Sei sulla pagina 1di 110

TEMAS

Morfología
Nominal y
Pronominal
7.
7-16
Concepto y estructura de la flexión nominal en las lenguas clásicas. Fundamentos
indoeuropeos de la flexión latina. Sincretismos.
8. Concepto y estructura de la flexión nominal. Flexión de los temas en –a y en –e.
9. Concepto y estructura de la flexión nominal. Flexión de los temas en –o y en –u.
10. Concepto y estructura de la flexión nominal. Flexión de los temas en –i y en
consonante.
11. Conceptos generales sobre la flexión nominal griega. Influjo de la lengua griega en la
evolución de la lengua latina. La adaptación de la flexión griega a la flexión latina.
12. Nociones generales sobre el adjetivo en las lenguas clásicas. Clasificación,
morfosintaxis y grados del adjetivo en latín. La concordancia.
13. Características de la flexión pronominal en las lenguas clásicas. Morfosintaxis de los
pronombres personales, reflexivo y posesivos en latín.
14. Morfosintaxis de los pronombres relativo, interrogativo-indefinido e indefinidos en latín.
Estudio especial de las oraciones de relativo. Estudio de las interrogativas indirectas.
15. Morfosintaxis de los pronombres demostrativos, anafórico e identificativos en latín. Los
numerales.
16. Morfosintaxis de adverbios y preposiciones en las lenguas clásicas.

Javier Vicente Guevara


OPOSICIONES DE LATÍN Y CULTURA CLÁSICA II
TEMA 7.- CONCEPTO Y ESTRUCTURA DE LA FLEXIÓN NOMINAL EN
LAS LENGUAS CLÁSICAS. FUNDAMENTOS INDOEUROPEOS DE LA
FLEXIÓN LATINA. SINCRETISMOS.
1. CONCEPTO Y ESTRUCTURA DE LA FLEXIÓN NOMINAL EN LAS
LENGUAS CLÁSICAS.

Cuando analizamos el caudal léxico de una lengua, observamos que

determinadas palabras permiten una variación en su parte final mientras que,

por el contrario, otras permanecen inalterables. De este modo, una palabra

como ‘reinar’ admite múltiples variaciones (‘reinó’, ‘reinarán’, ‘reine’…) y, en

cambio, palabras como ‘arriba’, ‘entre’, ‘desde’, ‘que’, ‘ay’ carecen de variantes.

Si profundizamos en el análisis del término ‘reinar’ y de sus distintas variantes,

comprobamos que hay un componente común a todas ellas ‘rein-‘, componente

que denominamos lexema y que aporta un significado básico (‘ejercer su

función un rey’). En cambio, las modificaciones que sufre este lexema

denominadas morfemas, aportan nociones de carácter gramatical (tiempo,

modo, voz, caso…). Así pues, esta ‘flexibilidad’ que presentan determinados

lexemas nos permitirá llevar a cabo una clasificación de las distintas categorías

funcionales (o partes de la oración) en palabras variables e invariables:

VARIABLES (con flexión): sustantivo, adjetivo, pronombre, artículo, verbo.

INVARIABLES (sin flexión): adverbio, preposición, conjunción, interjección.

El siguiente paso en el análisis de la estructura de las palabras nos llevaría a

un intento de clasificación de las nociones gramaticales que aportan los

distintos morfemas prsentes en las palabras variables. Para ello se recurre al

término ‘categoría gramatical’, que engloba las nociones de género, número y

caso si se hace referencia a los sustantivos, pronombres y adjetivos; las de

persona, número, tiempo, modo y voz en el caso de los verbos.

GÉNERO
En latín y griego existían tres géneros: masculino, femenino y neutro. La

existencia de estos tres géneros tiene su explicación en el paso de una

clasificación vitalista a otra marcada por un criterio sexualista. El indoeuropeo,

con un criterio vitalista, distinguía entre palabras animadas e inanimadas; el

latín y el griego desarrollaron sobre esta base una tendencia a aplicar un criterio

sexualista por el cual las palabras animadas se subdividieron en masculinas y

femeninas, quedando recogido el bloque de las inanimadas bajo la

denominación de neutro (literalmente ne-utrum ‘ni una cosa ni otra’).

NÚMERO

Al igual que en castellano, en latín existen dos números: singular y plural. En

griego además se conservan algunos vestigios de un antiguo número

indoeuropeo llamado ‘dual’ para indicar un conjunto de dos, una pareja.

CASO

Recordemos que las distintas formas que podía adoptar una palabra para

expresar función se denominaban casos. En latín existían seis casos distintos y

cada uno de ellos estaba ligado, al menos, a una función concreta. En griego no

existía el Ablativo. En IE existían otros dos (Locativo e Instrumental) que se han

asimilado a otros casos.

Nominativo: sujeto y atributo.

Vocativo: llamada o interpelación.

Acusativo: complemento directo.

Genitivo: complemento del nombre.

Dativo: complemento indirecto.

Ablativo: complemento circunstancial.

Locativo: complemento circunstancial de lugar.

Instrumento: complemento circunstancial de instrumento.


Al conjunto ordenado de casos se le denomina declinación. Es la sucesión

ordenada de todas las variantes que admite un sustantivo, adjetivo o

pronombre. No obstante los sustantivos no siguen todos un único modelo de

declinación. En latín existen 5 declinaciones diferentes mientras que en griego

existen 3, distinguiéndose por el caso genitivo y por la vocal temática de cada

una de ellas, si es que la tienen. El tipo de terminación de los lexemas, a lo que

denominaremos tema, determina el reparto de los sustantivos en las distintas

declinaciones como en la 3ª Declinación si el sustantivo es un tema en

consonante.

2. FUNDAMENTOS INDOEUROPEOS DE LA FLEXIÓN LATINA

2.1. La raíz

La raíz es la parte de un monema complejo a la que se le incorporan uno o más

morfemas. En Indoeuropeo estaba formada por una vocal sujeta a alternancias y

encuadrada entre consonantes, sonantes o laringales:

*bher- ‘llevar’

*H1es- ‘ser’

*deh3- ‘dar’

Si a una raíz se le añade un segundo elemento *eH (grado pleno) o *H (grado

cero), recibe el nombre de raíz disilábica. Las combinaciones indoeuropeas

regulares de raíz + segundo elemento son tres:

-Raíz en grado pleno y segundo elemento en grado cero (P/C)

-Raíz en grado cero y segundo elemento en grado pleno (C/P)

-Grado cero en ambos elementos (C/C)

Así en la raíz que significa ‘brillar’ tendremos:

*dei-H1 (P/C). Ejemplo deiuos > *deios>deos>deus

*di-eH1. (C/P). Ejemplo > die-s.


*di-H1 (C/C). Ejemplo> diu.

Los morfemas que se incorporan a la raíz pueden ser de las alternancias

vocálicas, la vocal temática, los sufijos y el acento. Los sufijos y desinencias,

carentes de independencia y susceptibles de admitir alternancias vocálicas, son

morfemas de naturaleza idéntica, que se distinguieron entre sí secundariamente

al entrar en el juego de las oposiciones morfológicas. Estos morfemas se

incorporan al final de la raíz, con excepción del aumento, que se coloca delante.

El acento funciona en algunas lenguas indoeuropeas. En latín, el acento, con su

colocación condicionada por la cantidad de la penúltima sílaba, era irrelevante.

La raíz indoeuropea, por tanto, está integrada por una vocal sujeta a

alternancia y encuadrada entre consonantes, sonantes o laringales. Si a una raíz

o raíz+sufijo, se le incorporaba la vocal o/e antes de las desinencias casuales, se

formaba la declinación llamada temática; en cambio, cuando las desinencias se

incorporaban directamente, sin intervención de la vocal temática o/e, la

declinación resultante se llamaba atemática.

Hubo, pues, una oposición temática/atemática, cuyo signo relevante era la

vocal unitiva. Pero, si el tipo atemático estaba formado por una raíz terminada

en laringal, al contraerse este fonema con la vocal precedente o al crear una

vocal de apoyo antes de desaparecer o al confluir ambas soluciones, quedó la

raíz terminada en vocal, con lo que, en adelante, la oposición quedó establecida

en la forma declinación vocálica / declinación no vocálica.

2.2. Casos

GRAMATICALES: nominativo, acusativo, genitivo.

CIRCUNSTANCIALES: ablativo, locativo, instrumental.

MIXTOS: dativo.

VOCATIVO: propiamente no es un caso.


La palabra caso, derivada del griego πτὼσις la utilizaban los griegos para el

juego de los dados ya que tenía cinco caídas posibles desde el punto de vista

etimológico o formal. Funcionalmente, expresaban la relación entre dos cosas,

siendo casos adverbales los complementados o regidos por un verbo y los

adnominales, complementados o regidos por un nombre.

Primeramente en indoeuropeo no existió la flexión. El latín permite

vislumbrar esta situación a través de determinados residuos como la oposición

ego/me, los sufijos alternantes en un mismo paradigma, los numerales

indeclinables…

El indoeuropeo estableció una declinación de ocho casos: nominativo,

vocativo, acusativo, genitivo, dativo, ablativo, instrumental y locativo. Es muy

posible que en el nominativo se halle fundido un antiguo ergativo, en cambio,

ya no se suele admitir que el acusativo de dirección sea el heredero de un

antiguo lativo, que se habría fundido con el acusativo propio.

2.3. El Género

Se trata de una categoría nominal, aplicada a sustantivos, adjetivos y

pronombres, que tampoco es universal, ya que no se rige explícitamente por el

sexo, sino también por condiciones sociales o por motivación semántica

(medida en la que el léxico se acomoda de manera natural y coherente con las

nociones de los distintos géneros).

Con la llegada de la lingüística indoeuropea se prefirió cambiar la

terminología tradicional de masculino/femenino/neutro por dos niveles

sucesivos:

a. Primer nivel: Géneros animado/inanimado.

b. Segundo nivel: Géneros femenino/masculino dentro del animado.


La diferencia se marca por un uso discriminado de las desinencias casuales

del nominativo y el acusativo. El nominativo siempre tiene –s o alargamiento y

el acusativo tiene –m. Por otra parte, en el segundo nivel, el masculino se refleja

con el sufijo temático o/e, y el femenino por el sufijo laringal *iH2/*ieH2, o por

distintas palabras cuando la distinción es importante (cf. pater-mater, frater-soror,

taurus-bos…).

2.4. El número

La categoría de número no se indicaba en las lenguas indoeuropeas con un

sufijo especializado, sino que se asignaba a un mismo morfema la expresión del

número y del caso.

En Indoeuropeo los números eran tres: singular, dual y plural. Las lenguas

derivadas tendieron a la eliminación del dual, que, sin embargo, en algunas de

ellas, por ejemplo, el esloveno, ha logrado sobrevivir hasta hoy en día; el latín,

al llegar la época histórica, lo suprimió, sin que se hayan formado casos como

ambo, duo, viginti.

2.5. Desinencias

SINGULAR

Nominativo: La antigua oposición animado/inanimado fue reflejada mediante

la correlación tema alargado / tema puro. Pero el nominativo, además de ser un

caso aislado del contexto gramatical, a la manera del vocativo, fue también, por

sincretismo, en lostemas animados, un ergativo, caso indicador de función c

caracterizado mediante desinencia –s.

Las tres posibilidades de nominativo vinieron a quedar distribuidas en latín

de la siguiente manera:

a. Alargamiento, en los temas en –i, -r, -n, -s, masculinos y femeninos, y

en la mayoría de los en –a.


b. Desinencia –s en los restantes temas masculinos y femeninos.

c. Desinencia cero en los neutros (y en los femeninos con sufijo –ia).

Vocativo: este caso, aparte del contexto gramatical, tenía desinencia cero, tal

como se conservó en los masculinos y femeninos de tema en o/e con nominativo

en –us (domine). En las restantes funciones se tiene un nominativo en función de

vocativo.

Acusativo: en los masculinos y femeninos la desinencia es *m, que representa *-

m>-em en los temas consonánticos, en –o- / -ou- y en –u-. en los neutros se usa

una forma con desinencia cero, común al nominativo.

Genitivo: Las desinencias utilizadas en latín para el genitivo son:

-*os/-es/s. La forma –os>-us aparece esporádicamente en textos arcaicos y

dialectales, así como en los pronombres.-es>-is. Esta forma conserva el timbre

originario en inscripciones arcaicas; es la desinencia utilizada en los temas

consonánticos. El grado cero *-s se emplea en temas en –i- y en –u- y, en forma

residual, en los en –a- y en –e-/-ei-.

-Una desinencia –i, usada también en céltico e ilirio y relacionada por

Wackernagel con formas adverbiales sánscritas. Se incorpora a los temas en –o/e

en el grado cero de la vocal temática. Después, esta misma desinencia pasa a la

primera y quinta declinación.

Dativo. La desinencia era *-ei/-i.

El grado cero –i aparece en los temas en –a-, en los en –o/e-, donde se generalizó

históricamente –o, y en los en –e-/-ei.


Ablativo. Los temas en –o/e- formaban en indoeuropeo el ablativo de singular

con la terminación –od/-ed; en las restantes declinaciones el ablativo no se

diferenciaba del genitivo.

El latín conservó la forma –od en los temas en o/e, pero además, utilizando el

procedimiento de vocal larga+-d. Los restantes ablativos de singular latinos son

en realidad locativos, con desinencia –i>-e (desinencia de locativo que se

mantiene en los temas en –a- *-a-i>-ae y en los en –o/e.

Plural.

Para el nominativo, en los nombres de género animado aparece la desinencia

indoeuropea –es, un acusativo en función de nominativo, según la tendencia a

neutralizar en plural la oposición entre ambos casos.

El latín y el griego introdujeron en los temas o/e una desinencia –i tomada de

la flexión pronominal. El grupo –oi, pasaría a –i. Por otra parte en los neutros, la

desinencia es –a, procedente de laringal que con un sentido colectivo, pasó a ser

plural neutro.

Para el acusativo de los nombres de género animado con tema terminado en

vocal, la desinencia es *-ns; la –n- desapareció con alargamiento compensatorio.

Tras consonante se tiene *-ns (‘n’ vocal) que evolucionaría a –ens aunque la

desinencia –es fue más productiva.

La desinencia de genitivo plural en indoeuropeo era –om, que en latín pasó a

–om (vocal breve) y luego a –um. Esta desinencia se emplea en las declinaciones

tercera y cuarta y está representada en arcaísmos de los temas en –o/e- (deum,

numum).

Por último, en latín, dativo-ablativo-instrumental y locativo aparecen

fundidos en una misma desinencia. En la declinación de los temas, la desinencia

es –is, correspondiente al instrumental (*-o-is>-eis>-es>-is). En los restantes

temas se usa la del dativo-ablativo *-bhos>-bus o –ibus, como vocal de unión

que evita grupos consonánticos neutralizables.


3. SINCRETISMOS

Tras un estudio de la existencia de casos en las lenguas indoeuropeas, se

constató que casos como el ablativo sólo aparecen en sánscrito y en latín. Las

dudas sobre su reconstrucción son bastante infundadas, y ambos casos podrían

ser un desarrollo posterior. Hay dos escuelas de pensamiento:

a. Tradicional y mayoritaria a pesar de las dificultades comparativas

reconstruyen los ocho casos, por influencia del sánscrito, lengua que

consideraban más arcaica. Sincretismo.

b. Menos tradicional y minoritaria (fuera de Alemania). Opinan que el

indoeuropeo, tal vez, no tuvo los ocho casos sino que casos como

ablativo, locativo o instrumental surgirían como desarrollos parciales

de ciertos dialec tos. Tuvo grandes críticas puesto que a partir del

siglo XIX con Schleicher, se pensó que el indoeuropeo era perfecto,

completo, con más categorías y fueron las lenguas indoeuropeas las

que deterioraron la estructura perfecta de la lengua común. Se llamó

Discretismo.

Hay un gran número de categorías gramaticales en el mundo. La elección de

casos, no obstante, no debe ser amplísima, porque no sería económico. De ahí el

fenómeno del sincretismo, expresando la lengua la distinción de categorías de

la manera más natural posible.

En indoeuropeo existieron, al parecer, 8 casos:

Nominativo y acusativo gramaticales.

Genitivo con las mismas funciones.

Vocativo no relacional

Dativo sin función.

Otros tres casos para expresar la totalidad de las circunstancias: Locativo,

Instrumental y Ablativo.
En griego, de los 8 casos indoeuropeos, conserva 5 para expresar todo tipo de

funciones y relaciones:

a. Nominativo y acusativo: expresan la relación de los participantes

principales en la acción verbal, que son casos gramaticales necesarios.

b. Genitivo: caso muy útil y necesario ya que establece las funciones de

complemento del nombre, complemento de relación verbal…

c. Vocativo: para los usos no relacionales.

d. Dativo: este caso sirve para todo lo demás con alguna salvedad, ya

que algunas circunstancias pueden estar expresadas en genitivo.

Hay un gran número de categorías gramaticales en el mundo. La elección de

casos, no obstante, no debe ser amplísima, porque no sería económico. De ahí el

fenómeno del sincretismo, expresando la lengua la distinción de categorías de

la manera más natural posible.

En indoeuropeo existieron, al parecer, 8 casos:

Nominativo y acusativo gramaticales.

Genitivo con las mismas funciones.

Vocativo no relacional

Dativo sin función.

Otros tres casos para expresar la totalidad de las circunstancias: Locativo,

Instrumental y Ablativo.

En griego, de los 8 casos indoeuropeos, conserva 5 para expresar todo tipo de

funciones y relaciones:

e. Nominativo y acusativo: expresan la relación de los participantes

principales en la acción verbal, que son casos gramaticales necesarios.

f. Genitivo: caso muy útil y necesario ya que establece las funciones de

complemento del nombre, complemento de relación verbal…


g. Vocativo: para los usos no relacionales.

h. Dativo: este caso sirve para todo lo demás con alguna salvedad, ya

que algunas circunstancias pueden estar expresadas en genitivo.

En latín es muy parecido, pero en vez de acumular todas las circunstancias al

dativo, crea un caso para todas las circunstancias llamado ablativo, con dos

salvedades, el acusativo de dirección y el dativo directivo-final utilizado en

poesía.

Por otra parte, hay que decir que en indoeuropeo el paradigma no distinguía

ya éstos dos casos en el plural. En el período latino sólo se mantuvo diferencia

entre éstos dos casos en la declinación temática del singular, tipo

dominus/domine.

Sucede tambien un sincretismo entre el dativo y el acusativo ya que ya en

Plauto, incluso, se encuentran los primeros usos del acusativo con ad en lugar

del dativo. Esta tendencia se impuso en el latín de baja época y se realizó por

razones sintácticas.

Por razones sintácticas desapareció también el genitivo sustituyéndose por las

preposiciones de / ex. El ablativo también dejó de usarse, quedando reducida la

declinación latina en su fase final a dos casos: el nominativo y el acusativo. Las

lenguas romances, a excepción del francés y provenzal antiguos, sólo heredaron

un caso. Esto supuso el fin del sistema flexional del nombre, siendo sustituido

por el sistema de las preposiciones.


TEMA 8.- CONCEPTO Y ESTRUCTURA DE LA FLEXIÓN NOMINAL.
FLEXIÓN DE LOS TEMAS EN –A Y EN –E

1. CONCEPTO Y ESTRUCTURA DE LA FLEXIÓN NOMINAL

Cuando analizamos el caudal léxico de una lengua, observamos que

determinadas palabras permiten una variación en su parte final mientras que,

por el contrario, otras permanecen inalterables. De este modo, una palabra

como ‘reinar’ admite múltiples variaciones (‘reinó’, ‘reinarán’, ‘reine…) y, en

cambio palabras como ‘arriba’, ‘entre’, ‘desde’, ‘que’, ‘ay’ carecen de variantes.

En eso consiste una lengua flexiva, un componente común a todas las palabras

llamado lexema, que aporta un significado básico, y las modificaciones que

sufre este lexema denominadas morfemas, que aportan nociones de carácter

gramatical (tiempo, modo, voz…).

1.1. Las palabras y sus elementos constitutivos

Martinet llama monema a la unidad bifronte integrada por el significado, que

es su sentido o valor, y por el significante, que reviste forma fónica y está

integrado por las unidades llamadas fonemas.

Si un monema no puede ser analizado en elementos significativos menores

(cras, per, cum…) su lugar está en el léxico y recibe el nombre de lexema. Pero

existen también monemas complejos, como amo, que consta del monema am- y

del monema –o; a este monema –o, indicador de primera persona de singular,

se le da el nombre de morfema y su estudio corresponde a la gramática.

1.2. La raíz

La raíz es la parte de un monema complejo a la que se le incorporan uno o

más morfemas. En Indoeuropeo estaba formada por una vocal sujeta a

alternancias y encuadrada entre consonantes, sonantes o laringales:

*bher- ‘llevar’
*H1es- ‘ser’

*deh3- ‘dar’

Si a una raíz se le añade un segundo elemento *eH (grado pleno) o *H (grado

cero), recibe el nombre de raíz disilábica. Las combinaciones indoeuropeas

regulares de raíz + segundo elemento son tres:

-Raíz en grado pleno y segundo elemento en grado cero (P/C)

-Raíz en grado cero y segundo elemento en grado pleno (C/P)

-Grado cero en ambos elementos (C/C)

Así en la raíz que significa ‘brillar’ tendremos:

*dei-H1 (P/C). Ejemplo deiuos > *deios>deos>deus

*di-eH1. (C/P). Ejemplo > die-s.

*di-H1 (C/C). Ejemplo> diu.

Los morfemas que se incorporan a la raíz pueden ser de las alternancias

vocálicas, la vocal temática, los sufijos y el acento. Los sufijos y desinencias,

carentes de independencia y susceptibles de admitir alternancias vocálicas, son

morfemas de naturaleza idéntica, que se distinguieron entre sí secundariamente

al entrar en el juego de las oposiciones morfológicas. Estos morfemas se

incorporan al final de la raíz, con excepción del aumento, que se coloca delante.

