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CLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA
ESTUDIOS
Y ENSAYOS
M O S E S !. FINLEY
ESCLAVITUD AMT^eUA
E IDEOLOGÍA IViODERNA
Traducción casteilana de
ANTONiO-PROMETEO MOYA
EDITORIAL, CRÍTICA
Grupo editorial Grijalbo
BARCELONA
Título original;
ANCIRNT SLAVERY AND MODERN IDEOLOGY
Chiitto and Windus, Londres
Maqueta: Alberto Corazón
ISBN; 84-7423-170-1
Depósito legal: B. 13.693-1982
Impreso en España
1982. — Alfonso impresores, S. A., Recaredo, 4, Barcelona - 5
A Jean-Pierre Vernant
y Fierre Vidal-Naquet
PRÓLOGO
M. I. F.
11. The Social Teaching of the Christian Churches, trad. de Olive Wyon,
2 vols., Londres y Nueva York, 1931, I, p. 132. Y añade: «Así pues, los
cristianos no cambiaron nada en las leyes que afectaban a los esclavos ...
Constituye esto una de las más típicas ilustraciones de la actitud de los cris
tianos hacia el mundo; renunciaron a éste y sin embargo se comprometie
ron con él, sin imaginar, ni poder imaginar siquiera, ningún cambio en el
sistema social».
12. La descripción del certamen sería tema complejo por varias circuns
tancias: 1) Los ocho artículos eran anónimos, y el informe de Michelei a
la Académie, Mémoires, vol. 3, 1840, pp. 655-671, los identifica sólo me
diante un número. 2) El artículo ganador fue un esfuerzo conjunto de Wallon
2. — FINLEY
18 ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGIA MODERNA
14. «El fracaso de los humanistas en conseguir algo en la lucha por los
derechos humanos» es otro ejemplo típico. Véase Vogt, op. cit., p. 203.
15. Véase P. Vidal-Naquet, «Réflexions sur l’historiographie grecque de
l’esclavage», en Colloque 1971, 1972.
ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGIA MODERNA 21
24. En Jameson, op. cit., pp. 260-287 hay una breve investigación sobre
las fuentes del libro XV de Montesquieu.
25. Por el contrario, en Rome au siécle d’Auguste, obra erudita y po
pular que tiene por modelo el Anacharsis de Barthelémy, como el subtítulo
indica, Voyage d’un Galois a Rome, París, 1835, 4 vols. (ed. rev., 1846-
1847), L. C. Dczobry dedica una ácida «carta» (n.° 10) a la esclavitud y
vuelve sobre el tema en varios lugares, sobre todo en la larga n.° 88, sobre
las villas. Bastará una frase para ilustrar su postura: «Los ciudadanos entre
los que la luz de la filosofía encendió al parecer sentimientos de humanidad
son tan impíos como los otros» (I, pp. 100-101). Véase más abajo para este
contraste entre las «antigüedades» griegas y romanas.
ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA 25
26. ' H . E. Stier, Grundlagen und Sinn der griechischen Geschichte, Stutt-
gart, 1945, p. 23, elogia su oposición a «todo el confuso fanatismo de sus
contemporáneos por la libertad».
27. A. Momigliano, Siudies in Historiography, Londres, 1966, pp. 42
y 49.
26 ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA
28. Sin embargo, Gibbon poseía ejemplares de casi todos los princi
pales estudios anticuarios y demográficos mencionados más abajo: Geoffrey
Keynes, The Library of Edívard Gibbon, Londres, 1940,
ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA 27
lia, Grote escribía; «Por regla general, el cultivo del suelo por
esclavos o subordinados, en beneficio de los propietarios de las
ciudades, dominaba en casi toda G r e c i a P e s e a tratarse de una|
(obra mucho más extensa que la de Gillies, la esclavitud no ocu-,
jpaba mayor espado, y eUo en el mismo contexto; Esparta y pasa-
jjes narrativos. Que es más perspicaz en sus observaciones y mu
cho más «moderno» en la crítica de las fuentes no hace falta de
cirlo; pero es irrelevante para nuestro tema.
La conclusión inevitable es que quienes afirman que el interés
moderno por la esclavitud antigua comenzó en la Ilustración y el
abolicionismo han buscado a ciegas en lugar indebido.,: Han olvi
dado que, con clara frase de Momigliano, durante los siglos xvii
y X V III «los modernos escribían antiquitateSj_no historias romanas^
(o griegas)».^lY entre los anticuarios, el estudio de la esclavitud \
antíguáTconcretamente, la esclavitud romana) alcanzaba una escala I
monográfica en las fechas más tempranas.^ Me limitañé a mencionar
unos cuantos de una cañti^dconsiderable, en particular a los que
fueron generosamente utilizados y citados hasta fines del siglo xix,
a veces en el xx, entre ellos dos de los p r i m e r o s . E n 1608, el
frisón Tito Popma publicaba en Leiden su De operis servís líber,
que consistía fundamentalmente en una serie de «definiciones» de
términos tales como vicarius o dispensator, seguidas de un par de
citas relevantes de autores antiguos. Cinco años después, el ecle
siástico y anticuario paduano Lorenzo Pignoria publicaba un mamo
treto de más de 200 páginas, De servís et eorum apud veteres
ministeriis commentarius, erudito y sistemático, con un índice de
fuentes de aspecto muy moderno que incluía no sólo textos lite
rarios y jurídicos, sino también inscripciones y monumentos figu
rativos. El cuerpo del libro consistía en un detallado informe de
las ocupaciones urbanas de los esclavos romanos que no habría
de superarse hasta fines del siglo xix.“ Ambas obras se impri-
cada principalmente» de Popma y Pignoria, que «nos han ahorrado casi todo
el trabajo». Vale la pena advertir que se trata de las tres únicas obras espe
cíficamente dedicadas a la esclavitud antigua que se incluyen en la ya clá
sica de J. R. McCullücb, The Literature of Politicd Economy: A Classified
Catalogue, Londres, 1845.
33. Véase Moinigliano, op. cit., cap. 4: «Friedrich Creuzer and Greek
Historiography».
ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA 29
Olmscula, Gotinga, 1796, IV, pp. 120-139. Es tentador sugerir que Heyne
i IcIjíós u conocimiento de Millar y algunas de sus ideas más generales sobre
d, tema a su discípulo J. R. Reitemeier, del que hablaremos más abajo.
43. Estudiaremos después la nueva concepción de que la sociedad huma-
liii había progresado en etapas distintas, caracterizadas por diferentes modos
de subsistencia.
44. B. Franklin, «Observations concerning the inerease of Mankind»,
'l'bc Papers of Benjamín Franklin, ed. de L. W. Labaree, New Haven, 1961,
IV, pp. 225-234, en pp. 229-230; Millar, op. cit., pp. 199-203; A. Smith,
/.<; riqueza de las naciones, lib. I, cap. 8. Debiera subrayarse que nadie en
tíNIe período sugirió que el trabajo esclavo fuera improductivo: el cambio
Ilícito de lo costoso o lo ineficaz por lo improductivo lo han hecho algunos
liÍHloriadores de la Antigüedad vigesimoseculares. Debiera decirse también
que el antiguo juicio negativo sobre la esclavitud, dudoso como mucho, se
lítwiiba únicamente en hipótesis sobre las virtudes de la libertad económica:
vénsc Temperley, art. cit., pp. 106-|()9,,. - < : ^y
34 ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA
45. D. Hume, «Of the Populousness of Ancient Nations», 1752, cit. por
Essays, Londres, 1903, p. 384.
ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGIA MODERNA 35
lindo por los que lie llamado «economistas». Como era de prever,
He preocuparon de la esclavitud. Los dos primeros que nos inte
resan fueron Benjamin Franklin, que escribía en un contexto co
mercial y proteccionista totalmente contemporáneo, y David Hume,
que descalificó abiertamente la presunta superioridad demográfica
(Je los antiguos.
En 1751 Franklin escribió un libelo titulado «Observaciones
relativas al aumento de la población humana», de sólo ocho pá
ginas, según las modernas ediciones de sus escritos, que circuló
de mano en mano hasta que se publicó en 1755 en Boston y se
l’dmprimió varias veces inmediatamente después en Londres. La
Hccción 13 enumeraba seis cosas que «debe reducir una nación»,
entre ellas «la importación de esclavos». Su explicación merece
que se la cite por entero: «Los negros llevados a las islas azuca
reras inglesas han hecho que la población blanca disminuya allí
grandemente; los pobres están, por esta razón, faltos de trabajo,
mientras que unas pocas familias se hacen con inmensas propie
dades; que derrochan en lujos impropios y educando a sus hijos
en la costumbre de estos lujos; idénticos ingresos necesitaría el
sustento de quien mantuviera a cien. Los blancos que tienen es- ■
clavos, pues no trabajan, se debilitan, y por tanto no suelen tener
mucha descendencia; mientras que los esclavos trabajan en ex
ceso, están mal alimentados, su constitución se quebranta y hay
entre ellos más defunciones que nacimientos; de manera que
se necesita un continuo suministro de África. Las colonias
septentrionales que tienen pocos esclavos aumentan en pobla
ción blanca. Los esclavos perjudican, además, a las familias que
se sirven de ellos; los niños blancos se tornan soberbios, rea
cios al trabajo y, educados en el ocio, son incapaces de vivir con
diligencia».
Simultáneamente, y al parecer sin conocimiento del incisivo
folleto de Franklin, Hume escribía su «De la población de las
Ilaciones antiguas», enjundioso ensayo (publicado en 1752) que,
n pesar de su título, abarcaba tan amplio espectro que mereció el
beneplácito de McCulloch un siglo después, «la más perfecta
investigación respecto de cualquier asunto vinculado con la eco-
36 ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGIA MODERNA
,53. Gj-an <.lc ].i liter.-jtura viene resumida hasta extremos dolorosos
en R. L. SatKcnl, The Sizc of the Slave Population at Athens {Univ. of
Illinois Studics on ihe Social Sciences, X II, 3), 1924, cap. I; véase la inás
breve y reciente reseña de Lencman, op. cit., p. i.
ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA V)
61. El resumen <le una frase de Vogt, op. cit., pp. 170-171, también des
cuida la atgumcnlación de base. Ubica el libro en contexto inexacto (la
Ilustración) cuando esciibe (tras haber pasado por alto la verdadera fecha
de composición); «En 1789, año primero de la Revolución francesa, Johann
Friedrich Reitemeier ... publicaba un ensayo ...».
ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGIA MODERNA
teóricos, románticos sobre todo, de las artes y las letras. Los in
dagadores del Geist de los griegos comprendían la barbarie, el
renacimiento, la ilustración; su mundo conceptual excluía la
producción, el capital, el trabajo y la renta. August Blockh, figu
ra descollante de la crema de la nueva filología clásica, no repre
sentó excepción alguna: su Economía pública de Atenas fue una
obra totalmente anticuaría, sin carácter y sin progenie impor
tante.
Por «nueva dimensión» no quiero indicar investigación o pes-
í quisa sistemática: ninguno de los «economistas» del siglo xix es-
I cribió nada acerca de la esclavitud antigua, ni siquiera para apro-
iximarse en la medida del ensayo de Reitemeier o las ciento y pico
|de páginas del Besitz und Erwerb de Büchsenschütz (por no
¡mencionar la Histoire de Wallon). Lo nuevo era el concepto de
etapas (o períodos) en la historia de la sociedad, definido, o de
terminado, según estaba organizada la economía: propiedad, pro
ducción, distribución. Tal concepción de la historia hace inevi
tablemente mayor hincapié en la esclavitud, al tiempo que le asig
na un papel más complejo, en el contexto de la sociedad antigua,
que hasta el momento. Basta analizar la forma en que Wilhelm
Roscher, en un ensayo publicado en 1849, confeccionó un mo
delo histórico a partir de la generalización de David Hume res
pecto de que «la principal diferencia entre la economía domés
tica de los antiguos y la de los modernos radica en la práctica
de la esclavitud»,® modelo que superaba con mucho cuanto hu
biera concebido el mismo Hume.
No es en Roscher en quien primero se piensa, sin embargo,
sino en Karl Marx. En la actualidad es preciso un esfuerzo con-
4 . “ FINIEY
50 ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGIA MODERNA
71. Sobre este pasaje, véase S. A. Mintz, «The so-called World System:
Local Initiative and Local Responso», Dialecticd Anfhropology, II (1977),
pp. 258-261. Para afirmaciones equivalentes en otros escritos de Marx, véase
Welskopf, op. cit., pp. 460-466.
72. Véase Welskopf, ibid. y Shtaerman, Die Blütezeit der Sklavenwirts
chaft in der rdmischen Republik, 1964, trad. del ruso, Wiesbaden, 1969,
páginas 15-20. Backhaus no advierte el pasaje esencial en los Grundrisse
(hasta donde he sabido buscar, dado su espantoso sistema de citación), lo
que le facilita las cosas para aprender en Marx una lección sobre su pre
sunto fracaso en aprender de Cairnes las diferencias fundamentales entre
esclavitud antigua y americana. Al terminar su artículo sobre Cairnes, Back
haus (art. cit.) parece contradecirse cuando habla de las «semejanzas estruc
turales (sobre el aspecto económico fundamental)» entre la esclavitud es
tadounidense y la del Imperio romano.
52 ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGIA MODERNA
73. La edición turinesa de 1899 había sido precedida por una edición
parcial en 1897; le siguió una traducción francesa en 1909, en castellano y
alemán en 1910, y una segunda edición italiana en 1940, con notas de
C. Barbagallo y un nuevo prefacio escrito por el mismo Ciccotti antes de
morir en 1939.
74. R. Lange, XVI (1899), pp. 761-770. El mismo juicio emitió Karl
Kautsky en una reseña de la traducción alemana en Die neue Zeit (1910-
1911).
75. Vogt {op. d t., p. 177) olvida lo esencial, la teoría marxista que
palpita en el libro de Ciccotti, cuando escribe que «como el título sugiere,
el principal interés de Ciccotti era el proceso por el que se substituyó la
esclavitud». Termina su página sobre Ciccotti del siguiente modo: «Queda,
sin embargo, el servicio prestado por Ciccotti al demostrar que los fenóme
nos económicos son básicos para la comprensión del problema de la escla
vitud en conjunto». ¿Quién, no puede por menos de preguntarse, necesitaba
ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA SI
87. Véase, por ejemplo, E. Meyer, Zur Theorie und Metbodik der
Geschichte, 1902, reimpreso en Kleine Schriften, I, Halle, 192T, p. 46. Cf.
el encendido cántico a esta concepción de Meyer en Stier, op. cit., pp. 45-53.
