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El metabolismo aeróbico de las células depende de un aporte sostenido de oxígeno y nutrientes del medio
ambiente, acoplado con la eliminación del dióxido de carbono. La mayoría de los organismos multicelulares
funcionan con órganos respiratorios particulares asociados con un aparato respiratorio para la captación de
O2 y la eliminación de CO2. Estos órganos presentan una gran superficie comprimida en un espacio
reducido. Además, la superficie de intercambio debe ser delgada y húmeda para facilitar y permitir el paso
de los gases (O2 y CO2) entre el aire y una solución (los capilares pulmonares). Por lo tanto, debe esta
superficie mantenerse húmeda y ser protegida de la deshidratación por la exposición al aire seco. La
configuración anatómica que permite responder a estas necesidades fisiológicas es un epitelio internalizado
y ramificado.
Los pulmones humanos están confinados y ramificados en la cavidad torácica para mitigar el contacto con el
exterior y ofrecer “adentro” una superficie de intercambio importante, con lo cual se genera un medio
húmedo que permite, facilita y protege el intercambio de gases. Por otra parte, es un gran reto desplazar el
aire entre la atmósfera y esta superficie de intercambio gaseoso “adentro”. Para ello, tiene que generarse un
flujo de aire, lo que implica:
- Una bomba funcionando muscularmente para generar diferencias de presión (gradientes de presión)
entre el “interior” y el “exterior” del pulmón (entre presión alveolar y pleural). El funcionamiento de
esta bomba pulmonar depende de la estructura musculo-esquelética del tórax.
- Una superficie de intercambio gaseoso delgada, húmeda y amplia, correspondiendo a la parte
respiratoria de los pulmones (bronquiolos y alveolos) y constituida por epitelios de intercambio y los
vasos sanguíneos aledaños1.
La respiración puede referirse a dos procesos distintos pero relacionados: a) la respiración celular
“microscópica” que es la reacción intracelular del oxígeno con moléculas orgánicas para producir dióxido de
carbono, agua y energía en forma de ATP y, b) la respiración externa “macroscópica” que corresponde al
transporte de gases (O2 y CO2) entre el exterior (medio ambiente) y el interior del organismo. Esta última se
asocia, desde el nivel macroscópico, con varios procesos integrados de intercambio y transporte de gases en
el organismo, hasta el nivel microscópico de la respiración celular (Figura 1).
1. Respiración externa - Ventilación:
transporte de aire entre la atmósfera y la
parte respiratoria del pulmón
(inspiración-espiración).
3. Circulación - vascularización:
transporte de gases (O2 y CO2) por la
sangre (eritrocito) en todo el organismo
(tejidos periféricos).
1. Aparato respiratorio
Existen varias formas de dividir el tracto respiratorio, una de ellas en región superior e inferior. La Superior:
formada por la boca, la cavidad nasal, la faringe y la laringe; y la inferior o porción torácica en: tráquea, dos
bronquios primarios, sus ramificaciones y pulmones1 (Figura 2).
La división del tracto respiratorio puede realizarse desde un punto de vista fisiológico en tres regiones
interrelacionadas: vías respiratorias altas, vías conductoras y las vías terminales o alveolos (parénquima
pulmonar o tejido acinar)3.
1.1. Vías respiratorias altas
Comprenden el sistema de entrada que son la nariz, la cavidad nasal y la boca, que desembocan en la
faringe. La laringe va de la zona inferior de la faringe para integrar las vías respiratorias altas. La nariz es el
punto inicial por donde entra el aire inspirado y además del olfato permite: - filtrar grandes partículas para
impedir que lleguen a las vías conductoras y –calentar y humidificar el aire3.
1.2. Vías conductoras
Inician en la tráquea y se ramifican de forma dual ampliando considerablemente el área superficie de los
pulmones. Las 16 primeras divisiones de vías aéreas (figura 3), forman el sistema o zona de conducción de
los pulmones, permitiendo el transporte de gases desde la zona superior y su retorno. Las ramificaciones
están compuestas por los bronquios, y bronquiolos terminales. Estas áreas de conducción presentan una
diversidad de epitelios que además de recubrimiento cumplen otras funciones (éstas se abordarán en el
módulo de evolución).
