: 1 a. la de más largos años
pasados en la actual eliminación que haga conocer sus inconvenientes y peligros para
que la unión sea un efecto...del convencimiento. 2o. que pasen también largos años de
una tiranía central que se haga aborrecible como sucederá aquí.27
28 Cañas, Antonio José y otros. Exposición que hacen los presos del Salvador á las
Asamblea de los Est (...)
Por lo demás, cualquiera que sea el resultado de nuestros propios juicios, nosotros
esperamos que la nación imparcial pronuncie, si somos rebeldes i traidores a ella,
por haber procurado la observancia de la Constitución; por haber solicitado las reformas
que la experiencia i el clamor general de la opinión demandan; por haber defendido la
soberanía de nuestro Estado; i finalmente por habernos opuesto en cumplimiento
de nuestras leyes particulares á las demasías del poder federal.28
40Entonces, si algo era común a los centroamericanos en ese momento, era la guerra.
Esta los unía y los disgregaba, incesantemente. Solo así se puede comprender el
esfuerzo historiográfico de Alejandro Marure en su célebre Bosquejo histórico de las
Revoluciones de Centro-América, al que daba inicio con la siguiente argumentación:
41Y Marcial Zebadúa así lo interpretaba el año de 1834 al dar a luz su Proyecto de
Reforma de las Instituciones políticas de Centro-América, en momentos en que
finalmente ya había un consenso para realizar reformas a la Constitución federal:
31 Véase la obra citada de Héctor Lindo Fuentes; Taracena Arriola, Arturo. “Cochinilla y
clases social (...)
32 Es interesante notar cómo en 1830, Mariano Gálvez, en tanto que Ministro de
Hacienda, a pesar de ha (...)
33 Hobsbawm, Eric. 1992:38-44.
43En cuanto al sistema republicano, su validez —la efectividad del carácter del
ciudadano— se expresó esencialmente por medio de la actividad de los funcionarios
electos o designados. En estos últimos residió de hecho el poder, por lo que terminaron,
hablando a nombre del pueblo, reduciendo sus acciones políticas en el marco federal a
la defensa de las emergentes economías estatales y de los intereses de las elites que las
producían (grana en Guatemala, café en Costa Rica, añil en El Salvador).31 En cuanto a
Nicaragua, el accionar de sus funcionarios se volcó en gran medida hacia la búsqueda
de una concretización de los proyectos foráneos para la construcción del canal
interoceánico.32 Con semejante dinámica, las fronteras internas comenzaron en sí a
jugar un papel creciente como barreras político-administrativas, porque, como ya ha
sido dicho, el desarrollo económico se realiza con base en los estados territoriales.33
Centro-América es una nación cuya masa tiene ya espíritu nacional que cada día es
más pronunciado, y no importaría que en su interior hubiesen unos indignos del
nombre centro-americano indiferentes a la depresión que nos prepara en extranjeros
aunque sean americanos...35
45Pero, el verdadero lenguaje de las elites de los Estados federales tendía a dirigirse
cada vez más a la dimensión de su particular espacio territorial. Para ir convirtiéndose,
como lo señala Anderson, en una suerte de “proyecto modelo” para la comunidad bajo
su hegemonía.36 De esa forma, en las relaciones del vocabulario político, soberanía se
fue identificando con los Estados y no con Nación; Pueblo con el patronímico de esos
Estados y no con el de Centroamérica. Todo lo contrario de lo que soñaron poder
llevar a cabo los próceres a nivel de la antigua colonia.
Pero estos hechos establecen derechos, y los estados ya no quieren... depender de nadie;
quieren ser nacionalistas sin tener el valor de decirlo claro.38
47Las cosas no eran tan sencillas, pues la suspensión de la República Federal abrió una
paradoja. En el momento en que los políticos de cada Estado se contentaban en subrayar
el triunfo de su soberanía, paralelamente cada uno de ellos tomaba conciencia de la
dificultad para transformar esa victoria en un nuevo producto institucional que
suplantase la utopía nacional. Las economías todavía no daban de sí para independizarse
de ese todo tan aborrecido; la credibilidad frente a los europeos aun estaba en ciernes, a
pesar de los esfuerzos de los agentes diplomáticos para demostrar la “viabilidad” de
cada Estado. En síntesis, el concepto república siguió designando el proyecto nacional
elaborado en 1823-1824.
