Sei sulla pagina 1di 14

Una prospectiva de la




formación sacerdotal
523

○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○






MONSEÑOR JOSÉ ROBERTO OSPINA L.*

R ESUMEN

E l Concilio Vaticano II nos expresó la comprensión del ser y de


la misión del presbítero de la Iglesia Católica en y para un
mundo cambiante, lo cual ha llevado desde entonces a
repensar la formación de los futuros pastores en los seminarios
mayores. Por eso presentamos algunas características de los
jóvenes que ingresan al Seminario.
Palabras clave: Seminario en diálogo con la reflexión
pedagógica, experiencia formativa de la Iglesia, horizontes de
la formación.
Abstract
The Second Vatican Council expressed an understanding of the
being and the mission of the priest of the Catholic Church in
and for a changing world, which has led since then to a
rethinking of the building of future pastors in the seminaries. In
consequence we present some characteristics of the young
men that enter our seminaries.
Key words: Seminary in dialogue with educational reflexion,
formative experience of the Church, horizons of the education.

* Rector del Seminario Mayor de Bogotá. Oficina: Carrera 7 No. 94-80. Correo electrónico:
j_rospina@yahoo.com

MONSEÑOR
THEOLOGICA JOSÉ
XAVERIANA ROBERTO
148 (2003)OSPINA
523-536L.
Educar no es sólo hacer vivir hoy
sino habilitar la persona para ser
también mañana y para ser
mejor que hoy
A. Manenti

El Concilio Vaticano II nos expresó la comprensión del ser y de la misión del


524 presbítero de la Iglesia Católica en y para un mundo cambiante, lo cual ha
llevado desde entonces a repensar la formación de los futuros pastores en
los seminarios mayores. Tanto la Presbiterorum ordinis como la Optatam totius
se ocupan de esto.
A partir del Concilio son muchos los esfuerzos de búsqueda tanto de la
Iglesia universal como de las conferencias episcopales y de las iglesias par-
ticulares para profundizar en el tema y para hacer sugerencias y propuestas
concretas al respecto; hasta ahora no nos hemos detenido y la búsqueda
continúa.
Constatamos que antes del Concilio las casas de formación se cons-
truían y ubicaban teniendo en cuenta las líneas rectoras de la formación;
ejemplo claro de esto es el Seminario Conciliar de Bogotá: cuando se cons-
truyó el actual edificio, entre 1944 y 1946, el arzobispo Perdomo deseaba
que los seminaristas estuvieran en un ambiente tranquilo, en las afueras de
la ciudad, de manera que pudieran encontrar el espacio adecuado para que
la formación sacerdotal en el Seminario se llevara a cabo. Los medios los
expresa así el reglamento de la época:
I. De acuerdo con las tradiciones y autorizadas enseñanzas de la Iglesia, los
medios de formación sacerdotal prescritos por el Reglamento del Seminario se
reducen a tres clases:
1. Los que miran a la formación de una sólida piedad sacerdotal;
2. los que miran a la formación de una sólida virtud sacerdotal, con el ejercicio
de una severa disciplina de la voluntad en el silencio, en el trabajo, en la obe-
diencia, que exigen continua abnegación y vigoroso espíritu de sacrificio;
3. los que miran a una amplia y sólida formación intelectual, con la adquisición
no sólo de la ciencia estrictamente indispensable para el ejercicio del ministerio,
sino además de todos aquellos conocimientos de cultura general que permitan
el ejercicio de ese mismo ministerio sacerdotal en la forma más noble y decoro-
sa, y más adecuada también a las necesidades y exigencias de los tiempos actua-
les. (Seminario, 1943)

Así pues, esto requería un edificio acorde con los medios. El proyecto
educativo deseaba dar a los jóvenes la oportunidad de estar como en un

