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América Latina Hoy

Universidad de Salamanca
latinhoy@usal.es
ISSN (Versión impresa): 1130-2887
ESPAÑA

2005
Scott Mainwaring / Mariano Torcal
LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS Y LA TEORÍA DEL
SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA
América Latina Hoy, diciembre, año/vol. 41
Universidad de Salamanca
Salamanca, España
pp. 141-173

Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal

Universidad Autónoma del Estado de México

http://redalyc.uaemex.mx
ISSN: 1130-2887

LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS SISTEMAS


DE PARTIDOS Y LA TEORÍA DEL SISTEMA PARTIDISTA
DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA
Party system institutionalization and party system theory
After the third wave of democratization

Scott MAINWARING y Mariano TORCAL


Kellogg Institute, Universidad de Notre Dame/ Universidad Pompeu Fabra
 smainwar@nd.edu
 mariano.torcal@upf.edu

BIBLID [1130-2887 (2005) 41, 141-173]


Fecha de recepción: agosto del 2004
Fecha de aceptación y versión final: octubre del 2005

RESUMEN: Este artículo examina tres diferencias esenciales entre los sistemas de partidos
de las democracias industriales avanzadas y aquellos de los países menos desarrollados, dando
una especial atención al problema de los distintos niveles de institucionalización de los siste-
mas de partidos. El argumento central es que los sistemas de partidos de las democracias de los
países menos desarrollados están mucho menos institucionalizados. Primero, mostramos que
las democracias y semidemocracias existentes en esos países muestran niveles mucho más ele-
vados de volatilidad electoral que los observados en las democracias de los países industriales
avanzados. Segundo, que la mayoría de la literatura sobre votantes, partidos y sistemas de par-
tidos asumen un contexto de sistema de partidos institucionalizados con fuertes raíces parti-
distas en la sociedad en el que los vínculos programáticos e ideológicos devienen como básicos a
la hora de establecer los mecanismos de competición partidista. Sin embargo, en los sistemas
de partidos de la mayoría de las democracias y semidemocracias de los países en desarrollo,
este vínculo es sustancialmente mucho más débil. Tercero, los vínculos entre votantes y candi-
datos que funcionan en sistemas no institucionalizados de las democracias y semidemocracias
son mucho más personalistas.

Palabras clave: sistema de partidos, institucionalización, ideología, populismo, esquema


izquierda-derecha.

© Ediciones Universidad de Salamanca América Latina Hoy, 41, 2005, pp. 141-173
SCOTT MAINWARING Y MARIANO TORCAL SCOTT MAINWARING Y MARIANO TORCAL
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SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA
ABSTRACT: This article examines three differences between the party systems of the advan- avanzadas, el nivel de institucionalización del sistema partidista es relativamente uni-
ced industrial democracies and party systems of less developed countries, particularly in terms of forme y de ahí que haya sido rara vez objeto de atención por parte de los académicos.
the level of institutionalization. The overarching argument is that the party systems of less deve-
Este trabajo se centra en tres diferencias específicas, todas relacionadas con la
loped countries are less institutionalized. More specifically, we first show that most democracies
and semidemocracies in less developed countries have much higher electoral volatility and less institucionalización del sistema partidista, entre las democracias industriales avanzadas
electoral stability than the advanced industrial democracies. Second, much of the literature on y las democracias y semidemocracias de los países menos desarrollados. Primero, mos-
voters, parties and party systems assumes the context of institutionalized party systems with strong traremos que muchas democracias y semidemocracias de los países menos desarrolla-
party roots in society and further presupposes that party competition is based on programmatic dos tienen un nivel más alto de volatilidad electoral y menos estabilidad electoral que
or ideological linkages between voters and parties. However, in the party systems of most demo- las democracias industriales avanzadas.
cracies and semidemocracies in less developed countries, these programmatic or ideological linka- Segundo, mucha de la literatura sobre partidos y sistemas partidistas parten del
ges are substantially weaker. Third, linkages between voters and candidates are more personalistic
in the less institutionalized party systems of the democracies and semidemocracies.
supuesto de que los sistemas partidistas están más o menos institucionalizados y con
un afianzamiento de partido en la sociedad y, aún más, presupone que las conexiones
Key words: party systems, institutionalization, ideology, populism and left/right schema. programáticas o ideológicas están en la raíz de las conexiones estables entre votan-
tes y partidos y en los posibles desalineamientos y/o realineamientos electorales que se
produzcan. En estas concepciones, los votantes eligen un partido o candidato basán-
I. INTRODUCCIÓN1 dose en sus preferencias ideológicas o programáticas. En los sistemas partidistas de
muchas democracias y semidemocracias de los países menos desarrollados, las aproxi-
Muchos de los trabajos teóricos más importantes sobre los votantes, partidos y sis- maciones teóricas que presuponen conexiones programáticas o ideológicas entre votan-
temas de partidos, toman implícitamente como modelos a las democracias industriales tes y partidos son menos satisfactorias. En estos países, las conexiones entre partidos
avanzadas, especialmente de Estados Unidos y Europa Occidental. Este trabajo parte y votantes son generalmente mucho menos ideológicas y programáticas. Las débiles cone-
de la premisa de que la literatura sobre estos temas llevada a cabo en las democra- xiones programáticas/ideológicas entre votantes y partidos son parte de la clave del débil
cias industriales avanzadas no sirve para las democracias y semidemocracias de los paí- arraigamiento de los partidos políticos en la sociedad.
ses menos desarrollados. Los votantes, los partidos y los sistemas partidistas de los países Tercero, las conexiones entre votantes y candidatos son más personalistas en las
menos desarrollados son cualitativamente diferentes de los de las democracias indus- democracias y semidemocracias de los países menos desarrollados que en las demo-
triales avanzadas. Estas diferencias son significativas y requieren una reconsideración cracias industriales avanzadas. En las democracias de los países menos desarrolla-
de algunos de los supuestos teóricos, planteando, así mismo, la necesidad de cuestio- dos, muchos votantes eligen candidatos basándose en sus características personales
narse las aportaciones teóricas de estos trabajos desde una perspectiva comparada mucho sin tener en cuenta partido, ideología o propuestas programáticas. Lo más destaca-
más amplia. La proliferación de democracias y semidemocracias de los países menos do del personalismo se contradice con lo que uno esperaría si nos basamos en la lite-
desarrollados obliga a la ciencia política actual a tener que repensar teorías sobre ratura teórica sobre votantes y sistemas partidistas. La despersonalización de partidos
estos temas desde el análisis de las distintas realidades que estos países aportan. y de la competencia partidista también deriva en un criterio importante para eva-
El argumento de este trabajo es que los sistemas partidistas de las democracias y luar la institucionalización de los partidos políticos (Mény, 1990: 67), un tema dis-
semidemocracias de los países menos desarrollados están marcadamente menos insti- tinto pero relacionado con la institucionalización de los sistemas de partidos. Todos
tucionalizados que los de las democracias industriales avanzadas. El nivel de institu- estos asuntos anteriores no cubren, ni mucho menos, las destacables diferencias entre
cionalización es una dimensión fundamental para entender los sistemas partidistas y los votantes y sistemas partidistas de los países menos desarrollados y los de las demo-
la dinámica de su evolución y funcionamiento, un hecho olvidado por la literatura cracias industriales avanzadas, si bien vamos a tratar aquellas que consideramos más
que estudia las democracias industriales avanzadas. En las democracias industriales importantes.
En las conclusiones argumentaremos que la débil institucionalización tiene conse-
cuencias fundamentales para temas como la naturaleza de la representación y respon-
1. Agradecemos los comentarios de Michael Coppedge, Anna Grzymala-Busse, Frances Hago- sabilidad electoral. Los sistemas partidistas más débilmente institucionalizados son más
pian, Kevin Krause, Richard Rose y Edurne Zoco. Los investigadores Edurne Zoco, Ángel Álva- vulnerables a la hora de permitir que los políticos antipartidistas lleguen al poder. Hay
rez, Lorenzo Brusattin y Terence Merritt colaboraron de un modo u otro en la realización de esta
que tener presente que un importante grupo de estos políticos antipartidistas (por ejem-
investigación. La versión en inglés de este trabajo se va a publicar en William CROTTY y Richard
KATZ (eds.). Handbook of Political Parties (Sage). Sage autoriza su publicación en América Latina plo, el presidente Alberto Fujimori en Perú, 1990-2000; el presidente Hugo Chávez
Hoy, Revista de Ciencias Sociales. Los autores agradecen los comentarios de los revisores anóni- en Venezuela, 1998-presente) han tenido efectos perversos para la democracia. Tam-
mos de dicha revista. bién argumentaremos que la débil institucionalización dificulta la responsabilidad

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SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA

