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Rock y juventud: identidades, resistencia y conflicto

durante la última dictadura militar en Argentina

Marisa Vigliotta*

Resumen

Una de las formas que adoptó la compleja relación entre arte y política durante la última
dictadura militar en Argentina estuvo relacionada a diferentes modos de censura. Este
accionar implicó entonces la aparición de diferentes modos de expresión en las cuales
de manera implícita o explícita emergieron ideales, concepciones y valores en las
diversas obras. A través del análisis de estas producciones creemos posible dar cuenta
de diferentes relaciones interdiscursivas que nos permitan dar cuenta de los lugares de
enunciación e imaginarios presentes en estas construcciones.

En nuestro trabajo intentaremos dar cuenta de la aparición del movimiento rock en


nuestro país en los años „60 y su posterior consolidación en los ‟70 a partir de un eje
vertebrador: analizar los postulados del rock durante la década del ‟70 en clave política.
El recorrido realizado a través de la contextualización histórico- política nos permitirá
vislumbrar cómo se fueron dando las condiciones para la aparición de este nuevo género
que se constituyó como práctica fundamentalmente juvenil y, al mismo tiempo, cómo
ciertos aspectos operaron sobre las costumbres, prácticas y nuevos consumos de los
jóvenes de Buenos Aires en aquel período.
Rock y juventud: identidades, resistencia y conflicto
durante la última dictadura militar en Argentina

Introducción
Los años sesenta fueron el telón de fondo para el surgimiento una nueva
expresión juvenil que podríamos definir como la cultura rock en Argentina. Su
fundación puede pensarse en dos etapas diferentes (Alabarces, 1993). La primera, en
1962, con el Club del Clan1 que ponía en escena jóvenes risueños y de clase media; y la
segunda, unos años después (entre 1965 y 1967) que confrontaba con la primera y en la
que se cuestionaba al mundo adulto, la rutina y la excesiva mercantilización de la vida.
A la música creada por los del Club del Clan y sucedáneos se la denominaba “beat”.
Como seguían las directivas de las discográficas, desde los grupos de rock se los llama
“comerciales” ó “complacientes”, reservándose para ellos mismos el nombre de
“música progresiva”. Es decir, ellos (progresivos) eran los rockeros, por lo tanto los
complacientes no lo eran: esta dicotomía marca una de las características de este
movimiento que delimita los adentros y los afueras, planteo que será resignificado a lo
largo de los años pero sin perder vigencia.
En 1967, la edición de “La Balsa” marca un hito fundamental en la historia del
rock en Argentina porque fue la primera vez que un tema original cantado en castellano
alcanza tanta popularidad. Aquí se encuentra una contradicción propia de la historia del
rock nacional ya que “el movimiento anticomercial por excelencia es leído como
fundado por las ventas de La balsa, el primer fenómeno comercial rockero” (Alabarces,
1993: 34) que le permite adquirir legalidad a través de la masividad.
Entre los años 1968 y 1971 aparecen bandas y solistas fundamentales para este
movimiento en gestación: Almendra, Manal, Vox Dei, Arco Iris, Alma y Vida, Pappo‟s
Blues, Pedro y Pablo (Miguel Cantilo y Jorge Durietz), La Pesada del Rock, Orion‟s
Beethoven y Raúl Porchetto. También León Gieco que se destacará más adelante.
Dentro de este conjunto de bandas progresivas quedaron marcadas dos líneas
estéticas encarnadas por Manal y Almendra, distinción que también llevaría el mote de
“duros” versus “blandos”. La línea de Manal (“duros”) estaba más ligada al blues y con
una pertenencia más popular, cuyos integrantes provenían del conurbano bonaerense.
Mientras tanto, la línea encarnada principalmente por Almendra se caracterizaba por
trabajos armónicos más complejos y ligados a la destreza. Esta divisoria será otras de
las líneas de continuidad del movimiento ligada no tanto a las bandas sino al universo
simbólico que representan.
Por otra parte, este movimiento no fue ajeno al contexto de época
fundamentalmente por ser a uno de los lugares de construcción de nuevas identidades
juveniles caracterizadas por la oposición al mundo adulto y al sistema. Los años sesenta
organizan –no solo en Argentina- diferentes campos de rebeldía: primero, de las
rebeliones políticas y estudiantiles; segundo, conformado por las rebeliones que se irán
produciendo en el terreno de las costumbres, las normas y modelos de vida y un tercero
que es el de los procesos políticos o guerras de liberación tercermundistas. Estos
campos recubren el imaginario ideológico así como dan cuenta de los profundos
cambios socioculturales que se irán produciendo durante esta etapa.

