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Editorial editado que fue publicado en el diario "El Heraldo" de mayor circulación en la ciudad de Ambato - Ecuador - Sudamérica en un análisis de nuestra vivencia actual y qué será lo que nos está queriendo decir esta pandemia de la Covid19.
Editorial editado que fue publicado en el diario "El Heraldo" de mayor circulación en la ciudad de Ambato - Ecuador - Sudamérica en un análisis de nuestra vivencia actual y qué será lo que nos está queriendo decir esta pandemia de la Covid19.
Editorial editado que fue publicado en el diario "El Heraldo" de mayor circulación en la ciudad de Ambato - Ecuador - Sudamérica en un análisis de nuestra vivencia actual y qué será lo que nos está queriendo decir esta pandemia de la Covid19.
MEDICO ACUPUNTURISTA Doctor en Medicina y Cirugía en la Universidad Central del Ecuador Especialización de dos años de postgrado en la República de China en ACUPUNTURA Y MOXIBUSTIÓN
¿Cuál será el mensaje?
¿Cuá l será el mensaje de esta pandemia? ¿Será que es una señ al para que todo sea un “borra y va de nuevo”? Hace algunas décadas atrá s, cuando saludá bamos a nuestros padres cada mañ ana, eran frases como: “Buenos días papacito o mamacita, deme la bendició n”. Luego fue: “Buenos días Papito”, posteriormente, “Hola papi”, le siguió un “Que hubo pa” y si esto seguía, probablemente hubiese sido solo una “hey p”. No había tanto discrimen al vecino o a la vecina, nos saludá bamos con voz alta y afectiva, estrechá ndonos fuerte las manos y a veces con un fuerte abrazo, luego fue cambiando a un estrechamiento débil de manos y ahora a solo un burdo choque de puñ os. El lenguaje afectivo físico se estaba extinguiendo, el lenguaje afectivo verbal iba amputá ndose. Los niñ os del barrio nos “llevá bamos” muy bien sin tantos complejos ni prejuicios, jugá bamos inocentes y descuidados. Luego fue cambiando hacia un discrimen manipulado por los padres sembradores de envidias, sectarismos, grupitos que fueron destruyendo el sentido de amor al pró jimo, inyectá ndoles a sus hijos selectividad de amistad entre compañ eros y generando heridas por el “descole” en los “bandos” cada uno con sus complejos y taras sociales actuales. Finalmente debió ser un virus invisible el que dé la estocada final para así generar el ú ltimo empujó n hacia un aislamiento social temporal pero contundente, para mantenernos alejados. ¿Quizá s se frenó el amor o será que el amor necesitaba una transformació n, una “pulida” y que vamos a ser respetuosos y solidarios? En la atropellada cotidianidad, con falta de tiempo para todo, ahora nos damos cuenta lo que verdaderamente ha sido importante, el tiempo para nuestro nú cleo familiar que estaba apocado y en vía de extinció n. El ruido ha disminuido, con el silencio de las calles y el “frenazo” de la frenética y estrepitosa vida que llevá bamos, hemos regresado a escuchar a los demá s, pero, sobre todo, ha sido la oportunidad para escucharnos a nosotros mismos y así, reflexivos, escuchar también la voz de Dios. Basta, en la mañ ana, abrir nuestras ventanas para escuchar las aves y hasta la lluvia clara en vez de los gritos de las personas, las ofensas y los insultos soeces entre los conductores de los autos en la calle. El cielo azul en vez del humo negro de la contaminació n y hasta la mú sica con tono de celebració n del vecino que está con su familia reunida. Con miedo sí, pero no tenemos la má s mínima idea cuan felices está n nuestros pequeñ os hijos con todo este tiempo juntos para saber que sí tenían padres, que, aunque transitoria y accidentalmente, tienen ahora la imagen paterna y materna que tanta falta les hacía para no estar ná ufragos u huérfanos de afecto, de tiempo y de ejemplo. Está bamos má s ciegos que el que no puede ver, disfrutamos ahora hasta el suave olor a limpio de la toalla, lo reparador de una ducha sin prisa, desayunar despacio, sentir al fin la convivencia familiar que tanto nos hacía falta y si estamos solos, podemos cadenciosamente hablar con nosotros mismos. Nos hemos dado cuenta que podemos vivir con poco y no con todo eso que tanto nos angustiaba no tener. La pandemia ha limpiado hasta la basura que había dentro de nosotros, esa enfermedad que era nuestra actitud de vacío, enseñ á ndonos los simples placeres de la vida pero que llenan tanto, y que han estado en nuestra misma casa. Con esta Covid19 nos dimos cuenta que nos necesitamos los unos a los otros.