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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR DE LA DEFENSA

UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LA FUERZA ARMADA


BOLIVARIANA

EXTENSION LA ISABELICA

El materialismo dialéctico e histórico y el socialismo como sistema político

Reflexión sobre el Covid-19

Formación social

Bachiller: Yuleika Meléndez

C.I: 28259532

8vo semestre

Maestro: Juan Aristigueta

Valencia, abril del 2020

Materialismo dialéctico:
El materialismo dialéctico es la ciencia filosófica sobre las leyes más generales del
desarrollo de la Naturaleza, de la Sociedad humana y del pensamiento, la
concepción filosófica del partido marxista-leninista, creada por Marx y Engels y
perfeccionada por Lenin y Stalin. Esta concepción filosófica “llámese materialismo
dialéctico, porque su modo de abordar los fenómenos de la Naturaleza, su método
da estudiar estos fenómenos y de concebirlos, es dialéctico, y su interpretación de
los fenómenos de la Naturaleza, su modo de enfocarlos, su teoría materialista”
(Stalin). Al crear el materialismo dialéctico, Marx y Engels lo hicieron extensivo al
conocimiento de los fenómenos sociales.

Materialismo histórico :

El materialismo histórico es la doctrina del marxismo-leninismo sobre las leyes que


rigen la evolución de la Sociedad humana. El materialismo histórico es la
aplicación consecuente de los principios del materialismo dialéctico al estudio de
los fenómenos sociales. Antes de Marx imperaba en la ciencia la interpretación
idealista de la historia. La creación de la teoría del materialismo histórico está
vinculada al descubrimiento más grande hecho por Marx en cuanto a la
interpretación de la historia y de los sucesos históricos. “Así como Darwin
descubrió la ley de la evolución del mundo orgánico, Marx descubrió la ley de la
evolución de la historia humana; el hecho tan sencillo, pero oculto hasta entonces
bajo la maleza ideológica, de que el hombre necesita, en primer lugar, comer,
beber, tener un techo y vestirse antes de poder hacer política, ciencia, arte,
religión, &c.; que por tanto la producción de los medios materiales inmediatos de
vida y, por consiguiente, la correspondiente fase de la evolución económica de un
pueblo o de una época son la base sobre la que se han desarrollado las
instituciones estatales, las concepciones jurídicas, el arte y también las ideas
religiosas de los hombres, con arreglo a la que por tanto deben explicarse y no al
revés, como hasta entonces se había venido haciendo” (Engels).

-Resumen y reflexión: El materialismo dialéctico e histórico constituyen el


fundamento teórico del comunismo, la base teórica del partido marxista. El
marxismo “es toda una concepción del mundo, un sistema filosófico del que
emana, lógicamente, el socialismo proletario de Marx” (Stalin). Elaborando está
avanzada concepción filosófica del mundo, Marx y Engels se apoyaban en todas
las adquisiciones valiosas del pensamiento humano. Todo lo mejor creado por los
predecesores filosóficos de Marx y Engels y, ante todo, por Hegel y Feuerbach,
fue reconsiderado críticamente por Marx y Engels. De la dialéctica de Hegel, ellos
solo tomaron su “grano racional” y, desechando la corteza idealista hegeliana,
impulsaron la dialéctica hacia adelante, dándole una forma científica moderna.
“Volviéndose a la vida, ellos vieron que no es el desarrollo del espíritu el que
explica el desarrollo de la naturaleza, sino, por el contrario, la materia” (Lenin). El
materialismo de Feuerbach fue inconsecuente, metafísico, antihistórico. Marx y
Engels tomaron del materialismo de Feuerbach “su grano fundamental” y,
desechando las acumulaciones idealistas y ético-religiosas de su filosofía,
desarrollaron el materialismo, creando la teoría científico-filosófica del mismo.

