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MUERTE LLEGA A
UNA FAMILIA
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CUANDO LA MUERTE LLEGA A UNA FAMILIA
David Moisés Firman
ISBN N° 987-05-1991-1
Las citas bíblicas están tomadas de la versión Reina Valera Revisada, 1960,
Nueva Traducción Viviente y la Nueva Versión Internacional.
Todos los derechos reservados. Ninguna parte de este material puede ser
reproducida excepto en pasajes breves para reseña mencionando la fuente,
ni puede ser guardado en un sistema de recuperación o reproducido por
medios mecánicos, fotocopiado o grabado o de alguna otra manera sin el
permiso escrito de los autores.
3
Cómo interpretar y atravesar:
El dolor,
La tragedia,
El sufrimiento,
La muerte y el duelo.
Dedicatoria
En memoria de Jorge Gabriel Firman.
Gracias viejo por enseñarme que Dios es bueno,
y que la vida es simple.
Gracias por enseñarme el gran valor de las relaciones humanas.
Te veré cuando sea mi tiempo.
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Cómo interpretar y atravesar:
El dolor,
La tragedia,
El sufrimiento,
La muerte y el duelo.
Agradecimientos
A mi esposa, mi amor, mi co-equiper, mi aliento, mi estímulo
constante. Te amo.
A mi familia por nunca bajar los brazos.
A Lucho Tkachuk. Tu vida me alienta.
Al Dr. Pablo Deiros por su corazón sensible y su disposición.
A los que incondicionalmente siempre creen y apoyan lo que hago,
me honran con su actitud. Gracias.
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Cómo interpretar y atravesar:
El dolor,
La tragedia,
El sufrimiento,
La muerte y el duelo.
Índice de contenido
Preámbulo del autor 7
Prefacio del autor 17
Introducción 21
Capítulo 1: “Jorge Gabriel Firman” (Testimonios) 23
Capítulo 2: “Julio Cesar (Lucho) Tkachuk” (Testimonios) 35
Capítulo 3: “La perspectiva bíblica” 45
Capítulo 4: “Dios: ¿Es amor?” 59
Capítulo 5: “La muerte” 71
Capítulo 6: “El duelo” 83
Capítulo 7: “Los propósitos de la adversidad” 95
Capítulo 8: “Consolados que consuelan” 103
Influencias y Bibliografía 111
Acerca del autor 113
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Cómo interpretar y atravesar:
El dolor,
La tragedia,
El sufrimiento,
La muerte y el duelo.
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Pablo usa aquí una palabra muy interesante y esta es “comparables”. Él ve
las aflicciones pero las interpreta como parte de una creación sujeta a
corrupción por causa de la desobediencia del primer matrimonio en el
origen. Las aflicciones del tiempo presente son parte de esta vida. Pero
compara las aflicciones con el producto final, con lo que van a producir en
nosotros.
Y en este mismo contexto sigue escribiendo:
35
¿Acaso hay algo que pueda separarnos del amor de Cristo? ¿Será que él
ya no nos ama si tenemos problemas o aflicciones, si somos perseguidos
o pasamos hambre o estamos en la miseria o en peligro o bajo amenaza
de muerte? 36 (Como dicen las Escrituras: «Por tu causa nos matan cada
día; nos tratan como a ovejas en el matadero»). 37 Claro que no, a pesar de
todas estas cosas, nuestra victoria es absoluta por medio de Cristo,
quien nos amó. 38 Y estoy convencido de que nada podrá jamás separarnos
del amor de Dios. Ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni demonios, ni
nuestros temores de hoy ni nuestras preocupaciones de mañana. Ni siquiera
los poderes del infierno pueden separarnos del amor de Dios. 39 Ningún
poder en las alturas ni en las profundidades, de hecho, nada en toda la
creación podrá jamás separarnos del amor de Dios, que está revelado en
Cristo Jesús nuestro Señor.
Romanos 8. 35 – 39 NTV (énfasis del autor)
8
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Tengo la plena seguridad y la esperanza que jamás seré avergonzado, sino
que seguiré actuando con valor por Cristo, como lo he hecho en el pasado.
Y confío en que mi vida dará honor a Cristo, sea que yo viva o
muera. 21 Pues, para mí, vivir significa vivir para Cristo y morir es aún
mejor. 22 Pero si vivo, puedo realizar más labor fructífera para Cristo. Así
que realmente no sé qué es mejor. 23 Estoy dividido entre dos deseos:
quisiera partir y estar con Cristo, lo cual sería mucho mejor para mí; 24 pero
por el bien de ustedes, es mejor que siga viviendo.
Filipenses 1. 20 – 24 NTV (énfasis del autor)
Ya que han sido resucitados a una vida nueva con Cristo, pongan la mira en
las verdades del cielo, donde Cristo está sentado en el lugar de honor, a la
derecha de Dios. 2 Piensen en las cosas del cielo, no en las de la
tierra. 3 Pues ustedes han muerto a esta vida, y su verdadera vida está
escondida con Cristo en Dios.
Colosenses 3. 1 – 3 NTV (énfasis del autor)
Escribiendo a los Romanos les deja claro que interpreta las circunstancias a
partir de la obra de justificación en nosotros por medio de la cruz.
Por lo tanto, ya que fuimos declarados justos a los ojos de Dios por medio
de la fe, tenemos paz con Dios gracias a lo que Jesucristo nuestro Señor
hizo por nosotros. 2 Debido a nuestra fe, Cristo nos hizo entrar en este lugar
de privilegio inmerecido en el cual ahora permanecemos, y esperamos con
confianza y alegría participar de la gloria de Dios.
3
También nos alegramos al enfrentar pruebas y dificultades porque
sabemos que nos ayudan a desarrollar resistencia. 4 Y la resistencia
desarrolla firmeza de carácter, y el carácter fortalece nuestra esperanza
segura de salvación. 5 Y esa esperanza no acabará en desilusión. Pues
sabemos con cuánta ternura nos ama Dios, porque nos ha dado el Espíritu
Santo para llenar nuestro corazón con su amor.
Romanos 5. 1 – 5 NTV (énfasis del autor)
10
Pablo entiende que está llegando a la meta y va a pasar al perfecto y
completo descanso con el Señor, Aquel a quien tanto amó y sirvió. Vuelve a
Cristo de dónde salió en la eternidad.
Sin dudas si nuestra vida es Cristo, todas las circunstancias y sobre todo la
muerte serán siempre medidas con criterios eternos.
Santiago en su carta también lo expresa en los mismos términos.
2
Amados hermanos, cuando tengan que enfrentar cualquier tipo de
problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse mucho 3 porque
ustedes saben que, siempre que se pone a prueba la fe, la constancia tiene
una oportunidad para desarrollarse.
Santiago 1. 2 – 3 NTV (énfasis del autor)
11
todo. Estamos completos en Él. Lo que sí el proceso, la adversidad va a
hacer, es formar a Cristo mas exactamente en nosotros.
En 2 Timoteo 2. 7 Pablo le dice a su hijo espiritual, su colaborador
apostólico “Considera lo que te digo (esa es nuestra parte) y el Señor te de
entendimiento en todo”. Dios debe derribar todo lo que se construyo sobre
orgullo humano, con un claro eje antropocéntrico para poner Su verdad
eterna en nosotros.
Pablo dice “Por nada estés afanoso” por un lado, pero está preocupado por
la Iglesia por el otro. ¿Hay contradicción en esto?
Si los persiguen, huyan a otra ciudad dice. ¿Hay contradicción?
Estar siempre gozosos parece una contradicción y un imposible. Pero
debemos verlo desde la mente de Cristo y entender que podemos estar
tristes pero siempre gozosos. En la tristeza hay gozo y en el gozo también
hay tristeza. El gozo no es humano, es un fruto del Espíritu y no depende de
circunstancias naturales.
En Hebreos 10. 34 leemos: “…el despojo de vuestros bienes sufristeis con
gozo…”. Esto sólo es posible si entendemos lo eterno, si entendemos que
tenemos una herencia perdurable en los cielos.
El bien es Cristo en nosotros. Ese es el bien de Dios. Todo ayuda a bien dice
Pablo en Romanos 8.
C. S. Lewis decía, los actos más poderosos de obediencia radical,
empezando con el dolor del pecado debe estar motivado por el profundo
valor del gozo de Dios.
Tenemos que gozarnos en el conocimiento de Dios antes de experimentar el
verdadero dolor por no tenerlo.
Entristecidos más siempre gozosos les dice Pablo a los Corintios.
10
Hay dolor en nuestro corazón, pero siempre tenemos alegría. Somos
pobres, pero damos riquezas espirituales a otros. No poseemos nada, y sin
embargo, lo tenemos todo.
2 Corintios 6. 10 NTV (énfasis del autor)
12
El pecado (salirnos del diseño e independizarnos de Dios) nos deja fuera de
la gloria como lo expresa Pablo en Romanos 3. 23. Ahora los seres
humanos están fuera en la nada y muertos. Y surge así el vínculo almático
que es la necesidad. El ser humano interpreta todo desde el alma (mente,
voluntad y emociones).
Pero Dios reúne todo en Cristo y nos devuelve a esa realidad. Nos vuelve al
estado original.
El verbo vino y habitó entre nosotros y vimos Su gloria. Ver esa gloria nos
llena de gozo.
El Hijo es el gozo, la complacencia de Dios. El Hijo Cristo está en nosotros.
Vemos en Mateo 16. 24 que Jesús decía “el que quiera ser mi discípulo…
…niéguese a si mismo y tome su cruz y sígame…” “…el que pierde la vida
la hallará”. La cruz se lleva adelante por el camino del gozo. Jesús lo hizo
como lo vemos en Hebreos 12. 2 “Por el gozo puesto delante de El sufrió la
cruz…”.
Debemos ser el linaje de la cruz que todo lo hace por amor a Él con gozo,
que menosprecia los padecimientos con gozo.
Si vamos a Él con gozo elegimos perderlo todo.
10
Formaba parte del buen plan del SEÑOR aplastarlo
y causarle dolor.
Sin embargo, cuando su vida sea entregada en ofrenda por el pecado,
tendrá muchos descendientes.
Disfrutará de una larga vida,
y en sus manos el buen plan del SEÑOR prosperará.
11
Cuando vea todo lo que se logró mediante su angustia,
quedará satisfecho.
Y a causa de lo que sufrió,
mi siervo justo hará posible
que muchos sean contados entre los justos,
porque él cargará con todos los pecados de ellos.
Isaías 53. 10 – 11 NTV (énfasis del autor)
14
En los Hechos 5. 41 leemos “…salieron gozoso por ser dignos de padecer
afrenta por causa de Su Nombre”.
En Juan 12. 23 Jesús decía “…ha llegado la hora de ser glorificado…” “…si
el grano de trigo no muere no puede dar fruto… pero si muere lleva mucho
fruto”. Ser glorificado era morir.
Cuando pensamos que necesitamos algo y si lo tuviéramos estaríamos mejor
es que nos falta comer el pan de vida. El es el gozo, El es la plenitud. En Él
estamos completo. No necesitamos nada. El es la perfecta alegría, el
perfecto gozo en toda circunstancia.
En la oración de Juan 17, en el verso 26 Jesús dice: “Yo les he dado a
conocer tu nombre para que el amor con que me amaste esté en ellos y yo
en ellos”.
Salimos de Cristo en el origen y en la cruz volvemos a El. Ahí está nuestro
gozo, estamos en Cristo. Esa es nuestra posición. Esa es nuestra realidad.
En Hechos 20. 24 leemos a Pablo diciendo “no estimo preciosa mi vida con
tal que acabe la carrera con gozo…”.
Un placer servirles,
David Firman
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Cómo interpretar y atravesar:
El dolor,
La tragedia,
El sufrimiento,
La muerte y el duelo.
17
especial para ella que es la madre). Nuevamente enfrentamos
interrogantes y dolor. Dios ha sido fiel y bueno al consolarnos.
18
Trataré de abarcar en este trabajo varias perspectivas sobre el
tema como la psicológica y el aspecto espiritual, por ejemplo.
Teniendo en cuenta que vivimos en Latinoamérica, cuya cultura es
cristiana, trabajaremos desde principios cristianos comunes a todos
nosotros. Además, he decido hacer una acercamiento a la realidad de
las vivencias de dos familias en crisis, dolor, sufrimiento, muerte y
duelo. Una de estas familias es la mía, al enfrentar la adversidad
estaba apoyada en la vida espiritual y los valores cristianos. La otra,
ahora una hermosa familia amiga, se encontraba a la hora de la
adversidad, viviendo lejos de una vivencia espiritual fresca y
cotidiana que diera sentido a su vida.
Analizaremos así las vivencias y las opciones que
enfrentaron cada una de estas familias ante la crisis, el dolor, el
sufrimiento, la muerte y el duelo. Sobre todo veremos la vivencia
actual de estas familias y el sentido y consuelo que han hallado para
sus vidas.
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Cómo interpretar y atravesar:
El dolor,
La tragedia,
El sufrimiento,
La muerte y el duelo.
Introducción
21
Sin embargo, me he propuesto investigar y ofrecer principios
generales que le ayuden a interpretar más sanamente las
circunstancias de la vida y le ayuden a reaccionar mejor ante estas
vivencias para no quedarse anclado en el fracaso.
El único fracaso que existe en la vida es reaccionar
equivocadamente ante una situación y no poder superarla. El fracaso
es caerse y quedarse postrado. Sin embargo, como veremos más
adelante, el fracaso es una oportunidad para ser fortalecidos y pasar a
otro nivel. Si nos caemos nueve veces, nos levantamos diez.
Transite estas páginas y reciba el consuelo y la fortaleza para
no quedarse postrado.
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Cómo interpretar y atravesar:
El dolor,
La tragedia,
El sufrimiento,
La muerte y el duelo.
Capítulo Uno
“Jorge Gabriel Firman”
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eterno, aterrador. Luego lo inesperado “tu hermano se murió”. De
golpe, de repente, no había vuelta atrás. La sensación era fulminante,
indescriptible.
