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UNIVERSIDAD ACADEMIA DE HUMANISMO CRISTIANO

ESUELA DE CIENCIAS POLITICAS


Y RELACIONES INTERNACIONALES
PROFESOR: LUIS PACHECO P.

VALORES Y DEMOCRACIA
Hacia el entendimiento y proyección
de un real sistema democrático.

ALUMNO: CRISTIAN JEREZ SANTIS


PRINCIPIOS DEMOCRATICOS.
HACIA UNA PERSPECTIVA DEMOCRATICA CIUDADANA

No existe duda alguna de la importancia que tiene en las sociedades


modernas, el fomento de valores democráticos tendientes a una perfección de la
misma y a generar propuestas y formas de participación democrática de forma
efectiva. Las profundas transformaciones que ha que ha tenido nuestra historia
como país, desde su nacimiento, pasando por los procesos de independencia, los
frentes populares y la pactada transición a la democracia; hasta nuestros días,
sin duda que han sido los grandes configuradores de esta a veces extraña y
excluyente democracia.

Si bien es cierto gozamos de un sistema político estable y sólido, con instituciones


con una legitimidad medianamente aceptada. No obstante, nos guste o no,
tenemos una democracia en donde el capitalismo y la extinción de lo social han
calado profundamente y en donde estas interacciones generan paradigmas
complejos. Un ejemplo claro como “La revolución de los pingüinos”, y sin
desconocer la legitimidad de dicho movimiento y la capacidad de control de la
agenda que demostraron, un análisis tal vez para muchos “ligero”, lo constituye el
grado de éxito de tal reivindicación que de alguna manera estuvo marcado por
aspectos característicos de la modernidad desbordante y exclutoria que perméa
hoy en día nuestra democracia. Elementos como el manejo de tecnologías de la
información las cuales nunca antes estuvieron tan desarrolladas en reivindicación
alguna. Y aquí volvemos al paradigma del ethos político como elemento de una
democracia diversa, es decir; en una sociedad con una diversidad de elementos
que van a configurar la forma y las dinámicas de cómo hacemos democracia.

¿Cómo organizamos dichos elementos y los procedimentalizamos en una forma


de hacer democracia que tienda a satisfacer las necesidades de la persona?
En este sentido es preciso preguntarse también: ¿Que elementos, valores y
principios son esenciales en ese anhelo democrático, ya no solamente en una
orientación representativa, sino participativa, inclusiva, didáctica y legitimativa.

Como reformar y fomentar un sistema en el cual la legitimación de la participación


democrática en todo ámbito sea más que un elemento instrumental, mero adorno o
pincelada dentro del seudo-pluralismo de la agenda política institucional partidista.

Quizás uno de los nichos sociológicos más representativos e interesantes de los


últimos años y digno de analizar desde la mirada de las ciencias políticas,
constituyen los llamados “Hijos de la transición”, en primer lugar por lo difícil sé
estudiarlo de manera empírica en ese entonces y también la importancia de
estudiarlo no solo desde la perspectiva de referentes políticos que pudieron
instalarse en esas conciencia colectiva, sino como punto de partida proyectivo en
el ejercicio imaginativo y especulativo de una futura democracia de calidad.
Jóvenes que nacieron entre el ejercicio de la junta militar y la vuelta a la
democracia, muchos jóvenes, y otros no tanto, que un 5 de octubre celebraron de
la mano de sus padres en una plaza, en una villa, los cuales hoy muchos convocan
en un sentimiento de decepción de la democracia y también en la construcción de
la realidad presente y futura.

Hoy en día esos jóvenes a pesar de haber estado, por esas cosas de la vida,
instalados en un proceso vital para nuestro país, en donde existía un discurso
totalizador y aglutinante, y espacios participativos - solidarios para generar una
democracia mas allá de la representatividad política, hoy en día son los grandes
huérfanos de un sistema democrático plasmado de una irreflexibilidad valórica en
la instalación de valores democráticos conectados con la ciudadanía.

En este clima, se vislumbra un sentido de impotencia colectiva, un acercamiento


cada vez mas fuerte a la necesidad de generar mecanismos para la consecución
de una verdadera democracia efectiva desde variadas veredas de la vida social,
política y civil las cuales configuran un sin numero de respuestas a este sistema
“democrático”, veredas que van desde la anarquía, la búsqueda de simbolismos
mitsticos, los movimientos antiimperialismo, la interpretación y búsqueda de lo
humano y social a través de lo “profano”, hasta organizaciones de autosugestión o
ambientalismo, y un sin numero de nuevos enclaves de participación y sentidos de
identidad. Por llamarlos de alguna manera; “los Integrados dentro de los
excluidos”, los cuales convergen en esta suerte de a-sintonía entre ofertas
democráticas y participativas en disputa, la representativa, la participativa y la
constructivista; “El individuo es el protagonista de su propio desarrollo y
construcción moral, social, humano”