UNA PROSPECTIVA DE LA FORMACIÓN SACERDOTAL


invernadero, lejos de los peligros del mundo, de manera que pudieran
prepararse para salir a anunciar a Jesucristo y predicar la doctrina cristiana,
acompañar las almas en su proceso de salvación mediante los sacramentos
(celebración de la misa, confesiones, bautismos y matrimonios), la oración,
las prácticas piadosas (rosario, exposición del Santísimo, Via Crucis, novenas)
y la atención del despacho parroquial, con los consabidos requerimientos:
visita a los enfermos, viático, extremaunción, entierros, novenarios de misas 525
por los difuntos...
El Concilio presentó un criterio renovador fundamental: aggiornamento,
es decir, poner a la Iglesia siempre al día para responder a las circunstancias
y retos que plantean a la evangelización las diferentes épocas. Como bien lo
venimos reconociendo, hoy no sólo estamos en una época de cambios
profundos y acelerados, sino en un cambio de época.
En el contexto de esta nueva época, consideramos de suma importan-
cia detenernos en señalar, para una prospectiva de la formación sacerdotal
(a) los rasgos peculiares que caracterizan a los jóvenes que actualmente
ingresan al seminario; (b) el seminario en diálogo con la reflexión pedagó-
gica; (c) la experiencia formativa de la Iglesia, de manera que podamos
vislumbrar algunos horizontes para la formación y la educación que debe-
mos dar a los que se preparan al sacerdocio ministerial.

ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DE LOS JÓVENES QUE INGRESAN

Percibimos que los jóvenes que ingresan al Seminario Mayor poseen la


fisonomía propia de las actuales generaciones de nuestra sociedad. A
continuación señalamos algunos de sus rasgos.

Con relación a sí mismos


Frente al dinamismo y entusiasmo correspondientes a su edad, se nota una
cierta fragilidad psicológica y en algunos dificultades en la autoestima, quizás
generadas por una deficiente formación en los primeros años en ambientes
familiares y escolares difíciles.
Cada vez más llegan jóvenes al Seminario con una historia personal de
dolor, maltrato, precoces experiencias sexuales, con una visión superficial
de la sexualidad humana y del verdadero valor que ésta debe ocupar en las

MONSEÑOR JOSÉ ROBERTO OSPINA L.


relaciones de pareja, así como un sentido tergiversado del amor y de la
entrega.
Quieren para sí y para todos ser libres, sinceros, auténticos. Como es
natural, hacen sentir la diferencia con los adultos en cuanto a sus criterios de
juicio. Desconfían de aquello que tenga sabor a antiguo o que se haya reci-
bido por tradición. En cambio, aceptan con renovado entusiasmo todo lo
526 nuevo o lo que parezca a nuevo. Llevan un estilo de vida caracterizado por la
moda, el consumismo y el individualismo.
Tienen una inteligencia práctica, gozan de destreza técnica, son
creativos y recursivos en el momento de exponer temas específicos o formas
nuevas de pensar, pero les faltan hábitos de estudio, mejor comprensión de
lectura, disciplina de trabajo y organización del tiempo. Hay dificultades
para la investigación y el rigor científico cuando se trata de profundizar en
los estudios personalmente. Se encuentran fallas en la expresión oral y
escrita y en no pocos una falta de concentración para el análisis y el discurso
coherente. Hacen prevalecer el sentimiento sobre la razón, situación que
poco favorece el espíritu reflexivo y más bien son dados a la improvisación
y al pragmatismo. En todos, sin embargo, se perciben constantes preguntas
sobre el sentido de la vida.
En su forma de pensar y de actuar reflejan, racional y afectivamente,
una actitud relativista, con fuertes dosis de subjetivismo, atribuyéndole valor
a lo espontáneo, a lo informal y a lo presente, al pluralismo en las ideas y en
los comportamientos, con un permisivismo generalizado.