*Licenciada y Profesora en Ciencias de la Comunicación (FCS-UBA), Maestranda en Comunicación y Cultura (FCS-


UBA) y Doctoranda en Letras (FFyL-UBA).
1
Programa televisivo emitido por Canal 13 de Buenos Aires, Argentina, en el que cantaban artistas de la denominada
nueva ola en el que iniciaron sus carreras musicales, entre otros, Palito Ortega y Leo Dan.
En este marco, se generaba una situación favorable en Argentina para que
floreciera un nuevo género como el rock que se constituyó como práctica artística
diferenciadora y, fundamentalmente, juvenil. Con temáticas que a partir de entonces se
postularán como banderas de protesta y signos visibles que delimitarán las identidades
futuras. Es decir que se incorporan algunos de los postulados del hippismo: el
apoliticismo, el pacifismo y modos de vida menos automatizados. Algunos de estos
elementos serán recurrentes a lo largo de los años y operarán como continuidades en el
imaginario rockero fortaleciendo un ámbito de pertenencia entre determinados
segmentos juveniles asentados, entre otros motivos, por la inédita posibilidad de
experimentar cosas nuevas. A medida que se fueron abriendo nuevas capas de público,
cobraban nitidez las características que distinguían al nuevo sujeto del rock: la
invención de un sonido, la vestimenta, el lenguaje y el uso de una lírica con rasgos
originales. Una de las consigna seguía siendo “no transar” y ésta será uno de los
principios más vitales del movimiento: la fidelidad a los ideales, el rechazo a todo lo
considerado como “careta”, la actitud modelada a través de la vestimenta, el uso del
cuerpo y una retórica con rasgos originales.
Por otra parte, uno de los espacios donde los significados de origen se ponen en
juego es en el recital. Ámbito cuyo núcleo fundamental está relacionado al poder
colectivo que delimita los “adentros” y los “afueras” que marcábamos anteriormente
tanto reales como simbólicos. Dentro de los reales, emerge el espacio físico del
encuentro mientras que los simbólicos irrumpen como lugares de identidad. Convertido
en un ámbito de comunicación entre las bandas y su público, serán los recitales aquellos
lugares en los cuales se desplegarán algunos elementos de ritualización (reales y
simbólicos) señalados anteriormente. Es en estos encuentros, además, donde la policía
centrará su represión.
En relación a esta primera etapa de conformación del campo rockero, gran parte
de la sociedad tenía una imagen negativa del rock, en parte por la forma en que era
criticado desde los medios de comunicación masiva. En este sentido, los medios
configuraban un estereotipo del joven rockero mediante la asociación de palabras bajo
un mismo campo semántico: juventud, cabello, delincuencia, peligrosidad y cierta
indumentaria. En ese enfrentamiento entre el incipiente movimiento rockero y el
“sistema”, cabe apuntar que en los „70 mientras la música beat ó “comercial” aparece
por TV y es muy difundida en las radios, el rock casi no aparece en los medios.
Sin embargo y debido a la creciente masividad del fenómeno, surgen medios
especializados: en 1968 aparece la revista Pinap que habla tanto de “complacientes”
como “progresivos” y en 1970 asoma la revista Pelo que criticaba a las bandas
comerciales, convirtiéndose en “rectora” del rock nacional. También, aparecen una serie
de programas radiales dedicados tanto al rock nacional como extranjero (“El son
progresivo”, “Espacio Abierto”, “Rock para mis amigos”, “Arrorock”) y algunas
esporádicas presentaciones televisivas (“Rock en el Once”, “El gran musical del mate”
o algunos especiales). Además, la filmación del Tercer Festival B.A. Rock (1972) se
convierte en la primera película sobre rock argentino (“Rock hasta que se ponga el
sol”).