electoral, lo cual es clave para la discusión de la naturaleza de las democracias repre- importantes para la comparación y contextualización de los sistemas de partidos y para
sentativas contemporáneas. estudiar las pautas de su evolución y dinámica. Sin embargo, creemos que conceptua-
Este trabajo es una continuación de los producidos por Mainwaring y Scully (1995) lizó inadecuadamente y obvió una propiedad importante de los mismos: su nivel de
y Mainwaring (1999: 22-39) en torno al tema de la institucionalización de los sistemas institucionalización.
partidistas, pero haciendo nuevas aportaciones a través de cuatro vías. Primero, propor- Un sistema de partidos es el conjunto de partidos que interactúan por vías pauta-
cionando evidencias empíricas más sistemáticas a través del uso de encuestas naciona- das y conocidas. Esta definición implica tres límites entre sistemas y no-sistemas. Pri-
les para demostrar algunas de las primeras proposiciones sobre la institucionalización mero, como Sartori (1976) señaló, un sistema debe tener al menos dos elementos
del sistema partidista. El trabajo mencionado no está basado en datos de encuesta ya constituyentes; por lo tanto, un sistema de partidos debe tener al menos dos partidos.
que fue escrito antes de que apareciesen las encuestas nacionales comparadas más impor- Segundo, la noción de interacción pautada sugiere que hay algunas regularidades en la
tantes que incluyen un gran número de los países menos desarrollados con elecciones distribución del apoyo electoral hacia los partidos a lo largo del tiempo, incluso si algu-
competitivas. Segundo, analizando un abanico más amplio de países que los consi- nos partidos suben y otros bajan en número de votos. Tercero, la idea de que un siste-
derados en estos trabajos y otros anteriores. Tercero, abordando algunos nuevos aspec- ma implica alguna continuidad en los componentes que forman el sistema; por lo
tos de la teoría del sistema partidista que estos trabajos no trataron en detalle. tanto, el «sistema partidista» implica alguna continuidad en los partidos que lo forman;
Finalmente, presentando evidencias más rigurosas de algunas de las proposiciones es decir, la institucionalización de los partidos políticos.
empíricas sobre las consecuencias de la baja institucionalización. En realidad, la segun- En su discusión sobre la diferencia entre sistemas de partidos consolidados y no-
da mitad del trabajo es en donde se presentan argumentos y evidencias empíricas com- sistemas, Sartori (1976: 244-248) fue clarividente a la hora de reconocer la profunda
pletamente nuevos. importancia de la institucionalización del sistema partidista. Sin embargo, él planteó
En este estudio, asumimos lo que Tilly (1984) llamó una «enorme comparación». una dicotomía entre los sistemas consolidados y no-sistemas, mientras que nosotros encon-
Comparamos algunos aspectos de los sistemas partidistas en los países democráticos y tramos mucho más útil concebir la institucionalización como un continuo. Nada en la
semidemocráticos menos desarrollados con los de las democracias industriales avan- definición de «sistema» justifica una demarcación dicotómica rígida que permita dis-
zadas. Las grandes comparaciones tienden a perder de vista matices importantes. En tinguir entre un sistema y un no-sistema (la inexistencia del mismo) siempre y cuando
este sentido, en la comparación entre sistemas de partidos de democracias en las socie-
haya alguna competición entre partidos y continuidad en los partidos principales del
dades industriales avanzadas y entre los sistemas partidistas de los países menos desa-
sistema. Ciertos niveles de competencia y continuidad están de alguna manera presen-
rrollados, se pierden detalles de importancia significativos. De hecho, podemos decir
tes en todos los sistemas de partidos competitivos.
que se trata de un continuo, no de una dicotomía, pero que, sin embargo, tratamos como
Una clasificación de sistemas de partidos basada en el número de partidos y en el
tal en el análisis pese a la dificultad de marcar la línea divisoria entre ambos grupos.
nivel de polarización no tiene en cuenta diferencias sustanciales en el nivel de insti-
Además, cuando agrupamos a los países menos desarrollados en una sola categoría tra-
tucionalización y, por lo tanto, en cómo funciona la competencia partidista en con-
tamos en un mismo grupo países que presentan realidades muy dispares2. A pesar de
ello, las grandes comparaciones pueden ser útiles. Nos pueden proporcionar una gran textos diferentes a los observados en sistemas institucionalizados. La comparación y
fotografía que muestre contrastes de forma notoria y válida, a pesar de la necesidad de clasificación de los sistemas partidistas más allá de las democracias avanzadas indus-
comparaciones más sutiles que añadirían matices al análisis. triales han reconocido la necesidad de reparar en el nivel de institucionalización ade-
más de en las dos dimensiones destacadas por Sartori3. Así ocurre con los científicos
políticos que trabajan sobre América Latina (Bendel, 1993; Coppedge, 1998: 559-
II. COMPARANDO SISTEMAS DE PARTIDOS: EL NIVEL DE INSTITUCIONALIZACIÓN 561; Kitschelt, 2003; Mainwaring, 1999; Mainwaring y Scully, 1995; Molina y Pérez, 2004;
Schedler, 1995; Van Cott, 2000), África (Kuenzi y Lambright, 2001), Asia (Johnson,
En su trabajo ya clásico, Sartori (1976) identificó dos dimensiones de los sistemas 2002; Stockton, 2001) y las regiones postcomunistas (Bielasiak, 2002; Grzymala-Busse,
partidistas como particularmente importantes: el número de partidos relevantes y el nivel
de polarización ideológica. Él creyó que esta tipología incluía las propiedades más 3. Nuestro interés se centra en los sistemas de partidos. Otros académicos han recalado en la
institucionalización de partidos (R. DIX, 1992; R. GUNTHER y J. HOPKIN, 2002; S. HUNTINGTON, 1968:
2. Consideramos que los países con un valor de .900 en el Informe de Desarrollo Humano (2003) 12-28; K. JANDA, 1980; S. LEVITSKY, 2003; Y. MÉNY, 1990; A. PANEBIANCO, 1988; V. RANDALL y L.
son países desarrollados, y países con una puntuación por debajo de .850 son menos desarrollados. SVÅSAND, 2002). La institucionalización partidista en las democracias está correlacionada de manera
Los valores entre .850 y .899 son casos intermedios. Según este criterio, en 2001, 22 países se clasifi- positiva y fuerte a la institucionalización del sistema partidista, pero la relación no es directa, como
carían como desarrollados, 11 estarían en una categoría intermedia, y los 142 restantes serían menos advirtieron S. MAINWARING y T. SCULLY (1995: 20-21), V. RANDALL y L. SVÅSAND (2002), H. STOCK-
desarrollados. TON (2001) y D. WALLIS (2003).

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2002; Mair, 1997: 175-198; Markowski, 2000; Moser, 1999, 2001; Rose y Munro, 2003; caracterizan por la menor regularidad en los modelos de competición partidista, el débil
Stoner-Weiss, 2001; Toka, 1997). Los sistemas de partidos no institucionalizados es- arraigamiento de partido en la sociedad, por la menor legitimidad otorgada a los par-
tructuran el proceso político a un nivel distinto. En los sistemas fluidos, los partidos tidos; y por las débiles organizaciones partidistas, a menudo dominadas por líderes
políticos no dejan de ser actores importantes del proceso, pero no tienen el mismo personalistas.
efecto estructurante. En este trabajo no clasificamos sistemáticamente la institucionalización de los sis-
Según Mainwaring (1999: 22-39) y Mainwaring y Scully (1995), la institucionali- temas de partidos en las cuatro dimensiones por la dificultad de obtener información
zación del sistema de partidos puede conceptualizarse a través de cuatro dimensiones válida comparable empíricamente para todas ellas en un grupo extenso de países. Por
distintas. Primero, los sistemas más institucionalizados gozan de una considerable esta- ello, nos centraremos en los tres temas destacados en la introducción y que tienen que
bilidad (Przeworski, 1975); las pautas de competición entre partidos manifiestan regu- ver con la presencia de tres fenómenos que se dan en los sistemas de partidos de las
laridad. Ésta es la dimensión más fácil de medir y, quizás la más importante, porque la semidemocracias o democracias de los países menos desarrollados: los elevados nive-
institucionalización está fuertemente ligada a la estabilidad. les de volatilidad, la falta de conexiones programáticas e ideológicas entre votantes
Segundo, en los sistemas más institucionalizados, los partidos tienen fuertes raíces y los partidos y el dominio del personalismo de las conexiones existentes. La compro-
en la sociedad y, a la inversa, muchos votantes tienen una relación fuerte con los par- bación empírica de estos fenómenos desde una perspectiva comparada sugiere la
tidos. Muchos votantes se identifican con un partido y lo votan con relativa regulari- necesidad de revisar las aportaciones y supuestos teóricos sobre sistemas de partidos
dad, y algunas asociaciones de interés están ligadas estrechamente a partidos. El fuerte llevados a cabo desde el estudio de las democracias de los países industrializados avan-
arraigo de un partido en la sociedad y en sus redes y organizaciones ayuda a propor- zados. Estos tres temas hacen referencia principalmente a las dos primeras dimensio-
cionar regularidad en la competitividad electoral que la institucionalización conlleva. nes de la institucionalización del sistema partidista: el nivel de volatilidad electoral y el
El arraigo de un partido en la sociedad y la volatilidad electoral, aunque analítica- arraigamiento del partido en la sociedad.
mente separables, están entrelazados porque el fuerte afianzamiento del partido en la
sociedad limita la volatilidad electoral. Si muchos ciudadanos apoyan al mismo parti-
do en una elección tras otra, hay muy pocos votantes indecisos, de ahí la menor pro- III. REGULARIDAD DE LA COMPETICIÓN PARTIDISTA: LA VOLATILIDAD ELECTORAL
babilidad de grandes cambios electorales masivos que se reflejen en una alta volatilidad.
A la inversa, donde los partidos tienen un débil afianzamiento en la sociedad, muchos Para mostrar cómo el sistema de partidos competitivo contemporáneo de muchas
votantes pueden cambiar su voto de una elección a la siguiente, provocando así una democracias no puede ser abarcado por la tipología de Sartori, empezaremos com-
volatilidad electoral alta. parando la regularidad de la competición partidista, que constituye la primera dimen-
Tercero, en los sistemas más institucionalizados, los actores políticos otorgan legi- sión de institucionalización, en algunos casos yendo más allá de las democracias de los
timidad a los partidos. Ven a los partidos como una parte necesaria de la democracia países desarrollados. Esta dimensión de la institucionalización es la más fácil de tra-
aunque sean críticos con partidos específicos e incluso expresen escepticismo con los tar y medir de forma sistemática de las cuatro, ya que puede hacerse por medio del
partidos en general. Por ello, en algunas democracias de los países industriales avan- índice de volatilidad electoral. La volatilidad electoral consiste en el trasvase agrega-
zados puede haber ciudadanos críticos con los partidos pero que, al mismo tiempo, do de votos de un partido a los otros entre distintas elecciones (Przeworski, 1975;
expresan de forma mayoritaria la necesidad de que los partidos jueguen un papel bási- Pedersen, 1983; Roberts y Wibbel, 1999). Ésta se calcula añadiendo el cambio neto
co en el funcionamiento de sus democracias (Torcal, Gunther, y Montero, 2002). en porcentaje de votos ganados o perdidos por cada partido de una elección a la
Finalmente, en muchos sistemas institucionalizados, las organizaciones partidistas siguiente, y dividiéndolo entre dos4.
no están subordinadas a los intereses de unos cuantos líderes ambiciosos; adquieren
un estatus independiente y un valor por sí mismas (Huntington, 1968: 12-24). La ins- 4. Cuando un partido se divide en dos o más partidos de una elección t1 a t2, comparamos su
titucionalización de los partidos políticos está limitada en cuanto un partido es instru- t2 total con el partido escindido mayor. Después tratamos al partido político escindido más peque-
mento personal de un líder o un pequeño círculo de influencia (Janda, 1980). Cuando ño como si no tuviese votos en la elección t1. Cuando dos o más partidos se fusionan y crean uno
este fenómeno ocurre en los partidos que electoralmente tienen más éxito, el nivel de nuevo, calculamos la volatilidad tomando el partido original con el porcentaje más alto. Si dos o más
institucionalización del sistema es menor. partidos se fusionaron para la elección t2, pero compitieron en la elección t1 como partidos separa-
dos, asumimos que el de menos votos desaparece en la elección t2. Damos un valor cero a este par-
Los sistemas de partidos caracterizados por un grado menor de institucionaliza-
tido en t2 y contamos su porcentaje de voto en t1 como su porcentaje de cambio. Cuando un partido
ción pueden llamarse fluidos o débilmente institucionalizados. Se trata, por tanto, de cambia su nombre pero tiene una continuidad obvia con un partido previo, lo contamos como si fue-
un continuo que va desde sistemas fluidos a sistemas institucionalizados. Si los com- se el mismo. Normalmente tratamos a los independientes como una categoría porque carecemos de
paramos con los sistemas partidistas más institucionalizados, los sistemas fluidos se los datos necesarios para comparar resultados individuales de una elección a otra.

