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3.2.2. EDUCACIÓN.

Marcos Kaplan exponen los alcances de la educación, así como sus


implicaciones dentro de la sociedad.

La educación abarca los aspectos y problemas de la socialización, la


capacitación y la especialización de la fuerza de trabajo en distintos niveles, la
formación profesional, el reajuste continuo de calificaciones, la disciplina, la
motivación, la conducta, la estructura de personalidad. La educación se entrelaza
a las funciones estatales en cuanto a la cultura, la ciencia y la tecnología.

Para Rosario Green, según Robert Reich, la creciente disparidad en los


ingresos de los individuos "parece estar relacionada con el nivel educativo: si una
persona se gradúa en universidad, los ingresos mejorarían; si no lo hace, tendrá
que empobrecerse". La brecha ha sido exacerbada por la revolución tecnológica,
sobre todo en el campo de la informática, que favorece aún más a las personas
con mayor capacitación y mejor preparadas para aprovechar las innovaciones.

Sin embargo, otros autores no lo consideran de esa forma como vemos en


el análisis que realiza Almudena Moreno sobre los trabajos de Bordieu y
Passeron. Desde la teoría económica, las críticas realizadas a las interpretaciones
funcionalistas y a la teoría del capital humano sobre las bondades del sistema
educativo se refieren fundamentalmente a la escasa relaciones que existe entre
educación, productividad, ocupación y movilidad social; se suman las críticas de
Thurow, Doerringer, Piore y Bowen a la teoría del capital humano, fundadas en el
hecho de que ya no se puede establecer una relación unidireccional entre
educación, productividad y movilidad social, ya que la cualificación y formación
adquiridas en el sistema educativo no garantizan mayores ingresos ni mejores
posiciones en la estructura ocupacional y social. Los resultados de estas
investigaciones, unido a los efectos producidos por el aumento del desempleo en
los Estados de bienestar, el crecimiento del déficit público y la aparición de la
sobre educación contribuyeron a cuestionar, por un lado, las premisas del
funcionalismo meritocratico y, por otro, las teorías del capital humano por parte del
paradigma crítico, que considera a la escuela como un espacio de reproducción de
las desigualdades y del conflicto, por lo que las supuestas posibilidades de
movilidad social ocupacional de la sociedad civil dependen en la arbitrariedad de
un sistema educativo injusto y desigual. La crítica al funcionalismo no es
homogénea y se manifiesta en diferentes teorías que hunden sus raíces tanto en
el pensamiento marxista como en el weberiano. Por otra parte, la oferta y
demanda de educación ya no se analizarán únicamente como expresión de
cálculos racionales e individuales, sino como estrategias de clase. De esta forma,
se considera que la educación contribuye a la reproducción de posiciones de clase
y, por tanto, al mantenimiento de las desigualdades sociales.
Moreno indica que las tesis de Bordieu y Passeron se basan en el hecho
de que la posesión de determinado capital humano desigual y, por ello, posibilita el
acceso diferencial al capital social y económico, contribuyendo así a la
reproducción cultural y social. Se pone de manifiesto la desigual situación de
partida de los estudiantes en cuanto a su origen social, lo que de alguna manera
explica la distinta relación con la cultura académica. El objetivo es demostrar cómo
estas limitaciones culturales al origen familiar se traducen en actitudes
diferenciales que repercuten en el éxito o fracaso escolar. Desde el punto de vista
de la institución escolar, todo está dispuesto para que triunfen los "elegidos", que
por su capital cultural y social son los que poseen "la cultura". Para ello introducen
dos conceptos básicos: el de arbitrariedad cultural y violencia simbólica, con el fin
de aumentar el hecho de que toda cultura académica es arbitraria, puesto que su
validez proviene únicamente de que es la cultura de la clase dominante, impuesta
toda la sociedad como si se tratara del único saber objetivo.

Moreno comenta que Althusser elabora una teoría de la dominación en la


que la escuela y el sistema educativo favorecen la subordinación a la ideología
dominante con el fin de reproducir el poder y las relaciones de clase. En otras
palabras, la escuela enseña ciertas habilidades, pero también formas que
aseguran el sometimiento a la ideología dominante, o bien el dominio de su
práctica.

A diferencia de Bordieu y Passeron, Althusser considera que la escuela


tiene una autonomía relativa frente al Estado, lo que le da cierta capacidad de
acción, aunque mínima. Sin embargo, la institución escolar está controlada por el
Estado, y como tal ejerce las funciones necesarias para la reproducción del
Estado capitalista. En definitiva, en esta perspectiva marxista la educación forma
parte de la superestructura política e ideológica, cuya función es formar conciencia
que se ajusten a la relaciones de producción dominantes, que como aparato
ideológico del Estado realiza una doble función: por un lado contribuye a la
reproducción de las fuerzas productivas mediante la institución en habilidades y
conocimientos necesarios para el funcionamiento del proceso productivo; por otro,
favorece la reproducción de las posiciones ideológicas a través de la socialización
e interiorización de normas y valores que sustentan la relaciones de producción.

En todo ello, el sociólogo tiene gran responsabilidad, como lo manifiesta


Alain Coulon cuando afirma que la sociología postula que la realidad social existe
en alguna medida independientemente de las investigaciones de la que es objeto.
Por esta razón, Garfinkel considera que los estudios sociológicos descubren ante
todo "cosas razonables", de tal manera que el experto en sociología trata al actor
social, en palabras de Garfinkel como "idiota cultural, que produce la estabilidad
de la sociedad actuando conforme a las alternativas de acción establecida y
legítimas que le proporciona la cultura". Coulon asegura que hasta ahora los
sociólogos han "sobre socializado" el comportamiento de los actores, y su
hipótesis sobre la interiorización de las normas, que provocan conductas
"automáticas" e impensadas, no refleja el modo en que los actores perciben e
interpretan el mundo.

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