Identidades en disputa
Desde fines de los 60 y principios de los ‟70, el enemigo de la juventud pasará a
ser lo que comienza a sindicarse como “El Sistema”. En ese contexto tamizado por la
inestabilidad política -fin de la dictadura de Onganía, las expectativas del peronismo
proscripto y, consecuentemente, la contraofensiva del lopezreguismo-, el rock se
muestra de modo heterogéneo frente al complejo escenario que se avecinaba. Mientras
la mayoría de los grupos juveniles más radicalizados empiezan a inclinarse hacia la
lucha armada (que en los 70 asomaba de modo inevitable), otros permanecen a la
expectativa, en algunos casos desde una posición comprometida con la realidad del país,
en otros desde una posición de fuga.
Esta zona de conflicto remite, ya en los inicios de los setenta, a la tensión entre
los dos tipos de juventudes –o sujetos- que habían proliferado al calor del contexto
sociopolítico: juventudes militantes y juventudes rockeras. Sin duda, la conformación
de identidades está relacionado a la experiencia: pero a una experiencia de lucha y de
conflicto (Thompson; 1979). Si bien ambas valorizaban la dimensión utópica y su
ethosrebelde, eran evidentes las polémicas y los debates que surgen en torno a estos dos
grupos. En principio, las prácticas militantes del rock no contemplaban el
encuadramiento en las organizaciones políticas. En todo caso, si el rock se pronunciaba
desde una matriz social, lo hacía desde un lugar ajeno a las interpelaciones del militante
político. Por otro lado, los significados acerca del consumo de drogas y los lenguajes
claramente diferenciados, no hacían otra cosa que ampliar la brecha entre unos y otros.
Las variables juveniles más politizadas eran duramente resistidas dentro del movimiento
estableciendo una fuerte antinomia entre ideología y sentimiento (Alabarces; 1993),
entre política y rock, pero con variantes y no de modo uniforme. Si bien la polémica era
abordada en diferentes medios especializados (Pelo, 1974), los cruces se verán
plasmados con mayor nitidez en las composiciones musicales. Luego, la caída de
Cámpora y el mayor espacio que gana la derecha en el gobierno peronista motivan que
estas declaraciones se acoten y suavicen. Frente al clima de violencia imperante, los
músicos del rock nacional siguen aludiendo en letras y declaraciones su adhesión al
pacifismo como uno de los postulados del movimiento. No obstante, surgen
controversias, exclusiones y prejuicios al interior de la escena rockera. Puntualmente, el
lugar del rock como actor joven capaz de situarse en dos momentos significativos de la
historia política: la dictadura del 76 y la guerra de Malvinas. Lo cual nos deriva,
indefectiblemente, hacia nuevas consideraciones.

