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El presente escrito tiene como finalidad presentar de una manera breve y somera, las
visiones generales extractadas de la investigación sobre el impacto de la globalización y
el derecho civil, en la cual se crean vínculos de relaciones en espacios sociales
transnacionales, que enlazan grandes extensiones de territorios , regiones y continentes o
mejor dicho espacios abiertos como una serie de procesos novedosos que interrelacionan
e intensifican las relaciones de diversos aspectos de orden mundial que reducen en
tiempo y espacio , sectores como la economía y las finanzas, y también a través de la
creciente comunicación e interdependencia entre los distintos países del mundo .
La globalización en el mundo jurídico es un fenómeno del que puede decirse que existe
desde el inicio de la humanidad y concretamente a partir del momento en que los grupos
humanos empezaron a entrar en relación. Esto implica un contento entre culturas que se
entremezclaban, generando simbiosis de costumbres, que se incrementa cada vez más y
especialmente en las últimas décadas a raíz de los avances tecnológicos. Su impacto
abarca todos los aspectos de la sociedad humana, tanto a escala general como particular
y se entrevera en todos los sectores del quehacer del hombre.
Dicho fenómeno tal cual como se enuncia en párrafos anteriores, se ve como algo natural,
como algo que va dando paulatinamente, en algunos casos en forma espontánea, y en
otras dadas ciertas condiciones de relación entre diversas sociedades. Es así, como a
través de la historia y en espacial en sus orígenes, los pueblos adoptaron su organización
jurídica de acuerdo con varios factores entre ellos, la conquista, el coloniaje o la cercanía.
Estos sistemas acogidos se fueron se fueron fundiendo con el espíritu particular de los
distintos estados que tuvieron dentro de su concepto de nación, la soberanía como valor
supremo y que mediante su ordenamiento legal, pretendieron preservar ese espíritu
nacionalista e independiente. El fenómeno globalizador en sus dos vertientes, la
denominada cosmopolita, producto del desarrollo normal de las relaciones entre estados
y la designada globalización impuesta de corte neoliberal, han ido incrementando sus
influencias y han generado procesos de integración y sobre posición institucional, que
aunque en ciernes empiezan a mostrar sus efectos y resultados.
Está generalizada la opinión de que con la globalización, tal como la hemos presentado
hasta ahora, se ha trastrocado el orden clásico de las fuentes del derecho. El tema es de
singular importancia, porque a la problemática propia de la identificación del concepto que
debe atribuirse al giro fuentes del derecho, se agrega la ruptura del esquema clásico del
derecho nacional estatal de conformación “piramidal”, al decir de Kelsen y sus seguidores,
con la aparición de “nuevas fuentes” producidas por organismos internaciones, públicos o
privados, la fuerza jurígena de los contratos, la fuerza vinculante de la llamada “lex
mercatoria”, y aun de reglas devenidas de los usos comerciales, sobre todo
internacionales, y de la vagamente descrita “soft law”. Esta realidad nos vuelve a plantear
dos situaciones que ya hemos mencionado: a) la pérdida de vigencia del concepto de
nacionalidad, como referido al poder absoluto y excluyente del Estado para implantar y
juzgar sobre sus propias normas jurídicas; y b) la paralela pérdida del criterio de
territorialidad, como base geográfica de referencia de la vigencia de las leyes y del poder
del Estado. Finalmente, esta múltiple entrada y variada naturaleza de las fuentes del
derecho, que algunos describen como el desorden global, requiere un replanteamiento del
concepto del derecho como sistema, y también y consecuentemente, los conceptos de
vigencia y validez. Si bien algunos autores requieren para un rescate de la sistematicidad
del “derecho de la globalización” la existencia de un poder central, otros creen en la
posibilidad de reconocimiento de un sistema en el orden internacional. Por tanto, el nuevo
paradigma de las fuentes reclama la superación del modelo clásico, por lo que debe
afrontarse con un nuevo método y una nueva mentalidad, conclusión a la que adherimos.
Por consiguiente el arbitraje reconoce precedentes muy antiguos, en las últimas décadas
se ha notado un aumento del número de causas y la creación o incremento de actividad
de instituciones arbitrales de carácter privado. Esto se aplica tanto en el ámbito
internacional como en el nacional. Se ha destacado universalmente la gran influencia del
arbitraje, sobre todo el internacional, en relación a la recepción, en primer lugar de la lex
mercatoria y sobre principios generales134 obrantes en documentos internacionales, ya
sea sancionados por los Estados, ya elegidos por las partes como ley aplicable o,
finalmente, ante la ausencia de una regla precisa necesaria para la resolución de causas.
Estos autores han hecho referencia a la importancia de la jurisdicción arbitral en el ámbito
internacional, en las que obran una serie de entidades de actuación global o bien en
regiones o países determinados, para el progreso y la aplicación concreta de la lex
mercatoria y de los textos a los que nos hemos referido en este trabajo. La mayoría de los
códigos de procedimientos estaduales contempla la institución del arbitraje, ya sea
nacional o internacional, y también se han ido incorporando leyes modernas que adaptan
esas legislaciones a las realidades del arbitraje. Paralelamente obran sistemas de
arbitraje institucional, ya sea mediante tribunales permanentes de arbitraje, ya mediante
tribunales compuestos por las personas elegidas en la lista preestablecida o bien
entidades de administración de arbitrajes, que no tienen un elenco estable de árbitros sino
que mantienen un cuerpo de reglas generales, fórmulas para la integración del tribunal
concreto que entenderá en cada caso y aspectos administrativos. Sin desarrollar
exhaustivamente el tema, son destacables iniciativas internacionales de relevancia, como
por ejemplo, la “Convención sobre el reconocimiento y ejecución de las sentencias
arbitrales extranjeras”, del 10 de junio de 1958, ratificada por una gran cantidad de
naciones, los protocolos referidos al arbitraje en el Mercosur y un texto elaborado por
UNCITRAL como cuerpo de reglas procesales para los arbitrajes, adoptado por la
Resolución del 15 de diciembre de 1973, por la Asamblea General de las Naciones
Unidas, y modificada en versión revisada de 2010. Este Reglamento ha sido adoptado por
numerosas instituciones arbitrales y es citado como fuente en la elaboración de las leyes
modernas de arbitraje comercial.