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Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Michael David Garzón Rodríguez


20162155247

Enfoques Epistemológicos y Metodológicos en Investigación Educativa

El presente escrito pretende establecer una relación a nivel teórico y analítico entre
el pensamiento de autores como Antonio Gramsci, Louis Althusser y Pierre Bourdieu
en el marco del seminario enfoques epistemológicos y metodológicos para la
investigación educativa, haciendo énfasis en el papel de la escuela y la pedagogía
en la sociedad como eje central.

A través de una visión crítica fundamentada en una postura post-estructuralista,


Louis Althusser aborda el tema de la ideología en la sociedad, adoptando el
concepto de ideología como una categoría de análisis, en síntesis su estudio es
denominado como la ideología de la ideología, en este sentido toma en cuenta el
papel de la sociedad como reproductora de elementos ideológicos, la construcción
por parte del estado e instituciones con un poder sensible a la sociedad, Althusser
considera como aparatos de estado, término acuñado por Marx, a los elementos
reguladores y represores de una sociedad creados en dos niveles, el primero
contiene a las instituciones gubernamentales como son el gobierno, el sistema de
administración y recaudación con sus respectivas formas de sancionar, y el segundo
plano relativo a las funciones formativas como son la religión, la educación formal
en las escuelas, la familia, y los gremios en artes y ciencias.

En la escuela se aprende a leer, escribir y contar, o sea algunas técnicas, y también


otras cosas, incluso elementos de cultura científica o literaria utilizables
directamente en los distintos puestos de la producción. Se aprenden las reglas del
buen uso, es decir de las conveniencias que debe observar todo agente de la
división del trabajo, según el puesto que está destinado a ocupar: reglas de moral y
de conciencia cívica y profesional, lo que significa en realidad reglas del respeto a
la división social-técnica del trabajo, reglas del orden establecido por la dominación
de clase. Se aprende también a hablar bien el idioma, a redactar bien, lo que de
hecho significa saber dar órdenes, saber dirigirse a los obreros, etcétera.

La escuela (y también otras instituciones del Estado, como la Iglesia, y otros


aparatos como el Ejército) enseña las habilidades bajo formas que aseguran el
sometimiento a la ideología dominante o el dominio de su práctica. Todos los
agentes de la producción, la explotación y la represión, deben estar compenetrados
en tal o cual carácter con esta ideología para cumplir concienzudamente con sus
tareas, sea de explotados, de explotadores, de auxiliares de la explotación, de
grandes sacerdotes de la ideología dominante, etc.

Antonio Gramsci considera el sistema escolar es uno de los factores de hegemonía


de una clase social y es lógico que así sea, pues la supremacía de una clase social
no es sólo dominación sino —como hegemonía— dirección intelectual y moral. Para
imponerla no basta la coerción —de los aparatos regresivos del Estado— sino que
es preciso también el consenso o consentimiento de las clases subalternas.

Para el logro de esa hegemonía, es fundamental la función que desempeñan los


intelectuales. Actuando como "funcionarios de la superestructura" cimientan la
unidad de la estructura y la superestructura, que constituye un bloque histórico
determinado, mediante la elaboración y difusión de la ideología de la clase
dominante dando lugar a su hegemonía. De ahí la importancia de la educación, ya
que ésta desempeña una función esencial en la formación de los intelectuales del
bloque emergente como ya lo habían desempeñado en la gestación del bloque
dominante. Con la particularidad de que, para los intelectuales del nuevo bloque
emergente, la cultura constituye un integrante básico del socialismo, pues éste debe
integrar una concepción integral de la vida que comprenda no sólo la organización
política sino también la organización del saber a través de la actividad cultural.

