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6/5/2020 Réplica a Pablo Peña Delfargue – Rebelion

Réplica a Pablo Peña Delfargue


Por Santiago Armesilla | 18/10/2017 | Cultura
Fuentes: Rebelión

El pasado miércoles 11 de octubre de 2017 la prestigiosa web Rebelión.Org publicó una reseña «crítica» de
mi libro El marxismo y la cuestión nacional española (El Viejo Topo, 2017), escrita por Pablo Peña
Delfargue. En ella, el autor a rma nada más empezar que se trata de una obra de «aparente actualidad»
pero «paradójicamente» de […]

El pasado miércoles 11 de octubre de 2017 la prestigiosa web Rebelión.Org publicó una reseña «crítica» de
mi libro El marxismo y la cuestión nacional española (El Viejo Topo, 2017), escrita por Pablo Peña
Delfargue. En ella, el autor a rma nada más empezar que se trata de una obra de «aparente actualidad»
pero «paradójicamente» de clara «inutilidad práctica». A la hora de desarrollar el por qué de esta parajoda,
Peña Delfargue argumenta que lo que convierte al libro en políticamente inútil es «el hilo estalinista» del
mismo. El estalinismo de El marxismo y la cuestión nacional española hará que, según Peña Delfargue, ni
siquiera «haya apenas ninguna biblioteca que lo catalogue». Por cierto, cosa que no es cierta pues ya está
catalogado en bibliotecas públicas de barrio y en algunas de Universidad.

Sin embargo, a pesar de la contundencia de sus a rmaciones, consideramos que en ningún momento Peña
Delfargue ofrece, en su crítica, argumento alguno que justi que que el estalinismo, o mejor dicho, el
marxismo-leninismo en su vertiente occidental que es la perspectiva del libro, lo condene al olvido. De
hecho, la aceptación del libro está siendo más que positiva, no solo a nivel de ventas, sino también de
argumentario tanto para personas que defendían las posiciones del libro antes de que éste se publicara
pero carecían de un texto que respaldara sus ideas, como de cara a los detractores, que ya tienen un texto
al que replicar, si gustan y pueden. A nuestro juicio, el epíteto estalinista por parte de Peña Delfargue no es
más que el (pen)último asustaviejas de cierto sector de la «izquierda», criticado en el libro, que corresponde
a lo que Bueno denominó en su día izquierda inde nida, sin proyecto de nido respecto del Estado,
extravagante, divagante y fundamentalista, que o bien de ende demandas sociales concretas,
divagaciones intelectuales, o bien proyectos ajenos al Estado-nación, incluidos proyectos
independentistas. Hay que reconocer, no obstante, que con Peña Delfargue se ha producido un progreso. El
asustaviejas estalinista ha llegado al n, tras años de denominar a los que no estamos por la
desintegración de la nación política española como nazis, fascistas, franquistas, txakurras, maketos,
charnegos, nazbol, «izquierda tricornio«, agentes del CNI, «constitucionalistas del ’78«, etc. Al menos, el
asustaviejas estalinista se encuadra, claramente, en la izquierda comunista, una izquierda políticamente
de nida. Y si mi libro ha contribuido a ello, eso ya es un logro. No en vano, El marxismo y la cuestión
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nacional, de Stalin, es una obra clásica dentro del marxismo-leninismo sobre la cuestión del Estado-
nación, al igual que los textos de Rosa Luxemburgo o los de Lenin sobre la autodeterminación y sobre el
Estado. Todos estos textos de estos tres autores son utilizados en mi libro. Y no acudir a ellos para tratar
esta cuestión sería un error, no ya solo político, sino también un error desde el rigor investigativo que
requiere un análisis de esta cuestión. Lo que Peña Delfargue intenta, que es encapsular mi libro con el
asustaviejas estalinista, con el objetivo a corto plazo de que no lo lea más gente y, a largo plazo, con el
objetivo de desbaratar cualquier cambio político en las izquierdas españolas en general y en el marxismo
en particular, entiendo que supone un fracaso. No ya solo por el recorrido presente del libro, muy positivo y,
para mí en lo personal, sorprendente. Sino también porque, me atrevo a decirlo, este 2017 puede marcar un
antes y un después en la trayectoria de las izquierdas que actúan, y piensan, en idioma español. No por el
libro solo, sino por los acontecimientos que están ocurriendo y que obligan a todos a de nirse.