Marx y Engels, y después Lenin y Stalin, aplicaron las afirmaciones del


materialismo dialéctico a la política y táctica de la clase obrera, a la actividad
práctica del partido marxista. “Del mismo modo que la filosofía encuentra en el
proletariado su arma material, el proletariado encuentra en la filosofía su arma
espiritual” (Marx). Sólo el materialismo dialéctico de Marx, según las palabras de
Lenin, indicó al proletariado, la salida de la esclavitud espiritual en que vegetaban,
hasta entonces, las clases oprimidas. En oposición a numerosas corrientes de la
filosofía burguesa, el materialismo dialéctico no es una simple escuela filosófica,
una filosofía de iniciados, sino la doctrina del proletariado militante, la teoría de
millones de trabajadores, quienes han abierto los caminos de la lucha para una
transformación radical de la sociedad sobre principios comunistas.

Su aparición significa una verdadera revolución en la historia del pensamiento


humano. Fue ése un salto en el progreso de la filosofía, un salto que señaló el
pasaje de un estado antiguo a un nuevo estado. Pero esta revolución implicaba la
continuación y la reelaboración crítica de todo lo progresivo, alcanzado hasta
entonces por la historia del pensamiento humano. Así, en la elaboración de su
filosofía, Marx y Engels se apoyaban en todas las grandes adquisiciones del
pensamiento.

Se trata de ser consciente de esta relación insana de competencia en el proceso


educativo, para no ser manipulado, sometido o aniquilado en las diversas luchas
sociales, consecuencia de la principal contradicción histórica entre el capital y el
trabajo de forma nacional e internacional, en donde las fronteras de la ganancia y
la explotación se están borrando. Se necesita la transformación de dicha relación
injusta de producción, circulación y distribución de mercancías (una más de éstas
es la venta y compra del cuerpo humano), y no sólo su explicación u observación,
desde cualquier forma de lenguaje (científico, artístico, religioso o empírico de
sentido común). El estado, siendo el órgano de opresión y de control económico-
político y de formación sociocultural alienada, gobierna de acuerdo a las leyes que
benefician la acumulación y centralización de ganancias capitalistas; por lo que
también se tendrá que destruir al estado de clase, para poder socializar todo lo
producido por los seres más creativos, con un sentido de cooperación solidaria y
de consciencia colectiva con otra forma, concepción de significados y de
contenidos humanos autónomos socialistas-comunistas del mundo occidental e
indígena. Hoy por hoy cada generación se va haciendo cargo de luchar por una
vida justa con base en ejemplos histórico-educativos, para incidir en esta
transformación social de largo alcance consciente, y no sólo por reivindicaciones
inmediatas en la lucha política o legal; porque se necesita terminar con tal
injusticia de incomunicación, confusión ideológica y violencia extrema.

El socialismo como sistema político:

Se define socialismo a toda doctrina o movimiento que aboga por su implantación.


Frecuentemente existen diferentes movimientos políticos que adoptan el título de
Socialismo: desde aquella fecha existen ideas de búsqueda del bien común e
igualdad social, hasta los proyectos reformistas de construcción progresiva de un
Estado socialista en términos marxistas, o las variantes pre y post-marxistas de
socialismo (sean obreristas o nacionalistas), o al intervencionismo, conceptos de
socialismo o de sus métodos que pueden variar drásticamente según varíen los
interlocutores políticos y que algunas veces se distancian en mayor o menor
medida de su etimología: estatistas, nacionalistas, marxistas, cooperativistas,
corporativistas gremiales clásicos, socialistas de renta, socialistas de mercado,
mutualistas, socialdemócratas modernos, etc.

El socialismo continúa siendo un término de fuerte impacto político, que


permanece vinculado con el establecimiento de un orden socioeconómico
construido por, para, o en función de, una clase trabajadora organizada
originariamente sin un orden económico propio, y para el cual debe crearse uno
público (por vía del Estado o no), ya sea mediante revolución o evolución social o
mediante reformas institucionales, con el propósito de construir una sociedad sin
clases estratificadas o subordinadas unas a otras; idea esta última que no era
originaria del ideario socialista sino del comunista y cuya asociación es deudora
del marxismo-leninismo. La radicalidad del pensamiento socialista no se refiere
tanto a los métodos para lograrlo sino más bien a los principios que se persiguen.

Existen diferencias entre los grupos socialistas, aunque casi todos están de
acuerdo en que están unidos por una historia en común que tiene sus raíces en el
siglo XIX, en las luchas de los trabajadores siguiendo los principios de solidaridad
y vocación a una sociedad igualitaria, con una economía que pueda, desde su
punto de vista, servir a la totalidad de la población en vez de a unos pocos.