El acento funciona en algunas lenguas indoeuropeas. En latín, el acento, con su

colocación condicionada por la cantidad de la penúltima sílaba, era irrelevante.

1.3. Categorías gramaticales del nombre

a. GÉNERO.

El Indoeuropeo estableció primeramente una distinción basada en la

oposición animado/inanimado, conservada en hetita. Lo animado se

caracterizaba en el nominativo y en el acusativo con morfemas, mientras que lo


inanimado, término no caracterizado, se expresaba con morfema cero, cosa

lógica, puesto que lo inanimado, al no emplearse como agente, quedaba fuera

de la oposición nominativo/acusativo.

Dentro del género animado no existían diferencias flexionales para la

distinción sexual; hubo tendencia a recurrir a la heteronimia (así en latín

pater/mater, frater/soror), a utilizar determinadas palabras como morfemas

(femina, mas), a especializar algunos complejos sufijales en la expresión del

femenino (*-ti- cf. mentis, *-tat-, cf. civitas, *-tut-, cf. iuventus), pero más

generalizada por su simplicidad fue la de identificar ciertos temas con un

género determinado; así, el latín, en los adjetivos, utiliza –a- y a veces –i- para

caracterizar el femenino (bona frente a bonus, acris frente a hacer), tendencia que,

en cierta medida se propagó a los sustantivos.

b. NÚMERO

La categoría de número no se indicaba en las lenguas indoeuropeas con un

sufijo especializado, sino que se asignaba a un mismo morfema la expresión del

número y del caso.

En indoeuropeo los números eran tres: singular, dual y plural. Las lenguas

derivadas tendieron a la eliminación del dual. En latín, al llegar la época

histórica lo había suprimido ya, sin que se hayan conservado más formas que

duo, ambo o viginti.

c. CASO

Primeramente en indoeuropeo no existió la flexión. El latín permite

vislumbrar esta situación a través de determinados residuos como la oposición

ego/me, los sufijos alternantes en un mismo paradigma (iter, *itinis con r/n), los

numerales indeclinables, algunos neutros como fas, carente de toda fexión, etc.

Después en indoeuropeo se estableció una declinación de ocho casos:

nominativo, vocativo, acusativo, genitivo, dativo, ablativo, instrumental y


locativo. Es muy posible que en el nominativo se halle fundido un antiguo

ergativo; en cambio, ya no se suele admitir que el acusativo de dirección sea el

heredero de un antiguo lativo, que se habría fundido con el acusativo propio.

En las lenguas derivadas, el sistema de los ocho casos fue sufriendo

neutralizaciones en un proceso de fusión o sincretismo más o menos rápido y

eficaz. El latín de los primeros documentos se nos aparece ya con un ablativo en

el que se han fundido casi por completo el instrumental y el locativo; además en

plural, el ablativo no se distingue del dativo y algo más tarde las desinencias de

ambos casos se extiende al singular de los temas en –o- y parcialmente al de los

temas en –i- y en –u-.

La oposición nominativo/vocativo está en latín neutralizada, excepto en

singulares de temas en –o-. En plural hay una clara tendencia a neutralizar la

oposición nominativo/acusativo. Los neutros conservaron del indoeuropeo esta

misma neutralización, tanto en singular como en plural, etc. Finalmente, las

preposiciones derivadas de adverbios, acabaron por arruinar el sistema flexivo,

al arrebatar a las desinencias el valor de morfemas indicadores de función.

Así, el ablativo desapareció de la lengua hablada en el siglo I d.C.; un siglo

más tarde, la cantidad vocálica que se había ido manteniendo por influjo culto,

entra en franca crisis y termina por perder su valor fonemático, lo cual, al

afectar a las desinencias, les hace ceder de nuevo posiciones.

2. FLEXIÓN DE LOS TEMAS EN –A

2.1. Introducción

La raíz indoeuropea, según dijimos, estaba integrada por una vocal sujeta a

alternancia y encuadrada entre consonantes, sonantes o laringales. Si a una raíz

(o a una raíz más un sufijo) se le incorporaba la vocal o/e antes de las

desinencias casuales, se formaba la declinación llamada temática; en cambio,


cuando las desinencias se incorporaban directamente, sin intervención de la

vocal temática o/e, la declinación resultante se llamaba atemática.

Hubo pues una oposición temática/atemática, cuyo signo relevante era la

vocal unitiva. Pero, si el tipo atemático estaba formado por una raíz terminada

en laringal, al contraerse este fonerma con la vocal precedente o al crear una

vocal de apoyo antes de desaparecer o al confluir ambas soluciones, quedó la

raíz terminada en vocal, con lo que, en adelante, la oposición quedó establecida

en la forma declinación vocálica / declinación no vocálica.

En el caso de la primera declinación, la flexión de los temas en –a, era en

indeoeuropeo la antigua consonántica atemática (terminaba en laringal *eH 2).

Cuando se produjo la evolución de *-eH 2 a –a, esta flexión se desgajó del grupo

de flexiones consonánticas. Convertida la –a en elemento de derivación, pasó a

raíces sin laringal, y por su empleo en determinados monemas femeninos y,

más adelante, al funcionar como significante de oposiciones de género en los

adjetivos, se fue transformando en característica de femenino.

No obstante el latín conserva restos de la época en que –a- era un significante

indiferente a la distinción sexual (scriba, collega, agricola…), a los que se

incorporaron préstamos de otras lenguas habladas en Italia. Por ejemplo, son de

origen griego los masculinos nauta, poeta, cometa… y otros masculinos, de sabor

popular se remontan al etrusco, al osco-umbro o a las hablas latinas rurales y se

refieren por lo común a oficios humildes o a defectos físicos: popa, verna,

scurra…

2.2. Paradigma

Nom. / Vocativo rosa Nom. / Vocativo rosae (arc. rosai)


Acusativo rosam Acusativo rosas
Genitivo rosae (arc. rosai) Genitivo rosarum
Dativo / Locativo rosae (arc. rosai) Dativo / Locativo rosis
Abl. / Instrum. rosa (arc. rosad) Abl. / Instrum. rosis

2.3. Estudio histórico

A. NOMINATIVO y VOCATIVO

Ninguno de estos dos casos tenía desinencia fija en indoeuropeo. La distinción

entre ellos se realizaba a través del juego oposicional de vocalismo pleno en

nominativo (-eH2) y vocalismo reducido en vocativo (-H2). En las lenguas

históricas como el latín esta oposición se convirtió en una oposición cuantitativa

(a larga en nominativo y breve en vocativo).

Por otra parte el nominativo de singular tenía originariamente cantidad breve

en el sufijo –ia (-yH2), como en audacia o milicia, y esta cantidad se extendió en

latín a los restantes nominativos de esta declinación. Además de este sufijo –ia,

colaboraron en esta abreviación el influjo del vocativo y del acusativo que

tenían vocal breve, la ley de abreviación de los yambos (los bisílabos que formaban

un yambo –breve, larga- con sílaba final abierta tendían a transformarse en pirriquio –

breve, breve-), y la analogía de la declinación temática.

En cuanto al vocativo en latín, después de la abreviación de la a del

nominativo, es enteramente igual a él. Ahora bien, la a breve del vocativo, es

breve por naturaleza, como se ha indicado.

B. ACUSATIVO –am

La a del acusativo latino es breve, aunque primitivamente debió ser larga,

como parece ocurrir en osco-umbro. La transición a breve se explica por la regla

de que toda vocal larga en sílaba final se abrevia en latín si va delante de

consonante que no sea –s.

Hay que indicar también que el acusativo latino debe haber sido influido por

la analogía del resto de casos, ya que en indoeuropeo una sonante


desaparecería delante de otra sonante y según esto *eh2-m debería haber dado

*em.

C. GENITIVO

El genitivo de singular, además de la forma generalizada con desinencia –i (-ai

está atestiguado por ejemplo en la frase de Enn. Ann. 33 Olli respondit rex Albai

Longai) conserva bastantes restos de la desinencia –s como en la famosa

expresión pater familias.

El genitivo de la época clásica es en –ae, desinencia surgida de un diptongo

antiguo en –ai, surgido a su vez del grupo –ai, formada por dos largas, la a del

tema y la –i analogía de la segunda declinación. Existen también, a partir de

finales del siglo I a.C. genitivos en –aes, hipercaracterizaciones que aparecen en

nombres propios.

D. DATIVO

La terminación del dativo era primitivamente –ai, diptongo con primer

elemento largo procedente de *a-ei. En latín se abrevió el primer elemento y

después el diptongo evolucionó a –ae. También, en algunos dialectos latinos

aparecen atestiguados algunos dativos en que el diptongo recibió el primer

tratamiento que recibió en griego (Fortuna, Loucina, desaparición del elemento

breve)

E. LOCATIVO

La desinencia indoeuropea de locativo era –i, que unida al tema en –a

producía el diptongo –ai, con primer elemento largo igual que en el dativo. El

tratamiento más general ha sido el de perder el segundo elemento y

confundirse con el ablativo instrumental, pero en ocasiones, evolucionó como el

dativo, y de ahí restos de locativos en –ae como Romae, que a veces derivó a –e.
F. ABLATIVO-INSTRUMENTAL

En el latín, al igual que en el resto de lenguas itálicas, los ablativos se

rehicieron en –ad por influencia de la flexión temática. El tránsito de –ad > -a

sucedió en el transcurso del siglo III a.C. en virtud de la regla fonética según la

cual –d final antecedida por vocal larga se pierde.

El instrumental por su parte, terminaba desde el indoeuropeo en –a, surgida

de *a-e.

G. PLURAL

Un nominativo de plural en –as (contracción de –a-es), que es la forma de

osco-umbro, aparece esporádicamente en textos latinos dialectales; no obstante

puede tratarse de un acusativo en función de nominativo, por la tendencia

latina a neutralizar ambos casos en plural. Pero la realidad es que esa forma

sucumbió ante la forma en –ai. Después, como ocurrió en el genitivo, se

transformó en –ae, forma clásica por analogía.

La desinencia del acusativo de plural era *ns, desinencia que fue común a las

declinaciones de todos los temas. En virtud de la ley de Osthoff, esta

terminación –a-ns pasó a –a-ns con vocal breve, y la n ante el contacto con s se

pierde, produciendo alargamiento compensatorio de la vocal.

Para el genitivo la desinencia indoeuropea era –om, forma conservada en

compuestos cuyo segundo elemento es –cola o –gena (agricola, indigenum). El

genitivo de plural más generalizado de la flexión en –a termina en –arum. Este

genitivo procede de una innovación de los dialectos itálicos y del griego,

consistente en utilizar para esta flexión la desinencia *som de los demostrativos.

En dativo-ablativo de plural, además de la desinencia de instrumental tomada

de los temas en –o/e- (-ais>-is), se conserva, en el lenguaje técnico, la desinencia


*bhos>-bus y existe también una forma dialectal de dativo en –as (Deuas

corniscas sacrum CIL, I, 975), que se corresponde con la forma generalizada

procedente de –ais, como en los dativos de singular se dan los dobletes –ai/-a,

-oi/-o, -ei/-e.

3. FLEXIÓN DE LOS TEMAS EN –E

3.1. Introducción

La llamada 5ª Declinación, organizada artificialmente por el latín, ya que no

existía en IE comprende los siguientes tipos de formaciones:

a. Palabras raíces terminadas en –eH1: res (*reH1 – ‘riqueza’) y spes (*speH1

– ‘aumentar’).

b. Raíces disilábicas con segundo elemento en grado pleno –eH1): dies

(*deiH1 – ‘brillar’) o quies (*kweiH1 ‘descansar’).

c. Raíces a las que se incorpora –eh1 > -e-, transformado ya en elemento

formativo: tabes, plebes, fides, fames…

d. Formaciones terminadas con el complejo –ie- (facies, glacies, etc.) que

podía alternar con el grado cero –ia (1ª Declinación) por lo que surgieron

abundantes dobletes (materies/materia, luxuries/luxuria…).

El género de los sustantivos de la quinta declinación es el femenino, excepto

dies, que admite los dos géneros, y su compuesto meridies, que es masculino. En

cuanto al número, sólo res y dies suelen utilizar el paradigma de plural

completo.

3.2. Paradigma
En el paradigma de la 5ª Declinación coexisten formas en –e- y en –ei- (-eu-)

que son dos posibilidades de realización de –eH1 según esté en posición

anteconsonántica o antevocálica respectivamente.

Nom./Voc. Dies Res Nom. /Voc. Dies Res


Acusativo Diem Rem Acusativo Dies Res
Genitivo Diei Rei Genitivo Dierum Rerum
Dativo Diei Rei Dativo Diebus Diebus
Abl. / Instr. Die Re Abl. / Instr. Diebus Diebus

3.3. Estudio histórico

La desinencia de nominativo singular es una –s, para caracterizar al género

animado. El vocativo analógicamente es igual. La marca de acusativo como

siempre es una –m.

En cuanto al genitivo, existe en este tema un genitivo arcaico en –es, paralelo

al genitivo en –as de los temas en –a. Se trata de la desinencia indoeuropea de

genitivo en grado cero. Este genitivo desapareció en seguida siendo sustituido

por otro formado bajo la influencia de los temas en –o/e, como también ocurrió

en la primera declinación. Así surgió el genitivo con la desinencia –i.

El dativo tiene la desinencia –ei o –e, ambos procedentes de *e-ei. La segunda

forma es a –ei, como en la primera declinación –a es a –ai, y en la segunda

declinación –o es a –oi. El ablativo tiene la formación de locativo con desinencia

cero –e.

En plural, como se ha indicado, se utiliza muy poco, y algunos de estos

nombres utilizan en el plural la forma paralela que tienen en la primera

declinación de tema en –ia.


El nominativo es en –es, resultado de la contracción de la vocal temátidca –e y

la desinencia –es (*re(y)es>res). El acusativo tiene la misma desinencia –es, pero

derivada de la caida de la nasal de acusativo (*ns) y el alargamiento

compensatorio de la vocal anterior. Las formas de dativo y ablativo diebus, rebus

tienen la desinencia procedente del sufijo –bhos unido directamente al tema.

TEMA 9.- CONCEPTO Y ESTRUCTURA DE LA FLEXIÓN NOMINAL.


FLEXIÓN DE LOS TEMAS EN –O Y EN –U

4. CONCEPTO Y ESTRUCTURA DE LA FLEXIÓN NOMINAL


Cuando analizamos el caudal léxico de una lengua, observamos que

determinadas palabras permiten una variación en su parte final mientras que,

por el contrario, otras permanecen inalterables. De este modo, una palabra

como ‘reinar’ admite múltiples variaciones (‘reinó’, ‘reinarán’, ‘reine…) y, en

cambio palabras como ‘arriba’, ‘entre’, ‘desde’, ‘que’, ‘ay’ carecen de variantes.

En eso consiste una lengua flexiva, un componente común a todas las palabras

llamado lexema, que aporta un significado básico, y las modificaciones que

sufre este lexema denominadas morfemas, que aportan nociones de carácter

gramatical (tiempo, modo, voz…).

4.1. Las palabras y sus elementos constitutivos

Martinet llama monema a la unidad bifronte integrada por el significado, que

es su sentido o valor, y por el significante, que reviste forma fónica y está

integrado por las unidades llamadas fonemas.

Si un monema no puede ser analizado en elementos significativos menores

(cras, per, cum…) su lugar está en el léxico y recibe el nombre de lexema. Pero

existen también monemas complejos, como amo, que consta del monema am- y

del monema –o; a este monema –o, indicador de primera persona de singular,

se le da el nombre de morfema y su estudio corresponde a la gramática.

4.2. La raíz

La raíz es la parte de un monema complejo a la que se le incorporan uno o

más morfemas. En Indoeuropeo estaba formada por una vocal sujeta a

alternancias y encuadrada entre consonantes, sonantes o laringales:

*bher- ‘llevar’

*H1es- ‘ser’

*deh3- ‘dar’
Si a una raíz se le añade un segundo elemento *eH (grado pleno) o *H (grado

cero), recibe el nombre de raíz disilábica. Las combinaciones indoeuropeas

regulares de raíz + segundo elemento son tres:

-Raíz en grado pleno y segundo elemento en grado cero (P/C)

-Raíz en grado cero y segundo elemento en grado pleno (C/P)

-Grado cero en ambos elementos (C/C)

Así en la raíz que significa ‘brillar’ tendremos:

*dei-H1 (P/C). Ejemplo deiuos > *deios>deos>deus

*di-eH1. (C/P). Ejemplo > die-s.

*di-H1 (C/C). Ejemplo> diu.

Los morfemas que se incorporan a la raíz pueden ser de las alternancias

vocálicas, la vocal temática, los sufijos y el acento. Los sufijos y desinencias,

carentes de independencia y susceptibles de admitir alternancias vocálicas, son

morfemas de naturaleza idéntica, que se distinguieron entre sí secundariamente

al entrar en el juego de las oposiciones morfológicas. Estos morfemas se

incorporan al final de la raíz, con excepción del aumento, que se coloca delante.

El acento funciona en algunas lenguas indoeuropeas. En latín, el acento, con su

colocación condicionada por la cantidad de la penúltima sílaba, era irrelevante.

4.3. Categorías gramaticales del nombre

d. GÉNERO.

El Indoeuropeo estableció primeramente una distinción basada en la

oposición animado/inanimado, conservada en hetita. Lo animado se

caracterizaba en el nominativo y en el acusativo con morfemas, mientras que lo

inanimado, término no caracterizado, se expresaba con morfema cero, cosa


lógica, puesto que lo inanimado, al no emplearse como agente, quedaba fuera

de la oposición nominativo/acusativo.

Dentro del género animado no existían diferencias flexionales para la

distinción sexual; hubo tendencia a recurrir a la heteronimia (así en latín

pater/mater, frater/soror), a utilizar determinadas palabras como morfemas

(femina, mas), a especializar algunos complejos sufijales en la expresión del

femenino (*-ti- cf. mentis, *-tat-, cf. civitas, *-tut-, cf. iuventus), pero más

generalizada por su simplicidad fue la de identificar ciertos temas con un

género determinado; así, el latín, en los adjetivos, utiliza –a- y a veces –i- para

caracterizar el femenino (bona frente a bonus, acris frente a hacer), tendencia que,

en cierta medida se propagó a los sustantivos.

e. NÚMERO

La categoría de número no se indicaba en las lenguas indoeuropeas con un

sufijo especializado, sino que se asignaba a un mismo morfema la expresión del

número y del caso.

En indoeuropeo los números eran tres: singular, dual y plural. Las lenguas

derivadas tendieron a la eliminación del dual. En latín, al llegar la época

histórica lo había suprimido ya, sin que se hayan conservado más formas que

duo, ambo o viginti.

f. CASO

Primeramente en indoeuropeo no existió la flexión. El latín permite

vislumbrar esta situación a través de determinados residuos como la oposición

ego/me, los sufijos alternantes en un mismo paradigma (iter, *itinis con r/n), los

numerales indeclinables, algunos neutros como fas, carente de toda fexión, etc.

Después en indoeuropeo se estableció una declinación de ocho casos:

nominativo, vocativo, acusativo, genitivo, dativo, ablativo, instrumental y

locativo. Es muy posible que en el nominativo se halle fundido un antiguo


ergativo; en cambio, ya no se suele admitir que el acusativo de dirección sea el

heredero de un antiguo lativo, que se habría fundido con el acusativo propio.

En las lenguas derivadas, el sistema de los ocho casos fue sufriendo

neutralizaciones en un proceso de fusión o sincretismo más o menos rápido y

eficaz. El latín de los primeros documentos se nos aparece ya con un ablativo en

el que se han fundido casi por completo el instrumental y el locativo; además en

plural, el ablativo no se distingue del dativo y algo más tarde las desinencias de

ambos casos se extiende al singular de los temas en –o- y parcialmente al de los

temas en –i- y en –u-.

La oposición nominativo/vocativo está en latín neutralizada, excepto en

singulares de temas en –o-. En plural hay una clara tendencia a neutralizar la

oposición nominativo/acusativo. Los neutros conservaron del indoeuropeo esta

misma neutralización, tanto en singular como en plural, etc. Finalmente, las

preposiciones derivadas de adverbios, acabaron por arruinar el sistema flexivo,

al arrebatar a las desinencias el valor de morfemas indicadores de función.

Así, el ablativo desapareció de la lengua hablada en el siglo I d.C.; un siglo

más tarde, la cantidad vocálica que se había ido manteniendo por influjo culto,

entra en franca crisis y termina por perder su valor fonemático, lo cual, al

afectar a las desinencias, les hace ceder de nuevo posiciones.

5. FLEXIÓN DE LOS TEMAS EN –O

5.1. Introducción

La segunda declinación o temas en –o/e- comprende sustantivos de los tres

géneros, aunque el género femenino sólo está representado por nombres de

árboles (fagus, ficus, populus…) y algunas palabras aisladas (alvus, colus,

humus…).
La vocal temática –o/e- está en grado cero en el genitivo de singular; en grado

pleno –e- en el vocativo de singular y en el locativo de singular; en grado

alargado –o- en el dativo y ablativo de singular y en el genitivo de plural y en

grado pleno –o- en el resto de la flexión. La utilización del grado cero hace de

esta declinación un tipo semitemático, tipo que también se desarrolló

ampliamente en la conjugación.

