Sei sulla pagina 1di 10

RECORDANDO A JAIRO ANÍBAL NIÑO

“VOY A MORIR DE LITERATURA”*

*Esta entrevista fue publicada originalmente en el Magazín Dominical de El Espectador, Nº 27,


septiembre 18 de 1983

1 / 10
RECORDANDO A JAIRO ANÍBAL NIÑO

Al sentir la fantasía y los mundos maravillosos que logra crear, llegan a veces las preguntas:
¿De dónde salió este escritor? ¿Cuáles son las fuentes en que se nutre su imaginación, aparte
del oficio, del trabajo diario? ¿De dónde toma fuerzas para crear? ¿Cuál es esa lupa, esa
particular visión del mundo que le permite ver –además de la tragedia-, la creatividad, la magia
y la fantasía de la vida? Una entrevista con Jairo Aníbal Niño es como un cuento.

Por Guillermo González Uribe

En Moniquirá, Boyacá, nació hace algo más de cuarenta años uno de los mejores
conversadores del mundo. No encontró él la literatura, ella lo encontró a él. Y fue hace muchos
años, cuando él era niño.

-  Llegó a mi casa una anciana de nombre muy bello, un nombre de personaje de cuento, 
Agueda.  Llegó a mi casa y nadie le preguntó de dónde venía ni para dónde iba. Simplemente
llegó y se quedó. Fue como una abuela que hubiera llegado del fondo del tiempo. Ella nos
reunía a los niños en una cocina muy grande que tenía la casa –esas cocinas con estufa de
leña-, y después de la cena nos contaba los cuentos de los aparecidos, de los enamorados, de
los bandidos; es decir, la literatura más entrañable de este país. Yo era muy pequeñito cuando
de labios de Agueda me acerqué a la emoción de la historias amorosas más apasionantes, a
los crímenes más espeluznantes y a la fantasía más desbocada. Me acuerdo del final de uno
de los cuentos de bandidos que jamás se me olvidará. Era el fin de un bandido boyacense y
santandereano a la vez, su final. Agueda nos contaba por episodios los cuentos…En el último
episodio de éste, nos miró a los niños a los ojos y nos dijo:

- Ahora vamos a contar la última parte del cuento, es la parte en que el bandido llega al pueblo
a cumplir una cita de amor. Él sabía que lo iban a matar, pero la cita de amor no se podía
cancelar jamás, porque a la vez que era una cita con la muerte, porque lo iban a matar, era una
cita con la vida, porque lo estaba esperando la mujer que él amaba.

- Y ante estas cosas uno no duda. Yo aprendí en ese momento que frente a esas disyuntivas el
hombre jamás calcula, sino que va. Uno debe estar donde tiene que estar. Y en ese momento
el bandido tenía que estar cumpliendo su cita amorosa. ¿Cómo llega? En su caballo blanco,
que es el caballo de los cuentos árabes. Llega en su caballo y el pueblo está en silencio, ese
silencio que precede los cataclismos. Llega a la plaza y se da cuenta que le han tendido una

2 / 10
RECORDANDO A JAIRO ANÍBAL NIÑO

emboscada. Sin embargo  taconea su caballo, que responde al golpe del hombre –un golpe
amoroso del galán amoroso-, y avanza por el medio de la plaza. Llega un momento en que le
disparan los enemigos que están emboscados en las cuatro bocacalles y en los edificios
oficiales. Ella nos dijo aquella vez que le dispararon todos los tiros del mundo, ni uno más ni
uno menos, todos. En algún ensayo que hice para escribir el cuento, dije que recibió tantos
tiros, que no parecía caer sino ascender, entre el polvo. Cayeron el hombre y su caballo, y los
asesinos se acercaron, temerosos, como se acerca todo asesino de tigre –quien haya
asesinado a un tigre se acerca con el temor de que conserve aún un átomo de vida, que sería
mortal; por la fuerza, y por el odio o por el amor-.