Por otro lado el significado de facto del socialismo ha ido cambiando con el
transcurso del tiempo. Así en el marxismo-leninismo el socialismo es considerado
como la fase previa al comunismo, mientras que en la socialdemocracia con el
término de socialismo se alude a la redistribución de la riqueza mediante la
aplicación de un sistema fiscal progresivo.

Reflexión: Vista la evolución del ser humano, podemos prever que van a surgir
siempre diferencias y, por tanto, disidencias respecto de una realidad que no es
absoluta sino representativa, esto es, que no es leída en su estricta materialidad
sino que se tamiza a través de marcos heredados de la construcción social. Tanta
fuerza tienen esos marcos, especialmente en la era de la comunicación, que
cuando un hecho niega el marco, preferimos negar el hecho. Como reto, se trata
de reconstruir esos marcos para que dejen más espacio a la libertad de
conciencia. Es lo que Gramsci llamó «conquista de la hegemonía», camino de
crear un nuevo sentido común socialista donde la empatía sea algo inmediato.

Mientras exista la posibilidad de reconstruir intelectualmente la diferencia en


cualquier ordenamiento social, existirán seres humanos que cuestionarán la
existencia de privilegio, sea de clase, género y raza, pero también de edad,
ideología, creencia, opción sexual, estatus, primacía de algún aspecto en la
organización social, etc. Los seres humanos estamos dotados de neuronas
espejo, conocidas como el «ADN del comportamiento». Son las responsables de
construir sobre la base de la imitación la posibilidad de adaptación y supervivencia
del homo sapiens. Los animales sociales han sobrevivido gracias a la
reciprocidad, el principal principio de cohesión del grupo. Ese cumplimiento animal
y particular del imperativo kantiano existe incluso entre los chimpancés, lo que
abunda en la idea de que es coherente pensar que existe de manera más
desarrollada en los seres humanos.

El socialismo habla de igualdad de capacidades, donde se entiende como una


fórmula superior a la igualdad de oportunidades, esto no garantiza el resultado o la
igualdad de resultados que, aun siendo superior, por lo común es una entelequia
no realizable o bien supondría una homogeneización que robaría la libertad
individual y no contemplaría la necesaria corresponsabilidad de las personas en su
destino. La igualdad de capacidades es una fórmula superior que a cada cual
según sus necesidades y de cada quien según sus posibilidades por, al menos,
dos razones. En primer lugar, es menos autoritaria, de cada cual según sus
posibilidades implica una exigencia, un hecho de fuerza al margen de la voluntad
de los individuos; por otro lado, el a cada cual según sus necesidades des
responsabiliza y, con ello, roba dignidad a las personas, cayendo en formas de
paternalismo que limitan la libertad individual.

Reflexión sobre el Covid-19: En estos momentos resulta difícil vislumbrar el día en


que la pandemia del coronavirus devenga un recuerdo del pasado. Las
consecuencias de esta crisis global, que afecta a todos y no entiende de
nacionalidades, etnias, convicciones o patrimonios, son difíciles de imaginar. Pero
cuando llegue ese día, ¿habremos cambiado sustancialmente? ¿O la sociedad
volverá a sus inercias actuales?
Cuesta concebir un peligro social potencialmente más instructivo por su carácter
igualitario que la incomparable amenaza del Covid-19. Se trata de una cuestión
global que no puede abordarse con eficacia recurriendo a recetas locales y que
precisa de una cooperación universal desde una óptica cosmopolita.

Aunque no sea este el momento para reivindicaciones ideológicas o sociales, al


menos hasta rendir al adversario, esta crisis puede ayudarnos a cambiar nuestra
mirada sobre ciertas cuestiones de una enorme importancia. Puede variar por
ejemplo la mentalidad hegemónica del sálvese quien pueda, imperante desde la
caída del Muro de Berlín y el final de la Guerra Fría, y así ayudarnos unos a los
otros, olvidándonos de todo tipo de ideologías, que lo que en su mayoría hacen es
destruirnos poco a poco como humanos, como personas y como sociedad.