Figura 3. Zonas de conducción y respiratoria o intercambio gaseoso.
Figura 4. Zona transicional y respiratoria en donde se produce el intercambio gaseoso (Fuente: Silverthorn, 2013).
2. Estructuras que participan en la ventilación
Dentro de las estructuras que participan en la ventilación tenemos:
2.1. Las áreas de comunicación del sistema de conducción o vías aéreas, que llevan el aire desde el
medio externo hasta la superficie de intercambio de los pulmones, mencionados anteriormente.
2.2. Los alvéolos, una serie de sacos interconectados, y sus capilares pulmonares asociados. Estos forman la
superficie de intercambio de oxígeno desde el aire inhalado a la sangre y, el dióxido de carbono desde la
sangre hacia el aire exhalado, mencionados atrás.
2.3. Los huesos y músculos del tórax (cavidad torácica) y el abdomen asisten a la ventilación.
Los pulmones se encuentran dentro de la cavidad torácica. Ambos órganos están rodeados por músculos
diversos que contribuyen a la respiración. La cavidad torácica, está delimitada por los huesos de la columna
vertebral, las costillas y sus músculos asociados. Las costillas y la columna (las paredes torácicas) forman
los costados y la parte superior de la caja1 (Figura 5).
Una lámina de músculo esquelético con forma de cúpula, el diafragma, forma la parte inferior, el suelo. Dos
conjuntos de músculos intercostales, los internos y los externos, conectan los 12 pares de costillas. Otros
músculos, los esternocleidomastoideos y los escalenos, van desde la cabeza y el cuello hasta el esternón y
las dos primeras costillas1,3 (Figura 6).
Se respira principalmente a través de los músculos que encierran la cavidad torácica: el diafragma y los
músculos intercostales externos, internos e íntimos.
El diafragma es un domo muscular entre las cavidades torácicas y abdominales, que se arquea hacia arriba
contra la base de los pulmones. Tiene aperturas entre las dos cavidades para el paso del esófago, los vasos
sanguíneos y linfáticos principales y los nervios. Cuando el diafragma se contrae, se aplana un poco y alarga
la cavidad torácica, causando la entrada de aire (inspiración); cuando se relaja, la cavidad torácica crece y se
encoge, lo cual expele el aire (espiración). Es el músculo principal de la inspiración (responsable de casi dos
terceras partes del aire que entra en los pulmones), el cual se contrae en preparación para estornudar, llorar,
reír y levantar pesos; a su vez, la contracción comprime las vísceras en el parto y la expulsión de orina y
heces4.
Los intercostales externos: se extienden desde el tubérculo de la costilla en sentido posterior, hasta casi el
inicio el cartílago costal en sentido anterior.
Los intercostales internos: son profundos a los intercostales externos y se extienden desde el margen del
esternón a los ángulos de las costillas (Figura 6).
La función principal de estos músculos es el de endurecer la caja torácica durante la respiración, para que no
se mueva hacia dentro cuando el diafragma desciende; también contribuyen al agrandamiento y la
contracción de la caja torácica y, por tanto, hace que sea mayor el volumen de aire que ventila los
pulmones4.
Los músculos inspiratorios importantes son los intercostales externos que siguen un trayecto descendente
oblicuo y hacia adelante, de costilla a costilla. Las costillas actúan como pivote, como si fueran articuladas
en bisagra en el dorso, de tal forma que cuando las intercostales internas se contraen, elevan las costillas
inferiores, impulso que desplaza el esternón hacia afuera y agranda el diámetro anteroposterior del tórax3
(Figura 7).
También aumenta el diámetro transverso, aunque en menor grado. El diafragma o los músculos intercostales
externos solo conservan la ventilación adecuada en el sujeto en reposo.
Cuando los músculos espiratorios se contraen disminuye el volumen intratorácico y aparece la espiración
forzada. Los intercostales internos poseen dicha acción, porque tiene un trayecto oblicuo descendente y
retrógrado de una costilla a otra, y en consecuencia, tiran de la caja costal hacia abajo cuando se contraen.
Las contracciones de los músculos de la pared anterior del abdomen también intervienen en la espiración al
desplazar la caja torácica hacia abajo y adentro y al incrementar la presión intraabdominal, que impulsa el
diafragma hacia arriba3.