5.2. Paradigma

Nom. Dominus Vir Templum Nom. Domini Viri Templa


Voc. Domine Vir Templum Voc. Domini Viri Templa
Acus. Dominum Virum Templum Acus. Dominos Viros Templa
Gn./Loc. Domini Viri Templi Gn./Loc. Dominorum Virorum Templorum
D./Ab./I. Domino Viro Templo D./Ab./I. Dominis Viris Templis

5.3. Estudio histórico

A. NOMINATIVO SINGULAR

El nominativo de singular masculino/femenino acababa en –os. Cuando la

consonante anterior a la desinencia era una –s, se tendía a suprimir la –o-

cuando la –r- iba precedida de consonante creándose vocal de apoyo (Ej. *agros

> *ageros>*agers>*agerr>ager. Así están atestiguados socros y soceros, además de

la forma generalizada socer). También se podía producir la síncopa de –o- en

palabras polisílabas con –r- precedida de vocal breve, como es el caso de *vir-os,

que pasó a vir por influjo de sus compuestos y quizás también por el de sus

antónimos mulier y uxor.

Con la lateral –l- la síncopa no triunfó, aunque la existencia de dobletes

atestigua la tendencia: famul / famulus, figel / figulus, nihil / nihilum.

La semiconsonante –i- que interviene en el sufijo –io- aparece a veces tratada

como tema en –i-, es decir, sin vocal temática: Mercuris / Mercurius, Clodis /

Clodius…
B. VOCATIVO

El vocativo de singular se formaba con desinencia cero y el grado –e- de la

vocal temática; si ésta había desaparecido en el nominativo, el vocativo tendió

al sincretismo con el nominativo como en puer, vir, aunque hay residuos de

vacilación (puere en Pl. Pseud. 241).

En complejo –io-, con el que se prolongaron temas en –i-, así como creó

nominativos sin la vocal temática (Mercuris, Clodis, etc.) generalizó el vocativo

sin ella; a este grado cero de dicha vocal le corresponde el grado pleno –ei>-i

(Luci, fili, etc.) del sufijo; restos de antigua vacilación son las formas filie de

Livio Andronico, que se corresponden con las generalizadas por el umbro y el

griego.

C. ACUSATIVO

Al nominativo en –os, correspondía un acusativo en –om, desinencia que se

conserva en inscripciones arcaicas. El paso de –om a –um se produjo hacia el

final del siglo III, en la misma época que se produjo el cambio en el nominativo

a –us.

Los neutros de tema en o/e, presentan en el nominativo y acusativo la

desinencia –m del acusativo de los nombres de género animado. El hecho no es

extraño, puesto que, con este procedimiento, e indica igualmente en el neutro la

neutralización de la oposición nominativo/acusativo, aunque se haya recurrido

para su expresión no al tema puro, sino a uno de los términos caracterizados de

la oposición.

D. GENITIVO

La gramática comparada no ha podido determinar cómo era este caso de la

flexión temática en indoeuropeo. Las lenguas derivadas presentan una gran

variedad en este caso. El latín lo formó con la final –i, añadida al tema sin vocal
temática, sufijo que según Wackernagel procedía de un tipo de adverbios de

estimación, coincidiendo con el celta.

El genitivo de singular de los temas en –io- fue, hasta la época de Tiberio, en –i

procedente de –ii; no obstante, a veces aparece la forma sin contraer, que más

tarde fue ganando terreno.

E. DATIVO

La desinencia indoeuropea del dativo era –ei, que unida a la vocal temática –

o, produjo el final –oi (Numasioi, fíbula de Preneste), que evolucionó perdiendo

el segundo elemento por tratarse de un diptongo con primer elemento largo,

evolución coincidente con la que experimentó el griego.

F. ABLATIVO – LOCATIVO – INSTRUMENTAL

La mayor parte de las palabras latinas de la flexión temática tienen el locativo

en –o, coincidiendo con el ablativo, que procede del sufijo –od, y sólo un

reducido número de palabras tiene el locativo en –i, procedente de –ei (se

utilizaba el grado –e- para este caso).

El instrumental de singular, que para esta declinación era en indoeuropeo –o/-

e, se conserva en formaciones latinas adverbiales del tipo certe, o se asimila al

ablativo.

G. CASOS DEL PLURAL

Nominativo y vocativo, que en plural tienen la misma desinencia, utilizan

para el latín, la desinencia de los demostrativos –i, que unido a la vocal temática

quedó –oi como en griego, evolucionando en latín a –ei>-e>–i. A veces aparece

hipercaracterizado con una –s tomada de otras formaciones de nominativo de

plural (magistri). En los nombres con sufijo –io- contrariamente al genitivo de


singular, la forma generalizada para el nominativo de plural es –ii, aunque a

veces aparecen formas contractas que atestiguan la vacilación.

La desinencia de acusativo era *-ns. La ‘n’ desapareció ante la ‘s’, alargando la

vocal temática como compensación, por lo que resultó la terminación –os. Para

el neutro, se utilizó la desinecia –(e)H2 del colectivo, unido a la raíz sin

mediación de la vocal temática, que terminó siendo una –a.

El genitivo de plural en –um<-om tiene en la segunda declinación una

representación más amplia que en la primera; es frecuente en textos arcaicos y

pervivió en palabras largas (consanguineum, magnanimum…) o en las que se

pretendía evitar la repetición de –r (triumvirum, barbarum…

Después de que en la flexión de los temas en –a se introdujo el genitivo en –

som>-rum (innovación realizada por todos los dialectos itálicos), se pasó al latín

esta desinencia a la flexión temática por vía analógica.

El dativo, el ablativo, el instrumental y el locativo han convergido en latín en

una misma forma. El instrumental, cuya desinencia era en indoeuropeo *ois, y

el locativo, con desinencia indoeuropea *oi-si, desembocaron por razones

fonéticas en –is. El ablativo y dativo desembocaron en –is también, pero por

razones analógicas ya que en indoeuropeo tenían la desinencia –bhos.

H. PARTICULARIDADES

DEVS procede de deiuos, conservado en la inscripción de Duenos. La

evolución fue deiuos>deios>deos>deus, pero en el lenguaje arcaizante de los ritos

religiosos, se mantenía a menudo la –u- intervocálica, por lo que, al producirse

la monoptongación de –ei en –i, deiuos pasó a divos (divus), forma que por lo

común, quedó relegada al uso adjetival.

6. Flexión de los temas en –U


6.1. Introducción

La llamada cuarta declinación comprende sustantivos masculinos y

femeninos en –u- y neutros en –u-, todo ello en un grupo poco nutrido y, en

consecuencia inestable, que, en época todavía preliteraria, sufrió la competencia

de los temas en o/e mediante la difusión de los genitivos de singular en –i,

competencia acrecentada cuando –o- en sílaba final pasó a –u- y que terminó

por arruinar a la cuarta declinación.

En el genitivo de singular, y quizás también en el dativo de singular, la sílaba

predesinencial estaba en grado pleno, el nominativo de plural, en cambio, es un

acusativo en función de nominativo, por la conocida tendencia latina a

neutralizar en plural la oposición entre ambos casos.

6.2. Paradigma

Nom. /Voc. Fructus Cornu Nom./Voc. Fructus Cornua


Acusativo Fructum Cornu Acusativo Fructus Cornua
Genitivo Fructus Cornus Genitivo Fructuum Cornuum
Dativo Fructui Cornui Dativo Fructibus Cornibus
Abl. / Instr. Fructu Cornu Abl. / Instr. Fructibus Cornibus

6.3. Estudio histórico

A. NOMINATIVO-VOCATIVO

La desinencia del nominativo masculino y femenino es –s, la cual se une al

sufijo terminal del tema. Este sufijo terminal normalmente es utilizado en su

forma reducida –w, por lo que la terminación del nominativo es –us, debido a la

vocalización de la sonante. El vocativo presenta desde antiguo una confusión

morfológica de este caso con el nominativo.

B. ACUSATIVO Y NEUTRO
La desinencia de acusativo es –m, unida a palabras con sufijo con vocalismo

reducido produjo la vocalización de la sonante final originando la terminación –

um.

Las formas neutras carecen de desinencia y por lo tanto terminan en el tema

puro. Cornu, genu. Los escasos nombres neutros latinos de los temas en –u

experimentaron la tendenia a pasarse a los masculinos de la misma flexión o a

los neutros de los temas en e/o.

C. GENITIVO

En indoeuropeo, la formación del genitivo se repartía entre vocalismo pleno –

e/os, o vocalismo reducido –s. En latín conservamos algunos vestigios de la

primera opción con terminación *-w-e/os, como en el SenatusConsultus de

Bacchanalibus la palabra senatuos. La generalidad de las palabras latinas

presuponen un sufijo con vocalismo pleno al que unió una desinencia con

vocalismo reducido *ew-s/*ow-s > -us.

D. DATIVO y ABLATIVO

En indoeuropeo hay dos desinencias en el dativo de singular de los temas en –

u. Una es –i, con vocalismo reducido, la cual se añade al sufijo con vocalismo

pleno; la otra es –ei, con vocalismo pleno, unida al tema con sufijo con

vocalismo reducido, aunque no es así, como en latín, que procede del tipo P/P

-ew-ei/-ow-ei>-uw-ei>-uwi>-ui.

El ablativo de los temas en –u recibió influencia de los temas en –e/o y en –a,

de las que tomó la –d como desinencia.

E. PLURAL

Nominativo y vocativo son analógicos, hechos sobre el modelo del acusativo,

resultando así la igualdad de los tres casos, como en la tercera declinación. La

desinencia era –ns, la cual se unía al tema con sufijo con vocalismo reducido, de
lo que resultaba la terminación –w-ns. Esta terminación evolucionó en latín a –

us, por caída de ‘n’ y alargamiento compensatorio. El neutro, por su parte,

heredaría del indoeuropeo la desinencia –wH2>-u, desinencia que se

confundiría con el singular y por ello por analogía estableció la forma –ua,

fijándose en el neutro de otras flexiones (templa, corda…).

El genitivo de plural, a veces, en vez de presentar la forma –u-um, aparece

como –um, que posiblemente es analógico de los temas en o/e y en consonante,

pero que tambi´n podría representar el grado pleno de la vocal temática (-ou-

om>-oom>-om>-um.

La desinencia de dativo y ablativo de plural era –bho-s unida al tema con

vocalismo reducido de lo que resulta –u-bus, aunque se utilizó la desinencia –

ibus, salvo en palabras como –artubus, -arcubus, -partubus, para evitar

confusión con palabras de la 3ª Declinación (ars, arx, pars).

6.4. Particularidades

DOMUS presenta en latín formas de tema en o/e y de tema en –u-, oscilación

que data de época preliteraria. Su paradigma es el siguiente:

Nom. / Voc. Domus Nom. / Voc. Domus


Acusativo Domum Acusativo Domos / Domus
Genitivo Domi / domus Genitivo Domorum / Domuum
Dativo Domui Dativo Domibus
Ablativo Domo / domu Ablativo Domibus
Locativo Domi Locativo

TEMA 10.- CONCEPTO Y ESTRUCTURA DE LA FLEXIÓN NOMINAL.


FLEXIÓN DE LOS TEMAS EN –I Y EN CONSONANTE.

7. CONCEPTO Y ESTRUCTURA DE LA FLEXIÓN NOMINAL


Cuando analizamos el caudal léxico de una lengua, observamos que

determinadas palabras permiten una variación en su parte final mientras que,

por el contrario, otras permanecen inalterables. De este modo, una palabra

como ‘reinar’ admite múltiples variaciones (‘reinó’, ‘reinarán’, ‘reine…) y, en

cambio palabras como ‘arriba’, ‘entre’, ‘desde’, ‘que’, ‘ay’ carecen de variantes.

En eso consiste una lengua flexiva, un componente común a todas las palabras

llamado lexema, que aporta un significado básico, y las modificaciones que

sufre este lexema denominadas morfemas, que aportan nociones de carácter

gramatical (tiempo, modo, voz…).

7.1. Las palabras y sus elementos constitutivos

Martinet llama monema a la unidad bifronte integrada por el significado, que

es su sentido o valor, y por el significante, que reviste forma fónica y está

integrado por las unidades llamadas fonemas.

Si un monema no puede ser analizado en elementos significativos menores

(cras, per, cum…) su lugar está en el léxico y recibe el nombre de lexema. Pero

existen también monemas complejos, como amo, que consta del monema am- y

del monema –o; a este monema –o, indicador de primera persona de singular,

se le da el nombre de morfema y su estudio corresponde a la gramática.

7.2. La raíz

La raíz es la parte de un monema complejo a la que se le incorporan uno o

más morfemas. En Indoeuropeo estaba formada por una vocal sujeta a

alternancias y encuadrada entre consonantes, sonantes o laringales:

*bher- ‘llevar’

*H1es- ‘ser’

*deh3- ‘dar’
Si a una raíz se le añade un segundo elemento *eH (grado pleno) o *H (grado

cero), recibe el nombre de raíz disilábica. Las combinaciones indoeuropeas

regulares de raíz + segundo elemento son tres:

-Raíz en grado pleno y segundo elemento en grado cero (P/C)

-Raíz en grado cero y segundo elemento en grado pleno (C/P)

-Grado cero en ambos elementos (C/C)

Así en la raíz que significa ‘brillar’ tendremos:

*dei-H1 (P/C). Ejemplo deiuos > *deios>deos>deus

*di-eH1. (C/P). Ejemplo > die-s.

*di-H1 (C/C). Ejemplo> diu.

Los morfemas que se incorporan a la raíz pueden ser de las alternancias

vocálicas, la vocal temática, los sufijos y el acento. Los sufijos y desinencias,

carentes de independencia y susceptibles de admitir alternancias vocálicas, son

morfemas de naturaleza idéntica, que se distinguieron entre sí secundariamente

al entrar en el juego de las oposiciones morfológicas. Estos morfemas se

incorporan al final de la raíz, con excepción del aumento, que se coloca delante.

El acento funciona en algunas lenguas indoeuropeas. En latín, el acento, con su

colocación condicionada por la cantidad de la penúltima sílaba, era irrelevante.

7.3. Categorías gramaticales del nombre

g. GÉNERO.

El Indoeuropeo estableció primeramente una distinción basada en la

oposición animado/inanimado, conservada en hetita. Lo animado se

caracterizaba en el nominativo y en el acusativo con morfemas, mientras que lo

inanimado, término no caracterizado, se expresaba con morfema cero, cosa


lógica, puesto que lo inanimado, al no emplearse como agente, quedaba fuera

de la oposición nominativo/acusativo.

Dentro del género animado no existían diferencias flexionales para la

distinción sexual; hubo tendencia a recurrir a la heteronimia (así en latín

pater/mater, frater/soror), a utilizar determinadas palabras como morfemas

(femina, mas), a especializar algunos complejos sufijales en la expresión del

femenino (*-ti- cf. mentis, *-tat-, cf. civitas, *-tut-, cf. iuventus), pero más

generalizada por su simplicidad fue la de identificar ciertos temas con un

género determinado; así, el latín, en los adjetivos, utiliza –a- y a veces –i- para

caracterizar el femenino (bona frente a bonus, acris frente a hacer), tendencia que,

en cierta medida se propagó a los sustantivos.

h. NÚMERO

La categoría de número no se indicaba en las lenguas indoeuropeas con un

sufijo especializado, sino que se asignaba a un mismo morfema la expresión del

número y del caso.

En indoeuropeo los números eran tres: singular, dual y plural. Las lenguas

derivadas tendieron a la eliminación del dual. En latín, al llegar la época

histórica lo había suprimido ya, sin que se hayan conservado más formas que

duo, ambo o viginti.

i. CASO

Primeramente en indoeuropeo no existió la flexión. El latín permite

vislumbrar esta situación a través de determinados residuos como la oposición

ego/me, los sufijos alternantes en un mismo paradigma (iter, *itinis con r/n), los

numerales indeclinables, algunos neutros como fas, carente de toda fexión, etc.

Después en indoeuropeo se estableció una declinación de ocho casos:

nominativo, vocativo, acusativo, genitivo, dativo, ablativo, instrumental y

locativo. Es muy posible que en el nominativo se halle fundido un antiguo


ergativo; en cambio, ya no se suele admitir que el acusativo de dirección sea el

heredero de un antiguo lativo, que se habría fundido con el acusativo propio.

En las lenguas derivadas, el sistema de los ocho casos fue sufriendo

neutralizaciones en un proceso de fusión o sincretismo más o menos rápido y

eficaz. El latín de los primeros documentos se nos aparece ya con un ablativo en

el que se han fundido casi por completo el instrumental y el locativo; además en

plural, el ablativo no se distingue del dativo y algo más tarde las desinencias de

ambos casos se extiende al singular de los temas en –o- y parcialmente al de los

temas en –i- y en –u-.

La oposición nominativo/vocativo está en latín neutralizada, excepto en

singulares de temas en –o-. En plural hay una clara tendencia a neutralizar la

oposición nominativo/acusativo. Los neutros conservaron del indoeuropeo esta

misma neutralización, tanto en singular como en plural, etc. Finalmente, las

preposiciones derivadas de adverbios, acabaron por arruinar el sistema flexivo,

al arrebatar a las desinencias el valor de morfemas indicadores de función.

Así, el ablativo desapareció de la lengua hablada en el siglo I d.C.; un siglo

más tarde, la cantidad vocálica que se había ido manteniendo por influjo culto,

entra en franca crisis y termina por perder su valor fonemático, lo cual, al

afectar a las desinencias, les hace ceder de nuevo posiciones.

8. TERCERA DECLINACIÓN

La tercera declinación tradicional, que atiende a la terminación común de –is

en el genitivo de singular, agrupa una serie de formaciones de índole

heterogénea:

a. Sustantivos raíces (sol).


b. Sustantivos formados por la raíz más sufijo consonántico o terminado en

consonante (far farris < *far-s, timor).

c. Sustantivos constituidos por una raíz terminada en laringal o con un

sufijo laringal que vocalizó su apéndice:

i. Como –i- (vis, hostis) o como –e- / -ei- (fames).

ii. Como –u- (grus) o como –o-/-ou- (bos-bovis).

Atendiendo a la manera de formar el nominativo de singular, los sustantivos

de la tercera declinación pertenecientes al género animado se pueden dividir en

asigmáticos y sigmáticos. Los asigmáticos forman el nominativo con

alargamiento (y abundantes abreviaciones ulteriores); corresponden a temas

terminados en –n, -s, -r, -l (homo, honos, pater, consul). Los sigmáticos están

integrados por los restantes temas (op-s, aui-s, etc.).

8.1. Temas en oclusiva bucal

Forman en latín sustantivos masculinos, femeninos y neutros. Los de género

animado tienen el nominativo sigmático: ops, plebs, miles (*miless<*milets), pes

(*pess<*peds), dux (*ducs), rex (*recs<*regs)…

PARADIGMA

GÉNERO Masc./fem. Neutro Masc./fem. Neutro


NÚMERO Singular Singular Plural Plural
Nom. / Voc. Op-s sigmático Caput (T. puro) Op-es*** Capit-a
Acusativo Op-em* Caput Op-es<-ens<*ns Capit-a
Genitivo Opis<-es Capit-is Op-um<-om Capit-um
Dativo Op-i<-e<-ei Capit-i Op-i-bus<-i-bos<-i-bhos Capit-i-bus
Ablativo Op-e<-i** Capit-e Op-i-bus<-i-bos<-i-bhos Capit-i-bus
*Vocalización de sonante *m.

**Desinencia de locativo.

***Acusativo en función de nominativo.


8.2. Temas en nasal

En latín hay un solo tema en –m-, el femenino hiems, que es además, el único

tema en nasal con nominativo sigmático. Para los temas en –n (homo-hominis,

caupo-cauponis, lien-lienis, inguen-inguinis, etc.) cabe decir las siguientes

observaciones:

-El grado ‘o’ forma sustantivos de género animado. En el nominativo, con

desinencia cero, la vocal es naturalmente larga (homo). Por lo general, la

cantidad del nominativo se extendió al resto de la declinación (homonem en

Ennio, en vez de hominem).

-En el grado ‘e’ el sufijo no perdió la nasal en el nominativo. Forma neutros con

cantidad breve (inguen, gluten, sanguen); pasó al género animado y masculinos

con nominativo alargado, cantidad que se propagó al resto de la flexión (lien,

lienis, ren-renis, rien-rienis).

-El sufijo –ion- interviene en algunos sustantivos masculinos: pellio (pellejero),

curio (esmirriado), pero fundamentalmente creó abstractos femeninos

relacionados con una raíz verbal – legio, regio, excidio, obsidio…

-El sufijo –tion forma numerosos femeninos, por lo general relacionados con

verbos: potio, ratio, actio, mentio, natio, etc.

-El sufijo –me/on- forma en grado pleno ‘e’, sustantivos neutros: crimen, flumen,

numen, nomen, semen, etc. El vocalismo ‘o’ del sufijo, muy poco representado en

latín, corresponde a masculinos: sermo, pulmo, temo…

-Entre otros complejos menos usados tenemos –idon- (cupido), -tudon-

(consuetudo), -igon- (origo).

-Por último, es necesario decir, que en indoeuropeo se utilizaba un sufijo –or/-

er-/-r- para la formación de sustantivos neutros que en latín se halla

escasamente representado: iecur, femur, aequor, ador, iter, uber. Estos nombres

caracterizaban su nominativo-acusativo con el sufijo –e/or-, pero para el resto

de la flexión utilizaban el sufijo –e/on-: femur-feminis, iecur-iecinis…


8.3. Temas en –S-

Los temas en –s- proporcionan en latín sustantivos masculinos, femeninos y

neutros (honor, arbor, genus), aunque la mayoría son masculinos o neutros.

En las lenguas indoeuropeas se halla, en general, muy extendido el sufijo –

os-/-es-/-s-. El grado cero –s-, muy poco usado en latín, lo tenemos en –ius-, rus…

Las formas alternantes –os-/-es- aparecen en algunos neutros que utilizan el

grado –o- para el nominativo acusativo de singular y el grado –e- para el resto

de la flexión: genus-generis, foedus-foederis, latus-lateris. Pero en otros se

generalizó el timbre –o-: frigus-frigoris, corpus-corporis, tempus-temporis. En

cambio, el sufijo –os- fue muy utilizado en la formación de nombres de acción

masculinos: honor, angor, amor, dolor, pudor, timor, etc. La forma originaria era,

por ejemplo, arbos, gn. arbosis, pero, al rotatizarse la –s- intervocálica, la –r-

resultante se extendió al nominativo.

