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Edición de los Analistas

en Formación del
IUSAM de APdeBA

Nº 11, Octubre de 2016


ISSN 2408-4212
Homenaje a APdeBA
Esta publicación da continuidad a la revista Devenir, publicada
por APdeBA (1991-2005), y a partir de la aceptación del
IUSAM como Instituto Universitario de APdeBA es editada
por el mismo desde 2006 a la actualidad.


© 2016, Revista Devenir
PUBLICACIÓN DEL CLAUSTRO DE ANALISTAS EN FORMACIÓN
DEL IUSAM DE APDEBA

Maure 1850, C1426CUH - Ciudad de Buenos Aires


Argentina
Tel. 54 11 4775-7867 / 7985

ISSN: 2408-4212

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Las responsabilidades que pudieran derivarse de los artículos firmados


corren por cuenta de sus autores

Realización gráfica de interiores y cubierta:


Cálamus

Se terminó de imprimir en octubre de 2016


Voros SA, Barzana 1263, C1427BGE,
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
Claustro de Analistas en Formación
2015-2016
Presidente
MARIA FERNANDA IGLESIAS

Secretario
JERÓNIMO LUIS MORETTI

Tesoreros
MARIA FERNANDA IGLESIAS
JERÓNIMO LUIS MORETTI

Representantes ante Secretaría Científica:


JAVIER GUARDIA
JULIANA CAMACHO

Representante ante el Centro Libermann


CARLA STRAFACE

Secretaria de Divulgación y Comunicación


CARLA STRAFACE
ISABEL ALFONSO

Secretaria de Relaciones Institucionales


VERÓNICA DREUSSI
FLORENCIA BIOTTI

Revista Devenir
Coordinador
JERÓNIMO LUIS MORETTI

Colaboradores
JULIANA CAMACHO
JAVIER GUARDIA
Índice

• Editorial .............................................................. 7

• Carta de la Madrina
Dra. Cecilia Sinay................................................. 9

• Carta del Padrino


Dr. Raúl E. Levín.................................................. 17

• Mesa redonda. Tema: Cuatro generaciones,


¿una misma institución?........................................ 23

• Entrevista al Dr. Ricardo Avenburg


Lic. Juliana Camacho y
Lic. Javier Guardia Canales.................................... 55

• Lazos institucionales.
Que sujeten, pero que no amarren.
Lic. Jerónimo Moretti............................................. 81

• Del vínculo al lazo social entre analistas.


Mi experiencia en Ocal
Lic. Juan Pinetta.................................................... 87

• Mesa Argentina de Analistas en


formación y Ocal: “Dos organizaciones de
candidatos en movimiento productivo”.
Lic. Lila Gómez .................................................... 95

• 5

• Pensando las transformaciones en el cuerpo.
Video “las viajadas”, un aporte clinico al debate
Lic. Verónica Dreussi.............................................. 103

• Visita de Stefano Bolognini a APdeBA


Lic. Verónica Dreussi.............................................. 109

• Horacio Etchegoyen: In memoriam


Lic. Verónica Dreussi.............................................. 115

• Dr. Ricardo Horacio Etchegoyen:


Maestro antes que nada y después de todo.
Lic. Mercedes García Alba...................................... 119

• La perversión y la violencia...
Lic. Gabriela Rouillon Acosta................................. 129

• De la Vocación, la Confianza y la Época


Lic. Ileana Gothelf................................................. 137

• Qué hacemos, qué sucede


Lic. Jerónimo Luis Moretti...................................... 147

6 •
Editorial

En esta edición de la Revista Devenir, hemos decidido poner


como centro el tema institucional, por lo que elegimos como
título: “Lazos Institucionales”. Éste lo hemos pensado en
consonancia con el ciclo de reuniones científicas de APde-
BA, de este año: “Edipo cuestionado. Cuerpo y Lazo Social”.
Creemos que es de vital importancia revisar permanentemente
el tema social e institucional en el psicoanálisis. Mantener a
éste aislado o ajeno del mismo sería como sentenciarlo a una
vida ermitaña y de corta duración.
Como parte de las actividades destinadas a reflexionar
sobre la institución, hemos organizado nuestra Mesa Redonda
bajo el título: “Cuatro generaciones ¿Una misma institución?”.
Para la misma, hemos invitado a tres miembros de APdeBA,
de distintas generaciones, y a la presidenta del Claustro de
Analistas en Formación, con el fin de compartir sus expe-
riencias institucionales. La misma se encuentra transcripta
en su totalidad, con la esperanza de que se pueda transmitir
el clima ameno en el que la misma transcurrió. A su vez, en
este mismo sentido, hemos realizado una entrevista al Dr.
Ricardo Avenburg, miembro fundador de APdeBA, a quien
agradecemos su buena predisposición para la misma.
Nuestra institución este año ha sufrido una gran pérdida,
y nos pareció necesario incluir un homenaje a nuestro gran
maestro, el Dr. Ricardo Horacio Etchegoyen, para lo cual
hemos publicado dos artículos que lo describen y recuerdan.

• 7
Como novedad, en esta edición hemos incluido dos
artículos de analistas en formación de otras instituciones, en
los cuales dan cuenta del trabajo interinstitucional que los
candidatos de Argentina y América Latina vienen realizando
en los últimos años. También nos pareció importante incluir
una reseña sobre la visita a APdeBA, del actual presidente de
la IPA, el Dr. Stefano Bolognini.
Además de lo antedicho, en esta edición encontrarán
diversos artículos. Algunos de éstos relacionados con el tema
central de la revista, y otros que abordan temáticas psicoanalí-
ticas de interés, y que, en todos ellos, se reflejan el pensamiento
de los analistas en formación del IUSAM de APdeBA.
Finalmente, queremos agradecer, una vez más, a nuestros
padrinos, la Dra. Cecilia Sinay y el Dr. Raúl Levín, por sus
habituales cartas y su buena predisposición con los candidatos
que realizamos esta revista. Esperamos que puedan disfrutar
esta nueva edición de la Revista Devenir.

8 •
Carta de la madrina
Dra. Cecilia Sinay Millonschik

Soy Miembro fundador de APdeBA.


La Revista Devenir nació en un Taller de Escritura que
organicé para los candidatos. De allí que sea su Madrina.
He desarrollado en APdeBA la mayor parte de mi activi-
dad científica, docente profesional e institucional.
Le he dedicado años de mi vida.
Todo indica que debería sentirme uno de los pilares o de
las columnas de la Institución.
Sin embargo, siempre tengo la impresión de que miro a
APdeBA “desde afuera” y “para afuera”:
Mi pensamiento psicoanalítico ha estado siempre per-
meado por otras disciplinas: Etología, Filosofía, Literatura,
Teatro, Antropología.
He trabajado incansablemente intentando un Psicoanálisis
Transdisciplinario.
Organicé en 1992 y 1993 las Jornadas del Libro Psi-
coanalítico, que convocaron a la mayor cantidad de gente
que, concentradamente, en dos semanas, pasó por nuestra
institución –como público o como panelistas, talleristas,
expositores, dialogantes– y la pobló multitudinariamente. A
raíz de esta actividad, ocupamos páginas enteras en los dia-

• 9
rios Clarín, Nación, La Prensa y Página/12. La mayor parte
de esta verdadera aglomeración fue de personas que no eran
de APdeBA. Arrimamos a un seguro porque las autoridades
temían que algún chico se cayera por entre los barrotes o algo
se viniera abajo. El hall se pobló de stands de editoriales y
librerías dedicadas a lo “psi”.
Cuando se cumplieron los veinte años de la Institución
se llevaron a cabo grandes festejos. Uno de ellos, fue un Con-
curso Literario del que gané el Primer premio con un cuento
que se llamó “Titanic” por el que, lejos de excomulgarme, me
premiaron. Eso sí: el Jurado (conformado por psicoanalistas
Miembros de la Institución) cuando lo anunció, dijo que lo
habían premiado porque no lo habían entendido.
Esto me hizo acordar de Casandra, cuya historia paso a
contarles. Casandra era hija del Rey de Troya. Apolo se enamo-
ró de ella y le prometió el don de la profecía y la adivinación
a cambio de sus favores amorosos. Casandra aceptó pero, a
la hora de la verdad, le dijo que sólo le daría un beso. Apolo
se lo concedió, pero, al besarla, le introdujo en la boca una
sustancia viscosa que implicaba que Casandra conservaría sus
capacidades visionarias pero que nadie entendería lo que ella
dijera. Así es que Casandra andaba por allí gritando: “¡Que van
a invadir Troya! ¡Que van a entrar con un caballo enorme de
madera! ¡Que todo va a arder!” Y el coro rezaba: “¡Qué cosas
dices, Casandra!”.
Jamás me he cruzado con Apolo ni creo tener el don de la
profecía. Pero, desde pequeña, me encantaba jugar a mirar las
cosas con un ojo, cerrando el otro; luego con el otro cerran-
do el uno y, finalmente, con los dos. Me parecía maravilloso

10 •
ver cómo los objetos se movían y cambiaba su perspectiva.
Conservo, literal y metafóricamente, esa costumbre. Creo que
esto tiene que ver con mi tendencia a la mirada descentrada.
Quiero, ahora. transcribirles aquel cuento.

Titanic
Y, mientras El Invencible
se iba hundiendo; la Orquesta,
en la cubierta, seguía tocando.

Un terremoto grado siete en la escala de Richter tuvo


como epicentro la Asociación Psicoanalítica en momentos en
que se estaba celebrando un Simposio.
Las rajaduras progresan por las paredes, pero sólo en el
Salón de Actos. En los cuartos contiguos, en los otros salones,
el movimiento sólo alcanza el dos en la escala de Richter.
Allá, en el fondo, el Dr. Foren y la Lic. Sel tratan de
mantenerse a flote, con la grieta que abrió de lado a lado la
Sala de Conferencias en los ojos.
Desde el segundo piso surge, de una fuente, una corriente
de agua hirviendo que lleva algunos papeles.
–¡Las hojas de la ponencia han caído al agua! –grita la
Dra. Jenit.
–No importa: él puede continuar de memoria –la consuela
el Dr. Pet.
–No debe tomar más de diez minutos para exponer –la
Lic. Mann ha tomado el lugar de la Dra. Foren, que se fue
por la grieta.
• 11
Unos pocos colegas siguen la propuesta y sólo dos o tres,
que apenas se ven, en medio del humo, asienten con la cabeza.
–¡Mi esposa! ¡Mi esposa! ¡Se fue por la grieta! –se oye la
voz angustiada del Dr. Foren, asomado sobre el borde, los ojos
ciegos de ausencia.
–No debe interrumpir la exposición –lo tranquiliza, silen-
ciándolo, el Dr. Pretzel, que se multiplica tratando de acallar
todos los focos de inquietud.
–Ya tendrán la palabra cuando el Dr. Sel termine –reclama
la Dra. Tot– él debe finalizar con su ponencia y sólo le quedan
tres minutos –la Dra. Tot salta y salta, lo mismo que los otros
asistentes, para enfriar los pies, ya que el agua hirviendo ha
entrado como un torrente en la sala.
–Volvamos al Salón de Actos, que ha dejado de temblar
–indica el Dr. Pretzel.
La Sala de Conferencias ha cambiado su geografía: hay
un hundimiento en dirección a la calle y un montículo, en
contrapartida, que ocupa –aproximadamente– el centro y
que el disertante y su público escalan con cierta dificultad,
tratando –al tiempo que suben– de desenredar una cortina
que aprisiona las piernas del Dr. Sel (ya que él no puede dejar
de hablar: sólo le queda un minuto y medio).
Hacia el fondo de la sala se ve salir una columna de humo,
quizá proveniente del agua hirviendo; aunque parece humo
seco, como el que sale cuando se destapa un conservador de
helados.
–…dado por su rivalidad edípica, puesta de manifiesto
a través de la contraidentificación proyectiva, detectada en
la relación transferencial –el Dr. Sel, envuelto en la cortina,
termina su ponencia.
Algunos pocos colegas sentados acá y allá sobre el mon-
tículo y otros de pie, aplauden. El Dr. Sel agradece y queda a
la espera de las preguntas.
Entre las grietas asoman –al principio lentamente, pero
después con decisión– algunas otras personas envueltas en
cortinas y con sandalias: son dos hombres (a uno de ellos
de las cuencas le chorrea sangre) y una mujer. Los sigue una
especie de perro con alas.
–Necesitaría que me aclare el punto de la contraidentifi-
cación proyectiva en la transferencia –la primera en hablar es
una alumna, una candidata, quizás estimulada por la alteración
de los valores que ha producido el movimiento sísmico.
–No se olviden de decir su nombre antes de hablar; si no,
no queda grabado.
Al desprenderse un trozo de mampostería produce una
extraña mezcla de estruendo y silencio: recuerda lejanamente
las moles de hielo seco que se desgajan de un glaciar.
–¡Cuidado con los remezones! –grita el Dr. Yesmalía,
y los colegas empiezan a correr, desalojando el Salón de Actos,
mientras se alertan unos a otros:
–¡Cuidado con los remezones! ¡Cuidado con los reme-
zones!
Algunos psicoanalistas escapan presurosamente de la Sede
empujándose y haciendo correr serio riesgo a sus vidas, ate-
rrados por el estruendo de las rajaduras que progresan por las
paredes desde las bases mismas. Digamos: desde los cimientos.
Entretanto la mujer, los dos hombres y el perro con alas
siguen subiendo por el borde de la grieta, con dificultad. La
mujer se asoma y anuncia que es el barranco. El perro con
alas asiente.
El Dr. Pretzel se les acerca:
–¿Ustedes están inscriptos en el Simposio?
El perro con alas lame los pies del de las cuencas sin ojos
mientras el otro hombre blasfema y la mujer repite incansa-
blemente:
–El barranco, el barranco.
–¿Dónde estamos? ¿Dónde está? –el ciego recibe por toda
respuesta la lengua sabia del perro con alas sobre sus dolidos pies.
–Perdón ¿Ustedes están inscriptos? –insiste el Dr. Pretzel–.
Por favor, estoy apurado.
–El barranco, el barranco –responde la mujer.
–Perdón: sus nombres –el Dr. Pretzel consulta la lista,
aunque ya sabe que no están inscriptos, puesto que el Simposio
es sólo para miembros de la Asociación.
–Yo soy Layo, ésta es la Esfinge, ella es mi esposa y aquél
es mi hijo.
–¿Su hijo? Parece mayor que usted. Bueno, bueno, ahora
tengo cosas más importantes que hacer: ya ven; más tarde
arreglaremos el asunto de la inscripción. Siéntense; luego
serviremos un vino de honor –invita el Dr. Pretzel. No puedo
perder tiempo en este momento. ¿Dónde está la secretaria?
¿Alguien la vio? ¡Justo ahora desaparece!
Y, colorín colorado, el cuento se ha terminado.
Bueno; esta vez querría que, si lo premian, lo entiendan.
Creo que todos tenemos una parte institucionalizable y
otra que, indefectiblemente, no entra. Las instituciones ne-
cesitan certezas, orden, estructuras, jerarquías, reglamentos,
burocracias. Y la parte nuestra que entra a formar parte de
una Institución, también. Pero hay otra que es propia de cada
quien, que alberga su riqueza, su creatividad, su historia, sus
temores, sus anhelos, sus falencias, su fortaleza y su debilidad.
Y creo que todo esto debe aportarse a la Institución, para que
esté viva.
Evidentemente, APdeBA no se vino a pique. Han pasado
veinte años y aquí sigue, vivita y coleando. Creo que es porque
todos, además de conservar la estructura necesaria, hemos
arrimado eso único y propio de cada quien.
Mi mirada me dice que los peligros que yo marcaba en
aquel entonces no han desaparecido (curiosamente descubrí,
al releerlo, que nos encontramos con la hoy tan mentada grie-
ta aunque, probablemente, no se trate de lo mismo). Pienso
que al Titanic no lo hundió un témpano, sino la soberbia y la
certeza de que era insumergible.
Veo muchos témpanos que ponen en riesgo nuestra ins-
titución y nuestra disciplina.
Los veo acá, allá, afuera y adentro. Preferiría no naufragar.
Quiero que tengamos la lucidez, el coraje y la habilidad de
poner todo lo que cada uno de nosotros mejor sabe hacer, al
servicio de sortearlos.
Porque nuestra institución lo vale pero, sobre todo, lo
vale el tesoro que albergamos en ella: el psicoanálisis. Lo
necesitamos vivo.
Carta del padrino
Dr. Raúl E. Levín

La revista Devenir nos invita a que reflexionemos sobre la


institución psicoanalítica incluyéndonos en tanto protagonis-
tas, dado que somos quienes la integramos y componemos.
Ardua tarea. Sabemos que el psicoanálisis es siempre inves-
tigación. Pero es diferente si se trata de su clínica convencional,
en que ambos participantes están amparados y protegidos por
la discreción, a la exposición explícita de la subjetividad de
cada uno de nosotros ante nuestros propios colegas si avan-
zamos en el intento de conceptualizar psicoanalíticamente la
institución que nos agrupa.
Ser “arte y parte” de este estudio del que nosotros mismos
somos objeto, puede evidenciar los aspectos más complejos,
urticantes y arcaicos propios de la participación institucional.
Incluso destituir la idea de que la institución tiene entre otras
la función de encubrirlos.
Referirnos a las relaciones entre analistas en la interioridad
de la institución, eso que en la revista denominamos llana-
mente –en una jerga poco psicoanalítica, pero muy expresi-
va– “lazos institucionales”, implica dar lugar a la complejidad
propia de cualquier consideración derivada de la inserción y
pertenencia institucional.
Pueden suponerse razonables las resistencias a un eventual
propósito de conocer la dinámica inconciente de la institución
psicoanalítica desde el mismo psicoanálisis, si estamos ante el
• 17
riesgo de aproximarnos a una caracterización de nuestro “ser
psicoanalista” entre colegas. Saldrían a la luz nuestros núcleos
más regresivos y primarios, de los que la institución suele ser
depositaria.
La institución psicoanalítica, como otras instituciones
que reúnen a profesionales de un mismo rubro, tiene sus
antecedentes históricos lejanos en las antiguas corporaciones
medievales de artesanos. Todas ellas se justificaron en la nece-
sidad de agrupar sus miembros en torno a un bien o un valor
compartido, al que se deseaba proteger, promover, perfeccionar
y difundir. Podía tratarse de un bien comercial, educativo,
artístico, de provisión de servicios u otros.
Es obvio que lo que a nosotros nos convoca en tanto ins-
titución es el psicoanálisis. Pero si queremos ser más estrictos
tenemos que decir que el bien (o valor) en torno al cual nos
reunimos es lo inconciente, que es lo que verdaderamente
define y diferencia al psicoanálisis de otras disciplinas.
Y esto plantea una paradoja: lo inconciente es un concepto
que se sustenta en la idea que hay algo que siempre estará por
fuera de nuestro alcance, y por lo tanto también de nuestro
control. Nunca podremos abarcarlo, porque si así fuera, esta-
ríamos desmintiendo el propio concepto. Y aun así debe ser
el eje que nos otorga unidad.
Lo que nos reúne entonces es lo que por definición nunca
está plenamente a nuestro alcance. Nos agrupamos en torno a un
valor, que a la vez nos confronta con nuestra propia imposibilidad.
La institución nos confronta a la vulnerabilidad a la que
nos expone nuestra limitación, y a la vez intentamos usufruc-
tuarla para sentirnos amparados.

18 •
Suponer que la institución psicoanalítica nos protege de
los efectos de lo inconciente que en ella circulan, es desconocer
el psicoanálisis. Las derivaciones de intentos de ignorarlo o
sofocarlo, pueden ser más riesgosas que el intento permanente
de aceptarnos en nuestros límites, y a la vez sostener sobre ellos
una exploración permanente desde la clínica, la teoría, y… la
dinámica institucional que los incluye.
Lo paradojal es, que a diferencia de otras instituciones,
nosotros mismos nos unimos en torno a un bien que por
definición siempre estará constituido por un “más allá” fue-
ra de nuestro alcance. Y en ese espacio inaprehensible hace
efecto la pulsión propia de lo humano –me refiero a la que
genéricamente denominamos pulsión de muerte– que no
sólo está presente (por el solo hecho de ser inherente a lo hu-
mano) sino que además, como lo señala Bleger, se aloja en la
institución psicoanalítica en tanto es el espacio más propicio
para albergarla.
La pulsión de muerte, con su efecto disgregante, es un
factor que circula en el ámbito institucional. Contradice el
propósito de sus integrantes de construir un baluarte contra los
riesgos de la actividad que ejercen, pero a la vez dicho baluarte
es el más propicio a ser su depositario, contrariando un utópico
deseo de que la institución otorgue comodidad y seguridad.
Este “más allá” que dificulta y complejiza la dinámica de
la institución, no proviene solamente de la interioridad del
sujeto. Como Freud demostró a partir de su segunda tópica,
la sociedad y la cultura son también fuentes de la pulsión.
Como se ve claramente en su diagrama metapsicológico de
“Las nuevas conferencias” de 1933, hay una ventana abierta
hacia la realidad externa, que da cuenta de la permeabilidad

• 19
metapsicológica respecto al mundo exterior. Sociedad y cul-
tura son psicoanalíticamente conceptos metapsicológicos, y
el psicoanálisis no puede ignorar los sucesos que inscribe en
el sujeto la historia de la humanidad.
Como expresé al principio: es ardua la tarea de ocuparse
de los “lazos institucionales”, si se encara desde el saber de los
propios psicoanalistas. No interesa para el caso si consideramos
a la institución psicoanalítica fragmentada formalmente según
distintos agrupamientos que representan ideas, zonas geográ-
ficas e ideologías, o la entendemos como una institución única
con diferentes corrientes. La complejidad para aproximarse a
ella es enorme, aunque absolutamente necesaria no sólo para
la sobrevivencia institucional, sino especialmente para la del
psicoanálisis.
Hace falta mucho coraje por parte de los psicoanalistas
para estudiar la institución que constituimos y nos constituye.
Por eso felicito a los jóvenes analistas que dirigen Devenir
por esta iniciativa.

20 •
Mesa redonda.
Cuatro generaciones,
¿una misma institución?

El jueves 8 de septiembre de 2016 por la noche, tuvo lugar en


la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires (APdeBA) la Mesa
Redonda de la Revista, este año estuvieron como invitados el
Dr. Guillermo Lancelle, miembro fundador de APdeBA, el Dr.
Adolfo Zonis, que pertenece a la primera camada de miembros
formados enteramente en APdeBA, la Dra. Valeria Apel, quien
pertenece a la última camada formada antes de la creación del
Instituto Universitario de Salud Mental (IUSAM) de APdeBA
y la Lic. María Fernanda Iglesias, quien es la presidenta del
Claustro de Analistas en Formación del IUSAM de APdeBA.
A continuación, compartimos la desgrabación textual de
dicha Mesa, tratando de este modo, que el lector pueda recibir
algo del buen clima que se pudo vivir en la misma.

Jerónimo Moretti: Muchas gracias a los cuatro por haber


aceptado la invitación y muchas gracias a los que vinieron.
Le pusimos como título a la Mesa: “Cuatro generaciones
¿Una misma institución?” y la idea es que cada uno cuente
su experiencia, su idea, su visión de la institución y podamos
compartirla con los que vinieron.
No sé quién quiere empezar...

• 23
Adolfo Zonis: Me parece, Guillermo que tendrías que decir
algunas palabras, por ejemplo por qué existe APdeBA, que vos
sos uno de los parteros...

Guillermo Lancelle: Me estaba acordando de una anécdota


que es la que quiero contar. Sábato tiene un libro que fue su
última novela –me parece– que tampoco me acuerdo cómo
se llamaba, pero él la quería llamar la súper novela; y en esa
novela la característica es que los personajes son los mismos,
es decir un personaje es Ernesto Sábato y cuenta que un día
iba a la Asociación Psicoanalítica Argentina y se encontró
con el doctor Félix Cárcamo –serían los años 40 todavía– se
quedaron conversando en una esquina y Cárcamo –aclaro que
Cárcamo fue uno de los fundadores de la APA y además fue
mi analista– le dice: “Bueno, Ernesto, dejemos acá, seguimos
otro día porque tengo que ir a la Asociación y se me hace un
poco tarde”.
Entonces Sábato en la misma novela comenta que es
gracioso, los psicoanalistas creen que son únicos porque para
decirme que va a un lugar me dice: “la Asociación”, como si
yo tuviera que saber dónde es...
Ese tipo de posicionamiento y de especialísima valoriza-
ción –no digo de uno sino que en esa época se le daba al psi-
coanálisis– y el entusiasmo que tenía precisamente un grupito
que era de cinco o seis que fueron mutando muy de a poco, ese
comentario de Sábato me parece que es muy bueno... Entonces
si me preguntan algo acerca de los inicios de APdeBA, yo diría
que también hubo algo de ese espíritu –yo no diría idealizado,
sino de verdadera convicción– de que se está haciendo algo
que es muy importante, que es muy significativo.

