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Testimonios[editar]
Diferentes historias corrieron sobre tal acontecimiento que enlutó a Venezuela, se tomó como
un acto bélico injusto e innecesario. Muchos acomodaron lo que pasó de acuerdo a intereses
políticos y personales.
Alí Brett2 escribiría según su investigación:
Desde las 6 de la mañana del domingo los calicantos del viejo Vigía Solano, empezaron a recibir los
impactos de las bombas. Cuando el bombardeo se inició estábamos en la barriada Las Tejerías a pocos
metros de la antigua fortaleza que por primera vez en varios siglos, era víctima de un ataque de esta
naturaleza.
El Fortín fue el enigma de la sublevación y mucho se especuló sobre su poderío. Todos contaban las
historias, las ventajas y la estratégica posición del "Burro Negro", nombre popular del antiguo cañón. La
gente conocedora del poderío de esta arma, aseguraba que si la disparaban, aunque fuese una sola
vez, desaparecería Puerto Cabello.
Arriba apenas permanecieron durante la rebelión, los infantes de marina destacados por la Base Naval
para la custodia del fuerte, quienes para aquel día, lunes 4 de junio, ya eran cadáveres. La presencia de
los funcionarios del Ejecutivo y de algunos jefes militares, dejaba despejado el misterio que se había
tornado casi en verdad, durante el desarrollo de los acontecimientos debido a las versiones mal
fundadas.
Concluiría su investigación diciendo:
Lo de pensar que el fortín podía ser utilizado como punto de operaciones de los sublevados significó
uno de los tantos errores militares conocidos y que después de la aparición del avión como elemento de
guerra, estas fortalezas quedaron sin vigencia estratégica.
El Batallón Carabobo se distribuyó en pelotones de 30 hombres que debían ir cada uno detrás de los
trece tanques que debían entrar al Puerto. Sin embargo se esperó para el asalto, que la aviación
efectuase la operación prevista contra el Fortín.
A los pocos minutos aparecieron aviones F-86 Sabre, que atacaron con cohetes y ametralladoras. Los
cohetes, lanzados de a dos cada vez, dieron todos en el blanco. Desde el mismo Fortín y desde el Liceo
Miguel Peña, se disparaba con ametralladoras contra los aviones, en intento totalmente inútil, pues la
velocidad de éstos los ponía a salvo de ser alcanzados.
Los viejos muros españoles que circundan el Solano, de pura y maciza mampostería con dos metros de
grosor resistieron el impacto, no así las otras instalaciones menos antiguas. Eliminado el peligro del
Fortín comenzaron las tropas a penetrar en Puerto Cabello.
En un trabajo periodístico para una revista de circulación nacional Marconi Villamizar4 escribe:
Ante el sostenido ataque de las fuerzas leales, los insurrectos se replegaron definitivamente hacia el
Fortín Solano dejando sólo pocos focos de franco-tiradores en la ciudad. En el Fortín, que fue
duramente bombardeado por la aviación durante el domingo, los rebeldes habrían estado en
condiciones de adelantar otras acciones desesperadas, pero la previsión del Capitán Carbonell,
acordada en días anteriores al alzamiento, frustró las esperanzas rebeldes.
En el Fortín están montados dos poderosísimos cañones de 155 milímetros, montados por el
General Cipriano Castro en 1905, para estar en condiciones de rechazar cualquier nuevo intento de
bloqueo del puerto por potencias extranjeras. En el Fortín hay más de 200 grandes proyectiles para las
dos unidades, pero resultó imposible para los rebeldes operarlas. La precaución de Carbonell luego del
alzamiento de Carúpano fue comisionar al Teniente Justo Pastor Márquez, especialista en armamentos,
para que quitara los percutores a los cañones. La operación fue secreta y aparte de Carbonell y
Márquez muy pocos oficiales se enteraron.
El Fortín Solano apenas sufrió daños por el bombardeo aéreo. Esta fortaleza fue construida por los
españoles allá por el año 17505 y tiene murallas de más de dos metros de espesor. Tiene también
platabandas de más de tres metros de espesor, a las cuales las bombas no hicieron absolutamente
nada. Pero los rebeldes no podían materialmente sostener sus posiciones en el Fortín. Contando sólo
con ametralladoras y armas cortas se exponían a ser sitiados.