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Temas

FONÉTICA
LÉXICO
1-6
1. El latín en el contexto de las lenguas indoeuropeas. Alfabetos griego y latino. Tendencia
fonológica del alfabeto latino.
2. Vocales y diptongos. Consonantes y semiconsonantes. Las sonantes: concepto y evolución.
3. Cantidad vocálica y silábica. El acento latino. Repercusión en el verso y en la prosa. La
pervivencia de la colocación del acento latino en las lenguas romances peninsulares.
4. Nociones generales sobre métrica griega. Prosodia y métrica latina. Pies y versos más usados.
5. Composición y derivación de palabras de raíz grecolatina. Prefijos y sufijos. El léxico latino:
neologismos, cultismos, terminología científica y técnica, etc. adaptación de topónimos y
antropónimos grecolatinos en las lenguas romances peninsulares.
6. Rasgos generales de la evolución del latín a las lenguas románicas.

Javier Vicente Guevara


OPOSICIONES LATÍN Y CULTURA CLÁSICA I
TEMA 1.- EL LATÍN EN EL CONTEXTO DE LAS LENGUAS
INDOEUROPEAS. ALFABETOS GRIEGO Y LATINO. TENDENCIA
FONOLÓGICA DEL ALFABETO LATINO.

1. EL LATÍN EN EL CONTEXTO DE LAS LENGUAS INDOEUROPEAS

1.1. EL INDOEUROPEO Y LAS LENGUAS INDOEUROPEAS

a. El indoeuropeo

Se da el nombre de indoeuropeo a una lengua prehistórica, cuya existencia se

infiere del parentesco evidente entre una serie de lenguas –unas muertas, pero

otras habladas en la actualidad-, que proyectaron su área de acción por casi

toda Europa y parte de Asia.

El término indoeuropeo es una denominación convencional con el cual, en un

primer momento, se quiso hacer referencia a los extremos geográficos que en

aquel momento comprendían las lenguas indoeuropeas conocidas. El primer

investigador que utilizó dicho término fue F. Bopp en 1816.

Sin embargo, se han acuñado a lo largo de la historia distintas

denominaciones; así es el caso de los alemanes con su “indogermánico”,

abreviación de la compleja expresión “indo-latino-persa-germánico”,

presentado por W.V. Schlegel en 1819. Establecía el germánico como el término

más occidental; sin embargo, la aparición del grupo céltico echó por tierra dicho

planteamiento.

Una tercera denominación es el término “ario”, procedente de āryās, término

indio utilizado por indios e iranios para distinguirse de los pueblos sobre los

que avanzaban.

Hoy en día se sigue utilizando el primer término, “indoeuropeo”, a pesar de

la inexactitud de todos ellos.

Con los trabajos de Rask y Bopp se prueba la afinidad entre las lenguas

denominadas indoeuropeas, inaugurando así una incipiente Lingüística


Indoeuropea que se dedicará al estudio de lenguas indoeuropeas justificado por

un origen común: el indoeuropeo.

Entre dichas lenguas se presentaban una serie de parecidos sistemáticos

regulares, es decir, unas correspondencias lingüísticas, que permitían

establecer que determinadas lenguas pertenecían a la misma familia. Así se

veía, por ejemplo, a nivel fonético (ind. jánas, gr. γένος, lat. genus), a nivel

morfológico (acusativo en hit. –an, ind. –am, gr.-ον, lat. –um), a nivel sintáctico

(toda lengua indoeuropea presenta conconrdancia entre sujeto y verbo), a nivel

léxico (palabras como padre, madre, numerales, etc).

En resumen, este tipo de parecidos no pueden explicarse como parentesco

tipológico, ya que no afectan a la totalidad de la lengua, y, dado que influye en

las estructuras gramaticales, parece lógico que hayan de interpretarse en una

perspectiva histórica y de parentesco genealógico. Las semejanzas antes

comentadas entre las lenguas indoeuropeas llevan a creer que todas se

remontan a una lengua madre, el indoeuropeo, que constituiría una

protolengua, ya que da origen a otras lenguas pero ha desaparecido. Es una

lengua preexistente.

c. Las lenguas indoeuropeas

En la segunda mitad del quinto milenio había dos coagulaciones étnicas

portadoras de vehículos de expresión vinculados entre sí, la danubiano-

centroeuropea y la póntico-caucásica, que, en un estado lingüístico todavía

fluido y en plena evolución gramatical –situación comparable a la del latín

vulgar tras la ruptura de los vínculos políticos y culturales del Imperio romano-

originarion, en espaciada dispersión dialectal las distintas lenguas

indoeuropeas.

Las lenguas derivadas de existencia conocida integran los grupos lingüísticos

siguientes:
a. Indio Antiguo, hablando en la India. Lo integran, aparte de numerosos

dialectos, algunos de uso actual, el védico o lengua de los libros Vedas,

cuyas partes más antiguas se remontan hacia el 1000 a.C. y el sánscrito,

lengua literaria desde mediados del primer milenio a. C. en el

Mahabharata y el Ramayana. También es utilizada en la obra dramática de

Kalidasa, aunque ya era lengua muerte en el s. III a.C.

b. Iranio, muy emparentado con el indio. Lo constituyen el avéstico, dialecto

en el que se compusieron los escritos religiosos del Avesta, lengua de

Zarathustra (s. VI) y el antiguo persa, del que se conservan inscripciones

en carácter cuneiforme de la época aqueménida (520-350 a.C.). deriva del

mismo el persa actual.

c. Eslavo. Amplio grupo lingüístico donde pueden dividirse el meridional

(búlgaro, servo-croata y esloveno), el oriental (ruso, bielorruso, pequeño

ruso) y occidental (checo, polaco, eslovaco). El monumento literario más

importante es la traducción de la Biblia en antiguo búlgaro de Cirilo y

Metodio (s. IX).

d. Báltico. Formado por el lituano, con gran importancia por sus arcaísmos, el

letón, cuya literatura se formó en la época moderna, y el antiguo prusiano,

lengua muerta en el s. XVII.

e. Tracio-frigio-armenio: formado por estos tres grupos, de los que se

conservan inscripciones lapidarias, glosas, nombres propios y la

traducción de la Biblia al armenio del s. V d.C.

f. Ilirio. Difundido a partir de la migración egea del s. XIII a.C. desde el

Báltico al Mediterráneo y desde Europa occidental hasta el Asia Menor.

Nos es conocido por nombres propios e inscripciones en Mesapio,

empleado en la Apulia y el Véneto, ubicado en el extremo norte de Italia.

El albanés actual parece que deriva de esta rama indoeuropea.

g. Griego. Nos ofrece los textos más antiguos de Europa (s. XIII a.C. con el

Lineal B). En época histórica está dividido en Jónico-Ático, Aqueo y Dorio


que se fundieron en la KOINH en los siglos IV y III a.C. con el Imperio

Alejandrino.

h. Celta. Con gran expansión también, conserva sus restos actuales en el

británico, gaélico, irlandés y bretón. El documento más antiguo es el

antiguo irlandés del s. VIII d.C.

i. Germánico. Con cinco dialectos en la Edad Media: alemán, frisón,

anglosajón, escandinavo y gótico, el más interesante para los estudios

indoeuropeos.

j. Tocario. Descubierto en el Turquestán en 1908 en dos dialectos (A y B)

bastante diferentes y con contaminaciones no indoeuropeas. Tiene gran

carácter arcaico.

k. Hetita. Descubierto en 1915 en las excavaciones de Boghazköi. Fueron

encontradas miles de tablillas de arcilla con los textos más antiguos de las

lenguas indoeuropeas (s. XIV a.C.). Se agrupan junto al hitita cuneiforme,

el jeroglífico, el lúvico, el palacio, el lidio, licio y cario.

l. Itálico. Se agrupan en esta denominación la rama latino-falisca y la osco-

umbra. Parece que está descartada la existencia de un itálico común, que

de haber existido nos ofrecería semejanzas antiguas y diferencias recientes.

1.2. PANORAMA LINGÜÍSTICO DE ITALIA PRIMITIVA

Las primeras invasiones indoeuropeas que penetraron en la península se

sitúan algo antes del 1200, cuando se extendió por Italia la técnica del bronce;

sus restos lingüísticos, al difundirse la escritura (ss. VII-V), se hallaban ubicados

en la parte oriental de Sicilia. Hacia el año 1000 entraron nuevos contingentes

de indoeuropeos, conocedores del hierro, y se establecieron en Umbría y

Etruria. Por estas mismas fechas tuvieron lugar las migraciones ilíricas, que se

asentaron en Apulia, Calabria y el Véneto; restos lingüísticos de ellas son los

dialectos mesapio y véneto.


Los IDIOMAS OSCOS se hablaron en la región apenino-campana. El

conocimiento del osco se basa en más de doscientas inscripciones, la más

extensa de las cuales es la Tabula Bantina. Abarcan desde el 200 a.C. hasta el 63

d.C.

El UMBRO, más evolucionado que el osco, se conoce principalmente por el

amplio texto de las Tablas Iguvinas, que contienen el ritual del colegio sacerdotal

de Iguvio. Se habló en Umbría.

Dialectos relacionados con el osco y el umbro son el sabélico, el peligno, el

marrucino, el vestino y el volsco, poco atestiguados epigráficamente.

La rama lingüística latino-falisca ocupó el valle inferior del Tiber. Está

atestiguada epigráficamente desde el siglo VII a.C., primero en caracteres

grabados de derecha a izquierda (influjo etrusco), como en la fíbula de Preneste

y más tarde en bustrófedon, o sea, de derecha a izquierda y de izquierda a

derecha sucesivamente, como en el cipo del foro que corresponde a finales del

siglo VI o comienzos del V a.C.

Con posterioridad a las migraciones de que antes hemos hablado, se produjo

en Italia la penetración de otros dos pueblos; los etruscos y los griegos.

Los ETRUSCOS parece ser que llegaron a Italia a finales del siglo VIII; el

apogeo de su poderío corresponde a los siglos VII y VI, período en el que

ocuparon unos dos tercios del territorio italiano. El dominio que ejercieron en el

Lacio durante el siglo VI dejó profunda huella en las instituciones romanas. A

través de ellos Roma recibió también el alfabeto, como veremos más adelante.

La lengua etrusca, todavía no interpretada, se considera por lo general no

indoeuropea.

Los GRIEGOS desembarcaron, también por el siglo VIII, en algunos puntos de

las costas de Sicilia y del sur de Italia. Se fueron extendiendo hasta la llanura de
Salerno, donde se vieron frenados por los etruscos. Quedó así configurada la

Magna Grecia, cuartel general de los mercaderes que traficaban por otras

regiones de la península y poderoso foco de irradiación de la cultura helénica.

1.3. DIFUSIÓN DEL LATÍN

Cuando el final del siglo VI hubo señalado la caída de la hegemonía etrusca

sobre la llanura del Lacio y tras la invasión gala del 390, los latinos se lanzaron

decididamente a las conquistas territoriales. Por entonces, el mosaico lingüístico

de la península lo formaban principalmente, aparte del latín, las hablas oscas,

umbras, etruscas y griegas; incluso en el Lacio había una gran fragmentación

dialectal.

En primer lugar conquistan el país de los volscos y los ecuos, se enfrentan a

los samnitas, someten Capua al sur y Faleri al norte, vencen a Pirro y, con la

toma de Tarento en el 272 a.C., han extendido sus dominios por todo el sur de

Italia.

En estas luchas la minoría latina vencedora recibió el impacto lingüístico de la

mayoría sometida, de forma que el llamado latín es la lengua de Roma

contaminada por las hablas vecinas y expresada literariamente en sus

comienzos con formas bastante anárquicas y por autores de las más variadas

procedencias.

No obstante, como los romanos no imponen su lengua en los países que

someten, sino que es la colonización la que hace del latín una necesidad para los

nativos, continúa hablándose griego en Grecia, en Oriente, en Egipto, en la

Magna Grecia y hasta en la sociedad culta de la propia Roma; el etrusco,

aunque en estado precario, resiste hasta el final de la República; el umbro no

desaparece hasta los tiempos de la guerra social; el osco se utilizaba en

Pompeya cuando sobrevino la erupción del Vesubio. Incluso en España se habla

el íbero, no obstante, el latín es la lengua de la política, de la administración, del


derecho, de la literatura, y con el nacimiento del cristianismo, el instrumento de

difusión de una iglesia universal.

2. ALFABETOS GRIEGO Y LATINO

El alfabeto latino constaba originariamente de las siguientes 21 letras:

ABCDEFZHIKLMNOPQRSTVX

Obsérvese, en relación con el nuestro, que faltaban la g, j, ll, ñ, u, y, y que

además, la z ocupa el lugar de la g.

El alfabeto latino deriva del griego; pero es cuestión muy discutida si procede

directamente de este alfabeto o de un alfabeto etrusco inspirado también en el

griego. Si comparamos, no obstante, el alfabeto latino con el jónico-ático,

observaremos al punto que algunas letras (C, D, L, R, S) tienen una forma

distinta, pero ello no debe interpretarse como una innovación latina o etrusca.

La explicación estriba en que el alfabeto latino no deriva del alfabeto jónico-

ático, sino del que se usaba en las colonias griegas calcídicas de Italia y Sicilia, el

cual ofrece alguna variante respecto al primero, aunque ambos derivan de un

primitivo alfabeto común.

También en relación con el alfabeto griego debemos observar que la letra C,

que en el alfabeto calcídico se usaba con el valor de g (C= ‹, Γ, gamma), en el

latino se emplea para denotar la c (fonéticamente k). Figuran además en el

alfabeto latino dos signos que no conserva el jónico-ático, pero que, en cambio,

poseen otros alfabetos griegos; nos referimos a la q, gr. koppa y a la F, gr. F, wau,

digamma. Obsérvese, finalmente que la H, gr. H, eta, y la X, gr. X, ji, no se usan

con el valor fonético que tienen en el alfabeto jónico-ático, sino que la H se

emplea con la notación que tenía en el primitivo alfabeto griego, o sea, como
signo de aspiración, y la X con el valor de ks. El uso de X con el valor de una

velar aspirada es una característica de los alfabetos orientales en contraposición

a los occidentales.