24 •
Y creo que una característica de aquellos años primeros
de APdeBA es que estaba imbuido de ese mismo espíritu, con
la facilitación de contar con los otros, los que eran distintos
de los que queríamos diferenciarnos.
En definitiva yo no sé si nos diferenciamos mucho, pero
ese tipo de convicción grupal que es como presentir que se le
tiene asignada una misión especial, son fenómenos institucio-
nales que en realidad suceden poco. Ese espíritu mesiánico y
misionero estaba –además– facilitado al principio, los primeros
tiempos de lo que fue el Ateneo, después APdeBA, etc., estaba
facilitado por el hecho de que éramos pocos, en el sentido de
que nos conocíamos todos, unos más grandes –había didactas–
un poquito después también candidatos y gente muy joven
–yo en aquella época no estaba entre los fundadores sino entre
los fundados más bien– pero el hecho de que nos conocíamos
todos marca una diferencia muy importante con la institución
actual, en la cual no nos conocemos todos.
Digo esto simplemente como puntapié inicial, ya que me
dieron la tarea de hacerlo y en todo caso luego conversarlo.
Yo tengo algo que decir acerca de este fenómeno de cómo
duró un tiempo este espíritu triunfador y a la vez sumamente
responsable y realmente dedicado, en todo sentido, a la tarea
fundacional. Duró unos cuantos años y después, en todo caso,
sobre la base de lo que cuenten acá mis colegas de la Mesa, voy
a ver de qué manera puedo explayarme un poco más y ser más
elocuente en la visualización de la realidad de ese entonces;
ese entonces recuerdo que fue Jerusalén, 1977, y Nueva York,
1979, que fue el momento en que se fundó la Asociación, y
después seguimos.

• 25
Adolfo Zonis: Por orden etario me correspondería a
mí. Cuando se habló de las Cuatro generaciones, la misma
institución yo dije: ¿cómo no soy más candidato?, ¿estoy casi
entre los primeros pobladores de este territorio?
La verdad que primero –siguiendo mi rasgo de personali-
dad– dije: me voy a ordenar un poquito con las fechas, porque
estaba muy perdido con la realidad material. Entonces quería
saber cómo fueron los hechos y agarré un portafolio donde
tengo todos los papeles, los certificados... y dije: ¿a ver qué
es esto?, entré en el año 78, hice la entrevista de admisión,
cursé Seminarios –1979, 1982– en fin, pertenecí a la primera
camada genuina de candidatos de APdeBA porque antes que
yo estaba lo que se llamaba Instituto intermedio, que eran los
candidatos que vinieron de APA. De manera que en el año 79
empecé los Seminarios y seguí la cronología de los distintos
momentos: cuando fui adherente, cuando fui titular, cuando
empecé la carrera docente...
Y revisando todos esos papeles y también las evaluaciones
de mis Seminarios, los momentos de pasaje por CAPS y todo
lo demás, esa realidad material que yo estaba revisando se fue
impregnando de mi realidad psíquica y un poco empezó a
surgir una serie de emociones, y sensaciones, y nostalgia que
al comienzo de la tarea no había percibido.
En esta historia lo primero que sentí es un emocionado
agradecimiento a la institución, a la institución, a mis com-
pañeros de Seminarios, a los colegas que fui conociendo con
los que compartimos distintas actividades; pero acá también
tengo que incluir un aspecto de mi historia, porque yo en la
década del 70 hice mi residencia en el Servicio de Psicopatolo-
gía del Lanús, que yo creo que fue una de las experiencias más

26 •
importantes de mi vida profesionalmente; después si alguien
quiere que les cuente del Lanús, les voy a contar del Lanús.
La mayor parte de mis compañeros del Lanús estaban
en APdeBA, habían entrado a APdeBA, estaban en APA y
después iban a entrar en APdeBA. Y este es un dato que tiene
alguna característica particular, porque afectivamente me fue
muy sencillo elegir a APdeBA, en todo caso tampoco tuve
demasiadas dudas en cuanto a los aspectos científicos.
En ese momento –el de la decisión de entrar a APdeBA–
era muy difícil conseguir un analista o un supervisor –en
general te daban para dentro de dos años– y de casualidad yo
me enteré que Ricardo Avenburg venía de Suecia y por lo tanto
tenía hora disponible y además tenía una sólida formación
freudiana, que era lo que a mí me interesaba, yo venía de un
largo análisis muy kleiniano y bueno, al final entré, hice las
admisiones y entré.
¿Con qué me encontré acá en APdeBA?
Un viejo galpón que era una herrería, en el piso de arriba
estaba el departamento donde vivía el herrero; enfrente había
una fábrica de hielo abandonada desde hacía muchos años...
no era una imagen muy estimulante el barrio. Sin embargo en
el departamento del herrero, arriba, se hicieron las aulas, había
muchos dormitorios, se ve que era una familia muy prolífica
felizmente porque había muchos dormitorios y ahí también
se hizo la secretaría.
Por supuesto los Simposium se hacían en el Sheraton
Hotel –éramos muy bacanes– y los ateneos se hacían en la
Asociación Médica Argentina, allá en la avenida Santa Fe.
Cuando empiezo a cursar Seminarios, mi grupo de candi-

• 27
datos –ahora no se llama más candidatos, ahora se llama ana-
listas en formación pero bueno, yo hablo de candidatos– me
eligieron como representante del grupo para el Claustro que
se estaba armando, que se estaba organizando y me encontré
en ese Claustro que se estaba organizando que muchos éramos
lanusinos (del Hospital Lanús), había muchos.
Y a la manera nuestra, en la residencia nosotros teníamos
mucha injerencia en nuestros planes docentes, en la elección
de profesores, en la forma de evaluarnos y de evaluar a los
docentes; teníamos un entrenamiento particular y sin darnos
cuenta hicimos lo mismo, organizamos un sistema de evalua-
ción de docentes y además lo pusimos en marcha. Acá lo tengo
documentado, se lo voy a dejar después a la gente del Claustro.
Por supuesto esto generó un malestar muy grande en los
profesores, nos agarraron de las pestañas, nos sentaron en
Secretaría Científica y nos dijeron: “Muchachos, esto no es
el Lanús. Acá hay un procedimiento, ustedes pueden hacer
propuestas, la Secretaría Científica las va a estudiar, después
se elevará a la Comisión Directiva”. Es un trámite que, por
lo menos mientras yo fui alumno, nunca se concretó; y yo
renuncié al Claustro de Candidatos porque me parecía que
era lo que correspondía.
La experiencia de Seminarios tenía otra particularidad
aparte, APdeBA era muy kleiniana, era una institución muy
kleiniana. Yo me analizaba con Ricardo Avenburg y lo que
transcurría en mi análisis no era lo mismo que yo escuchaba
en las supervisiones colectivas ni en algunos ateneos donde se
discutía material clínico, todo transcurría en el aquí y ahora
transferencial; tampoco trabajaba así mi primer supervisor,
que era el doctor Carpinacci –que era uno de los más sólidos

28 •
estudiosos de la obra freudiana– y eso me fue generando una
cierta incomodidad, de la idealización inicial empecé a sentir
una cierta incomodidad que felizmente fue atenuada por el
clima afectivo que realmente vivía en mi grupo de candidatos
y también con el afecto con el que éramos recibidos por el
resto de los colegas.
Para describir algo de ese clima, les cuento que un pres-
tigioso didacta –Leonardo Wender– en la AMA presentó
un trabajo en un ateneo y una colega –también de mucho
prestigio– le dijo: “Qué lástima que el colega que maneja tan
bien nuestra teoría de las relaciones objetales, no escribió este
trabajo desde esta teoría”.
Algo parecido me pasó también en un Seminario, donde
yo hago una pregunta del deseo y la profesora me dice: “¿Por
qué no me hace esta misma pregunta desde la teoría de las
relaciones objetales?”.
A otro colega le pasó también algo parecido, estaba pre-
sentando un material y estaba pensando el material desde
Winnicott, y un docente le dice: “Esto que usted está diciendo
lo podría haber dicho el pastor Jiménez”.
También es un clásico una anécdota de una jornada cien-
tífica donde un importante miembro de la institución le dice
a otro colega: “Eso que usted dice no es hacer psicoanálisis”.
Mi segundo supervisor fue el doctor Wender –justamen-
te– y con él nos entendimos muy bien; él me pedía que inter-
prete más y pregunte menos, y yo le decía que en mi análisis la
pregunta tenía un valor importante, pero íbamos conciliando
posiciones hasta que Ricardo Avenburg en un ateneo presenta
un trabajo donde plantea la importancia de la pregunta como

• 29
herramienta técnica. Cuando salimos me mira Wender y me
dice: “No me diga nada Zonis, le voy a devolver toda la plata
de las supervisiones”.
Habíamos terminado en la supervisión, Wender me
ayuda a preparar el trabajo para adherente con el material de
las sesiones, pero ahí me encuentro con otro obstáculo insti-
tucional: había que pasar por una entrevista de conocimiento,
y yo pensaba y discutía con mis colegas de claustro y también
con la gente de Secretaría Científica en algunas reuniones que
hicimos, donde yo decía que fui aceptado en la institución,
me evaluaron en los distintos Seminarios, terminé las super-
visiones, terminé el análisis didáctico, pago la mutual, hace
cinco años que tengo la camiseta de APdeBA, ¿cómo me van
a preguntar quién soy y por qué quiero entrar en APdeBA?,
yo era de APdeBA...
Pero bueno, esto hizo que yo postergara, postergara pre-
sentarme para miembro adherente hasta que un día me llama
Wender por teléfono y me dice: “Zonis, ¿cuándo va a presentar
ese mamotreto para ser adherente?”.
Le digo: “Estoy en eso”.
“Bueno, preséntelo”.
Entonces decido presentarme, pido las entrevistas, pero
acá aparece otro obstáculo institucional: tres o cuatro días
antes de mi entrevista para discutir mi trabajo y ser admitido,
Joseph Sandler presenta un trabajo en APA y cuando salimos
el que me iba a entrevistar me pregunta: “¿Le gustó el trabajo
de Sandler?”.
Le dije: “Sí, la verdad que sí”. Era un trabajo sobre la
segunda censura, no me acuerdo bien.

30 •
Y me dice: “Yo con un trabajo así, a Sandler no lo dejo
entrar en APdeBA”.
Caramba, la situación de pánico fue complicada. Yo
dije: si Joseph Sandler que es vicepresidente de la IPA y es un
profesor muy reconocido no podría entrar en APdeBA, yo
que soy egresado de Seminarios ¿cómo voy a ser adherente?
Llego al consultorio temblando, lo llamo a Wender y le
digo: “Wender todo para atrás, no me presento”, y le cuento
la historia.
Entonces Wender me dice: “Está hablando con el presi-
dente de APdeBA, usted se va a presentar porque usted tiene
que ser adherente de APdeBA”.
Bueno, no tenía más remedio, me jugué y la verdad que
fue una muy buena entrevista porque había otro didacta que
manejó muy bien la situación, no tuve ningún inconveniente
y fui adherente.
Esto que decía Guillermo al principio, la institución era
un grupo primario, todos se conocían. Gradualmente fue am-
pliándose la institución y fue entrando gente nueva, con otras
ideas y gradualmente empezó a haber una pluralidad teórica
importante. Justamente el doctor Lancelle es uno de lo que
tenía una impronta muy importante con Winnicott, Kohut... y
gradualmente se fueron incluyendo otras perspectivas teóricas
que iban dándole distinta predominancia en distintas áreas y
sectores de la institución que podían empezar a elegir.
Hay algunas experiencias institucionales que han sido
trascendentes para mí, una fue la creación del Centro Liber-
man, sin duda –tal vez– la más importante. No fue sencilla
tampoco esa tarea, para esa tarea en la época de Reggy Sere-

• 31
briany y Héctor Ferrari como vicepresidente, se había decidido
–entre otras cosas– la organización y puesta en marcha de un
centro asistencial, en esto participaron también José Kuten y
Nora Barugel. Y eso fue una tarea complicada porque en la
institución nos encontramos con distintos obstáculos, uno era
que muchos miembros pensaban que podían perder trabajo
porque la idea era que los prestadores fueran los candidatos,
por lo cual iban a trabajar con honorarios muy reducidos y esto
generaba cierto temor a que pudiera producir cierta merma
en el consultorio de los miembros, que se le había asignado
la tarea de ser supervisores y coordinadores.
Otro obstáculo importante era que nosotros pensábamos
que en un centro asistencial se debía brindar todo tipo de
asistencia psicológica, y había muchos sectores que pensaban
que siendo una institución psicoanalítica los candidatos no
podían trabajar una sesión o dos sesiones por semana; en aquel
momento todos nos analizábamos cuatro sesiones por semana
y los pacientes de supervisión eran de cuatro veces por semana
y el análisis era cuatro veces por semana. De manera que para
nosotros incluir en la institución la posibilidad de trabajar con
menos sesiones francamente era una herejía, y esto costó mucho
trabajo, discusiones... Yo creo que gracias a la serenidad de Kuten
y su habilidad política, pudimos salir airosos y sin demasiados
conflictos con colegas, pero fue una situación difícil.
Se puso en marcha y creo que goza de buena salud, yo no
estoy ahora muy al tanto pero hace muchos años me dieron
una medalla por los diez años, no sé por cuántos andaremos
ahora porque eso me parece que fue en el año 82...

Intervención femenina no identificada: ¿Lo del Liberman?

32 •
Adolfo Zonis: Sí.

Intervención femenina no identificada: No, yo entré en


el 85 y yo tuve el primer paciente del Liberman.

Adolfo Zonis: En el año 90.

Intervención femenina no identificada: En el año 90.

Adolfo Zonis: En el año 90 empezó a funcionar y claro, del


88 al 90 fue toda la puesta en marcha.
Otra interesante experiencia personal fue el tema de la
docencia virtual, en la cual yo fui uno de los primeros do-
centes. También la creación del CEPs, que también motivó
algunas resistencias institucionales y yo participé como uno
de los primeros docentes; me parece que es un espacio muy
interesante que creo que también goza de buena salud.
Bueno, después de todo este recorrido y después de un largo
y esforzado proceso en el cual Héctor –entre otros– es uno de los
gestores, estamos hoy en el IUSAM-APdeBA con un panorama
bastante distinto a toda esta historia que yo fui contando. Por
lo cual voy a hacer algunas reflexiones finales y termino.
¿Cómo veo hoy la institución?, por razones personales
hace muchos años que estoy alejado de tareas organizativas
institucionales, así que mi pertenencia es a través de la acti-
vidad docente, ateneos, Simposium; por lo cual mi visión tal
vez sea sesgada.

• 33
Mi impresión es que en APdeBA se sigue impartiendo una
muy buena formación, con excelentes docentes, en un clima
de mucha pluralidad científica. Hay espacios para desplegar
inquietudes ya sean teóricas, clínicas, técnicas o de investiga-
ción, con una muy buena biblioteca que facilita el acceso a
una información que era inimaginable para nosotros.
APdeBA cuenta también con una estructura edilicia lo
suficientemente confortable para desarrollar todas estas ac-
tividades, aunque tal vez habrá que seguir estudiando otras
formas de solventar los enormes gastos que demanda, para no
seguir aumentando el costo de la formación y pertenencia.
También las actuales circunstancias sociales y culturales
han generado y siguen impulsando necesarias adecuaciones.
En este contexto no es posible hoy pensar en un encuadre de
tres o cuatro sesiones semanales que en mis comienzos no
discutíamos, pero tampoco es sostenible, a mi juicio, desde
ningún marco teórico.
Personalmente no tengo dudas de que el psicoanálisis sigue
siendo el recurso más importante para la comprensión del ser
humano en salud, y una herramienta imprescindible –por su-
puesto no aislada del resto del conocimiento científico– para
la asistencia en las distintas formas de sufrimiento psíquico.
Por esta razón, independientemente de las posibilidades
de instrumentación técnica o del contexto en que nos toque
actuar, el trípode en la formación psicoanalítica y fundamen-
talmente –como decía Freud– el análisis personal, permiten
no sólo brindar una mejor asistencia sino que preserva nuestra
propia salud mental.
En resumen, a pesar de mi devenir analista –para utilizar
el título de la Revista– con muchos cuestionamientos a la

34 •
institución –como ustedes habrán escuchado– en las mismas
circunstancias o en las actuales, volvería a entrar en APdeBA.
Tuve la oportunidad de tener grandes maestros que
dejaron una fuerte impronta en mi formación, pude ir en-
contrando en distintos momentos espacios confortables para
desarrollar mi identidad analítica, cada vez pude ir siendo más
yo mismo tanto en mi clínica como en mi actividad docente.
Por lo que ahora, desde esta mirada en perspectiva, en-
tiendo que esa es la verdadera función de una institución psi-
coanalítica. Por lo cual vuelvo a manifestar mi agradecimiento
y a ustedes por convocarme.

Valeria Apel: Primero quiero agradecer mucho la invitación,


para los que me conocen saben que realmente valoro muchí-
simo el intercambio con los candidatos en formación; eso en
primer lugar, les agradezco.
Y para los que no saben, yo pertenezco a la última camada
de formación del Instituto de APdeBA, yo entré en el 2005,
el IUSAM se crea en el 2006 y soy egresada de Seminarios,
última camada de egresados del Instituto. A partir del año
siguiente ya eran egresados de la Carrera de Especialización
en Psicoanálisis.
Antes de entrar... yo los escuchaba a ustedes y decía qué
historia, qué prehistoria, me fue fuerte escucharlos. Un poco
toda esa etapa, como de un psicoanálisis menos pluralista,
yo la viví fuera de la institución; con análisis personal de alta
frecuencia muchos años antes de entrar a la institución, con
supervisiones por fuera también y haciendo grupos de estudio
con el doctor Brudny, que lo menciono porque fueron una

• 35
marca muy importante en mi devenir, ocho años hice grupos
de estudio con el doctor Brudny.
Y después cambio de analista, también de alta frecuencia
–del primer analista que era de APdeBA, el segundo analista
también de alta frecuencia de APdeBA y supervisores tam-
bién de acá– por una cuestión muy afectiva y de sentir que
había como un clima que me iba a recibir bien, decidí entrar
a APdeBA.
Así fue y pienso que como última camada del Instituto
previo al IUSAM, pienso que puedo tener una mirada un
poco como pivotante: hacia atrás –previo al IUSAM– y hacia
adelante; y pienso que puedo hacer algún aporte para los
candidatos también interesante en relación a los cambios que
yo noto estos últimos diez años de institución.
Cuando me invitaron a participar a la Mesa Redonda de
la Revista pensé que se puede hablar mucho sobre lazos, pensé
desde qué posicionamiento los candidatos en formación me
invitaron a mí, desde qué lugar mío en la institución podría
aportar al diálogo... y enseguida activó un engranaje y dije:
voy a plantear un poco el tema desde donde pienso que pue-
do aportar a ustedes. Y el aporte sería en relación a los lazos
simbólicos de nosotros con la institución y de la institución
con nosotros. Y por supuesto que a partir desde dónde emer-
jan esos lazos simbólicos habrá una resultante en la realidad
que se efectivizará en lazos reales: actividades, propuestas,
participación, etcétera, entre las distintas instancias dentro
de la institución.
Un poco me centralicé en pensar el lugar de ustedes como
candidatos y como aspirantes a miembros también, como que
me parece muy dirigir lo que pensé a los aspirantes a miembros.

36 •
Pensé que está bueno que puedan ir posicionándose hacia
un adelante en el devenir analistas, hacia un adelante con la
profesión de la que vivimos todos.
En relación al lazo que nos une a la institución, nosotros
enlazados con la institución, de qué se trata ese lazo, de qué se
trata ese interjuego de dar a y de recibir de nuestra institución;
ahí está un poco el quid de la cuestión.
Hoy a la mañana estaba en el rectorado y le contaba al
rector –a Rodolfo Moguillansky– un poco cuál iba a ser mi
enlace y él me recordó una frase de Kennedy de su discurso
de asunción a la presidencia de Estados Unidos, que dice:
“Compatriotas, no pregunten qué puede hacer su país por
ustedes sino pregunten qué pueden hacer ustedes por su país,
con la conciencia tranquila como nuestra única recompensa
segura”. Y me pareció que era un poco el tema que yo quería
traer, porque es un posicionamiento.
Y si bien el planteo implica el resultado de una experiencia,
de un explorar y vivenciar por las distintas etapas por las que se
atraviesan en la institución, yo reparto un poco de antemano
las cartas y abro el juego para que una vez repartidas ustedes
puedan tener alguna idea de qué se trata el juego de arrancar
y pertenecer a una institución. Abro el tema para que pueda
quedar suspendido, como en remojo a la espera de respuestas
con el correr de la experiencia.
Pienso que por el momento que ustedes atraviesan en la
institución, está bueno que pensemos esa idea de la institu-
ción como familia, como una gran familia. Hace pocos días
cuando nos visitó Bolognini también lo tomó como metáfora,
acerca de que somos como una gran familia que tenemos que
aprender a convivir entre distintas generaciones y con pares

• 37
de la misma generación. Y yo hacia mis adentros agregaría
una obviedad, pero que es bueno resaltarla, sabiendo que
cada uno de nosotros, sin excepción, somos buenos y malos
en esa convivencia y hay que aprender a transitarla y no hay
otra opción, sino uno se queda por fuera.
Ese escalonamiento institucional para devenir un sujeto
analizado con responsabilidad profesional, implicaría lidiar con
esos vaivenes afectivos de la convivencia. Y algo que también
es obvio y es que a la institución la sostenemos todos y cada
uno de nosotros, por amor al psicoanálisis y a su transmisión.
Si divido un poco los pasos dentro de la institución lo
plantearía del siguiente modo, los pasos desde que arranca uno
con las entrevistas. Una primera etapa de Seminarios, como
de una inmersión a full en el trípode, como una etapa en la
cual la institución nos lleva bastante de la mano, nos guía, nos
pauta, como que el margen de libertad es un poco relativo; así
lo viví yo, por lo menos, en mi experiencia, sentí como una
muy buena recepción y fue una inclusión en donde me sentí
muy guiada, inclusive también el análisis didáctico.
Al finalizar los Seminarios venimos con un envión entu-
siasta por amor a eso que comienza a ser parte de uno mismo,
del devenir analizando. Ese espacio suspendido, esa zona de
transición, del entre.
Finalizaron los Seminarios de formación y estamos por
fuera de una pertenencia. Un poco a este espacio es al que
más quiero referirme, ese espacio institucional de aspirantes a
miembros en el que dentro de muy poquito todos van a estar.
Aspirantes a miembros, enfatizo que esta zona de transi-
ción es clave en el recorrido hacia el devenir analista, ya que

38 •
entraría en escena con ímpetu la cuarta pata del trípode; la
representación mental de la institución, la internalización de
esa representación-institución naciente, como una zona de
empalme de ser únicos en el consultorio de nuestros analistas
a ser uno más entre un montón de analistas, en donde sin
excepción todos somos buenos y malos y queremos lo mejor
para nuestra institución.
Ese transcurrir requeriría de tiempo de internalización,
tiempo al que es importante no acelerarlo y respetarlo; y ahí
es cuando presento este enlace que quiero hacer.
Esta etapa de transición requeriría, desde mi punto de
vista, como de un rol bastante activo de la institución, para
ofrecer un escenario de receptividad a la altura de las circuns-
tancias, a la altura de las necesidades de nuestros egresados de
la Carrera ya aspirantes.
Pienso que esto es fundamental y que se está trabajando
bastante en esa dirección en la Carrera del IUSAM y también,
por supuesto, en APdeBA para recibirlos.
Personalmente considero que el tiempo de ese pasaje por
esta zona no depende ni de una dificultad en el desarrollo del
TIF, del trabajo integrador, y tampoco de un tema económico,
pienso que depende del tiempo que se necesita para elaborar
el deseo de inclusión imbricado con el deseo de ser analista y
el amor por el psicoanálisis.
Formulo una pregunta: ¿en qué consistiría ese rol activo
de la institución, receptivo, a la altura de las necesidades de
nuestros candidatos en formación?
Ilustro una respuesta en relación a esto representándola
con una pintura de Van Gogh que a mí me gusta mucho, que

• 39
se llama Los primeros pasos... donde el niño desesperado para
ser recibido por su padre, posicionado emocional y corporal-
mente en un ensueño a la altura de las necesidades del niño
para acompañarlo en su crecimiento. Ese rol de la institución
pienso que hay que trabajarlo, hay que trabajar bastante para
ese espacio del entre.
¿Cómo se transita ese espacio suspendido, una vez que
nos sueltan la mano al finalizar los Seminarios y tenemos la
impronta híperintensa de nuestros análisis?
¿Sentimos la institución a la altura de nuestras circuns-
tancias?
¿Nos esperan un poco con los brazos abiertos a los futuros
miembros?
¿Qué nos propone la institución para ese espacio del entre?
Desde el lugar que en este momento tengo en la insti-
tución es como que lo pienso bastante, porque me parece
importante el ingreso de nuevos miembros.
Ahora, ya cuando somos parte de la institución iniciamos
un camino de exploración, de un andar a ciegas. Al comienzo
cuando repartí un poco las cartas abriendo el juego del devenir
institucional, planteé el interjuego del dar a y del recibir de.
El explorar la vivencia de ese interjuego que marca un posi-
cionamiento de un modo de enlace con nuestra institución.
¿Recibir como un a priori o recibir como consecuencia
de un posicionamiento?
¿Esperar ser convocado, pautado, o incluirnos en una bús-
queda que implica lidiar con esa gran familia que hablamos?
¿Sentir que APdeBA nos debe algo, que APdeBA tiene

40 •
una deuda con nosotros; o pensarlo como una resultante,
como una recompensa?
Desde mi experiencia antes y después del IUSAM –que
es un poco lo que les decía que me parece interesante apor-
tar– y tomando esta metáfora de Bolognini del intercambio y
enriquecimiento entre generaciones, percibo un cambio desde
que entré hasta ahora en relación al espacio que se le da a los
candidatos y a los aspirantes a miembros.
Mi impresión es que habría como una actitud menos
verticalista actualmente, como una APdeBA en donde bien
ejercida la autoridad se da un mayor intercambio entre las
distintas categorías, en el que se valora el enriquecimiento
recíproco y los valiosos aportes de las generaciones más jóvenes
de la institución dándoles a los candidatos un espacio para el
diálogo, considerando sus aportes para el crecimiento de la
institución y también para temas de toma de decisiones.
Otros interesantes interrogantes en relación al lugar de la
realidad que ocupan los candidatos en formación y los aspi-
rantes, para que pensemos juntos cómo fue evolucionando el
posicionamiento y los mismos con el crecimiento de APdeBA
y el afrontamiento de la crisis; pensé como algunas preguntas.
¿Qué espacios reglamentados curriculares y espacios no
reglamentados, más bien accesorios, nos propone la institución
en las distintas etapas desde que decidimos hacer la Carrera?
¿Cuáles son los espacios institucionales que convocan a
candidatos?
¿Cuál es el posicionamiento de los candidatos en cada
una de las etapas que atraviesan?