- Cuando se acercan los asesinos –decía Aguedita-, el caballo se levanta con su jinete a
cuestas, salta sobre los asesinos, galopa y se pierde en la noche.

- Y nos miraba a los niñitos que estábamos todos asombrados, y nos decía:

- Y un día de estos va a volver.

- ¿La novia? La novia también lo está esperando. En mi cuento ella es inmortal. No se puede
morir sin verlo otra vez. Así él vuelva dentro de quinientos años, porque a una mujer
enamorada no se le puede jamás dejar esperando en una ventana. Él hombre volverá, y ella lo
estará esperando. Yo sé. En este momento ella tiene 120 años, y está más joven que nunca. Y
será eterna.

LOS GITANOS

-         Lo de Agueda fue uno de los elementos. Pero hay otros: los gitanos. Los gitanos
acampaban en un  potrero muy grande, cerca de mi casa. Era una conmoción su llegada, todo
lo que significaba para la vida del pueblo. Y por el otro lado la aprensión de mi madre, que
como todas las madres que protegen a sus hijos, pensaba que los gitanos se robaban a los
niños. Sin embargo, con la misma complicidad de mi madre y de mi padre, los niños nos
escapábamos de noche. Era muy lindo, porque los padres nos prohibían hacerlo, pero se
hacían los de la vista gorda. Porque de todas maneras sabían que nos escapábamos, y en el
fondo, por instinto, sabían que eso era bueno. Entonces nos deslizábamos –es una cosa
hermosa deslizarse uno y escaparse- y llegábamos al sitio donde ellos acampaban. Yo me

3 / 10
RECORDANDO A JAIRO ANÍBAL NIÑO

encontré entonces con cosas maravillosas, con los domadores de caballo. Con un hombre que
me decía:

-         El mejor domador del mundo no es un hombre muy fuerte que castiga a los caballos. Es
un hombre que les sabe cantar a los caballos. Cantando doma como nadie en el mundo. Pero
no es un domador. Ése es un término inexacto. Bueno, algunos caballos se doman, pero la
relación es entonces una relación turbia, porque es una relación de violencia, de opresión, de
esclavitud. La mejor manera es hacerse uno amigo del caballo y para eso hay que cantarle.
Hay que cantarle a los caballos porque son muy parecidos a las mujeres.

-         Entonces era toda una filosofía sobre la vida, sobre el amor. Y yo chiquitico oía todas
estas cosas y aprendía.

LO ÁRABE

-         Sí, lo árabe creo que es de lo más importante. Mi padre tuvo la fortuna de tener un amigo
entrañable, un amigo del alma –no todos los seres humanos tienen esa suerte. Es difícil. Es la
complicidad entrañable con el hermano. Quizás se confunden, no se sabe dónde empieza uno
y dónde termina el amigo-, eran dos amigos del alma. Entonces, cuando yo nací, fue una
fiesta…Yo te decía que soy un hombre feliz. Sí, lo soy desde mi nacimiento, cuando me recibió
la alegría y la fiesta. Fue una fiesta para mi padre, para todos los que nos querían y
especialmente para ese hermano de mi padre, que era una especie de tío que me había dado
la vida.

-         Hizo una cosa muy linda ese tío. Yo estaba recién nacido, creo que tendría diez o quince
minutos de vida –nací en mi casa-, cuando él se apareció con dos cosas muy importantes: un
ramo de rosas y una botella de vino. Las rosas se las dio a mi madre y destapó la botella de
vino, mojó su dedo meñique en el vino y me lo pasó por los labios –al niñito recién nacido- ¡me
consagró a la vida! Después de la leche materna, el segundo alimento para mí fue el vino. Y él
no hizo sólo eso, que ya era una cosa muy hermosa en relación con la vida, sino que me acunó
en sus brazos, se sentó en uno de esos taburetes de palo de los pueblos, y me contó un
cuento en persa. En persa. Y desde ese momento me siguió contando cuentos orientales.