Y es que existe un profundo grado de decepción respecto a como se ha abordado


la democracia, no-solo por las afectaciones económicas y sociales que ha de sufrir
la gente sino por el grado de agonía de “lo social” o más bien “la muerte de lo
social”. No se vislumbra de forma clara un punto de partida y de consenso en
cuanto a como procedimentalizar las prácticas democráticas desde la familia, la
escuela, los trabajos; la vida cotidiana, la política.
La ausencia de valores y de prácticas democráticas va desde la escuela hasta el
trato dado a las personas en instituciones privadas y publicas “clientelismo hacia el
sistema”. En un país donde el regreso a la democracia fue también de alguna
manera el desdibujamiento crónico de una cultura y su capital futuro de vida
democrática. Léase: Racionalización a- critica “costo beneficio.
APROXIMACIONES TEÓRICO - PRÁCTICAS A UNA DEMOCRACIA DE CALIDAD

Sin duda, cuando hablamos de generar una democracia de calidad es inevitable


hacer un análisis a partir de la interpretación y contrastación de nuestra realidad
con los principios democráticos. Y en este ámbito es preciso centrarse en uno de
los principios mediante los cuales Sartori define o trata de interpretar la
democracia, precisamente el que dice relación con la “democracia como ideal” en
donde Democracia se define de acuerdo los fines que persigue. El elemento real o
normativo es constitutivo de la democracia y provee una tensión entre lo ideal y lo
real, lo que hace que ésta sea perfectible.

En este sentido el principio de democracia como ideal nos provee de un ámbito de


estudio inagotable, toda vez que toda democracia independiente de los elementos
valoricos que la sustentan, será democracia en si toda vez que persiga un ideal
universal para la consecución de la satisfacción de las necesidades plenas del ser
humano. Y a su vez este ideal en sí es determinante y regulador de otros ámbitos
como “democracia como principio de legitimidad”, es decir; las esferas que
contemplan el ¿Cómo el poder emana del pueblo? y por otra parte el sistema de
representación política dentro de una democracia.

Robert Dahl (1989), uno de los politologos más influyentes de este siglo ha
resaltado que una democracia de calidad debe tener algunos requisitos, los cuales
garantizan la legitimidad de ésta y su intitucionalidad:

a) Autoridades publicas electas, como elemento de legitimidad institucional.


b) Elecciones libres y limpias, como elemento de participación efectiva
c) Sufragio universal, como principio legitimador de la persona humana
d) Derecho a competir por cargos públicos: “Elegir y ser elegidos”,
e) Libertad de expresión; Articulador de una comprensión ilustrada
f) Información alternativa Articulador de una comprensión ilustrada
g) Libertad de asociación Articulador de una comprensión ilustrada

A su vez Dahl plantea una serie de criterios de un gobierno realmente democrático

1) Participación efectiva; que emana del principio de ciudadanía, en la valoración


de la dimensión de persona responsable y protagonista de su rol como
elemento constituyente de democracia.
2) Igualdad de voto; como legitimador del principio de pluralismo y diversidad y
elemento de supresión de la tiranía y las elites políticas.
3) Compresión ilustrada;
4) Control de la agenda; como democracia legítima.
HACIA UNA PROCEDIMENTALIZACION DE LA DEMOCRACIA

Cuando nos planteamos la crisis de los paradigmas y valores democráticos y


cuáles son los elementos para la construcción de una política de calidad sin duda
saltan a la palestra una serie de elementos que configuran el análisis.
En un país donde el regreso a la democracia fue de alguna manera la muerte y
ruptura de un capital democrático y social que se había gestado durante los años
de dictadura: son innumerables las organizaciones de carácter social que se
desarticularon con la transición pactada.

En una país en donde los elementos de la democracia existente en muchos casos


sufren de severa anacrónica, ausencia de discursos totalizadores, una gibarizacion
del rol ámbito de acción del Estado democrático, y el decaimiento de la importancia
de lo social con practicas democráticas en donde la institucionalización de la
negociación y los consensos ha sido convertida en icono de “La buena política”,
con una exacerbación de la tecnocracia y el pragmatismo exacerbado a tal punto
de amalgamarse con el individualismo lo cual ha ido coartando progresivamente la
construcción, renovación y legitimación de nichos de carácter social, político,
cultural y de participación que en definitiva son los sustentos validos y necesarios
por naturaleza en la construcción de una democracia efectiva.