88. J. Hasebroek, Griechische Wirtschafts- und Gesellenschaftsges-
chichte bis zur Perserzeit, Tubinga, 1931, p. vi. Stier {op. cit.), adorador
de Meyer, comparte este juicio (p. 52) con Hasebroek, principal antimoder
nista de su tiempo.
89. E. Meyer, 'Die Sklaverei im Altertum, 1898, reimpreso en Kleine
Schriften, I, p.‘ 174, n. 2; Die luirtscbaftliche Entwicklung des Altertmns,
1895, en ibid., pp. 118-119 y 141; Geschichte des Altertums, 1901, III, \i:'c
gina 550, respectivamente.
58 ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA
raba todo lo demás que Ciccotti tuviese que decir; al citar una
frase de la Agrargeschichte de Weber en que se criticaba a Rod-
bertus, omitió el comentario de que la obra de Rodbertus era
«por otro lado una exposición muy inteligente» y no prestó la
menor atención al resto del análisis de Weberd^
En resumidas cuentas, la conferencia de Meyer sobre la es
clavitud antigua no sólo es lo más próximo al absurdo que todo
lo que alcanzo a recordar escrito pqr un historiador de tamaña
eminencia, sino que además viola los cánones básicos de la erudi
ción histórica en general y de la erudición histórica alemana en
particular. La pregunta que surge entonces es cómo alcanzó la
reputación que adquirió tan rápidamente. Hubo objetores y no
sólo de mala fama como Bücher y otros Nationaldkonomen, sino
también eminentes historiadores como el discípulo de Mommsen
Ludo Hartmann.® A duras penas escuchaba nadie y no puedo
creer que el hechizo que Eduard Meyer ejercía por entonces, no
hay que subestimarle, sea una explicación satisfactoria. Lo que
Meyer proporcionaba, y esto es una sugerencia, era apoyo y tran
quilidad autoritarios, de una manera general más que a lo largo
de su cadena de proposiciones concretas, a concepciones ya acep
tadas generalmente, o cuando menos predisposiciones, tocantes a
la ideología de los historiadores profesionales de la Antigüedad.
Era lógico por tanto que éstos cerrasen los ojos ante la flaqueza
técnica.
Paradójicamente, las lecciones que se sacaban no siempre eran
compatibles con las convicciones de que Meyer estaba profun
damente convencido. Era animal político hasta insólitos niveles
de intensidad y con un pesimismo que no hacía sino aumentar,
como manifestó claramente su larga reseña, en la Deutsche Lite-
raturzeitung de 1924, de La decadencia de Occidente de Spen-
gler, o la introducción a la segunda edición de sus Kleine Schrif-
91. Meyer, Vorschungen zur alten Geschichte, Halle, 1899, II, p. 186, y
Kleine Schriften, I, p. 83, n. 1 respectivamente.
92. En la Zeitschrift für Social- und Wirtschaftsgeschicbte, que editaba
él, IV (1896), pp. 153-157, precedida de una reseña de Bücher {Die Entste-
hung der Volkswirtschaft) a cargo del coeditor, Stephan Bauer.
ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA GI
93. Entre las obras, cada vez más cuantiosas, sobre las opiniones y
actividades políticas de Meyer, véase, por ejemplo, L. Canfora, íntellettm li
in Germania, Barí, 1979, passim, con particular referencia al período
1914-1919.
94. Signo de la posición de Meyer fue que Max Weber creyera valía
la pena rebatir su ensayo sobre la teoría y método de la historia, en un
artículo publicado por vez primera en el Archiv für Sozidwissenschaft und
Sozidpolitik de 1905, disponible en inglés en M. Weber, Methodology of
the Socid Sciences, trad. y ed. de E. A. Shil y H. A. Finch, Glencoe, 111.,
1949, pp. 113-163. Característico de Meyer fue que cuando reimprimió el
ensayo en sus Kleine Schriften apenas diera noticia trivial (p. 21, n. 1,
página 44, n. 2 y p. 55, n. 2) de lo que consideró «crítica muy penetrante
y digna de elogio» de Weber.
95. R. Pohlmann, Geschichte der soziden Frage und des Sozidismus
in der antiken Welt, Munich, 1925, originalmente publicado en 1893-1901
con el título dé Geschichte der antiken Kommunismus und Sozialtsmus. Kn
la 2." ed., 1912, cambió el título, aunque no el contenido, a causa de la
crítica.
62 ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA
5. —FDJiaS
66 ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA
126. Vogt (op. cit., pp. 170-172 y 206-208) se las ha arreglado para
hacer un mito de un perogrullesco párrafo de Humboldt, del que ya he
citado en nota 121. El caso es que todo el ensayo, un fragmento, circuló
entre unos cuantos amigos en 1793 y no se publicó hasta 1893, y nada
tiene que decir acerca de la esclavitud salvo dicho párrafo.
ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA 75
mina con las siguientes palabras; «La esclavitud fue esencial para'
la existencia tanto de esta básica voluntad (griega) de vivir como
de la dedicación a las consideraciones espirituales ... Aquellas fuer
zas fundamentales para el helenismo lucharon victoriosamente por
la milagrosa creación de la polis y su civilización en medio de la
pobreza de la tierra, la inclemencia del clima y ia oposición de
un mundo hostil. La esclavitud y su concomitante pérdida de hu
manidad fueron parte del sacrificio que había de pagarse por esta
hazaña»;.®”/ ,
Pero la historia no termina aquí. «Es posible —escribe en
un ensayo posterior— qué se haya confiado a los clásicos la tarea
de confirmar la existencia de modelos intelectuales en todos los
campos del conocimiento y de la técnica, en circunstancias de
igualdad y libertad universales.» Si «el Humanismo de los estudios
clásicos quiere sobrevivir en nuestro mundo», hemos de abando
nar el «consentimiento [ veterohumanista ] de la inhumanidad que
permitió a griegos y romanos asegurar su evolución como seres
humanos»; «debemos describir la sociedad humana como realmen
te fue, sin ocultar ni atenuar sus aspectos negativos».®^* Me parece
que hay una clave para todo el trabajo, una especie de «salva
mento de los fenómenos», de rescate del «humanismo clásico»
mediante ciertas concesiones. Añadiría que «la sociedad humana
como realmente fue» no resulta al fin y al cabo tan mala, pues
Vogt rastrea y encuentra esa «humanidad» que añoraba continua
mente en la práctica de la esclavitud. Difícilmente se considerará
irrelevante que en el repaso «desde Humboldt» sólo salga ilesa
una figura de relieve, la de Eduard Meyer.
En la clara dicotomía que sugerí al comienzo, el interés de
Vogt por la esclavitud antigua es totalmente moralista, o tal_ vez
«espiritual», no sociolójjicq|T5THrqm~'qüé~kir"obsesión por el
marxism.o se apoye en suelo limitado. El «rasgo más destacado»
del artículo de Eduard M ejet sobre la esclavitud, escribe, es
«que destruye la idea de la presunta evolución regular desde un
II 127. I Vogt, op. ch\, p. 25. En la última frase, el eco del Heeren {op. cit.
efrcota'13) es sorprendente. Vogt no menciona a Heeren, cu5/a muy consi
derable influencia no entró en la corriente «humanista».