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La Tabla I muestra la volatilidad electoral en las elecciones democráticas a la Cáma- TABLA I


ra Baja en el período posterior a 1978, en 39 democracias y semidemocracias. Acota- VOLATILIDAD ELECTORAL, IDH, RENTA PER CÁPITA Y PUNTUACIÓN DEL FREEDOM
HOUSE EN 39 PAÍSES
mos la selección de casos a países con puntuación combinada de 10 o menos según el
índice de Freedom House5 y que, hasta el 2003, habían experimentado al menos tres Volatilidad Elecciones Índice de Per cápita 2001-2002
elecciones consecutivas a la Cámara Baja. Los países con una puntuación significativa electoral, incluidas Desarrollo GDP puntuaciones
combinada de 11 o más puntos generalmente son regímenes autoritarios y están cla- Cámara para la Humano (IDH) (PPP US$) combinadas
sificados por Freedom House como «no libres». Este corte en este punto está justi- Baja volatilidad 2001 2001 Freedom House
Estados Unidos 3,2 1978-2002 0,937 34.320 2,L
ficado porque aunque pueden existir partidos en estos regímenes, éstos tienen funciones Australia 6,4 1980-2001 0,939 25.370 2,L
diferentes. Los regímenes autoritarios normalmente no permiten elecciones libres e Grecia 6,9 1981-2000 0,892 17.440 4,L
imparciales. Además, de existir elecciones, éstas son controladas favoreciendo siempre Reino Unido 8,2 1979-2001 0,930 24.160 3,L
al partido gobernante lo que lógicamente limita la volatilidad electoral, por eso nor- Alemania 8,7 1980-2002 0,921 25.350 —
malmente no puede compararse la volatilidad electoral entre estos dos tipos de regíme- Suiza 9,4 1979-2003 0,932 28.100 2,L
nes. Por otro lado, al calcular la volatilidad sólo se tiene en cuenta el período democrático Bélgica 11,5 1978-2003 0,937 25.520 3,L
Dinamarca 12,2 1979-2001 0,930 29.000 2,L
más reciente en países donde ha habido un cambio de régimen. Para el resto, únicamente Suecia 13,5 1979-2002 0,941 24.180 2,L
utilizamos las elecciones posteriores a 19786. Noruega 14,1 1981-2001 0,944 29.620 2,L
La Tabla I incluye datos de los países que están presentes en la ola de 1995-97 de Portugal 14,1 1979-2002 0,896 18.150 2,L
la Encuesta Mundial de Valores (World Values Survey -WVS) o en el Comparative Study España 16,5 1979-2000 0,918 20.150 3,L
of Electoral Systems (CSES)7. Entre los países WVS que cumplen el criterio de puntua- Países Bajos 16,6 1981-2003 0,938 27.190 2,L
ción según el índice del Freedom House y que cuentan con al menos tres elecciones Chile 16,7 1989-2001 0,831 9.190 4,L
Francia 17,5 1978-2002 0,925 23.990 3,L
consecutivas, incluimos todos aquellos cuya población es de al menos diez millones. Japón 18,6 1979-2000 0,932 25.130 3,L
Aún así, también se incluyen siete países (Dinamarca, Noruega, Portugal, Suecia, Sui- Taiwán 18,7 1996-2001 — — 3,L
za, Latvia y Lituania) que tenían menos de 10 millones de habitantes para poder ana- Italia 22,1 1979-2001 0,916 24.670 3,L
lizar algunos países pequeños, a los que se les han añadido Bolivia y Ecuador con la Colombia 22,1 1978-2002 0,779 7.040 8,PL
finalidad de reducir la baja representación de países pobres en el análisis. México 22,7 1988-2000 0,800 8.430 5,L
La Tabla I también presenta el Índice de Desarrollo Humano (IDH, 2001) para estos Brasil 24,1 1986-2002 0,777 7.360 6,PL
Corea del Sur 24,6 1988-2000 0,879 15.090 4,L
39 países (según el Informe de Desarrollo Humano, 2003) y sus puntuaciones según el Argentina 24,9 1983-2001 0,849 11.320 6,PL
Freedom House de 2003. Como puede apreciarse, en general, los países más ricos tie- India 25,0 1980-1999 0,590 2.840 5,L
nen menor volatilidad electoral. En una regresión OLS con la volatilidad electoral de Hungría 25,1 1990-2002 0,837 12.340 3,L
los países como variable dependiente y su Índice de Desarrollo Humano (IDH) de 2001 República Checa 25,7 1990-2002 0,861 14.720 3,L
como única variable independiente, la variable IDH era significativa con una probabi- Venezuela 31,3 1978-2001 0,775 5.670 8,PL
lidad de 0,000 y tenía un fuerte impacto sustantivo ya que cada incremento de 0,1 en Ecuador 36,4 1979-1998 0,731 3.280 6,PL
Bulgaria 36,8 1990-2001 0,795 6.890 4,L
el IDH producía un descenso de 12,5% en la volatilidad electoral. El IDH explicaba el Eslovenia 38,2 1992-2000 0,881 17.130 3,L
46,3% de la variabilidad de las puntuaciones de volatilidad. En una segunda regresión Bolivia 39,8 1980-2002 0,672 2.300 4,L
OLS teniendo como única variable independiente el producto interior bruto per cápi- Estonia 42,4 1992-2003 0,833 10.170 3,L
ta, ésta resultaba ser un predictor de volatilidad casi más poderoso, explicando un 60,6% Polonia 46,6 1991-2001 0,841 9.450 3,L
de variación de la diferencia de la volatilidad entre países. El producto interior bruto Lituania 49,2 1992-2000 0,824 8.470 3,L
Rusia 50,0 1993-1999 0,779 7.100 10,PL
Perú 51,9 1980-2001 0,752 4.570 4,L
5. Freedom House es una organización que publica un informe anual sobre el estado de las liber-
Rumania 53,0 1990-2000 0,773 5.830 4,L
tades civiles y los derechos políticos de muchos países. La puntuación va de 1 (mejor) a 7 (peor). Com-
Letonia 58,2 1993-2002 0,811 7.730 3,L
binamos las dos puntuaciones, creando un índice de 2 (más democrático) a 14 (más autoritario).
Ucrania 59,2 1994-2002 0,766 4.350 8,PL
6. No incluimos Bangladesh y Filipinas por carecer de resultados electorales completos. Para
Ecuador, usamos los resultados de los diputados elegidos a través de distritos provinciales. Fuente: Informe Desarrollo Humano 2003 para valores IDH y GDP en 2001.
7. Para Bélgica, Francia, Italia, Países Bajos, Reino Unido y Alemania Occidental usamos el Euro- Puntuaciones Freedom House en: http://polisci.la.psu.edu/faculty/Casper/FHratings.pdf.
pean Election Study de 1994 ya que no fueron incluidos en la ola del WVS de 1995-97. L=Libre; PL=Parcialmente Libre.

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150 LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS Y LA TEORÍA DEL LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS Y LA TEORÍA DEL 151
SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA

per cápita es significativo con un 0,000 de probabilidad y teniendo un fuerte impac- contribuido también a la alta volatilidad electoral (Remmer, 1991; Roberts y Wibbell,
to sustantivo ya que un incremento del producto de 1.000 dólares per cápita genera como 1999). Un último factor que puede también haber contribuido a la alta volatilidad elec-
media un descenso de un 1,29% en volatilidad electoral. Estos resultados muestran que toral en los países menos desarrollados ha sido el cambio frecuente entre partidos, que
las democracias industriales avanzadas tienen sistemas de partidos más estables que las han propiciado y llevado a cabo con asiduidad las élites políticas de los mismos (Rose y
democracias y semidemocracias menos desarrolladas. El impacto estadístico y sustan- Munro, 2003).
tivo de las variables IDH y producto interior bruto per cápita justifica la «enorme com- Algunos analistas (Converse, 1969) argumentaron que los sistemas de partidos se
paración» entre sistemas partidistas de los países más desarrollados y de los menos convertirían en más estables cuando los votantes se identificasen con los partidos según
desarrollados, a pesar de la necesidad de distinciones más precisas entre algunos paí- transcurra el tiempo8. Investigaciones más recientes, sin embargo, han indicado que
ses. La correlación entre producto interior bruto per cápita y la volatilidad electoral muchos votantes aprenden bastante rápidamente a situar a los partidos en las dimen-
por países es de un asombroso –0,78, significativo en 0,000 (prueba de 2-colas). Los siones del conflicto (Kitschelt et al., 1999) y que los sistemas partidistas en los países
dieciséis países con más alto Índice de Desarrollo Humano (IDH ≥ 0,892) están entre menos desarrollados, por lo general, no se convierten en más estables con el tiempo
los dieciocho países con menor volatilidad electoral. (Bielasiak, 2002). Nuestros datos sobre volatilidad electoral subscriben esta teoría.
Los sistemas de partidos se ordenan de muy estable (Estados Unidos, Australia, Para los 19 países de la Tabla I con un Índice de Desarrollo Humano menor a 0,850,
etc.) a extremadamente volátil (Ucrania, Letonia, Rumania, Perú, Rusia, Polonia y Esto- la volatilidad electoral media es de 38,2% para el primer período electoral incluido en
nia). El cambio electoral es de media mucho más grande en las democracias y semide- dicha tabla. En los períodos electorales siguientes, la volatilidad media para estos paí-
mocracias desarrolladas que en las democracias industriales avanzadas, aunque, como ses es de 33,1% (n = 19), 34,8% (n = 16), 35,0% (n = 10), y 27,9% (n = 7). Ninguna
Dalton et al. (2000) argumentaron, la volatilidad electoral ha aumentado en décadas de las medias de volatilidad después del primer período electoral difiere estadísticamente
recientes en las democracias industriales avanzadas. Por ejemplo, en los Estados Uni- (con valor de p < 0,10; prueba de 2 colas) de la media de 39,6% del primer período,
dos los resultados de las anteriores elecciones a la Cámara Baja sirven como un exce- demostrando que no hay una tendencia estadísticamente significativa hacia la reduc-
lente predictor de los resultados en las elecciones posteriores por partido, errando en ción de la volatilidad en el tiempo. Los datos de volatilidad así indican que la institu-
una puntuación de sólo 3,2%. En Ucrania, en cambio, idéntico procedimiento ofre- cionalización no es lineal o teleológica. Rose y Munro (2003) se refieren a este fenómeno
ce una pequeña capacidad de predicción con un error medio de 59,2% (dieciocho en el que hay un largo período de tiempo sin institucionalización como «competición
veces más grande que en Estados Unidos). Lipset y Rokkan (1967) calificaron los sin institucionalización». La débil institucionalización (y alta volatilidad) parece que
sistemas de partidos de la Europa Occidental como «congelados». Por el contrario, podría seguir durante un largo período de tiempo.
muchas democracias y semidemocracias de los países menos desarrollados tienen sis- Durante el período posterior a 1980, muchos países no han experimentado gran-
temas partidistas altamente «fluidos». des cambios en los niveles de la volatilidad electoral de una elección a otra. La corre-
Las causas que generan la poderosa correlación entre un alto nivel de desarrollo y lación en la puntuación de países en el primer período electoral utilizado en la Tabla I
una volatilidad electoral menor necesitan una investigación profunda. El hecho de y el segundo es de 0,68 (n = 39) (significativo en p 0,000); entre el segundo y tercer
que muchos sistemas partidistas de Europa Occidental fuesen estabilizados antes de la período es de 0,83 (n = 34) (significativo en 0,000), entre los períodos tercero y cuar-
II Guerra Mundial (Bartolini y Mair, 1990; Lipset y Rokkan, 1967), cuando esos países to es de 0,73 (n = 27) (significativo en 0,000), y entre los períodos cuarto y quinto es
tenían un nivel de vida mucho menor del que gozan ahora, indica que el argumento de 0,69 (n = 23) (significativo en 0,000). Incluso en un período más largo y prolonga-
explicativo central no puede estar vinculado a las teorías de la modernización ni a argu- do, las correlaciones mantienen unos niveles moderadamente altos. Por ejemplo, la corre-
mentos de que un alto nivel de desarrollo económico causa una menor volatilidad elec- lación entre volatilidad en el primer período y el quinto es de 0,54, significativo en 0,008,
toral. Sin embargo, sí parece interesante destacar que en muchas de las democracias y entre el segundo y quinto es de 0,69, significativo en 0,000. Unos cuantos países pre-
avanzadas industriales, los partidos se constituyeron en vehículos de integración social sentan marcados descensos en volatilidad a lo largo del tiempo (por ejemplo, Brasil des-
y política de masas de nuevos ciudadanos (Chalmers, 1964; Pizzorno, 1981), mientras pués de 1994), mientras unos cuantos manifiestan incrementos notables (por ejemplo,
que en muchos de los tardíamente democratizados, los partidos estaban menos cen- Italia en 1993, Venezuela después de 1988 y comparado con las primeras décadas), pero
trados en la lucha por expandir la ciudadanía y no tuvieron nunca tantas funciones la volatilidad es bastante estable en general.
de alcance social ni fomentaron las fuertes identidades que sí tuvieron que realizar los
partidos que protagonizaron las primeras democratizaciones. Estas diferencias en
los modelos históricos probablemente se deben tener muy en cuenta para las altas corre-
laciones entre un nivel alto de desarrollo y un sistema partidista más estable. Por otro lado, 8. K. JANDA (1980) también sostuvo que la institucionalización partidista era cuestión de edad
puede que la pobre actuación económica en los países mucho menos desarrollados haya de la democracia.

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SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA

IV. CONEXIONES PROGRAMÁTICAS E IDEOLÓGICAS: EL VOTO IDEOLÓGICO distancia de la posición media en ciertos temas de relevancia electoral (Rabinowitz
y MacDonald, 1989; Rabinowitz et al., 1991). A pesar de esta diferencia, las aproxima-
La literatura sobre comportamiento de voto y mucha de la literatura sobre com- ciones direccionales comparten con los modelos de proximidad la visión de que la
petencia partidista ha estado dominada por el análisis que asume votantes programá- posición ideológica influye de manera significativa en las preferencias de los votantes
ticos o ideológicos. Esto es evidente para todos los modelos espaciales, direccionales sobre candidatos o partido10.
y de proximidad de voto, de la literatura sobre el esquema izquierda-derecha (Fuchs y Otras contribuciones de la literatura sobre partidos y votantes asumen implícita-
Klingemann, 1990), y de las aproximaciones de cleavage social al sistema partidista (Lip- mente el voto programático o ideológico11. La teoría del cleavage social de los sistemas
set y Rokkan, 1967) y las teorías sobre los recientes realineamientos políticos (Kistchelt, de partidos de Lipset y Rokkan (1967) asume que los votantes identifican sus intere-
1994, 2001 y 2004). ses según sea su posición en la sociedad –clase, religión, etnia o nacionalidad, y resi-
Los modelos espaciales de voto son unas de las aproximaciones más importan- dencia urbana/rural–. Implícitamente en su argumento, algunos partidos promueven
tes para entender por qué los individuos desarrollan vínculos racionales con algunos par- programáticamente o ideológicamente los intereses de diferentes sectores de la socie-
tidos a través de las evaluaciones programáticas e ideológicas y por qué los partidos dad, y los individuos forman su preferencia por un partido basándose en los intereses
pueden desarrollar mecanismos de estabilización del voto. El modelo espacial de pro- programáticos/ideológicos que resultan de su posicionamiento social (clase, religión,
ximidad de voto se asocia a Budge (1994), Cox (1990), Enelow y Hinich (1984), Hinich etnia o nacionalidad, y sector urbano/rural) (ver también Bartolini y Mair, 1990;
y Munger (1994) y Westholm (1997), entre otros. Hinich y Munger (1994) desarrolla- Scully, 1992; Valenzuela, 1997).
ron un modelo espacial de proximidad particularmente sofisticado. Ellos argumen- Otra importante tradición académica ve el esquema izquierda-derecha, el cual sin-
taron que la competencia espacial no ocurre necesariamente a lo largo de una dimensión tetiza las orientaciones ideológicas, como un sostén psicológico estabilizador e influ-
económica derecha-izquierda9, si bien también asumen que los votantes eligen a un par- yente del voto. De acuerdo con esta literatura, los individuos determinan sus preferencias
tido o candidato según su ideología. «La ideología es la base para elegir por el gran partidistas según sea su orientación ideológica (Inglehart y Klingemann, 1976; Klinge-
electorado… La ideología es un medio para crear pistas coherentes y significativas que mann, 1979; Inglehart, 1979; Laponce, 1981; Fuchs y Klingemann, 1990; Fleury y Lewis-
ayudan al votante a elegir… La ideología proporciona a los votantes medios para com- Beck, 1993; Knutsen, 1997).
parar a candidatos y partidos… La ideología es el principio organizador… en el que Las tres teorías pasan por alto o subestiman tres razones no-programáticas y no-
las elecciones se ganan o se pierden» (pp. 95, 100, 101, 102). Hinich y Munger argu- ideológicas que podrían motivar a los votantes (Kitschelt, 2000). Primero, los votantes
mentaron que los individuos desarrollaban lazos con los partidos porque ellos creen podrían elegir basándose más en relaciones clientelares que en posiciones ideológicas.
que algunos partidos representan mejor sus intereses. Su argumento acerca de por qué En ese caso, un votante puede apoyar con su voto a un político o partido pese a que
los partidos se convertían en arraigados en la sociedad o, por decirlo a la inversa, de el competidor pueda estar más próximo a su propia posición ideológica. Los votan-
por qué un gran número de individuos se ligaban a partidos, gira en torno a la congruencia tes pueden anteponer sus intereses materiales para asegurar sus intereses privados basa-
ideológica entre votantes y sus partidos favoritos. Los votantes eligen a un candidato dos en relaciones clientelares de una manera que no sería posible a través de bienes de
o partido basándose en la decisión de cuál es el que mejor defiende sus intereses pro- carácter público. Segundo, las tres teorías pasan por alto que el voto podría ser perso-
gramáticos. La ideología sirve como un «atajo» a su decisión electoral final. nalista, sin un fuerte ligamento a preferencias ideológicas o a posiciones sociológicas
Los modelos espaciales direccionales difieren de los modelos de proximidad espa-
cial en un aspecto clave. Los modelos direccionales coinciden en que los votantes eli-
gen a un candidato o partido que según ellos se ajuste a su posición ideológica más 10. T. IVERSEN (1994b) y S. MERRILL y B. GROFMAN (1999) integran los modelos espaciales direc-
próxima, sin embargo, en los direccionales no prestan solamente atención a la proxi- cionales y de proximidad. Ver T. IVERSEN (1994a) para un trabajo que integra teoría espacial con una
interpretación exógena de las preferencias; es decir, manteniendo que los partidos tienen capacidad
midad en la escala izquierda-derecha, sino también a la intensidad medida por la de cambiar las preferencias de los votantes. J. HIBBING y E. THEISS-MORSE (2002) proporcionan una
crítica reciente de la teoría espacial argumentando que el voto ideológico es menos importante que lo
9. No estamos de acuerdo en que la dimensión izquierda-derecha se refiera necesariamente con que los modelos espaciales reclaman.
exclusividad o casi exclusivamente a la dimensión económica. Además, la escala derecha-izquierda incor- 11. Una importante aproximación que contrasta con el puro voto ideológico es el voto basado
pora históricamente algunos cambios, de los cuales los económicos destacaban de forma importante en la actuación gubernamental. Por ejemplo, el trabajo seminal de M. FIORINA (1981) asume que las
en las democracias más avanzadas. En muchas democracias industriales avanzadas, sin embargo, la reli- identidades se forman según la evaluación retrospectiva de las propuestas y cumplimiento de las mis-
gión se ha convertido en un predictor mejor de la posición derecha-izquierda que la clase social; y cada mas y su credibilidad futura. Las teorías sobre el voto económico (R. KIEWET y D. KINDER, 1979) tam-
vez más, en las últimas dos décadas el postmaterialismo o el conflicto de valores libertarios frente a los bién están basadas en la asunción de que los votantes hacen sus elecciones electorales según sea la
autoritarios es un importante predictor de la posición izquierda-derecha (R. INGLEHART, 1984, 1990; actuación gubernamental. Ver I. SÁNCHEZ-CUENCA (2003) para una síntesis de las aproximaciones basa-
H. KITSCHELT, 1994). das en la ideología y su efecto en el voto.

