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FENOMENOS CORPUSCULARES DE LA LUZ

Fue Isaac Newton quien propuso esta teoría para la luz en 1704. Según este
modelo, la luz está formada por infinidad de partículas diminutas perfectamente
elásticas que se desplazan a una velocidad enorme y en línea recta. Este modelo
explicaba satisfactoriamente los fenómenos de propagación rectilínea de la luz y el
de la reflexión. Newton también fue capaz de buscar una explicación al fenómeno
de la refracción echando la diferencia de velocidad en distintos medios a la
interacción gravitatoria de las partículas de luz con las partículas del medio
(aunque esa explicación no era demasiado consistente con algunos hechos
observados).

Albert Einstein publicó en 1905 un magnífico artículo en el que explicaba el


observado efecto fotoeléctrico y lo hacía rescatando el modelo corpuscular de la
luz, lo que abría la posibilidad de considerar que la luz tiene una naturaleza dual
(onda y partícula a la vez). Según Einstein, la luz está formada por partículas
llamadas fotones cuya energía viene dada por la frecuencia de la radiación.

Se sabía que:

 El que se produjesen fotoelectrones era independiente de la intensidad de


la luz. Aunque se aumentase la intensidad de una radiación, si ésta no
producía emisión de electrones, no lo haría aunque se aumentase su
intensidad.
 La emisión de fotoelectrones estaba asociada, para un mismo metal, a
cierto tipo de radiaciones. Aparecía el efecto a partir de cierta radiación del
espectro. Cuanto mayor fuera la frecuencia de la radiación, mayor parecía
la energía de los electrones emitidos.

Basándose en la hipótesis de Planck, Einstein postuló que los fotones de una


radiación debían tener un valor mínimo de energía para que, al chocar con los
electrones de la superficie del metal, fuesen capaces de transferirles la energía
necesaria para hacerlos abandonar el metal. A ese valor de energía lo
llamó energía umbral y es similar al valor del potencial de ionización de cada
metal, estando relacionado este valor mínimo de energía con un valor de
frecuencia que llamó frecuencia umbral (ν0).
La energía del fotón vendría dada por la expresión de Planck (E = h·ν). Si la
frecuencia de la radiación es mayor que la frecuencia umbral, la energía cinética
de los fotoelectrones sería la diferencia entre la energía de la radiación y la
energía umbral:

Ecinet = Ei - Eu

12me⋅v2e=h⋅νi−h⋅νu
Radiación del cuerpo negro

La "Radiación de cuerpo negro" o "radiación de cavidad" se refiere a un objeto o


sistema que absorbe toda la radiación incidente sobre él, y re-irradia energía que
es característica solamente de este sistema radiante, no dependiendo del tipo de
radiación que incide sobre ella. La energía radiada puede considerarse que está
producido por ondas estacionarias, o modos resonantes de la cavidad que está
irradiando.

La cantidad de radiación emitida en un rango de frecuencia dado, debe ser


proporcional al número de modos en ese rango. Lo mejor de la física clásica,
sugería que todos los modos tenía la misma oportunidad de ser producido, y que
el número de modos subiría proporcional al cuadrado de la frecuencia.

Sin embargo, el continuo aumento previsto en la energía radiada respecto de la


frecuencia, (llamada "catástrofe ultravioleta") no ocurría así. La Naturaleza es
sabia.

El efecto fotoeléctrico

En 1887, el físico alemán Heinrich Hertz (1857-1894) descubrió accidentalmente


que la luz ultravioleta modificaba el voltaje al que se producían chispas entre los
electrodos metálicos. El alemán Philipp Lenard (1862-1947) describió este
fenómeno, llamado efecto fotoeléctrico, como la emisión de electrones por parte
de las superficies metálicas cuando sobre ellas incide luz visible o ultravioleta, y
llegó a dos conclusiones básicas:

La energía cinética máxima que pueden alcanzar los electrones emitidos no


depende de la intensidad de la radiación incidente.

En el efecto fotoeléctrico, la emisión de electrones es instantánea.


Esquema del efecto fotoeléctrico: al incidir haces de luz (fotones) sobre ciertos
materiales, se produce una emisión de electrones.

En 1905, Albert Einstein (1879-1955) ofreció una sugerente explicación del efecto
fotoeléctrico. Según Einstein, la radiación electromagnética está formada por
partículas, a las que llamó fotones, cuya energía sería proporcional a la frecuencia
de la onda asociada. De este modo, el intercambio de energía entre la radiación y
la materia sólo sería posible en valores múltiplos de un cuanto elemental, como el
traspaso de un número entero de fotones. Entonces:

Al incidir la onda sobre la superficie metálica, un electrón en reposo absorbe un


fotón de energía Ef = hn, siendo n la frecuencia de la onda y h la constante de
Planck.

