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Recuerdos Encubridores.

Son recuerdos fragmentarios de los primero sanos infantiles. Conservados en la memoria


individual

Hipotesis

La época en la que se sitúa el contenido de los recuerdos infantiles más tempranos es entre los
dos y los 4 años. Algunos recuerdan desde el año y 6 o 7 años. Un hipotesis es que el
contenido de los recuerdos infantiles más frecuentes son situaciones de miedo, vergüenza,
dolor físico, enfermedades, muertes, incendios, el nacimiento de un hermano. Algo que
contradice la hipotesis es que los recuerdo hipotesis de muchos niños son cuestiones
cotidianas e indiferentes que no pudieron provocar afecto ninguno en el niño. No obstante, lo
cual quedaron impresas en su memoria con todo detalle, no habiendo sido retenidos otros
sucesos importantes de la misma época, ni siquiera otros sucesos que según sus padres si
generaron impresión en el niño.

Son imágenes mnémicas incomprensibles por su nimiedad.

Supone que la escena de referencia no se ha conservado sino incompletamente en el


recuerdo, pareciendo así indiferente pero que en los elementos omitidos se hallaría contenido
aquello que la hizo digna de ser recordada.

Lo que no se explica F es de la selección singular que hace la memoria. La pregunta es porque


es rechazado precisamente lo importante y conservado lo indiferente.

En la constitución de los recuerdos de este orden particular hay dos fuerzas psíquicas una de
las cuales se basa en la importancia del suceso para querer recordarlo mientras que la otra
(una resistencia) se opone a tal propósito. Estas dos fuerzas opuestas no se destruyen y nunca
una llega a vencer a la otra, sino que sucede una TRANSACCION. Esta consiste en que la
imagen mnémica no es suministrada por el suceso de referencia (en este pto vence la
represión) pero sí en cambio por un elemento psíquico íntimamente enlazado a él por
asociación. Se resuelve el conflicto por que se constituye en lugar de la imagen mnémica una
distinta imagen producto de un desplazamiento asociativo. Pero como los elementos
importantes de la impresión son precisamente los que han despertado la resistencia, no
pueden entrar a formar parte del recuerdo sustitutivo, el cual presentara así un aspecto nimio,
resultando incomprensible xq quisiéramos atribuir su conservación en la memoria a su propio
contenido, debiendo atribuirla realmente a la relación de dicho contenido con otro rechazado.

Esto constituye un desplazamiento por contigüidad asociativa. Es en una represión seguida


de una sustitución por algo contiguo (local y temporalmente).

Esta es una prueba más de la íntima relación entre la vida anímica del niño y el material
psíquico de la neurosis.

La afirmación de que una intensidad psíquica puede desplazarse desde una representación, la
cual queda despojada de ella a otra distinta, que toma entonces a su cargo el papel psicológico
que venía desempeñando la primera, nos resulta tan extraña como ciertos rasgos de la
mitología griega, cuando los dioses conceden a un hombre el don de la belleza,
transfigurándolo.
De las investigaciones de F sobre los recuerdos infantiles indiferentes le enseñaron que su
génesis puede seguir otros caminos, y que la aparente inocencia suele encubrir sentidos
insospechados.

Da un ejemplo.

Puede tratarse no de un recuerdo infantil sino de una fantasía inconsciente (siempre la


sexualidad presente) retrotraída a la infancia.

Entre las infinitas escenas de la vida se elige una por prestarse su contenido a la
representación de las dos fantasías importantes. A tales recuerdos que adquieren un valor por
representar en la memoria impresiones y pensamientos de épocas posteriores, cuyo contenido
esta enlazado al suyo por relaciones simbólicas, les llama F recuerdos encubridores.

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