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SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA

(Silveira, 1998). Un votante puede depositar su voto sin basarse en sus preferencias 3,5 y 7,5. La puntación de cada país representa la media de estos valores por todos
ideológicas ni las propuestas partidistas sino en las simpatías que le puedan causar los pares de competencia entre los partidos de cada país14.
los rasgos personales de un candidato. Bajo esas condiciones, los vínculos ideológicos Las diferencias entre los países en la predicción de distintas opciones partidis-
entre individuos y partidos son débiles, y no se establecerían otros vínculos que creen tas a partir de la ubicación en la escala izquierda-derecha son enormes. La capacidad
una lealtad duradera con un partido dado. Tercero, los votantes pueden valorar la actua- predictiva de la dimensión izquierda-derecha en las preferencias de los votantes es con-
ción del gobierno más que las posiciones ideológicas de los partidos (Ferejohn, 1986; siderablemente mayor en los países con mayores niveles de volatilidad. La correlación
Fiorina, 1981; Sánchez-Cuenca, 2003), pero sobre todo pueden hacerlo sin ningún cri- entre la volatilidad electoral de un país y la capacidad predictiva de la escala izquier-
terio programático o ideológico que informe esa valoración. da-derecha que aparece en la Tabla II es de –0,56. Esta fuerte correlación entre el voto
Si este argumento sobre la existencia de lógicas alternativas a la hora de votar es ideológico y la estabilidad en la competencia interpartidista confirma la validez de los
correcto, pueden esperarse variaciones significativas entre países con respecto al peso tres elementos teóricos discutidos antes con respecto al peso que deben tener los ele-
que los votantes conceden a la ideología a la hora de votar. Nosotros exploramos esta mentos ideológico/programáticos a la hora de generar la institucionalización de los sis-
posibilidad en esta sección12 tratando de mostrar que el voto ideológico, medido por temas partidistas. Debe decirse que en algunos casos (los EE.UU. y Australia, por ejemplo)
el tradicional esquema izquierda-derecha, es con diferencia más poderoso en las demo- la estabilidad electoral es alta pese a existir una estructuración ideológica del voto bas-
cracias industriales avanzadas que en las democracias y semidemocracias del mundo tante más limitada y, en otros, como en algunos países ex comunistas (la República Che-
menos desarrollado13. ca y Bulgaria) se produce una alta volatilidad en un contexto de alta «ideologización»
La Tabla II muestra los resultados de una regresión logística usando la escala izquier- del voto. Sin embargo, y pese a la existencia de estos casos, la altísima variación del
da-derecha como único predictor en países incluidos en varias encuestas comparati- voto ideológico apoya nuestro argumento de que los científicos sociales no pueden asu-
vas que tenían una puntuación combinada de los índices del Freedom House de 10 o mir que la competición partidista por definición se estructura en torno a los elemen-
menos en el año 1996. En la tabla se muestran solamente los resultados de las simu- tos ideológicos/programáticos. Esta presunción induce a un error serio para el análisis
laciones efectuadas con los coeficientes resultado de las regresiones logísticas para los de los sistemas de partidos fluidos.
tres partidos mayores (de acuerdo con el número de encuestados que expresaron una
Pero además, en los casos en que los entrevistados reconocen o dan su posición en
preferencia partidista en la encuesta) en cada país que aparecen en la tercera colum-
la escala izquierda-derecha, éstos lo hacen de un modo mucho más errático en los paí-
na. Las simulaciones se han realizado fijando los valores de la variable ideología entre
ses menos desarrollados que en las democracias de los países industriales avanzados.
el valor 3,25 por un lado y el valor 7,75 por el otro, lo que permite poder calcular
La Tabla III proporciona una puntuación que mide el grado de consistencia que tienen
las diferencias de probabilidad predicha (primera diferencia probabilística) entre estos
los ciudadanos de un país a la hora de dar sus posiciones en la dimensión izquierda-
dos valores que representan los puntos medios entre el centro y la izquierda por un
derecha. Esta cohesión por países se construye con la desviación estándar de los par-
lado (valor 1) y entre el centro y la derecha por el otro (valor 10). Por tanto, la colum-
tidarios de cada partido en la escala ponderada por su número de partidarios. Los
na de esta tabla encabezada como «la primera diferencia probabilística» muestra el
cambio que se produce en la probabilidad de votar por un partido o por otro cuan- simpatizantes de un partido en los países menos desarrollados tienen altas desviacio-
do se produce un cambio en la ubicación en la escala ideológica entre las posiciones nes estándar en la autoubicación izquierda-derecha15. La correlación entre el Índice de
Desarrollo Humano por país en el año 2001 y este índice de cohesión ideológica (la
desviación estándar en la escala ponderada por el peso de cada uno de los partidos)
es remarcablemente alta con un –0,71. Además, la correlación entre el Índice de Desa-
12. No tenemos datos que nos permitan comparar la extensión del voto clientelista en los dife- rrollo Humano y el grado de estructuración ideológica medida por la media de las pri-
rentes países. Una evidencia considerable –aunque no sistemática– indica que el clientelismo es más meras diferencias probabilísticas que aparecen en la Tabla II es de 0,27. Finalmente, la
generalizado en muchas democracias de la tercera y la cuarta ola que en las democracias industriali- correlación entre el grado de índice de anclaje del voto ideológico de la Tabla II y
zadas avanzadas. Entre otros ejemplos, ver B. AMES (2001); C. GUEVARA MANN (2001); F. HAGOPIAN
(1996); J. HARTLYN (1988: 170-183); K. LEGG y R. LEMARCHAND (1972); S. MAINWARING (1999: 175-
la desviación estándar media de la autoubicación ideológica de la Tabla III es de –0,50
218); G. O’DONNELL (1996) y J. SCOTT (1972).
13. La escala izquierda-derecha es un buen resumen de ideología en muchos países (M. ALCÁN- 14. Las simulaciones se han realizado con los coeficientes significativos con valor p < .10. Si no
TARA, 1995; R. DALTON, 1985; R. INGLEHART, 1984; G. SANI y G. SARTORI, 1983). Algunos académi- eran significativos la simulación se ha realizado con coeficientes iguales a 0.
cos (por ejemplo, M. HINICH y M. MUNGER, 1994: 115-163) son más escépticos en el uso de la escala 15. Ver R. INGLEHART y H. KLINGEMANN (1976), Tabla 13.3 para datos comparables en las des-
izquierda-derecha como una medida total de posición ideológica. En una comunicación personal, Kevin viaciones estándar de los simpatizantes de partido en Europa Occidental en 1973. Irlanda era la más
Krause se dio cuenta que en algunos países con divisiones étnicas importantes, por ejemplo, Eslova- alejada, más similar a las democracias y semidemocracias menos desarrolladas, con una tenue relación
quia, las posiciones izquierda-derecha no son una buena reseña de ideología. entre la propia localización izquierda-derecha en la preferencia partidista.

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156 LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS Y LA TEORÍA DEL LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS Y LA TEORÍA DEL 157
SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA
TABLA II Países Bajos PvdA v. CDA 0,000 0,73 0,52
POSICIÓN DERECHA-IZQUIERDA Y PREFERENCIAS DE PARTIDO (REGRESIONES LOGÍSTICAS) PvdA v. D’66 0,000 0,52
Primera Media de las CDA v. D’66 0,000 0,32
Parejas de partidos Significación diferencia primeras Alemania SPD v. CDU/CSU 0,000 0,71 0,51
País (variable dependiente) del probabilística diferencias Occidental SPD v. Verdes 0,010 0,13
coeficiente entre los valores probabilísticas CDU/CSU v. Verdes 0,000 0,69
logístico 3,25 y 7,75 Reino Unido Conservadores v. Laboristas 0,000 0,77 0,50
izquierda-derecha de la escala Conservadores v. Liberal
izquierda-derecha
Demócratas 0,000 0,74
República ODS v. CSSD 0,000 0,93 0,72
Laboristas v. Liberal
Checa ODS v. KCSM 0,000 0,25
CSSD v. KCSM 0,000 0,98
Demócratas 0,000 —
Suecia Moderata Samligspartiet v. Noruega Labour v. Progressive 0,000 0,82 0,50
Social Democrats 0,000 0,93 0,69 Labour v. Conservative 0,000 0,28
Moderata Samligspartiet v. Progressive v. Conservative 0,000 0,40
Vansterpartiet 0,000 0,91 Suiza Radical Démocratique v.
Social Democrats v. Socialist 0,000 0,70 0,48
Vansterpartiet 0,000 0,24 Radical Démocratique v.
Italia Forza Italia v. PDS 0,000 0,88 0,64 Christian Democrats 0,059 —
Forza Italia v. AN 0,000 0,80 Socialist v. Christian
PDS v. AN 0,000 0,25 Democrats 0,055 0,73
Francia Socialista v. RPR 0,000 0,82 0,62 Hungría MSZP v. FIDESZ 0,000 0,67 0,45
Socialista v. Frente Nacional 0,000 0,82 MSZP v. FKGP 0,010 0,47
RPR v. Frente Nacional No significativo 0,22 FIDESZ v. FKGP 0,000 0,20
España PP v. PSOE 0,000 0,75 0,60 Japón Liberal Democratic Party v.
PP v. Izquierda Unida 0,000 0,40 New Frontier party 0,000 0,28 0,43
PSOE v. IU No significativo 0,65 Liberal Democratic Party v.
Uruguay Colorado v. Nacional 0,066 0,40 0,56 Socialist Party 0,000 0,59
Colorado v. Frente Amplio 0,000 0,54 New Frontier party v.
Nacional v. Frente Amplio 0,000 0,73 Socialist Party 0,009 0,42
Bulgaria Unión de Fuerzas Demo- Estados Republicanos v.
cráticas v. Partido Socialista 0,000 0,13 0,56 Unidos Demócratas 0,000 0,42 0,42
Unión de Fuerzas Demo-
Venezuela AD v. COPEI No significativo 0,25 0,38
cráticas v. Partido Agrario 0,000 0,77
AD v. Causa R 0,000 0,53
Partido Socialista v.
COPEI v. Causa R 0,000 0,35
Partido Agrario 0,000 0,79
Australia Australian Labor v.
Chile Socialistas (PS+PPD) v. PDC 0,000 0,80 0,55
Conservadores (UDI+RN) Party Liberal Party 0,000 0,34 0,36
v. PDC 0,000 0,85 Australian Labor v.
Conservadores (UDI+RN) v. Party Green Party 0,006 —
Socialistas (PS+PPD) 0,000 — Liberal Party v. Green Party 0,000 0,73
Bélgica CD&V v. PS 0,000 0,92 0,54 Eslovenia Liberal Democracy v.
CD&V v. VLD No significativo 0,71 People’s Party 0,002 0,31 0,36
PS v. VLD 0,000 — Liberal Democracy v.
Polonia Solidarnosc v. PSL 0,000 0,39 0,52 Christian Democrats 0,000 0,55
Solidarnosc v. SLD 0,000 0,66 People’s Party v. Christian
PSL v. SLD 0,000 0,50 Democrats 0,032 0,21