Si W es la energía necesaria para extraer al electrón de la superficie metálica, este


escaparía de la misma con una energía cinética Ec = hn - W.

De esta forma se explican satisfactoriamente las propiedades del efecto


fotoeléctrico:

La energía cinética máxima obtenida depende solo de la frecuencia de la radiación


incidente, pero no de su intensidad. En cambio, el número de electrones emitidos
es función de la cantidad de fotones incidentes (es decir, de la intensidad de la
radiación).

La emisión de electrones es instantánea, como la transferencia de energía fotón-


electrón.

Además, Einstein estableció que para que se produzca el efecto fotoeléctrico es


necesario superar un valor umbral de frecuencia de la radiación, sea cual sea su
intensidad:

El efecto Compton

El efecto Compton es un fenómeno por el cual la radiación electromagnética que


incide sobre ciertas superficies sale con una longitud de onda mayor que la de
entrada.

Este fenómeno, observado en 1923 por el físico estadounidense Arthur Holly


Compton (1892-1962) en el curso de investigaciones realizadas sobre la difusión
de los rayos X, sólo puede explicarse a partir de los principios de la mecánica
cuántica. Así, si se considera que la radiación electromagnética está constituida
por cuantos de energía llamados fotones, en su interacción con la materia puede
absorberse parte de estos fotones. En tal caso, la energía global de la radiación
disminuiría, y también su frecuencia, con lo que aumentaría la longitud de onda.

Longitud de onda de Compton

El efecto Compton puede cuantificarse dentro del marco teórico ofrecido por
Planck y Einstein acerca de la energía electromagnética. Considerando que la
masa de los cuantos de esta radiación (fotones) es Ef = hn, que también se puede
escribir como Ef = w, siendo = h / 2p, el momento lineal de cada fotón viene
definido por:

Mediante las leyes de conservación del momento lineal y de la energía se obtiene


que la diferencia entre las longitudes de onda de entrada y salida del fotón en la
interacción viene dada por:

siendo q el ángulo de desviación de la trayectoria del fotón y lc una constante


llamada longitud de onda de Compton del electrón, cuyo valor viene dado por:

Ahora bien dentro del contexto del virus Covid-19, estas radiaciones de luz
adquieren importancia pues su uso práctico nos permite realizar un sinfín de
aplicaciones que nos permiten contrarrestar y prevenir esta pandemia mundial que
ha generado este virus, entre los que destacamos:

Luz Ultravioleta (UV)

A diferencia de los métodos químicos de desinfección de aguas, la radiación UV


proporciona una inactivación rápida y eficiente de los microorganismos mediante
un proceso físico. Cuando las bacterias, los virus y los protozoos se exponen a las
longitudes de onda germicidas de la luz UV, se vuelven incapaces de reproducirse
e infectar. Se ha demostrado que la luz UV es eficaz frente a microorganismos
patógenos, como los causantes del cólera, la polio, la fiebre tifoidea, la hepatitis y
otras enfermedades bacterianas, víricas y parasitarias.

Luz Infrarroja

Los termómetros infrarrojos son responsables de tomar la temperatura a los


enfermos de forma muy rápida y sin contacto alguno por parte del personal
sanitario. Esto les hace clave para emplearlos en enfermedades contagiosas como
el coronavirus y supusieron un punto de inflexión en la crisis del ébola. Antes, era
necesario utilizar un termómetro digital por cada paciente y luego desinfectarlos
uno a uno con el consiguiente gasto de tiempo y energía.

Biosensores

Aunque los síntomas típicos de la enfermedad ya indican al médico que el


paciente puede estar infectado, siempre es necesario realizar una prueba analítica
de alguna muestra de sangre, orina o saliva que confirme de manera inequívoca la
presencia o no del virus en el organismo. Esta prueba se realiza mediante unos
dispositivos denominados biosensores.

Todo biosensor consta de dos partes: un receptor y un traductor. El receptor es


una sustancia (generalmente biológica) que reconoce aquello que pretendemos
detectar (el objetivo). Este reconocimiento se manifiesta a través de una reacción
bioquímica entre la sustancia receptora y la sustancia objetivo. Se podría decir que
el receptor es el sensor propiamente dicho ya que es capaz de identificar la
sustancia que buscamos. Sin embargo, el receptor nos avisa de que ha
encontrado el objetivo mediante señales de naturaleza química inapreciables para
el ser humano. Es necesario convertir estas débiles señales de reconocimiento en
señales que podamos observar o medir fácilmente, como, por ejemplo, una
corriente eléctrica o un haz de luz. De esta conversión o traducción de señales se
encarga el traductor.

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