128. Vogt, op. cit., pp. 208-210.
76 ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGIA MODERNA
mdfi
78 ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA
141. Vogt, op. cit., p. 185. No pasará por alto al lector atento que
Vogt no es del todo coherente en estas afirmaciones programáticas.
142. P. Bourdieu, en Actes de la Recherche en Sciences Sociales, n.° 17-
18 (1977), p. 3.
82 ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA
no teorizar; y recuerdo muy bien que uno dijo que, así las cosas,
un hombre podía también meterse en una cueva para contar las
piedras y tomar nota de los colores. ¡Qué extraño que nadie com
prendiera que toda observación ha de hacerse en favor o en contra
de una opinión si quiere tener alguna utilidad!».*'*^ En lenguaje
más formal, toda exposición factual «presupone conceptos cuyo sig
nificado viene dado por lo menos parcialmente por el contexto de
la teoría» Ni el filólogo ni el historiador constituyen excepción
alguna.
Buckland advirtió que «apenas hay un problema» en el dere
cho romano «cuya solución no esté lastrada por el hecho de que
una de las partes del trato sea un esclavo».^''^ Esto es demasiado
estricto. Yo debiera añadir que no hay acto o creencia o institu
ción en la Antigüedad grecorromana que no esté lastrada de una
otra forma por la posibilidad de que cualquiera sea un esclavo.
De donde se sigue que la esclavitud no puede abstraerse de su con-
1 ^texto. De donde se sigue, además, que mi respuesta a la pregunta
formulada más arriba, si podemos esperar una «síntesis» cualitati
vamente mejor que la de «la historia de la esclavitud grecorro
mana» de Westermann, es ambivalente. Es indudable que puede
haber otras más seguras, más completas en cuanto a conocimiento
y dominio de las pruebas antiguas, más sistemática y coherente
mente organizada. Pero el problema más profundo no tiene nada
que ver con los detalles de Westermann, sino con su concepción
de la sociedad antigua en particular y del proceso social en gene
ral. Todos los libros de este tenor, al igual que cualquier obra
histórica sobre arte militar, religión o economía, de la Antigüedad
o la modernidad, de Oriente u Occidente, implican, y sólo pueden
explicitarlas de manera limitada, estas concepciones básicas. Vale
la pena advertir qué parte tan considerable de los actuales debates
sobre la esclavitud americana pasan de los desacuerdos acerca de
4. Véase J.-P. Vernaiit, Mythe et pernee cbez les Grecs, París, 1965,
parte 4. [Hay trad. cast., Eudeba, Buenos Aires.] Cf. Y. Garlan, en Garn-
sey, ed., Non-slave Labour in Graeco-Roman Antiquity, 1980, sobre la apa
rición relativamente tardía tanto del trabajo asalariado como del propieta
rio-campesino libre en la historia de Grecia.
5. Por ahora enfoco al esclavo como tipo ideal. Más abajo veremos las
diferencias que había en realidad en el seno de la población esclava.
APARICIÓN DEL ESCLAVISMO 8 /
Domina una situación aún peor en relación con las otras for
mas de trabajo obligatorio que han aparecido a lo largo de la his
toria. Síntoma de nuestra terrible dificultad para comprender es
que seamos incapaces siquiera de traducir los términos a los mo-
i: demos idiomas occidentales: «ilota» no es una traducción, sino
j una adopción; «esclavo por deudas» es una expresión artificial;
; pelatai, laoi y, en los idiomas no latinos, clientes y coloni, ni si-
quiera se han adoptado, sino simplemente transcrito. ,J
Cuando digo que no podemos traducir estos términos, no
quiero decir que los historiadores no los traduzcan en todo mo
mento cuando escriben sobre el mundo grecorromano y, más aún,
sobre el Próximo Oriente antiguo. El magnetismo de la tradicio
nal división tripartita del trabajo en esclavo-siervo-libre es al
parecer irresistible. Los procedimientos varían. El más corriente
es motejar de siervo a todo el que no es, evidencias por delante,
ni esclavo ni hombre libre: los ilotas de Esparta, los penestai de
Tesalia, los laoi del Asia Menor helénica y romana, así como los
diversos individuos subordinados que componen el volumen de la
población de Mesopotamia. El feudalismo exótico que tanto irri
taba a Marc Bloch “ ha proliferado considerablemente desde su
momento para llegar a lo que se ha llamado «el callejón sin salida
de un feudalismo cuasiuniversal».^^ Una escuela marxista actual
ha tomado otro rumbo. En un reciente artículo con el nítido título
de «Esclavos, ilotas y siervos en la temprana Antigüedad», el dis
tinguido asiriólogo de Leningrado Diakonoff afirma que «no hay
ninguna diferencia entre estos dos tipos de trabajadores (esclavos
e ilotas-siervos) en cuanto a los puntos fundamentales, es decir:
. ambos fueron explotados por coerción extraeconómica y ambos
fueron totalmente privados de la propiedad de los medios de pro
ducción». Por debajo de esta conclusión, factualmente incorrecta
en parte, hay una desesperada acción de retaguardia destinada a
12. Diakonoff, «Slaves, helots and serfs in early Antiquity», Acta An-
li<iua, X II (1974), pp. 63, 64 y 78 respectivamente; cf. A. Jaime, «Zwei
Tfiidenzen gesellschaftlicher Entwicklung im HeUenismus», Klio, 60 (1978),
|)ií)iiiias 137-150, en p. 140, y la réplica de H. Kreissig, pp. 217-219. Dia-
iuiiioíf, cuyas páginas sobre Grecia y Roma revelan un conocimiento ina-
|ii'iipiado, mantiene sorprendentemente la ecuación marxismo = sovietismo.
Sil empleo del concepto «formación social» es significativamente distinto
lid de Anderson, Passages from Antiquity to Feudalism, p. 22, n. 6, y su
riiticepción básica fue demolida anticipadamente, por ejemplo, por Hahn,
n i «Die Anfange der antiken Gesellschaftsformation in Griechenland und
dilH Problem der sogenannten asiatischen Produktionsweise», en Jahrbuch
fiJr Wirtschaftsgeschichte, II (1971), y antes aún por K. Zeliti, «Principes
(le dassiíication morphologique des formes de dépendance», en Annequin, y
Hitos, Formes d’exploitation d-u travail et rapports sociaux dans l’antiquití
elitssique, Recherches Internationales a la Lumiére du Marxisme, n.° 84, Pa-
rÍN, 1975, pp. 45-11, originalmente publicado en raso, en Vestnik Drevnei
¡xlorii, 2 (1967), pp. 7-30.
J3. Meillassoux, op. cit., p. 20.
90 ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA
27. David, y otros, Reckoning wüh Slavery, Nueva York, 1976, pági
nas 110-111.
28. Sobre la flexibilidad de la esclavitud norteamericana, véase Dcglcr,
páginas 8-10. «The Irony of American Slavery», en H. P. Owens, ed., í’cr.v-
pectives and Irony of American Slavery, Jackson (Miss.), 1976, pp. 8-10.
29. Vidal-Naquet, «Les esclaves grecs étaient-ils une classe?», Raison
Présente, n.° 6 (1968), pp. 103-112.
