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8 reflexiones de un Premio Nobel sobre el

rol del maestro

El matemático, filósofo y escritor ganador del Premio Nobel de


Literatura, Bertrand Russell, hace una serie de reflexiones acerca
del papel de los profesores en la sociedad en su ensayo “Las
funciones de los maestros”.
Escrito por: Camila Londoño
enero 10, 2018View Larger Image


El británico Bertrand Russell no sólo fue un brillante matemático, también fue


un filósofo quien por sus escritos, ganó el Premio Nobel de Literatura. En pleno
siglo XX, Russell defendió los derechos de las mujeres, rechazó la guerra (lo
cual lo llevó a la cárcel) y fue un firme opositor de la segregación racial.
Aunque su principal interés fue la matemática, éstas y muchas otras acciones
convirtieron al filósofo en uno de los más importantes del siglo XX.

En su ensayo, “Las funciones de un maestro”, Russell hace una serie de


reflexiones con respecto al rol que cumplen los docentes en la
sociedad. El Estado, la religión, la guerra y la democracia, componen el eje de
un escrito que es sin duda político. Sin embargo, a lo largo de éste, el filósofo
evidencia las necesidades que enfrentan los docentes al intentar cumplir con
su labor y sobre todo, resalta aquellos elementos que han convertido a estos
profesionales en “guardianes de las civilizaciones”.

De todo el texto, resaltamos 7 ideas que aún después de tantos años, siguen
siendo vigentes desde varios puntos de vista:

1. “Un sentimiento de independencia intelectual


es esencial para el adecuado cumplimiento de las
funciones del maestro, puesto que su tarea es
inculcar todo lo que pueda de conocimiento y
razonabilidad”.
2. “Los maestros, más que ninguna otra clase,
son los guardianes de la civilización”.

3. “Ningún hombre puede ser un buen maestro a


menos que tenga sentimientos de cálido afecto
hacia sus alumnos y un legítimo deseo de
inculcarles lo que cree de valor”.

4. “Una de las funciones del maestro tendría que


ser la de abrir ante sus alumnos paisajes que les
demostraran la posibilidad de actividades que
fuesen tan deliciosas como útiles”.

5. “Por encima de todo, lo que un maestro debe


tratar de producir en sus discípulos, si se quiere
que sobreviva la democracia, es la clase de
tolerancia que surge de un intento de
comprender a los que son distintos de nosotros”.

6. “Son ellos quienes conocen más íntimamente


las necesidades de los jóvenes. Son ellos quienes,
a través del diario contacto, han llegado a
quererles”.

7. “El maestro, como el artista, el filósofo y el


hombre de letras, sólo puede ejecutar
adecuadamente su trabajo cuando se siente un
individuo dirigido por un impulso creador interno,
no dominado y aherrojado por la autoridad
exterior”.

8. “Yo no considero que un hombre pueda ser un


buen maestro a menos que haya tomado la firme
resolución de no ocultar jamás, en el curso de
toda su vida de enseñanza, la verdad”.

8 reflexiones de la maestra Gabriela


Mistral sobre lo que significa educar

“Ésta, la escuela, es, por sobre todo, el reino de la belleza. El reino


de la poesía insigne. Hasta el que no cree cantar, aquí está
cantando sin saberlo”… Esta y muchas otras reflexiones de la
poetisa y maestra rural quien con convicción y carácter cambió la
historia de la educación.
Escrito por: Camila Londoño
julio 21, 2017

Poetisa, maestra y activista. Así fue Gabriela Mistral, la chilena que no sólo
pasó a la historia por ganar el Premio Nobel de Literatura, sino por sus firmes
convicciones y denuncias con respecto a un sistema educacional, que desde su
discurso, debía ser de calidad y para TODOS. El paso de Gabriela por el mundo
de la pedagogía en Chile no fue sencillo; su origen humilde, su género, su
posición política y social, su visión pedagógica, muy adelantada para la época,
además de su formación autodidacta, hicieron ruido en el mundo de la
pedagogía de ese momento. Sin embargo, con esfuerzo, dedicación y
convicción logró posicionarse como líder, como un modelo a seguir
para las mujeres y como maestra de las américas, llegando incluso a
impactar notablemente en los procesos de la reforma educativa en México,
país donde residió gran parte de su vida.

Gabriela no sólo era una educadora, era una artista que estaba
convencida de que educar y moldear humanos, era una labor semejante a la
de un talentoso escultor que después de un trabajo dedicado, obtiene los más
gratificantes resultados. “Yo me pongo más feliz que Miguel Ángel
cuando termina el David cuando hago una hermosa clase”. Sus
palabras (recopiladas de extractos de prosa, conferencias y artículos), incluso
60 años después de su fallecimiento siguen tan vigentes como en ese
entonces, siguen siendo una guía y una lección para todos aquellos docentes
cuyo único objetivo es enseñar con pasión.

