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Asignatura: Orientación
Cristiana
Sección: 3B2
ABRAHAM
La historia de Abraham se encuentra en el primer libro de la Biblia, el Libro del
Génesis. Vivía en la ciudad de Ur, cerca de los ríos Tigris y Eufrates, cuando Dios le
pidió el sacrificio de alejarse de su tierra, que era muy fértil, y de su hermosa
ciudad e irse a un país desconocido y desértico, lejos de familiares y amigos.
Abraham aceptó este sacrificio, y Dios en pago le prometió que sus descendientes
poseerían por siempre aquel país.
Abraham deseaba tener un hijo que prolongara su familia, y Dios permitió que su
esposa fuera estéril y que a la edad de 90 años Abraham todavía no lograra tener el
hijo que tanto deseaba. Sin embargo Nuestro Señor le prometió que su
descendencia sería tan numerosa como las arenas del mar y Abraham creyó a esta
promesa de Dios, y esta fe le fue apreciada y recompensada.
Abraham era un hombre fracasado, pues carecía de las cosas que su corazón
anhelaba y que eran importantes en aquellos tiempos: una tierra propia y
descendencia. Conviene mencionar que por aquel entonces era a través de la
descendencia donde se perpetuaba el nombre de un hombre y era recordado “para
siempre”. De esta forma, Abraham, pese a tener muchos bienes carecía de una
cosa fundamental: el sentido de su vida. En esta situación de desesperanza es
cuando Dios toma la iniciativa y busca a Abraham, haciéndose el encontradizo con
él: Luego lo sacó afuera y le dijo: «Mira al cielo, y cuenta las estrellas, si puedes
contarlas». Y añadió: «Así será tu descendencia». Abrán creyó al Señor y se le contó
como justicia (Génesis 15, 5-6). Y así actúa Dios con nosotros: sale siempre a
nuestro encuentro y le da sentido a nuestra vida. Un sentido que nada ni nadie más
le ha podido dar hasta el momento.
Dios se le aparece en forma de viajero peregrino (acompañado de dos ángeles
disfrazados también) y Abraham los atiende maravillosamente bien. Dios le
promete que dentro de un año tendrá un hijo. Sara la esposa, que está oyendo
detrás de una cortina, se ríe de esta promesa, porque le parece imposible ya que
ellos dos son muy viejos. Dios manda que al niño le pongan por nombre "Isaac",
que significa "el hijo de la sonrisa". Y cuando el jovencito tiene 12 años, Dios pide a
Abraham que vaya a un monte y le ofrezca el hijo en sacrificio. Abraham acepta
esto que le cuesta muchísimo y cuando ya va a matar a Isaac, un ángel le detiene la
mano y oye una voz del cielo que le dice: "He visto cuán grande es tu generosidad.
Ahora te prometo que tu descendencia nunca se acabará en el mundo". Y luego ve
un venado enredado entre unas matas de espinas y lo ofrece en sacrificio a Dios.
Los enemigos atacaron a la ciudad donde vivía Lot, el sobrino de Abraham,
llevándose a todos prisioneros. Entonces el patriarca reunió a sus obreros (318) y
atacó por sorpresa a los enemigos y libertó a todos los cautivos. En acción de
gracias llevó a Melquisedec, sacerdote de Jerusalén, la décima parte de todo lo que
había conseguido. Desde entonces quedó la costumbre de dar para Dios y para los
pobres el diezmo, o sea la décima parte de lo que cada uno gana.
Nuestro Señor le comunicó a su amigo Abraham que iba a destruir a Sodoma por
que en esa ciudad se cometían pecados de homosexualidad. Abraham le rogó a
Dios que no la destruyera si había allí siquiera diez personas buenas. Pero como no
las había, cayó una lluvia de fuego y los mató a todos. Solo se salvó Lot, por ser el
sobrino de Abraham. Pero la mujer de Lot desobedeció la orden de los ángeles y al
salir de la ciudad se puso a mirar hacia atrás y quedó convertida en estatua de sal.
Abraham fue padre de Isaac, del cual nacieron Esaú y Jacob. Los hijos de Jacob se
llaman los doce Patriarcas, de los cuales se formó el pueblo de Israel. Dios le
cambió el nombre de Abrán, que significa "padre", por el nombre de "Abraham",
que significa: padre de muchos pueblos.