7. —EDJLEY
98 ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA
33. Por siervos o esclavos por deudas me refiero a ios obaerati (u ohae-
raii) de Varrón, T)e re rustica, 1, 17, 2, y los hombres sujetos por nexum
que menciona Columela (1, 3, 12); sobre los inquilinos deudores, véase
Fmley, ed., Studies in Roixan Property, Cambridge, 1976, pp. 112-117.
34. Compárese C. R. Whittaker, «Rural Labour in Three Provinces of
Rome», en Garnsey, op. cit., con A. Daubigney y F. Favory, «L’esclavave.
en Narbqnnaise et Lyonnaise», en Colloque (1972), pp. 315-388. Sobre la
España visigoda, véase más abajo, al comienzo del cap. 4.
35. I. Wallerstein, «A World-System Perspective on the Social Scien
ces», British Journal of Sociology, 27 (1976), pp. 343-352. Cf. Anderson,
Passages from Antiquity to Feudalism, pp. 22: «El mundo antiguo en con
junto no estuvo nunca ni continua ni simultáneamente señalado por el pre
dominio del trabajo esclavizado. Pero sus grandes épocas clásicas ... fueron
aquellas en que la extensión de la esclavitud fue ingente y general, entre
otros sistemas de trabajo».
APARICIÓN DEL ESCLAVISMO iOI
^ 38. Demóstenes, 27, 9-11; Lisias, 12, 19; Tácito, Anales, 14, 43- Fron
tino, 96-118, respectivamente. ’
39. Cf. Filócoro, 328 / 97, apud Macrobio, Saturnales, 1, 10, 22.
APARICIÓN DEL ESCLAVISMO 10
No hago juicio alguno del ingreso relativo según las diversas fuen
tes, vease Fmley, The Anctent Economy, Berkeley y Londres, 1973, cap. 2.
APARICIÓN DEL ESCLAVISMO !()■>
47. Por ejemplo, E. Maroti, «The Yilicus and the Villa-System in An-
dent iíaiy», 1 (1976), pp. 109-124. t iq 7 i
48, P. A. Brunt, Social ConfUets iii the Koman Reptwhc, Londies, 197, ,
>5, l’.-ii'.i (o que si/vic, liniilo I:is rdctcncias a dos puntos: sobre desa-
rtnllo (le la polilaciuii, véasi: el análisis preliminar de A. M. Snoderass
,111,1 //),■ \\hc o¡ ¡be Crcck SuUc, Cambriclge Inaug., 1977 pá-
ginas 10 16; .sobre la pmpiedad privada de la tierra, M. I. Finley (<The
Abenaliilily o\ l.aiid m Aiieiiait Givccc:: A Point of View», Eirene, 7
'■‘■'"“I’' - '■'O Imnccs, Amales, E.S.C., 25 (1970), pági-
nas X.Í.ÍL-i.Zíi.
APARICIÓN DEL ESCLÁVISMO t I I
al d ifer e n c ia r im p u e sto s y s e r v ic io s
APARICIÓN DEL ESCLAVISIMO 113
l ' r c X i í s “ cR O q M R i m e r o m t e m b a S r " la o p in ió n ¿ o m in a n t e
‘¡952 OP 79 87-
« L a n d , D e b t, a n d th e M a n o f P r o p e tt y m C la ssic a l A th e n s iy
] ^ ¡ Ü ! d - S S c ^
Q m r ¡e r ly , 68 ( 1953), p p . 249-268. E n
■V Irm a c ep ta d o m is a r g u m e n ta cio n es: v e a se , p o r e je m p lo , C l. M o s s e , « L *
M o n o m i^ fe d ’A Íh e n e s » i v sib cle: C r ise o u r e n o u v e a u ? » ,
, • • Í 1 Q - 7 0 ) „ n 1 as 144- V N A n d r e y e v , « S o m e A s p e e ts o í Agranan
e ; / p p l Á 43 E l p a p e l d e k tie r ia « g r a tis» e n la a p a r ic ió n d e e s c la v im d
c id N u e v o M u n d o s ig u e d e b a tié n d o s e : v e a se la o p im o n n e g a tiv a a e S . E
n m m «Somfconsiderations relating to Property Rights ‘«.Man» Jo
É c o .o ,- « k H i d o r y , 33 ( 1973), p p . 43-65, 5 ? “ e r so m ^
O i-iain s o f Sla v ery . A C r itiq u e o f th e N ie b o e p D o m a r d y P O th > -..q p --o m '
( d m p a r a tiv e P e r s p e c tiv e » , e n A n n d s o f t h e N . Y '
{ 1977), c o n im p o r ta n te s o b s e r v a c io n e s a l respec,to e n M m tz , o p .
60 . J a m e so n , o p . c it .
114
ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA
ci6»’
rearrlL
t r lr a ™
1 m
p
^
'■XpX 'j“T“”
da cuenta de la
Ies S ó ^ ^ . t f de Pericles, que
les exigió, patente mayoría que eran entre toda la ciudadana
™dacl cuando los
espartanos hicieron su primera incursión bélica, en 431 a de n e •
^ es resmtaba triste y doloroso abandonar casas y templos que
r x s f f «
la ú d , Agrícola C a m b n d g ^ 1921 p. 441,
‘•p“" í T s s í ™ c£.t e elv S p e r so n a l» ; m ás
iilcgan d o se refiere « ú n ic a m e n te al u id a l- N a a u e t op. cit. p á g i-
iiu u izad o pero ig u a lm e n te n e ^ t i v o an a j a d m ite la u n ic id a d
105-106. R e c ie n te m e n te . G. N e n a , m a y o r e s c o n s e c u e n c ia s
lU-l te x to , h a c e u n in t e lig e n te e sfu e r z p d e L co n c o rr e n z a f ia
,1,1 mismo, aunque no .®« g|as^ica» A nn d i delU Scuola Nm-
mimdopera libera e servile nella tóecia cmssica», , 1 287-1.109-
Z , h di Pisa, Classe di Lettere e Ptlosofta. 3.“ sene, 8 (1978), PP-
116 ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA
1’“ ?
que condujeron a su mantenimiento °s que
denaa. Algunas de éstas fueron mn ’ u expansión o su deca-
. »cw,,
1 , „£reLrv*™ í iLr'“°-“*
C a p ít u l o 3
HSCIAVITUD Y HUMANIDAD
d
“ ef:srs:rr, UePepjLr^ ™
I. «aponaabilidad fiaila i l i w ™ *
N:”'Sdfw.r“
■• localizar una sene lógicamente™ S 3---pni s S i ”
fomri1p
en las obras modernas.^ Westermann se h s C í e “ l
frases en dos páginas bastante separadas- V o í s o T
por completo en una obra confeccionada « 1 t<¿io í t l I S S
Peinas
121
e s c l a v it u d y h u m a n id a d
.d o p t. íorrrrss ^ ^
excepciones de la d audiencia, por regla ge-
í.s :
qi,otr*fkld^o°w r “’t ”“ j-
1k a ,„ n i a griega,), , J ^¡ <»
d d«ceh„ romano ( ¿ ” 5 ^ i T ^ k k ” f “ “
«gSSitektflSSSk
U'iT||kSlk««
" f - 7 '5 í» ™ X gÍS 1 "7 7 £ ". im olkcnoniscba
.« rio d y , h , m , „ t . “ r ,r i S i 1 s r í i® n . c c S
dríStí r ‘i£ k ).