48Un ejemplo interesante nos los da el diario oficial Mentor Costarricense, fundado
en 1842 por José Castro Madriz como Ministro de Gobierno. En sus páginas existe la
rúbrica intitulada nacionalidad y en ella se reproducen comentarios sobre la posibilidad
de renovación de la República Federal y sobre la generalidad centroamericana. Y, lo
que estas dejan entrever es que, con la ruptura del pacto federal, la identidad colectiva
parecía encontrarse en peligro. Así, la intención del expresidente Arce al escribir en
1846 sus Breves indicaciones para la reorganización de Centro-América era la de
exigir que “retorne la nacionalidad”.39
49Esa era una angustia política generalizada, como lo confirma otro fragmento dei
Mentor en el que se analizaban las propuestas de Guatemala y El Salvador con el objeto
de restablecer la nacionalidad:
50En resumen, el problema radicaba en que los Estados se habían formado a partir de
un hecho político mayor: la República Federal. O sea, era claro que la práctica de las
elites locales en los asuntos de Estado no llegaba, por una parte, a superar la dimensión
federal, de la cual muchos de sus funcionarios eran tributarios.
41 Decreto del 27 de enero de 1833 (Pineda Mont, Miguel. Recopilación de Leyes de
Guatemala. Tomo I. G (...)
52Por otra parte, los Estados aun no podían obviar la dimensión ístmica con la que las
naciones extranjeras seguían pensando a Centroamérica. En los artículos aparecidos en
el Mentor Costarricense, queda plasmada la importancia que iba cobrando el factor
externo. La acción de las naciones extranjeras —en especial de Inglaterra, que ya
dominaba el comercio de café, añil, grana y tabaco— era cada vez más intensa para
fragmentar el espacio ístmico. El diputado costarricense Rafael Ramírez Hidalgo
escribía en 1843:
Acaba apenas de desaparecer el injusto bloqueo que una armada Inglesa había declarado
a nuestros puertos, cuando el Gobierno mexicano se ha apoderado de Soconusco, que
imputablemente corresponde a la República de Centroamérica...i ¿en qué consiste pues
que se nos trate con tanta indiferencia y desprecio ? Es precisamente porque nos
observan divididos, fraccionados, débiles, i sin fuerzas. Es porque no se les oculta que
los riesgos y vejaciones no los hacemos comunes. Es porque no tratamos de
estrecharnos mutuamente formando una masa homogénea.42
53Ya se había dado inicio a la creación de “entidades políticas más pequeñas” —para
utilizar la fórmula de Miles Wortman—43, las que a partir de 1847, con el célebre
decreto de Rafael Carrera la cual declaraba a Guatemala una república, comenzaron
poco a poco a presentarse a sí mismas y en el exterior como repúblicas y, por tanto,
como posibles naciones. Este proceso duraría hasta 1865, año en que Honduras se
constituyó en República (véase Cuadro de la p. 56).
En tal situación el Estado (de Guatemala) presenta todas las ventajas que pudieran
desearse para elevarle al rango que le corresponde entre los pueblos libres. Cuenta con
una población superior á la de otras Repúblicas del antiguo y del nuevo continente;
ocupa un rico y extenso territorio en una de las posiciones mas felices del globo, y en
donde en otros tiempos florecieron imperios poderosos; comprende trescientos y
mas pueblos que se muestran unísonos en sentimientos...
55En el anterior párrafo, resalta lo novedoso de hacer por primera vez referencia al
pasado maya, un elemento cultural, como cohesionador del proyecto nacional.45 Por
otra parte, el Manifiesto no dejaba de mencionar en otra de sus partes la importancia del
factor externo en el paso político dado:
56En el mismo documento, Carrera advertía que Costa Rica se constituiría muy pronto
“en principios idénticos”, al analizarse su política arancelaria y sus negativas reiteradas
a las invitaciones que se le hacían para que concurriese a la reunión centroamericana
proyectada en Nacaome, Nicaragua.
47 . Algunos de los elementos que Molina toma para la definición del costarricense
han sido planteados (...)