3. TENDENCIA FONOLÓGICA DEL ALFABETO LATINO

3.1. Cambios y modificaciones

En el alfabeto calcídico se usaban las letras (fonética Mariner p. 34) para

simbolizar los sonidos aspirados ph, th, kh. Como estos sonidos no existían en

latín, dejaron de usarse los aludidos signos como letras, pero se emplearon

como cifras. El primero se empleó para representar la cifra 1000; pero por

influencia de la M inicial de Mille, cambió algo su forma, o sea, M.

La mitad del primitivo signo es D, y precisamente esta mitad es la que se

emplea para expresar 500. El signo se usó con el valor de 100, pero por

influencia de la C inicial de Centum modificó también algo su forma y

evolucionó de esta manera: > C. Finalmente el signo , utilizado con el

valor de 50, también se modificó, osea > L.

En el alfabeto latino es muy frecuente el fonema que simboliza la letra f

(fricativa labiodental); en cambio, en el alfabeto griego no existía este sonido.

Fue necesario, por tanto, buscar un modo de expresarlo. En un principio se

usaba el signo FH (digamma seguida de aspiración), pero pronto dejó de usarse

el segundo elemento, con lo cual la simple digamma, que en el alfabeto griego

se usaba con el valor de u, pasó a simbolizar el sonido f (F).

En el período más arcaico del latín existía, según nos informan los antiguos

gramáticos, una s sonora (z); para representarla se utilizaba probablemente la

dseta del alfabeto griego, cuyo valor fonético originario era ts / dz; sin embargo,

como la s sonora en virtud del rotacismo se convirtió en r a mediados del siglo

IV, acabó la letra zeta por ser superflua, y a la larga fue eliminada del alfabeto
por iniciativa, según parece, de Appio Claudio el Ciego. Su lugar en el alfabeto

fue ocupada por la G, letra de nueva creación.

En el alfabeto primitivo griego existían, como ya hemos dicho, la coppa y la

kappa. Ambas letras simbolizan el sonido propio de la gutural sorda, pero

como este sonido se articula con alguna variante según la índole de la vocal que

le sigue, se usaba la koppa cuando segúa una υ, ο, α; la kappa cuando seguía ε,

ι. Como estas diferencias eran tenues, el alfabeto jónico prescindió de la koppa;

en cambio, el calcídico la conservó y, por tanto, ambas letras pasaron al latín.

Por si ello fuera poco, la letra C (gamma), usada en el alfabeto griego con el

valor de g (oclusiva gutural sonora), asumió también en el alfabeto latino el

valor de k (oclusiva gutural sorda).

Esta innovación resulta difícil de explicar, como no sea pensando en una

influencia etrusca. En efecto, esta lengua no distinguía entre las oclusivas sordas

y sonoras, por tanto no necesitaba una doble serie de letras para expresaras; en

cambio, procuraba señalar los diferentes matices de la oclusiva gutural, según

la índole de la vocal siguiente con que se articulaba.

Esta ortografía representaba no obstante, desde el punto de vista latino, un

contrasentido, pues el signo C se utilizaba unas veces con el valor de k y otras

veces con el de g; así, en la aludida inscripción del Foro, una grafía como recei

equivale a regei. Esta circunstancia y el hecho de que esta ortografía

determinaba que una palabra debía escribirse con letras diferentes según sus

accidentes gramaticales (loqus, loka, loci), aconsejaron una simplificación y, en

efecto, fue imponiéndose el uso de C sobre Q y K, hasta el punto que la última

de estas letras ha persistido sólo en algunas palabras del lenguaje oficial,

especialmente en abreviaturas: Kal. y la primera sólo persiste delante de u

(quis).

Por otra parte, y a medida que el uso de C iba prevaleciendo sobre K y Q,

resultaba cada vez más incómodo el uso de esta letra con el valor de gutural
sorda y sonora a la vez. Por este motivo se sintió la necesidad de distinguir

gráficamente entre la gutural sorda y la sonora y para ello se creó una letra

adecuada o, mejor dicho, se añadió un trazo a la C. Tal es el origen de la G, que

se situó en el alfabeto en el sitio que dejó libre la Z al caer en desuso.

El primitivo alfabeto latino terminaba, según hemos visto, en la letra X; sin

embargo, en el siglo I a.C., y por influencia griega, se incrementó el alfabeto con

la letra Y, para poder, de esta manera, adaptar mejor las palabras griegas en ls

que figuraba una ypsilon. Esta letra griega equivalía fonéticamente a ü. Más

tarde se utilizó también esta letra para señalar el especial matiz labial que, en

contacto con consonantes labiales, tomaban las vocales, de ahí que a veces se

escribiera clypeus, lybens, etc. Esta nueva letra fue añadida después de la X; sin

embargo, sólo por poco tiempo fue la última letra del alfabeto, pues cuando

volvió a usarse de nuevo la z, cerró ésta el alfabeto.

3.2. Representación gráfica de la cantidad y de las consonantes geminadas

El alfabeto latino no disponía de signos adecuados para distinguir la cantidad

de las vocales pero como esta diferencia era muy importante, sabemos de varios

intentos para señalarla. Así, el poeta Accio había propuesto escribir dos veces la

misma vocal para representar la cantidad larga. En realidad esta innovación era

una simple imitación de la norma que, en tales casos, se seguía en el alfabeto

osco. Este sistema tuvo una cierta aceptación, pues aparece a veces empleado en

inscripciones antiguas, pero en el siglo I a.C. cayó por completo en desuso.

Si bien, como hemos dicho, Accio doblaba las vocales para señalar la cantidad

larga, no obstante, no aplicaba este sistema en lo que atañe a la i, pues en tal

caso usaba ei (el diptongo ei se pronunciaba como una i larga). Esta grafía

persistió hasta el siglo I de nuestra era.


En la época de Sila se generalizó bastante el uso de la llamada I longa para

señalar una i larga; en realidad esta letra no es más que una i normal prolongada

hacia arriba, pero a partir de la época de Augusto se usa también

arbitrariamente con el valor de i breve, i consonántica.

En el siglo anterior a nuestra era se generalizó mucho para señalar la cantidad

de las vocales el uso de unos signos especiales, como unos acentos colocados

sobre la vocal. Se les designaba con el nombre de ápices, pero no se emplearon

nunca en forma consecuente.

En latín arcaico no se señalaban ortográficamente las consonantes geminadas;

se escribía por tanto esent, habuisent, velet, etc. Parece ser que ennio fue quien

implantó la costumbre de doblar la consonante para señalar su pronunciación

geminada. Desde el 189 al 134 a.C. se observan vacilaciones en las inscripciones

entre ambas ortografías pero a partir del 134 se impone el nuevo sistema.
TEMA 2.- VOCALES Y DIPTONGOS. CONSONANTES Y
SEMICONSONANTES. LAS SONANTES: CONCEPTO Y EVOLUCIÓN.

1. LAS VOCALES Y LOS DIPTONGOS

El sistema fonológico latino distinguía dos niveles en su interior: el vocálico y

consonántico, atendiendo a la capacidad del primero e incapacidad del segundo

nivel de funcionar como centro de sílaba.

El sistema clásico vocálico latino es un sistema triangular con dos series de

localización y tres grados de abertura, de cinco vocales, multiplicadas por dos

en virtud de la correlación de cantidad. La vocal larga duraba dos moras o

tiempos por oposición a la breve que duraba una. Dicha oposición tenía valor

difonemático, perdido en latín tardío.

La definición tradicional de las vocales es por su grado de abertura y su

localización. Así tenemos vocales cerradas (i/u), vocales intermedias (e/o) y la

vocal abierta (a). Atendiendo a su localización, es decir, la posición que la

lengua adopta respecto al paladar, tenemos vocales palatales o anteriores (e/i),

vocales velares o posteriores (o/u) y la a, de localización central.

2.1. Cambios cualitativos de las vocales (timbre)

Casi todas las vocales breves en sílaba no inicial abierta tienden a |i| en

interior de palabra; así, capio, concipio; rapio, surripio, concino (procedente de

cano).

Para que la a en sílaba no inicial abierta no cambie, tiene que darse una causa

especial, dado que la apofonía es un fenómeno fonético de aplicación regular

(así, calefacio, procedente de facio, quizás por ser palabra culta poco usada).
Sin embargo, si la a se encuentra ante r, se cerrará en e, debido quizá al efecto

de apertura que la vibrante suele ejercer al entrar en contacto con las vocales

(dare/reddere, pario/peperi…).

Cambio de e>i se observa en specio/conspicuo, teneo/retineo…

Cambio de o>i: es menos frecuente que los anteriores, de hecho en los verbos no

se produce nunca (conquoco, adsoleo…). Sabemos de su existencia en fecha

prehistórica por palabras como illico<*in loco.

Cambio de u>i: tampoco se da normalmente en los verbos, pero hay algunos

ejemplos indudables; así, *caputis>capitis; *cornuger>corniger;

*manuca>manica…

En final de palabra en sílaba abierta se produce el cambio de i>e (

*duci<duce; *anti<ante; *mari<mare. A excepción de este hecho, en final de

palabra no se producen evoluciones, ya que son mayoritariamente vocales

largas.

a. SÍNCOPA

Síncopa es la pérdida de una vocal en interior de palabra. Su aparición se ve

favorecida en palabras largas o en presencia de sonantes. Factores morfológicos

también intervienen, hasta el punto de ser más proclive a la síncopa el adverbio,

debido a su carencia de flexión.

Aunque la síncopa es poco sistemática, sabemos que se dio en todas las etapas

de su historia por reconstrucción interna; algunas pérdidas de vocal son

anteriores al rotacismo (siglo IV a.C.):*posino>pono. También existen algunas

posteriores al rotacismo como *osinus>ornus. En latín vulgar y época

postclásica se recrudece la síncopa, afectando a toda vocal breve en sílaba no

inicial.

Se postula la síncopa de vocales breves en sílaba final cerrada. Así se habla de

pérdida de la i breve tras oclusiva y ante silbante en nombres que tienen


genitivo plural acabado en –ium, pero cuyo nominativo singular no tiene i.

Sería entonces un auténtico tema en –i: mors>*mortis (gen. pl. mortium);

atrox>*atrocis; sors>sortis (Plauto). También pudieron intervenir factores

morfológicos al considerar mors analógico a temas en consonante, o urbs

analógico a princeps, que es un tema en consonante según su genitivo plural

(principum).

Se produce síncopa de vocal breve tras sonante y seguida de silbante

(ager>*agros<*agrs<agerr<ager). Esta es una palabra de la segunda declinación

que tendría que tener nominativo en o, ya que se documenta para sacer sacros

en latín arcaico. Es una evolución fonética muy compleja y se conoce con el

término indio samprasarana, vocalización de una sonante silábica reciente.

b. APÓCOPE

Apócope es cuando una vocal breve se pierde en sílaba final abierta. Producido

también en condiciones poco sistemáticas, en general afecta a vocales sin valor

morfemático (i/e) breves (conjunciones, interjecciones,…).

Hay palabras que alternan formas apocopadas y no apocopadas dependiendo

de si están ante consonante o vocal (atque/ac, neque/nec, deinde/dein, neve/neu,

sive/seu).

En sustantivos de la tercera declinación se rastrean formas apocopadas y

enteras alternantes (tribunale/tribunal). Partículas como et, ob, ut o la

desinencia persona para la tercera del plura –nt serían formas apocopadas de

las que nunca habríamos conocido su forma plena, salvo por medio de la

reconstrucción (respectivamente, *eti, *opi, *utei, *-nti).

c. APOFONÍA

La apofonía consiste en el debilitamiento del timbre de las vocales solamente

un grado. La teoría que se ha sostenido durante más tiempo para explicar la


apofonía es la tesis de la intensidad inicial, que está en estrecha relación con la

naturaleza del acento latino. Las tesis de la intensidad inicial coinciden en

afirmar que en el latín preliterario existía siempre esta intensidad en la silaba

inicial y como consecuencia, se daba en las sílabas siguientes un relajamiento,

una neutralización de algunas vocales de la misma serie.

La vocal a, en general, pasa a e; así, inermis (procedente de arma), accentus

(de canto).

Existen dos excepciones: el paso de a>i ante una consonante velar (contingo

procedente de tango) y ante l velar en u.

La vocal e pasa a i únicamente en sílaba final; así, fecit, procedente de meced o

salutis procedente de salutes o enim de enem.

La vocal o pasa a u tanto en sílaba interior como final (euntis>*eontes,

donom<donum, filios>filius). Tras la u, la o no se cierra hasta el siglo I

(nominativo servos>servís).

d. OTRAS ALTERACIONES

Fundamentalmente ocurre en inicial afectando a las vocales breves y

condicionadas por el entorno fónico.

 Paso de e a o en contacto con sonidos posteriores o velares: novus<*nevus

(νέFος ); duenos<bonus

 Paso de e a i en sílaba cerrada, como asimilación regresiva o por relación

con otra palabra emparentada: quinque<*penque; ante el grupo –gn

(dignus<*degnos; lignum<*legnom); ante –rm (firmus<*fermus).

 Cambios de o a u: umbilicus<*ombilicus; ante l velar (multus<*mol(i)tus,

sepultus<*sepoltus) o condicionado por el contexto, ante una nasal bilabial

(humus<*gnomos, umerus<*omesos)

 Cambios de o a a ante u por disimilación: cavos<*covos, lavo<*lovo

 Cambios o a e, tras u, por disimilación: vorto <*verto, vorro<*verro

 Apertura de i/u breves ante líquida vibrante: siro→sero; thuris→foris.


2.2. Cambios cuantitativos de las vocales (cantidad)

a. ALARGAMIENTOS

-Pérdida de nasal ante silbante: con el consiguiente alargamiento de la vocal

precedente (*dominoms→dominos).

-Alargamiento de vocal ante el grupo – nct: (sanctus, iunctus, procedentes de

sacer y iugum con vocal breve) Los verbos que tienen en el presente oclusiva

sonora (ago, scribo, cado) tienen vocal larga en su participio (actus, scriptum,

cassus). Este tipo de alargamientos se conocen como Ley de Lachmann.

b. ABREVIACIONES

-Vocalis ante vocalem corripitur: Así ocurre en audio, i breve. Como excepción

el verbo fio.

