A lo largo de la historia las teorías sobre liderazgo han tenido su evolución en el
tiempo. Entre los principales enfoques o teorías del liderazgo encontramos en primer lugar la teoría de los rasgos que establece la premisa: “el liderazgo es algo innato, se nace líder”. La preocupación de estos autores era la identificación de los rasgos entendidos como aspectos de la personalidad y características físicas o intelectuales que distinguen a los líderes de los que no lo son. En el grupo de los autores que defienden esta teoría tenemos a Stogdill (1948) que afirma que los rasgos principales de los líderes son la inteligencia, agudeza, intuición, responsabilidad, iniciativa, persistencia, autoconfianza y sociabilidad. Sin embargo, para Lord, De Vader y Alliger (1986) son la inteligencia, la masculinidad y la dominancia las principales cualidades que debe tener un líder. Por otro lado, Kirk Patrick y Locke (1991) establecen que las características que no deben faltar en un líder son el mando, la motivación, integridad, confianza, capacidad cognitiva y conocimiento de la tarea. Y para Fayol (1986) los rasgos que deben reunir los grandes jefes son: salud y vigor físico, inteligencia y vigor intelectual, cualidades morales; voluntad reflexiva, firmeza, perseverancia; actividad y energía. Además, deben tener valor para las responsabilidades, sentimiento del deber; preocupación por el interés general, cultura general, conocimientos administrativos, nociones generales referentes a las otras funciones y la más amplía competencia posible en la profesión, especial característica de la empresa (p.83). El planteamiento anterior es un enfoque bajo el cual se distinguía al líder del no- líder. Más adelante fue reevaluado y se empezaron a identificar enfoques, no sólo basados en los rasgos sino en los comportamientos y es aquí en donde surge el enfoque conductual o teoría del comportamiento. A partir de este nuevo planteamiento, la preocupación no se concentra en los rasgos del líder sino en lo que hace y cómo lo hace (Palomino, 2009), por ello los diferentes autores se concentraron en identificar los patrones que hacen que un individuo pueda influir en un grupo o en una organización. Lewin (1951) estableció tres estilos de liderazgo que se basan específicamente en el comportamiento del líder, estos tres estilos son:
Autocrático o Autoritario (Centrado en el jefe)
Democrático o Participativo (Centrado en los subordinados): Laissez-Faire (de políticas laxas) Likert (1961) propuso que la administración es un proceso que asume posiciones diferentes en cada organización, dependiendo de las condiciones internas y externas de ésta.