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derechos morales y patrimoniales que la ley concede a los autores (los derechos de autor),
por el solo hecho de la creación de una obra literaria, artística, musical, científica o
didáctica, esté publicada o inédita. Está reconocido como uno de los derechos humanos
fundamentales en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.[1]
Una obra pasa al dominio público cuando los derechos patrimoniales han expirado. Esto
sucede habitualmente trascurrido un plazo desde la muerte del autor (post mortem
auctoris). El plazo mínimo, a nivel mundial, es de 50 años y está establecido en el
Convenio de Berna. Muchos países han extendido ese plazo ampliamente. Por ejemplo, en
el derecho europeo, se cuentan 70 años desde la muerte del autor. Una vez pasado ese
tiempo, dicha obra entonces puede ser utilizada en forma libre, respetando los derechos
morales.
Símbolos
El símbolo ℗ representa la reserva de los derechos de autor sobre una grabación; y es la
abreviatura de la palabra “fonógrafo”;phonograph en inglés, o registro fonográfico. Este
símbolo hace referencia al fonograma (máster de audio) no a la obra musical en sí grabada;
es muy común verlo impreso en las contraportadas de los discos. Por otro lado, el símbolo
© sí hace referencia al derecho de copia (copyright) que protege obras intelectuales, como
canciones, libros, obras dramáticas, obras cinematográficas y audiovisuales; dibujos,
pinturas etc.
Derechos conexos: son aquellos que protegen a personas distintas al autor, como pueden
ser los artistas, intérpretes, traductores, editores, productores, etc.
Derechos de traducción: para reproducir y publicar una obra traducida se debe solicitar un
permiso del titular de la obra en el idioma original.
La comunidad de aficionados a la informática doméstica, centrada en el hardware
posterior a los setenta y en el software (juegos de ordenador, crackeo de software, la
demoscene) de entre los ochenta/noventa.
Mientras que los hackers aficionados reconocen los tres tipos de hackers y los hackers de la
seguridad informática aceptan todos los usos del término, los hackers del software libre
consideran la referencia a intrusión informática como un uso incorrecto de la palabra, y se
refieren a los que rompen los sistemas de seguridad como "crackers" (analogía de
"safecracker", que en español se traduce como "un ladrón de cajas fuertes").
Existe además una corriente, especialmente la que proviene del movimiento de software
libre, que considera que el término "Propiedad Intelectual" es engañoso y reúne bajo un
mismo concepto diferentes regímenes jurídicos no equiparables entre sí, como las patentes,
el derecho de autor, las marcas, las denominaciones de origen, entre otros.[2] [3]
Programa Shareware: Es un software con autorización para redistribuir copias, pero con un
tiempo limitado y si se requiere pagar por su uso se debe pagar por la licencia.
El Software protegido con Copyleft es aquel software libre cuyos términos de distribución
no permiten a los redistribuidores agregar ninguna restricción adicional cuando éstos
redistribuyen o modifican el software. Significa que cada copia del software, aún si ha sido
modificado el código fuente, debe ser Software Libre.
Es Software Libre que tiene la autorización para que cualquier persona lo pueda redistribuir
y modificar así como añadirle restricciones adicionales. Es decir, una empresa de software
puede compilar (para que la computadora pueda "interpretar" el software) el programa, con
o sin modificaciones, y vender el archivo ejecutable
Para adquirir una licencia de software que permita el uso del software de manera completa
se requiere de un pago (muchas veces modesto) aunque también existe el llamado
"shareware de precio cero", pero esta modalidad es poco común.
No debe confundirse el shareware con el sistema freeware que indica que un software es
totalmente gratuito, si bien es cierto que el primero se inspira y tiene sus raíces en el
segundo. Tampoco debe confundirse el hecho de que un software sea shareware o freeware
con el hecho de que sea de código abierto, ya que esto último depende de la disponibilidad
o no del código fuente, mientras que los primeros son denominaciones de la forma o
sistema de comercialización.
Para el autor
A diferencia de lo que ocurre con el freeware, el autor tiene completo dominio sobre el
programa, siendo posible que decida sobre su desarrollo futuro.
Es mucho más probable que el/los programadores obtengan un nombre propio, como
ocurrió -por ejemplo- con Id Software (DOOM, Quake), Nullsoft (Winamp) o tantos otros.
La reputación que se consigue va promoviendo el nombre del autor, por más que sea de
boca en boca.