-Ley de Osthoff: producía la abreviación de las vocales largas seguidas de

sonante y consonante, siendo la sonante de la misma sílaba que la vocal.

-Abreviación de vocales en sílaba final cerrada por consonante que no sea s.

-Abreviación yámbica: consiste en la reducción de un yambo (v-) en dos sílabas

breves, afectando a palabras que constituyen yambos de por sí como los

bisílabos: bĕnĕ, ĕgŏ, tĭbĭ, dŭŏ.

2.4. Los diptongos

Los diptongos latinos son complejos fonéticos integrados por una vocal

abierta o media seguida de una cerrada, la cual estrecha su articulación hasta el

punto de perder en parte su naturaleza vocálica y convertirse en semivocal. De

las posibilidades indoeuropeas de diptongación, el latín conservó los complejos

fonéticos integrados por una vocal abierta (a) o media (e,o) seguida de una

cerrada (i,u), pero dentro de esta lengua sufrieron distintos cambios, de forma

que en la época clásica, los diptongos eran ae/oe/au.


AI: Hasta finales del s. III a.C., en sílaba inicial se conservó la grafía ai, pero

después aparece ya la forma ae, que monoptongó a e larga en seguida. En sílaba

inicial este diptongo ai pasó a ei y después se monoptongó en –i: inquiro

(in+quaero).

AU: sólo se usaba en monosílabos o en sílaba inicial: aut, aurum. La

monoptongación a o, se extendió en seguida a la lengua popular, aunque no

eliminó nunca en su totalidad a la forma diptongada. A veces el diptongo au

también se reduce a a, donde el diptongo es átono y la siguiente sílaba tónica

tiene una –u: Augustus>Agusto. En sílaba interior monoptongó en –u(

claudo/includo).

EI: tiene la misma evolución en todas las posiciones: ei>e>i.

EU: no hay en latín ejemplos del primitivo diptongo eu, pues en época

preliteraria había evolucionado a –ou: iouxmenta> iumentum, gr. ζευγος. Los eu

del latín clásico son secundarios (neu, seu, ceu).

OI: en sílaba no final la forma oi es la única utilizada hasta final del siglo III a.C.

(oino, ploirume). La forma evolucionada es oe, que después se monoptongó en u

(moenia/munio). En sílaba final pasó a ei, monoptongado en –e.

OU: se conservó hasta finales del siglo III, época en que se monoptongó en –u a

través de una forma intermedia en –o: Loucina>Locina>Lucina.

*Los diptongos indoeuropeos con primer elemento largo se abreviaron, con lo

que quedaron incorporados a los diptongos descritos anteriormente.

2. CONSONANTES Y SEMICONSONANTES
2.1. División de consonantes

Cuando la corriente de aire que sale por la glotis encuentra el paso

momentáneamente obstaculizado, se emite un sonido consonántico llamado

oclusivo. En cambio, si el aire espirado halla algún estrechamiento que le obliga

a comprimirse en mayor o menor grado, pero sin llegar a la oclusión, el sonido

consonántico resultante recibe el nombre de constrictivo o continuo.

Atendiendo a la acción de las cuerdas vocales, las consonantes se dividen en

sordas, si por estar separadas de las cuerdas vocales, el aire pasa libremente a

través de ellsa, sin vibraciones laríngeas, y sonoras, cuando el aire necesita abrir

las cuerdas vocales, con lo que provoca en ellas vibraciones que se transmiten al

aire espirado.

Atendiendo a la posición del velo del paladar, los sonidos oclusivos se

dividen en bucales (p,t,c / b,d,g) y nasales (m,n) según si la emisión se produce

por la boca o por las ventanas de la nariz.

En cuanto a las consonantes constrictivas o continuas son fricativas o

sibilantes (f,s,h) si el aire constreñido produce con su roce un sonido de

frotamiento, vibrantes, si la punta de la lengua realiza un movimiento

vibratorio rápido (r), o laterales cuando se fuerza la salida de aire por los lados

(l).

Con respecto al órgano en que se da el contacto o el estrechamiento para la

articulación las consonantes son bilabiales (p,b,m), labiodentales (f),

linguodentales (t,d,n,s), velares (c,g,h) o labiovelares (qu, gu).

2.2. Las semiconsonantes

-En inicial de palabra subsiste. En griego se corresponde con el espíritu aspero o

con la letra dseta. Ius, Iecur, gr. ζύμη, ἧπαρ.

-En posición intervocálica desaparece. *treies>*trees>tres.


-Los grupos –di- / -gi- intervocálicos sufrieron una asimilación regresiva. Con

ello, ambos grupos confluyeron en –ii-, aunque la escritura no reflejaba por lo

común la pronunciación correspondiente, sino que se limitaba a utilizar una –i.

-En los restantes casos en que la i va precedida de consonante se conserva, pero

vocalizada: tertius, facio. Sin embargo, por licencia métrica, los poetas pueden

tratarla como consonante.

La semiconsonante u se corresponde con la digamma griega (F), que en

posición inicial o intervocálica desaparece y tras una consonante se asimila a

ella. En latín su destino fue:

-En inicial de palabra se conservó: uicus, uidi gr. οἶδα, οἶκος.

-Intervocálica, por lo general permaneció: *neuos>novos, gr. νέος.

Tendía a desaparecer en los casos siguientes:

-Entre vocales del mismo timbre, si la segunda era átona: lauatrina>latrina.

-Cuando le seguía una o: *oleiuom>oleum, *deiuos>deus.

-Precedida de consonante suele mantenerse: servire, eques. Tan sólo hay que

tener en cuenta que el grupo inicial du- pasa a b- en el siglo III: duellom>bellum, y

que el grupo –gu- en posición intervocálica pasó a –uu->-u- con alargamiento

compensatorio de la sílaba anterior: *maguolo>mauuolo>mauolo>malo.

3. LAS SONANTES: CONCEPTO Y EVOLUCIÓN

3.1. Concepto

La vibrante r, la lateral l y las nasales m/n reciben el nombre de sonantes en

virtud de una nomenclatura funcional, o sea, atendiendo a la circunstancia de

que pudieron cumplir una función silábica, sin el acompañamiento de vocal

alguna. Pero, como los elementos vocálico y consonántico de una sílaba tienden
a diferenciarse claramente en abertura, las sonantes terminaron desarrollando

una vocal de apoyo.

La existencia de sonantes fue intuida por Sausurre a partir de la comparación

de las desinencias griegas νται/αται, ντο/ατο. La vocalización de una

consonante silábica se produce desarrollándose una vocal bien delante o detrás

y que la consonante siga existiendo normalmente como auténtica consonante.

El timbre de la vocal varía mucho y depende de si la sonante era antevocálica

(vocalización considerada anterior por su presencia en muchas lenguas

indoeuropeas) o anteconsonántica, aunque podemos decir que predominaba el

timbre a.

En algunos casos habría habido sonantes silábicas largas.

Existen nuevas sonantes silábicas secundarias, que se produjeron como

consecuencia de la síncopa de una vocal (acris, acrs, acers, acer; agros, agr,

ager). Dado que el timbre de la vocalización es “er”, distinto de la vocalización

anterior, es lógico postular una cronología distinta para este fenómeno

exclusivamente latino.

Se admite que hubo una vocalización de l en il en superlativos como

facillimus. También hay ejemplos con la nasal dental: vorago/voracnis

(voraginis).

3.2. Evolución

-La vibrante –r por lo común se mantuvo en latín.

-La lateral –l. Con la grafía correspondiente al fonema l, se representaban en

latín dos realizaciones o sonidos de l, uno palatal (l+i, l+l) y otro velar (en los

restantes casos), que se corresponden con la l española e inglesa

respectivamente. En general la l se mantiene: lac, lego, gr. γάλα, λέγω.

-La nasal –m. Por lo general se conserva: mater, medius, gr. μήτηρ, μεσσος. Sin

embargo, en posición final, su pronunciación era tan relejada que se limitaba a

transferir un timbre nasal a la vocal precedente; de ahí que en las inscripciones


se omita con frecuencia y que, si la sílaba siguiente empieza por vocal, se elida

en métrica la sílaba acabada en –m.

-La nasal –n. Además de la n linguodental, existía en latín, aunque no se recogía

en la escritura con una grafía especial, una n velar (ŋ), resultado de una

asimilación que afectaba al punto de articulación en un grupo n+oclusiva velar:

ango, quinque. La n en general se mantuvo: novus, somnus, gr. νέος, ὕπνος.

3.3. La asimilación consonántica

Cuando los órganos articuladores encuentran embarazoso el tránsito entre

dos fonemas consonánticos contiguos, se produce un acercamiento de ambos

hasta un cierto grado de semejanza (asimilación parcial) o se igualan

completamente (asimilación total). Se trata de una neutralización, en la que un

fonema consonántico pierde su rasgo relevante o adquiere uno que no poseía.

Por lo común, la consonante neutralizada es la que se articula primero

(asimilación regresiva) ya que, al cerrar sílaba, es más relajada que la segunda

consonante, inicial de sílaba. No obstante, a veces se neutraliza la segunda

consonante (asimilación progresiva), porque la articulación del primer fonema

se prolonga y rebasa su primitiva duración. Ejemplos:

*ag-to-s > actus (parcial regresiva).

Ad-fero> affero (total regresiva).

*fer-se> ferre (progresiva).

-Neutralización de la oposición continuo/oclusivo: un fonema oclusivo adqiere

el rasgo relevante de continuidad cuando cierra sílaba y la siguiente empieza

por fonema continuo. Ejemplo pf>ff - *op(i)ficina>officina.

-Neutralización de la oposición sonoro/sordo. Un fonema oclusivo bucal sonoro

pierde su rasgo relevante cuando cierra una sílaba y la siguiente empieza por

uno sordo (bt>pt: scribo / scriptus), y también un fonema oclusivo bucal sordo
adquiere el rasgo de sonoridad cuando cierra una sílaba y la siguiente empieza

por oclusivo sonoro (bucal o nasal) – cn>gn – decnos>dignus.

-Neutralización de la oposición nasal/bucal. Una oclusiva bucal adquiere la

característica de nasalidad cuando cierra sílaba ante otra que empieza por nasal

(bm>mm – submoveo>summoveo), y también un fonema nasal pierde la nasalidad

ante vibrante o junto a lateral (mr>rr: com-repo>correpo).

-Neutralización de la oposición vibrante / contínuo no vibrante. La tenemos en

el grupo vibrante + fricativa linguodental (*fer-se>ferre) o lateral (*ager-

los>agellus).

-Neutralización de la oposición lateral/fricativa: una fricativa linguodental

adquiere la lateralidad tras una lateral *vel-se > velle.

-Neutralización de la oposición labiovelar/velar. Ante consonante o u las

labiovelares pierden su labialización: coquo/coctus.

3.4. La disimilación consonántica

La llamada disimilación es una neutralización de oposicines consonánticas

originada por la dificultad de repetir dos movimientos articulatorios iguales a la

velocidad con que hablamos. De lo dicho se infiere que la disimilación adquiere

especial difusión en el lenguaje popular.

La neutralización más frecuente es la de la correlación r/l (vibrante / continuo

no vibrante). Peregrinus>pelegrinus, arborem> esp. Árbol. Existe también de otros

tipos como r/n, l/n (Barcinona> Barcelona). La llamada disimilación total la

tenemos en cereralis>cerealis, y la haplología en palabras como

latronicinium>latrocinium.

3.5. Metátesis

Es el cambio de lugar de uno o dos fonemas dentro de la palabra. Donde la

metátesis adquiere una gran difusión es en el latín popular. Para su clasificación

se suele distinguir:
-Por el número de fonemas metatizados: metátesis sencilla (coacla/cloaca),

metátesis recíproca (periculum>peligro).

-Por la posición de los fonemas metatizados: en contacto si ambos fonemas

están contiguos (vidua>viuda) o a distancia si se metatizan fonemas alejados.


TEMA 3.- CANTIDAD VOCÁLICA Y SILÁBICA. EL ACENTO LATINO.
REPERCUSIÓN EN EL VERSO Y EN LA PROSA. LA PERVIVENCIA DE LA
COLOCACIÓN DEL ACENTO LATINO EN LAS LENGUAS ROMANCES
PENINSULARES.

1. CANTIDAD VOCÁLICA Y SILÁBICA

La cantidad silábica o duración de la sílaba, fundamental en las más

antiguas etapas de las lenguas indoeuropeas, venía determinada por la cantidad

vocálica, que podía ser larga o breve. Teóricamente una vocal breve se

pronunciaba en una unidad de tiempo, mientras que la pronunciación de una

vocal larga duraba el doble, duraciones que, no obstante, no eran absolutas.

Por la importancia que tenía para el latín la diferenciación cuantitativa de las

vocales, hubo varios intentos de representación gráfica. Accio propuso la

geminación de la vocal, procedimiento que se empleó esporádicamente en el

período arcaico; para la i larga se utilizó una i prolongada por arriga (I longa),

que terminó por no indicar distinción cuantitativa. En el siglo I a.C. se colocaba

sobre la vocal larga un signo llamado apex, de forma semejante a nuestro acento.

Actualmente el signo de cantidad larga es – y el de breve ∪, que se colocan sobre

la vocal.

Hacia el siglo III, la cantidad dejó de ser un rasgo distintivo, de forma que en

las lenguas romances la duración depende del acento, del contexto fónico, de la

afectividad, etc.

1.1. REGLAS DE LA CANTIDAD SILÁBICA

-Son breves las sílabas abiertas cuya vocal es breve: i-ta-que, a-gri-co-la.