8.4. Temas en –R-

Los temas en –r- de género animado formaban el nominativo de singular con

alargamiento. Los monosílabos, por ejemplo, fur, conservaron la cantidad larga.

En palabras de dos o más sílabas, hubo abreviación ante –r final, con lo que

quedó neutralizada la oposición cuantitativa entre el nominativo y el resto de la

declinación.

El sufijo –ter- creó nombres de parentesco (pater, mater, frater) que, fuera del

nominativo, presentan el sufijo en grado cero (patris). Hay que recordar también

lo que se ha indicado con anterioridad sobre los neutros con sufijo alternante –

r-/-n- (iecur, femur, iter…).

8.5. Temas en –L-

En los sustantivos de género animado, el nominativo se formaba con cantidad

larga, cantidad que persistió en los monosílabos (sal-salis). En los restantes


sustantivos se neutralizó la oposición cuantitativa entre el nominativo y el resto

de la flexión al abreviarse la sílaba final cerrada por –l (consul-consulis).

9. TERCERA DECLINACIÓN: TEMAS EN –I

El sufijo –i- originariamente correspondía a raíces con *-eHi-/-Hi-, pero,

transformada la –i- en elemento formativo, se propagó como la –u-, aunque en

mayor medida, a raíces sin laringal: hostis, mare, etc. La –i- aparece también

como alargamiento de otros temas (brev-i-s, nav-i-s, noct-i-um).

Los temas en –i-, constituyen en latín una formación poco consistente,

propicia a las perturbaciones. En efecto, además de la eliminación casi total de

los temas en –i- por su incorporación a los en –i-, se establecieron influencias

recíprocas entre estos temas y los en –e-/-ei-, que quedaron distribuidos en

parte en la tercera declinación y en parte en la quinta (fames, abl. fame; tabes, abl.

tabe); igualmente hubo confusiones, sobre todo en singular, entre los temas en –

i- y los consonánticos (acusativos en –im y en –em), ablativos en –i y en –e;

nominativos que perdieron la –i-.

En plural la situación fue más estable, aunque es digno de mención el influjo

recíproco entre los temas en –i- y los consonánticos para lograr la neutralización

de la oposición nominativo/acusativo.

Los temas en –i- presentaban en indoeuropeo una alternacia –ei-/-i-. El grado

pleno –ei- está representado en el nominativo de plural, pero los datos latinos

no permiten asegurar que lo esté también en el genitivo de singular, ni en el

dativo del mismo número, aunque es posible.

3.1. Paradigmas de singular


Nom./Voc. Siti-s Turri-s Hosti-s Fame- Urb-s Mare Animal

s
Acusativo Siti- Turrim/- Hoste Fame Urbe Mare Animal

m em m m m
Genitivo Sitis Turris Hostis Famis Urbis Mari Animali

s s
Dativo Siti Turri Hosti Fami Urbi Mari Animali
Ablativo Siti Turri/-e Hoste Fame Urbe Mari Animali

3.2. Desinencias del plural

NOMINATIVO-VOCATIVO: -es<-ees<-ei-es

ACUSATIVO: -is <-i-ns; -es.

NOM.-VOC.-ACUSATIVO NEUTRO: -i-a. (eH2)

GENITIVO: -i-um<-i-om

DATIVO-ABLATIVO: -i-bus<-i-bos<-i-bhos.

3.3. Estudio histórico. Particularidades

NOMINATIVO

El nominativo singular de los sustantivos de género animado es sigmático.

Los nombres con nominativo en –es proceden de *-eH1, que, además de poder

ser elemento radical (cf. res< *reH1-), actuó como elemento formativo; como tal,

creó una serie de sustantivos de tema en –e-/-ei- (distintas realizaciones de *-

eH1 coincidentes en el mismo paradigma), sustantivos que después quedaron

distribuidos en las declinaciones tercera y quinta, como hemos explicado.

Los nominativos del tipo urbs perdieron la –i- puesto que vocal larga +

oclusiva + -is tienden a suprimirla, tendencia que no llegó a transformarse en

ley fonética. Los principales sustantivos que integran este grupo son los que la

gramática normativa agrupa bajo los epígrafes de:


a. Nominativos monosilábicos y genitivos con dos consonantes delante

de la desinencia –is: urbs-urbis, mons-montis, ars-artis, arx-arcis, glans-

glandis, falx-falcis.

b. Nominativos monosilábicos con vocal larga: cos-cotis, dos-dotis, lis-litis.

El nominativo-acusativo singular de los neutros se formaba con desinencia

cero (*mari) en la que la –i se abrió en –e por ir en sílaba final abierta. Esta –e se

suprimía ya en época preliteraria si era larga la sílaba anterior.

ACUSATIVO

El acusativo singular de los sustantivos de género animado era

originariamente:

a. En –im para los temas en –i-. Cuando los en –i- quedaron absorbidos

por los en –i-, la terminación coincidente –im, se mantuvo

especialmente en términos técnicos que por lo común se remontan a

temas en –i- (vim, sitim, tussim…). Una tendencia –im>-em originó

dobletes como turrim/turrem, puppim/puppem, navim/navem,

securim/securem, pero las formas en –em triunfraron en los masculinos

(hostem, piscem, testem, etc.) por la propensión de –i- para caracterizar

al femenino.

b. En –em para los sustantivos con nominativo en –es: caedem, famem,

etc..

GENITIVO

El genitivo singular –i-s presenta el grado cero tanto del sufijo como de la

desinencia, frente a las combinaciones P/C (-o/e i-s) y C/P (-i-o/e-s) de las formas

respectivas de indio antiguo. Sin embargo el genitivo latino –is puede ser

analógico de los temas consonánticos y haber sustituido al P/C *-ei-s>-i-s,

aunque no es demostrable.
DATIVO

El dativo de singular, cuya desinencia indoeuropea era *-ei, aparece en latín

identificado con el de los temas consonánticos, sin que sepamos si procede de *-

ei-ei o de –i-ei.

ABLATIVO

El ablativo de singular presenta formas bastante paralelas a las de acusativo:

acusativo –im, ablativo –i (<-id analógico de los temas o/e); acusativo –im/-em,

ablativo –i/-e; acusativo –em, ablativo –e. No obstante los ablativos en –i

estuvieron más difundidos que los acusativos en –im, por lo que aparecen a

veces en sustantivos con acusativo en –em (igni, civi, classi) y, por razones

obvias de claridad, son los únicos usados en los neutros (animali, mari…).

PLURAL

Nominativo y acusativo de plural de los sustantivos de género animado

aparecen siempre en –es e –is respectivamente hasta finales del s. II a. J.C.,

época en que empiezan a surgir neutralizaciones en la oposición marcada entre

ambos casos. Hay tendencia a la generalización de la forma –es, por influjo de

los temas consonánticos.

El genitivo de plural era en –i-um, pero aparecen formas en –um por

influencia de los temas consonánticos.


TEMA 11.- CONCEPTOS GENERALES SOBRE LA FLEXIÓN NOMINAL
GRIEGA. INFLUJO DE LA LENGUA GRIEGA EN LA EVOLUCIÓN DE LA
LENGUA LATINA. LA ADAPTACIÓN DE LA FLEXIÓN GRIEGA A LA
FLEXIÓN LATINA.

1. CONCEPTOS GENERALES SOBRE LA FLEXIÓN NOMINAL


GRIEGA

1.1. Categorías

En IE había tres géneros (masculino, femenino y neutro) aunque en una fase

anterior el género era animado / inanimado. En cuanto al número el

indoeuropeo tenía singular, plural y dual (conservado reducidamente en la

flexión nominal ática, apareciendo también en Homero).

a. Casos

Por lo que respecta a los casos, la estructura indoeuropea habla de 8 casos,

pero en griego tenemos cinco: nominativo, vocativo, acusativo, genitivo y

dativo. El ablativo, el instrumental y el locativo no han subsistido como

categorías morfológicas independientes en el griego del primer milenio, pero

existen marcas de dofrmas adverbiales que pueden ser restos indoeuropeos

como –φι, -θι (locativo), -θεν (ablativo).

Ya en IE hay una reducción de ese sistema de 8 casos:

-Genitivo y Ablativo de la 3ª Declinación están confundidos en el singular salvo

el hetita.

-En plural nominativo y vocativo son iguales.

-El neutro tiene la misma forma en nominativo, vocativo y acusativo igual que

el dual y en plural utiliza una desinencia de colectivo.

*Funciones de los casos


-Nominativo: función del sujeto.

-Acusativo: función de complemento directo, lugar a donde y extensión en el

tiempo y en el espacio.

-Genitivo: función de CN y partitivo (función próxima al ablativo) – μέλιτος

ἥδιον – ‘dulce a partir de la miel’.

-Dativo: función de CI y función del locativo y el instrumental.

Para especificar la función, se desarrolla un sistema de preposiciones mayor

como preposición + acusativo para expresar el lugar a donde y + dativo para

expresar el lugar en donde, además de + genitivo para expresar las funciones

del genitivo.

En cuanto al griego moderno, la reducción continúa. Con la koiné, se produce

la decadencia del dativo y en época medieval se pierde.

b. Género

También hay restos de la antigua oposición animado / inanimado en la flexión

nominal como en los adjetivos con dos géneros y también en la flexión

pronominal.

En griego esencialmente los objetos, las cosas son neutros, además de los

niños y los diminutivos. También se utiliza el género neutro para conceptos o

vocablos de tipo abstracto como el sufijo –μα que indica el resultado de una

acción.

La oposición entre masculino y femenino está menos definida formalmente,

pero no hay nada formal entre πατὴρ – μήτηρ. Lo único que hay es una

asociación mayor de la segunda declinación con los masculinos y de la primera

declinación con los femeninos con excepción de los nombres de árbol.


Esta asociación se va acentuando con la flexión de los adjetivos. Los que son

masculinos de la 1ª son dotados de marcas especiales y esto es una innovación

del griego.

1.2. Recursos de las lenguas para las declinaciones

-Vocal larga para marcar el caso nominativo: πατὴρ – πατέρα

-Grado e / 0 πατέρα – πατρὸς. Grado largo para los casos rectos y grado breve

para los casos oblicuos.

-Variación del acento. Generalmente se coloca en la sílaba de la desinencia en

los casos oblicuos: πόδα – ποδὸς. Μία – μιᾶς.

-Diferencia de desinencia: πατὴρ – πατέρα – πατρὸς

-Grado e/o: ἄγγελος - ἄγγελέ.

1.3. Tipos flexivos. Declinaciones

El griego continúa el sistema de declinaciones heredado del indoeuropeo en

tres tipos flexivos:

-Declinación temática (2ª) con restos de alternancia o/e

-Declinación atemática donde falta la vocal de unión (3ª).

-Primera declinación. Difícil de clasificar respecto a las otras dos. Parece que

está cercana a la atemática pero tiene innovaciones particulares con la temática

paralelos al latín (dativo de singular, nominativo y vocativo de plural).

2. INFLUJO DE LA LENGUA GRIEGA EN LA EVOLUCIÓN DE LA


LENGUA LATINA.

2.1. Introducción

En la lucha contra Pirro y en las guerras púnicas recibió Roma un fuerte

impacto lingüístico procedente de gentes de habla griega, pero tal helenización


afectaba a la morfología de forma muy somera, hasta el punto de que Ennio,

cuando usa aera (Ann. II, 148), con la forma griega de acusativo, se siente

obligado a aclarar su significado. Por lo común estos préstamos se latinizan (por

ej. nauta-ae del dórico ναυτὰς, draco-draconis de δράκων-δράκοντος...) o se

utiliza una palabra de cuño latino a la que se le asigna el sentido de la griega

que se pretendetraducir (por ejemplo, sapientia con el sentido de la griega

σοφὶα). Estos procedimientos son los habituales hasta la época de Cicerón, el

gran latinizador de la cultura griega, a la que le da la impronta latina.

En el campo de la poesía, las innovaciones morfológicas de imitación griega

cobran importancia desde los poetae novi, Catulo especialmente. La

transcripción de terminaciones griegas se realiza en distinto grado y con mayor

o menor acierto según los autores, por lo que resulta una cuestión de estilo

personal. Así, los genitivos en –es de la primera declinación aparecen en Catulo,

Propercio y Ovidio, pero faltan en Virgilio, Horacio y Tib ulo; otras veces, en un

mismo autor, la elección de una forma griega o latina viene determinada por las

conveniencias métricas (tyrannidem/tyrannida, poesim/poesin, etc.).

Por otra parte, las adaptaciones dieron origen a formas incorrectas, tanto

desde un punto de vista latino, como desde un punto de vista griego:

Σωκράτης – ους

Nominativo – Socrates

Vocativo – Socrate

Acusativo – Socraten o Socratem

Κπρομηθεύς - έως

Prometheus, -i

Vocativo – Prometheu
2.2. Helenismos

Las distintas épocas en que se introdujeron en latín los helenismos

enumerados se revelan en las adaptaciones fonéticas que sufrieron. Los

primeros y más populares fueron tomados al oído. Como el griego poseía

fonemas extraños al latín, fueron reemplazados por los sonidos latinos más

parecidos: la υ pasó a ser la ‘u’ velar; las aspiradas φ, θ, χ se transformaron en

p, t, c (por ejemplo del griego μίνθα tenemos el latín minta, de donde sale el

español menta, o de πορφύρα ‘purpura’).

Cuando se intensificó la helenización de la sociedad elevada, los hombres

cultos intentaron reproducir con más fidelidad la pronunciación griega. La υ se

transcribió a y y se le dio el sonido real. Además las aspiradas φ, θ, χ se

representaron con ph, th, ch, respectivamente.

Los helenismos más recientes adoptados por el latín muestran los cambios

fonéticos propios del griego moderno. La η sufrió proceso de iotacismo, de ahí

que la palabra ἀκηδία pasó al latín acidia ‘pereza’.

Por otra parte, el influjo cultural de la Hélade se dejó sentir sobre Roma sobre

todo a través del contacto con las ciudades griegas del sur de Italia (Magna

Grecia). La conquista del mundo helénico familiarizó a los romanos con una

civilización muy superior y así Grecia les proporcionó nombres de conceptos

generales y actividades del espíritu importantes como idea, phantasia,

philosophia, musica, poesis, mathematica, tragoedia, comoedia, scaena, rhythmus,

rhetor, chorus, palaestra, schola, paedagogus…

El influjo del griego siguió influyendo también en el latín vulgar. De ahí que

la palabra castellana ‘cada’ derive de la preposición κατά o los sufijos verbales

–izar, -ear, deriven del griego -ίζειν.


Por último el latín de los cristianos en sus comienzos aparece formado por

una mezcla lingüística de muy diversos elementos: grecismos, neologismos,

hebraísmos, vulgarismos, etc. y todo ello con una morfología y una sintaxis

rudimentaria y simplificada. Del griego toman numerosos préstamos, que por

lo general, son términos indicadores de cosas más o menos concretas o

referentes a la jerarquía cristiana, los que la escuela de Nimega llama

‘cristianismos directos’: apostolus, apostata, baptisma, catechumenus, charisma,

diaconus, ecclesia, eucharistia, episcopus, evangelium, martyr, presbyter, propheta…

3. LA ADAPTACIÓN DE LA FLEXIÓN GRIEGA A LA FLEXIÓN LATINA

A menudo la adaptación de una palabra griega se realizó con una mutación

del género. Tal es, por ejemplo, el caso de los masculinos de la primera

declinación griega que no designan nombres u oficios de varón, como ὁ χάρτης,

ὁ μαργαρίτης, que el latín feminizó (charta, margarita); o de los femeninos de la

segunda griega, masculinizados en latín, sobre todo en el lenguaje popular, en

el que también se utilizan como femeninos de la primera los neutros de la

tercera griega en –ma.

1ª Declinación grecolatina

En singular, además de terminaciones latinas, aparecen:

-Para un femenino en –e (Niobe), un vocativo en –e, un acusativo en –en, un

genitivo en –es y un ablativo en –e.

-Para un masculino en –as (Aeneas), un vocativo en –a, y un acusativo en –an.

-Para un masculino en –es (cometes), un vocativo en –e o en –a, un acusativo en –

en y un ablativo en –e.
En plural, la única particularidad consiste en el genitivo en –um (gr. –ων) que

se le asigna a los nombres terminados en –ades (Aeneadum), -ides (Dardanidum).

2ª Declinación grecolatina

En singular, la adaptación de nombres griegos fue la siguiente:

-Los en –ος además de las formas latinas, pueden presentar el nominativo en –

os y el acusativo en –on (Delos, acusativo Delon); la forma –on también se usa en

neutros (nominativo, vocativo y acusativo Ilion).

-Los en –ευς pasan en latín a la segunda declinación, pero con vocativo en –eu

(Orpheu). En el período argénteo se recogen las desinencias de la tercera

declinación griega (acusativo Orphea, genitivo Orpheos, dativo Orphei).

-Los en –ως suelen incorporarse a la segunda declinación latina (Androgeus-i en

Ovidio, pero Androgeos, -o en Virgilio y Androgeon-onis en Propercio).

En plural la asimilación a las formas latinas fue total, si se exceptúan algunos

genitivos en –on (griego –ων), como Georgicon (de Georgica), y algunos

nominativos en –oe, utilizados en títulos de comedias (Adelphoe, gr. Αδελφοι).

3ª Declinación Grecolatina

Cuando en la época imperial se formó una declinación mixta grecolatina

aparecieron, junto a las formas latinas, las siguientes terminaciones de singular:

-Vocativos sin –s en nombres propios acabados en –as (Calchas-antis, vocativo

Calcha), -es (Socrate), -is (Pari).

-Acusativos en –a (gr. –α): aera (de aer), Periclea (de Pericles); en –in: poesin (de

poesis), Parin y Parim de Paris; en –en, correspondientes a nominativos en –es:

Socraten (de Socrates); en –o, para nombres propios femeninos que presentan
esta terminación en todo el singular, excepto el genitivo, que es en –us: Sappho

(de Sappho, -us).

-Genitivos en –os: Pallados (de Pallas); en –us, para nombres propios femeninos

que en el resto de la declinación terminan en –o: Sapphus (de Sappho); en –i, para

nombres propios con nominativo en –es: Socrati (de Socrates).

En plural se usaron:

-Acusativos en –as: crateras (de crater), heroas (de heros).

-Genitivos en –on: Metamorphoseon; a veces aparece la terminación latina de la

segunda declinación: poematorum (de poema).

-Dativos y ablativos en –is para neutros con nominativo acabado en –ma:

poematis.

TEMA 12.- NOCIONES GENERALES SOBRE EL ADJETIVO EN LAS


LENGUAS CLÁSICAS. CLASIFICACIÓN, MORFOSINTAXIS Y GRADOS
DEL ADJETIVO EN LATÍN. LA CONCORDANCIA.
1. NOCIONES GENERALES SOBRE EL ADJETIVO EN LAS LENGUAS
CLÁSICAS

1.1. Introducción

Los adjetivos calificativos ofrecen características externas que los distinguen

claramente de los sustantivos. En efecto, admiten los tres géneros (bonus, bona,

bonum), forman grados de comparación, y de ellos derivan la mayor parte de los

adverbios (malus: male). Sin embargo, a pesar de estas diferencias y de las

propias de sus respectivos significados (los sustantivos designan a seres u

objetos, los adjetivos enuncian cualidades), la afinidad entre ellos es muy

notable. En realidad, los sustantivos históricamente considerados no son

generalmente otra cosa que adjetivos.

Los adjetivos calificativos usados en forma atributiva pueden ser

especificativos o descriptivos. En el primer caso sirven para identificar a seres o

a objetos de entre otros de su mismo género o categoría. En el segundo caso el

sustantivo está ya identificado y los adjetivos no hacen otra cosa que describirlo

o decorarlo.

1.2. Tipos de adjetivos:

-FORMACIONES CON SUFIJO –LO

Este sufijo ha originado adjetivos derivados de verbos: bibulus, credulus,

tremulus. También este sufijo forma diminutivos de sustantivos o adjetivos:

servolus, anulus, adulescentulus, breviculus, etc.

-FORMACIONES CON SUFIJO –RO

Un sufijo –ro- ha originado adjetivos del tipo ca-rus, se-rus, ve-rus, pro-cerus,

sin-cerus. Además, a esa serie pertenecen también con un final alterado, los

adjetivos macer, ruber, miser, sacer, integer.


Analizable en –r-o, el sufijo podía presentar un primer elemento con

vocalismo pleno (er/or), a partir de aquí una secuencia –er-o que presenta valor

opoicional – superus, inferus, dexter, sinister, noster.

-FORMACIONES CON SUFIJO –MO

Un sufijo –mo- aparece en formaciones de adjetivos verbales del tipo al-mus,

formus, firmus. Además, está atestiguado en dos funciones sobre todo:

a. Como ordinal (septi-mus, deci-mus, pri-mus).

b. Derivado de este valor como superlativo (summus, minimus, infimus)

asociado a veces con otros sufijos *-to-mo (ultimus, intimus, finitimus)

o *-so-mo (maximus, miserrimus).

-FORMACIONES CON SUFIJO –NO

a. Asociado a un tema en –a <-eH2: romanus, africa-nus. Deviene

productivo en adjetivos con valor local o patronímico (campanus, paganus,

Aemilianus, Octavianus…).

b. Asociado al sufijo –i (*yH2): vicinus, porcinus, libertinus, sobrinus.

c. Otros sufijos: tema en –u (opportunus), sufijo –to- (diutinus, matutinus)

-FORMACIONES CON SUFIJO –TO (Muy productivo).

*Adjetivos verbales: amatus, deletus, lectus, auditus.