EL BARCO

4 / 10
RECORDANDO A JAIRO ANÍBAL NIÑO

-         Él me hablaba de sus tierras lejanas y del mar y de los barcos. Moniquirá está entre
montañas, pues es un sitio mediterráneo, y siempre me preocupó el mar. ¿Cómo era el mar?
¿Cómo eran las distancias? ¿Qué era la distancia? Y un día, yo tendría cuatro o cinco años,
pero ese recuerdo es nítido en mi memoria, le dije:

-         Abut, ¿cómo son los barcos?- Él me miró y me dijo-:

-         Hijo, de los barcos no se puede hablar, como no se puede hablar de los caballos ni de
las mujeres.

-         Yo después agregaría algo a esta lista: como no se puede hablar de la literatura, ni del
béisbol; esas cosas son. Sin embargo a mí, como a todo niño, eso no me satisfacía, porque yo
quería saber. Insistía e insistía, y él, que era muy sabio, me decía que no, que algún día tendría
que ver los barcos y el mar, porque él no tenía palabras para explicarme eso. Sin embargo,
como todo niño, yo también era inteligente y trataba de sacar por otro lado la respuesta. Un día
le dije:

-         Abut, ¿los barcos son muy grandes?

-         Sí hijo, son muy grandes.

-         ¿Como este pueblo?

-         Sí, los barcos son como este pueblo.

-         ¿Como este pueblo los barcos tienen árboles y tienen muchachas?

5 / 10
RECORDANDO A JAIRO ANÍBAL NIÑO

-         Sí hijo. Los barcos tienen montañas y árboles y caballos y muchachas.

-         Jamás pude olvidar esto. Años después, cuando tuve también la suerte, por un tiempo
importante de mi vida, de navegar, me di cuenta de que era cierto. Que uno navega con el
mundo a cuestas. Que uno se embarca con todo lo terrestre que tiene, que precisamente el
mar es una aventura, es un elemento en el cual uno está como si estuviera en el aire, y que
para poder volar, como para poder navegar, uno tiene que llevar un equipaje de recuerdos y de
vida, que son los recuerdos terrestres.

LAS MIL Y UNA NOCHES

-         Ése era el tipo de educación que yo recibí desde pequeño, unido a una cosa también
maravillosa. Un día, sobre la larga y ancha mesa del comedor de mi casa- esas mesas de
madera eternas-, apareció un libro: Las mil y una noches, empastado en cuero, hermoso.
Realmente fue el primer libro que yo leí en mi vida. Y hay algo, alrededor de la aparición de
este libro, que parece un cuento. No se supo cómo llegó a mi casa. Nadie lo llevó. Yo averigüé
después con mis padres, con mis amigos, con los amigos de mis padres. Nadie lo llevó.
Simplemente apareció sobre la mesa. Yo he pensado que tal vez un día Simbad el Marino llegó
a Moniquirá. Mis padres, con esa hospitalidad oriental, lo invitaron a su casa. El cenó y antes
de partir, a la madrugada, dejó sobre la mesa el libro. Eso es cierto porque años después yo
encontraría en Sincelejo la casa donde vivió Simbad el Marino.

-         Cuando yo hablo de estas cosas tengo que explicar que es cierto. Que Simbad el Marino
estuvo en Colombia, de carne y hueso. Porque si no, se piensa que es ficción, que es un
sueño, que es la ilusión. No. Simbad el Marino estuvo aquí, estuvo en Moniquirá y fue quien me
dejó ese libro. Te digo, años después el viviría en Sincelejo. Hay allí una casa hermosa –junto
a otras casas maravillosas que hay allí, y que están desapareciendo no meramente entre el
polvo, sino entre la insensibilidad y el olvido-, que pocas personas conocen, que fue la casa
que habitó Simbad el Marino. Porque de pronto yo entro a una de esas casas de Sincelejo,
aparentemente en ruinas, pero abro una puerta y descubro un salón como el salón del
inolvidable sultán de Las mil y una noches. Tiene el mismo fulgor, el mismo brillo. ¿Y cómo se
ha logrado este brillo? ¿Por qué para mí es mucho más bello que el brillo de un salón lleno de
esmeraldas, diamantes y otras joyas? El milagro lo hicieron en Sincelejo con unas modestas
láminas de hojalata, con unas tijeras para cortar hoja de lata, con la nostalgia, y claro, con la
capacidad para hacer las cosas.