• 41
¿Cuál es el alcance de la participación?
¿Hay reglas para ese alcance de la participación de los
candidatos?
¿Se sienten incluidos en actividades institucionales?
Traigo estas preguntas porque desde mi lugar como re-
presentante de esta tercera generación, pienso que el grado de
inclusión de los candidatos y aspirantes a miembros ha sido
un tema fundamental que marca una diferencia en el antes y
el después del IUSAM y lo resalto porque lo vivo así.
Para mí el Instituto Universitario –por la razón que sea–
ha ido creando espacios para la participación y el diálogo con
candidatos y aspirantes, y con el correr del tiempo pienso
que tienen que ir ampliándose, lazos reales de la realidad que
permitan que el diálogo en esta familia permita una inclusión
importante de los aportes de los candidatos.

María Fernanda Iglesias: Buenas noches. Yo como no tengo


tanta historia zafé. Mi paso por la institución comenzó –yo
podría decir– que antes de recibirme, cuando pasaba por acá,
por la puerta –muchos ya conocen la historia pero no importa,
el público se renueva– pasaba por la puerta de APdeBA y decía:
“Yo voy a estar ahí alguna vez”, todavía no me había recibido.
Y acá estoy, hablando de las generaciones y de la insti-
tución.
Les voy a ser sincera, cuando Jerónimo Moretti –director
de la Revista Devenir, de nuestra revista de los analistas en
formación– me dice: “Se me ocurrió esta Mesa, ¿querés venir?”,
yo dije enseguida que sí.

42 •
Hoy cuando lo pensé, dije: “¡Uy, ¡qué nervios!”, pero de
esos que casi te medican, porque estaba muy nerviosa. Pero
enseguida recordé quiénes iban a estar en la Mesa, entonces
dije: va a estar la experiencia, la humildad, el amor, la gene-
rosidad... y no podía salir nada mal. De cada uno de ellos
tengo algo, Adolfo Zonis ha sido mi profesor en Psicoanálisis
en una de las primeras materias que hice acá, que es Psicopa-
tología y Salud Mental, de él lo que más aprendí, además de
psicoanálisis, es el humor, lo importante que es el humor y a
transmitir el psicoanálisis desde ahí.
De Valeria me gustaba su forma de dar las clases, ahora
se está enterando. Y otra cosa me encantaba: los anteojos que
tiene... entonces mis primeros anteojos, Valeria, para que lo
sepas, fueron como los tuyos.
Y el doctor Guillermo Lancelle, que no sabía que estaba en
APdeBA pero que tiene su consultorio en el mismo lugar que
yo tengo mi consultorio y lo vi un día acá, en la institución,
resulta que muy generosamente me dejó libros de regalo, se
los dejó al encargado y le dijo: “Estos son para esta chica” y
le hizo una pregunta al encargado, le dijo: “¿Esta chica sabe
inglés?”. Todo voy a contar, entonces el encargado le dijo:
“No sé si sabe inglés” y él le dijo: “Bueno, decile que si no
sabe, aprenda”.
Y esa es una de las cosas de esta institución y lo tengo de
cada uno de los docentes, que es el humor; no se puede hacer
psicoanálisis sin humor, psicoanálisis sin humor, no.
Así que bueno, esta institución es como mi familia; es
un hogar donde si te vas, te dicen: “¡Éxitos!, pero sabés que
tenés las puertas de casa abiertas”, y siempre te llama un tío,
un hermano, un padre para decirte: “Vení a comer” y eso es lo

• 43
que siento que hacen con cada uno de nosotros, no solamente
conmigo, yo lo veo con todos mis compañeros.
Así que Rodolfo Moguillansky, Sara Zac, Silvia Nussbaum,
Horacio Barredo, Alfredo Ortiz Frágola... y muchos, todos los
docentes me dejaron algo y no pierden la oportunidad de decir-
nos: “Ésta es tu casa”, “Dispongan”, “Cuenten con nosotros”.
Los analistas en formación –de quienes hoy soy presiden-
te, así que estoy agradecida y orgullosa– como nos tomamos
en serio lo que nos dicen ya comenzamos hoy con nuestra
primera actividad del claustro, el taller de supervisión y se
nos van ocurriendo cada vez más cosas, digamos a ver si es
verdad esto que nos dicen “hagan”, a ver si nos dejan hacer...
Así que todos los jueves a la mañana tenemos un aula –que
es el Aula 1, que es de los analistas en formación– y ahí ideas,
pensamientos, compañerismo, pasión y por sobre todas las
cosas el amor a la institución, con muchas ganas de cuidar y
de ayudar a seguir creciendo.
Entonces, ¿la institución de ayer sigue siendo la institu-
ción de hoy?
Por lo que acabo de escuchar esa era una pregunta que me
quedaba abierta porque no sabía qué era lo que iba a escuchar.
Creo que en la pasión sí sigue siendo, yo me preguntaba: “¿y
qué es ser psicoanalista?, ya soy psicóloga, tengo mi consul-
torio”. Y la respuesta es que si es ser como cada uno de ellos
entonces sí, quiero ser psicoanalista; si es ser como cada uno
de los miembros de esta institución, entonces sí, no solamente
por los libros, por cada uno de ustedes que son maestros; y
digo maestros y no profesores porque no solamente explican
y transmiten una teoría, sino experiencia; y cuando digo hu-
mildad, digo nos cuentan que se equivocan y eso está bueno,

44 •
sobre todo para nosotros que estamos empezando y que nos
equivocamos.
Lo que traemos los analistas en formación, entonces, no
tiene que ver con la esencia de la institución, eso más bien es
lo que nos hace quedarnos en la institución, sino que tiene que
ver con esto de seguir cuidando al psicoanálisis, entendiendo
que es otra época que aquella en que comenzó, pero que es
nuestro motor.
Yo escuchaba lo de las cuatro sesiones, lo de las tres
sesiones... y seguimos peleando y queremos dos y queremos
una... No sé, creo que cuidar el psicoanálisis cuando hay tantas
terapias o psicoterapias que son “aquí, ahora, ya”, es nuestra
tarea y es un desafío, nuestro devenir como psicoanalistas.
Así que gracias a todos y ese es mi recorrido por la ins-
titución.

Jerónimo Moretti: Muchas gracias a los cuatro. No sé si alguien


del público quiere hacer algún comentario, alguna pregunta...

Héctor Ferrari: Les agradezco mucho esta emotiva recor-


dación de parte de nuestra historia, de mi historia y de todo
lo que se refirieron a través del relato.
No quiero alargar lo que voy a decir sino simplemente
alguna idea. Cuando uno trata de reconstruir una historia
siempre es parcial, pero es cierto que APdeBA inicialmente
fue muy kleiniana, tenía un núcleo muy reconocido, nacional
e internacionalmente, como una institución con una dirección
teórica muy firme y que se defendía a rajatabla.

• 45
Luego eso se fue atenuando, hubo muchos factores para
eso, pero uno de esos factores fue que un grupo –que lo
mencionó Zonis– que era el grupo del Lanús que venía con
una formación –donde había estado Goldenberg– y con una
experiencia formidable desde otro ángulo, empezó a trabajar
otra modalidad de enseñar el psicoanálisis.
Creo que eso fue muy importante y me llevó a pensar lo
que muchas veces se dice de aquella iniciación kleiniana nos
transformamos, por suerte, en una institución pluralista, lo
cual es ciertamente algo bienvenido pero me hizo preguntar
si como institución el pluralismo basta para definirnos y mo-
vilizarnos con un proyecto de futuro.
Me parece que es una pregunta fundamental, más cuando
encima del pluralismo –que requiere además una conducción
muy fuerte que me parece que todavía adolecemos– se produjo
un quiebre fundamental en la cuarta pata. En ese contexto
fundamental que es la institución, este encuadre que nos cobija
a todos se transformó y todavía no le dimos la suficiente di-
mensión a lo que eso significa, sobre todo para ver la dirección
hacia dónde vamos, me parece, que es fundamental. Y eso para
los candidatos también, en términos de a dónde están y hacia
dónde van, me parece que es fundamental ir ya perfilando
alguna definición hacia dónde vamos con este nuevo envase
que tenemos, casi inédito en el mundo, que es una institución
analítica que por primera vez tiene un envase universitario.

Guillermo Lancelle: Para mí hay una pregunta que me


resulta fundamental y que despierta toda mi curiosidad en
realidad, porque un grupo humano –para llamar de algún
modo a estas cuatro generaciones en conjunto– un grupo

46 •
humano que en el lapso de pocos años hace una primera
fundación –que fue la de APdeBA– y que a los pocos años
hace otra fundación –que es el IUSAM– algo pasa; cuál es la
dialéctica de eso que pasa, cuál es la razón.
Me parece que ese es un fenómeno realmente complejo,
interesantísimo. Fíjense, esquematizando un poco el primer
paso es: fundamos otra asociación, fundamos APdeBA para
–utilizando las mismas palabras que ella– cuidar el psicoa-
nálisis, porque en APA se empezaba a descuidar. ¿Qué había
de descuido?, por ahí algún análisis con más baja frecuencia,
cierta introducción de debates ideológicos... la cuestión que
era una pureza que se estaba ensuciando en nuestra visión.
Se ha dicho muchas veces que precisamente el motivo de
la fundación de APdeBA era por una razón ética, cuidar el
psicoanálisis. Y así fue y además eso le dio –por mucho tiempo
y creo que hasta ahora– una impronta en la opinión pública
que nos concierne: APdeBA era el lugar del psicoanálisis serio,
el más ortodoxo, el mejor en todo sentido. Es decir asumimos
esa tarea de cuidar el psicoanálisis apartándonos de un grupo
que se estaba corrompiendo. Ahora ocurre que mientras tanto
esto es como un proceso de retraimiento, de aislamiento, de
no juntarnos y de diferenciarnos de otros.
Pero resulta que simultáneamente habría una cosa y es
que con nosotros los candidatos, yo era candidato en APA, se
empezaba a practicar una mala práctica; la mala práctica para
los que estaban haciendo la carrera analítica era hacer otra
cosa que la carrera analítica, para que entiendan la atmósfera:
el primer día que nos recibe el presidente de APA, termina
diciendo: “Olvídense de la dedicación de los fines de semana
a la familia, acá van a tener que estudiar mucho, el tiempo no

• 47
les va a alcanzar”... y terminó diciendo: “Lo que les ofrecemos
es sangre, sudor y lágrimas”. A tal punto que un compañero
muy gracioso, dijo: “Yo creía que la influencia del psicoanáli-
sis inglés era a través de Melanie Klein, pero no de Winston
Churchill: sangre, sudor y lágrimas”.
Pero resulta que venía ocurriendo esto y vos empezaste
el Lanús...

Adolfo Zonis: No, yo venía del Lanús.

Guillermo Lancelle: Yo iba al Lanús pero ojo, en nuestro


Seminario éramos doce candidatos y Jorge Maldonado y yo
éramos vistos con cierto recelo porque éramos dos tipos que
íbamos al hospital, no se entendía para qué íbamos al hospital.
Digo esto porque muy poco tiempo después, junto a ir
al hospital también empiezan a surgir los prepagos, etcétera,
es decir el psicoanálisis mediado por terceros porque los que
pagan son otros. Entonces resulta que el psicoanálisis puro se
empezaba a tener que teñir de suciedad por la supervivencia
concreta, de carne y hueso, y porque esos eran los pacientes
que había, ahí eran las derivaciones posibles, etcétera.
De modo tal que de hacer necesidad virtud, los psicoa-
nalistas empezaron a descuidar el psicoanálisis o a descuidar
su pureza, ¿por qué?, porque se empezaba a mezclarlo con
psicoterapias psicoanalíticas, con sugestión, con psicofár-
macos, con médicos, algunos usaban guardapolvo –a mí por
ejemplo me gustaba el guardapolvo– entonces parecía que esto
se deshacía de nuevo.

48 •
La cuestión es que –otra cosa curiosa– pasa un tiempo
más y surge la peregrina idea de hacer un Instituto Univer-
sitario. Es para volverse locos porque primero nos retiramos
para no contaminarnos, después empezamos a contaminarnos,
después que nos estuvimos contaminando vamos a hacer una
institución para que sea más abierta...
Justamente si la seguridad, la garantía está dada por el
aislamiento, entonces esto es absolutamente todo lo contrario
y se empieza a discutir entonces poco a poco la frecuencia de
las sesiones, etcétera.
A lo que voy es que es un fenómeno realmente interesante
y complejo, y hay que ver el fenómeno también desde esta
perspectiva porque aclara muchísimo.
Para terminar, el IUSAM también creó anticuerpos,
porque si bien el ateneo y APdeBA estaban muy jerarquiza-
dos, estaban muy jerarquizados y concitaban y motivaban a
la gente, el IUSAM fue una idea de unos pocos; lo que –si
no me equivoco– tiene bastante que ver con la necesidad de
una apertura, una apertura que en la época que se cuidaba al
psicoanálisis era una herejía, realmente era una herejía, no se
entendía para qué.
Y en general, durante un tiempo, aunque a regañadientes
se aprobó la idea de la fundación de un Instituto, en la cual
después no sabíamos lo que nos esperaba con Héctor Ferrari,
que durante diez años estuvimos a cargo de la fundación y de
toda la formalización de la cuestión del Instituto.
Entonces esta contaminación de la universidad dentro
de una institución psicoanalítica, como muchos respetables
miembros de APdeBA en su momento dijeron: “Nosotros

• 49
tenemos que formar en psicoanálisis, la universidad está de
más”, yo soy testigo de estos comentarios opuestos a la crea-
ción; pero la cuestión es que las aguas contaminadas ganaron
y se formaron Carreras que no es el psicoanálisis puro de
las cuatro sesiones, sino que se creó una Carrera de Familia,
otra de Psicopatología –muy resistida en su momento, muy
aprobada ahora–.
Lo que quiero exponer es que es bueno tener en cuenta
la historia, la evolución de un grupo y por qué... Y el mejor
homenaje o lo mejor que podemos hacer con la colaboración
de las generaciones distintas –en este caso de cuatro– es preci-
samente mostrar cómo asumimos una serie de contradicciones
y tenemos –más o menos, bastante bien, con un esfuerzo
creativo porque el IUSAM yo creo que ha sido un esfuerzo
creativo de muchos que progresivamente fueron apoyando, o
por lo menos creyendo que era bueno para el mantenimiento
y para la vigencia tener un Instituto Universitario– y como
dice Héctor en un momento determinado había más gente
del exterior que aprobaba: me acuerdo de Borensztein, me
acuerdo de Otto Kernberg que le parecía fantástica la idea de
la creación del IUSAM. Y acá estamos.

Rodolfo Moguillansky: Me gustó mucho esta Mesa, me


hizo recordar muchas cosas. Yo soy como una especie de ge-
neración intermedia entre Adolfo y Guillermo, yo era parte
del Instituto intermedio que era los que iniciamos nuestra
formación en APA.
Un par de cosas, buena parte de los que éramos can-
didatos en aquel momento elegíamos analistas por razones
transferenciales muy particulares y eran que buena parte de

50 •
los analistas de aquellos candidatos eran los amigos de Gol-
denberg; y en última instancia esos amigos de Goldenberg
eran aquellos que colaboraban con el servicio de Goldenberg
dando supervisiones y eran los que estaban en el Ateneo y
entraron después a APdeBA, nosotros no participamos dentro
de toda esa división.
Me impactaron mucho, me impresionaron mucho todas
las anécdotas que contaba Adolfo, yo podría contar muchas
cosas de ese tipo.
A ver, le daría un sesgo –un determinado sesgo– a todo
aquello. Yo creo que APdeBA-IUSAM es el producto de un
fuerte mestizaje, mestizaje entre lo que era la camada inicial
que era un grupo que si bien era fuertemente kleiniano no
era un grupo tan homogéneo, en ese grupo había freudianos
como Ricardo Avenburg o Jorge Carpinacci y winnicottianos
como Guillermo o como Alfredo Painceira, había gente de
distintas layas y dentro del grupo kleiniano yo diría que ha-
bía un personaje –que es un personaje muy interesante– que
es Horacio Etchegoyen; Horacio Etchegoyen si bien era un
kleiniano era alguien que había tenido la notable experiencia
universitaria, siendo profesor de psiquiatría se mandó solo a
Mendoza y hizo una psiquiatría dinámica allí.
Y me parece que eso también forma parte de ese proceso,
de aquellos que veníamos como ex residentes del Lanús –que
era una buena parte de la camada– y el primer envión de AP-
deBA fue armado entre un grupo de didactas y un grupo de
candidatos, prácticamente no había una generación intermedia.
Parte de ese mestizaje se produjo además de la mano de
Wender, en el año 84 nosotros –los que éramos candidatos que
empezábamos a ser adherentes– armamos un movimiento que

• 51
se llamaba El movimiento de los lunes, pidiendo un cambio en
los sistemas electorales dentro de APdeBA que llevó –ya más
adelante– como presidente a Wender; era Wender y un montón
de jóvenes que estábamos ahí dando vuelta. La vicepresidente
de Wender era Sarita Zac, estábamos Héctor y yo como vo-
cales en esa Comisión y es un mérito importante de Wender
el haber ampliado y abierto una serie de fronteras, durante el
gobierno de Wender se crean las Áreas, empiezan a crearse áreas
de interés –el área de psicosis, el área de familia– empiezan a
crearse distintas áreas y hay un nivel importante de apertura.
Me parece que dentro de ese proceso de mestizaje, si bien
con alguna resistencia por parte de la vieja camada, hay que
reconocer que esta gente se enroló y participó de todo ese
proceso de mestizaje.
Como una anécdota más, yo diría que Horacio Etchego-
yen tuvo el mérito desde la posición importante que él tenía en
el ámbito de la academia, que fue uno de los tres miembros que
a la vuelta de la democracia colaboraron para la creación del
Departamento de Salud Mental de la Facultad de Medicina,
del cual Héctor en algún momento fue director.
Y me parece que el IUSAM actual es un poco hijo de
todas esas experiencias. Y diría que una cosa notable que tiene
APdeBA es, además de los padecimientos que tuvimos por
distintos conflictos, es la notable capacidad que ha tenido de
procesar conflictos; diría conflictos serios e importantes, en
donde se armó una sociedad mucho más plural donde siendo
una sociedad no del tamaño de APA, hubo dos presidentes
latinoamericanos de la IPA.
Es notable como proceso, como también es notable el
proceso del IUSAM, de crear una universidad en donde con-

52 •
vivan la Especialización en Psicoanálisis con otras Carreras
de Salud Mental y cuando Héctor preguntaba hacia dónde
vamos, yo diría: vamos hacia una institución psicoanalítica
fuerte, pero además con fuerte anclaje en la salud mental;
en donde me parece que el desarrollo va conservando como
motor el psicoanálisis, hacia ese lado. Por lo menos esa es la
dirección como yo la pienso.

Jerónimo Moretti: La verdad que después de escuchar la


historia de cada uno y en la línea de lo que también decía
Rodolfo recién, me parece que la historia es un poco una
historia de aperturas; desde lo que contaban del comienzo y
de todo lo que se fue haciendo me parece que es una historia
de aperturas y que la apertura es bienvenida.
Así que muchas gracias a todos... (aplausos y corte final).

• 53
Entrevista al
Dr. Ricardo Avenburg
Lic. Juliana Camacho
Lic. Javier Guardia Canales

Juliana Camacho: La idea es utilizar este espacio, que te


agradecemos mucho, para conocer un poco sobre ti, de tu
experiencia como psicoanalista, lo que fue tu formación y
cómo evalúas hoy aspectos de la formación misma y de la
práctica, después de tantos años de ejercicio. Básicamente eso.

Ricardo Avenburg: Tendríamos que estar cuatro días, cinco


días hablando…

Juliana Camacho: Sí, sabemos que somos ambiciosos, pero


vamos a tratar de recorrer un poco estos temas que te men-
cioné.

Ricardo Avenburg: Sería centrando en mi formación pri-


mero, cómo llegué al psicoanálisis.

Juliana Camacho: Sí, por ejemplo...