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158 LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS Y LA TEORÍA DEL LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS Y LA TEORÍA DEL 159
SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA

Brasil PMDB v. PT 0,000 0,57 0,31 (significativas con p < .01 –n = 30–). Todo esto muestra que, aunque las diferencias
PMDB v. PSDB 0,064 0,12 ideológicas entre los ciudadanos en las democracias industriales avanzadas se hayan difu-
PT v. PSDB 0,000 0,23 minado en las últimas décadas (Fukuyama, 1992), siguen permaneciendo mucho más
Argentina PJ v. UCR 0,000 0,45 0,30 básicas para la competición partidista que en muchas democracias y semidemocracias
PJ v. Frepaso 0,000 0,05 de los países menos desarrollados.
UCR v. Frepaso 0,034 0,39
México PRI v. PRD 0,000 0,22 0,26 TABLA III
PAN v. PRD 0,000 0,37 DESVIACIONES ESTÁNDAR DE LAS POSICIONES IZQUIERDA-DERECHA
PRI v. PAN 0,000 0,18 EN LOS SIMPATIZANTES DE PARTIDO
Taiwán Nationalist Party v. Demo-
cratic Progressive Party 0,000 0,41 0,25 País Puntuación país* País Puntuación país*
Nationalist Party v. Suecia 1,35 Japón 1,83
New Party 0,005 0,13 Alemania Occidental 1,46 USA 1,83
Democratic Progressive España 1,46 Argentina 1,85
Party v. New Party 0,002 0,22 Italia 1,49 Rusia 1,86
Ucrania Democratic Party Ukr. v. Países Bajos 1,49 Bulgaria 1,87
Communist Party Ukr. No significativo 0,28 0,20 Francia (94) 1,50 Uruguay 1,88
Democratic Party Ukr. v. Noruega 1,51 Hungría 1,90
Popular Movement Ukr. 0,000 0,18 UK (no incluido Irlanda del Norte) 1,64 Bélgica 1,93
Communist Party Ukr. v. Eslovenia 1,65 Polonia 1,98
Popular Movement Ukr. 0,007 0,13 Suiza 1,65 Perú 2,10
Rusia Communist Party v. República Checa 1,67 México 2,45
Our Home Russia 0,000 — 0,19 Taiwán 1,67 India 2,52
Communist Party v. Australia 1,68 Rumania 2,59
Lib-Dem. Party 0,040 0,28 Chile 1,68 Brasil 2,84
Our Home Russia v. Ucrania 1,77 Venezuela 3,00
Lib-Dem. Party No significativo 0,29
La ponderación significativa por países es la desviación estándar para todos los partidos con al menos dos
India Indian National simpatizantes, ponderado por el número de simpatizantes. Los coeficientes de ponderación significativos de
Congress v. BJP 0,023 0,22 0,18 todos los individuos que expresan preferencia por un partido son ponderados igualmente, siempre que su
Indian National Congress v. partido tenga al menos otro simpatizante entre los que respondieron a la encuesta. La razón para excluir
Janata Dal (People’s Party) No significativo 0,12 partidos con sólo un simpatizante es que la desviación estándar debe ser cero si N = 1.
Fuente: European Election Study (1994) para Bélgica, Francia, Italia, Países Bajos y el Reino Unido; Com-
BJP v. Janata Dal
parative Study of Electoral Systems (1996-2000) para la República Checa, Hungría y Rumania; World Values
(People’s Party) 0,024 0,19 Surveys (1997) para los restantes países.
Rumania CDR v. PDSR 0,001 - 0,15
CDR v. PD No significativo 0,30 Esta evidencia sugiere una necesidad de repensar teorías sobre votantes, voto y com-
PDSR v. PD No significativo 0,16 petencia partidista en las democracias y semidemocracias de los países menos desa-
Perú Cambio 90 v. UPP No significativo 0,28 0,12 rrollados. Las uniones programáticas e ideológicas entre los votantes y los partidos son
Cambio 90 v. APRA No significativo 0,08 más débiles en estos países de lo que la literatura clásica asume. El voto ideológico es
UPP v. APRA 0,015 —
un aspecto poderoso de competición partidista en muchas de las democracias indus-
Fuente: European Election Study (1994) (Bélgica, Francia, Italia, Países Bajos, Reino Unido, Alemania Occi- triales avanzadas. En contraste, esto carece de capacidad explicativa del voto y de la
dental), Comparative Study of Electoral Systems (1996-2000) (República Checa, Hungría, Rumania), World competición partidista en la mayoría del mundo democrático y semidemocrático desa-
Values Survey (1997) (los restantes países).
rrollado. Los modelos espaciales y las otras dos aproximaciones teóricas que asumen
el voto ideológico resultan explicaciones teórica y empíricamente fundadas para las
democracias en las sociedades industriales avanzadas, pero carecen de esta validez a la

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160 LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS Y LA TEORÍA DEL LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS Y LA TEORÍA DEL 161
SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA

hora de intentar explicar la competición partidista en países con escenarios diferentes personalidades individuales, independientes de partido, tienen un impacto conside-
–un hecho que los modelos espaciales no han reconocido–. rable en las campañas electorales. Muchos ciudadanos votan en un grado importan-
Esta discusión sobre la debilidad del voto ideológico en muchas democracias y semi- te basándose en las características personales de los candidatos más que en alguna
democracias de los países menos desarrollados está relacionada con la débil institu- causa social o la existencia de intereses programáticos o ideológicos. El voto perso-
cionalización de esos sistemas partidistas. Como decíamos antes, la segunda dimensión nalista es importante en muchas de las democracias y semidemocracias de los países
de la institucionalización del sistema partidista es el arraigamiento del partido en la menos desarrollados. De hecho, la presencia de candidatos políticamente indepen-
sociedad. En sistemas partidistas más institucionalizados, los partidos desarrollan raí- dientes en estas democracias buscando algún cargo de alto nivel son frecuentes y exi-
ces fuertes y estables en la sociedad. Donde los partidos tienen fuertes raíces en la socie- tosas. El espacio para los candidatos populistas es también mayor, especialmente en
dad, muchos votantes se sienten conectados al partido y votan regularmente por sus los sistemas presidenciales donde apelan directamente a los votantes con el fin de con-
candidatos. Muchas teorías que abordan las razones por las que los individuos desa- vertirse en jefes de Estado sin la necesidad de ser elegidos líderes del partido. En gene-
rrollan fuertes vínculos con los partidos, o a la inversa, las razones por las que los par- ral, los candidatos independientes tienen mayores posibilidades de conseguir altos
tidos desarrollan fuertes raíces en la sociedad, se basan en la lógica de la existencia de cargos del poder ejecutivo tales como presidente y gobernador sin pertenecer a nin-
mecanismos ideológicos o programáticos que producen dicha conexión. Según dichas gún partido establecido.
teorías, los votantes eligen un partido porque éste representa sus preferencias ideoló- Una manera de calcular la importancia del personalismo en las campañas electo-
gicas. Precisamente porque las conexiones ideológicas entre votantes y partidos son medios rales es a través de datos sobre candidatos presidenciales externos a los partidos. Elec-
importantes por los cuales los votantes se unen a los partidos y, por tanto, medios impor- toralmente los candidatos presidenciales independientes y los candidatos de nuevos
tantes por los cuales los partidos llegan a arraigarse en la sociedad, en aquellas demo- partidos reflejan un fuerte grado de personalismo y una tendencia a ser candidatos fue-
cracias en donde las conexiones ideológicas con los partidos son débiles, la volatilidad ra de los partidos establecidos. Con propósitos operacionales, definimos un partido
electoral es más alta. Aunque las uniones programáticas o ideológicas no son las únicas nuevo como aquel que ganó al menos el 5% del voto a la Cámara Baja en las elec-
vías para crear la estabilidad en el sistema partidista, son las vías principales para
ciones previas y no tenía candidatos para ningún cargo político nacional en ninguna de
conseguir la estabilidad como lo demuestran la mayoría de las democracias de las socie-
las elecciones previas.
dades industriales avanzadas. Donde hay una débil conexión entre la posición progra-
La Tabla IV presenta datos del porcentaje de voto ganado por candidatos presi-
mática e ideológica del votante y su partido preferido es más probable que el votante
denciales externos en los cinco países Andinos y (con fines comparativos) en los Estados
cambie de un partido a otro; es decir, es más probable que sean votantes flotantes.
Unidos17. Los candidatos externos18 ganaron las elecciones presidenciales en Perú en
1990, Venezuela en 1993 y 1998, y Colombia y Ecuador en 2002. Esto es una inciden-
V. EL PERSONALISMO EN EL VOTO: INFORMACIÓN, VOTO Y COMPETICIÓN PARTIDISTA cia política extraordinaria que manifiesta una profunda debilidad del sistema partidis-
ta existente. Otro candidato externo (Evo Morales) lo hizo en la segunda vuelta de las
La otra cara de la baja capacidad predictiva de voto ideológico en muchas demo- elecciones presidenciales en Bolivia en 2002. En Colombia, Venezuela, Ecuador y Boli-
cracias y semidemocracias de los países menos desarrollados es que el personalismo via, los candidatos externos ganaron por lo menos el 50% del voto válido en una de
juega un papel mucho mayor a la hora de formar las preferencias partidistas o el voto las últimas dos elecciones presidenciales (desde 2004).
(Silveira, 1998)16. El voto personalista es un importante fenómeno político fácilmente
mesurable, aunque ha sido olvidado por mucha de la literatura teórica sobre el voto,
incluyendo los modelos espaciales y trabajos basados en el esquema derecha-izquier-
da. En muchas democracias y semidemocracias de los países menos desarrollados, las

16. F. SILVEIRA (1998) es un excelente estudio del voto personalista en Brasil. Recalcó los aspec-
tos no-programáticos y no-ideológicos de los votantes pobres brasileños. Este tema ha tenido eco en 17. El Anexo I da detalles adicionales de cómo codificamos si los candidatos son externos o no.
alguna literatura de los Estados Unidos (P. CONVERSE, 1964; J. HIBBING y E. THEISS-MORSE, 2002), 18. Hay dos tipos de externos: aquellos fuera del sistema político –como Alberto Fujimori,
pero contradice mucho del trabajo reciente de las democracias industriales avanzadas. La literatura Hugo Chávez y Lucio Gutiérrez– y aquellos fuera del sistema partidista –como Rafael Caldera y Álva-
sobre populismo es relevante para el análisis del voto personalista. Los líderes populistas establecen ro Uribe Vélez–. Los primeros provienen de fuera del sistema político y los últimos son disidentes
una relación personalista, directa con las masas. Para contribuciones recientes, ver K. ROBERTS (1995); de los partidos tradicionales. Aquí nos centramos en políticos que están fuera del sistema partidis-
K. WEYLAND (1999). Para una contribución clásica, ver F. WEFFORT (1978). ta establecido.