Tenía sólo 19 años. En la plenitud de la vida. Lo había visto
tan sólo 15 días antes y estaba todo bien, estaba lleno de vida y
energía como siempre. Así era él, siempre lleno de positividad y
ganas de vivir con Dios a full.
Como reaccionar, que decir, que pensar. Me quede
anestesiado, bloqueado unos minutos. No podía reaccionar. No podía
ser verdad, algo estaba mal. Como a todos, la negación es la primera
reacción que tenemos. Es como estar dormido, estar soñando, pero
estás despierto.
Mil preguntas en mi mente pero ninguna respuesta. Lo peor
de todo, ningún sentido lógico para algo así.
Me llevaron a mi casa para preparar mis cosas papa viajar.
Me esperaban mil kilómetros que recorrer. Solo en un ómnibus por
16 horas. Una larga noche de soledad, dolor indescriptible y mil
preguntas sin respuestas.
Mientras preparo mi bolso llorando sin consuelo, me
vinieron a la mente todas las lecciones aprendidas desde chico en la
iglesia, el sentido de la muerte para los cristianos. Pero algo no
cerraba. ¿Era voluntad de Dios esto? ¿Como podía ser esta su
voluntad si le quedaba toda la vida por delante? Si Dios es amor,
¿para que este sufrimiento sin sentido? Pensaba en mis padres,
cuanto dolor estarían sufriendo. No, definitivamente no tenía sentido,
no había respuestas. Sólo pude encontrar algo que me tranquilizo y
estaba en mi Biblia “Dios Habla Hoy” color azul que estaba en la
mesa de luz. Leí el salmo 62. Si Dios “habla hoy” era justo cuando
necesitaba que lo hiciera. En el instante las palabras que leí se
hicieron vida y vino consuelo y fortaleza a mi vida: “Sólo en Dios
encuentro paz…” escribía el rey David, “mi salvación viene de Él”.
Me agarré fuerte de esta palabra y emprendí el viaje más difícil y
doloroso de toda mi vida.
El viaje se hizo eterno y la noche oscura, muy oscura y fría.
Cuando llegue a Posadas, Capital de la provincia de
Misiones, después de 14 horas de viaje, todavía me quedaban 100
kilómetros por recorrer. Me encontré con algunos familiares que
vinieron a buscarme, y me tranquilizó pensar que podría al fin tener
25
algunas respuestas y sobre todo más información sobre lo que había
sucedido realmente. Vinieron algunas respuestas a mis interrogantes,
y pocos detalles de lo sucedido, mezclados con juicios e
interpretaciones personales de quienes me lo estaban transmitiendo.
Hoy me doy cuenta que esos 100 kilómetros hasta el sepelio
de mi hermano serian el comienzo del largo camino del dolor, el
comienzo de lo que hoy sé que se llama anulación del duelo y su
posterior duelo patológico (que explicaremos en las páginas de este
libro).
Algo que marcó mucho mi vida negativamente y dio paso a
la anulación del duelo fue recibir recomendaciones (muy bien
intencionadas e inocentes en ese momento) como por ejemplo:
“ahora no te pongas a mariconear, mira que tenés que sostener a tus
viejos que están hechos bolsa”, o “No vayas a andar lloriqueando
tanto que no es de buen testimonio cristiano”, entre otras. Ahí
comenzó parte de mi mayor dolor sin darme cuenta en ese momento.
Por supuesto que me hice cargo. Me hice hombre, me tragué
el dolor y le hice frente a todo lo que había que hacer, principalmente
contener a mis padres. Luego del entierro, tuve que ocuparme de dar
de baja su servicio militar, ir a la policía y al registro de las personas
a dar de baja el documento de identidad, me ocupe además de
resolver el arreglo mecánico de la camioneta y negociar su venta (ya
que mis padres no querían tenerla más). Ante todos era el hijo ideal,
haciéndole frente con altura a la situación.
Revisé también mi vida espiritual y decidí comprometerme
más en vez de alejarme de Dios. Parecía un tiempo en el que todo
estaba bajo control.
Reflexioné acerca del gran esfuerzo de mis padres por
permitirme estudiar sin trabajar y, por supuesto, no podía permitirme
perder un año de estudio. Así que una vez más, me tragué el dolor,
me esforcé y viaje a rendir 4 de los 5 exámenes de materias anuales
largas y pesadas, ya que era fecha de rendir. Al mes y una semana de
la muerte mi hermano me quedaba sólo una materia por aprobar del
segundo año de mi carrera. Me sentía muy bien, estaba logrando el
objetivo de ser buen hijo, hacer las cosas bien, y sobre todo, dar
“buen testimonio cristiano”. Lo que ignoraba era que el dolor es para
que duela. El dolor tiene que salir. Pasaron dos años y vino lo
inesperado e inexplicable para mí, la depresión.
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Me preguntaba: ¿por qué me siento tan mal? ¿Por qué tantas
ganas de llorar? ¿Por qué tanto dolor? Aparentemente estaba todo
bien, sin embargo el dolor estaba y era muy fuerte, tanto que
comenzó a bloquearme. Todo estaba en juego, mis estudios, mis
relaciones interpersonales, mi vida. Todo estaba negro, sin sentido,
sin rumbo. Lo único que había era dolor y angustia, mucha angustia.
En ese momento tuve la gracia de ser comprendido y
acompañado por Cristina, (psicóloga) y Damián su esposo (un
hermoso hombre de Dios y experimentado consejero). Con ellos
pude recorrer por varias semanas el camino del dolor, pude revisar
los errores y cambiar mi manera de pensar. Pude entender algunas
cosas y sobre todo, comenzar un duro pero hermoso proceso sanador
de perdón a quienes me habían lastimado en mis cortos 23 años de
vida. Y sobre todas las cosas, me ayudaron a sacar el dolor, a
transitar el proceso sano y normal del duelo: la elaboración
emocional y espiritual de una pérdida. Me dieron permiso de llorar.
Yo me di permiso de llorar, y que bueno fue. Lo oscuro se
transformo en luz. La angustia y el dolor se transformaron en paz y
luego fortaleza. Sobre todo, los porqués se transformaron en para
que!!! Conocí a Dios de otra manera. Él es bueno, su esencia es
amor, y todo su deseo y voluntad es nuestro bienestar.
En ese mismo año, tuve el honor de estar presente en una
conferencia del reconocido Historiador y Teólogo, el Pastor Pablo
Deiros. Estando en la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, este
hermoso hombre de Dios nos hablo una mañana de domingo a unas
1.000 personas acerca de la muerte. Mi vida experimentaría un antes
y un después a partir de esa tremenda enseñanza.
Pude experimentar un consuelo extraordinario y entendí una
de los principales “para qué” que cambió y orientó mi vida: puedo
ser una persona “consolada que consuela”.
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Mis padres no fueron a reconocer el cuerpo de mi hermano.
No fueron a reconocer el lugar del accidente. No fueron al
regimiento militar a dar de baja su servicio militar obligatorio. No
fueron al registro de las personas ni a la policía a dar de baja el
documento de identidad. No fueron al taller mecánico a hacerse
cargo del arreglo de la camioneta. Todo esto (entre otras cosas que
seguramente se me escapan) los llevó a la anulación del duelo. No se
confrontaron con todo el dolor y no dejaron que todo el dolor saliera.
Me acuerdo que a poco tiempo de haber transcurrido el accidente, no
se habló más del tema. La vida continuó y parecía que todos éramos
muy fuertes.
Hoy puedo ver que salir adelante les llevaría
aproximadamente unos diez años. Dios movería las cosas muy suave
y gentilmente para que en esos diez años enfrentaran un dolor que no
los matara y los llevara a cerrar la gran herida de la pérdida de un
hijo de 19 años. En esos diez años mi padre tuvo dos trabajos
importantes en su pequeña empresa de construcción: uno justo en
frente del lugar del accidente, y el otro justo en frente del regimiento
militar donde habían ido a visitar a mi hermano periódicamente el
último año. Esto fue duro pero a la vez sanador. Ellos tuvieron que ir
durante meses día tras día a los lugares que evitaron ir al momento
del accidente.
Me acuerdo otro suceso interesante. Aproximadamente unos
dos años después del accidente, surgió la necesidad de renovar el
vehiculo y la única oportunidad que había era una camioneta azul
idéntica a la del accidente, la que habían evitado ver y usar en ese
momento. ¿Y qué pasó?
En fin, Dios es bueno y tiene sus maneras de sanar nuestras
heridas, consolarnos y darnos la bendición de ayudar y consolar a
otros en nuestra misma situación.
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despertarnos. Cuando sale mi esposo ve a una persona desconocida.
Dice que al pasar por la ruta vio un accidente y se detuvo. Nos
comenta que nuestro hijo estaba mal en el hospital y debíamos ir a
verlo.
Cuando llegamos nos esperaban los médicos y una enfermera
cristiana que nos atendió y acompañó muy bien, porque ahí nos
enteramos que en realidad nuestro hijo estaba muerto. Fue un golpe
muy feo, muy duro, porque nosotros habíamos ido con la esperanza
de verlo. Lo habíamos visto por última vez el día anterior al medio
día, cuando llegó de San Javier, donde estaba realizando su servicio
militar. Comió y se fue a Posadas a un encuentro de jóvenes
cristianos. Después ya no lo vimos más. Tengo en mi mente el
recuerdo de que estuvo un ratito y se fue con una remera y un jean
azul.
Al salir de casa para ir al hospital, ya estaba afuera la policía
para acompañarnos. Ahora me doy cuenta de que inconscientemente
en ese momento imaginé lo peor.
Lo poco que recuerdo de la experiencia en el hospital es que
le dijeron a mi esposo que nuestro hijo había fallecido en el lugar del
accidente. En ese momento me quedé como anestesiada, bloqueada.
El dolor fue tan grande que me descompuse de tal manera que se me
adelanto el periodo menstrual después de solo unos días de haberlo
tenido, empecé a tener vómito y diarrea. Estaba totalmente
descompensada. Me llevaron a una habitación del hospital y me
dieron calmantes. Ahí no pude verlo, lo vi recién en el velatorio. No
me acuerdo de nada más: ni cómo nos volvimos del hospital, quién
me trajo, nada. Sólo recuerdo estar frente al ataúd de mi hijo de sólo
19 años, muerto.
Después, al pasar las horas, los días y me puse a pensar en lo
que había pasado. Pude hallar consuelo en la realidad que, como
familia cristiana creemos, que mi hijo estaba con Dios. Pasaron los
días y mi hijo me hacía mucha falta. Su cama estaba siempre vacía.
Un poco me había quedado la sensación de que en cualquier
momento regresaba del servicio militar, pero la cama seguía. En el
fondo sabía que nunca más iba a volver.
La gente conocida y querida fue acercándose todos los días
para acompañarnos y traernos consuelo. Lo que me decían era que
tenía que seguir adelante, en especial por mis hijos más chicos, de 3
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y 5 años que me necesitaban. De todas maneras, nada lograba
menguar el dolor. Me acuerdo que en uno de esos días en que
estaban algunas personas en casa, quise encender la cocina para
preparar un mate y, sin darme cuenta, se encendió en llamas un
repasador. Yo estaba desenfocada, perdida, no sabía lo que hacía.
Con el tiempo tuve que “resignarme” que no lo iba a ver más
en esta tierra y aferrarme de la esperanza de verlo en un futuro junto
a Dios. Esto fue mucho tiempo después. Mucho tiempo me llevo
poder resignarme y seguir. Por dentro yo sabía que tenía que
resignarme, pero los recuerdos venían todo el tiempo. Por un lado no
podía y por el otro no quería soltarlo. Siempre el consuelo lo
encontré en Dios.
Hoy, después de 13 años me doy cuenta de que siempre me
hace falta, recuerdo todas las fechas importantes sin faltar una y me
doy cuenta que no esta y lo extraño.
Me consuela mucho recordar cosas buenas de él. Por
ejemplo, mientras estaba en el regimiento militar había llevado su
Biblia. Un día lo descubrieron y le preguntaron qué era y qué estaba
haciendo, a lo que contestó que estaba estudiando una Biblia. Desde
ese momento, pasó muchas horas con compañeros y jefes leyendo
historias de la Biblia. Él no escondía su fe. Después en el sepelio esa
misma Biblia se la regalamos al jefe mayor del ejército donde había
prestado su servicio militar obligatorio.
Hoy vivo resignada a que no está Tengo que seguir adelante,
la vida sigue.
Me llevó muchos años superar el dolor. Hoy gracias al
consuelo de Dios puedo hablar sobre esto con mi esposo, con otra
gente, incluso pude ver que fui de ayuda a otra gente que vivió
situaciones similares y pude consolarlas. Quizá no vivieron la misma
situación de perder un hijo, pero hace un tiempo hablé con una
señora que perdió a su esposo. Ella no se podía resignar y pude
ayudarla en esto, le conté mi historia y comenzó a resignarse y dejar
salir el dolor para seguir con su vida. La gente la juzgaba porque ella
no quería ni podía ir al cementerio, pudimos hablar sobre esto y
pudimos ver que llorar sobre la tumba no va a revivirlo. No queda
otra que pensar que ya no va a volver más y que la vida sigue.
Lo que más consuelo da es estar con Dios y recordar las
cosas positivas.
30
Hoy puedo decir con toda seguridad que si me dicen que
puedo tenerlo otra vez, pero de la misma manera, por tan sólo 19
años, elijo tenerlo otra vez para disfrutarlo aunque sea esos 19
hermosos años.
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Siempre busque el “por qué” y el “para qué” pero creo que
recién lo sabré cuando esté en la Presencia de Dios.
Lo único que siempre me consoló, me animó, me ayudó a
seguir adelante, es saber que mi hijo estaba en su mejor momento
espiritual. Me consuela saber que un día lo voy a ver. Dice la Biblia
que si morimos con Cristo también resucitaremos con Él. Consuela
saber que mi hijo volvía de un encuentro de jóvenes cristianos.
Estuvo sirviendo a Dios hasta el último momento de su vida, ya que
volvió tarde por hacer una hora más de viaje para llevar a su casa a
otra ciudad a chicos que no tenían como viajar de regreso. Me
consuela saber que los policías estaban sorprendidos por no
encontrar alcohol ni en su cuerpo ni en la camioneta.