6 / 10
RECORDANDO A JAIRO ANÍBAL NIÑO

LA ESCUELA DE LA VIDA

-         Fundamentalmente he estado en la escuela de la vida. Llego a estudiar a Bucaramanga


donde me expulsan del colegio porque no asistía a clases. Me parecía que el aula era yerta,
era fría, que el aula no me estaba enseñando nada. Que en alguna parte me estaban
estafando, porque yo no aprendía absolutamente nada en el colegio. Sino que era en las calles
y en los parques y en los teatros de Bucaramanga, donde yo estaba aprendiendo lo mejor de la
vida. Entonces yo era amigo de los choferes de Copetrán, de los lustrabotas, de las prostitutas,
de los futbolistas; es decir, de toda la gente honorable de la ciudad. En ese momento me
encontré con esa parte de la vida y fue muy emocionante, porque de pronto yo empezaba a
leer a Homero, La Ilíada, ese lindo cuento de bandidos, en un parque de Bucaramanga, al lado
de un taxista amigo y con el taxista amigo empezábamos a hablar de los personajes de
Homero. Hasta que al final, de pronto, yo sabía que el taxista se estaba enamorando de
Helena, de una manera peligrosa –porque todo enamoramiento es peligroso, porque es de vida
o muerte cuando es de verdad, entonces uno no sabe lo que va a pasar-; así aparecían las
cosas del amor y de la guerra. Y a mí me parecía mucho más emocionante y mucho más
inteligente y para mi aprendizaje mucho más sensato, estar al lado de los choferes de camión,
conversando sobre los personajes de Homero, que en un salón, donde no meramente no
estaba aprendiendo nada, sino que estaban matando a La Ilíada.

EDUCASTRACIÓN

-         La educación formal la tuve, pero considero que en este momento en el país, la
educación como sistema es un desastre. Está dirigida a quitarle al niño y al joven su capacidad
de volar. Porque yo antes de pensar que el hombre es un mamífero y un bípedo, creo que es
un ser alado. Pero cuando el niño llega a la escuela, le cortan las alas. Y no meramente a lo
largo de la escuela sino que eso se proyecta también a lo largo de la vida. Algunos niños y
jóvenes se salvan por el trabajo abnegado y sacrificado de algunos maestros, un trabajo
heroico.  Pero la educación en sí, como sistema, está dirigida a aplastar toda posibilidad de
creación, toda capacidad de vuelo, toda capacidad de insurgencia.

-         Cuando la educación te coloca de espaldas a la vida, cuando la educación no te prepara


para conocer tu propio país, para conocer el mundo, yo creo que algo malo está pasando y que
no es una educación realmente correcta. Pienso que en las escuelas hace falta la aparición de
muchos elementos. De una ciencia rigurosa, naturalmente, pero que como toda ciencia
rigurosa sea apasionante y apasionada, puesto que la ciencia es una fiesta. Pienso que hace
falta el sentido de fiesta en la educación colombiana y que de pronto es bueno que en los
salones de clase suenen las orquestas. Que cuando estemos hablando, por ejemplo, de poesía

7 / 10
RECORDANDO A JAIRO ANÍBAL NIÑO

latinoamericana, está muy bien que tengamos que hablar de voces memorables y hermosas
como la de Neruda y la de Miguel Hernández o como la de Vallejo. Pero al lado de estas voces
deben aparecer otras como las de Agustín Lara o Armando Manzanero, que son poetas
contemporáneos muy importantes, pero no aparecen. Ni aparecen de pronto los futbolistas
hablando en las escuelas de algo tan importante como es el fútbol. A las escuelas no las visitan
los astronautas. Aquí de pronto hay un congreso muy importante de cirujanos del corazón, que
estudian algo muy hermoso. Entonces a estos señores los encierran en ámbitos muy estrechos
de especialistas. ¡Pero si es que los niños y los jóvenes quieren saber también de qué color,
cuánto pesa y cómo suena su corazón! Pero estos personajes no llegan a las escuelas. Es
decir, la vida no llega a la escuela.