Abraham puede ser considerado el punto de arranque o fuente de
la religión del Antiguo Testamento. De modo que desde los días de Abraham,
los hombres se acostumbraron a hablar de Dios como el Dios de Abraham,
mientras que no encontramos a Abraham refiriéndose en la misma forma a
cualquiera anterior a él. Así tenemos al criado de Abraham hablando de "el Dios de
mi padre Abraham" (Génesis 24,12). Yahveh, en una aparición a Isaac, habla de sí
mismo como el Dios de Abraham (Gen. 26,24), y para Jacob El es "el Dios de mi
padre Abraham" (Gen. 31,42). Así, también, mostrando que la religión de Israel no
comienza con Moisés, Dios dice a Moisés: "Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de
Abraham" etc. (Ex. 3,6). La misma expresión se usa en los Salmos [47(46),10] y es
común en el Antiguo Testamento.
La S. Biblia alaba a Abraham porque creyó contra toda esperanza y porque nunca
dudó de que Dios sí cumple lo que promete, aunque parezca imposible.
JACOB
El hijo de Isaac y Rebeca, tercer gran patriarca del pueblo elegido, y el ancestro
inmediato de las doce tribus de Israel. Los incidentes de su vida se hallan en partes
de Génesis, 25,21 – 50,13, los eruditos modernos distinguen los documentos (J, E,
P) (vea Abraham).
Moisés juntamente con Abraham son los dos personajes centrales del Antiguo
Testamento. Es el libertador del pueblo elegido, y el mediador de la Alianza
renovada en el Sinaí, y conforme a ella es el organizador de la teocracia hebrea. Tal
fue su importancia en la historia de Israel que muchas veces el Mesías es concebido
como una reencarnación del gran "Profeta" por antonomasia del Antiguo
Testamento. Los días del Éxodo habían quedado como los tiempos heroicos de la
historia israelita y el principal protagonista de las gestas, Moisés, quedó en la
memoria de todas las generaciones como el amigo de Dios por excelencia.
Su mismo nacimiento está ya marcado con el signo de la predilección divina.
Oriundo de la tribu de Leví, fue abandonado por su madre en una cestilla de juncos
en el Nilo. La persecución de los israelitas había llegado a su punto culminante, y
las madres hebreas tenían que deshacerse de sus hijos varones, cuya extinción
estaba decretada por las autoridades egipcias. Son los tiempos de reacción contra
los semitas. Habían pasado los años de la dominación de los Hiksos, de origen
asiático, que protegían a los extranjeros oriundos de Canaán y Fenicia, porque les
ayudaban a mantener sujetos a los egipcios. José, el cananeo descendiente de
Jacob, había logrado escalar al amparo de esta situación de privilegio para los
semitas, las más altas dignidades del Estado egipcio. A su sombra los hebreos
habían prosperado desmesuradamente en la parte oriental del Delta, de tal forma
que llegaron a crear un problema a los mismos nativos súbditos del faraón. Al subir
otra dinastía, de procedencia netamente egipcia, se generalizó una política de
persecución contra los extranjeros semitas, que habían colaborado con los odiados
Hiksos. Víctimas de esta política sectaria fueron entre otros los hebreos, que
pacíficamente se dedicaban a la cría de rebaños en Gesen. La opresión
sobrepasaba toda medida, y Dios iba a intervenir milagrosamente para salvar a su
pueblo vinculado a la promesa de bendición hecha al gran antepasado Abraham.
Para ello había de preparar al instrumento de su especial providencia. La Biblia
recalca estas intervenciones milagrosas de Dios en la vida de Moisés. El niño fue
recogido por una princesa egipcia, que se lo llevó a la corte del faraón como hijo
adoptivo, dándole el nombre de "Mossu" o Moisés, que en egipcio parece significar
simplemente niño. Allí creció formado conforme a la exquisita educación
cortesana. El alma egipcia se distingue por su delicadeza y bondad. Conocemos
muchas composiciones literarias llenas de belleza estilística y de grandes
pensamientos. Quizá el niño hebreo tuvo entre sus manos las maravillosas
"Enseñanzas de Amenhemec", que dejarán huella en la literatura sapiencial
hebraica.