Fue muy duro. Sin ánimos de hacer diferencias entre los
hijos ni despreciarlos, este hijo que murió era algo especial por la
relación cercana que nos unía. Habíamos compartido muchas horas
juntos, éramos muy amigos y confidentes, me pedía consejos, era
algo especial. Vino una hermana mía de Estados Unidos y me dijo
que iba a luchar con el dolor por más de tres años, y yo no le creía
porque pensé que se me iba a pasar más rápido. Pero realmente por
más de tres años lloré a mi hijo. No podía ver sus fotos.
En una ocasión vinieron a casa unos jóvenes de la iglesia y
trajeron un video de un viaje a un congreso a Rosario, y mi hijo
estaba en ese video. Cuando lo vi me largué a llorar
desesperadamente porque lo vi vivo y sentí el dolor de no tenerlo
más. Fue algo tremendo. Los chicos apagaron el video y nunca más
lo vi. Hoy, después de trece años, siento el profundo deseo de ver ese
video pero no sé quien lo tiene, quisiera conseguirlo.
Realmente por muchas cosas me guardé el dolor. Por mi
esposa, por mis tres hijos. Recuerdo una oportunidad en la que
hablando con uno de ellos, yo empecé a elogiar las cualidades de mi
hijo muerto y el hijo con el que estaba hablando se sintió muy mal,
rechazado. Ese día hice una cruz y decidí nunca más hablar nada de
mi hijo. Lo hice en especial por los hijos y mi esposa para no
causarles dolor. Sé que mi esposa sufrió mucho pero lo supo
disimular muy bien, cosa que yo no pude hacer. Por eso decidí
olvidarme de todo, incluso ni recordar las fechas importantes, los
cumpleaños o la fecha de su muerte. Mi esposa me recordaba las
fechas y yo nunca dije nada para no entristecerla. Pero dentro de uno
32
esta ese dolor que uno no quiere dar rienda suelta para no hacer daño
a las personas.
También me pasó algo tremendo cuando falleció mi suegro
nueve años después de la muerte de mi hijo. Cuando fuimos al
cementerio para sepultarlo yo me acerqué a la tumba de mi hijo. Me
acosté encima de su tumba y empecé a llorar desesperadamente. No
pude controlarme, me quedé por más de media hora llorando ahí
sobre la tumba de mi hijo. Vino mucha gente a alentarme y
consolarme. Es algo muy tremendo, muy feo, muy doloroso, que uno
no se lo desea ni a su peor enemigo. Es una cosa muy fea. Uno vive
siempre como tenso, porque los otros hijos salen con el auto y
entonces siempre estás pendiente de que vuelvan bien y no les pase
nada. Siempre estás alerta y orando a Dios que los guarde. Es algo
tremendo. Ese día decidí no ir más al cementerio. Él no esta ahí.
El dolor nunca se va del todo. Lo guardás, disimulás y te
resignás. Me dije a mi mismo que tengo tres hijos más por los que
tengo que seguir adelante. Dios vive en mí y me da las fuerzas. Él me
da esperanza. En la terrible tristeza hay un gozo interior que me
alienta a seguir, sabiendo que lo voy a ver. La carne desfallece pero
en lo espiritual estás fuerte.
Ahora veo que guardarme el dolor me hizo sufrir más
tiempo, pero lo hice para no herir a mi familia. Después Dios me fue
llevando a hacer trabajos frente a lugares específicos, como el
regimiento o el lugar del accidente. Ahí me choque con la realidad y
fui sacando mi dolor.
Ahora veo que todo el año anterior a su muerte, en el que mi
hijo había estado cumpliendo su servicio militar obligatorio, fue
como una preparación para su ausencia. Al no tenerlo al lado
permanentemente, hay un acostumbramiento obligado a la realidad
de que no está. Creo que de otra forma, hubiera sido todo peor.
Tiendo a creer que Dios nos estaba preparando porque llegaba su
hora de partir. Es algo que suela pensar. De otra manera el dolor
seria mucho más grande.
Hoy ya lo tengo todo más superado, puedo hablar de él,
puedo ver sus fotos, pero el dolor está adentro y no se va.
La gente me decía siempre: “hay que resignarse”. Pero
¿cómo? Es fácil decirlo desde afuera, pero el que lo vive no sabe qué
hacer para no vivir lo que está viviendo.
33
Me consuela saber que él no escondía su fe ni en la escuela
ni en el regimiento. La gente, sus compañeros lo admiraban por eso.
Solamente con el amor y el consuelo de Dios se puede
superar esto. Todas las dificultades y golpes como ese me acercaron
más a Dios. El Diablo tiene otro propósito, que es alejarnos de Dios
y desanimarnos, hacernos maldecir y renegar de Dios. Pero en mí
todo fue al revés: siempre me acerco más a Dios, me hizo más fuerte.
El consuelo más grande que tengo es saber que lo voy a
volver a ver.
34
Cómo interpretar y atravesar:
El dolor,
La tragedia,
El sufrimiento,
La muerte y el duelo.
Capítulo Dos
“Julio Cesar (Lucho) Tkachuk”
Lucho es un gran amigo a quien admiro y quien me inspira
mucho. Sobrevivió a un terrible accidente automovilístico pero
perdió a su novia allí. En el accidente sufrió aplastamiento de
médula, lo que hoy en día le imposibilita caminar. Sin embargo, hoy
vive su vida a pleno y pudo encontrar un sentido nuevo y que
completó su vida y la de toda su familia. Tras la tragedia, se
fortaleció, se transformó en una mejor persona y conoció a Dios de
una manera diferente junto con toda su familia.
A continuación trascribo textualmente parte de su impactante
testimonio y vivencia. Gracias Lucho por honrarme con tu vida en
estas páginas.
36
por la provincia, en Corrientes o Chaco, o yendo a Buenos Aires.
Todo el tiempo de salidas con amigos o en algún congreso.
Hoy puedo darme cuenta que en ese momento sabía que me
faltaba algo, pero no lo sabía descifrar. Tenía un vacío profundo que
no se llenaba con nada.
Tenía dos grandes debilidades que opacaban mi vida. Una
era el casino, a donde iba tres veces por semana, y la otra el vicio del
cigarrillo. Había hecho muchos intentos en dejarlo, sin buenos
resultados. Hoy veo que mi pronóstico no era muy favorable.
El accidente
El 09 de julio del año 2002, aproximadamente a las 05:30 de
la mañana viajaba de Oberá a San Javier, cuando a unos 6 kilómetros
antes de llegar a mi pueblo, me accidento.
Esa noche previa comimos un asado con una pareja amiga.
Luego nos fuimos a Oberá, al casino. Cuando el lugar cerró, salimos
de regreso a nuestra ciudad con esta pareja amiga muy joven en la
parte trasera del auto. Mi novia venía como acompañante adelante.
En una estación de servicio a mitad de camino paramos a comprar
unas golosinas y seguimos viaje. Me acuerdo que eran casi las 05 de
la mañana, de una mañana muy fría. Ya no volvimos a ponernos los
cinturones, con esa idea tonta que a veces tenemos que ya estamos
cerca y no hace falta. Veníamos tranquilos, miré los controles y el
auto me indicaba 03 grados bajo cero (cosa que nunca me olvido por
el dolor y el frío que pase creyendo que me moría). Unos 2
kilómetros antes del accidente enciendo la luz interior para ver como
venían todos; mi novia venía durmiendo y también el marido de mi
amiga que estaba despierta. Estuve a punto de despertar a mi novia
para que se pusiera el cinturón de seguridad, pero no quise
despertarla faltando tan poco para llegar.
Llegamos a un punto en la ruta en la que había un banco de
niebla que me cegaba realmente. La ruta estaba en pésimo estado y
sin ninguna señalización ni luces en un cruce de rutas. Cuando me
doy cuenta, aminoro la marcha y de repente se termina la ruta,
porque se divide en dos. Seguimos derecho a un espacio triangular
que hay. Me quedo tranquilo pensando en que el auto iba a caer a un
descampado de pasto. Pero había un pozo profundo al terminar el
terraplén donde el auto se clava. Escuché mucho ruido de vidrios y
37
hierros retorcidos y lo próximo fue darme cuenta que estaba en
medio del pasto. Creí que estaba con el auto dado vuelta y que el
pasto entraba, pero cuando trato de escarbar con las manos para ver
que tenía debajo mío me doy cuenta que era barro. En ese momento
me doy cuenta que estaba fuera del auto, que había salido despedido.
Hasta ese momento no sentía ningún dolor. Intento moverme
y me doy cuenta que no puedo. Hago un poco más de fuerza y me
doy cuenta de que no muevo mis piernas. Me toco los genitales para
ver si me había orinado y vi que no sentía ni mis genitales ni mi
abdomen, entonces me doy cuenta que me fracture la columna y la
médula. Trato de sentarme a pesar de eso, pero cuando lo intento
haciendo fuerzas con los brazos, siento un dolor muy intenso en el
costado izquierdo porque tenía siete costillas rotas y una de ellas me
perforó el pulmón y se me produjo un neumotórax. Entonces me
quedo respirando con mucha dificultad por falta de aire sólo con el
pulmón derecho y escucho que mi amigo comienza a llamarme.
Escuchaba también el grito de dolor y desesperación de la mujer de
él. Mi amigo me ubica en medio del frío, de la oscuridad y de la
niebla. Me pregunta que pasó y le explico que volcamos, y le doy
referencias del lugar donde estamos. Quise darle mi celular y me
encuentro solamente con el porta celular. Por esta razón no pudimos
llamar a nadie. Le explico cómo salir a la ruta, pero antes le pido que
busque a mi novia. Él sale y la busca pero no la encuentra. Sin
embargo me dice que estaba todo bien y que me quedara tranquilo.
Durante el tiempo en que mi amigo sale a buscar ayuda a 2
kilómetros de allí a la casa de unos amigos que viven en el campo,
yo sentía mucho frío y dolor, y el grito de nuestra amiga me
desesperaba.
Veo que me estaba muriendo, que no podía respirar, me
estaba mareando. Como médico, sabía que no me tenía que dormir.
Me cerré bien la campera y en ese momento me invadió un estado
muy difícil de descifrar: era una mezcla de miedo, dolor,
desesperación. Miedo a lo desconocido, a la muerte. Lo llamativo
para mi hoy es darme cuenta que en ese momento no recé. Yo que
tanto rezaba, ahora no lo estaba haciendo. No me acordé ni de Dios
ni de Jesús, ni de ninguna virgen. Hoy me doy cuenta que a Dios no
lo conocía, ¿cómo lo iba a llamar entonces?
38
Luego de dos horas, llega la ambulancia con un colega y un
enfermero amigo. Les explico que tenía la columna para que tomen
los recaudos necesarios y les pregunto por mi novia. Tardan unos
momentos y me dicen: vos sos la prioridad. En ese momento, el
dolor y el frío me estaban matando, ya no aguantaba más. Lo único
que comencé a pedir era que me calmen el dolor. Era un dolor
insoportable.
Me llevan en la ambulancia muy rápido a L. N. Além donde
me atiende la doctora Koch, y me da un buen analgésico, un buen
sedante y de allí me llevan a Posadas, capital de nuestra provincia, en
otra ambulancia de alta complejidad. Otro amigo, el Doctor
Gutiérrez me acompañó y se jugó por mí, haciendo lo imposible por
llegar rápido y atenderme bien. Estuve conciente todo el viaje y
cuando llegamos al sanatorio, me bajan de la ambulancia y veo un
techo gris o blanco y no recuerdo más nada. Eso era el 09 de julio de
2002.
Cuando vuelvo a tomar conciencia de la realidad era el día
03 de agosto del mismo año. Estaba internado en el centro de
rehabilitación del Hospital Perrando de Resistencia, capital de la
provincia de Chaco a unos 450 kilómetros de mi ciudad.
Según todas las historias clínicas, en ningún momento figuro
en coma, pero no me acuerdo de nada. Estaba en terapia, entubado y
sedado pero no en coma. Igualmente no recuerdo nada de lo que pasó
en un lapso de más de un mes.
En la tarde del día del accidente, debatían los médicos si
hacerme una cirugía o no, porque por mi estado precario de salud
esperaban que me muriera en cualquier momento. Mis familiares no
sabían qué hacer y entonces un grupo de colegas deciden que si iba a
morir que fuera en el quirófano. Me ingresan con una presión arterial
muy baja, de 80 – 40, y en esa presión me mantuve las 5 horas que
estuve en el quirófano. Ahí trabajan con mi fémur que estaba roto
poniéndome tres clavos, y me arreglan la columna que la tenía
quebrada a nivel D 12 lumbar 1.
39
clínica, que me quedara tranquilo. Continúo por mis prioridades y
pregunto por mi auto, y me dicen que me quede tranquilo que estaba
todo bien. Pregunto dónde estaba y me explican que estaba internado
en Resistencia, Chaco.
A unas 2 horas de despertar, no sé cómo pero yo sabía con
seguridad que mi novia estaba muerta. Les pregunto otra vez y les
pido que no me mientan y me confirman que sí, había muerto en el
lugar del accidente. Para mí el dolor no fue tanto al saber que estaba
para siempre paralítico como cuando supe que ella murió. Fue en ese
momento en que mi vida perdió todo sentido.
Lloré bastante y comencé a preguntar por su sepelio y todos
los demás detalles. Pido por favor que llamen a mi suegro, el padre
de mi novia para hablar con él.
Quise superar todo ese mundo derrumbado por mí mismo.
Estaba con incontinencia de esfínteres anales y urinarios.
Usaba pañales, tenía escaras (heridas profundas) por todos lados.
Incluso después, durante mucho tiempo me quedó como una
repulsión a las moscas, porque apenas abrían una ventana entraban
moscas a la habitación de la clínica.
En ese momento creí que mi vida no tenía más salida, que no
tenía más solución. Ahí me confronte con la realidad de que en un
segundo había perdido todo: mi hermosa novia de 24 años, el nivel y
reconocimiento socio-cultural de mi ciudad, la aceptación que tenía
como médico, el mejor auto que tenía, el dinero, las amistades, el
título y la profesión, todo, todo se había esfumado. Todo se había
terminado en un segundo. Me había quedado sin nada.