-Una sílaba es larga:

a. Cuando su elemento vocálico es largo o está formado por un diptongo:

cae-do, quae-si-vi, au-ro.


b. Cuando es cerrada, esto es, acabada en consonante, aunque contenga

una vocal breve (‘larga por posición’). La regla se puede formular también

diciendo que es larga por posición la sílaba que contiene una vocal breve

seguida de dos consonantes (una cerrando sílaba y otra iniciando la sílaba

siguiente): sum-mus, cor-pus. La explicación radica en la división fonética de las

sílabas, pues la consonante que sigue a una vocal tiene una duración

sensiblemente mayor que la consonante que abre sílaba. Hay que advertir, sin

embargo, que las vocales actúan como largas por posición para efectos

prosódicos, pero que en los cambios fonéticos lo que cuenta normalmente es su

cantidad por naturaleza.

2. EL ACENTO LATINO

2.1. Introducción

Acentuar es pronunciar una sílaba con más relieve. Para ello existen dos

procedimientos: hacer vibrar, por medio de la corriente de aire espirado, con

más fuerza las cuerdas vocales, o bien, sin alterar la intensidad del aire

espirado, poner las cuerdas vocales en mayor tensión. En el primer caso la

sílaba acentuada suena con más intensidad, con más energía (acento intensivo);

en el segundo se produce una elevación del tono de la voz y la sílaba suena

como más aguda (acento melódico o tónico).

La sílaba que en una palabra es acentuada con más fuerza, se designa con el

nombre de tónica; las restantes son llamadas átonas. Aparte de la anomalía que

representa emplear estos términos de índoles musical tratándose de lenguas

con acento intensivo, debemos observar que las sílabas átonas no carecen

totalmente de acento. En realidad existe una gradación, en el sentido de que

una sílaba es más acentuada y las otras lo son menos y en grado distinto entre

ellas.
Otro extremo importante en lo que atañe a la teoría del acento, es el que se

refiere a la posición del acento en la palabra o, dicho de otro modo, a la sílaba

sobre la que recae el acento. Existen a este respecto tres posibilidades:

1. Acento fijo. En este caso el acento siempre cae sobre la misma sílaba.

2. Acento condicionado. La posición del acento viene condicionada por

determinadas particularidades de tipo fonético, morfológico o funcional

(extensión de la palabra, naturaleza de la sílaba, flexión, oficio de la

palabra en la frase). La lengua latina posee un acento de este tipo.

3. Acento libre o tradicional. La posición del acento viene determinada sólo

por la tradición, sin estar vinculado a ninguna sílaba determinada ni

condicionado por ningún requisito especial.

2.2. Teorías científicas sobre el acento

El estudio científico de la acentuación latina fue iniciado en 1855 por Weil y

Benloew con la defensa para el latín de un acento musical. Pero en 1876, Schöll

y nueve años más tarde Seelmann definieron el acento latino como intensivo.

Desde entonces el parecer de los gramáticos está dividido y presenta muchas

variantes.

Así Juret y Devoto consideran el acento latino exclusivamente musical. En

general, los franceses creen que en la época clásica era musical, pero para la

pronunciación anterior a dicho período admiten un acento de intensidad inicial,

atribuído por lo común al influjo etrusco.

En cambio Lindsay, Skutsch, Brugmann, etc. consideran el acento latino

intensivo en todas las épocas. Para los seguidores de esta teoría, en las palabras

polisílabas había dos acentos intensivos, uno en la sílaba inicial que era el

principal, y otro secundario en la penúltima o en la antepenúltima; hacia el

siglo II a.C. se produjo una inversión en la importancia respectiva de los

acentos.
2.3. El acento latino

ACENTO PREHISTÓRICO: Descubrimiento, naturaleza y cronología

El vocalismo latino en sílaba no inicial experimentó una profunda

transformación. Para explicar esta transformación se recurrió a la hipótesis de

que el acento heredado del indoeuropeo de naturaleza melódica y libre se había

convertido en acento de intensidad y había quedado vinculado a la sílaba

inicial.

El reconocimiento de la existencia de este pretendido acento de intensidad

inicial no ofrece dificultad alguna para todos los que creen que el acento

histórico era también de índole intensiva. En efecto, la evolución hubiera

transcurrido a través de estas etapas:

1. Acento indoeuropeo libre y musical

2. Acento prehistórico de naturaleza intensiva vinculado a la sílaba inicial.

3. Acento histórico también de intensidad, pero condicionado a la sílaba

penúltima.

ACENTO HISTÓRICO

a. Posición del acento histórico

Este acento cae sobre la sílaba penúltima cuando es larga por naturaleza o

posición, y sobre la antepenúltima cuando la penúltima es breve. En

consecuencia las palabras bisílabas acentúan la primera sílaba: venis, consul,

hortus, alter, etc.; las de más de dos sílabas, según la naturaleza de la penúltima

serán paroxítonas o proparoxítonas: amicus, amatur, fidelis / legitur, femina,

dominus.

Para los efectos de la acentuación, una vocal seguida de dos consonantes y

formando sílaba con una de ellas da lugar a que la sílaba de que forma parte
sea larga por posición, en consecuencia se acentuará perféctum, omítto, legúntur,

etc.; no obstante, cuando el grupo de consonantes está integrado por una

oclusiva seguida de una líquida o vibrante tenebrae, integrum, en el latín arcaico

no determinaba este grupo alargamiento por posición (muta cum liquida); en

cambio, en el período clásico podía la sílaba ser considerada indiferentemente

breve o larga.

b. Excepciones

*Palabras de dos o más sílabas con acento sobre la última sílaba.

Estas anomalías son sólo aparentes, pues en realidad se trata, por lo regular,

de palabras originariamente paroxítonas que por apócope perdieron su vocal

final, con lo cual la sílaba que en un principio era penúltima se convirtió en

última. A pesar de este cambio, el acento por inercia se mantuvo en la misma

sílaba, que, en este caso, era la última. Pertenecen a esta categoría las siguientes

palabras:

-Los adverbios pronominales reforzados con la partícula –ce, cuando por

apócope pierde la vocal final: illic, istinc.

-Las palabras a las que se añade la partícula interrogativa –ne, cuando ésta

sufre apócope, por ejemplo: dixin.

-El nominativo singular de los temas en dental que forman el nominativo en –

as / -is y el genitivo en –atis, -itis.

-Algunas formas contractas de perfecto, como audit < audivit.

-Compuestos verbales como calefis, benefis.

-Las interjecciones tampoco, por lo regular, se atienen a la regla general de la

acentuación.

*Palabras de tres o más sílabas con acento en la antepenúltima a pesar de ser


larga la penúltima
-Los adverbios deinde, exinde.

-Quintiliano nos informa que las palabras Camillus y Cethegus eran acentuadas

como proparoxítonas. Esta anomalía se debe quizás a que se trata de apellidos

de procedencia etrusca.

*Palabras de tres o más sílabas con acento en la penúltima, a pesar de ser breve

-Según los antiguos gramáticos, cuando se añade una enclítica (-que, -ue, -ne) a

una palabra que termina en vocal breve, el acento cae sobre ésta a pesar de ser

breve.

-Los compuestos verbales del tipo calefacio, benefacio, llevan generalmente el

acento sobre la penúltima en formas como calefácis, benefácit, etc. Se debe esta

anomalía al hecho de que los dos elementos del compuesto no se habían aún

acoplado del todo, ni formaban todavía una unidad fonética como los

compuestos normales.

Otras anomalías de la acentuación que nos transmiten los antiguos

gramáticos deben interpretarse como simples arbitrios o sutilezas por ellos

inventados, pero carentes de realidad en el lenguaje, como distinguir

homónimos con acentuaciones diferentes: ádeo (verbo), adéo (partícula), círcum

(sustantivo) / circúm (preposición).

4. REPERCUSIÓN EN EL VERSO Y EN LA PROSA

Desde el punto de vista de la escuela francesa, tal y como hemos dicho, se

considera que el primitivo acento indoeuropeo, que era libre y musical, fue

continuado por el acento latino histórico que era también musical. Acepta, sin

embargo, esta escuela que con anterioridad a la transmisión literaria hubo un

período durante el cual toda palabra, además del acento musical llevaba en la
sílaba inicial un acento secundario de intensidad, probablemente por influencia

etrusca. Este acento, sin embargo, volvió a perderse pronto. En consecuencia, la

musicalidad del acento continuó del indoeuropeo hasta la época histórica.

Corroboran la naturaleza musical del acento histórico los siguientes hechos del

verso y de la prosa:

4.1. Verso

La métrica latina se basa en la oposición de sílabas largas y breves. Esto es

sólo posible en lenguas con acento musical, pues en lenguas con acento de

intensidad tiende a desaparecer la diferencia entre breves y largas en el sentido

de que la sílaba acentuada acostumbra a convertirse en larga y las átonas en

breves. Además, en estas lenguas el acento constituye la base para la

versificación, como podemos observar en nuestra propia lengua; en cambio, en

la métrica latina el acento no es prácticamente tenido en cuenta en la

versificación, pues sólo excepcionalmente coincidían los pies fuertes con el

acento.

Sin embargo, si bien para un dilatado período atribuye dicha escuela carácter

musical al acento latino, no obstante reconoce que en un momento dado se

produjo un cambio, sustituyendo el acento de intensidad al musical.

Corroboran tal cambio varios hechos:

a. Las lenguas romances que, como se verá después, tienen un

acento de intensidad.

b. El testimonio de los gramáticos, que ya en el siglo V señalan el

carácter intensivo del acento.

c. Las numerosas faltas que cometen los poetas en la versificación

debido a que, si bien por tradición mantienen los esquemas

cuantitativos (oposición de largas y breves), a la larga, por


influencia del acento, tienden a abandonar cada vez más la

cantidad tradicional, en el sentido de considerar las sílabas

acentuadas como largas y las átonas como breves.

El ritmo del verso clásico latino se determina por el curso regular de sílabas

largas y breves; es difícil decir cuándo se hizo valer el principio acentual, según

el cual el ritmo se ordenaba conforme al acento, si bien éste a menudo sólo en

determinados lugares del verso es compatible con el acento de la palabra.

Igualmente no está claro de dónde procede este principio.

El poeta cristiano Commodiano es con San Agustín el primero en cuyas

poesías la cantidad de las sílabas pasa desapercibida intencionadamente.

Commodiano construye hexámetros dactílicos fijándose en el acento, no en la

cantidad. Ante la cesura se construye solamente la penúltima sílaba en forma

cuantitativa. La mayor parte de las veces en esta poesía el acento de la palabra

es decisivo para el ritmo del verso.

4.2. Prosa

El carácter cuantitativo de la lengua latina hacía capaz de ritmo no sólo el

verso sino también la prosa. Se buscaban finales de frase con una sucesión de

sílabas largas y breves de tal forma combinadas que produjeran determinados

efectos artísticos. Esos finales recibieron el nombre de cláusulas. Cuidar más los

finales de frase que el resto de la misma, se debió, sin duda, a que el oído era

más sensible en esa parte del período.

Acaso desde el fin del imperio romano de occidente los versos serían

frecuentemente acentuados a la vez que cuantitativos. Esto naturalmente está

relacionado con el hecho de que en la lengua hablada las cantidades no eran

tan precisas. También en la prosa rítmica se efectuó este mismo cambio. La


cláusula ciceroniana se transformó en la serie: sílaba tónica-átona-átona-tónica-

átona; la cláusula dos en la serie repetida dos veces: tónica-átona-átona; la

cláusula 3, en la serie tónica-cuatro sílabas átonas-tónica y átona. Ejemplo:

Óptinet púncti (1); póstea príncipem (2), limátius absolvémus (3).

5. LA PERVIVENCIA DE LA COLOCACIÓN DEL ACENTO LATINO


EN LAS LENGUAS ROMANCES PENINSULARES

5.1. Desplazamientos del acento en el latín vulgar

En el latín vulgar el acento persiste sobre la misma sílaba que en el clásico, salvo

en los siguientes casos:

a. Si en una palabra proparoxítona figuran como sílabas antepenúltima y

penúltima, respectivamente, los grupos ie, io, eo, el acento pasa en el siglo

III a la penúltima a pesar de ser breve; en consecuencia, en el habla

vulgar se pronuncia muliérem, filiólum, abiétem, araneólam, en vez de

acentuar estas palabras en forma proparoxítona, como sucedía en la

lengua clásica. Este descentramiento del acento viene corroborado por la

métrica de los poetas cristianos que en muchos casos exige la

acentuación paroxítona, lo cual significa que la sílaba penúltima era

considerada como larga (araneólam), pues de no ser así resultaría

incorrecta la estructura de los hexámetros. Pero más importancia a este

respecto tiene el testimonio de las lenguas romances. En efecto, para

explicarnos cómo abietem, parietem, mulierem han evolucionado a abeto,

pared, mujer, respectivamente, debe partirse de una acentuación

paroxítona, pues si el acento hubiera recaído sobre la i, esta se habría

conservado.
b. Hemos indicado que en la lengua clásica, una sílaba con vocal seguida de

oclusiva más líquida o vibrante, puede ser considerada como breve o

larga y, por tanto, el acento puede caer sobre la penúltima o

antepenúltima, de donde la posibilidad de acentuar íntegra / intégra,

ténebrae / tenébrae. Este alargamiento por posición parece ser que era una

imitación del griego, pues en Plauto la combinación de oclusiva más

líquida no determina alargamiento de la sílaba anterior. En efecto, según

todo lo indicado en el habla popular del período arcaico se pronunciaba

íntegra, ténebrae, etc. No obstante, siglos más tarde, en las mismas habla

popular, esta combinación de consonantes determina alargamiento por

posición, acentuándose intégra, tenébrae, cathédra. Esto significa que la

acentuación paroxítona en estos grupos que para el período clásico debe

considerarse como artificiosa, acaba por convertirse siglos más tarde en

normal en el habla vulgar. El testimonio de las lenguas romances

demuestra, sin dejar lugar a dudas, que en tales casos, la acentuación era

paroxítona; así en español tinieblas, entero, cadera, presuponen que en el

latín vulgar se acentuaba tenébrae, intégrum, cathéra.

5.2. Pervivencia del acento

La colocación del acento latino clásico ha persistido mayoritariamente en las

lenguas romances, en especial en las lenguas de la Península Ibérica. La sílaba

que en latín estaba acentuada sigue siendo, normalmente, la cumbre ritmica de

la palabra romance, pese a los cambios fonéticos que puedan haber ocurrido en

la vocal acentuada.

