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Una conclusión cabe deducir de esta dislocada actitud de

pensamiento: Cualquier intento de diálogo con la


especulación de Nietzsche, al menos en el campo de la
moral, está condenado al fracaso. El rechaza el presupuesto
de la vida moral. Sencillamente, la niega: "No existen
fenómenos morales, sino solamente una interpretación
moral de los fenómenos".

Posiblemente, algunos errores de la moral católica actual


tienen su origen lejano en la lectura de ciertas intuiciones de
las obras de Nietzsche. Pero sus lectores no han caído en la
cuenta de que, junto a la brillantez de algunas de sus
páginas, la obra filosófica de Nietzsche propone unas
actitudes existenciales que hacen imposible cualquier
intento de fundamentar la moral. Detrás de algunos
subjetivismos éticos de nuestro tiempo están latentes,
aunque lejanas, las raíces de la filosofía nietzscheana".
Como afirmó Pablo VI: "Si F. Nietzsche fuese reconocido
como el profeta del mundo moderno, ¿dónde quedaría el
Evangelio y dónde podría terminar este mundo moderno?".
El Papa hacía referencia a "las tendencias amorales de la
vida moderna" que proclama el "derecho a la libertad
indiscriminada", que "hace desaparecer el sentido del deber
y de la obligación moral, incluso en temas evidentemente
graves y comprometidos, tanto en la vida personal como
social (cfr. divorcio, homosexualidad, experiencias
prematrimoniales, etc.)". Por eso, concluía Pablo VI:

"El equilibrio de la persona y de la sociedad queda


indudablemente comprometido por la aceptación de dichos
criterios, contrarios a la racionalidad moral, jurídica, política
y mucho más a la norma de vida cristiana".

d) Las corrientes existencialistas

En época más reciente a la nuestra, algunas corrientes del


existencialismo ateo han propuesto críticas tan severas
como injustas a la ética cristiana. Por la actitud combativa,
destaca la doctrina de Sartre. La radicalidad con que Sartre
plantea el tema de la libertad humana, sin referencia alguna
a la trascendencia, le lleva a afirmar: "El hombre es
responsable de su pasión... El existencialismo piensa que el
hombre sin ningún apoyo y sin socorro alguno se ve
condenado en cada instante a inventar al hombre". De aquí
la elección arbitraria en cada momento: "El desamparo
implica que nosotros elijamos nuestro ser". Pero, como es
sabido, la razón de tal arbitrariedad es la negación de Dios:
"Si... Dios no existe no encontramos ante nosotros valores u
órdenes que legitimen nuestra conducta. No tenemos
delante ni detrás de nosotros justificación ni excusa en
relación con los valores. Estamos solos y sin
responsabilidad. Es lo que expresamos diciendo que el
hombre está condenado a ser libre".

Sartre es el testigo más cualificado de la sentencia de


Dostoiewsky: "Si Dios no existe todo está permitido". Así lo
reconoce él mismo:

"El existencialismo se opone totalmente a un cierto tipo de


moral laica que querría suprimir a

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