Sólo me había quedado lo que tenía por último que era mi
familia. Fueron lo únicos que se quedaron firmes conmigo. Mis
padres y mi hermana con su esposo estuvieron conmigo en todo
momento. Eso es algo muy valioso para mí, el hecho de que la
familia esté presente le ayuda a cualquier persona a superar cualquier
cosa.
Como médico, con la sensación clásica de omnipotencia,
muy testarudo, muy cabeza dura, creí que solo iba a poder salir de
esto. Otra vez con el ritual me llené de estampitas y santos. Fui muy
abierto a que todas las personas que me fueran a visitar lo hicieran,
sin importar credo o religión. No hice diferencias, acepté a todos.
40
Un día, me visitó uno de los hombres más sabios que
conozco. Un hombre de 72 años, sin estudios secundarios siquiera.
Este hombre comenzó a hablarme con sencillez pero con mucha
profundidad y verdad. Recuerdo que una de las preguntas que me
hizo y produjo un antes y un después en mi vida emocional y
espiritual fue: ¿conocés a Dios? A lo que respondí con un
contundente sí. Allí comenzó a explicarme quién es Dios. Me di
cuenta que a Dios lo conocía como a San Martín, o a Belgrano o a
Sarmiento (grandes líderes de nuestro país) o al presidente de turno.
Sabía quién era de oídas, de teoría, pero no lo conocía. Este hermoso
hombre es el pastor Darío, quien me presentó a Dios como mi Papá,
como mi Padre. Yo conocía al Dios creador, pero a partir de ahí
comencé a conocer a Dios el Padre. Me pude dar cuenta que sin Dios
es difícil vivir y que Él tenía el poder de restaurar todo en mi vida.
En ese momento me quebré, lloré mucho, y pude empezar a vivir mi
vida espiritual aceptando el amor de Jesús y viviendo una vida con
sentido de la mano de mi Dios, mi Papá.
Hasta ese momento, todo el esfuerzo que había hecho y todo
lo que había alcanzado y construido no tenía sentido. Todo se me
había ido en un segundo y me di cuenta de que no tenía nada
duradero. Recién en ese momento me empezaba a encontrar con el
verdadero sentido de la vida, con verdaderas prioridades, con
verdaderos valores, con Dios.
Con los días fui conociendo a un Dios amigo y padre
siempre presente. Aprendí a hablar con Él, a conocerlo en su
Revelación de Sí mismo que es la Biblia.
En esa época comencé con Psicoterapia. Eran personas muy
bien intencionadas, pero que no me podían ayudar. Eran muy
pasivos, no hablaban, no contemplaban mi aspecto espiritual, que era
lo que estaba muy en juego en ese momento. Sentí que me llevaban
de nuevo al abismo, y decidí suspender ese tratamiento.
Los médicos insistieron en un tratamiento psiquiátrico, que
daba sus resultados mientras duraba el efecto de la medicación.
También renuncié a ese tratamiento.
Me aferré fuerte a Dios, a mi nuevo sentido de la vida y a mi
familia para salir adelante. Volví a retomar mi terapia de
rehabilitación psicomotriz, que había abandonado hacía un tiempo.
41
Con la ayuda de una chica muy querida de tan sólo 15 años
estudiaba la Biblia todos los días al medio día y fui así avanzando en
un proceso de recuperación gradual y progresiva en todas las áreas
de mi vida.
Yo, a pesar de estar siempre con la actitud de ir para
adelante, había tenido episodios de bajones y depresiones antes del
accidente, pero después de vivir con Dios día a día nunca más los
experimenté. Siempre con ganas, con fuerzas y para adelante. En tan
solo 4 años Dios hizo lo que pensé que nunca iba a superar.
Comencé a hablarle a todo el mundo de todo lo que estaba
experimentando y aprendiendo. Por las noches se turnaban dos
chicos para darme vueltas cada dos horas por el dolor y las escaras.
Les decía que no fueran como yo que había vivido por 35 años en
una religión en vez de en una relación con Dios. Los médicos me
llevaban a animar a otros pacientes en mi misma condición pero
deprimidos y sin sentido. Fue un tiempo de cambio día tras día.
Terminé mi rehabilitación con muy buenas expectativas y
pronóstico. Dios hace milagros.
Volví a San Javier para seguir con mi vida. Tuve otras
complicaciones intestinales y tuve que ser intervenido
quirúrgicamente.
Al año del accidente comencé nuevamente a trabajar. Mi
familia siempre me apoyó muchísimo.
Igualmente hubo un desgaste tremendo de mis padres por su
edad. Papá tiene hoy 69 años y 67 mi mamá. Estoy muy agradecido a
las personas que también se acercaron a mis padres para abrirles los
ojos y hacerles ver a este Dios que me sostiene y consuela hoy. Ellos
también eran muy idolatras y ritualistas. Tal es así que frente a
nuestra casa teníamos una gran estatua de una virgen de 1,80 metros
de altura. Ellos entendieron y conocieron a Dios de la misma manera
y hoy vivimos nuestra vida con propósito y sentido.
Dios los lleno con nuevas fuerzas para seguir con la vida.
Por afinidad comencé a desarrollar nuevas amistades, que
desde allí nunca me abandonaron. Mis amigos Luis y Tati vinieron a
visitarme durante un año todos los días para apoyarme.
La vida hoy
Mi vida hoy tiene sentido.
42
Es fácil decir “Dios es primero” cuando cumplo con el ritual
de ir de vez en cuando a la iglesia. Pero la vida tiene sentido cuando
entendemos y ponemos a Dios primero en cada área de nuestra vida.
Yo incentivo a todos a poner a Dios en primer lugar cada día
de la semana. Dios primero en el trabajo, en las relaciones, en la
familia, en las finanzas, en todo.
Hoy, sin poder hacer cirugías, sin poder hacer muchas otras
actividades, Dios me permite ver un crecimiento profesional y
económico superior al anterior. Incluso en esta condición terminé
una nueva especialidad: ecografía.
Dios no sólo restauro mis emociones, sino que también me
ayudó a elaborar los duelos, a avanzar en mi rehabilitación, a volver
a trabajar y a prosperar integralmente.
Unos 5 meses después del accidente, me visitaron los padres
de mi novia. Ahí lloré tremendamente y pude descargar el dolor.
Dios me ayudó a recordarla positivamente y soltarla.
Había algo que realmente me molestaba y estorbaba, en lo
que Dios me ayudó. Por las noches me despertaba por los ruidos de
vidrios y hierros retorcidos que escuchaba. Un día, charlando con un
pastor, me pregunto si me sentía culpable por el accidente. Le dije
que sí, ya que yo manejaba. Este pastor me ayudó a ver que todo
había sido un accidente, que había niebla, no había señalizaciones, y
demás. Me preguntó si me sentía culpable por la muerte de mi novia,
a lo que respondí que sí. Entonces me ayudó a recibir el perdón de
Dios y a comenzar el proceso de perdonarme a mi mismo. Esto algo
muy tremendo. Tuve que estudiar, investigar y entender que sin el
perdón, no hay restauración. Después que me perdoné a mí mismo,
dejé de sufrir esa tortura de las noches.
También estoy tranquilo porque con Nito y Zulma, los
padres de mi novia, tenemos una relación muy fluida. Ellos fueron
siempre como unos padres para mí. Me hace mucho bien saber que
entendieron que fue un accidente, como así también sus hermanos
Rolo y Norbert. Los quiero como a mi familia.
Después de toda esta experiencia durísima en mi vida, me
doy cuenta que hoy con Dios tengo la paz que antes del accidente no
tenía.
Me impactó mucho en ese tiempo el texto de Romanos 8 que
dice que a los que aman a Dios todas las cosas les ayudan a bien.
43
Dios usó el accidente, esta circunstancia difícil de la vida que puede
vivir cualquier ser humano, para que mi familia y yo lo
conociéramos. Él permitió que entendamos que la muerte es un paso
a la eternidad. La paz que tengo hoy es indescriptible.
Entendí también que no tengo que esperar que Dios haga
magia. Él trabaja en equipo con nosotros. Me impactó el texto de
Josué capítulo 1, donde se nos recomienda esforzarnos y ser
valientes y aferrarnos a Dios todo el tiempo. Yo pensaba que Él
hacia todo y yo nada, pero pude comprender que no es así.
Un texto lema en mi vida es “Todo lo puedo en Cristo que
me fortalece” de Filipenses 4. 13. Esa es una gran verdad. Con las
fuerzas de Dios todo se puede. Yo sólo no puedo.
Yo siempre pensé que había logrado todo solo, sin embargo
pude comprender que Dios me había dado todo lo que tenía y yo no
lo reconocía. Hoy entiendo que todo lo material es bueno, pero no es
lo más importante. Todo lo que tuve, en un segundo lo perdí. Lo
material va y viene.
Hoy, con la paz de Dios, lo material volvió. Pero ya no
ocupa en mi vida el lugar de antes. Lo más importante es mi vida
espiritual de la mano de Dios. La relación con Dios segundo a
segundo, minuto a minuto, día a día. Esta es definitivamente una
mejor vida.
Mi familia pasó por momentos muy difíciles, pero Dios
siempre los acompañó y sostuvo en todo.
44
Cómo interpretar y atravesar:
El dolor,
La tragedia,
El sufrimiento,
La muerte y el duelo.
Capítulo Tres
“La perspectiva bíblica”
La realidad
El dolor, la tragedia, el sufrimiento, la muerte y el duelo son
circunstancias inevitables de la vida.
La perspectiva bíblica
En el Libro de Job, en los capítulos 1 y 2 encontramos una
historia de dolor terrible que nos sirve como ejemplo para entender
algunas cosas. El sufrimiento y dolor experimentados por Job fueron
tremendos, acrecentados por “amigos” que intentaron dar una
explicación al sufrimiento de Job. Y como muchas veces también lo
hacemos nosotros, no tuvieron muy buenas respuestas para dar y casi
logran destruir las convicciones de Job ante esta situación. Vamos a
ver como Job después de mucho tiempo pudo salir fortalecido de esta
situación y logró desarrollar una relación más íntima con Dios.
1
1
Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre
perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal. 2Y le nacieron
siete hijos y tres hijas. 3Su hacienda era siete mil ovejas, tres mil
camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas, y
muchísimos criados; y era aquel varón más grande que todos los
45
orientales. 4E iban sus hijos y hacían banquetes en sus casas, cada
uno en su día; y enviaban a llamar a sus tres hermanas para que
comiesen y bebiesen con ellos. 5Y acontecía que habiendo pasado en
turno los días del convite, Job enviaba y los santificaba, y se
levantaba de mañana y ofrecía holocaustos conforme al número de
todos ellos. Porque decía Job: Quizá habrán pecado mis hijos, y
habrán blasfemado contra Dios en sus corazones. De esta manera
hacía todos los días.
6
Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de
Dios, entre los cuales vino también Satanás. 7Y dijo Jehová a
Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo:
De rodear la tierra y de andar por ella. 8Y Jehová dijo a Satanás:
¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la
tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?
9
Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: ¿Acaso teme Job a Dios de
balde? 10¿No le has cercado alrededor a él y a su casa y a todo lo
que tiene? Al trabajo de sus manos has dado bendición; por tanto,
sus bienes han aumentado sobre la tierra. 11Pero extiende ahora tu
mano y toca todo lo que tiene, y verás si no blasfema contra ti en tu
misma presencia. 12Dijo Jehová a Satanás: He aquí, todo lo que tiene
está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él. Y salió
Satanás de delante de Jehová.
13
Y un día aconteció que sus hijos e hijas comían y bebían vino
en casa de su hermano el primogénito, 14y vino un mensajero a Job, y
le dijo: Estaban arando los bueyes, y las asnas paciendo cerca de
ellos, 15y acometieron los sabeos y los tomaron, y mataron a los
criados a filo de espada; solamente escapé yo para darte la noticia.
16
Aún estaba éste hablando, cuando vino otro que dijo: Fuego de
Dios cayó del cielo, que quemó las ovejas y a los pastores, y los
consumió; solamente escapé yo para darte la noticia. 17Todavía
estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Los caldeos hicieron tres
escuadrones, y arremetieron contra los camellos y se los llevaron, y
mataron a los criados a filo de espada; y solamente escapé yo para
darte la noticia. 18Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo:
Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su
hermano el primogénito; 19y un gran viento vino del lado del desierto
y azotó las cuatro esquinas de la casa, la cual cayó sobre los
jóvenes, y murieron; y solamente escapé yo para darte la noticia.
46
20
Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se
postró en tierra y adoró, 21y dijo: Desnudo salí del vientre de mi
madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el
nombre de Jehová bendito. 22En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a
Dios despropósito alguno.
2
1
Aconteció que otro día vinieron los hijos de Dios para
presentarse delante de Jehová, y Satanás vino también entre ellos
presentándose delante de Jehová. 2Y dijo Jehová a Satanás: ¿De
dónde vienes? Respondió Satanás a Jehová, y dijo: De rodear la
tierra, y de andar por ella. 3Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has
considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra,
varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, y que
todavía retiene su integridad, aun cuando tú me incitaste contra él
para que lo arruinara sin causa? 4Respondiendo Satanás, dijo a
Jehová: Piel por piel, todo lo que el hombre tiene dará por su vida.
5
Pero extiende ahora tu mano, y toca su hueso y su carne, y verás si
no blasfema contra ti en tu misma presencia. 6Y Jehová dijo a
Satanás: He aquí, él está en tu mano; mas guarda su vida.
7
Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job
con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de
la cabeza. 8Y tomaba Job un tiesto para rascarse con él, y estaba
sentado en medio de ceniza.
9
Entonces le dijo su mujer: ¿Aún retienes tu integridad? Maldice
a Dios, y muérete. 10Y él le dijo: Como suele hablar cualquiera de las
mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y
el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios.