En un panorama en donde se hace creciente un Sentimiento de abandono y


vislumbramiento de no pertenecer a una democracia y modernidad que está
creada “sin ellos”, es decir no forman parte de los ejes estructurales de la misma,
no es casualidad que esto se traduzca en una percepción de sociedad que no
quiere o más bien que no necesita- de la democracia presente; políticos,
mecanismos. En resumen; la ausencia de un “Padre” Estado, políticos, patrón,
dirigente, etc. Que en definitiva les devuelva su identidad como sujetos de
democracia.

Al parecer la premisa seria tomar en nuestros brazos nuestra orfandad


democrática. ¿Pero como? Si carecemos de una regulación “intencionada o no” de
la importancia de la vida socio - democrática y sufrimos una exacerbación social,
cultural y política de la racionalización “costo beneficio”, de un desplazamiento de
los supravalores, y de una provisionalidad de los lazos sociales.

Si realmente se aplican postulados como “Un instinto social democrático” (Darwin)


como pulsión de los valores democráticos, es preciso entender la necesidad de un
trabajo profundo con una cosmovisión y planteamiento de una democracia de
calidad desde lo didáctico, la procedimentalizacion, profundización, no solo de un
sistema democrático sino de un espíritu humano democrático como elemento
transversal de la vida social, política, económica y cultural.

EDUCACIÓN, ESPÍRITU CIUDADANO Y DEMOCRACIA

Todo sistema democrático basado en una real satisfacción plena de las


necesidades del pueblo es el desafío y fin de cualquier sistema que se precie de
ser democrático, no obstante la democracia por ser un sistema creado por el
hombre en donde coexisten una serie de elementos ideológicos, culturales,
valóricos, afectivos, etc. Entendiendo a la persona humana como un conjunto de
subjetividades, es preciso resaltar el valor que tiene el principio de la diversidad en
la institucionalización legitima de una democracia efectiva.

En este sentido la estructura educativa formal juega un papel preponderante en el


desarrollo no solo de la dimensión cognitiva de la persona, sino que también en la
dimensión ciudadana de esta, teniendo en cuenta que la persona es ciudadano y
sujeto de derechos y deberes en cuanto existe un sistema que es capaz de dotarlo
de elementos básicos para el reconocimiento de su naturaleza de sujeto social.
No es nada nuevo que las nuevas políticas educacionales apunten en gran
medida, sin prejuicio de lo difícil que puede resultar a veces, promover la
educación para la convivencia y la democracia, entendiendo democracia ya no
desde la mirada de sistema político, sino más bien desde una democracia como fin
que persigue la realización del hombre en su conjunto.

El sistema educativo como elemento vital del Estado debe promover no solo
elementos destinados a la movilidad social. Es responsabilidad del sistema
educativo promover a los ciudadanos desde muy temprana edad la valoración de
supravalores democráticos, que propicien: “El reconocimiento del otro como un yo
legitimo (Maturana). Lo que Dahl describe como “Comprensión Ilustrada”, en este
sentido destacan una educación igualitaria, reconocimiento social e institucional
real de la diversidad; que debieran traducirse en un crecimiento proporcional en
los grados de desarrollo democrático. No obstante, este reconocimiento debe ir
acompañado de un reconocimiento del valor social, económico y cultural de la
ciudadanía, lo que es sensato mirado desde la perspectiva de la escala de
necesidades humanas que plantea la sicología desde sus aportes cosntructivistas,
Si un ciudadano no ve insatisfechas sus necesidades básicas (comida, abrigo,
salud) es prácticamente imposible que pueda adquirir un rol protagonico en la
construcción de sus procesos cognitivos, de ciudadanía y obviamente de una
democracia colectiva en una conciencia social.
HACIA EL RECONOCIMIENTO DE NUEVAS PERSPECTIVAS DE
PARTICIPACIÓN Y PROTAGONISMO SOCIO-DEMOCRÁTICO.

“Dicen la juventud no tiene,


para gobernar experiencia suficiente.
Menos mal que nunca la tenga;
la experiencia de robar
Menos mal que nunca la tenga;
La experiencia de mentir”
León Gieco.

La crisis de la democracia y sus paradigmas de ámbito Institucional, político, social,


lleva al surgimiento de elementos imposibles de excluir en las nuevas perspectivas
de una nueva democracia participativa. Son innumerables las organizaciones y
nichos de participación en la vida social que convocan hacia una nueva visión o
construcción, algunos inclusive pueden parecer elementos más democráticos que
los ya conocidos o institucionalizados. Cuando vemos una serie de agrupaciones
como: tribus urbanas, grupos y nichos de acción social, a veces estigmatizados.
Sin duda estamos en frente de un capital social potencial en la construcción de una
democracia efectiva, no obstante existen cortapisas que generan que estos nichos
sociales no puedan tener una participación efectiva en la vida democrática y
ciudadana de este país. La poca voluntad de legitimar estos grupos encierra una
serie de razones: La inestabilidad la elite política, de lo políticamente habitual
aceptado; lo que encierra un enorme sino de irreflexión, el debilitamiento del
habitual discurso anacrónico y un miedo del sistema político al “poder cercano a la
gente”; porque sin duda que la participación en una política democrática es por
definición la participación en decisiones de poder.