Y de esta manera se llega a la siguiente pregunta: ¿Podría esta pandemia global


dar lugar a una suerte de revolución social? Una revolución tan inédita como la
propia pandemia. Que fuese acometida sin estridencias y se viera consumada
mediante reformas de gran calado. Que contemplara unas reglas de juego menos
determinadas por los intereses estrictamente económicos. Que generase un
contrato social de nuevo cuño, presidido por las prioridades vitales de todos los
ciudadanos. Sí, sí que se podría, pero recordemos que no es un trabajo fácil, pero
vale la pena, sí que vale la pena trabajar unidos por un bien común, por vivir.

Esta crisis carente de precedentes puede hacernos comprender que la actual


desigualdad social, cada vez más acusada, no es sostenible a medio y largo
plazo. Los beneficios desmesurados de la especulación deben tender a moderarse
y no suponer el único modelo social a seguir. Las rentas del trabajo han de
apreciarse como merecen, para reactivar un consumo atemperado en el que no se
solicite tanto lo superfluo. Puede hacernos revisar nuestro desfallecido aprecio por
la moral del esfuerzo. También puede contribuir a que cobremos una mayor
conciencia sobre los problemas del cambio climático.

Hoy en día se nos pide quedarnos en casa el tiempo que haga falta y no caer
presos del pánico. Debemos hacer un ejercicio simultáneo de responsabilidad
individual y social. Para no contagiarnos y no propagar la epidemia. Salvar
nuestras vidas es una prioridad indiscutible, al ser una condición de posibilidad
para cualquier otra cosa. En contadas ocasiones un desafío nos plantea que todos
nos lo jugamos todo al mismo tiempo. No faltará quien experimente la tentación de
aprovechar esta calamidad para lucrarse. Ni tampoco ha dejado de pensarse que
deben primar los intereses del sistema financiero, bancario y económico, para que
quienes logren sobrevivir a la epidemia mantengan inalterado el actual estilo de
vida. Sin embargo, la crisis del coronavirus podría generar una catarsis colectiva
propiciadora de cambios muy significativos en un orden social donde resulten más
complementarios el interés personal y los intereses colectivos.

Aprovechemos esta situación para reflexionar sobre nuestros auténticos intereses


y revisar nuestra escala de valores. Rentabilicemos este malhadado asedio para
meditar sobre cómo suscribir un pacto social de nuevo cuño. Más allá de fórmulas
periclitadas y obsoletas que resultan cada vez más disfuncionales. Recordemos
bien que para Ulises no le fue fácil armar un plan para lograr entrar a Troya, algo
que parecía imposible a simple vista, pero él lo hizo, y adivinen quienes sufrieron
las consecuencias, si, las sufrieron los troyanos por estar confiados en que nada
iba a perturbar su paz debido a una gran muralla, que equivocados estaban,
lamentablemente, hoy todos somos parte de la ciudad de Troya, estamos a poco
de que nuestras murallas sean derrumbadas por nuestras actitudes, no tratemos
de parecer ignorantes ante esta situación que es realmente grave, no seamos
egoístas, no se nos olvide que una de las personas más ricas del mundo, murió a
causa de este virus, y bien dijo su hija “Somos una familia millonaria y mi padre
murió buscando algo que era gratis, aire”. Si señores, murió, y sus millones no
fueron suficientes para obtener el aire que necesitaba.

Hay que tener en cuenta que las cosas pueden siempre cambiarse por algo
equivalente y por eso tienen un precio de mercado. Pero que las personas no
deben ser jamás un mero instrumento para una u otra finalidad. Porque su
carácter irrepetible les hace sencillamente insustituibles. Y ello les otorga esa
dignidad indisociable del ser humano.

Aunque parece algo muy obvio, se diría que tendemos a olvidar lo más evidente.
Saquemos lecciones positivas de la pandemia. Alimentemos nuestra alma y
espíritu para una mejor concepción de todo lo que está ocurriendo y puede ocurrir,
seamos optimistas ante esta situación, no todo está perdido, confiemos en que
habrá un cambien y hagamos que eso suceda.

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