11
Y tres amigos de Job, Elifaz temanita, Bildad suhita, y Zofar
naamatita, luego que oyeron todo este mal que le había sobrevenido,
vinieron cada uno de su lugar; porque habían convenido en venir
juntos para condolerse de él y para consolarle. 12Los cuales, alzando
los ojos desde lejos, no lo conocieron, y lloraron a gritos; y cada
uno de ellos rasgó su manto, y los tres esparcieron polvo sobre sus
cabezas hacia el cielo. 13Así se sentaron con él en tierra por siete
días y siete noches, y ninguno le hablaba palabra, porque veían que
su dolor era muy grande.
47
Introducción
Ejemplo: Un niño jugando en la vereda sale corriendo a la
calle y lo atropella un colectivo. Una amiga de la madre se acerca a
ella con angustia y dolor y le dice: “Fue la voluntad de Dios”.
48
El libro de Job presenta la historia de esta persona de una
manera dramática. Esta historia puede ser dividida en tres partes: un
prólogo que abarca los primeros 2 capítulos. Un diálogo que ocupa la
mayor parte del libro. Y, finalmente, un epílogo que abarca los
últimos capítulos donde se resuelve la historia.
En el prólogo se presenta a Satanás presentándose delante de
Dios en los cielos. En el diálogo se describe una serie de obras
perversa por parte de este ser de destrucción y todos los esfuerzos
humanos por darle explicación con una serie de argumentos
humanos. Finalmente en el epílogo encontramos a Dios
imponiéndose a la obra de este ser maligno y cumpliendo su
propósito eterno de amor en la vida de esta persona que tanto había
sufrido: Job.
49
La primera palabra a analizar es Ejemplo: la historia de Job
para el análisis y la aplicación a nuestra propia historia personal.
Hay dos preguntas que debemos responder para entender este
ejemplo.
La primera es: ¿quién era Job? El texto nos cuenta que era un
patriarca muy rico del cercano oriente, sus riquezas eran ovejas,
burros, camellos, tierras, un montón de siervos. Tenía el tesoro más
grande que se podía concebir: una esposa y muchos hijos. Una
familia grande y hermosa, todos los bienes y era un hombre íntegro,
un hombre que andaba de acuerdo a la voluntad de Dios. Era un tipo
10, plenamente realizado.
La segunda pregunta es: ¿qué le pasó? Cayó en desgracia.
Perdió sus bienes en manos de ladrones y en un fuego devastador. A
causa de estas circunstancias, podemos quedarnos de la noche a la
mañana sin sustento, sin trabajo, sin bienes, como le sucedió a Job.
Pero una de las peores cosas fue perder su tesoro más extraordinario:
sus hijos. Los pierde en una reunión de hermanos, que evidentemente
se llevaban muy bien, y mueren todos en un ciclón que destruyó la
casa donde estaban de fiesta. Finalmente, como si fuera poco, él
mismo cae en una enfermedad que lo llena de heridas desde la planta
del pié hasta la cabeza. La Biblia presenta claramente como gestor de
todas estas desgracias a Satanás. Sin embargo, la misma Biblia dice
que Job, lejos de rebelarse contra Dios, se humilló y adoró a Dios.
No maldijo, adoró. No siguió el consejo de su esposa en el capítulo 2
en donde le sugiere maldecir a Dios y luego lo abandona.
Job es el ejemplo por excelencia de un ser humano que sufre.
Pero la pregunta es ¿por qué ocurren desgracias a gente tan justa?,
¿por qué gente cristiana, gente fiel, que buscan vivir de acuerdo a la
voluntad de Dios sufren, padecen pérdidas, dolor y aún la misma
muerte?
50
basaba en los pecados de Job. La idea es que la prosperidad es
recompensa por el bien y la pobreza es el castigo por el pecado. Un
poco la ley moral nos dice que esto es así, sufrimos las
consecuencias de nuestra decisión. 2) Se piensa que la tragedia tiene
su causa en la soberanía de Dios. Job mismo consideraba que tanto
su prosperidad como su desgracia eran la obra de Dios. Esta es una
idea muy popular, creer que Dios es poderoso y soberano y controla
todo lo que ocurre. La Biblia enseña que de Dios provienen toda
dádiva y todo lo perfecto, pero no enseña que de Él provenga todo lo
trágico que me pueda ocurrir. Que Job lo haya pensado y dicho de
esta manera no quiere decir que Dios lo piense y lo diga. La Biblia
dice de tapa a tapa y en especial en el nuevo Testamento, que Satanás
es el gestor, promotor y causante de todo mal. La única verdad es
que quizá existen momentos en los que Dios no hace ningún milagro
para librarnos de esas situaciones de desgracia. Decir “es la voluntad
de Dios” no es correcto. 3) A la luz de la Palabra de Dios, la tragedia,
el dolor, la muerte tienen su causa en la obra de Satanás. Y para
entender la historia de Job y alguna circunstancia nuestra, es
necesario que la analicemos desde esta perspectiva.
Satanás aparenta estar sujeto a Dios según los primeros
versículos, cuando realmente no lo está. Pero vemos que el Diablo le
hace a Dios una pregunta digna de un cara dura, una pregunta hábil,
de manipulación y engaño: “¿acaso teme Job Dios de balde? ¿No le
has cercado?”. Y Satanás quiere tentar al mismo Dios y le sugiere
quitar ese cerco y ver como Job lo blasfema. Satanás calumnia a Job
delante de Dios y hoy sigue ocupado en lo mismo. Por eso la Biblia
presenta a Jesús como nuestro abogado, para defendernos de la
calumnia del Diablo permanentemente. El Espíritu Santo también es
nuestro parakletos, es decir, nuestro compañero que nos defiende
permanentemente del Diablo que nos acusa delante de Dios. Ésta es
sólo una vía de las obras de Satanás. También se presenta delante de
nosotros y nos habla mal de Dios, nos llena la cabeza
preguntándonos, por ejemplo: “¿perdonará Dios ese pecado que estás
cometiendo?” Le hacía pensar a Job que lo ocurrido en su vida fue la
voluntad de Dios, que si Él lo había permitido fue para su bien. Pero
la pregunta es ¿cómo puede Dios usar algo tan malo, como el hecho
de perder un hijo, para enseñarme algo bueno? Fue Satanás el que lo
hizo y le dijo a Dios que Job es bueno por todo lo que tiene, mientras
51
que a Job le dice que lo malo que le pasó fue voluntad de Dios. Esto
nos pasa todos los días cuando tenemos algún problema o desgracia.
Esto podemos verlo claro en el ejemplo en Génesis 3, donde empezó
todo esto. Ahí es exactamente igual: Satanás habla mal de Dios y
engaña y manipula, sembrando dudas en Adán y Eva, en cuanto al
amor de Dios. Su meta es siempre la misma: destruir la maravillosa
obra de Dios, el ser humano.
Segundo, debemos analizar la ocasión. La ocasión fue la
tentación a Job. Una tentación significa un examen para probar algo.
Pero dice la Biblia que Dios nunca nos tienta a hacer lo malo, ésta es
la tarea de Satanás. Dios nos prueba o permite la prueba en un
sentido para poner a prueba nuestra fidelidad. Pero Satanás nos tienta
para probar nuestra falta de fe. Los objetivos de Dios y Satanás son
diferentes. En el libro de Job dice que Satanás le propone a Dios
literalmente extender su mano y afligir, tocar a Job. Pero Dios no lo
hace, porque Dios no es así y no se sujeta la voluntad de Satanás.
Dios no lo toca a Job pero sí le permite a Satanás que lo haga con el
objetivo de que quedara demostrada la fidelidad de Job ante la
mentira acusadora de Satanás. La pregunta es ¿por qué Dios lo
permitió? Pero tenemos que pensar ¿cuándo fue la última vez que
pecamos? Lo hacemos sin que nadie nos obligue, ya que tenemos
libertad de decisión. Dios respeta esa libertad y no impide por
decreto que ocurran cosas que son nuestra decisión, incluso la
decisión de Satanás. Aquí se ve la voluntad permisiva de Dios que
permite que Satanás haga lo que no es su voluntad original. Mientras
Dios permite que Satanás lleve a cabo alguno de sus designios, queda
claro que le pone límites para que no nos destruya. Dios le recuerda a
Satanás que Dios sigue siendo fiel, y Satanás no está contento porque
su idea es la destrucción total. Así que viene a la carga de vuelta y
vemos en el capítulo 2 verso 4 que le dice a Dios: “piel por piel, todo
lo que el hombre tiene dará por su vida” y da así un paso adelante y
arguye que Job es sólo un egoísta que quiere salvarse a cualquier
costo: su familia y sus bienes. La acusación es muy seria. Y le dice a
Dios: “tócalo y verás qué pasa”. Vuelve a querer enredarlo a Dios en
el mal, pero no lo hace sino que le deja a Satanás que lo haga y le
vuelve a poner un límite: “no toques su vida”. La obra destructora de
Satanás es siempre la ocasión de nuestra aflicción. Qué pecado grave
que cometemos cuando le facturamos a Dios nuestras desgracias, y
52
lo que es peor, las desgracias que Satanás gesta contra nosotros.
Cada vez que nos preguntamos por qué Dios nos castiga, le estamos
culpando a Dios cuando la culpa de todo la tiene Satanás. Él nos
anda mintiendo, engañando, destruyendo y además nos lleva a pecar
echándole la culpa a Dios.
La tercera cuestión que debemos analizar es el proceso de
este examen. Hay una gran verdad. Esa verdad dice que ningún hijo
de Dios está eximido automáticamente de sufrir una tragedia. Si esto
fuese posible, la calumnia de Satanás sería cierta y estaríamos
sirviendo a Dios por lo que podemos obtener de Él. La relación con
Dios no es de transacción, de trueque: te sigo para que me vaya bien,
obedezco para que me prosperes, etc. Pero lo cierto es que cuando la
tragedia viene, no es la voluntad de Dios sino la de Satanás. En su
sabiduría y amor infinito Dios respeta la libertad que nos dio y aún la
de Satanás, y permite que pasemos por el fuego. Pero esto se da para
probar nuestra integridad, desarrollarnos en el proceso, pero no es
que Dios lo cause para obtener ese fin. Es Satanás quien causa todos
los males para probar nuestra falta de fe, para destruirnos y
aniquilarnos porque ése es su propósito. Y aún así, Dios siempre
pone límites a Satanás. Dios está siempre de nuestro lado cuando
pasamos tiempos de aflicción. Podemos pensar que lo que estamos
pasando no tiene solución, que no hay esperanza, que no hay salida,
pero Satanás no puede hacer lo que quiere con tu vida y con tus
cosas. Lo que Dios desea y espera es que El Espíritu Santo te dé luz
para que dejes de echarle culpas a Dios de las cosas que te suceden y
que te asocies con Dios en resistir al Diablo hasta que huya de tu
vida frente a cualquier enfermedad, sufrimiento o dolor en tu vida.
¿Por qué oramos por los enfermos? ¿Para que estén sanos? Sí, pero
es importante que junto con la proclamación del evangelio del Reino,
sanemos a los enfermos y echemos fuera demonios para que
asociados con Dios luchemos contra Satanás. La vida cristiana, te
guste o no te guste, es una constante guerra espiritual. Tenemos un
problema con Satanás que se ha rebelado y vive empeñado en
calumniar a Dios y destruir Su creación. Hasta que no nos plantemos
ante todo lo que descalifica al ser humano y le hagamos guerra a
Satanás vamos a seguir sufriendo y echándole la culpa a Dios.
Cuando la tragedia, el sufrimiento o el dolor estén en nuestra vida,
debemos recordar que Dios está a nuestro lado. Tenemos que
53
aferrarnos a la promesa de Dios que encontramos en 1ra Corintios
10. 13: “No os ha sobrevenido ninguna tentación, prueba o ataque
del Diablo que no sea humana. Pero fiel es Dios que no os dejará ser
tentados, probados, afligidos más de lo que podáis resistir, sino que
dará juntamente con la tentación, la aflicción, el dolor la salida para
que podáis soportar”. Sin embargo, la salida la tenemos que
encontrar nosotros. Dios no nos puede forzar como en un embudo a
salir del problema. Somos nosotros que en oración, en batalla y con
la verdad de Dios debemos desbaratar los engaños del Diablo. Somos
nosotros que con el escudo de la fe apagamos los dardos que el
Diablo nos tira física, emocional y espiritualmente, en todas las áreas
de nuestra vida.
La voluntad de Dios
Lo primero que nos dice la Biblia es que la voluntad de Dios
es siempre perfecta. Significa por un lado que su voluntad es
benevolente, siempre lo mejor para nosotros. La voluntad de Dios es
una expresión de su corazón, de lo que Él es, y Él es amor. La
voluntad de Dios es siempre una expresión de amor para nosotros. Su
amor no es sentimental, pasajero, circunstancial, condicional. El
amor de Dios es la expresión de su corazón, de su ser más íntimo. Su
amor es permanente y leal al objeto de amor que somos nosotros. En
consecuencia la reacción natural del amor de Dios es su odio o
resistencia al pecado porque nos afecta a nosotros, destruye nuestra
vida como objeto de su amor. Dios odia el pecado porque nos
destruye a nosotros, a quienes Él ama. Además, su voluntad es
inteligente: Él actúa siempre inteligentemente, no por impulso o
irreflexivamente. Él actúa siempre en relación al propósito eterno
para nuestras vidas, y ése propósito no cambia. Él como padre
impone disciplina en amor y para corrección de una conducta que
nos destruye. Existe la ley de la siembra y la cosecha, que es una ley
moral y espiritual en el universo. Muchas de las aflicciones que
54
padecemos son consecuencias de nuestras propias siembras.
Cosechamos lo que sembramos. Una persona que miente no puede
cosechar verdad. El que siembra infidelidad no puede esperar
fidelidad. Alguien que da lugar al Diablo no puede ser lleno del
Espíritu Santo. Siempre cosecharemos lo mismo que sembramos. La
paga del pecado es muerte. Para los que no son hijos de Dios el
pecado los separa de Dios pero no los separa de su amor. Los que
voluntariamente escogen vivir en pecado, la única vía es la
separación de Dios. Pero eso no es la voluntad de Dios sino la
nuestra, a menos que volvamos arrepentidos a Dios. Y de hecho
muchas veces la tragedia logra que nos volvamos a Dios en la fe en
Jesucristo; en la aflicción podemos darnos cuenta del amor y el deseo
de salvación de Dios y lo aceptamos.
