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"Es sólo en mi persona donde reside el poder soberano, cuyo carácter propio es el espíritu de

consejo, de justicia y de razón; es a mí a quien deben mis cortesanos su existencia y su autoridad;


la plenitud de su autoridad que ellos no ejercen más que en mi nombre reside siempre en mí y no
puede volverse nunca contra mí; sólo a mí pertenece el poder legislativo sin dependencia y sin
división; es por mi autoridad que los oficiales de mi Corte proceden no a la formación, sino al
registro, a la publicación y a la ejecución de la ley; el orden público emana de mí, y los derechos y
los intereses de la Nación, de los que se suele hacer un cuerpo separado del Monarca, están
unidos necesariamente al mío y no descansan más que en mis manos."

Discurso de Luis XV al Parlamento de París el 3 de marzo de 1766.

“Los reyes son llamados justamente dioses, pues ejercen un poder similar al divino. Pues si
consideráis los atributos de Dios, veréis cómo se encuentran en la persona de un rey (...). De la
misma forma que es impío y sacrílego hacer un juicio sobre los actos de Dios, igualmente es
temerario e inconsciente para un súbdito criticar las medidas tomadas por el rey.”

Jacobo I de Inglaterra. Reinó entre 1603 y 1625.

“La soberanía es el poder absoluto y perpetuo de la República (...). La soberanía no es limitada, ni


en poder, ni en responsabilidad, ni en tiempo (...). es necesario que quienes son soberanos no
estén de ningún modo sometidos al imperio de otro y puedan dar ley a los súbditos y anular o
enmendar las leyes inútiles (...). Dado que, después de Dios, nada hay mayor sobre la tierra que
los príncipes soberanos, instituidos por Él como sus lugartenientes para mandar a los demás
hombres, es preciso prestar atención a su condición para, así, respetar y reverenciar su majestad
con la sumisión debida, y pensar y hablar de ellos dignamente, ya que quien menosprecia a su
príncipe soberano menosprecia a Dios, del cual es su imagen sobre la tierra.”

Jean Bodin. Los seis libros de la República. 1576.

“Los reyes han sido llamados dioses porque ellos son, gracias a su poder, la imagen de Dios y
unos maestros al obedecer su derecho. También son señores y propietarios de los bienes y de las
vidas de los hombres. Soberanos sin tener ninguna persona por encima de ellos, y protectores
porque son escudo y muralla. [...]

Sin los reyes la vida humana solo sería desorden y confusión. El mundo no podría existir sin
reyes. Son una segunda alma del universo, un contrafuerte que aguanta el mundo […].”

H. Duboys, De l'origine et autorité des rois (1604)

A partir de la lectura de la fuente indicada, señalar qué características del Absolutismo y de la


justificación del poder del Rey permite ver.
Proposición I: Dios establece los Reyes, como ministros suyos y reina por medio de ellos
sobre los pueblos.
Ya hemos visto que toda potestad procede de Dios.
El Príncipe, añade San Pablo, es ministro de Dios para el bien.
Si obráis mal temblad, porque no en vano empuña la espada, y es ministro de Dios, vengador
de las malas acciones.
Los Príncipes, pues, obran como Ministros de Dios y sus lugartenientes en la tierra. “por medio
de ellos ejerce su imperio. ¿Pensáis poder resistir al reino de Dios, que lo posee por medio de los
hijos de David?”
Por eso hemos visto que el trono real no es el trono del hombre, sino es trono del mismo Dios.
“Dios ha elegido a su hijo Salomón para colocarle en el trono, en que reina el Señor sobre Israel.”
Y también: “Salomón se sentó sobre el trono del Señor.”
“El Señor, pues, gobierna todos los pueblos, y a todos asigna sus reyes...”
Proposición II: La persona delos Reyes es sagrada.
Por todo lo expresado ya se manifiesta que la persona de los Reyes es sagrada, y que el
cometer atentados contra ellos es sacrilegio.
Dios los hace ungir por sus profetas con unción sagrada, así como hace ungir a sus pontífices
y consagrar los altares.
Pero aún sin la aplicación exterior de esta unción son sagrados por su cargo, como los que
representan la Majestad Divina, diputados por su providencia a la ejecución de sus designios. Así
el mismo Dios llama a Ciro “mi ungido, a quien yo tomé por la mano para sujetarle a todos los
pueblos.”
El título de Cristo es dado a los Reyes, y en todas partes se les ve denominados Cristos, o los
ungidos del Señor.
Debajo de este venerable nombre los mismos profetas los reverencian y consideran como
asociados al soberano imperio de Dios, cuya autoridad ejercen sobre el pueblo (...) Conviene,
pues respetar a los Reyes como cosas sagradas, y cualquiera que desprecia guardarles y
respetarlas, es digno de muerte (...)
Proposición IV: Los Reyes deben respetar a su propia potestad y emplearla solamente en el
bien público.
Viniendo su potestad del cielo, como se ha dicho, no deben persuadir, no son señores ni
dueños de ella para usarla a su capricho y antojo; sino es que deben usar y valerse de la potestad
con temor y circunspección, como de cosa que les viene de Dios, y de la cual les pedirá cuenta
(...).
Los Reyes, pueden, deben temblar en el usar de la potestad que Dios les concede, y de
considerar cuán horrible es el sacrilegio de emplear en el mal una potestad que viene de Dios.
Hemos visto a los Reyes sentados en el trono del Señor empuñar la espada que Él mismo ha
puesto en la mano ¡Qué profanación y qué audacia sería la de los Reyes injustos, que se sentaron
en el trono de Dios para pronunciar sentencias contra sus leyes, y emplear la espada, que les
pone en la mano en cometer violencias y degollar a sus hijos!
Respeten, pues, su potestad, porque no es poder suyo, sino es potestad de Dios de la cual se
debe usar religiosa y sensatamente (...)

(J.B. BOSSUET, Política deducida de las propias palabras de la Sagrada Escritura, trad.
Española, Madrid, 1743, Vol. I, pp. 289 a 303)

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