• 55
Ricardo Avenburg: Mi primera relación con el psicoanálisis
fue con mi pediatra, mi pediatra fue Arnaldo Rascovsky, que
fue uno de los fundadores de la Asociación Psicoanalítica; lo
quería mucho. Estudié Medicina, la hice entre el 49 y el 55,
y en aquel momento el psicoanálisis era muy mal visto por
todos los médicos: era superchería, son todos estafadores, etc.
En general en mi generación todos los chicos tomábamos
remedios, fui operado de la garganta y no había tomado un
remedio en toda mi infancia, realmente lo quiero mucho en
ese sentido –¿no?–. Recuerdo que una vez vino a casa y trajo,
en el año 43, el primer número de la Revista Psicoanálisis; yo
la iba a leer, pero a mis padres les parecía que yo era muy chico,
yo tenía 10 años: “¿Cómo vas a leer esto?”. Al final no la leí...
Después empecé Medicina y poco a poco me fui intere-
sando por la parte psicológica. En ese momento, en la Facultad
de Medicina los profesores eran psiquiatras exclusivamente y
contra el psicoanálisis.
En aquella época había tres corrientes: los psiquiatras clá-
sicos, los comunistas, que eran de Pávlov, y los psicoanalistas;
eran las tres peleas en los Congresos, las tres corrientes que
peleaban en los Congresos.
Yo estaba en cuarto o quinto año de Medicina y estaba
con mis padres en un hotel en Mar del Plata y una tía mi
dijo: “Mirá, acá hay un psicoanalista, Pichon Rivière”. Yo
dije: bueno, voy a hablar con él... entonces me acerqué y le
dije que me interesaba saber del psicoanálisis; me llamó la
atención porque en general los profesores eran muy secos, muy
derechos... él fue muy amable, me acercó una silla, se puso a
charlar... Le pregunté cómo era la formación psicoanalítica y
me comentó cómo era la formación, etc., fue muy agradable

56 •
realmente, me sentí muy bien con él. Un paso siguiente fue
que yo ya quería analizarme...

Javier Guardia: ¿Para esa época qué edad tenías?

Ricardo Avenburg: Yo para esa época tendría 20 años, más


o menos. Pero antes también quería analizarme porque se
acumulaban muchos problemas en uno y en aquel momento
no tenía con quién hablar. Mis interlocutores eran mis amigos
–por supuesto– pero uno cuenta con ellos hasta cierto punto,
los otros interlocutores importantes fueron –yo estudié Mú-
sica– mi profesora de piano, mi profesora de armonía, pero
uno no hablaba de cosas personales pero sí de política, de
música, de arte, de cultura. Mi hermano se estaba analizando
con Isabel Luzuriaga, discípula de Pichon, entonces yo fui
donde ella y le conté un poco mi idea... Me dice: “¿Por qué
no le habla a Pichon Rivière?”.
Yo le digo: no, lo que pasa es que ahora no tengo plata.
“Pídale hora, él le va a dar dentro de dos años recién, pero
pídale la hora”.
Fue lo que yo hice, le hablé y me dijo: “Me va a tener que
esperar”. “Sí, ya sabía”. “Me va a tener que esperar un mes
porque me voy al Congreso de Ginebra y dentro de un mes
podemos empezar”.
Yo le dije que no tenía plata, mi papá iba a vender un
terreno y a lo mejor con eso iba a poder pagar... “Empezamos
igual”, así que le pagaba cuando podía. Para mí fue una apertu-
ra importantísima y ya ahí me metí. Yo todavía era estudiante,

• 57
estando en análisis me recibí y le digo: “Durante dos años yo
quisiera pasar por distintas especialidades para meterme más
en la Medicina, en la clínica, aunque después me dedique a
la psiquiatría o al psicoanálisis”.
Me dijo “¿Para qué va a hacer eso?”; él en ese momento
estaba asesorando un servicio del Hospital Borda, que era el
Hospicio de las Mercedes en aquel momento [...].

Juliana Camacho: ¿Y después, entonces?, así empieza tu


análisis...

Ricardo Avenburg: Empecé mi análisis y empecé a ir al


Hospital Borda, a trabajar en el Borda y asistía a las super-
visiones de Pichon en el Servicio donde el jefe era Méndez
Mosquera, que era uno de los médicos que trabajó con Pichon
en el servicio de adolescentes, antes que a Pichon lo echaran.

Javier Guardia: ¿Por qué lo elegiste a Pichon Rivière?

Ricardo Avenburg: Bueno, tenía el contacto con él, me


compró... y la otra opción era Rascovsky, eran las dos opciones.
Rascovsky era más maníaco y, aparte, con respecto a la Música,
cuando fui a lo de Rascovsky tenía música de cumbia y qué sé
yo; y Pichon tenía música clásica... Como personalidad Rasco-
vsky era muy expansivo, después fue uno de mis supervisores
–¿no?– pero como analista Pichon me llenaba absolutamente.

58 •
Juliana Camacho: ¿Y cómo fue ese paso de decidir entrar a
una formación en psicoanálisis?

Ricardo Avenburg: Eso de entrada, ya de entrada no tuve nin-


guna duda. Había una sola formación, me explicó cómo era...

Juliana Camacho: ¿Cómo terminas llegando a APdeBA?

Ricardo Avenburg: A APdeBA todavía no... Primero era


APA, que recién se había creado, había una sola institución
y era un clima muy diferente, era un clima donde de alguna
manera... Freud dice que en los grupos hay dos etapas, señala
una etapa inicial y una final; la primera etapa es el comienzo
de los grupos que el modelo es el grupo familiar, primero son
familias que después se institucionalizan y después terminan
en lo que Freud llama masa artificial, que es donde predomina
lo formal, el modelo es el ejército y la iglesia. Y toda institu-
ción fácilmente se transforma de lo familiar a estos grupos
más artificiales.
En aquel momento –yo estoy hablando del año 55, 56–
era un grupo familiar, éramos todos familias, tu analista era
tu papá, si era una analista mujer, tu mamá. Los términos que
se usaban eran los términos familiares, nos conocíamos no
sólo los que formábamos sino prácticamente la gente que se
analizaba en Buenos Aires éramos todos conocidos.
Así que realmente en ese sentido era una época muy linda
y que me gustaría mucho que se pueda reconectar desde donde
sea, reconstituir ese tipo de relación muy directa; había peleas

• 59
–por supuesto– en ese sentido Pichon y Rascovsky estaban en
grupos opuestos, Rascovsky era el predominio de la subjetivi-
dad, estudió el psiquismo fetal; Pichon se opuso al narcisismo,
hay relación de objeto de entrada y enfatizó todo lo social, y
en la formación con Pichon había mucho tratamiento indi-
vidual, grupal, sociológico, hacíamos encuestas, él estuvo en
contacto con Gino Germani, que fue uno de los fundadores,
creó las primeras instituciones con encuestas tanto políticas
como comerciales.
Y nosotros nos analizábamos, teníamos pacientes, super-
visábamos... Los principales discípulos de Pichon eran Liber-
man, Bleger, que fueron las personas con las que supervisaba.
Pichon era mucho del aspecto social, yo podría hoy disentir
con muchas cosas de tipo teórico pero como actitud frente a
la vida yo lo quiero y para mí fue muy importante. [...]
Pero yo creo que mucho de la pelea de Pichon con
Rascovsky eran rivalidades por el mismo analista, eran más
problemas de tipo transferencial y contratransferencial que se
jugaban muy mezclados con lo científico. Era un grupo fami-
liar, transferencial, donde lo infantil se juega con lo adulto y
lo adulto con lo infantil. Una época muy creativa, muy linda,
de mucho entusiasmo...

Javier Guardia: ¿Cuánto tiempo tenía APA en esa época?

Ricardo Avenburg: APA se creó en el año 43 –creo– y esto


era en el 55, 56.

60 •
Javier Guardia: O sea que tenía poco tiempo...

Ricardo Avenburg: Sí, era reciente. Los fundadores fueron


Garma, Cárcamo, Pichon, Rascovsky... fueron los fundadores
de APA y del psicoanálisis en Argentina.

Javier Guardia: Nos cuentas que una de las cosas que tú


recuerdas de esa formación en APA es este contacto familiar
que había. Aspecto que tú, de alguna manera, quisieras que
se vuelva a rescatar, ¿no?

Ricardo Avenburg: Yo cuando entré en APdeBA... paso


etapas porque APdeBA fue hace cuarenta años, o sea en el año
75, 76, y estaba hablando de APA del año 55, veinte años atrás.
Por un lado hubo toda una transformación con la llegada de
los analistas ingleses acá –Hanna Segal, Betty Joseph– porque
en aquel momento ya había demasiada promiscuidad. Prácti-
camente todos los analizados éramos los discípulos de nuestros
propios analistas, cosa que está bien en un sentido pero en
otro sentido se pierde distancia, porque ya había una cosa más
de tipo “uno lucha por”; teníamos a nuestros analistas como
profesores de Seminarios.
Cuando llegan los ingleses lo primero que decían era:
“Andá a hacer otro análisis”. Para los ingleses Argentina era
muy importante porque era la única escuela kleiniana, porque
acá hubo todo un desarrollo kleiniano; para Klein era muy
importante tomar lugar en Argentina, entonces trató de or-
ganizar –institucionalizar– no masa artificial pero sí una ins-

• 61
titucionalización: análisis didáctico no menos de cuatro veces
por semana, supervisiones una vez por semana, el analizado
no puede tener al analista como profesor...

Javier Guardia: O sea, Ricardo, antes de que lleguen los


ingleses, ¿el sistema del modelo de la formación era otro?

Ricardo Avenburg: La formación era totalmente libre, no


había una cosa –así– general, estaba la IPA pero... muchas
veces me analizaba cuatro, tres o dos veces por semana según
el tiempo que tenía Enrique, había una cosa muy caótica,
diríamos.
Yo la quiero mucho a esa época porque fue una época
muy importante en mi formación, en mis estudios, etcétera.

Juliana Camacho: Si tomamos todos estos elementos –a


grandes rasgos– que nos cuentas de la época de tu formación,
¿qué representó para ti el momento de la formación?

Ricardo Avenburg: Es lo que más quiero. Yo ya después de


mi formación hice un viraje porque yo supervisé con todos
los analistas kleinianos, acá era mucho Grinberg, Cesio, que
seguían mucho la línea kleiniana, Pichon también, Liberman
también, todos seguían la línea kleiniana. Cárcamo no, pero
prácticamente todos los que estaban en APA seguían la línea
kleiniana. Yo supervisé con Bion, con Klein no, porque mu-
rió medio año antes de que yo llegara a Inglaterra, y llegó un
momento en el cual yo sentía que todo era muy interesante.

62 •
Pero cuando yo ya tenía que dar clases –ya me había reci-
bido y empezaba a dar clases– sentía que me repetían: posición
esquizoparanoide, posición depresiva, todo lo mismo. Y dije:
bueno, Freud debe ser viejo pero es el fundador, entonces me
puse a leer la obra de Freud, la leí de adelante para atrás, Pichon
siempre decía que es bueno leer no del principio al final sino
empezar por el final y después leer poco a poco para atrás; el
principio adquiere otro sentido cuando uno lee algo desde el
final. Entonces yo leí la obra de Freud primero de adelante
para atrás y después de atrás para adelante.
Después llegó la traducción de Strachey en el año 60,
que era una traducción muy –muy– cuidada y con muchas
notas; las notas que están todas en la edición de Amorrortu,
pero Strachey decía: este mismo tema lo trató Freud en tal año,
en tal año y en tal año... es realmente una edición excelente.
Leí a Strachey de adelante para atrás, de atrás para adelan-
te; pero poco a poco fui estudiando alemán también, entonces
después leí a Freud en alemán de adelante para atrás, así que
más o menos a Freud lo conozco. Pero para mí es siempre un
descubrimiento, yo leo hoy Freud –después de tantos años–
y cada vez me sorprendo con cosas nuevas; yo creo que no
hay ciencias que se pongan viejas, hay autores que se ponen
viejos, pero Freud está vivo... como está Platón vivo, no se
puede decir: Platón está viejo, Aristóteles está viejo... No, no
es viejo, están vivos, son autores vivos.
Así que yo ahí empecé a moverme solo, muchos decían
que yo no hacía análisis porque yo no me manejaba en la
transferencia. Primero sí me manejaba, estaba la técnica tam-
bién que en ese momento eran intervenciones puramente
transferenciales, no se puede preguntar, no se puede decir

• 63
nada más que interpretar, interpretar la transferencia y sobre
todo la transferencia negativa, después de lo que sacó Klein de
que la envidia es expresión del instinto de muerte, para poder
curarla hay que elaborar el instinto de muerte, entonces todo
el tiempo transferencia negativa.
En ese momento se trabajaba en silencio, hablaba el pa-
ciente, uno no contestaba preguntas ni hacía preguntas. Los
pacientes se curaban igual... yo creo que hay una cosa muy
importante en el análisis... lo que pasa es que me voy para
veinte ramas...

Javier Guardia: No te preocupes.

Ricardo Avenburg: En el análisis yo creo que hay una cosa


que es fundamental, uno cuando piensa algo en voz baja,
piensa. Pero si eso mismo que uno piensa uno lo dice en voz
alta y se escucha a sí mismo decirlo en voz alta, ya hay una
apertura que a uno se le abren nuevas vías; cuando uno se
escucha decir –como viniendo desde afuera– lo que piensa.
De modo que el hecho mismo de poder acostarse y poder
hablar en voz alta de lo que uno piensa, ya eso es terapéutico;
más allá de lo que diga el analista que siempre puede agregar
alguna cosa de acuerdo a la escuela, etc.
Cuando inicié, decía: ¿qué tengo que hacer con el
paciente?, y Bleger me dijo: “Y haga lo que le hacen a usted”.
Con esa condición empecé y los pacientes mejoraban.
Pero después yo empecé a cambiar, de repente un paciente
que no andaba yo digo: ¿pero por qué no voy a interpretar

64 •
un sueño como hace Freud?, y agarré el sueño y empecé a
preguntar detalles... y ahí se me abría todo un mundo.
Yo creo que fui el primero en retomar a Freud acá en la Ar-
gentina, que al principio se me decía que yo no hacía análisis.

Javier Guardia: En esa época, ¿qué encontraste en Freud


para querer retomarlo?

Ricardo Avenburg: Una serie de conceptos... por otra parte


también hay una cosa, yo tenía muchas inclinaciones cultu-
rales –musicales, literarias, etc.– con la Facultad de Medicina
eso se tapó y con Klein también; con Freud se me abrió de
vuelta el mundo cultural de mi adolescencia porque Freud es
una apertura a la cultura general, no es transferencia positiva
y negativa, es una apertura Un recuerdo infantil de Leonardo
Da Vinci, Tótem y tabú... para mí fue una cosa que reabrió.
¿Ahora qué pasó cuando se fundó APdeBA?, porque
un poco apuntamos a APdeBA también. La APA se había
transformado en una masa artificial en gran medida, una cosa
de tipo formal. Yo –ya era didáctico– estaba la Comisión de
Enseñanza en ese momento con Liberman que era el director,
Zac –gente amiga– conmigo estaba la Negra Aberastury –que
era la esposa de Pichon– y todo el tiempo: “llegó tal carta, hay
que firmar, hay que firmar”... no podíamos hablar de educa-
ción, de formación psicoanalítica, todo era burocracia. [...]
Y ahí surge el tema de APdeBA, empieza a haber una
especie de... yo creo que en gran parte en la APA había mucha
degeneración. Entonces surgió un movimiento de empezar a
retomar contacto con el análisis.
• 65
En una época también se hablaba de una Federación y de
ahí después surgió la idea de Grinberg, etcétera, de crear una
institución más limpia. ¿Qué fue lo que me trajo a APdeBA?,
porque el tema es que los que formaron APdeBA eran todos
kleinianos y yo no, yo ya tenía otra línea, yo y otros analistas
amigos míos –Carpinacci, Polito– que ya estábamos metidos
más en Freud, pero en general eran todos kleinianos.
Y yo me planteo: ¿qué voy a hacer? Pero lo que pasa es
que necesito una institución nueva, basta de cosas formales
y poder crear.
Yo fui el primer director del Instituto de APdeBA y diría
que en un sentido APdeBA nació vieja, porque nació con
muchas cosas formales: “esto es así, y así, y así”... Yo mucho
no estaba de acuerdo con esto, pero tampoco no me voy a
poner en contra.
Cuando la APA se transformó en una masa artificial,
burocrática y muy caótica, APdeBA fue una institución
psicoanalítica en serio. Tal vez no sea lo que yo esperaba que
sea –la cosa creativa del principio– pero de todas maneras fue
una institución en serio.
APdeBA apareció como una renovación. Yo de todas
maneras lo sentí como demasiado formal, tomé mi propia dis-
tancia y seguí mi propia línea. Y yo creo que en este momento
APdeBA está, está el grupo de Tótem y tabú, por un lado tiene
estupideces, por ejemplo la parte de enseñanza está bajo la...

Juliana Camacho: ¿La Coneau?

66 •
Ricardo Avenburg: La Coneau... yo no estoy acostumbrado
a hablar con iniciales, la última inicial que conozco es PC que
es Partido Comunista, después no existen más...
Por ejemplo yo que fui el primero que retomó a Freud en
la Argentina, no puedo dar un Seminario de Freud porque no
soy ni doctor, ni magister.
Yo sé que podría, si yo quiero puedo, no voy a decir que
no, no hay ningún problema. Pero desde el punto de vista for-
mal muchos de los que tenemos más experiencia no podemos
dar porque no estamos encuadrados dentro de las normas de
la Coneau. [...]

Juliana Camacho: Tú que tuviste la posibilidad de ver tantos


momentos, tanto del psicoanálisis en la Argentina como de
los tipos de formación... Si nos situamos en el 2016, ¿cómo
ves tú la formación hoy en día?

Ricardo Avenburg: Yo hace tiempo no estoy en Semina-


rios, así que... últimamente me había alejado un poco de la
institución. Y –qué sé yo– me fui alejando; hace dos o tres
años dije: bueno, quiero ver de qué se habla y cómo me ubico
yo en relación a lo que se habla, que es un poco –tal vez– la
pregunta en parte.
Yo creo que es importante aprovechar los distintos sectores
en los cuales está dividida, el grupo de Adolescencia, el grupo
de Niños, etc. Yo creo que están dadas las condiciones para
que en cada grupo –creo que pasa eso en Tótem y tabú– se
juegue con más libertad. [...]
No te podría decir cómo veo en APdeBA exactamente, yo

• 67
diría cómo veo el psicoanálisis en general. Muy difícil, por un
lado yo diría que el psicoanálisis es como el peronismo: bajo
ese nombre se coloca cualquier cosa, psicoanálisis no quiere
decir nada. Se usan ciertos términos pero básicamente... hay
cosas que me parecen bien también, hay muchas diferencias
teóricas y eso pasa en todas las teorías, no se puede estar
manteniendo... porque cada uno agarra un aspecto parcial
del conocimiento. Supongamos a Freud, Freud para mí es
una persona excepcional, es una persona al nivel de lo que
era Kant, de lo que era Hegel, de lo que era Marx... son gente
que abarca todo un mundo y que sigue viviendo porque uno
sigue leyendo y sigue descubriendo cosas. [...]
Creo que hay una tendencia... habría que ver qué pasa
en un Congreso Internacional para poder ver un poco más, y
yo creo que hay mucha influencia francesa donde hay mucha
inclusión de sofisticación teórica; para mí a veces me parece
un poco sofisticación teórica “al pedo”, vacía de contenido
para mí. [...]
Yo no me llamo freudiano, yo no soy freudiano; yo no soy
kirchnerista, ni macrista, ni freudiano. Freud es mi interlocutor
principal en psicoanálisis y en la mayoría mi compañero de
juegos; con quien juego es con Freud y con mis amigos con
los cuales juego, por supuesto también, los viernes yo juego
en Tótem y tabú.
Yo creo que es importante rescatar un poco lo familiar,
lo infantil, rescatar el juego, lo lúdico en el conocimiento,
permitirse jugar.
Una profesora de Música decía que Bach –por ejem-
plo– le podía decir a un alumno: “Mirá, escribime toda esta
primera parte del Preludio, empezá por la tónica, seguí por la
68 •
dominante y pasá por acá”... Pero que llega un momento en
que se mete en un barro, es en el barro donde se mete Bach y
embarrándose es donde empiezan a fluir cosas nuevas.
Yo creo que hay que aprender a embarrarse también con
el conocimiento, no decir “esto, esto y esto”... Sino “es esto o
esto, ¿y si fuera esto?, ¿y qué pasaría si fuera esto?, ¿y adónde
me lleva esto?”.
Yo creo que eso se ve poco, pero no es una crítica a APde-
BA en ese sentido porque no lo podría decir. Yo creo que hay
una fuerte influencia francesa que yo no sé si es ideológica o
no, yo con Lacan no me siento cómodo, no es mi enemigo
pero tampoco es mi amigo. Lacan “se sabe esto, se sabe que
esto es esto”, ahora el jueves 6 de octubre se va a presentar
mi libro Conversando con los maestros; es un libro donde yo
tomo distintos autores y discuto con cada uno de ellos.

Juliana Camacho: ¿Dónde será presentación?

Ricardo Avenburg: En APdeBA. Tomo un artículo de cada


uno de estos maestros y charlo con él.

Juliana Camacho: Investigué un poco antes de venir hoy y


me sorprendió la cantidad de trabajos, libros… la producción
que has hecho a lo largo de tu trayectoria en el psicoanálisis.
En tu opinión, a un analista ¿qué le aporta la escritura o el
hacer trabajos, investigaciones?, ¿qué dirías tú que le permite
hacer este tipo de ejercicio?

• 69
Ricardo Avenburg: Es similar a lo que yo decía de pensar en
voz alta, porque si pensás te escuchás. Permitirse escribir, pero
no escribir para presentar tal cosa, escribir primero asociando
libremente: ¿qué se te ocurre?
Porque cuando uno está escribiendo hay una primera
parte en donde escribís lo que ya sabés, pero llegás a una parte
donde no se te ocurre nada, “en este momento estoy podrido,
no se me ocurre un carajo”... escribís todo y de repente se te
arma y ahí pegás el salto y salís del barro.
Primero es tomar conciencia uno, yo hace años que ya no
me analizo; me analicé diez años con Pichon, diez años con
Rodrigué... y yo lo que hago muchas veces es autoanalizarme.
Escribo todos los días una hora todo lo que se me ocurre
y a veces –como escribo todos los días– analizo sueños como
nunca analicé. Hoy día se analiza dos veces por semana, o tres,
pero analizar un sueño –como lo hace Freud– requiere todos
los días porque empezás con tres elementos y sigue todo el
sueño... Uno primero tiene que deshacer el proceso secundario,
el argumento del sueño después a lo mejor lo rescatás, pero
de entrada es como si no existiera. [...]
Pero el objetivo es conectarme conmigo y dialogar con
mis amigos o enemigos; con cada uno yo no peleo, converso:
“De acuerdo a lo que decís tu línea de pensamiento es esta...
yo sigo esta, a ver ¿cómo se juntan o no se juntan? Acá creo
que estamos pensando distinto”, es un poco eso. [...]

Javier Guardia: Y un poco retomando una pregunta que


vos hiciste –Juli– sobre la actualidad del psicoanálisis, tal vez
a nivel mundial, ¿cómo ves el futuro del psicoanálisis por lo
menos en la Argentina?
70 •
Ricardo Avenburg: Muy difícil porque también hay que
definir qué es el psicoanálisis. La palabra psicoanálisis es una
palabra que tiene... No sé bien cómo es el presente tampoco,
porque habría que hacer un estudio más completo de distintas
corrientes.
Yo diría tendría que haber una persona como Freud que
agarre todo y lo desarrolle, pero tampoco lo imagino.
Yo creo que son desarrollos parciales, por ahora un poco lo
que hago yo también es un desarrollo que algunos me siguen
y otros no me siguen; y eso se va desarrollando y se va viendo
sobre la marcha.
Yo creo que ya lo que se llama psicoanálisis no es el psi-
coanálisis de Freud, pero también uno puede decir que lo es
porque son los mismos términos; no es y es... y el ser y el no
ser forman parte del devenir, así que lo que deviene es y no es.

Juliana Camacho: Claro, pero si partimos de la base de cómo


estás viendo un poco todo, teniendo en cuenta esto que nos
estás transmitiendo de que ya no podemos pensar que el psi-
coanálisis es lo que fue para Freud, ¿cuál es el principal reto
que un analista hoy debe enfrentar?

Ricardo Avenburg: Primero preocuparse por el paciente,


que el paciente esté mejor, eso es lo principal, sea como fuere.
La idea –si uno piensa en términos de psicoanálisis– es
abrir barreras de contacto, tomando lo de El Proyecto, abrir
áreas de comunicación entre neuronas, abrir áreas de comu-
nicación entre pensamientos con lo que fuera. Yo creo que eso
es lo más importante, en el sentido de poder hacer que el ser

• 71
humano pueda abrirse a otros caminos, a nuevos o a viejos pero
retomados. Yo creo que es esa un poco la tarea fundamental.
La pregunta ¿cómo era?, me perdí...