POESÍA Y ALEGRÍA

-         Considero que el poeta es el responsable de la alegría humana. Al conocer a este


pueblo, me he dado cuenta de que aún en los momentos de más dura tragedia hay una
capacidad para el humor y para la alegría, que es lo que nos garantiza la supervivencia. Si no
fuera por eso, sería la desaparición total de la vida. He comprendido que ante la eterna
contradicción entre Eros y Tánatos, en este país siempre ha ganado Tánatos. Pero uno debe
estar al lado de Eros. El pueblo precisamente le enseña a uno a ver la vida de esa manera.
Hay mucho dolor, hay mucha tristeza, pero si creemos en el futuro y si creemos en la
supervivencia del hombre, esto se logrará fundamentalmente a través de la alegría. El Che
Guevara es para mí, por un lado la expresión de la poesía y por el otro lado la expresión de la
alegría. Armado con estos dos elementos es que él se va a Bolivia y sobrevive en este
momento. Por eso es que de pronto, el viaje del Che a Bolivia no se puede explicar. Algunos
compañeros le hablan a uno de economía política o de otras cosas. Pero hay algo que en el
fondo le dice a uno que no es por ahí.

-         El Che viaja a Bolivia porque va a cumplir ese compromiso como lo cumple cualquier
poeta. A uno le dicen que es muy extraño que el Che se hubiera ido al último lugar de la tierra
donde era posible en ese momento la revolución. Yo creo que ahí está la respuesta. El Che,
como poeta, se va precisamente por eso, porque era el último lugar de la tierra donde era
posible la revolución. Se va a imponer un sueño…Como el jinete del caballo blanco. Porque la
vida no es un cálculo. Tú no puedes calcular ni el amor, ni la revolución ni la vida. Pero tú te la
tienes que jugar allá donde brille más, que precisamente es donde más riesgo hay. Donde está
el riesgo de perderla es donde es más emocionante vivirla. El amor más intenso es intenso y
emocionante precisamente porque uno siempre está al borde de perder al ser amado. Porque
el amor tiene que construirse todos los días, segundo a segundo. Es una profesión, yo creo
que la más honorable. Uno debería ser especialista en amor.

8 / 10
RECORDANDO A JAIRO ANÍBAL NIÑO

EL BRUJO

-         Quienes me quieren dicen que soy un tipo chévere. Yo diría que soy un brujo. Un brujo
que tiene la palabra como elemento. Quienes nos dedicamos a estos duros y hermosos oficios,
somos eso. Y con esto no quiero decir que seamos mejores o peores que los demás seres
humanos. Tenemos ese oficio, como otros tiene oficios maravillosos; como Pelé tuvo el suyo
–a quien le tengo tanta envidia, envidia de la buena-, como el astronauta tiene su oficio, como
el obrero metalúrgico tiene el suyo.  Creo que todos formamos parte de una intrincada red de
vida, en la cual el brujo tiene la necesidad de recuperar para la vida la alegría. Cuando
hablamos de que la injusticia tiene que ser eliminada de la tierra, que la opresión tiene que ser
eliminada de la faz de la tierra, no estamos sino reclamando para el ser humano su capacidad
o su posibilidad de ser feliz, de la alegría. Todo régimen que esté en contra de la libertad y la
dignidad humana, está en contra de la alegría, está en contra de la fiesta, son aguafiestas. El
fascismo y el imperialismo son aguafiestas. Por eso la lucha, fundamentalmente, al lado de la
satisfacción de todas las necesidades elementales, está dirigida precisamente a que el ser
humano tenga la posibilidad de ser feliz. Esto que estoy diciendo suena como muy heterodoxo,
no aparece con frecuencia en los discursos de nuestros queridos compañeros, pero yo creo
que en el fondo ellos saben que es así. Y algún día esto será claro. Estamos trabajando todos
para luchar contra la oscuridad, contra la opresión, contra y la injusticia y para preservar la
capacidad del hombre a la sonrisa, a la fiesta.