Con relación a los otros


Son muchos los jóvenes que se acercan a la formación con familias dis-
funcionales: separaciones, maltratos, infidelidades, nuevas uniones de sus
padres; algunos son hijos únicos, sobreprotegidos a veces y con el peso
psicológico del que se siente responsable de cuidar de sus padres.
Igualmente hay reflejos de desconfianza y distanciamiento y hasta de
resistencia pasiva, especialmente, en relación con la autoridad.
Hay un relativismo moral grande y una ética de la complicidad, que
crean dificultad para interiorizar normas, tener disciplina personal y ser per-
sonas dignas de confianza.

UNA PROSPECTIVA DE LA FORMACIÓN SACERDOTAL


Aunque sienten el deseo y la necesidad de ser reconocidos y tenidos
en cuenta, a muchos les cuesta abrirse a la amistad, dar y recibir cariño, y
hasta manifestar sus sentimientos.
De manera especial valoran lo lúdico en grupo y lo ponen en práctica
como una necesidad.

527
Con relación al ambiente
Algunas telenovelas y programas de televisión van marcando el deseo de
los jóvenes de ser reconocidos, de aparecer, de solucionar su problema eco-
nómico de manera rápida y fácil, de una vivencia de la sexualidad y de la
afectividad promiscuas, de exhibicionismo, de pérdida de toda intimidad.
Allí se exaltan las leyes del más egoísta, del más aprovechado, del que tenga
menos reatos de conciencia. Todo esto va permeando la conciencia de los
jóvenes y dando un sentido superficial a las relaciones y a la forma de pro-
yectar la vida.
Vibran con las expresiones de su tiempo, especialmente, con las que
influyen en su sensibilidad personal, como la música, la cultura de lo
audiovisual, de lo móvil, de lo útil, de lo concreto, de lo práctico; viven la
importancia del instante, de la imagen y el aprecio de los medios electróni-
cos en la cotidianidad; desarrollan unas destrezas en el manejo de estos
medios que los hacen aptos para navegar en internet y para pasar mucho
tiempo ante un computador. Los trabajos académicos suelen ser una colcha
de recortes de artículos bajados del internet.

Con relación a Dios


Traen una fe incipiente, centrada más en la piedad popular que en una rela-
ción de amor personal con Jesucristo, que en ocasiones es la manera de
llevar su vida cristiana con relativismos éticos y prácticas cargadas de dema-
siado sentimentalismo religioso.
A nivel de formación espiritual se constata, frecuentemente, ausencia
de contenidos religiosos sólidos y una dicotomía de vida. Se hallan poco
evangelizados y no es raro encontrar casos en que la formación religiosa y
moral es muy débil y frágil. Se hallan en un período de una sincera búsque-
da de valores espirituales, que quieren comprender y experimentar, razón

MONSEÑOR JOSÉ ROBERTO OSPINA L.


por la que se acercan a los grupos que ofrezcan dónde sentir gusto por la
oración, especialmente comunitaria y por la reflexión de temas actuales. Allí
se abren a la amistad y van descubriendo la alegría de compartir, de dar y de
darse.
Muchos confunden conversión con vocación al ministerio ordenado.
Es difícil conocer sus verdaderas motivaciones vocacionales.
528
En algunos hay nuevamente tendencia al clericalismo.

Con relación a la proyección


En la trasformación de este mundo piden ser tenidos en cuenta a la hora de
las decisiones, ya que defienden la participación activa en la sociedad como
reflejo de su dinamismo juvenil.
Expresan un notorio descontento ante la situación social de violencia,
de injusticia y de pobreza. Sueñan con una Colombia mejor, que desean
construir para sí y para los demás, diferente de la que les está tocando vivir.
Desean trabajar en favor de los demás, en obras de voluntariado. Sin
embargo, se percibe una cierta carencia de modelos apostólicos en el mo-
mento de colaborar en las acciones pastorales.
Son sensibles al dolor ajeno, manifiestan generosidad para servir a los
demás, pero en contraste y paradójicamente, en ocasiones, tienen un pro-
yecto personal de vida desconectado de la proyección social y manifiestan
una notable indiferencia, en la que pareciera que nada les sorprende.
Aunque conscientemente asumen el reto de la entrega total y de los
ideales más altos y nobles, en muchos se ve inconstancia en las metas
propuestas e irresponsabilidad en los compromisos adquiridos, lo que puede
convertirse en una dificultad seria, a la hora de adquirir compromisos
definitivos.