Nadie discute la importancia de una real y efectiva reestructuración de la clase


política dirigente, toda vez que el tema de la anacrónica en el discurso, el
desplazamiento de este a la praxis, la conversión de las colectividades políticas en
verdaderas empresas de la especulación y lobby, especuladoras de la decisión de
la gente, el endiosamiento de la clase política en una analogía casi divina de la
emanación del poder, han sido elementos estructurales de esta crisis de los
valores democráticos.

A modo de comentario; desde hace mucho tiempo vengo escuchando grupos de


personas cercanas, en especial jóvenes, que manifestaban férreamente el “no
estar ni ahí con la política o con el participar de la vida política. No obstante hace
algunos días me toco escuchar que una de esas personas decía: “Ahora vamos a
hacer política nosotros, nos hemos hartado de despreciar este sistema, pues eso,
es uno de los elementos más legitimatorios que podemos darle”.

Sin duda esta reflexión encierra un sino de esperanza, se vislumbra una voluntad
de cambio desde la ciudadanía. El sistema debe ser no-solo astuto en esta
percepción, pues es lo primero que se puede esperar. El sistema debe valorar
estos procesos y entender que la consolidación de una democracia real no solo
promueve la institucionalizada sino que promueve la consecución de una vida civil,
política y democrática que será el soporte en una estabilidad integral y transversal
de la nación.

CONCLUSIONES

¾ No existe duda que en toda sociedad moderna que persiga una democracia de
calidad, es importante el abordaje de elementos valoricos democráticos como
forma articuladora de una real política y espíritu democrático.

¾ Nuestro país ha sufrido profundas transformaciones a través de su historia que


han ido a su vez configurando por una parte nuestro sistema democrático
medianamente aceptado y por consiguiente la crisis de los valores
democráticos que lo sustentan.

¾ La democracia inserta dentro de una modernidad permeada de un capitalismo y


tecnocratismo avasallador genera un proceso bipolar en los ethos constitutivos
de una construcción de cultura democrática y el abordaje de una democracia
de calidad.

¾ Es necesaria una legitimación multidimensional de los valores presentes en una


real democracia.

¾ Los hijos de la transición son un nicho sociologico-politico , digno de estudio no


solo como protagonistas de un proceso histórico sino como sujetos depositarios
de una orfandad democrática y protagonistas de esta crisis de la democracia.

¾ La disconformidad con el sistema democrático genera también una


secularización de la dimensión y espacio de acción de diferentes enclaves de
participación como sujeto político y a su vez nuevos horizontes en la
interpretación de los protagonismos como sujeto social.

¾ La crisis de la democracia produce una agonía del sentido e importancia de “lo


social” toda vez que se ve acompañada de una disminución del rol del estado
como elemento inspirador, promotor de la vida democrática.
¾ La crisis democrática es objeto de una serie de planteamientos teóricos de
carácter investigativo en la importancia del sujeto social como base de la
construcción de una verdadera democracia, en donde el sistema debe no-solo
perseguir la construcción de una democracia institucional, sino que también
brindar elementos conceptuales, valoricos, cognitivos, prácticos y reales para la
construcción de una democracia como ideal y como sistema legitimo y efectivo.

¾ La procedimentalizacion y construcción de una democracia de calidad implica


una tarea difícil para la sociedad, puesto que existen una serie de elementos
institucionalizados y arraigados culturalmente que coartan la evolución de una
democracia de supravalores humanos y sociales. Existe un conflicto entre
aceptar el sistema y hacerse cargo de la construcción de una democracia real.

¾ El estado como elemento que asegura no solo la formación educativa en su


dimensión cognitiva y de desplazamiento social, tiene la responsabilidad de
generar y brindar elementos conducentes a generar mecanismos de
“comprensión ilustrada” o de conocimiento del rol protagonico de la persona
como célula constitutiva de un modelo de democracia que responda a la
satisfacción de los intereses plenos del ciudadano.

¾ Paradójicamente, se vislumbran fuertes nichos sociales impregnados de la


importancia que tienen los valores democráticos en la construcción de una
sociedad más justa. Nichos sociológicos transversales en donde se produce
una suerte de escisión de los principios de participación de sujeto desde su rol
Político ciudadano hacia una perspectiva más convivencial y socializante que
traspasa las esferas de los ethos políticos comúnmente conocidos o
practicados. Estos hechos constituyen una suerte de dibujamiento de un
horizonte futuro en términos de abordar y construir una democracia real.

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