*Adjetivos derivados de nombres: barbatus, togatus,

*Formaciones de ordinals: quintus, sextus.

*Asociado al sufijo *-en-to: cruentus, violentus, corpulentus, truculentus.

-FORMACIONES CON SUFIJO –YO (Muy productivo).

*Derivados de nombres comunes o propios: patrius, Octavius, noxius,

meretricius, Martius.
*Constituyendo una secuencia *ey-(y)o-> -eus: aureus, aeneus, niveus,

roseus, virgineus, ligneus.

*Formando el final –arius: auxiliarius, lapidarius, vinarius.

*Adjetivos derivados de nombres en –tor: praetorius, senatorius…

2. CLASIFICACIÓN, MORFOSINTAXIS Y GRADOS DEL ADJETIVO


EN LATÍN

2.1. Clasificación y morfología

Las posibilidades indoeuropeas que el latín desarrolló en la formación de

adjetivos son las siguientes:

1. Temas en –o/e- para masculino y neutro y tema en –a- para femenino:

bonus-a-um, liber-libera-liberum, pulcher-pulchra-pulchrum.

2. Temas en –i- que sólo mantienen la oposición animado/inanimado:

lenis/lene.

Los adjetivos terminados en oclusiva + -ris conservaron a veces la –i-

(mediocris, illustris, etc.), pero existía tendencia a suprimirla

(acris>*acrs>*acerr>acer); la convivencia de las dos posibilidades favoreció la

creación esporádica de una oposición masculino/femenino mediante acer/acris

(neutro acre).

La mayoría de los adjetivos llamados de una terminación se declinan como

temas en –i-, con la única particularidad de que el nominativo de singular,

indiferente a la distinción sexual, se usa lógicamente también para el acusativo

neutro.
3. Temas consonánticos, con indiferenciación sexual en el singular.

Conservan la declinación consonántica en toda la declinación

consonántica en toda la declinación compos, dives, participes, pauper,

princeps, sospes, superstes y vetus; en cambio, inops, memor y supplex tienen

el ablativo de singular en –i frente al genitivo de plural en –um. Todos

estos adjetivos muestran escasez de formas neutras (excepto vetus, plural

vetera), por su semejanza con los sustantivos de género animado.

Los adjetivos y participios formados mediante el sufijo *-nt- disponían en

indoeuropeo de un femenino en –i- (o en -i∂), pero en latín aparecen con la

terminación –ns (<*-nt-s) generalizada para los tres géneros. Es posible que en

latín haya existido un femenino del tipo *ferentis al incorporarse lostemas en –i-

y que, en tal contexto fónico siguiera la evolución

*ferentis>*ferents>*ferenss>ferens, aunque resulta sospechoso que no haya

ejemplos de –i- mantenida, como sucede en los sustantivos. Estas formaciones

en *-nt- presentan ablativos de singular en –i y en –e, que tendían a distribuirse

entre las funciones de adjetivos y de participio o sustantivo respectivamente; en

plural siguen la flexión de los temas en –i-, pero se conservan abundantes

genitivos en –um, residuo de antigua vacilación, aprovechada a veces por

necesidades métricas.

2.2. Sintaxis

Los adjetivos calificativos deberían emplearse sólo para aportar

determinaciones de carácter realmente cualitativo o permanente y referirse

siempre al sustantivo que determinan en su totalidad. A veces, sin embargo, no

se cumplen tales requisitos.

a. Los adjetivos aportan determinaciones de carácter circunstancial,

pasajero o accidental. Concurren en tal caso con genitivos o


determinaciones preposicionales. A este respecto mencionamos el uso de

adjetivos con las acepciones subjetiva (odium paternum ‘el odio que sentía

el padre’), objetiva (muliebres amores ‘el amar al bello sexo’), posesiva

(domus regia), de pertenencia (Agamemnonia puella ‘la doncella hija de

Agamenón’), partitiva (servilis manus ‘el tropel de esclavos’)…

b. Los adjetivos no afectan al sustantivo en su totalidad. Ciertos adjetivos

que expresan una relación temporal o local (medius, imus, summus,

postremus, ultimus, etc.) pueden referirse al sustantivo afectándole ya en

su totalidad, ya sólo en parte; así: summus mons puede significar ‘el

monte alto’ o ‘la parte alta del monte’. En el primer caso se usa el

adjetivo para distinguir al sustantivo de los otros de su misma especie,

en el segundo el adjetivo afecta sólo a una parte del mismo sustantivo.

c. Los adjetivos no califican a veces al sustantivo a que van referidos, sino a

las consecuencias de la acción de dichos sustantivos, así: ventus albus (el

adjetivo se explica no porque el viento sea blanco, sino porque despeja el

cielo).

d. En poesía y en el período postclásico, sustantivos determinados por

adjetivos que envuelven una idea de cantidad o frecuencia, como multus,

plurimus, frequens, se construyen a veces por influencia de dichos

adjetivos, en singular colectivo, a pesar de referirse a una pluralidad de

seres u objetos; así multa canis, nux plurima, frequens convivia.

Peculiaridades sintácticas:

1. Adjetivos en función de otras partes de la oración:

a. Adjetivos en función de sustantivos .- Hemos ya aludido a la

estrecha afinidad existente entre sustantivos y adjetivos. Es

natural, pues, que algunas palabras se usen indistintamente con

ambos significados sin poderse determinar cuál de ellos es el


primitivo; tal sucede con nombres de pueblos, como Germani,

Etrusci. Más frecuente es el caso de que primitivos adjetivos se

conviertan en sustantivos en forma más o menos permanente. Se

llega a este resultado a través de dos procesos distintos:

-SUSTANTIVACIÓN POR TRANSFERENCIA.- Se produce esta enálage

cuando se designa a una persona o cosa evocando o transfiriéndole alguna de

sus cualidades o características. En virtud de este proceso, un grupo bastante

numeroso de primitivos adjetivos pueden usarse indistintamente como

adjetivos o como sustantivos: amicus, familiaris, propinquus, aequalis, sodalis…

-SUSTANTIVACIÓN POR ELIPSIS.- Se produce cuando se omite por sabido el

sustantivo a que originariamente iba referido el adjetivo, quedando únicamente

como huella de su presencia el género del adjetivo sustantivado; por ejemplo

sinistra (manus), annalis (linber).

b. Adjetivos en función de adverbios.- Es frecuente en latín el uso de

las formas neutras de los adjetivos para determinar la forma cómo

se realiza la acción verbal. Se trata, generalmente, de acusativos

adverbiales – multum, dulce ridere…

2.3. Los grados del adjetivo

MORFOLOGÍA

Una característica peculiar del adjetivo (y de su correspondiente adverbio) es

la posibilidad de recibir distintos sufijos intensivos que terminaron por

sistematizarse en gradación, dando origen al juego de comparativos y

superlativos en la esfera de la superioridad.


Tanto el ecuativo como el comparativo de inferioridad se expresan mediante

adverbios (tam, minus, minime), procedimiento utilizado también para indicar la

superioridad (magis, maxime), cuando la incorporación de sufijos ocasionaría

acumulaciones vocálicas no toleradas, dificultades métricas, etc.

COMPARATIVO DE SUPERIORIDAD

Se forma en latín mediante el sufijo *-ios- / -ies- /-is-, que fue el más difundido

entre las lenguas indoeuropeas con tal valor. La forma *-ies- se conserva

posiblemente en mulier, simple intensivo (‘bastante blanda’); el grado cero *-is-,

lo tenemos en mag-is, pero la forma generalizada es *-ios-. Como intensivo

independiente de cualquier otra formación, originariamente el sufijo se

incorporaba directamente sobre la raíz (*mag-ios>maior/ *mag-no-s>magnus,

sen-ior/sen-ex, etc.); pero, cuando se morfologizó como comparativo de

superioridad con respecto a la cualidad expresada por un adjetivo positivo,

tendió a incorporarse al radical de dicho positivo.

Su declinación es la de un tema en –s- (maior como honor, maius como genus).

Por tanto, la –s- se rotatizó en posición intervocálica (por ejemplo el genitivo

*mag-ios-es>*maioris) y la –r- resultante pasó al nominativo del género

animado (maior). Por otra parte, la cantidad larga del nominativo del género

animado se generalizó en el resto de la flexión, excepto en el nominativo-

acusativo de singular neutro, que conservó la cantidad breve que le

corresponde.

SUPERLATIVO DE SUPERIORIDAD

Evidencia cómo el continuo desgaste a que están sometidas las redundancias

y exageraciones afectivas provoca una acumulación de los signos de intensidad.

El sufijo o sufijos con que se expresa son:


1. *-mo-, que es el elemento constitutivo de los restantes complejos

especializados con tal valor, pero que también aparece solo:

primus, summus, infimus.

2. *-tomo-, aparece en optimus, ultimus, intimus.

3. *-somo-, aparece en maximus (*mag-somo-s), pessimus, acerrimus

(*acer-somo-s), simillimus.

4. *-issomo- (*-is-, grado cero del sufijo de comparativo, más el

complejo anterior): altissimus, sapientissimus, etc.).

SINTAXIS

Como hemos indicado, los adjetivos latinos admiten los grados positivo

(doctus), comparativo (doctior) y superlativo (doctissimus). La diferencia entre los

dos últimos grados consiste en que por medio del comparativo se confrontan

dos términos entre sí (el que se compara y aquel con que se compara) y por el

superlativo la comparación se establece entre tres o más términos, en su uso

relativo o absoluto.

Cuando se establece una comparación entre dos cualidades indicándose que

se posee en más alto grado una que otra, caben dos construcciones:

a. Determinar como en español, el primer adjetivo con magis (magis

avidus quam prudens).

b. Formular ambos adjetivos en grado comparativo (el segundo

debería enunciarse en forma positiva, pero por atracción adopta

dicho grado). Ejemplo: avidior quam prudentior.

Para reforzar el significado de los grados de comparación puede recurrirse a

los siguientes procedimientos:

a. Uso de determinaciones de naturaleza adverbial. Es éste el sistema

más normal y frecuente. En latín arcaico se usaba multo, tanto para


reforzar los comparativos como los superlativos. En el período clásico

se generaliza longe, en especial con los superlativos.

b. Acumulación de dos elementos (palabras o sufijos), cada uno de los

cuales tiene ya de por sí significado comparativo o superlativo.

Construcción no clásica: postremissimus, proximior, pluriores…

Por último, indicar que la creación de un sistema en el que quedaron

conectadas las ideas de gradación (altus, altior, altissimus) originó problemas de

léxico que, a veces, no obtuvieron solución, con lo cual el sistema quedó

incompleto, pero en otras ocasiones fueron solucionados mediante la sinonimia

y el supletivismo.

a. A veces no se conserva el positivo de una raíz de la que la lengua ha

mantenido el comparativo y el superlativo: ocior, ocissimus.

b. Otras veces, el adjetivo positivo no ha existido nunca: prior-primus,

deterior-deterrimus. Otros como iuvenis, senex, tienen comparativo pero no

superlativo (iunior, senior).

c. Los adjetivos acabados en –dicus, -ficus y –volus utilizan para la gradación

las formas correspondientes de sus sinónimos en –ens, -entis: maledicus

(maledicens) – maledicentior-maledicentissimus.

d. Completaron el sistema por supletismo:

i. Bonus, melior, optimus.

ii. Malus, peior, pessimus.

iii. Multus, plus, plurimus.

iv. Paruus, minor, minimus.

3. LA CONCORDANCIA DEL ADJETIVO


Se designa con el nombre de concordancia a la armonía de accidentes

gramaticales que guardan las palabras que se relacionan entre sí. La

concordancia señala, pues, una relación, pero nada nos dice sobre su naturaleza,

que puede ser de índole muy diversa (atributiva, predicativa, apositiva, de

sujeto agente, paciente…). Esta indeterminación explica que no sea instrumento

indispensable en la estructura de la lengua y de hecho falta en algunos idiomas.

3.1. Cuando un adjetivo va referido a un solo sustantivo concuerda con este en

género, número y caso. Esta regla está sujeta también a algunas excepciones:

a. Cuando el género gramatical del sustantivo es distinto del natural, puede

concertar ‘ad sensum’; así en el lenguaje popular se dice a veces: is scelus,

hic simia, scortum quis…, etc. En el latín decadente se generalizó esta

construcción, por ejemplo: illi gentes.

b. Cuando el adjetivo no es de índole calificativa, sino aposicional o

predicativa, las excepciones a la regla general de concordancia son

mucho más frecuentes por ser más laxa la trabazón; así, es muy frecuente

en tal caso la concordancia por el sentido entre sustantivos irregulares de

índole colectiva y de género femenino con adjetivos en plural y

masculinos; así: stabat omnis multitudo ad portas, prospectantes.

c. Sólo en latín vulgar y decadente existen algunos ejemplos de adjetivos

que no concuerdan en caso con el sustantivo a que van referidos. Esta

enálage se debe generalmente a la atracción formal de la desinencia del

caso a que va referido. Así Fortunatus uxori carissimi (en vez de

carissimae).

3.2. Cuando un adjetivo califica a la vez a varios sustantivos, concuerda en

género y número con el más próximo en los siguientes casos:


a. Cuando los sustantivos son conceptos afines o existe una estrecha

conexión entre ellos. Así ferrei prope corporis animique.

b. Cuando los adjetivos son de índole demostrativa o expresan una idea

de totalidad (totus, cunctus, omnis): cuncta Asia atque Graecia.

c. Cuando el adjetivo se intercala entre los sustantivos. En este caso

caben dos construcciones: el adjetivo sigue al primer sustantivo

(vitam tuam ac studia), o el adjetivo se agrupa con el segundo

sustantivo (fidem mutatosque deos flebit).

d. Cuando los sustantivos son de género distinto: ingenia vestra atque

aetates; vitas ac vestra tempora.

3.3. Cuando no concurren tales circunstancias se produce una vacilación, pero

en general se acostumbra también a hacer concertar el adjetivo con el sustantivo

más próximo, aunque puede también, especialmente cuando va antepuesto,

concordar en plural con todos ellos.

a. Bellicosus Cantaber et Scythes. Frater et socer meus.

b. Sulpicio et Apollinari suis  ; sanctorum Petri et Pauli.


TEMA 13.- CARACTERÍSTICAS DE LA FLEXIÓN PRONOMINAL EN LAS
LENGUAS CLÁSICAS. MORFOSINTAXIS DE LOS PRONOMBRES
PERSONALES, REFLEXIVO Y POSESIVOS EN LATÍN.

1. CARACTERÍSTICAS DE LA FLEXIÓN PRONOMINAL EN LAS


LENGUAS CLÁSICAS.

El término “pronombre” remonta al latín prō-nōmen, que es la

traducción del término griego αντωνυμία “lo que se emplea en lugar del

nombre”, aludiendo a la función que a veces cumplen, pero no siempre.

Todavía hoy se emplea este término tradicional para aludir a palabras

que, en realidad, tienen naturaleza adjetival, con la diferencia de que no tienen

significación léxica, sino gramatical. La antigua etiqueta sólo sirve para los

pronombres personales e “ille”, ya que el resto aparecen acompañando a un

sustantivo.

En palabras de Mariner, todos los pronombres tienen en común la

expresión léxica de un valor que normalmente tienen los morfemas.

Desde el punto de vista de la morfología, tienen las siguientes

características:

1. La flexión de los pronombres es más irregular que la de nombres

y adjetivos, ya que se dan casos de polirricismo, politematismo,

defectividad de caso.

2. Marcas casuales propias que comparten todos los pronombres,

excepto los personales y los posesivos, en el genitivo singular (-

ius) y en el dativo (-i), válido para los tres géneros. Es muy

difícil explicar el origen de esta forma de genitivo; las

principales propuestas, que no terminan de convencer a los

estudiosos, son:
a. Extensión del morfema de adjetivo, presente en el relativo

cuius, -a, -um, por su equiparación semántica y funcional

con el genitivo.

b. Refundición del dativo –ei y el genitivo –os.

c. Procedente de una desinencia pronominal indoeuropea

en *-syo.

d. Desinencia de genitivo temático –i hipercaracterizada por

la otra desinencia de genitivo –os, poco frecuente en latín.

3. Aunque todos los pronombres conozcan la categoría de caso, el

género no aparece en los pronombres personales, ya que no

tienen nunca función adjetiva. Respecto al número, es evidente

que la expresión en los personales no es comparable a la que

tiene el sustantivo o los demostrativos. Así parece que los

pronombres personales, por su estructura, forma y valor, son

distintos de los pronombres nominales, formado por los

anafóricos, demostrativos, indefinidos e interrogativos.

1.1. Funciones de los pronombres

Según Mariner, podemos concretar las funciones de los pronombres

en los siguientes puntos:

Función deíctica o mostrativa: Equivale a un gesto indicador, Puede ser propia,

referido al espacio (dame este libro/ese libro) o metafórica, cuando alude al

contexto o a una situación temporal (aquello que decíamos…).

Función fórica: Sirve para aludir a un término ya mencionado o que se va a

mencionar en el discurso, siendo, en el primer caso, anafórica y catafórica en el

segundo. Hay cierta relación sincrónica e histórica entre ambas funciones

porque los pronombre deícticos pasarán a fóricos (ille acaba suplantando a is;

ipse acaba siendo deíctico, ese)


Función morfemática: Posibilidad que tienen las unidades de expresar

contenidos equivalentes a los que expresan otros. Así, en el verbo, los

contenidos de persona también se expresan en los pronombres personales o el

morfema de genitivo presente tanto en sustantivos como en pronombres.

Función enfática: Consiste en hacer hincapié en determinados elementos a

modo de determinación o indeterminación. Unas veces, estos elementos

permiten hacer hincapié positivamente, otras veces, es negativo; aparece

reflejado en el dativo commodi o incommodi. Para algunos investigadores,

simplemente se tendría que hablar de determinación o indeterminación: el valor

puede ser negativo o positivo, pero siempre habrá una determinación, ya que es

deíctico.

1.2. Concordancia de los pronombres

Los pronombres pueden reproducir una palabra o una oración. En

el primer caso, conciertan en género y número con la palabra a que van

referidos, pero el caso viene determinado por la función que desempeñan en su

oración. En el segundo caso, se formulan en neutro singular o se recurre a una

perífrasis con res.

Sin embargo, pueden no concordar en género y número con la

palabra que reproducen en los siguientes casos:

 Cuando el antecedente aparece representado por el

sustantivo res determinado por un adjetivo. El pronombre

se formula en género neutro. Esta construcción es poco

frecuente.

 Cuando los antecedentes son formas neutras del singular

de pronombres, adjetivos y participios sustantivados

aparecen con frecuencia reproducidos por plurales y

viceversa.
 Cuando no se pretende reproducir por el pronombre el

simple antecedente sino el concepto genérico a que éste se

subordina. En tal caso, el pronombre va en neutro y es

traducible por perífrasis como “la cual circunstancia, este

hecho”, etc….Muy frecuente cuando el antecedente está

formado por palabras que expresan sumas de dinero o

nombres geográficos.

 Cuando un sustantivo tiene un género gramatical distinto

del natural: illa furia (Clodius) qui…(Cic.). Esta construcción

es especialmente frecuente tratándose de colectivos que

acostumbran a ser de género femenino y número singular

(coniuratio…apud illos). Como la idea que evoca es

masculino y plural, el pronombre puede reflejarlo en una

concordancia ad sensum. Esto se da cuando el antecedente

es de género inanimado. Se observa que la falta de

concordancia sólo afecta al número.

 Un singular individual puede ser reproducido por un

plural genérico. En este caso, el pronombre alude a la clase

a que el antecedente se subordina (L. Cantilius Scriba

pontificis quos nunc minores pontifices appellant).

 Concordancia indebida de un pronombre con un sustantivo

al verse atraído el primero al género, número y caso del

segundo (hoc timore en vez de huius timore).

 En determinados casos los pronombres reproducen los

conceptos que se infieren del antecedente; ello ocurre

cuando el antecedente es un nombre propio de ciudad,

región, un adjetivo posesivo o un adjetivo equivalente a un

genitivo subjetivo u objetivo referido a personas o


animales, un sustantivo abstracto o una idea desprendida

del contexto.

 En una oración copulativa, si el pronombre hace de sujeto,

vacila en concordar con su antecedente o con el predicado.

2. MORFOSINTAXIS DE LOS PRONOMBRES PERSONALES Y


REFLEXIVO

Los pronombres personales son las palabras que reemplazan los nombres de

las personas que participan directamente en el acto de la palabra. Son

asexuados y están limitados en latín a los cinco siguientes:

-EGO, singular de primera persona.

-NOS, plural de primera persona.

-TU, singular de segunda persona.

-VOS, plural de segunda persona.

-SE, reflexivo de tercera persona, singular y plural.

La oposición personal/reflexivo está neutralizada en las personas primera y

segunda, al no existir en ellas una forma con función exclusivamente reflexiva.

A su vez, tampoco existe un pronombre especializado como personal de tercera

persona, la cual se expresa mediante el anafórico o los demostrativos.

2.1. EGO - ME

Es la solución de *(e)geH3, cuya cantidad larga está atestiguada en Plauto,

pero pasó a tener vocal breve (ego) por la ley de abreviación yámbica que indica

que los bisílabos que formaban un yambo (∪-) con sílaba final abierta tendían a

transformarse en pirriquio (∪∪). La *e- es una partícula que aparece en palabras

usadas en cabeza de frase o de grupos (cf. en griego ἐκεῖνος, ἐμὲ o en osco e-


tanto, y en el mismo latín equidem). *-ge- es la partícula que sin alargamiento

alguno aparece en la forma reduplicada griega ἔγωγε; el alargamiento *-H3 ha

sido citado ya como elemento frecuente de las formaciones pronominales.