Gramsci hace una crítica y rechaza a la tradicional escuela media para las élites,
distanciada de la vida y empeñada en "instruir a la juventud sobre materias alejadas
de cuanto sea útil y relacionado con el presente", aquí podemos evidenciar lo que
para este autor significa el papel de la escuela como una formación de intelectuales
preocupados por su realidad y también aflora en el pensamiento de Gramsci un
nuevo concepto de la escuela profesional entendida no ya como escuela meramente
artesana, sórdidamente practicista, sino como medio para asegurar a los jóvenes
aprendices una específica cultura general. Es significativo que, aunque Gramsci no
estima que pueda ser competencia exclusiva de la escuela la reconstrucción social,
pues la considera insuficiente como instrumento para eliminar las diferencias de
clase, que piense que sin embargo la escuela única podría dar lugar a una mejor
comprensión entre los jóvenes de las diferentes capas, con efectos beneficiosos
que tal vez se harían sentir "no sólo en la escuela sino en toda la vida social". Esta
posibilidad de entendimiento no será inconsciente ni impuesta por una fuerza
exterior, sino que se originará como fruto o resultado de la escuela unitaria, porque
antes de adoptar el camino de la especialización intelectual y profesional los jóvenes
habrán adquirido una conciencia moral y social sólida y homogénea que les habrá
permitido entenderse, comprenderse y ser comprendidos, estableciéndose un
encuentro anterior a las divisiones religiosas, políticas e ideológicas como principal
fuente de dominación estatal como lo plantea también Althusser.

Por su parte Bourdieu desde el estudio sociológico de la enseñanza tiene como


punto de partida la consideración de las estrategias escolares como parte de las
estrategias de reproducción social de las familias a las que pertenecen. Está claro
que la trayectoria del estudiante individual que se hace observable desde la escuela
no tiene, desde esta óptica, nada de individual. Es resultado de un entramado más
amplio gracias al cual la vida familiar se desenvuelve. Las familias hacen sus
“apuestas” educativas para el futuro de los hijos, al tiempo que satisfacen las
necesidades del presente y buscan mantener o mejorar las posiciones sociales
ocupadas; se trata de un “conjunto de prácticas fenomenalmente muy diferentes,
por medio de las cuales los individuos y las familias tienden, de manera consciente
o inconsciente, a conservar o aumentar su patrimonio, y correlativamente a
mantener o mejorar su posición en la estructura de las relaciones de clase”.
(Bourdieu, 2006, p. 122)

Podemos ver que entre estos autores predomina la idea de que la escuela como
aparato de control estatal busca por todos los medios reproducir las condiciones de
sometimiento ideológico al grueso de la población, hay que tener en cuenta el
planteamiento importante que hace Bourdieu acerca de cómo las elites se encargan
de reproducir su mismo capital simbólico en busca del mantenimiento de la opresión
y de la secuencia de la tradición familiar por lo tanto la escuela contribuye a
reproducir la distribución del capital cultural, y colabora con ello a la reproducción
de la estructura del espacio social. Cabe aclarar que de los tres autores citados en
el presente escrito es Pierre Bourdieu quien más profundiza en el tema de la escuela
y la pedagogía, por lo tanto, es sobre sus planteamientos que haremos más énfasis
ya que es el tema central del presente escrito.

Bourdieu concibe taxativamente a toda acción pedagógica como violencia simbólica


en la medida que está destinada a imponer, por medio de un poder arbitrario que
es la autoridad escolar una arbitrariedad cultural (la cultura de la clase dominante).
De este modo, la escuela se reserva el monopolio de la violencia simbólica legítima,
aun cuando se presente a sí misma y a sus educadores como los defensores de
pedagogías libres, naturales o no represivas. Por supuesto, es fundamental que los
miembros de esa formación social, particularmente los estudiantes y sus familias,
otorguen legitimidad a las acciones escolares, reconociendo tanto la autoridad de
los maestros como la validez de los contenidos que la escuela transmite.

Es importante tener en cuenta también que los mecanismos del mercado consolidan
la acción del sistema escolar, dado que sancionan positivamente una arbitrariedad
cultural (ciertos contenidos de cultura) a los que consideran legítimos y les confieren
mayor valor en los intercambios mercantiles, mientras otorgan un valor menor a los
elementos propios de las culturas dominadas. La arbitrariedad de los contenidos
escolares no aparece nunca en su completa verdad, así como tampoco se presenta
a sí mismo como violento el poder arbitrario de imposición del que gozan los
maestros.

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