Juliana Camacho: Cuál es el principal reto que tenemos los


que nos formamos o quienes ya son analistas, e instituciones
como APdeBA entre otras, cuál debe ser la prioridad también
de las instituciones para atravesar este momento.

Ricardo Avenburg: Para APdeBA diría que no es una ins-


titución que tenga que bajar línea; tal vez alguna lacaniana
baje línea y bueno, baja línea, pero eso es la función de esa
institución; en APdeBA yo no lo veo sino justamente que esté
abierta, que podamos compartir los que nos interese jugar y
discutir; y crear condiciones de juego, crear condiciones de
creatividad sobre todo.
Tomando todo por supuesto: hay un seminario sobre
Klein, hay un seminario sobre Lacan... yo creo que todo eso
tiene que estar abierto y que de alguna manera podamos todos
interactuar, interjugar. [...]
Creo que esa es la función de APdeBA y creo que la está
cumpliendo bien. [...]
Cómo crear ese tipo de condiciones en una institución
de modo que no se centre en un sistema totémico “esto no se
puede y esto se puede”. [...]

Javier Guardia: Ahora hablando un poco sobre la práctica del


psicoanalista, ¿cuáles crees tú Ricardo que son las cualidades
más importantes que pueden determinar a un psicoanalista?
72 •
Ricardo Avenburg: La curiosidad, el preguntar. En Klein
estaba prohibido preguntar y una vez Herbert Rosenfeld –que
era un analista kleiniano de primera línea, uno de los pocos
kleinianos que empezó a trabajar con psicosis– dijo: a mí me
gusta tomar muchas entrevistas al paciente porque así puedo
preguntar, porque ya cuando empieza el análisis no puedo
hacer más preguntas.
Eso me parece una aberración, me parece bien que siga las
entrevistas pero que no pueda hacer preguntas me parece que
va contra el conocimiento básico, la base del conocimiento
es la pregunta. [...]
Esa es la función del analista: estimular la pregunta. “¿Por
qué te pasó esto?”. “La verdad que no lo entiendo, ¿te pasó
alguna otra vez eso?”.
Yo en general dentro de lo que se llama interpretación, yo
no interpreto normalmente. Yo pregunto y dialogo. Pichon
decía que la función del analista es ser co–pensor, pensar
junto con. [...]
Pero yo interpretar no interpreto. Y transferencia, raro...
generalmente me gusta intervenir ahí donde aparecen las
cosas, ¿para qué tengo que llevarlo a complicar las cosas?, si
aparece la relación conmigo por supuesto: “¿Por qué te enojaste
conmigo?, a lo mejor tenés razón”. “¿Qué hice yo?, a ver”...
En general yo más bien trabajo así y creo que la formación
tendría que ser coherente con el maestro; si hay una persona
que piensa que tiene que ser siguiendo la línea kleiniana,
perfecto, me parece bien; interpretar solamente y bueno,
interpretar solamente.
Yo no lo hago, pero no me parece mal que lo hagan por-

• 73
que también es abrir ciertas posibilidades de ver las cosas de
otra manera.

Javier Guardia: Tú nos comentabas que estabas de alguna


manera un poco alejado de la institución. Sin embargo, se-
guro que a vos se te acerca cierta información de cómo va la
formación y en relación a eso, ¿cómo piensas la formación
actual de los candidatos?

Ricardo Avenburg: Yo no tengo mucho contacto pero en


el contacto que tengo no hay nada que me moleste –cosa que
creo que es importante– no hay nada que vea: “¡qué barbari-
dad!”. Debe haber cosas que me parezcan “¡qué barbaridad!”
seguramente, pero básicamente no.
De hecho que haya una comisión de candidatos ya que
esté trabajando y empezando en la Revista Devenir... a mí me
parece muy lindo que se asuma la posibilidad institucional
también desde ese momento. [...]

Juliana Camacho: Justamente te diría que hay cierta inquie-


tud entre nosotros –los candidatos– o por lo menos algunos,
en relación a estos requisitos que a veces existen en relación a
la frecuencia del análisis y otras exigencias que hay. Y se viene
intentando plantear si se debe mantener o hay otras maneras
posibles de realizar la formación.

Ricardo Avenburg: Es un tema el número de sesiones. Freud


hacía todos los días. Cuando yo me formé al principio podían
ser tres –más o menos– pero vinieron los ingleses y eran cuatro;
también me analicé cuatro veces yo.
74 •
Pero después en la práctica hoy en día nadie analiza cuatro
veces por semana. Obligar tres veces por semana me parece
bien, ¿pero cómo se mide la frecuencia? Yo tengo pacientes
que vienen una vez por mes y la verdad que mejoraron mucho.
Claro, no podés analizar un sueño con detalle, pero dos veces
por semana tampoco; tres veces por semana más o menos.

Juliana Camacho: Lo que también nos venimos preguntando


–que lo hablamos antes con Javier– es que a veces se siente un
poco rígida la formación y como que no necesariamente se
sintoniza con la época en la que estamos desde muchos lugares.

Ricardo Avenburg: ¿Te referís a la frecuencia de sesiones?

Juliana Camacho: A la frecuencia, a las exigencias... Porque


no sé cómo eran las condiciones de vida años atrás en muchas
cosas para hacer el paralelo, pero para nosotros los candidatos
es un momento que se vive muy intensamente y te sientes un
malabarista tratando de cumplir con todo

Ricardo Avenburg: Creo que Pichon en la década del ´30 y


pico presentó trabajos en una institución anarquista y –nunca
hablamos mucho de eso con Pichon– pero creo que tenía simpa-
tías anarquistas. Yo creo que también, me gusta el anarquismo.
Personalmente dejaría que cada analista con cada paciente
decida cómo y que después la dinámica vaya marcando es-
pontáneamente cuál es la característica. Podría llegar a ser que
–entonces– “no hace falta el análisis didáctico, por lo tanto se
hace la formación sin análisis didáctico”, también podría ser.

• 75
Me parece un poco exagerado, pero cómo lo hace uno, cómo
lo presenta, yo creo que es muy personal.
No se puede forzar ni a un analista a un determinado
ritmo ni a un paciente a un determinado ritmo. [...]
Por eso yo diría que en APdeBA se puede crear ese clima
en los pequeños grupos, no en la gran institución porque me
parece muy difícil.

Juliana Camacho: Pensando en lo que se viene para el psi-


coanálisis, ¿cómo ves el nombramiento de Virginia Ungar
como presidenta de la IPA?, en general para APdeBA y para
todos nosotros.

Ricardo Avenburg: No te podría decir. A Virginia Ungar


la conozco, la quiero, es una riquísima persona. No sé cómo
está la IPA en general, la estructura de la IPA, como para decir
si ella va a estar cómoda o no va a estar cómoda... eso me es
difícil poder decirlo.
Yo hace muchos años que no voy a Congresos Interna-
cionales, iba siempre a Congresos Internacionales desde el
año ´59, creo que el de Edimburgo fue el primero, que había
muerto Melanie Klein recién. Y para mí era muy importante, al
principio porque la conocía a Anna Freud, conocí a Hartmann,
a Kris, a todos ellos... Era el descubrimiento. Después –poco
a poco– cuando fui creciendo se fue achicando, murieron los
divos primero y yo diría que en general el nivel de trabajos
me parecía más aburrido, cada vez se repetía más lo mismo.
Pero de todas maneras a mí me servía para saber cómo me
ubico yo en el mundo.

76 •
Por eso yo siempre he ido a Congresos Internacionales,
pero hasta quince años atrás. Después ya ahora no, así que
estoy muy alejado. [...]

Juliana Camacho: Podríamos hablar de montones de temas


–por supuesto– y ha sido muy interesante. Pensaría también,
ya que justamente esta entrevista va a ser publicada en la Re-
vista que es para todos los que somos candidatos, si a través
nuestro tú quisieras dar un mensaje a todos los que estamos
formándonos, ¿qué quisieras hacer llegar a todos ellos?

Ricardo Avenburg: No perder la capacidad de juego. No


jugar en el sentido boludo de jugar sino el placer de jugar, el
placer de jugar con los conceptos, el placer de jugar libremente
en el nivel teórico y por supuesto el juego con los pacientes,
que tiene determinadas condiciones, depende de cada paciente
y hay que saber cómo se juega con cada paciente; hay pacien-
tes que permiten jugar libremente y otros pacientes que uno
tiene que mantenerse... con un Yo muy lábil. Pero no perder
la capacidad lúdica, yo creo básicamente.

Javier Guardia: Bueno, Ricardo, muchas gracias por brin-


darnos este espacio.

Ricardo Avenburg: No, al contrario y cualquier cosa desde


ya, encantado...

7 de septiembre de 2016

• 77
Lazos institucionales.
Que sujeten, pero que no amarren
Lic. Jerónimo Moretti

Uno sólo conserva lo que no amarra.


Jorge Drexler

El tema institucional comenzó a interesarme particularmente


desde el año pasado, cuando estaba cursando el segundo año de
la carrera de Especialización en Psicoanálisis. El modo de llegar
a él, posiblemente haya sido un tanto extraño, ya que fue por la
preocupación que me generaba los pocos compañeros que tenía,
en contraste con la copiosa cantidad de miembros de APdeBA
que veía en cada actividad de dicha institución, a la que muy
gentilmente siempre se nos invitaba e incluía. Obviamente que,
en el hecho de elegir una formación de este tipo, el tema insti-
tucional ya se encontraba presente, porque la idea de, una vez
recibido, continuar como miembro de APdeBA siempre la tuve
en mente. Creo que la formación de psicoanalista dura toda la
vida y necesita el complemento de una vida institucional, para
poder seguir aprendiendo, compartiendo ideas y experiencias o
generando nuevos conocimientos.
Pensar que es lo que sucedió en estos casi cuarenta años de
vida de la institución, me comenzó a resultar intrigante.

• 81
Teniendo en cuenta que las carreras de medicina y psico-
logía son las dos carreras que encabezan el top ten de inscriptos
en la Universidad de Buenos Aires (UBA) en el año 20151, con
6057 inscriptos la primera y 4039 la segunda1, y ubicándose
también dentro del top ten a nivel nacional, de universidades
tanto públicas como privadas2, me resulta inevitable pregun-
tarme: ¿qué es lo que sucede en las instituciones adheridas a
la IPA, que la tendencia de su número de inscriptos en las
últimas décadas es inversamente proporcional a la tendencia
nacional de estudiantes de las dos carreras universitarias que
pueden proveerles miembros?
Sé que el debate se encuentra presente, pero creo que no
con la profundidad que quizás se merezca. Escuché a modo de
explicación, más de una vez, frases como la siguiente: “Pasa en
todos los países, no es algo sólo de acá”. Pareciera como si con
esa idea nos libráramos de toda responsabilidad, y tendiéramos
a cerrar el tema, cuando justamente lo necesario es abrirlo y
pensarlo. Formándonos como psicoanalistas lo que aprende-
mos es a abrir y a pensar, no a cerrar y eludir. Entonces: ¿por
qué no encarar este tema con la profundidad que se merece?
Si esta tendencia no se revierte, la subsistencia a largo plazo
de nuestra institución corre un serio peligro. Sin un mayor
número de ingresantes, cuántos miembros habrá dentro de
veinte o treinta años. Creo que pensar y discutir qué es lo que
pasa que los médicos y psicólogos de hoy han perdido interés

1
Información extraída de: http://www.clarin.com/sociedad/uba-inscrip-
tos_0_1310868990.html
2
Información extraída de: http://www.perfil.com/sociedad/las-carreras-
mas-estudiadas-y-las-menos-elegidas-de-la-argentina-0629-0016.
phtml?utm_source=redir_url_legacy

82 •
en ingresar a este tipo de institución es fundamental para que
podamos revertir esta situación tan crítica.
En este sentido me gustaría destacar lo expresado por
Raúl Levín en su artículo “La Institución Psicoanalítica.
Pertinencias y paradojas”, donde señala “la falta de estudio
y de acceso acerca del lugar y efectos de lo inconsciente en
la institución (psicoanalítica)…” (p. 414). En dicho artículo
expresa cómo al no enfrentar las ansiedades que suscitan los
cambios, la institución puede “[…] derivar en una ilusión de
estabilidad que la aísla del medio al que se dirige, creándose
un engañoso estado nirvánico de supuesta comodidad, que
deja a la institución psicoanalítica cerrada en sí misma (ambos
resaltados son míos) […]” (p. 416).
Aislada del medio y cerrada en sí misma. Estas expresiones
que se leen en la cita de Levín, me resuenan en la cabeza desde
hace tiempo, y encontrarlas escritas en su trabajo me resultó
esperanzador. En mi artículo “Reflexiones sobre la formación
de psicoanalista”, expresé algunas ideas que hoy estoy reite-
rando o, mejor dicho, repensando. En aquel artículo hablaba
de las dificultades económicas que los médicos y psicólogos
argentinos tenemos para poder hacer frente a los gastos que
puede implicar una formación como la nuestra. En cierta me-
dida, creo que esa es una manera de mantener a la institución
aislada del medio. Sé que se hacen cambios en este sentido, y
bienvenidos sean, pero claramente el tema no se agota allí en lo
económico, y es mucho más complejo. Me parece importante
destacar que la institución a la que pertenezco (o perteneceré),
se encuentra haciendo constantes movimientos de aperturas,
como por ejemplo la creación de Instituto Universitario de

• 83
Salud Mental (IUSAM), pero pareciera por momentos que
éstos no bastan. ¿Qué más quedará por hacer entonces?
Algo fundamental, que marca divisorias de aguas en la
mayoría de las instituciones psicoanalíticas adheridas a la IPA,
es el tema de las regulaciones del análisis didáctico. Creo que
esto sucede porque en definitiva allí es donde se ve expresado
la manera en que cada uno, o cada grupo, tiene de entender
el psicoanálisis. Creo que puede ser un defecto nuestro, la
rigidez con la que tratamos algunos temas, así como la adhe-
sión cuasi fanática a ciertas ideas que, evidentemente, cierran
puertas al diálogo y a la convivencia plural. Dar por sentado
que desregular el análisis didáctico es sinónimo de bajar la
frecuencia de sesiones, entiendo que es tomar una postura
defensiva que no aporta al diálogo y a la convivencia de dis-
tintas opiniones, eludiendo en cierta medida un debate más
profundo. En definitiva, el tema acerca de cómo entendemos el
psicoanálisis, y cómo toleramos las distintas posturas. En este
sentido me pregunto: ¿por qué necesitamos como institución
entrometernos en los consultorios de los analistas didactas, que
la misma institución formó, regulando la frecuencia? ¿Qué
lógica puede explicar que las cosas se hagan: como “YO” digo
y porque “YO” lo digo?
Me resulta interesante compartir lo expresado por Inés
Vidal, en su trabajo “El analista y las instituciones.”, donde
dice “vale preguntarse en qué medida toda estructura institu-
cional […] puede constituirse en la vía de una imposición de
conocimientos instituidos y cerrados. Entiendo que se trata
de un riesgo real y permanente, de una lucha sostenida en
pos de balancear un equilibrio, siempre inestable, que permita
contener sin sojuzgar [el resaltado es mío]” (p. 121).

84 •
Nuestra institución a lo largo de sus casi cuatro décadas
fue sufriendo modificaciones que tendieron a la apertura,
pero a una apertura que inevitablemente siempre generó
polémicas, y es entendible que así sea. Sería imposible pensar
una institución tan grande como APdeBA sin polémicas.
Me parece que la necesidad de cambios y aperturas se hace
tan necesaria en las instituciones psicoanalíticas como en el
psicoanálisis mismo. El cual, por suerte, ya no posee ese lugar
idealizado de antaño, en donde la idealización no permitía
verlo más acorde a sus dimensiones reales. Creo que, por este
motivo, inevitablemente, se tendía a superponer la teoría al
discurso del paciente. Por el contrario, no idealizándolo, no
creyendo que es una “Verdad revelada”, nos permite, como
analistas individuales, escuchar mejor a nuestros pacientes, y,
como miembros de una institución, hacerla a esta más plural
y abierta al medio en el que estamos insertos.
Para concluir me gustaría resaltar la necesidad que como
psicoanalistas tenemos de pertenecer a una institución y lo
enriquecedor que esto es para todos si ella es una institución
plural. Por este pluralismo decidí formarme en el IUSAM,
y tener como proyecto futuro ser miembro de APdeBA. Ser
miembro de una institución que esté dispuesta a continuar
con este camino de aperturas. En definitiva, ser miembro de
una institución que sujete, pero que no amarre.

• 85
Bibliografía
Levin, R. E. (2014): “La institución psicoanalítica. Pertinencias y
paradojas”. Revista Psicoanálisis de la Asociación Psicoanalítica
de Buenos Aires. Vol. XXXVI n. 2/3.
Moretti, J. L. (2015): “Reflexiones sobre la formación de psicoana-
lista”. Revista Devenir. Vol. XXIV.
Vidal, I. (2014): “El analista y las instituciones”. Panel publicado en
el libro del XXXVI Simposio de la Asociación Psicoanalítica de
Buenos Aires “Herramientas y dispositivos del psicoanálisis”.

86 •
Del vínculo al lazo social
entre analistas.
Mi experiencia en Ocal
Lic. Juan Pinetta1

Lejos de publicitar qué es y para qué sirve Ocal, intentaré


hacer un comentario a partir de mi experiencia como Secreta-
rio Editorial y de Difusión suplente en la gestión 2014-2016,
de la cual uno, una vez que ha decidido a ingresar y a trabajar
intensamente, no sale igual: sale habiéndose producido un
intenso crecimiento personal a través del intercambio con otros
colegas quienes, con su participación, permiten la existencia
de un entramado que se sostiene teniendo al deseo como
motor principal.
Esta idea significa que el entramado (o entramando, en
un movimiento permanente) excede cualitativamente a la
concepción de una estructura preestablecida como condición
de existencia de Ocal: el deseo de los analistas en formación
permanente es lo que hace a una estructura en transformación
continua y no a la inversa.

1
Miembro adherente de APA. Secretario Editorial y de Difusión de Ocal
en la gestión 2014-2016. Exeditor de la revista Moción del Claustro APA
(2012-2015) y de la revista Transformación de Ocal. / jpinetta@jpinetta.
com.ar

• 87
En los últimos años, se volvió cotidiano escuchar cómo
muchos psicoanalistas empezaron a referirse con más fuerza y
valorización a la participación institucional como la “cuarta”
pata que complementa al trípode, el que compone la exigen-
cia de formación psicoanalítica de los candidatos, quienes
pretenden acceder a la membresía IPA.
Así se expresaron, por ejemplo, Virgina Ungar (APdeBA),
presidente electa de IPA (2017-2019) y el actual presidente
de la institución creada por Sigmund Freud, el italiano Ste-
fano Bolognini. Cuarta pata que, desde Ocal, se promueve
en cuanto adquisición de pensamiento y voz propia bajo la
intencionalidad del ejercicio del psicoanálisis.
Pero integrar una institución como Ocal, a la que me gusta
referirme como una asociación latinoamericana de analistas en
formación permanente que son candidatos a una membresía,
requiere un ejercicio cotidiano, en el cual debe tenderse al
reconocimiento y entendimiento permanente entre las múl-
tiples territorialidades e intereses que la atraviesan poniendo,
en última instancia, a trabajar las diferencias dialógicamente,
en red, sin por ello vernos obligados a eliminar las tensiones
que nos habitan en la diferencia.
Así, me he planteado la cuestión del trabajo o de los
encuentros entre pares. ¿Somos pares? Más bien creo que
somos impares, no desde una concepción jerárquica, sino
pensando en las diversidades a las que hay que intentar poner
en relación activa.
Diversidades en un movimiento que, si incluye el diálogo
con éstas, convierte esto último en una intencionalidad de
transformación de la propia identidad, la cual acepta alterarse

88 •
ante y con la presencia de un otro, sin por ello alterarse defen-
sivamente frente a ese otro que nos interroga, nos cuestiona,
nos enriquece desde la experiencia, buena o mala. Alterarse
con la alteridad sin alterarse sería la cuestión.
La intención de nuestro trabajo fue continuar el inter-
cambio entre impares, favoreciendo el lazo con los otros de las
clínicas, las teorías, las culturas y modos de pensar psicoanalí-
tico y social, de sur a norte de Latinoamérica. Siempre sostuve
que, si hay diferencias, hay posibilidades de intercambio,
creatividad y sorpresa... Sólo tiene que habilitarse el espacio
para sus circulaciones.
La experiencia en Ocal ayudó a entender, vivencialmente,
que hay otras formas de realizar el recorrido psicoanalítico,
habiendo países como Brasil, Perú y Venezuela donde se per-
mite la práctica del psicoanálisis por legos: por ejemplo, en
Brasil un ingeniero puede acceder a la formación psicoanalista,
mientras en nuestro país sólo pueden ejercerlo psicólogos y
médicos. Las implicancias de la formación, entonces, son
completamente diferentes.
Del mismo modo que los usos y costumbres de cada lugar,
hacen del análisis un ejercicio que debe tener en cuenta dichas
singularidades. Dicho en sencillo, los modos de vinculación
en Centroamérica distan mucho del de nuestra ciudad Bue-
nos Aires, como así del Interior. Lo que en algunos países o
regiones algunas cosas pueden entenderse como normalidad,
en otras se consideran “anormalidad”, dando por sentado la
relatividad de la normalidad.
Así, se agregan las grandísimas diferencias culturales
que conviven dentro de América Latina; y en este sentido,

• 89
el aprendizaje que uno adquiere al pasar por Ocal es una
naciente predisposición a des-centrarse del “pensar siendo en
Buenos Aires” con toda su envoltura cosmopolita, en lo que
a uno le toca. Descentramiento necesario para no someter el
discurso del otro al propio, a la propia cosmovisión, tal lecho
de Procusto a la que se somete el pensamiento ajeno a la pro-
pia medida. Es cercano al ejercicio de la posición del analista
frente al analizante.
Hay un descentramiento más importante aún: el en-
cuentro con otras subjetividades, con otros funcionamientos
psíquicos, con otras… “verdades”, que no por ser distintas
deben ser falsas. Verdades que cada sujeto lleva en sí mismo,
como forma de entender al mundo, como forma de vivir, de
configurar sus relaciones objetales, sus relaciones analíticas.
Todo lo cual es puesto a prueba en el encuentro con los otros.
Y así, me refiero al momento en que ingresaba en la Di-
rectiva de Ocal, en la ya primaveral jornada del Pre Congreso
de Ocal, justamente en la sede de APdeBA, en septiembre de
2014. Algunos éramos nuevos en esto de estar en una institu-
ción muy particular, de fronteras, como lo es la Organización
de Candidatos de América Latina. Y no nos conocíamos hasta
entonces. Ser candidatos no garantizaba de buenas a primera
un ensamblaje armónico, era condición necesaria, pero no
suficiente.
Detalle al margen, pero significativo en cuanto a las dife-
rencias culturales: cuando estaba confeccionando el video de
publicidad del encuentro virtual “El triángulo del psicoanáli-
sis”, entre Lima, Guadalajara y Brasilia, recibí el alerta de los
colegas de Brasil, quienes me informaron que poner la imagen
de dos garotas jugando a la pelota, era ofensivo para el brasi-

90 •
leño: es que simbolizaba a un Brasil caracterizado sólo por el
fútbol y turismo sexual. Lo que para mí era hasta divertido,
para los brasileños resultaba un agravio.
Tardamos un tiempo, aunque breve, en lograr acomodar
nuestra dinámica, transformando lo heredado. Pues, si bien
cada uno tenía “su” cargo, el arribo a los objetivos centrales o
rectores de la gestión en Ocal debía ser una decisión, una cons-
trucción grupal, tanto desde el “lema” del bienio (Diversidad
y trans/formación del cuerpo analítico) hasta la cuestión de la
elección de las localizaciones geográficas de las tres Jornadas
Ocal, como temas administrativos engorrosos.
Esta primera experiencia, la del encuentro entre quienes
no nos conocíamos hasta entonces, con sus dificultades ini-
ciales, nos llevó a pensar en la necesidad de establecer, hacia
el final de nuestra gestión, un periodo de transición entre
quienes finalizábamos la gestión 2014-2016 y quienes nos
relevarían en el Congreso Ocal de Cartagena de Indias, pre
Congreso FePAL, la aventura de conducir Ocal por el bienio
2016-2018. Periodo que establecimos en aproximadamente
tres meses previos, posibilitando una transición ordenada.
Tal vez, por qué no, como forma de preservar nuestra huella,
nuestras transformaciones en Ocal.
Entonces, podría decir que el lazo social permite una
transmisión previo reconocimiento del otro, que supervive al
encuentro ocasional de un grupo centrado en una tarea. Lazo
social que se ubicaría en un nivel superior al “vínculo”, que
denota una relación entre personas, pero no su calidad. Un
vínculo así entendido podría ser entre un sujeto y un sujeto
cosificado, devenido objeto de uso al que no se le reconoce
subjetividad ni alteridad.