No se requiere un estatus legal especial, permitiendo que pequeños y medianos
programadores, incluso menores de edad, comiencen a recibir ingresos por sus trabajos,
sin por ello constituir una actividad ilegal.
Para el usuario
El usuario puede probar el producto antes de comprarlo, evitando el riesgo que significa
un desembolso por algo que no está seguro si le será útil.
Usualmente los de este tipo tienen un costo mucho menor que los que son estrictamente
comerciales.
La comunicación con los autores es mucho más simple y directa, permitiendo un soporte
fluido y una retroalimentación buena. En la mayoría de los casos, las sucesivas versiones
de los programas bajo esta modalidad, van incorporando mejoras en base a sugerencias y
pedidos de los propios usuarios, de las que se beneficia el resto de ellos.
Los programas shareware exitosos, a menudo se ganan el respeto de los grandes y
reconocidos creadores de software, quienes a la larga suelen crear fusiones, o contratar a
los autores en sus compañías. Entre el 2004 y el 2005 vimos a JASC Software, quienes
desarrollaron en la década del 90 el editor de imágenes Paint Shop Pro, ser comprada por
la prestigiosa Corel, cuando ya iba por la versión 9, publicando las versiones posteriores
como
El término freeware (software gratis del inglés free software, aunque esta
denominación también se confunde a veces con "libre" por la ambigüedad del
término en el idioma inglés) define un tipo de software que se distribuye sin costo,
disponible para su uso y por tiempo ilimitado,[1] siendo una variante gratuita del
shareware, en el que la meta es lograr que un usuario pruebe el producto durante un
tiempo ("trial") limitado, y si le satisface, pague por él, habilitando toda su
funcionalidad. A veces se incluye el código fuente pero no es lo usual.
Freeware suele incluir una licencia de uso, que permite su redistribución pero con
algunas restricciones, como no modificar la aplicación en sí, ni venderla, y dar
cuenta de su autor. También puede desautorizar el uso en una compañía con fines
comerciales o en una entidad gubernamental, o bien, requerir pagos si se le va a dar
uso comercial. Todo esto depende del tipo de licencia en concreto a la que se acoge
el software.
Hay confusión entre versiones Lite (Crippleware) y Freeware ya que ambas son gratuitas:
las versiones Lite son versiones básicas de un producto más completo (de pago), y se
ofrecen gratuitamente a modo de prueba para conocer las funcionalidades del software. La
diferencia con freeware es que esta última licencia ofrece la funcionalidad completa del
programa.
Dicha ley tipificó como delitos una serie de conductas relacionadas con el manejo de datos
personales, por lo que es de gran importancia que las empresas se blinden jurídicamente
para evita incurrir en alguno de estos tipos penales.
No hay que olvidar que los avances tecnológicos y el empleo de los mismos para apropiarse
ilícitamente del patrimonio de terceros a través de clonación de tarjetas bancarias,
vulneración y alteración de los sistemas de cómputo para recibir servicios y transferencias
electrónicas de fondos mediante manipulación de programas y afectación de los cajeros
automáticos, entre otras, son conductas cada vez más usuales en todas partes del mundo.
Según la Revista Cara y Sello, durante el 2007 en Colombia las empresas perdieron más de
6.6 billones de pesos a raíz de delitos informáticos.
De ahí la importancia de esta ley, que adiciona al Código Penal colombiano el Título VII
BIS denominado "De la Protección de la información y de los datos" que divide en dos
capítulos, a saber: “De los atentados contra la confidencialidad, la integridad y la
disponibilidad de los datos y de los sistemas informáticos” y “De los atentados informáticos
y otras infracciones”.
- Artículo 269D: DAÑO INFORMÁTICO. El que, sin estar facultado para ello, destruya,
dañe, borre, deteriore, altere o suprima datos informáticos, o un sistema de tratamiento de
información o sus partes o componentes lógicos, incurrirá en pena de prisión de cuarenta
y ocho (48) a noventa y seis (96) meses y en multa de 100 a 1000 salarios mínimos legales
mensuales vigentes.
- Artículo 269E: USO DE SOFTWARE MALICIOSO. El que, sin estar facultado para ello,
produzca, trafique, adquiera, distribuya, venda, envíe, introduzca o extraiga del territorio
nacional software malicioso u otros programas de computación de efectos dañinos,
incurrirá en pena de prisión de cuarenta y ocho (48) a noventa y seis (96) meses y en multa
de 100 a 1000 salarios mínimos legales mensuales vigentes.