El resto de la flexión se formó sobre *me, que como partícula se halla en el

complejo –met.

a. El acusativo me, que evidencia la tendencia latina a los monosílabos

con cantidad larga, es, con te y se, la única representación de acusativo

animado sin la desinencia –m; por ello, ya en época prehistórica, se

confundió con el ablativo y adoptó la grafía med hasta finales del siglo

III a.C.

b. El genitivo mei es el del posesivo neutro (‘de lo mío’); los genitivos

arcaicos meis y mis proceden de la forma enclítica de genitivo-dativo

*moi más la desinencia de genitivo en grado cero.

c. El dativo *meghei pasó a *mehei>*mehe>*mehi>*mihi (asimilación

vocálica). La forma mihei de inscripciones arcaicas conserva la grafía –

ei cuando ya se pronunciaba –i. Mihi es consecuencia de la

abreviación yámbica y mi es contracción por ser muda la h

intervocálica.

d. El ablativo me (med antes del siglo II a.C.) presenta la formación de

ablativo de los temas en o/e.

2.2. NOS

Se trata de una antigua forma no flexiva (*ne-H3-s) que, al formarse la flexión,

funcionó como nominativo y acusativo, cuya oposición aparece aquí

neutralizada, como en tantos otros plurales; esta forma con vocal larga podía

alternar con *nŏs. El latín utilizó la forma nōs como monosílabo, según su

conocida tendencia, y nos con vocal breve, en cualquier otro contexto, por

ejemplo, noster. En el resto de la flexión tenemos:


a. Un dativo-ablativo nobis, procedente de *nosbheis, o sea, *nos + -bhei-

(como en tibi, sibi) y una –s pluralizante, lo que supone un esfuerzo

por hacer de nos un plural. Festo cita un dativo-ablativo arcaico –nis,

analógico de los temas en o/e (<*neis<*nois), con el que se pretendía

también regularizar a nos como un plural.

b. Genitivos integrados en esta flexión por supletivismo: nostrum

(genitivo de plural en –um de noster) y nostri (genitivo de singular

neutro del mismo posesivo); en la lengua arcaica aparecen también

nostrorum y nostrarum.

2.3. TŪ / TŬ

Son el resultado de una antigua alternancia *tH1/t°H1; el latín generalizó la

forma tū por su tendencia a los monosílabos largos, pero conservó tŭ en

tuquidem.

El acusativo te *teH1, por la razón explicada en me, aparece confundido con el

ablativo y se escribió ted hasta finales del siglo III a.C. El genitivo tui (también

tis), el dativo tibi y el ablativo (ted) se explican como las formas

correspondientes de primera persona. La –b- de tibi procede de *-bh-.

2.4. VOS

Tiene una explicación paralela a nos: antigua forma no flexiva en uso neutro

de la oposición nominativo/acusativo. La forma alternante *vŏs con vocal breve

aparece en el posesivo voster>vester y sirvió de base a vobis < *vos-bhei-s. Los

genitivos se incorporaron a la flexión por supletismo: vestrum (genitivo plural

en –um de vester), vestri (genitivo singular neutro del mismo posesivo) y las

formas de la comedia arcaica vostrorum y vostrarum.

2.5. Pronombre reflexivo de tercera persona.


Es en latín, como en la mayoría de las lenguas indoeuropeas, indiferente en

cuanto a la expresión de la categoría de número, frente al griego, que creó un

plural. El acusativo se (sed), el genitivo sui, el dativo sibi y el ablativo se (sed) se

explican, según Molina Yévenes, como los correspondientes de segunda

persona.

La partícula se, sobre la que se formó la declinación, aparece como último

elemento del complejo ipse y sirvió también de base para la creación de un

demostrativo de tercera persona y anafórico *so/e (latín arcaico sam, sos; cf. adv.

sic, arc. soc) que no llegó a prosperar.

El pronombre personal de primera persona de singular admite como refuerzo

las partículas enclíticas –met, -pte, a las que se añade a veces ipse: egomet, memet,

mihipte. Además el plural también podía aparecer con una de estas partículas

(nosmet, vosmet). El singular de segunda persona aparece con –te, -met, -temet:

tute, tete, tibimet, tutemet. El propio pronombre reflexivo igualmente podía ser

reflexivo sese.

2.6. Sintaxis de los pronombres personales

Los pronombres personales en función de sujeto se omiten en latín con más

frecuencia que en español, porque las desinencias del verbo indican con toda

claridad la persona a la que van referidas. En realidad sólo se usan cuando

razones especiales lo exigen:

-Contraposiciones o antítesis: tu amas et ego esurio

-Énfasis especial al sujeto, en cuyo caso incluso se refuerza con partículas

adecuadas.

En el lenguaje popular era mucho más frecuente el uso de los pronombres

personales en función de sujeto que en el literario, incluso en casos en que

ninguna razón especial lo justificada: scis tu, mi Cicero; ego do meis libertis.
Los genitivos en –i de los pronombres personales y del reflexivo se usan,

generalmente, con significado objetivo, y dependiendo de nombres de acción.

Así: caritas tui ‘el amor que te profesamos’. Por el contrario los genitivos

nostrum, vestrum así como las formas reflexivas suorum, ex se se emplean con

acepción partitiva. Así: nulli nostrum, pars vestrum.

2.7. Sintaxis del pronombre reflexivo

El reflexivo se usa para reproducir el sujeto gramatical o lógico de su oración

(reflexivo directo). La reproducción del sujeto gramatical no ofrece dificultad. En

cambio, la del sujeto lógico es más compleja ya que suele darse con verbos

impersonales: eos paenitet peccatorum suorum (reproduce a eos) o con el verbo

copulativo y dativo: nihil iis domo sua (reproduce a iis).

De la misma manera, el reflexivo se usa también para reproducir en una

oración subordinada el sujeto gramatical o lógico del verbo principal (reflexivo

indirecto). Es necesario, sin embargo, que dicha oración subordinada sea de

índole subjetiva y refleje por tanto, el pensamiento o las palabras del sujeto del

verbo principal, no del escritor o persona que habla.

3. MORFOSINTAXIS DE LOS PRONOMBRES POSESIVOS EN LATÍN

3.1. Introducción

Para expresar la posesión en todos aquellos casos en que el poseedor aparece

representado por un pronombre personal, la lengua latina, y como ella la

española, no utiliza normalmente los pronombres personales, sino los

posesivos; así, liber meus, tuus en vez de liber mei, tui.

3.2. Morfología
Están formados por las mismas partículas y los mismos alargamientos que

intervienen en los personales y en reflexivo, con la incorporación de los

significantes de género –o- para masculino y neutro y –a- para el femenino.

MEUS-MEA-MEUM

Está formado sobre *moi, *mei más dichos significantes de género: *mei-o-

s>meos>meus. El vocativo mi se construye de manera similar a fili (grado cero de

la vocal + grado pleno –ei del sufijo).

En plural además de las formas habituales, se emplean el nominativo

masculino mi (*mei-ei), el genitivo meum arcaico y el dativo-ablativo mis (*mei-

eis).

NOSTER-NOSTRA-NOSTRUM

La primera persona se forma por la unión de un sufijo opositivo *-tero- con el

tema nos del acusativo del pronombre personal anterior al alargamiento de la

vocal en monosílabo. En la época arcaica fue frecuente el genitivo plural

nostrum.

TUUS-TUA-TUUM

Procede de *teu-/tu- más los significantes de género. La forma latina puede

remontarse a *teu-os > *touos >tuus, pero también es posible que proceda de *tu-

o-s. En época arcaica se usó el genitivo de plural tuom.

VESTER-VESTRA-VESTRUM

Arcaico voster-vostra-vostrum (pasó a –e- por acción disimilante) está formado

por *vos más el sufijo especializado en la oposición de dos términos –tero- /

-tera-. En la época arcaica fue frecuente el genitivo de plural vostrum.

SUUS-SUA-SUUM
Procede de *seu-os. En latín arcaico están atestiguadas las formas sovo y soveis.

Este posesivo de tercera persona es insensible al número de poseedores. Se

utilizaba más el plural del anafórico o demostrativo. La mayor parte de los

posesivos, especialmente en ablativo de singular, pueden estar reforzados por

la partícula –pte: meapte, suopte, nostrapte, etc.

3.3. Sintaxis de los pronombres posesivos

La lengua latina es mucho más parca que la española en el uso de los

pronombres posesivos; en realidad, sólo los emplea cuando no pueden

deducirse por el contexto, o bien en las antítesis y contraposiciones. Son, por

tanto, contrarias al espíritu de la lengua clásica expresiones como tollere oculos

suos, extendere manus suas. En el habla popular, no obstante, aparecen a veces

usados los posesivos sin que ninguna razón especial lo justifique.

Como para expresar la idea de posesión no es necesario generalmente utilizar

ningún pronombre posesivo, cuando se emplean estos pronombres adquieren

una especial fuerza enfática que no pueden reflejar las formas correspondientes

españolas, sino que deben reforzarse con adjetivos como ‘propio, personal,

particular’.

Tanto en latín como en español los posesivos se usan a veces con el significado

objetivo y concurren, por tanto, con el genitivo de los pronombres personales.

En el lenguaje popular es frecuente reforzar los posesivos de tercera persona

con un dativo también de tercera persona. Así suo sibi gladio, o con el adjetivo

proprius, que se usó mucho más en lugar de suus.


TEMA 14.- MORFOSINTAXIS DE LOS PRONOMBRES RELATIVO,
INTERROGATIVO-INDEFINIDO E INDEFINIDOS EN LATÍN. ESTUDIO
ESPECIAL DE LAS ORACIONES DE RELATIVO. ESTUDIO DE LAS
INTERROGATIVAS INDIRECTAS.

1. MORFOLOGÍA DE LOS PRONOMBRES RELATIVO E


INTERROGATIVO-INDEFINIDO.

Así como *hoi/hi eran, en una misma raíz, dos soluciones distintas que

coexistieron en el paradigma con idéntica función de demostrativo de primera

persona, igualmente, sobre la partícula conservada en –que, se formó el doblete

*quoi/quĭ- < *kueH3/kuH3, pero con tendencia a asignar a cada una de las dos

soluciones las respectivas funciones de pronombre relativo e interrogativo-

indefinido.

A. Sobre *quoi, conservado como nominativo singular masculino del

relativo (quoi>quei>quī), se formó el genitivo singular asexuado

*quoi-os>quoi-us> cuius, también el dativo singular asexuado quoi-

ei>quoi>cui, el locativo singular quei>quī (ampliamente atestiguado

en función de ablativo del relativo), el nominativo plural

masculino *quoi>quei>quī (que, como en el caso de *hoy, se

propagó a otras formaciones de nominativo de plural), el genitivo

de plural quoi-um (conservado en Plauto), y el dativo y ablativo

de plural *quoi-s>queis>quīs, con –s pluralizante tomada de otras

formaciones de dativo-ablativo de plural.

B. Sobre *quĭ, que con el alargamiento –s, se conservó como

nominativo singular masculino y femenino, se opuso un neutro

quĭd. Sobre este *qui- se creó un acusativo singular masculino y

femenino *quim>quem, un locativo singular quei>quī, coincidiendo

con el de la solución anterior, adverbializado como interrogativo,

un nominativo plural masculino y femenino arcaico *quei-


es>ques, un nominativo-acusativo plural neutro quia,

transformado en conjunción, y el dativo-ablativo de plural qui-

bhos > quibus.

El resto de la declinación, con los significantes de género –o-, -a-, se forma

sobre quo-/qua-.

La función asignada a las formas que lograron oponerse es la siguiente:

a. QUĪ, nominativo singular masculino del pronombre relativo; QUĬS,

nominativo singular masculino (en época arcaica también femenino), del

pronombre interrogativo-indefinido. Esta oposición qui/quis aparece por

lo común neutralizada en la función adjetiva, en la que se generalizó quī.

b. QUOD, nominativo-acusativo singular neutro del pronombre relativo;

QUID, nominativo-acusativo singular neutro del pronombre

interrogativo-indefinido. Como en el caso anterior, la oposición

quod/quid se neutraliza en la función adjetiva mediante el archivalor

quod.

c. QUA, nominativo singular femenino y nominativo-acusativo plural

neutro indefinido, que, por su carácter indeterminado, no recibe la

deíctica –i que tiene QUAE (<*qua-i).

2. MORFOLOGÍA DE OTROS INDEFINIDOS EN LATÍN

El doblete *quoi/qui- sirvió también para la formación de una serie de

compuestos que cubrieron distintos matices interrogativos e indefinidos:

2.1. Compuestos por reduplicación


Con los dos elementos flexivos tenemos el pronombre quisquis (pronombre y

adjetivo), quidquid o quicquid (pronombre). El adjetivo femenino quaequae es de

uso muy escaso y Plauto utiliza en tal caso quisquis. Además de estas formas,

sólo se emplea el ablativo singular quoquo y el genitivo de la antigua locución

conexiva cuicuimodi.

2.2. Interrogativo indefinido + partícula indefinida

A. La partícula es de la misma raíz que el interrogativo-indefinido (-

que, -cumque, -quam).

-Quisque-quaeque-quodque (pron. quidque) ‘cada, cada uno’;

Plauto y Terencio utilizan como forma femenina la forma

quisque.

-Quicumque-quaecumque-quodcumque ‘quienquiera que’; está

formado sobre *quoi, aunque Atón utilizó quescumque.

-Quisquam, quaequam y pronombre quidquam/quicquam

‘alguien, algo, algún, alguna’. Plauto empleó como

femeninas las formas quisquam y quemquam.

B. La partícula es de distinta raíz que el interrogativo-indefinido.

i. Quisnam, quidnam, ‘quien pues’, pronombre. En latín

arcaico es frecuente la separación de los dos elementos del

compuesto.

ii. Quinam, quaenam, quodnam, adjetivo.

iii. Quidam, quaedam, quoddam (pron. quiddam), ‘cierto,-a, un

tal’.

iv. Quispiam, quaepiam, quodpiam (quidpiam/quippiam), ‘alguien,

algo, algún, alguna).


C. Interrogativo-indefinido + forma verbal:

i. Quivis-quaevis-quodvis (quidvis) ‘cualquier, cualquiera’.

ii. Quiviscumque, quaeviscumque, quodviscumque, variante

estilística de la anterior, empleada por Lucrecio y Marcial.

iii. Quilibet, quaelibet, quodlibet (quidlibet), ‘cualquier.. que,

cualquiera que’, etc.

iv. Quisquislibet, quidquidlibet, variante estilística de quilibet,

quidlibet.

D. Partícula + Pronombre :

i. Aliquis/Aliqui, aliqua, aliquod/aliquid, ‘algún, alguna, alguien,

alguno, algo’. *Ali se emplea también en otras formas

flexivas (alius, alter, olle) y en muchas que permanecieron

invariables (alibi, aliunde, aliter, etc.).

ii. Ecquis, ecquid, pronombre interrogativo al que a veces se le

añade –nam y expresa impaciencia ‘¿quién pues?’; La

partícula *ec- es la misma que ecce.

iii. Ecqui, ecquae/ecqua, ecquod, adjetivo interrogativo, que

también puede recibir –nam.

2.3. Indefinidos de forma adjetival

Integran este grupo una serie de indefinidos que, aunque forman el genitivo

singular en –ius y el dativo singular en –i, en el resto de la flexión presentan un

mayor influjo analógico del tipo bonus-a-um, excepto alius, cuyo nominativo-

acusativo singular neutro acaba en –d.

ALIUS-ALIA-ALIUD ‘otro/a’

Presenta la raíz *al- (cf. alter, olle) y el sufijo –io-/-ia- en su especialización para

indicar uno entre más de dos (cf. medius, tertius). La lengua vulgar creó un
nominativo-acusativo singular neutro alium y en el siglo I a.C. aparecen con

frecuencia alis/alid. Varrón usó el genitivo singular ali, sin la desinencia *-os>-us;

la forma alius, poco usada, suele sustituirse por alterius o por el adjetivo alienus.

El dativo singular alii, se escribe a menudo en la forma contracta ali; en la

lengua hablada se emplean los dativos aliae, alio.

UNUS-UNA-UNUM (arc. oinos y después oenos).

Es, además de numeral cardinal, indefinido, valor con el que se declina

también en plural y puede llevar como refuerzo otro indefinido (unus quisque,

quivis unus, unum quidquid).

Al genitivo unius y al dativo uni opuso la lengua hablada, y a veces la poética,

un genitivo uni y un dativo uno, unae.

Derivado de unus es ullus < *oinolos, con sufijo de diminutivo. Compuesto de

ullus es nullus < *ne oinolos. Terencio usó el genitivo nulli, pero mayor extensión

tuvo el dativo nullo, nullae.

SOLUS-A-UM

Se formó probablemente sobre la partícula indicadora de separación sed, se,

so-. El genitivo soli aparece en Catón, el dativo solo en textos epigráficos y solae

en Terencio.

TOTUS-A-UM ‘todo entero’

También conoce un genitivo toti y los dativos toto, totae.

UTER-UTRA-UTRUM ‘aquel de los dos que, cuál de los dos, uno de los dos’

Indefinido con el sufijo *-tero-/tera- que procede de *kw-tero-/kw-tera-, es

decir, de la misma raíz del relativo interrogativo-indefinido. Sus compuestos

son neuter ‘ni uno ni otro’ y uterque, ‘uno y otro’, con la partícula generalizadora

–que que priva a uter de su valor relativo e interrogativo, utercumque ‘cualquiera

de los dos que, utervis, uterlibet.

ALTER-A-UM
También con sufijo *tero/tera, formado sobre la misma raíz de alius y olle. Está

atestiguado el dativo altero, alterae. El compuesto alteruter ‘uno u otro de los dos’

puede declinar ambos elementos o sólo el segundo.

3. SINTAXIS DE ESTOS PRONOMBRES

Los pronombres relativos presentan, esencialmente, una función fórica, que

puede ser anafórica o catafórica, según se refiera a un término anterior o

posterior. El pronombre relativo recupera su función de pronombre fórico al

comparecer tras pausa, formando así una oración independiente. En el caso de

cuius –a –um también se puede hablar de una función morfemática casual de

genitivo, al equivaler al genitivo de qui, quae, quod.

Los interrogativos, según Mariner, presentan una función fórica, ya que hacen

referencia a la respuesta esperada por el emisor, y por otra parte, tienen una

función enfática, que quizá habría que precisarla en indeterminadora, ya que

hace hincapié en algo no explícito.

Los indefinidos por su parte, comparten con los numerales una función

morfemática numeral, ya que suelen expresar si se trata de uno o más de uno,

aunque los indefinidos no concreten como los numerales.

4. ESTUDIO ESPECIAL DE LAS ORACIONES DE RELATIVO

Las oraciones de relativo son oraciones transpuestas a la categoría adjetiva,

(por lo tanto, funcionan como un adjetivo) cuyo transpositor cumple una

función sintáctica dentro de la oración relativa. Dentro de las oraciones relativas

adjetivas ha de distinguirse entre oraciones explicativas, es decir, aquellas que

indican alguna particularidad del antecedente pero que pueden ser fácilmente

prescindibles, como demuestra el hecho de que vayan entre comas; y oraciones

especificativas o restrictivas que restringen la referencia del antecedente,

formando, a diferencia de las anteriores, una unidad fónica con el antecedente.


Además, las oraciones de relativo son capaces de sustantivarse y

adverbializarse, al igual que los adjetivos. Se produce la sustantivación de una

oración de relativo cuando el antecedente no es conocido o por mera ausencia

del núcleo regente.: laudo eum qui virtutem colit. Como antecedente puede

aparecer el pronombre is o los pronombres indefinidos y numerales como

omnes, multi, pauci…Cumple cualquier función posible para un sustantivo.

Las oraciones de relativo con valor adverbial introducen determinaciones

accesorias al verbo principal (causa, tiempo, finalidad, etc): mittit legatos qui

dicerent=ut dicerent.

El antecedente es omitido en caso de que el contexto permita una fácil

deducción del mismo, en virtud del principio de relevancia sintáctica que

establece que hay funciones más fáciles de deducir como el complemento

directo. Muy frecuente es la omisión del antecedente cuando éste debería ser el

pronombre anafórico, sobre todo cuando el antecedente y el relativo están en el

mismo caso o ambos están en casos rectos: maximum ornamentum amicitiae tollit

qui ex ea tolit verecundiam. Es poco clásica la omisión del antecedente cuando

éste se debería formular en caso oblicuo o regido por una preposición, aunque

aparecen testimoniados abundantemente en otras épocas: omnia adsunt bona

quem penest virtus (Plauto).

Sucede a veces que el antecedente va incluido dentro de la propia oración de

relativo, en cuyo caso la concordancia en caso es obligada, qua nocte ad me

venisti, eadem abis. Estamos ante un arcaísmo sintáctico que refleja una situación

previa al desarrollo de las oraciones subordinadas de relativo dentro de las

lenguas indoeuropeas. El origen de las subordinadas relativas está en el

encuentro de dos oraciones yuxtapuestas, donde la primera tiene un catafórico

adjetivo, término adyacente de un sustantivo y la segunda un demostrativo al


que se refiere el fórico de la primera (“ese botín saqueamos, ese tenemos

repartido”). Posteriormente, la primera oración pasa a entenderse como

subordinada de la segunda, mediante una unificación de la entonación y la

supresión de la antigua pausa intermedia. El pronombre se convierte en

transpositor. A pesar de las variantes posibles, lo normal era que el sustantivo

se situase fuera, delante del ahora transpositor, adaptando su caso a la función

que desempeñe respecto al verbo principal. Por tanto, cuando vemos el

antecedente inserto en una oración, hemos de pensar en un arcaísmo, que no ha

seguido la evolución normal previamente comentada.

El relativo suele concordar con su antecedente en género y número; sin

embargo, a veces se produce atracciones entre el relativo y su antecedente en

cuanto al caso; estaremos ante una atracción directa cuando se produzca la

atracción del relativo al antecedente y una atracción inversa con la atracción del

antecedente al relativo.

