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La lucha feminista no ha cesado.

En este momento, parte de la sociedad busca la aceptación de


los matrimonios de un mismo sexo y la legalización del aborto, además, la mujer es exhortada a
hacer con su cuerpo lo que quiera, y a ignorar las costumbres de la Palabra de una relación de
pareja equilibrada y en amor y tolerancia en la fe.

Pero la pregunta que debemos hacernos es qué tanto de este pensamiento ha entrado a formar
parte de las mujeres cristianas. En el caso particular el de las mujeres, me atrevería a afirmar que
cada una lleva por dentro una feminista, entendiendo que el feminismo es la sublevación a vivir
conforme al diseño bíblico de Dios, pienso que Eva fue la primera feminista, ella ignoró el liderazgo
masculino y actuó de forma independiente, hoy las feministas buscan hacer lo mismo.

El feminismo ha reclamado que el vivir dentro del rol de esposa y madre ha sido opresivo, y por lo
tanto la mujer debe ser liberada. También ha proclamado que al ser creadas iguales al hombre, la
jerarquía debe ser anulada, por lo tanto, en la práctica, el hombre o la mujer indistintamente
pueden ejercer roles de liderazgo en el hogar y en la iglesia. Pero, ¿hasta donde esto es una
realidad en los creyentes?

Nuestro Señor Jesús nos dijo que conoceremos la verdad y la verdad nos hará libres. La verdad es
Él, y Él ha plasmado su voluntad a través de su Palabra. Si queremos vivir en libertad, tenemos que
vivir conforme al criterio pautado por nuestro Creador, y esto es lo que Dios ha dicho de Él mismo,
de sus criaturas y del mundo en que las colocó.

Las feministas dicen: “La mujer fue relegada a un estatus de segunda clase”. Pero Dios dice en
Génesis 1:27 “Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra
los creó”. Dos grandes verdades que se desprenden de este texto: (1) Dos seres de igual valor por
ser creados a la imagen de Dios y (2) Dos seres distintos, uno varón y otra hembra. En otras
palabras, hombre y mujer son de igual valor pero conforme a su diseño tienen roles diferentes,
porque Dios diseñó que fuera el trabajo complementario de ambos que hiciera que Su Imagen se
reflejara perfectamente. Por lo tanto, a la luz de esta verdad la mujer no debe considerarse que
ella ha sido relegada a un rol de segunda clase, aun si hombres no piadosos la hacen sentir de esa
manera. El valor de ella viene de Dios y no de los hombres.

Las feministas dicen: “La jerarquía es opresiva”. Pero Dios diseñó que: “Las mujeres estén
sometidas a sus propios maridos como al Señor. Porque el marido es cabeza de la mujer así como
Cristo es cabeza de la iglesia, siendo El mismo el Salvador del cuerpo” (Efe. 5:22-23). La jerarquía
ayuda al orden y al buen funcionamiento de las tareas. Si la jerarquía resulta opresiva no es un
problema de diseño sino un problema de carácter del que está liderando. Somos más libres como
seres humanos cuando afirmamos la legítima estructura que Dios ideó. Además, ese fue el diseño
del Creador, y ¿quienes somos nosotros para objetarlo (Isaías 45:9-12)?

Las feministas cristianas dicen que los roles existieron producto de la caída y que gracias a la
redención en Cristo Jesús todos somos uno (Gal. 3:28). Una lectura correcta de Génesis 1 y 2, nos
va a llevar a reconocer que antes de la caída (Gen. 3) los roles ya estaban establecidos por Dios
haciendo a Eva la Ayuda Idónea de Adán (Gen. 2:18). Una lectura correcta de Gálatas 3:28 nos
ayudará a ver que el contexto en el cual está este versículo es el de la salvación, en la cual no hay
distinción de géneros, y no uno de anulación de roles. Otros pasajes del NT hablan claramente de
los roles en el matrimonio (Efe. 5; 1 Pe. 3) y de los roles en la iglesia (1 Ti. 2:12; 1 Co. 14:34).

Viviendo conforme a nuestro diseño

Tal vez no hayas adoptado ningún accionar que te coloque directamente en afiliación con el
pensamiento feminista, pero toma en cuenta algunas de las siguientes cosas que puedes estar
pensando o haciendo que sí tienen consigo dicho trasfondo:

Rechazas al matrimonio por no estar sujeta a tu esposo, o por no compartir tus recursos con él.

No querer tener hijos por miedo a no poder ejercer tu profesión, por miedo a perder tu libertad
con tu tiempo y dinero.

Si eres soltera, no atesoras la pureza sexual porque entiendes que es tu cuerpo y tienes libertad
para hacer con él lo que quieras.

En tu soltería, regularmente tomas la iniciativa para entablar una relación de noviazgo.

En el matrimonio, solo te sometes a las cosas en las que estás de acuerdo, pero a las otras que no
te convienen no te sometes. (No me refiero a lo pecaminoso, a lo cual ningún cristiano debe
someterse).

Piensas que tu rol de madre no es productivo y no tiene un impacto en la sociedad, cuando en


realidad tú estás educando y formando un ciudadano útil y responsable para aportar a tu
sociedad.

Buscás una posición pastoral en la iglesia, pensando que sería “injusto” de parte de Dios el que Él
ordenara solo a los hombres al oficio del pastorado.

Estos y otros pensamientos pudieran estar reposando en tu cabeza, pero recuerda el mandato de
nuestro Señor a través de Pablo y su carta a los Romanos: “Y no se adapten a este mundo, sino
transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de
Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto” (Ro. 12:2).

Mi oración para ti, amada hermana, es que en cada palabra que salga de tu boca, cada acción que
realices, y cada pensamiento que esté en tu mente, tu motivación sea ejecutar con excelencia los
roles y llamados que Dios ha orquestado para ti. Que puedas reflejar su imagen con tu diseño
único y singular de mujer.

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