EL SEMINARIO EN DIÁLOGO CON LA REFLEXIÓN PEDAGÓGICA

El Seminario representa en la Iglesia una experiencia de formación cristiana


típica; en él la Iglesia busca reproducir la experiencia formativa de Jesús con
sus apóstoles (Juan Pablo II, No. 60).

UNA PROSPECTIVA DE LA FORMACIÓN SACERDOTAL


Jesús nos descubre al Padre que “saca” (=educere) lo mejor que hay
en el corazón del hombre y lo “instruye” (=educare) en orden a la salvación;
Jesús descubre y forma en nosotros sus mismos sentimientos de Hijo; él nos
promete el Espíritu que nos acompaña en nuestro camino hacia el Padre.1
El Seminario tiene, pues, la misión de hacer presente al Padre que
educa, al Hijo que forma y al Espíritu que acompaña. Se trata de tres tareas
en las que todos los miembros de la comunidad del Seminario, cada uno 529
según su función, su responsabilidad y sus carismas propios, actúan como
mediación consciente y responsable.2
El Seminario es también una comunidad educativa en camino, no aca-
bada. La comunidad educativa, como ya se insinuó, educará, formará y acom-
pañará. De ahí que en cada época esté llamado a configurar su propio rostro.
Como comunidad educativa en camino sabe estar atento a los signos de los
tiempos y a los avances de la pedagogía y de las ciencias de la educación.
Hoy reconocemos la importancia del diálogo con la reflexión pedagó-
gica contemporánea para pensar el diseño de nuestro propios procesos
formativos.
Al considerar algunas de las búsquedas actuales en la educación3, no
podemos desconocer sus llamadas de atención acerca del nuevo escenario
sociocultural emergente, de los nuevos campos de conocimiento nacientes,
de la necesidad de pensar alternativas para la educación. Estas búsquedas
nos señalan importantes puntos de reflexión.

Hay un nuevo escenario sociocultural


En la así llamada era de la información, las ciencias y la sociedad misma
contemporáneas asisten al cambio del paradigma industrial (mecánico), al
paradigma virtual (cfr. Gutiérrez), este último más abierto, flexible, ecológico,
holístico, inspirado en los principios de la física cuántica: autorregulación,
interdependencia y sostenibilidad.

1. Acerca de la doble etimología del término educar (educere=sacar de dentro;


educare=conducir) véase Otón, 2003, 91/1, 6.
2. Sobre la Trinidad como único formador y el uso que ella hace de la mediación humana,
téngase en cuenta: Cencini, 2000, pp. 49-62.
3. Ver en los anexos lo referente a las nuevas perspectivas en educación.

MONSEÑOR JOSÉ ROBERTO OSPINA L.


Dicho paradigma da origen a un nuevo sistema cultural que se en-
cuentra en gestación. Es preciso reconocer este nuevo escenario donde la
cultura se presenta más fluida, basada en procesos de autorregulación; don-
de el amor por la naturaleza y la persona se hacen manifiestos.

Nace un nuevo campo de conocimiento: la educomunicación


530
La interdiscursividad multivocal, polifónica, es otra traducción del nuevo
paradigma que se inaugura. En este contexto de la interdiscursividad, la
relación educación–comunicación (=educomunicación) se reconoce como
nuevo campo de conocimiento.
La interacción es el modo de actuar en la educomunicación. Esta es
fruto de la interacción efectiva; en ella la alteridad es fundamental y actúa
como factor integrador. Se trata de educar, formar y acompañar para la
comunicación, lo cual exige una perspectiva interdisciplinaria.