En las lenguas occidentales se generalizó que después del acento no hubiera

más de una sílaba. Con ello se favoreció el ritmo llano del castellano, catalán y

gallego. Pese a lo dicho, hay ocasiones en las que no se ha respetado la

colocación latina clásica. En ese caso puede deberse bien a que se trate de

palabras tomadas en préstamo del latín en épocas posteriores a su evolución a


las lenguas romances, bien a desplazamientos de colocación producidos en latín

tardío, indicados en el apartado anterior.


TEMA 4.- NOCIONES GENERALES SOBRE MÉTRICA GRIEGA.
PROSODIA Y MÉTRICA LATINAS. PIES Y VERSOS MÁS USADOS.

1. NOCIONES GENERALES SOBRE MÉTRICA GRIEGA

1.1. Nociones generales de prosodia griega

La versificación griega, estrechamente ligada a la música, se basa en la

cantidad de sílabas, en la sucesión regulada de largas y breves. Una sílaba es

larga cuando la vocal que la compone es larga. En griego son vocales largas por

naturaleza α, η, ι, ω, υ, αι, αυ, ει, ευ, οι, ου, υι, ηι. Sin embargo, estas vocales y

diptongos pueden abreviarse ante una palabra que empiece por vocal.

También es larga la sílaba que teniendo vocal breve, va seguida de dos o más

consonantes o una consonante doble (ξ, ψ, ζ). Entonces se dice que es larga por

posición. Por otra parte, en Homero y en general en la épica, los grupos

llamados muta cum liquida alargan siempre la vocal anterior, aunque en Homero

se encuentran algunas excepciones.

Una sílaba es breve cuando tiene una vocal breve y no le sigue más de una

consonante, aunque son posibles los alargamientos métricos especialmente en

los hexámetros.

El encuentro de vocales o hiato suele evitarse, en caso contrario da lugar a los

siguientes fenómenos:

-Elisión: la primera vocal, breve, desaparece.

-Aféresis: la segunda vocal breve desaparece.

-Crasis: fusión de dos vocales en una sola.

-Sinalefa: cuando dos vocales, una final y otra inicial de palabra, en hiato,

se miden como una sola sílaba larga.

-Sinicesis: dos vocales en hiato, de las cuales la primera es breve y la

segunda larga, se miden como una sola sílaba larga.


-Diéresis: es el fenómeno contrario al anterior, por el que se permite

contar un diptongo, terminado en ι/υ por dos sílabas.

-Alargamiento métrico: alargar la sílaba de una palabra para poder

ajustarla al esquema de un metro determinado.

-Digamma (F): es de gran importancia en los poemas homéricos la acción

de este antiguo signo fonético, que ha dejado huella en la conservación de

aparentes hiatos, en el alargamiento de una sílaba breve final o en la no

abreviación de vocal larga o diptongo final. Los aedos extendieron esta acción

de la digamma a casos sin justificación histórica, ya que no se ha podido

justificar en los mismos su existencia.

1.2. La adopción de los versos griegos por los poetas latinos

La versificación latina depende de la griega. El único verso –el más antiguo de

la literatura latina- que puede tomarse como verdaderamente latino es el

Satunio, aunque en su forma tradicional está ciertamente influido por la técnica

del verso griego. Conscientemente usaron los metros del drama, sobre todo de

las tragedias de Eurípides y las comedias de Menandro, Filemón, Dífilo, por

primera vez en Roma.

Livio Andrónico y sus sucesores Nevio, Plauto, Ennio, Cecilio o Terencio, en

la segunda mitad del siglo III y primera del II, y además, verosímilmente,

utilizaron en las comedias ritmos de la opereta griega de su tiempo, por ejemplo

el sotadeo, en sus adaptaciones de los originales griegos.

De estos metros adoptados, que experimentaron a través de los imitadores

latinos una libre transformación, fueron los más importantes los yámbicos y

trocaicos para el diálogo, los anapésticos y eólicos para el canto interpolado o

coro.

Aún no se ha averiguado de un modo cierto de dónde proceden los picantes

baquios y créticos de Plauto y Terencio. Luego Ennio en sus Annales reemplazó

el saturnio por el hexámetro dactílico de Homero y Hesíodo e introdujo el


dístico elegíaco en la literatura latina. El hexámetro llegaría a ser en adelante el

verso preferido para la epopeya, la sátira, la poesía pastoril; el dístico para la

poesía amorosa y en menor extensión para el epigrama.

Los versos de los modelos helenísticos de los neotéricos se caracterizan por su

elegancia y una cierta inclinación a la normalización de los esquemas del verso.

Los mismos neotéricos procuran, en contraste con los más antiguos poetas, una

imitación formal de sus modelos lo más exacta posible. El único para nosotros

suficientemente conservado, Catulo, hizo populares más tarde en Roma dos

versos muy semejantes, el falecio y el yambo escazonte. También la estrofa

sáfica se encuentra ya en él.

A otros modelos griegos más antiguos (Alceo, Safo, Arquíloco, Anacreonte) se

remonta la lírica de Horacio, pero también su técnica del verso parece haber

sido fuertemente influido por los anhelos de normalización de la poesía

helenística.

2. PROSODIA Y MÉTRICA LATINAS

2.1. Prosodia latina

Los fonemas y sus rasgos distintivos, objeto de la fonología, se van aislando

mediante la segmentación de la cadena hablada, y así se logra hacer su

inventario en cada lengua. Se llaman, por ello, rasgos segmentales. Pero hay

otros rasgos lingüísticos que no coinciden con la segmentación en fonemas y

que afectan a una parte mayor de la cadena, concretamente a la sílaba: son los

rasgos llamados suprasegmentales o también prosodemas, objeto específico de

la prosodia. Los prosodemas son fundamentalmente tres:

a. Tono: que se coloca sobre una vocal o sonante y la hace contrastar por su

altura musical sobre las otras.


b. Acento: que conlleva intensidad y hace contrastar una sílaba de la

palabra con las demás.

c. Cantidad: basada en la duración.

I. EL RITMO LATINO. SUS ELEMENTOS PROSÓDICOS

FUNDAMENTALES

Podríamos definir el ritmo como la repetición o el retorno de determinados

elementos a intervalos regulares. Los elementos fundamentales del ritmo

lingüístico varían de una lengua a otra. En el ritmo latino se han registrado los

elementos siguientes:

a. Aliteración. Supone una insistencia en el comienzo de la palabra. Es muy

frecuente en la versificación latina arcaica. Ej.: libera lingua loquemur ludis

liberalibus (Nevio).

b. Rima. Conlleva una insistencia en el final de palabra, tampoco fue un

elemento sistemático del ritmo latino salvo en la poesía latina medieval,

pasando luego a las lenguas romances.

c. Número de sílabas. Es un elemento fundamental del ritmo latino ya que

forma parte de la versificación lírica o eolia, donde existen decasílabos,

eneasílabos, sin que pueda alterarse el número de sílabas sin hacer

incorrecto el verso.

d. Cantidad y acento. Actualmente hay autores aislados que han hincapié

sobre la importancia del acento, e incluso han llegado a defender que la

cantidad se confunde con la intensidad de modo que la sílaba larga no

sería otra cosa que la capaz de recibir el ictus rítmico. En el latín tardío y

medieval, la cantidad deja de ser el elemento fundamental del ritmo,

para pasar a serlo el acento.


II. SÍLABA LARGA / SÍLABA BREVE. LAS LARGAS ‘POR POSICIÓN’

La denominación de sílaba larga y breve tiene que ver con la duración en el

tiempo. Para la cantidad de las sílabas en latín hay que tener presentes las

observaciones siguientes:

a. No cuentan a efectos de cantidad las consonantes que preceden en la

sílaba a la vocal.

b. Es breve la sílaba acabada en vocal breve: a, la cla, scla.

c. Es larga la sílaba acabada en vocal larga: e, le, ple, sple.

d. Es larga la sílaba acabada en consonante (sílaba cerrada o trabada) sea

cual sea la cantidad de su vocal.

III. NORMAS PARA RECONOCER LA CANTIDAD DE LAS SÍLABAS

a. Largas por posición. Es larga toda vocal seguida de dos consonantes (tanto

si las dos consonantes pertenecen a la misma palabra, como a palabras

distintas). Pero hay que tener en cuenta que si ambas son muta cum liquida,

pueden hacer posición o no, es decir, alargar o no la vocal: patris, lacrima,

tenebrae, pero si las dos consonantes pertenecen a la palabra siguiente no

hacen posición: urbe fruuntur. Hay que tener en cuenta además que

cuentan como dos consonantes las consonantes dobles x, z, y también la i

consonántica que procedía de una geminada.

b. Largas por naturaleza. Son vocales largas por naturaleza los diptongos (au,

ae, oe, eu) y las vocales procedentes de diptongos monoptongados

(includo), de contracciones (cogo).

c. Breves por posición. Es breve toda vocal seguida de otra vocal que no

forme diptongo. Aún así hay excepciones:

i. Formas de fio que no tienen r.


ii. La e del genitivo y dativo de la 5ª Declinación.

iii. Los genitivos y vocativos de los nombres en –aius, -eius.s

iv. Son indiferentes los genitivos en –ius: istius, illius, ipsius.

d. Breves reconocibles por resultados fonéticos. Son breves las vocales objeto

de supresiones (valide, neue), las que sufren alteraciones u oscilaciones de

timbre (facio/conficio, premo/comprimo, caput/capitis, etc.), y las vocales e, o

que diptongan en ie, ue al pasar al castellano: tenes, novo, y la i, u se abren

en e, o: times, lupa.

e. Monosílabos. Son generalmente largos en palabras con entidad

significativa, como sustantivos o formas verbales: sol, fur, ver, rus, ius, da,

etc. Pero hay excepciones como cor, fel, mel, os. Las preposiciones son

breves salvo a, de, e, pro.

f. Sílabas finales de palabra.

i. SÍLABAS ABIERTAS.

* Suelen ser largas:

-Las terminadas en –a: ama, supra, triginta. Excepto el nominativo y vocativo

singular de la 1ª Declinación y los neutros plurales.

-Las terminadas en –i: homini, audi, domini, illi, amavi. Excepciones: nisi, quasi,

necubi, etc.

-Las terminadas en –o: domino, amo.

-Las terminadas en –u: manu, tu, diu.

*Suelen ser breves las terminadas en –e: domine, leone, ille, amare, salvo los

ablativos de la 5ª declinación y los imperativos de la 2ª conjugación.

ii. SÍLABAS CERRADAS


-Suelen ser breves las terminadas en consonante distinta de –s: rosam, dominum,

flumen, consul, pater, apud, amat.

-De las terminadas en –s son generalmente largas las finales en –as, -es, -os:

rosas, dominos, leones

iii. SÍLABAS MEDIALES

-Declinación: son largos los morfemas –a, -e, -o: rosarum, dierum, duorum y

breves los morfemas –i, -u: hostibus, artubus.

-Flexión verbal:

Tema de presente: son largas la –a, -e, -i de las conjugaciones 1, 2, 4 así

como el sufijo –ba- del imperfecto. Son breves la –e y la –i de la 3 y mixta pero

larga la –e- del imperfecto y el futuro. Son largas las vocales de los sufijos de

presente e imperfecto de subjuntivo de todas las conjugaciones.

Tema de perfecto: los perfectos en –ui tienen larga la vocal que precede:

amavi, delevi, audivi, y breve la –i- en posición medial en todos los verbos:

amavimus, monuimus, legimus, audivimus. Es largo el sufijo de ambos

pluscuamperfectos y breve el futuro perfecto / perfecto de subjuntivo.

Tema de supino: son generalmente largas las vocales –a, -e, -o, -u. La –i

es larga si corresponde a un perfecto en –iui, pero breve si corresponde a un

perfecto en –ui no precedido de vocal: monitum, tacitum.

IV. FENÓMENOS PROSÓDICO-MÉTRICOS: ELISIÓN Y LICENCIAS

a. Elisión

En la secuencia del verso latino, cuando una palabra termina en vocal o en –m

y la siguiente comienza por vocal o por h-, se elide a efectos métricos la vocal +

-m con que termina la primera palabra.


Cuando la segunda palabra son las formas es / est, hay aféresis de la e, en lugar

de elisión de la vocal final anterior.

b. Licencias métricas

-Hiato: es justamente el fenómeno opuesto a la elisión o sinalefa, es decir, no

elidir en los casos mencionados, la vocal o vocal + m final de palabra.

-Sinéresis o sinicesis. Consiste en formar una sola sílaba con dos vocales

sucesivas que no forman diptongo y que constituyen por tanto dos sílabas; es

una especie de falso diptongo: aureo.

-Diéresis: es el fenómeno contrario al anterior, hacer de un diptongo dos sílabas,

a veces contando como vocal la i, u consonánticas: Orpheus.

-Consonantización: consiste en tomar como consonante la i, u vocálicas. Su

efecto métrico es como el de la sinicesis, hacer de dos sílabas una, y además

alargar la sílaba anterior, al quedar su vocal ante dos consonantes.

1.2. Métrica latina

La cadena rítmica está formada por una serie de unidades o segmentos, de

distinta amplitud. Las unidades básicas fundamentales de la métrica latina son,

de menor a mayor, las siguientes:

a. EL PIE

La cantidad silábica como tal no puede producir ritmo, pues una sola sílaba

no puede ser unidad de retorno. En cambio el pie sí es la unidad métrica

significativa. Tiene necesariamente un mínimo de dos sílabas y constituye una

unidad rítmica formada por un tiempo fuerte o marcado y un tiempo débil o

intervalo que le precede o le sigue.


Las distintas agrupaciones y combinaciones de sílabas largas y breves dan

lugar a diferentes pies. Los que más nos interesan aquí son los siguientes:

-De dos sílabas: pirriquio (∪∪), troqueo (−∪), yambo (∪−), espondeo (−−).