Hay un cúmulo de análisis errados, o falsedades según se mire, en el análisis de Peña Lafargue del libro,
que pueden confundir a quien no lo haya leído todavía y solo tenga como referencia su reseña. Paso a
enumerarlas y analizarlas:

1) El libro no ofrece una lectura estalinista de España. De nuevo el asustaviejas. Ofrece un análisis
marxista-leninista de la construcción nacional política de España y, a su vez, una presentación de la
verdadera doctrina marxista-leninista sobre la nación a través de sus autores más importantes: Marx,
Engels, Lenin y Stalin, añadiendo a Rosa Luxemburgo como la autora que, a mi juicio, inaugura esa
corriente de la izquierda comunista que en el libro denominamos bolchevismo occidental. Esto es, el
marxismo-leninismo de las naciones europeas y americanas cuya construcción nacional política está ya
cerrada, entre ellas España, como se prueba en el libro siguiendo a los autores ya mencionados. El
bolchevismo oriental, como admiten Lenin y Stalin, es el propio de los Imperios multiétnicos de Europa
oriental (Rusia, Austria-Hungría y el Imperio Otomano). El bolchevismo occidental se aplica al resto de
Europa y de América. Las únicas excepciones en cada campo son, en el occidental, Irlanda y Noruega. Y en
el oriental, Polonia. Por tanto, no hay descontextualización alguna, ni doctrinal, ni histórica, ni presente, de
la perspectiva utilizada en el libro, que es la marxista-leninista.

2) Sí reconozco que la metodología analítica del libro es la del materialismo losó co de Gustavo Bueno. Es
más, reconozco que, si hubiese que hacer una analogía orgánica, los tejidos (músculos, órganos, piel,
sistema nervioso, etc.) del libro son marxista-leninistas, y el esqueleto del mismo es el del materialismo
losó co. Al nal del libro explico por qué el materialismo losó co de Bueno puede, y debe, ser el
fundamento losó co del marxismo español del futuro de cara a su construcción, expansión e
implantación política. Ya no puede serlo ni el idealismo de Hegel ni el Diamat soviético, contra el cual
Bueno escribió sus Ensayos Materialistas en 1972. En cambio, la lectura del presente, del aquí y ahora, que
hace el materialismo losó co de Bueno, del cual me considero discípulo, es más potente y actual que la de
Hegel y la del Diamat. Sin embargo, el potencial político revolucionario del materialismo de Bueno, que lo
tiene, lo pierde si abjura de su innegable conexión con el materialismo histórico de Marx y con la praxis

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política del leninismo. No es que no cite a Bueno por cuestiones psicológicas mías, pues sí le cito y en la
bibliografía hay muchas obras suyas mencionadas. Es que no es necesario escribir algo así como El
materialismo losó co y la cuestión nacional española por mi parte, pues ya cumplen esa función dos
libros del propio Bueno, España no es un mito y, sobre todo, España frente a Europa, obra ésta que debería
leer Pablo Iglesias si quiere entender, de verdad, qué es España y el potencial política de la defensa de su
unidad. Lo que faltaba era una obra marxista-leninista que estudiara la cuestión nacional española. Y eso,
por mi parte, es lo que he presentado y se ha publicado.

3) Las obras que Peña Lafargue nombra sobre Bueno que no están citadas en la bibliografía de mi libro
(Ensayos Materialistas, «Sobre el signi cado de los Grundrisse en la interpretación del marxismo», Primer
ensayo sobre las categorías de las «ciencias políticas») no son referencia bibliográ ca de mi libro porque,
en él, me he querido centrar en lo expuesto en el punto anterior. Ahora bien, y lo adelanto. Esas obras
mencionadas por Peña Lafargue, que trato en mi tesis doctoral, las estoy revisitando de cara a la
organización de un nuevo libro que tratará la cuestión de la «vuelta del revés» de Marx que Bueno propuso
en la década de 1970 y que recuperó en la década pasada, primera del siglo XXI. Ya cuento con el prólogo de
un catedrático de losofía de la UNED, y es un texto que, sin haberlo terminado, parte de la siguiente
hipótesis de partida: la «vuelta del revés» de Marx que Bueno propone, siguiendo la fórmula del propio
Marx sobre Hegel, la empieza a hacer el propio Marx sobre sí mismo a lo largo de toda su vida, y esto es
algo que puede comprobarse si se lee a Marx «desde Bueno». No obstante, debido al carácter meramente
losó co, académico (y muy riguroso), del materialismo losó co de Bueno, por sí mismo no puede aspirar
a implantarse políticamente en sentido maximalista, esto es, desde el poder político, por lo que se tiene
que conformar con estar «injertado» en la sociedad mediante la acción, coordinada o no, de una minoría
social que sigue su sistema. Y esta imposibilidad se debe a su progresiva desconexión con el marxismo.
Desconexión, hay que decirlo, más sociológica que doctrinal, pues el marxismo es un elemento
constitutivo, fundamental, del materialismo losó co del cual no puede, ni debe, jamás prescindir, pues así
perdería sus per les y la cartografía del Mundo que Bueno ha realizado no sería la que es. Ahora bien,
dicha «vuelta del revés» de Marx que Bueno propone, solo puede completarse mediante la implantación
política de la conciencia losó ca materialista, la cual solo puede hacerse desde el poder político mediante
la revolución. Y, por eso, «desde Bueno» es posible ver que ciertas ideas de Bueno que trataron de dar la
«vuelta del revés» a Marx están ya en el propio Marx en un buen número de sus obras. Y como es imposible
que el marxismo se implante políticamente sin la revolución, y de ahí el leninismo, el materialismo
losó co no podrá implantarse políticamente, de verdad, si no refuerza sus conexiones con el marxismo-
leninismo. Por ello, la conclusión lógica de la «vuelta del revés» de Marx por parte del materialismo de
Bueno será, a mi juicio, una concepción losó ca nueva que beba, al mismo tiempo, tanto del materialismo
losó co como del marxismo-leninismo. En eso estoy trabajando ahora, y lo estoy trabajando con las obras,
entre otras, que Peña Lafargue cita en su crítica a mi libro recientemente publicado.