La búsqueda de una educación alternativa (Gutiérrez)


En consecuencia de lo anterior, se hace necesaria también una reforma
paradigmática en educación (cfr. Oliveira, Soares): reconocer y estudiar la
condición humana (biológica y cultural), situarla en el cosmos, pensar la
educación desde las ciencias humanas y naturales renovadas.
Desde esta perspectiva, educar implicaría: redescubrir la pedagogía
de la pregunta; educar para interrogar constantemente la realidad; gozar la
vida para recuperar la alegría y la esperanza, y crear ambientes gozosos;
significar, dar sentido, reconociendo que éste se construye en la relación
de solidaridad; desarrollar la capacidad expresiva o competencia comu-
nicativa, sabiendo que ésta es una conquista; convivir para interaprender;
apropiarse de la historia general y personal, decidir en medio de la multipli-
cidad de ofertas. Autoaprendizaje e interaprendizaje son procesos claves en
esta manera de ver la educación; procesos que requieren fomentar las virtu-
des de la creatividad, el riesgo, la crítica y la intuición.
Estas consideraciones acerca la sociedad y de la educación nos llevan
necesariamente a pensar la relación educación-evangelización, de cara a la
formación y al acompañamiento sacerdotal.

UNA PROSPECTIVA DE LA FORMACIÓN SACERDOTAL


La revelación posee un carácter eminentemente comunicativo. El
mundo es el escenario de la revelación, pues el trascendente es el gran
inmanente: Dios está en cada disciplina, lo religioso sucede en la vida. Hoy
es preciso redescubrir la cualidad comunicativa de la evangelización para
ponernos en el mundo de la vida y desde allí construir la naturaleza, el
hombre y la sociedad.
Desde la perspectiva de la fe cristiana hablamos de la encarnación 531
como paradigma básico, del que se deriva el modelo de la mutua implica-
ción (Nanni, 2001, 304, 14-22). La experiencia de Dios no es posible sin lo
humano. Es a partir de lo humano como resulta posible conocer y vivir en
Dios; es procurando más profundamente la plenitud y la realización de la
propia y común humanidad que el encuentro con Dios acontece en la carne,
en la historia, en el tiempo, en los espacios, en la lógica de la libertad y en
los modos existenciales humanos.
La fuerza de la presencia de la Trinidad, en la comunidad del Semina-
rio, hace posible la trasformación interior que diviniza a las personas
humanizándolas.

LA EXPERIENCIA FORMATIVA DE LA IGLESIA

La Iglesia está y ha estado en constante búsqueda de respuesta a los desafíos


de cada época. Por ejemplo, desde que el Concilio de Trento dispuso la
creación de los seminarios. Es grande el camino que la Iglesia ha recorrido
en la formación de sus ministros ordenados. Cada momento histórico ha ido
acentuando aspectos tanto en la formación como en los métodos para lograrla.
A continuación señalamos dos énfasis conciliares que nos parecen relevantes.

La Iglesia, pueblo de Dios


Con esta afirmación se rescata el sacerdocio común de los fieles y se
comprende mejor no sólo lo específico del ministerio ordenado, sino el
papel y lugar del laicado dentro de una iglesia ministerial. Esto ha influido
en privilegiar la experiencia comunitaria como componente fundamental de
la formación. No se puede vivir la fe aisladamente. Es urgente la creación de
pequeñas comunidades en donde se tenga y se propicie la experiencia del
Resucitado. Allí se concreta y se hace real la salvación.

MONSEÑOR JOSÉ ROBERTO OSPINA L.


El papa Juan Pablo II en la Carta apostólica Novo millennio ineunte
(43), ha querido presentar un principio educativo para todos los lugares en
donde se forme al hombre y al cristiano: es la espiritualidad de comunión,
que da un impulso muy grande a toda la vivencia comunitaria que desde el
Concilio se viene impulsando y desarrollando.

