Sei sulla pagina 1di 3

Juan Pablo Rizo Padilla 3.

3: ¿Buenas obras
2°Teología Mérito/ Recompensa?
Antropología Teológica 01 de Mayo de 2020

Agustín ve la doctrina de la gracia creada como nuevo principio del hacer del hombre y, además,
ligada, en un modo más estricto, a la doctrina de las obras buenas, del mérito y de la recompensa.
Dándonos la gracia, Dios nos da un nuevo principio de acción, la verdadera libertad. Ello indica que
Dios quiere nuestra colaboración en el camino que conduce a Él. Dios no inviste con su gracia a
una piedra, sino a un hombre que puede, y debe, recorrer su camino con Dios como sujeto libre y
activo.

En el curso de toda la historia de la salvación todo don de Dios se convierte en tarea del hombre.
Porque el hombre, a través del don de Dios, llega a ser similar a Dios, y por eso él es como Dios, no
sólo receptor, sino también dador. La gracia de este modo implica una actividad, es la capacidad
de actuar como una persona con libertad y voluntad propia. Dios actúa de tal modo para que
nosotros seamos en grado de obrar por nosotros mismos.

El hombre no puede reclamar simplemente para sí su obrar porque su obrar surge del don
precedente, que lo sostiene y lo hace posible. Entonces, no es el hombre el que actúa por la gracia,
sino al contrario es Dios quién actúa a través del hombre por su gracia. Dios toma la iniciativa.
Nuestro querer y obrar es obra de Dios.

Es Dios quién hace crecer. Él da a cada uno según sus obras Mt 16, 26. El mismo Pablo que
combate con tanta radicalidad la observancia de las obras por parte de los fariseos contra la
gracia, también da relieve a la recompensa. El hombre puede actuar en perspectiva de su salvación
eterna por medio de la gracia.

A este hacer se puede dar el nombre de meritar, un mérito, una recompensa. Y por eso en la
Iglesia antigua se decía «agradable a Dios», ser digno de Dios. Ser digno venía a significar, en
primer lugar, un comportamiento digno de Dios, pero no en el sentido de un derecho, como una
recompensa del hombre en la relación con Dios. Pero esta recompensa no es propiamente una
recompensa, porque el último también recibe un denario.

Se recibe el denario porque Dios es bueno, no porque tiene derecho de él el hombre. Si existe una
objetiva conexión entre hacer y recompensa es, como dice santo Tomás, que «tener el carácter de
una recompensa sólo por motivo de una disposición divina». Pero, incluso a través de esta
disposición de Dios, no llega a ser nuestro, sino él mismo es propio deudor. El recto hacer de la
gracia y bajo la gracia es fundamentalmente la autorrealización del hombre liberado e investido de
la gracia.

Por consecuencia, es fundamentalmente la autorrealización de la gracia misma, es el modo en el


cual el don de Dios viene realizado, vivido. El recto hacer del cristiano es la manifestación de la
gracia de Dios, fruto de la gracia, fluye de la gracia. Esta visión tiene multitud de consecuencias
para una teoría del hacer específicamente cristiano. El hacer cristiano es contrario a una esclavitud
o de una moral de siervos como dice Kant.

El hacer del cristiano no se encuentra bajo el modo «tú debes», «por razón de un cierto fin», esto
es la perversión del hacer cristiano. El hacer del cristiano está radicado en el ser donado de Dios,
no es de esclavos, sino de hombres libres. El hacer cristiano es manifestación de la gracia misma
Juan Pablo Rizo Padilla 3.3: ¿Buenas obras
2°Teología Mérito/ Recompensa?
Antropología Teológica 01 de Mayo de 2020
del realizarse mismo de la gracia. Esto no es cruzarse de brazos, Dios me quiere como uno que
colabora.

El hacer cristiano se encuentra bajo el diseño de un enorme dejarse hacer. Si el hacer cristiano es
fruto y forma que manifiesta la gracia, es gracia misma en la forma de realización práctica, el hacer
cristiano está fuera de todo modo de obligación, incluso religioso. El riesgo es no dejarse llevar de
la gracia, como decía San Pablo, el poner obstáculos a la acción de la gracia. Fundamentalmente el
hacer cristiano es la autorrealización de la gracia en mí.

El hacer cristiano es forma que manifiesta y fruto de la gracia. Recompensa significa que Dios lleva
a su cumplimiento aquello que ha comenzado en el hombre. Llegar a realizar su mismo hacer de
gracia. Dios hace no nuestras obras, sino las suyas en nosotros, méritos.

Aquí se ve claramente el hacer de Dios en nosotros, nuestras buenas obras son ya de Dios
predispuestas. En este caso por producir se entiende algo distinto de producción, es llevar a cabo
cualquier cosa de previo, se traduce en una praxis figurativa. ¿Qué cosa es esta praxis expresiva?
Se puede ilustrar en el campo de las relaciones interpersonales, como por ejemplo el amante y lo
amado y el regalo que se hacen de las flores. Aunque produzca, sin embargo es un hacer que
expresa, da cuerpo a su solidaridad, está integrado en el horizonte de la praxis figurativa.

El realizar de cooperar a que el hombre está habilitado en virtud de la gracia de Dios sólo puede
del tipo de la praxis figurativa. Dios ha abierto la representación de nuestras obras. Nuestras obras
son representaciones de aquello que Dios ha previsto. La praxis del hombre es una manifestación
de este amor de Dios.

Se abre al amor abismal de Dios en nosotros. Este hacer es representación, manifestación de la


gracia. También nuestras acciones buenas, nuestros méritos, son expresión de la gracia obrada de
Dios a través de nosotros. Nuestro hacer simbolizante, figurativo, significa que nuestro hacer no
mira a nosotros mismos, a qué cosa puedo hacer ya que esta mirada sobre uno mismo al final
destruye al hombre.

El hombre investido de la gracia deja que Dios produzca frutos desde él mismo. No estamos
entonces ante Dios como uno que pretende ganarse la recompensa por lo que ha hecho. El
hombre se reconoce ante Dios como aquel que colabora a su acción, que reconoce que todo ha
sido gracia, como decía San Pablo, la gracia de Dios no ha sido vana en mí. En definitiva, mérito,
recompensa, deben ser extrapolados de aquellas normales formas de comprenderlas.

El sentido teológico de mérito, recompensa, quieren expresar la teología interior de la vida de la


gracia, que la gracia lleve al final su propio dinamismo y que el hombre mismo es artífice en su
libertad donada del proceso dinámico de la gracia. Se puede dar un influjo en la praxis pastoral de
la praxis eficiente-productiva. Hemos de preguntarnos ¿dónde está el acento en nuestro hacer
pastoral? ¿Bajo el signo de la productividad o bajo el signo de la representación de lo que Dios
hace? relación entre naturaleza y gracia. Cuando los teólogos griegos hablaban de la divinización
del hombre y del proceso que lo conduce no era raro que usaran conceptos y formulaciones que
son compuestas con la partícula «hiper» y «epí».
Juan Pablo Rizo Padilla 3.3: ¿Buenas obras
2°Teología Mérito/ Recompensa?
Antropología Teológica 01 de Mayo de 2020
Algo que eleva al hombre más allá de sí mismo. Al mismo tiempo se encuentran formulaciones
como que el camino de Dios sea «hiperphisis».

Potrebbero piacerti anche