La dictadura militar: el rock como movimiento social


El inicio de la dictadura militar, producido el 24 de marzo de 1976,
abogó por la disolución de toda reunión colectiva considerada peligrosa por el nuevo
orden autoritario que venía a implementar el régimen. En este sentido, vale consignar
que el rock se vuelve a esta altura “fenómeno de masas” (Alabarces; 1993). La
popularidad alcanzada, la movilización frente a los recitales, el circuito comercial y
artístico que estaba vinculado al rock en Buenos Aires dan cuenta de un movimiento en
constante expansión.
En relación con la cultura juvenil, los alcances de las transformaciones
dictatoriales fueron profundos. Por un lado, el proceso obturó cualquier posibilidad de
expresión política, clausuró los agrupamientos tradicionales y las formas en que gran
parte de los sectores juveniles de la década pasada había iniciado no solo su politización
sino, en muchos casos, su socialización. Conocida como “música progresiva”, el rock
no solo se había ido afianzando como expresión cultural contestaria sino también como
fenómeno social. Según el historiador Pablo Vila, “los partidos políticos, sindicatos,
corporaciones y movimientos sociales se retraen (por decisión propia o por imposición)
del ámbito de lo público. La sociedad toda se privatiza (…) Y mientras el movimiento
estudiantil y las juventudes políticas poco a poco van desapareciendo como marco de
referencia y sustento de identidades colectivas, el movimiento del rock nacional se
afianza como ámbito de constitución del nosotros” (1985; 43). Reaparece, de este
modo, el rock como frente homogéneo imaginario ante un enemigo fuerte: la dictadura
militar.
Podemos deducir, a modo de hipótesis, que durante esta época el rock
pudo resguardarse simbólicamente desde una identidad que fue muy castigada por el
régimen: la identidad joven, un “nosotros” sumamente eficaz en su dimensión colectiva.
Frente a la dictadura, el rock aparece así como un frente homogéneo que “estalla” más
tarde, al caer el régimen. Se muestra de esta manera ante este nuevo “enemigo”, pero
en realidad este movimiento es, por estos años, de una gran heterogeneidad etaria, social
e incluso de gustos y tradiciones musicales en su interior.
Sin militancia política orgánica, el rock no fue uno de los blancos principales de
la dictadura militar respecto a su política de aniquilamiento. Sin embargo, no cumplía
con los ideales del gobierno de facto. Es decir que el discurso antijoven de los militares
tenía consenso en gran parte de la sociedad de la época y ciertamente esta forma de ver
a los jóvenes no era novedosa, sino que marcaba una línea de continuidad respecto de lo
que ciertos medios de comunicación masivos expresaban a comienzos de los ‟70.
El movimiento rockero no estaba exento de profundas contradicciones y
polémicas en torno al papel que debía desempeñar durante la dictadura. En los
momentos más feroces de la dictadura, este movimiento trató de conservar el
espíriturebelde de los años ‟60 y ‟70, pero sin el contenido político que, como pudimos
observar, expresaba fuertemente entre los años „72 y el „75. El rock se oponía a la
definición autoritaria de la cultura del régimen de facto y sostenía su propia visión con
una cultura del aguante sustentada en sus ideales fundacionales y en los recuerdos de
ese pasado inmediato en el que la ciudad le era propia. Podemos suponer,
provisoriamente, que los sentidos opositores generados por su militancia, con relación a
la dictadura se centró fundamentalmente en defender su identidad como movimiento,
ante un régimen que se oponía a todo espacio de reunión y expresión.
Si, como dijimos anteriormente, los significados de origen se ponen en juego en
el espacio del recital marcando los “adentros” y los “afueras”, esta distinción se torna
particularmente eficaz por estos años. La violencia instaurada desde el aparato represor
del Estado hacia los jóvenes se daba tanto en forma simbólica como real, es decir, en
cierre de locales o ámbitos de reunión, censura de las letras, desaparición del rock de
los medios masivos, razzias y detenciones a la entrada y/o salida de recitales, entre otras
acciones. Estas formas de hostigamiento, venían a modo de respuesta a las agrupaciones
colectivas y públicas que implicaban los recitales en tanto presencias grupales y
fuertemente simbólicas. Eran, sin duda, uno de los lugares centrales de construcción del
nosotros en un momento histórico donde toda actividad colectiva era sospechosa. Es
decir: estar juntos, estar seguros, participar de algo. Los conciertos de rock se
transforman así en actos político; Un poder colectivo que delimita al mismo tiempo
quienes son “ellos” y quienes somos “nosotros”. Los recitales, en tal sentido, eran
auténticos ámbitos de comunicación entre los jóvenes. No casualmente, el período de
mayor virulencia de la represión (76-77) coincidió con el auge de los recitales masivos,
que pueden ser leídos como espacios reveladores frente al cierre de otro tipo de canales
de expresión de la juventud.
Por estos años aparecieron una serie de medios alternativos como Roll o,
especialmente, la revista Expreso Imaginario (1976) que se erigieron como vehículos de
comunicación eficaces. Esta última, llegó a la inédita cifra de 15 mil ejemplares
vendidos convirtiéndose en un canal de reunión indispensable para los jóvenes con un
alto grado de comunicación afectiva con los lectores. Esta revista contaba con una
significativa particularidad a los ojos del público: la presencia de temáticas novedosas
sin descuidar lo musical (filosofía oriental, indigenismo, ecología, etc.) al tiempo que
marcaba su posición frente al régimen mediante silencios como al no mencionar el
Mundial de Fútbol de 1978 realizado en Argentina, que tenía una gran cobertura
periodística. La relación con los otros medios de comunicación no varió particularmente
en esta década sino que, por ejemplo, en radio a partir del ‟72 y hasta la Guerra de
Malvinas, los programas dedicados al rock permanecieron estables. La prensa no
especializada tampoco le brindó mayor atención al movimiento ni espacios fijos para su
difusión. Sólo ciertos eventos de gran concurrencia de público fueron cubiertos pero
incluso algunos medios le dieron a estos hechos un tratamiento sensacionalista y
superficial.