532 La Iglesia, sacramento de salvación, al servicio del hombre


La actitud de diálogo permanente, de interlocutores en un mundo cambian-
te, vuelve a la comunidad creyente sensible a los problemas de cada época,
país y continente en un ejercicio permanente de discernimiento de los sig-
nos de los tiempos.
Después del Concilio se desarrolla la teología de la liberación, como
una reflexión que surge en nuestro contexto latinoamericano, encaminada a
hacer real la salvación para los pobres y oprimidos, no sólo después de la
muerte sino ahora, liberándolos de todas las esclavitudes y permitiendo una
digna realización de su existencia humana.
El presbítero, como cabeza de la comunidad, debía liderar estos pro-
cesos si quería ser fiel a su misión de pastor. La polarización hacia lo social
en detrimento de las otras dimensiones del ejercicio pastoral hizo que mu-
chos dejaran el ministerio. Ha sido abundante la tinta que ha corrido sobre el
tema y poco a poco se ha vuelto a encontrar un equilibrio entre las diversas
dimensiones del ministerio presbiteral: profética, sacerdotal y rectora del
pueblo de Dios, al igual que su relación con los diversos ministerios en la
Iglesia y con el orden social.

Voces y reclamos actuales


Colombia necesita un trabajo eficaz, por parte de la Iglesia, para la recupera-
ción de la dignidad de las personas y en favor de los pobres, al igual que un
compromiso decidido por la reconciliación y por la curación de los corazo-
nes heridos por esta guerra fratricida en la que nos vemos inmersos.
Inspirados en el espíritu de la Gaudium et spes, en la arquidiócesis de
Bogotá, con el Sexto Sínodo Arquidiocesano, se tuvo por principio la escu-
cha al pueblo de Dios para poder discernir las voces del Espíritu Santo, de
cara a la presencia de la Iglesia en nuestra ciudad en el nuevo siglo. No sólo

UNA PROSPECTIVA DE LA FORMACIÓN SACERDOTAL


se proyectó la acción pastoral con la imagen de una iglesia, buen samarita-
no, que sale al rescate del hombre caído y asaltado en sus valores, principios
y dignidad, sino que se plantean unas líneas de acción, recogidas y
operativizadas en el Plan Global de Pastoral.4 Actualmente con la creación
de las diócesis urbanas, el compromiso de la unidad pastoral, pedido por la
Santa Sede y firmado por los señores obispos respectivos, impulsará el dina-
mismo pastoral surgido del Sínodo. 533

La formación: proceso inacabado


Descubrimos que actualmente hay nuevas sensibilidades y nuevos ambien-
tes. Somos hijos de una época de profundas trasformaciones, como ya se ha
dicho.5 No se trata de sacar a los formandos del mundo sino prepararlos en
el reconocimiento de la presencia creadora de Dios en la historia personal,
en el mundo y en el acontecer diario. Sin esta experiencia de Dios no se
puede construir un ministerio. El sujeto de la formación es frágil y requiere
ser formado para vivir desde la fragilidad, con una profunda actitud de hu-
mildad, a fin de saberse necesitado de Dios y de los demás y de procesos no
acabados en la formación. Es por esto que una formación permanente del
clero es cada vez más urgente y necesaria.

Riqueza de las fuentes


Ofrecemos el índice de los principales documentos que durante estos
cuarenta años se han producido, tanto en la Iglesia universal como en la
Iglesia de Colombia, en orden a la formación y ministerio de los presbíteros.
Creemos que este material será de ayuda para quienes estén interesados en
el tema.6

4. Ver en los anexos la Estructura de la Arquidiócesis de Bogotá y Plan Global.


5. Ver en los anexos lo referente a los rasgos antropológicos de la juventud colombiana.
6. Ver en los anexos la relación de Documentos posconciliares sobre la formación
sacerdotal (1965 –1999).

MONSEÑOR JOSÉ ROBERTO OSPINA L.