Las oraciones de relativo suelen construirse en indicativo. Cuando aparece el

subjuntivo, tradicionalmente se justificaban como atracción modal o por la

influencia de las cláusulas métricas de la prosa. Sin embargo, Moralejo opina

que este subjuntivo puede interpretarse como un subjuntivo de causa alegada,

esto es, el hablante no comparte lo expresado por la oración de relativo, sino

que se limita a reflejar lo que otros afirman al respecto. El emisor no se

compromete con la veracidad de lo expresado. Así, en Paetus omnes libros quos

frater ei reliquisset mihi dedit. El mismo autor nos habla de un subjuntivo

discursivo o metalingüístico, cuando hay noción de que alguien está diciendo

algo, y, por tanto, se reproducen las palabras de otra persona. Así, en Hortatus

est ne ferrent graviter ea quae accidissent los subjuntivos serían explicados por

Moralejo con el valor discursivo que conlleva el verbo principal, hortatus est.

Las oraciones de relativo con matiz adverbial presentan diferencias respecto al

modo usado. Bassols marca como preferente el uso del subjuntivo a partir de
época clásica, a pesar de las vacilaciones que presentan las consecutivas,

concesivas y condicionales.

5. ESTUDIO DE LAS INTERROGATIVAS INDIRECTAS

Las interrogativas indirectas comparten con las interrogativas directas el hecho

de dejar en suspenso el conocimiento de alguna información, ya sea toda la

información (interrogativa total) o una parte de ella (parcial). Su origen se busca

en construcciones paratácticas del tipo “quid facias?mone” donde la interrogativa

pronto fue sentida como subordinada del imperativo en nuestro caso.

Podemos especificar los siguientes puntos de caracterización de las

interrogativas indirectas:

Entonación: se dice que las interrogativas indirectas pierden su entonación y se

integran en una entonación más amplia. Ello queda sin registrar, ante la

imposibilidad de encontrar un hablante latino.

Verbo o expresión introductoria: los verbos que introducen interrogativas

indirectas pueden ser de cuatro clases:

-Verbos interrogando o percontativos: quaero, quaeso…

-Verbos de investigar o intentar saber.

-Verbos declarativos

-Verbos sciendi, sentiendi…

-Verbos mirandi y terrendi: miror, terreor admiten una interrogativa

indirecta por braquiología.

-Por el mismo procedimiento, adjetivos y sustantivos como incertus.

Partícula interrogativa: aunque sea un elemento importante para la

caracterización de una interrogativa directa o indirecta, cada una de ellas no

presenta partículas específicas. Pueden ser interrogativas totales (introducidas


por ne, num, an, nonne, si o simplemente yuxtapuestas), parciales (pronombres y

adverbios interrogativos del tipo quis, uter, qualis, cur, quare, ut, quomodo,

qualiter….) y disyuntivas (utrum…an, -ne…an, an….an, -ne…-ne, etc).

Modo: tampoco es decisivo, aunque se espera que aparezca subjuntivo, ya que

se están reproduciendo las palabras de otro. Este subjuntivo se conoce como

subjuntivo oblicuo, puesto que se presenta en una oratio oblicua. (cf. Optativo

oblicuo del griego).

Consecutio temporum: afecta a las interrogativas indirectas, ya que las directas

no tienen por qué seguirla. El uso de las formas de participio de futuro para

indicar posterioridad es resultado de una evolución secundaria, de gran

desarrollo en época clásica, dado que antes se utilizaba el futro de indicativo, el

presente o imperfecto de subjuntivo.

5.1. Anomalías en Interrogativas Indirectas

MODALES

En la frase “rogo quis venit” hay la posibilidad de que sea interrogativa

directa o indirecta, en la cual el uso del indicativo estaría en un uso neutro del

término no marcado por el marcado. Para el hablante sería suficiente para

reconocer una interrogativa con el verbo percontativo y la partícula quis. Estas

anomalías del uso del término no marcado (indicativo) por el marcado estarían

contempladas por el sistema.

También puede suceder que, dentro de una interrogativo indirecta doble,

nos encontremos con subjuntivo en el primer verbo e indicativo en el segundo:

vides quae sim et quae fui ante. La interrogativa estaría suficientemente

caracterizada para usar en el segundo verbo un modo indicativo por medio del

verbo y de las partículas introductorias. Además ha de pensarse que la forma

subjuntiva correspondiente no encajaría en el esquema métrico de Plauto.


El problema se presenta cuando tenemos en primer lugar un indicativo y

posteriormente un subjuntivo: nunc cuius iussu venio et quamobrem venerim

dicam. Podemos de nuevo acudir a causas métricas para explicar el subjuntivo

de la segunda interrogativa, aunque el indicativo de la primera perfectamente

podría ir en subjuntivo. Quizá haya que atribuir dichas vacilaciones en Plauto al

habla vulgar.

TEMPORALES

Se concretan en anomalías respecto al tiempo absoluto, como vemos en Pol

ego te ut accusem mento meditabar. El uso de tiempo presente en la interrogativa

indirecta se justifica por un uso neutro del término no marcado por el marcado,

o sea, el pasado.

Las anomalías de tiempo relativo las observamos en Pol ego haud scio quid

post fuat, donde la idea de posterioridad de presente que intenta representar

fuat, debería aparecer con una forma en –urus. Sin embargo, las perífrasis no

son muy frecuentes y además, ha de observarse la defectividad del sistema

verbal latino respecto al futuro, que no presenta forma de subjuntivo. La

posterioridad de la frase está garantizada por “post”.

Otras anomalías que parecen contradecir el funcionamiento del sistema

(Quaro cur C. Cornelius non defenderem) se explican como interferencias

pragmáticas. En el discurso, en momento presente, interfiere la realidad del

emisor.

A partir del latín tardío, se observan interrogativas indirectas construidas

con infinitivo, construcción que ha pasado a las lenguas románicas. Se

proponen varias explicaciones: así, Norberg afirma que procede del cruce de

dos construcciones (ut habeat tribuere/ ut habeas unde tribuat=ut habeat unde

tribuere); Keniston habla de proximidad fonética entre el imperfecto de

subjuntivo y el infinitivo (non sapiebat quid faceret); Jorge Encinas habla de un


vulgarismo de origen griego, introducido mediante la traducción al latín de la

Biblia (εχω σοι τι ειπειν - non habent quid respondere).

TEMA 15.- MORFOSINTAXIS DE LOS PRONOMBRES


DEMOSTRATIVOS, ANAFÓRICO E IDENTIFICATIVOS EN LATÍN. LOS
NUMERALES.

1. MORFOLOGÍA DE LOS PRONOMBRES DEMOSTRATIVOS

El latín dispone de tres demostrativos con valor personal:

a. Hic-haec-hoc, demostrativo de primera persona y, por extensión, de lo

próximo al que habla.

b. Iste-ista-istud, de segunda persona o de lo relacionado con el interlocutor.

c. Ille-illa-illud, de tercera persona y de lo lejano.

HIC-HAEC-HOC

Presenta una declinación basada en dos formas no flexivas *hi/hoi, sobre las

que después se crearon *ho/ha- mediante los significados de género.

Merecen explicación las siguientes formas:

a. El nominativo singular masculino hĭc < hĭc(e). La forma con vocal larga,

que aparece desde Lucilio, es resultado de la geminación expresiva hicc.

El femenino haec < ha-i-c-(e). el neutro hoc < hocc< *hod-c-(e).

b. El acusativo singular masculino y femenino hunc/hanc < honc(e)/ hanc(e)

*homc(e)/hamc(e).

c. El genitivo de singular asexuado huius, pronunciado y a veces escrito

huiius, deriva de *hoi-os, con la desinencia de genitivo *-os>-us.


d. El dativo de singular asexuado huic procede de *hoi(i)-ei-ce; de hecho, en

inscripciones se conservan las formas hoice y hoic. Huic se mide por lo

común monosilábico, pero en latín arcaico es aún un espondeo y desde

Estacio aparece la escansión yámbica.

e. El ablativo singular hoc/hac procede de *hod-ce / had-ce.

f. En nominativo de plural, el masculino es hi<hei<*hoi, formación que se

extendió a los temas en o/e y en –a-. Las formas epigráficas heis y heisce

llevan un alargamiento –s tomado de otros plurales. El femenino hae (en

arcaico aún haec, sin diferenciarse del neutro) <ha-i. El neutro haec

procede de ha-i-c(e).

g. El genitivo de plural en latín arcaico podía recibir la deíctica –ce: horunc,

harunc.

h. En dativo de plural Plauto utilizó hibus de *hoi-bhos.

ISTE-ISTA-ISTUD

Este pronombre fue explicado por Brugmann como la unión de is (morfema

flexivo) + la partícula te, con paso de las desinencias al segundo elemento del

compuesto. Meillet, por el contrario, pensó que procedía de la partícula is + te,

de un tema *to-/ta- (griego τόν). Molina Yévenes opina que, por tratarse de un

nominativo de género animado sin alargamiento ni –s, es preferible ver en iste

un antiguo compuesto integrado por dos partículas. *is + *te. Cuando la lengua

pretendió transformarlo en flexivo, vaciló entre adscribir la desinencia al primer

elemento o al segundo, que fue el que se generalizó con el empleo de los

significantes de género –o-/-a-.

Merecen explicación las siguientes formas:

1. El nominativo-acusativo singular neutro istud, con el alargamiento –d

transformado en desinencia pronominal.


2. El genitivo singular, que primeramente fue isti, formación adverbial con

el sufijo –i transformado en desinencia de genitivo y que se propagó a los

temas en o/e, desde los que después se difundió. Istius es una

hipercaracterización con la desinencia de genitivo *-os>-us. Es asexuado.

3. El dativo de singular asexuado isti sufrió pronto la competencia de las

formas isto e istae.

El resto de la declinación es como la del tipo bonus-a-um, pero en latín arcaico

eran frecuentes las formas con deícticas: istic (nominativo singular masculino),

istaec (nominativo singular femenino y nominativo-acusativo plural neutro),

istuc (nominativo-acusativo singular neutro), istunc, istanc (acusativo singular

masculino y femenino), istoc (ablativo singular).

ILLE-ILLA-ILLUD

Este pronombre sustituye a olle por influjo de iste. Cuando se hizo flexivo

mediante los significantes de género –o-/-a-, el complejo originario se conservó

como nominativo de singular masculino sin alargamiento ni –s, excepto en el

intento de regularización ollus citado por Varrón.

La declinación de ille, es idéntica a la de iste; sin embargo, en latín arcaico, las

formas con deixis son más frecuentes y se extienden a toda la flexión.

2. MORFOLOGÍA DEL PRONOMBRE ANAFÓRICO IS-EA-ID

Is/id fue una partícula con dos alargamientos distintos; al desarrollar una

flexión, la forma con –s se utilizó como nominativo singular masculino y la

forma con –d como nominativo-acusativo singular neutro.

Hubo vacilaciones al crearse la flexión a partir de la partícula:


a. Sobre el grado cero *i se formó el acusativo –im que aparece en la Ley

de las XII Tablas, y también sirvió de base a los adverbios ibi, ita,

iterum.

b. Sobre *i, más los significantes de género –o-, -a- se formó el osco ionc,

iak y quizás el latín ium que aparece en la inscripción del bosque de

Luceria y también iam.

c. Sobre el grado pleno *ei más el alargamiento –s el latín eis

(nominativo singular masculino).

d. Sobre *ei más los significantes de género –o-, -a-, forma generalizada

en latín: *ei-a>ea, *ei-o-m>eum, etc.

En la declinación de este pronombre anafórico merecen especial mención las

siguientes formas:

1. El genitivo singular asexuado eius, que es una hipercaracterización de la

antigua formación adverbial *ei, con la –i que se transformó en

desinencia de genitivo más –os>-us.

2. El dativo singular asexuado ei procede de eiei. En autores arcaicos se

emplea a veces una forma femenina eae.

3. El nominativo plural masculino presenta varias formas:

a. ii (*ei-oi>*ei-ei>īī>ĭī

b. ī, como contracción de lo anterior.

c. eī *ei-oi>*e-oi>*e-ei>*eī.

d. Hipercaracterizaciones que, como en los temas en o/e, presentan

una –s tomada de otros nominativos de plural: eeis, eis, īs.

4. El genitivo de plural masculino citado como arcaico por Festo eum, que

procede de *eiom y es analógico de los antiguos genitivos en –um de la

segunda declinación.
5. El dativo-ablativo de plural, que presenta, además de las formas

frecuentes (iis, is, eis, a las que se llega por el mismo proceso explicado

para el nominativo plural masculino), un arcaico –ibus <*ei-bhos y una

forma femenina eabus <*eia-bhos.

3. MORFOLOGÍA DE LOS PRONOMBRES DE IDENTIDAD

IDEM-EADEM-IDEM

Este pronombre fue también un complejo no flexivo formado por *is+dem; el

paso de ‘s’ a ‘z’ por neutralización de la oposición sordo/sonoro y el

alargamiento compensatorio de –i por las vibraciones de ‘z’ no articulado se

produjo antes de que el complejo se hiciese declinable. De aquí que, al

originarse su flexión, en los restantes casos del paradigma con –sd-, se mantuvo

el grupo por presión etimológica, mientras que no hay recomposiciones del tipo

*isdem para el nominativo singular masculino.

Del resto de la flexión de idem mencionaremos:

1. El acusativo singular masculino y femenino eundem, eandem, con ‘n’ por

neutralización de la oposición grave/agudo ante fonema oclusivo.

2. El dativo singular femenino arcaico eaedem, paralelo al mencionado eae.

3. El nominativo plural masculino eisdem, isdem, de inscripciones arcaicas,

paralelo a eis, is.

4. El genitivo de plural eorundem, earundem, también con ‘n’ como el

acusativo singular.

IPSE-IPSA-IPSUM
Está formado por la partícul *i más el complejo intensivo –pse (formado por *-

pe- que aparece en quippe, quis-p-iam + la partícula *-se, sobre la que se creó la

flexión del reflexivo de tercera persona), complejo que aparece por ejemplo en

sepse.

Restos de la vacilación en la elección del elemento flexivo son las formas

arcaicas eapse, eumpse, eampse, eopse, eapse, reapse, hasta que se impuso la

declinación del último elemento, de forma análoga a iste, aunque con

nominativo-acusativo singular neutro ipsum. A través de este ipsum se dejó

sentir la influencia del tipo totus-a-um, por lo que en Plauto es frecuente el

nominativo singular masculino ipsus.

5. SINTAXIS DE LOS PRONOMBRES DEMOSTRATIVOS

HIC-HAEC-HOC

Indica lo que está cerca de la persona que habla, en el espacio, en el tiempo o

en su espíritu; así hic liber es ‘el libro que tengo en mis manos’; hic annus ‘el año

en curso’ y haec fabula ‘la comedia que ahora representamos’.

Con valor anafórico se usa para reproducir algo que acaba de decirse, y

especialmente para resumir varios conceptos que preceden; así diem, aquam,

solem…, haec argento non emo. También puede usarse para enunciar lo que va a

decirse.

ISTE-ISTA-ISTUD

Indica lo que está cerca del interlocutor: iste liber ‘el libro que tienes’, o lo que

con él se relaciona, aunque sólo sea indirectamente, así isti philosophi ‘los

filósofos de que hablas’. Señala con poca fuerza, sin embargo, su relación con la

segunda persona, de ahí que con más frecuencia que los otros pronombres lleve

como determinantes los adjetivos posesivos tuus o vester, por ejemplo ista tua

soror.
Es poco usado con valor anafórico, y generalmente sólo para reproducir un

concepto mencionado por el interlocutor.

ILLE-ILLA-ILLUD

Indica lo que está más o menos alejado de la persona que habla y de aquella

con quien se habla, pero que se halla a la vista. Referido al tiempo señala una

época lejana en el pasado o en el futuro. Como anafórico denota lo ya

mencionado o conocido con una cierta anterioridad: factum est illud.

También se usa a veces con significado análogo al que tiene un pronombre

personal de tercera persona en español, especialmente en contraposición con las

otras dos personas. Menos frecuente es su uso como sinónimo de talis, tantus,

aliquis. A veces adquiere un significado de absoluta indeterminación

especialmente si se gemina, ille et ille ‘tal o cual’.

IS-EA-ID

Este pronombre tiene un valor puramente anafórico, pero sin indicar

proximidad ni lejanía. Señala, pues, algo que no se halla en relación inmediata

con la persona que habla. Se usa, generalmente (solo o determinado a un

sustantivo) para reproducir un concepto ya mencionado con tal de que dicho

concepto no deba expresarse por medio de un pronombre reflexivo.

También propio del latín no clásico es el uso de is para reproducir a una

primera persona, así como su empleo para determinar un nombre propio, por

ejemplo is Piso ‘el ya mencionado Pisón’. Es muy frecuente también el uso de

este pronombre como antecedente del relativo is qui ‘el que’.

El genitivo del anafórico indica posesión y, por tanto, equivale a nuestro

adjetivo posesivo de tercera persona ‘su’. Se usa finalmente el anafórico para

atribuir una acepción más intensiva a los adjetivos. En este caso, en vez de

calificar el adjetivo directamente al sustantivo, lo hace indirectamente.


IDEM-EADEM-IDEM

Consta este pronombre como hemos indicado de dos elementos (is+dem): el

primero es el anafórico, el segundo una partícula que insiste en la idea de

identidad. Corresponde en líneas generales con el pronombre español ‘el

mismo’. Se refiere por lo general, a algo ya conocido, pero también puede aludir

a lo que va a decirse, como sucede cuando se usa en correlación con qui, atque,

ut, quasi, etc.

IPSE-IPSA-IPSUM

Etimológicamente este pronombre ‘él, y ningún otro’. Señala pues una

oposición expresa o implícita. De este significado fundamental derivan muchas

acepciones, que para recogerlas en español nos veríamos obligados a recurrir a

adjetivos como ‘mismo’, ‘solo’, o locuciones como ‘por sí mismo, directamente’.

USO DE LOS DEMOSTRATIVOS EN LAS CONTRAPOSICIONES

1. Contraposición de pronombres con valor demostrativo

Cuando se trata de reproducir separada o indivdualmente dos conceptos

anteriores, ille señala el más distinte y hic el más próximo. A veces, no obsntate

se utiliza hic para aludir no a lo más próximo en eltexto, sino a lo más

importante en la mente del que habla, e ille para señalar no lo más lejano, sino lo

menos importante.

2. Contraposiciones de pronombre sin valor demostrativo

Asumen en este caso el significado de ‘el uno…el otro, quien….quien’. Si bien

la prosa clásica no usa con esta acepción los pronombres demostrativos, sino los

indefinidos (alius…alius).

DESGASTE Y CONFUSIÓN DE LOS DEMOSTRATIVOS

La misma fuerza expresiva de los pronombres demostrativos provocó su

rápido desgaste, con las consiguientes confusiones y sustituciones. De ahí las


discrepancias entre el latín clásico y las lenguas romances; así el pronombre hic

fue perdiendo su fuerza deíctica, y ya en el latín decadente aparece usado con

mucha frecuencia como un simple pronombre anafórico.

Al perder hic su significado demostrativo, se le sustituyó por el pronombre

iste. Al convertirse iste en demostrativo de primera persona, se recurrió para

sustituirlo a ipse. Por su parte el pronombre ille perdió también su aceptación

deíctica, convirtiéndose en sucedáneo del anafórico is. De él derivan en

romance el artículo y el pronombre personal de tercera persona. En sustitución

de ille se empleó en español el pronombre reforzado ecce ille.

6. LOS PRONOMBRES NUMERALES

El sistema completo de los numerales era complicado y preciso en latín, como

corresponde a un pueblo que llevaba bien sus cuentas. Tal sistema estaba

integrado por cardinales, ordinales, distributivos, multiplicativos y

fraccionarios, además de los adverbios numerales.

6.1. Numerales cardinales

A. Del número 1 al número 4, se expresan en las lenguas indoeuropeas con

cardinales flexivos, aunque en latín el número cuatro se hizo asexuado y

perdío la declinación:

-UNUS-A-UM, pronombre indefinido procedente de *oinos que se

corresponde con el gótico ains o el griego ὄινή. El numeral griego εἰς – μία -

ἐν se corresponde con el latín semel, semper, singuli, simplex…

-DUO-DUAE-DUO, fue un dual que tendió a adoptar desinencias de plural,

por lo que nos llegó con una flexión híbrida; en el bajo latín terminó por

hacerse indeclinable.
-AMBO-AMBAE-AMBO, colectivo dual que se corresponde con el griego

ἄμφω tiene idéntica explicación que duo.

-TRES-TRIA es un tema en –i- que deriva del indoeuropeo *trei-es. El resto

de la declinación se forma sobre el grado cero *tri-: nominativo-acusativo

neutro tria, acusativo masculino y femenino tris< *tri-ns, genitivo trium,

dativo y ablativo tribus.

-QUATTUOR, invariable, se opone al correspondiente cardinal de las otras

lenguas indoeuropeas, que es declinable y sexuado. En latín esperaríamos

*quattuores/*quattuora, pero se produjo la evolución

*quattuores>*quattuors>*quattuorr>*quattuor, sin apariencia de plural.

B. Del número 5 al número 10 fueron ya originariamente invariables:

-QUINQUE *penkwe (gr. πέντε, scr. panca), con asimilación ´p’ de la

oclusiva ‘kw’.

-SEX (griego ἕξ, scr. sát).

-SEPTEM (con *-em< *-m vocálica; griego ἑπτά, scr. saptá).

-OCTO *h3ekteh3. Griego ὀκτώ.

-ΝΟVEM procede de *neun, con paso de ‘e’ a ‘o’ ante ‘u’ y –m analógica de

septem, decem.

-DECEM *dekm (griego δέκα, scr. dása, etc.).

C. De 11 a 17 se forman mediante la yuxtaposición de la unidad + -decim. La

forma –decim por *-decem puede obedecer a razones de fonética sintáctica

por su colocación postpositiva.