El repliegue
Al mismo tiempo que el régimen militar se afianzaba (1978-79) el movimiento
rockero entra en crisis por diversas causas. Por un lado, la represión en los recitales es
tal que se torna imposible realizarlos; esto genera la disolución de muchos grupos y la
emigración de sus integrantes a trabajar al exterior. Por otro, el Mundial de Fútbol de
1978 también concita cierto consenso del poder militar frente a la sociedad civil y el
rock sufre sus consecuencias al no poder evadirse del binomio represión/ consenso que
limita su capacidad de actor autónomo. Así los lazos se privatizan: ya no es la conexión
en los recitales sino el contacto a través de los medios especializados ó del pequeño
grupo de pares donde se dan los “lugares” de socialización del movimiento (incluyendo
así a las nuevas generaciones).
Luego de la dispersión e indefinición del rock de los años anteriores („78-„79), la
reactivación del movimiento va en aumento. Sin duda, este hecho está relacionado con
una apertura hacia la sociedad civil por parte de los militares; en parte por el fracaso de
la política económica, la consecuente falta de apoyo empresarial al régimen, la lucha
interna por el poder en el interior de la cúpula militar y el creciente descontento. Por
estos años, comienzan algunos reclamos y cuestionamientos a nivel social, además del
aumento en diversas formas de participación como reclamos sectoriales ó la cantidad
de concurrentes a las rondas de las Madres de Plaza de Mayo.
Finalmente, en diciembre de 1981 se produce la caída de Viola y el clima de
oposición a la dictadura crece y se manifiesta claramente en los recitales. Se comienza a
cantar por esos años: “el que no salta es militar” (un canto que se volvería insignia del
movimiento). Había una cierta recuperación del espíritu contestatario en el rock
nacional para los que estaban contra la dictadura, pero no como acción coordinada para
combatir políticamente al gobierno de facto sino como expresión de fastidio, de
hartazgo.El rock tenía muy poca relación con otros espacios de aguante juvenil, como el
teatro. Sin embargo, ambos espacios compartían una misma dimensión: la de la
expresión en tiempos de opresión, fundamentalmente a través del cuerpo. Desde el
teatro o desde los recitales aparecía (ó reaparecía) ese poder colectivo que delimitaba
un “ellos” y un “nosotros”. Finalmente, el fenómeno del rock se vuelve a masificar. El
movimiento no deja de crecer: 60 mil personas en el regreso de SerúGirán en la
Sociedad Rural Argentina afirman la tendencia. Televisado por ATC y tras una decisión
polémica, los jóvenes rockeros le gritan al país que el gobierno (la grasa) “no se banca
más”2.

Guerra de Malvinas
A partir del año 1980 hay un intento de redefinición de las alianzas del
gobierno militar que buscaba acercarse a otros actores civiles. Esta redefinición no

2
Tema de Charly García llamado “La grasa de las capitales”.
podía dejar afuera a un movimiento que convocaba a casi sesenta mil jóvenes al recital
de SerúGirán. El aumento definitivo de la popularidad del rock por aquellos años fue
notoria pero es el conflicto de Malvinas el que produce la completa y total masificación
del rock en los medios que hasta ese momento le habían negado un espacio de difusión.
Aunque algunos autores aclaran que el rock antes de Malvinas ya gozaba de
popularidad y que lo que se produjo luego fue “un aceleramiento de la ya acentuada
masividad del fenómeno” (Vila, 1985: 105 )3 lo cierto es que durante la guerra de
Malvinas, con la emisión de un decreto que prohibía la difusión de música en ingles
tanto en radio como en televisión por parte de los militares, generó en el rock una
“repercusión de masas con la que [éste] apenas se había atrevido a soñar” (Polimeni,
200:108). El rock pasó a ocupar espacios cada vez más centrales. Este proceso se
desarrolló sostenidamente desde la época de la guerra de Malvinas, iniciada el 2 de abril
de 1982,4 y se mantuvo hasta bien entrados los 80, cuando se puede afirmar ya que el
rock pasa a ocupar una posición dominante en el campo de la música para consumo
juvenil. Con el desembarco de las tropas argentinas en las Islas Malvinas la situación
cambió ostensiblemente. Pujol (2005) señala que la iniciativa comenzó con los propios
oyentes llamando a las radios para que no pasaran temas en inglés. Lo cierto es que
hubo una orden oficial por parte del gobierno militar para que no se pasase música en
ese idioma y esto finalmente le dio al rock nacional un espacio en las radios como
nunca antes había tenido ya que, además, no pasaban folclore ni tango porque sus
contenidos eran mas contestatarios que los del rock. Pujol afirma que es una
contradicción que el rock que siempre había sido pacifista, lo que a principios de los ´70
distanciaba a sus miembros de los movimientos revolucionarios, apoyase la guerra,
además de las dificultades que un rockero, otrora admirador de los ingleses Beatles y
Stones mediante, considerara a ese país como un enemigo.
De cualquier manera no sólo se trata de ganar espacio en los medios, sino que
eso que ya se nombra sin titubeos como “rock nacional” pasa a ser legítimo y las ventas
de discos se multiplican así como la convocatoria y la organización de recitales. Por
algunos de estos motivos durante el período de la última dictadura militar (1976-1983),
que llevó adelante una fuerte represión sobre todo contra los jóvenes, hay consenso en
considerar que se trata de la etapa de afirmación del rock en la Argentina, al punto que
al final de este período, todo el movimiento cae bajo el paraguas del poderoso sintagma
de rock nacional.
Como decíamos anteriormente, a partir de 1982 se observa un creciente interés
del Estado por capitalizar políticamente las manifestaciones del rock. Ya en el último
tramo de la dictadura hubo un intento de acercamiento con el exitoso Festival de la
“Solidaridad Latinoamericana” en 1982 que fue el punto más alto y también más álgido
del período, y contó con la participación de los principales músicos argentinos de rock
quienes participaron del concierto para juntar ayuda para los soldados que combatían en
Malvinas. El hecho de que hayan sido funcionales a los intereses de los militares y la
sospecha ampliamente acreditada de que esa ayuda nunca llegó a destino, hizo que más
tarde esa participación fuera ampliamente cuestionada.