Pero así como la voluntad de Dios es perfecta, también es
siempre variada.
55
el propósito eterno de Él para tu vida. Dios no quiere el sufrimiento,
el dolor o la tragedia. Él no la planea para vos, pero cuando la
tragedia ocurre o la aflicción te golpea, Él te ofrece su ayuda y
consuelo para sacarte de esa situación: ésta es su voluntad
circunstancial. En medio de la enfermedad Él quiere sanarte. En
medio de la aflicción y las ataduras Él quiere darte libertad. En
medio del dolor Él quiere traer consuelo.
En tercer lugar tenemos la voluntad final de Dios. Es el
cumplimiento definitivo en nuestra vida de su voluntad intencional,
de lo que Él quiere para nosotros. Esta verdad está bien ilustrada en
el final de la historia de Job, en la cual vemos que a pesar de toda la
obra destructiva de Satanás Dios le da a Job finalmente todas las
bendiciones y aún más grandes de las que había conocido. La
voluntad final de Dios para nuestra vida es vida eterna en Cristo y
todo lo que eso incluye aquí en este mundo.
56
los seres humanos sean de veras sus hijos. En la voluntad
circunstancial de Dios tuvo que enviar a su propio hijo, para que
todos por la fe en Él lleguemos a ser hijos. Pero nuestra condición
humana está caída, tu propia voluntad está en juego, como lo está la
de Satanás, y la rebeldía contra el creador. Para que seamos salvos es
necesario que tu voluntad se involucre. Dios ha expresado su
voluntad final para tu vida mediante la entrega de su propio Hijo. Él
anhelo de Dios es que seas salvo y llegues a ser completo, ocupando
la condición de hijo. Pero Él está esperando tu respuesta a Su
voluntad. Él no puede torcer tu brazo. La clave de todo es no vivir de
espaldas a Dios, sino el reconocerlo como creador y dueño de nuestra
vida. Él ya te ha demostrado Su amor en la cruz. No importan las
circunstancias, la voluntad de Dios es que se cumpla de manera
perfecta en tu vida Su voluntad intencional, pero Él espera que
ejerzas tu voluntad y recibas Su voluntad.
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58
Cómo interpretar y atravesar:
El dolor,
La tragedia,
El sufrimiento,
La muerte y el duelo.
Capítulo Cuatro
“Dios: ¿Es amor?”
Dios
En Latinoamérica cualquier persona común se considera a sí
misma cristiana: cree en Dios, en Jesucristo, en la Biblia y en la
iglesia. Sin embargo, son estas mismas personas las que tienen los
más diversos conceptos a la hora de describir o defender sus
creencias. La pregunta que da nombre a este capítulo es
frecuentemente planteada por estas mismas personas que,
sorprendentemente, cuestionan las mismas creencias que dicen
sostener.
Como podemos verlo en todo el eje bíblico, el amor es la
esencia de Dios. Por tal motivo podemos afirmar con toda seguridad
que Dios jamás utiliza medios malos para fines buenos. De Él sólo
sale amor.
Su corazón, la esencia de lo que Él es, es el amor. La
voluntad de Dios es siempre una expresión de amor para nosotros. Su
amor no es sentimental, pasajero, circunstancial, condicional. El
amor de Dios es la expresión de Su corazón, de su ser más íntimo. Su
amor es permanente y leal al objeto de amor que somos nosotros. En
consecuencia, la reacción natural del amor de Dios es su odio o
resistencia al pecado porque nos afecta a nosotros, destruye nuestras
vidas, que es el foco de su amor. Dios odia el pecado porque nos
destruye a nosotros a quienes Él ama.
59
La declaración más clara y que resume esto la encontramos
en el Evangelio Según San Juan en el capítulo 3 verso 16:
Dios ama a todos los seres humanos. Somos nosotros los que
decidimos si aceptamos o rechazamos su amor. Toda la humanidad
vive de espaldas a Dios, rechazando un amor como el que jamás van
a conseguir por otros medios.
El apóstol Pablo, en su carta a la iglesia en Roma en el
capítulo 8 versos 38 y 39 nos deja claro que Dios es amor y no
existen circunstancias que nos puedan alejar o separar de ese amor.
Somos objetos de Su amor.
60
“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del
Padre de las luces, en el cual no hay mudanza ni sombra de
variación”.
Santiago 1. 17
61
vida en un mundo en el que las personas viven de espaldas a Dios y
sus principios.
Veremos a continuación cómo podemos ser traicionados por
nuestras propias emociones y enredarnos en las trampas de preguntas
sin respuestas.
Debemos interpretar las circunstancias de sufrimiento, dolor,
muerte a la luz de la Biblia y con la seguridad de que el Dios de amor
y misericordia está de nuestro lado en esta lucha y resistencia contra
las obras del maligno.
62
Por supuesto que no hay respuesta definitiva al tema, y en
realidad tampoco hay respuesta clara respecto al tema en la Biblia
que guarda silencio en este sentido. Sí podemos hacer una lectura de
todo el eje bíblico y llegar a algunas conclusiones, que como ya lo he
expresado, son muy personales. Siempre debemos tener claro que
Dios es soberano y queda todo en sus manos.
La primera realidad que tenemos que aceptar es que mueren
los niños como cualquier persona muere en esta vida. La muerte es
parte de la vida en esta tierra aunque nos cueste entenderla y, como
ya lo hemos visto, nadie esta exento a la misma.
En cuanto a lo que sucede al niño después de su muerte lo
veremos a continuación.
En la Primera Carta del Apóstol Pablo a su discípulo
Timoteo en el capítulo 2 verso 4 encontramos lo siguiente:
“…el cual (Dios) quiere que todos los hombres sean salvos y vengan
al conocimiento de la verdad”.
63
“De la boca de los niños y de los que maman
perfeccionaste la alabanza”.
64
Sí podemos concluir que Dios es amor, que desea la
salvación de todos, que considera a los niños importantes y herederos
de Su Reino. Pareciera no caber entonces la posibilidad de
separación eterna de Su Presencia de tantos millones de niños. Estos
niños que no son sino criaturas de Dios.
65
Los niños son inocentes. De ellos es el Reino de los cielos
dijo Jesús. Creo firmemente, es una convicción personal fuerte, que
la obra expiatoria de Cristo en la cruz cubre a los niños.
66
decisión, y es claramente evidente que nuestras decisiones no han
sido del todo correctas.
A pesar de esto Dios sigue amándonos porque somos el
objeto de Su amor. Lo que debemos tener claro es que Él no ama
nuestra conducta destructiva, pero nunca dudemos de su amor por
nosotros, aún cuando atravesamos circunstancias difíciles.
(En el capítulo 7 ampliaremos la idea sobre las emociones
versus las convicciones).
67
• “Si todos lo hacen”, decimos a la hora de pasar el semáforo
en rojo o a la hora de dar un soborno.
• “Me salio el indio”, decimos para justificar la falta de control
de nuestras emociones. Pero si investigamos un poquito
veremos que los indios son más pacíficos que nosotros en
general. Además de haberles hecho mucho daño nos damos
el lujo de decir esto.
• “Hecha la ley, hecha la trampa”. Y la lista puede seguir.
69
70
Cómo interpretar y atravesar:
El dolor,
La tragedia,
El sufrimiento,
La muerte y el duelo.
Capítulo Cinco
“La muerte”
La muerte
Según el Diccionario Nuevo Espasa Ilustrado significa:
“cesación de la vida”.
Por esto, siempre el sentido de la muerte está directamente
relacionada al sentido que tenemos para nuestra vida. Como ya lo
hemos visto, es fundamental revisar nuestra manera de pensar.
72
Así que la vida es mucho más que “vivir el momento” como
se pregona en la sociedad actualmente. Todo lo que vivimos ahora,
las decisiones y actitudes que tomemos tienen consecuencias en la
eternidad. Dios nos diseñó para vivir eternamente.
La Biblia nos habla de sólo dos opciones para la eternidad: el
cielo o el infierno. Cerca de Dios, bajo su perfecto amor, o lejos de
Dios en el dolor y el sufrimiento eterno.
La elección es nuestra. El deseo de Dios es que todos
estemos cerca de él y bajo la cobertura de su amor, pero no puede
forzarnos a eso.
Nuestra relación con Dios en esta tierra determina la relación
que tendremos con Él en la eternidad. Se nos enseña en la Biblia que
si vivimos una vida de entrega, amor y confianza en Jesucristo el
Hijo de Dios, nuestra vida en la eternidad será al lado suyo. Pero
también se nos enseña que si decidimos rechazar su salvación, su
amor, su perdón y gracia aquí en la tierra, pasaremos la eternidad
lejos de Dios. Para siempre apartados de Dios. La elección es nuestra
aquí y ahora. Nuestra mente finita no alcanza a comprender la
magnitud de la vida en la eternidad.
Veamos a Jesús haciendo referencia al tema:
73
pasar acá. Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la
casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que les
testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de
tormento. Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen;
óiganlos. Él entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere
a ellos de entre los muertos, se arrepentirán. Mas Abraham le dijo:
Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque
alguno se levantara de los muertos”.
Lucas 16. 19 - 31
74
En Evangelio Según San Juan capítulo 14 verso 2 leemos:
El sentido de la muerte
Podemos concluir diciendo que el sentido de la muerte está
directamente relacionado al sentido de la vida.
El problema es que muchas personas no sólo no encuentran
sentido a su vida, sino que después de la muerte de un ser querido el
sentido es menor aún. Pero como lo ha expresado el Dr. Victor
Frankl en su libro el hombre en busca de sentido después de haber
atravesado por el dolor y el calvario de la tortura en cuatro campos
de concentración: “si encontramos una razón para vivir, siempre
encontraremos un cómo”.
Según vivamos nuestra vida en lo cotidiano, según sea
nuestra filosofía de vida, según vivamos este paréntesis de la
eternidad que es la vida en la tierra, será nuestra interpretación y
recepción de la muerte.
75
desterrado, lejos de todos" y así se mueren. Eso es ponerse de
acuerdo con el Diablo y podemos llegar a morir así.
El sentido común nos muestra que convivimos todo el
tiempo con la muerte. Es más, probablemente todo el tiempo en
algún sentido morimos. Cada vez que nos peinamos se nos cae el
pelo viejo y aparece el pelo nuevo. El mismo proceso lo vive la piel,
sucede con las uñas, con los dientes. Cada once meses vamos
muriendo. Morir es un proceso de transformación, parte natural de la
vida es la muerte. Convivimos a diario con la muerte de cosas, de
personas, de ideas, de pensamientos, de ideologías.
Cuando llegamos a vivir todos los días con Cristo morimos a
la vieja vida para pasar a una nueva vida. Para vivir en victoria
tenemos que morir al fracaso. Para vivir en paz debemos morir a la
queja, a la pelea, a la discusión. Para vivir en salud debemos morir a
la enfermedad. Todos convivimos con la muerte todos los días y
deberíamos no tenerle miedo porque es algo natural de la vida y es
cotidiano.
Sin embargo, el sentido de perder nuestra vida nos paraliza y
ese temor a la muerte nos esclaviza, y “el que tiene miedo a la
muerte se transforma en siervo de eso a que le teme: la muerte”. Por
esto, cada vez que tengamos miedo de algo debemos recordar que
nos esclaviza, nos transformamos en sirviente de eso que tememos.
Cuando nos pasamos el día entero pensando en el tema de la muerte
es porque somos esclavos de la muerte, y Jesús vino para darnos
libertad para que nunca más seamos esclavos de nada y menos de la
muerte.
76
Cuando decimos que todo muere a su tiempo, significa que
todo tiene un propósito, que cuando se cumple, termina el tiempo.
Cuando no nos cuidamos y nos dejamos morir, el peligro está en que
se muere también el propósito por el cual estamos en este mundo.
Todos tenemos sueños, metas, objetivos que Dios puso en nuestro
corazón y los debemos alcanzar. Por esto, no es la voluntad de Dios
que nos muramos antes de tiempo, antes de cumplir con el sueño que
esta en nuestro corazón.
Por esto podemos entender el porqué de tantas muertes fuera
de tiempo, y es porque nuestro enemigo el Diablo quiere abortar el
propósito y los sueños de nuestra vida. Y como Dios me dio
autoridad y libre decisión, yo tengo que decidir no dejarme morir.
Cuando nos encontramos frente a frente con la muerte, como
por ejemplo en un accidente o en una enfermedad, debemos saber
discernir si es el tiempo. Porque si no es el tiempo no debemos
dejarnos morir. Debemos pelear por alcanzar los sueños y propósitos
de nuestra vida para recién ahí ceder nuestra vida en esta tierra. En
Cristo tenemos autoridad para rechazar la muerte cuando no es el
tiempo todavía. Si no lo hacemos, la muerte va a tomar nuestra vida
y ejercerá su autoridad sobre nosotros.
Como lo expreso el Apóstol Pablo en la Carta a los
Filipenses en el capítulo 1 desde el verso 21 al 25, hay que escoger,
hay una elección:
77
En el Nuevo Testamento en el libro de Los Hechos de los
Apóstoles en el capítulo 27, tenemos el ejemplo del apóstol Pablo
cuando padece un naufragio. Vemos claramente que él sabe que no
es su tiempo y no accede a morir ante una situación real de estar
frente a frente con la muerte. Él no lo controlaba, no podía controlar
la tormenta, pero sí controlaba su vida para decidir no ceder su
espíritu.
Otros ejemplos podemos verlos en el Antiguo Testamento.
El profeta Eliseo junto con sus discípulos había preparado un
guisado, lo probaron y uno de los discípulos grita que hay veneno en
la comida. Literalmente dice “hay muerte en esa olla”.
Automáticamente el profeta Eliseo enfrenta a la muerte y pide harina
para esparcirla sobre la olla. Leemos en el texto que la muerte se fue
de allí. Eliseo y sus discípulos enfrentaron a la muerte antes de
tiempo pero lo hicieron con tranquilidad y firmeza. Se opusieron
porque no era su tiempo. Puede investigar más profundamente la
historia en el capítulo 4 del Segundo Libro de Reyes desde el verso
38 en adelante.