-UNDECIM procede de *oin-dekm, donde *oin- puede ser la raíz de unus

(*oin-o-s) o haplología de *oinom-dekm>*unum-decim>*unun-decim>*un-

decim.

-TREDECIM< trez-d- < *tres-d-


-QUINDECIM< *quinque-d-, con síncopa y reducción del grupo de

consonantes.

-SEDECIM < *sez-d-< *ses-d- < *sex-d-

D. 18 y 19, aunque atestiguados en las formas octodecim, novendecim y

expresados a veces mediante coordinaciones, por lo común aparecen con las

formas respectivas duo-de-viginti ‘dos restados de veinte’ y un-de-viginti, ‘uno

restado de veinte’, sistema de sustracción empleado también en las

siguientes decenas (duodetriginta…).

E. Las decenas desde 20 hasta 90 presentan un elemento *kmt- ‘decena’<

*dkmt-, grado cero de la raíz de decem con un alargamiento –t-), que en latín

pasó a –gint- viginti, triginta, quadraginta, quinquaginta, sexaginta, septuaginta,

octoginta, nonaginta.

F. ‘CIEN’ que funciona en latín como adjetivo, es el antiguo nominativo-

acusativo singular neutro centum <*(d)kmtom ‘decena de decenas’,

transformado en indeclinable (griego ἕκατον).

G. Las restantes centenas presentan como segundo elemento –centi-ae-a (-

genti-ae-a, tras nasal). Ducenti-ae-a, trecenti-ae-a, quadrigenti-ae-a, quingenti-ae-

a, sescenti-ae-a, septingenti-ae-a, octingenti-ae-a, nongenti-ae-a.

H. ‘Mil’ se expresa en latín, en singular, mediante el sustantivo neutro mille,

cuyo ablativo milli se utilizaba aún en latín arcaico; pasado a indeclinable se

hizo adjetivo y dejó de construirse en genitivo el sustantivo que le

acompañaba (mille hominum > mille homines). En plural millia conservó su

declinación propia de tema en –i- y su valor de sustantivo (duo milia

hominum).

6.2. Numerales ordinales


Excepto los dos primeros, se relacionan etimológicamente con los cardinales.

Los dos sufijos principales que intervienen en la formación de los ordinales son

*-mo- y *-to-, con declinación del tipo bonus-a-um.

-Primus es una formación de superlativo creada sobre el adverbio pri que

significa delante.

-Secundus es un adjetivo verbal en *-ndo- de la raíz de sequor.

-Tertius procede de *tr-tios con el sufijo *-io-, adscrito a palabras que indican

uno entre tres (o más), como alius, medius.

-Quartus, quinctus, sextus, septimus, octavus, nonus (*noven-o-s), decimus...

6.3. Numerales distributivos

-SINGULI-AE-A está formado por la raíz *sem-, como semel, semper, simplex, con

neutralización de la oposición de resonancia m/n ante fonema oclusivo. A la

raíz se le incorpora el sufijo *-glo-.

-BINI y los restantes distributivos están formados mediante el sufijo –no- y

hacen por lo común el genitivo de plural en –um. Terni, quaterni, quini, seni,

septeni, noveni, deni, undeni, duodeni, ternideni, centeni...

6.4. Numerales multiplicativos

Los numerales multiplicativos llevan como segundo elemento –plex (*-ple-c-s)

o –plus (*-pl-o-s), formaciones ambas de la raíz indoeuropea *pelH1 ‘cubrir,

plegar’. De ahí tenemos simplex, duplex, triplex, quadruplex, quincuplex…

6.5. Numerales fraccionarios

Las fracciones, que se expresan en latín mediante los numerales ya

estudiados, ofrecen como términos peculiares:

1. Dimidius-a-um *dis-medius, propiamente ‘separado por la mitad’.

2. Semis, -issis, `propiamente medio as.


TEMA 16.- MORFOSINTAXIS DE ADVERBIOS Y PREPOSICIONES EN
LAS LENGUAS CLÁSICAS.

1. MORFOLOGÍA ADVERBIAL

El adverbio es una categoría gramatical no flexiva y muy heterogénea, debido

a que en ella se incluyen palabras de naturaleza nominal, adjetival, etc. Lo único

que presentan en común todos los adverbios es la inmovilización de género,

número y caso.

Los adverbios tienen diversos orígenes:

Procedencia adjetival. Los adverbios de esta clase constituyen el grupo más

amplio, formados por distintos sufijos, cuyo significado léxico es imposible de

establecer. Se forman sobre la base de adjetivos de la primera y segunda

declinación. Los morfemas utilizados aquí, –ō y -ē, pueden ser los mismos que

los del ablativo, porque los adverbios se caracterizan funcionalmente por

determinar o calificar al verbo, al igual que le ocurre mayoritariamente al

ablativo: secreto, perpetuo, raro, subito, secrete, forte, valde…A veces un mismo

adverbio puede presentar formaciones con ambos morfemas (secreto/secrete). Un

adverbio como omnino, presenta, además del morfema –o, una nasal dental

presente en otros adverbios como repentino, por una especie de falso corte.

Otro grupo muy productivo dentro de la procedencia adjetival son los

adverbios en –ter, que, a diferencia de los anteriores, están formados por

adjetivos de la tercera declinación: clementer, turpiter, aliter, pariter, diligenter…

Un grupo de estos adverbios en –ter proceden de otros adverbios a su vez: inter,


subter, praeter, propter… En estos ejemplos podemos ver que todavía no hay una

clara distinción entre adverbio y preposición.

Los adverbios en –ter siguen ampliándose en latín tardío, formándose sobre la

base de adjetivos de primera y segunda declinación: humaniter, largiter…

Respecto al origen de este sufijo, Pisani lo identifica con el final –tra que

utiliza el sánscrito para caracterizar al adverbio locativo; en latín, *-tr. Leumann,

por su parte, lo relaciona con muchos adjetivos pronominales y locativos como

noster, alter, dexter e incluso con comparativos griegos γλυκύτερος. Aliter

extendería su formación a todas las demás formas. Osthoff, por su parte,

sostiene que provenga de un adjetivo en composición con el nombre iter.

Otro grupo de adverbios reciben el sufijo –tus: divinitus, intus...

Los adverbios derivados de adjetivos que expresan cualidad, tienen la

posibilidad de formar comparativo y superlativo de superioridad. El

comparativo es el neutro correspondiente, mientras el superlativo del adverbio

tiene como característica formal el sufijo –e, añadido a la forma superlativa:

alte/altius/altissime, fortier/fortius/fortissime…Si el adjetivo es irregular, el

adverbio seguirá dicha irregularidad en su comparativo y superlativo:

bene/melius/optime…

Procedencia sustantiva. Algunos son auténticas formas sustantivales que se

han quedado fosilizadas: bonum, multum, rursum (rursus), deorsum, seorsum…

Otros son plenamente sustantivos indeclinables en función adverbial: satis,

nihil, plus, potis-e…

Aparecen antiguos sustantivos en locativo, ya no relacionados con la flexión:

heri .Otros se forman con la adición del sufijo –tus a una base sustantiva:

funditus, radicitus, penitus, intus…Adverbios derivados de sustantivos por medio

de –im: partim, recessim, nominatim, certatim, cursim, ratim, passim…No debe


extrañar que se deriven adverbios de antiguos acusativos, ya que ambos, a su

manera, complementan al verbo.

También en genitivo comparecen formas adverbiales, representativas del

antiguo genitivo en –as: alias; también, medio flexionada, medio fosilizada,

istimodi, huiuscemodi…

Como antiguos ablativos encontramos extra, infra, citra, ultra, gratis…Indican

de nuevo la pequeña frontera entre adverbios y preposiciones.

Procedencia pronominal. Suponen una fuente muy abundante de adverbios.

Algunos presentan un sufijo –ā, quizá de instrumental: ea, qua, illac…Otros,

quizá procedentes de –oi, conllevan un significado locativo: huc, istuc, illuc, quo,

eo, illo…

Los adverbios que significan lugar a donde suelen estar formados sobre un

locativo: hic, istic, ibi, ubi (lugar en donde), hinc, illinc (lugar de donde), con el

morfema deíctico –m-.

Cantidad de adverbios proceden de pronombres en acusativo, evolucionados

a adverbios como quom (fosilizada como adverbio tras ser desplazada en su uso

pronominal por quem), quia (antiguo neutro plural del relativo-indefinido,

sustituido por qua/quae), quam y compuestos (tamquam, postquam, quamvis…),

quod, quid, tum (reforzado con partícula deíctica, tunc), iam, num, dum…

Procedencia numeral. Los numerales son palabras difíciles de clasificar

paradigmáticamente. Son, categorialmente, intermedios entre los pronombres y

los nombres. Tenemos como adverbios multiplicativos: ter(*tris), bis(*dwis),

quater, semel…Otros adquieren un sufijo –iens: quinquiens, sexiens, totiens…

Fosilización. Las principales causas de la fosilización son la ley del mínimo

esfuerzo a que tiende toda lengua y la falta de atención del hablante, que

produce faltas de concordancia. Así tenemos expresiones como admodum,


quemadmodu, denuo (denovo), sedulo (sedolo), extemplo, illico(inloco), scilicet,

imprimis, postridie, hodie (hocdie), quotidie, dum taxat, affatim, actutum… También

pueden proceder de formas verbales como igitur ,cedo, cette, forsitan, fortasse…de

etimología oscura.

Este procedimiento de renovación continua de los adverbios a partir de la

fusión de otros adverbios, con preposiciones, sustantivos, etc.. preside también

la renovación formal de los adverbios de las lenguas romances.

En ellas la formación más productiva es en –mente, que procede, a su vez, de

la fosilización del sustantivo “mente”, de uso frecuente en la literatura latina

con el significado léxico originario más un participio: minitanti mente, obstinata

mente, furiata mente, tota mente, simulata mente…

2. SINTAXIS ADVERBIAL

Sintácticamente, los adverbios son palabras invariables que sirven para

calificar al verbo (por extensión a adjetivos y otros adverbios) en forma análoga

a como los adjetivos califican o determinan a los sustantivos. Atendiendo a su

significado los adverbios pueden ser de lugar, tiempo, cantidad, modo,

repetición o frecuencia, etc.

2.1. Adverbios de lugar

Muchos de estos adverbios se relacionan por la forma y el significado con los

pronombres demostrativos (hic ‘aquí’ hic ‘éste) e indefinidos (alibi ‘en otro sitio’,

alius ‘otro’). Señalan las distintas relaciones de lugar ‘en donde’, ‘a donde’, ‘de

donde’, ‘por donde’, sin necesidad de tener que recurrir, como en castellano, a

preposiciones. Existen también adverbios de lugar de índole no pronominal;

por ejemplo retro, prope, etc. pero su número es muy reducido.


2.2. Adverbios de cantidad o grado

Se trata, generalmente, de adjetivos fosilizados que expresan una idea de

cantidad, como multum, plus, plurimum, longe, etc. pero con frecuencia se usan

también con análogo significado adverbios de modo, que han depuesto su

acepción originaria para expresar una simple idea de cantidad: egregie, subtiliter,

mire, belle. Con el uso de adverbios de modo en vez de cantidad se persigue dar

a la frase una mayor expresividad. Sin embargo, estos adverbios, a causa

precisamente de su fuerza expresiva, se desgastan rápidamente, lo cual

determina constantes renovaciones.

2.3. Adverbios de modo o manera

Constituye un grupo muy característico dentro de los adverbios de modo

aquellos que expresan la rapidez con que ha de realizarse la acción verbal.

Como se ha indicado con anterioridad, por su fuerza expresiva, se renuevan

incesantemente. Pertenecen a esta categoría adverbios como continuum,

confestim, extemplo, evestigio, etc.

En virtud de una braquiología se usan a veces los adverbios de modo no para

calificar al verbo, sino para formular un juicio sobre la acción enunciada por el

verbo. Ejemplo: male reprehendunt ‘hacen mal en reprenderle’.

2.4. Adverbios en función de otras partes de la oración

a. Adverbios en función de un adjetivo.

Generalmente se coloca el adverbio entre el sustantivo y la palabra que lo

determina. Ejemplo eri semper lenitas, tantis deinceps cladibus ‘tantas derrotas

sucesivas’. Es mucho más frecuente esta enálage cuando el adverbio no se

intercala, por ejemplo: nunc homines ‘los hombres de ahora’.


b. Adverbios en función de sustantivos.

Aunque esta enálage es menos frecuente, no obstante no faltan ejemplos en

que aparecen los adverbios asumiendo el papel de sujeto, predicado o

complemento. Ejemplo: postquam satis tuta circa (quae circa erant).

c. Adverbios en función de preposiciones.

En realidad, la mayoría de las preposiciones latinas eran en sus orígenes

adverbios. Mas incluso en época histórica asistimos al tránsito de adverbios a

preposiciones, lo cual, naturalmente, trae consigo que rijan un caso.

d. Adverbios en función de conjunciones.

También es frecuente esta enálage. Ya en el latín arcaico simul se emplea a

veces con el significado de simul ut ‘tan pronto como’. En el latín decadente se

intensifica mucho este uso de los adverbios. Etiam-etiamsi, post-postquam, etc.

3. LAS PREPOSICIONES

Las preposiciones fueron primitivos adverbios que tenían autonomía

sintáctica respecto al verbo o al nombre, adjudicando una determinación al

verbo. En su evolución, secundariamente serían preposiciones cuando, por un

desplazamiento relacional sintagmático, pasarían a relacionarse más con los

sustantivos que con el verbo (uls o ultra), aunque algunos no dejasen de

relacionarse con el verbo (ante se conserva como preposición, adverbio y

preverbio). Otros, incluso, quedaron soldados con el verbo, hasta el punto de

sólo poder ser preverbios (prae). También pudo suceder que determinados

adverbios nunca se preposicionalizasen.

Una de las pruebas sobre la autonomía de las antiguas preposiciones nos la

proporciona la anástrofe, es decir, la colocación del régimen delante de la


preposición: ornatum ad urbis, summa cum laude… Es bastante artificioso,

reducido al lenguaje literario. Se han querido ver como anástrofes palabras

como mecum, tecum, vobiscum, quocum… cuando en realidad, es la forma normal,

surgida por imitación del orden de las partículas en las oraciones interrogativas.

En latín, se preguntan “quo cum fuisti?”, por lo tanto, la respuesta, “quocum”,

está basada en el orden de la pregunta.

La tmesis, separación del preverbio y del verbo, ha de entenderse, desde el

punto de vista diacrónico, como una falta de fusión. En Homero, la tmesis no es

un uso poético, cosa contraria a lo que sucede en Virgilio.

Un tercer indicio nos lo muestra el hecho de que algunas preposiciones en

época histórica, todavía pueden funcionar como adverbios: ante, extra, infra…

No todas las preposiciones de época histórica son antiguas; algunas proceden

de adverbios (versus, adversus, adversum), de un antiguo locativo (prae), un

acusativo adverbializado (circum).

Sin embargo, Pinkster opina que, con los anteriores argumentos, no se prueba

que las preposiciones sean más antiguas que los proverbios y adverbios. Según

la tipología lingüística, no hay lengua que, teniendo casos, no tenga

preposiciones, ante lo cual, Pinkster afirma que, desde un primer momento,

coexistieron preposiciones, proverbios y adverbios. Así, bajo el punto de vista

de este autor, cuando encontramos una preposición que puede funcionar como

adverbio y preverbio a la vez, no estaremos ante una sola entidad que funciona

de tres maneras, sino tres entidades homófonas (ante) con valores distintos.

Aunque no esté claro el origen de las preposiciones, por el momento

afirmamos que en un primer momento serían adverbios, se preverbializan y

finalmente se preposicionalizan.
B. Portier establece el estudio de las preposiciones con arreglo a tres valores

sucesivos históricamente, no necesariamente contemporáneos. El valor más

antiguo sería el local, a partir del cual, algunas preposiciones (elementos de

relación para este autor), adquirirían valores temporales. Algunas son capaces

de dar un salto cualitativo de valor nocional, es decir, una preposición como

ante, de valor espacial, temporal, incluso puede indicar lugar metafóricamente

(“situarse ante una situación difícil”). También ob, de valor local, no posee una

valor temporal pero sí nocional, “por causa de”.

2.1. Aspectos descriptivos en latín histórico

En latín existen dos casos preposicionales, acusativo y ablativo.

Respecto a las preposiciones, pueden ser de tres tipos:

 Monocasuales con acusativo. Ad, adversus, ante, apud, circum,

circa, citra, contra, erga, extra, infra, inter, intra, iuxta, ob, penes, per,

pone, post, praeter, prope, propter, supra, trans, ultra.

 Monocasuales con ablativo. Ab, cum, de, ex, prae, pro.

 Bicasuales. In, sub, super.

Los motivos para que sean esos dos casos los preposicionales son dos

fundamentalmente:

1. Ablativo. En latín arcaico hay formas distintas de ablativo, locativo e

instrumental. Todas las preposiciones que van con ablativo tienen que ver con

alguno de esos tres valores. El dativo no precisa de preposición por ser un caso

léxicamente independiente, no necesita mayor precisión. El genitivo será

preferido antes que un giro preposicional para expresar sus valores.

2. Acusativo. El acusativo tiene un valor semántico Ø, necesita ser acotado

significativamente por la preposición.


2.2. Aspectos funcionales

 Relaciones paradigmáticas hacen referencia al tipo de relaciones

que mantienen entre sí las preposiciones. A pesar de la idea de

Martinet de que las preposiciones, entendidas como monemas,

puedan formar un sistema a estudiar por la Gramática, parece

difícil, debido a la limitación que presentan las preposiciones: no

hay una oposición privativa entre ellas, no se puede definir una

noción básica, ya que los valores de las preposiciones son de

orden léxico más que gramatical.

Además en latín se produce una peculiaridad en su uso, ya que

no pueden funcionar por sí solas, sino que necesitan el apoyo de

un caso. Por tanto, las preposiciones son un conjunto no

sistemático de transpositores.

 Relaciones sintagmáticas. Hay diferentes teorías para intentar

explicar el uso de un caso u otro en las preposiciones:

-Teoría de la especificación. Constituye la teoría tradicional. El caso acusativo

implica una noción direccional mientras que las nociones de locativo, ablativo e

instrumental quedan recogidas por el ablativo. Ante la amplitud de significado

posible en ablativo, la preposición especifica o concreta el sentido en que debe

entenderse. Tiene sus primeros problemas al intentar justificar las preposiciones

con acusativo que expresan lugar como usos secundarios.

-Teoría de la rección. Sostiene que en la relación preposición más caso, el caso

viene dado de antemano, por lo cual, no habría opción para elegir caso. El

problema surge en dobletes como in urbem/in urbe. Pinkster hablaría de dos

preposiciones homófonas, una de acusativo y otra de ablativo.


Rubio opina que la diferencia entre los dos sintagmas anteriores está en la

permanencia expresada cuando la preposición rige ablativo, o el

desplazamiento. Constituye un problema, según esta teoría, un sintagma como

“stare in aciem” o frases hechas, sin cambio de significado, como “esse in

potestate/potestatem alicuius”.

Otras teorías hablan de la obligatoriedad del complemento cuando aparece

in+acusativo, mientras que el ablativo indica un complemento circunstancial (eo

in urbem/habitat in urbe).

-Recientemente, Silvia Luraghi ha aportado un nuevo enfoque a este tema.

Todas las preposiciones de nueva creación tienden a ir con acusativo. El

ablativo, por su parte, queda de manera residual, hasta el punto de que las

preposiciones que solo puedan construirse en ablativo suponen un arcaísmo,

con tendencia a su desaparición (cum+ ablativo→cum+acusativo). Adverbios

como antea (ante eā) demuestran la tendencia a construirse con acusativo.

Para Luraghi, el ablativo es un caso opaco semánticamente, en él los hablantes

no tienen el sentimiento de que residan valores instrumentales, locativo y de

procedencia. Su pervivencia en época clásica viene justificada por necesidades

sintácticas, a fin de distinguir los complementos circunstanciales de los

obligatorios, cuando la preposición en cuestión también pueda ser expresada

con acusativo.

-Moralejo propone la idea de rección semántica , que se diferencia de la

tradicional rección. Ad es una preposición de acusativo, lógicamente según

Moralejo, ya que el acusativo es el caso del movimiento y no sería lógico que

una preposición de movimiento rigiera ablativo, de significación locativa.

Habría una incongruencia semántica. La preposición se relaciona con el valor


semántico del nombre o caso, constituyendo un índice funcional. Habría cuatro

tipos de relaciones posibles entre preposición y caso:

1. Rección especificadora: la preposición mantiene una congruencia

semántica con el caso al que acompaña: de (significa procedencia)

+ablativo, porque no tendría sentido con acusativo, que implica

movimiento.

2. Rección compatible: casi cualquier preposición puede ir con

acusativo ya que es un caso no marcado semánticamente,

permitiendo que la preposición exprese su propio valor

semántico. Así, extra+acusativo.

3. Especificación compatible: dentro de las preposiciones bicasuales,

este tipo de especificación supone que es la preposición la que

matiza el caso, que será acusativo, porque es semánticamente

neutro (in+acusativo).

4. Especificación positiva: aquí es el caso el que matiza el significado

que debe tener la preposición, como en in+ablativo.

La oposición in+ac/in+abl no se debe entender en término lugar a donde/en

donde, sino lugar en donde, que es el único valor de esta preposición frente a

cero, ya que con acusativo pueden expresarse distintos valores como tiempo (in

dies), en juramentos (in deos), finalidad (pecuniam in aedificationem)…

Cabe destacar las preposiciones causa, gratia, ergo, que rigen genitivo y las

denominadas preposiciones impropias, formadas por antiguos adverbios

(coram, palam, procul, clam, simul, usque), verbos (praesente, excepto), de uso

tardío.

Potrebbero piacerti anche