4) En El marxismo y la cuestión nacional española no se propone crear un «auténtico Partido Comunista


español». Eso es una simpli cación. Lo que se a rma es que, al no haber habido en España un marxismo

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propio nunca, debido a distintos factores históricos que se tratan en el libro (peso de la Leyenda Negra,
in uencia losó ca del krausismo frente a Hegel, llegada tardía de traducciones de textos de Marx, Engels,
Lenin, Stalin y Rosa Luxemburgo a España, peso del anarquismo durante décadas en el movimiento obrero,
peso actual de la socialdemocracia, el franquismo como tapón histórico a dicho desarrollo del marxismo,
peso que a través de la socialdemocracia tuvieron las tesis del austromarxismo de Otto Bauer en España, la
acción anticomunista del Congreso por la Libertad de la Cultura auspiciado por la CIA, el factor primero
eurocomunista y postmarxista ahora en el PCE, la caída de la URSS), no se ha podido resolver desde el
marxismo la cuestión nacional española. Y lo que se a rma es que, hoy, en el contexto de las turbulencias
históricas actuales que vivimos, es posible poder construir un marxismo netamente español, y en español.
Ya se dan las herramientas para hacerlo, aunque suene extemporáneo decirlo. Y eso no implica, aunque no
lo niego, que haya un Partido que haga suyo este programa, aunque dicho Partido puede ya existir
previamente. En el libro, además, se ofrece un análisis de la transformación de España en nación política,
desde las coordenadas del materialismo histórico, durante siete largos periodos revolucionarios, que
parten de la Guerra de Independencia Española (1808-1814) y que culminan en la Segunda República y la
Guerra Civil (1931-1939). Esos periodos revolucionarios de construcción nacional política, por ahora, se han
cerrado. Pero no puede descartarse que no puedan reabrirse en el futuro. La diferencia sustancial, a mi
juicio, entre aquellos periodos y lo que están por venir, es que en los del porvenir podría jugar un papel
fundamental un marxismo netamente español, y en español, organizado política y sindicalmente, y que
antes no existía, si bien el momento en que se estuvo más cerca de tenerlo fue durante la Guerra Civil
Española. Si ello es posible a partir de mi libro (y no solo del mío), bienvenido sea.

Finalizo mi réplica a Peña Lafargue. Aunque lo parezca, no estoy solo. Dentro y fuera del Partido Comunista
de España, que es donde milito, hay militantes y simpatizantes que asumen lo que analizo en el libro. La
situación actual, respecto a los argumentos del libro y a la posibilidad de construir un marxismo
netamente español y en español, la resumo en la siguiente frase: somos más de lo que parece, pero menos
de los necesarios. Por ello, encapsularnos con términos asustaviejas como estalinistas, aun siendo esto un
logro, porque eso ya nos mete con justicia en el campo de la izquierda políticamente de nida, no deja de
ser un error monumental que, o bien proviene de una lectura sesgada, y en diagonal, del libro, o bien
proviene de prejuicios ideológicos previos que se sustentan en programas político-sociales más propios de
las izquierdas inde nidas, o de ambas cosas a la vez. Los que lean el libro, sin asustarse, que saquen sus
propias conclusiones.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons,
respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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