También tenemos el ejemplo del joven Daniel. Este
muchacho enfrenta la muerte con la seguridad de que iba a salir
victorioso con la ayuda de Dios, porque estaba seguro de que aún no
era su tiempo. Vemos en el capítulo seis del Libro de Daniel cómo
Daniel estaba en el pozo con los leones habiendo sido arrojado allí
injustamente, y también se vio cara a cara con la muerte pero salió
victorioso.
Hay otros ejemplos como el de David cuando en varias
oportunidades enfrenta la posibilidad de muerte por mano del Rey
Saúl. David lucha y se opone a la muerte en todas las oportunidades.
Es el mismo David quien a su tiempo experimenta la muerte, prepara
todas las cosas para sus hijos y les deja instrucciones antes de su
muerte (en especial a Salomón).
En el Libro de Los Hechos de Los Apóstoles en el capítulo
13 verso 36 leemos lo siguiente respecto a David:
78
Cuando cumplió con su propósito según la voluntad de Dios
para su vida en esa generación, entonces llegó su tiempo. Pero, como
lo venimos viendo, recién cuando cumplió su propósito, sus metas,
sus sueños, sus objetivos de la vida.
A muchas personas el enemigo de Dios y nuestro enemigo
(Satanás) las atacó con enfermedades graves, con depresiones
profundas, con deseo de suicidarse, con accidentes terribles. Pero
debemos morir en el tiempo que Dios dice. No debemos ceder
nuestra vida a lo que el enemigo quiere hacernos.
El enemigo va a venir siempre a susurrarnos al oído "esta es
tu hora", y nos lo hace para que no cumplamos con el propósito y los
sueños que Dios nos dio. Cuando nos lo dice y creemos que no es
nuestro tiempo, debemos pararnos con autoridad y declarar “¿dónde
está oh muerte tu aguijón?” (1 Corintios 15. 55). Debemos
enfrentarla y decirle: “No tenés autoridad sobre mi vida para
tomarla". O podemos decirle a la muerte: "Este no es mi tiempo
porque todavía no cumplí mi propósito en Dios. Hasta que yo no
cumpla el sueño que Dios me dio no me voy a ir de esta tierra, así
que Satanás no tenés autoridad sobre mi cuerpo, no tenés autoridad
sobre mi espíritu, te vas en el Nombre de Jesús".
En Jesús tenemos libertad de la servidumbre de la muerte. Él
logró esta libertad quitándole el aguijón a la muerte. El aguijón que
tenía la muerte es la condenación eterna. Cuando vino Jesucristo y
murió en la cruz para perdonar nuestros pecados y acercarnos a Dios,
para sacarnos la condenación, al tercer día resucitó y le sacó a la
muerte el aguijón. Ahora los que creemos en Cristo Jesús no tenemos
condenación eterna sino vida eterna y estaremos siempre y por
siempre con Él. No hay aguijón sobre nuestra vida.
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Vemos en el Evangelio según San Mateo en el capítulo 27 en
el verso 50 que Jesús “entregó Su espíritu”. Hubo una decisión de
Jesús de entregar su vida cuando llegó el momento.
Vemos claramente en el Evangelio Según San Juan en el
capítulo 10 desde el verso 17 que Jesús mismo dice: “…yo pongo mi
vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mi
mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para
volverla a tomar…”. Él controló Su espíritu hasta que decidió
voluntariamente entregarlo al Padre.
Tenemos otro ejemplo mucho más interesante en la vida de
Ezequías. Él era rey de Israel, que enfrentó la realidad de que para
Dios su tiempo ya se había cumplido. Tal es así que Dios le envía al
profeta para decirle literalmente: “ordena tu casa, porque morirás…”.
Vemos en el texto, en el capítulo 20 del Segundo Libro de
los Reyes que este rey se angustia mucho y le pide a Dios que le
extienda la vida. No se resigna, lucha, negocia con Dios. Lo
interesante es que Dios accede a esta negociación y acepta su
decisión de no ceder su espíritu. Para nuestra sorpresa, Dios le
concede 15 años más de vida.
A partir de esto podemos concluir que de nosotros depende
ceder voluntariamente en un momento determinado nuestra vida. Si
el enemigo viene en un momento equivocado y nos pone frente a
frente con la muerte, debemos pararnos y enfrentarla y oponernos.
Pero cuando llega el momento correcto donde ya sabemos que
cumplimos nuestro propósito, sabemos que terminamos o
alcanzamos nuestro sueño, sabemos que dejamos una herencia a
nuestros hijos, sabemos que muchos han aprendido acerca de lo que
enseñamos, sabemos que todo lo que Dios nos dijo que hagamos lo
hicimos, en ese momento nos ponemos de acuerdo con Dios y
cedemos el espíritu.
Creo que hay un momento en el que Dios nos da la
posibilidad de elegir si queremos seguir o irnos a casa con Él para
siempre. En ese momento no debemos luchar, ese es el momento de
decisión, y cedemos el espíritu si creemos que hicimos todo lo que
teníamos que hacer.
No debemos decidir con las emociones sino desde las
convicciones. Debemos luchar cara a cara con la muerte porque hoy,
gracias a Jesucristo, ya no tiene aguijón sobre nosotros, no tiene
80
autoridad sobre nuestra vida. Por eso, cuando reconocemos que
hicimos todo lo que teníamos que hacer, como decía el Apóstol
Pablo “…el tiempo de mi partida está cercano… …he acabado la
carrera… …me está guardada la corona de justicia” (2 Timoteo 4. 6
– 8), entonces cedemos el espíritu.
Dios nos avisa. Debemos ponernos de acuerdo con Dios y no
morirnos antes de tiempo porque todavía hay mucho por hacer. No
podemos ni debemos morirnos angustiados, humillados, con tristeza
y con resentimientos en el corazón. Debemos elegir morir bien, en el
momento justo.
La muerte es una transformación, es un camino, es de pronto
abrir los ojos y ver cara a cara Dios y vivir en Su perfecta voluntad
para siempre gracias a la entrega por amor de Su Hijo Jesús.
81
82
Cómo interpretar y atravesar:
El dolor,
La tragedia,
El sufrimiento,
La muerte y el duelo.
Capítulo Seis
“El duelo”
El duelo
El duelo significa combate entre dos. Es decir, que la persona
tiene un combate entre dos partes: una que acepta la pérdida, que
sabe que partió, pero hay otra parte que no acepta la pérdida, que
tiene bronca por esa pérdida, entonces viene una lucha. La lucha es
dura porque no podemos ni queremos aceptar la realidad de la
pérdida definitiva (físicamente hablado) de la persona amada.
El duelo es un proceso
Pueden darse hasta cinco etapas en el duelo, pero preferimos
aquí considerar o resumir las etapas en tres partes.
Etapas:
ü Etapa I: negación: etapa de choque y aturdimiento.
ü Etapa II: confrontación con el dolor de la pérdida: etapa de
depresión, desorganización y desesperación.
ü Etapa III: restablecimiento o aceptación. Comienza a disminuir
el dolor progresivamente a partir del duelo normal. Comenzaría
la etapa de reorganización de la vida. Mermar
83
ü Un proceso de elaboración de la pérdida. No es bueno el
escapismo.
ü Reacción natural frente a la pérdida.
ü Estado de ánimo doloroso.
ü Disminución de autoestima.
ü Pérdida de interés.
ü Sensación de mundo y vida sin sentido.
ü Necesidad de acompañamiento.
84
Tipos de duelos negativos
Existen fundamentalmente tres tipos de duelos patológicos
(enfermos o negativos):
1. Anulación del duelo. Se da cuando la persona que tiene una
pérdida no expresa la emoción, en este caso el dolor. En líneas
generales son los varones los que reprimen, se tragan, o se
aguantan el dolor. "Los hombres tienen que ser fuertes, no
lloran, no expresan nada", hemos aprendido en nuestra sociedad.
Entonces racionalizamos la situación para no expresar las
emociones. En toda familia cuando hubo una pérdida siempre
hubo el que dijo "tengo que ser fuerte, porque sino esto se cae
todo". Entonces esta persona aguanta, reprime, vive la expresión
de la emoción como una señal de debilidad.
2. Duelo intensificado. Se da en la persona que no reprime la
emoción sino que la suelta toda, empieza a llorar, a gritar, tiene
bronca, angustia, dolor, culpa. El dolor lleva a la persona a la
pérdida total de control. El tiempo no cura el dolor, parecería
que el tiempo lo aumenta. Para esta persona, pasan los meses,
los años y entra en una depresión. Todo lo que hace le recuerda
a la persona que murió, tiene los objetos del familiar, la
habitación sin tocar. Asocia a la persona fallecida con cualquier
película que mira, con los lugares que frecuenta, y demás. Es
entonces que empieza a tener mucha culpa: "yo tengo la culpa
porque le deseé la muerte", o "mi mamá me decidía que como
me portaba la iba a matar de un infarto, y así murió". Hay
personas que tienen mucha bronca, porque interpretan que "las
abandonaron", o "las dejaron” en el momento que alguien
muere. Esa bronca o culpa hace que el duelo parezca no
terminar nunca. Pasan los años y la persona tiene depresión y
cuando se le pregunta dicen que hace veinte años que tuvieron
esa pérdida, pero lo recuerdan como si lo vivieran en ese
momento.
3. Duelo ambiguo o duelo congelado. Se da cuando la persona que
experimenta una pérdida no sabe si la persona se murió o no: el
caso de un desaparecido, de un secuestro, de un marido que
abandona, desaparece y nunca más vuelve. Puede ser el caso de
un papá que sigue viviendo pero el hijo no sabe dónde, o el
chico que fue adoptado que lo sabe pero no sabe dónde están sus
85
papás biológicos. También se llama "Duelo Congelado": la
persona siente de avanzar en la vida pero hay algo que la
bloquea; la persona siente alegría, pero a la vez dolor. Siente
simultáneamente dolor y esperanza; porque dice: "el tiempo
avanza, la gente avanza, todo avanza, pero yo me quedé
detenido".
Realidades diferentes
Según quién sea el que muere, cada integrante de la familia
tendrá experiencias y sentimientos diferentes.
Para los padres que experimentan la muerte de un hijo, el
dolor es muy fuerte debido a la realidad de lo injusto y desubicado de
la muerte. Está instalada en nuestras mentes la realidad de que la
vida debe durar hasta la ancianidad. Y como ya lo hemos visto, esto
es lo que Dios ha diseñado. Por esta razón, cuando experimentamos
la muerte de un niño, puede experimentarse una buena cantidad de
culpa y enojo que debe ser bien canalizado para evitar conflictos
conyugales y familiares en el futuro.
La persona a la que se le muere un padre, puede
experimentar pérdida de seguridad, abandono, sensación de pérdida
de rol de hijo, y muchas veces la realidad de tener que hacerse cargo
de responsabilidades adultas siendo todavía un niño o adolescente.
La experiencia es sentir la sensación de perder el pasado.
Si la persona pierde a su madre, puede experimentar
sentimientos como pérdida del amor incondicional, pérdida de
sentido de familia, pérdida de apoyo, y fundamentalmente abandono.
Cuando experimentamos la muerte de un hermano, puede
experimentarse un duelo muy difícil y doloroso. Generalmente el
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apego entre hermanos es fuerte. Frecuentemente hay vivencias de
crianzas compartidas o puede haber cercanía en las edades. Por eso la
experiencia suele ser muy dolorosa.
En el caso de muerte de los hijos durante el embarazo o
recién nacidos, el dolor no es menor por la poca convivencia con el
hijo como suele pensarse. Debe elaborarse el duelo como en
cualquier pérdida. La ceremonia de despedida del hijo muerto
(sepelio) puede ser una buena manera de exteriorizar el dolor y de no
quedarse con la sensación de que esta muerte fue un suceso sin
importancia. Debemos tener en cuenta que la muerte de un bebé o un
niño es un suceso muy fuerte y desestabilizador para cualquier
familia.
Generalmente, la madre que experimenta la pérdida de un
hijo durante el embarazo o en los primeros tiempos, puede
experimentar una gran sensación de culpa y quizá hasta enojo
consigo misma o con personas como el cónyuge o los médicos que la
atendían. Pueden también tener la sensación de fracaso como
mujeres o madres. Aunque suene cruel, en estos casos es
recomendable que los padres (en especial la madre) vean y toquen a
su hijo muerto para atravesar correctamente el duelo. La madre
convive con una gran frustración debido a que su cuerpo sigue por
algún tiempo respondiendo como si el hijo estuviera vivo (como por
ejemplo tener leche para amamantar).
Cuando muere un niño la experiencia es sentir la sensación
de perder el futuro.
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Usted debe llorar, gritar, hablar todo lo que quiera por lo que
perdió. El dolor tiene que agotarse y va a llegar un momento en que
el dolor se agotara. Tiene que dejarlo salir. Muchas veces puede ser
bueno escribir una carta expresando lo que siente, hablar con la gente
que contiene sin juicio. No debemos reprimir el dolor.
Generalmente este dolor viene acompañado de culpa y enojo.
Y es por esto también que es sumamente fundamental que salga y se
agote el dolor.
Nunca debemos juzgar a una persona porque llora. Porque el
dolor y la experiencia de pérdida es única. Fundamentalmente
cuando muere un hijo, los esposos (padres) no experimentaran lo
mismo jamás.
Superar el dolor es simplemente aceptar la nueva realidad y
acostumbrarse a vivir con ella. Este es un proceso personal, largo y
doloroso.
El dolor tiene que salir.
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el uso de medicamentos puede ser una vía de escape del dolor en vez
de una vía de agotamiento del dolor.
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lo tanto no debemos esperar nada de los demás. La única
dependencia sana o apego sano es cuando dependemos de Dios.
El peor peligro quizás consiste en apegarse tanto al ser
querido que se vuelve el “más” en todo: “era el más simpático, el
más trabajador, el más cariñoso…” y recibe así una prioridad mayor
que cuando estaba vivo. Esto daña a la familia.