-De tres sílabas: tríbraco (∪∪∪), dáctilo (−∪∪), anapesto (∪∪−), proceleusmático

(∪∪∪∪), coriambo (−∪∪−).

b. METRO

La unidad métrica no podía ser el pie, porque unos eran puros y otros

condensados. Como iban alternando, la unidad de retorno era el doble pie, es

decir, el metro.

c. VERSO

En la jerarquía que presentan las unidades rítmicas, el verso es la unidad

fundamental del sistema rítmico y métrico latino. Es anterior a su segmentación

en unidades inferiores y a su agrupación en unidades superiores. Puede

definirse como la unidad de un corte o silencio con lsa sílabas que le preceden

hasta el anterior silencio de la misma calidad rítmica. El verso, como unidad

rítmica, tiene determinadas marcas formales, que a veces se acumulan en

redundancia, y que son fundamentalmente:

-Coincidencia de final de palabra con final de verso.

-La sílaba final de verso es indiferentemente larga o breve, se denomina anceps.

-Hay normalmente hiato entre el final de un verso y el principio del siguiente.

Los versos pueden clasificarse según su final, su comienzo o su parte central,

del modo siguiente:

-Según su final:
*Catalécticos: cuando su último pie está incompleto. Si el verso posee su

esquema métrico completo, es acataléctico.

*Hipercataléctico: cuando se considera que se les ha añadido al final una

o más sílabas sobre su esquema teórico.

*Hipérmetros: cuando tienen una sílaba de más.

-Según su comienzo:

*Acéfalos: cuando les falta alguna sílaba al principio.

*Procéfalos: cuando poseen en su comienzo una sílaba de más,

denominada anacrusis.

-Según su parte central, los versos se llaman asinartetos cuando están

compuestos de dos miembros o hemistiquios no bien trabados, de modo que la

sílaba final del primer miembro es indiferente y se admite en ella el hiato, como

en la sílaba final de verso.

d. CESURA

En los versos largos, de 11 o más sílabas, suele haber, en algún lugar del

interior, un corte llamado técnicamente cesura. Durante mucho tiempo se

defendió que la cesura era una pausa, bien de tipo fisiológico, para tomar

aliento, bien de tipo sintáctico con final de frase.

Es, como su nombre indica, un corte en lugares determinados del verso,

establecidos por convención. Suele estar siempre entre palabra y palabra,

aunque a veces suele estar en medio pie, llamándose diéresis métrica, como la

que se considera que existe a veces entre el cuarto y el quinto pie del hexámetro,

a la que se le da el nombre de diéresis bucólica.

3. PIES Y VERSOS MÁS USADOS


3.1. Ritmo dactílico

a. Hexámetro

Es el verso de la poesía épica, de la sátira y de la poesía didáctica. Consta de

seis dáctilos. En los cuatro primeros, las dos breves pueden estar sustituidadas

por una larga y aparecer, por tanto, espondeos. El quinto pie es habitualmente

dáctilo, el sexto es anceps.

El hexámetro presenta normalmente una o más cesuras. Pentemímera después

del quinto semipié, trihemímera, después del tercer semipié, heptemímera,

después del séptimo semipié y trocaica entre las dos breves del tercer pie.

b. Pentámetro. Dístico elegíaco

El pentámetro consta de cinco pies dáctilos, pero distribuidos de esta forma:

dos dáctilos y medio + dos dáctilos y medio. Los dos miembros están separados

por una diéresis métrica. En el primer miembro los dos dáctilos pueden estar

sustituidos por espondeos.

El pentámetro se usa normalmente precedido de un hexámetro y formando

con él el llamado dístico elegíaco, propio especialmente de la elegía y el

epigrama.

3.2. Ritmo yámbico

a. Dímetro: Consta de cuatro yambos (dos metros) aunque no suele usarse

en latín nada más que en combinación con otros versos, sobre todo con el

trímetro, con el que forma el llamado dístico epódico. Alcanzará gran

desarrollo en la lírica cristiana.

b. Trímetro y senario yámbico: constan de seis yambos, tienen cesura

pentemímera o heptemímera y se utiliza sobre todo en las partes


dialogadas del teatro y en las fábulas de Fedro. Es uno de los principales

esquemas de la versificación latina y dará el endecasílabo de las lenguas

románicas.

c. Trímetro escazonte: es una modalidad del trímetro que consiste en

presentar invertida la estructura métrica del último pie: en lugar de ser

un yambo puro es un troqueo. A cambio tiene un yambo puro en el 5º

pie. Se le llama también coliambo o hiponacteo, muy utilizado por

Catulo y Marcial.

d. Tetrámetro, octonario y septenario: utilizados en el teatro con una

diéresis que los divide en dos partes iguales (4+4) o bien una cesura

después del noveno semipié.

3.3. Ritmo trocaico

Lo más importante es el octonario trocaico, usado en el teatro, con diéresis que

lo divide en dos hemistiquios, y la variante cataléctica llamada septenario

trocaico, muy utilizado en los diálogos teatrales, verso propio de la versificación

popular que evolucionó al octosílabo castellano.

3.4. Los versos líricos: estrofas más importantes

Se llama líricos a una serie de versos que se emplean casi únicamente en

poesía lírica. También se habla para los mismos versos de métrica eolia por

proceder de Alceo y Safo, escritores en dialecto eolio y métrica coriámbica, por

ser el coriambo su pie fundamental. Características fijas:

-Número fijo de sílabas, por lo que su métrica es silábico-cuantitativa.

-Coriambo como pie fundamental −∪∪−

-Posibilidad de que preceda al coriambo un par de sílabas de cantidad

indiferente, llamada base.


-Se agrupan habitualmente en estrofas de cuatro versos.

Los principales versos líricos son los siguientes:

a. Sin base: el adónico, coriambo hipercataléctico −∪∪− −

b. Con base simple:

i. Ferecracio: XX −∪∪− − (base + coriambo hipercataléctico).

ii. Glicónico: XX −∪∪− ∪− (base + coriambo + yambo).

iii. Asclepiadeo: XX −∪∪− −∪∪− ∪− (base + dos coriambos +

yambo).

c. Con doble base en endecasílabo sáfico XXXX −∪∪−∪− − (doble base

+ coriambo + monómetro yámbico cataléctico).

d. Versos alcaicos:

i. Endecasílabo alcaico: −−∪−− // −∪∪−∪−. Se divide en dos

partes (5+6) por una diéresis: la primera parte es un

monómetro yámbico hipercataléctico; la segunda se

compone de coriambo + yambo.

ii. Decasílabo alcaico: −∪∪−∪∪−∪−−. Aunque puede aislarse un

coriambo inicial, la estructura es la de dos dáctilos + dos

troqueos.

iii. Eneasílabo alcaico: −−∪− −−∪− −. Es un dímetro yámbico

hipercataléctico, el único de los versos líricos sin coriambo.

Las estrofas líricas más importantes son:

-Estrofa sáfica. Consta de tres endecasílabos sáficos seguidos de un adónico.

-Estrofa alcaica. Consta de dos alcaicos endecasílabos + un eneasílabo + un

decasílabo.

-Estrofa asclepiadeas. La A que consta de tres asclepiadeos y un glicónico y la B

que consta de dos asclepiadeos, un ferecracio y un glicónico.


TEMA 5.- COMPOSICIÓN Y DERIVACIÓN DE PALABRAS DE RAÍZ
GRECOLATINA. PREFIJOS Y SUFIJOS. EL LÉXICO LATINO:
NEOLOGISMOS, CULTISMOS, TERMINOLOGÍA CIENTÍFICA Y
TÉCNICA, ETC. ADAPTACIÓN DE TOPÓNIMOS Y ANTROPÓNIMOS
GRECOLATINOS EN LAS LENGUAS ROMANCES PENINSULARES.

1. Composición y derivación de palabras de raíz grecolatina. Prefijos y


sufijos.

1.1. La derivación en latín

Uno de los mecanismos empleados en latín para formar palabras nuevas a

partir de otra ya existente es la derivación, que consiste en la unión de afijos al

lexema de una palabra. Según la posición de los afijos, los podemos clasificar en

sufijos y prefijos:

a. Sufijos: se añaden detrás del lexema: amo – amor (sufijo –or).

b. Prefijos: se añaden delante del lexema: de – dedecus.

Mediante este recurso se pueden crear nombres a partir de otros nombres,

adjetivos a partir de nombres o de otros adjetivos, etc.

a. SUFIJOS LATINOS

Los más empleados son los denominativos y los verbales, es decir los que

crean palabras a partir de nombres o adjetivos y los que crean palabras a partir

de verbos. Estos sufijos aportan un valor semántico por el que modifican el

significado genérico de la palabra primitiva como por ejemplo el sufijo –culum

que aporta la idea de diminutivo o –bulum que aporta la idea de instrumento.

-Sustantivos derivados de sustantivos


*-al, -ar: expresa la idea de relación como animal de anima o calcar de calx.

*-aria, -arium: expresa la idea de lugar como argentaria de argentum.

*-arius: expresa la idea de oficio como argentarius de argentaria.

*-ina: expresa la idea de oficio o lugar como medicina de medicus

-Adjetivos derivados de sustantivos

*-aceus: expresa la idea de pertenencia, materia como argillaceus de

argilla.

*-anus: expresa la idea de relación, pertenencia como humanus de homo.

*-arius: expresa la idea de relación, como agrarius de ager.

*-atus/-utus: expresa la idea de relación, cualidad como auratus de aurum

*-bris: expresa la idea de relación como funebris de funus.

*-icus: expresa la idea de relación, cualidad como bellicus de bellus.

*-illis/-alis: expresa la idea de semblanza como hostilis de hostis.

-Verbos derivados de sustantivos

*-are: como laudare procedente de laus-laudis.

*-ere: como metuere procedente de metus-us.

*-ire: como sortire procedente de sors-sortis.

-Sustantivos derivados de adjetivos

*-ia: como el sustantivo perfidia procedente del adjetivo perfidus-a-um.

*-tas: como el sustantivo libertas procedente del adjetivo liber-libera-um.

*-tia/-itia: como iustitia procedente del adjetivo iustus-a-um.

*-tudo: como magnitudo procedente del adjetivo magnus-a-um.

-Sustantivos derivados de verbos

*-ion: sufijo con significado de acción como auditio de audire.

*-mentum: con significado de instrumento como monumentum de moneo.


*-culum/-bulum: instrumento o lugar como coenaculum de coeno.

*-tor/-sor/-trix: persona que efectúa una acción como actor, actrix de ago.

*-ura: sufijo de acción como caesura de caedo.

-Adjetivos derivados de verbos:

*-ax: significado de tendencia como loquax de loquor.

*-ilis: significado de posibilidad como facilis de facio.

*-bilis: con significado de posibilidad como credibilis de credo.

*-bundus / -cundus: inclinación como iracundus de irascor.

*-icus: con significado de relación como amicus de amo.

*-idus: con significado de propiedad como calidus de calere.

*-ivus: con significado de inclinación como fugitivus de fugo.

1.2. La derivación en griego

La lengua griega ha proporcionado a las lenguas modernas multitud de

palabras, usadas preferentemente en los ámbitos de la ciencia y de la técnica. El

castellano ha heredado de manera directa o a través del latín una gran cantidad

de vocabulario griego.

En las palabras incorporadas al léxico castellano, hemos de distinguir entre

sufijo y componente o étimo griego. El primero es un sufijo propiamente dicho,

existencte en la lengua griega, que ha pasado a la nuestra; el segundo es una

palabra griega (nombre, adjetivo, verbo) que usamos en castellano como si

fuese un sufijo.

a. Ejemplos de sufijos griegos:

i. –sis: formación, operación: análisis, diálisis.

ii. –ica: relativo a: fonética, dietética.

iii. –ismo: doctrina: hedonismo, egocentrismo.


iv. –ma: concepto: lexema, fonema.

b. Ejemplo de componentes o étimos griegos:

i. –grafía: escritura, descripción: geografía, cartografía.

ii. –logía: estudio, ciencia: morfología, filología.

iii. –teca: depósito, caja: biblioteca, ludoteca.

iv. –algia: dolor: neuralgia.

v. –fagia: comer: fitofagia.

vi. –fonía: sonido, voz: foniatra, sinfonía.

vii. –genia: origen, procedencia: genética.

viii. –metría: medida: cronómetro.

ix. –nomía: ley, norma: astronomía.

x. –podo: pie: cefalópodo.

xi. –scopía: observación: microscopio.

xii. –tecnia: arte: pirotecnia.

1.3. Composición de palabras

En latín, como en muchas lenguas, se llama composición a la creación de

nuevos términos a partir de dos o más lexemas. La palabra resultante se

denomina compuesta, cuyo significado deriva de la unión de las palabras que la

componen, las cuales en muchos casos han sufrido cambios fonéticos. Un

ejemplo de ello es la palabra princeps que es la unión de primus-a-um, + caput-itis

> prim(o)caps, o en castellano bajamar.

La composición en latín puede ser propia o impropia.

a. Composición propia
Los términos que forman la palabra compuesta se funden entre ellos de tal

modo que sólo el segundo (un nombre o un verbo) contiene las desinencias

nominales o verbales de la nueva palabra. Ejemplos:

Magnus + animus: magnanimus

Pateo + facio: patefacio.

El segundo término que forma la nueva palabra mediante la composición

propia siempre es un nombre, un verbo o un derivado verbal. El primero en

cambio puede ser un nombre o un adjetivo (navis + frango > naufragus), un verbo

(pateo+facio>patefacio), un adverbio (bene+volo>benevolus), una preposición o una

partícula inseparable (de+nuntiare>denuntiare, semi+circulus>semicirculus).

b. Composición impropia

La palabra está formada por términos con sentido completo, que se unen entre

ellos por relaciones de concordancia o de régimen.

-Por relación de concordancia. Cada una de las palabras que forman el

compuesto se declina según el modelo al que pertenecen como por ejemplo

Respublica, donde ambos elementos se declinan.

-Por relaciones sintácticas de régimen. El primer término de la palabra

compuesta acostumbra a ir en genitivo, dativo o ablativo. El segundo contiene

las desinencias de la declinación a la que pertenece como por ejemplo legislator

o avistarda.

1.4. Prefijos

a. Preposiciones

Algunas preposiciones latinas funcionan como prefijos en la formación de

palabras y aportan un matiz determinado al nuevo término que forman. A


veces experimentan algunos cambios fonéticos, sobre todo asimilación

progresiva. Las preposiciones más utilizadas son:

*Ab, abs (a, as): con significado de separación como en abstrahere.