La vida de Moisés en la corte era muelle y distraída entre cantos de harpistas y
recitaciones de versos por los escribas. Pero en sus oídos resonaban los gritos de
dolor de sus compatriotas que estaban empleados en trabajos forzados en la
construcción de una ciudad residencial que llevará el nombre de su fundador
Ramsés II. Los capataces egipcios imponían horas agotadoras de trabajo y
manejaban el bastón con demasiada frecuencia. Por otra parte los nativos
despreciaban a sus compatriotas y les hacían la vida imposible. Un día el joven
cortesano Moisés vio que un egipcio estaba abofeteando a un compatriota. La
sangre le hirvió en las venas, y en un momento de furor mató al egipcio agresor.
Para evitar consecuencias enterró su cadáver en la arena. Pero el hecho trascendió,
pues su compatriota, al que había ayudado, le delató ante la opinión pública. El
asunto era muy grave, y Moisés tuvo que abandonar la corte para no caer en
manos de la policía egipcia. La península del Sinaí con sus estepas era el mejor
lugar para huir a las pesquisas de los egipcios. Saliendo de la zona oriental del
Delta, donde estaba la corte del faraón, le bastaban unas horas de camino para
encontrarse ya en terreno de nadie.
JOSE MOISES
ABRAHAM JACOB
• ABRAHAM
La misión de Abraham fue fundar un gran pueblo que creyese y adorase a Dios, por
esta causa Abraham dejó atrás toda su vida, su pueblo natal, sus comodidades, su
familia y emprendió un viaje que le sería reconocido por Dios por su lealtad, su
vocación y su sacrificio.
Dios pudo ver que Abraham confió en su palabra y que estaría dispuesto a hacer lo
que le pidiese con tan de salvar a la humanidad. Cuando Él le pidió que matase a su
hijo, Abraham contra todo pronóstico quiso hacer el trabajo que le fue
encomendado, pero Dios, siendo misericordioso, lo absolvió de esa
responsabilidad.
Dios le prometió una numerosa descendencia dando lugar a 12 príncipes que
fundaron una gran nación.
• JACOB
Dios pidió a Abraham renunciar a su “único” porque nada debe usurpar el lugar de
Dios en el corazón del hombre. Y esto es muy importante porque nada ni nadie
puede “darte la vida”, sino únicamente Dios. Por eso, es importante renunciar al
engaño que el maligno hace sobre ese único: que lo necesitamos para ser felices.
Pero no es verdad, sólo Dios basta Y sólo Dios puede darte la Vida. Por supuesto,
todos tenemos muchas veces un único: algo o alguien que nos importa y que
queremos más que nada más, incluído Dios.
• JOSÉ
José fue muy despreciado por sus hermanos, ya que él fue siempre favorito de su
padre Jacob, pero a pesar de todo lo que sufrió no guardo rencor al contrario
perdono a sus hermanos. José fue una persona que sabía mucho de Dios, él ayudó
a Egipto en tiempos de escases era un virrey, ayudaba al que lo necesitaba así el
perdonó a sus hermanos y también los ayudó en tiempo de escases, así fue como
cumplió su misión.
• MOISÉS
• JACOB
1. Jacob nos enseña la reconciliación con el prójimo, en la historia de Jacob se
nos muestra como busco a su hermano para reconciliarse con él, es algo que
nos hace falta muchas veces y por lo que se rompen relaciones entre
nuestros seres queridos.
1. Creo que el valor más notorio e importante que nos enseña José es el
perdón, el perdonó a sus propios de hermanos, le tenían envidia por ser el
hijo favorito. Tenemos que aprender a perdona, sobre todo a nuestros
familiares, hoy en día se ven muchos casos de divisiones en familias.
• MOISÉS
1. Moisés nos permite aprender que la fe es para la entrega. Nos llama a tener
fe y comprometerse con Dios a vivir con una misión. A veces pecamos en no
poner en practica lo que nos manda Dios, solo lo escuchamos, le tenemps fe,
pero eso debe impulsarnos a la practica.
2. Llevar el mensaje de Dios de la manera correcta, y asumir la responsabilidad
que esto conlleva con convicción, a Moisés se le entregan los 10
mandamientos, lo que todos los cristianos debemos seguir, fue el encargado
de transmitir lo que Dios le entregó.
3. Nos enseña que los planes de Dios para nuestra vida, se tienen que hacer en
el tiempo de Dios. Tenemos que encomendar todo lo que hagamos y Dios
nos guiará siempre hacia el mejor camino. Moisés fue elegido para liberar a
su pueblo de la esclavitud y con la ayuda de Dios lo logró.