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siente perpleja y extraña, experimentando que algo en lo profundo de
sí mismo y en el mundo exterior está cambiando.
Consejos prácticos
Frente a una situación traumática resulta conveniente tener
en cuenta los aspectos descriptos a continuación. Estos aspectos
permitirán sobrellevar mejor la experiencia del duelo:
ü Es importante desahogarse, que la persona afectada hable de su
dolor a otro que lo escuche con interés. De esta manera
comparte su experiencia y la repite simbólicamente, en un
intento por elaborarla.
ü Conviene conocer los aspectos implicados con la pérdida y el
proceso del duelo, de tal forma que la persona sepa que se trata
de algo normal y momentáneo.
ü El dolor y la desazón que se experimentan no se resuelven
saliendo de viaje o dejando la casa en la cual se vivía con la
persona que se ha ido, mucho menos desapareciendo todo lo que
tuvo que ver con la persona perdida. Más importante que los
cambios en el mundo exterior resultan los procesos mentales
(internos) que llevan a culminar el proceso del duelo. Luego de
este momento resultaría conveniente emprender remodelaciones
en la casa, viajes y demás actividades que no lleven ya la
intención de borrar fallidamente recuerdos que sin duda alguna
traerán dolor.
ü Para conservar el recuerdo del que se ha ido es recomendable
guardar algunas pertenencias que se consideren valiosas. El
resto podrá ser desechado cuando el dolido así lo considere.
Guardar todo tal y como quedó, o tirar compulsivamente hasta
el último detalle relacionado con la persona perdida son
igualmente inconvenientes. Cada una de estas decisiones debe
tomarse según los criterios y deseos particulares del afectado
por la pérdida.
ü Siempre que sienta que algo se le ha salido de las manos, a usted
o a una persona cercana, acuda sin temor a un consejero
capacitado, a un pastor o líder religioso, o a un profesional en
salud mental. De ser posible una combinación de todo, esto
mejor aún.
91
En caso de suicidio
Es en casos de suicidio donde más nos cuesta manejar el
dolor. Sobre todo si la persona que toma esta decisión es un
adolescente o joven. La mayor dificultad para los que siguen con
vida es manejar la “culpa”. Por esto es bueno recordar lo siguiente:
• La decisión de una persona de quitarse la vida nunca es
predecible para quienes están a su alrededor sino hasta que
sucede.
• Las causas de estas decisiones son múltiples e internas, del
individuo. Recuerde que somos bio-psico-socio-espirituales.
Por lo tanto el suicidio es una reacción ante la desesperación
por múltiples causas o sufrimientos.
• El suicidio es una realidad alarmantemente creciente en las
últimas décadas.
• Aunque hayamos tenido limitaciones humanas como padres
(que de hecho las tenemos), nunca es “culpa” de los padres
una decisión de esta magnitud.
• El ser humano tiene libertad de elegir cómo y cuándo morir.
La despedida de la familia
Como lo vimos en el capítulo anterior, cuando llega el
momento correcto donde ya sabemos que cumplimos nuestro
propósito, sabemos que terminamos o alcanzamos nuestro sueño,
sabemos que dejamos una herencia a nuestros hijos, sabemos que
muchos han aprendido acerca de lo que enseñamos, sabemos que
todo lo que Dios nos dijo que hagamos lo hicimos, en ese momento
nos ponemos de acuerdo con Dios y cedemos el espíritu.
El que fallece debería despedirse y poder dejar algo a su
familia. Esta es una decisión que debemos tomar y prepararnos para
ese momento.
En el Primer Libro de los Reyes en el capítulo 2, tenemos el
ejemplo que nos deja el Rey David. Él se despide en especial de su
hijo Salomón, dejándole claras instrucciones y los preparativos para
la construcción del Templo para Dios.
En el Primer Libro de Crónicas, en el capítulo 28, tenemos
más detalles de cómo el Rey David no sólo deja todos los
preparativos e instrucciones, sino que presenta a su hijo al pueblo
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como su sucesor. David se ocupa de dejar todo preparado cuando
llega su tiempo de dejar esta tierra.
Debemos aprender de esto y tomar las riendas de nuestras
vidas y prepararnos correctamente para ese momento de ceder
nuestro espíritu que todos debemos atravesar. Nosotros tenemos libre
decisión. Nosotros elegimos. De nosotros depende como será nuestro
final.
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Cómo interpretar y atravesar:
El dolor,
La tragedia,
El sufrimiento,
La muerte y el duelo.
Capítulo Siete
“Los propósitos de la
adversidad”
Ante las mismas crisis, una persona sin fe, sin Dios, sin
creencias sólidas, se angustia, se desalienta. Sin embargo, una
persona con fe, con Dios, con creencias sólidas, tiene la capacidad de
enfrentarlas y formar así su carácter.
Tenemos dos opciones ante la adversidad:
1. Enojarnos con Dios. Renegar de Dios y aún alejarme de Él. Esto
traerá aparejado un camino de dolor, traerá la desesperación, el
enojo, la depresión, la falta de sentido de la vida.
2. Aferrarnos a Dios. Acercarnos más a Él reconociendo su
soberanía, amor y poder para consolarnos y dar sentido a nuestra
95
vida en esta situación. Esta segunda opción nos permitirá ser
sostenidos y consolados por Él.
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Las emociones nos vuelven ciclotímicos: hoy estamos arriba
y mañana abajo. Cuando basamos nuestra seguridad en las
emociones estamos en peligro, ya que ellas no son seguras ni firmes.
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En el libro de Daniel 1. 8 lo encontramos tomando una
decisión importante, jugándose por Dios más allá de sus sentimientos
y de lo bueno que le estaban ofreciendo: “Daniel propuso en su
corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey…”.
Pero el mejor ejemplo lo encontramos en Jesús. En Lucas 9.
51 vemos que Jesús “…afirmó su corazón para ir a Jerusalén”.
Decidió ir aún sabiendo lo que le esperaba. Además lo vemos
decidiendo en una de sus horas más difíciles, cuando oraba en el
Getsemaní. En Marcos 14 (y en los pasajes paralelos) lo vemos a
Jesús comenzando a “entristecerse y angustiarse”. Aún Él mismo
expresa la profundidad de sus sentimientos “…hasta la muerte…”.
Sin embargo, en medio de su dolor y de lo fuerte de sus sentimientos,
Él le dice a su Padre “…no lo que yo quiero, sino lo que tú”.
Jesús nos mostró que el camino es la decisión, pero desde la
convicción y no desde la emoción. El fruto fue la salvación de la
humanidad.
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“La cordura del hombre detiene su furor,
y su honra es pasar por alto la ofensa”.
Proverbios 19. 11
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En relación al perdón siempre encontraremos tres elementos:
1. Una herida, una ofensa, algo que marca profundamente y queda
sin sanar.
2. Una deuda a cobrar que resulta de la herida, una factura
pendiente que se guarda.
3. La cancelación o anulación de esa deuda pendiente.
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El acta se anula. La deuda se cancela. El perdón produce la
cancelación de la deuda. Así como hemos sido perdonados, debemos
perdonar. No tenemos derecho a no perdonar.
101
Al transitar este libro y llegando cerca ya del final, usted
puede ver que de nosotros depende que propósitos tendrán las
adversidades que experimentemos en esta vida. Nosotros elegimos
que interpretación le damos a cada circunstancia o situación adversa,
de dolor, de enfermedad, de muerte que atravesamos. Debemos
atravesarlas con valentía y elegir salir fortalecidos de cada una de
ellas. Evitarlas es imposible, por lo tanto enfréntelas y salga airoso.
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Cómo interpretar y atravesar:
El dolor,
La tragedia,
El sufrimiento,
La muerte y el duelo.
Capítulo Ocho
“Consolados que consuelan”
Para qué
Hoy, después de tantos años puedo ser un testimonio viviente
(junto a miles de personas más) de la realidad de que el dolor se
agota y las adversidades se superan.
El poder ser de consuelo es quizá uno de los principales
“para qué” de atravesar las circunstancias difíciles de la vida. Una de
las principales tareas que podemos realizar en nuestra vida es ayudar
a otros a sobrellevar sus cargas.
Sobrellevar las cargas significa dejar al otro que desahogue
su dolor, su ira, su resentimiento. Todo esto debe salir.
Sobrellevar las cargas implica evitar dar respuestas o
explicaciones simplistas.
Sobrellevar las cargas implica evitar el juicio y la
condenación.
Sobrellevar significa consolar.
Consolar es oír sin juicio, es acompañar al que sufre.
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“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos
consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos
también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación,
por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por
Dios” (énfasis del autor)
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pueden estar acompañando sin decir nada. Necesitamos personas que
acompañen y escuchen sin juicios, críticas ni condenación.
Como cualquier herida, cuanto antes es tratada mejor. En
especial en las heridas del alma, de las emociones. Recuerde que no
es verdad que el tiempo lo cura todo.
106
querer, o no vamos a llegar a nada, entre otros peores como
“te vas a morir solo…”. Nuestro único rótulo o sobrenombre
debe ser: hijo de Dios. Nada nos va a faltar, estamos del
lado de la victoria y del éxito, somos amados con un amor
perfecto por un Padre perfecto. Debemos vernos como Dios
nos ve.
b. En segundo lugar, debemos saber comunicarnos o
relacionarnos con los demás. La gente que tiene buena
resiliencia, que es resistente a las adversidades es gente que
por haber pasado por estas situaciones sabe ser empático con
los demás y en especial con quien está atravesando una
situación adversa. Debemos aprender a escuchar sin juicio ni
crítica, aprender a tratar bien a los demás. Como lo expresa
el título de este capítulo, podemos ser “consolados que
consuelan”.
c. En tercer lugar, debemos aprender constantemente tanto
del éxito como del fracaso. Las situaciones de “aparente”
fracaso, no son más que oportunidades de aprender y pasar a
otro nivel. Las situaciones adversas, el dolor, la enfermedad,
la muerte son parte natural de la vida. Debemos aprender a
interpretarlas y a manejar nuestras reacciones. El éxito, el
bienestar, estar bien es nuestro destino. Para esto fuimos
diseñados y, como ya lo vimos, esa es la voluntad final de
Dios.
d. En cuarto lugar, debemos ser personas positivas. Las
personas con buena resiliencia son personas que tienen
pensamientos y actitudes positivas o de acción, mantienen
un buen sentido del humor y una actitud constante de
proyectarse hacia delante. El autor del libro de Proverbios
en el capítulo 17 en el verso 22 nos recomienda: "El corazón
alegre constituye un buen remedio, mas el espíritu triste
seca los huesos". La risa energiza el sistema inmunológico
(nuestras defensas) y reduce el stress.
e. En quinto lugar, debemos ser personas flexibles, abiertos a
los cambios que son parte natural de la vida humana. De
otra forma, todo lo rígido se quebrará.
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En el Nuevo Testamento de la Biblia tenemos la historia del
Apóstol Pablo, quien atravesó una gran cantidad de situaciones
adversas (naufragios, cárceles, azotes) y de todas ellas salió airoso.
Incluso sus mejores cartas las escribió desde situaciones adversas
como estar encarcelado injustamente.
Siempre me impactó la historia de José, un hombre que llegó
a ser numero dos en la línea de poder del gobierno de Egipto sin ser
egipcio. La encontramos a partir del capítulo 37 del Génesis. Vemos
allí a un adolescente de 17 años que comienza a vivir un buen
número de circunstancias difíciles: la envidia de sus hermanos, el
maltrato, el abandono dentro de un pozo, después ser vendido como
esclavo, terminar en la cárcel injustamente y en cada situación tener
la capacidad de interpretar correctamente los sucesos y salir
victorioso.
En uno de los pasajes quizás más alentadores respecto al
tema de este libro que usted tiene hoy en su mano, lo encontramos a
José haciendo una tremenda declaración a sus hermanos después de
largos años sin verse. Lo leemos en el capítulo 50 del Génesis en el
verso 20:
108
Siempre podemos estar mejor después de atravesar por las
circunstancias adversas de esta vida. No se conforme a vivir en
sufrimiento, elija estar mejor. Sea libre del dolor.
“Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le
invocan de veras. Cumplirá el deseo de los que le temen; oirá
asimismo el clamor de ellos y los salvará”.
Salmo 145. 18 - 19
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manso y humilde de corazón; y hallareis descanso para vuestras
almas…”
Mateo 11. 28 – 29
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Cómo interpretar y atravesar:
El dolor,
La tragedia,
El sufrimiento,
La muerte y el duelo.
Influencias y
Bibliografía
111
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Murdock, Mike “Wisdom keys”, www.mikemurdock.com
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Peniel, 2002.
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Vida, 2005.
Sanchez, Juan José “Manual de Psicoterapia Cognitiva”.
Stamateas, Bernardo “Las 7 leyes irrefutables de la sanidad
interior”, P. De Dios.
Stamateas, Bernardo “Emociones lastimadas”, P. De Dios.
Stamateas, Bernardo “Mensajes de Éxito”,
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Seligman, Martín E. P. “La auténtica felicidad”. Vergara, 2003.
Trobisch, Ingrid “Aprendiendo a caminar en soledad”,
Certeza 1988.
Vasena, Pepe “Tengo un dolor en el alma”, Argenta, 1999.
Warren, Rick “Una vida con propósito”, Vida, 2003.
112
Cómo interpretar y atravesar:
El dolor,
La tragedia,
El sufrimiento,
La muerte y el duelo.
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Como parte de la visión de proteger, restaurar y fortalecer el
matrimonio y la familia, surge este material, en el que David Firman,
brinda testimonios y una guía práctica para la interpretación sana de
las adversidades y principios para la resolución de estas situaciones
para poder así recordarlas sin dolor.
Desde la ciudad de Rosario, Provincia de Santa Fe,
Argentina el Dr. Firman y su esposa se mueven dentro y fuera del
país llevando luz a cientos de personas, matrimonios y familias
ayudándolos a vivir de acuerdo a las intenciones del diseño original
de Dios.
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OBRAS ANTERIORES DEL MISMO AUTOR
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