• 91
El lazo social implicaría el intercambio sustentado en el
muto reconocimiento de la castración simbólica en última
instancia. Un lazo que elude la destrucción de la diferencia, de
lo distinto como amenaza, para enriquecerse simbólicamente
previa empatía.
Desde mi experiencia en Ocal, comprobé que es posible
crear lazos sociales entre analistas pese a las diversidades, o
quizás gracias a estas. Seguramente, es lo que sucede en otras
instancias, como IPSO, Fepal e IPA. Es un esfuerzo orientado
a la generación de vínculos psicoanalíticos que traspasan terri-
torialidades, muchas veces con la utilización de las tecnologías
(Facebook; Whatsapp; Webs; etc.), sin temor a la mentada
despersonalización en el armado de lazos que podrían quedar
en una virtualidad superficial.
En este punto, y en relación a la diferencia entre el vín-
culo y el lazo social, agrego la cuestión de la responsabilidad,
o de la ética que la sustenta: una de las funciones de Ocal es
promover el deseo de participación, ofreciendo un continente,
un espacio de articulaciones en clave de pulsión de vida, un
“trabajo” de elaboración continua, distinto al efímero y fugaz
“acto experiencial”, huérfano de palabras.
Esta convocatoria, provocación o suerte de histerización
que se busca desde lo institucional, esperando despertar trans-
ferencias, activando el deseo en los colegas, tiene que tener
como contrapartida la devolución continente como respon-
sabilidad. Continente que permita la emergencia de nuevos
productos, de nuevas elaboraciones o re elaboraciones que
se pongan en diálogo, en circulación entre impares, incluso
desde la tensión.

92 •
En este sentido, mi experiencia en la Directiva de Ocal ha
sido más que nutritiva, porque ha sucedido lo que he contado,
debido a la conformación de un grupo donde, pese a las dife-
rencias y divergencias, hubo espacio para un trabajo en común
y un gran desarrollo de Ocal, encabezado por la colombiana
Patricia Infante (Socolpsi), el brasileño Carlos Frausino (vice-
presidente), la secretaria María Julia Ardito (SPP, de Lima), la
mendocina Lila Gómez (Secretaria Científica), José Galeano
(Paraguay) y la tesorera Samara Cetina (APC, Colombia),
además de Petruska Menezes, quien estuvo en la primera
parte de la gestión en Difusión. Pero, si desde la presidencia
de Patricia Infante no hubiera habido una predisposición a
permitir la circulación de nosotros, de nuestras inquietudes y
creatividades, esto seguramente no hubiera sido posible.

• 93
Mesa Argentina de Analistas en
formación y Ocal:
“Dos organizaciones de
candidatos en movimiento
productivo”...
Lic. Lila Gómez

Los científicos dicen que estamos hechos de átomos


pero yo creo que estamos hechos de historias
Eduardo Galeano

Esta historia data de octubre de 2014, cuando comenzamos


a trabajar sobre la organización de las Jornadas Ocal que se
realizarían en Córdoba, como continuidad del legado de la
gestión de la Directiva 2012-2014, siguiendo con las Jornadas
“El dispositivo analítico hoy”, realizado en Mendoza, el 16 y
17 de mayo de 2014.
Así, Marcela Armeñanzas (representando a la Mesa de
candidatos de Córdoba) y yo, (como Secretaria Científica,
representando a la Directiva Ocal 2014-2016) empezamos
a reunirnos. Maximiliano Martínez Donaire (de Relaciones
Interinstitucionales de APA) se acercó a proponer un espacio
de candidatos de Argentina, dentro de las Jornadas de Ocal
“Latinoamérica que psicoanálisis? versiones y subversiones”.

• 95
Previa consulta con los candidatos de Córdoba, la Direc-
tiva Ocal , APA y candidatos de distintas sedes argentinas, nos
volcamos a organizar las VIII Jornadas Argentinas de Analistas
en Formación.
Esto dio lugar a que, desde fines del 2014, representantes
de los seis claustros de Argentina (APdeBA, SAP, APA, SPM,
APC y APR), comenzamos a trabajar en la construcción de
un espacio interinstitucional, que dio lugar al surgimiento de
la Mesa Argentina de Candidatos, donde pudiéramos inter-
cambiar, debatir, construir lazos y materializar distintos tipos
de actividades compartidas.
A través de la modalidad participativa de talleres, pusimos
en discusión algunos de los temas que fueron apareciendo en
nuestros intercambios, y que reflejaban el interés de gran parte
de la población de candidatos. Así cada representante llevaba
los temas para debatir en su asociación.
A lo largo de once meses de trabajo vía Skype y mail nos
reunimos Maximiliano Martínez Donaire (APA), Marcela Ar-
meñanza (APC Córdoba), Leonardo Pedemonte (APR Rosario
Santa Fe), Lila Gómez (SPM Mendoza), Andrea Ikonikoff
(SAP Buenos Aires) y Fernando de Pablo (APdeBA Buenos
Aires). De esta forma, fuimos conociendo las características,
preocupaciones e intereses de los distintos claustros, mesas o
agrupaciones de candidatos, (ya que estas denominaciones
varían de una provincia a otra)...
También nos pusimos en contacto con Victor Davico,
quien participó como representante de un grupo de estudio
de San Luis, que está tramitando la pertenencia a IPA.
Así, logramos organizar dos espacios de trabajo centrali-

96 •
zados en dos ejes: institucionalidad y representatividad, que
constituyeron las Jornadas Argentinas de Candidatos en el
marco de las Jornadas Ocal. 
En la Mesa institucional, trabajamos sobre “El porvenir
de nuestras instituciones” abordando temas como la forma-
ción de candidatos, la implementación del trípode, el criterio
de ingreso de candidatos a la institución, la inclusión de los
mismos en la vida institucional y la apertura a la comunidad.
En la Mesa sobre “La representatividad en las organiza-
ciones de candidatos”, trabajamos somos la construcción de la
representatividad de nuestros claustros, cómo sería posible es-
timular una mayor participación de los analistas en formación
en los distintos órganos de representación del claustro y si las
organizaciones internacionales de candidatos (Ocal e IPSO)
logran vehiculizar y/o dar alguna respuesta a las inquietudes
de los colegas candidatos de su institución.
A fines de 2015 y 2016 se planteó la circulación de nuevos
representantes. Así, la Mesa Argentina siguió constituida por
Serena Sottile (APR), Verónica Dreussi (APdeBA), Graciela
Ficcardi (SPM), Helio García (APC), Leonardo Banchero y
Gabriela Mizrahi (SAP), Claudia Tapia y Maximiliano Martí-
nez Donaire (APA). Las comunicaciones siguieron vía Skype,
trabajando ahora, por un lado, en la organización de las IX
Jornadas Argentinas de Analistas en Formación, “Fronteras
del Psicoanálisis”. Y por otro lado, intercambiando sobre los
debates de los miembros IPA respecto a las nuevas modalidades
de comunicación y sus implicancias éticas. .
Los colegas de la Mesa Argentina nos invitaron a pregunta-
mos “cómo las nuevas modalidades comunicacionales afectan

• 97
nuestros estándares éticos, la confidencialidad, la intimidad, la
interioridad y el funcionamiento mental de pacientes y ana-
listas; cómo los analistas utilizan la comunicación en la web,
cuál es su representación de la misma, si es posible proteger
la propia práctica de la exposición virtual; y todo lo relativo
a la ‘legalidad’ de los análisis vía Internet”. 
Resaltaron que “la inclusión de las nuevas tecnologías
comunicacionales en las relaciones humanas abre una serie de
preguntas y cuestiones a debatir, fundamentalmente en lo que
respecta a la ‘virtualidad’ de la presencia del otro; su valor, su
significado, las dimensiones imaginarias y simbólicas en jue-
go, el contrapunto con la presencia ‘real’: ¿qué diferencias se
pueden trazar en la experiencia del vínculo con otro presente
con su cuerpo, o presente virtualmente? Estas modalidades,
¿implican un cambio constitutivo en la manera de relacionarse?
¿Podemos hablar de un cambio en la modalidad de ‘lazo social’
a partir de la prevalencia de la virtualidad en los vínculos?”.
Estos temas los articularon con la presentación de materiales
clínicos, dando lugar al surgimiento de un taller.
Este taller fue presentado en el X Congreso Argentino de
Psicoanálisis titulado “Pulsión y Lazo social” que se realizó en
Buenos Aires del 25 al 29 de mayo de 2016, junto al taller
“La experiencia Ocal. Metapsicología de una organización”.
Comenzamos mostrando un video que resumía el recorrido
de 35 años de Ocal en 9 minutos, realizado por Juan Pinetta.
Luego propusimos reflexionar sobre la dinámica que
aglutina a los candidatos en un “entramando social” con
múltiples dimensiones de pertenencia y transferencia: diversos
posicionamientos teórico/científicos, nacionales, regionales,
asociativo/institucionales y clínicos, propios de la diversi-

98 •
dad de las agrupaciones de candidatos de Latinoamérica.
“Entramando entre pares”, que incluye el trabajo de forjar
lazo social psicoanalítico.
También realizamos una breve presentación de los si-
guientes trabajos, que estuvieron previamente disponibles en
la página web de Ocal para ser leídos y comentados en el taller:
- Carlos Frausino: Ocal: escalando os rochedos da alte-
ridade e da diversidade e a construção de vínculos fraternos.
(Actual vicepresidente de Ocal).
- Lila Gómez: “Creando melodías latinoamericanas”.
(Actual Secretaria Científica de Ocal).
- José Galeano: “Acerca de la experiencia fraterna en Ocal”.
(Vocal de la actual Directiva de Ocal).
- Juan Pinetta: “En torno al deseo, la histeria y la demo-
cracia”. (Actual Secretario Editorial y de Difusión de Ocal).
- Cecilia Moia: “Brevísimas líneas: Entre lo administrativo
y lo analítico”. (Ex Presidenta de Ocal 2012- 2014. Actual-
mente asesora).
- Alejandra Uscanga: “Acerca de una experiencia lúdica
entre pares”.( Ex Secretaria de Difusión de Ocal).
Diego Luparello y yo estuvimos como coordinadores de
ambos talleres. que implicó cierto desafío de integración al ser
temáticas diferentes, que tenían en común hacer circular la
palabra entre los distintos candidatos de Latinoamérica y de
Argentina. Circularon en el debate temas como el lugar de los
dispositivos virtuales que nos ayudan actualmente a llevar a
cabo el trabajo institucional (de Directiva Ocal y de la Mesa
Argentina de Candidatos), el lugar de los mismos en el abor-

• 99
daje de pacientes y de los análisis didácticos (contemplando las
distancias lejanas en que se encuentran algunos candidatos), las
posibilidades de reformas de estatutos en algunas asociaciones
como SPM (Mendoza) y SPC (Córdoba).
El taller sobre “Nuevas tecnologías comunicacionales,
dispositivo analítico y lazo social” se siguió profundizando
en las “IX Jornadas Argentinas de Analistas en Formación”,
que se llevó a cabo en Rosario el 25 y 26 de junio de 2016, lo
que permitió profundizar en la temática y trabajar sobre los
casos clínicos de análisis via internet, presentados por Claudia
Tapia (APA).
En dicho encuentro, Ocal invitó a un taller titulado
“Pensando las transformaciones en el cuerpo” (como actividad
previa al Precongreso de Ocal que se realizará el 13 y 14 de
setiembre del presente año, en Cartagena) donde se trabajó
con un video titulado “Las viajadas”, realizado a partir de
entrevistas a travestis.
Los comentadores fueron Leonardo Pedemonte (APR),
Rita Herrera (APU), Patricia (APU) y Verónica Dreussi (APde-
BA), quien nos compartió un material clínico de un paciente
travesti que atendió hacen algunos años. Mi función consistió
coordinar dicho espacio que reunió a candidatos uruguayos
y argentinos, en un trabajo fluido y cordial donde nos pre-
guntamos sobre el travestismo y las diferentes sexualidades
haciendo lecturas psicoanalíticas y sociales.
En este escrito, he intentado hacer un breve recorrido
histórico para mostrar el interjuego y la interrelación entre el
surgimiento y desarrollo de la Mesa Argentina de Analistas
en Formación y Ocal.

100 •
Desde la gestión de Directiva Ocal 2014-2016 con el lema
“Diversidad y Transformación do corpo analítico latinoameri-
cano”, fue un objetivo de trabajo generar espacios científicos
y de intercambio entre los candidatos. Entendemos que el
apoyo al surgimiento de la Mesa Argentina, como en Brasil
la existencia de ABC (Asociación Brasilera de Candidatos) es
una forma de promover el encuentro y relación entre pares,
lo cual se refleja en la generación de trabajos científicos y
debates sobre múltiples temas (sociales, teóricos, políticos,
clínicos, etc.) que hacen “al cultivo y al saber psicoanalítico”
de cada país o región que conforma parte del “cuerpo analítico
latinoamericano”, como dice Eduardo Galeano:
“Ojalá podamos tener el coraje
de estar solos y la valentía
de arriesgarnos a estar juntos.”

• 101
Pensando las transformaciones
en el cuerpo.
Video “las viajadas”, un aporte
clinico al debate

Lic. Verónica Dreussi

El siguiente artículo forma parte de una experiencia de taller


realizada entre candidatos de diferentes asociaciones con el
objetivo de intercambiar ideas y formas de pensar. Comenzó en
Rosario con analistas en formación de Argentina y Uruguay y
continuó en el Congreso de Ocal en Cartagena 2016.
En esta oportunidad participaron candidatos de Argentina, Perú
y México en un encuentro fraterno y de un nutritivo intercambio
interinstitucional.

Dicen que la edad no se mide en años sino en la capacidad


de asombrarse. Creo que como psicoanalistas es una obliga-
ción no perder nunca esa cualidad, lo que implica decir que
deberíamos mantenernos siempre como niños asombrados.
El asombro, a su vez, requiere de una cuota de curiosidad
sin la cual asombrarse quedaría congelado en un acto de pura
inmovilidad improductiva.
Lo nuevo asombra, despierta el interés y la curiosidad.

• 103
Permite la posibilidad de reconocer ahí lo que no estaba en
un antes y lo que se nos aparece en un ahora como aquello
que se abre a un abanico por desplegar.
Lo nuevo va poniendo una capa sobre lo viejo con lo cual
éste tomará un sentido actualizado, un sentido otro. Habrá
resignificación o el sentido se perderá.
El video nos asombra sin duda alguna, nos enfrenta con
lo nuevo. Pero ¿qué es esto nuevo que nos instala en este juego
de sombras? Esto, lo que parece ser una característica de lo
nuevo, el juego de luz y sombras.
Ponemos a funcionar la capacidad de la mente de ir más
allá del asombro: el cuestionamiento. Las preguntas e interro-
gantes como salidas en la búsqueda de un nuevo orden que la
novedad impone, como defensa a la intrusión de aquello que
está haciendo su aparición transformando lo que ya estaba.
En la práctica clínica la sabiduría del relato nos convoca,
nos atrae como una sirena con su canto, con su “voz” que
embelesa y nos deja atónitos ante el enigma que él esconde
y construye.
El relato del padecer se disfraza con múltiples caretas, con
capas de caretas que poco a poco el discurso va dejando caer.
Pero nunca caen todas y en cambio, se agregan otras.
El relato de un relato será intentar acercarnos a aquellos
lugares donde se anduvo sin un rumbo prefijado. Lugares de
mundos ajenos, de padeceres encarnados en otros cuerpos en
los cuales el sufrimiento se hace carne y esta carne cuenta,
relata, intentando hacerse cuerpo. Cuerpos marcados por una
diferencia y relatos que intentan borrarla…

104 •
Siempre ocurre en la clínica que cada uno de los relatos
que nuestros pacientes nos ofrecen, nos instalan en un lugar de
pregunta, en un lugar de replanteos que no siempre conducen
a caminos fáciles en los que nos encontremos a sabiendas o con
conocimientos adecuados para transitarlos. La mayoría de los
casos, estos relatos nos conducen a caminos que se abren con
un gran interrogante como bienvenida. Estos interrogantes nos
llevan a poner a prueba, no sólo los conocimientos que hemos
ido aprehendiendo, sino aquellas verdades que se imponen,
aunque más no sea desde la teoría, con una pregnancia casi
autoritaria y difícil de contradecir.
Compartiré unas breves líneas de mi experiencia de asom-
bro y novedad con el análisis de una paciente travesti.
Cuando comencé con las entrevistas a Claudia, me pre-
guntaba si me sería posible poder escuchar a mi paciente sin
que me afecte su condición sexual. Era muy claro que en mí
se movilizaba una idea de ambivalencia entre aquello que
percibía y en la necesidad de ubicar a mi paciente dentro del
registro binario hombre/mujer.
¿Cómo sería su análisis? ¿A partir de qué conceptos podría
orientar su dirección? Me invadía la percepción de que era
una mujer pero no podía dejar de pensar que “también” era
un hombre. El borramiento de la diferencia se imponía arro-
gante y desestabilizador. Era la lógica del dos en uno. Lógica
que conducía mis hipótesis a encrucijadas teóricas que me
encerraban en laberintos de dudas.
En el transcurrir del proceso terapéutico los interrogantes
poblaban los minutos de sesión y progresivamente comenzaron
a ser un foco de orientación contratransferencial.

• 105
¿Estaba frente a la renegación de la castración? ¿Frente
a una desmentida de la diferencia sexual que intentaba
recuperar una estructura que amenazaba con desintegrarse? O
era, quizás, la represión que, ante el retorno de lo reprimido,
había hecho una jugada determinante, sin vuelta atrás. ¿Sería
Edipo o Narciso?
A Claudia le avergüenza su pene. Luego de varias sesiones
en las cuales habíamos estado trabajando su identidad feme-
nina, me cuenta de un encuentro que tiene con un hombre.
Comienza el relato con la expresión “me da vergüenza con-
tarte”. No era la primera vez que relataba una cita íntima lo
cual hizo preguntarme cual sería el verdadero sentido de esta
vergüenza. Comenzó a contarme que había pasado una noche
maravillosa y que su compañero la había hecho “sentir muy
mujer”. Dice: “Me besaba, me besaba mucho y me tocó”.
Tapándose la cara me dice: ¨Tocó mi parte masculina, tocó mi
pene. Me da mucha vergüenza”, a lo que yo pregunto: “¿Te da
mucha vergüenza tu pene?”. “Sí”, me responde ella llorando,
“me recuerda que no soy mujer”. En las sesiones siguientes
comenzó a decir que se daba cuenta de que había comenzado
a incorporar su pene como parte de los juegos sexuales. Pero la
vergüenza de ser “descubierta como hombre” seguía estando.
¿Qué ocurre cuando la “envidia” al falo se transforma por
obra del relato en “vergüenza” al falo? O ¿cuándo la envidia
es al “pecho”?
Dío Bleichmar explica que “la feminidad/masculinidad no es
sólo un rol o una conducta prescripta, sino un principio organiza-
dor de la subjetividad entera: yo, superyó y deseo sexual. La fuente
del deseo no es un cuerpo anatómico sino un cuerpo construido
en el conjunto de los discursos y prácticas intersubjetivas.”

106 •
¿Cuáles han podido ser estos discursos que orientaron la
marca de una diferencia velada por la búsqueda de un “tenerlo
todo” en Claudia? ¿Cuáles habrán sido las prácticas intersub-
jetivas que dieron origen a la renegación de la diferencia y al
imperioso intento de suprimirla?
Podemos pensar que el discurso materno ha dado lugar a
que las identificaciones primarias se cristalicen en una femi-
nidad arcaica e inaugural de su subjetividad.
La pregunta de Claudia es ¿te confundo? Tal vez ese
discurso haya impactado en el cuerpo con un estatuto de
ambigüedad, de imposibilidad de dejar claro cuál es el rol que
la biología impone. Confusiones. Signos de una temporalidad
pasada y adscripta a la constitución subjetiva.
Con mi paciente estaba yo frente a un sujeto/sujetado
a un profundo sufrimiento. Más allá de las vicisitudes de su
apariencia y su disforia de género, en él/ella había una lucha por
la supervivencia en la búsqueda de identidad y esto no podía
dejar de repetirse y deslizarse en los significantes que el juego
de transferencia y contratransferencia proponía en su devenir.
Confusiones, interrogantes eran brújulas a seguir. ¿Qué
soy? ¿Qué es? La pregunta por el ser, en un péndulo imparable
entre el Yo narcisista y el objeto; entre la libidinización de su
Yo, como búsqueda de identidad y la búsqueda de objeto como
estructurante de una frágil identidad que era preciso sostener
y construir cada vez, cada sesión, cada momento en su vida.
La mirada del otro: madre, padre, hombres, mujeres,
analista, como determinante de esta búsqueda identitaria que
no puede anclar en el Yo sexuado de mi paciente.
La mirada del otro como la cultura que tiñe con su mar-

• 107
ca acechante la necesidad de decirse hombre o mujer, que
determina roles y conductas que distingan lo femenino de lo
masculino.
Pero la línea se desdibuja y la diferencia comienza a fu-
sionarse causando en Claudia una imperiosa tarea que deberá
llevar a cabo para no caer en una desintegración existencial
y alienante. “Me siento mujer. No soy homosexual, soy una
mujer atrapada en el cuerpo de un hombre”, es la sentencia
desesperada frente al horror que le produce la homosexualidad,
pero a su vez la salva de ella; defendiendo su ser, su existencia
psíquica, siendo el costo que tal vez tenga que pagar su narci-
sismo por mantener una ilusión de identidad.
...Tal vez debamos comenzar a comprender y a pensar
que no es la biología y particularmente la anatomía, lo que
determina el sentirse, el saberse varón o mujer, niña o niño. Es
la sociedad y la cultura la que otorga un marco de legalidad,
normativo y reglado de los aspectos que determina aquello
que deba leerse como masculinidad o como feminidad, lo que
marca la diferencia entre ambos géneros.
Pero pensar el género en cuestiones de femenino y mas-
culino nos instala en una ecuación binaria que se nos escurre
al intentar comprender aquellas variables que no se pueden
acomodar con precisión en ninguno de los dos opuestos.

108 •
Visita de Stefano Bolognini
a APdeBA
Lic. Verónica Dreussi
Analista en Formación de APdeBA
Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires

La presente reseña sobre la visita del presidente de la IPA


a APdeBA, fue realizada por nuestra compañera Verónica
Dreussi con el fin de ser publicada en el website de dicha ins-
titución. Publicarla en nuestra revista nos pareció una buena
manera de compartir su trabajo y de incluir en estas páginas
la visita del Dr. Bolognini.

El pasado 8 de Agosto el actual presidente de IPA Stefano


Bolognini visitó la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires
(APdeBA).
La visita tuvo dos instancias. Primeramente fue un en-
cuentro íntimo, informal, donde el diálogo transcurrió en un
clima de afable cordialidad y distensión.
Se hizo una especial invitación a la participación de los
analistas en formación, lo que facilitó e incentivó una fluida
comunicación e intercambio de ideas con el presidente de la
IPA y los candidatos de APdeBA allí presentes.