*Ad (ac, af, ag, al, a, ap, as, at, an): con significado de proximidad como

admirari.

*Circum: que significa alrededor como en la palabra circumstantia.

*Contra: con significado de ‘enfrente de’ como en controversari.

*Cum (com, con, col, cor, con): con significado de compañía como en combinari.

*De: con significado de lejanía como en descendere.

*E/ex (ef): con significado de pérdida u origen como en excellere.

*Extra: con significado de ‘fuera de’ como en extralimitare.

*In (im, il, ir): significa ‘dentro’ como en el verbo importare.

*Inter (intel): significa ‘entre’ como en el verbo interponere.

*Intro: significa ‘dentro’ como en el verbo introducere.

*Ob (oc, of, op): significa ‘delante, en contra de’ y puede encontrarse en occasus.

*Per: significa ‘a través de’ y aparece en el verbo permeare.

*Post: significa ‘después’ y aparece en verbos como postponere.

*Prae: significa ‘antes, delante’ y aparece en palabras como praetextus.

*Pro: significa ‘por, a favor de, en lugar de’ y aparece en proconsul.

*Sub (suc, suf, sug, sum, sur): significa ‘debajo de, después’ como en subscribere.

*Super: significa ‘encima de, después’ y aparece en palabras como supervivens.

*Trans/tra: significa ‘a través, más allá de’ y aparece por ejemplo en traiectus.

b. Partículas inseparables

En latín hay un grupo de palabras compuestas cuyo primer elemento es una

partícula inseparable que confiere un significado determinado al nuevo término

que se ha formado. Las partículas más frecuentes son las siguientes:


*Amb- (am-, an-): con significado de ‘alrededor’ como en el verbo ambire.

*Dis- (di-, dif-, dir-): con significado de oposición o separación como en digerere.

*In (il-, im-, ir-): con significado de negación como en imberbis.

*Ne-, nec-: tiene significado de negación como en nefas.

*Re- (red-): tiene significado de repetición como en reditus.

*Se-: tiene significado de separación como en el verbo secedere.

*Semi-: tiene significado de mitad como en el verbo semicirculus.

c. Preverbios griegos

*Amfi: expresa la idea de ‘ambos, uno y otro’ como en la palabra anfiteatro.

*Ana: expresa la idea de ‘contra, encima, de nuevo’ como en anacronismo.

*Anti: expresa la idea de ‘oposición’ como en la palabra antiestético.

*Apo: significa ‘apartado, falto de’ como en la palabra apócope.

*Cata: significa ‘debajo’ y aparece en numerosas palabras como catacumba.

*Dia: significa ‘a través de’ y aparece en palabras como diálogo.

*Epi: significa ‘sobre’ y aparece en sustantivos como epílogo.

*Ex: quiere decir ‘fuera de’ y aparece en términos como éxodo.

*Hiper: significa ‘sobre, en exceso’ y aparece en sustantivos como hipermercado.

*Hipo: quiere decir ‘debajo de, de menos calidad’ y aparece en hipotermia.

*Meta: expresa la idea de ‘cambio, más allá de’ y aparece en metalingüística.

*Para: con la idea de ‘al lado de, más allá’ como en el sustantivo paradigma.

*Peri: quiere decir ‘alrededor’ como en el sustantivo periscopio.

*Pro: significa ‘delante’y aparece en términos como pronóstico.

*Sin/sim: expresa la idea de ‘conjuntamente’ como en sintonía.

2. El léxico latino: neologismos, cultismos, terminología científica y

técnica.
El castellano es la lengua romance más hablada del mundo. Un porcentaje

muy alto de su léxico (80 %) procede del latín, pero es importante señalar que

no todos los términos de origen latino se han introducido en el castellano de la

misma manera ni en el mismo momento.

2.1. Palabras patrimoniales

Con la romanización, el latín vulgar se impuso en los pueblos conquistados.

Este latín vulgar fue mezclándose y adaptándose a la lengua de las poblaciones

indígenas; posteriormente se fragmentó en las distintas lenguas romances. Cada

una de ellsa experimentó, desde finales de la Edad Media, grandes

transformaciones en su léxico basándose en unas normas propias de evolución

fonética. Producto de estos cambios son las palabras patrimoniales que

constituyen el grupo más numeroso y más antiguo en las diversas lenguas

romances.

2.2. Cultismos, semicultismos y neologismos

El progreso de la cultura en campos como la literatura, la ciencia y la filosofía

hizo que se precisaran nuevas palabras para expresar nuevos concepto,

sentimientos u objetos. Se recurrió a menudo al latín culto o literario, de donde

se tomaron infinidad de palabras, los denominados cultismos. Éstos se

introdujeron en la lengua castellana en una época en la que ya se habían

producido los grandes cambios fonéticos que afectaron a las palabras

patrimoniales. De este modo se integraron en ella con su forma originaria o con

las mínimas adaptaciones a la fonética de la nueva lengua. Ejemplos de

cultismos pueden ser directo, planicie, foco, lacrimal.


Hay además un tipo de palabras, los semicultismos, que están a medio

camino entre las patrimoniales y las cultas. Son más recientes que las primeras,

pero más antiguas que éstas últimas; por ello se han visto afectadas sólo en

parte por los cambios fonéticos y no han finalizado su evolución. Se puede

señalar como ejemplo la palabra latina saeculum, cuya evolución completa al

castellano habría dado siejo y no siglo.

La incorporación de términos procedentes del latín culto al castellano se

produjo a lo largo de toda su historia, aunque fue más abundante en el

Renacimiento y en el Neoclasicismo. Hoy en día además, seguimos recurriendo

a esta lengua clásica para la formación de neologismos, como las palabras vídeo,

retevisión o internauta.

Es frecuente además, que derivadas de una sola palabra latina, coexistan

paralelamente una forma patrimonial y otra culta, introducida posteriormente.

A pesar de que tienen un origen común, hay entre ellas pequeñas diferencias de

significado, tal como se puede observar en este ejemplo: el término latino

circum ha producido el cultismo ‘circo’ (espacio con gradas para espectáculos) y,

por otro lado, la palabra patrimonial ‘cerco’ (banda o zona alrededor de una

cosa).

2.3. Latinismos. Terminología científico-técnica

El latín culto siguió utilizándose como transmisor de cultura mucho tiempo

después del nacimiento de las lenguas romances. Prueba de ello es que aún en

la actualidad utilizamos frases, expresiones y sentencias que proceden

directamente de la lengua latina, los latinismos.

Hasta el siglo XVIII los científicos escribían en latín sus obras: Newton redactó

en esta lengua la formulación de la ley de la gravedad y Descartes su Discurso


del Método. Hoy en día, seguimos recurriendo al latín para la denominación

científica de los seres vivos, herencia de la nomenclatura ideada por el

naturalista Linneo en el siglo XVIII. Éste ideó un sistema binomial en el que el

primer término corresponde al género y el segundo a la especie. Está admitido

universalmente y se utiliza tanto en zoología como en botánica: canis lupus,

lacerta muralis, apis melifica, cocrodylus niloticus, populus tremula, fraxinus

angustifolia, fagus silvatica…

A principios del siglo XX aparecieron en Europa los primeros códigos de leyes

civiles, hecho que supuso el abandono, en la práctica, del Derecho Romano. Sin

embargo, éste ha seguido proporcionando numerosas expresiones y sentencias

como habeas corpus, sine die, dura lex sed lex, in dubio pro reo.

El latín culto ha traspasado las barreras de estos campos del saber y ha

penetrado libremente en el lenguaje cotidiano. Ya son habituales expresiones

latinas como lapsus, modus vivendi, curriculum vitae, casus belli, sui generis, ipso

facto.

Además, el uso de latinismos no está restringido a las lenguas romances. En

inglés es muy frecuente su empleo: datum, verbi gratia, versus, locum, post

scriptum. Y en otros países como Holanda o Canadá eligieron el latín para su

divisa: luctor et emergo, a mari usque ad mare.

3. Adaptación de topónimos y antropónimos grecolatinos en las lenguas

romances peninsulares.

3.1. Topónimos
Se ha dado como posible una colonización etrusca en las costas españolas

del Mediodía al Levante, ya que desde Huelva al Pirineo hubo topónimos que

reaparecen con forma igual o análoga en Etruria y en otras zonas de Italia.

También los fenicios se establecieron en las costas meridionales. Hacia el año

1100 tuvo lugar la fundación de Gádir, cuyo nombre equivalía a ‘recinto

amurallado’. El nombre quedó deformado por los romanos que la llamaron

Gades y los árabes Quadis. Otras colonias fenicias eran Asido (Medina Sidonia),

Malaka (Málaga) que significaba probablemente ‘factoría’ y Abdera (hoy Adra).

Más tarde los cartagineses reafirmaron la influencia que habían tenido sus

antecesores. Algunas huellas toponímicas las hallamos en Cartago (Cartagena),

Portus Magonis (Mahón), que lleva el nombre de un hijo de Asdrúbal.

De origen púnico parece ser también el nombre de Hispania que adaptaron los

romanos, término que en lengua fenicia significa ‘tierra de conejos’, así como el

de Ebussus>Ibiza, que quería decir literalmente ‘isla o tierra de pinos’.

Los topónimos griegos que han pervivido en la Península son casi

inexistentes. La colonización helénica, desterrada del sur, prosiguió en Levante

donde se hallaban Lucentum (Alicante), Hemeroscopeion (Denia), Rhodes (Rosas) y

Emporion (Ampurias). Además, los griegos llamaban a la Península Iberia,

término que denominaba a los habitantes de dicho lugar, los íberos, y con el que

también podría tener relación el río Ebro.

Por último, en el siglo IV, pueblos célticos habían llegado hasta Portugal y la

Baja Andalucía. Muchas ciudades fundadas por ellos tienen orígenes guerreros

compuestos por –briga que significa ‘fortaleza’: Conimbriga (Coimbra), Iuliobriga

(Talavera), Miróbriga (Ciudad Rodrigo, Salamanca).


Por supuesto, los más importantes son los topónimos de carácter latino, que

afecta más a las regiones cuanto más sea su grado de romanización, por ello son

menos frecuentes en el norte. Tenemos en el resto de España ciudades de la

antigüedad como Emerita Augusta, Caesar Augusta (Zaragoza), Valentia, Asturica

Augusta, etc. coincidiendo con el hecho de que estas ciudades sean colonias y no

municipios que tenían nombre de otros pueblos.

Con la caída del Imperio Romano otros pueblos llegan a la Península. La

lengua latina es respetada con sus cambios y adaptaciones según las regiones.

Poco a poco, estas diferencias se van acentuando, produciéndose la

fragmentación lingüística romance.

3.2. Antropónimos

En general, si consultáramos cualquier libro dedicado a la onomástica o a los

antropónimos se podría observar que la mayor parte de ellos tienen origen

grecolatino.

Nombres latinos como Mario, César, Augusto, Claudio, Marcos, siguen

existiendo en la actualidad. Por otra parte, muchos de los nombres actuales

utilizan diferentes preverbios y sustantivos griegos como Eugenio ‘de buen

linaje’, Eusebia, Teodoro o Dorotea. Es decir, estos antropónimos, muchas veces

transmitidos a través de los evangelios, normalmente eran compuestos y

parlantes, porque al margen de su función onomástica, implican una

significación y un contenido propios.


TEMA 6.- RASGOS GENERALES DE LA EVOLUCIÓN DEL LATÍN A LAS
LENGUAS ROMÁNICAS.

1. HISTORIA DE LA EVOLUCIÓN DEL LATÍN A LAS LENGUAS


ROMÁNICAS

Es un hecho evidente que el latín, al igual que cualquier otra lengua, ha

sufrido una evolución con el paso del tiempo. Pero si examinamos la lengua

latina atendiendo a su reflejo en la literatura podremos determinar que se trata

de una lengua uniforme, prácticamente estable desde el siglo III a.C., fecha en la

que se consolida el latín como la lengua de Italia debido a la unificación política,

hasta el siglo V d.C., cuando dicha unidad se rompe con la caída del Imperio

romano.

Sin embargo, eta ruptura no supuso el abandono del latín como lengua

escrita. Durante varios siglos continuó siendo una lengua de prestigio, conocida

por las capas más cultas de la sociedad y utilizada por ellas para la redacción de

sus obras literarias y científicas.

Sólo cuando las llamadas lenguas romances, derivadas del latín vulgar,

alcanzaron el grado de madurez necesario para la expresión literaria, el latín

escrito fue, poco a poco, perdiendo terreno.

1.1. Expansión del latín vulgar

A medida que Roma iba adueñándose de toda la cuenca mediterránea

difundía también su civilización y su lengua entre los pueblos conquistados.

Este proceso de asimilación de las costumbres y de la lengua de roma en las

zonas sometidas se denomina romanización.


Ahora bien, la lengua que aprendió la población indígena de estos pueblos no

fue el latín culto, sino el latín vulgar. No olvidemos que la conquista y la

posterior colonización de estos territorios fue obra de soldados, mercaderes y

funcionarios romanos.

Las lenguas vernáculas se vieron poco a poco desplazadas por el latín, ya que

éste era el vehículo de comunicación de una cultura más desarrollada, capaz

por ello de imponerse a los pueblos menos civiizados con los que entraba en

contacto. Por otra parte, el empleo del latín resultaba más práctico para las

relaciones comerciales, culturales y sociales entre la población autóctona y los

colonizadores romanos, y al mismo tiempo, facilitaba la comunicación con los

habitantes de otras zonas del Imperio.

Es obvio que la adopción del latín vulgar por parte de estos pueblos no se

produjo de forma instantánea, sino que fue el resultado de un lento proceso:

1º FASE: la lengua latina comienza a hablarse en las ciudades adonde llegan en

mayor número los colonos romanos por centralizars en éstas la administración

local, la milicia y el comercio.

2ª FASE: se extiende el uso del latín a las zonas rurales, dada la necesidad que

sienten sus habitantes de entenderse con la población urbana para comerciar

con sus productos y para hacer sus gestiones de carácter administrativo.