EL ARTISTA Y LO POPULAR

-         La vida del pueblo es la que produce en primera instancia la literatura y el arte. Luego, el
artista toma este material, lo reelabora y lo devuelve. Pero la vida está ahí. Rulfo está primero
en la vida. Viene este maravilloso tío mexicano, escucha, se convierte su corazón en oído y
trabaja esta materia prima, escribe o El llano en llamas, o Pedro Páramo. Y los ejemplos son
todos. ¿Cómo pintan los mejores pintores? Tomando primero el fulgor y la luz que está en la
vida, en la música. Todo está ahí. Claro, el artista reelabora, porque ese es su oficio. Vino al
mundo para eso. Pero bebe en esas tetas, en las tetas de la vida. En ese sentido sí sería un
mamífero, porque se nutre en las maravillosas tetas de la realidad. Y esa leche lo contiene
todo, la fantasía más desbordada, la imaginación más calurosa. Ahí están.

LOS VIAJES

-         Desde hace mucho tiempo descubrí que mi bitácora, mi Kodak, es mi corazón. Para mí

9 / 10
RECORDANDO A JAIRO ANÍBAL NIÑO

todo es un viaje. Y de pronto conocer a un hombre a o a una mujer es otra manera de viajar.
Quererlos u odiarlos. Que no pasen desapercibidos. Jamás. El corazón humano no tiene
medianías. El corazón ama entrañablemente u odia profundamente. Lo que está en la mitad es
algo muerto. Uno no puede amar a medias ni odiar a medias, porque en ese caso no existe el
sentimiento sino una caricatura del sentimiento. En ese caso se es un ser muerto, despojado
por la capacidad emocional. Es todo, como la filosofía de los tahúres: o todo o nada. Como la
vida.

¿QUÉ SIGUE?

-         Un ejercicio diario de vivir, de amar entrañablemente este país, de estar comprometido
con su futuro, lo que quiere decir con un cambio revolucionario de la sociedad; de estar al lado
de mi pueblo, ya que soy hijo del pueblo y soy leal a él, y de trabajar todo el tiempo para ser
digno de ese amor, porque a la vez que amo, me aman entrañablemente.  Y seguir
produciendo, porque para mí también es la vida. Yo no me voy a morir de tuberculosis, ni de
cáncer, ni de pronto porque me atropelle un bus. Yo voy a morir de literatura. Es decir, el día en
que sea incapaz de responder a la llamada de un cuento, hay que enterrar a Jairo Aníbal Niño,
porque estará muerto. Entonces, es mantener esa vida, esa lealtad, esa capacidad de alegría,
esa capacidad de juego, ese oficio. Yo creo que no es uno quien escoge la literatura, sino que
la literatura lo escoge a uno. Ahora, uno tiene que ser digno de esa escogencia. Algunos
compañeros no lo son, y quedan a mitad de camino, desaparecen. Pero quienes nos estamos
jugando la vida con esto, sabemos que cada segundo es un compromiso formidable, dulce,
terrible, como el del amor. Y que entonces tenemos que ser unos enamorados eternos,
permanentes. Es lo menos que podemos hacer con la sabiduría que nos ha dado la vida del
pueblo, por la poesía que él destila y por su coraje. Un pueblo azotado por tanto dolor, como en
este momento está el pueblo colombiano; un pueblo que ha tenido y tiene que soportar tantas
injusticias y que todavía es capaz de soñar, nos está demostrando que quienes van a
sobrevivir no son los tiranos de turno, ni los verdugos, sino el alma de este país, que está
representada en lo mejor de su pueblo, en lo más transparente de él.{jcomments on}

10 / 10

Potrebbero piacerti anche