• 109
Como anfitriones estuvieron el presidente de APdeBA,
Horacio Barredo y la electa presidenta de IPA, Virginia Ungar,
quienes estimularon y promovieron la integración de todos
los presentes, especialmente de los candidatos, remarcando el
anhelo de Bolognini de un acercamiento con las generaciones
en formación.
También estuvo presente el director del Instituto Univer-
sitario de Salud Mental (IUSAM) de ApdeBA, Dr. Rodolfo
Moguillansky, quien comentó la experiencia universitaria en
la asociación, realzando la importancia de la diversidad que
alimenta a esta institución.
En esta oportunidad el Dr. Bolognini comentó cómo la
dinámica que percibía en nuestra institución le producía una
rememoración de su infancia, en la que había sido miembro
de una gran familia en la que convivían padres, hermanos,
tíos, abuelos. El recuerdo estimuló la posibilidad de poner a
circular la historia institucional, lo que llevó a reconocer la
importancia del intercambio e integración entre las diversas
camadas y grupos de analistas. Es así que pudimos pensar
cada uno desde su lugar: analistas en formación, analistas de
muchos años en la Institución; cuán importante es mantener
las relaciones y trabajar los diferentes conflictos que nos nutren
como miembros y profesionales del psicoanálisis.
El tema central resultó la “cuarta pata”, tema que a los
analistas nos convoca desde diversas posiciones. Bolognini
dedicó un espacio de reflexión para este tema, concluyendo
que es necesario promover la participación institucional desde
los seminarios, introduciéndolo como un tema de debate que
implique una constante sostenida.

110 •
Luego de finalizada la primera reunión, el presidente de
IPA dictó una conferencia en relación al tema propuesto para
el próximo Congreso IPA a realizarse en Buenos Aires.
El artículo se tituló “Intimidad y Vínculo”. La conferencia
se extendió por un lapso de dos horas en la cual se debatieron
ideas, conceptos que enriquecieron y marcaron un puntapié
de inicio para ir calentando motores para el congreso venidero.
Para finalizar, podría destacar que lo más característico de
este encuentro estuvo dado por la cordialidad y calidez que
define la personalidad de Stefano Bolognini. Un acercamiento
humano, íntimo, sencillo pero de inteligente profundidad,
fue su singular cualidad. Estoy convencida de que nuestra
querida Virginia Ungar seguirá alineada en esta modalidad de
apertura, integración y reconocimiento de esta gran familia
que nos hermana.

• 111
Horacio Etchegoyen
In memoriam
Lic. Verónica Dreussi

En el año 1624 el poeta inglés John Donne escribió un bello


poema del que quiero compartir, aquí, un fragmento.

Ningún hombre es una isla entera por sí mismo


Cada hombre es una pieza del continente,
una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra,
toda Europa queda disminuida,
como si fuera un promontorio,
o la casa de uno de tus amigos,
o la tuya propia.
Ninguna persona es una isla;
la muerte de cualquiera me afecta,
porque me encuentro unido a toda la humanidad;
Por eso,
nunca preguntes por quién doblan las campanas
Doblan por ti.
Donne, J.: Devociones para ocasiones emergentes
(1624), London, U.K.

• 115
Sin duda alguna, una muerte como la de Horacio Et-
chegoyen nos deja marca, nos afecta. Pienso que la muerte
resignifica una vida. La ubica en ese lugar en el cual se aclara
su esencia, se redimensiona aquello que le dio su sentido. En
el caso de Etchegoyen su sabiduría, su vitalidad y su ética
emergen como lo propio y distintivo de su existir.
Horacio dejó este mundo mejor de lo que lo encontró.
Regó con sus investigaciones y saberes los espacios institu-
cionales por los que anduvo. Nos dejó un legado de escritos,
libros, seminarios donde poder consultar y seguir cuestionando
nuestro aprendizaje.
Tuve el privilegio de haber podido ser su alumna. Fue mi
profesor en los seminarios de Melanie Klein. Cada lunes era
un encuentro esperado. Llegaba a la Asociación acompañado
de su inseparable y querido compañero Luis Minuchin. Luis
era quien cada lunes se encargaba de pasar a buscarlo y traerlo
hasta Apdeba, ya que había comenzado a caminar con dificul-
tad y su movilidad era escasa.
Apoyado en su bastón entraba a la Asociación y su presen-
cia no pasaba jamás inadvertida. No faltaba quien se acercara
a darle un abrazo y demostrarle un agradecimiento afectuoso.
Era llamativo que esto se repetía sin excepción.
Pero lo frágil de su andar contrastaba enormemente con
la seguridad y solidez de su discurso. Hablaba y todos quedá-
bamos suspendidos en un idilio de pedagogía exquisita.
Entre comentarios de fin de semana, café y medialunas,
que el propio Horacio se encargaba de invitar y de que nunca
faltasen, transcurrían las enseñanzas.
Los seminarios tenían su impronta, es decir, se cargaban

116 •
de un pensamiento analítico que no perdía de vista lo humano,
enalteciendo lo intelectual. Las anécdotas de sus andanzas clí-
nicas que nos mantenían en una atención a la que no se podía
faltar si lo que se pretendía era absorber algo de lo mucho que
nos entregaba su generosa sabiduría.
Es por esto que, además del dolor inevitable de su partida,
quiero celebrar su vida. Una vida signada por el psicoanálisis,
donde lo personal se entramó con la ética que el amor a su
enseñanza, ejercicio y estudio dedicó y nos brindó.
Todo agradecimiento resulta poco. Seguiremos constru-
yendo con la presencia viva que su obra nos legó.

• 117
Dr. Ricardo Horacio Etchegoyen:
Maestro antes que nada
y después de todo
Lic. Mercedes García Alba1

Como se dice en el arte, se nos fue de gira…


A cada uno de nosotros nos dejó una parte de su herencia:
su palabra, su obra, su calidez humana, su vasco sentido del
humor…
Se nos fue el 2 de julio, a los 97 años. Y va a volver… siempre
va a volver… siempre va a estar.
Había nacido un 13 de enero de 1919 en Burzaco, provincia
de Buenos Aires. El diario La Nación lo nombró como “Maestro
del Psicoanálisis Argentino e Internacional”, APSA mencionó
que: “trascendió fronteras, dejando una huella importante en
la historia del psicoanálisis del mundo” y nos conmovió el Dr.
Stefano Bolognini que habló “En Memoria”…
A su-nuestra memoria.
En 1949 obtuvo el título de Dr. en Medicina y fue allí en
la Universidad de La Plata donde trabajó por el Movimiento
de la Reforma Universitaria. Más tarde, ya en Mendoza, fue

1
Cerviño 3919, 3º B, CABA. Tel: 4807-2599.

• 119
profesor de la Cátedra de Psiquiatría y Psicología Clínica de
la Universidad de Cuyo y años después lo nombraron Miem-
bro Honorario de la Asociación Psicoanalítica de Mendoza.
Y también fue Dr. Honoris Causa de la Universidad de San
Luis, profesor Honoris Causa de la Universidad de Buenos
Aires (UBA), Premio Konex al Mérito en 1996.
Cuando lo entrevistamos y dialogamos con él para la
Revista Devenir del Claustro de Candidatos de la Asociación
Psicoanalítica de Buenos Aires hablándonos de sus épocas de
Candidato, anticipó ideas con respecto a temas muy actuales,
como son: nuestra Universidad, la creación de Foros Abiertos
y muchos de los pensamientos que tomamos para este tex-
to. Dijo también que era auspicioso e importante para él la
participación de los candidatos en los Congresos bianuales
porque daban una pauta de unidad entre Candidatos y Miem-
bros de la IPA. Nos contó que en su época de candidato no
regía una Organización tan rigurosa como la nuestra ahora.
Un día lo llamó el Dr. Enrique Pichon Rivière, que era
director del Instituto en ese momento y le dijo que tenía que
hacer ¡otra Supervisión..! (“Supervisé con Arnaldo Rascovsky,
no sabía que tenía que hacer tantas supervisiones…!”).
Empezó su carrera en el primer Instituto de la Calle Juncal
y después pasó al de la calle Anchorena, eran un grupo pequeño
y tenían una relación muy amigable, como el Comité de los
Siete Anillos que siempre le gustó.
Pensaba que los Candidatos que cursan juntos a lo largo
del tiempo siguen muy ligados con su promoción y le agradaba
y le parecía muy bien.
Su formación como psicoanalista la hizo primero en la

120 •
Asociación Psicoanalítica Argentina en la que fue adherente,
luego continuó la misma, supervisando con los doctores
Enrique Pichon Rivière, Marie Langer, Leon Grinberg y José
Bleger y en 1967 fue Miembro Titular y en 1974 Analista con
Función Didáctica.
En la Sociedad Psicoanalítica Británica se re-analizó con
Donald Meltzer, supervisó con Betty Joseph y Ester Bick y
asistió a los seminarios de Herbert Rosenfeldd y Hanna Segal,
entre muchos otros. Becado por la O.S. Panamericana realizó
estudios de posgrado en la Clínica Tavistock de Inglaterra.
Otra vez en Argentina, siguió su análisis con L. Grinberg y
D. Liberman. Fue uno de los fundadores de nuestra Asocia-
ción Psicoanalítica de Buenos Aires de la que fue también su
Presidente. Ocupó la Vicepresidencia de la Asociación Psi-
coanalítica Internacional (API) por dos períodos (1985/89)
y en 1993: fue el Primer Presidente Latinoamericano de la
Asociación Psicoanalítica Internacional.
Se relacionó tanto con la Sociedades de Europa como
con Estados Unidos. “Yo creo que el mayor cambio que logré
durante mi presidencia es que las Actas de Consejo Ejecutivo
de la API dejaran de ser secretas”. En los últimos años hubo
una importante apertura en el sentido de la democratización
de la IPA.
Escribió entre otros, Los Fundamentos de la Técnica Psicoa-
nalítica para Amorrortu Editores traducido a varios idiomas
y aclamado en todo el mundo.
“El propósito fundamental de mi obra es asistir al analista
en la búsqueda de su propio camino”.
Siendo uno de los analistas que más se ocupó de la técnica

• 121
psicoanalítica, a él le gustaba decir (comiendo medialunas
con nosotros), que partió de la praxis. Nos confesó que su
gran maestro de la juventud fue Heinrich Racker, con quien
se trató, a quien le gustaba, como a él, el arte, la música, el
humor, la astrología, la literatura, la filosofía y, por supuesto,
la obra de S. Freud y el psicoanálisis.
Desayunando otra vez con él hablamos de sus reflexiones
en ese momento sobre naturaleza y cultura y nos dijo que
los cambios en la cultura había que entenderlos dentro de
nuestro ámbito. Que no le importaba, en ese momento, si el
Complejo de Edipo es un hecho natural o cultural, sino su
realidad y eficacia. Dijo que el arte es un juego y como todo
juego tiene sus reglas. Rió con su humor vasco… e hizo alu-
siones –mirando una reproducción– a una viudad vasca, de la
que los arquitectos Luis Lacasa y José Luis Sert mostraron por
primera vez al mundo, en la Exposición Internacional de Paris,
abochornados por la pobreza de España frente a los lujosos
pabellones de Alemania y la Unión Soviética, en la planta
baja del sencillo pabellón español “El Guernica” de don Pablo
Picasso. Muestra de arte, dijo, de humanismo y modernidad,
dolor y terror, cuya lamparita eléctrica es a la vez emblema
del progreso técnico y la barbarie humana.
También dialogamos sobre el guión de Hemingway, “Tie-
rra de España”, del documental que fue narrado por Orson
Wells, hablamos de “Tres Guineas”, de Virginia Woolf y de
“Sierra de Teruel”, de Malraux.
Recordó además que Julio Le Parc era mendocino. Des-
tacó la importancia de un Foro Abierto, con el que estaba
entusiasmado, aunque dijo que todavía tenía, en eso, sueños
que necesitaban reposo. Ese foro se concretó y se llamó “Psicoa-

122 •
nálisis-Sociedad-Cultura: entrecruzamientos”; lo compartió
en el Dr. Klimovsky, la Dra. Janine Puget y personalidades
de la cultura como Graciela Fernández Meijide, Guillermo
Roux, Ricardo Piglia, del que después tuvimos importantes
testimonios escritos en nuestra Institución y otros…
Como psicoanalistas podríamos participar mucho más de
lo que lo hacemos… me parece que la presencia y la colabora-
ción de los psicoanalistas y de las instituciones psicoanalíticas
con la Universidad es nuestra obligación. Es y será beneficiosa
para nosotros y para la sociedad en general.
La complejidad de la situación analítica es tal que pocas
veces pueden darse reglas fijas… cada momento es irrepetible
e incomparable. Sin embargo no puede haber una praxis que
no se sustente en la teoría, es un camino de ida y vuelta, una
realimenta, enriquece y depura a la otra. El psicoanálisis es
una empresa que nos compromete a todos.
Recordó con nostalgia que en el Congreso de Jerusalem
de 1977, en Asamblea de Miembros en el Business Meeting
se reconoció a APdeBA como Sociedad y dijo que estaban allí:
Roberto Polito, David Liberman, Joel Zac, Moisés Rabith,
Benito y Sheila López, Reggy Serebrianni, los Berenstein, los
Grinberg y muchos otros amigos…
Contó que su hija Alicia –que en ese momento era Can-
didata– había ido con él y su mamá Elida Pieri, su esposa, y
le pidió conocer a un Presidente de la API. Rió con ternura
junto a nosotros. Dijo: “Después de todo estamos aquí, gracias
a que Stekel en 1902 entusismó a Freud para hacer reuniones
con gente interesada en el psicoanálisis”. Así nació La Sociedad
de Viena y en 1910 se constituyó la Asociación Psicoanalítica
Internacional… ¡el crecimiento fue impresionante!
• 123
A mí me asombra y me alarma que en un momento en
que la ciencia ha progresado tanto, la existencia de sectas y
magias prolifere en una forma que en otro momento era im-
pensable. Me parece que estamos pasando una época difícil. La
cultura actual, la presión de los psicofármacos y otros factores
de tipo socioeconómicos no nos favorecen. Sin embargo soy
optimista porque creo que el psicoanálisis tiene mucho que
dar a la sociedad y al hombre en general y que va a venir una
revisión (que en parte ya se está produciendo) en el sentido
de una mayor preocupación de la vida interna. De la vida
emocional, por el espíritu más que por la materia o el dinero.
Yo pienso que se va a ir modificando esa manía por
juntar poder, prestigio y dinero, que en este momento tienen
mucha fuerza. En cambio se va a volver a valorizar el trabajar,
trabajar sobre uno mismo, lograr mayor desarrollo personal
y tener más conciencia de la responsabilidad que tenemos
hacia nosotros mismos y hacia el conjunto de la sociedad. En
ese sentido el psicoanálisis va a tener una voz importante…
Importante como la de él, que como nos dijo que era “ateo,
gracias a Dios”, su gira debe haber sido hacia las estrellas y va
a seguir brillando. Gracias y hasta siempre, Troesma.

124 •
Bibliografía
Devenir, Revista del Claustro de Candidatos de la Asociación Psi-
coanalítica de Buenos Aires, Año 6, n. VII, 1997.
Devenir, Revista del Claustro de Candidatos de la Asociación Psi-
coanalítica de Buenos Aires, Año 9, n. X, 2000.
Diario La Nación-Sociedad: 6-7-2016.
Comunicación Interna del Presidente de la API, Stefano Bolognini
del 5-7-2016.

• 125
La perversión y la violencia...

Lic. Gabriela Rouillon Acosta

Introducción

La perversión ha sido un concepto desarrollado por el psicoa-


nálisis a lo largo de su trayectoria científica. En sus orígenes
podemos rastrearlo en los escritos de Freud sobre la sexualidad
infantil, y tres ensayos para una teoría sexual en donde explora
el concepto de sexualidad perversa infantil y la perversión
como parte de los cuadros psicopatológicos. En este escrito,
ubicaremos a la perversión como un funcionamiento mental,
es decir, una manera de posicionarse subjetivamente frente al
mundo; lo vincularemos al concepto de corrupción entendido
como el mal uso del poder (Quiroz, 2013).

Justificación
La violencia social en el Perú, sigue siendo un tema central
de análisis, la orilla psicoanalítica como una disciplina que
aporta líneas de reflexión y concientización ha sido desde
Freud un campo de análisis sobre temas sociales. Por tal razón,
creemos es un marco disciplinar que puede aportar a nuestra
discusión variables de reflexión.

• 129
Desarrollo
La perversión y la violencia:
La cara opuesta de la bondad
La perversión y la violencia:
La cara opuesta de la bondad

Elizabeth Roudinesco1 define la perversión como el ne-


gativo de la libertad: aniquilación, deshumanización, odio,
destrucción, dominio, crueldad, goce… Preserva la norma
sin dejar de asegurar a la especie humana la permanencia de
sus placeres y de sus transgresiones.

Etimológicamente…
¿Perversión qué significa?
Real Academia Española (RAE): Efecto de pervertir.
Procede de latín perversĭo y hace referencia, a la acción y las
consecuencias o los resultados de pervertir. Dicho verbo, a su
vez, se refiere a alterar el buen gusto o las costumbres que son
consideradas como sanas o normales, a partir de desviaciones
y conductas que resultan extrañas.
Volcar, invertir, desordenar…

Psicoanalíticamente
La perversión se entiende como posicionamiento sub-
jetivo, como un modo de relacionamiento del sujeto con el
mundo donde prima el dominio de una mente sobre otra…
1
Roudinesco, E.: Nuestro lado oscuro: una historia de los perversos. Ana-
grama, 2007.

130 •
Roudinesco ubica a la perversión en dos líneas, una abyec-
ta y otra sublime. La primera como la “expresión soberana de
una fría destrucción de todo vínculo genealógico” refriéndose
a las dictaduras más atroces; y la segunda, refiriéndose a los
hombres prometeicos, que se niegan a someterse a la ley a
costa de su propia exclusión.
La perversión vislumbra el lugar del goce del mal o el so-
berano bien y es intrínseca a la especie humana (Roudinesco,
2007). Desde esta mirada con sorpresa o resistencia vemos
que la perversión hace parte de la constitución humana, el
lado oscuro que unos manifiestan y otros reprimen u ocultan.
Podemos pensar que un sector de nuestra sociedad es ubicado
y se ubica como otro que no existe, es sólo un objeto con el
cual satisface el Estado sus necesidades crueles en el marco de
una relación de sometimiento. Una relación entre el esclavo
y el soberano. Un goce por lo cruel. Como si el Estado dijera:
“Nada enciende más mi pasión que la pasión por la tiranía…”
En esta línea, “decir que el perverso es consciente de haber
elegido el ‘mal’ siendo perfectamente capaz de conocer lo que
la ética del mundo en que vive designa con el término ‘bien’,
que pretende desafiar toda ley y que sabe que con sus actos
ultraja la de su semejante –lo que significa que reconoce en
qué se opone ella a la propia– que con ello insulta lo que en
un orden social dado es juicio y referencia moral, todo no sólo
es cierto sino que además deviene el eco fiel de lo que clama
el perverso […] la posición más pura del sujeto perverso es
[…] esa reinvidacion que hace de sus actos la consecuencia
de una elección […]” (Castoriadis-Aulagnier, 1966, p. 27).
El bien, el mal y el registro del deseo se articulan desarti-
culándose. No existen rastros del bien, sino del mal encarnado

• 131
como deseo. “El perverso es aquel que habla razonablemente,
genialmente a veces, de la sinrazón del deseo. Justifica su
perversión en nombre de un plus de placer que pretende au-
tentificar por un plus de saber sobre la verdad del goce. Ese
saber es el señuelo que lleva su razón a una trampa; es su propia
locura, pero también lo que siempre amenaza con tomarnos
en la trampa de su fascinación” (ídem, p. 28). Se arma una
trilogía entre la verdad, la fascinación y el goce.
Ahora, la violencia social es un acto entre actores donde
uno ejerce un poder ilimitado sobre el otro, denigrando al
otro, eliminando su subjetividad, enmascarándolo en un
primer movimiento para luego hacerlo caer en sus trampas y
así someterlo. ¿Los discursos políticos son un reflejo de ello?
Recorriendo algunos acontecimientos históricos en la
época de los conspiradores corruptos de 1990-2000 como
lo llama Quiroz (2013), la mentira hace su aterrizaje cuando
Montesinos en 1990 con una aparente democracia comienza
los planes conspirativos con Fujimori hacia un poder autoritario
que llevó a ese mandato a cumplir una década en el gobierno.
Se convierten en una dupla perversa, la ley es transgredida y los
secretos, la mentira son sus principales formas de comunicarse.
Cito: “Desde el inicio mismo del régimen de Fujimori,
las crecientes redes encubiertas de inteligencia y militares
operaron para derribar los contrapesos constitucionales, par-
lamentarios y judiciales que estorbaban el control autoritario
del Estado […] alimentaba mecanismos informales y ocultos
que sustentaban una guerra sucia contra la subversión y el
terrorismo. La corrupción era, pues, un medio con el cual
alcanzar, consolidar y mantener el poder autoritario y abusivo.
(Quiroz, 2013, p. 364).

132 •
Este marco político nos lleva a pensar en la maquinaria
calculadora, encubierta, de una falsa expresión del bien hacer
que generó confusión y desconfianza en la sociedad. Hubo
una fachada de verdad, una fascinación por el discurso que
ocultaba la mala fe, y las estrategias que alimentaron algo que
podemos llamar un narcisismo del mal.

Conclusiones
La perversión marca el posicionamiento de un sujeto que
ejerce un poder desde la ley pero transgediendola, haciendo
del otro un objeto de su uso, un objeto al que se le maltrata,
es la erotización de la maldad. Sólo hay perversión cuando
alguien se impone al otro, imposición que tiene como base
–como lo define Stoller (1976) citado por McDougall–, uno
de los triunfos de la sexualidad perversa la cual reside en la
erotización de las pulsiones destructivas.
Por otro lado, lo perverso, al ser un posicionamiento
subjetivo que hace parte de la constitución psíquica del ser
humano, constituye una parte de nosotros mismos, una parte
que ocultamos, un lado oscuro negativo.
En una posición no perversa, el otro no se convierte en
un objeto de uso a maltratar y eliminar, la bondad estaría del
lado de la relación con los objetos buenos, cualidades que
generen creatividad y respeto, cuidado por el otro.

• 133
Bibliografía
Aulagnier, P.: La perversión como estructura. 1964.
MacDougall, J.: Las neosexualidades. En Las mil y unas caras de
Eros (cap. 11). En Teatros de la Mente.
Splendiani, S.: Fantasma perverso y perversión. Algunas conside-
raciones. En: http://saludypsicologia.com/1729/perversion-
en-la-obra-de-freud-y-lacan/. Recuperado el 19 de noviembre
del 2014.
Roudinesco, E.: El lado oscuro: historia de perversos. 2007. En
http://es.scribd.com/doc/221279739/Elisabeth-Roudinesco-
Nuestro-Lado-Oscuro-pdf. 2007. Recuperado el 20 de no-
viembre del 2014.
Real Academia Española. Fuentes de internet: http://www.rae.es/
Recuperado el 19 de noviembre del 2014.
Mazzuca, R.: La categoría clínica de la perversión en psicoanálisis.
http://www.alcmeon.com.ar/10/39/Mazzuca.htm. Recuperado
el 4 de septiembre del 2015.
Quiroz,A.: Historia de la corrupción en el Perú, 2013.

Resumen: El presente trabajo aspira a hacer algunas


reflexiones sobre el concepto de Perversión desde el ángulo
psicoanalítico, centrado en describirla como un funciona-
miento mental que elimina la subjetividad del otro a través
de un discurso marcado por la dominación y el sojuzgamiento
asociado a la mentira y la mala fe. Este planteamiento se rela-
cionara con la violencia política y social como un acto entre
actores en el que se encadena la subjetividad del otro, del otro

134 •
como sociedad enmarcada en un vínculo perverso. Ubicaremos
algunos acontecimientos de la historia política del Perú para
entender lo expuesto.

Abstract: This paper aims to make some reflections on


the concept of perversion from the psychoanalytic angle, de-
scribed as focused on mental functioning that eliminates the
subjectivity of the other through a speech marked by various
forms of lying and bad faith. This approach was related to the
political and social violence as an act between actors in which
the subjectivity of the other, the other as a society framed in a
perverse link chains. We will place some events of the political
history of Peru to understand the above.

Palabras claves: perversión, violencia, sociedad, poder


y vinculo.