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162 LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS Y LA TEORÍA DEL LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS Y LA TEORÍA DEL 163
SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA
TABLA IV de la mitad de los candidatos de los distritos uninominales para la Cámara Baja eran
PORCENTAJE DE VOTO GANADO POR CANDIDATOS PRESIDENCIALES EXTERNOS EN LAS CINCO independientes sin afiliación a ningún partido, y sólo 83 de los 218 diputados elegi-
ELECCIONES PRESIDENCIALES MÁS RECIENTES EN SIETE PAÍSES SELECCIONADOS dos pertenecían a un partido (Moser, 1995: 98). En 1995, más de 1.000 de los 2.700
candidatos para los escaños de distrito uninominal eran independientes. Los indepen-
% de voto ganado por un % medio de voto ganado dientes ganaron 78 de los 225 escaños de distrito uninominal; el partido político más
Elecciones candidato outsider en por candidatos outsider grande pudo reunir sólo 58 escaños (White, Rose y McAllister, 1997: 203-224). El rey
País
incluidas las elecciones más en las cinco últimas Simeón II de Bulgaria también creó un vehículo político personalista con éxito electo-
recientes elecciones
ral que le ha llevado a la presidencia de ese país.
Estados Unidos 1984-2000 0,3 6,0
¿Por qué el voto personalista es un fenómeno dominante en muchos países menos
Brasil 1989-2002 0,0 13,4
desarrollados aunque hayan pasado ya un tiempo bajo sistemas democráticos estables?
Ecuador 1988-2002 58,9 17,5
Bolivia 1985-2002 51,3 22,1
No podemos contestar a esta cuestión de una manera plena y satisfactoria, pero pode-
Venezuela 1983-2000 40,2 26,5 mos hacer algunas breves especulaciones. Primero, la secuencia histórica en la construc-
Colombia 1986-2002 66,5 28,5 ción de un partido es importante. En el pasado, en las democracias bien establecidas, los
Perú 1985-2001 27,9 32,7 partidos llegaban a estar fuertemente arraigados en la sociedad, antes de la emergen-
cia de los modernos medios de comunicación, especialmente la televisión. En Europa
Los datos de Brasil incluyen cuatro elecciones porque sólo ha habido cuatro elecciones presidenciales popu-
lares desde la transición a la democracia en 1985.
Occidental, los partidos de clase obrera integraban a los trabajadores en el sistema polí-
tico y les proveían de fuentes fundamentales de identidad (Chalmers, 1964; Pizzorno,
1981). Lo mismo ocurría con los partidos cristiano-demócratas para cristianos y cató-
El presidente brasileño Fernando Collor de Mello (1990-92) creó un partido con licos (Kalyvas, 1996). En contraste, en muchas democracias y semidemocracias de los
el fin de conseguir la presidencia en 1989, y derrotó a los candidatos de los parti- países menos desarrollados, la televisión se convirtió en un fenómeno de masas antes de
dos establecidos. Siete meses después de su creación, su partido ganó sólo 40 de los que los partidos se afianzaran profundamente en la sociedad. De este modo, los can-
503 escaños en las elecciones al Congreso de octubre de 1990. Así queda claro que su didatos al poder ejecutivo pueden enviar sus mensajes a través de la televisión sin la
aparición fue personalista y no partidista. Su partido desapareció en los meses siguien- necesidad de confiar en las organizaciones partidistas bien desarrolladas (Sartori, 1989).
tes a su dimisión del cargo en 1992 para evitar ser acusado de corrupción y depuesto. Segundo, la pobre actuación de regímenes en muchas democracias posteriores a 1978
El presidente peruano Alberto Fujimori (1990-2000) también creó un partido para con- de los países menos desarrollados han desacreditado a los partidos gobernantes (Rem-
seguir la presidencia; él también hizo campaña contra partidos y posteriormente no hizo mer, 1991; Roberts y Wibbell, 1999) e incluso, en sentido más amplio, han desacredi-
ningún esfuerzo para crear uno. En Perú, los políticos independientes dominaron las tado a los partidos como vehículos de representación. El descrédito generalizado de
elecciones municipales de 1995. Habiendo aprendido de Fujimori que las campañas anti- los partidos ha abierto las puertas a cruzadas antipartidistas de carácter personalista.
partidistas podían conseguir el apoyo popular, emergió una nueva cohorte de políticos Tercero, en muchas democracias de los países menos desarrollados, los partidos son difu-
antipartidistas. Fujimori utilizó grupos de discusión y encuestas para conocer qué can- sos programáticamente (Kitschelt et al., 1999: 164-190; Ostiguy, 1998), haciendo difí-
didatos podrían funcionar de cara a la votación de su partido altamente personaliza- cil para los votantes determinar qué partido está más cerca de su posición, o pueden
do. El mismo Fujimori, más que el partido, controlaba la elaboración de las listas al ser ideológicamente poco fiables al asumir cambios radicales de postura en temas cen-
Congreso (Conaghan, 2000). Este control personalista de la selección de los candida- trales (Stokes, 2001). En tales circunstancias, los votantes son volátiles y es más pro-
tos es la antítesis de lo que encontramos en un sistema institucionalizado. El líder gol- bable que recurran a candidatos personalistas, quienes a menudo hacen campaña en
pista Hugo Chávez creó un nuevo partido en su exitosa carrera para la presidencia de contra de los partidos. Cuarto, el voto personalista probablemente es más fuerte en los
Venezuela en 1998. De una manera similar, en Ecuador en 2002, el líder golpista Lucio sistemas presidenciales que en los sistemas parlamentarios. Muchas de las democra-
Gutiérrez creó un nuevo partido en su triunfante campaña para ser presidente. cias industriales avanzadas tienen sistemas parlamentarios, pero en muchas demo-
El personalismo y los políticos antipartidistas son también comunes en algunos casos cracias y semidemocracias en los países menos desarrollados se han implantado sistemas
postcomunistas. El presidente ruso Boris Yeltsin no era miembro de un partido y desa- presidenciales.
creditaba a los partidos políticos. Alexander Lebed, quien acabó tercero en las elec- El predominio del personalismo en los sistemas partidistas de muchas democra-
ciones a la presidencia rusa de 1996, concurrió como independiente. Los candidatos cias de los países menos desarrollados está relacionado con las dimensiones segun-
que no pertenecen a ningún partido han tenido buenos resultados en la mayoría de da y cuarta de la institucionalización del sistema partidista. Las uniones personalistas
las elecciones para las dos cámaras del Parlamento ruso. En las elecciones de 1993, más entre votantes y candidatos suelen ser más fuertes cuando el arraigo de partido en la

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164 LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS Y LA TEORÍA DEL LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS Y LA TEORÍA DEL 165
SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA

sociedad es más débil. También suelen ser más fuertes en débiles organizaciones de par- TABLA V
tido y partidos más débilmente institucionalizados. En muchas democracias y semide- ANCLAJE IDEOLÓGICO DE LA EVALUACIÓN DE LÍDERES EN 19 PAÍSES INCLUIDOS EN EL
mocracias de los países menos desarrollados, los partidos tienen recursos precarios y ESTUDIO CSES (COEFICIENTES DE CORRELACIÓN PEARSON)
están más débilmente profesionalizados. Muchos partidos son vehículos personalis- República Checa Vaclav Klaus 0,60** Estados Unidos Bill Clinton –0,27**
tas (Conaghan, 2000). En sistemas más institucionalizados, es más probable que los (1996) Ellemann-Jensen –0,42** Bob Dole 0,31**
votantes se identifiquen con un partido, también es más probable que los partidos domi- P. Stig Moeller –0,63** Media 0,29
nen modelos de reclutamiento político y de deliberación política. En los sistemas par- Media 0,29 Rusia Zyuganov –0,51**
Suecia Goran Persson –0,39** (1999) Kiriyenko 0,18**
tidistas menos institucionalizados, el electorado vota basándose más en la personalidad (1998) Carl Bildt 0,58** Luzhkov –0,12**
o clientelismo que en el partido y sus propuestas, y, como consecuencia, los políticos Gudrun Schyman –0,48** Media 0,27
antipartidistas poseen una capacidad mayor de poder ganar. El populismo y los can- Media 0,48 Alemania Schroeder –0,21**
didatos antipolíticos son más comunes. Las personalidades más que las organizaciones España José María Aznar 0,57** (1998) Kohl 0,26**
de partido dominan la escena política. Joaquín Almunia –0,32** Waigel 0,28**
F. Frutos –0,29 Media 0,25
Votar basándose en la evaluación racional de los líderes podría ser una señal de Media 0,39 Países Bajos Wim Kok –0,10**
modernidad y de una mayor responsabilidad electoral. El problema en los sistemas par- Australia Paul Keating –0,33** (1998) Frits Bolkesetein 0,34**
tidistas mucho menos institucionalizados es que la relación entre la posición ideológi- John Howard 0,43** J. De Hoop 0,21**
ca y los líderes políticos es débil lo que muestra que esta evaluación no se hace sobre Tim Fischer 0,39** Media 0,22
principios programáticos o ideológicos. Este hecho puede observarse en los resultados Media 0,38 Eslovenia Janez Drnovsek –0,19**
Dinamarca P. Nyrup Marjan Podobnik 0,12**
del análisis presentado en la Tabla V, la cual muestra la correlación que existe entre la (1998) Rasmussen –0,36** Janez Jansa 0,36**
evaluación de líder y la ideología. La relación entre la evaluación de líder y la ideolo- Ellemann-Jensen 0,52** Media 0,22
gía es alta para todas las democracias industriales avanzadas mientras que es mucho P. Stig Moeller 0,26** Rumania Emil
menor en algunos de los países menos desarrollados. En algunos países (México, Perú Media 0,38 Constantinescu 0,19**
y Taiwán), la relación entre la evaluación ciudadana de los líderes y su posición izquier- Portugal J. Barroso 0,55** Ion Iliescu –0,17**
(1997) A. Guterres –0,24** Media 0,18
da-derecha es casi nula. La correlación entre los datos de la Tabla V y el Índice de Desa- P. Portas 0,35** Taiwán Lee Tung-Hui 0,10*
rrollo Humano es de 0,56, reflejando un vínculo mayor entre la posición ideológica y Media 0,38 Peng Ming Min –0,02
la evaluación de líder en las democracias industriales avanzadas que en los países menos Hungría Gyula Horn –0,39** Lin Yang-Gang 0,19**
desarrollados19. (1998) Viktor Orban 0,34** Media 0,10
La evaluación del líder podría ser en principio una forma razonable de promover Jozsef Torgyan 0,36** México E. Zedillo 0,12**
Media 0,36 (2000) D. Fernández de
la responsabilidad representativa y electoral, sin embargo, si la evaluación del líder no Noruega Thorbjorn Jagland –0,17** Cevallos 0,11**
está bien conectada con las cuestiones ideológicas o programáticas, indica un alto gra- (1997) Carl Ivar Hagen 0,45** Cárdenas
do de personalismo no-programático. Según muchas visiones (Barnes, 1977; Conver- Jan Petersen 0,40** Solórzano –0,05
se y Pierce, 1986), la representación que no está basada en contenido programático Media 0,34 Media 0,08
carece de sentido ya que ésta debe estar fundamentalmente basada en la correspon- Suiza Christoph Blocher 0,50** Perú A. Toledo –0,05
(1999) Ruth Dreifuss –0,34** A. García 0,03
dencia programática/ideológica entre las opiniones de los representantes y ciudada- Franz Steinegger 0,18** L. Flores 0,13**
nos. Esta representación deviene puramente accidental en último término si no hay Media 0,34 Media 0,04
relación entre las posiciones ideológicas de los ciudadanos y su valoración de los líderes Reino Unido Tony Blair –0,30**
políticos. En muchos países menos desarrollados, las conexiones entre las posicio- (1997) John Major 0,40**
nes ideológicas de los ciudadanos y sus líderes políticos preferidos es bastante débil. Paddy Ashdown –0,16**
Media 0,29
Las entradas son la correlación Pearson entre la propia ubicación ideológica izquierda-derecha de los en-
trevistados y su evaluación de líderes específicos. La media por país es una media no ponderada de los
valores absolutos de las tres correlaciones individuales por país. Las correlaciones no-significativas no difie-
ren estadísticamente de 0 en el 90% del nivel de confianza, y de ahí que los hemos tratado como una corre-
lación de 0 en el cálculo de la media por país.
* No significativo en el nivel 0,10.
19. Esta correlación es para los 17 países incluidos en la Tabla I y la Tabla V. ** Significativo en el nivel 0,05.