1. Métodos activos de instrucción


“Una de las mejores lecciones de pedagogía que he recibido, me ha sido dada por una
avecilla (pecho-rojo). Estaba en el jardín y la madre le enseñaba a volar a sus pequeñitos.
Uno de ellos quedaba en el nido y parecía que temía moverse. La madre fue a posarse a su
lado, le dio alimento con su pico y lo forzó a levantarse. En seguida saltó sobre una rama
vecina, invitándolo a seguirla… Que los instructores no pierdan de vista esta verdad: es
preciso que siempre y a la vez, den y tomen, que aventajen y que sigan, que obren y dejen
obrar”.

Mireya, Año I, Nº 1, Punta Arenas, 1919.

Museo Gabriela Mistral de Vicuña

2. La escuela
“Los maestros deben mostrar las bellezas y miserias de su escuela, para crear lenta pero
seguramente, la simpatía de la ciudad hacia ella, ya que solo conocer conduce a amar. La
vida de un establecimiento no ha de ser interior, subterránea, fría: se ha de derramar hacia
afuera. Exhibición, no; transparecia de la labor que se realiza, plena luz entorno a ella,
porque es honrada, y petición de ayuda, porque a todos importa la casa de los niños, porque
debe ser ella la preocupación latente de todos los hombres y mujeres buenos y
conscientes”.

Mireya, Año I, Nº 1, Punta Arenas, 1919.

3. El oficio
“Que el oficio no nos sea impuesto: primera condición para que sea amado. Andan muchos
sintiéndose humillados en su profesión o pensándose superiores a ella. ¿Por qué no la dejan?
La recogerán otros que le sean más leales… Porque cuando la profesión se vuelve vicio para
nosotros, hasta el punto que el maestro de escuela acaba por no ver el mundo sin
pedagogía -y solo en la suya, lo que es peor- la extensión, digamos la inundación del oficio
para la calamidad”.

Desde Fontainebleau, 1927. En Grandeza de los oficios, 1970.

4. La imagen
“Al hogar de la Palabra: que llamamos Escuela o Colegio, ha llegado un competidor
formidable: la imagen. La cuestión del cine educativo igual que la recién nacida televisión,
va y viene en ensayos y en críticas laudatorias o en despectivas y hasta iracundas. Ninguna
clase escolar de tipo verbalista podrá dar a los muchachos -ni aún por el profesor más
ilustre- el caliente interés de una cita viva, asistida en su relato de movimiento,
expresividad, color, arte, belleza y verdad… Tarde o temprano los profesores comprenderán
que el huésped cuya presencia les parecía un peligro, es realmente el mayor y mejor de sus
aliados”.

1956 en Magisterio y Niño, 1979.

La Tercera

5. La lectura
“… Yerran los maestros que, celando mucho la calidad de la lectura, la matan al imponer lo
óptimo a tirones antes de tiempo… he visto a chiquitos bostezar por una líadas en versión
llamada infantil y que se despabilaban en seguida con cualquier Julio Verne… Aceptemos
ladinamente el gusto zurdo del niño por la aventura mal escrita, que una vez hecho su
“estómago lector” la aventura sandía irá trepando hacia Kipling y Jack London, y de estos a
otros, hasta llegar a la Divina Comedia, al Quijote o al mundo de Calderón… El fastidio lleva
derecho a la repugnancia”.

En Antología Mayor, 1922, Madrid.

6. Sobre la sugestión de inferioridad


“… Uno de los mayores daños que se puede causar a un hombre, es convencerle de que
nada vale, de que no tiene a su alcance probabilidad alguna de adelanto y de que su vida
llegará a ser cosa de provecho. La sugestión de inferioridad es responsable del malogro de
muchas aspiraciones, del entorpecimiento de muchas vidas, del fracaso de mal dirigidos
esfuerzos. Así como la continuada caída de la gota horada al fin la peña, así también la
persistente reiteración de un dicho acaba por convencer a un hombre de flaca voluntad y
corto entendimiento”.

De La Desterrada de mi Patria, tomo II, 1975.

7. La enseñanza es poesía
“Quien ha hecho clase lo sabe. Sabe que la hermosura es el aliado más leal de la virtud y
que el maestro más reacio a la poesía se le hace pura poesía la clase cuando explica con
altura… La pedagogía tiene su ápice, como toda ciencia, en la belleza perfecta: Esta, la
escuela, es, por sobre todo, el reino de la belleza. El reino de la poesía insigne. Hasta el que
no cree cantar, aquí está cantando sin saberlo”.

CA 1917. Legado de Gabriela Mistral, Colección Archivo del Escritor, Biblioteca Nacional.

Museo Gabriela Mistral de Vicuña

8. La escuela al aire libre


“Durante mis siete años de profesorado en Los Andes (1912-1918) hice siempre al aire libre,
bajo un gran parrón del Liceo, mis clases de lectura, recitación, historia y geografía. Afronté
en los comienzos las burlas, sanas algunas, de mis colegas y los chistes de las niñas, que
hallaban divertida su nueva situación… La clase perdía en gravedad. Lo que para mí es
ventaja. Perdía en “irrealidad” era más humana y real. Observé que las niñas que en clase
solo “reciben”, en el huerto “dan”, preguntan, piensan, se interesan por la tierra toda”.

En diario Atlántida, Stgo, 1922.

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