Figura 7. Músculos respiratorios
Para comprender mejor la biomecánica respiratoria, es necesario recordar algunos principios físicos
relacionados con los gases, sobre todo las leyes que rigen el comportamiento de los gases en el aire. A partir
de estas leyes, se pueden establecer las bases teóricas de las explicaciones del intercambio gaseoso entre el
organismo y el medio externo (entre medio externo y alvéolos y entre alvéolos y capilares sanguíneos).
PV= nRT
Donde P es la presión, V el volumen, n es el número de moles de gas, T es la temperatura absoluta y R es la
constante de los gases ideales: 8,3145 J / (mol.K).
En el cuerpo humano, se puede asumir que el número de moles (n) y la temperatura (T) son constantes. Así
la parte derecha de la ecuación de los gases ideales (nRT) se vuelve constante y se puede simplificar la
ecuación de la manera siguiente: V= 1/P.
Esta relación indica que para una cantidad de gas y una temperatura constantes, el volumen de gas es
inversamente proporcional a la presión que ejerce el gas: si el volumen aumenta, la presión disminuye y
viceversa.
En la ventilación (inspiración y expiración), la diferencia de presión entre el aire del medio y el aire
pulmonar genera un gradiente de presión que explica el desplazamiento de aire (convección) entre el medio
exterior y los pulmones. El movimiento del tórax y de ciertos músculos (diafragma, intercostales y
abdominales) durante la respiración crea condiciones alternas de alta y baja presión en los pulmones, lo que
permite la generación de flujos de aire entrante (inspiración) y saliente (espiración).
Cuando estamos en condiciones de cantidad de gas y temperatura constante, la ley de Boyle establece que el
producto de la presión por el volumen se mantiene constante:
P1V1=P2V2
Así, si el volumen de un gas se reduce, la presión aumentará, y si el volumen aumenta, la presión disminuirá.
Estas dos leyes se aplican a todos los gases o mezclas de gases.
En el aparato respiratorio, los cambios del volumen de la cavidad torácica durante la ventilación generarán
cambios (diferencias) de presión entre el medio exterior y el interior del pulmón, lo que corresponde a los
gradientes de presión que causan desplazamiento de aire (flujo) por convección. Cuando el volumen de la
caja torácica aumenta, se crea una presión negativa adentro del pulmón (respecto a la presión atmosférica),
lo que hace que la presión alveolar (pulmonar) es inferior a la presión del aire exterior y se genera una
corriente de aire hacia adentro del aparato respiratorio (inspiración). Cuando el volumen del tórax
disminuye, la presión alveolar (pulmonar) aumenta y se vuelve positiva (respecto a la presión atmosférica) y
el aire fluye hacia afuera, a la atmósfera (espiración). Este movimiento de aire es por convección, pues se
desplaza la mezcla completa de gases.
Indica que la presión total de una mezcla de gases es la suma de las presiones parciales de cada gas que
compone la mezcla. La presión de un solo gas en una mezcla se conoce como la presión parcial de ese gas
(Pgas). Por lo tanto, en la fisiología respiratoria, no solo debe considerarse la presión atmosférica total, sino
también las presiones individuales del oxígeno y del dióxido de carbono (PO2, PCO2). En el aire las presiones
parciales varían levemente según el vapor de agua presente1.
4. Mecánica de la respiración
El intercambio global del aire entre la atmósfera y los alveolos es la ventilación o respiración externa. Un
solo ciclo ventilatorio consiste en una inspiración seguida de una espiración.
4.1. Inspiración y espiración
La inspiración es un proceso activo (implica un gasto energético). La contracción de los músculos que
participan en ella hace que aumente el volumen intratorácico. La presión intrapleural en la base de los
pulmones que en circunstancias normales es de casi 2,5 mm Hg (en relación con la presión atmosférica) en
el comienzo de la inspiración, disminuye a -6 mmHg, en promedio. Esta presión negativa generada por el
aumento del volumen de la caja torácica hace que los pulmones sean arrastrados hacia afuera y se expanden.
La presión en el interior de las vías respiratorias se torna levemente negativa y fluye aire al interior de los
pulmones.