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166 LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS Y LA TEORÍA DEL LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS Y LA TEORÍA DEL 167
SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA

VI. CONCLUSIÓN Nuestra atención en este trabajo se ha centrado en las diferencias cruciales en la
institucionalización del sistema partidista y las vías por las que esas diferencias dictan
Los análisis sobre los partidos y sistemas de partidos de los países menos desarro- una necesidad de repensar la teoría de los sistema de partidos. Las restricciones de espa-
llados han proliferado desde la década pasada y la anterior, pero no han cuestionado lo cio no permiten una discusión profunda sobre las consecuencias de las diferencias en
suficiente la manera de teorizar y comparar los sistemas partidistas. Tal cuestionamien- la institucionalización del sistema partidista. Mainwaring y Scully (1995), Mainwaring
to es necesario. No es que los análisis de los sistemas partidistas de las democracias indus- (1999: 323-336), Moser (1999, 2001), y Stoner Weiss (2001) han escrito sobre algunas
triales posean visiones teóricas distorsionadas o poco sustentadas empíricamente, pero consecuencias de la débil institucionalización del sistema. Aunque no podamos ahon-
el análisis de la competencia partidista en las democracias de la tercera ola permite des- dar en este tema detalladamente, nuestra intuición es que la institucionalización tiene
cubrir aspectos importantes que no aparecieron en el examen de las democracias indus- importantes consecuencias para las democracias. De no ser así, no tendría sentido la
triales avanzadas20. discusión precedente. Por ello, cerramos este trabajo con dos observaciones sobre las
Las diferencias más importantes entre los sistemas de partidos de las democracias previsibles consecuencias de la débil institucionalización de los sistemas de partidos.
y semidemocracias de los países menos desarrollados y los de las democracias indus- Primero, la débil institucionalización introduce un grado más alto de incertidum-
triales avanzadas pueden ser sintéticamente captadas por las diferencias en los niveles bre en lo que respecta a las consecuencias electorales. Los cambios del apoyo electo-
de institucionalización. Los sistemas partidistas varían marcadamente en niveles de ins- ral entre partidos es mayor, la barrera y coste de entrada de nuevos partidos mucho
titucionalización, y la institucionalización varía independientemente del número de más baja y la probabilidad de que los políticos personalistas antisistema puedan con-
partidos y el nivel de polarización. Los analistas que comparan sistemas partidistas basán- vertirse en jefes de gobierno mucho mayor. Las consecuencias que puede generar esta
dose únicamente en el número de partidos sin atender al distinto nivel de institucio- inseguridad apenas se demostraron adversas para las democracias hasta la década de
nalización agruparían, por ejemplo, los sistemas multipartidistas de forma conjunta a 1980, pero han aparecido con mucha mayor nitidez cuando al final de la Guerra Fría
pesar del distinto nivel de institucionalización. Sin embargo, los sistemas de parti- se redujo enormemente el conflicto político y facilitando la expansión posterior a 1989
dos multipartidistas mas débilmente institucionalizados difieren sustancialmente de de la democracia y semidemocracia en el mundo. En el contexto postguerra fría, el nivel
los firmemente afianzados haciéndolos difícilmente comparables pese a tener similitu- de personalismo mayor de los sistemas partidistas menos institucionalizados no sólo
des en el número de partidos que lo componen. Tratar a todos los sistemas multipar- tiene efectos sobre la naturaleza de la competencia partidista, sino que puede allanar
tidistas como una categoría no diferenciada cuando hay enormes diferencias en la el camino hacia el autoritarismo (por ejemplo, el presidente Alberto Fujimori en Perú
institucionalización puede llevar a conclusiones erróneas. Ecuador, Noruega, Perú, Rusia en 1992) o hacia la erosión de los regímenes democráticos o semidemocráticos (por ejem-
y Suecia tienen sistemas multipartidistas, pero los sistemas en Noruega y Suecia están plo, el presidente Hugo Chávez en Venezuela desde 1998).
mucho más institucionalizados que en Ecuador, Perú y Rusia. La agrupación de estos Segundo, la débil institucionalización es adversa al funcionamiento correcto de los
casos de multipartidismo oculta diferencias profundas en la naturaleza de los sistemas. mecanismos de control y mandato electoral necesarios en las democracias representa-
Esto mismo ocurre con respecto a la polarización de los sistemas y los modelos basa- tivas. En muchas democracias, los partidos son los mecanismos primordiales para que
dos en la lógica de las distancias ideológicas. Los distintos niveles de institucionali- se produzca el control y el mandato electoral. Para que la responsabilidad electoral fun-
zación alteran significativamente el efecto de la ideología en los sistemas de partidos. cione razonablemente bien, los votantes deben ser capaces de identificar –a grandes
Algunos sistemas polarizados (por ejemplo, Francia de los 60 a los 80, Italia de los 40 a rasgos– cuáles son los partidos principales y qué significan y proponen (Hinich y Mun-
los 80) estaban bien institucionalizados. Otros sistemas polarizados (por ejemplo, Bra- ger, 1994). En contextos donde los partidos desaparecen y aparecen con frecuencia,
sil en la mitad hasta finales de los 80, Venezuela desde 1998) están menos institu- donde la competición entre ellos es ideológicamente y programáticamente difusa, y don-
cionalizados y funcionan de diferente manera. Por tanto, una característica clave para de las personalidades a menudo eclipsan a los partidos como vías para luchar por el
entender la dinámica y evolución de los sistemas partidistas del mundo democrático y poder, las posibilidades para que la responsabilidad electoral sea eficaz se resienten21.
semidemocrático es el grado de institucionalización, al menos en un grado similar a carac- Para que el control y mandato electoral funcione bien, el medio político debe pro-
terísticas como el número de partidos y la distancia ideológica entre sus componentes. porcionar a los ciudadanos con «pistas informativas» efectivas que puedan llevarles a
votar por caminos razonados sin perder excesivo tiempo. En los sistemas más insti-
tucionalizados, los partidos proporcionan una referencia ideológica que da seguridad
20. En similares términos, S. MAINWARING (2003) argumentó que los partidos en las democra-
cias menos institucionalizadas (muchos casos posteriores a 1978) tienen diferentes objetivos que los
partidos en las democracias industriales avanzadas. Los partidos en las democracias menos institu- 21. La responsabilidad electoral también se deteriora donde los partidos están envueltos en cam-
cionalizadas se centran en objetivos que implican al régimen político (preservándolo o debilitándolo) bios políticos radicales, como ocurrió en muchos países de América Latina en la década de 1980 y de
además de objetivos electorales y políticos. 1990 (S. STOKES, 2001).

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168 LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS Y LA TEORÍA DEL LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS Y LA TEORÍA DEL 169
SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA SISTEMA PARTIDISTA DESPUÉS DE LA TERCERA OLA DEMOCRATIZADORA

a los votantes. Los votantes pueden reducir los costes de información usando los ata- CONVERSE, Philip E. y PIERCE, Roy. Political Representation in France. Cambridge: Harvard Uni-
jos a su disposición, aumentando así los niveles de la responsabilidad electoral. La limi- versity Press, 1986.
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programático/ideológico que las siglas de los partidos proporcionan en estos contex- COX, Gary. Centripetal and Centrifugal Incentives in Electoral Systems. American Journal of Poli-
tos, reducen la utilidad de los «atajos informativos» que estos sistemas proporcionan a tical Science, 1990, vol. 34 (4), November, pp. 903-935.
los votantes. La debilidad de estos atajos informativos en estos sistemas partidistas difi- DALTON, Robert J. Political Parties and Political Representation: Party Supporters and Party Eli-
culta la «racionalidad limitada» de los votantes, debilitando el potencial para la res- tes in Nine Nations. Comparative Political Studies, 1985, vol. 18 (3), October, pp. 276-299.
ponsabilidad electoral según la evaluación racional de políticas, gobiernos y líderes. Y DALTON, Robert J.; MCALLISTER, Ian y WATTENBERG, Martin (2000). The Consequences of Par-
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sentativa mantiene de que los políticos elegidos servirán como representantes de los Press, 2000, pp. 37-63.
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170 LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS Y LA TEORÍA DEL LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS Y LA TEORÍA DEL 171
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172 LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS Y LA TEORÍA DEL LA INSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS SISTEMAS DE PARTIDOS Y LA TEORÍA DEL 173
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