HORIZONTES DE LA FORMACIÓN

Somos conscientes de que tanto las culturas juveniles como la problemática


de violencia, de promoción de los derechos humanos, de necesidad de re-
conciliación, de justicia y de paz, de la opción preferencial por los pobres,
por la familia y por la niñez y la juventud, marcarán la formación que debe-
mos dar. Por eso:
534
Desde el ámbito socio-cultural colombiano
– El equipo de formadores ha de entrar en sintonía tanto con las culturas
de los jóvenes que ingresan al Seminario, en orden a crear un verda-
dero ambiente de diálogo e interacción, como con la problemática
nacional y en particular de la ciudad.
– Ha de formar en una actitud de búsqueda y discernimiento del contex-
to, frente a los valores del Evangelio y a las tareas que nos exige la
misión eclesial.
– Ha de capacitar para el diálogo y la comunicación con el mundo con-
temporáneo.
– Ha de hacer de la experiencia de fe el horizonte de comprensión de
los acontecimientos y el criterio de las opciones y decisiones.

Desde el ámbito pedagógico


– Investigar sobre nuestro quehacer docente para ir perfeccionando el
modelo pedagógico propio del Seminario y acorde con cada momen-
to.
– Asumir dentro del modelo pedagógico el componente de la diversi-
dad, propia de la cultura contemporánea y por tanto la necesidad de
formar en la capacidad de discernir, de saber escoger ante la plurali-
dad de saberes, formas, expresiones, medios.
– Asumir el principio de la espiritualidad de comunión dentro del mode-
lo pedagógico (NMI, No. 43).

Desde el ámbito eclesial del Seminario


– Encontrar en la Palabra de Dios y en la experiencia formativa de la
Iglesia un criterio de discernimiento permanente.

UNA PROSPECTIVA DE LA FORMACIÓN SACERDOTAL


– Lograr que la estructura misma del Seminario, conscientes de que no
hay una única forma de ser Seminario, refleje su identidad y el ideal
propuesto.
– Lograr que se tome conciencia sobre el sentido de corresponsabilidad
de todas las instancias de la Iglesia en el proceso de formación: fami-
lia, parroquia, presbiterio etc.
535
– Formar los formadores que acompañen competentemente los proce-
sos.

Al terminar nuestra intervención en este Simposio, quisiéramos subrayar la


sublimidad de todas las vocaciones en la Iglesia: Dios nos llama a ir más allá
de nosotros mismos en un amor por él y por el prójimo similar a aquel que
ha inspirado la vida de Jesús. Los presbíteros, en particular, debemos ale-
grarnos lo más posible de nuestra vocación. Lo máximo de la formación
sacerdotal está en educar al gozo de ser sacerdote. El Señor nos ayude a
decir hoy y siempre: ¡Qué alegría ser sacerdote de Cristo!

Equipo de Formadores del Seminario Conciliar de Bogotá


12 de septiembre de 2003

BIBLIOGRAFÍA
CENCINI, AMEDEO, Los sentimientos del hijo. Itinerario formativo en la vida con-
sagrada, Sígueme, Salamanca, 2000.
GUTIÉRREZ, FRANCISCO, Pensar la educación desde los valores de un nuevo para-
digma, en UNESCO, www.unesco.cl.
GUTIÉRREZ, FRANCISCO, Sentir lo alternativo, en UNESCO, www.unesco.cl.
JUAN PABLO II, Exhortación apostólica Pastores dabo vobis, No. 60.
JUAN PABLO II, Carta apostólica Novo millennio ineunte, No. 43.
NANNI, CARLO, “¿Está la escuela para hacer pastoral?”, en Misión Joven, 42, 2001.
OLIVEIRA SOARES, ISMAR DE, La comunicación/Educación como nuevo campo del
conocimiento y el perfil de su profesional, en UNESCO, www.unesco.cl.
OTÓN, JOSEPH, Educar la interioridad, Sal Térrea, 2003.
SEMINARIO MAYOR DE SAN JOSÉ DE BOGOTÁ, Reglamento año 1943, Bogotá, Lumen
Christi, 1943, c.III.

MONSEÑOR JOSÉ ROBERTO OSPINA L.


536

UNA PROSPECTIVA DE LA FORMACIÓN SACERDOTAL

Potrebbero piacerti anche