ESCLAVITUD Y HUMANIDAD 125
9. —jraNLEjr
130 ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA
37. Véase Himnielmann, op. cit., pp. 36-38. Casi no hace falta decir une
ni los artesanos griegos ni los romanos se denigraron de este modo en npi-
tiiiH n en otros monumentos privados {por ejemplo, dedicatorias), distmlos
de loa objetos que fabricaban para la venta.
132
ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA
- Atenas», Wrl-
ch o ris o ik u n fes? » , b id ., n.° 3 ( w b f p í 23 4?
di^as de E. P erottl en C o ü o ¡ u e m 2 , fp . ¡ j S Tm
®*‘)Lsivamente terminológico de R F
85 92 ' Rbe^nisches Museum, 119 (1976); p ¿
52. Vogt, Anaení Slavery ünd the Ideal o} Man, op. cit., pp. 1 4 4 5
U O/e Sklaven m der griechischen Meduin der
klasstschen und hellenistischen Zeit, Wiesbaden 1968 f
en su nionografía de 46 páginas fa^orrecciS de l a s ^ f e L S e s d T v ^
iS S iS ls iS ii f iS s S tía S
Sklaven-Arzte», Sudhoffs
ESCLAVITUD Y HUMANIDAD 137
L m im ró m isch e n R e c h t, M ü n c h e n e r B ei-
g in m a n tik e n R e c h ts g e s c b k h te , n.“ 37, 1953, pá_
jorschung u. Papyrus-
6 6 . Código tcodosiano, 9, 5, 6. ' ’ '
141
e s c l a v it u » y h u m a n id a d
67. Véase, por ejemplo Sartori, «Cima e gli scWavi» en Colloque 1971,
pS s abundantes en Kübne,
rávigelassenen an der BürgerkMgen 1 aisladas,
in Rom», en Conspiracy of Cari-
vease ^ t t o n , loe. cil., 3 7 9 . 3 3 6 - J. Annequin, «Esdaves <-i
ssA u r u ? »
,„ ,T „ o S r £ ........
Iciicc», en Colloque 1972, pp. 21Í 247.
144 ESCLAVITÜD ANTIGUA E IDEOLOGÍA iMODERNA
72 Una tesis capital de Bellen, op. cit., esp. pp. 126-128, es que el cam
bio de «lugar de trabajo» fue el objetivo dominante de las fugas en el Jm-
pcrio romano. Esta conclusión se basa en las dos incoaciones de derc-du)
civil contra terceros de que disponemos (p. 133) y pasa por alto todos los
casos en que no había terceros implicados. _
73. Se encontrará cierta documentación en Garlan, att. cit., pp. z > ' .
10. —MNLEY
=S=L*V.™
" r { B l : : “ ■ L B
77. D. Dauhe' °^\ P^rte I.
78. Testitnoniós -^cw'ew, 64 fl952'i r, m
Ir;?,? irt/'s
dence «'c.i„q„¿Ve en * P. S ian d t Í ’Rp?'
[oíf-e Andennc 2 (1976) «chemenide et hellénistique» > dissi-
bandidaje. ’ PP- 163-258, no se ocu n fd e’ d ’Uis-
pa de este aspecto del
ESCLAVITUD Y HUMANIDAD 147
¿ a S S e f t r -
era S e m e « h N ■*' « “ "O »"
tm J • íí f , Pra'cricam em e d e sd e oue se i ,
r“ T bÍ sí “r “f ’ &
ré c o rd quizás’ últímn «un
r a quizas único». D u ra n te varias de'cadas, d esd e fine^ 4^1
nS c lÍ a T tl^ f
dres!?80? Lon-
art. cu., pp. 265-275. ’ P' PP‘ 237-239; cf. Patterson,
e s c l a v it u d y h u m a n id a d
149
y la presencia de
bres recién esclavizados, muchos procedentes de las mismas reg
* S ” ‘.
150 ESCLAVITOD ANTIGOA E mEOLOOM MOEERMA
tln los hombres Ubres: en todos los aspectos desde bacer de ase-
linos a sueldo, chulos, espías e intrigantes, hasta
tHd en las casas, los talleres y las oficinas de los amos, con 1
Mpcranza de la manumisión final, incluso al | ™
Visees pagado, de dejar a sus hijos como esclavos. Estos esclavo
Z toda seguridad, habían aprendido el sentido y la necesidad
ib lo que Plinio llamaba virtud y actuaban en consecuencia, ca
89. HopHns, Conquerors and Slaves, Cambridge, 1978, pp. 155 158 y
(CÓMgo
_ s t c^uusiano,
L ' Z a o jJ, J 2 2); «estarán hbres de culna “d «arlos
m rd
giendo las peores acciones quisieron mejorar la conducta de sus'
109. Vogt, Ancient Slaveiy and the Ideal of Man, pp. 129 y 131.
Capítulo 4
d e la b io g r a fía g r ie g a , a c a rg o d e R a d ic ió n m o d er n a
DECADENCIA DE LA ESCLAVITUD ANTIGUA 161
1(, ~ I'tNLEY
162 ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA
Sardegna», drefeefo-
U V ', C' r I r • / ’ bl’- «00-697; cf. Sellen, op. cit., po 23-29
„„„ • -''■'bl’iau, l.a mamimnsio in ecelesia, Milán, 1965, pági
nas 227-243
d e c a d e n c ia d e l a e s c l a v it u d a n t ig u a
167
15 Con las debidas reservas, doy las dirás totales de inscripciones so-
,v-e — b i S conocidas, procedentes ^
tentrional, ya analizadas por Babacos en 1966 del siglo i i ^ ^
del siglo I 91; de los reinados de Augusto y Tiberio, 238, del s g • •
f ü X del año 37 (muerte de Tiberio), 82; de los siglos n y n i 127. cf.
A.^M . Babacos, Actes d’diénatton en com tnm ... de la Thessalie a
Dí«e^ Te|ilomc^J9^^^, «Mrgerliches und Peregri“ isches F m h em
romischen Staat», en sus Juristische Schnften, 3, Berlín, 1907, pp. 1-20 (pu
Llir,iílr> originalmente en 1885). La observación fue luego comprobada y afu-
S fd a por M S Slda^en» Kom^^sche
m u i l u n J n a 5 (19Í0), pp. 223-251; 27 (1912) pp. 189-221. El análisis de
Bang ha fido correctamente desautorizado, no solo
sino también por lo que afecta a los principios estadísticos de b f e , sobie
todo la fiabilidad y cualidad aleatoria de su ejempkrio: sobre esto ul«m^,
véase E G. Maier, «Romische Bevolkerungsgeschichte und Inschnftensta-
tistik» en Historia, 2 (1953-1954), pp. 318-351, en pp. 344-347; sobre deta
lles por ejemplo, A. Bodor «Dadan Slaves and Freedmen in the
Empire and t ¿ Fate of the Dadan Prisoners of Wat»,
popolitana (1963), pp. 45-52. Pese a todo, me parece
corrección de la única consecuencia que he sacado de su documen . . ■
IL Los «expósitos» se han resistido hasta ahota a todo criterio a.a U ^
tativo o cuasi-cuantitativo, esencial para la evaluación de la impo a u i
como fuente de abastecimiento de esclavos en la Antigüedad. Sobre qu «,:. d
mejor testimonio del Egipto romano, véase Biezunska-Malowist, op. u!., II.
páginas 21-26, con bibliografía pata otros periodos y zonas.