Asistimos todavía a un período de bilingüismo. Los indígenas continuaban

usando la lengua vernácula en sus relaciones familiares y sólo utilizaban en

latín para los asuntos oficiales y los negocios.

3ª FASE: acaba por imponerse el empleo del latín en todos los ámbitos haciendo

caer en el olvido a las lenguas vernáculas.

1.2. Fragmentación del latín vulgar

Mientras se mantuvo la unidad política del Imperio Romano, el uso del latín

como lengua oficial estaba garantizado. Sin embargo, si consideramos su vasta


extensión, comprenderemos que la lengua latina hablada en zonas tan

separadas geográficamente como Hispania o Dacia habría desarrollado

determinadas características propias, dialectales, debido a la influencia de las

distintas lenguas vernáculas. Los nuevos hablantes del latín lo aprenderían y

desarrollarían según su propia manera de hablar, es decir, de acuerdo con su

acento, al tiempo que introducirían muchas palabras tomadas de su propia

lengua.

A partir del siglo III d.C., empiezan a detectarse síntomas de descomposición

en la estructura política y militar romana. Es en el siglo V d.C. cuando la

invasión de lospueblos báraros asesta el golpe de gracia a las ya maltrechas

fronteras del Imperio. La administración central, por su poder nivelador, tendía

a borrar las diferencias regionales; pero, al desmoronarse, se produce la ruptura

de la comunicación entre las antiguas provincias, ahora aisladas. La crisis llega

también a la escuela, que entra en un período de clara decadencia. De este

modo, las hablas regionales dejan de verse sometidas a cualquier tipo de norma

o corrección. La lengua latina oficial, al igual que el Imperio que la sostenía, se

fragmenta en numerosos dialectos qe evolucionan ya libremente y que, además,

reciben la influencia de las lenguas habladas por las tribus germánicas

invasoras.

La disgregación de la unidad política supuso la inevitable fragmentación

lingüística. Las antiguas provincias romanas vivirán a partir de este momento

diferentes circunstancias políticas y sociales y, así, la lengua que antes les era

común seguirá también un camino distinto en cada zona.

1.3. Las lenguas romances

Cuando pensamos en las posibles huellas del mundo romano, desfilan por

nuestra mente imágenes de restos arqueológicos tales como teatros, acueductos,

puentes, etc. Sin embargo es sin duda, la lengua latina la huella más palpable y
viva de Roma y de su cultura. Prueba de ello lo constituyen las distintas

lenguas modernas que tienen como punto de partida el latín. Nos referimos a

las lenguas romances o neolatinas (portugués, gallego, castellano, catalán,

francés, provenzal, retorromano, italiano, sardo y rumano).

El origen común de estas lenguas es innegable. Los rasgos distintivos que

permiten diferenciarlas entre sí, son el resultado de distintos factores que

intervinieron en su formación: el paso del tiempo, el contacto con las lenguas

vecinas, la influencia de los substratos lingüísticos, la presión de otros pueblos,

etc.

A partir del 800 tenemos inequívocamente el romance, distinto en cada

zona.

La Romania, tan extensa, se distingue en dos grupos lingüísticos

diferentes:

 Romania oriental: Dacia y dialectos de la península itálica.


 Romania occidental: constituida por Hispania, Galia, los dialectos
del norte de Italia y Retia (Alpes centrales y orientales).

Características de la Romania oriental:

 Las oclusivas sordas se mantienen en posición intervocálica.

 El plural de sustantivos y adjetivos lo hacen en i.

 Formación del futuro y condicional con el infinitivo más el

auxiliar “velle”.

 Conserva muchas palabras esdrújulas

Características de la Romania occidental:

 El ritmo suele concentrar la fuerza espiratoria en la vocal tónica,

es decir, principalmente hay palabras llanas o graves.


 Las oclusivas sordas (p/t/k) se sonorizan en posición intervocálica

en virtud del conocido fenómeno como lenición celta. Es un

debilitamiento consonántico tan fuerte en algunas zonas que

condujo a su desaparición (Francia).

 El plural se hace con –os.

 El futuro es una forma analítica, no procede del latino. Se forma

con habeo tras el infinitivo.

2. EVOLUCIÓN DE LAS VOCALES Y DIPTONGOS

2.1. Evolución de las vocales en posición tónica

El latín disponía de diez sonidos vocálicos. Teniendo en cuenta su duración o

cantidad, se clasifican en:

-VOCALES BREVES: ăĕĭŏŭ

-VOCALES LARGAS: āēīōū

Este sistema vocálico se simplificó en el paso del latín a las lenguas romances.

*ă y ā han evolucionado a a: capra – cabra. Nave – nave.

*ĕ – evoluciona o diptonga a ie: terra – tierra. En catalán sigue siendo e

(semper>sempre).

*ē y ĭ han evolucionado a e: tectu – techo o cibu que evoluciona a cebo.

*ī evoluciona a i: ficu – higo.

*ŏ evoluciona a ue: bonu – bueno. En catalán sigue siendo o (nepote>nebot).

*ō y ŭ evolucionan ambas a o: voce – voz, lutu – lodo.

*ū evoluciona a u – luna – luna.


2.2. Los diptongos en posición tónica

Además de ie, ue, que proceden de las vocales tónicas latinas e/o

respectivamente, citaremos algunos otros y su evolución al romance castellano.

*ie – se redujo a i en algunos casos: castella > castiella > castilla.

*ai – se redujo a e como vaica de donde procede vega.

*au – se redujo a o como tauru que evoluciona a toro.

*oe – se simplificó en e como poena que dio en castellano pena.

2.3. Evolución de las vocales en posición átona

Para observar la evolución de las vocales latinas átonas al castellano, se ha de

tener en cuenta su posición en la palabra.

a. En sílaba inicial

*ā y ă evolucionan a a: amicu – amigo.

*ē, ĕ y ĭ evolucionan las tres a e: sentire – sentir, piscare – pescar.

*ī evoluciona a i: riparia – ribera.

*ō, ŏ y ŭ evolucionan a o las tres: dolore – dolor, superbia – soberbia.

*ū evoluciona a u: humanu – humano.


b. En sílaba media: si se encuentran inmediatamente antes o después de

una sílaba tónica, las vocales tienden a desaparecer, excepto la a: honorare

– honrar, bonitate – bondad.

c. En sílaba final

*ă y ā evolucionan a a: rosa – rosa.

*ĕ, ē, ĭ, ī evolucionan todos a e: turre – torre, dixi – dije. En catalán las e se

conservan (patre>pare) pero las la vocal i tiende a desaparecer.

*ŏ, ō, ŭ, ū evolucionan todos a o: dico – digo; acutu – agudo. En catalán la o

evoluciona a e como en latro>lladre, además todas después de consonante simple

latina desaparecen, salvo la a: fame>fam, oculu>ull.

Además cabe tenerse en cuenta que la e suele desaparecer finalmente en

castellano si la preceden las consonantes d, l, n, r, s, z, t como en mercede –

merced, dolore – dolor.

2.4. Diptongos en posición átona

*ae > e. Aeternum evoluciona a eterno.

*au>o. Auricula evoluciona a oreja.

3. EVOLUCIÓN DE LAS CONSONANTES

3.1. En posición inicial. La mayoría de las consonantes se mantuvo, con la

siguiente excepción.
a. La f latina acaba desapareciendo y en su lugar escribimos h.

Pero si va seguida de o/e que evolucionan en diptongo ue/ie, se

mantiene.

b. En català la c latina seguida de a, e, u se transforma en g.

c. La l latina se transforma en todo el dominio catalán en ll.

3.2. En posición intervocálica. Los sonidos consonánticos oclusivos sordos p,

t, k se transformaron en sonoros b, d, g respectivamente. Lupu>lobo,

catena>cadena, amica>amiga. En cambio, las oclusivas sonoras b, d, g

tienden a desaparecer, timebas>temías, regina>reina, legere>leer. En catalán

la b en contacto con a,e,i se transforma en v: caballu>cavall.

3.3. En posición final. En general tienden a desaparecer, excepto los casos

siguientes:

a. Se mantiene –l, -s: mel, dentes.

b. La m se transformó en n: cum>con, tam>tan.

c. La r pasó a interior de palabra: inter>entre, semper>siempre.

3.4. Evolución de grupos consonánticos

Para observar la evolución de algunos grupos de consonantes latinas las

clasificamos en dos grupos, según estén en posición inicial, o en el interior de la

palabra.
a. Posición inicial.

i. El grupo s+consonante desarrolla la vocal de apoyo e-.

ii. Los grupos pl, cl, fl se palatalizan en ll-.

b. Posición interior

i. El grupo ns- se simplifica en –s y los grupos pt, ct se

reducen en t: mactare>matar.

ii. Los grupos gn, mn, nn se transforman en el sonido ñ, ny en

catalán.

iii. Las consonantes dobles tt, mm se simplifican salvo rr, ll que

se palataliza.

4. EVOLUCIÓN DE LOS PRONOMBRES

Los pronombres mantuvieron más tiempo los casos porque era más necesario

para su conocimiento y para su precisión gramatical en que se determinara el

caso. Eran útiles y necesarios para detectar las funciones sintácticas.

En la lengua latina arcaica los pronombres tenían más diversidad de flexiones

y ha pervivido cierta distinción de casos en algunas lenguas románicas (yo, mí,

me, conmigo, le, la, lo) pero progresivamente sufrieron pérdida de casos por

razones fonéticas ya que la confusión de vocales y géneros trajo desajustes y

desarreglos sobre todo en los demostrativos y relativo.


4.1. Hic-haec-hoc. Este pronombre se perdió aunque aún quedan algunos

vestigios en castellano como anoche (hac nocte), pero (per hoc), ahora (hac

ahora). En catalán ad illas horas>aleshores, hoc>ho.

4.2. Iste-ista-istud. Por la pérdida del pronombre anterior hubo un

desplazamiento de este pronombre a esa posición. La posición de iste-

ista-istud fue ocupada por ipse-ipsa-ipsu.

4.3. Ille-illa-illud. Este pronombre reforzado con la partícula ecce dio aquel, y

él solo evolucionó a los pronombres personales de tercera persona

él/ella, además del artículo determinado.

4.4. El pronombre relativo

a. Las formas qui, quis, quem, quid se generalizarán y evolucionarán hacia

una única forma que, común para cualquier género y número.

b. Quem evoluciona a quien y sustituye a personas de ambos géneros.

c. Cuius se transforma en cuyo con sus variantes en femenino y pl.

d. Del adjetivo qualem evoluciona a cual.

5. EVOLUCIÓN DE ALGUNOS ADVERBIOS Y CONJUNCIONES

La característica más importante de la evolución de los adverbios reside en la

creación de perífrasis acabadas en –mente, precedidas de un adjetivo en forma

femenina: bona+mente (buenamente), certa+mente (ciertamente).

5.1. Adverbios de tiempo: iam magis (jamás), hodie (hoy), ante (antes), hoc anno

(hogaño), semper (siempre), ad heri (ayer), tota via (todavía). En catalán iam
magis (mai), hodie (avui), abantius (abans), ad heri (ahir), hoc anno (enguany),

subinde (sovint), de mane (demà), de ex pressum (després).

5.2. Adverbios de lugar: accum hic (aquí), ad hic (ahí), accumac (acá), ad illac

(allá), de intro (dentro), de trans (detrás), circa (cerca), foras (fuera). En

catalán de retro (darrere), longe (lluny), subta (sota).

5.3. Conjunciones: et (e), aut (o), magis (mas), post (pues), loco (luego), quomodo

(como), per hoc (pero). En català magis (més), postius (puix), illas horas

(llavors).

6. EVOLUCIÓN DEL SISTEMA VERBAL

Frente al sistema nominal que sufre un profundo cambio, este sistema causa

desde lejos la impresión de no haber cambiado apenas. Prácticamente las voces

son las mismas, los tiempos verbales evolucionan muy poco. Ello también nos

demuestra que los cambios fonéticos no logran destruir las diferencias de

sistema que son necesarias. Si la lengua precisa la distinción de determinados

sonidos se esfuerza para que las diferencias no desaparezcan.

6.1. Las voces

En las voces, lo más significativo es que los verbos deponentes latinos eran

antiguas formas medias y en la mayoría de los casos representaban verbos con

valor medio o reflexivo (nascor, fruor, morior). Para los latinos esta categoría de

verbos deponentes no tenía fundamento semántico ya que algunos de estos


verbos eran transitivos, por ello era una categoría inmotivada y en ocasiones

contradictoria. Ya desde los textos arcaicos empezaron a desaparecer.

En la pasiva, el cambio más importante es la progresiva sustitución de las

formas sintéticas por las analíticas (amor – soy amado). El origen está en la

ambigüedad y doble sentido del perfecto pasivo latino ya que una frase como

domus clausa est significa ‘la casa ha sido cerrada’ y ‘la casa está cerrada’. Al

pasar el presente al ser expresado por la forma de perfecto, el perfecto fue

expresado por el perfecto del verbo sum más el participio de pasado amatus fui.

6.2. Los tiempos

La oposición infectum/perfectum fue sustituida pronto por los signos

temporales, mucho más precisos y perceptibles. Además aparecen fórmulas

como amatum habeo inicialmente independientes y autónomas y que

posteriormente dieron lugar a los perfectos románicos. Amatum habeo – he

amado.

El pluscuamperfecto también utilizó las formas compuestas con el imperfecto

había amado y el antiguo pluscuamperfecto de indicativo que tuvo valores de

imperfecto, en castellano y portugués dieron el imperfecto de subjuntivo.

Amaveram>amara.

Mucho más compleja es la formación de un futuro perifrástico

originariamente futuro analítico romano. Amare habeo>he – amaré. El futuro

latino era impreciso tanto en su valor como en su expresión. Según la


conjugación se utilizaban desinencias distintas y además la confusión b/v

neutralizaba las diferencias amavit/amabit. Todos estos factores morfológicos y

fonéticos unidos a la necesidad de expresar obligaciones o deseos intensos

impuso fórmulas como amare habeo, amare volo, amare debeo.

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