• 135
De la Vocación, la Confianza
y la Época
Lic. Ileana Gothelf

Cada hombre en su complejidad psíquica


es una obra maestra, cada análisis es una odisea.
Mis analizantes no dejan de asombrarme,
de enseñarme.
“Alegato por cierta anormalidad”, Joyce McDougall

Si necesitamos teorizar sobre nuestra técnica es que necesita-


mos un espacio para pensarla. Si necesitamos agruparnos en
instituciones, sostener seminarios, ateneos clínicos, congresos,
supervisiones, es que necesitamos hablar, contar, compartir y
repensar lo que hacemos.
El compromiso emocional del trabajo que llevamos a
cabo como analistas es mayor de lo que cualquier lego (para-
fraseando a Freud) pueda imaginar.
Tal vez en la búsqueda de entender cómo es que, a pesar
de lo antedicho, me veo hoy envuelta en esta profesión tan
apasionante y difícil, me permitió revisar algunas ideas teóri-
cas ilustradas por viñetas clínicas, con el objetivo de delinear
respuestas posibles.
Para esto vienen a mi auxilio la idea de trabajar sobre
tres ejes:
• 137
El primero en relación a la pregunta abierta unas líneas
arriba que replanteo de la siguiente manera: ¿cómo es que uno
se ve envuelto en un trabajo con un compromiso emocional
tan importante? ¿Cómo elige un individuo este “destino”?
Denominaré a este eje: Vocación.
Por otra parte, y una vez inmersos en esta profesión y su
ejercicio (al de analista me refiero), surge el cuestionamiento,
casi cotidiano, de cómo es que personas que padecen, sufren
avatares de la vida o situaciones de suma gravedad llegan a
nosotros y se entregan, confían.
A este eje lo denominaré: Confianza.

Época, es el nombre del tercer eje que utilizaré. Me cen-


traré fundamentalmente en esta época en la que me ha tocado
para ejercer como analista.
La época y debería agregar también el contexto socioe-
conómico e histórico que atraviesa el país y la ciudad donde
vivo y desarrollo todas mis actividades laborales (Argentina,
Ciudad de Buenos Aires).
El contexto que rodea a los padeceres de quienes con-
sultan y a los avatares de quienes ejercemos como analistas,
se entremezclan e invaden, inevitablemente los consultorios.

De la Vocación
¿Por qué tomé este eje? (me hace pregunta la relectura de
lo escrito). La respuesta que tengo más a mano es que si no
sabemos desde dónde hemos partido difícilmente entendamos
hacia dónde vamos.

138 •
Poner mi mente y mi emocionalidad al servicio de los
padecimientos ajenos necesita, en mi humilde entender, bases
firmes y contundentes.
¿Cómo llegó el mismísimo Freud al psicoanálisis, reco-
rriendo un camino desde la medicina con especialización en
neurología, abocado a la investigación en el auge de las ciencias
positivistas, a precursor de una de las ciencias y/o artes (como
más le guste a cada lector) que revolucionó el pensamiento
contemporáneo?
Uno de sus biógrafos (si no me equivoco el único latino-
americano) Emilio Rodrigué indagó sobre la elección profe-
sional de Freud y en su libro refiere: “[…] Fue la hora de la
duda. No porque la elección fuese variada para un judío vienés,
la gama de oportunidades era reducida; industria, comercio,
derecho y medicina. Las dos primeras alternativas habían sido
definitivamente descartadas […] Freud en su autobiografía, mi
padre insistía en que, en la elección de profesión, yo siguiese
mis propias inclinaciones”. Y acota: “Ni en esa época, ni en
mi vida posterior, sentí una predilección particular por la
carrera de médico. Me movió, más que nada, una especie de
curiosidad, que se dirigía más a las cuestiones humanas que a
los objetos naturales…” (Rodrigué, Emilio: Sigmund Freud.
El siglo de psicoanálisis. Sudamericana, Tomo I, p. 106).
Esta pequeña viñeta de la historia de vida de Freud permite
entender un poco más aquello que dice en El malestar en la
cultura respecto a la elección vocacional: “[…] La actividad
profesional brinda una satisfacción particular cuando ha sido
elegida libremente, o sea, cuando permite volver utilizables
mediante sublimación inclinaciones existentes, mociones
pulsionales proseguidas o reforzadas constitucionalmente...”

• 139
(“El Malestar en la cultura”, yo tenía siempre muy presente
esta cita que es una nota al pie creo en p. 79, T. XXI, Parte II).

Vocación, según el diccionario de la Real Academia


Española, es “Inspiración con que Dios llama a algún estado,
especialmente al de religión… Inclinación a cualquier estado,
profesión o carrera… Convocación, llamamiento.”
¿Se trata de un llamado divino? Desde un pensamiento
con orientación psicoanalítica podríamos pensar que se trata
de un llamado de la propia historia.
Yo tenía diez años y había decidido ser abogada. Jugaba en
el cuarto de mis padres donde había un escritorio, usaba sellos
viejos y uno propio que tenía con mis nombres y apellido.
Ponía un cartel en la puerta y era abogada. Atendía familias,
eso decía yo, divorcios, herencias. Pasaron varios años, ya en
la adolescencia me di cuenta de que “el llamado” más que por
la justicia era a la necesidad de las personas de solucionar sus
problemas. Y no recuerdo ni cómo, ni cuándo, previo paso
por la idea de hacer Medicina, decidí que quería ser psicólo-
ga. Tenía 16 años. En ese mismo momento solicité hacer mi
primer tratamiento terapéutico, que resultó ser un análisis.
Nunca dudé de que ser psicóloga es lo que quería. Hoy
ser analista es el término más correcto a utilizar. La experiencia
que he desarrollado en los años de trabajo con pacientes me
permiten aseverar que brindar ayuda, pensar con otro para
que su sufrimiento sea menor a la posibilidad de goce de su
vida, es a lo que siempre quise dedicarme.

140 •
De la Confianza
Una voz en mi teléfono celular que parecía conocida me
dice: “… Hola, no sé si te acordás de mí. Soy Andrés, fui tu
paciente hace cinco años…”
Sí, lo recordé sorprendida. Con Andrés no habíamos
logrado iniciar un tratamiento analítico, pero habíamos man-
tenido una serie de entrevistas que en su momento lo habían
ayudado a resolver situaciones de su momento vital.
Comenzamos nuevamente con entrevistas y ante mi sor-
presa, Andrés retomaba preguntas que se habían planteado en
aquellos escasos encuentros. Pasados algunos meses de haber
iniciado esta vez sí un tratamiento analítico dice: “… Esto [se
refiere a un tema puntual] no lo había hablado más que con
vos y ahora con mi hermana y con L [su pareja] … hoy venía
pensando por qué te busqué a vos y no a otro psicólogo o psicóloga,
y es porque ya te tenía confianza…”. Andrés sigue hablando y a
partir de un señalamiento que hago en relación al tiempo que
le toma tener confianza en otra persona dice “…es que contar
mis miserias me hace sentirme vulnerable…”

Me he preguntado en muchas ocasiones ¿cómo se genera


la confianza?
Rastreando la noción de confianza en el psicoanálisis en-
cuentro que Freud utilizó esta idea cuando describió la transfe-
rencia; “confianza en el médico” decía en los Escritos Técnicos.
Freud sostenía que sólo los neuróticos son de confiar en alguien.
Andrés necesitó un tiempo muy personal, cinco años. Pero
algo de lo transferencial se mantuvo vivo e invariante en aque-

• 141
llo que sólo pudo hablar conmigo y su hermana. Esto signó
su regreso, tomando sus palabras, “esta psicóloga y no otra”.
Freud viene a mi auxilio para intentar entender por qué
tanto tiempo fue necesario (cinco años) para que Andrés por
fin confíe: “[…] Es cierto que la actitud confiada del paciente
vuelve muy agradable el primer trato con él; uno se la agradece,
pese a lo cual se prepara para que su previa toma de partido
favorable se haga pedazos a la primera dificultad que surja
en el tratamiento. Al escéptico se la dice que el análisis no
ha menester que se le tenga confianza, que él tiene derecho a
mostrarse todo lo crítico y desconfiado que quiera, que uno
no pondrá su actitud en la cuenta de su juicio, pues él no está
en condiciones de formarse un juicio confiable sobre estos
puntos; y que su desconfianza no es más que un síntoma entre
los otros que él tiene, y no resultará perturbadora siempre que
obedezca concienzudamente a lo que le pide la regla del trata-
miento…” (Sobre la iniciación del tratamiento. Nuevos consejos
sobre la técnica del psicoanálisis, I., 1913, p. 128)
Las palabras de Joyce McDougall me ayudan a ilustrar
más acerca de lo que sucede entre analista y analizando en la
necesaria generación de la confianza: “[…] un psicoanálisis
no debe asimilarse a una situación en que una persona anali-
za a otra. Más bien es el análisis de una revelación entre dos
personas: el analista vivirá a su modo, con su propia fuerza y
su propia debilidad, lo que sus analizantes experimentan, se
identificará por turno con cada uno de ellos y con los seres
que han marcado sus vidas, y lo hará a través de un conoci-
miento de sí mismos, siempre parcial. A veces, la intimidad
de esta experiencia es mayor, más intensa que la que el analista
ha conocido en la relación con sus parientes…” (Alegato por

142 •
cierta anormalidad. Joyce McDougall. Prefacio, p. 5, Gallimar.
1982).
Donald Meltzer sostiene que los procesos de transferencia
y contratransferencia cuyo núcleo es la emocionalidad son
posibles de ser sostenidos y contenidos gracias al encuadre y
la situación analítica.
Meltzer se pregunta cómo puede el analista llevar la trans-
ferencia sabiendo que le falta equipamiento, y a su vez cómo
puede el paciente tener confianza en alguien que falla a la hora
de mostrar evidencias de su capacidad. Toma la metáfora de un
hombre con un niño sobre los hombros y ambos montados a
caballo, dice que en realidad el que lleva el peso no es el hombre
sino el caballo. Cito: “[…] La confianza del paciente no es en
el analista. La confianza del paciente es a través del analista, en
los objetos internos de éste. La capacidad del analista de soportar
esta responsabilidad está basada en su capacidad de transmitirla
a sus objetos internos y confiar en que sus objetos internos sean
capaces de sobrellevar esta responsabilidad […]”. (“El ejercicio
del psicoanálisis en la transferencia”, Donald Meltzer. Con-
ferencia pronunciada en APdeBA el 4/04/91).

De la Época
Carmen era una paciente de las que Freud en sus escritos
técnicos describiría como no analizable. Cuando llegó a con-
sulta tenía 57 años, no había terminado sus estudios secun-
darios y desde hacía muchos años trabaja como maestranza
en un instituto educativo. Si bien Carmen se mostró siempre
como una persona con intereses, su cultura y su educación
eran muy básicas, y también sus modales. Sin embargo, por

• 143
intermedio de una de sus hijas que logró un estudio univer-
sitario y una posición laboral en una importante empresa
multinacional, llega a mí. Ella sólo conocía a los curas y a una
señora cuya profesión le costaba pronunciar decía: “…algo así
como counscouns… bueno usted sabe…”.
Se trataba de Counselor, una “señora”, como ella la llama-
ba, que le dio algunos consejos a ella y a su marido en un mo-
mento puntual, pero que ella misma sintió como insuficiente
cuando sus padeceres físicos (diabetes, problemas hepáticos y
un derrame pericárdico) que comenzaron a partir de una pelea
con su hija mayor, con la cual no tenía casi contacto desde
hacía un año, la desbordaban de angustia.
Carmen nunca llegó al diván, y muchas veces más que
asociar libremente iba y venía sin mucha organización en su
discurso. En relación a su diagnóstico claramente no estábamos
en el terreno de la neurosis, era una paciente que podemos
denominar, según desde la escuela psicoanalítica que tomemos
de referencia, como Border o con Trastornos Narcisistas. Car-
men pagaba poco, y faltaba con frecuencia. A veces dejaba de
venir y luego regresaba un tiempo más. Carmen siempre me
pedía consejos, hasta que se dio cuenta de que ella era quien
en el trabajo conjunto conmigo encontraba algunas respuestas
a sus preguntas y a su angustia que la desbordaban.

La época que me ha tocado como analista tiene una


particularidad inherente a ritmos vertiginosos, exitismo y
(como dicen algunos pacientes adolescente) touch and go.
La realidad que vivimos analistas en formación es que los
pacientes “escasean”, tal como menciona Etchegoyen en uno
de los últimos reportajes, la frecuencia de atención es casi
144 •
siempre una vez por semana. Algunos colegas recurren a las
obras sociales y prepagas para sustentar económicamente su
vida con el trabajo en la clínica. Otros apuestan en algunos
momentos a lo institucional, en general a la demanda privada,
y completan con tareas propias de la psicología para lo cual
la escucha psicoanalítica y la teoría son muy enriquecedoras.
En la revista Devenir editada durante el año 2010 pude
leer un reportaje realizado a tres grandes analistas –Etchegoyen,
Lancelle y Berenstein– quienes hablan sobre los analistas en
formación de estos tiempos: “[…] el candidato de ahora tiene
el mismo interés por el psicoanálisis que el de antes, pero la
situación ha variado notablemente en cuanto al trabajo. Los
candidatos de los años 50 y 60 estábamos llenos de trabajo,
mientras que, para el actual, los pacientes escasean y es difícil
construir una práctica con pacientes de alta frecuencia…”
(“Conversando con psicoanalistas”. Comité de Redacción
Revista Devenir edición del Claustro de Candidatos de la
Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires. Año 19, n. XIX,
2010).
Subrayo “el mismo interés por el psicoanálisis que el de
antes”, el mismo interés y la misma decisión vocacional de
llevarlo a cabo, pero en otras condiciones que, valga la redun-
dancia, condicionan nuestro obrar.

Pero siempre podemos ver la contracara, el lado “claro de


la luna”, si se quiere. En tal sentido se expresó el Dr. Bergallo
en un seminario al que asistí, aseverando que los analistas
somos “seres necesarios”; porque en la vorágine del éxito y la
inmediatez todavía queda gente que presta un espacio para la
reflexión compartida y la escucha sin prejuicio.
• 145
Carmen dijo muchas veces que esto que hacía conmigo
era diferente. Cuando faltaba y hablábamos por teléfono me
decía “no sabe cuánto necesito que hablemos algunas cosas” o
iniciaba algunas sesiones diciendo “estoy re loca necesito que
me ayude a ordenarme”.
Isidoro Berenstein dice: “[…] No es sencillo comparar
épocas. Cada época conforma una subjetividad y en ella inter-
vienen los mandatos explícitos y las opiniones circulantes, los
prejuicios, las ideas preformadas como la mentalidad de época
de la habla Romero…” (“Conversando con Psicoanalistas”.
Comité de Redacción Revista Devenir Edición del Claustro de
Candidatos de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires,
Año 19, n. XIX, 2010).
En definitiva, podemos contar con el método psicoa-
nalítico como una oportunidad para seguir investigando y
generando teoría, en la época nos toca vivir y en la práctica
que hacemos cada día.

146 •
Qué hacemos, qué sucede
Lic. Jerónimo Luis Moretti

Para comenzar este trabajo se me ocurrieron dos preguntas


que se encuentran relacionadas entre sí, pero mi intención
no es unir las respuestas a modo de causa efecto ni tampoco,
obviamente, responderlas de manera acabada. Lo que me
propongo con estas preguntas es tenerlas presentes a modo de
ordenadores, con el fin de poder realizar una breve recorrida
sobre algunas de las ideas presentes en el seminario de “Técnica
Psicoanalítica: encuadre e insight”.
Una de ellas es: ¿qué es lo que hacemos cuando atendemos
a nuestros pacientes?; y la otra: ¿qué es lo que sucede en un
análisis capaz de generar cambios en una persona? La primera
respuesta, rápida y casi sin pensar, que se me ocurre para ambas
preguntas, es: no sé. Deteniéndome un poco más, pienso que
quizás sean muchas cosas, tanto las que hacemos como las que
suceden, pero sospecho que ninguna de ellas podría explicar la
totalidad de lo acontecido en un análisis. Entiendo que por eso
se me ocurrió decir “no sé”, porque querer dar una respuesta
acabada a estos dilemas sería como querer asir lo inasible.
En principio, lo que un analista hace es escuchar, pero
como dice Painceira, no analizamos sólo discursos sino per-
sonas. Entonces, siguiendo al mismo autor podemos decir
que lo que el analista hace es ofrecer su persona y, como dice
Winnicott, ser “vulnerable”. Con este término nos referimos a

• 147
la capacidad de “[...] ser sensibles y experimentar emociones,
sensaciones, deseos, temores acordes con el drama que se está
actualizando en la transferencia [...]” (Painceira, p. 7), pero que
no deben ser actuados por el analista salvo en forma consciente
y mediante una interpretación en el momento oportuno.
Una herramienta fundamental del analista es lograr esta
plasticidad, que nos va a permitir acercarnos a la realidad de
nuestros pacientes, pudiéndonos sumergir en su mundo y
tolerar sus proyecciones, pero siempre intentando discriminar
lo propio de lo proyectado por aquel. Spillius, en su artículo
“La identificación proyectiva en la experiencia clínica”, nos
dice que actualmente “[...] los analistas nos encontramos
preparados para utilizar nuestros sentimientos como fuente
de información sobre lo que el paciente hace [...]” (Spillius,
p. 116), pero la tarea fundamental aquí también será el poder
discriminar y tomarse el tiempo necesario para comprender y
si se lo considera oportuno interpretar.
Es decir que desde distintos autores podemos llegar a
vislumbrar que la tarea del analista no será solamente la de
escuchar atentamente al paciente sino la de ser sensible y poder
sentir, tanto lo que el paciente siente como lo que hace sentir.
De este modo abarcamos un campo mucho mayor que el de
las palabras, y es un campo que innegablemente se encuentra
presente en todo ser humano. En este sentido, Meltzer hace
un breve resumen de los elementos que se ven incluidos en lo
que llama la “actitud analítica” y que, en definitiva, es lo que
hacemos en un análisis; éstos son: “[...] recibir el material, el
contenido y la conducta; contener la proyección del dolor
mental; pensar acerca de la situación transferencial y final-
mente comunicar lo que el analista comprende, aun cuando
sea provisorio [...]” (p. 144).

148 •
Como dije anteriormente, querer dar una respuesta
acabada a las preguntas iniciales sería como querer asir lo in-
asible y esto es porque entiendo que el análisis, como la vida
misma, nunca podrá ser explicado de manera completa y nos
deberemos conformar con aceptar el misterio, o dicho más
“psicoanalíticamente”, la falta, con la que debemos convivir
indefectiblemente. Aceptar dicho misterio no significa caer en
un relativismo absoluto que nos impida estudiar, investigar o
querer saber qué es lo que sucede en el análisis, pero sí podrá
hacernos evitar caer en los viejos errores de querer hacer del
psicoanálisis un método aséptico (Donnet).
En este sentido, me pareció interesante el cambio de pos-
tura surgido en Meltzer entre su texto de El proceso psicoanalí-
tico y su artículo sobre dicho libro escrito veinte años después.
En el primero plantea como lo fundamental para generar
cambios en el paciente al contenido del proceso interpretativo,
refiriéndose a esto dice: “[...] es el proceso interpretativo, en
mi opinión, lo que modifica el equipo de los objetos internos
y de este modo, a través de la identificación proyectiva, lo que
modifica la parte adulta del self [...]” (p. 152). Esta postura
tajante acerca de que lo que produce los cambios en el aná-
lisis es el contenido proceso interpretativo, lo lleva a Meltzer
a concentrarse en una búsqueda que parece querer medir o
explicar cada detalle de lo acontecido en la sesión.
Esta perspectiva será abandonada en su artículo escrito
veinte años después, en el cual dará como fundamento te-
rapéutico del método psicoanalítico a “[...] la capacidad del
paciente de realizar la experiencia de una relación transferencial
y a tolerar, cuando no de unirse activamente, la descripción y
la investigación que hace el analista de esta relación transferen-

• 149
cial” (p. 161). De esta manera, “[...] el beneficio terapéutico
para el paciente reside en la evolución de la transferencia,
evolución que depende, en su punto más alto del encuentro de
ésta con una contratransferencia congruente, que el paciente
puede reconocer y utilizar con el fin de comprender, más que
de actuar” (p. 161).
Este cambio suscitado en Meltzer también tendrá inci-
dencia en su concepción del encuadre, el cual se tornará más
flexible. En este último artículo expresa que el factor princi-
pal del encuadre lo constituyen “[...] el estado de ánimo del
analista y la atmósfera que él es capaz de crear y mantener en
su consultorio” (p. 164). En este artículo parece hacer más
hincapié en que el factor terapéutico, además de estar relacio-
nado con el método analítico, está asociado a las tendencias
del paciente a desarrollarse, lo que da mayor protagonismo al
paciente dentro de lo que puede suceder dentro de un análisis.
Esto último creo que contribuye a mi idea de que no se
puede explicar la totalidad de lo acontecido en un análisis
porque al analizar personas, existe en cada una de ellas algo
particular que no podrá ser generalizado por más semejanzas
que tengan entre ellas. Esta última idea de Meltzer, expresada
en el párrafo anterior, me resulta inevitable asociarla con la
perspectiva que Painceira plantea en su libro Reflexiones sobre
el quehacer psicoanalítico, en el que dice que “La curación es
el fin del proceso analítico, que se ‘espera con ilusión’; pero
el protagonista es el paciente y no el analista” (p. 55). En este
libro, Painceira concibe al análisis como un camino de auto-
descubrimiento, donde lo que produce cambios no es el cono-
cimiento intelectual sino la experiencia del hallazgo “[...] más
ligado al develamiento, generador de asombro [...]” (p. 56).

150 •
En el artículo de Strachey, “La acción terapéutica del psi-
coanálisis”, este autor nos dice que “No es ninguna novedad
el considerar a una neurosis como un obstáculo o fuerza que
desvía del curso normal del desarrollo [...]” (p. 961) para la
cual el fin del psicoanálisis sería suprimir dicho obstáculo “[...]
permitiendo que así continúe el normal curso del desarrollo”
(p. 961). Strachey también sostiene que en la base de la acción
terapéutica del psicoanálisis encontraremos las interpretaciones
mutativas, en las cuales “[...] el paciente se da cuenta de que ha
dirigido directamente hacia el analista una cantidad particular
de energía del ello, y en segundo término, viene la fase en que
el enfermo comprende que dicha energía está dirigida hacia
un objeto fantaseado arcaico y no sobre uno real” (p. 967),
el darse cuenta de esto es lo que permite romper el círculo
vicioso que establece la neurosis, a través de lo que llamamos
un insight ostensivo (Richfield).
Me gustaría destacar que desde distintos autores podemos
coincidir en que lo que sucede en un análisis, capaz de generar
cambios, está más relacionado con las experiencias emocionales
que puedan surgir en el curso del mismo, que por los conoci-
mientos intelectuales que de él se puedan tener. Eso sí, cabe
aclarar que no resultan excluyentes ambos tipos de conocimien-
tos (intelectual y emocional) sino que ambos se integran. Por
ejemplo, puede ocurrir que el conocimiento intelectual actúe
como preparativo para que se puedan llegar a una experiencia
de insight ostensivo, o bien que funcione como elaborativo,
de manera que la experiencia emocional acontecida no quede
como una experiencia aislada que se pierda en el olvido.
Para finalizar, creo que podemos afirmar que logramos en
cierta medida dar cuenta de qué es lo que hacemos y qué es lo

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que sucede en un análisis. En todo caso, de lo que no pudimos
terminar de dar cuenta es de “qué sucederá” con determinado
paciente, y cómo y cuándo lo hará. Si concebimos el análisis
como un camino de autodescubrimiento, nunca podremos
saber de antemano qué es lo que vamos a descubrir, pero sí
podremos estar abiertos a ese encuentro personal que se da
y que, en definitiva, es lo que nos permite poder descubrir.

Bibliografía

Donnet, J. L.: De la regla fundamental a la situación analizante.


Etchegoyen, R. H. (1986): Los fundamentos de la técnica psicoana-
lítica, Buenos Aires, Amorrortu, 1986.
Meltzer, D. (1967): El proceso psicoanalítico, Buenos Aires, Paidós,
1968.
Meltzer, D. (1993): “El proceso psiconalitico”, Rev. Psicoanálisis
APdeBA, vol. XV, n. 1, pp. 159-166.
Painciera Plot, A. (2015): Reflexiones sobre el quehacer psicoanalítico,
Buenos Aires, Lumen, 2015.
Richfield, J.: Análisis del concepto de insight. Traducción de The
Psychoanalytic Quarterly, Vol. XXIII, 1954, p. 390.
Bott Spillius, E.: La identificación proyectiva en la experiencia clínica.
Strachey, J.: Naturaleza de la acción terapéutica del psicoanálisis,
Traducido de The International Journal of Psychoanlysis, vol.
XV, 1934.

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