168 ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA
I rr ■■ i * * - c i e r t a extensión geográfica de
inheiXi e flexibilidad
heicntc ai sistema, subte lodo mediante el mecanismo del pe-
l a e s c l a v it u d a n t ig u a 171
d e c a d e n c ia d e
lidi; 1, 1910.
174 ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA
en ^ D ™
brídge, Cam-
;rá-2?r^ li:!
forR^Í964! l í p p"! 25o!"n,“32^°“ ^"' 284-602, Ox-
se rzS , Ben.!;’ m Griechenlands in der Kai-
H. v r.c rs, cxl C. I.achmann, Bctlín, 1848, p. 53.
1969.' ’ ' Mxmitnaurm, Gallia, Snpl. 20,
ed. rev., Lon-
d e c a d e n c ia d e l a e s c l a v it u d a n t ig u a
175
12. — HNLBY
178 ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA
n = ; r r ; e “ á: “ t r
de la tecnología y la disminución de f estancamiento
hasta la época de C arlom Z o ^ herramientas metálicas
dncdón O -
3. 4) que en buena parte de Italia 1. proporcidn e l e .r ig lc o » :
50. Sobre el último punto véase por ejemplo, P. F. Brandon ■:( .Vrcul
of the Sussex Estate of Battie Abbey during the Later Muhl/c Ayyiu,
Hai/mwk History Review, 2.“ serie, 25 (1972), pp. 403-420.
182
ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA
El otro proceso fue aún más tardío; no se dio hasta los si
glos IV y V. En el año 527 el emperador ordeno a un í™ «onario
de la Italia meridional, en documento recogido por Casiodoro
(Variae 8 31), que todos los possessores y cum ies volvieran a las
c lrd e s 7 dejkrln el campo a sus c o l o n L ^ ^ ^ últimos siglos
del Imperio occidental se incrementó la huida de las «udades de
los sectores más ricos de la población, sobre todo, aunque no con
exclusividad, en las zonas más sensibles a las invasiones p rm -
cas Una consecuencia natural fue la decadencia generalizada de
la población urbana. Hubo grandes variaciones geográficas como
las hubo en el impacto de los ejércitos, pero no caben
pecto de la situación general, aunque no en cuanto a los demUes,
va que la investigación del fenómeno sigue siendo casi inexistente.
L i r p o r ejemplo, en el monumental E ^ptre de
Jones.“ Los autores antiguos, como Casiodoro, o san
antes que él (que escribía acerca de la Emilia), se lamentaban de
los efectos en la civilización y la cultura. Mi_ ínteres se centra en
otro punto; cuando los adinerados terratenientes absentistas se
retiraron a sus fincas rústicas, tendieron a transformar sus nuevas
bases de operaciones no sólo en centros fortificados, ano también
en comunidades autosuficientes que satisfacían al máximo sus ne
cesidades particulares, lo mismo en alimentación que en vestí ,
en carpintería e incluso en metalistería. Estos hombres, por s -
puesto, siguieron siendo productores de rnercancias, como ya he
dicho, pero al parecer redujeron el mercado en f
virtud del cambio de residencia, que redundo en el cambi
forma de vida. . , , • i i
¿Contribuyó a cambiar este hilo evolutivo el régimen de las
coserás y por tanto la organización de las fincas grandes, inclu
yendo el sistema de la mano de obra? Algunos historiadores han
br¡*l, C -*
ZR“ r i v r H » r p p “i S | ° W leíh e» , e .
, ''‘”1 «Personalexekutioa und cessio bonorum im rdmk
o . ZEG. 43 (1322), 485-529, S t
d e c a d e n c ia de l a e s c l a v it u d a n t ig u a 187
leyes (fechadas entre 340 y 415) del Ubro IX, título 24, De
patYOcinüs vicorupt, del Codigo teodosicino, hablan este
sentido. Era la misma época en que Libanio se quejaba, en su
discurso 47.°, de que la protección de sus campesinos la estaban
asumiendo otros, y ni siquiera la familia del mucho mas influ
yente Quinto Aurelio Símaco fue inmune a tales injerencias.
Espero que a estas alturas sea ya evidente por qué comencé
por la complejidad de la terminología, que, según sugerí, era
un índice de la nueva realidad social. En amplias zonas del Im
perio siguieron predominando entre los trabajadores de la tierra
las formas de dependencia tradicionales, introdacidas en el Jm -
perio romano desde tiempos anteriores. También sobrevivió la
esclavitud en una medida cuantitativamente considerable, con
levas continuas, mediante el tráfico y la guerra, mediante la crian
za expresa y, a escala más reducida, mediante fórmulas ilegales o
casi ilegales como la venta de la propia persona, la de ninos
nacidos libres y el abandono preestablecido de los reden naci
dos libres que en Grecia se conocían con el nombre de threp-
toi (expósitos). Un nuevo factor importante, empero, vino a aña
dirse cuando la condición social de muchos hombres^ del campo,
otrora libres — campesinos, arrendatarios, obreros agrícolas-—, co
menzó a transformarse de manera uniforme en otra de depen
dencia, de «no libertad». La historia de la palabra colonus es su
símbolo: originalmente, colonus significaba tan sólo «laoriego»,
luego adquirió una segunda acepción, «campesino arrendatario»
y, más o menos a comienzos del siglo iv, una tercera, en palabras
del emperador Valentiniano I, «esclavo de la tierra». Mientras
el Imperio se adentraba en su fase última, la postdiocleciana, las
diferencias formales entre las diversas categorías de agricultores
sometidos a dependencia tendieron a desaparecer de jacto y hasta
de ture. «Podemos hablar —decía un distinguido romanista-—
de un retroceso del contrato a la condición social, por dar la
vuelta a una célebre frase de sir Henry Maine.»” La historia
verbal vuelve a aportarnos un símbolo; servus acabó por signi-
a ¡ op.
investigación de Patlagean,
orientales. i' d i ■, caps,
c ¿ s z,
ferrpoíilsi';; f"¥
2 í3 yv ^5^, sobre
í h l l Tlas’ ^provincias
77. Código teodosiano, 9, 45 5 ad fin
DECADENCIA DE LA ESCLAVITUD ANTIGUA 195
13. ■— FINLBY
194 ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA
Nota: Las obras que sólo se lian citado una vez no se consignan
en su mayor parte.
Blair I f i q u i r y in t o th e S ta te o f S l a v e r y a m o n g s t t h e R o m a m
Edimburgo, 1833.
Blavatskaya, T. V„ y otros, D i e S k l a v e r d in h e lle n h tis c h e n S fa a te n
bTdfn^’l972*'' y otros, Wies-
Bockh, A. D i e S ta a ts h a u s h a ltu n g d e r A t h e n e r , 1 vols., Berlín 1817
(3.^ ed., al cuidado de Max Frankel, 1886).
Bomer, F., V n t e n u c h u n g e n ü b e r d i e R e lig ió n 'der S k h v e n in G r ie -
c h e n la n d u n d R o m , e n A b h . M a in z , n.° 7 (1937)- no i /iQAm-
D.“ 4 ( 1 9 6 1 ) ; n.o 1 0 (1963). ^
Brockmeyer, N., B ib lio g r a p h ie z u r a n tik e n S k la v e r e i, ed. J V o s t
Bodium, 1971. ■
’ ^’
ed ’ d-er Y o l k s w i r t s c h a j t , Tubinga, 1904 5
—, B e itr a g e z u r W ir ts c h a f ts g e s c h ic h te , Tubinga, 1922.