3
Esta masividad estaba sustentada, principalmente, en la asistencia de publico a los recitales. Berti lo
ejemplifica con los 60.000 personas que asistieron a un recital gratuito de Seru Giran en la Rural o los
25.000 que convocó Almendra a Obras en 1979 ( Berti, 1989: 22). A su vez, para Alabarces, los 36.000
espectadores que convoca Sui Generis a su recital de despedida: Adiós Sui Generis “institucionaliza el
rock como fenómeno de masas” (Alabarces, 1993: 70).
4
Durante el conflicto bélico contra Gran Bretaña en las Islas Malvinas, “una orden no escrita y de la que
jamás nadie se hizo cargo” prohibió a las radios la emisión de música cantada en inglés (Ulanovsky,
1995: 359). La medida implicó una amplia apertura en la difusión de música en español para llenar los
espacios radiales.
La apertura democrática a fines de 1983 supuso una profundización de las
diferencias líneas en el seno del rock nacional y el surgimiento de muchas otras. Más
allá de la vigencia de los músicos de los períodos anteriores (como Spinetta y Charly
García) aparecen otros que tienen una propuesta que pone el acento tanto en la música
como en las letras en el rock como diversión, de los que Virus, Los Abuelos de la Nada
y Los Twist son una clara referencia. Esto que fue llamado New Wave recuperó el
cuerpo, otrora ausente del rock nacional, y la diversión ya que salvo escasas
excepciones la música de las etapas anteriores no era bailable. Pero las diferencias no se
agotaron en la estética sino que también hubo una nueva ideología marcada por el
escaso apego a la política que fue criticado por la línea histórica. El movimiento que
parecía sólido y homogéneo mientras el rock ocupó posiciones marginales, estalló en
diferencias irreductibles en el momento mismo en que la posición del campo se
desplazó hacia el centro de la producción musical. Ya no se trataba de ser o no rockero
sino de qué clase de rockero se era. Al estallar la diversidad, la dicotomía pasó a ser otra
pero manteniendo su significado marcando los adentros y los afueras.

Bibliografía
-Alabarces, Pablo (1993) Entre gatos y violadores. El rock nacional en la cultura
argentina(Buenos Aires: Colihue).
-Díaz, Claudio (2005) Libro de viajes y extravíos: Un recorrido por el rock argentino
(1965-1985) (Unquillo: Narvaja Editor).
-Margulis, Mario (1994) La cultura de la noche (Buenos Aires: Biblos)
-Polimeni, Carlos (2001) Bailando entre los escombros (Buenos Aires: Biblos).
-Pujol, Sergio (2005)Rock y dictadura(Buenos Aires: Emecé).
----------------- (2007) Las ideas del rock(Rosario: Homosapiens).
-Urresti, Marcelo (2002) “Culturas juveniles” y “Generaciones” en Altamirano, Carlos
(comp.) Términos críticos de sociología de la cultura (Buenos Aires: Paidós).
-Vila, Pablo (1985) “Rock Nacional: Crónicas de la resistencia juvenil” en Jelin,
Elizabeth (comp) Los nuevos movimientos sociales(Buenos Aires: CEAL).
---------------- (1998) “Rock nacional: género musical y construcción de la identidad
juvenil en Argentina”, en CancliniGarcia(comp.) Cultura y pospolítica. El debate sobre
la modernidad en América Latina (México: Consejo Nacional para la Cultura y las
Artes).

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