57A los pocos meses, el ya presidente José María Castro Madriz tomó a su vez la
decisión de declarar a Costa Rica como República. Iniciaba, con ello, la consolidación
de un proceso propio de afirmación de lo nacional. La elite costarricense comenzó,
entonces, a montar el proyecto estructurador de un nacionalismo, cuyo sintetizador en
ese momento fue el ministro de Relaciones Exteriores, el guatemalteco Felipe Molina
Bedoya.47
Mientras duró la Federación así como antes y después, cualquiera que haya sido el
estandarte levantado por los revolucionarios, si examinamos las conmociones que ha
experimentado Costa Rica en el transcurso de treinta años, observaremos que,
exeptuando la invasión de Morazán en 1842 y su consiguiente descalabro, todas
ofrecen un carácter puramente doméstico, y fueron obra del localismo, ó el
resultado de ambiciones personales.50
...Que para que el Salvador entre decididamente en la vía del progreso a lo que llaman
sus elementos de prosperidad y estreche sus relaciones extranjeras, es preciso definir
clara y terminantemente su condición y modo de ser político...52
REFLEXION FINAL
64Con la inauguración del ciclo de las Repúblicas no se puso fin al dilema de la
nacionalidad centroamericana, pero sí a la Centroamérica unitaria. El proyecto de
conjunto no llegó a imponerse, a durar y, por tanto, a construirse. Cada Estado tendió a
encerrarse en su territorio, revalorizando el papel de las fronteras. Cada territorio se
convirtió en sí en un conjunto social, en la medida que, a pesar de sus diversidades
intrínsecas, encontró la razón de ser en sus propias relaciones económicas, sociales y
políticas. Ello condujo a la reafirmación de las elites dominantes locales, cuyas acciones
políticas tendieron a buscar una legitimación interna y externa, creando, a su vez, su
propias comunidades políticas, la cuales persiguieron el objetivo de consolidar los
respectivos Estados.
Notes
1 Hobsbawm, Eric. Nations et nationalisme depuis 1780. París: Editions Gallimard,
1990; Gellner, Ernest. Naciones y nacionalismo. México: Alianza Editoria/Conaculta,
1991.; Morin, Edagar y Kern, Anne-Brigítte. Terre-Patrie. París: Editions du Seuil,
1993.
15 Un ejemplo es el siguiente:
“Para llenar el deber de cumplir exactamente con la Constitución, i para hacer que esta
tenga efecto en todos sus pormenores, ha puesto el gobierno un muro entre sus
atribuciones y las de los otros poderes federales, entre sus facultades i las de los jefes de
los estados...esta conducta no es hija del temor; sino del patriotismo...” (Manuel
José Arce. Idem.).
17 Hobsbawm. 1992:47y58.
20 Véase, por ejemplo, las recomendaciones del Gobierno de la Provincia de Costa Rica
a sus diputados ante la Asamblea Nacional Constituyente dictadas el 18 de marzo de
1824 y que fueron adversadas desde Guatemala por el diputado Pablo Alvarado Bonilla.
Sin embargo, el mismo Alvarado Bonilla, a pesar de la clara defensa de los intereses de
su Estado, no ponía en duda en ese momento su pertenencia al proyecto nacional
centroamericano: Alvarado Bonilla, Pablo. “Cartas al Gobierno de Costa Rica” en
Revista de los Archivos Nacionales, Tomo I, Nos. 1-2. San José, 1936. pp. 60-62;
Obregón Loria, Rafael. De nuestra historia patria. Costa Rica en la Federación. San
José: Universidad de Costa Rica, 1974. (Historia y Geografía, 20) pp. 39-44
28 Cañas, Antonio José y otros. Exposición que hacen los presos del Salvador á las
Asamblea de los Estados de Guatemala, Honduras, Nicaragua i Costa Rica.
Guatemala: Imprenta de la Unión, 1833.
31 Véase la obra citada de Héctor Lindo Fuentes; Taracena Arriola, Arturo. “Cochinilla
y clases socialesen la Guatemala del siglo XIX” en Vingt études sur le Mexique et le
Guatemala reunies à la mémoire de Nicole Percheron. Toulouse: Press Universitaires
du Mirail, 1991.
36 Anderson: 1983.46-49.
47 . Algunos de los elementos que Molina toma para la definición del costarricense han
sido planteados con anterioridad en el Mentor Costarricense. Especificamente los
rasgos de “laborioso y pacífico” (Véase páginas 156 y 334).
“Ni puede suceder de otra manera en una tierra cuyos habitantes viven en el contacto
más estrecho entre sí, necesitándose recíprocamente, donde todos poseen algunos
bienes, y todos trabajan, no conociéndose ni proletarios ni grandes capitalistas, y donde
las familias están tan enlazadas por el parentesco unas con otras, que se daban en otro
tiempo los Costa Ricenses á si mismos y aceptaban con agrado, el apodo de
Hermanicos”. p.6.
49 Breuilly. 1990:18.
URL http://books.openedition.org/cemca/docannexe/image/3214/img-1.jpg
Auteur
Arturo Taracena Arriola
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