'"'^HaU?t?69^" g rie c h is c h e n A l te n t h u m e ,
^^^tíilán ^1908'' ^ c o n d iz io n e d e i l i b e r ü in G r e c ia ,
Capogrossi, L,, «II campo semántico defla schiavitü nella cultura la-
(1978) pr7'l6-75^
Ptoduáone dell’ economía e le forme di
circolazione dell antropología económica», Q u a d e r n i d i C r itic a
M a rzcista (1976) pp. 215-234; reimpr. en su Archeologire c X Z
m a te n a l e . Barí, 1979 pp. 354-384.
Cassuer E,, T h e P h ilo s o p h y o f th e E n lig h te n m e n t, trad. de F C A
Koelln y J. C. Pettegrove, Boston, 1951. [Trad. cast.: L a f i lo s o f ía
a e la I lu s tr a c ió n , trad. de E. Imaz, México, 1943; 1950^.]
iccotíi, E., I I t r a m o n to d e lla s c h ia v itü n e l m o n d o a n tic o Turín 1977 •
Barí, 2 vols., 1977; 1.^ ed., 1899 [Trad. cast.: L a e s c la v itu d e n d
nmndo^ a n tig u o , B i b l. Sociología Internacional, Barcelona, 1907,
b i b l io g r a f í a 197
■1%8 ; ‘Sp",onZÍ ’’
’ Bconomy, Berlceley y Londres, 1973
Th. Society, Londres y Boston, 1974
, ie Use and M use of Htstory, Londres, 1975. [Trad. cast,- Uso
y abuso de la historia. Crítica, Barcelona, 1977.]
, ed S^udies in Román Rroperty, Cainbridge, 1976.
, «The Anci^t City: From Fustel de Coulanges to Max Weber and
iz'zzítisir^
Francotte H ^industrie dam la Crece antique, 2 vols
»•
[Eibliom
M S S ó * '”
S k la v e r e i en A k a d . M a in z , n.° 13 (IV/Ij- .
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Africa, 11, 35, 187; África del Nor Aquino, santo Tomás de, 21
te, 147, 194 Aristófanes, 124, 155
agricultura, técnicas de la, 178-iPZ Aristóteles: (citado), 110; «obre la
Agrigento, 105 esclavitud, 21, 59, 92, 102, i p ,
Agustín, san, 157 155, 156; sobre la tortura, 121
Alarico, 161 AtleSj 182
Alejandría, 120 n., arrendatarios e inquilinos, vease pro
Alejandro Magno, 58, 9" piedad de la tierra
Alemania: educación de postguerra, Atenas: asistencia a los pobres, 1 1 -
73; esclavos en, 168; idertifica- 115; esclavos delatores en, 14U,
ción con el helenisinO; 70-72, 141; esclavos en el servicio mi
75; polémicas ideológicas en, //- litar, 127-128; y la guerra del
80’ Peloponeso, 125; y los médicos,
AUard, Paul, 17 137-139; la moneda en, lli-U x ,
Ambrosio, san, 183 MüUer contra, 25; de
América (Nuevo Mundo , _H, 22, la esclavitud en, 44, 45, 108-
23; abolición de la esclavimd en, 114- población esclava en, 42,
163 166; actitud hacía los es- 43/ 56, 57, 60, 81, 101, 102;
clavos en 129, 130; eficacia eco policía’ de esclavos escitas en,
nómica de la esclavitud en, 116- 107, 108; la Revolución france
118; esclavitud americana y co sa y, 22, 23; tipos de esclavos
lonización territorial, 112; escla en, 98, 99; la tortura en, 121 n.
vitud americana y otras conside Ateneo, 20, 36, 124 n., 147
raciones, 82-83; esclavos fugiti
Ática, 110-116
vos y desertores en, U6-149,
Marx sobre la esclavitud en, 50; Ático, 170
Augusto, 143, 167, 181
31 Aulo Cecina, 173
Andrócídes, 141
206 ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA
Esparta: ataques contra Atenas, 113, 16; excelencia espiritual de, 19.
145; derrota de Leuctra, 91; his 20; inexistencia de revueltas de
toria de Esparta por Manson, esclavos en, 149, 150; manumi
24; ilotas en, 19-21, 44, 94, 149; sión en, 62, 63, 125, 126; rm-
Müller sobre, 24; la Revolución dicina en, 137, 138; modo d<'
francesa y, 22 producción en, 48, 49, 54, 55;
Espartaco, 28, 127, 135 orígenes de la esclavitud, 45, 84,
Estacio, 95 85, 98-100, 109, 110; trabajos de
Estados Unidos de América, 101, los esclavos en, 102, 103
149; véase también América Grocio, Hugo, 32 n.
(Nuevo mundo) Grote, George, 26
estoicismo, 52, 69, 157, 165 Grumentum, 135
eupátridas, 110 Guayanas, 148
Eurípides, 137, 156 guerra: y abastecimiento de escla
expósitos, 167 n. vos, 103-110; intervención de
esclavos, 145-146
guerra social (91-89 a. de n, e.), 135
Feith, Everhardt, 29 guerras púnicas, véase púnicas, gue
Perrero, G., 63 rras
Filipo II de Macedonia, 58, 99 n. guerras samnitas, véase samnita, ter
fincas rústicas, 174, 175, 176, 178, cera guerra
183; véase también latifundios Guirard, Paul, 63
Francotte, Henri, 55, 65 Gymnasium (publicación), 74
Frank, Tenney, 65
Franklin, Benjamín, 33, 35, 129, 180
Frontino, 174 Haití, 149
fugitivos, 144-147 Harpócrates, 138
Fustel de Coulanges, N. M., 64 n., Flartmann, L. M., 60
84, 185, 186 Heeren, Arnoid, 12, 15, 75 n.
Heitland, W. E., 65, 115 n.
hektemoroi, 98, 102, 103, 110
Galias, 100 Hermann, K, F., 30
Gayo, 31, 129 Hermipo (de Berito), 153 n.
Gelzer, M., 106 Flerodes Ático, 173-175, 177
Gibbon, Edv/ard, 25, 26 Heródoto, 128, 154-156
Gillies, John, 26, 27 Fleyne, Christian Gottlob, 32 n., 42-
Glotz, Gustave, 64 44
Cortina, 90 Highet, G., 153 n.
godos, 161 Hispania, 97, 100, 161
Graco, Tiberio Sempronio, 106 Hobsbawm, Eric, 50
Grecia: abastecimiento «bárbaro» de Holbach, 23
esclavos, 107, 108; artesanos es homo, 93
clavos en, 129-133; autoridades Horacio, 123-126, 153, 175
invocadas, 23, 24; castigo de los Hugo, Gustav, 43
esclavos en, 120, 121.; efectos humanismo clásico, 32 n,, 46-48, 70-
de la esclavitud en, 12, 13, 15, 72, 74-76
209
ÍNDICE ALFABÉTICO
14. — FINIEY
210 ESCLAVITUD ANTIGUA E IDEOLOGÍA MODERNA
Valentiniano I, 162
vándalos, 163
Yakosid, J., 17 ü., 39 y n., 40
ÍNDICE
Prólogo ...........................
195
Bibliografía
205
índice alfabético